Sabiendo capturar la necesidad de relatar en tiempo casi real la lucha feminista por la legalización del aborto en Argentina, el realizador Juan Solanas, que revolucionó Cannes y San Sebastián con la marea verde, presenta una película tan necesaria como acertada, que trabaja desde los orígenes de la lucha, las marchas, los testimonios, ineludibles para profundizar una problemática existente y que en la ilegalidad mata a cientos de mujeres al año.
Que sea ley: La maternidad será deseada o no será. Que sea ley (2019), es un documental dirigido y escrito por Juan Solanas, ganador de un premio en el prestigioso festival de San Sebastián en España y cuenta como la ausencia del Estado afecta a mujeres que caen en la clandestinidad del aborto. Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir De las 320 millones de mujeres que viven en Latinoamérica solo el 8% puede interrumpir su embarazo libremente. Cada semana una mujer muere a causa de un aborto clandestino. Con estas cifras empieza la película “Que sea Ley”, de Juan Solanas Juan Solanas es un director de cine, productor y guionista argentino que vivió casi toda su vida en Francia y hoy en día reside en Uruguay. Motivo por el cual no fue ningún impedimento a la hora de seguir paso a paso la media sanción en la Cámara de Diputados de la ley por el derecho al aborto en la Argentina. Solanas también fue director de filmes como Nordeste (2005) y Un amor entre dos mundos (Upside Down – 2013). En su ópera prima, aborda el tráfico de niños, pero el aborto está muy presente. Que sea ley (2019) fue presentado en el Festival de Cannes del corriente año, y nos muestra la realidad de las mujeres que deciden tomar la decisión de someterse al aborto por mano propia. Algunas pueden contarlos, otras por el contrario solo son un reflejo de un estado ausente. El documental muestra la militancia feminista de diferentes sectores políticos y todo lo sucedido hasta la votación en Senadores en agosto de 2018. Cuenta con el testimonio de Belén, una mujer que entró al hospital con pérdidas y un dolor abdominal muy fuerte, sin saber que estaba embarazada tuvo un aborto espontáneo. En el hospital dijeron haber encontrado un feto muerto pero nunca apareció… la acusaron de homicidio y la condenaron a 7 años de prisión. Durante la sanción de la lay en senadores y en diputados, se pasearon profesionales hablando de moral y ética, pero realmente ¿alguno se habrá puesto en la piel de una mujer que no desea llevar su embarazo adelante?, de niñas de 10 años abusadas sexualmente que por el simple hecho de que las creencias juegan más que la razón, someterla semejante calvario haciéndola perder su inocencia. Solanas usó una fotografía de excelencia para mostrar los testimonios de las mujeres de diferentes partes de Argentina, como en Santa Fe, Jujuy, Buenos Aires, entre otras. Este no es un debate por aborto sí o aborto no, es un debate que lucha contra la clandestinidad. Para que las mujeres dejen de morirse por no acceder a un lugar en condiciones. Que la maternidad sea deseada. Que la sexualidad sea explorada con placer y no con culpas. El costo más alto de la clandestinidad lo pagan las más jóvenes, que no tienen autonomía económica y las mujeres más pobres no cuentan con recursos a su alcance. El aborto es un acto de responsabilidad de la misma manera que es tener un hijo. Cada relato de las mujeres que pasaron por esta situación o luchan junto a ellas, son desgarradores. La falta de empatía y lo fácil de juzgar por parte de quienes ponen sus creencias por antes que la vida. Están los familiares de de Liliana Herrera, fallecida luego de practicarse un aborto clandestino y morir desangrada y de Ana María Acevedo, una mujer de 19 años que tenía cáncer y se negaron a practicarle un aborto. Tampoco la dejaron hacer un tratamiento con quimio, para no lastimar al feto. Ninguna vida fue salvada. Se nombra mucho a la hipocresía por parte de mujeres y hombres a favor de como nombran “salvar las dos vidas”, defendiendo a fetos y embriones, a los que no garantizan el día de mañana puedan acceder a la educación y acceder a la salud. Las mujeres tienen que tener la potestad de decidir sobre su cuerpo. El patriarcado lo mejor que puede hacer en estos casos no es defender a un embrión que no le garantiza nada, sino acompañar a la mujer ante semejante decisión. Algunos de los diócesis que de las villas miserias viven esta realidad y saben que Dios nunca mandaría a la cárcel a alguien que practique el aborto. La iglesia quiere mandar por encima de nuestros cuerpos, las creencias y las justificaciones para estar en contra de la ley son insostenibles. Las mujeres se están muriendo y no lo ven. En Argentina cada 32 horas muere una mujer víctima de un femicidio. Las mujeres ganan 27% menos que los hombres. Solo poseen el 2% de las tierras cultivables y la pobreza extrema se duplica en la población femenina. Esos son algunos de los datos que nos muestra el director a lo largo de su documental. Quienes sostienen este proyecto de ley, no ignoran que someterse ante esto haría menos trágico al aborto, al contrario seguirá siendo algo trágico, pero en condiciones favorables para que cualquier mujer pueda acceder de forma legal y gratuita. Que quien no desee llevar a cabo la maternidad, sea libre de elegir. Que las niñas no sean madres, que las menores sigan con su inocencia. Las mujeres DECIDEN, la sociedad RESPETA, el Estado GARANTIZA y la iglesia NO SE METE!. Solanas termina su película con la siguiente frase: Por las 3.030 mujeres argentinas muertas por un aborto clandestino. Sabemos que son y serán muchas más. ¡Que sea ley!
