Desde su ópera prima, Yo sé lo que envenena, Federico Sosa se convirtió en un cineasta promisorio. Su dirección de actores y su manera de combinar comedia y drama parecían dignas de un veterano. La película resultó una sorpresa que dejaba con ganas de seguir los pasos de Sosa. El documental Contra Paraguay seguía mostrando a un director con una mirada interesante. Tampoco tan grandes, su segunda película de ficción, confirma que las promesas eran fundadas. Lola (Paula Reca), una publicista de 29 años, recibe dos noticias explosivas en pocos segundos: su madre le revela que en realidad tiene 30 años (había nacido seis meses antes de lo que pesaba) y que su padre, al que creía muerto hace años, acaba de fallecer y le había dejado una herencia. Lejos de recurrir a su pareja, con quien va a casarse, recurre a Teo (Andrés Ciavaglia), su ex novio y aspirante a cineasta. Primero ambos, junto a Rita (María Canale), hermana de Teo, viajan a Mar del Plata. Allí conocen a Natalio (Miguel Ángel Solá), otrora pareja del padre. Los cuatro parten hacia Bariloche, donde están las tierras heredadas, para esparcir las cenizas del difunto. Será un viaje con un amplio abanico de emociones y de situaciones, en el que cada uno aprenderá algo importante sobre los demás y acerca de sí mismos. Una road movie que va y viene del humor y el romance a las lágrimas, que cuenta con una gran cantidad de antecedentes, en especial desde los Estados Unidos. Pero la película tiene el corazón y la personalidad suficientes para sostenerse por sí misma, sin ser víctima de las comparaciones. Buena parte del mérito es de Sosa: al igual que su película anterior, cuenta una historia de amistad y amor que crece durante un gran objetivo que se plantean los personajes, aun con los conflictos de cada uno. Y es un doble mérito por parte del director, ya que se trata de un proyecto por encargo y no un film propio como Yo sé… Esto permite apreciar su capacidad para adaptarse a otras modalidades de trabajo, sin renunciar a las que parecen ser sus preocupaciones narrativas. El otro punto fuerte reside en el elenco. Paula Reca, que en este film también debuta como productora, vuelve a demostrar que es una presencia fresca en la pantalla y le saca jugo a un personaje más complejo de lo que parece. Andrés Ciavaglia (visto hace poco en Las hijas del fuego, de Albertina Carri) tiene la presencia perfecta para componer a un joven antihéroe cotidiano. María Canale tiene uno de los roles más conflictuados -y torturados-, pero también es uno de los que aporta distención y risas. En cuanto a Miguel Ángel Solá, compone uno de los papeles más entrañables de su carrera y le imprime el espíritu definitivo a la historia. Tampoco tan grandes es de esas películas que dejan con un buen sabor, que dan ganas de abrazar, que hacen pensar que hasta los hechos más extraños pasan por algún motivo, generalmente para mejor.
Carácter de escorpiana Lola tiene una carrera encaminada, por más que entre a cada reunión portando una carpeta con la idea que le gusta y otra con la que el jefe va a aceptar. También tiene resuelta su vida sentimental, a dos meses de casarse con un novio que cuando más lo necesita no le atiende el teléfono. Le falta poco para cumplir los treinta años y nunca conoció a su padre. Todas esas certezas sobre su vida son falsas, pero solo de las últimas dos va a tener conciencia apenas comenzada la película, al recibir el llamado de un abogado para recibir la herencia de su padre, que acaba de morir. Al enfrentar a su madre sobre este pequeño detalle que omitió contarle toda la vida, se entera que también su fecha de cumpleaños es falsa y en realidad ya pasó los treinta hace unos meses. Con toda su realidad desbalanceada, decide acudir al día siguiente a la cita con el abogado en Mar del Plata. Pero con su auto fuera de servicio y su futuro marido más preocupado por su trabajo que por darle apoyo, recurre casi accidentalmente a su ex pareja Teo, un frustrado cineasta que se gana la vida editando videos para niños y cuidando de su hermana adicta. Ella lo convence de ayudar a Lola, asegurando que también le resultará beneficioso el paseo. Pero el viaje a Mar del Plata es apenas el inicio de su recorrido. Allí la espera la pareja de los últimos 27 años de su padre, con el pedido de llevar las cenizas al terreno de Bariloche que le dejó en herencia a su hija, de la que desconocía su existencia hasta que leyeron el testamento. Aún más descolocada que antes de llegar y ansiosa por escapar de una situación con su novio que no está en condiciones de enfrentar, Lola insiste en salir inmediatamente hacia allí, arrastrando a sus tres acompañantes a la ruta una vez más. En la ruta cada cual podrá replantearse su presente y lo que desea de la vida, comprender si deben conformarse con lo que han logrado hasta entonces o todavía están a tiempo de aspirar a más. Como el volcán No se puede decir que Tampoco tan grandes sorprenda con cada giro de la trama o que no pase por muchos lugares comunes de la comedia romántica, pero se hace cargo de cada uno de ellos y se preocupa por resolverlos lo mejor posible sin importar lo previsible que pueda resultar. La pareja que no supo prosperar pero nunca dejó de quererse (y que al reencontrarse se sacan chispas) es un clásico que solo funciona bien cuando ambos intérpretes logran una química que desborde la pantalla, algo que sin discusión consiguenPaula Reca y Andrés Ciavaglia en cada plano que comparten. Ellos dos son el centro de todo, pero cada frase y cada gesto que hacen los cuatro intérpretes está medido para causar el efecto que tiene que causar, sin que sobre o falte nada. Van plantando pequeños datos a sabiendas que eventualmente van a significar algo. Y nada mejor para sostener un buen ritmo en una trama que lograr que todo aporte algo, que nada sea superfluo o repetitivo. Hasta el estereotipado personaje que interpreta Miguel Ángel Solá, que parece retrasar un par de décadas al igual que algunas reacciones de los personajes que lo rodean, logra mostrar facetas a su carácter y generar empatía, trascendiendo ese lugar común en que se lo pone como premisa y cuyos trazos gruesos generarían fastidio en manos más incapaces de ablandarlos. Con el foco puesto siempre en el guión y las actuaciones, todo el resto de la producción acompaña con mucha corrección, sin salirse del lugar de apoyo. En esta clase de productos no esperamos encuadres arriesgados o iluminación efectista, pero destaca con una banda de sonido interesante, utilizando detalles de vestuario y ambientación para reforzar rasgos de los personajes que hasta explican fragmentos de la trama, nunca pretendiendo correr el eje de las actuaciones de sus protagonistas. Tampoco tan grandes no pretende revolucionar, solo contar una historia que entretenga y emocione. Metas que cumple con maestría.
