HEROICO RESCATE Uno se había preparado para otra crónica exultante y calculadora sobre la epopeya de estos 33 mineros chilenos que durante sesenta días estuvieron enterrados 700 metros bajo tierra. El proyecto ofrecía algún riesgo. El principal, ver a los chilenos hablar inglés. Después, rodaje en Colombia y elenco internacional. Y observar al comienzo a Juliette Binoche vendiendo empanadas, nos puso en guardia. Pero el resultado es más que digno. Evita los golpes bajos y sabe conmover. La historia es tan enorme, que sólo con recordarla, estremece. Tras una presentación apurada de media docena de mineros, el film reconstruye (buena secuencia) el derrumbe de la vieja mina de oro y cobre de San José en Copiapó en agosto del 2010. Y a partir de allí alterna lo que pasa allá abajo, en condiciones infra humanas, con lo que sucede en la superficie, donde esas familias encerradas en su desesperación exigen que las tareas de rescate no se detengan, pese a que todo indicaba que no habría sobrevivientes. El film recoge con buenos recursos los grandes instantes de ese increíble rescate: la explosión, las dudas, las pujas inevitables, los enredos políticos y al final el milagros de sacarlos del vientre de la montaña y traerlos otra vez a la vida.
SIN SALIDA No hay salida nos dice a cada instante este film triste. La imponente empalizada que divide el territorio palestino en Cisjordania es una alegoría. Omar lo salta cada día para ver a su amada. Pero del otro lado tampoco está el cielo: el hermano de Nadia lo obliga sumarse a la resistencia y Omar no se anima contarle que ama a Nadia, porque el machismo por esos lados se hace sentir. Hay un atentado, Omar cae en manos de las fuerzas israelíes y tiene por delante dos opciones: o colabora dándole información al enemigo o quedará preso para siempre, sin Nadia y sin vida. Thriller, melodrama, suspenso, testimonio, todo se da cita en un film que no termina de convencer, sobre todo al final, cuando el folletín se mete en el medio de este drama de conciencia. ¿En quién creer? Nadie es leal del todo cuando la supervivencia está en juego. No solo el amor está detrás de las empalizadas. Todos viven encerrados en un escenario donde la traición, el miedo y la amenaza son moneda corriente. No hay salidas. La verdad se pierde en las callejuelas angostas de una ciudad donde todos huyen. ¿Omar los delató? ¿Si o no? ¿Nadia lo amaba? Las dudas y la incertidumbre son parte de un escenario donde la violencia no deja ver más allá de las empalizadas.
IMAGENES CONMOVEDORAS Es, más que un documental, un homenaje al famoso fotógrafo brasileño Sebastiao Salgado, que ha recogido las escenas más dolorosas de un planeta que al final le muestra la fuerza inagotable de la naturaleza y la esperanza. Es un catálogo con lo mejor de la producción de este eterno viajero que ha dejado imágenes que deslumbran y conmueven. La voz en off reconstruye sus viajes y el mismo Salgado se encarga de aportar más datos. Un Wenders cada vez más volcado al documental exaltador (“Buena Vista Social Club”, “Pina”) aprovecha esas incomparables fotos para rendir su homenaje al poder de la imagen. Muchos han acusado a Salgado de servirse de la miseria y de armar escenas para apuntalar su fama de gran artista. El propio Salgado, frente a un oso, revela la filosofía de su estética: “no me gusta esta foto-le dice al hijo que lo acompaña y que co dirige este film- el oso está sólo, no sirve, no tiene nada alrededor para embellecer el panorama”. Toda una confesión moral. Pero más allá de cualquier reparo, las fotos de este incansable testigo de la condición humana tienen intensidad, belleza y fuerza. Son demoledoras. Es el legado de un artista –como dice el narrador- que se ha asomado al corazón de la oscuridad. Y que al final hace las paces con este mundo contrastado, terrible y fascinante.
Al fin una divertidísima comedia Tiene el formato de una comedia de enredos, con puertas que se abren al asombro, vertiginosa acción, diálogos filosos y enredos imparables. Todo le suma más confusión a los amores enredados de una docena de personajes pintorescos. Un director de teatro llega a Nueva York para estrenar una obra. Y ahí comenzará todo. Su mujer, que es actriz, el autor de la pieza, una prosti de lujo, un detective, un juez, una terapeuta le agregan nuevas aristas a una comedia de ritmo imparable, que no tiene cabos sueltos, estupendamente actuada, chispeante, que no necesita de las tonterías de gran parte de la comedia de hoy (escatología, sexo, mal gusto, personajes locos, situaciones forzadas) para atrapar y divertir con los viejos y buenos recursos que hicieron grande al género. Sin duda, el regreso de Peter Bogdanovich (“La última película”, “Luna de papel”, “una cosa llamada amor”) hay que celebrarlo. La comedia elegante hace tiempo que venía cuesta abajo. Aquí la historia está bien armada y cada personaje vale: el juez insaciable, el director que seduce con chiste prestado, la pícara escort que se convertirá en una gran actriz, la terapeuta desorbitada. Hasta la aparición en la escena final de Tarantino subraya el tono de homenaje al cine que dibuja Bogdanovich: no solo porque recuerda a Lubitsch, Hawks y Woody Allen (hasta nos muestra al final de dónde “robó” dos o tres réplicas), sino porque recupera ese clima de burbuja, ingenio y alegría que hicieron grande a la comedia.
