El show debe continuar. El boxeo, al igual que todos los deportes, es un negocio y un espectáculo. Ambas características son parte de la misma lógica que es la de ganar dinero a partir de una demostración de destreza y habilidad física. El documental de Juan Pablo Cadaveira sigue los pasos deportivos de Sergio “Maravilla” Martínez, un boxeador argentino que gracias a una gigantesca campaña de prensa y difusión pasó de ser un desconocido por el público local a una importante figura pública y estandarte del deporte argentino. En el 2010 Martínez se convierte en campeón mundial del Consejo Mundial de Boxeo (CMB) y de la Organización Mundial de Boxeo (OMB) en la categoría de peso mediano. Debido a un desacuerdo confuso, que dejó muchas dudas sobre la buena voluntad de los dirigentes de la CMB de origen mexicano y las cadenas televisivas estadounidenses, el boxeador argentino no luchó para retener el título de campeón de la categoría (en su lugar debió pelear por el de “campeón emérito”), que terminó en manos del hijo del célebre ex campeón mexicano, Julio César Chávez, tras ganarle al boxeador que debía pelear con Maravilla según la CMB. A pesar de ser considerado como uno de los mejores boxeadores del mundo y el número uno de su categoría, el representante de Chávez no consideraba que una pelea con Martínez fuera un gran acontecimiento para las cadenas de televisión. Para lograr negociar la pelea los representantes de Martínez decidieron comenzar una campaña publicitaria para convertirlo en un ícono del boxeo. El objetivo era vender la imagen de un compatriota de origen humilde, de carácter canchero, inteligente, vivaz y enérgico, que entrenaba todos los días para ser campeón, traicionado por una organización mafiosa mexicana con la complicidad de las cadenas de televisión norteamericanas, y de paso denunciar el turbio mundo del boxeo norteamericano basado en la búsqueda de ganancias extraordinarias y carente de honor. El operativo publicitario fue un éxito y Martínez y su entorno obtuvieron lo que querían. Tras ganarle a Chávez de forma contundente, el mexicano solicitó una revancha que está pactada para junio de 2014. Maravilla, la Película recorre la vida de Martínez, sus orígenes humildes, su formación deportiva con su tío, su entorno, sus dolencias y lesiones, su familia, resaltando su tenacidad y fuerza de voluntad para atravesar períodos de incertidumbre sobre su carrera, especialmente tras emigrar a España debido a la crisis que causó la renuncia del presidente Fernando de la Rúa en el año 2001. Con una gran reconstrucción de su carrera a través de entrevistas a grandes figuras del boxeo, a periodistas, familiares, representantes del entorno, la película funciona como un engranaje más de esta eficaz operación mediática para vender la imagen de Maravilla Martínez como un símbolo de nuestros valores y nuestra capacidad para convertir la adversidad en una fortaleza. Ahora sólo le queda a Sergio Martínez, el hombre detrás de la película, demostrar que está a la altura del espectáculo y sacar el máximo provecho de esto para grabar su nombre en la historia del boxeo argentino y mundial.
En honor al Campeón Maravilla, un luchador (2013) es “La” película sobre Maravilla Martínez. Una gran propuesta que grafica mejor que nadie la historia del Campeón de Peso Mediano argentino. Un documental deportivo como pocos, que logra emocionar como ninguno. La película de Juan Pablo Cadaveira es un documental pero tiene la forma narrativa de una ficción. Comienza estableciendo un conflicto claro cuando Maravilla Martínez gana el título de peso mediano en el ring y se lo quitan en una oficina. Frase que repetirá el boxeador hasta el hartazgo y luchará –en todos los sentidos de la vida- por tener la posibilidad de recuperarlo en el cuadrilátero. Tenemos un objetivo a conseguir desde los primeros minutos, un personaje noble y carismático, un oponente despreciable por acceder al título fortuitamente, y una serie de injusticias que generan empatía con el argentino. Maravilla, un luchador también tiene todos los condimentos para quien disfrute del deporte. Suministra toda la información necesaria sobre el origen del boxeador de Quilmes, con el material de archivo preciso y la palabra de especialistas que aportan su voz. También datos sobre el negocio detrás del cuadrilátero que incluye a promotores, representantes, apostadores y cadenas de televisión que se vuelven el gran obstáculo del luchador en su intención por reconquistar el título tan mentado. Sergio Martínez cuenta con una inteligencia y perseverancia única en su rubro, pudiendo adaptarse a las exigencias del espectáculo, siempre con el fin de conseguir su objetivo y acercarse al público argentino. Por eso el documental establece un paralelo cinematográfico con películas emblemáticas del género como Rocky (1976), siempre para apelar a la emoción y al carisma de su protagonista. Pero esto sólo no hace una buena película. El montaje le imprime un ritmo frenético al relato remarcando los efectos justos en los momentos indicados: Golpes sonoros en las peleas, cámaras lentas, planos de la mirada de familiares, música que construye el leiv motive sonoro. En fin, recursos cinematográficos para convertir la vida y obra de este boxeador argentino en el espectáculo cinematográfico que merece.
El negocio debajo del ring Lo primero que se interpreta cuando uno escucha que se realizó un documental sobre Sergio “Maravilla” Martínez es que veremos un biodoc. O sea, la típica biografía del niño humilde, que a fuerza de golpes salió adelante en la vida y triunfó como boxeador. Por suerte, el trabajo de Juan Pablo Cadaveira es mucho más que un retrato personal. Esquivando acaso los lugares comunes de las biografías televisivas, el realizador argentino siguió al boxeador durante más dos años, mucho antes de conseguir la fama que lo posibilitó a transformarse en figura mediática. Cadaveira decidió centrar la tensión del relato en el conflicto que Maravilla tuvo con la cadena HBO cuando le arrebató el título de campeón mundial en peso mediano porque no era una figura reconocida, y en cambio decidieron otorgárselo a Julio César Chávez Jr. que en México ya era famoso, debido a que su padre, también boxeador, era una figura popular, tanto por su perfil deportivo como por los excesos en su vida personal. De esta manera, el film comienza cuando Maravilla se lleva el título, pero le anuncian que en la revancha, en su lugar va a pelear Chávez, mientras que él pelearía por el Campeonato Diamante, algo así como un premio consuelo. A partir de ese momento, Cadaveira recorre el camino que hizo Martínez para empezar a hacerse notar, no solamente ante el aficionado del box, sino también en su propio país, donde era un desconocido total, explicando su participación, incluso en Bailando por un Sueño. Lo más interesante del documental no es conocer la vida del boxeador – narrada a través de flashbacks donde nunca se profundiza demasiado cada etapa que tuvo que atravesar – sino el negocio que existe detrás del mundo del boxeo. O sea, lo que a primera vista es un retrato sobre una persona, se convierte en un interesante alegato en contra de HBO y el control que tiene sobre las decisiones que toma el Consejo Mundial del Boxeo, sobre los arreglos que hacen los managers y de la imagen que se quiere exportar al mundo sobre el boxeador en sí, dejando a un lado los atributos deportivos. Con un montaje ágil y dinámico, el documental de Cadaveira es clásico porque las entrevistas son conservadoras y convencionales, pero a la vez tiene una narración casi ficcionalizada, que guarda la tensión para el espectador ajeno al mundo del boxeo, sobre el resultado que tuvo la pelea final con Chávez. Es notable, además, como el documental abre una vertiente humorística a través de la figura de la madre del boxeador, que sufre cada pelea y golpe que le dan al hijo, en medio del contexto de reuniones familiares, que demuestran las tradiciones y costumbres argentinas. Acaso un documental que profundice sobre los contrastes en la vida y la carrera del personaje hubiesen dado como resultado un trabajo más complejo, una mirada más parcial y no tan a la defensiva del astro argentino, pero teniendo en cuenta, que Maravilla termina siendo solo una excusa para que el realizador muestre el lado oscuro del deporte, está bien que el protagonista no tenga más participación de la que tiene, y se limite a narrar su punto de vista nomás de los hechos. Cadaveira tuvo la oportunidad de estar en cada evento que siguieron a la pelea que le dio el título – luego arrebatado – a Maravilla, y por lo tanto es prodigioso que no solo haya material de archivo, sino también registros originales, incluyendo entrevistas a figuras como Mike Tyson o Don King, que defienden a Maravilla. Material por demás interesante para aficionados o no del mundo del box, fanáticos del peleador argentino, Maravilla, la película, es un producto digno, que mantiene al espectador palpitando en cada pelea como si estuviera en Las Vegas o el Luna Park.
