Crónicas Marcianas Tras el fenómeno de El Proyecto Blair Witch hace casi 15 años atrás, el cine de horror found footage se ha convertido en una especie de moda, tendencia efectiva del cine independiente estadounidense. El resurgimiento del género a partir de la saga Actividad Paranormal, sumado al éxito de otras sagas de muertos vivos, fantasmas, demonios, etc provocan que continuamente se pruebe suerte con nuevas franquicias. La ecuación es fácil: bajo presupuesto, grandes ganancias. La calidad del producto y las pobres interpretaciones son lo que menos importan...
La primera parte de Las Crónicas del Miedo resultó ser uno de los films de terror más frustrantes y decepcionantes de lo que va del año (mi review aquí). Aunque sin cambiar demasiado la formula, Las Crónicas del Miedo 2 corrige ciertos errores y resulta un efectivo festín de horror, sangre y humor negro. El extraño caso de la secuela que fue buena Al igual que la primera parte, todas las historias están conectadas entre sí a través de una que se irá desarrollando entre corto y corto. Aquí la excusa es la desaparición de un joven estudiante universitario y dos detectives privados contratados por su familia para encontrarlo. Esta investigación los terminará llevando a su casa, donde encontrarán una gran cantidad de extraños VHSs que guardan un horrendo secreto y los irán probando uno a uno: Phase I Clinical Trials vhs-2-2013-eyeUn joven con un severo daño en sus ojos se somete a una prueba clínica donde terminarán por implantarle una especie de ojo biónico. Cuando llega a su casa el joven se dará cuenta que no solo es capaz de ver nuevamente, sino que también es capaz de captar imágenes fantasmales. Definitivamente este no es un prometedor arranque para una película que consta de 4 historias de terror al hilo. Phase I Clinical Trials tiene algunos pocos buenos momentos pero en su mayoría resulta aburrida y poco original. La misma historia ya se trató en el film hongkones El Ojo y en otra antología de horror llamada Body Bags. Aunque en este caso está la particularidad de estar filmada en primera persona (al igual que el resto de las historias) este corto nunca llega a alcanzar un clima que logre provocarnos alguna emoción. Quizás el mayor problema aquí fue el intentar contar una historia que se expande por dos días en tan solo unos cuantos minutos y no el retratar un momento como si pasa con el resto de los cortos. A Ride in the Park VHS2_Still02Un ciclista sale a dar una vuelta por el parque y de repente se encontrará en medio de una epidemia de zombies. No tardará demasiado en ser mordido y transformado en uno, por lo que seremos testigos en primera persona de lo que es ser un muerto viviente. La idea de A Ride in the Park quizás no derroche originalidad, pero gracias a una brillante ejecución por parte de los directores Eduardo Sánchez y Gregg Hale, es la dosis perfecta para que la película vuelva a encarrilarse (o mejor dicho, se encarrile por primera vez y para bien). El corto está repleto de sangre y mucho humor negro, siendo esto último un gran acierto ya que va de la mano del exceso de tripas y violencia. Safe Heaven VHS2-Image-03A un grupo de periodistas se le permite ingresar a filmar a una secta liderada por un excéntrico hombre. Lo que encontrarán adentro difícilmente pueda ser explicado con palabras. El punto más alto de la película. Safe Heaven es una pequeña obra maestra hecha con sangre, sudor y lagrimas, literalmente. El corto resulta absolutamente opresivo y avanza muy lentamente hasta llegar a un climax frenético y delirante. Con los excesos a la orden del día e imágenes sorprendentemente logradas, sin lugar a dudas esta es una historia (y quizás la única de todo el film) que sería muy interesante ver en forma de largo. Slumber Party Alien Abduction vhs-2-alien-encountersUn grupo de adolescentes se encuentra en medio de una fiesta cuando son invadidos por extraterrestres que pretenden secuestrarlos. El delirio llega a su punto máximo en este corto que está filmado por un perro. Si, leyeron bien. Un perro es quien carga la cámara de aquí para allá durante la invasión extraterrestre. La historia se ve nuevamente beneficiada gracias una buena ejecución y planos muy interesantes. Dirigida por Jason Eisener, el corto cuenta con un gran trabajo de fotografía al mejor estilo retro que ayuda a captar brillantemente el momento y lo vuelve aun más cautivante. Conclusión Las Crónicas del Miedo 2 nunca ganará un importante premio ni quedará en la historia del cine de terror, pero es una divertida manera de pasar 90 minutos y los amantes del género seguramente la disfrutarán. El film corrige muchos de los errores que acosaban a la primera parte como personajes absolutamente detestables e historias aburridas. Los nuevos directores entregan una visión más fresca y divertida que se ve sumamente beneficiada por los excesos y el humor negro que nunca nos permiten tomarnos en serio al film, algo indispensable para su disfrute.
Solamente tripas y ritmo enloquecido Este relato de terror está estructurado por una historia central que se va intercalando entre los cuatro cortometrajes que conforman la secuela que llega apenas unos meses más tarde del estreno del film original. Las crónicas del miedo 2 (V/H/S/2) sigue con la moda de los films registrados con cámara en mano y con el ya famoso "archivo encontrado" para sumergir al espectador en el terror más descabellado, que no disimula influencias del cine italiano que acuñaron Darío Argento y Lucio Fulci desde los años setenta. Dos investigadores privados entran a la casa de un estudiante desaparecido para obtener información y encuentran una colección de videos hogareño que, a su vez, encienden otras historias. El resultado, como en toda película integrada por varios relatos, es desparejo. Sobresale la historia de un hombre al que le implantan un ojo con que puede "ver" más allá y se topa con extrañas presencias fantasmales. Después vendrán una historia de zombies con destripes varios pero carente de climas; y la de una secta liderada por un extraño personaje oriental que promete el paraíso a sus fieles, en una curiosa mezcla de posesiones, diablos y locura extrema. Y la última tiene a invasores que vienen del agua para atormentar a un grupo de adolescentes. Ninguna tiene sorpresa y todas se apoyan en un ritmo enloquecido dado por la cámara en mano que mejores resultados dio en la saga española REC o en otras tantas producciones recientes del género. Los segmentos están dirigidos por Simon Barrett, Jason Eisener, Gareth Evans, Gregg Hale, Eduardo Sanchez, Timo Tjahjanto y Adam Wingard.
La venganza del VHS Las películas cuya temática gira en torno del supuesto “material encontrado” (o found footage, como se lo conoce en inglés) no aparentan tener fecha de vencimiento dentro del cine de terror actual. Este subgénero que explotó con El proyecto Blair Witch (The Blairwitch Project, 1999) a fines del milenio pasado -y nos dejó en el camino algunas obras más que interesantes como Rec (2007), Actividad Paranormal (Paranormal Activity, 2011) y Cloverfield (Cloverfield, 2008)- nos presenta su más reciente obra: Las crónicas del miedo 2 (V/H/S/ 2, 2013). Esta secuela -al igual que su antecesora- funciona como una antología de terroríficas historias breves, todas unidas por una característica: son filmaciones amateurs grabadas en VHS (sin importar el nivel de desuso en que se encuentra dicho formato al día de hoy) las cuales son descubiertas por una dupla de investigadores que se mete sin autorización en la casa de una persona desaparecida. Desde apariciones fantasmales hasta zombies haciendo trekking -pasando por cultos satánicos y abducciones alienígenas- los directores de cada una de las historias no escatiman en recursos ni les tiembla el pulso a la hora saturar la pantalla de sangre, tripas y mutilaciones accidentales o auto infligidas para satisfacer a todos y cada uno de aquellos entusiastas del costado más gore que el género tiene para ofrecer. Todas las historias están repletas también de los clásicos sustos de rigor: gente apareciendo cuando no se la espera, monstruos surgiendo de lugares inesperados y un extenso menú de recursos sacados de un manual que tranquilamente podría titularse "estilo cámara en mano". Si bien sus méritos técnicos pueden no estar a la altura de otras producciones similares, no deja de tener ese encanto de película en clave de bajo presupuesto que se las ingenia para darnos unos buenos sustos conforme avanzan las historias, sostenido también por lo descabellado que pueden llegar a ser cada una de estas propuestas. Aquellos amantes de esas películas que prácticamente salpican sangre a través de la pantalla seguramente disfruten con Las crónicas del miedo 2; y los que no sean tan amigos del género tal vez deberían considerar un pasatiempo lo más alejado de las filmaciones caseras y cintas perdidas como les sea posible.
