“Mejor Que Nunca”. Cheerleeding para la tercera edad en una comedia clásica que nos habla sobre las segundas oportunidades. Martha (Diane Keaton) se muda a una residencia de ancianos y, animada por su compañera Sheryl (Jacki Weaver), decide montar un equipo de animadoras con sus compañeras. Pero lo que comienza siendo un hobbie se acaba convirtiendo en algo más serio cuando deciden presentarse a una competición. Para ello, contratan a una joven porrista (Alisha Boe) que se encargará de entrenarlas. El cine puede ser muchas cosas: arte, entretenimiento, un acto político, una contribución social o una combinación de ellas. Todas absolutamente válidas y acorde a los gustos e intenciones de cada espectador. Aquí Zara Hayes hace sus primeras armas con una comedia tradicional que contiene todos los condimentos que podríamos ver en esas películas que pasaban los sábados a la tarde en canal 13. Humor ATP, momentos emotivos interpelados por un piano y la infaltable compañera excéntrica y graciosa de la protagonista entre otras. Es decir, que en este caso la película trae una buena dosis de entretenimiento liviano para distendernos y disfrutar en familia. Con un mensaje que invita a reflexionar que nunca es tarde para cumplir nuestros sueños y saldar cuentas pendientes. Si bien algo bastante visto ya en cine, hasta incluso con personas de la tercera edad, tal vez el único aporte novedoso es que la historia es encabezada esta vez enteramente por mujeres. Las actuaciones son sin dudas uno de los puntos fuertes del film. Siempre celebro el protagonismo de personas mayores en una industria que hace desmedido culto a la juventud. De todos modos, no será Martha uno de los roles más memorables de Diane Keaton dado que el rol no permite demasiado. El amplio abanico de personajes coloridos, y bien interpretados, resultan un tanto anecdóticos al final de cuentas ya que no se profundiza demasiado en ninguno (Un buen ejemplo es la forzada historia de amor entre la única pareja joven). “Mejor que Nunca” no intenta ser novedosa, tampoco intenta profundizar demasiado. Todo sucede en una dinámica liviana pensada para pasar un buen rato, llorar un poco y salir sintiéndonos satisfechos. No es casualidad que la película haya salido poco antes al día de la madre en Estados Unidos puesto que es un film ideal para llevar a tu vieja al cine y dejarla super contenta. Por Matías Asenjo
La película inglesa “Poms” afianza la impronta de Zara Hayes directora del filme quien visualiza el destrato a las mujeres mayores de edad pero con diversión y baile. Las compañeras de la protagonista “Martha” apoyarán un sueño en la vejez, ella quiere ser porrista. Por. Florencia Fico. La directora Zara Hayes fue encargada del documental deportivo “La batalla de los sexos” sobre la partida de tenis que confrontaba al campeón Bobby Riggs y hoy premiada en Wimbledon femenino Billie Jean King en 1973. En esta pieza cinematográfica la cuestión de género demuestra la superación y potencia femenina al alcanzar la victoria; a pesar de la poca difusión, financiamiento y burlas sobre su dudosa fortaleza. El título oficial en inglés es: “Poms” en español “Mejor que nunca” un filme que expone la historia de Martha (Diane Keaton) una mujer de tercera edad vendedora de objetos en remante, sin hijos y viviendo 45 años en el mismo departamento se cansa y decide alojarse en una residencia de ancianos. Impulsada por su amiga Sheryl (Jacki Weaver) emprenden realizar un grupo de animadoras con mujeres de su misma franja etaria. Aunque lo que empieza como un momento de recreación se transforma en una actividad profesional y tienen la idea de ser miembros de una competición. Con esta meta se asocian a una joven cheerleader (Alisha Boe) que coordinará al equipo y las ejercitará y ” ¡Ellas demostrarán que nunca es tarde para darlo todo!”. Haynes en “Poms” muestra otra discriminación de género pero por edad donde las mujeres dependen de la aprobación de sus hijos para contar con su dinero para los uniformes; es decir la sumisión económica. “Nadie quiere ver a un montón de ancianas con falda corta”, comenta un hijo de las mujeres. Asimismo las demandas por parte del hogar de residencia que las obliga a ser al menos ocho y las ven como una ocupación promiscua, obscena y fuera de los estándares morales del espacio. Además cuando inician participando en un pequeño duelo entre ellas y unas muchachas adolescentes son filmadas en su performance; el video pasa a ser viral y las críticas son más fuertes, risas y comentarios poco felices. El guion de Shane Atkinson (Historia: Zara Hayes) propone también darles poder a aquellas mujeres. Por un lado, cuando Martha les propone mirarse en frente de un espejo y observarse para luego decir que les gusta de sí mismas. Ellas responden: su pelo, manos, muñecas, sonrisa, sus pechos. Por otro, en el momento de la audición cada una propone su talento en la danza o destreza entre las aptitudes se encuentran: tango, rock and roll, disco, yoga y bastoneo. Una escena que pone especial atención a las canciones elegidas por Pedro Bromfman ellas son: “Man, I feel like a woman” y “American Woman”. También la aceptación de sus propios límites físicos aunque para cuidado de ellas mismas. Muchas de ellas enfrentan mareos, reposición de pierna, dolor al levantar los brazos, cáncer, inflamación en el ciático e inestabilidad. Con esta lista de antecedentes médicos hacen entrenamientos apropiados y aconsejados para seguir en ritmo para la competencia sin bajar la guardia a su anhelo ganar una competencia regional de baile como porristas. El género que desborda lo da la dupla cómica Sheryl – Martha. Ambas distintas pero complementarias. Sheryl es profesora de Educación Sexual, juega póker a altas horas de la noche, tiene una sensualidad que atrae a todos, segura, directa, abuela y muy colaboradora. En cambio Martha es silenciosa, retraída, poco sociable, muy rígida, rutinaria, sarcástica e irascible. En una de las locuras de Sheryl, al no permitirles que ensayen en la residencia de ancianos, va al secundario de su nieto donde ella da clases y desarrollan sus coreografías con su joven jefa animadora. Se ve perjudicada por el video que pasó por las redes sociales; sin embargo ella no lo subió si no una compañera y se compromete a prepararlas en poses osadas, sexys y arriesgadas. Ésta combinación da como resultado un humor irónico lleno de conversaciones íntimas que las sacan de sus personalidades originarias. Asimismo se mezclan y generan una amistad de mutua contención y esperanza. Martha le comenta a Sheryl su quimioterapia abandonada, un deseo pendiente y el cuidado que tuvo con su madre que la alejó de su aspiración. Lo que hace que su amiga Sheryl sea más consciente, implicada con su salud y cuidadora sin querer de su compañera. En un momento de recaída Martha es llevada a un sanatorio y se despierta con Sheryl abrazándola en su cama una escena imperdible que evidencia la mixtura de una tragicomedia y amor entre pares. El reparto completo lo conforman: Diane Keaton, Jacki Weaver, Pam Grier, Celia Weston, Rhea Perlman, Charlie Tahan, Bruce McGill, Alisha Boe, Phyllis Somerville, Suehyla El-Attar, Sharon Blackwood, Carol Sutton, David Maldonado, Frank Hoyt Taylor, Charles Green, Patricia French, Robert Larriviere, Alexandra Ficken, Maxwell Highsmith, Henardo Rodriguez, Karen Beyer, Kevin Petruski Jr. y Wesley Williams. La producción fue una coproducción entre: Reino Unido-Estados Unidos; Sierra Affinity, Mad As Birds y Green Rose Pictures. Puntaje: 85
Nuevos viejos movimientos Hollywood casi siempre se las “ingenia” para que dos de los temas más delicados de entre los muchos que se pueden tratar en el séptimo arte, la tercera edad y las enfermedades más funestas, terminen reducidos a esquemas melosos y/ o banales que ahogan la posibilidad de examinar el quid conceptual bien complejo de dichos estados o procesos de la vida. Desde ya que hay excepciones aquí o allá en cuanto a la calidad y la adultez de las propuestas, sin embargo es innegable que las últimas tres décadas del mainstream yanqui fueron un verdadero fiasco en el rubro, en lo referido tanto a la comedia como al drama: la película que nos ocupa, Mejor que nunca (Poms, 2019), se ubica en un terreno intermedio entre la trivialidad y algo un poco más respetuoso y mejor desarrollado que la estupidez estándar del cine masivo norteamericano, a su vez sin descuidar el trasfondo tragicómico del asunto. El film, dirigido por Zara Hayes y escrito por Shane Atkinson, por lo menos tiene la osadía de combinar ambos tópicos, la vejez y un padecimiento que nos acerca muchísimo al óbito, en un relato dinámico de cadencia socarrona y muy encuadrado en la tradición de la “última aventura” por parte de un conjunto de veteranos que desean despedirse con una sonrisa y haciendo lo que se les antoja sin que importen nada el parecer de los demás y lo que la sociedad pretenda de ellos, léase que se queden sentaditos y bien en silencio esperando la llegada del fin. Hoy por hoy la protagonista excluyente es Martha (Diane Keaton), una profesora jubilada y sin hijos que está muriendo de cáncer de ovarios y decide abandonar su departamento citadino para pasar sus últimos días en una de esas comunidades cerradas de retiro que sólo existen en Estados Unidos, especie de barrio lujoso exclusivo para mayores. Allí mismo la mujer traba amistad con otra veterana, Sheryl (Jacki Weaver), una señora muy pícara fanática del póker que vive con su nieto Ben (Charlie Tahan). Cuando Sheryl descubre que Martha fue porrista de joven y que no pudo explorar esa faceta de su persona porque su madre enfermó y tuvo que cuidarla, le propone que retome el asunto y así todo deriva en la formación de un club de cheerleaders de la tercera edad que deberá sobrellevar las burlas de las adolescentes de turno, la competencia natural, y los impedimentos que pone la administradora de la comunidad, Vicki (Celia Weston), quien considera