Abramos nuestras mentes… El norteamericano Mike Flanagan -junto a Michael Dougherty, James Wan, Bryan Bertino, Adam Wingard, Ti West y Alexandre Aja- forma parte de un reducido grupo de cineastas contemporáneos que se guían por una concepción heterogénea del terror y que suelen sobrepasar con creces el amasijo de citas y clichés de siempre (a diferencia del resto de sus colegas, quienes comparten con la mayoría de los fans del género una mirada superficial en lo que respecta a su potencialidad retórica). Más allá de promesas a futuro como Robert Eggers, Fede Álvarez, David Robert Mitchell, Jennifer Kent y Drew Goddard, directores de la tesitura de Flanagan -que viene de entregar la maravillosa Hush (2016)- nos devuelven el horror robusto y maduro de antaño, sostenido en climas taciturnos y no en los golpes de efecto del mainstream. Lejos quedaron aquellos primeros films con los que se dio a conocer en la década pasada: hoy cierra una trilogía sobrenatural con la que se reinventó sutilmente. Así las cosas, tanto Ausencia (Absentia, 2011) y Oculus (2013) como la presente Somnia: Antes de Despertar (Before I Wake, 2016) atestiguan una inteligencia fértil al momento de reformular las distintas variantes que habilita el mito del monstruo antropófago y nocturno cuyo hobby primordial parece estar orientado a la destrucción de la unidad familiar. Aquí el agente de la debacle es Cody (Jacob Tremblay), un huérfano de 8 años con un triste historial de “rechazos” por parte de sus familias adoptivas. Un matrimonio de burgueses incautos, compuesto por Mark (Thomas Jane) y Jessie (Kate Bosworth), descubrirá de a poco que las buenas intenciones y la ternura del pequeño contrastan con una facultad que arrastra como maldición, en este caso totalmente involuntaria: durante las noches los sueños de Cody se hacen realidad, al igual que sus pesadillas y el gran protagonista de sus temores más secretos, un tal Hombre Canker que gusta de llevarse “souvenirs” a su hogar. La propuesta juega con un incesante contrapunto entre la angustia de la pareja por la pérdida de su hijo -fruto de un accidente doméstico- y la materialización de las fantasías/ los recuerdos de Cody, filtrados por supuesto por su inconsciente. El guión de Jeff Howard y el propio director va más allá de las referencias vacuas a Pesadilla en lo Profundo de la Noche (A Nightmare on Elm Street, 1984), examinando con mesura y paciencia todas las aristas de la paternidad desde una perspectiva adulta que jamás cae en formulaciones banales o esos pasos de comedia que tanto reclama la muchedumbre. Un rasgo interesante de la historia pasa por el hecho de que trastoca el engranaje narrativo por antonomasia de este tipo de relatos, centrado en una tragedia inicial y esa “somatizacion del dolor” que luego muta en la redención de siempre del protagonista: en esta ocasión la trama decide obviar la expiación y concentrarse en cambio en la voluntad para sobrellevar las desdichas. Estamos ante uno de esos pocos casos en los que la dinámica de las actuaciones del elenco es casi perfecta, con cada miembro del trío principal aportando una interpretación muy ajustada que no sólo enriquece a la película en su conjunto sino que además permite acercar el verosímil hacia un humanismo sincero y respetuoso para con los infortunios inherentes a la muerte del ser querido. Si bien Jane y Bosworth están excelentes tanto en solitario como en lo que atañe a la relación de pareja y a cómo procesan el desconsuelo, a decir verdad el que se roba las palmas es Tremblay, el mismo de la extraordinaria La Habitación (Room, 2015), aquí nuevamente dando una clase de actuación al moverse con comodidad en la delgada línea que separa a la inocencia de esa “viveza” que todos los niños poseen hasta cierto punto. Hoy abrir nuestras mentes es sinónimo de exteriorizar los traumas y hacer las paces con una memoria emotiva que grita fuerte y nunca deja de marcar nuestro presente…
Cuidado con lo que sueñas. Toda persona desea que sus sueños se hagan realidad. Todos alguna vez hemos dormido y nos apenó despertarnos. E incluso hemos querido volver a dormir al instante para regresar a ese escenario onírico. Somnia: Antes de despertar tiene un protagonista que hará realidad sus más hermosos sueños, pero también sus más horribles pesadillas.
ENTRE PESADILLAS Y GENTE MUERTA Se presenta como un thriller sobrenatural. Pareja joven que perdió a su hijo, decide adoptar un pequeño que problemático para sus otras familias. El nene tiene miedo de dormirse, sueña con un monstruo devorador, pero el chiquito también es capaz de corporizar gente muerta. Con eso, más Kate Bosworth y Thomas Jane, el director y coguionista Mike Flanagan construye un mix de suspenso, apariciones, pesadillas horrorosas y un pasatiempo para amantes del género.