El arte de la guerra Ya lo había dicho Ringo Bonavena: “Cuando subís al ring te quedás tan solo que hasta el banquito te sacan”. Sergio Martínez lo sabe. Nacido en Quilmes hace casi 40 años, dejó el colegio para trabajar cuando su hermano mayor entró en el Servicio Militar. Ya en 2001, con la crisis carcomiéndose todos y cada uno de los ahorros de la clase media-baja, partió hacia España. La falta de papeles lo obligó a trabajar como lavacopas, hasta que un par de años después, casi sin que él mismo se diera cuenta, alcanzó su primer título internacional en Inglaterra. Comenzaba lo que muchos prefiguraban como una gran carrera, pero los intereses económicos detrás del deporte complicaron el panorama. Aquí, sin embargo, poco y nada se supo de él hasta hace un par de años, cuando a mediados de septiembre de 2012 el país se paralizó para ver su pelea contra Julio César Chávez Jr. Pero, ¿quién era aquel hombre de léxico particular que monopolizó las tapas de los diarios y los programas de televisión? ¿Cómo llegó a la cúspide del boxeo? ¿Sus rivales están sólo arriba del ring? De todo esto habla Maravilla, la película. Vista aquí en el Festival de Mar del Plata del año pasado, la ópera prima de Juan Pablo Cadaveira recorre la vida y obra del boxeador desde su niñez hasta la anhelada pelea con Chávez Jr., incluyendo testimonios de sus familiares, amigos y periodistas, además de un acompañamiento al boxeador desde 2010, cuando la cadena HBO le bajó el pulgar al flamante campeón argentino debido a su escasa popularidad. Cadaveira articula dos vertientes en su relato. Por un lado, la biopic clásica mostrará a un self-made-man que luchó contra las mil y un adversidades, tanto en su contexto social como en los manejos espurios del deporte. Por el otro, una épica deportiva tan tradicional como efectiva, con el hijo homónimo del campeón mexicano como antihéroe y los intereses económicos debajo del cuadrilátero como trasfondo. Así, Maravilla, la película se convertirá en un emotivo retrato sobre uno de los pugilistas más importantes del presente, tanto aquí como en el resto del mundo. Le guste o no a HBO.
El boxeo desde siempre fue un deporte para las masas por su contexto. Las historias alrededor de él han servido como metáforas tanto en la vida real como en la ficción retratando el duro ascenso de los marginados y caídos en desgracia; aquel que le hace frente a los golpes de la vida (literalmente), a las injusticias, y sale victorioso. "Maravilla, la película" representa ese límite entre realidad y ficción, ese punto no tan claro en el que la realidad puede ser ficcionalizada sin apartarse de lo real; esta es su atracción mayor, pero como en el boxeo, el golpe maestro puede ser también su mayor debilidad. Este documental ópera prima de Juan Pablo Cadaveira parte de un hecho personal convertido en gran injusticia, cunado en 2010 el personaje homenajeado, Sergio “Maravilla” Martinez gana el título mundial en peso mediano; posteriormente y mediante maniobras no muy claras, se decide que él no disputará nuevamente para defender el título que había ganado; que el campeón será Julio César Chávez Jr. Y que será él quien lo dispute (en una pelea de la que sale victorioso y se consagra como campeón mundial de ese peso), mientras que a Maravilla le corresponde un título “honorífico”. Díganme si esto no es el puntapié para una gran tragedia griega épica o como mínimo una entretenidísima telenovela para las tardes. Ahí veremos sus orígenes humildes, como la peleó siempre desde abajo; como en el 2001 tuvo que emigrar a España por la debacle política-económica argentina, y cual ave fénix resurgió para convertirse en el gran boxeador que es y consagrarse campeón… pero nuevamente, volvemos al punto inicial, una vez que se consagra campeón, en una oficina (como repiten una y otra vez) le quitan el título porque él no es una figura popular como Chávez Jr. porque no es redituable. Pero este nuevo golpe al contrario de hacerle bajar los brazos, hace que junto a los suyos se diagrame un plan para demostrarle a los que los ningunearon quién es Maravilla, mediante una fuerte campaña (de la que todos fuimos testigos), Martinez se convierte en una figura de popularidad mundial, con una historia detrás y con mucho para demostrar, y ahora sí, en la cresta de la ola, podrá disputarle el título que le arrebataron ¡y al boxeador al que le dieron el título en su lugar!... ¡¡Es como Rosa de lejos pero deportiva!!. Cadaveira hace uso y lujo de una producción considerablemente mayor a la de los documentales argentinos que semana tras semana se estrenan en nuestro país. Un despliegue escénico impactante y vivaz para mostrar archivos y testimonios varios de las personas que rodearon a Sergio en los distintos momentos de su vida. El estilo de narración ficcionalizado cierra una experiencia muy ágil en dónde es imposible no empatizar con nuestro protagonista; más teniendo en cuenta el enorme carisma de este. Pero a su vez, se peca de alguna falta de naturalidad; Maravilla, la película es un trabajo diagramado en todos los aspectos, como una pieza más de merchandising de una figura ultrapopular, y se nota su extremo cuidado. El entramado épico, aunque todo es real – y no lo cuestionamos – la aparta parcialmente de la realidad de los boxeadores que diariamente la pelean desde el anonimato en clubes barriales. Por momentos ¿involuntariamente? Se convierte más en una observación de un objeto publicitario (con el entramado del negociado y luego la banca de la imagen) que un documental deportivo. Triste realidad, los deportes profesionalizados están atravesados por los grandes negocios, y este film lo deja bien claro. Con sus pros y contras, Maravilla, la película es un documental impecable desde su puesta; de visión casi obligatoria para sus seguidores; y de visión curiosa para comprender la creación de un fenómeno para quienes lo miran de afuera. Para quienes sigan esta novela, el último capítulo se juega fuera del film, ahora en junio de este año con la esperada revancha.
