Operación rescate postapocalíptico El cierre de la -por ahora- trilogía de Maze Runner levanta la cabeza con respecto a aquel segundo eslabón, un producto bastante flojo que no estuvo para nada a la altura de la película original y que nos dio una pista sobre lo que serían los constantes cambios de tono y géneros involucrados de film en film: así como la obra de 2014 funcionaba como una cruza entre la saga de Los Juegos del Hambre (The Hunger Games), Lost y El Señor de las Moscas (Lord of the Flies, 1963), la primera secuela del 2015 sorprendió -en este caso, para mal- con un cocoliche que mezclaba Mad Max (1979), los relatos de zombies y buena parte de la iconografía distópica/ desértica de las epopeyas de ciencia ficción de la década del 70. Ahora nos topamos con una mixtura entre las propuestas de súper acción ochentosas, los opus de rescate de cofrades y finalmente aquellas odiseas orientadas a una fuga de prisión. Por supuesto que seguimos hablando de una suerte de “clase B con presupuesto” para el público adolescente, no obstante Maze Runner: La Cura Mortal (Maze Runner: The Death Cure, 2018) es un producto amable que resulta grato si uno acepta las reglas del formato y ya conoce de antemano a los personajes principales. La trama retoma el final del capítulo anterior, hoy con Thomas (Dylan O'Brien) obsesionado con liberar a Minho (Ki Hong Lee) de las garras de CRUEL, la aborrecible organización que hace las veces de un grupo político filofascista que pretende hallar pronto una cura para la epidemia con el objetico de garantizar la supervivencia de la oligarquía capitalista de siempre y su estirpe (recordemos que el virus en cuestión, Llamarada, primero ennegrece las venas de los afectados y a posteriori los convierte en animales rabiosos que no pueden controlar su instinto homicida). Así las cosas, la misión de rescate lleva al protagonista a la última ciudad habitada del planeta, una fortaleza amurallada que en su interior alberga a los burguesitos y los cuarteles generales de CRUEL, relegando al exterior a una masa empobrecida que lucha solitaria contra la enfermedad. Respetando la típica arquitectura dramática postapocalíptica, en el lugar Thomas y los suyos encontrarán a un pequeño ejército de rebeldes que se prestan a tomar la urbe a la menor oportunidad para hacer justicia de una buena vez y dar de baja al cónclave adepto a secuestrar y torturar chicos inmunes a la plaga. Como no podía ser de otra forma, aquí regresa la tríada de malos de antaño: tenemos a Teresa (Kaya Scodelario), la noviecita traicionera de Thomas, Ava Paige (Patricia Clarkson), la médica que llevó adelante los experimentos en el laberinto, y Janson (Aidan Gillen), el clásico milico facho. Dentro del campo de las franquicias adolescentes, Maze Runner es una anomalía porque conservó al director Wes Ball y el guionista T.S. Nowlin a bordo en todo momento, más o menos manteniendo la estructura narrativa planteada en las novelas originales de James Dashner y dándole una coherencia artística un tanto paradójica si consideramos los cambios ya señalados entre los opus. La saga en general apostó más a la angustia y el sacrificio en verdad doloroso que al pasatismo exuberante y hueco de gran parte del mainstream actual, lo que generó películas que no se andaban con vueltas en cuanto a abrazar los estilos de turno y que no abusaban de los instantes melosos trillados, y esta última entrega no es la excepción: la obra suele ir rápido al meollo de la cuestión y si bien cae en estereotipos tontos para resolver muchas situaciones (frente al peligro, siempre aparece un colega que salva las papas en el último segundo), por lo menos respeta al espectador ofreciendo un recorrido psicológico verosímil para cada uno de los personajes (no hay soluciones fáciles a nivel del desarrollo macro del relato). La experiencia es agradable y jamás aburre porque logra unificar credibilidad dramática, secuencias de acción sutilmente old school, CGIs no invasivos y acotados a las ciudades y los vehículos aéreos, un desempeño correcto por parte del elenco y hasta algún que otro dardo astuto y para nada camuflado contra la horrenda industria farmacéutica y la egolatría de la dirigencia de derecha y sus esbirros armados…
En su momento las adaptaciones de novelas juveniles (young adults) eran moneda corriente en la meca del cine hollywoodense, películas como “Los Juegos del Hambre” sirvieron para que al menos dos o tres veces al año nos topáramos con películas de este estilo, algunas mejores que otras, en donde jóvenes que no alcanzan la mayoría de edad debían enfrentarse a distintas problemáticas dentro de un futuro distopico no muy lejano, tras el desenlace de la franquicia que tenia a Jennifer Lawrence (con algún que otro tropezón en el camino) como protagonista, solo quedo en pie “The Maze Runner” única en este estilo que tenia a un protagonista masculino, esta saga basada en la trilogía literaria escrita por James Dashner supo enganchar al público con la primera adaptación, en cuanto a la segunda parte tomo un rumbo totalmente distinto alejándose casi por completo de la obra escrita, ahora nos llega la tercera (por ahora) y última entrega de un saga que supo mantenerse sin perderse en su laberinto conflictivo. La trama inicia pocos meses después de la segunda entrega, en donde Thomas junto al resto de sus amigos deciden ingresar a las instalaciones de C.R.U.E.L que se encuentra dentro de una ciudad fuertemente protegida para rescatar a Minho, enfrentar este duro desafío no será nada fácil, ya que deberá enfrentarse nuevamente a C.R.UE.L, mientras que estos continúan buscando una cura contra el virus de La Llamarada. Esta tercera película repite lo mismo que su antecesora, apartarse del material impreso y buscar su propio ritmo, en “Prueba de Fuego” lamentablemente las cosas no fueron bastante correctas, pero en esta nueva aventura se hace más llevadera y entretenida, cosa que a los fans agradara, otra cosa para destacar es la evolución del director Wes Ball, quien es el responsable detrás de cámara de las tres películas que componen esta trilogía, ya que los momentos de acción son muy bien manejados, principalmente en las escenas principales en donde me recordó mucho al futuro de “Mad Max” de Mel Gibson. Por su parte otros de los firmes en esta trilogía son el guionista T.S. Nowlin y el compositor musical John Paesano, este último en la música es uno de los más sobresalientes en la cinta. Las actuaciones por su parte son bastante correctas, Dylan OBrien se lo nota cómodo con su personaje y aquí lo deja bien demostrado, por su parte Kaya Scodelario como la protagonista femenina no me termino de convencer del todo, pero el más destacable creo que cae en Thomas Brodie-Sangster (los fans sabrán a lo que me refiero), el resto de los personajes también están bien, pese a que algunos tomen mas protagonismos que otros. En definitiva, “Maze Runner: La Cura Mortal” ofrece una satisfactoria última entrega de esta saga, con buenas actuaciones, una puesta en escena bastante correcta, escenas de acción bien realizadas, un film que dejara a sus fieles seguidores más que contentos.