al club algo muy vergonzoso. Con el tiempo la jovencita Chloe (Alisha Boe), porrista profesional e interés romántico de Ben, se pasará de bando para transformarse en la coreógrafa del grupo que Martha y Sheryl logran reunir entre las diversas habitantes del enclave del refugio final. El dúo Hayes/ Atkinson recurre a todos los clichés imaginables del formato (el silencio de Martha sobre su enfermedad, la oposición parca/ alegre que establece con Sheryl, el colorido surtido de delirantes que encuentran en materia de “cómplices”, una desastrosa primera presentación pública y una revancha posterior con el sabor del éxito, etc.), pero por lo menos no abusa del humor estudiantil para infradotados que suele dominar en opus semejantes del mainstream contemporáneo (los chistes, el desarrollo, algunos semi sketchs y los latiguillos retóricos están relativamente bien nivelados con la debacle oncológica que se asoma en el horizonte). Sin duda lo mejor de la película es la química entre las geniales Keaton y Weaver, dos actrices maravillosas que exudan naturalidad, amén de las agradables participaciones de la querida Pam Grier y un Bruce McGill que está perfecto como la autoridad seudo policial dentro de la comunidad de turno. Como hicieron una infinidad de convites en el pasado, el film enfatiza aquello de que siempre se pueden aprender nuevos movimientos a pesar de la edad y los pesares físicos y psicológicos acumulados, logrando en el trajín algunas sonrisas aisladas que por suerte nos dejan bien lejos con respecto a la multiplicidad de mamarrachos que suelen pulular en el campo de las comedias dramáticas de veteranos en plan de fiesta sin fin para compensar los desengaños o el tiempo perdido…
“Mejor que nunca” es el título más atinado que pudieron haberle encontrado en castellano a “Poms”, coproducción entre Reino Unido y Estados Unidos, con la dirección de Zara Hayes y el guion a cargo de Shane Atkinson sobre una historia de la propia Hayes. En una entrevista, la directora dijo: “Siempre me ha fascinado la idea de las animadoras. Cuando era niña y vivía en Inglaterra sentía una gran pasión por el baile, y el tema de las animadoras era algo exótico, algo muy estadounidense: el espectáculo, el atletismo, la importancia social, cuando vi un grupo de señoras bailando dije: acá hay una historia y un modo diferente de mostrarlas”. Con más experiencia en documentales, Hayes llega a la pantalla grande con “Poms”, reuniendo a un elenco de lujo con Diane Keaton a la cabeza y un reparto a la altura, con figuras tales como Celia Weston (Vicki), Pam Grier (Olive) y Charlie Tahan (Ben), Bruce McGill (Carl), Phyllis Somerville (Helen), Frank Hoyt Taylor (Paul) y Jessica Roth (Susan). Esta tragicomedia, con toques de humor negro y repleta de ironías, cuenta la historia de una mujer que quiere retomar un sueño de juventud. Animada por una compañera, convoca a otras adultas mayores que viven en la misma residencia para formar un club de porristas. Al principio la idea suena ridícula hasta para las soñadoras porque en la residencia solamente realizan actividades recreativas convencionales y “tranquilas”, como aqua gym o golf y bochas. Pero luego empiezan a ver que nunca es tarde para poder cumplir los sueños. En este sentido existen ciertos estereotipos a la hora de retratar a estas mujeres y a las tareas que suelen hacer los adultos mayores. Pero también se exploran lugares poco comunes, desencasillándolas de los roles de madres y abuelas y otorgándoles un papel más integral y menos prejuicioso, ahondando en la amistad y la vida amorosa. La cinta tiene también su toque emotivo, al abordar los sueños de una mujer que se enfrenta a sus últimos días sin demostrar el miedo que siente, sino que simplemente quiere vivir haciendo lo que le gusta, el trato a los adultos mayores cuando se enfrentan los deseos propios con los de la familia, el empoderamiento de la mujer con el paso de los años y el poder redentor de la amistad. También se logra contar una historia intergeneracional al proponer a una joven para entrenarlas. La música es casi un personaje más de la película, ya que con sus canciones remite a una generación en particular y busca oponer el mundo de los adultos mayores con el de los jóvenes. El título original “Poms” o pompones jamás se hubiera identificado con el público argentino pero “Mejor que nunca” es una frase usada por nosotros y que como título adaptado le cae como anillo al dedo al film por estas tierras. Logra, de ese modo, llamar la atención de la audiencia. Si bien las críticas internacionales le restan mérito a esta película, es imposible desconocer que sale del estereotipo. Es una comedia disfrutable y es también una forma de rebeldía frente a la discriminación de la mujer mayor. Una rebeldía que debería ser aplaudida en vez de criticada.
Dejando de lado lo inverosímil, es una agradable película que se deja ver con una sonrisa en los labios. Tiene a favor que a pesar de que su protagonista es una enferma de cáncer....
La nueva comedia con Diane Keaton habla sobre nuevas o segundas oportunidades. Ante una problemática de salud, Martha (D.K) decide vender todo y mudarse a la Comunidad de Retiro en Sun Springs. Allí tiene pocas chances para pasar el tiempo libre, unirse a algún grupo ya formado, (ninguno la entusiasma) o formar uno nuevo. Como fue porrista de joven y fue algo que quedó trunco, decide retomarlo. Impulsada por Sheryl (Jacki Weaver), quien vive con su nieto Ben (Charlie Tahan) deciden tomar un casting al que se presentan Alice (Rhea Pearlman) y Olive (Pam Grier) entre otras, quienes terminan formando un grupo de ocho. Lo que comienza como un hobby las entusiasma y piden la ayuda de una porrista profesional, Chloe (Alisha Boe),para que las entrene y así puedan participar de algunas competencias. Dirigida por Zara Hayes el film contiene momentos de humor y celebración de la amistad ya que nos muestra que juntas pueden todo lo que parecía imposible y que nunca es tarde para cumplir nuestros sueños. Algunas no tienen hijos, otras son abuelas, pero vuelven a revivir, y cuando alguna cae, siempre hay otra para sostenerla. El guión es de Shane Atkinson sobre la historia de la directora Zara Hayes. Lo mejor que tiene la película es que está hecha por y dirigida a un público que generalmente no tiene lugar en la pantalla grande: la tercera edad. Gracias a Chloe y sus coreografías tienen oportunidades que jamás hubieran soñado. El film coproducido por el Reino Unido y Estados Unidos no es más que eso, un entretenimiento con algo de comedia y drama. Y buenas actuaciones, especialmente del dúo protagónico, Keaton y Weaver. --->https://www.youtube.com/watch?v=kdK01e7oOW8 TITULO ORIGINAL: Poms DIRECCIÓN: Zara Hayes. ACTORES: Diane Keaton, Jacki Weaver, Rhea Perlman. ACTORES SECUNDARIOS: Bruce McGill, Celia Weston, Phyllis Somerville. GUION: Zara Hayes. FOTOGRAFIA: Tim Orr. MÚSICA: Deborah Lurie. GENERO: Comedia . ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 91 Minutos CALIFICACION: Apta todo público DISTRIBUIDORA: Diamond Films FORMATOS: 2D. ESTRENO: 08 de Agosto de 2019 ESTRENO EN USA: 10 de Mayo de 2019
Ellas solo quieren divertirse Una comedia protagonizada por Diane Keaton siempre es una buena excusa para distenderse y apreciar las virtudes de la actriz. Mejor que nunca (Poms, 2019) nos invita a la reflexión acerca de que no existen límites para cumplir con tus anhelos. Si uno repasa la última parte de la filmografía de la ganadora del Oscar por Annie Hall, dos extraños amantes (Annie Hall, 1977), podría confirmar que ella solo quiere divertirse. Películas como ¡Por fin solos! (Darling Companion, 2012), El gran casamiento (The Big Wedding, 2013), Juntos... Pero no tanto (And So It Goes, 2014) o la estrenada el año pasado Cuando ellas quieren (Book Club, 2018) son comedias con chistes sanos, siempre haciendo alusión al avance del ciclo de vida y dejando el gusto de que, pese a que se disfrute, se podría haber hecho una obra mucho mejor. Sin embargo, Diane Keaton es una estrella y su elegancia y ductilidad brillan junto a su candidez. En Mejor que nunca se da el lujo de tener su propio grupo de porristas y el resultado es un tanto contradictorio. Martha (Diane Keaton) se dirige a una residencia para pasar su vida. Allí tiene un objetivo: disfrutar tranquila su última etapa de vida. Se hace amiga de Sheryl (Jacki Weaver) y su brújula cambia de rumbo. Esto la conduce a querer cumplir un sueño trunco de la juventud: ser porrista. El dúo comienza a reclutar, mediante audiciones (sin dudas de lo más divertido del film), a mujeres de su misma edad. Sin tanta presencia masculina (los pocos hombres son los que estorban) y con la juventud burlándose por la travesía de las señoras, la obra es una comedia con gusto a poco en un tema que podría resultar más provechoso. Lejos de aquellos revientes masculinos de la avanzada edad como Último viaje a Las Vegas (Last Vegas, 2013) o Un golpe con estilo (Going in Style, 2017), Mejor que nunca cuenta una historia sutil, esperanzadora y divertida. No más. Jacki Weaver está desdibujada. No es un drama con tintes cómicos donde ella quizás pudiera sobresalir. Incomoda, se encuentra en otro carril al de Keaton quien, destacándose en todo, hasta bailando la rompe. No hay dudas que ella fue quien más disfrutó de hacer la película. No hay dudas que, con todos sus logros, se merece elegir cada proyecto por el solo hecho del goce. Si bien Mejor que nunca no es indispensable en tu lista de películas para ver, la gracia de la actriz te puede hipnotizar. No hay límite alguno para soñar y esta película lo deja bien en claro. Uno no disfrutará al máximo al verla, tal como sí pudo hacerlo Diane Keaton al realizarla. Allí está la contradicción. Ellas solo quieren divertirse sin pensar si esto también podrá ser divertido para nosotros. Allí está esta hermosa contradicción que solo actrices emblemáticas como Diane Keaton se pueden dar el lujo de tener.