Las razones por las que un director decide tomar un tema en particular para desarrollarlo como su ópera prima son tan subjetivas, que el mismo Juan Pablo Cadaveira confesó haber elegido a Sergio "Maravilla" Martínez, porque su historia reunía todos los elementos que un buen documental debe tener. Su recorrido tanto de vida como boxístico, su presente y la resolución de un conflicto que debía de alguna manera seguirse minuciosamente para alcanzar el momento en el que se abordara con todas las de la ley. Los elementos que atrapan, están en ese recorrido de vida presentes y eran una invitación al espectáculo. Hay que decir que Cadaveira no equivoca el rumbo y se adentra en los pormenores de la vida del hombre, detrás de los guantes. Un hombre cuya motivación es alcanzar sus sueños, que lucha cuerpo a cuerpo con entereza y determinación en un ring, sostiene sobre sus manos un premio obtenido con la grandeza requerida y que luego, por sucesos que el film describirá bien, habrá que recuperar. Obran de testimonio una sucesión de videos caseros, en el que se pueden observar las muchas batallas ganadas con gran potencia por el púgil, como así también el relato de familiares y diversas personas de su entorno profesional. El registro, rico en prolijos y equilibrados recursos técnicos, deja su huella en el desarrollo del documental, que fluye con una soltura atrapante, no solo por la historia elegida, sino también por el modo en el que está narrado. Un retrato claro y secuenciado del boxeador desde su infancia en Quilmes hasta los rings internacionales, le aportan el ritmo que acompasa a la carrera de Sergio "Maravilla" Martínez. Pero cuidado, nadie puede permanecer frente al boxeo, inocente. Bien es sabido, que este deporte que ofrece espéctaculo, se sostiene por el suculento negocio que mueve la televisión y los negociados están a la orden del día. Esta trama ofrece una gama de grises que condicionan muchas veces la carrera y dejan claramente la voluntad y el deseo del propio boxeador en segundo plano. Promotores, representantes, apostadores y cadenas de cable pay-per-view conforman ese mundo detrás del deporte, que termina influenciando el cómo y porqué deben o no realizarse las contiendas. El punto de partida queda bien señalado en este film, cuando el argentino, tras ganar el título mundial de peso mediano con puño y determinación en un ring, por un 'artilugio' legal que cubrió con un espeso manto de dudas a la CMB, fue despojado del mismo. Para los que no recuerdan el incidente, su corona termina en manos de Julio César Chávez Jr, hijo del famoso boxeador de mexicano, además de ser ahijado de José Sulaimán, quien fuera el presidente del CMB durante tres década hasta enero pasado, fecha en que falleció. "Maravilla, la película" cuenta con todos lo elementos que asegurarán el disfrute de quienes estén afines a este deporte, pero también, logra conectar al espectador menos cercano al mundo pugilísitico, (sobre todo al argentino) con este derrotero de obstáculos que va superando Sergio y por las injusticias que irá viviendo en este proceso. Juan Pablo Cadaveira, con gran profesionalismo, destaca los valores, la perseverancia y el respeto, la nobleza de la persona, deja al desnudo al hombre, permitiéndonos descubrir un deportista con cualidades que merecen ser mostradas. Un hombre inteligente que pone en práctica una enorme flexibilidad en pos de sus metas. Nunca dejamos de ver la caída, pero el énfasis esta puesto en la hidalguía con la que él se levanta una y otra vez. Nos hace creer que no solo vale la pena luchar por los sueños, por lo justo, sino que también saber esperar el triunfo que llega de mano del esfuerzo y la constancia. Para los adeptos al boxeo, tengo que decirles, vayan eligiendo sus butacas, este es un documental que tienen que ir a ver, el final está repleto de la tensión y el vilo que genera toda gran pelea, y para los que no lo son, los invito a conocer mas, sobre cómo y quién es "Maravilla Martínez, digno representante de nuestro país en el mundo.
Tras los pasos de una estrella del boxeo El sábado 7 de junio, Sergio Maravilla Martínez defenderá ante el puertorriqueño Miguel Angel Cotto el título de los medianos de la CMB en el Madison Square Garden de Nueva York. Casi a modo de promoción de esa pelea, llega a los cines este documental sobre el boxeador quilmeño, con eje en el momento cúlmine de su carrera: la pelea contra Julio César Chávez Jr., en la que consiguió el cinturón que ahora pondrá en juego. Juan Pablo Cadaveira es un argentino radicado en Nueva York con antecedentes como montajista; para su opera prima, filmó a Maravilla durante dos años en España, Estados Unidos, México y Argentina. Entre material propio y de archivo, reunió 150 horas de grabación. Ese exhaustivo trabajo se luce: la producción de la película es notable. El desafío, ante tanta materia prima, era encontrar un foco atractivo. En ese sentido, Cadaveira -admirador de esa joya del documental boxístico que es Cuando éramos reyes- acertó al apostar a contar principalmente los vaivenes organizativos de la pelea Martínez vs. Chávez Jr. De esa manera, le da un interés adicional a la película, que retrata los intrincados recovecos del negocio boxístico y a personajes increíbles de ese ambiente, como el fallecido José Sulaimán, el promotor Sampson Lewcowicz o el mismísimo Don King. En paralelo, se va contando la historia de vida de Maravilla, con testimonios de familiares e imágenes de archivo de sus primeras peleas. Y está bien que esa historia esté en segundo plano, porque no escapa del lugar común del boxeador que tuvo que abrirse camino a los golpes. Quizás ese sea el punto débil de la película: respeta demasiado la historia oficial y no muestra a un Martínez muy diferente del que hace dos años se vio hasta el hartazgo por televisión. El clímax es la pelea en sí misma: una prueba de que está bien narrada es que logra atrapar aunque uno conozca el desenlace. Se va mostrando lo mejor de cada round en paralelo con las reacciones de la familia de Maravilla, que la palpita desde la casa familiar de Quilmes. Se escuchan las instrucciones de los rincones, se sienten los golpes, se huele la sangre. Y se goza cuando el muchachito de la película levanta los brazos, triunfante.
Así es como se hace un documental sobre una persona (y personaje) que logra entretener, intrigar y hasta emocionar. Maravilla, La película se estructura con una línea argumental de ficción pero tomando todos los hechos reales de la vida del boxeador para construir un relato con un principio, nudo, desarrollo y un final (abierto claro). Desde el primer momento se plantea un conflicto y lo muy bueno es que si el espectador no conoce las peripecias deportivas por las cuales pasó Martínez en los últimos años se enganchará muchísimo al igual que el periodista experto en box que conoce todo. Gran habilidad la del realizador Juan Pablo Cadaveira por mantener un ritmo rápido y vertiginoso al convertir las noticias (viejas) y declaraciones de amigos, colegas, familiares y oponentes en algo fresco que da la sensación que está sucediendo por primera vez. Si bien se repasan los orígenes humildes del boxeador y su escalera a la fama, fue muy piola no tomar eso como punto central y si hacerlo con la rivalidad y polémica con su par mejicano Julio César Chávez Jr para “recuperar el título que le fue robado”. Lo mejor de este documental es que si te engancha y te metes en la historia -y si encima no llegás a conocer el desenlace- podés llegar a sufrir de ansiedad en la butaca por el resultado de la pelea al mejor estilo Rocky. Gran documental. Muy recomendado.
Suena trillado, pero es lógico emocionarse con la historia de un hombre que se construyó a sí mismo, luego de superar decenas de adversidades, decepciones y malos tragos. La historia de Sergio "Maravilla" Martínez tiene todos los condimentos de una atrapante épica individual, a la manera de la inolvidable Rocky que Sylvester Stallone protagonizó en 1976. Aquí no hay prestamistas de Filadelfia ni aparece Apollo Creed, pero sí asoma un cuento con final feliz lleno de sacrificios, voluntad de hierro y agallas. Después de muchos años de batallas, de una derrota dolorosa contra El Tornado de Tijuana, Félix Margarito; una seria lesión en la mano izquierda, y una reinvención iniciada con la decisión de instalarse en España luego del brutal estallido social de 2001 en la Argentina, Martínez se convirtió, a base de talento y esfuerzo, en uno de los mejores boxeadores del mundo, una historia a esta altura bastante conocida. En este film armado con testimonios de familiares, periodistas, boxeadores, empresarios y dirigentes de primer nivel y las extraordinarias imágenes que Juan Pablo Cadaveira seleccionó del crudo que le cedió HBO con lo que filmaron sus ocho cámaras durante el inolvidable combate con el mexicano Julio César Chávez Jr., un auténtico match de película con 40 puntos de rating, Martínez destila carisma y se revela como un gran estratego dentro y fuera del ring. El quilmeño es único porque a su técnica impecable en el cuadrilátero sumó inteligencia para lidiar con los tiburones del negocio del boxeo, cuyo funcionamiento la película sintetiza con gran agudeza. Es un deportista de elite y un self made man que no dudó en bailar en el programa de Tinelli o hacer un número de stand up cuando entendió que eso podía ayudarlo a consolidarse como una celebridad atractiva para los reyes del pay per view. El film de Cadaveira lo retrata con solidez en esa doble faceta y arma en torno a su duelo con Chávez una rivalidad propia de los films de superhéroes y villanos, muy similar a la que el británico Asif Kapadia pergeñó entre Ayrton Senna y Alain Prost para su fabuloso documental dedicado al piloto brasileño fallecido en 1994.