Oportunidad perdida Un thriller psicológico que arranca muy bien y tenía todo para funcionar, pero que se desluce en su última parte. Cualquier profesor de guión podría exhibir Somnia: Antes de despertar como ejemplo cabal de la forma más habitual en la que un realizador puede ser el máximo responsable de arruinar su propia película. El largometraje de Mike Flanagan, el mismo de las aceptables Ausencia (2011) y Oculus (2013), arranca muy bien aun cuando su premisa se haya visto y leído mil veces, pero termina cayendo en un sinfín de lugares comunes que no hacen más que deteriorar el resultado final. El matrimonio compuesto por Jessie y Mark (Kate Bosworth y Thomas Jane) perdió a su hijo hace pocos meses en un accidente doméstico. Sumidos en el duelo, deciden seguir adelante adoptado a un chico de ocho años llamado Cody (Jacob Tremblay, de La habitación). El nene es bueno, atento, cálido y respetuoso, pero tiene un “talento” particular que lo ha llevado a saltar de casa en casa desde bebé: puede materializar sus sueños. Y también, claro, sus pesadillas. Flanagan parece dispuesto a correrse de los caminos habituales de los thrillers psicológicos haciendo lo que pocos. Esto es, situar a los padres como villanos dispuestos a manipular a Cody para que sueñe con el hijo muerto y lo materialice. El problema es que, sobre el último tercio, parece tomar conciencia de esa transgresión y retrocede para ahora sí acomodarse en los carriles narrativos más convencionales, sacando de la galera fantasmas, desapariciones y los traumas como explicación de todo. Somnia: Antes de despertar, entonces, no es una mala película; es una oportunidad desperdiciada.
Entre tanto película de género que se estrena por semana, de vez en cuando hay alguna que se destaca por sobre el resto. El nombre del realizador Mike Flanagan no debería estar pasando por alto entre los seguidores de nuevas experiencias en el terror. Con otros tres largos abocados a este género, y tres más como proyectos estudiantiles; en todos demuestra ser un gran creador de climas, saber introducir perfectamente en la historia y provocarle las sensaciones que pretende lograr. Con "Somnia", si bien cambia parcialmente de registro, vuelve a dar en el clavo necesario. El reino de los sueños es todo un enigma para el mundo científico, un panorama que aún al día de hoy, no se logra descifrar con total claridad. Ese terreno de desconocimiento, es terreno fértil para que el cine arroje conjeturas propias y se valga de las ensoñaciones del modo que más le convenga. El centro es Cody (Jacob Trembley, el nene de La Habitación, demostrando otra vez ser talento en potencia) un niño del que en la escena pre créditos nos enteramos fue víctima de un intento de homicidio por parte de su padre. Jabob entra – nuevamente – en el sistema de adopción, y allí conoce a Jessie y Mark (Kate Bosworth y Thomas Jane, respectivamente, ambos acordes a sus roles, algo falto de química entre ellos) un matrimonio todavía traumatizado por la muerte de su primogénito causa de un trágico accidente doméstico. Jacob, retraído y puntilloso, se muda con la pareja y todo parece un idilio, la conexión es inmediata, el chico es feliz y la pareja hace todo lo posible por crear un ámbito amable en el que “las dos partes” puedan salir adelante. Pero llega la noche. El nene se resiste a dormir y los padres no comprenden; finalmente logran que se calme y cierre los ojos… solo para descubrir el secreto detrás de Jacob; cuando duerme, todos sus sueños se materializan. Al principio son unas inocentes y hasta majestuosas mariposas. Jacob pregunta por el hijo biológico de la pareja, y esa misma noche el niño se presenta ante sus padres. Jessie comenzará a manipularlo para poder tener a su hijo biológico fallecido aunque sea por un rato. Pero hay más, los sueños también se componen de pesadillas, de terrores nocturnos, y el que persigue a Jacob se llama “El hombre Canker”, el devorador. Si ya vieron "Ausencia", "Oculus", o la aún inédita en nuestro país "Hush", saben que Flanagan prefiere llegar al momento, sugestionar, antes que apurar y manchar la pantalla con litros de sangre. Somnia puede ser vista como un drama, la angustia de todos los personajes traspasa la pantalla, abunda en tonos ocres y oscuros, pinceladas de música en acordes tristes, y diálogos que demuestran una fibra sensible. El realizador podría haber tomado el camino sencillo, replegarse en los golpes de efecto y tenernos atados a la pulsión sangrienta. Pero no, nos presenta una película de personajes, un drama sobrenatural que se toma sus minutos para asomarse al terror. Esto no significa que aburra o se trate de un film de tranco lento, mantiene una atmósfera expectante de suspenso continua, los ojos no pueden despegarse a la pantalla, porque sabemos de Jessie está actuando mal, y que algo malo va a pasar. El guión tiene algunas fallas, no todo cierra a la perfección, pero ciertamente no parece fundamental a la hora de tomar el resultado conjunto. La producción de "Somnia" fue de lo más complicada, en