Si nunca prendieron Telefe o algún canal local un domingo al mediodía posiblemente no hayan nunca visto una película de este estilo. Pero si este no es el caso Mejor que nunca es la película que necesitas ver este invierno. Solo consideremos la idea de un escuadrón de porristas de la comunidad de PAMI, un mensaje actual sobre el empoderamiento femenino, la unión, y tan permeable al paso del tiempo, no sin antes destacar el humor casi negro de algunos “chistes” sobre chantaje, violación, abuso de ancianos y de -¿cómo decirlo sutilmente?- asesinato. Martha (Diane Keaton) comienza la película rodeada de carteles que dicen “Todo debe ir” y “Venta de garage” junto a la acumulación de toda una vida de cosas de las que se está deshaciendo en el momento, incluida una variedad de tazas para maestros, para enseñarnos como su vida estaba dedicada a los otros. Después de la venta, empaca lo poco que queda, cancela sus próximos turnos de quimioterapia y se muda a una comunidad de jubilados increíblemente alegres al sur de Estados unidos. El cartel de bienvenida nos recibe con la frases: “los mejores momentos de su vida por el resto de su vida”, los residentes usan pasteles (¡y caquis!) y viajan a todas partes en carritos de golf. Todos saludan a todos y gracias a la aparición de un club de bienvenida Martha aprende que todos los residentes deben unirse al menos a un club de los cientos que ofrece la residencia, o crear el suyo propio. Sin embargo, ella no tiene interés en los clubes, los colores pasteles, saludar o hacer amigos. Hasta rechaza las ofertas de su vecina Sheryl (Jacki Weaver) para jugar al poker e incluso llama al guardia de seguridad local (Bruce McGill) para quejarse de la ruidosa fiesta de poker de Sheryl. Pero Sheryl, como toda vecina de barrio, presiona hasta que ellas se hacen amigas y luego hurgando entre las cosas de Martha encuentra su viejo uniforme de porrista y se lo pide prestado para su foto de perfil de J-Date. Martha recuerda que ella formó parte del escuadrón, pero nunca pudo entrenar porque en aquel entonces tuvo que cuidar a su madre enferma. Entonces, ¿por qué no empezar un escuadrón de porristas ahora? “¿A quién animarían?”, se pregunta el público y la abuela más gorra de toda la película(Celia Weston). Y La respuesta de Martha: “¡A nosotras!” Y es así donde se desencadena el montaje de prueba que todos amamos, un cliché que nunca deja de sorprender cuanto lo usan, y ¡cuanto nos gusta!, el montaje de práctica, donde conocemos a nuestras viejas conocidas actrices secundarias, el miembro de la familia que se opone, el marido que se opone, los pesimistas que usan términos como “no apropiado para la edad”, y la aparición de adolescentes de secundaria que nadie esperaba ver. Con un final, que mientras esperado, no dejó de deleitarnos como si fuera la primera vez que lo vivíamos. La directora tras el film es reconocida por sus documentales y es algo que se puede apreciar por los tiempos que maneja la historia y el story-telling que plantea. Zara Hayesbrings tiene un buen ojo para los detalles detrás de escena y en su primer largometraje mantiene las cosas dinámicas y en movimiento. Es una realidad que el cast de viejos profesionales puede no estar a la altura de los tanques de Hollywood, pero reconoce bien a su target y mantiene las cosas animadas. Keaton está tan radiante como siempre. Rhea Perlman es extremadamente divertida como una mujer que comienza a florecer después de la (¿accidental?) muerte de su marido controlador y obsesionado con el golf , y Pam Grier es cálida y encantadora como un personaje que es feliz para tener una excusa para sacudir esos pompones, con un esposo que está muy feliz de verla con su ropa de ejercicio. El elenco principal es mucho mejor que el guión para transmitir tanto un sentido de hermandad como la exquisita intensidad de las amistades que aparecen a medida que se acerca el final de la vida, cuando todo lo que necesita tener en común es el compromiso de apreciar los buenos tiempos. y estar uno para el otro en las buenas como en las malas, Y eso si es algo para festejar. Te recomendamos a que pases a buscar a tu familiar más cercano de afiliarse a PAMI (o a tu amiga que dice que se siente vieja) y se sienten unos 91 minutos a disfrutar de una comedia que deja lindas enseñanzas y nos compromete a decirnos “Si abuelas pueden hacerlo. Yo también!.. El lunes”.
Esta tragicomedia sobre unas septuagenarias que deciden salir del ostracismo de un centro geriátrico para jubilados pudientes y dedicarse a ser porristas no logra nunca trascender la sensación de patetismo y los límtes previsibles de la fórmula. Para peor, desaprovecha el talento de un auténtico seleccionado de actrices de notable trayectoria con papeles estereotipados que están todo el tiempo al borde del (o directamente sumergidos en el) ridículo. En Mejor que nunca confluyen varios subgéneros, tendencias y clichés del cine contemporáneo: la comedia geriátrica, el humor que aflora en medio de la tragedia, la búsqueda de segundas oportunidades y las diferencias (y reconciliaciones) generacionales. El problema es que ninguno de esos aspectos funciona en este producto torpe y obvio cuyo peor pecado no es que no entretenga, no conmueva ni divierta (su ductilidad y eficacia para el gag es casi nula) sino que somete a actrices de la trayectoria de Diane Keaton, Jacki Weaver, Pam Grier, Celia Weston y Rhea Perlman, entre otras, a un ridículo que ellas no merecen (aunque es cierto que nadie las obliga a aceptar proyectos de tan bajo vuelo artístico). Todo empieza con una enfermedad terminal. Sí, Martha (Diane Keaton) sufre de un cáncer de ovario y decide que es tiempo de abandonar el tratamiento. Deja su departamento neoyorquino en el que ha vivido desde joven, vende todas sus pertenencias y se marcha -en medio del dolor, la impotencia, la bronca y la resignación- a una suerte de country en Georgia que funciona como residencia para ancianos de buen pasar económico. La vida allí es por demás aburrida y su nueva vecina Sheryl (Jacki Weaver), algo así como su opuesto complementario, le ofrece noches de póquer y alcohol. Sin embargo, nada de eso parece entusiasmar a una protagonista que no sale de su actitud de desprecio, superioridad y malhumor. Hasta que un día, en medio de una charla casual, Martha recuerda que una de las asignaturas pendientes en su vida es la de haber sido cheerleader. Así, se convertirá en la líder de un grupo de entusiastas y en principio poco dúctiles porristas septuagenarias y octogenarias. Desde la supervisora del centro de retiro (Celia Weston) hasta las jóvenes expertas en la materia se burlan de ellas a puro prejuicio y empieza a circular un video con una penosa y accidentada actuación. Pero las “chicas”, a pesar de sus carencias físicas, no darán el brazo a torcer en esta suerte de mixtura entre Triunfos robados y Cuando ellas quieren con algunos elementos de Todo o nada (The Full Monty).La película es bastante patética, no cuida (ni quiere) demasiado a sus personajes y en el terreno de la redención tampoco termina por conmover. Un producto construido a base de fórmulas, estereotipos y lugares comunes. Peor que nunca.
