Llegamos a la temporada 9 Al hacer está crítica de la novena entrega de la saga Fast And Furious, se me hace inevitable tomarla como si fuese una serie de tv, así de longevas como Grey’s Anatomy o La ley y El orden. Doy estos ejemplos, porque para que estás series sigan en pie, deben crear tramas para que se sostengan con el tiempo, cómo traer a familiares que no conocíamos o revivir muertos. Y justamente es lo que este film hace, estirar el chicle con todos aquellos recursos y un poco más, y aunque esté dirigido solo para los seguidores de la saga, las cosas no salen tan mal. No quiero contar mucho sobre la trama en general porque no quiero llenar de spoilers a aquel que realmente este interesado en ver la película, se que hay muchos, si no no hubiese llegado a su película número 9, teniendo en cuenta que tiene un presupuesto de producción bastante envidiable. Vamos al grano, tenemos una amenaza en la que Dom y el equipo deben volver al ruedo, nada nuevo. También tenemos personajes que fueron importantes en el pasado de los protagonistas, y aparece alguno que creíamos muerto, nada nuevo tampoco. ¿Lo nuevo? Hay un viaje al espacio. Si, es una película que recicla muchos los recursos de la saga, como los personajes de anteriores entregas, las persecuciones, las escenas de acción con ideas físicamente imposibles, pero que en su conjunto entretienen. Si, es un entretenimiento ligero con espectacularidad visual, y varios chistes bobos, que denota que el perfil de la saga no ha cambiado mucho pero que siempre puede ir más lejos. Justamente siempre lo veíamos como chiste, de que no iban a parar hasta que el Team llegase al espacio, y me alegro que de alguna manera se hayan atrevido, para mostrar que no hay límites. En cuanto a las actuaciones no podemos decir mucho, no es el fuerte de estás películas. Si toca decir que hubo mucho reciclaje de personajes que fueron encajados porque sí, cómo Charlize, Kurt Russell, entre otros. Si, tenemos el añadido de John Cena al cast, cómo el antagonista de este episodio, que si bien es obvio que estamos ante un producto que no pide muchas exigencias actorales , podemos decir que está correcto en su papel. Sin mucho más que decir, la temporada 9 es entretenida, aunque se note que ya pierda fueza al agotar sus recursos disponibles. Todavía entretiene, y tenemos un vistazo de lo que podríamos ver en el futuro, ya que nos demuestran que para estos supuestos corredores de autos, no hay límites. Calificación 7/10
“Rápidos y Furiosos 9”. Crítica. La saga no baja el pie del acelerador y nos trae un enfrentamiento entre hermanos con mucha acción. La novena entrega de Rápido Furioso pisa el acelerador a fondo y continua con bastante gasolina para seguir la saga de manera inagotable. La franquicia ha tenido sus tropiezos y sus aciertos. Rápidos y Furiosos 9 puede llegar a ser uno de esos grandes aciertos, ya que la nueva película de Justin Lin reaviva la saga sin intenciones de que se puede cortar de repente. Podría decirse que tiene una trama algo rebuscada para continuar con la saga, pero sin dudas la introducción de nuevos personajes y la vuelta de otros, marca un camino muy claro en la pista para continuar sin problemas. Tu pasado te persigue Si bien el nuevo conflicto es el enfrentamiento entre Dom (Vin Diesel) y Jakob (John Cena), esta pelea fija una idea clara de que Jakob no es que el maneja los hilos, sino que trabaja para tirano millonario usando a Cipher (Charlize Theron), la antigua enemiga de Dom, lo que vuelve más peligroso al ser un espía, pero en realidad es Jakob quien quiere desafiar a su hermano para ser mejor que él. El punto positivo de este conflicto, es mostrar a los personajes cuando eran jóvenes, ya que pueden abrir muchas posibilidades de un Spin-Off. Los actores Vinnie Bennet (Dom) y Finn Cole (Jakob) dejan algo de material para mostrar. Lo negativo, es que la razón de la huida de Jakob cuando era adolescente es muy rápida y que con el correr de la trama hasta llega a ser muy infantil la competencia entre ellos dos. Más que autos, naves La franquicia fue evolucionando con el pasar de los años, y las carreras fueron quedando de lado para traer mucha más acción y fantasía que atrae al público. En el caso de esta nueva entrega, muchos esperaban que estén en el espacio. A pesar de que hay algo más que épico con el viaje fuera de la tierra e ir en son de paz, esta es la parte más cómica de la película. A pesar de ser algo ridículo, es uno de los puntos a favor del filme, ya que es la manera de descomprimir las escenas tensas o de mucha acción. Un regreso muy esperado La vuelta de Han (Sung Kan), fue una sorpresa para el público cuando salió el primer tráiler y su regreso no es para nada sacado de la manga, ya que está muy bien orquestado. Esto relaciona directamente a Han con la trama principal de la película y le da un peso muchísimo mayor del que ya tenia desde Rápido y Furioso: Reto Tokio. Lo cual hace que el personaje pueda tomar las riendas con un papel en solitario en la franquicia. Un placer culposo No muchos consideraban que seguir estrenando películas de la saga sea correcto, ya que cada vez va rozando más lo ridículo: Desde los autos que desafían la gravedad, cosas totalmente irreales (para ser un filme que trata sobre carrera clandestinas) y sus épicas luchas que superan totalmente al Capitán América o a Batman. Pero, la nueva entrega sorprende gratamente, porque ya se sabe lo fantástico que van a darnos, es totalmente disfrutable y entretenida, ideal para ir al cine. Desde sus efectos, hasta el destrozo de vehículos a gran escala, este placer culposo puede continuar sin problemas, ya que la estrategia de reavivar a Rápido y Furioso la cumple plenamente. Para cerrar a toda velocidad Desde la incorporación de John Cena, hasta el regreso de Sung Kan, Rápidos y Furiosos 9, llega para arrasar en taquilla y pasar los cambios para seguir sin baches en el camino. Justin Lin anticipó desde el tráiler lo que esta película nos iba a traer, la familia, autos, peleas y acción. Sin lugar a dudas, son un pie para darle espacio a otros personajes, como lo fue con Hobbs y Shaw, interpretados por Dwayne Johnson y Jason Statham, que a pesar de no ser la mejor entrega, nos mostraron algo distinto. Hay una escena post créditos, con la que al parecer nos traer de vuelta a otro personaje muy querido. Lo que baja la vara, es que nada de esta entrega en nuevo y original, la franquicia lo fue perdiendo poco a poco, pero quizás esto haga que puedan buscar algo diferente y nuevo para explotar y sorprender nuevamente. Rápidos y Furiosos 9
Luego de los 145 minutos de proyección, me levanté de la sala con sensaciones encontradas. Por un lado, estaba feliz con el hecho de que han vuelto las proyecciones a sala al AMBA y que los tanques empiecen a llegar, y por el otro, decepcionado por el nuevo episodio de una de las sagas más populares de los últimos años. Sería un lugar común «caerle» a una franquicia que entrega su noveno capítulo. ¿Cuántas ideas nuevas hay para innovar y mantener el interés a esta altura cuando pasaron más de 20 años desde su inicio? Una, claramente ha sido planteada por los productores y es potenciar la espectacularidad. Ir más allá de lo convencional e impactar a la audiencia con un relato, absolutamente irreal, rozando el espíritu «Bond» en todo sentido, con la idea de mantener el interés y alimentar las ansias de fans y simpatizantes de «FF» en todo el mundo. La segunda, apostar a reforzar el sentido de familia que es símbolo de la saga todo el tiempo, esta vez, desde la reconstrucción de un pasado que no conocíamos, el de Dominic Toretto. Justin Lin, el hombre detrás de las cámaras, conoce bien cómo hacer que la pochoclera trabaje en los cines. Sus películas superan los dos billones de dólares de recaudación total y su sello es la espectacularidad con la que filma, hecho que lo ha posicionado como uno de los realizadores top en el género acción y aventuras. Aquí, se encarga de que la historia (que el escribió junto a Daniel Casey) fluya, sin mayores preocupaciones desde lo interpretativo, y con el foco puesto en que algunas escenas sean recordadas por su estridencia y locura. Arriesgo, que no más de eso. La historia arranca a fines de los ochenta, donde en una importante carrera, vemos a Dominic y Jakob (John Cena), hermanos, presenciar la muerte de su padre en una competencia plagada de adrenalina. La situación que motivó la escena, genera un principio de disputa en ámbos y uno de ellos incluso, termina en prisión. La cinta volverá con flashbacks a este tramo a lo largo de varios momentos para retomar algunos sucesos que explican la difícil vinculación en esta familia luego del incidente. En tanto, Toretto vive con Letty (Michelle Rodríguez) y su hijo Brian, en un paraje alejado de la civilización. Pero su tranquilidad durará poco. Los chicos (y chica) de su equipo llegarán con noticias sobre la desaparición del jefe del servicio secreto que los protegía y financiaba (el Señor Nadie, ¿recuerdan a Kurt Russell?) y reinstalarán el desafío para averiguar que sucedió y saber a ciencia cierta el riesgo que correrían en el presente. A partir de allí, el grupo irá a una selva en América Central donde entre los restos del avión que transportaba al Mr. Nobody, encontrarán una dispositivo que puede aportar valiosa información. Pero, aparecerá Jakob en el terreno y luego de una trepidante persecución se quedará con el mismo, desatando una conjetura fuerte: tiene una alianza con Cipher (Charlize Theron) y el mundo, debería preocuparse a corto plazo. ¿La razón? Si logra ensamblarse correctamente, Ares (así se llama el programa), podría dominar cualquier computadora en la tierra. Y desatar guerras nucleares… por ejemplo. El team Toretto se reorganizará y tratará de combatir esa amenaza con todo lo que ya sabemos posee. Una de las novedades destacadas, es sin dudas (al menos de las que podemos contar sin spoilear aquí), el regreso de Jordana Brewster a su rol de Mía, hermana de Dominic y algunas escenas realmente, fuera de lo común. Sin contar el regreso de Han (Sung Kang), del que prefiero no opinar. Ya la saga había tenido cuadros que los productores de «007» y «Mission Impossible» envidiarían. Bueno, aquí habrá material para disfrute de los fans y una admirable disposición técnica para afrontar ideas de gran calibre. Desde el punto de vista actoral, nada es demasiado destacable excepto algún contrapunto cómico entre Tyrese Gibson y Ludacris que le aportan color. Quizás la carencia mayor sea lo desdibujado que son los villanos de la historia. Tanto Theron como Cena, aportan poco y me atrevo a decir que tampoco son de relieve para la historia. Tan sólo ofrecen posicionamiento y flaca rivalidad. Cero tensión. Ya he hablado de Vin Diesel en ocasiones anteriores y nada ha cambiado mi opinión sobre sus condiciones. Sigue exactamente igual siendo que en esta saga, ofrece sus mejores actuaciones… Considero que «Fast & Furious 9» es una película honesta, exagerada y ruidosa. No ofrece altos puntos de interés fuera de la espectacularidad visual (y eso, coincidimos, no es poco) pero se presenta como una alternativa movilizante a la hora de invitar a la gente a retornar a los cines en este tiempo. Los fans la amarán, mis colegas manifestarán (probablemente) que es de las más flojas de la franquicia… Y todo seguirá igual. Ya llegaron al espacio, ¿qué más podría pedirse en la décima entrega?