medio de su realización la empresa mayor encargada de financiarla, Relativity Media, cerró sus puertas, quedando el film en una suerte de limbo que no solo dificultó su estreno (somos uno de los pocos afortunados países que podremos verla en sala), sino que hizo que todo su presupuesto se viera afectado. A la hora del resultado esto se nota, los efectos en CGI quizás sean el punto más flojo de la propuesta, pero aun así, no dejan de entregarnos momentos de contrastes muy coloridos y acogedores, resaltados en los sueños felices de Jacob. Por el resto, es una película pequeña, que juega mucho con las sombras, que trata de mostrar poco, e inteligentemente vuelve todo eso a su favor para crear el misterio y la opresión justa. Con un poco de "Paperhouse: Sueños Alterados", "Caso 39", "They: Habitantes de la oscuridad", "La extraña vida de Timothy Green", y por qué no "Sucker Punch" y la saga de "Pesadilla en lo profundo de la noche"; Flanagan entrega una película que destaca por su originalidad, por no tomar el camino sencillo, por centrarse en los conflictos personales, y por saber aprovechar astutamente su escaso presupuesto. "Somnia" es de esos regalos que hay que descubrir en la cartelera; no es una propuesta perfecta, pero le alcanza y sobra para ubicarse por encima de mucho de lo que se estrena hoy día; y nos está diciendo que hay que seguir a su realizador. Esperemos resista las mieles de una gran productora ahora que debe afrontar como próxima propuesta la secuela de la mediocre "Ouija".
Enredada madeja de gritos y caras de espanto Un matrimonio que perdió a su pequeño hijo en un accidente decide adoptar a Cody, un adorable niño de 8 años. La pareja siente la necesidad de que el pequeño sea feliz en su nuevo hogar, tras deambular por diversas casas en las que nunca se sintió cómodo. Sin embargo, y a pesar de todo el cariño que recibe, Cody se muestra extraño, tiene mucho miedo de dormir e imagina mariposas que giran a su alrededor. Sus nuevos padres asumen que todo es efecto de su pasado traumático, pero luego descubren que la razón de su miedo se manifiesta en la realidad, mientras él duerme. De aquí en más el entramado se va complicando cuando su madre adoptiva cree ver escenas de su verdadero hijo muerto y se ve acechada por una terrorífica figura que la persigue constantemente. Cody, mientras tanto, lucha con su pasado. Y así, lo que parecía un hogar feliz se transforma en una pesadillesca sucesión de persecuciones y de muerte. El film no difiere demasiado de las tantas historias que el cine estadounidense aportó a ese género. con chirridos de puertas, gritos y caras de espanto. Si bien la idea original contiene cierto interés, a medida que transcurre su camino va convirtiéndose en una enredada madeja. El director Mike Flanagan, que debutó en 2003 con Ghost of Hamilton Street, intentó aquí unir suspenso y cierta calidez, pero tropezó con las muy diversas subtramas y terminó buscando el terror por los ya muy transitados caminos del género.
Ante la encrucijada, apostar por lo seguro Somnia: antes de despertar es una de esas películas que empiezan bárbaro y terminan mal, hundidas en parte por los agujeros y licencias demasiado arbitrarias dentro de su lógica narrativa, pero sobre todo por el peso de sus propias taras, de su falta de seguridad a la hora de ir más allá del canon impuesto por la actualidad del género aun cuando había dispuesto cuidadosamente sus elementos dramáticos para transgredirlo. Es como si el realizador Mike Flanagan, el mismo de las atendibles Ausencia (2011) y Oculus (2013), fuera consciente de la incorrección política que implicaría centrar un relato en la explotación de las consecuencias del trauma de un hijo adoptivo en beneficio de los padres y, presentada la encrucijada de arriesgarse por ese camino ripioso o ir por el seguro, eligiera lo segundo. El resultado, entonces, es una historia de tragedias, muertes y duelos irresueltos y silenciados devenida en una de fantasmitas vengativos. La buena nueva es que para los fantasmitas habrá que esperar bastante, más precisamente alrededor de una hora. Lo que hay antes es un film no muy original pero con una idea interesantísima en su núcleo. El matrimonio compuesto por Jessie y Mark (Kate Bosworth y Thomas Jane), en pleno duelo por la muerte de su hijo a raíz de un accidente hogareño, descubre que Cody, el nene que adoptaron (segundo paso de Jacob Tremblay después de La habitación para convertirse en el nuevo Haley Joel Osment), anda boyando de casa en casa desde bebé porque tiene la capacidad de materializar sus sueños. Sueños que inicialmente se presentan como mariposas brillantes volando en el living, pero que después de hablar sobre el nene muerto y ver videos de la última Navidad, se traducirán en su regreso al mundo de los vivos. Lo que hacen los padres, sobre todo la madre, visiblemente más dolida y menos circunspecta que él ante la pérdida, no es contener a Cody, ni cuestionarse su particularidad, ni muchos menos tratarlo –o tratarse– psicológicamente. Por el contrario, deciden