En las entrevistas de promoción de Mejor que nunca, Diane Keaton pidió que la industria cinematográfica deje de ignorar a las mujeres mayores de 60. Un reclamo justo por una situación que a ella la afecta personalmente: esa falta de oportunidades para las actrices de tercera edad tiene que ser una de las explicaciones de su participación en una película como ésta. Annie Hall también necesita pagar las expensas. Keaton lleva sus 73 años con una vitalidad envidiable y ese elegante aspecto de hippie de los ’60 devenida intelectual con onda. Sigue siendo tan juvenil, fresca y simpática como en las épocas de su sociedad artística con Woody Allen. Pero ahora ya no la dirige el genio neoyorquino sino Zara Hayes, que viene del documentalismo y debuta en el terreno de la ficción. Y entonces Keaton entrega una actuación tribunera, con mohínes constantes para los espectadores. Así y todo, Jacki Weaver y ella son lo más rescatable de esta comedia que se propone reivindicar a los viejos y no hace más que ser condescendiente con ellos. La historia se inscribe dentro del subgénero que tiene a The Full Monty como pináculo: personajes perdedores que se proponen competir en un deporte o montar un espectáculo para el que son inadecuados. Aquí hay una mezcla de ambos objetivos, porque las residentes de este condominio para mayores de 55 años quieren armar un equipo de porristas. Mejor que nunca no se aparta de la receta habitual para estos casos: las entrevistas de selección a las candidatas (cliché del que tan bien se burló Deadpool 2), el videoclip musical con los progresos que van haciendo, el par de contratiempos que consiguen superar. A todo esto se le añade unas dosis de eso que Hollywood entiende por feminismo, como para no apartarse de la corrección política imperante, y un trasfondo dramático rayano en el golpe bajo. Entre una infinidad de gags infantiles se cuela el contradictorio mensaje de que no se debe tratar a los ancianos como niños (aparentemente al público sí se lo puede subestimar). Apenas un par de chistes de humor negro elevan un poco el umbral de ingenio, pero no alcanzan para que pasar una hora y media en este geriátrico de lujo valga la pena.
Mejor que nunca tiene que lidiar con dos territorios minados de prejuicios, la comedia y la vejez. El primer encuentro entre Martha (Diane Keaton) y los habitantes de una comunidad de retiro en la soleada Georgia despierta todas las alertas posibles, en ella y en los espectadores. Pero, paradójicamente, el camino de excéntrica revelación de Martha, que abandona la quimioterapia para vivir sus últimos días según sus reglas, es similar al del espectador dispuesto a abandonar las expectativas de banalidad que se asocia al entretenimiento y a sumarse a la simpática calidez que tiene para ofrecerle la película. La decisión de la documentalista Zara Hayes en su primera ficción es priorizar la dinámica que consiguen Diane Keaton y Jacki Weaver, convertidas en amigas en una vejez que se descubre una instancia de aguda y compartida resiliencia. Es que no solo tendrán que enfrentar las estrictas normas de las damas sureñas que gobiernan esa lujosa jubilación con mano de hierro, sino a los impedimentos que las nuevas generaciones tienen en mente para ahogar toda plenitud de esa tercera edad. El baile de las porristas es una excusa tanto para las protagonistas como para la película: bailar significa atentar contra lo que se supone que debe hacer la gente grande y contra lo que se espera de una comedia con este espíritu. Por eso, el humor negro de Keaton y la extraordinaria gracia de Weaver son la mejor recompensa.
Un film que tiene como objetivo hacer lucir especialmente a la gran Diane Keaton acompañada por las queribles y talentosas Jacki Weaver, Pam Grier, Rhea Perman, Phyllis Somerville y Celia Weston. Eso es lo mejor que tiene el film: convocar a estas talentosas mujeres. La pena es que ni la directora ni la guionista, Zara Hayes y Shane Atkinson supieron aprovechar ese tesoro. Armaron una comedia con la premisa de demostrar que mujeres de la tercera edad pueden ser porristas que logran competir en concursos que suelen estar poblados por adolescentes empeñosas. El tema es que en el argumento no se profundiza para nada en ningún personaje, ni se explica porque una mujer solitaria decide suspender su tratamiento contra el cáncer y mudarse a un barrio cerrado ideal para ser poblado por integrantes de la tercera edad adinerados. Ni como esa mujer amargada se engancha con armar un grupo de porristas. Chispazos de humor, mini rebeliones, y todo en función de demostrar que con el baile y las ilusiones se supera todo, hasta las humillaciones y los obstáculos machistas de maridos e hijos. Queda un entretenimiento que demuestra lo que ya sabemos que Diane Keaton y sus compañeras pueden brillar aunque nada este a la altura de sus posibilidades.
Otra rancia comedia geriátrica Un grupo de septuagenarias que quieren ser porristas es la excusa para un film que parece dirigido por alguien que no conoce a ningún jubilado. Que se estrenen pocas comedias en la Argentina es una mala noticia. Que una de esas pocas sea Mejor que nunca, ya es una tragedia. Se trata, a fin de cuentas, de uno de los exponentes más rancios de ese subgénero de por sí rancio conocido como “comedia geriátrica”, integrado por películas concesivas, pensadas únicamente en función del agrado de una platea de 65 años para arriba y protagonizadas por actores de renombre aunque en el ocaso de sus carreras. Los tópicos se repiten: los inevitables achaques de la edad, el choque con las nuevas generaciones, el Viagra, la muerte… Pero ojo, porque en ninguna de estas películas alguien la pasa mal, ni tiene crisis existenciales ni se preocupa por la soledad o el sustento económico. Por el contrario, todos tienen las cosas lo suficientemente resueltas como para salir en busca de nuevos aires para sus vidas, siempre en lugares paradisíacos donde brilla el sol. Allí aparecen, entonces, actividades que postergaron en pos de otras obligaciones más urgentes. Actividades que pueden ir desde viajar por el mundo y cumplir con una lista de pendientes hasta, tal como ocurre aquí, formar un grupo de porristas. Si leído suena mal, en pantalla es aún peor. “Nadie quiere ver a unas ancianas bailando en minifaldas”, dice el hijo de una de las futuras cheerleaderscuando se entere del nuevo hobbie de mamá. Pero el problema aquí no es que bailen ni que vistan minifaldas, sino la incapacidad del guión de Shane Atkinson –que parece que no conoce a ningún jubilado– de darle una mínima carnadura a esas mujeres. Da toda la sensación que la única consigna de Mejor que nunca era armar un elenco de lujo y después, una vez en el set, ver qué hacer. Y lo que hacen es tan evidente como desprolijo, con situaciones notoriamente colocadas donde están para forzar emociones y una narración que avanza como auto en ruta provincial poceada. Lo único agradable es la envidiable locación donde transcurre la acción, una comunidad de retiro llena de lujos que podría definirse como un Nordelta para viejos. Allí confluyen las ocho septuagenarias que, encabezadas por Martha (enésima participación de Diane Keaton en una comedia geriátrica), forman el grupo de porristas con la intención de participar en un concurso de baile. Las situaciones se vieron mil veces antes y las mil veces mejor. Empezando por un casting donde cada mujer baila peor que la anterior, síntoma de que aquí se confunde humor con ridiculez. Algunos conflictos generados por situaciones externas (ese hijo que no quiere que mamá baile, el pulgar debajo la encargada del lugar, un encargado de seguridad que era malo y se da vuelta como tortilla) son el preludio a una vuelta de tuerca sacada de la galera que pega por debajo del cinturón y tiene como finalidad la conmoción del espectador. Siempre y cuando esos espectadores tengan, se dijo, más de 65 años y no hayan ido al cine más de dos veces en su vida. Caso contrario, difícilmente alguien pueda disfrutar de esta película que, como bien señaló Jeannette Catsoulis en su crítica para el The New York Times, tiene chistes que parecen incluso más viejos que la edad combinada de las porristas.