En 2014 comenzó en el cine la historia de una de las sagas adolescentes más sólidas y que mantuvieron una calidad constante. “Maze Runner” vino a reemplazar el lugar que dejó “Los Juegos del Hambre”, trayendo una propuesta atractiva y con mucha acción. Ahora nos encontramos con el final de esta trilogía. Basada en las novelas de James Dashner, “Maze Runner” se centra en Thomas, un joven que se despierta en un ascensor y que llega a un lugar desconocido, donde habitan todos chicos como él, sin recuerdo alguno más que su nombre. Primero debieron enfrentarse a un laberinto con criaturas peligrosas, el cual cambiaba su recorrido de la noche a la mañana. Pero algunos lograron salir, dándose cuenta que formaban parte de un experimento para encontrar la cura a la “llamarada”, una enfermedad degenerativa pero que, de alguna manera, algunos adolescentes eran inmunes. Ante la aparente salvación de un grupo de rescate, Thomas y su equipo se dieron cuenta de que nunca salieron del sistema y que seguían en posesión de C.R.U.E.L. Es así como se escaparon y tuvieron que sobrevivir en el desierto para encontrar a la resistencia. Pero ante la pérdida de la batalla inicial y el secuestro de algunos de sus compañeros, en “Maze Runner: La Cura Mortal” Thomas arriesgará todo para salvar a su amigo Minho y buscará destruir a C.R.U.E.L de una vez por todas. Al igual que en sus antecesoras, este film tiene un ritmo frenético que se mantiene durante casi dos horas y media de metraje. Desde el principio hasta el final los protagonistas son expuestos a situaciones límites con diferentes idas y vueltas. Las escenas de acción están muy bien realizadas, con coreografías atinadas y buenos efectos visuales. La ambientación es imponente y la banda sonora acompaña de buena manera. Existen algunas cuestiones narrativas que no terminan de cerrar, como ciertas habilidades adquiridas por el grupo de jóvenes, que si bien pasaron por muchas y distintas pruebas en las películas anteriores, no es posible, por ejemplo, que se hayan vuelto expertos tiradores con gran puntería. Lo mismo ocurre con algunas escenas que son demasiado espectaculares para ser verdad u otras que son bastante predecibles y trilladas, algo que produce una menor credibilidad, incluso dentro de este mundo distópico. De todas maneras, podemos observar que en la adaptación de la saga de James Dashner se tomaron decisiones arriesgadas (y justificadas) en cuanto a los arcos de los personajes y a sus acciones. Tenemos algunas sorpresas, a pesar de su latente predecibilidad, que hacen que el relato avance y tome un rumbo determinado. Con respecto al elenco, nos encontramos con un grupo un tanto más crecido (ya pasaron tres años desde el estreno del segundo film), demostrando una mayor madurez actoral y un ensamble muy sólido, debido a que los actores ya se conocen y trabajaron juntos. A diferencia de la cinta pasada, no tenemos la introducción de nuevos personajes, pero sí se le dedica mayor tiempo a algunos y a otros se los deja más de lado porque ya no hacen a la trama. En síntesis, si bien “Maze Runner: La Cura Mortal” presenta algunas inconsistencias en la ejecución del relato, es una película que cierra de manera acertada la última parte de la trilogía. Con algunas decisiones bastante jugadas, la cinta ofrece casi dos horas y media de puro entretenimiento, buenos efectos visuales y un sólido elenco que concluyen una historia original y atrapante.
Se conforma con solo ser mejor a su segunda parte. Por suerte, al director no se le cruzó por la cabeza la idea de dividir el final en dos entregas. Después de lo que fue el éxito rotundo de Harry Potter en el mundo del cine, varias novelas para los denominados “young adult” quisieron ir por el mismo camino. Si bien es cierto que el paso de las adaptaciones literarias al cine no es un recurso nuevo, para los jóvenes adultos de todo el mundo, las aventuras del niño mago y su amigos caló hondo y esto inició un nuevo recorrido en Hollywood. Por ejemplo, en los últimos años han llegado a las pantallas muchas adaptaciones de novelas de gran éxito en sus versiones de papel, pero no tanto en el cine. Todas son sagas bastante parecidas, donde se presentan futuros distópicos o rebeliones contra la sociedad dominante. En el medio de varias franquicias, surgió otra saga con inicio en los libros, Maze Runner. Esta saga adaptada de los libros de James Dashner, se presentaba como una alternativa, agregando elementos de un laberinto gigante, una enfermedad que está deteriorando al mundo, mounstros y una especie de zombies llamados “cranks”. La primera parte de esta trilogía literaria llegó a los cines en 2014, presentando muchos personajes, escenarios y situaciones realmente novedosas. Ahí se introducirían al mundo cinéfilo Thomas (Dylan O’Brien), Newt (Thomas Brodie-Sangster), Teresa (Kaya Scodelario), entre muchos otros. En la primera parte, el objetivo de los denominados “larchos” era salir de un laberinto gigante, lleno de peligros y cuidadosamente diseñado por una organización conocida como C.R.U.E.L., una corporación encargada de encontrar una cura a la epidemia que azota el mundo entero. Más adelante, este grupo de adolescentes sin memoria lograrían escapar de este lugar y se darían cuenta que el mundo exterior los estaba utilizando para lograr obtener esta cura para el mundo. El inicio de Maze Runner recibió muy buenas criticas por parte de los fans y sentó las bases de lo que se confirmaría luego, su trilogía completa. Al año siguiente, en 2015, se estrenaría su esperada secuela, bajo el subtitulo de Prueba de Fuego (The Scorh Trials). En esta oportunidad, el grupo de sobrevivientes liderado por Thomas, decidirían romper todo tipo de vinculo con la organización C.R.U.E.L. debido a la desconfianza que estos causaban en el grupo de adolescentes. En La Cura Mortal, esta última entrega de la franquicia, el grupo de Thomas deberá volver a la última gran ciudad del mundo para rescatar a Minho de las garras de Jansen, Ava y Teresa. En el medio, se cruzarán con viejos y nuevos aliados que dejarán todo hasta ver caer a C.R.U.E.L. y encontrar la cura que el mundo necesita. El reparto original vuelve para finalizar la historia y también se encuentra bajo la dirección del mismo director que dio origen a esta trilogía, el canadiense Wes Ball. A primera vista, esta última parte de la saga, supera ampliamente a sus predecesora. Con un ritmo totalmente vertiginoso y con un objetivo concreto que se marca al inicio del film. La peli avanza y en ningún momento se plantea dudar, no hay tiempo para pensar dos veces. Claro está que la segunda parte fue tan floja, que no era muy complicado superarla. Solo necesitaban un cambio de ritmo. Algo negativo pueden ser las secuencias de acción, que aunque están bien elaboradas, no alcanzan a tapar el problema esencial de la historia, y de toda la franquicia a esta altura: no hay suficiente trama. Muchas quedan de relleno y están para sumar minutos en el corte final. Otro punto flojo es que el acto final se llena de dramatismo innecesario y de guiños a las películas anteriores e incluso a otros grandes films, solo para salir de lo tediosa que se hace la peli. Dos horas y media es un exceso demasiado grande y lo terminan pagando, sin dudas. Las actuaciones son normales, ninguno de los personajes destacan en este rubro y salvo por algunos momentos en particular, nadie del elenco lo logra. El CGI, el maquillaje y los efectos especiales no logran imponerse tampoco y quizás esto se deba a que la mayoría de estas escenas computarizadas. No hay sorpresa, no hay paisajes que puedan perdurar en el inconsciente del espectador ni una fotografía que sobresalga. ¿Es La Cura Mortal un digno final para esta saga? Sí. Aunque se conforma con solo ser mejor a su segunda parte. Por suerte, al director no se le cruzó por la cabeza la idea de dividir el final en dos entregas como hicieron otras franquicias, porque en Harry Potter puede funcionar.