¿Testigo del castigo, activista para la próxima lista o cómplice para la muerte?. Crítica de Que sea ley. Tras ganar el Premio TVE “Otra mirada” en el Festival de San Sebastián. El documental “La ola verde” ensaya una clara reflexión que propone una escucha activa a mujeres que describen las consecuencias del aborto clandestino y mortalidad. Además conjuga la mirada política cuando el Proyecto de Ley Campaña por el Derecho a la Interrupción Voluntaria del Embarazo, Seguro y Gratuito (IVE) éste se presentó en las dos cámaras. Por. Florencia Fico. Momento clave que visualizó el registro fílmico la división del país en el debate y traspasó la comunidad sin distinción de clases y partidos políticos. La ola verde (Que sea ley) es un documental argentino con la dirección de Juan Diego Solanas. Posee una coproducción argentina, francesa y uruguaya. La película está enfocada para la “zona gris” para aquellos saquen su opinión. El filme no le falta el respeto a nadie. Es abierta y ver la realidad porque lo que se muestra ahí desafía a cualquiera a negarla, no es posible. Son testimonios en primera persona de lo que pasa y qué se hace con eso. La cinta cinematográfica informa y da las herramientas para hacer un juicio a plena conciencia. La presencia de una ley de 1921 en la que toda interrupción del embarazo. En legislación lo que ampliaría es que no habría que dar ninguna explicación para hacerse un IVE. Es un derecho decidido. El Fallo F.A.L. fue una sentencia de la Corte que indicó que todo aborto fruto de una violación no importa su salubridad mental no es penalizado para la gestante y el sujeto que lleve adelante la práctica. Éste procedimiento legal sentó jurisprudencia por el caso de una muchacha de Comodoro Rivadavia que fue abusada sexualmente por su padrastro a la edad de 15 años y su mamá llevó a la Justica el reclamo para que su hija no tuviera ese embarazo y que sea tratada en un hospital público. Ver las imágenes de origen La producción de contenidos fue gestionada por Laura Caniggia, Victoria Solanas y Juan Solanas. Empezó por la campaña, los referentes, diputados y diputadas, senadoras y senadores, se registraron a todos o a casi todos. Además, Teresita que es la mujer que llora se la graba ni bien se dio la media sanción y había otra gente que hablaba más desde el rechazo. A los “Pro vida” o como los califican ellos “Anti Derechos” se los llamó a todos y nadie quiso participar. Se priorizaron los casos antes que los funcionarios o funcionarias. La musicalización estuvo en manos de Paula Moore y se destacó la melodía “Libres” de la cantante Mora Navarro. El rodaje en el interior del país a cargo de Nicolás Sulcic se trasladó en coche a Jujuy, Santa Fe, Santiago del Estero, Córdoba y la provincia de Buenos Aires. Se tomaron decenas de testimonios, victimas, sobrevivientes, militantes y la calle se recurrió a la reunión de la realidad. Con el aporte auto financiado 100%. Juan Solanas fue director de fotografía, montaje, editor de color, director de sonido y sintió una motivación esa mañana en el que se daba el debate en la sexta presentación de la Ley, es la primera vez que hace un documental que trata de no intervenir en la realidad el no aparece sólo ellas. Grabó el pañuelazo en la Plaza del Congreso, los cantos, las denuncias, la marcha, las agrupaciones y los miles de gritos que dieron lucha aún inconclusa pero invencible. Ver las imágenes de origen El sector de post producción de imagen y sonido “Color y FX: LES FILMS DU SUD” y “SINNERPIXEL” cortaron la película y se logró elaborarla de forma neutra políticamente porque el movimiento surgía desde la sociedad no se interpuso y el filme no pierde público por ese punto. La filmación tuvo una captura de centenares de horas; ocho meses. Hubo una diputada contando que nunca confesó que abortó y lo iba a hacer por primera vez en la película y no salió. Los testimonios más impactantes fueron: Florencia una chica de Jujuy que termina quedando abandonada a la suerte de enfermeras que se ríen de ella por un aborto mal hecho y a punto de morirse. Lu es santafesina en su momento tenía 12 años cuando se hizo el aborto se lo hizo con una “curandera”. Lu padecía abuso sexual, era violada sistemáticamente por su padrastro. Y termina a los 12 años embarazada producto de esas violaciones y la madre se entera y le dice que la van a dejar encerrada, que la va a hacer tener ese bebe y va a salir de la sociedad diciendo que es de su progenitora . Entonces no le importaba que el aborto sea sinónimo de muerte lo iba hacer muerta o viva. Ver las imágenes de origen En Jujuy hay el caso de otra chica también que accede a un aborto y termina accediendo a un aborto de manera segura porque tenía un amigo que trabajaba en la farmacia y le daba las pastillas. Belén ya no vive en Tucumán hace muchos años pero cuando paso esto el caso emblema en el cual Dolores Fonzi fue a los Emmy a defender a Belén. Ella estuvo un año y medio presa de una condena de 8 porque nunca hubo un cuerpo del delito porque ni siquiera se encontró ese feto. Fue alguien que dijo que ella estaba en el baño con un feto y nunca nadie encontró ese feto. A Belén la meten presa y tenía un defensor público que no la defendía porque también la acusaba y de casualidad la conoce en la cárcel a una abogada que es integrante de la campaña del Derecho a decidir. Ella estaba yendo a visitar a otras presas y ahí empieza el camino en el cual se conoce el caso de Belén y se empieza a movilizar o iniciar el Movimiento de mujeres por Belén. Después de esa manifestación es que se libera Belén, ni siquiera recibió una resolución judicial pero Belén no puede conseguir trabajo porque estuvo presa eso tiene un montón de consecuencias den la vida de Belén que son inmensas. Ella vive con gente que no sabe que ella es “Belén” porque ella vive en un contexto familiar actual en el que no puede ella decir lo que le pasó es su vida a partir de ese caso también se modificó. Ver las imágenes de origen Quena que es una mujer del conurbano que tiene seis hijos se entera que está embarazada del séptimo y que el marido le dice: ” Tengámoslo donde comen seis comen siete”. Y Quena le contesta al marido “Escúchame donde comen seis comen seis y gracias que yo no como para que coman esos seis, yo no lo voy a tener”. Se hace un aborto de una forma muy precaria porque es una persona que capacidad adquisitiva ni para darle guita o a comer a sus hijos. Se lo hace parecido a lo de Lu que alguien le dice que hay una “curandera” que por dos con cincuenta pesos te hace un aborto. Termina mal en un hospital provincial tirada en una camilla en un pasillo, hasta, que ella misma se da cuenta que se está muriendo y justo pasa un médico y le expresa “Doctor, doctor” y él la destapa y ve que hundida en sangre y ahí la atienden. Ana María Acebedo se muere por un aborto no hecho porque a ella le diagnostican cáncer de mandíbula a ella un dentista le saca mal una muela, tiene una infección una situación irrisoria y terrorífica en las condiciones de mayor vulnerabilidad en las que vive Ana María y su familia. Ahora se ve como vivía María, sus hijo ya son adolescentes hace 12 años que fue el caso de ella, pero lo que cuenta Norma su mama es que no tiene memoria de cuántos años lleva en la lucha y además no solo de eso se tuvo que hacer cargo si no de nietos tuvo. Ver las imágenes de origen El Estado que es responsable de la muerte de Ana no le da ninguna ayuda a Norma. El aborto de ella es legal desde 1921 y además en una provincia que si adhirió a todos los protocolos ahí lo que puso un freno son los médicos y religiosos que se pusieron de acuerdo en no hacer un aborto porque a través de una “Junta ética”, de la cual a los padres les dijeron que los iban a invitar y nunca le expresaron que existía. Decidieron que ella iba a tener un embarazo que tenía una semana el embarazo teniendo tres hijos vivos. Tenía 19 años y ella no sabía que estaba embarazada. En la terapia de quimioterapia advirtieron que iba a afectar el feto entonces se prioriza la vida del feto, entonces termina muriendo Ana y el feto. Norma su madre viene peleando para que haya justicia en el caso de su hija aunque no lo logra; doce años de batalla judicial; y no hay ni un médico o los sacerdotes implicado. A un cura es más complejo procesar pero el médico sí debería. Ver las imágenes de origen El otro caso fuerte es el de Liliana Herrera ella muere justo dos días antes del rechazo del Senado por eso se convirtió en emblema. Ella fallece cuando el Senado estaba a punto de votar o tratar esta media sanción y ya se sabía que el resultado era negativo. Se hace más contundente el caso Liliana básicamente tenía una hermana ya muerta por un aborto; por haber sufrido esta mala praxis médica. Liliana decide no ir a un hospital y fallece. Puntaje: 90.