Mejor que nunca presenta el típico concepto dramático de las películas del canal Lifetime con el tratamiento amistoso y positivo de Hallmark. En este caso una mujer que sufre una enfermedad terminal descubre una manera diferente de llevar su situación personal gracias a los vínculos que forma en una residencia para personas jubiladas. Todos los tópicos relacionados con la vejez son trabajados desde una óptica más humorística, donde el espectáculo se hace llevadero gracias a la buena química que presenta el reparto. Diane Keaton, quien ya interpretó roles cómicos de este tipo, conforma un buen equipo con Jackie Weaver (El lado luminoso de la vida) y Rhea Perlam que son artistas con mucho oficio en este género. Ellas tres especialmente son las responsables de sacar adelante un guión extremadamente previsible. Gran parte de la situaciones graciosas giran en torno a los achaques físicos de las protagonistas, que sumado al exceso de clichés argumentales representan la gran debilidad de esta propuesta. El tema con este film es que si no formás parte del target de público específico al que está dirigido (mujeres de más de 60 años), cuesta muchísimo engancharse con la trama y las vivencias que enfrentan los personajes. El mensaje que intenta expresar la directora Zara Hayes sobre la crisis de la vejez tiene sus buenas intenciones, pero como producción artística no es una propuesta muy inspirada. A todas estas actrices las pudimos disfrutar en comedias superiores. De todos modos, tampoco es el desastre que auguraban las críticas norteamericanas y puede resultar un pasatiempo ameno para aquellos espectadores que tengan una conexión generacional con las protagonistas o el conflicto que se plantea.
Hay muchas películas sobre delincuentes de la tercera edad, e incluso una sobre un club de lectura para mujeres maduras. Pero “Mejor que nunca” es la primera sobre porristas de la tercera edad, y si bien la idea es original, el chiste no es tan bueno como para sostener una película completa. Diane Keaton es una anciana neoyorquina que decide mudarse a una comunidad para jubilados en el Sur de los Estados Unidos. En el sitio no hay mucho que hacer para divertirse, y de pronto surge la gran idea: armar un club de porristas de la tercera edad. Como en este tipo de comedias siempre hay una subtrama dramática, y en este caso tiene que ver con la enfermedad terminal de la protagonsita, que a su vez cuando era joven tuvo que renunciar a ser porrista para cuidar a su madre enferma. Se trata de un film razonablemente divertido sin una trama muy elaborada, y con coreografias que van desde lo vistoso a lo muy mediano. Eso sí, Diane Keaton se luce en cada escena.
Por siempre joven Este film nos muestra un grupo de mujeres de la tercera edad, motivadas por una en particular, quien a partir de una difícil encrucijada decide encarar la vida de una manera mucho más radical. Es un agradable film para reflexionar sobre los cuestionamientos más íntimos, tu realidad y tu historia, que te acompañan adonde vayas, no podés huir de tu propia historia. Poms (2019) es una película estadounidense de baile y comedia, dirigida por Zara Hayes y protagonizada por Diane Keaton en el rol de Martha, una mujer que se muda a una comunidad de retiro, y crea un equipo de porristas con sus compañeras residentes. Deciden presentarse a una competición y contratan a Chloe (Alisha Bo), una joven cheerleader que se encargará de entrenarlas. Para Martha, la pasividad no es fácil y se encuentra derrotada, su vecina y amiga Sheryl (Jacki Weaver) es quien la anima. Martha, determinada a luchar contra todo prejuicio, deberá probar que no hay edad ni situación para convertirse en protagonista. Una caja con un disfraz de “cheerleader” y un portarretrato de ella y su madre son los objetos detonantes para decidir sonreír nuevamente. Aunque predecible, y algo superficial en el tratamiento de ciertos temas, la directora Hayes logra su cometido, resultando entretenida y llevadera, sin demasiadas pretensiones. Se destaca la interpretación de Diane Keaton muy bien acompañada por el resto del elenco en su versatilidad, quien es capaz de sostener el personaje con sus altas y bajas a lo largo del film, para resultar creíble. Quizás exista un desbalance al otorgarle todo el protagonismo ya que las demás historias no se desarrollan en profundidad. La directora utiliza los contrastes de las locaciones de forma favorable, -ciudad/lugar de descanso- dándole al argumento un peso extra. Por otro lado, predomina la paleta de colores pasteles en el nuevo lugar connotando felicidad y ya dejando atrás los colores fríos de su realidad. La música es la adecuada desde su inicio hasta que finaliza. Sin lugar a dudas, el final es muy bello y emocionante, otorga toda la profundidad que carece durante su desarrollo. El mensaje más importante es muy valedero y, aunque nada novedoso, vale la pena reiterarlo en tiempos convulsionados: siempre estás a tiempo de hacer aquello que soñaste y te quedó pendiente; si tenés miedo, lo deberás enfrentar para lograrlo y sentir felicidad. Acompañados, el viaje es mejor y nunca es tarde para conocer el significado de la amistad.
Mejor que nunca (Poms) es una comedia que cuenta la historia de Martha (Diane Keaton), una mujer que se muda a una casa de retiro en un barrio donde todos están retirados como ella. Está enferma aunque prefiere no compartir esa información con los demás. Desde su llegada descubre las reglas aburridas y acartonadas del lugar, un espacio de aburrimiento para gente mayor. Solo su alocada vecina para saltearse algunas reglas y juntas comenzarán con el proyecto de crear un grupo de porristas sumando a varias vecinas de lugar. Comedia tribunera, con todos los lugares comunes pero también confiando en la simpatía de las actrices y la genuina honestidad del tema. En una lista de películas con protagonistas mayores, Mejor que nunca no figurará entre las mejores, pero tampoco entre las peores. Diane Keaton es la actriz única que ha sido siempre, fiel a su estilo que jamás abandonó en todas décadas. Ojalá tuviera un mejor guión alrededor, pero algunas buenas risas y un poco de emoción consigue por momentos esta pequeña película.
Martha se muda a una comunidad de retiro, todos sus vecinos son grandes y las actividades están planificadas y divididas en grupo, pero ella decide empezar su propio club y hacer una cuadrilla de porristas para cumplir su sueño, más de 50 años después. Poms (Mejor que Nunca) es una comedia que intenta ser una oda a la tercera edad, pero se queda en los clichés y desperdicia un elenco increíblemente talentoso.
De venta difícil para un público general, pero Mejor que Nunca puede funcionar en un sector específico. A22 años de su estreno, podemos decir que The Full Monty popularizó una suerte de subgénero. Aunque todavía necesitado de una nomenclatura precisa, el estilo se reconoce inmediatamente: grupo de personas se mete de lleno en una actividad habitualmente practicada por gente que físicamente hablando son todo lo que ellos no, y cómo por sortear el ridículo que pueda expresar la mirada de los otros terminan resolviendo problemas tanto internos como externos. El universo puede cambiar y los motivos también, pero el gancho está. Asignatura Pendiente La superación es todo en Mejor Que Nunca. Es una película donde se pone en juego no solo la vergüenza, sino los sueños incumplidos y el respeto de la juventud (así como la falta de él). El público de mayor edad se sentirá identificado con ciertas situaciones que atraviesan las protagonistas, en particular aquellas de índole física. Una vez establecida la premisa, el espectador verá cómo los personajes se divierten, se equivocan y se rebelan ante los arrogantes de ocasión que se pasan de línea. El filo, carisma y solidez interpretativa de actrices como Diane Keaton y Jacki Weaver ayuda mucho a este potencial atractivo. A lo mejor estos detalles son los que pueden gustar a ese sector de la audiencia que, por lo menos en lo mainstream, fueron dejados de lado en el panorama cinematográfico actual. Un panorama que está incuestionablemente apuntado, en estricto sentido de marketing, hacia los adolescentes, quienes en esta película encuentran su representación en una subtrama que es más simple presencia que desarrollo. Por noble que sea esta meta inclusiva, la solidez narrativa es un tema aparte. Es más, la solidez narrativa es lo que puede ayudar a que el resultado final cautive más allá de su audiencia objetivo. Ese puede ser el problema por el cual Mejor Que Nunca resulta una venta difícil para un público general. Su desarrollo narrativo tiene mucho de lo positivo y lo indispensable de lo negativo, ya que las fuerzas opositoras aquí son bastante endebles. La principal antagonista invierte todos sus esfuerzos en sacar de circulación a este equipo de porristas, pero el que sus motivos no queden manifiestos de una u otra manera le quita fuerza como antagonista y lucimiento a la película. También se puede esgrimir que el verdadero antagonista es el cáncer que devora al personaje de Diane Keaton. Sin embargo, más allá de su simple introducción en la presentación del personaje y algunos planos de ella vomitando, este nunca se presenta con la suficiente potencia para que amenace con derribar su plan. Si no tiene dicha potencia no hay riesgo, y se puede perder el interés del espectador por el triunfo de la protagonista. Parecería que la trama recuerda lo complicado de la enfermedad recién al acercarse el desenlace; para la necesaria aparición de una crisis que obligue a la protagonista a recuperar fuerzas, respondiendo a una formalidad de la convención narrativa más que a otra cosa.
