Sutileza narrativa y excelentes actuaciones para tratar nuevos conflictos de familia Si no fuese que esta familia se conforma por dos mujeres y un hijo de cada una, éste seria un filme más, típica comedia dramática americana. Pero tiene algunos elementos que la desplazan, a saber, ambos hijos son del mismo padre, pero éste es en realidad un donante de esperma desconocido, y no intenta ser una radiografía sentenciosa de un tipo de familia diferente a lo establecido. Por lo cual los chicos son medio hermanos. Joni (Mia Wasikowska) esta por cumplir 18 años, a punto de ingresar a la universidad, Laser (Josh Hutcherson) tiene 15 años, y siempre tuvo el deseo de conocer a ese personaje de presencia ausente en su vida. Es entonces que le pide a su hermana que trate de averiguar quién es el padre, ya que al cumplir los 18 tiene esa posibilidad. La entrada de Paul (Mark Ruffalo) en la vida de la familia trastocará lo que hasta ese momento, y durante más de 18 años, fue una historia familiar “casi” convencional. La madre de Joni, Nick (Annette Benning), medica, es el sustento económico de la familia, independiente y segura; Jules (Julianne Moore) es la madre del varón, hace las veces de ama de la casa, dependiente, temerosa, en contraposición a su pareja Lo importante en la construcción de la historia, es que la misma no cae en demasiados clisés, ni esta exacerbada la situación de la pareja. Narrativamente se podría decir que es convencional, y los rubros técnicos son de muy buena factura. Pero lo que descolla son las actuaciones, todas, sobresaliendo las de Moore y Benning, como madres y como pareja, tanto la química entre ellas en la pantalla como la delicadeza de las imágenes, hacen que estas no aparezcan como provocativas, e instalan lo verosímil desde el principio.
Luego de varios años de estrenarse “El Descenso” (2005), dirigida por Neil Marshall, llega la para muchos esperada segunda parte de este film ingles, exponente fiel del genero del terror actual. En esta ocasión el director cumpliendo las funciones de productor deja que Jon Harris realice su opera prima y termine siendo el principal responsable de la secuela. El lector bien podría tomar, la última palabra del párrafo anterior, en cualquiera de sus acepciones, desde consecuencia lógica, hasta derivación, pasando inevitablemente por enfermedad. Es una verdad casi axiomática, que segundas partes nunca fueron buenas, y esta no sólo no es la excepción a la regla sino que además, una vez finalizado el film, surge la pregunta ¿Qué agrega? ¿Para que la hicieron? En búsqueda de respuestas a estas y otra preguntas encontré algunas que en realidad dan pánico. 1) Burlarse del espectador o tomarlo como tonto 2) Sólo hacer dinero rápido sin demasiado esfuerzo para pensar o idear otra cosa. Originalidad cero. 3) Hacer que el montanista de la primera, debute como director en esta, (eso ya lo dije antes o en realidad es un homónimo?). 4) . . . . . . … De que va el film, esta historia comienza unas horas después que Sarah, la única que pudo salir de la cueva, bastante lastimada, alterada y amnésica, es rescatada por un camionero y trasladada a un nosocomio. Mas tarde, ¿un día? un par de policías y un equipo de rescate la llevan para que los guié dentro de la cueva a fin de encontrar a sus amigas. ¿Ud. volvería a entrar? Bien, el film es idéntico a su antecesor, oscuro, opresivo, casi un road movie cuevística, pero con más derramamiento de sangre, más persecuciones, y su estilo de generar terror pasa casi exclusivamente por los abruptos excesos sonoros en relación al volumen, no al tratamiento de la banda de sonido y cortes lumínicos. Esto por supuesto beneficia a los actores ya que no es mucho lo que deben demostrar ni con el rostro ni con el trabajo corporal, espacios estrechos, oscuros y monstruos casi humanos roban planos y no permiten otra cosa por parte del actor. En relación a las respuestas, la segunda se responde sola, la primera fue un éxito de taquilla en casi todo el mundo, la tercera, Jon Harris y Neil Marshall ¿Serán amigos? La primera es más sutil, y tiene que ver directamente con el final de esta, pero también con el principio. Ese final, que parecería cerrar la historia, da por tierra con la apertura de esta segunda parte de la historia y esta relacionado con un personaje totalmente secundario, destruye lo construido a partir del intento de hacer verosímil al film. Pero asimismo queda en puntos suspensivos el retorno en una tercera parte. Con sólo prestar un poco de atención, se darán cuenta que solo hay un personaje en el que no se muestra cuando muere…… Si tiene otra cosa para hacer, hágala.