La excepción que confirma la regla Afirmar que en buena medida la catarata de secuelas interminables asesinó al cine de horror mainstream es hacer justicia para con un género de culto que tanta satisfacción le ha dado a los fanáticos desde siempre. Aquel torbellino artesanal de los 60 y 70, construido desde la más pura matriz exploitation, fue mutando en forma progresiva hacia una suerte de asimilación industrial durante la década del 80. Sin embargo cabe aclarar que en dicho período aún predominaban la originalidad y esa maravillosa desproporción gore, la misma que con el tiempo fue mermando hasta ser reemplazada por fórmulas huecas y miserables. En el caso de la presente Las crónicas del miedo 2 (2013), debemos considerar además la fortuna dispar que históricamente han arrastrado las antologías en general, no sólo en lo que atañe a las vísceras y los espectros sino al macro contexto de la gran pantalla (circunstancia que suele obedecer a la inconsistencia del concepto unificador). Todo lo anterior no hace más que maximizar lo alcanzado por este corolario de una película por demás mediocre que retomaba los peores exponentes del terror bobo hollywoodense, ese que surgió a la sombra de El Proyecto Blair Witch (The Blair Witch Project, 1999) y que nunca llegó a su altura. Continuando con la estructuración formal de los films de “found footage”, ahora es una pareja de investigadores privados los que entran al caserón repleto de cassettes con vistas a dilucidar el destino de un estudiante desaparecido. Por supuesto que la señorita de turno comienza a ver los videos y a partir de allí se disparan cuatro segmentos que en conjunto superan con creces cualquier expectativa que uno pudiese tener, logrando convencernos que el enroque de responsables trajo aparejado una mejora sustantiva en cuanto a la precisión narrativa y esa bienaventurada eficacia que reconduce el interés hacia el próximo capítulo. La sistematización temática sería la siguiente: al inicio nos encontramos con un hombre que recuperó la vista gracias a una cámara ocular que le permite ver fantasmas, luego viene una interesante historia de “zombies ciclistas” a cargo de Eduardo Sánchez, a continuación llega un episodio genial centrado en unas entrevistas a los miembros de un misterioso culto indonesio (dirigido por Gareth Evans), y finalmente tenemos una fiesta de adolescentes que deriva en una sesión de abducción alienígena masiva. Como si se tratase de la excepción que confirma la regla, VHS 2 quiebra el patrón y sobrepasa -por mucho- a la original…
A menos de un año del estreno en Argentina - casi en 7 meses - de la original nos encontramos con Las Crónicas del Miedo 2, secuela del ¿impensado? éxito sobre cortos found footage dispuestos en videos hogareños o VHS’s como son conocidos. ¿Cuál es la regla de toda secuela? Ir por más, ofrecer lo que el espectador quiere ver pero en mayor cantidad ya que ahora no es necesario sentar las bases. “Las Crónicas...” cumple con esta premisa obligada. Ahora si para la primera parte necesitabas ser fuerte de estómago (es realmente sangrienta) ahora prepárate para una apuesta mayor, en ese sentido… A diferencia de la anterior, hay un corto menos, son cuatro historias unidas en la base de una más, sobre una pareja de investigadores de medio pelo que, a pedido de la madre de un joven desaparecido deben ir al departamento de este para tratar de hallar rastros. Una vez en la vivienda, encuentran muchísimo desorden, gotas de sangre, y una notebook y muchos televisores encendidos con cintas de video tiradas por el piso. El hombre, que es el que filma cámara en mano toda la situación, investiga el resto de la casa, mientras la mujer se dispone a mirar los VHS’s uno a uno junto al video hallado en la notebook, primer error, vemos a la mujer mientras que la cámara se la llevó su pareja, pero ya habrá tiempo para detenernos en esto. Las cintas que podremos ver, son una copia de The Eye, una muy simple y directa historia de muertos vivos – dirigida por uno de los directores de Blair Witch -, una sobre una secta asiática – la más larga de las cuatro y que compensa sobre el faltante de una respecto a la anterior entrega -, y por último unos chicos que filman una película casera con su perro y terminan en medio de una abducción alienígena (y no, no es excelente y divertida como Súper 8). Se podrían escribir muchísimas líneas sobre los errores y “descuidos” en el film respecto al mecanismo del found footage – que obliga a que el personaje que filma siempre esté presente en la escena detrás de cámara salvo que la apoye – y confusiones en la continuidad y lógica simple, pero lo cierto es que, por más remanido, innecesario, y mal usado que nos parezca este estilo, hay un público fiel a estas películas, que gustan de ellas y aceptan sus “reglas”. Nos queda entonces decir cuáles son las diferencias respecto al primer film. En esta oportunidad la apuesta es directa hacia las historias sobrenaturales, hasta lo que sirve de conexión tiene ribetes en este sentido. Hay más apuesta hacia lo exagerado y la abundancia de sangre, lo cual asombra ya que el anterior había sido cuánto menos excesivo. >Si antes el uso de los VHS’s era innecesario, esto también se profundizó, los videos son todos de buena calidad, se utilizan varias cámaras, y no hay nada que nos haga pensar que estamos frente a una de esas cintas que hicieron furor en los ochenta y noventa. A su favor juegan un poco más de coherencia narrativa y cohesión entre las cinco partes que se relatan, si el tema de las videocintas no funciona en lo técnico sí encuentra una excusa en la historia a través de una suerte de maldición con (muchas) reminiscencias a The Ring. También que al ser de filmación más tradicional no es tan convulsiva, distorsionada y se comprende mejor. Y lo más importante, no tiene relación con la uno. Aún así, esto lejos está de lograr un buen resultado. Esto es "Las Crónicas del miedo 2", un film que entiende mareo por miedo, repulsión por susto, y confusión por misterio.
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La gran noticia es, por supuesto, que V/H/S/2 mejora en casi todos los aspectos en los que la anterior fallaba. Las historias son más interesantes y se nota un genuino interés por encontrar una vuelta de tuerca al por qué de la filmación en cada uno de los episodios de la antología. Aunque la excusa siga siendo vaga y redundante, es de buen ver que cada director o grupo de realizadores haya podido darle un sentido propio a su segmento y de ahí lograr llevar su pequeña propuesta adelante. Lo segundo a destacar es que los creadores del fenómeno se dieron cuenta de lo que no había funcionado anteriormente, escucharon a los detractores y, para la nueva vuelta, apuntalaron los pilares de la colección, creando un sentido de consistencia mucho más sólido con resultados a la vista. Con una menor duración -de 112 minutos en la primera a 96 en esta-, el recorte de cinco partes más un arco unificador a cuatro partes más consistentes entre sí y un ritmo acelerado mucho mejor trabajado, V/H/S/2 logra lo que su predecesora a duras penas pudo: entretener. Durante la hora y media de metraje, las diferentes desventuras de los protagonistas son un festín adrenalínico de sangre, vísceras y locuras varias, siendo la más floja el hilo conductor con dos investigadores privados buscando a un adolescente extraviado, y la mejor, un grupo de periodistas infiltrados en las entrañas de un culto en donde nada, repito NADA, es lo que parece. Desmenuzando un poco más las diferentes propuestas, el primer corto lidia con fantasmas y apariciones. Sustos imprevistos y la idea de un ojo biónico -muy a la asiática como en The Eye- ponen al espectador en ritmo para lo que se viene. El segundo llega de la mano de los queridos zombies y la idea de presenciar un apocalipsis desde otro punto de vista. Eduardo Sanchez y Gregg Hale, los responsables detrás del fenómeno The Blair Witch Project, tienen una divertida idea que podría haber sido llevada un poco más lejos, pero se queda en un lugar seguro y arremete desde allí. El golpe de estado lo pegan Timo Tjahjanto y Gareth Huw Evans con su macabro cuento sobre una entrevista al líder de un culto espiritual en la que el ambiente comienza a enrarecerse con cada minuto que pasa y cuando todo sale mal, la locura se presta como un camino de ida. Evans se tomó un pequeño descanso entre su gloriosa The Raid: Redemption y la secuela, y nos regala esta pieza que puede considerarse lo mejor del año en materia de horror. La antología se cierra con un cuento de aliens y pequeños, combinación infalible que se cuece Jason Eisener y tiene un aire a crónica marciana de los años '90 que logra asustar y divertir a partes iguales. V/H/S/2 reivindica a las antologías de terror y no recae en el pesado estigma de las found footage, que no la están pasando bien en los últimos meses. Muchos no le darán una oportunidad ya que se vieron decepcionados en el pasado, pero el equipo detrás de la secuela supo escuchar y aprender, y creó una pequeña joyita muy disfrutable en cines.