La ola verde La revolución de las hijas está en su pleno apogeo, miles de jóvenes libres conscientes y soberanas pueblan las calles de Argentina. Ellas saben que ninguna conquista social para grupos históricamente excluidos provino de la inacción o la inercia (voto femenino, divorcio vincular, patria potestad compartida, cupo femenino) y es por eso que con su insolencia y convicciones salen a pelear por lo que es justo. Juan Solanas no es ajeno ni a la lucha ni a la utilización de los recursos cinematográficos para perpetuar las batallas culturales más trascendentales. En su ADN pulula la militancia de su padre y el manejo del cine como un elemento mas de generación de contenido. Pero el documental sobre la lucha por la legalización del aborto no se limita a registrar la sororidad reinante en las movilizaciones populares, sino que también retrata las diversas situaciones de inequidad y muerte que se generan por la penalización de la interrupción del embarazo. Y en este particular enfoque radica el mayor acierto de Que sea ley: en visibilizar las situaciones de abuso sistemático al que las mujeres son sometidas aun en aquellos casos en que sus abortos estarían amparados por la ley. El caso más emblemático y doloroso es el de Ana María Acevedo, una joven de 19 años madre de tres hijos que fue diagnosticada con cáncer de mandíbula mientras cursaba su primer mes de embarazo. Los médicos se negaron a practicar un aborto aun cuando su caso clínico en particular habilitaba la interrupción de un embarazo que significaba un gravísimo riesgo para su salud y la del embrión. El comité de bioética del Hospital Iturraspe negó el acceso a la intervención alegando impedimentos religiosos, extendiendo su internación hasta llegar a los cinco meses de embarazo para practicarle entonces una cesárea. El bebé fallece a las pocas horas, semanas después lo sigue Ana María y con ella la esperanza de un estado de derecho que nos ampare. Juan Solanas nos brinda los testimonios de su familia, de origen humilde, que jamás fue parte de las discusiones de bioética que le robaron la vida de su hija de apenas 19 años. El documental entonces logra un perfecto equilibrio entre las discusiones que se plantearon en el recinto legislativo y la realidad que seguía sucediendo en las calles: jóvenes que se realizaban abortos con agujas, con perejil, con pastillas. Mujeres que sufrieron todo tipo de abusos (intrafamiliares como institucionales) y que solo piden la soberanía sobre sus cuerpos. La gélida noche del ocho de agosto de 2018 no tuvo el final deseado por las miles de mujeres que llenaron las calles del país, pero como bien lo predijo Pino Solanas en su exposición “Este es un triunfo monumental. Ellas lo lograron. Lograron colocar un debate fundamental. Esto se lo digo a toda la gente que está afuera: no se dejen llevar por la cultura de la derrota”. Juan Solanas logra de esta forma brindar un testimonio honesto, descarnado y a la vez esperanzador sobre la lucha de las mujeres por la obtención de uno de los derechos más básicos del ser humano: la soberanía sobre el cuerpo y la no injerencia de la religión en las políticas de salud pública.
Invitación a continuar el debate: El 13 de Junio de 2018, luego de una larga lucha feminista, se logró llevar por primera vez al parlamento argentino un proyecto de ley por la legalización del aborto. Este proyecto tuvo media sanción en la Cámara de Diputados y se estaba a la espera del debate y votación en la Cámara de senadores, en medio de un contexto nacional donde muere una mujer por semana a raíz de un aborto clandestino. Este acontecimiento histórico del tratamiento de la ley en el Congreso conmovió al realizador argentino residente en Francia Juan Solanas y es el impulso a partir del cual surge su documental Que sea ley (2019), que tuvo su premiere mundial en el Festival de Cannes y recibió recientemente el premio “Otra mirada” en el Festival de Cine de San Sebastián. El documental en su estructura se organiza a partir de bloques temáticos (Militancia, Creencia, Hipocresía y Doble moral, Feminismo y Pro Vida) y va alternando fragmentos del debate en ambas cámaras, las movilizaciones en las calles de las dos posiciones respecto del tema (identificadas con pañuelos verdes y los pañuelos celestes); así como testimonios de referentes del feminismo y de la cultura (Dora Barranco, Claudia Piñeyro. Mariana Carabajal, Muriel Santa Ana, entre otras), de legisladores, de profesionales médicos, de actores sociales en barrios vulnerables, así como otros más íntimos de familiares de victimas y de sobrevivientes de abortos clandestinos recogidos en diferentes puntos de nuestro país. Una primera cuestión a señalar es que si bien el director le da voz a las dos campanas en el debate por la legalización del aborto, el mayor espacio que le dedica a la lucha feminista trasluce que su posición está tomada y que su mirada observacional no es imparcial, evidenciándose un claro apoyo a la lucha de las mujeres por el derecho a decidir sobre sus cuerpos. Un punto sobre el que echa luz el documental es la diferencia entre el derecho y la convicción personal. El derecho tiene como mira legislar para la mayoría y su eje es el orden de lo universal. Ello supone, en este caso, ampliar la posibilidad de que todas las mujeres de cualquier lugar del país tengan el derecho, si así lo decidieran, de acceder a realizarse un aborto en condiciones dignas y de seguridad respecto de su salud y de su vida. La creencia religiosa o la posición personal corresponden a la esfera privada y al orden de lo particular de un colectivo. Que la ley no haya tenido sanción, considerando el contexto de pobreza y vulnerabilidad social en que se encuentran las mujeres en general, da cuenta de la dificultad que existe para separar estas instancias y del particularismo de imponer como universal algo que no lo es. En esta línea, no deja de ser sorprendente e interesante el testimonio de los curas entrevistados de barrios vulnerables, quienes, al contrario de lo que uno presupondría y al tener contacto directo con la realidad cotidiana, muestran una posición más lúcida y de sentido común que muchos ciudadanos y actores del Estado. Lo que queda claro a través de los testimonios de aquellas que sufrieron abortos clandestinos es que el juicio y la condena social frente a un embarazo no deseado siempre recaen sobre la mujer; nunca sobre el hombre. Se la dice irresponsable o ligera, sin miramiento alguno por las condiciones en las cuales se produjo el embarazo (violencia, violación, pobreza, falta de educación). Una mujer que aborta, que se permite decidir si quiere ser madre y cuándo serlo, claramente se posiciona como mujer en lugar de hacerlo como madre, rol tantas veces pensado en términos de destino ineludible. De esta manera, esta violencia sobre la mujer que decide abortar o que llega con secuelas de un aborto clandestino pone en evidencia el profundo rechazo y horror a lo femenino en nuestra sociedad. Más allá del discurso religioso, este puede ser el resorte inconsciente de muchas posiciones que abogan férreamente por las dos vidas, habida cuenta de que se oponen también a la educación sexual y la anticoncepción y que se desinteresan por el futuro del niño si luego esa madre no está en condiciones económicas o psíquicas para darle una vida digna. Que sea madre es una manera de conjurar el escándalo que desde siempre significó una mujer que se posiciona como causa de deseo. En este debate, otro punto a diferenciar es entre la vida biológica y la vida psíquica, la cual es solidaria del deseo de hijo; entendiendo deseo no en términos de anhelo, expectativa o búsqueda de hijo; sino como una posición en el inconsciente. Que sea Ley es una obra convencional en sus formas pero necesaria. El coraje de las mujeres que prestan sus testimonios constituye el aspecto más interesante y conmovedor del documental, impulsando a continuar el debate y la lucha en las calles por la ampliación de derechos en pos de una sociedad más justa.