CRECER A LOS GOLPES Melodrama recargado de piñas. Trágica historia de amor en un mundo lleno de sangre. El argumento apela a todo los lugares comunes del género luchador redimido. Crónica triste sobre un púgil ganador criado en un orfanato que conoce el cielo y el infierno. Pero que al final, después de tocar los bordes, se subirá al ring para empezar otra vez. No le falta nada. Pero está bien contada y la historia se sostiene. Hay detalles, buenos semblanzas humanas, peleas espectaculares, remates sobre la hora. La escena inicial, la del vendaje, ya nos avisa que el que está detrás de la cámara sabe lo que hace. La publicidad hablaba de la historia de redención de un campeón que lo tenía todo y de golpe todo se le viene abajo. Con culpa y dolor, este guapo peleador intentará el regreso. Lo ayuda esa hija que lo rechaza y un viejo entrenador que le da buenos consejos y buenos ejemplos El boxeo, que alguna vez lo llenó de lágrimas, le dará la chance de volver. Es una revancha, porque en su match final ajustará varias cuentas. Gran actuación de Jake Gyllenhaal y soberbia, aunque breve, aparición de Rachel McAdams, una actriz estupenda, versátil, intensa, de esas que le dan vida a cada plano.
Que la infancia no nos abandone. No es una versión del inolvidable libro sino una película que gira alrededor de ese consagrado relato de Antoine de Saint-Exupéry, autor y aviador francés. En el centro de la historia está una nena que quiere seguir siendo nena. Porque la mami controladora le ha programado el presente y el futuro. Todo lo tiene pautado, hasta el horario de juegos del año que viene. La mami quiere que crezca, que sea adulta, que madure y triunfe. Por suerte tiene como vecino a un aviador pintoresco (Saint-Exupéry) al que los vecinos lo tratan de loco pero que le enseñará a la nena, gracias a ese texto, la cuota de imaginación y fantasía que su infancia necesitaba. Una propuesta digna y melancólica, algo estirada, con magníficos dibujos (sobre todo los que recrean las láminas del libro) y con ese principito inmortal que seguirá allí, en el alma de ese aviador que se va y de esa nena que empieza. La historia propone siempre dos escenarios: el mundo cuadrado de la ciudad frente al mundo redondo de la imaginación. Mami y vecino, poesía y aventuras, nena y abuelo, ficción y realidad. Hay por supuesto frases, las más conocidas del libro, pero lo que el film subraya es que no hay que apurar a la infancia y que la imaginación, la fantasía y los sueños deben estar antes que todo. Y nunca hay que abandonarlos. “No quiero ser mayor”, grita la nena cuando descubre ese nuevo mundo. “El problema no es crecer, sino olvidar”, le enseña el principito.