Formalmente errática y vacía de contenido La secuela del film del pasado año intenta llevar a un nuevo escalón el cine found footage apoyándose en la tecnología GoPro y otros tipos de cámaras de hiperportabilidad. El desarrollo de ese tipo de subjetividad en el cine de terror es sin dudas el paso natural que sigue al found footage que pasa por un alto nivel de agotamiento. En este sentido el terror parece ser el género que mejor se amolda a las nuevas tecnologías y esto se debe a que desde hace un tiempo sigue de cerca al otro arte creciente que es el videojuego. Sea por compartir en este momento el mismo target de público o por una necesidad de experimentación formal para subsanar una clara falta de contenido e ideas argumentales. En este punto se me hace necesario decir que esta innovación formal no necesariamente termina dando buenos resultados. Pareciera ser que la falta de ideas no sólo en lo narrativo y argumental sino también en la puesta en escena de estos elementos formales le juega constantemente en contra al subgénero relegándolo a poco menos que un entretenimiento de pre adolescentes que disfrutan más de las peripecias para poder entrar al cine que de los films en sí. Holocausto Caníbal de Ruggero Deodato continúa siendo la mejor película de este género a pesar de tener más de 30 años y eso es porque este buen hombre tenía muy claro lo que quería y creo una estructura en donde la técnica era el mejor para contar lo que deseaba y no al revés como pasa hoy día. Ese era un camino más que posible a seguir luego de la nueva ola found footage de El Proyecto Blair Witch y sobre todo teniendo en cuenta el salvajismo que se pretende en los últimos films del género, terreno en donde intenta tomar fuerza esta nueva V/H/S (y en el que pierde por goleada comparándola con la película de Deodato). Las Crónicas del Miedo 2 (V/H/S 2) obviamente continúa con la misma línea que la anterior sólo que trata temas con menor profundidad y en algún que otro caso muy poco interesantes intentando solucionar todo con el aspecto formal. En cuanto a esto último resulta por un lado muy tedioso ver como el argumento se mueve sólo para justificar la ubicación de una de las cámaras. Esas cosas resultan muy notorias y afectan severamente la inclusión del espectador en el relato. En cuanto a los argumentos es necesario separar las historias; "Phase I Clinical Trials" es el primer video y su premisa me recordó a la genial "Mi ojo izquierdo ve fantasmas" del maestro Johnnie To. La historia tiene sus baches argumentales y sus sinsentidos pero en principio resulta interesante de ver aunque todo se desmorone antes de llegar a la mitad y Adam Wingard, su director, no sabe en el final cumplir las expectativas que genera. La segunda historia, "A Ride in the Park", está dirigida por Eduardo Sánchez y Gregg Hale (El Proyecto Blair Witch) y presenta la visión en primera persona, GoPro mediante, de un hombre que se convierte en zombi. Esta que debería ser una de las historias más divertidas del film se niega a avanzar quedando en una circularidad bastante aburrida y terminando en un sentimentalismo bastante torpe. "Safe Haven" dirigido por Gareth Evans y Timo Tjahjanto (este último, director de Rumah Dara) tiene lo mejor y lo peor de la cinta; es donde más se nota la estructuración del argumento en base a las posiciones de cámara que se van a adoptar pero también es la que tiene las imágenes más pregnantes y la que explota más la idea de fiesta gore; también tiene uno de los peores finales. "Slumber Party Alien Abduction" a cargo de Jason Eisener, director de la simpática Hobo with a Shotgun encara el humor bizarro al estar registrada por una GoPro colocada en la cabeza de un perrito y plantea una historia de invasión (con alienígenas de aspecto no menos bizarro); la pieza es sumamente divertida pero cuando la acción se intensifica el maldito perro no deja de moverse y no se entiende absolutamente nada de lo que está pasando; cuando cumple el tiempo estipulado simplemente termina. La suprahistoria que contiene a todas estas vuelve a ser como en el primer film la más floja por la falta total de coherencia y la poca intensión a la hora de desarrollar a los personajes. En definitiva Las Crónicas del Miedo 2 no termina de funcionar. Si se la toma aún con más ligereza que la debida podemos divertirnos en algún que otro momento pero en general la totalidad del metraje hace que más de una vez nos mordamos el labio inferior.
Me senté a ver esta película con las mismas ganas que un condenado a muerte pondría su cuello en la guillotina. Sin embargo la ejecución se suspendió y al final terminé disfrutando Las crónicas del miedo 2. La primera entrega que se estrenó el pasado mes de febrero fue una verdadera basura que en lo personal me irritó por la cantidad de personajes imbéciles que tenían las historias. En todos los relatos terminé deseando que los villanos ganaran. Sin embargo la continuación presenta una notable mejoría con respecto a la producción anterior, tanto en el contenido de las historias como en la realización. Ahora bien, con esto tampoco quiero decir que sea un peliculón memorable, pero me parece que es una propuesta decente que podés llegar a disfrutar. Creo que los productores pusieron en acción la frase popular que indica que a veces menos es más. Esta vez la antología presenta menos relatos y la duración del film también fue reducida, pero en términos generales hay más calidad. No voy a quemar nada de los argumentos en esta reseña pero quiero expresar algo sobre dos cortos en particular. Me gustó mucho "A ride in the park" realizado por los responsables del Proyecto Blair Witch (Eduardo Sánchez y Greg Hale), que presenta una divertida historia de zombies y directamente me encantó Safe Haven, que es un gran relato de terror sobre cultos satánicos. La verdad que este cortometraje como propuesta de horror es mucho más sólido que varias películas del género que llegaron a la salas. La narración es excelente porque tiene mucha tensión y un final como debe tener un cuento de este estilo en la pantalla grande. Dentro del film sobresale claramente como el mejor de todos. Cabe destacar que la dirección corrió por cuenta de Garret Evans, quien brindó hace poco una obra maestra del cine de acción como fue The Raid. Película que si no viste te sugiero que corras a buscarla. Parece que el muchacho también se lleva bien con el horror. Las otras historias no están mal aunque recomiendo prestar atención a estas dos que destaco que valen la pena. El primer relato es algo denso pero una vez que pasó esta antología mejora notablemente. La verdad que Las crónicas del miedo 2 resultó una sorpresa porque debido a la entrega previa la continuación no generaba ningún tipo de expectativa. Sin embargo los productores se calentaron por presentar un trabajo más digno y la película está para tener en cuenta.
Vísceras y barullo, en una pobre antología de terror A menos de un año de la primera entrega (que aquí se estrenó en febrero de 2013), aparece un nuevo pack de cortos de terror dominado por material encontrado, mucho gore (sangre, vísceras, tripas), punto de vista de cámaras diegéticas (en muchos casos, manejadas por los personajes), temblor -por momentos insoportable- en la imagen y en el montaje, con una historia marco diluida y poco relevante. Más allá de ese marco intermitente, hay otros cuatro segmentos, que en promedio son menos satisfactorios que los de la primera entrega, en parte por la repetición del esquema, pero sobre todo por la falta de elaboración de todos menos uno, "Safe Haven", el más largo, que consume más de media hora de película y es el que tiene mayor perversidad y un crescendo más lógico, menos basado en el golpe de efecto: esta historia sobre una secta -la asiática del grupo, de Indonesia- presenta variantes, una mirada menos frontal sobre el terror (aún sin renegar de la estética impuesta por estas entregas) y va más allá, y de hecho es la que se siente que podría haber durado incluso más. Sus personajes, al menos, no se definen apenas aparecen en la pantalla. Muchas veces, en grandes películas de género, los personajes son de una claridad bestial, pero aquí, en las tres historias restantes ("Phase I Clinical Trials", "A Ride in the Park", "Slumber Party Alien Abduction") son demasiado planos, y además forman parte de ejercicios hechos con poca enjundia: no avanzan ni los personajes ni las peripecias. En "Phase I Clinical Trials", por fuera del ojo robótico del protagonista y la belleza de la chica no hay más que sustos de outlet con fantasmas, a puro efecto sonoro. En la de los zombies en el bosque, "A Ride in the Park", no hay mucho más que eso: es la menos molesta en términos de temblor visual (uno de los directores es uno de los de The Blair Witch Project ), pero es algo así como "una práctica de estudiante con prestancia de experto". Nada más que un poco de zombies, y a estas alturas eso es escuálido. El último corto, el de los alien , es un mero barullo, una tontería importante, un cierre que es un desmoronamiento.
Saturación de fórmula Nunca entenderemos como un título tan bueno como V/H/S se tradujo acá como Las crónicas del miedo. Más fácil es entender que un film de cierto éxito y bajo presupuesto tenga ahora una secuela: Las crónicas del miedo 2. La película, que pertenece al casi completamente agotado género de "película encontrada" incluye, obviamente, gran cantidad de material filmado de esta manera. Con algunas licencias poéticas y con muchos disparates estéticos, la película avanza, una vez más. Partiendo de la historia de dos investigadores que persiguen la pista de un joven desaparecido, la película coloca a estos dos personajes frente a una pila de cassettes que incluyen las historias que conforman el film. Estas historias son distintas entre sí y proporcionan la convivencia de diferentes tipos de historias terroríficas. Pero la estética del relato está tan forzada que es verdaderamente cansador seguir esa cámara nerviosa. Las películas de este género suelen ser, y Las crónicas del miedo no son la excepción, feas. Hay planos muy feos, movimientos de cámara horribles, encuadres torpes, situaciones demasiado forzadas que atentan contra la tolerancia del espectador. Para peor, el sonido no es utilizado de forma interesante, sino como una constante ametralladora de efectos que intentan ayudar a que el espectador se asuste. Sí, hay cierto margen para la sorpresa en la película, porque son varias las historias, pero el género ha encontrado su punto de saturación. La moda iniciada por El proyecto Blair Witch (1999) y que alcanzó su mejor momento con Cloverfield (2008) y Poder sin límites (2012) ya debería dejarnos descansar un tiempo. Las crónicas del miedo 2 es la prueba de ello.