Rápidos y furiosos 9 muestra desde su título que la saga originada en el año 2001 se volvió una fuente de locura de acción que ya lleva veinte años dando películas. Contrario a lo que pasó con otras series de películas, era difícil en aquel momento pensar todo lo que seguiría al primer film. Ya la segunda parte parecía más de lo mismo y se sentía agotada. Pero en el año 2011 la quinta película fundó de nuevo la saga al pasar de ser un film exclusivamente centrado en los autos para convertirse en una gigantesca producción de aventuras donde absolutamente todo era posible. La alegría de ese renacimiento duró hasta el octavo film, sumando actores como Dwayne Johnson, Jason Statham, Helen Mirren, Kurt Russell y Charlize Theron. La novena parte, sin embargo, muestra un desgaste notable con respecto a los títulos recién mencionados. La simpatía de Johnson y Statham se extraña y no por nada han tenido su propia película. Ahora sí la falta de Paul Walker es notoria y no hay nada que reemplace todo ese carisma perdido en estos tres actores que acá no participan. Hay regresos y cameos que no serán delatados aquí, pero ya empieza a verse demasiado forzado todo. No hay un humor genuinamente gracioso, solo algunos chistes. El problema es que la maquinaría de acción cede espacio al drama y ese drama entra por la ventana sin demasiada justificación. Un sinfín de flashbacks duermen el ritmo de la película en varios momentos. Es el guión lo que falla. Tantas piruetas da la película en el aire para justificar su historia y tanto intenta construir personajes nuevos que se le van casi dos horas y media con solo tres escenas de acción. La primera anuncia un alto nivel de delirio, lo que no está mal. La segunda tiene menos coherencia de lo tolerable y recién la tercera, cuya inverosimilitud busca ir más allá de todo lo conocido, termina teniendo la gracia y la emoción que caracterizó a la saga. Los corazones tiernos que disfrutamos de los films anteriores (del 5 al 8, es importante aclararlo nuevamente) vamos a darle un voto de confianza al último tercio de película. Pero los primeros dos tienen escenas de más, charlas demasiado largas y los mencionados flashbacks que rompen toda la estructura. Además de los actores ausentes que ya mencionamos, existe la posibilidad de que también se sienta la falta del guionista Chris Morgan, presente en casi toda la saga, incluyendo los mejores films.
Quinta a fondo. Velocidad sideral (y es literal). La nueva entrega de la franquicia “rápida y furiosa” rompe las leyes de la física, en una demencial secuencia con una especie de automóvil/cohete, que llega al espacio para destruir un satélite. Claro que esto nos da la pauta del tono de la nueva entrega, que deja todo tipo de solemnidad a un lado para dar paso desde el absurdo a la espectacularidad en su máxima expresión, incluida una fuerte impronta emocional. Los amantes de la acción, la velocidad, y de todo este mundillo liderado por Vin Diesel (Dom Toretto) y sus secuaces, va a disfrutar de Rápidos y Furiosos 9, que no escatima en excesos y en recorrer varias partes del mundo. Todo comienza con un Dom retirado de las pistas y las peligrosas misiones, disfrutando de la tranquilidad de su granja, junto a su pequeño hijito y su amor Letty (Michelle Rodríguez). Pero claro que no será gratuito un flashback ochentoso, que recuerda la muerte del padre de nuestro héroe en una carrera de autos, con su hermano más pequeño, Jackob, involucrado en el suceso. Irrumpiendo la calma, se desatará una nueva misión que involucra no solo recuperar una “arma” tecnológica revolucionaria, sino también enfrentarse con su hermano Jackob Toretto (John Cena), ahora devenido en un espía, que actúa sin piedad y movido por el resentimiento de toda una vida, por ser la sombra de un hermano brillante. Más allá de la adrenalina misma por los sucesivos acontecimientos de alto impacto, impulsados por la propia esencia de este grupo de elite que tiene sangre mezclada con combustible en las venas, la razón de ser, pertenecer y existir aquí se motoriza por la fortaleza de los vínculos y el amor. El director de Rápidos y Furiosos 9, hablamos de Justin Lin, deja todo en la pista, en el sentido más amplio de la palabra. Escenas de ultra acción delirantes y disparatadas, varias inconexas narrativamente hablando. Un shock vertiginoso que nos transporta a un universo donde prima lo sensorial, pero también se pone de manifiesto el valor de la familia y la amistad. ¡Quinta a fondo!
Han pasado 20 años desde el estreno de la película The Fast and the Furious (2001) y justo dos décadas después se está llegando a la clausura de la saga, que terminará con 10 películas o quizás 11 si deciden dividirla en dos partes. Hoy se estrena #rapidosyfuriosos9 la 2da. película sin la participación de Paul Walker tras su prematura muerte. En esta ocasión, la "familia" vuelve a reunirse para recuperar un artefacto que una vez más hace peligrar la seguridad de la humanidad. Al igual que la entrega anterior la hacker terrorista está involucrada en la cuestión junto con un rico jerarca ruso y el hermano de Toretto, si leyeron bien...vendría a ser algo así como el Hugo de Bart Simpson (🤣). Parece que desde hace años en esta saga ya vale todo desde resucitar muertos hasta ampliar el árbol genealógico familiar (recordemos a los despiadados hermanos Shaw). Para explicar la presencia del hermano de Toretto, se recurrían a flashbacks que en vez de otorgar legitimidad al relato solo ponen en evidencia la mala y poca creatividad del guión. Pero una particularidad de esta novena entrega es explicitar a través del parlamento de los personajes, sobre todo el de Tyrese, la falta de realismo y coherencia en la película. Es decir, a través de personaje se ejerce la comicidad y la "autoburla" metadiscursiva de la película, explicitando el artificio hasta de la permanencia con vida de los protagonistas (parece que ya son superhéroes). De forma burda, aquí se fueron por la tangente, literalmente al espacio. Si bien la acción y el entretenimiento se mantienen al entrar en código una vez avanzado el relato, hacia el desenlace el relato vuelve a derrapar siendo insalvable y convirtiéndola quizás en la peor entrega de la saga. Aborrece que nuevamente el "villano" se vuelva bueno y la auténtica villana tan lograda de Charlize Theron está aquí totalmente desperdiciada y limitada a pocas escenas. Se supone que la voluntad de Vin Diesel y todo el equipo técnico es llegar a las 10 películas porque éste era un deseo conjunto con el difunto P. Walker. Pero habría que ver qué opinaria él de esta entrega...
Pasaron 20 años del estreno de Rápido y furioso, y el camino recorrido fue amplio. Aquella primera película funcionaba como una remake encubierta de Punto límite (aunque terminaría siendo muy superior a la remake oficial de la película de Kathryn Bigelow), con un elenco carismático encabezado por Vin Diesel y Paul Walker. La secuela inmediata, + rápido, + furioso, contó con Walker y presentó a Tyrese Gibson y Chris “Ludacris” Bridges. La tercera entrega, Rápido y furioso: reto Tokio, trajo nuevos personajes con una historia distinta, aunque al final conecta con la primera. Si bien RyF había insinuado ciertos detalles estrambóticos, como las técnicas para que los autos puedan correr a toda velocidad, es a partir de Rápidos y furiosos 4 que la saga se consolida como tal y encuentra su identidad. Vin Diesel retoma el papel de Dominic Toretto y se consolida la química con Walker y con el resto del elenco, y la acción ya abraza con placer el más puro delirio. Un delirio que estos antihéroes motorizados -luego devenidos agentes secretos- pondrán a prueba en las siguientes continuaciones, gracias a más acrobacias, más tramas complejas y a un nutrido catálogo de aliados y villanos. En tanto, Walker murió, aunque eso no detuvo a la franquicia, que hasta contó con un spin off: Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw, con los personajes interpretados por Dwayne Johnson y Jason Statham. Rápidos y furiosos 9 sube aún más la apuesta, y desde el vamos no se anda con mucho preámbulo. Toretto y Letti (Michelle Rodriguez), ponen en suspenso su vida doméstica, lejos de todo, para acompañar a la familia -tal como se denomina el grupo- en una misión urgente: impedir un plan de dominación mundial de Otto (Thue Ersted Rasmussen), un joven millonario caprichoso. Pero este individuo cuenta con un fuerte aliado: Jacob (John Cena), espía devenido criminal… y hermano de Dom. Siguiendo la línea de Rápidos y furiosos 8, el eje de la trama es Toretto. Una serie de flashbacks nos muestran su juventud junto a su padre, un piloto de NASCAR que muere durante una carrera, y también el episodio que lo llevó a la cárcel y la tensa relación con Jakob. Estos momentos introspectivos son un condimento del plato principal, compuesto de persecuciones, tiroteos, explosiones, lucha cuerpo a cuerpo, pasos de comedia (con un humor más autoconsciente), cameos de músicos famosos y un elogio de los valores familiares. Y no se pueden dejar de mencionar las vueltas de tuerca (demasiadas) y la reaparición de personajes de entregas anteriores, incluso algunos que parecían haber sido asesinados. Una vez más, el carisma de Diesel y la espectacularidad de las secuencias (el director Justin Lin regresa luego de la sexta parte) se erigen como los principales méritos de una historia que no se queda sin combustible debido a su falta de vergüenza para romper todos los límites. ¿Por qué la Tierra es un impedimento para las proezas automovilísticas? También cuenta con su gracia que Helen Mirren haya podido protagonizar una persecución a través de Londres (la actriz supo admitir que deseaba una intervención de ese estilo cuando se sumó a la 8 para interpretar a la madre de los hermanos Shaw). Rápidos y furiosos 9 ruge su condición de blockbuster demencial y engrosa una mitología que no tiene freno.