manipularlo para que siga soñando con el primogénito, dándose a sí mismos la oportunidad de volver a verlo y abrazarlo. Somnia podía haber sido un peliculón si, llegado este punto, redoblara la apuesta poniendo a sus protagonistas contra las cuerdas éticas y morales de sus acciones. Al fin y al cabo, ¿a alguien se le ocurre algo más perverso y egoísta que dos padres dispuestos a hacerle sentir a un nene de ocho que es un vehículo y ocupa un espacio eminentemente secundario en el entramado familiar, de reemplazo de alguien que no va a volver? Flanagan sabe del potencial radiactivo de su materia prima y, quizás por eso, mete un rebaje y desactiva la bomba introduciendo una serie de abducciones en manos del tan mentado fantasma, que aquí lleva el nombre de Canker y es una de las pesadillas recurrentes de Cody. Después, lo de siempre: una vuelta hacia el pasado, un personaje dispuesto a buscar las razones del fenómeno, las explicaciones de rigor y la siempre inefable redención.
Una pareja que ha perdido un hijo adopta a un niño adorable -el fantástico Jacob Tremblay, de The Room- pero con un problema: sus sueños se manifiestan en la realidad mientras duerme. A veces en forma de bellas mariposas de colores y a veces, como tremendas pesadillas habitadas por fantasmas. El niño evita quedarse dormido porque conoce los riesgos de entrar en el mundo de los sueños, asunto transitado por el cine de género. La película, dirigida por Mike Flanagan, el de Oculus, atrapa al poner en escena este problema y ciertas ambigüedades morales que provoca en los adultos a cargo, aunque termina diluyéndose entre formulismos que la opacan.
El director Mike Flanagan vuelve a los chicos perturbados para (no) asustarnos. Mike Flanagan, el director y guionista que ganó reconocimiento hace unos años con la copada “Oculus” (Mike Flanagan, 2013), volvió este año por partida doble: con “Hush” (que no pasó por los cines pero ya está en Netflix), y “Somnia: antes de despertar” (“Before I wake”, 2016). Somnia, más un thiller sobrenatural que una película de terror, cuenta la historia de Jessie (Kate Bosworth) y Mark (Thomas Jane), un matrimonio que perdió a su hijo en un accidente y continúa lidiando con el trauma. Y aparentemente la oficina de Servicios Sociales no ve mejor oportunidad para sacarse de encima a un pibe con una historia bastante turbia y que ya ha pasado por varias familias: Cody. Cody (interpretado por el ganador espiritual del Oscar, Jacob Tremblay) es un nene educado, correcto, simpático y adorable –pero por supuesto, también lo era Hannibal Lecter– que se gana a la pareja (y al público) desde el primer momento. No tardamos mucho en descubrir que el pibe tiene una caja llena de azúcar y pastillas “El camionero alerta” para no dormir,y es justamente porque él mismo le teme a su propio poder, que vuelve reales sus sueños y pesadillas. La primera noche que Cody no consume estimulantes y se ve vencido por el sueño, la pareja se encuentra con la primera manifestación de los sueños del nene (un fanático de las mariposas) y todo parece maravilloso. Mucho más cuando Jessie entiende lo que está pasando y empieza a abusar de la habilidad mostrándole fotos y videos de su hijo fallecido para que el subconsciente de Cody lo traiga a la vida al menos un rato más. Pero la cosa se va por la canaleta cuando descubrimos que el pibe también tiene sus traumas y sus pesadillas giran alrededor de “Canker Man”, una más-o-menos-espeluznante figura que lo aterroriza y ataca (y ¿“come”?) a todo el que lo rodea. El mayor problema de “Somnia: antes de despertar” es que no sabe qué película quiere contar: no es terror porque el primer sobresalto llega después de la mitad de la película, y no es realmente un thriller, porque la tensión que intenta establecer y construir es casi inexistente. Este Canker Man, es indestructuble, por lo que no tiene tiempo de aterrorizar a nadie sin embuchárselo. Jacob Tremblay, esta pequeña bestia de la actuación, vuelve a demostrar que, incluso con un guión liviano y facilista, puede construir un personaje interesante. De otro lado está Kate Bosworth, chata, unidimensional y poco creíble, blandiendo la misma inexpresión durante toda la película mientras a su alrededor desaparece gente, aparecen mariposas y la quiere morfar un bicho sobrenatural. Thomas Jane hace lo que puede por demostrarnos que se puede hacer toda una película (que no sea “Náufrago”) sin lavarse la cabeza o peinarse, pero aún así crea algunos de los mejores momentos con Cody. La resolución del conflicto es una larguísima exposición precedida por un trabajo de investigación ridículo al extremo. Somnia es esa película que vas a ver un sábado en Netflix con una pizza de por medio, y vas a olvidar al día siguiente, excepto cuando el servicio te diga “Como viste ‘Somnia’, clavate estos garrones ya que estás”. “Somnia: antes de despertar” es un paso atrás para el director después de la interesante “Oculus”, y una olvidable producción que poco tiene para ofrecerle al género (sea cuál sea el género al que apunta).