Sangre encontrada En vez de “material encontrado” (o found footage ) Las crónicas del miedo 2 podría crear una nueva rama de este bastardeado género: “sangre encontrada”. A diferencia de su también floja antecesora (con más suspenso y shock), esta secuela es puro fluido rojo. La historia que engloba todo (Tape 49) es de una pareja que ingresa a una sórdida vivienda donde encuentran cassettes con cintas de VCR por doquier y televisores. Y nuevamente se ponen a verlas. La primera cinta es Clinical trails, un hombre al que le hacen un implante ocular de última generación y ve fantasmas. Sólo una mínima vuelta de tuerca a la efectiva película oriental El ojo. El segundo VHS parece un tributo a lo más explícito del cine de Lucio Fulci, George Romero o el costado más bizarro de Peter Jackson. Sin ningún sentido del suspenso, en The Rider Park sus directores deben haber conseguido tripas al costo y maquillaje por doquier: una matanza zombie en la que sólo se rescata la crudeza de los primerísimos planos de las entrañas de las víctimas y el gruñido del muerto vivo. Con poca gracia y guión nulo, este fragmento da más para la risa que el espanto. La mejor de todas las historias es sin dudas Safe Heaven: un grupo de jóvenes se interna en el lúgubre mundo de una secta oriental para entrevistarlos. Las misteriosas proyecciones de las cámaras de seguridad del establecimiento escolar es lo más alto del filme. Con el mayor índice de suicidios y ejecuciones explícitas por metro cuadrado, el carácter snuff de este corto deja pensando no meter las narices donde no se debe. El colmo del frenesí del movimiento de cámaras y una ensordecedora banda de sonido llega con Alien Abduction Slumber Party con un grupo de extraterrestres que buscan (por agua y tierra) secuestrar a unos jóvenes dentro de un bosque. El chocante cambio de luces ante cada aparición del otro mundo (se impone el color rojo y azul) junto a un denso humo ambiental parece extraído de una detonante fiesta electrónica. Entrar a una habitación con amigos, mientras tu hermana hace el amor, es el calibre del chiste que busca este filme. Básico, como sus historias de ¿miedo?
Una interesante secuela de VHS una cinta que reunía varios cortos de horror conectados entre si. Aquí, son2 detectives privados buscando a un joven desaparecido, quienes ejercen de nexo entre las distintas historias: una de ellas presenta a un joven que tras ser operado de los ojos comienza a ver fantasmas, otra nos presenta a un ciclista que se enfrenta a una horda de zombies, en otro de los cortos, el mas sangriento y opresivo, un grupo de periodistas presencian el accionar de una secta y en otra un grupo de adolescentes enfrentan una invasión alienígena. Este recorrido por distintos subgéneros del horror fílmico, se transforman en un entretenimiento ideal para los amantes del género, 90 minutos de una montaña rusa fílmica que nunca decae, y que presenta momentos de humor negro, de homenajes a cintas clásicas y sobre todo mucha cinefilia clase B. No es una obra maestra, pero resulta una secuela que supera con creces a su predecesora.
Terror en primera persona. Piensen en esas reuniones con amigos donde todos están empecinados en hacer enfocar sus cuentos, que bailan entre el detalle de la realidad, la percepción y la pura imaginación. Esa extraña candidez, que supera los típicos altibajos de los relatos, es el elemento clave que atrae a la gente hacia la antología. Por eso, no resulta difícil encontrar rastros de esa sensación en Las Crónicas del Miedo, donde un conjunto de voces nuevas del horror y el cine mumblecore (esa mezcla indie de amiguismo, actores amateurs y diálogos casi improvisados) aprovecharon las libertades técnicas, económicas y narrativas de la última tecnología para dar rienda suelta a un sangriento grupo de historias políticamente incorrectas. Aunque el resultado final terminó estancado en el terreno mixto, la reacción de la audiencia garantizó una continuación, por lo cual ahora Las Crónicas del Miedo 2 (V/H/S/2, 2013) trae más realizadores, más tipos de pesadillas y más hemoglobina. Y, de nuevo, los resultados varían entre lo regular y lo singular. A través de cinco cortos (incluyendo al que provee el marco para los otros cuatro), el polémico subgénero del found footage (o material encontrado) es usado como excusa para unir relatos. Todo arranca con el indiferente segmento Tape 49, de Simon Barrett, que encuentra a dos investigadores privados en una noche normal de trabajo, siguiendo infieles a moteles de mala muerte, para luego filmarlos en el peor momento y chantajearlos (una de las muchas conexiones al voyeurismo que no van a ningún lado). Las cosas se ven interrumpidas cuando les toca visitar el hogar de un joven desaparecido, donde lo más llamativo que encuentran es un rejunte de misteriosos VHS con material snuff (algo curioso, porque todo lo mostrado es filmado digitalmente, así que de entrada el argumento no tiene sentido). Por supuesto, los detectives caerán en el error de ver cassette tras cassette, quedando atrapados en una trampa diabólica. La primera de las cintas es Phase I Clinical Trials, de Adam Wingard (quien ya participó en el film original y ahora está por estrenar Cacería macabra), que encuentra a un joven recuperándose de un accidente de auto, con una particular prótesis: un ojo biónico. Aunque el aparato le permite ver con normalidad, también corre con la desventaja de ser un instrumento de prueba, que graba todo para luego mostrarlo a la empresa fabricante. Pero la privacidad será el menor de sus problemas (una lástima, porque el subtexto de la premisa sirve sólo como excusa para poder filmar el segmento) cuando su nuevo órgano empiece a hacer que note la aparición de fantasmas. Si bien esto suena bastante parecido a El ojo, la ejecución plana y predecible de estos minutos (que caen en el típico error del susto barato) no se acerca a la efectividad del J-horror de los hermanos Pang. Después, es el turno de A Ride In The Park, que viene de la mano de Eduardo Sánchez y Gregg Hale, quienes fueron co-director y productor en El proyecto Blair Witch, aquel film que inspiró el fenómeno de la cámara en mano. En esta oportunidad, el film se vuelca al terreno de la comedia, al mostrar los incidentes de un joven que atraviesa un parque a toda velocidad con su bicicleta, grabando todo con la cámara GoPro pegada a su casco. Todo arrancará cuando, tras ver a una mujer perseguida, se encuentre víctima de un grupo de zombies, lo que causará una reacción en cadena digna de verse. Con un buen ritmo y un par de momentos visuales que recuerdan la locura de la violencia splatstick de Sam Raimi y Peter Jackson, este segmento supera la falta de trama gracias al humor y al encanto. Tras eso, se da lugar al que sin dudas es el mejor segmento del film: Safe Haven, co-dirigida por Timo Tjahjanto y Gareth Evans. Si el último nombre suena familiar, es porque él es el realizador responsable por la obra maestra de acción The Raid. Ahora, se muestra la misma demente pasión al llevar a la pantalla la pesadilla de un equipo de noticias que queda atrapado en los rituales de un culto satánico indonesio. Contar mucho sería un crimen en esta ocasión, así que sólo vale la pena decir que tanto la forma en la cual los directores elevan el clima de tensión e incertidumbre (desde la duda sobre las intenciones de la enigmática secta hasta el terror del explosivo desenlace) como el respeto por la historia fuera del escalofrío merecen ser estudiadas por algunos de los colegas que contribuyen en la película. Considerando la longitud de la parte anterior (la más larga de la producción), uno creería que la cosa acabaría ahí. Pero, en realidad, todo concluye con Slumber Party Alien Abduction, de Jason Eisener (el maniático detrás del delirio de exploitation Hobo With a Shotgun). Los protagonistas son unos púberes fanáticos de las películas caseras y fastidiar a los demás, que reciben la visita de unas criaturas del espacio. Pero estos no son los extraterrestres de Super 8, sino más bien los típicos aliens grises con ojos largos y negros que gustan de raptar gente. Eso da lugar a la típica y cansada persecución que uno encuentra a montones en Youtube. En resumen, es básicamente lo que promete el título, y nada más. Como la mayoría de las películas que compilan cortos, Las Crónicas del Miedo 2 es una montaña rusa, debido a las muchas diferencias entre sus realizadores. En algunos casos, hay un dominio del estilo, el mensaje y la pasión del pánico; en otros, sólo queda como memoria el vago y reprochable uso de la cámara movediza. En conjunto, la película queda a mitad de camino. Aunque, como con tantas antologías, las opiniones varían más que lo normal. @JoniSantucho
Un fiasco, que encima, marea El género de las películas sobre "metraje encontrado" es lo peor que le ha pasado al cine fantástico moderno, ya que finalmente redundan en productos mal filmados a propósito. Uno de las peores ejemplos en este sentido es esta indigerible secuela de "Las crónicas del miedo", que enfatiza como pocas las cámaras amateurs que marean al espectador por no estar nunca sostenidas en un trípode, y enfocar siempre lo que menos interesa del encuadre, moviéndose todo el tiempo para todos lados. Encima, los distintos cortos en video descubiertos por una pareja de investigadores que buscan a un estudiante desaparecido no serían interesantes aunque tuvieran algún rigor formal. Hay uno sobre un hombre con un ojo cibernético que lo pone en contacto con espectros, otro con subjetiva permanente de zombie (el único más o menos divertido), uno interesante pero muy largo de un culto demoníaco, y uno con marcianos. Hay mucho gore y menos sexo que en el original, y si al final la película puede llegar a dar náuseas, no es tanto por las guarradas que describe sino por las malditas cámaras en movimiento constante. Para una de terror, conviene ir a ver de nuevo "El conjuro".