La novena entrega de la franquicia dirigida por Justin Lin (que dirigió la tercera, cuarta, quinta y sexta película de la saga) llega a los cines y no defraudará a los seguidores fieles de este tipo de películas, aunque eso no quita que en esta oportunidad el resultado final resulte más inverosímil y abrumador que en las entregas anteriores. Los efectos visuales están puestos a disposición de las decenas de escenas de acción y tiroteo y eso convoca a un público, fiel a este estilo de películas, que probablemente se acerque a las salas de cine para pasar un rato (demasiado largo, quizás ya que el filme dura dos horas y media) y entretenerse con esta película. Dom (Vin Diesel) y Letty (Michelle Rodriguez) junto al pequeño Brian viven en una casa alejados de todo, incomunicados con el mundo exterior. La tranquilidad se ve afectada cuando el orden mundial corre peligro, y los únicos que pueden hacer algo al respecto son Dom y sus amigos Roman (Tyrese Gibson), Tej (Chris Bridges) y Ramsey (Nathalie Emmanuel). En esta oportunidad el villano que persigue las partes de un objeto que tiene el poder de dominar todos los sistemas informáticos y armamentísticos del mundo, no es nada más ni nada menos que el hermano de Dom, Jakob Toretto (John Cena), con quien las cosas no han terminado muy bien años atrás. La película, además de contar mediante flashbacks a 1989 la historia personal de ambos hermanos, que los separó en su momento y porque ninguno supo nada del otro por tanto tiempo, relata las aventuras de los rápidos y furiosos a través de diferentes locaciones (Londres, Edimburgo, Tokio, entre otras) con el objetivo de detener el plan de Jakob y equipo. Justin Lin decide abarrotar al espectador con múltiples escenas de acción, carreras, autos de todo tipo y tamaño, drones y hasta “viajes espaciales”. Hay un sinfín de estímulos visuales y sonoros por doquier que resultan apabullantes, pero que guardan relación con lo que uno podría esperar en este tipo de películas. En su eterna duración de dos horas y media “Rápidos y furiosos 9” tiene toda el vértigo que un videojuego de última generación puede generar. Resulta curioso pensar que otras ideas pueden surgir en las siguientes entregas de la película, ¿cuándo es suficiente? ¿cuándo van a parar de estirar la historia? En “Rápidos y furiosos 9” también está Queenie (Helen Mirren), quien maneja a toda velocidad por Londres, mientras que Cipher (Charlize Theron) tiene algunas escenas que para lo único que se justifican es para dar cuenta de que su personaje aún tiene vigencia en la historia. Es probable que los fanáticos de la saga se entretengan y la pasen bien en esta película, por supuesto no ofrece más de lo que es, un argumento básico que tiene conductores y vehículos todo terreno con decenas de escenas de acción. Hay un abuso de efectos especiales que tornan ridículas varios pasajes de la historia, aunque es probable que pedir coherencia no sea pertinente en historias como esta. Lo que mejor puede suceder con “Rápidos y furiosos 9” es que la gente que sigue la saga elija ir a verla al cine para apoyar una industria que se vio golpeada todos estos meses. Como suele pasar en RyF, no abandonen la sala luego del final…¿continuará?…
Vin Diesel y las ruedas de las llantas de oro Vuelve la saga más impensada del mundo, aquella que inició con hombres y mujeres fuertes siendo piratas del asfalto, y finalizó convirtiéndose en una de superhéroes rompiendo todas las reglas de la física. ¿Pero hay forma de ir más allá? ¿En serio se lo preguntan? ¿De qué va? Nueva entrega de Rápidos y furiosos, la novena de la saga. Dom (Vin Diesel) y Letty (Michelle Rodriguez) llevan una vida tranquila junto a su pequeño hijo Brian. Aunque sus prioridades hayan cambiado, deberán enfrentarse a su pasado luego de que Cypher (Charlize Theron) reclute al hermano menor de Dom, Jakob (interpretado por John Cena) para vengarse. El inicio es diferente a cualquiera de las anteriores películas de la franquicia: vamos a fines de los 80s para conocer al padre Toretto, y a un jóven Dom… y a un jóven Jakob, hermano del pelado musculoso y panzón. ¿Mia no era hermana única? No, y todo tiene su razón de ser. Así como Hal Jordan (Green Lantern), Dom tiene su origen viendo morir al padre en su instrumento de trabajo: un auto de carreras. Uno que estalla en llamas, y el responsable del siniestro es ¿asesinado? por Dom, que va a la cárcel dejando sólo a su hermano. En el presente, la nueva familia de Dom vive escondida del mundo. Hasta que son llamados a la batalla… la que responde es Letty hasta que su pareja se da cuenta que el villano de esta historia podría ser su pequeño hermanito. Y ahí: ¡Al infinito y más allá de la suspensión de la incredulidad! La saga a partir de su quinta parte ya era de superhéroes: los personajes atraviesan paredes como si fueran papel, caen de 10 pisos de un edificio y sólo terminan con un yeso en el brazo… yeso que se lo quitan solo haciendo fuerza. Y no olvidemos cuando enfrentaron un submarino y Dwayne Johnson (que no está en esta parte porque tiene su propio spin-off y porque se odia con Vin Diesel) desvía un torpedo con sus manos desnudas… En esta oportunidad, el verosímil no sólo es desafiado hasta el extremo sino que se juega constantemente a romper la cuarta pared. El personaje de Tyrese Gibson (alivio cómico desde el inicio) comienza a preguntarse como pueden sobrevivir a tantas cosas sin un rasguño… “¿seremos especiales?” elucubra en un momento donde la música se pone tensa, para terminar en una carcajada generalizada. Claro, que la gente que se ríe de él termina en EL ESPACIO, con UN AUTO con una turbina especial. ¿Es eso posible? ¿A QUIEN LE IMPORTA? Luego, lo mismo de siempre: paseos por todo el mundo hasta que se gaste el presupuesto, persecuciones en dos, cuatro, ocho y hasta dieciséis ruedas, Vin contando lo importante que es la familia, personajes muertos que vuelven a la vida con la justificación de “es una historia para otro momento”, apariciones especiales de actrices de la talla de Helen Mirren y Charlize Theron, un villano que después se hace bueno, Vin repitiendo lo importante que es la familia, y unos astronautas en el espacio encontrando a dos locos arriba de un auto en un traje de buzo… total normalidad. Pero no todo es color de rosas: la exageración, inflamó tanto de esteroides a este mastodonte que no tiene a donde más expandirse. Incluso con un verosímil tan abarcativo como el que siempre demuestra, se siente todo un poco agotado. Capaz el carisma de John Cena no sea tan efectivo como el de Dwayne, o el McGuffin de “aparato ultra-secreto que puede hackear todo en el mundo” ya dejó de ser funcional, pero sus casi dos horas y media no dejan con la boca abierta ante un espectáculo visual, sino que nos hacen mirar de vez en cuando el reloj. Dicen que quedan dos más… falta conocer a Mama Toretto, Abuela Toretto, Primo lejano Toretto y más integrantes del árbol familiar de quien se llenó de plata haciendo de un árbol gigante con patas que solo dice una frase. El desborde no se negocia, Vin… nunca olvides que el centro de la saga es el pochoclo. Y quédense que hay escena post-créditos…
La saga vuelve...una vez más, dirigida por Justin Lin. Realmente celebramos la apertura de los cines y sus seguidores se van a divertir, pero el guion escapa a toda lógica. Vieron cuándo a algo le fue bien en sus comienzos y se quiere seguir exprimiendo la idea? Bueno, creo que es momento de parar...ya que la historia hace agua en varios pasajes. Los chistes son malos y el colmo es...un viaje al espacio. Difícil. El comienzo nos retrotrae en 1989, a la muerte del padre de Dominic Toretto (Vin Diesel) en una carrera donde sus hijos Dom y Jakob (John Cena, quien hace su aparición aquí) lo acompañaban desde boxes Por circunstancias que conocerán en el transcurso de la historia los hermanos se alejan. En la actualidad Dom y Letty (Michelle Rodríguez) viven en una granja, alejados de todo con el pequeño Brian, hasta que aparecen sus antiguos compañeros Roman (Tyrese Gibson), Tej (Ludacris Bridges) y Ramsey (Nathalie Emmanuel) para recuperar un valioso objeto con la finalidad de salvar al mundo. Los villanos de turno son Cipher (Charlize Theron), el mencionado Jakob y un numeroso grupo de soldados. Hay pequeñas apariciones de Mr. Nobody (Kurt Russell) y Queenie (Helen Mirren) que le aportan un toque de color pero no mucho más. También vuelve a la vida Han (Sung Kang) con una explicación extraña. El grupo recorre en sus dos horas y veinticinco minutos varios países y destrozan una innumerable cantidad de autos, motos y camiones, en un raid que es apabullante. Los efectos visuales son buenos, hay explosiones, bombas, peligro y acción por doquier. El grupo liderado por Vin Diesel sigue rescatando los valores de la familia, eso es un punto a favor. Sin duda alguna, sólo para ultra fans.