Una vida al límite que revela a Katie Jarvis, una actríz con gran futuro Este personaje, que le da nombre al titulo, aquí en Argentina, originalmente sería “La Pecera”, es una joven de 15 años, en apariencia rebelde, más cercana a un trastorno limite de personalidad, que vive en un departamento tipo monoblock, a las afueras de Essex. Esto desde el punto de vista de un narrador omnipresente, no es ingenuo y mucho menos casual. Esta “pecera” es un micromundo con un limite muy preciso, pero transparente, donde la sensación de afuera o adentro sólo se concreta con la acción de la trasgresión de ese limite. Si estamos hablando de una “borderline”, tal el término en ingles de la patología de la joven, también estamos haciendo referencia a la ubicación geográfica en donde se desarrollan las acciones, no es la ciudad propiamente dicha, ni es el campo a pleno. Mía (Katie Jarvis) vive allí con su madre Joanne (Kierston Wareing) y su pequeña hermana Tyler (Rebecca Griffiths). En un micromundo constituido sin la menor intención, ni proyecto, es dable suponer que la disfuncionalidad esta a la orden del día. Su madre es otra adolescente, con todo el peso de la palabra, no puede constituirse como madre, sólo lo hace desde una faceta biológica y etaría. El presente y el futuro de esta joven es tan desolador como uno podría presumir sería su diagnostico y pronostico. Lo que es común en las tres mujeres, repetitivo desde la necesidad, pero diferenciada en las formas es la búsqueda de afecto. De las relaciones peligrosas con sus pares, entre celos y lealtades construidos y sostenidos por la música y el baile, como elementos de identificación adolescente, hasta la perturbadora relación con el nuevo novio de su madre, Connor (Michael Fassbender) es que va circulando por la vida y como puede Mía. Ella tiene un sueño, ganar un concurso de baile de Hip Hop, lo que le daría la posibilidad de alejarse de ese “mundo”, y para ello cuenta con el apoyo incondicional de este nuevo personaje que entro en su vida. A todo esto se le va a sumar un joven tan marginal como ella, miembro de una familia de gitanos, quien si tiene la posibilidad de dar y recibir afecto. La estética utilizada por la realizadora, va de la mano del mundo que quiere retratar, cámara en mano, la utilización de planos secuencias con el sólo fin de seguir a su personaje, y en otros momentos con un diseño de montaje quebrado, como si las escenas no terminaran, sino que se cortan. También el diseño de arte esta en consonancia con la historia y el espacio, en algún punto haciendo recordar al mejor Ken Loach. Otro dispositivo importante es la fotografía mayormente de tonos fríos, aplica a lo distante del personaje, a lo mismo que la banda de sonido, que incluyendo el tema musical “California Somnolienta” entra en el mundo más intimo de Mía y que esta jugado desde su deseo y su fantasía. Para destacar o subrayar por sobre todas las cosas el nivel actoral de esta producción, principalmente en la, de ahora en más a tener en cuenta, joven Katie Jarvis, quien compone de manera magistral a su personaje. Calificación: Muy buena (Lic. Héctor Hochman). * * * * * * * * * * Información complementaria Apreciaciones de Andrea Arnold “Todas mis películas parten de una imagen. Generalmente, se trata de una imagen fuerte, cuyo origen desconozco. Al principio no entiendo su significado, pero quiero saber más y empiezo a profundizar. Así es como empiezo a escribir los guiones. Desde el primer momento, me propuse reunir el mayor número posible de actores no profesionales. Para el papel de Mia, quería a alguien auténtico, que no tuviera que actuar sino que simplemente fuera ella misma. Yo buscaba a una joven a medio camino entre la infancia y una edad adulta. Fue muy difícil, porque muchas chicas de 17 y 18 años son ya adultas. Cuando ves la película, Katie Jarvis tiene un aire más juvenil, más frágil, que en la realidad. Me he dado cuenta de ello durante el primer montaje y ha quedado reflejado mucho mejor de lo que podía imaginarme. Descubrimos a Katie Jarvis (17 años) cuando ya habíamos visto a una serie de chicas que