Plegaria para un niño dormido En la combinación de drama y terror, la sensiblería termina ganándole al miedo. Somnia, antes de despertar, invierte la premisa de la saga Pesadilla: si Freddy Krueger te atacaba en tus sueños apenas te quedabas dormido, aquí el Cankerman emerge de las pesadillas de un niño dormido, se corporiza en la mundo de la vigilia y persigue a los que están despiertos. Por eso es que el sensible, adorable e inocente Cody, el soñador en cuestión, va de hogar adoptivo en hogar adoptivo destruyéndolos involuntariamente a todos. Por eso el chico (interpretado por Jacob Tremblay, el nene de La habitación) quiere evitar a toda costa dormirse. En realidad, este es un drama contrabandeado bajo la etiqueta del terror. El verdadero tema es el duelo y la elaboración de la muerte, ya sea de un hijo, un cónyuge o una madre, con un enfoque de tintes psicoanalíticos: Freud, claro está, no podía quedar afuera de un guión que tiene a los sueños como disparadores de conflicto. La combinación de géneros suele funcionar y es deseable, pero en este caso faltó equilibrio: las lágrimas y la sensiblería terminan fagocitando al suspenso y el miedo. Por empezar, porque el monstruo en cuestión es bastante berreta y no resulta muy convincente a la hora de provocar escalofríos (y ya se sabe que entre el horror y la risa hay una línea muy delgada). Y después, porque el inquietante planteo inicial, el de un chico capaz de materializar no sólo sus pesadillas, sino también sus sueños más agradables, se va desvaneciendo bajo un cúmulo de lugares comunes, con una investigación que arroja conclusiones decepcionantes y termina dándole a Somnia un inapropiado tono de autoayuda.
Las imágenes conmueven, horrorizan y con el correr de los minutos el espectador se va sintiendo frente a un grato thriller de suspenso, con un toque psicológico, sin sobresaltos, no contiene grandes actuaciones y cae en lugares comunes, pero tiene un buen ritmo, vuelta de tuerca y uno se mantiene atento a los acontecimientos. En este tipo de historias es mejor no adelantar demasiado. Escrita y dirigida por Mike Flanagan ("Oculus" 2013, "Absentia" 2011).
El sueño del pibe Jessie (Kate Bosworth) y Mark (Thomas Jane) son una pareja que está atravesando uno de los momentos más difíciles que le puede tocar a cualquier ser humano: la perdida de un hijo. Llevan el dolor de diferente manera, Mark lo interioriza mientras Jessie asiste a grupos de ayuda. Pero ambos coinciden en que la mejor forma de avanzar es adoptando a un chico, alguien a quien darle todo el afecto y cariño del que tan rápidamente fueron privados. Cody (Jacob Tremblay) es un jóvencito algo tímido, curioso y muy inteligente, que se adapta rápidamente a su nueva familia, devolvíéndole a sus padres del corazón una razón por la cual vivir. Cody tiene un don muy especial: todo lo que sueña mientras duerme se convierte en realidad, pero desaparece al momento de despertarse. En un comienzo Mark, pero especialmente Jessie, usan esto a su favor para poder ver nuevamente a su hijo, aunque sea sólo por unos pocos minutos. Los problemas llegan cuando los sueños de Cody se vuelve cada vez más oscuros y hace su aparición el Canker Man, la extraña criatura que habita en sus pesadillas. Somnia: Antes de Despertar es la tercera película de Mike Flanagan en pasar por los cines de Argentina. Luego de Ausencia y Oculus, el director está de regreso con un film de terror maduro y original, nuevamente con personajes atravesando un duelo que todavía no logran superar y apostando a la creación de climas y tensión en lugar del susto barato que sólo sirve como golpe de efecto para que algunos revoleen los pochoclos por el aire y tengan que salir corriendo al candy bar a comprar más. Flanagan nos plantea un mundo de fantasía que lentamente comienza a virar hacia el horror. Durante los primeros minutos lo fantástico se entremezcla con el drama, recordando en gran medida a la clásica cinta de finales de los ochenta Paperhouse a cargo de Bernard Rose (Candyman). Los sueños de Cody son coloridos y llenos de mariposas, por las cuales tiene una suerte de obsesión. Pero a medida que Jessie comienza intencionalmente a mostrarle imágenes y videos de su difunto hijo para inducir sus sueños, estos se vuelven cada vez turbios. Cuando finalmente entra en escena el Canker Man la historia se vuelca al terror más puro, en sintonía con Pesadilla de Wes Craven y con un boogeyman que tiene algún que otro punto de contacto con el querido Freddy Krueger. Pero aunque Flanagan toma elementos de las películas mencionadas previamente y de otras que usaron a los sueños como excusas para explorar las penas y miedos más profundos del ser humano, Somnia: Antes de Despertar nunca se siente como una mera copia u homenaje. Por el contrario, está repleta de buenas ideas visuales que van desde el diseño del Canker Man hasta la utilización de las sombras y espacios vacíos a su favor (recomendación: verla en la mejor pantalla posible). Y también gracias