Es cierto que las "comedias geriátricas" ya tienen su lugar en la industria cinematográfica. Desde viejitos que planean un robo en represalia por las magras jubilaciones ("Un golpe con estilo") hasta veteranas amantes de la literatura que disfrutan de la lectura y arman su club ("Cuando ellas quieren"). Y ahora se agrega directamente el tema de los "resort de la tercera edad", que es el que elige Martha (Diane Keaton) para pasar sus últimos días luego de un diagnóstico complicado. Entre señoras de su edad o mayores que ella deberá acceder al mundo de las piletas climatizadas, las canchas de tenis y hasta los juegos de bolos de los veteranos. Pero como a Martha todo eso la aburre, después de liquidar su casa para poder pagar el resort decide cumplir su sueño: ser jefa de porristas. Con la amiga Sheryl y otras cómplices de aventura seleccionarán un team que sueña con competir en el mejor estilo, luego de las prácticas que Martha impone al conjunto. La directora Zara Hayes, que hacía documentales hasta filmar "Mejor que nunca", proyectaba una película deportiva, orientada hacia el mundo de las porristas. Pero desvió la atención hacia la ficción y luego de pensar en Diane Keaton ("Annie Hall: dos extraños amantes") y en un buen elenco, contrató a la coreógrafa Margaret Derricks, premiada varias veces y presente en las recordadas "Pequeña Miss Sunshine" y "Showgirls". Ella se ocupó de preparar a las actrices y logró la escena final que involucró a setecientos extras. PROS Y CONTRAS Que el filme es liviano, lo es. Que abunda en estereotipos, sí. Que su guion deja mucho que desear y los chistes sexuales se reiteran y no son nada luminosos, también. Pero a pesar de todo, Keaton, con su carisma y alegría de vivir, junto con Jacki Weaver y Pam Grier, no dejan de ser lo que son, primeras actrices. Y brillan a pesar del argumento, de las obviedades y de todo lo que se critique de este filme. Es que a pesar de tantos puntos en contra, la película, que no es para señores, ni para chicos o adolescentes, sólo para mujeres (si son mayores, mejor), recupera puntos. Y lo hace con muchas de esas veteranas que soñaron, desde un continuado, con Rock Hudson y envidiaron a Doris Day, desconocidos para la juventud que ama a Brad Pitt y envidia a Rihanna. Ellas se reconocen, de alguna manera, en los sueños simples o imposibles como éste de ser porristas, sueños en que se refugiaron muchas amas de casa que nunca pudieron frecuentar el resort "Sun Springs" de la película.
Diane Keaton es la líder de un subgénero que la tiene como protagonista de una infinidad de historias en las que la edad, el amor, la amistad, las enfermedades e, inevitablemente, la muerte, son temas recurrentes. Así como fue parte de un club de lectura de señoras mayores, enamoró a un joven para luego quedarse con alguien de su edad, organizó una boda para luego enfrentar a su familia y recuperar su espacio y tiempo perdido, entre otras, ahora en “Mejor que nunca” (POMS, 2019), de Zara Hayes, es la líder de un grupo de señoras que viven en un lugar de retiro y deciden volver a calzarse el traje de porrista y disfrutar en equipo sus últimos días juntas. Martha (Keaton) es una mujer que toma una drástica decisión al enterarse de la inevitabilidad de una enfermedad. Tras perder a su marido decide ir a vivir a un espacio en las afueras de la ciudad preparado específicamente para personas de la tercera edad que se encuentran, en apariencia, saludables. Así, conocerá a un variopinto grupo de mujeres, interpretadas por Pam Grier, Rhea Perlman, Jacki Weawer, Celia Weston y Carol Suton, entre otras, con las que se relacionará y particularmente con una vecina que le hace recuperar sus ganas de calzarse la minifalda y agarrar las porras, y hacer un poco de ejercicio. “Mejor que nunca” no explica mucho más que aquello que muestra de sus personajes, están allí, sólo a alguna de las protagonistas se les ofrece un contexto, pero no mucho más, y allí, en esa decisión de guion es en donde se debilita más la propuesta. Helen comenzará un trabajo de reclutamiento de “porristas” para participar de una competencia oficial, tras haber sido expuestas por una joven, quien terminará aliándose al grupo de veteranas. Detrás de “Mejor que nunca” está Netflix, seguramente el famoso algoritmo hizo fuerza para que Keaton, una de las actrices más elegidas en la plataforma, se sume a una de las protagonistas de “13 Reasons Why”, Alisha Boe, en esta dramedy que tiene todos los lugares comunes habidos y por haber, pero que en el vuelo que cada una de las actrices le pone a sus personajes, y juegan con el hecho de ser “porristas”, hay un hilo de luz que salva la película.
Desafiando prejuicios en la tercera edad. Esta comedia dramática dirigida por Zara Hayes y protagonizada por Diane Keaton aborda temas como la vejez, la amistad, la enfermedad y la liberación femenina, aunque de manera muy superficial. El personaje de Keaton, Martha, es una mujer soltera, sin hijos, de unos setenta años que, aquejada por un cáncer terminal, decide vender todas sus cosas e instalarse en una comunidad de retiro en Georgia. Las reglas del lugar marcan que todos los habitantes deben unirse a un club o formar uno por su cuenta. Martha se hace muy amiga de una vecina, Sheryl (Jacki Weaver), y juntas tendrán la alocada idea de crear un club de porristas, un viejo sueño de juventud de Marha que nunca había podido concretar. A ellas dos se sumarán seis mujeres más, todas de la tercera edad. Pese a la dura oposición del concejo municipal liderado por Vicki (Celia Weston), las ocho integrantes de la troupe se saldrán con la suya y participarán de una prestigiosa competición, entrenadas por la joven porrista Chloe (Alisha Boe), que es estudiante de un colegio secundario de la zona. El guion de Shane Atkinson presenta un grave problema: la precariedad en la conformación de los personajes. En el caso de Martha, sabemos que tiene un cáncer terminal y que desiste de realizar el tratamiento pero no queda claro por qué. Lo mismo sucede con Sheryl, su amiga inseparable, de quien tenemos pocos datos, y así sucesivamente con el resto de los roles. La trama es muy pobre; la intención parece ser la de lograr la emoción del espectador al ver la desfachatez de estas señoras mayores que desafían todos los prejuicios de la sociedad y de sus familias para materializar una especie de liberación. Sin embargo, el objetivo de la emoción apenas se consigue, ya que por momentos la historia se vuelve errática y aburrida. Un aspecto positivo del film es que rescata y pone en un primer plano el valor de la amistad, a través del vínculo entre Martha y Sheryl, que se afianza cuando esta última se entera de la enfermedad que sufre su vecina y compañera; se nota una química entre ambas actrices que traspasa la pantalla. En cuanto a las actuaciones, Diane Keaton pone todo su desparpajo y gracia al servicio de la historia, muy bien acompañada por Jacki Weaver, Rhea Perlman y Pam Grier. En tanto, Alisha Boe, como la joven porrista que se rinde ante el afecto de estas señoras y las adopta como sus abuelas, demuestra mucho carisma en su papel. A su vez, es correcto el trabajo de Charlie Tahan como Ben, el joven secretamente enamorado de Chloe que prepara la música para las presentaciones de las porristas. En definitiva, el objetivo de conmover al espectador queda trunco a partir de un guion lineal y previsible, que no profundiza en nada. Se logra transmitir el mensaje de que la vejez y la enfermedad no deben ser un obstáculo para cumplir aquellos deseos de juventud no concretados en su momento. Sin embargo, esta idea queda opacada por la flojedad en la trama, especialmente en la construcción de los personajes. Sólo la interpretación de una figura mayúscula como Diane Keaton, alma máter de la película, así como la de sus compañeras de elenco, salva una narración sostenida por alfileres.
Previsible y desperdicio de un gran cast. El problema no es el qué sino el cómo. La comedia geriátrica en plan femenino: una señora (Keaton, siempre grande, hasta en lo pequeñísimo) se muda a un campo de jubilados y, para no aburrirse, crea con otras residentes un grupo de cheerleaders. Eso es casi todo, más las falsas gracias de tener que pelearse con la osteoporosis (aclaremos que esto no lo escribe un jovencillo, tampoco). Previsible y desperdicio de un gran cast. El problema no es el qué sino el cómo: está filmada a desgano, sin creatividad ni tempo narrativo.