“Tampoco Tan Grandes” es un mediometraje argentino dirigido por Federico Sosa y escrito por Máximo Reca. Está protagonizado por Paula Reca, Andrés Ciavaglia, Maria Canale y Miguel Ángel Sosa. “Tampoco Tan Grandes” nos cuenta la historia de Lola (Paula Reca), quien repentinamente se entera de que su padre ha fallecido luego de pensar que había muerto hace algunos años atrás. Para variar, se reencuentra con su ex novio, Teo (Andrés Ciavaglia), pidiéndole que la acompañe a Mar del Plata junto con su hermana (María Canale) para solucionar el tema de la herencia que dejó su progenitor para ella. Ahí se entera de que su padre a mantenido una relación de 27 años con Natalio (Miguel Ángel Sosa). Tenemos una historia que es bastante predecible en diversas de sus acciones y sobre todo en su final, pero a pesar de caer en lo cliché, resulta una cinta bastante entretenida y con muy buenos momentos de comedia en la gran mayoría del tiempo en pantalla. También hay instantes dramáticos bien logrados pero previsibles a la hora de su ejecución. La química que tienen todos los actores es fantástica, pero sobre todo el dúo protagónico de Reca y Ciavaglia se lleva todas las miradas. Cada vez que aparecen juntos en pantalla cautivan, ya sea con una situación humorística o un momento dramático. Canale y Ángel Sosa tampoco lo hacen tan mal. La banda sonora también es de lo mejor del filme, con una música que acompaña muy bien en los momentos en los cuales se encuentra presente. Pero a su vez, las canciones expresan las diferentes emociones sobre la temática del amor de una muy buena manera. También queremos destacar algunos planos generales sobre los paisajes de Mar del Plata, muy bien logrados. En resumen, si bien “Tampoco Tan Grandes” no tiene una historia original o lo suficientemente fresca para destacarse, logra entretener con su personalidad argentina gracias al humor y a las buenas actuaciones.
Primera película de ficción para Federico Sosa (Yo sé lo que envenena, Contra Paraguay) y primera película para la productora Ayar Stories, cuyos responsables Máximo y Paula Reca ofician en el film de guionista y actriz principal respectivamente ademas de productores. Se trata de una historia de amor con formato de road movie en la que Lola (Paula Reca), una chica conflictiva entra en crisis al enterarse de que su padre falleció y le dejó una herencia. Para eso debe viajar a Mar del Plata a firmar los papeles y no tiene mejor idea que llamar a su ex novio Teo (Andrés Ciavaglia) para que la acompañe. Pero al llegar a la oficina legal se entera que su padre vivía con Natalio (Miguel Ángel Solá), un gay sensible que le pide tirar las cenizas del difunto en un lago de Bariloche. Juntos y con Rita (Maria Canale), la hermana ex adicta de Teo, emprenden el viaje de perdón y reencuentro. Tampoco tan grandes hace referencia al espíritu juvenil que impregna la película, con una estética vintage y un humor muy particular que suma a esta historia de configuración de identidad. Los años que tiene la pareja protagónica serán la clave para atravesar el camino que, cómo toda road movie, encuentra modificaciones entre el estado inicial (irresponsable, sin compromisos) hasta el destino final con aprendizaje incluido. Párrafo aparte merecen las actuaciones, con una Paula Reca que brilla de encanto al estilo Celeste Cid, y con un Miguel Ángel Solá que, una vez más, demuestra todo su oficio para componer a este homosexual sensible que reparte enseñanzas sobre el amor. Maria Canale y Andrés Ciavaglia no desentonan para armar un gran cuarteto actoral. Todos los actores encuentran el punto exacto en el arco dramático para pasar de la comedia al drama con la naturalidad que la historia necesita. La película arranca muy bien con un ritmo distintivo mediante su humor y propuesta visual para luego irse acomodando a las exigencias de estructura del género. En ese transcurso pierde un poco de eficacia aunque mantiene su encanto. Porque Tampoco tan grandes logra trasmitir las emociones, frescura y hasta ciertas inseguridades de los personajes en la pantalla, con un estilo sutil que se apoya en la imagen para embarcarnos en la furgoneta escolar con el tino justo, evitando explicaciones en demasía y con pequeñas y divertidas escenas que invitan a pasar un grato momento.
Son pocas las comedias románticas locales, y mucho menos las road movies, Federico Sosa reúne esos dos universos en esta historia de amor entre dos que aparentemente no se aman y deben cumplir un objetivo. Un arranque potente y las logradas interpretaciones de Paula Reca y Andrés Ciavaglia refuerzan una narración diferente en el panorama local.
Esta “road movie” desnuda intimidades y anhelos de cuatro personajes que, por cuestiones del destino, se unen en una travesía de reconciliación. A Lola (Paula Reca), una creativa publicitaria con ideas cuestionadas por su jefe e inclinaciones cleptómanas, le informan que su padre acaba de morir en Mar del Plata. Ella lo creía fallecido desde hace tiempo y también se entera de que no tiene 29 años sino que pasó la barrera de los 30. Demasiado caos para cualquier mortal en un mismo día. En su viaje a la ciudad balnearia, Lola está próxima a casarse, pero es acompañada por Teo (Andrés Ciavaglia), su ex pareja, y Rita (María Canale), la hermana del anterior. Allí conocen a Natalio (Miguel Angel Solá en un rol disparatado), excéntrica pareja del difunto. Todos abordan una combi escolar destartalada rumbo a las tierras que él dejó como herencia en Bariloche para esparcir sus cenizas. Tampoco tan grandes, acumula kilómetros y conflictos a medida que avanza y demuestra que los problemas siempre se llevan sobre las espaldas, pero aún hay tiempo para torcer el destino. La historia propone problemas de relación (Lola tiene agendado a Teo en su teléfono como “Peligro”) mientras Rita atraviesa un proceso de rehabilitación y el extravagante Natalio (que lleva las cenizas de su amado a cuestas) descomprime la tensión con los recuerdos de sus andanzas sexuales. En una parada del viaje se alza un parque de diversiones (en el que los cuatro son los únicos visitantes), como metáfora de un respiro idílico ante tanta urgencia y dolor pero allí estalla el conflicto. El filme dirigido por Federico Sosa logra un peculiar equilibrio entre la comedia y las pinceladas dramáticas, construye un universo propio y resulta diferente al de otras propuestas del género. Su manera de narrar una historia sencilla (pero no simple) es su mayor mérito. Paula Reca, actriz y también productora del filme, imprime un tono de frescura y Andrés Ciavaglia (visto en Las hijas del fuego) es un editor con una imaginación frondosa que detonará en la escena final. Entre ambos hay química.