20 años de historia Después de algunos años fuera de las pantalla, una de las franquicias más famosas vuelve con una aventura explosiva y dedicada íntegramente a los más fanáticos de esta saga, donde Dominic Toretto (Vin Diesel) lleva una vida tranquila con Letty (Michelle Rodriguez) y su hijo, el pequeño Brian, pero saben que el peligro siempre acecha. En esta oportunidad deberán enfrentarse a su pasado luego de que Cypher (Charlize Theron) reclute al hermano menor de Dom, Jakob (John Cena) para vengarse. Sinceramente es la película de la saga que más disfruté, porque ante todo ya sabe que conocemos sus códigos, y si los manejamos y nos gustan, esta novena entrega cumplirá con creces. Además entretiene mucho (particularmente a mí se me pasaron volando las dos horas y veinticinco minutos que dura), con escenas llenas de acción y algunos cameos con personajes icónicos de la saga. También juega con el tiempo para que conozcamos mucho mejor al equipo y que descubramos un secreto que dividió a la familia Toretto. John Cena se suma al elenco con un personaje muy cliché pero por la trama de la película funciona muy bien y otorga momentos geniales que logra mantenernos en el asiento. En todo momento esa rivalidad con el personaje de Vin Diesel es muy palpable y es una de las mejores cuestiones que ofrece esta película, junto a las espectaculares escenas de acción que no respetan ninguna ley de gravedad (ya sabemos que no existe la lógica), autos haciendo hazañas imposibles (que hasta ellos mismos también se lo cuestionan) y que una sola frase es un detonante para un chiste recurrente (que funciona bien en el contexto que sucede). Lo que no me gustó de Rápidos y furiosos 9 es que trate de dejar algún mensaje, lo cual me parece totalmente innecesario porque, aunque esta saga se trata sobre la familia, siempre me pareció muy forzado y no me lo creo para nada. Pero a la vez hace tiempo que no busca ni de cerca ser una película perfecta ni que cuente con un poco de lógica, porque siempre supo separase de eso y lo único que quiere es que pases un muy buen momento en el cine (y con el cinturón puesto para todo esta aventura explosiva). Si buscás algo para relajar el cerebro un rato y pasarla muy bien, Rápidos y furiosos 9 es el camino. Es un viaje muy rápido… y sin frenos. Y antes de irse de la sala hay que quedarse unos minutos porque tiene una escena pos crédito, que puede ser una de las peores que hayamos visto (pero resulta divertida).
UNA FRANQUICIA DEVORÁNDOSE A SÍ MISMA Si Rápidos y furiosos 8 rizaba tanto el rizo que terminaba siendo una secuela que se devoraba a sí misma, Rápidos y furiosos 9 hace lo mismo con la franquicia entera. Ya la saga, entre intrascendente y superficial en sus comienzos, se había inflado cada vez más a medida que se acumulaban las entregas. Sin nada adentro más allá de las explosiones, el sexismo y las bajadas de líneas de cartón corrugado sobre la institución familiar, era como un globo esperando a estallar o desinflarse. Y en esta novena parte todo se desinfla. Ya el flashback con el que arranca la película nos indica que buena parte de la trama no solo va a ser insoportablemente discursiva, sino también innecesaria y prescindible. Varios minutos dedicados a mostrar algo que ya se sabía -el accidente en el que muere el padre de Dom (Vin Diesel), que él se lo contaba a Brian (Paul Walker) en la primera parte de la saga-, pero agregándole varios diálogos inverosímiles y un dramatismo forzado a más no poder. Esa secuencia y sus momentos posteriores va a ser retomada, una y otra vez, para tratar de potenciar el enfrentamiento entre Dom y su hermano menor, Jakob (John Cena), quien se ha convertido en un espía al servicio del mejor postor. El disparador es la desaparición de Mr. Nobody (Kurt Russell) y la búsqueda de un arma tecnológica que permitiría controlar todos los dispositivos con algún tipo de conectividad en el mundo. En el medio, vuelven a aparecer viejos aliados -entre ellos Han (Sung Kang), que retorna súbitamente de la muerte- y antiguos enemigos, como Cypher (Charlize Theron). Muchas tramas y subtramas a las que la película trata de acomodar en el medio de un puñado de secuencias de alto impacto apenas rescatables. Hay una escena donde se le pregunta a Han qué le había pasado y de dónde salió, teniendo en cuenta que todos creían que estaba muerto, y él empieza a recordar lo mal que estaba tras la muerte de Gisele (Gal Gadot apareciendo de improviso en otro flashback más y van…). Cuando Roman (Tyrese Gibson) le pide que por favor vaya al grano y explique cómo sobrevivió al intento de asesinato de Deckard Shaw (Jason Statham), Teg (Lucadris) lo interrumpe y le ordena que deje que Han hable tranquilo. Así, Han puede seguir contándonos algo que todos sabíamos porque bueno, hay que darle más peso dramático a su personaje. Así es casi todo en Rápidos y furiosos 9: una sucesión constante de explicaciones redundantes de cosas ya sabidas, que demuestran que los realizadores ya no confían ni en su propio público. Mucho menos entonces en la materialidad cinematográfica: solo algunas persecuciones buscan un mínimo vínculo con el poder de la imagen y el movimiento. Todo es diálogo informativo, personajes diciendo qué les pasa, escenas dramáticas o humorísticas forzadas al extremo, sin verdadera incidencia en lo que se está contando. De energía e inventiva -más allá de algunas ideas ocurrentes, que igual están explicadas en exceso-, poco y nada. Así, el conflicto central, que podría haberse resulto en algo más de una hora y media, se extiende por casi dos horas y media, llegando a un nivel de exceso y aburrimiento llamativo. No se trata de que esté mal que una película dure más de dos horas: Titanic está por encima de las tres horas, pero es entretenida de principio a fin. El problema pasa por la ausencia de una mínima sabiduría narrativa, de economía de recursos y de confianza en lo que se está contando, lo cual es mucho peor. Estirada, carente de dinamismo y con algunas resoluciones bastante vergonzosas, Rápidos y furiosos 9 condena a una franquicia -ya inflada con anabólicos hasta el límite- a la autodestrucción y decadencia.
-Con la vuelta del taiwanés Lin a la dirección (fue el responsable de la tercera, cuarta, quinta y sexta entregas), F9 recupera parte del delirio y la simpatía perdida en el camino por esta longeva franquicia. -Estrenada a fines de mayo en 23 mercados, algunos importantes como los de China (lleva recaudados solo en el gigante asiático más de 200 millones de dólares), Corea del Sur y Rusia, esta novena parte de la saga es la gran apuesta para el regreso masivo del público en un negocio diezmado por la pandemia del Coronavirus como el del cine. Rápidos y furiosos 9 es la propuesta ideal para que los amantes de los tanques más impactantes, vertiginosos y adrenalínicos vuelvan a las salas. No porque sea una película notable (ni siquiera se ubica entre las mejores de la franquicia), sino porque tiene ese delirio y esa espectacularidad que solo se puede experimentar con la pantalla más grande y el mejor sistema de sonido posibles. No hay dispositivo hogareño, por más avanzado que sea, que pueda equiparar la experiencia inmersiva y envolvente de las escenas de acción protagonizadas por Vin Diesel y compañía. Si la novena película de la saga es una buena excusa para regresar a los cines, también marca otra vuelta, en este caso detrás de cámara, de Justin Lin, director de la tercera, la cuarta, la quinta (para muchos la mejor de todas) y la sexta entregas. Tras un paréntesis de ocho años (en el medio filmó desde Star Trek: Sin límites hasta un par de episodios de la serie True Detective), el realizador y aquí también coguionista de origen taiwanés recupera parte del desenfado y la simpatía de los mejores exponentes de la longeva y taquillera franquicia. Más allá de las set-pieces (cada vez más hilarantes en su constante desafío de las leyes de la física), Rápidos y furiosos siempre tuvo como base la reivindicación de la familia (la de sangre y la que se construye a fuerza de lealtad y sentido de pertenencia). En ese sentido, el prólogo nos remonta a 1989 y narra la muerte del padre de Dominic Toretto en plena carrera de autos con su hijo por entonces adolescente como testigo en los boxes desde su lugar de mecánico. Y, para que todo siga dentro del núcleo familiar, el nuevo villano no será otro que Jakob (el ex astro de lucha libre John Cena), hermano de Dominic y de Mia (Jordana Brewster). Cuando ya en la actualidad Toretto, su pequeño hijo y su esposa Letty (Michelle Rodriguez) parecen haber encontrado algo de paz y armonía en una granja, reaparecen sus laderos Roman (Tyrese Gibson), Tej (Chris “Ludacris” Bridges) y Ramsey (Nathalie Emmanuel) para que retomen la acción; así como la manipuladora Cipher (Charlize Theron), el apuntado Jakob con un ejército de mercenarios y -en poco más que cameos- el Mr. Nobody de Kurt Russell y la Queenie de Helen Mirren. Así, Rápidos y furiosos 9 se convierte en un viaje por casi todo el planeta más cercano al espíritu de otras sagas como las de Misión: Imposible y James Bond. Es que con los músculos y los autos a toda velocidad ya no alcanzan para una franquicia que quedó presa de la exigencia de ser con cada nueva entrega más gigantesca, más larga, más ruidosa y más espectacular que las anteriores.