En efecto, películas como la de Solanas tienen una misión pedagógica, y si bien el registro y el montaje son cuidadosos, lo que se impone siempre es una voluntad de exposición orientada al entendimiento y el compromiso. Los testimonios son plurales: pueden hablar los padres de Ana María Acevedo, una de las tantas víctimas anónimas de la tara religiosa que detiene las intervenciones médicas, reconocidos miembros del Parlamento, gente heterogénea de la cultura argentina, sacerdotes progresistas y militantes conocidas y desconocidas del movimiento. Sobre los testimonios, Solanas los contrapone con diversos momentos de la toma de la calle en Buenos Aires, durante junio y agosto de 2018. También hay secuencias en las que se pueden observar las marchas celestes de los mal llamados “provida”. Al hacerlo, no editorializa ni tampoco condena, aunque basta con dejar la cámara prendida para asistir a un evento de signos vetustos.
Juan Solanas llevó este documental a Cannes y tiño el festival de verde, con las militantes que lo acompañaron y el apoyo del director de la muestra, más figuras tan famosas como Pedro Almodóvar y Penélope Cruz. Acompañado por Muriel Santa Ana fue premiado en el Festival de San Sebastián. Ahora por fin se estrena en nuestro país, donde se multiplicaron las funciones especiales y los apoyos a una causa que despierta adhesiones imparables y criticas: que sea ley el aborto legal, seguro y gratuito. El director no solo registro con pulso perfecto todo lo que ocurrió los días del debate fuera del congreso, sino que sumo testimonios de pensadores, religiosos, los discursos en las Cámaras, las lagrimas y los gritos, la militancia, la juventud, los argumentos que enorgullecen y los que lastiman. Un trabajo que hay que ver.
“Que sea ley”, de Juan Solanas Por Marcela Barbaro Luego de su presentación en los Festivales de Cannes y San Sebastián, donde recibió el premio Otra Mirada, llega a la cartelera el documentalQue sea ley, dirigido por el cineasta Juan Solanas (aquí la entrevista en San Sebastián). Como indica su título, la temática aborda la lucha sostenida de millones de personas para conseguir la Ley sobre la Interrupción voluntaria del embarazo en la Argentina, alzando su voz en apoyo al Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito. “De 320 millones de mujeres en América Latina, solo el 8 por ciento puede interrumpir libremente su embarazo. En Argentina muere una mujer cada semana, oficialmente la cifra asciende a 3030 muertes por abortos clandestinos. La mayoría son jóvenes y con bajos recursos económicos”. Los datos duros se inscriben en la pantalla en letras blancas de imprenta mayúscula, casi como un grito, una denuncia que espera la reacción frente a una realidad que debemos cambiar. A partir de allí, el documental parte de la jornada de vigilia y movilización que se gestó en el 2018, cuando se llevó Proyecto de Ley al Parlamento, con media sanción de la Cámara de Diputados. El seguimiento de la sesión, rescata los principales discursos de algunos senadores, entre ellos el de Fernando “Pino” Solanas (padre del director, a quien realza al citarlo en varias oportunidades). A los tonos de las ponencias, intercala la realidad de la calle, la vivencia de ese afuera del Congreso compuesto por un colectivo de mujeres cubriendo las calles de verde. Los planos eligen narrar una lucha mancomunada, de la que rescata e imprime su mística, su poder de convicción y los espacios ganados al patriarcado y al poder. A esos rostros, le suma declaraciones frente a cámara de referentes del feminismo, la política, la iglesia y la medicina. Divido en capítulos temáticos que organizan el desarrollo del relato, Solanas recorre 4 mil kilómetros por el país para atesorar cientos de testimonios de las víctimas y sobrevivientes, como de los familiares de las mujeres fallecidas. En primera persona somos testigos de las humillaciones, los maltratos y el escarmiento al que fueron sometidas miles de las mujeres condenadas a la desigualdad, a la falta de libertad y al poder de decisión sobre su propio cuerpo. Que sea ley no esconde la subjetividad ni la postura militante de su realizador frente al tema. ¿Debería hacerlo? No, necesariamente. Solanas, toma partido y se compromete con la causa y con la gravedad de lo que muestra. Tampoco deja de representar el lado opuesto autodenominado “pro vida”, a quienes registra en sus marchas embanderados en celeste, mientras una pastora evangelista apela a sus conciencias. A pesar de la adversidad de una Ley que el Senado rechazó, el documental no se resigna en mostrar ese intento fallido como el fin de un sueño, al contrario, funciona reforzando la esperanza de lucha y la certeza profunda de lo conquistado en el campo de los derechos de la mujer. Con un gran esteticismo visual y una banda sonora que refuerza el impacto visual, el trabajo de edición va uniendo las piezas de todos capítulos, para aunarse en un pedido conjunto que emociona y contagia: QUE SEA LEY! QUE SEA LEY Que sea ley. Argentina, 2019. Guion, edición, fotografía, cámara y dirección: Juan Solanas. Música: Paula Moore. Duración: 87 minutos. Distribuidora: Cinetren.
Será ley Hace muy poco tiempo el 72 Festival de Cannes se tiñó de verde con la presentación de Que sea Ley (2019) en la sección Special Screening. La película de Juan Diego Solanas es hoy un eslabón más en la cadena de acciones para sostener el latido de la lucha y no dar ni un paso atrás. El punto de partida es la media sanción en la Cámara de Diputados. Luego de años de presentar el proyecto, por primera vez fue parte de la agenda política, sentó un debate sin precedentes a nivel mediático y tuvo meses de exposición de partes médicas, religiosas, artísticas y activistas. El punto de llegada es el rechazo en la Cámara de Senadores. Es casi inevitable ver la película con la consciencia de que al final la batalla fue perdida, pero propone pensarlo como un resultado circunstancial, porque la ola verde se rearma con más fuerza para arrasar con todo en un nuevo rompiente. Entre ambos puntos se da un relato coral, por un lado los discursos plagados de momentos, frases y nombres que quedarán para la historia. Pero sobre los que la película, a pesar de su claro punto de vista, no se encarga de ejercer un ensañamiento desmedido sino que los deja ser en su esencia irracionales o emocionantes según el caso. Lo mismo sucede con la cobertura del congreso partido al medio entre verdes y celestes con sus rituales y particularidades. La columna vertebral de la narración se construye en un viaje de 4000 kilómetros en automóvil, buscando cientos de testimonios y voces de mujeres que tienen en común ésta lucha. Muertes, dolores y traumas. Propone un único diálogo válido que es el despegado de las hipocresías, en el que el punto de encuentro se da desde la empatía más visceral y sincera. Que sea Ley es cine político en su estado más puro, del necesario y transformador de la realidad. De esta manera también se ubica dentro de un foco de debate sobre los hombres que se hacen eco de las problemáticas de las feminidades y toman la posta de un discurso que no tiene nada que ver con ellos. Al margen de la innegable importancia de esta película, es ocasión para recordar la necesidad de espacio para que las mujeres puedan portar su propia voz y dejen de estar únicamente proyectadas en el imaginario masculino, por más valioso que este pueda ser.