Otro esfuerzo para establecer una marca Aunque impactan las imágenes de las contiendas de Maravilla Martínez en pantalla grande, el documental de Juan Pablo Cadaveira es rígido y lineal en su estructura, y su eficacia decae a la hora de jugar a denunciar los manejos irregulares que hay en el boxeo. Apenas faltan diez días para que el argentino Sergio “Maravilla” Martínez defienda por segunda vez su corona de campeón del mundo de boxeo en la categoría de los pesos medianos. La misma en donde reinaron los enormes Carlos Monzón y Marvin Hagler (a quien también apodaban Maravilla), la más importante en la tradición de ese deporte después de la de los pesados. Y curiosamente es el cine el infrecuente espacio desde donde se comienza a generar expectativa. ¿O será casualidad que el documental Maravilla, la película, de Juan Pablo Cadaveira, se estrene justo ahora? Sin dudas, no. Y es el desarrollo mismo de la película el que permite confirmarlo. La carrera de Maravilla no ha sido fácil, aunque su talento dejara suponer desde sus primeras peleas que se estaba en presencia de un boxeador con futuro. El mismo que, ojalá no demasiado tarde, por fin tendrá su pelea más exigente ante Miguel Cotto nada menos que en el Madison Square Garden de Nueva York. El trabajo de Cadaveira es eficiente en ciertos puntos, como mostrar la cinematográfica pelea de Maravilla contra Chávez Jr. desde la intimidad de la propia familia del campeón. O al reconstruir el duro recorrido (desocupación en los flexibilizados ’90 y emigración poscrisis del 2001 incluidas) que debió realizar antes de recibir el unánime y merecido reconocimiento del que goza en la actualidad. También es impactante rever algunos highlights de sus grandes peleas en pantalla gigante: el estilo vistoso de Maravilla luce estupendamente en el cine y deja en claro que no hay ninguna película que desde la ficción haya conseguido reconstruir de manera realista la épica carnal del boxeo. Después de ver la realidad magnificada, no hay Rocky ni Toro Salvaje que valgan sobre el ring. Sin embargo, lejos del estilo plástico e impredecible de Maravilla como boxeador, el documental de Cadaveira es demasiado trasparente respecto de sus intenciones, rígido y lineal en su estructura, y su eficacia decae a la hora de jugar a denunciar los manejos irregulares que cualquiera intuye son moneda corriente en el boxeo, simplemente porque no hay ninguna denuncia. Es cierto que el director no presenta su trabajo como una investigación sobre la corrupción en este deporte. Aun así, resulta contradictorio subrayar las tramoyas de las que se valen las asociaciones de boxeo pensando antes en el negocio que en los deportistas, en un film que a veces da la impresión de ser una pieza de promoción para sostener a Martínez como un producto exitoso dentro de ese mismo dirty business. De hecho, la película registra los diferentes esfuerzos extradeportivos del protagonista y su entorno por transformar a un pugilista notable y poco popular –talón de Aquiles que le costó perder su título fuera de la arena en 2010– en una marca vendedora. Que uno de los productores del documental sea Lou DiBella, promotor boxístico de Maravilla, resulta una evidencia significativa en relación con esa idea. Nada nuevo en un deporte en donde no pocas veces las peleas se empiezan a ganar haciendo ruido, mucho antes del primer campanazo.
Cuando suena la campana... En el extraordinario documental When We Were Kings, que cuenta la pelea de 1974 entre Cassius Clay y George Foreman desarrollada en Zaire, entre tanto jolgorio y manifestaciones a favor o en contra de los boxeadores, se deja ver una mirada particular sobre el deporte, especialmente, cuando el trabajo de Leon Gast refiere al pan y circo que rodeó al enfrentamiento que ganó el irrepetible Muhammad Alí. En el extraordinario documental When We Were Kings, que cuenta la pelea de 1974 entre Cassius Clay y George Foreman desarrollada en Zaire, entre tanto jolgorio y manifestaciones a favor o en contra de los boxeadores, se deja ver una mirada particular sobre el deporte, especialmente, cuando el trabajo de Leon Gast refiere al pan y circo que rodeó al enfrentamiento que ganó el irrepetible Muhammad Alí. En algún punto, Maravilla, la película es un pariente menor de aquel documental que obtuvo el Oscar, ya que la película de Cadaveira elige dos focos de interés que se entrecruzan de manera permanente. Por un lado, la descripción de la vida de Martínez, desde sus comienzos hasta su ida a España y desde sus primeros triunfos en tierras ajenas hasta su consagración como campeón del mundo en septiembre de 2012 al ganarle por puntos a Julio César Chávez Jr., con paliza y suspenso al final. En ese segmento, el documental rinde culto al personaje, con su hablar cada vez más parecido al "Latino" de Capusotto, a través de un montaje de planos que descansa en una estentórea pirotecnia visual alternada con entrevistas a cámara. Cuando los quince rounds establecidos para el combate se aproximan, el film bucea en el entretejido del boxeo como espectáculo, dejándoles la palabra a representantes de pugilistas, personajes con mucho dinero en los bolsillos (entre ellos, el “histórico” Don King), a los mismos contendientes y al padre de Chávez, un gran boxeador y un lengualarga de aquellos. Dentro de esos dos ejes se maneja el director para contar un documental que tiene bastante de institucional publicitario sobre Maravilla, un púgil al que el reconocimiento le llegó tarde y que carga con lesiones varias que lo aquejan para su próximo enfrentamiento del 7 de junio por la defensa del título mundial. En esos momentos en los que Maravilla narra sus dolencias, la película encuentra un costado humano que sustituye a los fuegos artificiales de la edición final. Las escenas de la pelea entre Martínez y Chávez, eso sí, filmadas al detalle con uso y no abuso del ralenti, complacerán a los fanáticos del boxeo, y también, a aquellos que no defienden tanto al deporte.