Nadie podía suponer después de haber visto las dos primeras películas bastante clase B de esto que hoy es toda una saga, que el tema de Rápido y furioso podía estirarse más allá. Recordemos que era una historia sobre gente que corría picadas de coches de manera clandestina, sin ir más lejos, como tantas que se corren en muchos lugares del conurbano bonaerense. En aquella primera etapa los dos protagonistas eran Vin Diesel (Dominic Toretto) y Paul Walker (Brian O´Conner). Toretto era la leyenda de esas carreras y O´Conner el policía que se metía en ese mundo como infiltrado pero cómo si fuera una versión gringa de Martín Fierro, terminaba haciéndose amigo de los criminales y sumándose a ese mundo. Después de que esas dos entregas que recaudaron toneladas de dólares en todo el mundo, empezó la serie en la que las historias se alejaban de la propuesta original y en algunas ni siquiera participaban los actores centrales. En algún momento del desarrollo del proyecto, Paul Walker murió en un accidente automovilístico lo que le dio a todo el asunto un toque épico y algo sentimental. A medida que se hacían películas la historia volvió a concentrarse en Toretto y su banda que empezó a tener ramificaciones, que llevó a ese grupo de corredores marginales de carreras de coche clandestinas a convertirse en una especie de grupo comando de condiciones internacionales dispuestos a salvar el mundo. El crecimiento delirante del proyecto sumó cada vez más espectadores y alentó la llegada de actores como Dwayne “The Rock” Johnson , Kurt Russsel y hasta Jason Stratham, que son clásicos para el género de las “películas de acción ” pero además despertó el interés de una actriz como Helen Mirren que manifestó que le interesaba participar en una película de la saga y por supuesto, los productores sumaron a la banda a la actriz británica y de paso llamaron además a Charlize Theron que desde hace un par de películas funciona bien como villana invitada. Mientras todo esto pasaba para los espectadores, detrás de las cámaras pasaron cosas como que The Rock y Vin Diesel se odian, así que va a ser muy difícil que vuelvan a estar juntos en alguna película de la franquicia, lo que no impide que con el mismo sello (apenas disimulado) los productores hayan filmado una especie de spin off con Stratham y The Rock protagonizando una de las esntregas. Rápidos y Furiosos 9 es el regreso de Torettto y su grupo de gente. Después de la película anterior está retirado y viviendo una vida en familia, pero ese plan bucólico dura poco y al rato ya están de nuevo metidos en el mundo del espionaje internacional y dispuestos a todo. Esta película reúne a parte de la banda original e incluso logra que de alguna manera participe Gal Gadot que fue parte en algún momento, pero que hoy ya es una estrella internacional con su protagónico en las películas de Wonder Woman y el universo de los héroes de DC. El asunto arranca con algo de historia como para que conozcamos algo de Dominic y de paso nos enteremos de que tiene un hermano, al que nunca se nombró en las anteriores 8 (ocho) películas, y que sirve para sumar a John Cena al ya multitudinario elenco de la saga. Hay una historia de un aparato que suspende el funcionamiento del mundo tecnológico y una “llave” que los malos y los buenos deben encontrar. Para eso se reúne a casi todo la banda original, vuelve gente que aparentemente estaba muerta y los hermanos Toretto, además de salvar al mundo, deben dirimir el odio acérrimo que los separa. Todo este desfile de incongruencias y desvaríos está condimentado con mucha acción y la lucha lleva a nuestros héroes hasta las estrellas y más allá. Llegan al espacio y a esa altura uno no puede más que decir que si la idea es irse al carajo, los productores tienen razón y dale que va. El problema de esta clase de películas es que puede llegar el momento en que se confunda acción con barullo y que al decir de Spielberg se confundan los conceptos y se crea que hacer las cosas más grandes es mejor y muchas veces sólo se traduce en más ruidoso y grande. Dos horas y media de película terminan siendo un poco agotadoras, sobre todo cuando una ya sabe que hay un todo vale, que nada es demasiado en serio y que nadie corre un peligro real porque de última si un personaje muere unas películas después puede volver y los guionistas se pueden esmerar sacando un Deus ex Machina de la manga y listo. Por otro lado todo se resume en la vieja fórmula que supo enunciar Francella en una de sus comedias televisivas: “Lo que importa es la familia”. Y la familia tradicional porque por más que la banda en general se asume como una familia elegida, todas las parejas son bien tradicionales, se casan y hasta bendicen las mesas a la hora de comer. Seguramente el lector a esta altura debe preguntarse si vale la pena ver Rápidos y furiosos 9 y la respuesta es que sí, que ya que volvieron los cines, con todos los protocolos que corresponden, esta entrega de la saga es para ver en pantalla grande y buen sonido. Hay grandes momentos de acción, viajes al espacio, peleas y un final que promete una película más y sabemos que incluso pueden volver personajes porque ese es el espíritu mientras la taquilla siga acompañando. Es una manera efectiva de olvidarse un rato de la realidad y eso ya es bastante. RÁPIDOS Y FURIOSOS 9 F9. Estados Unidos, 2021. Dirección: Justin Lin. Intérpretes: Vin Diesel, Michelle Rodriguez, Jordana Brewster, Tyrese Gibson, Ludacris, Nathalie Emmanuel, Charlize Theron, John Cena y Kurt Russell. Guion: Daniel Casey y Justin Lin. Fotografía: Stephen F. Windon. Música: Brian Tyler. Edición: Greg D’Auria, Dylan Highsmith y Kelly Matsumoto. Distribuidora: UIP (Universal). Duración: 145 minutos.
Dom y Letty viven retirados de la acción; en una granja criando al hijo del primero. Pero luego de que Roman y algunos de sus socios lleguen con malas noticias; todos deben volver a reunirse para enfrentar a alguien del pasado de Dom. Y llegó el día. Después de un año de retraso, por fin arriba a nuestros cines la novena (¿Quién lo hubiera pensado?) entrega de una saga que empezó con carreras ilegales, y que a día de hoy incluye autos en el espacio. Empecemos con la review de Rápido y Furioso 9. A esta altura ya no hace falta aclarar que la franquicia se desvirtuó hasta niveles ridículos, y que ellos mismos se ríen de esto; mostrándonos en el propio trailer el retorno de personajes que dábamos por muertos, o que ahora con cohetes, usan los autos para ir al espacio. Pero por desgracia lo bizarro no alcanza para justificar una película que, al fin y al cabo, es mediocre. De las actuaciones poco podemos decir; ya que Rápido y Furioso sabemos que nunca se destacó por eso, y si sumamos a John Cena a la ecuación, el nivel sigue bajando. Pero sí podemos decir que quizás, estemos ante la peor performance de Vin Diesel hasta la fecha; ya que es la entrega donde más se le exige que muestre emociones, y por ende, donde más en evidencia queda su nulo talento. Y esto se debe a que, en esta iteración, se nos muestra bastante del pasado de la familia Toretto, algo que solo sabíamos por lo que decían los personajes, pero que ahora vemos mediante flashbacks. Y en opinión personal, hasta hubiera sido más interesante que todo el film se centre en eso, siendo una precuela hecha y derecha, que otra más donde el villano termina volviéndose bueno al más puro estilo Dragon Ball. Con respecto a las escenas de acción, si, se siguen viendo espectaculares, pero al querer sobrepasarse cada vez más y más con las bizarreadas, se termina sobrecargando la pantalla con explosiones y autos haciendo piruetas imposibles. Y siendo que ya entramos en el tramo final de la saga, quizás deban buscar romper menos las leyes de la física, y dar más secuencias que se queden grabadas en las retinas del espectador. Es obvio que Rápido y Furioso 9 apunta a quienes son fans de la saga, y no a aquellos que nos es indiferente. Pero acá estamos para contar si una película es buena o no, dando igual si es la primera o vigésima, y la nueva iteración de los ex pisteros, es bastante medio pelo y mediocre.
Hace veinte años, a Vin Diesel, que despuntaba como actor y director con inquietudes, le ofrecieron un papel que resultó ser una verdadera mina de oro: protagonizar una película que reflejaba las carreras clandestinas en la calles de Los Angeles. Dueño de una personalidad muy definida que le hizo ganar millones de admiradores en el mundo y una gran visión para los negocios se transformó en el productor de una franquicia que frente a sus palabras “Esta será la última de la saga” hace prensar que se trata de un buen argumento publicitario. Hay muchos que admiten que ver sus películas son un placer culposo y otros que abiertamente aman estas producciones. Son la mayoría que hace años se transformaron en un público cautivo y fiel que le brinda grandes dividendos al actor y productor. Para unos y otros esta entrega tiene el carácter, de las películas del futuro que Aldous Huxley describió en “Un mundo feliz”, un cine más de sensaciones que de argumento. Y en esta novena entrega menos importa la historia que lo delirante de las situaciones, que acercan a algunas escenas a un film de animación, a las “proezas” tipo Misión Imposible, a imanes que levantan camiones blindados por los aires pero no afectan a los autos de team Dom, y hasta una aventura espacial motorizada absolutamente loca. Por supuesto que la base del personaje de Diesel, con sus conceptos sobre familia, amistad y sus rescates de personas que van por los aires y se salvan por aterrizar en el capot de su auto, harán las delicias de sus fans. En el elenco Michelle Rodriguez, Tyrese Gibson, Ludacris, John Cena y breves apariciones de Charlize Theron, Helen Mirren, Kurt Russell, Cardi B y otros famosos. Mucha acción, muchos efectos visuales y de sonido, un festival para los que solo quieren pasar dos horas veinticinco minutos sin ninguna complicación. Ideal para volver a los cines.