Maze Runner: La cura mortal, de Wes Ball Por Jorge Barnárdez Llega a su fin una de las tantas trilogías que venimos siguiendo en la pantalla grande y que si bien a muchos les cuesta distinguir entre unas y otras, Maze Runner fue éxito como proyecto literario y mantuvo su éxito cuando pasó a la pantalla grande. Elenco de nuevas figuras apuntalado por actores prestigiosos, gran producción y directores que entienden de qué va el asunto. Maze Runner entonces es una distopía que sigue los pasos de Thomas, un adolescente que se encuentra de repente envuelto en una trama que lo supera y en la que sin saberlo, al principio va a terminar teniendo un protagonismo casi exclusivo aunque por supuesto, la historia de Thomas no se aparta de eso que todos ya conocen como El camino del héroe. Un camino que lo va a llevar a conocer el amor, tener mentores y a tener amigos que lo acompañaran en la aventura. La tercera parte resuelve la historia y claro, lo hace tratando de cerrar todo y llevando a cada uno de los integrantes a una resolución y al destino que les corresponde que en algunos casos es de redención y en otros de sacrificio. Algunos de los protagonistas entre el espacio que hubo de la primera entrega a esta última desarrollaron una carrera particular y por supuesto que con el tiempo, Maze Runner ese verá como un almácigo de la industria. Nada es demasiado perturbador y si eso le parece a alguien que no ha leído los libros, es fácil pensar que para los seguidores de los volúmenes la emoción pasa simplemente por la transcripción de la página escrita a la pantalla. Las peleas se entienden, en cierta forma eso es rescatable, pero el desenlace se estira y seguramente le sobran algunos minutos. ¿Pero quién es uno para interponerse entre los fans de una historia y la película? MAZE RUNNER: LA CURA MORTAL Maze Runner: The Death Cure. Estados Unidos, 2018. Dirección: Wes Ball. Guión: T.S. Nowlin. Elenco: Dylan O’Brien, Thomas Brodie-Sangster, Kaya Scodelario, Dexter Darden, Nathalie Emmanuel, Giancarlo Esposito, Aidan Gillen, Walton Goggins, Ki Hong Lee, Patricia Clarkson. Producción: Wyck Godfrey, Ellen Goldsmith-Vein y Lee Stollman. Distribuidora: Fox. Duración: 142 minutos.
Dirigida por Wes Ball, el mismo detrás de sus dos predecesoras, y basada en la novela de James Dashner, la llegada de Maze Runner 3: La Cura Mortal se hizo esperar debido a la lesión de Dylan O’Brien (Thomas) durante el rodaje. La fecha de lanzamiento de la película originalmente estaba programada para febrero de 2017, debiéndose posponer hasta enero de 2018, regalándonos una extendida espera de más de dos años en la que el interés indefectiblemente va menguando. Empezamos unos meses después de donde nos había dejado Maze Runner: Prueba de Fuego: Thomas junto a Vince más la gente del Brazo Derecho, y Minho en poder de CRUEL. No nos olvidemos además que la película anterior terminó con Teresa traicionando a todos sus amigos y partiendo con la Doctora Ava Paige. Antes siquiera de que aparezca en pantalla el título, ya comenzamos a pura acción y emoción con una persecución de un tren en movimiento, unos autos al estilo Mad Max, y el posterior rescate de un vagón lleno de inmunes. Thomas, Newt y Sartén emprenderán un viaje lejos de la protección del Brazo Derecho, con el objetivo principal de salvar a su amigo Minho. Están dispuestos a hacer todo por él, incluso poner en riesgo sus vidas. Vince, el líder de esa organización enemiga de CRUEL, intenta persuadir a Thomas de que no vaya, pues por salvar la vida de uno pone en riesgo la protección de todos los inmunes y jóvenes que han rescatado. Obviamente, nuestro héroe hará el viaje igual, y en el camino hacia la legendaria Última Ciudad encontrará varios problemas: cranks (zombies), agentes de CRUEL y viejos conocidos. Una plaga mortal. Unos pocos inmunes. La búsqueda desesperada de una cura milagrosa. En esas tres simples frases se resume Maze Runner 3: La Cura Mortal. Constantemente se le dirá a nuestro protagonista que deje de intentar retrasar lo inevitable. En una escena, Brenda le dirá: “No puedes salvar a todos Thomas”, y él responderá como todo gran héroe: “Puedo intentarlo”. A medida que avanza la trama nos comenzamos a preguntar si está última película podrá resolver todos los misterios planteados en la saga, y descubriremos con tristeza que algunas finalmente no tendrán respuesta, porque es ahí justamente donde falla La Cura Mortal:en el guión. Además de que vamos adivinando todo lo que va a ocurrir, sucede algo bastante odioso: cada vez que un personaje sale de escena por un tiempo, volverá en el momento indicado, JUSTO para salvar una situación que parecía no tener escapatoria. Pero a no confundirse, Maze Runner 3: La Cura Mortal no es tan mala como su predecesora, quien pecaba de larga y tediosa, pero nunca será tan brillante como la primera entrega. Pareciera que este es el fin de la moda de las adaptaciones de novelas Young-adult, esas con mundos post apocalípticos y toda la esperanza depositada en un adolescente diferente a los demás. Ya lo vimos en Los Juegos del Hambre, la saga Divergente o La Quinta Ola, pero Maze Runner había intentado algo distinto, se destacaba y planteaba muchísimos interrogantes: ahora, al mirarla como un todo, resulta débil y la emoción decrece en lugar de aumentar. Agradecemos que no hayan querido dividir la última entrega en dos partes (como se acostumbró en otros casos). Quizás el fantasma de no poder terminar la saga (o tener que terminarla en versión televisiva como Divergente) sumado al hecho de que los protagonistas no serán jóvenes adultos por siempre (O’Brien ya tiene 26 años), apartó esa ridícula idea de las posibilidades. Conclusión Un guión flojo, con varios cabos sueltos y una tibia conclusión. Un apartado visual correcto, con mucho uso de chroma, y gran despliegue para mostrarnos ese mundo desastroso y devastado. Se nota que Wes Ball se dedicaba -antes de sentarse en la silla de director- a supervisar efectos especiales. Actores con buena química, algo esperable luego de tres películas, aunque Kaya Scodelario, quien interpreta a Teresa, no termina de convencer o por lo menos no genera empatía al no lograr transmitir emociones. Maze Runner 3: La Cura Mortal es una sucesión de escenas de acción inquietantes llenas de acrobacias, persecuciones y explosiones, un espectáculo decente aunque no llega a ser épico. Los fans de la saga la van a disfrutar, el resto deseará que no dure 142 minutos.