nos enviaron algunas agencias y clubes de baile y habíamos extendido la búsqueda a la región de Essex y habíamos recorrido las casas de juventud, los mercados, los centros comerciales... todos los lugares donde podríamos encontrar adolescentes. Descubrimos a Katie en la estación de Tilbury Town, mientras discutía con su chico. Cuando la abordamos, ella no se creyó que se tratara realmente de un rodaje y no quiso darnos su número de teléfono. Katie tiene una energía desbordante, pero también tiene una parte de fragilidad e inocencia que nos interesaba. Es originaria de la región en la que íbamos a rodar, y nos pareció muy auténtica. Nunca había actuado y no había hecho nada de baile, de hecho no sabía bailar y no le gustaba. La primera vez que le pedí que bailara un poco, no se atrevió. De repente, salimos de la habitación y dejamos la cámara rodando para que pudiera bailar sola. Al visionar la cinta, me di cuenta de que, aunque no sabía nada de baile, era realmente ella misma cuando bailaba. No tenía ni caretas ni pretensiones. Era capaz de ser ella misma, incluso cuando hacía alguna cosa que no le gustaba. Me dije que valía la pena arriesgarse. Yo no estaba nada segura de que aquello pudiera funcionar, puesto que Katie no tenía ninguna experiencia como actriz, pero de todas formas yo estaba segura de que sería ella misma, que es lo que contaba para mí. Katie ha sido muy valiente en muchos aspectos, porque tenía que acostumbrarse a muchas cosas. Estaba en todas las escenas y algunas veces eso era duro para ella. Pienso que ha ido madurando a lo largo del rodaje, que ha cambiado un poco. Lo hizo muy bien, y creo que quiere seguir actuando. Ahora, incluso tiene un representante. Para el personaje de Connor, no pensé de inmediato en Michael Fassbender. Al principio, me propuse que todos los papeles fueran asignados a personas no profesionales, pero luego me dije que sería interesante trabajar con un actor profesional y enfrentarlo con la inocencia de Katie, porque eso podría repercutir en su relación en la película y funcionar. Fassbender me parecía perfecto para el papel, y siempre confío en mi instinto. Fue valiente al hacer esta película porque no entregué previamente el guión ni a él ni a nadie y no sabía qué podía esperarle, pero yo quería rodar con continuidad, para que cada uno fuera descubriendo la historia a medida que se iba desarrollando el rodaje. Esto era especialmente importante para Katie porque yo quería que ella supiera todo el tiempo dónde se encontraba. Además, yo no quería que nadie añadiera nada significativo a lo que íbamos haciendo, y como ningún actor sabía lo que iba a pasar a continuación, todos tenían que contentarse con trabajar la escena en la que estábamos, sin intentar saber más. En cierto modo, como pasa en la vida misma, creo yo. No sabemos lo que va a pasarnos dentro de una hora o al día siguiente, y yo quería que cada instante tuviera esa inocencia. Michael se adaptó perfectamente a este método y se tomó las cosas con serenidad. Ni hubo que ensayar ni discutir, simplemente trabajamos tomando las cosas como venían. Kierston Wearing, que interpreta a Joanne, la madre de Mia, me gustó desde el primer momento y sentí que la conocía desde siempre. Es una sensación muy agradable y le ofrecí el papel sin dudarlo. Resulta que Kierston se había criado en la región en que rodamos y ése era sin duda un aspecto que me interesaba. Tenía una autenticidad increíble, desde su acento hasta su personalidad. El rodaje de "Fish tank" se desarrolló durante seis semanas en el verano de 2008, en Essex, al este de Londres. Al escribirla, pensé en el estuario de Kent, que conozco bien, pero me decidí por Essex porque sabía que había paisajes parecidos. Rodamos mayoritariamente en un bloque donde estaría la casa de Joanne y Mia. En general, los equipos de rodaje son muy arrogantes y se comportan como si los lugares que ocupan les pertenecieran. Yo esperaba que los habitantes se quejaran de nuestra presencia y nos mandaran a freír espárragos, pero no pasó nada de eso. En esos bloques de viviendas hay mucha gente, muchos niños, mucha