La primera película de Federico Sosa es una road-movie, mezcla de comedia romántica con algún tinte dramático. Escrito por Máximo Reca, está protagonizado por Lola (Paula Reca, también productora), Teo (Andrés Ciavaglia), su hermana Rita, en proceso de rehabilitación por adicciones (María Canale) y Natalio (Miguel Angel Solá). La trama se centra en la publicista de 29 años, próxima a casarse, que descubrirá al principio del film que el padre que creía no tener, existía y acaba de morir (ahora sí) y no sólo eso, ella tiene 30 y no la edad que pensaba. Su madre le ocultó ésta información durante años, cosa que la saca de eje y recurre a la persona menos pensada: su ex-novio Teo (vinculado al mundo del cine). De su padre hay una herencia y un pedido especial, para ello deberá viajar primero a Mar del Plata, donde conocerá a la pareja de su padre y luego a Bariloche a cumplir el último deseo de su progenitor. Sin ánimo de spoilear, sólo agregaré que los sentimientos entre Lola y Teo siguen intactos y que el viaje será un encuentro propicio para poner las cosas en su lugar para todos. Con buena fotografía de cada lugar que recorren y excelente música, sumado a la gran química entre sus protagonistas, “Tampoco tan Grandes” es una buena opción que nos brinda el cine argentino. ---> https://www.youtube.com/watch?v=YBQNJD4JNwA ACTORES: Miguel Angel Solá, Chang Sung Kim, Paula Reca. María Canale, Andrés Ciavaglia. GENERO: Drama , Comedia . DIRECCION: Federico Sosa. ORIGEN: Argentina. DURACION: 79 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 13 años FECHA DE ESTRENO: 14 de Febrero de 2019 FORMATOS: 2D.
El martes 12 de febrero a las 20hs, en el Dot Baires Mall, se llevó a cabo la avant premiere de la película “Tampoco tan grandes” de una productora nueva Ayar (Rising Stories). Confiamos en la capacidad de esta productora en su crecimiento para seguir contando historias porque ha debutado con esta película y como botón de muestra cumple con creces las expectativas. Del género comedia romántica, atrapa al espectador desde el momento en que se apagan las luces de la sala manteniendo la tensión a lo largo del desarrollo. Al finalizar la exhibición, el público se levanta conforme porque pasó dos horas disfrutando de cómo se puede contar una historia con humor y frescura.
Un film con momentos encantadores y otros convencionales, que no pierde su frescura y su ritmo. Una mirada sobre los afectos, la pérdida, las segundas oportunidades. El “después de todo” que resulta nunca ser definitivo a pesar de dolores, desilusiones y hasta adicciones. El núcleo del argumento se basa en el “drama” de los treinta y pico, en una chica que descubre mentiras en su origen, que se está por casar con el hombre equivocado y que vuelve a su ex como tabla de salvación. Y ese muchacho del ayer, herido, a cargo de su hermana ex adicta, solitario y doliente. Entre ellos chispas nunca apagadas que encienden el presente y que tienen en los protagonistas Paula Reca (también productora) y Andrés Civaglia a los intérpretes exactos con la química perfecta. Es una película de caminos y descubrimientos. Enterarse de la muerte de un padre, que ya creía muerto desde hace mucho y que además le deja una herencia y el contacto con su pareja de toda la vida encarnado por Miguel Ángel Sola, siempre exacto en sus composiciones. Y una larga travesía para cumplir con ritos, conocer el legado y darse cuenta que no todo esta perdido cuando se ofrece el corazón, como decía Fito Páez. Romántica, con momentos de humor y confusión, especialmente en una protagonista que hace de las inseguridades su marca de fábrica y una Paula Reca especialmente dotada para este genero, una comedia inteligente.
Otro viaje de reconciliación “Nunca Jamás” es el nombre con el que Lola tiene registrado a Teo en su lista de contactos. “Peligro” es el de ella en los contactos de él. Sin embargo, los dos contestan las llamadas respectivas. Se separaron hace tres años, en las peores condiciones, y ahora ella acaba de llamarlo, cuando le anuncian que murió su padre. A pesar del llamado de auxilio, cuando Lola lo ve, lo rechaza. Ya se sabe cómo es esto: habrá que lavar unas cuantas heridas de cada uno y después de eso tal vez vuelvan a estar juntos. Este es en el terreno de la comedia romántica de treintañeros, última oportunidad de comportarse como chicos de secundario antes de que la adultez se los lleve para siempre. Eso es lo que hacen Lola y Teo: mostrarse enojados y ofendidos delante del otro/a, mientras piensan en su futuro. Tampoco tan chicos. Hay una segunda trama en Tampoco tan grandes, dirigida por Federico Sosa (Germán, últimas viñetas, Yo sé lo que envenena, Contra Paraguay). Es que hay alguien a cargo de las cenizas del papá de Lola (Paula Reca), así como de las tierras del sur que le legó a su hija: Natalio, su pareja durante los últimos veinte años (Miguel Ángel Solá). Es un poco rara la situación de Lola, ya que según su madre, su padre había muerto hace rato. Como Lola descompuso su auto en un ataque de furia, Teo (Andrés Ciavaglia) le ofrece llevarla hasta Mar del Plata en el transporte escolar de la familia. En MDQ debe reunirse con un abogado (el popular actor coreano Chang Sung Kim). Rita, hermana de Teo (María Canale) no lleva del todo bien su rehabilitación, por lo cual aprovecha para sumarse al viaje, para tomar “un poco de aire”. De Mar del Plata, la comitiva seguirá hacia Lago Espejo, con lo cual se está ante una comedia-más-o-menos-dramática de viaje. Desde el primer encuentro, está claro que Lola y Teo van a reconciliarse, lo cual anula el movimiento de vaivén que le daría algún suspenso a la situación. Por otra parte, Lola tiene un novio brasileño cuya condición de “dibujado” queda cabalmente representada por el hecho de que en la única escena en que aparece no llega ni a vérsele la cara. La posibilidad de que Lola se case con él es claramente inexistente. María Canale, una actriz que da la sensación de “llevarse a sí misma” de película en película (en el sentido de que siempre parece estar plantada en el lugar más afín), aquí no tiene personaje para representar, más allá de su adicción, de la que se habla tardíamente. Lo de Miguel Angel Solá es raro. Busca a su personaje con un hablar quebradizo y voz aflautada, componiendo muy de afuera para adentro. Pero a la vez, su historia de amor con el hombre fallecido, intensa, extensa y verdadera, le da a la película una carga de emotividad que parece traída de otra parte. La película ganó un desproporcionado premio a la mejor de la Competencia Argentina, en la última edición del Festival de Mar del Plata.