Una lucha esperanzadora “Que sea ley” es un documental nacional dirigido, escrito y producido por Juan Solanas. Filmada durante ocho meses, la película fue proyectada en la selección oficial “Special Screening” del Festival de Cannes y también se presentó fuera de concurso en la sección Horizontes Latinos del Festival de San Sebastián. El filme se centra en la lucha por el aborto legal en Argentina, teniendo en cuenta que en América latina 300 millones de personas gestantes no tienen derecho a interrumpir su embarazo por lo que recurren a hacerlo en la clandestinidad, poniendo en peligro sus vidas (muere al menos una mujer por día). La película muestra cómo a partir de la media sanción en Cámara de Diputados del Proyecto de Ley de la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito se generó una ola verde feminista que desde las calles exige ser escuchada para que el derecho a la salud pública se haga realidad. Sumamente conmovedora y honesta, “Que sea ley” impacta desde el comienzo por exponer la realidad a través de fuertísimos testimonios de sobrevivientes, militantes, diputados y familias que perdieron a un ser querido tanto por negligencia médica como por un Estado que estuvo y sigue estando ausente. A pesar de que la cinta tiene una clara postura tomada ya desde su título, el director tuvo la suficiente inteligencia de no caer en criticar a los que tienen una opinión diferente con respecto al aborto: las declaraciones de los autodenominados “pro vida” hablan por sí solas. Al retratar una época de cambio, la producción 100% auto financiada y gestionada de Solanas deja en evidencia desde los crudos relatos de mujeres de distintas provincias la violencia obstétrica que no es condenada y que va desde los malos tratos al paciente hasta el creerse superior por sobre el cuerpo del otro como para decidir dejarlo sufrir por horas y horas. Gracias a un montaje muy bien realizado, el filme logra generar una empatía genuina en la que el espectador atraviesa todo tipo de sensaciones: impotencia, bronca y tristeza pero también muchísima esperanza por las nuevas generaciones, que están despiertas y con más ganas que nunca por hacerse escuchar en las calles. Sin caer en el camino fácil para narrar esta situación política y social, “Que sea ley” muestra con maestría a una marea verde unida, fuerte e invencible que está dispuesta a hacerse valer y respetar. Auténtica y necesaria, la película invita a la reflexión sobre una temática que ya dejó de ser tabú hace bastante y que no se va a detener hasta ser abordada como corresponde.
El realizador de Nordeste rodó este documental no solo durante el largo debate previo, las masivas movilizaciones callejeras y las sesiones parlamentarias (aprobación en Diputados y rechazo en Senadores) sino que, en el aspecto más conmovedor, viajó por toda la Argentina para reconstruir historias de vidas marcadas por las trágicas consecuencias del aborto clandestino (desde el caso de Ana María Acevedo en Santa Fe o el de Belén en Tucumán hasta otros menos conocidos). También hay opiniones de religiosos, abogadas, médicas y referentes feministas y algunos pocos minutos dedicados a exponer la otra campana (Salvemos las dos vidas y sus pañuelos celestes). De todas maneras, no se trata de un informe periodístico que le otorga el mismo espacio a dos posturas antagónicas, sino una película con posición tomada y recursos del documental político conocido como agitprop con frases, datos y cifras en tipografía gigantesca que cubren toda la pantalla. Dora Barrancos, Mayra Mendoza, Nancy González, Martha Rosenberg, Victoria Donda, Mónica Macha, Mario Sebastiani y muchas adolescentes y jóvenes de movimientos feministas, artísticos y estudiantiles aportan su visión del tema en un film de estructura clásica, armado convencional, espíritu didáctico y -para cierto sector- efecto movilizador.
Este documental, presentado en el Festival de Cannes y reciente ganador del premio Otra Mirada de la TVE en San Sebastián, construye su narrativa a partir de las movilizaciones públicas ocurridas en 2018 en el marco de la inminente votación en el Senado de la ley de legalización del aborto, tras su aprobación en Diputados. La película comienza con el sonido de los bombos de una de las marchas organizadas por diferentes colectivos feministas, que durante meses salieron a la calle para visibilizar la problemática. El ritmo de la percusión marcará todo el desarrollo del film, que no tiene pretensiones periodísticas, históricas ni pedagógicas. Que sea ley no relata de manera ascética el movimiento social que produjo la posibilidad de discutir el aborto públicamente por primera vez en la Argentina, sino que asume una postura claramente en favor de la legalización del aborto, al denunciar las condiciones en las que se realizan las interrupciones de embarazos no deseados y sus consecuencias para las mujeres de la región. Para ello, el director no solo retrata las manifestaciones callejeras verdes, con esporádicas apariciones de las marchas a favor "de las dos vidas", sino que también recorre distintos puntos del país para ponerles nombre, apellido y rostro a las familias que perdieron madres, hijas y hermanas por un aborto clandestino. El film está dividido en segmentos denominados "militancia", "creencias", "hipocresía y doble moral", "feminismo" y "provida", que ordenan temáticamente los testimonios (que incluyen a legisladores, sacerdotes, médicos y referentes feministas) que Solanas recopiló para construir la trama del film, que cierra con la frase que le da título.
El documental de Juan Solanas, que tuvo su première en el marco del Festival de Cannes, en mayo, tal vez no ofrezca mucho nuevo para el público argentino. Los debates en el Congreso y la campaña por el Derecho al aborto seguro, legal y gratuito del año pasado siguen frescos, y lo que hace el realizador es entrevistar a lo largo y ancho del país, a mujeres que sufrieron por realizarse abortos clandestinos, o a familiares de quienes murieron por realizarse uno (el caso de Ana María Acevedo, en Santa Fe, por dar un ejemplo) y ser mal atendidas. Las reacciones fuera de nuestro país son distintas. Muchos espectadores no pueden creer que aquí aún se debata una ley por el aborto. Pasan por la pantalla referentes del movimiento feminista en la Argentina, hay mucho color de las marchas, hablan abogadas, médicas, y hasta religiosas, además de aparecer rostros muy conocidos, como los de Dora Barrancos, Martha Rosenberg, Muriel Santa Ana y Claudia Piñeiro. Como la actitud, la apuesta de Solanas es clara, marcada y a favor de una postura -ya desde su título-, no hay mucho espacio ni minutos para los Celestes, los que están “a favor de las dos vidas”, que obviamente no estarán contentos con este registro. Solanas intenta ser movilizador, y lo consigue, aunque le da cierta estructura y manejo didáctico a las imágenes que tomó con su cámara al hombro. Es un filme militante que aprobarán los Verdes en una sociedad como la nuestra, que tiene posiciones tomadas, y que ojalá aporte al debate.