Las películas de acción, si entendemos a la saga de Rápidos y furiosos, con Dom Toretto (Vin Diesel) a la cabeza como una de ellas, cada vez se basan más en el armado de la espectacularidad de las escenas que en la historia o el entramado. Casi no importa qué cuentan. Lo importante es brindar un espectáculo grande, cada vez más grande, desafiando el sentido común. Hay en F9 un diálogo entre Roman (Tyrese Gibson) y Tej (Chris "Ludacris" Bridges) en el que uno pregunta si, ya que zafan de tantos choques y atentados con balas sin sufrir un solo rasguño, no serán invencibles. Es que los efectos digitales convierten a los personajes en algo similar a lo que eran Los Vengadores al inicio de alguna aventura, o a los monos en el comienzo de otra de El planeta de los simios. Si en Indiana Jones y el templo de la perdición veíamos el carrito sobre las vías en las que viajaban Indy y sus acompañantes, y notábamos que eran muñequitos de juguete, nos reíamos. Como que compartíamos el guiño con Steven Spielberg desde la butaca. Ahora las secuencias pueden ser de lo más ridículas -y miren que la saga tiene decenas para el recuerdo- en cuanto a lo inverosímil, pero Rápidos y furiosos sigue adelante, sin que a ningún fan le moleste. El exceso puede ser perjudicial para la salud de la película. Se acelera, sí, pero esos autos que van a mil sólo el viento te harán sentir. Dom (Vin Diesel) y Letty (Michelle Rodríguez) viven de lo más tranquilos, cuidando al pequeño Brian en medio de la nada, alejados de todo lo que sea rápido y furioso, cuando tienen que volver a ponerse rápidos y furiosos para que los malos, cual Pinky y Cerebro, no puedan tratar de conquistar el mundo. Y ahí tenemos a Jakob Toretto, que es interpretado por Finn Cole (Michael en Peaky Blinders) en los flashbacks bien, pero bien dramáticos que arrancan en 1989, cuando Dom (Vinnie Bennett) y él, que son los mecánicos de su padre, ven cómo papá vuela en pedazos en un accidente al estallar su auto deportivo en plena pista. Ese hecho, y lo que sucederá en breve, terminará separando a los hermanos Toretto. Jakob, que de adulto lo interpreta John Cena, pero sin una sola caracterización dramática que no sea fruncir el ceño y querer superar a su hermano mayor, “el favorito de papá”, se transforma en el villano. Más sencillo que juntar las gemas con las que Thanos manejará todo, Jakob debe encontrar y unir las dos mitades de una cúpula geodésica llamada Proyecto Aries. Así, podrá controlar todas, pero todas las computadoras y las armas del mundo, y tener a los gobiernos comiendo de sus manos. Todo fanático de la saga sabe que lo importante fue, es y será siempre la familia. Así que si el malo de turno resulta ser el hermano alejado de Dom, como El Enmascarado de Meteoro, bueno, ya sabemos qué va a pasar. Hay, sí, secuencias memorables, por distintos motivos. Hace meses se filtró que los rápidos y furiosos llegarían al espacio exterior. Que lo hagan, cómo no, a bordo de un Pontiac rojo atado (a-ta-do) a un lanzacohetes como propulsor, y retando a la gravedad, no es nuevo, porque los autos que conducen vienen desafiándola desde hace unas cuántas películas. Al comienzo, están todos en varios vehículos en una persecución en Montequinto, atravesando un campo minado a tanta velocidad que, por más que pasen por encima de las minas, no llegan a detonar a tiempo para eliminarlos. Hasta que llegan a un puente hecho de cuerdas y listones de madera. Pasa el auto de los malos, y, como siempre sucede, el puente empieza a desmoronarse. Dom acelera y, no me pregunten cómo, logra que el auto se enganche en lo que queda de la cuerda colgante del puente, y ¡zoom!, es empujado como en una honda. Luego, hay un camión que contiene unos imanes superpoderosos, que en plenas calles de Londres, creo, por que son tantas las ciudades que recorren como si se tratara de una de James Bond, o de Misión: Imposible que puedo estar confundido, atrae todo tipo de metales, un automóvil incluido. Hay que tener ingenio e inventiva para imaginar esas secuencias de acción. El asunto es que a menos que uno se quede boquiabierto y prefiera quedarse con eso, el “drama” que enfrentan los Toretto tiene una endeblez que el mejor flan podrá envidiar. Y hay chistes internos -el recuerdo del submarino en una película anterior, la (re)aparición de un personaje que había (¿no había?) muerto, y cuyo nombre no develaremos aquí- y el regreso de ganadoras del Oscar como Charlize Theron y Helen Mirren a la franquicia. El taiwanés Justin Lin es el director que más películas de la saga dirigió (después de Reto Tokio realizó las tres siguientes, y ahora vuelve), lo cual garantiza por lo menos más de lo mismo, algo que el fanático no desaprobará. Ya por la novena entrega (y más un spin-off), lo que alguna vez llamó la atención y resultó fresco, comenzó no precisamente a madurar, sino a perder eso que lo mantenía nuevo y hasta atrevido. Ah, la película dura casi dos horas y media, pero mucho antes del minuto 144, entre los créditos, hay una escena. Espérenla
Vuelta de tuerca. Considero que junto a la saga de Misión: Imposible, la serie de películas de Rápidos y furiosos es una de las pocas franquicias de acción que a lo largo de las entregas siempre ha logrado sorprendernos. ¿Viajes al espacio? Sí. ¿Un hermano perdido, giros inesperados al mejor estilo de los culebrones? También. La saga ha recorrido un largo camino y parece lejos de terminar su trayecto (pese a que Vin Diesel confirmó que la 11va. película será el final). Esta aplazada entrega -un detalle a destacar ya que la espera fue la acorde para darle un descanso a la saga de tantas entregas seguidas- suma sus puntos con la incorporación de John Cena. Su participación se siente orgánica y su actuación estuvo correcta. Su inclusión en la familia Toretto es un giro a los orígenes del protagonista y permite empatizar con él. Esperemos ver mucho más para futuras entregas o algún spin-off en desarrollo. Y hablando de la familia Toretto, tenemos también el regreso de Jordana Brewster, luego de su ausencia en la octava entrega. Tras la muerte de Paul Walker, era un regreso que debía plantearse bien. La trama se siente familiar, sí, pero tampoco se olvida de las escenas de acción y los excelentes paisajes a los que nos tienen acostumbrados. En cuanto a los villanos, tenemos el regreso de Cipher (Charlize Theron) y la incorporación de Thue Ersted Rasmussen. Aunque el personaje de Theron logra salir airosa luego de dos entregas y contrario a otros antagonistas (como el caso de los Shaw que se redimieron) la villana promete seguir su pelea contra el equipo de Toretto desde la otra vereda en futuras entregas. Como dije antes uno de los giros inesperados que tomó por sorpresa a los fans fue el regreso de Han luego de su muerte dudosa y atenti a ese detalle porque a mitad de créditos tenemos una escena adicional. Como objeción voy a resaltar que el recurso de ir al espacio (algo que muchos decían en broma) me pareció exagerado, y creo que en las entregas restantes deberían centrarse más en mantenerse en tierra que sobrepasar la estratósfera. Banco que tanto la saga como otros de los filmes del género violen las leyes de la física, pero ya del espacio es demasiado. En definitiva F9 es una digna entrega para disfrutar como de costumbre.
Es hora de reconocerle a Vin Diesel su capacidad para caer parado y sin ningún rasguño después de hacer las cosas más descabelladas en las situaciones más extremas. En ambos sentidos: tanto lo que hace él mismo (como actor y productor) en el cine de acción como lo que hace su popular personaje de Dominic Toretto en la franquicia que lo catapultó a la fama y a la idolatría del pueblo trabajador. El recio calvo monosilábico se da el lujo de hacer lo que quiere porque sabe que el cine todo lo puede, y en la novena entrega de Rápidos y furiosos desafía a las leyes de la física con su cuerpo anabolizado en autos capaces de viajar al espacio exterior y estrellarse contra satélites sin que eso signifique caer en el ridículo de la inverosimilitud, porque las inverosimilitudes y las ridiculeces del guion están escritas con voluntariosa autoconciencia humorística. Justin Lin retoma la dirección de la saga que más conoce (dirigió la 3, 4, 5 y 6) después de la exitosa incursión de James Wan en la séptima entrega y de la olvidable experiencia de F. Gary Gray en la octava. Lin maneja el pulso de Rápidos y furiosos como nadie, sabe que redoblar la puesta en escena en cada nueva entrega es una obligación que corre el riesgo de pasarse de rosca pero que, a su vez, es lo único que asegura el entretenimiento al calor de las masas. A Lin le interesa la eficacia del mecanismo del género y no la perfección de las partes. Montado sobre una trama de espionaje, el estruendoso armatoste reúne nuevamente a la familia (de sangre y de alma) de Toretto para enfrentarse contra un enemigo del pasado, y de la misma sangre: Jakob (John Cena), el hermano desaparecido de Dom. Jakob es también la excusa para que Dom cierre una vieja herida familiar: la misteriosa muerte de su padre en un circuito de carreras. Lin usa los flashbacks con fluidez narrativa y torpezas perdonables para contar esa historia de rivalidad entre hermanos. Dom y Letty (Michelle Rodriguez) viven una vida tranquila con su hijo Brian, hasta que llega una nueva misión que involucra no solo a Jakob, sino también al hijo de un político multimillonario y a Cipher, la villana interpretada por Charlize Theron, quien le aporta elegancia y solidez actoral a lo que se podría calificar como un sofisticado y atrapante mazacote audiovisual. Dom y su equipo deberán viajar a varias partes del mundo en busca de un objeto tecnológico que los enemigos quieren para dominar el mundo, lo que da pie a que en cada escenario urbanístico se desplieguen coreografías automovilísticas tan espectaculares como irrisorias, con persecuciones agotadoras que incluyen peleas cuerpo a cuerpo, tiros, explosiones, aviones y vehículos imantados que atraen tanto los objetos metálicos como la atención del público. Sin embargo, en la película sucede algo paradójico. Lin sabe que todo es una estupidez, pero una estupidez que se toman en serio. El personaje de Diesel es el que mejor define la contradicción de Rápidos y furiosos 9, ya que en todo momento le inyecta su característica dosis de denso dramatismo inexpresivo, para luego reírse de las situaciones por las que atraviesa, con leves sonrisas o miradas cómplices. Es decir, él sabe, como los espectadores, que todo es cualquier cosa. A partir de Rápidos y furiosos 8 (2017), Diesel inventó una especie de realismo disparatado, que consiste en decir a cámara que todo lo que vemos es imposible para luego sepultar lo dicho y seguir adelante como si la información no rompiera el hechizo de la verosimilitud. Diesel y sus compañeros van en busca de la verosimilitud perdida una y otra vez para volverla a perder a propósito, porque son consientes del agotamiento de la fórmula y de todo lo que se pueda hacer en una película de acción.