Dirigida por Federico Sosa (“Yo sé lo que envenena”,” Contra Paraguay”) y escrita por Máximo Reca, “Tampoco tan grandes” es una película que combina comedia, con algo de drama y también algo de romance. Un retrato sobre crecer, sobre tener treinta, una edad en la que se supone que uno debería tener toda su vida armada. El mismo día en que Lola (Paula Reca) se entera de que su padre, al que siempre consideró muerto, murió realmente, se entera también de que ya tiene treinta años, pues su madre le mintió sobre las dos cosas. Como si fuera poco, con su pareja con quien se encuentra comprometida tampoco parece estar bien. Eso y una llamada accidental a su ex terminan de ponerla en crisis. Su novio perfecto no está para ella para acompañarla a firmar unos papeles de la herencia a Mar del Plata y termina haciendo ese viaje junto a su ex y a su hermana. Pero ese viaje será más largo e importante de lo que parecía. Primero, porque al llegar a Mar del Plata conocen a Natalio, la pareja de su padre desde hace muchos años. Lola hereda un terreno en Bariloche y Natalio les cuenta que es allí donde su padre quería que esparcieran sus cenizas. Entonces deciden hacer ese viaje. Y segundo, porque se pondrán en juego muchas otras cuestiones existenciales para Lola y la presencia de su ex Teo no va a ser decorativa. “Tampoco tan grandes” es una película que sabe lo que quiere contar y el tono que necesita. De hecho, éste último termina sintiéndose muchas veces algo impostado. Si bien el film cuenta con sus escenas de humor, todas están impregnadas de la melancolía que su propia protagonista siente. La banda sonora, aunque bonita, intensifica todo esto. Los personajes de Lola y Teo (Andrés Ciavaglia) están bien construidos aunque el de ella no pueda evitar sentirse algo monótono por momentos, quizás lógico para este momento crucial que está viviendo, donde tiene tantas preguntas sobre su futuro que ni siquiera se anima a hacerse. La hermana Rita (María Canale) presenta aristas más interesantes, es el personaje más directo y frontal pero también esconde, esconde un problema que, como todos, en algún momento tiene que explotar y salir a la superficie. El principal problema es el personaje de Natalio, interpretado por Miguel Ángel Solá. Por un lado porque no tiene el peso suficiente para la historia pero también porque no puede escapar de los estereotipos. Entre ellos cuatro no dejan de formar un grupo fresco y colorido para retratar diferentes momentos de la vida, diferentes duelos. A la larga de eso se trata “Tampoco tan grandes”, de hacer el duelo, de dejar ir aquello que no uno carga y es pesado y no aporta nada. Soltar, dejar que se esparzan como las cenizas al viento. La dirección de arte termina de imprimir con sus colores esa sensación de juventud, porque todavía, aunque a veces nos quieran hacer creer que no, se es joven, no estamos tan grandes para volver a empezar. Una propuesta divertida y emotiva por igual que, aunque a veces se sienta un poco artificial o impostada, no deja de sentirse genuina a la hora de retratar ciertas crisis de adultez.
Indudablemente, fue una de las sorpresas entre las presentaciones del Panorama del Cine Argentino en el último Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Desde ese momento, “TAMPOCO TAN GRANDES” está destinada a ser una de las grandes comedias románticas nacionales, con personajes inquietos y conflictos en, donde quienes hayan recientemente superado la barrera de los 30, puedan sentirse más identificados. Lola (Paula Reca –quien junto con su hermano Máximo son los productores de este film, en la primera apuesta fuerte de Ayar Stories- y a quien pudimos ver en “Veredas” formando la pareja protagónica junto a Ezequiel Tronconi) se presenta desde las primeras escenas como una creativa publicitaria algo eléctrica, bastante malhumorada y con serios problemas de cleptomanía. Al recibir la noticia del fallecimiento de su padre, su mundo queda trastocado por completo dado que creía que él estaba muerto, desde hacía ya un buen tiempo. Sumado a esto, estaba atravesando el stress previo al casamiento y entre todas las noticias también se entera que no tiene 29 años como ella pensaba sino que ya ha superado los 30! Para poder resolver todas las cuestiones relacionadas con la herencia, Lola deberá emprender inmediatamente un viaje a Mar del Plata. Pero… ¿quién es el elegido para esta aventura? Nada más ni nada menos que su ex novio Teo (Andres Ciavaglia, de un trabajo teatral perfecto en “Cronología de las Bestias” en Timbre 4 y con participaciones en “Las hijas del fuego” de Albertina Carri y en las recientes “Recetas para Microondas” y “En peligro”), a quien la propia Lola tiene agendado en su celular como “Peligro!”. A ellos se les sumará la hermana de Teo, Rita, quien está en pleno tratamiento para combatir sus adicciones (otro gran trabajo de Maria Canale) y juntos iniciarán este viaje en una particular combi escolar, con un toque algo vintage. A medida que se vaya develando la historia, conocerán a Natalio (un delicioso personaje compuesto por Miguel Angel Solá, dispuesto a divertirse en pantalla como nunca) la pareja gay de su padre, quien quiere cumplir la última voluntad de esparcir las cenizas del recientemente fallecido, en Bariloche. Es así como “TAMPOCO TAN GRANDES” se construye funcionalmente como una road movie Buenos Aires – Mar del Plata – Bariloche, pero por efectos de un guion que sabe jugar plenamente y con mucha inteligencia con el humor, logra sacar partido y redondear un película en la que se hablará mucho más que de los viajes. En su primera incursión en el cine de ficción, Federico Sosa (que ya había dirigido “Yo sé lo que envenena” y “Contra Paraguay”) logra darle al film, un tono y un ritmo fresco, dinámico y un aire lúdico que se respira a lo largo de toda la película. La estructura del planteo es clásica y una de sus fortalezas es que en lo que pretende contar, en ningún momento reniega de apoyarse en muchas de las convenciones de la comedia romántica y sobre todo, en los trazos del personaje de Natalio, donde recurre fuertemente a los estereotipos. Pero lo hace justamente para partir de ese punto y crear desde lo convencional, un personaje fresco, funcional a la historia y que aporta ese choque generacional que se sostiene a través del humor no exento de una fuerte dosis de sensibilidad y emoción. No solamente se agradece el permanente sentido del humor en cada situación y ese espíritu juvenil y desacartonado que atraviesa “TAMPOCO TAN GRANDES”, sino que además Sosa maneja una gran ductilidad en la conducción de sus actores. El cuarteto protagónico está impecable: Paula Reca es fresca, sensual y tiene una cara que ilumina totalmente la pantalla. Con Ciavaglia son efectivamente pura química y el contrapunto de sus personajes se disfruta enormemente y explotan ese potencial al máximo, con un ritmo justo para la comedia que no es tan fácil de lograr como parece. María Canale (con un recordado trabajo en “Abrir puerta y ventanas”) completa el trío juvenil con el personaje quizás más comprometido pero con la cuota exacta de teñir esa vertiente dramática sin ningún tipo de subrayados. Capítulo aparte merece Miguel Angel Solá, quien por supuesto a esta altura de su extensa trayectoria no sorprende por su calidad de actor, sino por su completa entrega a un papel sumamente difícil que en manos de otro colega podría haber caído en una especie de caricatura que hubiese arruinado el tono general de la película. Solá disfruta de cada línea de texto, juega con su Natalio y explota cada una de sus escenas, brindando un trabajo sutil, exquisito, emotivo y a la vez sumamente divertido. Muchas veces en estas historias simples (con la complejidad que supone llegar a lo profundo sin diálogos rimbombantes ni frases declamatorias) con esa mirada entre naïf y melancólica de sus criaturas, se encuentra la receta perfecta de una comedia atractiva, con rubros técnicos impecables y una música que acompaña ese viaje interior que atraviesa a cada uno de los personajes… para que en el punto de llegada ya no sean los mismos, sin que nos olvidemos que siempre es mejor si mantenemos una sonrisa durante el viaje, aún en los momentos más dolorosos.