"Que sea ley" : el poder de la palabra El documental indaga en el fenómeno social que produjo el debate por la legalización del aborto con una posición tomada ya desde el título. Si algo quedó claro el 8 agosto de 2018, cuando el Senado desaprobó el proyecto que proponía legalizar el aborto seguro y gratuito en todo el territorio nacional, es que no había marcha atrás. Que la decisión tomada por los congresistas, aun representando a un importante sector de la sociedad, no interpretaba de forma satisfactoria la necesidad de la mayoría, ni legislaba a favor de los más vulnerables. Y al mismo tiempo permitió constatar que cuando el cuerpo social se apropia de un derecho, tarde o temprano el poder político estará obligado a legitimarlo en la norma. De esa certeza partió el director Juan Solanas para realizar un documental que registra las luchas de los colectivos feministas que militan por la despenalización del aborto en la Argentina, al que no por casualidad decidió darle el título de Que sea ley. Se trata de un documental de estructura clásica, que recoge testimonios y presenta información de manera directa.Lo primero a partir de tradicionales cabezas parlantes; lo segundo a través de las no menos usuales placas y textos sobreimpresos, que apoyan con datos concretos lo que los relatos aportan en calidad de pensamiento o experiencia personal. No dejan de llamar la atención los recursos elegidos, a los que se podría hasta calificar como conservadores en términos cinematográficos, teniendo en cuenta que lo que se está retratando con ellos es el movimiento más revulsivo que haya surgido en la política nacional desde la recuperación democrática. El contraste entre fondo y forma es notorio, pero no inocente. Porque eso no quiere decir que aquello que Solanas pone en escena no venga cargado de una potencia abrumadora. Por el contrario, los testimonios expresan de manera contundente una serie de argumentos que sostienen la necesidad de intervenir cuanto antes, para modificar una realidad que no solo convierte en delincuentes a las mujeres que, por la razón que sea, no se sienten capaces de asumir la maternidad, sino que pone en riesgo sus propias vidas. Amenaza que, como se sabe, deja desprotegidas sobre todo a quienes ya se encuentran en desventaja. Alguien dice en la película que el precio de la clandestinidad lo pagan las más jóvenes y las más pobres, en ambos casos por una desigualdad que tiene que ver con variables económicas: unas por no estar aún emancipadas; las otras por carencia de recursos. La decisión de Solanas parece surgir de una voluntad más política que cinematográfica y más didáctica que narrativa: la necesidad de transmitir una serie de ideas que, puestas a dialogar entre sí en un mismo espacio y tiempo, le permitan al espectador incorporar conceptos y procesarlos para llegar a sus propias conclusiones. En el marco de esa decisión, Que sea leyse permite registrar qué es lo que pasa en la vereda de enfrente, dándole un espacio a quienes militan en contra de la legalización del aborto, los autodenominados defensores de las dos vidas. Esos registros que en los papeles le permiten a la película cumplir con el trámite de presentar las dos caras, por el otro subrayan su carácter de documental de tesis. Que sea ley no indaga de forma libre en el fenómeno social que produjo el debate por la legalización del aborto, sino que lo hace con una posición tomada ya desde el título. Por eso su mayor potencia no reside en las voces de los referentes del movimiento (personajes de la cultura, la política o la militancia), si no de las de quienes fueron víctimas de la situación legal en vigencia. Son sus palabras las que revelan la tragedia humana, ese sufrimiento en carne propia que permitirá eventualmente el milagro de la empatía. Son esas voces, junto a los registros vivos de distintas expresiones de esta lucha colectiva, las que en definitiva consiguen hacer de Que sea ley una experiencia documental potente y válida.
El documental intenta mostrar una realidad, entre debates en el Congreso y la campaña por el Derecho al aborto seguro, legal y gratuito. Hay opiniones de médicas, abogadas y religiosos, entre otros. Allí muestra el dolor y sufrimiento por no contar con una ley, donde chicas mueren por hacerse un aborto clandestino, hasta llegan a utilizar agujas de tejer, mostrando algo similar a como se trata el tema del aborto en la película “Si estas paredes hablaran” (1996), con pastillas, con perejil, expuestas a cualquier cosa por no contar con dinero o no tener la formación necesaria para pedir ayuda. El director no solo muestra manifestaciones de quienes están a favor del Derecho al aborto seguro, legal y gratuito, sino que también muestra las marchas a favor de “las dos vidas”. Realiza un recorrido por distintos lugares de país y pone a cámara aquellas que perdieron hijas, hermanas, madres, amigas por un aborto clandestino. El documental presenta distintos casos, como el de Ana María Acevedo, de 19 años madre de tres hijos, que tenía un mes de embarazo y le diagnosticaron cáncer de mandíbula, esto significaba un fuerte riesgo para el embrión y riesgos para la joven. Los médicos por su religión se negaron a practicar un aborto, pasó el tiempo y a los cinco meses de gestación le debieron realizar una cesárea, a las pocas horas fallece el bebé y a las pocas semanas la mujer, quedando una familia demolida. También se muestran otros hechos, además de la hipocresía y la doble moral de ciertos profesionales y políticos, entre otros. Este film fue presentado en el Festival de Cannes y recientemente fue ganador del premio Otra Mirada de la TVE en San Sebastián.