En el laberinto se vive mejor. El cine del nuevo milenio recibió de brazos abiertos las adaptaciones cinematográficas de la llamada literatura young adult -YA según sus siglas- y cuenta entre sus máximos exponentes a la saga de Harry Potter, Crepúsculo y Los Juegos del Hambre. Así como cada obra del género se compone de varios volúmenes, lo mismo ocurre cuando cada uno de sus libros es trasladado a la pantalla grande, derivando en una saga cuyas aspiraciones mínimas son llegar a conformar una trilogía cinematográfica. En ciertas ocasiones la saga rebosa de éxito como en los casos mencionados, en otras todo parece estar condenado al fracaso desde el principio, y en algunos casos la saga en cuestión sufre altibajos y resultados desparejos entrega tras entrega. Este último caso es sin dudas el que mejor grafica el devenir de Maze Runner, que intenta cerrar su ciclo de la forma más digna posible con Maze Runner: La Cura Mortal. Una vez más los cráneos del marketing local se preocupan por traducir de forma impactante un título sin importar la correlación con su significado original. The Death Cure hace referencia a una cura para la muerte causada por la epidemia que es uno de los temas centrales de la historia; traducirlo simplemente como “cura mortal” deforma el significado y parece dar a entender que dicha cura sólo augura una muerte segura. ¿Acaso alguna vez escucharon hablar de una cura cuyo objetivo sea la muerte? Volviendo al film propiamente dicho, la historia retoma la lucha de Thomas (Dylan O’Brien) y su grupo de amigos sobrevivientes exactamente donde había quedado en Maze Runner: Prueba de Fuego (Maze Runner: Scorch Trials, 2015), con Thomas jurando rescatar a Minho y Sonya de las garras de CRUEL, la organización que quiere capturar a aquellos jóvenes que son la clave para desarrollar cueste lo que cueste un antídoto y vencer a la epidemia que prácticamente aniquiló a la raza humana. Por supuesto siendo la organización malévola que es, el potencial antídoto sería un beneficio sólo para los elegidos. Una elaborada secuencia inicial -que involucra un tren, vehículos todo terreno que canalizan el espíritu de Mad Max, una nave de guerra y muchos tiros entre buenos y malos- marca la fórmula que el film respetará a rajatabla: cada escena sirve como un set up para la inminente secuencia de acción que vendrá a continuación. Escapes milagrosos, tiroteos contra soldados con peor puntería que los stormtroopers del universo Star Wars y momento de un calculadísimo drama humano son elementos que nunca faltarán en cada escena. Después del inicio prometedor que significó Maze Runner: Correr o Morir (The Maze Runner, 2014) con una historia que se apoyaba en el suspenso y la incertidumbre en que sumergía tanto a los personajes como a los propios espectadores, la segunda entrada Prueba de Fuego probó ser un retroceso al caer en todos los lugares comunes del cine apocalítico. Esta tercera parte Intenta volver a los elementos más atractivos de la saga -el origen de la epidemia, la función del laberinto y la particularidad de quienes eran confinados ahí- y logra elevar un poco la vara, a pesar de encandilar con secuencias de acción sobrecargadas, giros dramáticos novelescos y el regreso débilmente justificado de ciertos personajes. Los extensísimos 142 minutos de duración se hacen sentir, en una estructura narrativa que por momentos parece olvidar su objetivo, olvidando a algunos personajes durante largos períodos y liquidando a otros sin mucha contemplación, buscando dar peso a un tercer acto que se apura por cerrar el conflicto y darnos un final feliz que, a esta altura, tiene sabor a poco.
El corredor del laberinto Después de haberse pospuesto la fecha de estreno por un accidente que casi le cuesta la vida a su protagonista Dylan O´Brien en el set de filmación, llega la conclusión de la trilogía Maze Runner iniciada en 2014 y basada en la saga literaria creada por James Dashner. Thomas (O´Brien) está dispuesto a encontrar la cura para la enfermedad que ha infectado a gran parte de la población mundial pero para eso deberá lidiar la batalla final contra la corporación CRUEL (WCKD en inglés) que tiene a su amigo Minho (Ki Hong Lee), metiéndose en sus ultra seguras instalaciones y enfrentándose a la doctora responsable de los experimentos Ava Paige (Patricia Clarkson) y Janson (Aidan Gillen). Además se conocerá la nueva situación de Teresa (Kaya Scodelario). Lo más notorio de esta tercera entrega son las escenas de acción que abundan en el relato y ninguna de ellas está forzada para darle más efusividad, no solo incluye tiroteos sino explosiones y persecuciones, incluso una de las primeras escenas es un “homenaje” a Mad Max: Furia en el camino (Mad Max Fury Road, 2015). El ritmo de la película tiene altas y bajas ya que tiene una duración de casi dos horas y media, por lo que hace perder cierta atención en su afán de cerrar todo de la mejor manera. Eso también hace que algunas cosas queden sin explicación alguna o a medias. Wes Ball, director de toda la trilogía, logra una mejor película que supera a la segunda Maze Runner: Prueba de fuego (The Scorch Trials, 2015) y le da un cierre bastante digno a la última saga juvenil que quedaba aunque aún hay un libro precuela que seguramente tendrá su adaptación. La cura mortal tiene grandes momentos, revelaciones inesperadas, buenos secundarios y regresos de personajes claves. A pesar de su larga duración es entretenida, los fanáticos , y no tanto, de Maze Runner quedarán contentos con el cierre de la historia que empezó en aquel laberinto.
Soluciones El cierre de la saga ideada por James Dashner enfocada en un grupo de jóvenes que deberán sortear una infinidad de obstáculos para poder sobrevivir, potencia una propuesta que en su totalidad ha sido fiel a los libros en los que se inspiró, creando un universo visual fuerte y único. Maze Runner: La cura mortal (Maze Runner: The Deat Cure, 2018) no escapa a la creatividad que sus predecesoras tuvieron, aunque su excesiva duración termine por resentir una estructura narrativa clásica, con subrayados constantes para explicar ideas que aparentemente quedan inconexas, explorando varios géneros a la vez (acción, ciencia ficción, fantasía, etc.) en su mundo distópico que deja a merced de una siniestra corporación el destino de todos los protagonistas. WICKED, tal es el nombre de la misma, avanza sobre los seres, ubicando nuevos muros para encorsetar a aquellos afectados por el terminal virus, pero también para evitar que los “larchos” puedan regresar al lugar y así propagar sus ideas de libertad y esperanza entre el resto de los sobrevivientes. En un mundo en donde todo es oscuro y apocalíptico, la esperanza puesta en Thomas (Dylan O'Brien) por liberar a la humanidad de los siniestros planes de Ava Paige (Patricia Clarkson), ahora secundada por Teresa (Kaya Scodelario), quien traiciónó a su grupo para avanzar con las investigaciones que supuestamente terminarían con el virus que afectó a gran parte de la especie humana, será el disparador de una nueva entrega de la saga. Así, el relato trabajará con dos líneas discursivas contrastantes entre sí, por un lado la de Thomas y su grupo, queriendo dar con el paradero de Minho (Ki Hong Lee) y terminar de una vez por todas con el poderío de WICKED y su autoritarismo, y por otro Teresa, soportando humillaciones y experimentando las 24 horas del día para conseguir la cura de la siniestra amenaza que mantiene en vilo a todos. Y mientras uno y otro superan los obstáculos que se les presentan, el guion avanza aún más con sus personajes, imponiendo que deberán, además, luchar con el recuerdo de cada uno, de aquel ingenuo amor que se inició detrás de los muros del laberinto, a fuerza de encuentros casuales mientras ideaban planes para poder salir del laberinto mortal. Con una estética similar a las entregas anteriores, pero con la consolidación de algunos personajes como Newt (Thomas Brodie-Sangster), afectado por el virus, con la intención de acompañar a Thomas a como dé lugar, dejando su propia vida en ese camino, Maze Runner: La cura mortal viene a cerrar la historia de los “larchos” y su incesante capacidad para superar en equipo las trampas mortales que se les han presentado. Wes Ball se pone una vez más tras las cámaras y logra construir un universo propio y único, que si bien reitera algunas características de las películas lanzadas con anterioridad, potencia su propia impronta con una mezcla de narración en dos planos que dinamizan algunas escenas y momentos de tensión. Tal vez su necesidad de cerrar la épica de Thomas y Teresa descuida la estabilidad de la trama, causando algunos momentos más “realistas” que atentan con el espíritu completamente fantasioso de toda la saga y que refuerzan ideas sobre el amor y la amistad que trascienden al espectáculo que presenta.
Con este estreno se terminan, al menos por el momento, las películas situadas en un futuro distópico y protagonizadas por adolescentes. Hemos tenidos buenos ejemplos de este subgénero tales como la saga Los Juegos del Hambre (sobre todo la primera película), y muy malos como la saga Divergente (sobre todo la última película). El caso de Maze Runner se acerca más al segundo ejemplo citado. Es una franquicia ya agotada. Empezó bien, pero la segunda entrega no gustó y ahora la conclusión falla en varios sentidos. Obvio que hay muchos fans que no van a coincidir con esto, pero ellos buscan otras cosas y ven una película que el resto no. Pero como experiencia cinematográfica, como simple espectador (que vi o las dos anteriores) tengo que decir que este estreno me aburrió mucho, se me hizo extremadamente largo y que no importó el destino de ninguno de los personajes. El despliegue del director Wes Ball no es malo, pero es cero innovador. Es un copy-paste de muchos de sus colegas, un empleado de Estudio Fox que pudo terminar su trilogía de forma digna pero sin ápice artístico alguno. Y como consecuencia de la historia, ninguno de los actores se luce. Están todos sobreexpuestos a situaciones límite que carecen de total verosimilitud. Y no estoy hablando de la verosimilitud del mundo planteado, porque eso está claro y es una película y estamos entregados como espectadores, más bien me refiero a que no les creo a ninguno de sus personajes aunque Dylan O’Brien trabaje por sobre la media. Hay un cierre y eso está bien, pero tarda mucho en llegar y te mareas. E n conclusión, Maze Runner: La cura mortal es solo apta para los fans lectores de la saga. Cualquier otro espectador la padecerá.