En su segundo largometraje de ficción después de Yo sé lo que envenena (2014), Federico Sosa combina distintos géneros como la comedia romántica (en su variante de rematrimonio), la road movie y una apuesta por el humor absurdo (y al mismo tiempo asordinado) con personajes en principio deformes y disfuncionales, pero a la larga entrañables. La protagonista es Lola (Paula Reca), una creativa publicitaria que está a punto de casarse, aunque podemos intuir que no todo marcha bien en esa relación afectiva. Esta treintañera recibe una llamada en la que su madre le informa que su papá -al que creía muerto desde hacía mucho tiempo- en verdad acaba de fallecer en Mar del Plata y le ha dejado unas tierras en la zona de Bariloche. En aquel balneario conocerá a Natalio (Miguel Ángel Solá), quien fuera pareja de su padre, y luego con él, con su exnovio Teo (Andrés Ciavaglia), un patético aspirante a cineasta, y con la hermana de este, Rita (María Canale), que intenta recuperarse de su adicción a las drogas, partirán a bordo de una camioneta rumbo al Lago Escondido para cumplir el último deseo del difunto y conocer el terreno que Lola ha heredado. Es precisamente ese viaje lleno de enredos, encuentros y desencuentros, el corazón narrativo y emocional de una película que pendula entre pasajes inspirados y otros no del todo logrados. El balance final, de todas maneras, no deja de ser simpático y estimulante.
Dicen que los opuestos se atraen o al menos eso parece darse en "Tampoco tan grandes". Lola (Paula Reca) y Teo (Andrés Ciavaglia), ahora ex novios, son a simple vista completamente distintos. La protagonista, una publicista puntillosa y a punto de casarse, cree tener su vida bajo control; sin embargo, cuando se entera de que su padre, a quien creía muerto, verdaderamente fallece, su vida se desmorona. Es ahí cuando, en vez de llamar a su actual pareja, se comunica con Teo, un aspirante a cineasta en crisis que cuida de su hermana Rita (María Canale), quien se está rehabilitando por adicción a las drogas. Teo y Rita, entonces, deciden acompañar a Lola a Mar del Plata para arreglar los detalles de la herencia que le dejó su difunto padre, y en la ciudad balnearia conocen a Natalio (Miguel Angel Solá), la pareja de su progenitor. Los cuatro viajan hacia Bariloche para esparcir las cenizas del fallecido, pero a la vez también para ver el terreno heredado. En el trayecto, por supuesto, cada personaje se enfrenta a su propia flaqueza para finalmente madurar. ROAD MOVIE Galardonada en la sección Panorama Argentino de la última edición del Festival Internacional de Mar del Plata, la película combina dos géneros: la road movie y la comedia romántica. Esta mixtura mantiene una fórmula similar a las norteamericanas y, aunque el guion caiga en lugares comunes, el largometraje no deja de ser entretenido. Federico Sosa ("Yo sé lo que envenena", "Contra Paraguay") sale airoso en su labor como director, sobre todo porque se trata de una película por encargo -él no es autor ni productor del proyecto-. Con una atractiva puesta en escena, la comedia cuenta con buenas actuaciones: Reca se luce con un papel hecho a su medida, mientras que Solá sorprende por interpretar uno distinto a lo que acostumbra hacer. "Tampoco tan grandes" tiene los elementos necesarios para pasar un buen rato, sin demasiadas pretensiones.
Acorde con el Día de los Enamorados se estrena una comedia sobre... dos desamorados. Fueron novios, ahora es tiempo de reproches. Pero tampoco están tan desamorados como para no meter la pata de nuevo. Él tiene bastante paciencia, un transporte escolar, una hermana cargosa y está editando un video ajeno (lejos quedaron mayores sueños). Ella es impaciente, escorpiana, se cree superior a los demás, y cree también un par de cosas sobre su vida, que a poco de comenzar la historia descubrirá que eran falsas (y la madre es como ella, ni se molesta en disculparse). Aparece luego un hombre ya mayor, verdaderamente enamorado: 27 años pasó felizmente en pareja. Ahora enviudó. Su pareja era el padre de la chica y ninguno conocía la existencia de la otra persona. Y ahora todos juntos van a hacer un viaje, a un lugar donde “cenizas quedan”, como dice el refrán. De paso, cada uno de los jóvenes hará su propio viaje interior, a ver si cambia algo. El viudo, mientras, sigue viajando en la felicidad de los buenos recuerdos. Ese personaje lo encarna Miguel Angel Solá. Un deleite ver de qué manera evita manierismos, la forma en que modula sus expresiones, cómo transmite calidez. Aparece avanzada la trama, como aparecía el héroe en las películas de Tarzán, solo que él no viene a salvar a nadie. Enriquece la obra, eso sí, y le aporta más gracia y atractivo. Paula Reca y Andrés Ciavaglia forman la pareja central. María Canale completa el cuarteto. Paula y Máximo Reca, hermanos, encabezan guión y producción. Catalina Oliva, directora de arte, Diego Poleri, fotografía, Federico Sosa, director, son los otros pilares. Buen director, Sosa. Y buena ocasión para recordar su corto sobre otro tipo enamorado, “Argentino Vargas”, con Emilio Bardi y Mónica Galán.
Ganadora de la sección Panorama argentino del último festival de Mar del Plata, Tampoco tan grandes es una de esas películas en las que todo funciona. Como toda comedia romántica, su gracia está en ver a través de qué caminos el relato llegará al final que intuimos. También es una road movie, es decir que los desplazamientos serán los que hagan avanzar la historia. Y es, también, un relato sobre la generación que ahora tiene treinta y tantos, pero conserva mentalidad y corazones propios de los 20 años. Con pocos personajes y grandes interpretaciones, el filme dirigido por Fernando Sosa comienza cuando Lola (Paula Reca) se entera de que su padre acaba de morir en Mar del Plata y le ha dejado una herencia. Debido a una serie de sucesos, recurre a su ex novio Teo (Andrés Ciavaglia) para que la acompañe a destino. Teo está en la situación opuesta de Lola: en plena crisis existencial y cuidando de su hermana con problemas de adicciones. Así que accede a su pedido con la condición de que los acompañe su hermana. Así se forma el primer grupo que viajará hasta la costa, donde conocerán a Natalio (Miguel Ángel Sola), viudo del padre de Lola, personaje entrañable que tiene la sabiduría y templanza que les falta a los demás. El viaje continuará hacia Bariloche, con interminables kilómetros y horas de silencio para llenar. Por más hermosos que sean los paisajes, no tienen aquí un protagonismo ya que los planos acompañan el agobiante egocentrismo de todos los personajes. Con diálogos inteligentes, sin salidas fáciles y con la duración ideal, esta historia es una de las mejores opciones en época estival, cuando las carteleras se llenan de dibujos animados y superhéroes.