Excelente registro de una vida novelesca Se hace corto, este documental realmente bien hecho sobre el boxeador Sergio Maravilla Martínez, y eso que abarca vida, familia, trayectoria, entrenamientos, tratamientos, y, particularmente, entretelones del negocio y tensa lucha por la reconquista del título, que no le habían quitado en el ring sino en la oficina del mandamás de la CMB, casualmente padrino del otro boxeador. Por primera vez, un documental registra confesiones de los comerciantes del "pay per view" y discusiones de la asamblea del CMB, o WBC, en inglés, para que la reticente autoridad acceda a conceder la pelea de la reconquista. Y por fin, además de la pelea, vemos también lo que estaba pasando en cada rincón durante los intervalos entre cada asalto contra Julio César Chávez jr. Ahí están los pícaros del negocio: José Suleiman, Bob Arum, Don King. Los campeones que elogian a Maravilla, nada menos que Mike Tyson y Oscar de la Hoya. Y la gente que lo respalda: el manager Lou DiBella, los padres y hermanos, la fisioterapeuta que marcha a su lado cuando él entra al combate, doctora Raquel Bordons Cortázar, con la que parte del público femenino se sentirá naturalmente identificado. Hay algo erótico en las sesiones de masaje que la cámara registra. Otra parte se identificará con la madre, por supuesto. Maravilla tenía ya 37 años cuando recuperó ese título, y pronto habrá de defenderlo, con 39, una edad que sorprende a cualquiera. Ahí está, precisamente, el ejemplo de la otra lucha, la del chico metalúrgico que se volvía caminando hasta Quilmes después de sus primeros triunfos amateurs, el muchacho que debió emigrar cuando la crisis del 2001, el boxeador que fue enfrentando a rivales cada vez más jóvenes, y les fue ganando, salvo una temprana experiencia que la cámara también registra. Los años dejan huella, los huesos y tendones lanzan quejidos, pero él sigue bailando sobre la lona, con un estilo particular, casi único. Dato interesante, el autor del documental lo siguió a lo largo de tres años, seguro del resultado, y de la atracción que sus compatriotas empezarían a sentir algún día por Maravilla. El autor se llama Juan Pablo Cadaveira, y él también debió emigrar y hacer carrera en el exterior. Formado en la UBA, ya tiene su buena trayectoria en Nueva York con trabajos de edición y producción para "History Detectives", "Handsome Harry", Discovery, PBS, ESPN, etc., amén de cine publicitario. Este es su primer film como director, productor y guionista, y ya fue bien apreciado en Tribeca, Guadalajara y Mar del Plata. Coproductora, Suzanne Richiardone. Montaje, César Custodio, Alejandro Brodersohn, Ernesto Felder. Música, Ruy Folguera, que también está haciendo carrera en EE.UU. Sonido, Fernando Soldevila. Vale la pena.
Un film que cuenta la historia de Maravilla Martínez, las dificultades que tuvo en su carrera, la edad, la contundencia y los manejos dentro del mundo del boxeo que quedan expuestos con claridad, amén de la estética de las grandes películas de boxeo donde se reviven los encuentros decisivos de su vida a lo “Rocky”. Interesa a todos, no solo a los fanáticos del deporte.
Retrato de un campeón Con sus apariciones televisivas, su carisma de estrella pop y su destreza en Bailando por un sueño, Sergio “Maravilla” Martínez construyó un personaje que excede al boxeo. Es así como, mientras la gloria eterna del pugilista es (aún) un capítulo sin final, esta biopic parece más que apropiada, sobre todo como appetizer del match contra Miguel Ángel Cotto, el 7 de junio próximo. De modo no estrictamente cronológico, el documental de Juan Pablo Cadaveira (visto en la última edición del Festival de Mar del Plata) muestra los inicios en Quilmes del chico que nunca quería pelear, su arraigo en España, su conflicto con el Consejo Mundial de Boxeo (CMB) y su rivalidad con el mexicano Julio César Chávez Jr. La pelea central de Maravilla es contra el CMB, que desposeyó al quilmeño del título de campeón peso medio. El desplante que sufre Martínez resulta (pese a testimonios valiosos de, por ejemplo, Mike Tyson) el nudo un tanto desgastante de la película, aunque sirve de puntapié para el triunfo final en el match contra Chávez Jr., favorito de la organización. La película nunca cae en tecnicismos y (en gran parte por el carisma de Martínez) resulta amena para el público en general.
Epopeya pugilística Maravilla, la Película es un buen documental deportivo que recorre la carrera de Sergio “Maravilla” Martínez desde sus inicios hasta la obtención del título de la CMB frente a Julio César Chávez Jr. Lo acertado de la propuesta radica en que este camino no es trazado en forma lineal por su director, Juan Pablo Cadaveira, sino que poco a poco se develan los eventos importantes en la vida del boxeador apelando al peso dramático de cada uno como si se tratasen de flashbacks que resignifican los movimientos hacia su objetivo final. Maravilla_EntradaEsta decisión es un factor entre muchos dentro de una construcción que decididamente se para en la estructura epopéyica con la soltura de una narración ficcional. Desde el comienzo se nos presenta a una fuerza oscura con diversos nombres pero sin rostro y a la que diferentes personajes se refieren como “La Organización”, “La Cadena” o “HBO”. De esa fuerza que se mantiene latente como amenaza fuera de campo durante todo el film, sólo vemos vestigios o acciones que nos permiten entender su magnitud inabarcable. El chico de Quilmes, el héroe, debe vencerla, pero como en muchos relatos épicos la maldad no puede ser físicamente alcanzada por lo que son necesarios seres que la representen: Monstruos menores, villanos de turno, jefes de pantalla en la jerga del video juego. Este lugar es ocupado por Chavez y su hijo, quienes si bien no son “La Organización” en sí, parecen tener profundos lazos que los unen a esta. La relación especular entre Martínez y Chavez Jr. es perfecta. El primero, nacido en un contexto de carencias, siempre tuvo las cosas difíciles. Es tan buen boxeador (remarcan diversos comentaristas) que nadie quiso pelear con él nunca. Tuvo que alejarse de una familia con la que tenía una estrecha relación porque fue azotado por la crisis económica. Construyó su camino al mismo tiempo que fue recorriéndolo. El segundo nació en una familia bien posicionada, en cuanto a dinero y fama, su padre fue un gran exponente del deporte que luego él iba a desarrollar. El documental logra, gracias a una sólida construcción y gran noción sobre el ritmo cinematográfico, dosis de suspenso mayores a muchas propuestas ficcionales que lo pretenden. En el inicio de la película se ve a Martínez ganar un título mundial que fue el premio a su dedicación y lucha. Ese título le fue arrebatado por una inexplicable maniobra entre “La Cadena” y “La Organización” para terminar en manos de Chavez Jr. El recorrido y lucha de Maravilla a lo largo del metraje no será desarrollando la actividad deportiva que lo caracteriza si no pidiendo ante diferentes representantes que se le otorgue la posibilidad de recuperar su título en una pelea como se debe. En el clímax del recorrido epopéyico la justicia suele ponerse, tal vez por primera vez, del lado del héroe y así lo hace también en este documental. Maravilla logra la pelea que anhelaba, sus pares (compatriotas) comienzan a reconocerlo como héroe y contrario a los deseos de las fuerzas del mal logra vencer en un final cuyo montaje es tan preciso que aunque ya todos sepamos cual fue el resultado de aquel enfrentamiento logra sacarnos el aliento ante la posibilidad de que el ídolo sucumba. Maravilla, la Película da altas dosis de ese falso patriotismo que se siente frente a estos eventos deportivos y si mi critica se sumerge por completo en él, no es por afán gratuito sino por valoración al gran uso de las herramientas audiovisuales y las estructuras narrativas que el film lleva a cabo para narrar la historia de este hombre común que por 100 minutos convierte en arquetipo heroico.