Hay algo que transforma las películas de esta serie en algo aparte dentro del cine de franquicias: aceptar su condición de retorno a la infancia. Dejemos de lado la historia Dom -Vin Diesel- tiene que salvar al mundo de un villano que resulta ser su hermano, hay deudas del pasado y asuntos familiares varios, marca de agua de la franquicia) y pensemos que estos tipos hacen en la pantalla grande, a todo volumen, con todo colorido y la participación de actores gigantes con ánimo de divertirse (Helen Mirren, señores... ¡Helen Mirren!) lo que hacíamos nosotros (y por suerte siguen haciendo nuestros chicos) con sus autitos de juguete, con sus muñecos, con sus bloques de construir: armar cuentos imposibles donde los autos vuelan y los buenos ganan. Una vez que nos permitimos volver a la infancia -a la infancia inteligente, creativa, a la infancia-esponja de quererlo todo porque no hay límites para la diversión-, Rápidos y Furiosos, tenga el número que tenga, nos va a regalar una salida amable y sonriente al mundo que nos rodea. Dejemos de lado -aunque no, mejor no- la precisión técnica de las escenas de acción (más increíble en las secuencias de pelea cuerpo a cuerpo, dicho sea de paso). Lo mejor, en tiempos de prohibiciones, es que nos abre la puerta para salir a jugar.
Reseña emitida al aire
Crítica publicada en Youtube
El pasado te alcanza, no importa qué tan rápido vayas Toretto y su familia vuelven a reunirse para salvar el mundo de las manos de un viejo conocido. Si hay una franquicia hoy por hoy que ha sabido reinventarse es la de Rápidos y Furiosos. Lo que empezó como un policial que involucraba carreras de autos clandestinas se transformó en una de las sagas más rentables de la historia del cine por haberse volcado hacia el género de espías, de la acción y de las persecuciones a lo largo del globo contra hackers y fuerzas de seguridad secretas de cualquier país del mundo. De una forma muy natural, y sin perder su esencia, Justin Lin, quien con ésta dirige su quinta película de la franquicia y próximamente la sexta, logró transformar el concepto terrenal de la Fast & Furious original y llevarla hasta un punto en el que los límites físicos o biológicos no son parámetros reales para juzgarlas. ¿Esto está bien, está mal? Bueno, depende de cada uno; Los fanáticos de la saga, que los hay y muchos, ya están acostumbrados a que la verosimilitud de lo que sucede pueda variar entre lo ligeramente posible y lo completamente imposible. Y ahí es donde apunta específicamente esta nueva entrega, a su fandom. Cualquier espectador que no haya visto las otras ocho, nueve contando el spin off Hobbs & Shaw (2019), puede ver esta cómodamente y comprenderla; Ahora hay una carga emocional con la que no van a conectar. Lo bueno para ambos casos, fanáticos y no, es que la trama no es nada de otro mundo, de hecho es bastante similar a la de las últimas entregas. Para pasarlo a palabras, Dom (Vin Diesel) y Letty (Michelle Rodriguez) se encuentran alejados de los autos y se han aislado del resto del equipo para criar a su hijo Brian. Pero por más ganas que tengan, o digan tener, el deber los llama y su equipo vuelve a reclutarlos porque una fuerza de choque de alto riesgo pone en peligro al planeta entero y deben detenerla. Los problemas comenzarán a empeorar cuando en esa banda descubran que el As de espadas es Jakob Toretto (John Cena) el hermano de Dom. Para enfrentarse a los problemas del presente y a los fantasmas de su pasado, la banda necesitará de todos los aliados que les quedan, forjar nuevos lazos y recuperar a algunos miembros que se creían perdidos. A estas alturas de la franquicia pocas son las acrobacias o leyes de la física que quedan por romperse y si alguna quedaba esta película se dedica exclusivamente a romperlas. Por supuesto que la trama no es para nada sorprendente, ya la han hecho antes e incluso recientemente, pero eso a Justin Lin, Daniel Casey y Alfredo Botello, quienes escriben el guion y la historia, poco les importa. Hay explosiones en donde nadie sale lastimado, hay acrobacias que anatómicamente son imposibles y leyes físicas que se ven rotas con la simpleza propia de abrir una botella de agua. Pero ahí no está el mayor problema de la cinta, ya que todo lo anterior ya uno lo asimila previo a que entra a ver la película, el problema más grave, y cuasi imperdonable, son las explicaciones de sucesos puntuales en donde hasta el más fiel seguidor de la familia Toretto se va a cuestionar. Y eso que la trama general de la franquicia ya ha dado vueltas de tuerca antes y lo han sabido manejar “bien”, acá las explicaciones ya pareciera que no son pensadas dos veces y van con la primera idea que se les ocurre para poder exprimir hasta el último centavo posible; Pero que son ingeniosos eso seguro. Ahora claro, desde hace algunas entregas la película fue empezando a generar, en la cultura popular sobre todo, una máxima que es que a los personajes nada les puede pasar y no sólo nunca van a perder sino que ni un rasguño van a tener y a tal punto la película juega con sus fanáticos que toma esta postura y se hace dueño de plantear una franquicia que se vuelva “meta”, burlándose de ellos mismos, haciendo chistes de doble sentido en referencia a la industria del cine y hasta creando un vínculo de complicidad con el espectador en donde se genera la sensación, y luego puesta en escena, de que los límites ya no existen, cualquier cosa puede pasar y ellos lo saben, el espectador lo sabe y todos lo esperan sólo falta el momento, el intérprete y el motivo. Eso es lo más destacable que tiene la película, que es autoconsciente de lo que es, lo que significa y lo que representa. Ahora claro, a medida que suceden estos aspectos, la historia sigue y la historia no es lo que importa a estas alturas y suelen ser divertidas, el problema es la monotonía y la semejanza en la contigüidad de las escenas. Largas, con música que poco tiene que ver y con efectos especiales que bien podrían haber sido mejores. Sin entrar en terreno de spoilers, hay una novedad narrativa que ayuda a conocer algunos secretos y momentos de los personajes que se celebra la intención pero su ejecución deja bastante que desear, sobre todo porque esos momentos, en modo flashback, que nos presentan chocan con la intensidad del relato actual y eso genera inestabilidad en el relato central produciendo incomodidades en la estructura narrativa general. Nunca ha sido una franquicia en la que las actuaciones sean demasiado importantes, sino más bien del carisma o no de los actores y actrices y esta no es una ocasión diferente. Mientras el rooster de estrellas se sigue llenando, la nueva incorporación de la saga es John Cena que parece estár en el pico de su incipiente carrera porque no sólo él como personaje es marketinero, sino que también aporta sus buenos momentos. Claramente no tiene una actuación como para considerarlo en algún premio, incluso de los menores, pero funciona perfectamente para su rol. Otros que aprovechan cada uno de sus momentos, más relegados al alivio cómico que a otra cosa, son Tyrese Gibson y Ludacris, en otra medida Nathalie Emmanuel ya afianzada en el equipo y la siempre brillante Charlize Theron es la antagonista perfecta con la que se encontró la saga. No hace falta, incluso, que se “ensucie” las manos, ella es la amenaza máxima de nuestros protagonistas y en lo que se cree será la última entrega todo apuesta a un último gran enfrentamiento contra Dom Toretto y su pandilla. Rápidos y Furiosos 9 está muy lejos de ser una película perfecta, ni siquiera es de las mejores de la franquicia. Pero hay cosas que no se pueden obviar al ver, o analizar, estas películas. Uno sabe lo que va a ver y con lo que se va a encontrar. También se sabe que los límites, ya no existen. Toretto y compañía no tienen ningún obstáculo capaz de frenarlos y eso para el público es fundamental porque el entretenimiento está garantizado por más errores y fallas que se tengan. Veremos que planean Justin Lin y Vin Diesel para el futuro, porque todavía tienen suficiente nafta en el tanque como para seguir expandiéndose y cosechar éxitos de taquilla.