al preciso desarrollo de su historia y en especial de sus personajes, no caben dudas que estamos frente a una de las mejores propuestas de horror del año. Kate Bosworth hace un buen trabajo como una madre en duelo que utiliza el don de su hijo para su propio favor, un personaje complejo y con dimensión que rara vez podemos encontrar dentro de un género que -equivocadamente- no suele prestar demasiada atención al desarrollo de sus personajes. No sucede lo mismo con Thomas Jane, quien más allá de algunas pocas escenas de peso está desaprovechado en el rol de esposo de…, algo que tampoco llega a molestar ya el eje de la historia pasa por la relación madre/hijo. Y hablando de hijo, el pequeño Jacob Tremblay vuelve a dejar en claro su talento y demuestra que la excelente labor conseguida en La Habitación no fue ninguna casualidad. Conclusión Somnia: Antes de Despertar es una más que efectiva película de terror, con una propuesta visual interesante, personajes que se sienten reales y que no teme en agregar algo de drama y fantasía a su historia. Flanagan ya dejó de ser una promesa y con cada estreno se consolida como un director de visión obligatoria para los fanáticos del género. Y ya que difícilmente vaya a pasar por los cines de Argentina, aprovecho la oportunidad para recomendar Hush. El último film de Flanagan (y primero sin seres sobrenaturales) que fue estrenado en forma exclusiva via Netflix.
Mike Flanagan, el director de Ausencia y Oculus, vuelve apostar a su visión del terror más onírico que nunca con Somnia, Antes de despertar. Jacob Tremblay se hizo reconocido mundialmente gracias a ser el corazón de esa pequeña y reconocida película de Lenny Abrahamson, Room. Pero antes de protagonizar aquella por la que bien se merecía una nominación al Oscar que sólo se llevó su compañera Brie Larson, su debut cinematográfico fue en Somnia, Antes de despertar. No obstante, los problemas que la película de Mike Flanagan tuvo con la distribución terminaron retrasando tanto su estreno y hoy llega a cartelera incluso antes que en los Estados Unidos. En esta ocasión, Tremblay es un niño huérfano, que va de casa adoptiva en casa adoptiva, no porque sea problemático precisamente, ya que siempre se muestra educado y tranquilo, sino por cierto don o maldición que posee. Cuando Cody, su personaje, duerme, sus sueños se vuelven una realidad. Esto que podría sonar tan lindo y tentador en realidad es un arma de doble filo, porque claro, las pesadillas también son sueños. Sin embargo este don no es reconocido como tal, o sea, para nadie sería fácil creer en lo imposible, y a su alrededor se tiñe el misterio de cómo han desaparecido personas que lo han cuidado luego de que su madre falleciera. Nadie puede explicarlo. Jessie y Mark (Kate Bosworth y Thomas Jane) son un matrimonio muy unido que sufrió la trágica pérdida de su único hijo y tras no poder volver a ser padres de manera biológica, apuestan a la adopción y Cody les es especialmente recomendado. Cody se muestra lo suficientemente afectivo y siempre se porta de manera correcta. Pero cuando llega la noche, él, que conoce su don mejor que nadie, esconde pastillas y gaseosas y lo que fuera que lo ayude a mantenerse despierto. Al principio, sus recientes padres adoptivos toman esto como un problema hasta que paulatinamente van descubriendo el por qué de sus acciones. Acá Flanagan apuesta a crear climas que nunca son del todo de terror, sino más bien de suspenso, de misterio, y que tornan la primera parte de la película quizás en un poco lenta. Las mariposas enormes y azules que aparecen de la nada por las noches fascinan primero a la pareja, pero luego es Jessie especialmente la que se va a sentir conmovida al volver a ver su hijo fallecido. Esto le hará a ella, desde la confusión y cierto egoísmo, querer inmiscuirse en este mundo más de lo necesario. Y más allá de que inducir al sueño al niño traiga con más fuerza que nunca sus pesadillas, es esto lo que la moverá a investigar y descubrir quién y de dónde viene realmente Cody y este poder tan particular que tiene. La primera mitad de Somnia, Antes de despertar, demasiado enfocada en generar un misterio, puede tornarse no sólo lenta sino algo repetitiva, es en la segunda mitad donde aflora lo mejor de Flanagan, quien además de dirigir firma el guión. Y la cereza del postre es sin duda esa resolución tan bella y tan alejada de lo que propone en los primeros minutos del film, una sorpresa más que agradable. En cuanto a las actuaciones quien sobresale es sin duda el niño. Tanto Bosworth como Jane entregan interpretaciones más bien anodinas, moviéndose solamente gracias al guión, sin aportarle mucho más. Todo lo contrario a Tremblay, quien nos confirma que estamos ante un pequeño gran talento. A la larga, Somnia, Antes de despertar es una película de terror y fantasía dirigida por quien ya conoce el género y sabe jugar con él, de quien recomendaría sin dudas sus películas anteriores pero con ésta logra sorprendernos incluso más.