Maze Runner, la cura mortal: digno cierre para una distopía Esta saga distópica basada en las novelas de James Dashner fue vista por muchos como una "hermana menor" de Los juegos del hambre. Tras el aceptable inicio en 2014 con Correr o morir y la decepcionante segunda entrega ( Prueba de fuego), llega este cierre de la trilogía adolescente que, como suele ocurrir en Hollywood, apuesta por un mayor despliegue de recursos de producción, de efectos visuales y de peripecias.
La última parte de la trilogía dirigida por Wes Ball, escrita por T.S. Nowlin y basada en los libros de James Dashner nos sitúa unos meses después que donde terminó la entrega anterior y reúne a varios personajes para poder luego darle el cierre esperado a la historia. La película nos llega un año más tarde que lo previsto inicialmente a causa de importantes lesiones que el protagonista sufrió rodando la película. Y es que desde la primera secuencia, en la que persiguen y se terminan subiendo a un tren en movimiento con el fin de rescatar a su amigo Minho, se es testigo de escenas de acción muy jugadas físicamente (saltar de edificios, atravesar ventanas de vidrio, molerse a golpes). La aventura y la acción, garantizados. En cuanto a la trama, el mundo fuera de ese laberinto se encuentra más cerca que nunca de llegar a su fin si pronto no se encuentra la cura para el virus que de a poco va atacando a todos (incluso a alguien muy cercano a Thomas) pero eso no es fácil cuando la corporación a cargo de hacerlo sigue reglas muy propias con las que es difícil estar de acuerdo. Se descubre una ciudad todavía de pie, que estaba resguardada y reservada sólo para los más afortunados, y es allí donde radica el corazón de WCKD (CRUEL en español), la corporación en cuestión. El personaje de la directora, interpretada por una desaprovechada Patricia Clarkson, acá pierde bastante presencia y se erige como villano principal Aidan Gillen y su Janson, un malo de esos que son simplemente muy malos. Es que no hay muchos grises por acá. A nivel actoral es quien mejor se luce, aunque si bien ninguno de los actores más jóvenes sobresale en general todos están bastante bien. De todos modos, después del traspié que significó la secuela, esa película recargada pero al mismo tiempo superficial y aburrida, el final apela a brindarles por fin a cada personaje y cada relación entre ellos la dimensión que se merecían y el cierre que cada uno necesitaba. Hubo un propósito en estar en ese laberinto y en correr todo este tiempo escapando de o hacia algo. El film dura algo más de dos horas pero lo cierto es que en ese tiempo pasan cosas continuamente. Uno de los problemas que tiene el film es que si bien se supone que gira (como su título lo indica) en torno a la cura tan buscada y preciada, esto no forma gran parte del relato. Lo importante para el protagonista es rescatar a su amigo y después poder escapar a tierras alejadas. A nivel técnico hay un gran diseño de producción que permite sumergirnos en este mundo de una manera muy creíble. La construcción de las ciudades, los edificios, los transportes incluso. A la larga, esta tercera parte es un digno cierre de la saga distópica, mejor que algunas predecesoras como "Divergente" pero ni tan novedosa ni profunda como "El Juego del hambre". No puede evitar caer en ciertos clichés del subgénero, aun así logra ser un producto disfrutable y pasatista.
Llegó el final de la trilogía Maze Runner y aunque la secuela estuvo un poco floja, ésta vez lograron reivindicar la saga y darle un buen cierre. Vimos pasar la saga de Los Juegos del Hambre, la fallida Divergente (todas con personajes femeninos a la cabeza) y en un nuevo mundo post-apocalíptico las aventuras y desventuras de Thomas llegan a su fin, con una cinta de dos horas de duración titulada Maze Runner: La Cura Mortal. Aunque al principio creí que iba a ser sumamente tediosa, tengo que ser honesta, los guionistas supieron resolverla bien. Nuevamente se alejaron bastante de la obra de James Dashner, pero las bases, el espíritu y algunas escenas son claves y podremos verlas en la película y eso es gratificante cuando de adaptaciones se trata. Thomas (Dylan O’brien), Newt (Thomas Brodie-Sangster), Sarten (Dexter Darden), Brenda (Rosa Salazar) y otros personajes que conocimos en Maze Runner: Prueba de Fuego se unen para rescatar a Minho (Ki Hong Lee) y enfrentar a la Dra. Ava Paige (Patricia Clarkson), Janson (Aidan Gillen) y la recientemente traidora Teresa (Kaya Scodelario), mientras la enfermedad continúa expandiéndose sin que aparezca la cura. Los efectos especiales son claves y si bien hay croma por doquier, no resultaba tan falso a la vista, de hecho la ciudad regida por CRUEL era sorprendentemente atractiva. Escenas de acción muy bien logradas, diálogos y situaciones previsibles aunque es justo decir que la mayoría de esas escenas, fácilmente predictivas, fueron creadas y no eran escenas que de hecho encontremos en el libro. Punto para Dashner. Sin dudarlo Maze Runner: Correr o Morir fue la mejor de la saga pero en ésta tercera parte se puede decir que consiguieron darle un digno final a una historia que rogaba por un cierre.
Broche final para una trilogía exitosa, basada en la muy vendedora saga de James Dasher del 2009. Repite director, Wes Ball., que se mantuvo firme en las tres, aunque nada pueda superar la primera con esa distopia tan extraña y misteriosa que tanto éxito le valió. En esta tercera entrega, que se excede con la duración, dos horas y veinte minutos, los fanáticos, el público cautivo de la serie verá cerrar todas las historias, especialmente la de Thomas (Dylan O`Brien ). El protagonista sufrió un accidente durante la filmación y retraso un año la película. Pero también el circulo se completa para Teresa ( Kalya Scodelario), Minho ( King Hong Lee), Newt (Thomas Brodie-Sangster) y Gally (WillPoulter, de gran lucimiento en “Deroit”) El secreto de la cura se revela, los chicos llegan a la ciudad donde tiene su sede CRUEL ese mundo adulto que utiliza a los jóvenes como cobayos y hasta los “cranks” tendrán el sabor de la venganza. Con escenas de gran despliegue como la que comienza el film con un tren en movimiento y su rescate a otro salvataje con un micro que están muy bien realizadas. Más algunas peleas que no muestran nada nuevo y aportan metraje de más. Hay homenajes a otros films de acción como “Mad Max” y toda la cultura de los muertos vivientes. Para aquellos que esperaban con impaciencia esta tercera entrega, ese publico cautivo tendrán la dosis de acción, romance y suspenso.