energía. No los veo como malos sitios, y a pesar de que hay el tópico de que esos edificios son horribles, no lo son en realidad. Siempre hay presión para tener el título de la película cuanto antes, pero yo necesito sentir antes la película. En el acuario, en ese espacio que muestra "Fish tank" (acuario) hay mucha vida, y este título es una buena metáfora.” (Trascripción del material de prensa recibido). * * * * * Sobre la realizadora Andrea Arnold, nacida el 5 de Abril de 1961, es una realizadora inglesa ganadora del Oscar, y ex actriz. “Red Road” (2006) fue su primer largometraje. Se hizo conocida como actriz y presentadora en el show televisivo infantil “No. 73”. Este show emitido en los ochenta por ITV los sábados por la mañana, en el cual personificaba a Dawn Lodge, programa que tenía la combinación usual de música, concursos y dibujos animados, formula característica de los programas ingleses para niños de los sábados por la mañana en los ochentas. En 1988 “No. 73” se convirtió en “7T3”, mudando el set de una casa londinense a un parque temático. En 1990 era presentadora y guionista de un programa educativo para adolescentes sobre el medio ambiente, “A Beetle Called Derek”. En 2005, ganó un Oscar por su cortometraje “Wasp”. “Red Road” ganó un premio BAFTA en 2007 a Mejor Ópera Prima, y se la ha asociado con obras de reconocidos directores como Michael Haneke y Lars Von Trier. Es la primera parte de una trilogía conceptual titulada “Advance party”, dirigida por distintos directores de primeras películas y gestada por Lars Von Trier, Lone Scherfig y Anders Thomas Jensen. Al igual que el Dogma 95, los tres filmes se deben realizar según una serie de reglas estrictas: deben ser filmados digitalmente, en locaciones ubicadas en Glasgow durante seis semanas y usando los nueve personajes (y los actores que los interpretan) ideados por los guionistas daneses Lone Scherfig y Anders Thomas Jensen. Como realizadora a concretado cinco producciones a la fecha. Tres cortometrajes: “Milk” (1998), “Dog” (2000) y “Wasp” (2003), este último gano 38 premios internacionales, incluido el Oscar al Mejor Cortoimetraje. Dos largometrajes: “Red Road” (2006), y “El mundo rebelde de Mia” (“Fish tank”, 2209) galardonada con 16 premios internacionales, entre ellos el Premio del Jurado en Cannes 2009, los Premios BAFTA 2010 Mejor Film Británico, y los premios Mejor Film Británico, Mejor Director Británico, Mejor Actor Secundario (Michael Fassbender) y Mejor Actriz Joven (Katie Jarvis) por parte del Circulo de la Critica de Londres.
Silencios y miradas son las claves sutiles para acceder a lo sustancial de la obra Jean es un buen hombre, albañil por vocación, hijo dedicado, padre atento, marido cariñoso. Feliz y despreocupado. Un buen día tan feliz como cualquier otro, entre familia, trabajo, y obligaciones sociales, se cruza con Mademoiselle Chambon, la maestra de su hijo. El es un hombre de pocas palabras, sin demasiada apetencias culturales, de vida sencilla, creyente, un mundo con pocos interrogantes existenciales, ella viene de un mundo muy distinto, culturoso, escéptico, donde la perdida del equilibrio entre lo racional y lo pasional esta a la orden del día. Sin embargo algo hay flotando en el aire durante ese encuentro, se hace evidente tanto para ellos como para el espectador que sus sentimientos los desborda, no sólo no los pueden manejar, sino más bien son dominados por ellos. Un Film de estructura narrativa clásica, con un guión trabajado, basado y sostenido más en los silencios que en las palabras, en las miradas que en los diálogos. Lo que demuestra la excelente traslación que hicieron los guionistas sobre la novela homónima según el titulo original “Mademoiselle Chambon” de Eric Holder Lo único que podría denostar el producto es la condescendencia que tiene el director para con el espectador al cierre del filme. Hay un momento, ya sobre el final, en que la imagen lo dice todo, hubiese sido el cierre cuasi perfecto, una clausura que abriría interrogantes, sin embargo la narración continua hasta dar un cierre taxativo a la historia. Una lastima.