TODO SEA POR PLATA El protagonista es el dinero. Puede volver loco a un pequeño martillero que sueña con una ganancia fácil en la Italia de la burbuja. Y por supuesto impone el ritmo de vida en la casa de ese buitre que siempre sale bien parado. Es el dinero el que ha terminado por eclipsar la vocación de esa actriz a quien la buena vida la sacó de escena. Y es el dinero el que termina silenciando un crimen. . Hay una muerte, hay droga, hay adolescentes confundidos, un ama de casa que engaña por aburrida y figurones desalmados que juegan con las finanzas y los sentimientos. Los personajes respiran naturalidad, la historia es creíble, el tema interesa. Ni siquiera su final, demasiado endulzado, logra restarle merito a este valioso retrato. Un film valioso, que se enriquece porque su estructura va alumbrando sucesivamente diversos matices y lecturas. Al estar contado desde el interior de tres personajes, las valoraciones cambian y el film deja ver zonas nuevas de una crónica dolorosa y pintoresca que empieza como un thriller y vira hasta dejar al descubierto las capas más contrastadas de una crisis que empezó en los bolsillos y castigó el alma
¿QUIEN SOY? Gran texto y grandes actores. La pieza retrata la inquietante relación entre un director teatral y una muchacha que quiere ser actriz. Ella es vulgar sin experiencia, insolente. El director le toma una prueba. Y allí aparece otra, esa segunda persona que le da identidad al cine de Polanski. Como otras veces, en el juego de espejos invertidos su cine encuentra el mejor camino. Sus personajes orillan la degradación, desafían los límites y aquí juegan con la realidad y la ficción para hablar de la vida, del poder y del amor. El texto se enriquece por la mirada turbia de quiénes lo dicen. Ella, con sus comentarios y sus puntos de vista, descubre cosas que al autor ignoraba. Y en ese ida y vuelta entre la representación y la revelación se van abriendo como cajas chinas subtramas que ayudan a perfilar el carácter de los dos personajes de la obra y de las personas que los interpretan. La pieza teatral se inspira en una novela escrita del austriaco Leopold von Sacher-Masoch, el “fabricante” del masoquismo. Sumisión y dominio, entrega y control se alternan en un vínculo que nos dice que el amor no libera, sino esclaviza. Magnifico film, con un estupenda pareja actoral (Mathieu Amalric y Emmanuelle Seigner) que nos habla de sumisión y dominio. Dice que al final la supuesta víctima es quien manda. Intenso y profundo, reflexiona sobre el deseo de poseer y el miedo a ser poseído. Y deja ver que muchas veces no se sabe lo que quiere hasta que llega ese otro que nos enseña a descubrirlo.
En los sótanos del horror Es como si la realidad lo hubiera opacado. Su cine (“Leonera”, “El bonaerense”, “Carancho”, “Elefante blanco”) es intenso. Cárceles, villas, selvas, suburbios pesados todo fue retratado con fuerza y realismo. Aquí disponía de un cuento de terror perfecto, una fábula negra llena de claroscuros tenebrosos: la doble vida de una familia que figuraba en el catálogo social de San Isidro y que fue llevada de la mano hacia el infierno por un jefe demoníaco. La historia de los Puccio es tan horrorosa que con solo retratarla se orilla el terror. Pero los hechos reales no potenciarlo la mirada de Trapero. Al contrario, la fueron debilitando. Nunca su cine fue tan frio. En toda la primera parte, el horror es apenas una referencia lejana. Ni en la casa ni en los secuestros las imágenes conmocionan. No hay clima. Atrapa, pero no es intenso. Recién en la última parte aparece Trapero y su mejor cine: enérgico, con seres grises, zonas oscuras y escenas bien resueltas. Pero ni la decisión de usar material documental para poner esta empresa criminal en el contexto del final ominoso de la dictadura, ni la voluntad de dejar en penumbras el vínculo de Arquímedes con un comodoro, logran articularse de la mejor manera. Todo suma pero nada se integra. Lo que queda es un desfile de personajes unidimensionales, sin aristas ni carnadura, sostenidos por la trama de una historia increíble. En el centro de esta historia recargada de crueldad están Arquímedes y su hijo Alejandro, buenos trabajos de Francella y Lanzani. Desde la intimidad de esa familia Trapero quiere retratar el final de la dictadura. Por eso habla de dominación, barbarie, encubrimiento y gente que no quiere escuchar gritos de dolor
Tanta realidad a veces angustia Margherita (hondo y sensible trabajo de la bella Margherita Buy) no sabe qué hacer con su vida. Es directora de cine y el rodaje de su nuevo film está lleno de sobresaltos; se ha separado de su pareja, tiene a su madre gravemente enferma y le falta amor y calma a una existencia triste y desbordada. Siente que la vida le pone cada día más cargas. Los personajes de Moretti, tan humanos y tan vulnerables, tan sacudidos por el dolor de las pérdidas, andan siempre solos en medio de un escenario que no los rechaza pero tampoco los abriga. Ficción y realidad se juntan y Margherite, en busca de una tregua, se refugia en la imaginación. Va y vuelve del estudio al Hospital, pasa de los sueños a las pesadillas, proyecta, evoca, reconstruye. Pero la vida no la suelta. “Devuélvanme la realidad” dice en una escena ese actor norteamericano, demasiado conflictivo, narcisista y desmemoriado. Curiosamente Margherite parece necesitar justamente lo contrario: que le saquen un poco de realidad a su vida, que hagan un corte, como en su film, y que los huecos que dejan los que se están yendo no sean tan hondos. Interesante creación de un Moretti más clásico en su factura. Hay ideas, buenas actuaciones, toques de humor y el respeto y el pudor de siempre para retratar los momentos trágicos que enfrentan sus personajes. No está a la altura de sus grandes títulos (“Caro diario”, “Aprile”). Pero más allá de algunos leves reparos, se trata de otra obra valiosa de un artista sensible, inteligente y decente.