Acción desenfrenada y por fuera de toda lógica Rápidos y Furiosos 9 está hecha para los fans que no critican absolutamente nada, ni siquiera la falta de coherencia de su argumento. El consumo irónico de la semana. Es inexplicable el fenómeno de popularidad arrasadora que tiene la saga Rápido y Furioso: aunque la calidad bajó de manera considerable a lo largo de las películas, los espectadores corren a las boleterías para un suministro adictivo de adrenalina pura. Por fuera de toda lógica y acarreando un listado de incoherencias mezcladas con acción, la novena parte llegó con la esperanza de rescatar a los cines de la crisis por la pandemia de coronavirus. Para sorpresa de muchos, entretiene y en ningún momento se torna pesada. Rápidos y Furiosos 9 arranca con Dom (Vin Diesel) y Letty (Michelle Rodriguez) viviendo en el campo con Brian, el hijo de Dom. Pero los problemas siguen tocando la puerta de la familia: Jakob (John Cena), el hermano menor de Dom, se ha unido con Cipher (Charlize Theron) para causar estragos y cumplir un deseo de venganza por parte de ella tras los sucesos de Rápidos y Furiosos 8. Explosiones, persecuciones, aventuras, disparos, malas actuaciones y algunas sorpesas; Justin Lee abraza la fórmula que tantas alegrías le dio a la saga repitiéndola para asegurarse el piso de espectadores fieles a Toretto y su pandilla. Los mayores problemas que acarrea la cinta surgen cuando busca salir de su zona de confort introduciendo remates de comedia o chistes patéticos que cortan la atmósfera de las escenas serias, algunas de las cuales son buenas, con el fin de matizar la trama y no volverla "tan solemne". ¿Quién paga una entrada de cine para Rápido y Furioso 9 con el objetivo de analizar la composición dramática y la originalidad de la trama? Absolutamente nadie. En base a esta verdad irrefutable hay que evaluarla considerando la historia evolutiva de una franquicia que no se ha privado de espectacularidades dignas de ver en pantalla grande. Como una máquina de hacer chorizos, la saga que inició el fallecido Paul Walker comprendió todas las reglas de los tanques hollywoodenses: pomposos por fuera, ruidosos por dentro.
Otra entrega que se caracteriza por exagerar su inverosímil hasta el punto más irrisorio. Una lástima que todo el entramado ya sea un culebrón muy tirado de los pelos. Hace rato que tuvieron que haber redondeando el desenlace de la franquicia.
20 años pasaron de la primera entrega de «The Fast and the Furious» (2001), aquella película que mezclaba el mundo de las picadas callejeras clandestinas y una trama policial. Difícilmente por ese entonces sus realizadores hubieran imaginado que aquella pequeña película iba a mutar en una saga multimillonaria con 9 entregas y una décima en camino, que además desafiaría sus inicios convirtiéndose en películas de acción del estilo «heist movie» y algunas entregas a lo James Bond con subtramas de espías, traiciones y otras yerbas. Por momentos también tenemos personajes sobrehumanos que desafían las leyes de la física, al estilo superhéroes modernos que entrega a entrega continúan torciendo y desdoblando el verosímil continuamente. La fuerza de los productores y directores de turno parecen estar puestas en ofrecer entretenimientos cada vez más gigantes, bombásticos y pirotécnicos con escenas de acción increíbles y elaboradas, en lugar de enfocarse en construir historias inspiradas con guiones más sólidos de base. Sin embargo, parece que todo esto les sigue funcionando y cada vez tenemos más eventos sorprendentes que rozan lo risible y absurdo. En esta entrega incluso hay un par de personajes que viajan al espacio para evitar que un software maligno logre transmitirse a un satélite que pondría en jaque la seguridad mundial. Pero bueno también es culpa de los espectadores pedirle demasiado a un film que tiene un nueve al lado de su título. Un título que decide ser breve (F9 su título original) siendo lo único ídem en todo el largometraje el cual tiene una duración de 142 minutos. Si mencionamos lo de torcer el verosímil, no es un dato menor o puramente arbitrario, ni tampoco un hecho que se circunscribe únicamente a las escenas de acción que desafían las leyes de la física o el sentido común sino también a personajes que estaban muertos que «reviven» con flashbacks poco convincentes o parientes que aparecen de la nada y vuelven a la carga para tratar de renovar una franquicia que ya está bastante gastada y que busca reírse de sí misma para seguir andando algunos kilómetros más. Así y todo, con mucho humor y algunas dosis de autoconsciencia, la saga sigue ofreciendo más de lo que buscan sus fanáticos con algunas secuencias de acción bastante elaboradas, explosiones, tiros y luchas a puño limpio. La vuelta de Justin Lin (el director de las entregas 4, 5 y 6), hace que la experiencia sea un poco más placentera que en la cinta anterior ya que justamente fue él quien le había encontrado la vuelta para revivir la saga en su primera incursión, y aquí nos tiene preparadas algunas «sorpresas» que sin resultar demasiado novedosas sacan alguna que otra sonrisa al espectador que viene siguiendo a este grupo hace algunos años. «Rápidos y Furiosos 9» sigue brindando algunos momentos de entretenimiento pochoclero sin pretensiones, pero claramente ya se nota bastante forzada en algunos aspectos como para seguir extendiendo la franquicia por mucho tiempo más. Lo más atractivo de este capítulo, está dado en la espectacularidad a la que nos tiene acostumbrados Lin y en el humor creado en base a la autoconsciencia del delirio y a su desfachatez para seguir cruzando la línea hacia lo inverosímil. Aquel que venga a esta NOVENA parte en busca de algo más de sustancia mejor abstenerse.
La novena película de esta saga nos trae una historia conocida y repetida cuya fórmula ya no sorprende. Si bien en esta película se intenta cambiar el eje de la historia, en definitiva, sigue siendo más de lo mismo. En un principio la historia trata de presentarnos en imágenes aquello que desde la primera película ya se conoce; Las causas por las cuales Toretto (Vin Diesel) fue a la cárcel, la muerte de su padre y los dramas que se desataron a raíz de esta tragedia. Estos flashbacks en si no aportan nada nuevo, más que la presencia de un Toretto joven, interpretado por Vinnie Bennett, que deja en claro la pérdida de calidad actoral del protagonista, sin ser estridente, la capacidad actoral de Bennett evidencia que a medida que van pasando las películas Diesel fue perdiendo capacidad histriónica y carisma. Entre tantas escenas de acción exageradas las secuencias pretendidamente dramáticas y conmovedoras son lo peor de la película ya que no están bien logradas. La película logra, luego de los intentos infructuosos de conmover a la audiencia, meternos dentro de su mundo y desconectar la percepción de la realidad, lo cual es bueno ya que si no logramos a comprender que en este mundo que nos presenta rápido y furioso los autos a toda velocidad sirven para amortiguar caídas y no para destruir a los cuerpos que impactan en ellos podemos caer en la necesidad de buscarle una lógica a lo que estamos viendo: rápidos y furiosos 9 no es una película realista pero si es verosímil. Esa verosimilitud es lo que la sitúa un escalón por arriba de otras de su tipo (Trasnsformers, 2007; Godzilla vs Kong, 2021; Justice League: The Snyder cut, 2021; Army of the dead, 2021; Infinite, 2021; etc) ya que a lo largo de lo que han sido sus predecesoras logrado instalar sus propias reglas de funcionamiento de mundo y mantener una suerte de coherencia con las mismas. La historia que nos presenta esta película no es original, es más, es un calco de las películas anteriores de la saga, es decir, hay un villano que necesita un dispositivo por el medio del cual va a generar un colapso en el orden mundial, colapso por medio del cual este va a poder tomar el poder y el grupo de Toretto es el encargado de conseguir el dispositivo y evitar así que el villano se salga con la suya. O sea, Buenos- Mcguffin- villano- persecución- giro de la trama- misión cumplida. Si alguien vio alguna de las anteriores sabe lo que va a suceder, inclusive el giro de la trama no se diferencia tanto de los anteriores, Fast and Furious a pesar de ser una película de acción sólida y con coherencia interna adolece de originalidad por lo tanto debe entenderse su solidez dentro de lo que es la mediocridad general que envuelve a esta saga. Las películas en general son obras de arte ya que a pesar de la obviedad de lo que voy a decir, son obras de artistas, entonces debemos entender que en el arte como en cualquier otro tipo de disciplina u oficio hay artistas mediocres y artistas talentosos por lo cual debemos entender que la mediocridad general de la saga y de esta película en particular se debe a la mediocridad de sus creadores o para ser más preciso de su alma matter en el caso de esta serie : Vin Diesel, es decir Fast and Furious puede ser catalogada como una serie mediocre debido a la mediocridad de Diesel como artista y productor, quien es el motor detrás de estas obras y, tal vez el principal responsable de repetir la fórmula una y otra vez sin tener ni una sola aspiración artística. Si entendemos que en el arte como en cualquier otra disciplina hay mediocres y también talentosos debemos entender también que últimamente los artistas más mediocres son los que tienden a la ostentación (Zack Snyder es un gran ejemplo de eso) Fast and Furious 9 es una película que pretende ser ostentosa no solo desde el punto de vista de las escenas de acción sino también desde el elenco ya que si bien no cuenta con dos grandes pesos pesados de las anteriores presentaciones Jasón Statham y Dwayne Johnson cuenta con Charlize Theron, Helen Mirren y Kurt Rusell quienes no aportan a la película mucho más que sus nombres. La gran novedad es el rol de John Cena, quien si bien juega un rol importante no es su actuación lo que le aporta calidad a esta película. La trama de la película presenta una y otra vez chistes sin ninguna gracia que hacen referencia a estar compensando alguna deficiencia lo cual nos hace pensar que ella misma con las escenas repetitivas y grandilocuentes trata de compensar con esto la falta de un buen guion y buenas actuaciones. Sobre el director, Justin Lin, se pueden decir muchas cosas, pero comprendiendo que Fast and Furious más que una película es un producto de mercado se debe tomar en cuenta que la mediocridad de la obra no es su responsabilidad en un 100% sino de las demandas del estudio a las cuales él debe atarse. Debe destacarse su capacidad para crear escenas de acción y mantener un ritmo frenético durante las dos horas veinticinco minutos que dura la película, aunque por momentos aburra esta esta repetición.