Maze Runner – La cura mortal: Un solido entretenimiento para un final anunciado. Al fin, y luego de varios tropiezos en la producción, llegó a las carteleras la tercer entrega de la saga protagonizada por Dylan O’Brien. No más secretos ni laberintos, es tiempo de la liberación. Muchos han hecho las comparaciones correspondientes con esa ola, que parece bastante desgastada hoy, sobre las adaptaciones de novelas de ese subgénero que llaman Young Adult. Aventuras complejas protagonizadas por adolescentes, que podríamos citar como inicio a la saga Harry Potter a comienzos del siglo XXI, pero que en estilo y formas, en el caso de Maze Runner, se reuniría con las distopías al uso tipo The Hunger Games, Divergent y por qué no la vilipendiada The Host (2013). Muchas de ellas interesante premisas, nos referimos puntualmente a los libros, que lograban la reescritura de mitos antiguos para una nueva generación. Precisamente se nos antoja interesante lo que lograba esta saga en particular en la reversión del mito de Teseo y su aventura en el laberinto de Minos, con ese ingrediente literario que aportaban ciertas reminiscencias a El señor de las moscas (Lord of the Flies – 1954), con la correspondiente ayuda de su Ariadna encarnada en una olvidada compañera, hablamos de la traidora Teresa. Los plot twits que a esta vieja fabula integraron fueron un acierto, que en su continuación parecieron olvidar, referencia puntual al guión, aunque supo mantener la trepidante acción de la anterior. Pues bien, y ya sin tanto prolegómeno nos sumergimos a la tercer y última. Thomas se dirige a la última ciudad conocida al rescate de Minho, que la corporación CRUEL tiene cautivo con propósitos experimentales. Y para eso tendrá que penetrar en esa cristalina y luminosa fortificación, claro que con la ayuda de sus compañeros de ruta y alguna mano extra. Una de las características que muchos han sacado a relucir es cierta elegancia a la hora de proponer este drama de acción, con lo que estaremos de acuerdo en la medida en que la misma surtió al film de un marco adecuado para el desenlace de esta saga. Más allá de esto, en general volvió a caer en los esperados clichés al uso de este genero, dejando que la conveniencia ganara terreno sobre la frescura que supo tener la primera entrega. Asentaron las bases de un interesante punto de vista sobre la sobre-vivencia del más apto contraponiendolo con aquel que si se sacrifica por el bien común, para luego, escapados del laberinto, caer en la eterna carrera contra reloj hacia ninguna parte. De todas maneras el film cumple con las expectativas de ser un entretenimiento ameno en donde podremos ver pagar al malvado, en cualquiera de sus medidas y contar con la esperanza que de habrá un futuro. Con una destacable dosis de acción que no pierde el norte a la hora de retratar la humanidad de los personajes. Por supuesto que lejos de lo propuesto por la saga literaria, con un final mucho más pesimista, como toda buena distopía que se precie.
Llega a los cines la tercera y última parte de la saga, Maze Runner: la cura mortal dirigida por Wes Ball y basada en las novelas de James Dashner. La historia continúa los sucesos de la segunda parte: Minho es prisionero de la corporación conocida como C.R.U.E.L. mientras que Thomas y Newt, con la ayuda de varios de los rebeldes, intentan salvarlo junto a otros prisioneros inmunes al virus de la “llamarada” que ha transformado a gran parte de la población en las criaturas llamadas cranks. A la par, Teresa parece haberse aliado con C.R.U.E.L. para encontrar una cura. Maze Runner: la cura mortal termina siendo el final de una saga de fantasía que creció a la sombra de éxitos como Los juegos del hambre. Futuros distópicos en donde los jóvenes son los protagonistas y que haya un mañana para la humanidad depende de ellos. El tópico vuelve a ser el mismo: el control de una alta sociedad por encima de los más débiles y olvidados, aunque el aspecto social no es el más fuerte de la saga (comparándola con la mencionada Los juegos del hambre). No cabe duda de que la espectacularidad es el fuerte de Maze Runner. Grandes persecuciones y filmaciones sacudidas por los movimientos de la cámara. La película comienza con los elaborados planes de Thomas y termina de igual manera. Es evidente el trabajo del director Wes Ball que, a la par, se ha encargado de los efectos especiales de muchas otras películas. La película sufre la duración. Con dos horas y media, la idea original era dividir el final en dos partes, pero por cuestiones presupuestarias se acortó sólo a una. Mientras que los fanáticos van a disfrutar de su tiempo, el espectador común va a sentir que lo poco que se está contando se extiende mucho en la trama. El protagonismo cae rotundamente en Dylan O’Brien (Thomas) sin dar espacio al desarrollo de otros personajes de la saga. Ni hablar de la inclusión de nuevos como Lawrence, encarnado por el actor Walton Goggins. Su papel queda al margen y no aporta ningún fundamento importante a la historia.
Contundente cierre para la trilogía de ciencia ficción La saga de "Maze Runner" termina a toda super acción con algunas de las mejores escenas de la trilogía, incluyendo un alucinante ataque a un tren futurista con la que empieza de forma más que contundente esta última parte de la trilogía de ciencia ficción adolescente. Wes Ball, el director de las otras dos películas sabe lo que hace, aunque el guión esta vez podría haberlo ayudado un poco más. Es que con los más de dos años que pasaron desde la última película de "Maze Runner", esta "La cura mortal" podría haberse ocupado de recordarle al espectador de qué iba todo este asunto con laberintos llenos de adolescentes perturbados que demoran en saber que son los únicos habitantes del planeta inmunes a una enfermedad que convierte a la gente en zombies. En todo caso la acción domina toda esta trama sobre la búsqueda de la cura para esa plaga, lo que lleva al protagonista Dylan O'Brien al último bastión del mundo civilizado, llamado "The Last City". Otra vez la dirección de arte logra asombrosos paisajes futuristas que, combinados con la acción, son lo mejor del film. Con casi dos horas y media de duración, acaso un tanto exagerado, tiene momentos que lo vuelven recomendable.
Su desarrollo resulta sólido, tiene una duración de dos horas quince minutos que logran entretener, aunque el final está un poco estirado, buenas escenas de acción, suspenso y tensión, con escenas de Western, tiene un toque del cine de los 70 y los 80 y algunas secuencias de videojuegos. Es visualmente impactante, posee una buena paleta de colores y cierra la trama de sus antecesoras. Cuenta con momentos emotivos y románticos, con toques de humor, dentro del elenco secundario no están bien aprovechados: Rosa Salazar y Giancarlo Esposito. El resto correcto: Walton Goggins, Patricia Clarkson, Giancarlo Esposito, Thomas Brodie-Sangster, Kaya Scodelario, Barry Pepper, Aidan Gille y Ki Hong Lee. Dicen que esta tercera parte es el final de la saga aunque deje un final abierto.