“MARAVILLA, LA PELÍCULA”: EL SHOW DEBE CONTINUAR Boxeo, cine e historia parece ser una combinación que en principio genera algo de ruido si hablamos de un deportista de unos 39 años que hasta el día de la fecha todavía sigue vigente: Sergio Maravilla Martinez. A menos de un mes de su próxima pelea, en la que defenderá el cinturón de los pesos medios de la CMB, se estrena su documental, dirigido por Juan Pablo Cadaveira. Uno de los puntos destacables de esta obra es que está muy bien contada biográficamente. Los núcleos centrales de la vida de Maravilla están bien separados y descriptos. De esta manera, el espectador logra conocer una historia interesante y quizás desconocida por él. Entre varias cosas, el relato cuenta cómo fue que llegó a tomar la decisión de abandonar el país para irse a Europa tras la crisis del 2001. Bajo mi propio criterio, un verdadero héroe se queda luchando en su país junto a su familia, pero queda demostrado claramente en este documental que Maravilla no es ningún héroe, sino un gran estratega profesional. Por alguna razón, el film llega a las salas previo a su próxima pelea con Miguel Cotto y no después de su retiro, que seguramente esté muy pronto a llegar. Además, se muestra su primera y fracasada participación en Las Vegas, sus humildes vivencias en España y su suertuda obtención de un importante título en Inglaterra con el que se le abrieron muchas puertas. Luego, el documental se centra en lo que fue una de las peleas más importantes de su vida abajo del ring. En la misma, junto a sus asociados, discutió y luchó con las federaciones mundiales de boxeo para que le den la pelea con Julio César Chavez Jr, quien era el poseedor del título que le habían sacado en una oficina. En esta parte, que es la que se roba más minutos, aparecen los detalles más sorprendentes y algunas imágenes y testimonios inéditos relevantes. Sin embargo, uno de los datos curiosos que sobresalta es el de cómo Maravilla Martinez tuvo que ingeniárselas para no sólo ser un boxeador, sino también un personaje. Su objetivo: que las cámaras le den más espacio en la televisión para hacerse popular y así poder vender más. No hay que olvidar que el boxeo es un gran negocio y está manejado en gran parte por las grandes cadenas de televisión. De esta manera, apareció en importantes programas de las señales de aire argentina, conquistando así al público de masas de su país natal y haciendo publicidad de su propia pelea. Algo similar a lo que está haciendo ahora. En resumen, el documental resulta interesante ya que se conoce a fondo la verdadera faceta de un deporte en la actualidad junto a uno sus representantes, seguramente no el más importante, de los últimos tiempos. Maravilla hasta se anima a agregar voces suyas en off relatando los sucesos y ofrece unos intentos nostálgico-artísticos de actuación, lo que le quita objetividad al relato. Lejos está de ser la película de un héroe o ídolo argentino, es más bien la última ficha de un peón del boxeo como espectáculo.
El que no llora no mama Maravilla, un luchador es un documental que cuenta el ascenso del boxeador, quien entendió que al talento había que sumarle carisma. Como documental, este trabajo de Juan Pablo Cadaveira es correcto. Toma un fragmento de la carrera de Sergio "Maravilla" Martínez y lo relata como tantas otras historias de boxeadores que recorrieron un duro camino desde la pobreza y el anonimato hasta la cumbre. La televisión es enemiga de este filme. Muchas de las peleas que llevaron al quilmeño a ganar el título fueron repetidas una y mil veces en la pantalla chica, hace poco más de un año, cuando el púgil se convirtió en un fenómeno mediático nacional. Por eso tal vez, el puñado de tomas originales que se suman ahora no resultan un aporte demasiado trascendente. Los otros documentos que ofrece se dividen entre entrevistas, sobre todo a periodistas extranjeros, y escenas del mundo privado de Martínez, algunas de las cuales sí son de interés. Tal vez, uno de los registros más reveladores es la charla telefónica que mantiene el manager de "Maravilla" con el promotor de Julio César Chávez Jr. Allí, el primero le informa al segundo que su representado ya se convirtió en una figura popular en su país y en Sudamérica. Le explica que su pupilo se está mostrando en un importante certamen de baile en la televisión argentina -el de Tinelli- y que está haciendo monólogos humorísticos en distintos escenarios. Ahí sí ambos llegan a un acuerdo. La postergada pelea entre Martínez y Julio César Chávez Jr. puede realizarse porque el éxito comercial está asegurado. Venderán entradas, y firmarán contrato con la poderosa televisión paga de los Estados Unidos. Todo esto viene a cuento de la fama de "buen boxeador sin prensa" que Martínez arrastra, la cual genera el mayor conflicto de su carrera y el nudo dramático de este documental. "Maravilla" dice que el Consejo Mundial de Boxeo le quitó su título debajo del ring. Chávez Jr. dice que el argentino lo cedió como una estrategia para llorar delante del micrófono, hacerse notar, y pelear por una bolsa mayor. Maravilla, un luchador es en parte la historia de un ídolo auténtico, que se dio cuenta que no basta con ser uno de los más talentosos para llegar hasta la cima, sino que la política y los negocios son porciones del mismo pastel, contada de manera simple y efectista. Ahora es su tiempo de cosechar, y lo está haciendo. Un libro autobiográfico, este documental, y en junio próximo, una nueva defensa del título mundial de peso mediana -donde el peor rival será otra vez su alto promedio de edad- son parte de toda esa movida.
Uno podría esperar algo peor, realmente, de este documental sobre el boxeador argentino más popular del último bienio. Por suerte, la película no carga (demasiado) las tintas nacionalistas ni lleva las cosas a la hagiografía vergonzosa. El problema es que Maravilla, como personaje de cine, no es extraordinario y su historia es una más en el mundo del deporte, una que se parece a muchas y que no encuentra, en el film, un motivo para quedar en la memoria.
PELEAS REALES Buen documental. Está hecho con material que Juan Pablo Cadaveira fue reuniendo con mucha paciencia. Nos trae el comienzo de la carrera de este argentino que se dio a conocer cuando estaba a la puerta de la gloria. El núcleo central es la pelea con Chávez Jr. Pero también valen sus alrededores: la familia, sus amigos, la preparación, el paso por TV, los festejos. El filme subraya como hazaña la consagración de un boxeador que tuvo que enfrentar contrincantes de peso: la pobreza del hogar de Quilmes, el ninguneo deportivo, la crisis del 2001 que lo obligó a marcharse Europa, su tenacidad a prueba de todo, su talento como pugilista de estilo y, al final, su consagración tras doblegar una maraña de arreglos, acomodos, intereses y, además, al ascendente Chávez Jr. Hay buenas imágenes, testimonios valiosos. Vale la pena ver en pantalla grande y bien editado los momentos culminantes de esa pelea. Seguir de cerca lo que pasa en Las Vegas y lo que pasa en su casa de Quilmes. Entrenamientos, entrevistas, preparativos, todo refuerza la potencia de esos momentos únicos: la caminata hacia e l ring, sus nervios, la tensión, los rostros lastimados, las miradas. Interesante trabajo, ahora que faltan pocos días para que Martínez, este campeón demorado, suba otra vez al ring a defender lo que tanto le costó.