Mejor que nunca es el debut en el cine para la directora Zara Hayes, una mujer que tuvo una carrera principalmente marcada por documentales y que ahora llega con esta comedia liviana para todo tipo de público. La trama nos contará la historia de Martha (Diane Keaton) una mujer de New York que decide mudarse a una residencia privada para gente mayor debido a que sufre de cáncer y quiere pasar sus últimos días en tranquilidad. A los minutos de haber llegado a su nueva casa, conoce a su vecina Sheryl (Jackie Weaver) una mujer alegre y divertida que no para de meterse en situaciones hilarantes. Al aproximarse un concurso de talentos en la residencia, ambas deciden formar su propio club de porristas con otras habitantes del campus. La base y columna vertebral de la película es sin dudas las actuaciones de las legendarias Diane Keaton y Jackie Weaver. Y aunque no realizan unas performances memorables, crean una química actoral muy simpática y divertida. Las situaciones de comedia no son forzadas y para nada rebuscadas, eso es algo bueno porque pone al espectador en una posición simple en la que no lo trata de convencer de algo que no fue a ver. Hay que aclarar que la historia cae en muchísimos clichés: enfermedades, amores, emoción e autosuperación pero como mencioné, es aceptable y no algo cuestionable. La idea central del film se ha visto en otras propuestas en el cine pero que al estar conformada por mujeres de edades mayores, le da ese plus que realmente trata de contar. Algo clave que quiere traer la historia a la mesa de discusión es el destrato que muchas veces reciben los ancianos, viéndolos como personas que ya no sirven o que simplemente tienen que dejar de perseguir sus sueños. Mejor que nunca es una película con una comedia muy apta para todo público que bien se podría ver en el cable una tarde de domingo, pero que seguramente sirva también para una salida familiar al cine.
Desde el lanzamiento de su tráiler, fue criticada por tratarse de mujeres de cierta edad entrenando para ser porristas; pero paradójicamente, su mensaje clave es que siempre procuremos cumplir nuestros deseos y pasiones, sin importar la edad y lo que digan los ajenos. Mejor que nunca En una época donde se pretende eliminar los prejuicios, las etiquetas y las estigmatizaciones, ¿por qué no hacer una película donde se pueda plasmar el hecho de disfrutar sin pensar en los modelos a seguir? Mejor que nunca, no es la mejor película del año, ni mucho menos, pero cuando las actrices comienzan a prepararse y a bailar, es entretenida. Al ver a estas conocidas mujeres disfrutar de la música, siendo genuinas y casi sin importar los personajes que interpretan, ni las cámaras, emocionan al proyectarlas como abuelas y relacionándolas con las nuestras. De hecho, es interesante como a lo largo de la trama, se van manifestando diferentes puntos de vista y opiniones referidos a esta liberación de ser porristas. Demostrando que las críticas, pueden llegar de pares, impares, mayores y menores. También se expone la dualidad que sienten las protagonistas con esta nueva actividad; si permitirse soltarse siendo una desfachatada alegre, o mantener ciertos criterios y principios delante, por la sociedad o incluso por sus familias. El elenco escogido aporta al dinamismo y desarrollo de la historia, y al conocer a varias intérpretes, de films anteriores, encontrarlas en estos papeles es simpático. Como cabeza está Diane Keaton, y como compañeras de equipo, podemos mencionar a Jacki Weaver (El lado luminoso de la vida), Rhea Perlman (Matilda) y Carol Sutton (Historias cruzadas). También componen el reparto, Celia Weston (Sin reservas), Alisha Boe (13 Reasons Why) y Bruce McGill (MacGyver), entre otras figuras. Mejor que Nunca Es un largometraje que si bien no plantea desafíos en su argumento, prioriza y promueve un mensaje de acción, de hacer sin culpas ni limitaciones, disfrutando especialmente. Y combinándolo con música y una pizca de humor.
LOS AÑOS PERFECCIONAN EL BAILE Y EL HUMOR La vejez es una etapa generalmente devastada y despreciada por la sociedad, en la que muchas personas empiezan a pensar que ya les quedan pocos años de vida. La combinación de estos aspectos hace de los adultos mayores seres con mayor impunidad que a cualquier otra edad. Ya han vivido mucho pero no van a resignar lo que les queda porque ya no tienen nada que perder. Así es el personaje de Martha (Diane Keaton), una mujer que decide realizar su sueño más allá de los impedimentos propios y de su contexto. Pero por suerte, para los espectadores, su anhelo es el de ser porrista, con lo cual todo el film se llena de humor ante esta hazaña tan ridícula. Tras enterarse que tiene cáncer, Martha se muda a una residencia de ancianos. Todos en el lugar tienen la obligación de pertenecer a un club, pero junto con eso el derecho de crear el suyo propio, si no se ven identificados con los que ya existen. Ante esa posibilidad y un sueño frustrado de la juventud Martha junto a su vecina deciden conformar uno de porristas. Mejor que nunca cuenta con varios aciertos, pero también recae en lugares comunes. El deseo de estas mujeres se posiciona por sobre cualquier impedimento y es esa una de sus fortalezas. Aparecen diferentes formas de vejez: la abuela que se hace cargo de su nieto, la que fue sumisa y ahora se empieza a revelar ante eso, la que comienza a sentirse sexy, a la que los hijos la suprimen. Todas ellas encuentran en el baile un espacio habilitado para reconciliarse consigo mismas. Aunque Keaton es el personaje principal, todas las demás mujeres que conforman el equipo presentan buenas actuaciones. Incluso, en muchos momentos, Sherly (Jacki Weaver) es un personaje mucho más atractivo que el de Martha. Keaton representa a una mujer bastante seria, que tan solo en algunas instancias logra explotar y hacer de su rol uno realmente llamativo. El humor es el gran motor que impulsa a este film y lo mantiene a flote. Por un lado, se presenta desde las escenas ridículas de ellas bailando. Este aspecto se perfecciona cuando ellas empiezan a entrenar. Logran más precisión en dar a sus movimientos personalidad y gracia, haciendo que resalten ya no por la ridiculez sino por el humor acertado de ver a mujeres mayores realizando movimientos de porristas. Pero también las risas aparecen en el momento de los chistes que realizan. El humor negro está siempre presente y queda muy bien bajo el manto de esas cordiales abuelitas. Por el otro lado, la película recae en situaciones muy predecibles. La trama se vuelve bastante lineal y básica. Esto, sumado a la solemnidad con la que trabajan por momentos la satisfacción de realizar los sueños pospuestos, hace decaer todos los otros aspectos que le dieron fortaleza.
Mejor Que Nunca: Volver a empezar. Llega una comedia liviana que reflexiona sobre el envejecimiento, las enfermedades y la posibilidad de alcanzar los sueños sin importar la edad. Diane Keaton protagoniza “Poms”, una comedia sobre las deudas pendientes. Zara Hayes debuta en ficción con esta película que sin demasiadas pretensiones busca dar un pantallazo sobre ciertas problemáticas que afrontan las personas durante la vejez, su forma de lidiar con la adversidad y las posibilidades de alcanzar viejos objetivos gracias a nuevas miradas. “Mejor que Nunca” es una comedia menor que se encarga de presentar todos los lugares comunes y clichés que le permite tanto el género como este tipo de historias con personas mayores que se encuentran transitando la tercera edad. No obstante, gracias a una ajustada química entre las intérpretes, a ciertos pasajes divertidos y a un elenco casi enteramente femenino que viene a demostrar la nueva tendencia igualitaria en las producciones de Hollywood, el film se destaca por sobre la media de relatos similares otorgando un producto pasatista y medianamente entretenido. Si bien uno espera mucho más de una producción que encabezan figuras de la talla de Diane Keaton, Jackie Weaver, Pam Grier, Celia Weston y Rhea Perlman, la cinta no llega a ser el desastre estrepitoso que muchos críticos norteamericanos indicaron que era. El largometraje nos cuenta la historia de Martha (Keaton), una mujer solitaria que tras una vida tranquila, sin hijos, ni pareja decide retirarse a una residencia de ancianos para vivir sus últimos años allí. Decide buscar un nuevo panorama para dejar atrás los inefectivos tratamientos de un cáncer terminal que viene atravesando. En dicha residencia conocerá a Sheryl (Weaver), una vivaz y alegre anciana que pasa las noches haciendo fiestas y jugando al póker con varios de los demás residentes del lugar. Ambas entablaran una amistad que las llevará a montar un equipo de porristas con sus compañeras. Pero lo que comienza siendo un hobby se acaba convirtiendo en algo más serio cuando deciden presentarse a una competición. Para ello, contarán con la ayuda de una joven porrista (Alisha Boe) que se encargará de entrenarlas. Quizás el principal problema de la cinta sea tanto su familiaridad como lo predecible de las acciones que van teniendo lugar durante el desarrollo de la trama. Asimismo, por momentos se siente como bastante liviana la observación que se tiene sobre el cáncer y sobre los achaques de la edad, pero lo cierto es que además de que el relato está planteado como una comedia, resulta bastante destacable que en ningún momento se incurra en golpes bajos que busquen la lagrima fácil del espectador. La audiencia tendrá empatía por este grupo de mujeres gracias a una innegable química (principalmente entre Keaton y Weaver) de las integrantes del grupo improbable compuesto por grandes actrices. Por otro lado, puede ser que los gags no funcionen del todo en ciertos pasajes, pero el oficio de Diane Keaton muchas veces saca adelante la historia. Por ahí también se nota un poco desaprovechadas a Pam Grier, Celia Weston y Rhea Perlman, por solo enumerar a alguna de las actrices secundarias que completan el elenco, aunque lo cierto es que las subtramas no están del todo trabajadas y hacen que la historia no esté del todo compensada. Por otro lado, Charlie Tahan y Alisha Boe, que hacen de los jóvenes que apoyan al grupo de ancianas, son forzados a componer un interés romántico bastante imaginable que tampoco le aporta demasiada dimensión a la narración. “Mejor que Nunca” es un relato pasatista que ofrece un entretenimiento sin demasiadas pretensiones. Una comedia que divierte por momentos, a pesar de que sepamos y preveamos qué camino transitará hasta el final. El producto no es tan anodino como se podía pensar previo a su visionado, pero igualmente presenta varias fallas que terminan empañando una experiencia que debería ser mucho más gratificante teniendo en cuenta el gran talento de sus personas involucradas.