El reverendo Cotton Marcus (Patrick Fabian) llega al rancho del granjero Louis Sweetzer (Louis Herthum) con la intención de ejercer su trabajo, un exorcismo rutinario a otro fanático religioso con problemas mentales. Sin embargo Sweetzer ha contactado al predicador como último recurso, seguro de que su hija adolescente Nell (Ashley Bell) ha sido suplantada por un demonio que debe ser expulsado antes de que la posesión acabe en una tragedia con tintes terroríficos.. Cotton y su equipo, acostumbrados a aprovecharse económicamente de los creyentes, se han prometido que ese será su último exorcismo, y deciden grabarlo en vídeo. Pero al llegar a la casa rural se dan cuenta de que nunca han estado preparados para enfrentar al “mal” que los estaba esperando Ahora ya es demasiado tarde para dar la vuelta, y deberán encontrar un modo de salvar a Nell y salvarse a sí mismos. Lo mejor del filme es el trabajo actoral de esa niña, con un compromiso corporal inmenso, también habría que subrayar un punto que esta ligado al genero. Que termina siendo, en este caso, un arma de doble filo, durante todo el relato, la estética y el verosímil están puestos en jaque, en evidencia y en conflicto. Por momentos parece ser un documental, dando tintes de seriedad y certeza, ya desde el plano de apertura se ve una cámara de video en el espejo y utilizando el registro de la misma en términos diegéticos. En otros momentos se produce un cambio en cuanto a la construcción del relato, y los recursos estéticos-narrativos están al servicio del género tal cual esta formulado, y trabajado a partir los elementos que le son inherentes, esto es, que las imágenes intentan generar pánico adrenalítico en el espectador. Por último, y en relación estricta a la historia, los responsables de la obra también plantean esta dicotomía contradictoria, por un lado se muestra como “verdad” posible y por otros transita a ritmo con intenciones de parodiar el género, con el mismo recurso desde su construcción, hasta llegar al nivel de “The Blair Witch ptoject”(1999). El resultado es bastante irregular. Hay momentos de buen sostén del relato, en otros parece entrar en una meseta narrativa, cosa que la hace tediosa y por otros acelera el ritmo de las acciones y las imágenes que le da un valor agregado.
Este Filme que se presenta, o intenta presentarse, como una comedia, es nada más y nada menos que una mezcla de varios géneros, tal cual viene sucediendo en los últimos años Entonces tenemos que la propuesta sería una trama divertida (que no lo logra), con gagas entre previsibles y tontos, acción a rajatabla, con escenas de persecuciones, explosiones, muertes, bien filmadas, esto es, tomas cortas temporalmente hablando, a gran velocidad de montaje, corte y corte, con el soló espíritu de generar excitación en el espectador. Pero también los responsables, o sea, realizador, guionistas, productor, pretenden darle a la producción un toque de suspenso, pero de la pretensión al acto consumado hay un largo camino que se olvidaron recorrer. Si a todo esto le sumamos que de original tiene poco y nada, entonces el resultado final es pobrísimo. Ya cuando el encuentro fortuito en plena construcción de los personajes, punto inicial de toda comedia que se precie de tal, no es demasiado creíble y/o verosímil estamos en mal pronóstico. Para colmo la historia se dirige irremediablemente a la comparación con “Sr. y Sra. Smith” (2004) con Brad Pitt y Angelina Jolie, que ya era una remake, o más recientemente la de Tom Cruise y Cameron Diaz en “Encuentro Explosivo” (2009), entre otras. Pero sin la química de los actores de las mencionadas. ¿De qué trata la historia? Una joven, Jen Kornfeldt (Katherine Heigl) decide ir con sus padres (Tom Selleck y Catherine O´Hara) a unas vacaciones con el propósito de elaborar el duelo por una ruptura amorosa, con la firme decisión de no enamorarse nunca más. El lugar elegido es la Riviera francesa. Se podría comparar con alguien que decide comenzar a realizar una dieta hipocalórica y se instala en un restaurante cuyas especialidades son las pizzas, las pastas y los postres. El fracaso esta asegurado, ¿no? Por supuesto que la joven, en la primera secuencia ya conoce al “bombon” de su vida (siguiendo con la metáfora culinaria). Spencer Aimes (Ashton Kutcher) es un turista, pero que en realidad no lo es, su estancia ahí tiene que ver con su ocupación, y el es un asesino a sueldo. Pero el amor que todo lo puede, transforma al asesino en un fiel siervo de su joven mujer que acaba de conocer, decide casarse, abandonar su profesiónedicarse a tareas más normales, ocultándole su verdadera identidad a su bella y amada esposa y a sus nunca bien ponderados suegros. Pero como el pasado nos condena, y retorna……. Bueno el resto, ya es demasiado conocido.