Historias que dan escalofrío En esta nueva película de terror, otra vez sus directores emplean el gastado empleo de la cámara en mano y apoyan su historia en la búsqueda de un estudiante que desapareció. Dos detectives que ingresan a la casa del joven en busca de elementos que les aporten alguna prueba sobre su desaparición, descubren una cantidad de cassettes VHS. Sobre el contenido de esos cassettes, los guionistas construyeron varios relatos cortos. En uno de los VHS aparecen las imágenes de un muchacho al que se le practicó un implante ocular. En este caso es un ojo puesto para subsanar la visión de hombre, que comenzará a ver cosas raras y tendrá visiones fantasmales hasta arribar al desastre final. ZOMBIES Y ALGO MAS Otro de los videos muestra a un grupo de chicos que pasean por un parque y encuentran zombies, convertidos en temibles bicharracos que los terminan atacando. El último es de extraterrestres acuáticos y el del medio trata sobre una secta diabólica con castigos, violaciones, asesinatos grabados en vivo, en la mejor tradición "snuff" (crímenes filmados). La película tiene altos y bajos, va del absurdo al naturalismo desaforado, y de la tontería a mostrar suicidios en masa, inducidos por la secta satánica. Con este episodio dirigido por Timo Tjahjanto suceden dos cosas, la primera es que, indudablemente, es el mejor filmado, pero creemos que debería ser de exhibición condicionada, debido a la crudeza de sus escenas, con sangre, tripas, degüellos y asesinatos, mostrados en primer plano. "Las crónicas del miedo 2" es una película entretenida que aporta impactantes y sangrientas escenas para los amantes de las películas de este género.
Con la rapidez generada por el deseo de engrosar la billetera, luego del éxito de la primera, el año pasado (estrenada en febrero de este año en nuestro país), llega “Las crónicas del miedo 2” a la cartelera vernácula. Apenas seis meses después. Ya explicamos esta suerte sub-género del terror al que podríamos calificar como de “película encontrada”, pero ampliemos un poco el concepto, así de paso me ordeno un poco por qué este tipo de producciones dependen de la buena predisposición del público que le es fanático para sobrevivir. La primera convención, en realidad concesión, que el espectador debe hacer es la siguiente: alguien encontró un material filmado, en general de forma y con formatos caseros, y ahora se proyecta en la pantalla previo pago de la entrada. Claro, lo que vemos es material sobre terribles eventos “ocurridos realmente”. Terroríficos. Por eso los finales abruptos son parte de las reglas de juego porque se supone que quién grababa con la cámara no vivió para contarlo, y por eso (vuelta al principio) alguien lo encontró y lo muestra. Hay algunas variantes según las secuelas, pero digamos que este axioma es el propuesto en 1999 por Daniel Myrick y Eduardo Sanchez en “El proyecto blair witch”. Otra concesión que el espectador debe hacer es inherente a la calidad de la película encontrada. Como son formatos hogareños (celulares, camaritas digitales o VHS, como en este caso) y la que filma o graba es gente no profesional, se permite el fuera de foco, movimientos espásticos, encuadres patéticos en los cuales, por ejemplo, la acción ocurre en el vértice superior izquierdo de la pantalla y el resto de la imagen es la alfombra del piso, pero por sobre todas las cosas los espectadores deben conceder que el dueño de la cámara decida siempre, siempre, siempre, tenerla prendida y filmar lo que pasa. Aunque lo que pase sea un engendro despedazando a la novia, nada de defenderla o siquiera salir corriendo. Mejor dicho, si sale corriendo es con cámara en mano y encendida. Es como un karma. A pesar de manifestar terror, pánico o deseo de irse a llamar a la policía, el improvisado camarógrafo tiene la filmadora ahí registrándolo todo. Los archivos encontrados rompieron su propio código cuando en más de una oportunidad el registro empezó con una cámara, pero luego había cinco ángulos diferentes de vision. Se suponía que si una persona registraba todo con la misma cámara el contra plano no podía existir. Del verosímil no hablemos, y de la construcción de personajes mucho menos. No corresponde a este tipo de producto. Así llegamos a “Las crónicas del miedo 2”. Al igual que en la primera, por carpichos del guión que funciona como nexo entre una historia y otra, un grupo de personas llega a una casa (¿deshabitada?) y sin luz, mejor dicho sin bombitas porque electricidad hay. En una de las habitaciones tenemos un televisor encendido, una video casetera, varios VHS desparramados y alguien ordenándole a otro (en esta oportunidad es una pareja de detectives) que los vea para ver si encuentra algo. Así veremos cuatro historias dirigidas por cuatro directores. Cada vez que una termina volvemos a la tele y al aparato de video, como ocurría con el libro y la congelación de la imagen final en la serie de Steven Spielberg “Cuentos asombrosos” (serie de TV 1985-1987, y 3 episodios en la película de 1985) De paso retornamos al guión central. El de la-casa-de-las-luces-apagadas con la pareja detrás del rastro de un chico desaparecido. Ahondar en las historias no tiene mucho sentido porque son cortas. En todo caso se destacar “Un paseo en el parque” de Eduardo Sanchez y Gregg Hale, con la original idea de contar una historia de zombies desde la subjetiva de un ciclista desde su paseo hasta ser mordido y tansformado, y la atmósfera efectiva creada alrededor de una secta suicida en “Safe Haven” (2013) dirigida por Gareth Evans. Ninguna es una maravilla, pero están un par de escalones más arriba que el resto y justifican la entrada. Aprovechemos a recordarlas ahora. Cuando dentro de un mes (es una forma de decir) salga la tercera y a la semana siguiente la cuarta antología de historias, se nos van a mezclar todas.
Mirar es morir “Crónicas del miedo 2” es un conjunto de historias dirigidas por realizadores que logran resultados desparejos. Un hombre y una mujer llegan a una casa y descubren una serie de videos: cada uno es un episodio. No hace falta un sentido de lo simbólico muy desarrollado para detectar en las películas de terror basadas en supuestos videos encontrados la invención de un nuevo pecado o de un nuevo tabú relacionado con las cámaras. Así como es un tópico que los niños y los animales perciben presencias sobrenaturales, la tecnología audiovisual tendría una sensibilidad especial para captar lo desconocido. Por supuesto, quien comete el pecado o rompe el tabú, debe atenerse a las consecuencias. Esa superstición fue el eje de Crónicas del miedo 1 y vuelve a serlo en Crónicas del miedo 2. En este caso, una pareja de investigadores inescrupulosos llega a la casa de un estudiante desaparecido y descubre una habitación llena de monitores de TV encendidos, videotapes apilados y una computadora. Se dividen el trabajo: él va a revisar las otras habitaciones y ella empieza a ver los videos. En términos de producción, cada video muestra una episodio dirigido por uno o dos directores diferentes (Simon Barrett, Jason Eisener, Gareth Evans, Gregg Hale, Timo Tjahjanto y Adam Wingard); en términos de ficción, son materiales grabados por dispositivos audivisuales pertenecientes a las propias víctimas, desde un ojo electrónico implantado hasta un teléfono celular. Pese al intento de que la historia-marco, la de la pareja de investigadores, esté mejor integrada a las otras historias que en la primera película y a la voluntad de equilibrar los estilos de todos los directores, hay notables diferencias cualitativas entre los episodios, lo que quizá sea inevitable en una producción colectiva. El primero, el del ojo electrónico –titulado "Ensayo clínico, fase 1"– es el único por el que merece pagarse el precio de la entrada. Los otros tienden a ser irrisorios o previsibles, cuando no involuntariamente cómicos, aunque el tercero –"Las puertas del cielo"–, dirigido por el indonés Timo Tjahjanto tiene el potencial de un largometraje, con algunos momentos alucinantes que muestran la vida de un secta religiosa conducida por un líder mesiánico. Hay allí un sentido más místico y delirante del horror que se malogra hacia el final y se convierte en un chiste patético. Si el mensaje implícito de estas Crónicas del miedo 2 consiste en que mirar es morir, entonces habrá que cerrar los ojos.