Este opus en tono de comedia es sólo una gran excusa para el lucimiento de Diane Keaton, también productora asociada del mismo. Martha (Diane Keaton), una casi octogenaria con enfermedad terminal, decide ir vivir en una residencia de ancianos en donde cada quien tiene su casa, tal como si fuese un barrio privado, pero con custodia, comodidades y asistencia. Animada por su vecina Sheryl (Jacki Weaver), decide dar rienda a un sueño incumplido, ser animadora, por ello crea un equipo de animadoras con sus nuevas amigas y vecinas. Pero lo que comienza siendo un hobbie se acaba convirtiendo en algo más serio cuando deciden presentarse a una competencia. Para ello contratan a una joven cheerleader (Alisha Boe), quien se encargará de entrenarlas. Lo peor de todo es ver a una gran actriz todo terreno querer producir risas a partir del humor físico, lo mismo sucede con el resto del elenco. Todo un desperdicio de talento, la nombrada Jacki Weaver, conjuntamente con Rhea Perlman y Pam Grier, que sumadas a la ganadora del Oscar como mejor actriz por “Annie Hall” (1977), termina siendo algo patético, tratando de suavizar el diagnostico, claro. Un filme chato, de estructura narrativa excesivamente clásica, un guión paupérrimo que recurre a todo un catálogo de lugares comunes para avanzar como pueda. Personajes que además de mal presentados, peor construidos, y con ausencia total de desarrollo, terminan por ser una caricatura poco creíbles de sí mismas. Si a todo esto se le agrega la intención discursiva del texto, que nunca logra fehacientemente algo así como queriendo imitar a Héctor Alterio en “Caballos salvajes” (1995) cuando grito “¡La puta que vale la pena estar vivo!”. Aquí ni se acercan.
Diane Keaton es lo único bueno de Mejor que Nunca Diane Keaton encabeza un elenco de intérpretes adultos mayores que, aburridos de la rutina, deciden perseguir algunos sueños del pasado. Los estrenos cinematográficos de esta semana, lamentablemente, vinieron recargados de todos los lugares comunes conocidos por el séptimo arte. Películas correctas, llevaderas y entretenidas hasta ahí, pero carentes de originalidad y valor artístico. Una lástima, ya que en el caso de “Mejor Que Nunca” (Poms, 2019), además, tenemos que sumar el desaprovechamiento de un gran elenco encabezado por Diane Keaton y Jacki Weaver. Zara Hayes ya tenía algo de experiencia en el terreno documental y televisivo, pero esta es su primera incursión en la pantalla grande de la mano de un guión de Shane Atkinson, otro debutante. La historia arranca con Martha (Keaton), quien decide vender casi todas sus pertenecías, abandonar la gran ciudad y mudarse a Sun Springs, una comunidad de retiro en Georgia. Martha no sólo deja su vida atrás, sino también su tratamiento contra el cáncer para poder pasar sus últimos días en este coqueto “centro de jubilados”. Martha no parece tener mucho en común con este tipo de lugares y su gente (ni hablar de esos extraños acentos sureños), pero igual le piensa dar una oportunidad a esta existencia aislada y tranquila, mientras decide qué pasará con sus restos mortales. Desde la dirección le exigen formar parte de alguna de las cientos de actividades extracurriculares que se ofrecen en las instalaciones, pero nada nos indica que sea una mujer apasionada por el golf o a las clases de costura. La paz que tanto anhela se ve pronto interrumpida por su vecina Sheryl (Weaver), una mujer extrovertida y entusiasta que todavía tiene mucha vitalidad acumulada. Martha se da cuenta que no puede seguir ignorando sus invitaciones y visitas, y la amistad entre las dos empieza a florecer. Con el tiempo, Sheryl descubre que, de jovencita, su compañera anhelaba con convertirse en porrista, pero tuvo que abandonar antes de su primera presentación para cuidar a su madre enferma. Esto da pie para que Martha tenga una idea descabellada: formar su propio club y enseñarles a otras mujeres con ganas de revolear los pompones. Lo que de entrada parece un chiste, pronto se vuelve realidad. Para que el “club de porristas” se haga efectivo necesitan reclutar a otras seis compañeras y así también poder así participar de la presentación anual en Sun Springs. Todo esto bajo la estricta supervisión de Vicki (Celia Weston), directora de la comunidad y bruja de tiempo completo. A pesar de los achaques, el grupo empieza a ensayar con un poco de ayuda de Ben (Charlie Tahan), el nieto de Sheryl. Como se imaginaran, “Mejor Que Nunca” intenta celebrar la vitalidad de estas septuagenarias -sumemos a Rhea Perlman, Phyllis Somerville, Pam Grier, Patricia French, Ginny MacColl y Carol Sutton- que buscan cumplir sus sueños tardíos contra todos los pronósticos, pero también se burla de sus movimientos torpes y el maltrato de sus propios hijos, o el de un grupo de bellas y jóvenes porristas que ni se imaginan que también van a llegar a viejas. No hay edad para pomponear La película de Hayes es una historia predecible de manual que, seguramente, cae muy bien entre el público adulto que puede llegar a sentirse mínimamente identificado. Pero más allá de la “hazaña” en sí (que este grupo de señoras pueda presentarse, finalmente, en un concurso de porristas sin hacer el ridículo), poco celebra la vida y la energía de estas mujeres, más cercanas a un arquetipo caricaturesco que a personajes bien desarrollados. Ni Keaton hace el esfuerzo para diferenciarse de otros tantos papeles parecidos que le tocó interpretara lo largo de extensa carrera. Aplaudimos que las pantallas grandes y chicas les den oportunidad a estos/as grandes intérpretes que no siempre siguen las normas de “juventud y belleza” que suele imponer Hollywood, pero también somos conscientes de que hay mil historias mucho mejor llevadas. Sin ir más lejos “Chicas de Calendario” (Calendar Girls, 2003), “El Divino Ned” (Waking Ned, 1998) o cualquiera donde Helen Mirren patee traseros, que no tienen la necesidad de arrancarnos carcajadas a costa de ridiculizar a sus personajes. “Mejor Que Nunca” es una acumulación de clichés, estereotipos y algunos golpes bajos que, igual, se puede disfrutar, pero está demasiado lejos como para poder considerarse cine de calidad.
En los albores de su cáncer terminal, Martha Walker (Diane Keaton) abandona sus citas de tratamiento y decide vender y rematar todas sus pertenencias para mudarse a la comunidad para retirados “Sun Springs”, localizada en las afueras de Phoenix, Arizona. En un comienzo rechaza toda invitación a clubes de convivencia y prefiere quedarse puertas adentro con la longeva televisiva ‘Los días de nuestras vidas’, pero, después de unos primeros acercamientos con su eventual amiga Sheryl (Jacki Weaver), se convence de iniciar un equipo de porristas –su viejo pasatiempo- integrado por las mujeres residentes entradas en la Tercera Edad.
Crítica emitida al aire en Zensitive Radio