A las piñas Puede sonar brutal decirlo así, pero el boxeador Sergio Maravilla Martínez está todo roto. Le duele prácticamente todo. La kinesióloga y quiropráctica ausculta el cuerpo del boxeador echado sobre una camilla como si estuviera en una sesión de exorcismo: pellizca en una zona, masajea en otra; prueba un movimiento violento para identificar un dolor determinado y expulsarlo, sacarlo a la luz y respirar después, sabiendo que la batalla es desigual y que cada pequeño triunfo no debe ilusionarnos del todo y hacernos bajar la guardia. Los demonios de Martínez se multiplican. Se acerca a los cuarenta años, y con esa edad en ciernes crece la probabilidad de un retiro obligado antes de haber cumplido los objetivos trazados. Cuando Maravilla había pasado hacía rato los treinta años todavía no era nadie. Solo un descastado que viajó a los Estados Unidos y después a España porque no encontraba en la Argentina apoyo de ningún tipo. Su manager es un americano que se entera de su existencia mirando unos videos que alguien le ha pasado casi al descuido. Maravilla: la película es un modesto documental de cuño televisivo que por momentos luce lleno de vida. Maravilla está esperando su gran pelea pero no la encuentra. El mundo del box es duro. El capo del Consejo Mundial de Boxeo es un mexicano que parece el Padrino de Coppola, Grondona y Roberto Gómez Bolaños, todos juntos. La mezcla no resulta agradable. El boxeador preferido del Padrino es Julio César Chávez, hijo del gran campeón de México Chávez, al que considera poco menos que como un ahijado. Chávez Jr. empieza boxeando desde muy chico; la idea es moldearlo, convertirlo con paciencia en un peleador de importancia, no digamos a la altura de su padre pero que se le acerque todo lo que se pueda. La simpatía de los mexicanos está de su parte porque ven la posibilidad de una continuidad emotiva en la saga familiar, la leyenda que se extiende en el tiempo y pasa de padre a hijo, como un cetro. Maravilla es obligado a subirse a un ring para pelear con otros mientras Chávez se prueba de a poco enfrentándose a contrincantes de menor valía, adquiriendo destreza y potencia sin demasiado riesgo. El problema para Maravilla es que empezó de grande. Todos los testimonios lo describen como un atleta, pero los años se le acortan, la espera no obra a su favor. El elemento trágico principal de la película es el tiempo. ¿Cómo hace Maravilla para salir de esa encrucijada? En un momento un plano desde la altura toma al boxeador argentino caminando en medio de un laberinto verde en la ciudad de Madrid. La metáfora es obvia y prescindible. Por suerte la película tiene poco y nada de eso, y prefiere por el contrario dedicarse a la construcción de una tensión que tiene su mayor punto de apoyo en la creación de personajes a veces laterales. El manager, por ejemplo, es inolvidable, un puteador nato que vocifera contra las autoridades máximas del box y habla a cámara siempre desde atrás de una sonrisa triste. Manipulando con habilidad material de archivo el director establece con pertinencia el arco emotivo de Maravilla, que parte al exilio desde su Quilmes natal sin tener nada y debe hacerse a sí mismo, con altanería y una fuerza que no siempre está seguro de poseer. La quiropráctica, una española que no se separa de Martínez ni para tomar aire, cuenta en una escena cómo no pudo menos que ponerse a llorar sin que él se diera cuenta en una oportunidad en la que el boxeador debió subir al ring con el codo dislocado. Maravilla aparece en todo momento como un monje, que destila castidad y vive solo para recuperar el título que los manejos políticos turbios del negocio del boxeo le arrebataron. ¿Y si la gallega rubia de alma sensible, que sufre con el padecimiento del titán semidesnudo recostado en su camilla lo ama, pero él no tiene más que amor propio y lo único que pretende, en el fondo, es que el reticente público argentino lo reconozca de una vez por todas? Podría ser. La sensación que queda es que la película también puede ser contada como un drama silencioso de amores no correspondidos.
¿Es razonable escribir en una crítica de una película sobre boxeo que la misma constituye un discurso performativo? ¿Puede interesarle a cualquier admirador de Maravilla Martínez y de las peleas, que está película al tiempo que cuenta como se construye una estrella del deporte lo está construyendo? ¿O lo que importa es destacar que la película cuenta con todos los elementos necesarios para gustarle mucho? Bien, la película de Juan Pablo Cadaveira cumple con narrar cierta interna económico-política en el interior del Consejo Mundial de Boxeo, da cuenta del trabajo inteligente –y en varios frentes- de Sergio Martínez para “construirse” como un retador “deseable” al título que le fue arrebatado, narra la historia y el presente del boxeador, su viaje desde la pobreza y la crisis al estrellato y finalmente presenta una película de box como las clásicas, con imágenes muy logradas sobre el ring y un montaje paralelo que le da cierre, en el que se distingue al bueno del malo, al hombre adulto y humilde del joven engreído que todo lo posee. Es por eso que Maravilla, la película cumple con todos. El relato se organiza a partir del momento en el que Sergio Martínez es despojado del título del mundo con excusas vanas. El motivo real es que para el negocio grande del boxeo (el pago por evento) el argentino no es suficientemente conocido y tanto el CMB como los promotores más reconocidos y la cadena HBO prefieren construir un campeón que genere bolsas más suculentas. El que despierta mayor interés en el público es Julio Cesar Chavez Jr., por entonces un boxeador muy joven e inexperto. A él terminan facilitando el acceso al cetro mundial correspondiente a Maravilla. Con Bob Arum, magnate organizador de peleas en un ámbito donde rigen los códigos mafiosos, la respuesta es sencilla: en tanto Martínez no sea “vendible”, no será parte de los principales combates. “Maravilla” al mismo tiempo que da batalla en el Consejo Mundial de Boxeo, comienza a construirse a sí mismo. Ya no como boxeador, sino como estrella. Por eso su repentina aparición en el universo mediático de nuestro país. Ese camino lo llevó a convertirse en el retador obligado. Todo ello se cuenta en paralelo con la biografía personal y boxística de Martínez, y el presente del hombre dolorido pero incansable. La película fue producida a lo largo del mismo período que narra. Sería inocente no concluir que la película narra las historias de modo potente, pero que es en sí misma una herramienta de publicidad para la pelea que se llevará a cabo exactamente nueve días después de su estreno y para consolidar el estrellato del campeón. Para mantenerlo en el centro del negocio. Por suerte, toda especulación no le resta méritos a muy atractiva película. Por Daniel Cholakian redaccion@cineramaplus.com.ar
Un documental con notables aciertos narrativos. No soy de los documentales. Menos que menos los documentales sobre deporte. Pero cuando la narración no solo es buena, sino que te conecta emocionalmente al sujeto de la misma, no hay prejuicio que valga, y contra todos los pronósticos el título a reseñar es un documental notable. ¿Cómo está en el papel? La película cuenta la historia de cómo el boxeador Maravilla Martínez, tras ser despojado de su titulo como Campeón Mundial de Peso Mediano, inicia una lucha dentro y fuera del ring, para recuperar su titulo de las manos de Julio Cesar Chávez, Jr. Habitualmente un documental de esta naturaleza tomaría la pelea con Chávez como un fragmento más de un gran mosaico sobre la vida y obra del boxeador, pero Juan Pablo Cadaveira muy sabiamente elige ir a contrapelo de esto y elige, del mismo modo que los biopics de ficción más efectivos, tomar un episodio particular de su vida y utilizarlo como un marco para ilustrar su carácter; usando su historia de vida –la cual no podía faltar– como una subtrama. Esto termina jugándole enormemente a favor, porque uno termina sintiéndose identificado con Maravilla, y el titulo “un luchador dentro y fuera del ring”, no es en absoluto hagiográfico. Se ve la lucha de Maravilla por triunfar a pesar de tener una edad en la que muchos dirían que ya no tiene nada para ofrecer. Se ve la lucha de él, junto a sus representantes, ante la comisión de boxeo que no ve en él un negocio. Se lo ve competir contra Julio Cesar Chávez, Jr., a quien la comisión le tiene más fe por el simple y solo hecho de ser el hijo de una leyenda del boxeo. La historia de Maravilla llega porque es la historia de cualquiera que hace lo que ama con corazón y talento, y tiene que luchar el doble por ser esas virtudes ignoradas en un mundo donde la codicia desmedida, el acomodo, el lobbying y los contactos parecen ser tristemente más importantes para trascender en lo que sea. Cosa que se nota en cada cuadro del documental y hace que sintamos su victoria como algo verdaderamente eufórico, con total independencia de que seas un fanático del boxeo o de cualquier deporte. Cuando algo así hace clic, cuando el deporte es percibido mas como metáfora de algo y no tanto como universo, es porque el film logró lo que se proponía. ¿Cómo está en la pantalla? El documental está construido con una cruza de imágenes de archivo (algunas comprensiblemente de baja calidad), entrevistas rodadas en la actualidad y seguimientos a protagonistas en momentos específicos. El montaje no se limita simplemente a operar según el orden del guion –y de la premisa que plantea Cadaveira– y alternar entre los tres formatos, sino que es uno de los pocos documentales que vi, donde se percibe que el corte se hace es, no tanto por orden y organización narrativa, sino por impacto emocional. El mejor ejemplo de cómo opera esto es el momento de la pelea final, que alterna entre la pelea con Chávez y como la vive la familia de Maravilla. La yuxtaposición entre Maravilla dándolo todo y sus seres queridos reaccionando te hace olvidar por un momento que estás viendo un documental; la escena parece sacada de una película de Rocky. Te preocupa mas allá de que sea una historia de la cual ya sabes el final, y cuando a pesar de esto estas al borde de tu asiento como si no lo supieras, es un ejemplo de lo lograda que es la película. En un párrafo aparte, me gustaría preguntarle a Cadaveira que cámara –y/o que tratamiento de imagen– utilizó para los fragmentos actuales, porque hay un plano general de la calle Corrientes que ni en la mejor película de ficción salió tan bien fotografiada. Conclusión Si Gatica el Mono de Leonardo Favio es nuestro Toro Salvaje, este documental es indudablemente lo más cercano que vamos a tener a un Rocky. La pericia narrativa de Juan Pablo Cadaveira asi lo demuestra. Lo aplaudo por haber concebido un documental con la intriga y el valor identificatorio de la ficción más esperanzadora. Establece a Maravilla como todo un héroe, al menos en el sentido cinematográfico de la palabra.