Este film se encuentra dirigido por Federico Sosa y escrito por Máximo Reca, protagonizado por Paula Reca, Andrés Ciavaglia, Maria Canale y Miguel Ángel Solá. La historia es sencilla: Lola Willfog (Paula Reca), se entera que su padre ha fallecido cuando ella hasta ese momento creía que había muerto hace algunos años atrás, al mismo tiempo su madre le hace saber que tiene 30 años y no 29 (le confiesa que había nacido seis meses antes), en su trabajo las cosas no están bien, se encuentra envuelta entre mentiras y engaños, ante tantas variantes se reencuentra con su ex novio, Teo Firpo (Andrés Ciavaglia), quien la termina acompañando a Mar del Plata junto con su hermana Rita Firpo (María Canale) para solucionar el tema de la herencia que le dejó el padre de Lola. Pero todo no termina ahí porque su padre mantuvo una relación de 27 años con Natalio (Miguel Ángel Solá). Una comedia dramática y clásica, divertida, fresca, en una road movie en la cual los protagonistas se lucen en algunas escenas, tiene buenos diálogos, con toques de humor y unas pinceladas que apelan a la emoción, todo el elenco demuestra buena química, la banda sonora acompaña bien, a pesar de caer en el cliché y que es bastante predecible, te llega al corazón.
Un viaje hacia la redención En 2014 Federico Sosa dirigió Yo sé lo que envenena y Contra Paraguay (2013), donde deja entrever un humor bastante particular y hasta diría absurdo, pero del todo agradable. Tampoco es tan grande es la nueva película de este director, que tiene como objetivo principal el amor y aceptación. No por nada se estrenó justo en el día de San Valentín. La historia tiene como protagonista principal a Lola (Paula Reca) que recibe un llamado inesperado, donde le anuncian que su padre -el que creía muerto hace tiempo- le dejó una herencia en Mar del Plata. Sorprendida por la noticia, Lola recurre a su novio actual para contarle, pero no sirve de nada, ya que él no la atiende por teléfono. Por algo suceden las cosas, dicen y sin querer (ponele) el celular marca el número de Teo (Andrés Ciavaglia), su ex pareja. A partir de ahí, la historia que era contada por la protagonista, empieza a tener una segunda mirada tras la llegada de Teo, un pibe treintañero que vive entre el desorden, en casa de sus padres y con la idea de ser un cineasta, aunque un poco frustrado. Él está acompañado por su hermana que, a pesar de estar en plena recuperación por las drogas, tiene las visiones mas claras que su hermano. En el viaje que emprenden a Mar del Plata, Lola se encuentra, además de la herencia, con la historia que dejó su padre, con quien nunca generó un vínculo demasiado afectivo. Desde ese entonces, la vida que creía resulta con un trabajo estable, auto, casa y una pareja consolidada, se desmorona un poco, sobre todo porque quien la acompaña en ese momento es Teo, su ex. Ahí se replantea muchas cosas, si vale la pena volver a lo que no pudo ser en su momento, por ejemplo. Tampoco tan grandes hace alusión a la vida que llevan después de los 30 años. Muchas veces la edad no tiene nada que ver con las acciones que llevan adelante algunas personas. Además de centrarse en el amor, también hay lugar para la aceptación por sobre todas las cosas. Si bien es una película de comedia romántica, el humor no cae en lugares comunes y eso hace que se distinga de las demás. Las actuaciones son impecables y la música pegadiza se complementa perfectamente con las escenas que van acompañadas.
El amor y el desamor es un dueto recurrente en el cine y acá vuelve a la carga. Eso sí, este dueto tiene voces atractivas, distintas, por momentos risueñas. Una ex pareja tiene tantas diferencias entre sí, que ella lo agendó en su celular como Nunca Jamás y él a ella como Peligro. No son novios ahora, pero uno está pendiente del otro, se necesitan y se extrañan. Por eso cuando ella tiene que hacer una suerte de viaje iniciático para rescatar una herencia de su padre lo convoca como compañero de ruta. Claro que habrá varias situaciones extrañas, porque ella creía que el padre ya había muerto hace mucho, y ahora se entera que no sólo acaba de morir sino que también tenía un ex marido. La película recorre ese viaje a Mar del Plata y Bariloche con cuatro pasajeros atípicos, porque a Lola (Reca), Teo (Ciavaglia) y Rita (Canale), hermana de Teo en plan rehabilitación de drogas, se les sumará Natalio (Solá), que sigue enamorado de quien partió antes de tiempo en medio de un romance intenso. “Ahora que no estás tengo miedo de envejecer” dirá Natalio en medio de lágrimas por el duelo. El director Federico Sosa apostó a una road movie distendida y profunda. Y ganó un pleno.