Un desquicio felizmente irresponsable Los siete realizadores al mando de las cinco filmaciones “caseras” y supuestamente reales que integran estas nuevas Crónicas... llevan hasta el paroxismo los grandes hits actuales del género: formatos hogareños, zombies y vísceras. Los estrenos casi en seguidilla de Las crónicas del miedo 2 y El conjuro muestran que esas gallinas de los huevos de oro que son las películas de terror (poca inversión + público seguidor = negocio redondo) tienen aire para cacarear por largo tiempo. Es cierto que sus enfoques contrapuestos no invitan al hallazgo de un linaje en común, pero una hurgada más a fondo permite entrever que ambos films están hilados por el conocimiento en la materia de sus hacedores, y que la diferencia está en cómo deciden exhibirlo: si James Wan lo hace desde un respeto absoluto por lo que cuenta y una narración distanciada a la vez que preocupada por la suerte de esa familia instalada en una casa embrujada, los siete realizadores al mando de las cinco filmaciones “caseras” y supuestamente reales que integran Las crónicas del miedo 2 lo hacen pasando de rosca los greatest hits actuales del género –cámara en mano, formatos hogareños, zombies, vísceras– hasta alcanzar, en su segunda mitad, un nivel de desquicio tan increíble como felizmente irresponsable. Estrenada hace poco más de un año, Las crónicas del miedo comenzaba con dos amigotes entrando a una casa para robarse unos VHS que más tarde visionaban juntos, ubicando al espectador como un virtual tercer participante de la jornada audiovisual. En esta segunda parte, el procedimiento es similar, sólo que quienes dan con los archivos son una pareja de detectives que sigue los pasos de un adolescente desaparecido. La endeblez de la premisa inicial, el formato hogareño, la cámara en mano como sinónimo de falso documental tan en boga desde El proyecto Blair Witch, un recorrido irregular y por momentos torpe por los lugares comunes de las distintas vertientes del género y la búsqueda de naturalismo en los diálogos digna del cine norteamericano más indie son los puntos en común entre original y secuela. Pero entonces, ¿por qué ésta es superior? Porque aquí nadie está dispuesto a tomarse el asunto demasiado en serio, dando como resultado una película-sátira que opta por aquello que la saga Scary Movie nunca quiso o pudo hacer: reírse con el género y no de él. Heredero directo de la preocupación de los efectos de la tecnologización de lo cotidiano de la miniserie Black Mirror, el primer episodio comienza con un hombre al que le implantan un ojo-cámara sin advertirle que de ahí en adelante podrá ver fantasmas. El exceso desplegado en los últimos minutos, con muertos destrozando el mobiliario mientras el protagonista tiene sexo con otra trasplantada para distraerse, muestra que el resultado podría haber sido aun mejor si se hubiera desatado un poquito antes. Algo similar ocurre en el segundo, que se monta al fenómeno The Walking Dead para mostrar en plano subjetivo la secuencia mordisqueo-conversión-atacante de un ciclista devenido zombi. Queda claro, entonces, que por el momento el asunto no es necesariamente malo sino más bien normal, casi tibio, se diría. Todo lo contrario a lo que vendrá después. El compendio de piñas y patadas que fue La redada había dejado en claro que a Garreth Evans no le gustan las medias tintas, aspecto que el fragmento “Safe Haven” no hace más que validar. Co-dirigido junto a Timo Tjahjanto, el tercer corto muestra a un equipo de filmación recorriendo la sede de una secta y entrevistando a su líder. Líder en principio modosito, servicial y dócil, pero que con el correr de los minutos empieza a mostrarse como un auténtico davidiano: partes iguales de misticismo y demencia. Este cambio genera una cacería de los visitantes. Cacería absurda, impredecible y ultra gore, que incluye fantasmas y un... Anticristo. La cereza del postre es una partuza de púberes interrumpida no por la llegada de los padres sino por unos alienígenas dispuestos a romper con absolutamente todo. Lo mismo que intenta hacer Las crónicas del miedo 2 con el cine de género adocenado y de fórmula. La buena noticia es que en muchos momentos lo logra.
VideoComentario (ver link).
OJO POR OJO Las películas de found-footage (metraje encontrado) plantean una interesante metamorfosis la pantalla deja de ser una superficie para ser mirada y se convierten en un ojo a través del cual miramos lo que otro ojo captó, generalmente, antes de cerrarse para siempre. ¿Seremos tan valientes como para volver a mirar a los ojos a una bestia deforme? Antes de escribir esta crítica, releo la que escribí de la primera parte, estrenada hace menos de un año: la original me había parecido mediocre e incluso casi se había evaporado de mi memoria. Obviamente, esto derivó en que –como seguro les pasará a algunos– tuviera cero expectativas para ver la secuela, una nueva antología de cortos de terror. Y si bien está muy lejos de ser una joya del género, LAS CRÓNICAS DEL MIEDO 2 (VHS 2, 2013) al menos acierta al buscar un tono más jodón que el de su antecesora y al presentar un puñado de ideas más originales. Lamentablemente, no siempre logra asustar y en unas cuantas ocasiones cae en momentos de una exageración casi caricaturesca, lo que sumado a los altibajos en la calidad de sus segmentos deja un resultado no del todo redondo. Como en el film anterior, aquí hay otra historia principal que enmarca al resto e intenta -sin éxito- justificar el visionado de cada cortometraje: en busca de un joven desparecido, un detective y su pareja llegan a una casa. En una de las habitaciones, encuentran televisores amontonados, una videocasetera y decenas de cintas de video que esperan revelar su impactante contenido. En el primer segmento, PHASE I CLINICAL TRIALS, la cámara es un ojo biónico: las imágenes que vemos fueron tomadas por una prótesis tecnológica que bordea la ciencia ficción y que es implantada en un hombre que sufrió un accidente. El protagonista empieza a ver cosas extrañas (sí, como en el film EL OJO pero desde un punto de vista ciento por ciento subjetivo) y recibirá la ayuda de una misteriosa joven que dice conocer el origen de las apariciones. Es una pena que el original recurso (que incluye parpadeo y todo) no haya sido bien aprovechado: los intentos de asustar se vuelven repetitivos y tediosos hasta llegar a un final poco sorpresivo. El segundo video es A RIDE IN THE PARK y tiene la particularidad de que tampoco está grabado con la trillada cámara en mano, sino que la narración se hace por medio de una cámara montada sobre el casco de un ciclista. En su recorrido por un bosque, el deportista se encontrará cara a cara con (¡OJO, SPOILERS! SELECCIONÁ EL TEXTO PARA LEER)un zombie. La criatura atacará al protagonista, quien también quedará convertido en un cadáver viviente. Claro que la cámara arriba de su casco continuará filmándolo todo. Así, lo curioso de este corto es poder ver “una de zombies” pero desde un punto de vista totalmente novedoso. (FIN DE SPOILERS) Lástima que la historia sea tan pobre y esté tan poco desarrollada. Pasemos al corto que es de lo mejorcito de LAS CRÓNICAS DE MIEDO 2. Estoy hablando de SAFE HAVEN, co-dirigido por el indonesio Gareth Evans (director del violento film de acción THE RAID). En este segmento, veremos a un grupo de periodistas haciendo una nota sobre una secta. El corto se toma su tiempo para arrancar, preparando con paciencia el escenario para la locura que se desatará minutos después: el clima se va enrareciendo de a poco hasta llegar a un desenlace cargado de tensión y escenas impactantes. Pero (ufa, tenía que haber un “pero”) en el guión sobra un elemento en particular que vuelve casi un chiste el final. Ya lo van a ver. Para el cierre queda SLUMBER PARTY, filmado casi todo el tiempo desde una cámara sujetada a la cabeza de un perro (¿?). Aquí, unos adolescentes que están solos en casa y se la pasan jodiéndose mutuamente recibirán una visita inesperada. Las actuaciones son flojas y, si uno se pone a pensar, el guión no es nada del otro mundo. Pero el corto hace un manejo interesante del sonido y ofrece un par de escalofriantes escenas. Con esas imágenes, las cintas dejan de correr: LAS CRÓNICAS DEL MIEDO 2 es superior a la primera parte y así como tiene defectos (especialmente en los guiones), también hay que reconocer que incluye unas cuantas ideas interesantes.