HABLARLE SOLO AL QUE PIENSA IGUAL Si ya el título del film indicaba no solo un posicionamiento sino también un recorte, el punto de partida de Que sea ley lo confirma por completo: el relato arranca cuando el proyecto de ley de legalización del aborto se aprueba en la Cámara de Diputados y se apresta a pasar por la Cámara de Senadores para tener fuerza de ley. No deja de ser llamativo cómo el documental de Juan Solanas obvia casi por completo que antes “pasaron cosas”, como dijo el Presidente que ya en la apertura de las Sesiones Ordinarias del Congreso de la Nación había dado el impulso inicial (y fundamental) para que se tratara la iniciativa, a pesar de estar en contra. Esa elección para construir la historia (y la Historia) puede ser válida –al fin y al cabo, es una mirada como cualquier otra- pero es indicadora de silencios y omisiones muy sugestivos. Borrar de un plumazo a Mauricio Macri sería como hacer un documental sobre la ley de matrimonio igualitario y no tener en cuenta el rol que jugó Cristina Fernández durante su presidencia. Es, de mínima, un tanto torpe. Y eso anticipa lo que viene después: una película que se dedica a avalar y celebrar todo lo afirmado por los sectores encolumnados dentro de la posición del “pañuelo verde”, casi sin matices. No hay atisbos de autocrítica o de interrogantes sobre las causas de la derrota del proyecto de ley en el Senado. En cuanto a los representantes de los pañuelos celestes (opuestos a la iniciativa), no se les dedica más de cinco minutos (dentro de una película que dura más de ochenta), y con un nivel de desprecio en el montaje y/o la puesta en escena bastante grande. Ese mirarse constantemente al ombligo, sin hacerse preguntas incómodas y sin interpelar al que piensa distinto –o directamente despreciándolo- termina incluso obturando las potencialidades que asoman en el film. Hay de hecho unos cuantos testimonios desde el terreno, de gente que pasó por experiencias traumáticas o que tiene pleno conocimiento de ellas –exponiendo el marco de desigualdad que acarrean y sus nefastas consecuencias- que podrían ser interesantes y hasta conmovedoras, pero que son presentadas casi como en un listado enumerativo, sin un hilo narrativo y estético que los haga fluir adecuadamente. Del mismo modo, hay una situación alrededor de la toma del Comité Nacional por parte de la Juventud Radical (ya que la mayoría de los senadores de ese partido iba a votar en contra de la legalización del aborto) que pedía a gritos indagar en las contradicciones e internas partidarias, pero la película apenas si la menciona a las apuradas. Todo el metraje de Que sea ley está atravesado por una urgencia superficial y hasta banal, donde no hay debate o ambigüedad posibles. Es un film hecho a las apuradas, casi como un mero compromiso y que interpela solo a los que comparten su opinión. Llamativamente, su tono auto-celebratorio termina siendo un indicador de una de las dificultades que afronta una iniciativa totalmente necesaria como es la legalización del aborto: cuando solo se habla con los convencidos, se hace cuesta arriba argumentar para informar al que no sabe o convencer al que piensa distinto.
Registro de la lucha por el aborto legal en la Argentina, el filme de Juan Solanas parte de la media sanción de la Cámara de Diputados (en junio de 2018), ante el proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo, y materializa en imágenes la actitud de miles de mujeres que enarbolaron la causa a lo largo del territorio, hasta el rechazo de la Cámara de Senadores, situación que profundizó la grieta que separaba ideologías. Ya el director se había interesado por el tema con la filmación de "Nordeste", hace diez años, donde exponía uno de los tantos casos de tráfico y trata de bebés en nuestro país. Solanas hará una radiografía militante de una realidad que enfrentan más de mil mujeres por día ante la necesidad de abortar, y recorrerá 4.000 kilómetros en busca de gente, mujeres especialmente, que forman parte de esa lucha o son víctimas de la situación (retoma el caso de adolescentes en provincias como Tucumán, Córdoba, Jujuy, Santa Fe y Buenos Aires, con testimonios desgarradores en los que se mezclan la pobreza, la falta de contención y la desprotección estatal). FILME POLITICO A esto se suman opiniones de investigadoras, pioneras de los derechos humanos, actrices, médicas, intelectuales, incluyendo sacerdotes, que se ponen del lado del derecho de las mujeres en su actitud de decidir. Estructurada a la manera de capítulos con intertítulos, con el claro referente de "La hora de los hornos" que filmara el padre de Solanas, Pino, junto a Octavio Getino. "Que sea ley" es un filme político, militante, acentuadamente inclinado hacia una posición ideológica, sin olvidar la contraria (también presente en la película), que como su director dice, aspira a lograr la reflexión sobre el tema y valorar la lucha feminista. Juan Solanas creció en Francia, como hijo del exilio, y nunca conoció el tema del aborto como problema. Ante lo que pasaba en el país en que nació, donde esto podía transformarse en causa de prisión y situación de muerte, decidió opinar y lo hizo con esta película que llega al espectador y verdaderamente emociona.
Protagonista sin antagonista. Que sea Ley (2019) nos sumerge en el corazón de la Campaña por la legalización del Aborto, representada con el pañuelo de color verde. Transmite la esperanza de que su movilización haya dado a luz en Argentina como en otros lugares. Sin embargo, no aporta novedades ni habilita un diálogo diferente sumando una mirada contraria, el punto de vista de los llamados pro-vida, representados por el pañuelo azul, tocando de manera superficial esa postura. Invitarnos a otro tipo de planteo, hubiese sido muy interesante y un gran acierto. Juan Solanas -hijo del cineasta y senador Fernando “Pino” Solanas-, relata a través de este documento, la incesante batalla de miles de mujeres. En 2018, se debatió un proyecto de ley de aborto legal que dividió al país. Después de una victoria en la Cámara de Diputados, pero antes del voto definitivo en el Senado. El documental refleja una clara postura, con testimonios de víctimas y de mujeres que lideraron esta lucha. En Argentina, el aborto está prohibido, una mujer muere cada semana como resultado de la clandestinidad. El 14 de junio de 2018, los diputados dijeron “sí” a la legalización. El 9 de agosto, por 38 votos contra 31, el Senado rechazó el proyecto de ley. Durante ocho semanas, el proyecto ha sido objeto de debates en el Senado, pero también en las calles, donde decenas de miles de activistas a favor del aborto han demostrado defender este derecho fundamental. Testimonios, marchas, debates en el Senado, crueles realidades de mujeres de ciertos lugares del país, forman parte del contenido del documental; no obstante, no es algo que no hayamos visto en los noticieros. Sin lugar a dudas, esta joven revolución, se trata de un gran logro y avance histórico. La buena noticia, es que es cuestión de tiempo la legalización del aborto. Quizás se esperaba escuchar la otra voz, a la otra fuerza, para así aportar a un debate constructivo ante este verdadero dilema ético. Excluir del documental una posición contraria, no apuesta a una seria reflexión con respecto al tema; sin tomar en cuenta, posiciones intermedias y alejándose del consenso. Precisamente, tratándose de un tema tan sensible y hablando de amor y de vida, provocar enfrentamiento y quizás sentir una imposición, puede ser violento e incitar al rechazo. Más allá de la grieta política y las diferentes posturas tomadas con respecto al tema, escuchar sólo una campana, se aleja de la libertad de expresión y pensamiento independiente. Para lograr una solución de raíz, probablemente, sería positivo, cambiar el eje de la discusión.
Juan Solanas, hijo de Pino, es un director de cine de ficción. Pero, ahora radicado en Uruguay después de vivir casi toda su vida en Francia, siguió de cerca la campaña pro aborto legal, seguro y gratuito en la Argentina. Al punto que, en la víspera del debate parlamentario, profundamente conmovido, tomó su cámara y se dedicó a registrar lo que pasaba en las afueras del Congreso. El documental Que sea ley, que provocó los pañuelazos verdes en Cannes y San Sebastián, donde acaba de ganar el premio de Televisión Española, es bastante más que eso, claro. A los testimonios e imágenes de la calle suma los de sus protagonistas, legisladores, activistas, referentes. Y aunque también hay espacio para los mal llamados provida, esta es una película militante, que ya desde su título se erige como un vehículo de difusión a favor de la aprobación de la ley. Además, Solanas viajó por el país y, es uno de los puntos fuertes de su película, entrevistó a víctimas, en casos terribles consecuencia de la imposición del aborto clandestino. Escuchar a esas víctimas, a sus familiares, a los involucrados, implica enfrentar eso que dice haber buscado con la película: una verdad incontestable. Y la emoción es inevitable.