Martes 12 de febrero, en el Dot Baires Mail a las 20 hs fue la avant premiere de la película «Tampoco tan grandes» de una productora nueva Ayar (rising stories). Confiamos en la capacidad de esta productora en su crecimiento para seguir contando historias porque ha debutado con esta película y como botón de muestra cumple con creces las expectativas. Del género comedia romántica, atrapa al espectador, desde el momento en que se apagan las luces de la sala manteniendo la tensión a lo largo del desarrollo. El espectador al finalizar la exhibición se levanta conforme porque paso dos horas disfrutando de cómo se puede contar una historia, con humor y frescura. La trama es la de una joven profesional, quien trabaja en el medio publicitario, la protagonista es Lola, treinta años, soltera y con un perfil de superada. Hasta que empieza a desinflarse esa apariencia de recia, cuando la contacta al celular, el abogado para avisarle que debe ir a buscar la herencia que le ha dejado su padre, quien ha muerto en Mar del Plata. Ahí empiezan a derrumbarse los castillos, porque Lola se shockea ante la noticia, debido a que la madre le había ocultado que su padre estaba vivo. En paralelo su alma gemela, su media naranja, hace mucho que ha cortado la relación con Lola. El actual novio de Lola es un cero a la izquierda y cuando Lola llora su paño de lágrimas es su ex novio. Este príncipe, que está lejos de las historias de hadas, usa rastra y hace diez años que edita su propia, película, no quiere saber más nada con Lola, pero en el fondo es un caballero, dispuesto a acudir en auxilio , toda vez que esta dama se encuentre en apuros. El joven dueto actoral de la actriz Paula Reca, y el actor Andrés Ciavaglia, es un verdadero duelo de talentos, que esperemos la dupla participe en otros proyectos, porque hay muy buena sinergia frente a la cámara. Continuando con el argumento, el personaje del ex novio de Lola, reacciona en función a los comentarios de su hermana, que a su vez, también tiene sus problemitas de depresión, pero quiere mucho a Lola, y es su mejor aliada. Excelente actuación de la joven actriz María Canale, Cuando llegan a Mar del Plata, Lola, con su ex novio, quien manejo toda la noche, su ex cuñada, y se presentan en la escribanía se encontrarán con el personaje de Miguel Ángel Solá, del que nadie puede dudar de su maravillosa interpretación. No daremos mayores detalles, pero el papel encarnado por Miguel Angel Solá, es clave en el desarrollo de la historia porque es la Celestina de este relato. Quien logra convencer a Lola, para que lo acompañe a cumplir con la última voluntad del padre: arrojar sus cenizas a un lago, cerca de Bariloche. El desenlace se lo dejaremos librados a su imaginación, lo que le podemos dar como pista es que estos cuatro personajes, siguen con la combi hacia el sur. Y le recomendamos que vengan al cine, no se la pierdan, porque con mucho humor, es muy interesante como cada uno de estos cuatro personajes van despojándose de ,la armadura, se van relajando y pueden mostrarse tal cual son, dando cabida a una deliciosa comedia romántica. Esta película ha sido premiada en el 33 festival internacional de Mar del Plata en noviembre del año pasado. Excelente guion de Máximo Reca con dirección de Federico Sosa. Al salir del cine, me preguntaba cuál es la fórmula secreta de las comedias románticas para que dejen un gusto agradable en el espectador al finalizar, porque si lo analizamos con simpleza, el desenlance.es conocido. También me puse a pesar que suerte que en el siglo XXI, seguimos apostando al género. A medida que iba repasando la buena película que vi, me fui contestando estos interrogantes, porque la respuesta se basa en un guion con la capacidad de hacernos reír, inclusive de nosotros mismos, porque todos alguna vez, hicimos algo ridículo, en temas del amor, y también como espectadores disfrutamos con emoción, ver como el amor se las ingenia para triunfar a pesar de que tenga todas las cartas de la baraja en contra. La recomendamos, prepárense a pasar un buen momento, acompañando en los vaivenes de esta pareja y aplaudamos a Miguel Ángel Solá que sigan los éxitos y dándose el gusto de poder lucirse frente a la cámara. Lo cual a su vez, nos permita demostrar la capacidad de la industria cinematográfica nacional. Calificación 10/10
No falta humor (aunque no se cae en el disparate) ni la pintura precisa de personajes de varias generaciones. Las road movies son ideales para que el camino disuelva lo accesorio de las personas y fortalezca sus lazos. Tal es su sentido. Aquí esa regla se cumple en este cuento de una pareja joven, una herencia, el encuentro con alguien a quien deberán comprender, y un viaje. No falta humor (aunque no se cae en el disparate) ni la pintura precisa de personajes de varias generaciones. A veces falla el timing pero la intención amable se mantiene durante todo el film.
En su segunda película de ficción, el cineasta Federico Sosa (Yo sé lo que envenena) presenta Tampoco tan grandes, una comedia romántica escrita por Máximo Reca y focalizada en una ex pareja que vuelve a reencontrarse en un momento culminante. La historia nos presenta a Lola (Paula Reca), una joven publicista de 29 años, que, en cuestión de segundos, recibe dos noticias demoledoras. Por un lado, su padre, a quien daba por muerto desde hacía varios años, acaba de fallecer. Por otro lado, su madre le confiesa que en realidad nació seis meses antes de lo que creía y que, por ende, ya superó los 30 años. Con un novio ausente que parece preocuparse sólo por su trabajo, la protagonista termina recurriendo (casi por accidente) a Teo (Andrés Ciavaglia), su ex pareja. Junto a Rita (María Canale), hermana de este último, inician un viaje hacia Mar del Plata para reunirse con el abogado del difunto. Una vez allí conocen a Natalio (Miguel Ángel Solá), quien fue la pareja del fallecido durante los últimos 27 años. A pedido de este último los cuatro partirán hacia Bariloche para esparcir las cenizas en el terreno que el hombre tenía ahí y el cual le dejó como herencia a Lola. Tampoco tan grandes es una road movie que logra equilibrar las situaciones cómicas con las dramáticas. Los cuatro personajes cuentan con personalidad fuerte, pese a que la película se focaliza en Lola y Teo y los encuentros y desencuentros entre éstos (tanto en un sentido físico como emocional). Los actores logran transmitir los sentimientos de sus personajes sin ningún tipo de dificultad. La química entre los protagonistas resulta efectiva y, por ende, logran que las reacciones de Lola y Teo sean creíbles y también entendibles. Esto pese a que algunas situaciones resultarían exageradas si las trasladáramos fuera de la pantalla. Paula Reca y Andrés Ciavaglia no son los únicos que destacan con sus actuaciones. Canale y Solá también se desenvuelven bien en sus interpretaciones. Rita, pese a ser un personaje secundario, cuenta con un trasfondo potente, que hace que uno como espectador se encariñe fácilmente con ella. Uno de los puntos más flojos de Tampoco tan grandes puede que sea el personaje interpretado por Miguel Ángel Solá. Natalio está creado en base a ciertos estereotipos que a esta altura atrasan (y son poco aceptables). La mirada que los demás tienen hacia él -a excepción de Rita, con quien parece conectar desde un principio-, también resulta anticuada y cliché. Pese a esto, Natalio logra convertirse en un personaje entrañable, que le aporta más dinamismo a la trama. Sin grandes giros argumentales, Tampoco tan grandes cuenta una historia sencilla y típica de las comedias románticas, que no evita caer en algunos tópicos de este género. Pese a esto, la película logra ser entretenida y también, aunque en menor medida, divertida. El fuerte no es la historia de (des)amor en sí, sino el camino que recorren los protagonistas. La química entre los actores y los sentimientos que logran emanar, consiguen darle al film un impulso y un sostén que no conseguiría si sólo se apoyara en la historia central.