Sin historias Es una obviedad decir que el cine de terror se configuró en torno a la literatura de terror. Es decir el cine, cuando tuvo la necesidad de convertirse en un artefacto para contar historias, hizo suyos los temas y géneros de la literatura. Y más allá de Frankestein o Drácula, el autor más influyente y quien de manera más consciente transformó las bases del género para siempre fue el eternamente desgraciado Edgard Allan Poe, que venía de leer al bueno de Hawthorne e influiría en Lovecraft y llegaría hasta Stephen King. Poe se dio cuenta que un género como el de terror, necesitaba del efecto y todo lo que se construía alrededor debía estar al servicio del efecto. Por supuesto fue el maestro de todos los cuentistas que vinieron después de él. Todo esto para decir que, desde sus inicios, el género terrorífico se ha servido de las formas breves del cuento, y desde hace más de cien años, gracias a Poe, somos bastante conscientes de la necesidad del efecto poderoso dentro de esas historias breves. Las crónicas del miedo 2 es una antología cinematográfica de terror, filmada por un montón de gente que pareciera creer que el género se inventó en 1999 con El proyecto de la bruja de Blair. La película está estructurada de la misma manera que su antecesora: en este caso, un par de inverosímiles investigadores privados que buscan a un adolescente perdido llegan a una casa bastante terrorífica donde encuentran una habitación llena de videos y muchos televisores. Uno de ellos dice que se va a investigar alguna estupidez por ahí, y la otra (me olvidé de mencionar que era una chica) se queda solita viendo los videos que obviamente serán las historias que conforman la antología. Siempre los realizadores esperan que el espectador suspenda un poco el juicio en pos de disfrutar o creer en la historia, pero hay límites para esto y depende de la capacidad narrativa del realizador para que ese pacto tácito se cumpla. Hay tipos como Spielberg, que por ejemplo en Lincoln introduce una escena absolutamente fuera de registro, con una puesta en escena teatral y actuada con muchísima intensidad, con Day Lewis y Sally Field discutiendo a los gritos por la muerte de su hijo: trueno, rayos y perfección. El andamiaje narrativo de Spielberg es tan sólido que puede permitirse esa escena y encima hacerla memorable. Yo no le voy a pedir a este grupo de directores que sean Spielberg, pero sí que respondan alguna preguntas: ¿por qué la chica se queda sola en la habitación más peligrosa del mundo viendo a oscuras un montón de videos perturbadores? ¿Por qué los personajes se resisten a los formatos digitales y tienen todo un archivo de casetes, cuando incluso se puede apreciar que casi todo lo que vemos en la película fue originalmente filmado con cámaras digitales? ¿Un tipo con una melancolía a prueba de balas pasó todo a formato VHS? En fin, podríamos seguir para siempre. Además de lo absurdamente inverosímil de la estructura de la película, tenemos otros dos problemas: en primer lugar, la insistencia en este subgénero de found footage, la utilización de esta simulación del registro en crudo cámara en mano que está agotado casi desde su resurgimiento con El proyecto de la bruja de Blair. Incluso tenemos entre el staff de directores de Las crónicas del miedo 2 a uno de los creadores de aquella sobrevalorada película, Eduardo Sánchez. Y por otro lado, la incapacidad de casi todos estos realizadores de contar una historia bien estructurada en 15 minutos. Las cuatro historias son predecibles, tienen un final abrupto y además apelan a los movimientos nerviosos de cámara cuando no tiene nada para mostrar. Podemos adjudicarle el premio honorifico a la originalidad del primer segmento, Phase 1 clinical trials, de Adam Wingrad, donde el personaje principal tiene una cámara digital en reemplazo de un ojo y también al segundo segmento, A ride in the park, de Gregg Hale y Sánchez, que es una especie de 127 horas pero con zombies. El tercer segmento, Safe heaven, dirigido por Gareth Evans y Timo Tjahjanto, es una de sectas siniestras sin sorpresa y poca garra a pesar de la crueldad y el gore brusco al que apela. Del cuarto segmento, Slumber party alien abduction, de Jason Eisner, sólo queda decir que sobra en el metraje y resta puntos al conjunto total. La antología en el cine de terror ha sido un recurso bastante utilizado a la hora de filmar pequeñas historias y llevarlas a la pantalla grande. Creepshow, de George Romero y Stephen King, la película de La dimensión desconocida en los 80 y hasta Body bags, capitaneada por John Carpenter, son algunos ejemplos rápidos de esta forma de estructura. Sí, todas eran irregulares y cuestionables, pero siempre guardaban la sorpresa de alguna historia extraordinaria y un espíritu lúdico absolutamente ausente en Las crónicas del miedo 2.
Otra vuelta de tuerca Excesiva en varios sentidos, “Las crónicas del miedo 2” llega a los cines un año después de la anterior. Nada demasiado nuevo en relación a la anterior y al ya agotador recurso del metraje encontrado (found footage). Se trata de aquel que hicieron famoso Daniel Myrick y Eduardo Sánchez en 1999 con “El proyecto BlairWitch” y que ya se vio en la franquicia “Actividad paranormal”, “El diario de los muertos” y “Apollo 18”, entre una larga lista. En este caso el puntapié es el trabajo de una pareja de investigadores contratados para saber qué fue de un estudiante desaparecido. El relato entra de lleno en la historia cuando encuentran en su casa una habitación repleta de videos VHS (el título original) a cual más extraño y macabro. El primer casete que mira la protagonista es sobre un hombre al que le colocaron una prótesis ocular que transmite en vivo todo lo que ve, que por supuesto no será nada agradable. El segundo roza el absurdo con una invasión zombie en un parque; también hay una secta violenta y una incursión de extraterrestres en un bosque. No falta nada. Hay fantasmas, vómitos de sangre, intestinos colgando, puñaladas y disparos. El catálogo completo, que, en ocasiones, más que terror produce risa en medio de una notable falta general de ideas.
Una secuela innecesaria y de terror Es una secuela, innecesaria, de la versión estrenada en nuestro país en febrero de este año. Si la primera fue mediocre, ésta es decididamente mala y una de las peores películas del género en la historia. En este caso, una joven pareja se introduce en una casa y encuentra infinidad de videos, algunas pantallas y equipos de reproducción. Mientras el muchacho inspecciona la casa, la chica se dispone a ver algunos de los videos, elegidos al azar. El primero se titula "Phase I clinical trials" y trata sobre un hombre al que le implantan un "ojo robótico" y al regresar a su casa observa fantasmas que lo aterrorizan. El segundo, "A ride in the park", se desarrolla en un parque donde aparecen voraces zombies caníbales. En el tercero, titulado "Safe heaven", un grupo de reporteros ingresa en la residencia de una secta oriental y se convierten en testigos y/o protagonistas de una matanza feroz. El cuarto es "Slumber party alien abduction" y aquí algunos extraterrestres secuestran a jóvenes en un bosque, que será escenario de otra masacre. Este segmento es una basura. Los cuatro episodios, exponentes de la decadencia del cine y del género del terror en particular, llevan el título global de "Tape 49" y fueron dirigidos por otros tantos "cineastas" que, por lo visto, registran serios problemas mentales, además de una obsesión por convertir en espectáculo a la muerte, la sangre, las vísceras y las matanzas. Y todo expuesto sin filtro alguno. El esquema utilizado es el del falso documental, al estilo de la serie española Rec, la de Actividad paranormal y El proyecto Blair witch (1999), que fue un experimento pionero más mesurado, sustentado en horrores atávicos. En este caso, como en la primera versión, un personaje se siente atrapado con la visión de "materiales encontrados" (found footage), filmados a la manera de las películas snuff, que presuntamente reproducen asesinatos reales. Hay mucha cámara subjetiva, casi siempre tramposa, defectos visuales, una banda sonora ensordecedora y actuaciones que también son de una mediocridad total. Los rasgos dominantes de este filme colectivo son la perversidad, la obscenidad y la crueldad, que por definición es la voluntad de hacer el mal deliberadamente. "La sangre, según la afirmación de un filósofo, deleita una libido de miradas crueles". Cabe recordar aquí, aunque moleste, que cualquier espectáculo, bueno o malo, califica no sólo a quien lo realiza, sino también a quien lo observa.