La chatura es el virus. Maze Runner: La Cura Mortal viene a culminar una saga que siempre prometió más de lo que estaba dispuesta a entregar. Quienes no leímos los libros de James Dashner -una trilogía a la que luego se le agregaron tres volúmenes más que expanden el universo distópico pergeñado por el autor- no sabíamos muy bien que esperar de sus adaptaciones fílmicas, aunque el detalle de haber mantenido siempre al mismo director (Wes Ball) se supone implicaría una mirada más o menos coherente y/o cohesionada en la forma de encarar la historia y los personajes. Por lo visto la 20th. Century Fox ha quedado completamente satisfecha con su trabajo y hasta cierto punto compartimos esa aprobación. Un aspecto destacable es que, con sus más y sus menos, el proyecto logró llevarse a cabo en su totalidad fortalecido por el notable éxito comercial de la primera entrega (Maze Runner: Correr o morir, 2013). Pensemos que con una temática afín existen otras sagas literarias que quedaron inconclusas en su traslado a la pantalla grande: El juego de Ender y La quinta ola, por citar un par de ejemplos, se quedaron en apenas el primer eslabón de la serie. Para la Lionsgate resultó particularmente frustrante lo acontecido con la trilogía Divergente/ Insurgente/ Leal ya que fue perdiendo el interés del público hasta que los catastróficos números en rojo del último capítulo selló el destino de una saga a la que le faltó un cierre (el guión adaptado de la novela Leal se había dividido en dos filmes). Posiblemente se concrete un telefilme para concluir la historia y luego se realizaría una serie de TV para la cadena de cable Starz aunque no está claro si participaría el elenco original; por lo pronto la actriz protagonista Shailene Woodley ha declarado que no será de la partida. Al margen de esta fatídica experiencia, casi todo Hollywood sigue apuntando sus cañones a lograr recrear el suceso de Los juegos del hambre (2012/2015). La tetralogía basada en la obra de Suzanne Collins sin lugar a duda se ha convertido en el caballito de batalla de este subgénero tan explotado en años recientes, y Maze Runner es uno de los tantos productos que han procurado no quedarse al margen de esta tendencia cinematográfica. ¿Con qué resultados? Bueno, eso ya depende del cristal con que se mire… Tanto Correr o morir como su continuación Prueba de fuego (2015) superaron holgadamente las expectativas en cuanto a su tratamiento de la acción y el suspenso, pero se las percibió un tanto raquíticas en lo conceptual y/o argumental. Básicas, digamos. Los personajes se quedaban en la superficie y ninguno aspiraba a otra cosa que no sea un estereotipo. Con una intriga bien dosificada, especialmente en Correr o morir, estas limitaciones eran tan visibles como perdonables a la hora de hacer un balance general. Porque si hay algo en lo que la trilogía no falla -y por eso alabamos la mano del director Ball- es en su solidez narrativa y su valor como entretenimiento puro. La primera película tenía un tono más claustrofóbico al estar circunscripta prácticamente a un decorado único, los alrededores del tan mentado laberinto de la corporación CRUEL, mientras que en la secuela el guionista T.S. Nowlin multiplicó los escenarios y fue incorporando muchos personajes a una trama que empezó a extrañar cada vez más esa dosis de imprevisibilidad que fuera una carta fuerte en Correr o morir. Los conflictos planteados en Prueba de fuego son retomados y ampliados en La Cura Mortal con una ampulosidad dramática digna de una telenovela -y no de las buenas-. Hay un problema con la carga emocional que le han adosado a los personajes principales por el simple, y lógico, hecho de que llegamos al desenlace de la historia y hay que terminarla bien arriba. El tema es que esto debería darse de modo natural y no forzando los vínculos como se hace aquí. El verosímil, si es que alguna vez se tuvo, se pierde sin remedio entre decisiones caprichosas y cuestiones pasionales que hacen bastante ruido en este contexto post apocalíptico. La subtrama de Thomas y Newt nos retrotrae a la de Frodo/Sam en El Señor de los Anillos con un dejo gay-friendly tan marcado como inconducente. Un villano de opereta como el Janson de Aidan Gillen no ayuda en nada, y no puede disimularse la pobreza con que fueron trazados los roles femeninos (sin hacer foco en el desempeño de las actrices Rosa Salazar, Kaya Scodelario y Patricia Clarkson que hacen lo que pueden con sus esquemáticos papeles). La Cura Mortal no desentona con Correr o morir y Prueba de fuego a la hora de servir escenas de acción con todo el oficio que ya había demostrado en esas obras el realizador Wes Ball. Sin ir más lejos la secuencia de presentación parece escapada de Rápidos y furiosos 5 con Thomas (Dylan O'Brien), Newt (Thomas Brodie-Sangster), Jorge (Giancarlo Esposito) y Brenda (Rosa Salazar) montando un asalto espectacular al tren donde llevan prisionero a Minho (Ki Hong Lee). El despliegue técnico y la parafernalia de producción que denota dicho segmento es tan impactante que la película luego no logra emular ni mucho menos superar semejante proeza. Una contra recurrente en Hollywood por estos días (le sucedió algo parecido a la última Piratas del Caribe). Ni bien se termina el primer acto lo que sigue genera algún déjà vu con Fuga de Nueva York. Si en Correr o morir el objetivo era salir del laberinto y en el principio de Prueba de fuego ocurría otro tanto con el escape del grupo de las instalaciones de CRUEL, en La Cura Mortal deben ingresar a una ciudadela ferozmente vigilada que es el último bastión de quienes aseguran estar luchando para encontrar la cura del virus que convierte a la gente en virtuales zombis. Y por supuesto que después hay que salir de ese infierno en medio de una guerra entre facciones, analogía eternamente burda de las diferencias de clase que seguirán existiendo mientras el mundo continúe siendo un lugar habitable. No es casual la referencia a Fuga de Nueva York. La Cura Mortal le debe tanto al filme de John Carpenter como a muchos otros (hay un gran guiño a Aliens en el clímax en la azotea), síntoma revelador de una falta de personalidad llamativa. En el rubro originalidad es poco lo que aporta esta trilogía cumplidora como pasatiempo pero cuya resolución decepciona al confirmarse la precariedad psicológica de los personajes así como una línea argumental tan simplona que ni siquiera intenta disimular su falta de ambiciones. De esa chatura, no hay retorno…
SIEMPRE NOS QUEDARÁ EL LABERINTO La primera entrega de Maze runner tenía su encanto, especialmente porque había una apuesta formal que excedía al modelo trillado de las distopías adolescentes que poblaron las pantallas hace unos años: allí, un grupo de personajes permanecía encerrado en un espacio y la única salida posible era un laberinto, y la información que teníamos era la misma que ellos tenían. Eso acrecentaba el misterio y la intriga. Y si bien los personajes no tenían mayor encanto y se los adivinaba bastante planos cuando la tensión del relato bajaba y había que construir el drama, lo interesante era que la historia los enfrentaba a situaciones límites de verdad y el riesgo se sentía como real. Lamentablemente el final de aquella película anticipaba los males que vendrían luego: allí se aclaraba el panorama (demasiado) y la historia se acomodaba en un molde de ciencia ficción juvenil y falsamente revolucionario. Eso explotaba en la segunda parte, agigantada tras el éxito de la primera y sin poder escapar de la rutina y el tedio. Así las cosas, la tercera entrega, esta Maze runner: la cura mortal, llegaba sin mayores expectativas y casi por cumplir, ya que este tipo de sagas adolescentes están un poco en extinción. Tal vez la falta de pretensiones ayudó a que la película avance sin demasiados inconvenientes, aunque está claro que el cierre de la historia permite que narrativamente el film sea más concreto: hay un horizonte, los personajes se dirigen hacia allí y la película se dispersa poco. De hecho, el arranque de La cura mortal es muy bueno, con una secuencia que hace recordar a sagas como Misión: Imposible o James Bond, con rescates imposibles y salvadas de último momento, y donde el montaje cumple una función indispensable. Incluso ese comienzo es tan bueno, que el recurso se repite en el medio de la película aunque, claro, sin el mismo nivel de eficacia o sorpresa. Pero es ahí, en esos pasajes donde el director Wes Ball se aleja de la letra escrita (recordemos que todo esto parte de una serie de novelas de James Dashner) y deja que la aventura y el movimiento activen, cuando crece la película. Lamentablemente Maze runner: la cura mortal tiene menos de estos pasajes (hay otra buena secuencia en un túnel lleno de zombies) y más de esos en los que la cháchara se inunda de reflexiones filosóficas un poco berretas. Los creadores de esta saga tal vez no se hayan dado cuenta que quedaron relegados en el reparto de franquicias adolescentes, y que todo lo que aquí se expone ya fue dicho en Divergente, Los juegos del hambre y algunas otras que anduvieron dando vueltas por ahí. Definitivamente se trata de un producto Clase B que funciona cuando es consciente de ello y pierde cuando se pretende épica, como en esa última media hora donde las situaciones se alargan por demás y el final deja al descubierto un poco la inutilidad de todo lo que se contó: ¿en serio semejante movida para tan poco? Tal vez como los personajes mismos, Maze runner nunca pudo salir de aquel laberinto.