UN VIAJE DE DESCUBRIMIENTOS Tampoco tan grandes empieza siendo un cliché: chico y chica que fueron pareja alguna vez se ven forzados a emprender un viaje juntos. En el transcurso del viaje irán discutiendo, pero también conciliando diferencias hasta descubrir que sigue habiendo entre ellos un enamoramiento que estaba escondido. Estamos, entonces, ante un argumento anclado en clichés de comedia romántica y de película de viaje, en el cual dos personas que comienzan peleándose terminan queriéndose, y en el cual el viaje externo es, al mismo tiempo, un viaje interno. Sin embargo, como bien decía Alfred Hitchcock, se puede partir perfectamente de un cliché sin necesariamente llegar a uno. Y puede que una de las características más salientes y valiosas de esta película esté dada por esa virtud por la cual se nos propone un film con un comienzo que vimos mil veces que va virando hacia estéticas y situaciones que raras veces vemos en el cine. Es verdad de todos modos que Tampoco tan grandes no carece de defectos. Peca de una acumulación de subtramas (historia de un padre abandónico en la que no se ahonda y una cleptomanía que podría no estar en la película sin que se altere demasiado el relato), y de ciertas situaciones inverosímiles. Pero se trata de falencias tolerables que se compensan con creces con varios aciertos y riesgos visuales que se ven, sobre todo, en sus últimos minutos, donde la película adquiere tintes insospechadamente oníricos. Así y todo, quizás las mayores virtudes de la película se encuentren en las intepretaciones. Andrés Ciavaglia dota de gracia y hasta sobriedad a un personaje que pudo haber caído en el patetismo. Estamos ante un actor especialmente dotado para la comedia. Y hay una naturalidad esencial en su forma de actuar que hace que podamos sentir como cotidianas hasta algunas líneas de diálogo artificiales que pudiera tener. Además, la película cuenta con una banda de sonido memorable hecha de canciones originales, y que actúa de manera pertinente dentro del relato, con canciones que más de una vez nos describen ya sea mediante su melodía o lírica los sentimientos de sus personajes; y una escena de karaoke especialmente ingeniosa que nos da la certeza de que Paula Reca nació para cantar. Junto con todo esto, hay dos riesgos que se agradecen especialmente. El primero de ellos es el de construir un comedia romántica con actores no demasiado conocidos para el público masivo (a excepción de Miguel Angel Solá, que compone a un homosexual que elude elegantemente el amaneramiento ridículo); el segundo, la posibilidad de pensar una película influida por los géneros americanos, sin que esto le quite a la película un claro anclaje en el país donde se filma. Sólo por esos riesgos y varios chistes efectivos desplegados durante la trama, Tampoco tan grandes es de esas películas argentinas cuya existencia se agradece y celebra.
Este es el segundo filme de ficción del director argentino Federico Soca (Yo se lo que envenena) que en sus casi 40 años se inclina por aceptar un proyecto por encargo, el de filmar una pequeña comedia romántica en formato de road movie. Este subgénero tan tradicional de un cine americano clásico y contemporáneo es el universo ideal para plantear un tópico que hace varios años convoca a los espectadores “la adolescencia tardía” o ese último momento en la vida de los personajes en que deben abandonar un cierto estado de ingenuidad eterna para pasar a la conciencia de la adultez y sus paradigmas. La protagonista es Lola (Paula Reca), la típica joven de casi 30 que está en planes de casarse y pasar a la vida de la madurez y sus tradiciones. Pero ese supuesto plan que ya no parece funcionar idealmente va a colapsar cuando “se entere de las verdades de su vida que aún desconocía”, como buena teenager tardía. Su padre que creía fallecido hace años en realidad ha muerto ahora y le ha dejado una herencia, de esas que para cobrar hay que hacer algún viaje intrincado, delirante y revelador. Al mismo tiempo se entera de un detalle nada menor, su edad real no es 29 sino 30, y esos 30 años simbolizan el desastre, el dato desencantado de ser grande, pero obvio, tampoco tan grande diría Lola. Para hacerse del legado de su padre debe viajar a Mar del Plata como parte de un gran recorrido que la lleva hasta el sur de la argentina. Allí se suman al viaje la pareja de su padre, Natalio (Miguel Angel Solá), y quien agenciaría de su ayudante, ya que su futuro esposo está ausente con aviso. La figura clave del binomio de la comedia romántica es Teo, su ex novio (Andrés Ciavaglia) un cineasta algo patético que lleva a su hermana Rita, una adicta en complicado proceso de recuperación (Maria Canale), y así se completan los viajantes del tour. La relación entre Lola y Leo construye una química acertada para el clima del romance. Los chisporroteos constantes que se generen entre sus dimes y diretes, dan lugar a permanentes tironeos adolescentes y dejan a la vista la complementariedad ideal de estos dos opuestos que se proponen como la pareja inevitable, en sus peleas infantiles definen lo que son, la fantasía que propone el subgénero ser “el uno para el otro” en pleno estado de pelea-reencuentro. Ambos arman un dueto cómico aceitado y mantiene un timing ágil en casi todas las situaciones, así la fluidez de la comedia circula con bastante frescura. Los personajes de contraste como Rita y Natalio traen otros matices al viaje y sus vicisitudes. No es Rita la que luce muchos grises su condición de adicta en recuperación, y tal vez aún cuando hay pasajes que podrían percibirse como de marcada sensiblería, es Natalio quien propone algunos tonos de emotividad al relato. Si la propuesta hace algo clave a favor de sí misma es que no desconoce lo que usa como herramientas: el estereotipo, las situaciones previsibles, los evidentes guiños a otros filmes, y la necesaria complicidad del espectador que sabe donde termina toda esta historia. Tampoco tan grandes no se engrandece, y eso la hace más simpática todavía. Por Victoria Leven @LevenVictoria
Lola es una publicista con un carácter bastante dificil de llevar. Creía que su padre estaba muerto pero todo cambia cuando recibe un llamado de la ciudad de Mar del Plata: su padre seguía vivo y acaba de fallecer, con lo que deberá hacer una breve pausa en su vida (planificación de matrimonio incluida) y viajar para resolver la sucesión. Acompañada de su ex novio Teo, y Rita, la hermana de él en rehabilitación por adicciones, llegan a la feliz para sumar un nuevo problema en vez de resolver el anterior: ahora deberán partir junto a Natalio, pareja de su padre, a Bariloche, para esparcir allí las cenizas. El titulo de la película alude de modo directo a la crisis de los 30, que de alguna manera se mete por los poros de la situación que los jóvenes deben resolver: si, son chicos para algunas cosas, pero tampoco tan grandes para otras. Y es aquí, sobre todo en las idas y venidas amorosas entre Teo y Lola que Natalio, interpretado con maestría por Miguel Angel Solá, establece un balance entrañable: si él, que acaba de perder al amor de su vida, todavía reconoce que le quedan cosas por hacer, ¿Por qué no ellos? ¿Por qué se sienten de a ratos frustrados, acabados, vencidos si todavia les queda tanto por recorrer? Ademas del mensaje esperanzador, logras salir de la sala con una sonrisa por el tipo de humor que maneja la película: son escasos los momentos en que estallás en carcajadas fuertes, pero tampoco son necesarios. Las principales construcciones humorísticas se dan a través de los diálogos, que son además expresados con una naturalidad que los refuerza. Nada se siente forzado o arbitrario: todo se desenvuelve natural, orgánico, cotidiano. Y si bien es poco probable que un día nos enfrentemos a una situación similar a la que atraviesan los personajes, logramos una identificación plena. Los diferentes elementos (una trama clara y bien estructurada en cuanto a causas y consecuencias, personajes multidimensionales que todo lo que hacen es por algo, diálogos ingeniosos y actuaciones sueltas y naturales) hacen que Tampoco tan grandes se convierta en una propuesta tan emotiva como graciosa. Brindamos por ello.