Se van afilando los cortos ¿Me estaré volviendo más bueno?... me preguntaba luego de ver "V/H/S 2" y en realidad me di cuenta de que no debía quitarle mérito al trabajo de los directores, que a diferencia de la entrega anterior, hicieron un trabajo mucho más parejo, interesante y de mayor calidad fílmica. La cantidad de cortos se redujeron a 4, un poco más extensos pero con un trabajo más profundo en su trama y en los detalles de filmación, con un uso de cámara en mano más creativo y convulsionado. Para comenzar, debo resaltar que los climas generados por este segundo trabajo son mucho más efectivos que el primero, creando ansiedad, miedo y horror en un espectador que no se esperaba esta mejora en el producto. Hay algunas secuencias que verdaderamente sacan un WTF! de la mente de cualquier persona que esté viendo el film. Más bizarra y menos descerebrada que su predecesora logra mantener interesado al público, incluso con momentos de humor negro. Si debo poner en la balanza los cortos individuales, diría que el corto troncal que atraviesa toda la película es lejos el más flojo y aburrido de todos. Al igual que en "V/H/S", la trama que justifica el visado de los cortos que se encuentran en la misteriosa casa es bastante estúpida. En este caso, dos investigadores andan tras los rastros de un joven estudiante que ha desaparecido de su casa. Para encontrarlo, se meten en una casa que aparentemente está deshabitada y encuentran la colección de videos... el desenlace es similar al de la primera. El 1er corto del director Adam Wingard ("You´re next", "V/H/S - Tape 56") llamado "Phase I Clinical Trials" y el 4to corto de Jason Eisener ("Hobo with a shot gun") con el nombre "Slumber Party Alien Abduction" son los que siguirían en el nivel de calidad. Con ejecuciones desparejas, logran interesar pero dan la sensación de estar incompletos y un poco traídos de los pelos, aunque las ideas de base para cada uno fueron fabulosas. El problema principal que tuvieron es que se quedaron cortos con el clima de terror y los momentos cumbre no llegaban a desesperar al espectador. Por su parte, el 2do y 3er cortos son muy buenos, sobre todo el tercero que te vuela la cabeza y te deja con las dos manos en la cara pensando "¡¿Qué carajo acaba de pasar?!". El 2do mini film llamado "A ride in the park" fue creado por Gregg Hale y Eduardo Sánchez, director y productor respectivamente del éxito noventoso "Blair Witch Project", mientras que el 3er corto llamado "Safe Haven" estuvo bajo el mando de Gareth Evans ("The Raid") y Timo Tjahjanto. No quiero spoilear, pero para que se den una idea verán aliens, espíritus malignos, sectas y zombies. Una peli para disfrutar sin muchos prejuicios ni pretensiones, dejando que el juego los lleve hacia un mundo de gente muy loca y terrorífica. No es el mejor trabajo de terror del año, pero se nota que han mejorado el producto y que la fórmula, si se sigue afilando, puede dar a luz a más entregas y atraer una cantidad mayor de espectadores.
V/H/S 2: a fun-thrill ride complete with gore Among horror cinema sub-genres, the so called “found-footage” films have had quite a following (as well as many detractors) in recent years. V/H/S, which was released last year, could have easily been would yet another found-footage film, but it luckily has a twist to it, a flair all of its own. And provided you buy the concept, there is much to enjoy: good scares, ghostly images, unnerving and maddening sounds (get ready for lots of screaming), a good dose of violence, quite good F/X used only when necessary, and a few memorable findings that give an overworked genre something different. And the gimmick of who’s filming it all and why he or she is doing it is pulled off with some wit — for the most part, that is. The twist here is that this is an anthology of short films made by somewhat novel and moderately promising young filmmakers (so you get six short stories for the price of one full-length feature film). Actually, this new premise is cool enough to get you immersed in a different experience, and most of the stories are also appealing and effective. They make up a compendium of well-known topics of horror movies, but rendered under a different light. Some images, more than a handful, are frightening and hard to forget. And the stories do make sense — in their perverted logic, of course. On the minus side, this is a film that needs more tension to make it more gripping and compelling. Nonetheless, V/H/S was indeed a novelty that brings something good to a territory in need for renewal. So, having really enjoyed the first V/H/S, I was more than eager to see what a sequel could entail. If you didn’t like the first one, chances are you won’t like this one either. But if you did like the original film, then you will most certainly be blown away by V/H/S 2, a marvellous sequel unlike any I’ve seen in recent horror cinema. To begin with, it improves over V/H/S in every way. It has way better production values, less shaky camera work (one of the main complaints about the first outing), much better visual and special effects, more and more gore, and even more jumps and scares, too. In other words: it has all it needs to surprise viewers that thought they’d seen practically everything there’s to see in the realm of horror cinema. As with the first film, we are introduced by the wrap-around segment, which tells the story of two private investigators who are sent to look for a missing teenager. When they arrive at his house, there seems to be no one home but they do find a pile of TV screens and VHS video recorders surrounded by various tapes in his living room. The investigators decide to watch some of the tapes, and as was the case with the first film, the rest of the movie is based around what disturbing stuff lurks on these tapes. And in between each tape, we get to see the events in the teenager’s house, with the investigators realizing that maybe they are not alone. We get to view four tapes in all (plus the wraparound segment), each one directed by a different horror genre director. The segments are as follows: Clinical Trials (directed by Adam Wingard). A man gets fitted with a bionic eye after a car accident and this story is told directly through his vision from this implant. As soon as he returns home, he starts to see an array of ghosts that seem too bent on getting his attention. This is the weakest of the four stories since it relies on a too well-trod concept and does not add anything new. Moreover, though it’s kind of creepy, it feels a little rushed and lacks a genuine source of horror. A Ride in the Park (directed by Greg Hale and Eduardo Sanchez). A surprising zombie movie with a true difference. A guy is on a bike ride through the woods with a camera attachment on his bike helmet. He comes across a screaming woman and jumps off of the bike to try to help. Too bad she turns out to be a zombie and bites him. The rest of the story is told through the helmet camera and follows our main character, as he himself changes into a zombie and then goes on a rampage to quench his bloodlust. One of the best segments in the whole film, A Ride in the Park succeeds at delivering a completely new take on the tired zombie genre. You get to see how zombies infect one another, a chain reaction, if you will, but one shown with both much humour and gore aplenty. It’s edgy, very well shot, the FX are awesome and it’s even somewhat threatening in its raw realism. Safe Heaven (directed by Gareth Evans). This is the longest segment, and it spins the tale of a documentary film crew that gets the chance to enter the sacred grounds of an Indonesian cult and interview their leader. Once inside, all hell breaks loose and you see things you’d never expected to see. Perhaps the second best segment (the first one being A Ride in the Park), Safe Heaven does blow you away with its blend of tension, shocking blows and extreme gore. True horror is attained by building up suspense upon an interestingly unusual story. It may need a bit too long to take off, but when it does it’s just like being on a rollercoaster, non-stop, for some thirty minutes. It could even be shown on its own and it would still just as compelling. Slumber Party Alien Abduction (directed by Joe Eisener). A group of obnoxious kids who like to play pranks on their older siblings realize that they suddenly become the targets of alien beings, which are hell-bent on abducting them all. A segment with many good moments and an occasionally a great one, here and there. Plus the fact that is all filmed by a dog (yes, a dog) turns into some kind of a novelty too. Luckily, the alien beings are also quite scary. But the shaky camerawork is frankly off-putting since there isn’t a real need for it. Yet, you still get to be sufficiently engrossed in the unfolding event. Overall, V/H/S 2 is definitely one of the best horror anthology films to come out in years. It’s gory and gruesome, scary in parts, funny in others, has some great ideas and is a complete fun thrill ride. What else could you ask for? A decent horror movie is hard to make, let alone a daring one as V/H/S 2, which takes the bare essentials of true fear and delivers blow after blow with clockwork precision
Hay algo interesante en esta serie: el uso de la tecnología y la coartada del “video enconrado” permite a los realizadores jugar con los puros efectos terroríficos y preguntarse, de modo divertido y siniestro, cómo funcionan, por qué, qué nos asusta. Aquí como en la primera hay de todo y la historia es lo de menos. Una oscurísima -y también más que dignamente dirigida- manera de acercarse a la sustancia de las pesadillas. Se va a asustar y eso aquí es un acierto.
Divierte, asusta y presenta putos de vista novedosos para el uso de la cámara en mano. Recomendable, en especial el segundo y el tercer fragmento.
Quemá esos videos La primera V/H/S (aquí retitulada, impiadosamente, Las crónicas del miedo, al igual que esta secuela) resultó un acierto al atomizar el formato found footage en microhistorias; con cada una concentrando el elemento sorpresa, la idea superaba a cintas como REC o Actividad paranormal. Pero manda el mercado y en menos de un año ya hay una secuela que vuelve al nuevo formato, digamos, obsoleto. El inicio de Las crónicas… 2 replica la estructura del film original. Dos detectives dedicados a extorsionar clientes llegan a una casa abandonada donde encuentran el televisor encendido y una serie de videotapes rotulados. Mientras su pareja revisa la casa, la chica reproduce las cintas, que es lo que vemos en pantalla. A diferencia de la V/H/S original, esta antología es técnicamente más profesional (un contrasentido para la idea misma del found footage: cintas encontradas en crudo), faltan nombres experimentados como Joe Swanberg y es excesiva, innecesariamente gore. De las microhistorias, sin duda la mejor (y la única “crónica”) es “Safe Haven”, el registro de un grupo de periodistas que ingresa al templo de una secta surasiática, cuyo líder manipula a sus seguidores mediante ritos sanguinarios. Este corto, el más extenso, justifica en gran parte la repetición de la fórmula.
“…Es una película súper sangrienta, donde se ven vísceras por todos lados, muerte de un montón de gente, zombis que arrancan la piel o pedazos de gente, inclusive chicos muertos. Es, digamos, en mi ranking de desagradabilidad, le doy un 10…” Escuchá la crítica radial completa (hacé click en el link).