Que te roben un bien material es un agravio que produce rabia y a veces moviliza a la venganza. Que te roben la dignidad es un paradógico motor que te hace luchar por recuperarla. De esa lucha, que Sergio Martínez pelea fuera y dentro del cuadrilátero, habla Maravilla. Este documental de producción argentina retrata la persecución casi obsesiva (sin connotación negativa, pues, precisamente por obsesiva, fructífera y heroica) del boxeador Sergio Martínez, apodado “Maravilla”. Tras conseguir el cinturón, galardón del título mundial de peso mediano del CMB, los medios de difusión del boxeo en Estados Unidos comienzan a invisibilizarlo a la par que publicitan a Julio Chávez Jr. como el gran y verdadero campeón. “Maravilla” Martínez se niega a resignarse a tal trato e inicia su entrenamiento físico y mental para lograr un combate con el hijo del mito mejicano del boxeo. El dominio técnico de la realización es sobresaliente, sobre todo el montaje. Un buen ejercicio de ritmo que emula el tiempo ágil del deporte que retrata. Y también las imágenes de archivo, que otro director no introduciría por la baja calidad (sobre todo en comparación con la extraordinaria definición de la imagen contemporánea) y que sin embargo Juan Pablo Cadaveira se atreve a incluír, proporcionándole al documental un eco poético de nostalgia y superación. De los pocos momentos donde el montaje pierde ritmo sería precisamente el clímax: el esperado y anunciado combate entre los dos rivales. Se hace largo, martirizante, recargado de efectos que buscan la emoción e innecesario. Harina de otro costal es la narración. Si bien el relato se sostiene e incluso crea intriga, y tiene mérito porque ya desde un principio el final se adivina (¿si no, por qué un documental sobre el púgil quilmeño?), el tono es por momentos maniqueo. El mártir argentino del boxeo actual sufre ofensas y desprecios de su contrincante, el usurpador del cinturón, y por tanto de la dignidad y honra del protagonista. Así como la trayectoria de Sergio, los baches que hubo de superar, la soledad y sacrificios a los que se enfrentó no están retratados con demasiado sensacionalismo ni sensiblería, en las escenas de enfrentamiento entre el malo de la película, el mejicano Julio Chávez Jr., y el protagonista, héroe idealizado, se palpa una parcialidad que perjudica la historia. Pues se convierte ésta en el común relato que respira idolatría, pudiendo haber sido la presentación -no necesariamente imparcial- de una lucha por la dignidad y el reconocimiento de un hombre que lucha por su derecho.
Ejemplo claro de cómo un cambio de título puede ayudar a generar interés en una película, este filme se conoció en el Festival de Mar del Plata pasado bajo el nombre de MARAVILLA: UN LUCHADOR DENTRO Y FUERA DEL RING, título que no sólo no invitaba para nada a ver la película sino que hacía pronosticar lo peor por su exceso de cursilería, una que no parece puesta de manera irónica. Alguien se dio cuenta, le puso MARAVILLA: LA PELICULA, y la propuesta de golpe se volvió más atractiva. Con ambos títulos, de todos modos, el filme de Juan Carlos Cadaveira, es un producto raro aún dentro de la enorme cantidad de documentales sobre personajes que se hacen en la Argentina. Se trata de un filme efectivo a la manera de un documental norteamericano de esos de HBO. No hay innovaciones de ningún tipo, pero el relato claro, su búsqueda de impacto, el ritmo narrativo y el formato que posee hacen que uno sienta que está ante un filme estadounidense. maravillaAlgo de eso hay ya que buena parte de la carrera del boxeador argentino se maneja desde allá y esto no es otra cosa que un documental oficial que produce el propio manager del boxeador, el peculiar Lou DiBella. Es obvio que uno no verá demasiadas zonas oscuras del boxeador argentino que triunfó en el exterior y volvió como ganador al país, pero Cadaveira se las arregla para contar una buena historia. Es la de este muchacho Sergio, inesperado campeón que se vio obligado a exiliarse para luego ir convirtiéndose, de a poco, en figura del box mundial. El filme se centra en su pelea con Chávez Jr., y en su supuesto rol como enemigo del status quo y las autoridades que manejan de manera algo turbia el mundo del box. En las idas y vueltas narrativas –la película combina el presente con la historia de Maravilla– quedan algunos baches intermedios, como la primera vez que conquistó el título, pero el ritmo narrativo y la intimidad lograda meten al espectador en un relato más que efectivo. Un hallazgo es cómo Maravilla y su equipo se las ingeniaron para volverlo famoso en la Argentina, mercado que no manejaba del todo y le impedía participar en las grandes peleas. Estrategia pura, el boxeador hizo lo que tenía que hacer: hacer producciones fotográfixas sexies, bailar y cantar en lo de Tinelli, contar chistes. Volverse una especie de heredero del Gatica showman, digamos. Maravilla-pelicula-documental-Sergio-Martinez_CLAVID20140528_0030_34Es cierto que el mundo del boxeo y sus protagonistas casi nunca fallan a la hora de ser pasados al cine. Hay algo muy rico y muy cinematográfico no solo en las peleas en sí sino en las historias de vida de los que practican este deporte. Y Cadaveira logra captar eso. Más allá de que su carácter “oficial” le impida al documental husmear demasiado profundo –uno imagina que el “corte final” de la película debe haber sido de la gente de Martínez–, es innegable que el filme funciona e impacta de una manera en la que el cine argentino no está del todo acostumbrado. Imitando, casi, los formatos del documental norteamericano televisivo. No innova, claro, pero hace bien los deberes. Y gana por puntos, cómodo.
El texto de la crítica ha sido eliminado por petición del medio.
Publicada en la edición digital #262 de la revista.