Bellos sueños y pesadillas aterradoras Mike Flanagan, el talentoso director de la temible "Oculus" aquí entra en un terreno más familiar para los fans del cine fantástico, el de los sueños y las pesadillas La historia cuenta lo que pasa a partir de que una pareja adopta un simpático nene con un don maravilloso que también puede ser un terrible defecto: lo que sea que sueñe se materializa en el mundo real. Dado que al nene le encantan las mariposas multicolores, la primera muestra de este poder paranormal de su flamante hijo adoptivo es la aparición de mariposas coloridas por toda la casa. Pero también la falta de control sobre lo que sus sueños podrían o no materializar explota cuando el hijo muerto de la pareja también se les aparece en el living misteriosamente, Si bien la trama sabe cómo potenciar excelentes imágenes muy bien dirigidas, también depende de vueltas de tuerca muy conocidas como el detalle de que el chico no quiera dormir y tenga que tomar remedios para lograrlo, al mejor estilo de las víctimas de Freddy Krueger en casi todas las "Pesadillas en lo profundo de la noche", que tomaban anfetaminas con tal de no tener que encontrarse en sus sueños con el personaje intepretado por Robert Englund . Del mismo modo, la investigación sobre cómo llegó el niño a tener esos poderes no sale casi nada de los carriles conocidos de múltiples películas de terror. Eso sí, el director logra imágenes fascinantes y sorprendentes cuando el nene tiene sueños felices, y realmente sabe cómo asustar al espectador cuando lo que sueña son pesadillas horripilantes. Los efectos especiales son excelentes y las actuaciones son buenas, empezando por la de Thomas Jane como el padre de la criatura.
Una pareja que ha perdido a su hijo cuida a un niño que parece de lo más normal. Y no: el chico tiene sueños y esos sueños se hacen realidad para los demás mientras duerme. Los sueños son buenísimos. El problema es que también tiene pesadillas y, bueno, no es lo único que tiene. Interesante recurso el del terror onírico, el de poner lo subconsciente en la pantalla, para un film de terror que, aunque cae en ciertos sustos comunes, no deja de bucear en miedos poco frecuentes. En la marea del género, una que se destaca (un poco).
No te duermas “Somnia : Antes de despertar” (2016), de Mike Flanagan, con Kate Bosworth y Thomas Jane en los papeles protagónicos, parte de una idea interesante que con el correr de la narración se desdibuja y hasta termina tergiversándola, generando un producto de calidad menor al que se comenzó a ver en el inicio del filme. Una lograda impresión gráfica y la posibilidad de contar en el papel central a Jacob Tremblay, quizás el actor infantil con más futuro que hace años dio la industria, son sólo dos de los aspectos a destacar de la historia de una pareja golpeada por la tragedia (su pequeño hijo falleció en un accidente doméstico) que recibe a un niño para adoptar con una extraña historia que se irá revelando poco a poco. Así, con este panorama, Flanagan comienza el relato con una profundidad interesante, la que comienza a desdibujarse y perderse a medida que el niño es presentado en su totalidad, con su capacidad de traer en sueños a la realidad aspectos, personas, recuerdos, y que terminan por configurar una historia mucho más siniestra que la se presentaba originalmente. El guión bucea en las miserias del matrimonio que intenta aferrarse al pasado con las imágenes que el recién llegado les trae, pero no hacen otra cosa que continuar con una problemática que los alejará aún más y que sólo la posibilidad de ayudar al niño a escapar de sus fantasmas sea la solución para todos. El resultado de “Somnia: Antes de despertar” es dispar, y por momentos la tensión lograda se resiente por la débil línea narrativa, y algunas resoluciones apresuradas que se presentan hacia el final del relato.