Recuerdo haber visto The Maze Runner sin mucha información encima. La figura del laberinto me era -y es- atractiva, quizás por lo borgeano, por lo griego, lo misterioso. La primera entrega es puro disfrute, una mistery box digna del mejor J.J. Abrams, que construye, cuida bien de sus personajes y los conduce hasta ese final que lo sacude todo. La segunda entrega, Maze Runner: The Scorch Trials, estandarizaba las cosas. Ya sin el misterio de la anterior, el mundo se abre, las cartas se ponen sobre la mesa y cumplía, a pesar de perder claridad narrativa lograba tocar ciertas teclas sin que le sobre nada.
La tercera, y esperemos ultima, entrega de esta trilogía tiene como principio llevar adelante un final por demás previsible. Lo cual parece una contradicción, pero sólo es un “homenaje” al filme en si mismo. Si el espectador no vio las dos primeras, el texto lo deja fuera de cualquier tipo de identificación con algún personaje o situación que se intenta plantear, pero no lo hace desde la previsibilidad del relato. La presentación de los personajes que atravesaran los sumamente extendidos 144 minutos, tanto como el supuesto conflicto que el héroe debe resolver, están adquiridos del manual de clichés en el cine. Simultáneamente hay una recarga innecesaria de escenas de luchas y peleas sin fin, lo que termina por querer justificar, sin lograrlo, la excesiva duración del filme en si mismo, ergo aburre. Por supuesto que entre una y otra aparecen escenas de persecuciones, explosiones de destrucción masiva, para calmar y dar un respiro al espectador, por lo que se van acumulando escenas que intentan constituir subtramas, historias entre los personajes. Si no hay una trama principal interesante o bien escrita y desarrollada, aquellas secundarias no tienen donde sostenerse, todas terminan siendo un catalogo de lugares comunes con frases hechas, expresadas automáticamente. Esto ya entra en el rubro de la actuación. Si nos informa que el grupo de héroes adolescentes intentara retornar del lugar del que se fugo en la primera parte, no queda muy claro, ni justificado. Sólo seguir corriendo. Thomas no puede confiar en CRUEL, esto lo dice el personaje, Tampoco el espectador sabe si CRUEL es una institución o un personaje, pero a quién le importa. La organización le borró sus recuerdos y lo encerró en el laberinto. Luego lo dejó al borde de la muerte, en el desierto. Y lo separaron de los habitantes, sus únicos amigos. Ahora CRUEL asegura que el tiempo de las mentiras ha terminado. Con toda la información que reunió gracias a las pruebas está en condiciones de avanzar en la cura de la “llamarada”, una enfermedad que transforma a los humanos en muertos vivos ¿? Sin embargo Thomas tiene un interés en particular, recuperar el amor de su vida, bueno es una adolescente, al fin y al cabo. Para que el héroe pueda lograr su objetivo debe haber sacrificados no sólo eso, en realidad la cura mortal y la salvación de lo que queda de la humanidad van de la mano. Salvador incluido. Si las escenas están bien filmadas, si la dirección de arte es uno de los puntos más altos de la producción, si la fotografía es buena, o si el montaje es acorde al género al que adscribe, la realización pierde la importancia que debería tener por ausencia absoluta de un guión bien escrito. Lo que determina que éste producto sólo confirma que la también llamada franquicia sólo se sostiene por la recaudación en la boletería Posiblemente los “fans” sean los únicos que no repararan en la infinidad de incoherencias por las que transita el texto.
A CORRER QUE SE ACABA EL MUNDO Otra saga distópica llega a su fin, pero no esperen que les vuele la peluca. Estamos en 2018 y, aunque no lo crean, todavía quedan franquicias young adult por explotar. Si vamos a ser honestos, la saga literaria de James Dashner había quedado un tanto inconclusa, y necesitaba cerrar el círculo antes de que el fandom se olvidara completamente de ella. “Maze Runner” (2014) resultó una propuesta interesante en medio de heroínas distópicas como Katniss Everdeen (“Los Juegos del Hambre”) y Beatrice ‘Tris’ Prior (“Divergente”), pero la segunda entrega ya no convenció tanto y cayó en todos los lugares comunes, sembrando la duda sobre el destino de esta trilogía. Tras algunos retrasos, llega “Maze Runner: La Cura Mortal” (Maze Runner: The Death Cure, 2018), el desenlace de la historia de Thomas (Dylan O'Brien) y su lucha/venganza contra WCKD (CRUEL), la organización secreta que lo metió en aquel laberinto con la intención de hallar finalmente la cura para la epidemia que está transformando a toda la población en zombies, básicamente. Estos muchachitos, inmunes a la “llamarada”, ahora tienen la misión de rescatar a Minho, y a cualquiera que lo necesite. Para ello se van a tener que aventurar hasta “la última ciudad”, justamente eso, una metrópoli amurallada y bien custodiada donde CRUEL realiza sus experimentos, y donde los más poderosos sigan con sus vidas como si nada, un poco ajenos al apocalipsis que se encuentra detrás de los muros. La enfermedad llegó a su pico más alto y muchos creen que el fin justifica los medios. De ahí que Teresa (Kaya Scodelario) haya decidido traicionar a los chicos y colaborar con Ava (Patricia Clarkson) y Janson (Aidan Gillen), torturar a unos cuantos, e intentar sintetizar la tan esperada salvación. “Maze Runner: La Cura Mortal” no se anda con rodeos y comienza al mejor estilo Mad Max de súper acción. Igual, no tarda mucho en demostrar que es sólo eso, una historia adolescente post-apocalíptica, con crítica social de manual y un poquito de romance. Al director Wes Ball (mismo de las entregas anteriores) no le importa utilizar todo el tiempo del mundo para trasladarnos de un lugar al otro, recargarnos de escenas de acción y persecuciones, reencuentros y traiciones a lo largo de dos horas y media de película. Hay que destacar que algunas secuencias valen realmente la pena, al igual que sus atmosferas caóticas en contraste con la pulcritud de la última ciudad, pero en definitiva no deja de ser una historia condescendiente para los fans, más allá de que se apegue, o no, al relato original. “La Cura Mortal” no ofrece nada novedoso, y si somos sinceros, nos trae un final bastante predecible. Ninguno de sus personajes tiene el peso emocional de esos otros protagonistas ya mencionados dentro del género, aunque acá siempre se destaca el trabajo en equipo por sobre todas las cosas. Los villanos se diluyen en estereotipos y el héroe nunca termina de decidirse. En pocas palabras, la trilogía tenía que cerrarse y Ball decidió ir por el lado más fácil: el de la acción desenfrenada, los conflictos amorosos y esas decisiones que deben ser tomadas. Disparos, explosiones, experimentos, algunos zombies… un poco de todo para llenar cada una de las casillas que le corresponden a este género que estuvo en auge apenas unos años atrás, pero quedó casi en el olvido para el público en general. LO MEJOR: - La estética apocalíptica es digna del mejor Mad Max (bueh, tampoco exageremos). - La secuencia del principio promete una película que nunca llega. - Da concesiones, pero no tantas cuando se trata de algunos personajes y la violencia. LO PEOR: - Una historia demasiado cíclica. - La falta de personajes con verdadero carisma.
Rutinaria, sin nada nuevo bajo el sol ni original, pero bastante eficaz. Aquellos que no hayan visto los dos films anteriores no van a entender mucho que es lo que está sucediendo, ya que no hay ni un resumen o un flashback, pero a pesar de ello el relato es....
Crítica emitida por radio.