Luego de su paso por el Festival de San Sebastián y el Festival de Cannes, llega este jueves a las salas de cine Que sea ley, un documental de Juan Solanas que busca retratar la importancia de que el aborto sea legal, seguro y gratuito. Se estima que cada año se realizan cerca de 500.000 abortos clandestinos en Argentina, de los cuales 50.000 acaban con complicaciones graves. Los números también indican que cada semana una mujer muere en el país por someterse a esta práctica. El año pasado millones de mujeres tomaron las calles para exigirles a las autoridades que sancionen la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Durante ese 2018 ocurrió algo histórico en Argentina: la lucha por la despenalización y la legalización del aborto llegó al Congreso. Pese a haber obtenido la media sanción en la Cámara de Diputados, el proyecto de ley fue finalmente rechazado por parte del Senado. Es en este contexto que Juan Solanas toma la cámara y sale a las calles para retratar a las mujeres que se movilizaron para exigir la autonomía de sus cuerpos y, por ende, la interrupción voluntaria del embarazo. Pero no sólo Que sea ley se enfoca en lo acontecido durante los debates en la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores y los días previos y posteriores a esto, sino que además pone foco en las víctimas de la clandestinidad. Juan Solanas nos acerca a aquellas mujeres, principalmente de bajos recursos, que decidieron someterse a un aborto y las condiciones paupérrimas en que debieron hacerlo. La violencia obstétrica y la violación de derechos por parte de las autoridades son moneda corriente en estos hechos y este documental no es ajeno a eso. Qué sea ley es un documental emocionante para quienes militan por los derechos de las mujeres en general, y por el aborto legal, seguro y gratuito en particular. Juan Solanas nos acerca el testimonio en primera persona de aquellas mujeres que debieron someterse a un aborto ilegal (y por ende inseguro) y denuncia, en algún sentido, a los grupos antiderechos que sólo se muestran interesados en empujar a las mujeres a la clandestinidad (y una posible muerte). Que sea ley podría ser acusado, por aquellos que militan en contra de los derechos de las mujeres, de mostrar una sola campana de la historia, pero la realidad es que Juan Solanas se enfoca en exponer una (cruda y única) verdad: las decenas de mujeres que se ven violentadas, año a año, por no poder acceder a un aborto legal, seguro y gratuito.
El documental del hijo de Pino Solanas recupera, de manera épica, las jornadas de lucha para pasar en el Congreso Nacional de la Argentina el Proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Hay películas —documentales, especialmente— que se resisten de un modo u otro a un tratamiento crítico convencional. QUE SEA LEY, de Juan Solanas, es una de ellas. Es el tipo de “película con una misión” que trata de comunicar una idea y una experiencia de la manera más directa, clara y didáctica posible. Y juzgarla porque no es sutil o porque no propone demasiadas ideas renovadoras para el género casi que se siente fuera de lugar. Es una película para experimentar desde el convencimiento—no creo que cambie la opinión de mucha gente respecto a sus posiciones previas acerca del aborto— y para usar como parte del próximo intento de hacer pasar el proyecto de ley por el Congreso Nacional. Es probable que Solanas la haya filmado convencido que la Ley en cuestión iba a salir. Hay un fervor, una energía y hasta una extraña belleza épica en las imágenes que se adecuan a un relato victorioso. Sabiendo el resultado, los que vemos el film ahora entendemos la rareza del producto final. Pero de todos modos no califica como problema sino como registro de una experiencia. Fue así, parece decir. Se vivió así. Fue épico. Perdimos, pero estaremos acá de vuelta, año tras año, hasta ganar. Si no éste, el que viene. O el otro. Esa persistencia es un homenaje a la lucha de varias generaciones de feministas que dejaron y siguen dejando todo para que un proyecto de ley que permita que el aborto sea legal, seguro y gratuito sea aprobado por el Congreso. QUE SEA LEY es un recuento, vía entrevistas y testimonios, de la gravedad del tema aborto clandestino en la Argentina. En paralelo a esas historias, y más allá de algún que otro testimonio breve de todo lo que se dijo en estos días en el Congreso, Solanas se centra en las calles, los cantos, los bailes, las marchas, la fiesta, la espera, la lluvia. Con drones, grúas y cámaras circulando alrededor de los manifestantes, acaso es el más impactante y mejor fotografiado registro de una manifestación en la Argentina que yo recuerde haber visto. El trabajo de color y de sonido es impecable (en especial esto último, llamativamente claro para ese tipo de eventos, usualmente tan caóticos), lo que permite que la energía de los manifestantes atraviese la pantalla. Es, casi, como haber estado ahí. O como revivirlo. Seguramente para los que no conocen lo que sucedió en Argentina en 2018 la película tendrá mayores elementos informativos. Se narra el frustrado intento de que el Senado convierta en ley el proyecto que ya venía aprobado por Diputados. La película hace un breve repaso de la historia del proyecto (algunos discursos en la comisión específica que primero trató el tema, por ejemplo, otros de diputados) pero lo principal, además del seguimiento del día, es escuchar los casos y las historias, en primera persona, de mujeres que sufrieron las consecuencias del aborto clandestino, amigas, familiares y militantes que trabajan día a día para acabar con esa práctica horrenda y volverla legal, segura y gratuita. Los que seguimos la causa de modo cercano conocemos y vimos mucho de lo que se aquí. Es cierto: QUE SEA LEY puede ser un tanto reiterativa y machacona, pero es parte de la propuesta. No se hizo para ganar premios en festivales sino para narrar una experiencia y documentarla. Solanas busca también no ofender a “los rivales”, los pro-vida, acaso con la intención de convencer a algunos de ellos ante futuras votaciones. No hay agresiones fáciles ni se los ridiculiza. Si eso sucede es porque algunos legisladores, por ejemplo, se ridiculizan solos. De todos modos veo difícil que pueda funcionar fuera del círculo “verde”. Son tantas las diferencias (algunas, visuales y organizativas, bien planteadas aquí de modo puramente cinematográfico) que queda muy claro de que hay mucho más que una plaza dividiéndolas. Que sea ley QUE SEA LEY es también, un homenaje de Solanas a su padre, Pino. No solo al darle espacio dentro del propio film a su notable discurso en la Cámara, entre otras breves apariciones, sino en la manera en la que este cineasta, formalmente tan distinto al director de EL EXILIO DE GARDEL, toma aquí varias referencias del clásico LA HORA DE LOS HORNOS para estructurar su película, con sus textos furtivos en tipografías gigantes, su división en episodios y su edición furiosa y épica. Los tiempos cinematográficos pueden haber cambiado, pero los políticos no tanto. Cincuenta años después de aquel clásico film siguen habiendo grandes deudas con diversas partes marginadas de la sociedad. Y homenajear aquella película es una manera de retomar y continuar la historia. Familiar, sí, pero también nacional.