Para dejar claro desde un principio, Somnia: Antes de Despertar, no es una película de terror al 100%, si no que es una fusión de varios géneros y en este caso, eso es un punto que le juega a favor. Planteando la premisa de que un niño de 8 años llamado Cody (interpretado de una manera muy acertada por Jacob Tremblay) es adoptado por Jessie (Kate Bosworth) y Mark (Thomas Jane), luego de que la pareja sufra una pérdida irreparable. Este niño esconde un secreto: todos sus sueños y pesadillas se hacen realidad. Sus nuevos padres tendrán que descubrir cómo enfrentarse a esta situación antes de que sea tarde. Como mencioné al principio, esta película fusiona varios géneros. Se puede decir que la base en este caso es la fantasía, ya que se puede observar los distintos tipos de sueño que tiene Cody, teniendo en cuenta aspectos psicológicos reales sobre el estudio del sueño, donde una persona tiene "sueños residuales", dicho en palabras más simples: sueños que tienen como punto de partida, la mezcla de vivencias y hechos que uno transitó a lo largo del día. Las escenas de los sueños tienen un tinte mágico que distan mucho de una película de terror que estamos acostumbrados hoy día, pero cuando irrumpen las pesadillas, entramos en un terreno oscuro y con algunos momentos de tensión bien creados. Esto último, se puede decir que tiene una gran influencia de las películas de Guillermo del Toro como "El Laberinto del Fauno". El CGI (Imágenes Creadas por Computadora) en esta película es buena en algunos momentos y en otros momentos la calidad decae, en especial en las partes donde el ente malévolo aparece, arruinando la tensión/miedo construida. La pareja principal tiene un pasado oscuro y los actores interpretan muy bien estos personajes, ya que a lo largo de la película podemos sentir el dolor que acarrean, sus deseos e inseguridades y las distintas posturas que cada uno tomó con respecto a ello, demostrando así también la tridimensionalidad de estos personajes. En cambio, está el personaje de la asistente social, que resulta muy chato, ya que no podemos ver algún indicio de por qué actúa de la manera que lo hace. El director Mike Flanagan (Oculus, Absentia) logra crear un balance perfecto entre los sueños y pesadillas que vemos a lo largo del film. La estructura narrativa es totalmente clásica, donde vemos a la heroína principal atravesar por un camino lleno de obstaculos y tener una transformación final diferente a lo que era en un principio. Algo que no me cerró fue la pesadilla final del tercer acto, ya que podemos observar distintos elementos y características (sin spoilear) que son imposibles que Cody las sueñe, teniendo en cuenta la forma previamente establecida de dónde provienen todos estos sueños. Apartando eso, vale destacar el punto de giro final que se presenta durante este acto, que da una pequeña vuelta de tuerca y un buen cierre a la película. Otros puntos para analizar son la música, compuesta por The Newton Brothers, quienes ya colaboraron en la mayoría de las producciones de este director. La misma es muy acertada para los distintos tonos emotivos que se pueden apreciar a lo largo de la cinta, como así también aporta bastante a la hora de crear la tensión necesaria durante las pesadillas. Esto tampoco se lograría sin la fotografía de la película, en la que oscuridad y la luz juegan factores importantes durante todo el relato, ya que hay diferentes tonalidades de colores que representan y diferencian muy bien los sueños de las pesadillas. Debido a que el proyector de la función de prensa no estaba bien calibrado para la imagen, muchas escenas quedaron en total oscuridad y no se podía apreciar visualmente lo que sucedía y eso le restó mucho a la experiencia. Como conclusión de este análisis, se puede decir que Somnia: Antes de Despertar cumple su objetivo, a pesar de tener algunas fallas, ya que tiene otros puntos narrativos o de actuación que equilibran esas falencias. Una película para toparse con el terror de una manera distinta a la que nos tiene acostumbrado el cine hollywoodense últimamente.
Este es el claro ejemplo de lo que es presentar una muy buena idea pero no saber cómo aprovecharla al máximo. “Before I Wake” es una película que empieza muy bien, pero que nunca se decide a qué género pertenecer, ni sabe cómo sacarle jugo a su interesante premisa. Luego de la muerte de su único hijo, un matrimonio decide adoptar un niño. Es así como Cody llega a la familia. El chico tiene un poderoso y peligroso poder: materializa sus sueños. Sus nuevos padres, asombrados por la habilidad, empiezan a jugar con ella, pero sin darse cuenta que también en la misma se esconde un temible y mortal secreto.