Excelencia en guión y labor interpretativa destaca esta realización cálida y reflexiva Este filme se va a colocar como de lo mejor del año, adaptación un tanto libre, según reza en los títulos, de la novela “La Elegancia del erizo” de Muriel Barbery. La protagonista es Paloma, interpretada por Garance Le Guillermic (una actriz a tener en cuenta), una niña de 11 años hija de una familia de alto poder adquisitivo y miembros de la elite parisina, cuyo padre es un insípido ministro del gobierno, y su madre toda una superficial “dama de esa sociedad”. Tiene una hermana adolescente que solamente se preocupa por su apariencia externa. Paloma es la “diferente” de esta familia rayana casi en lo disfuncional. La niña tiene una mirada escéptica de la sociedad, crítica en cuánto al comportamiento de su familia, y una actitud casi anarquista frente a la vida y el mundo. Tiene decidido no llegar a cumplir los 12 años, pero quiere dejar como testamento y testimonio de su decisión la pregunta sobre el sentido de la vida, y el registro lo hará con su cámara digital minidv que será su soporte tecnológico. Este dato, nos pone de lleno en el punto de vista que utilizará la directora para contarnos esta historia. Todo será desde la mirada de esta niña más cercana a Mafalda que a Susanita. Un buen día llega al edificio como nuevo dueño Kakuro Ozu (cualquier relación con Yasujiro Ozu -1903-1963-, autor de “Había un padre”, 1942, y “Cuentos de Tokio”, 1953, parece un homenaje, ¿no?), interpretado por Togo Igawa, un viudo japonés con toda su cultura a cuestas, que entabla relación con la encargada del edificio, la señora Renee Michel, (Josiane Balasko) viuda, parisina, huraña, discreta, inteligente y excesivamente misantropa, en apariencia. Único testigo de este encuentro es Paloma, quien hasta ese momento no se había acercado demasiado a la encargada, ni siquiera como curiosidad. Este acercamiento le permite a Paloma descubrir a la persona detrás de la mascara. Pero no sólo el punto de vista de la niña se pone en juego, la directora hace jugar la fantasía de la niña en pos de un desarrollo narrativo, que agiliza el texto fílmico, intercalando estas miradas utilizando la técnica de la animación para los momentos de fantasía. Uno de los puntos altos de la realización serían los diálogos entre los viudos, escuetos, necesarios, por momentos demasiado lacónicos, que funcionarían en este sentido como otro homenaje, pero al filme “Bajo los techos de Paris” (1930), del realizador francés Rene Clair (1898-1981). El más bajo estaría en la previsibilidad de los sucesos, situación que ni importa a esta altura y no empaña el resultado final de la producción. Sustentado por lo anteriormente dicho, el guión y una puesta en escena impecables, como así también, por las actuaciones de los protagonistas, que están en el orden de lo maravilloso.
El filme que nos convoca, tercero en la producción de este director mejicano (“Japon” 2002 y “Batalla en el Cielo” 2005) abre con una imagen alargada en el tiempo, un amanecer, sonido directo, se escuchan los sonidos de la naturaleza y dura siete minutos aproximadamente. Podría decirse entonces que no es tiempo real, también y a ser justos son imágenes muy bellas casi hipnóticas. Pero si no es tiempo real, si hay utilización de elipsis temporales, seguramente este amanecer deberá estar directamente relacionado con la historia que nos va a contar, si es que nos va a contar una historia. Pero no es así. Me hizo recordar, la escena inicial de “Madre e Hijo” (1997) de Alexander Sokurov, pero esa es otra historia. El filme dura 142 minutos, ni más ni menos. Como en sus anteriores producciones, el realizador encuentra sus personajes en la vida cotidiana, no son actores, son ellos mismos a los que el intenta hacer actuar. La cámara se introduce en una comunidad menonita de México, donde la educación religiosa y el respeto a estas normas va de la rigidez absoluta a un intento tibio de posible apertura. En esta transición nos encontramos con Johan, rodeado de su familia dando gracias en la mesa que esta servida, su mujer y sus hijos, son sus companía. Nada sabemos todavía. Plano siguiente, una pareja de ancianos se predisponen a ordeñar las vacas, otra larga secuencia que no agregará nada al conflicto que se presentará, sólo son minutos de mostrar al espectador como si fuese un documental, que no lo es. Johan se encuentra con el anciano, que a la postre será además su padre y el reverendo de la comunidad, y le plantea un drama personal. Esta enamorado de otra mujer. El padre le habla del diablo, él refuta, que también puede ser Dios, estas cosas pasan, a veces sucede, diría alguien por ahí. De ahí en más hasta el desenlace, toda la realización es un prodigio estético / plástico, con escenas tan subyugantes como la inicial, pero que no terminan de desarrollar el conflicto, como puestas para el deleite tanto del espectador como del director de fotografía. Dicen que una imagen vale mil palabras, siempre y cuando la imagen diga algo, ¿no?, y no sea sólo placer voyeurista. Igualmente una palabra dispara cientos de imágenes, y en cine como en literatura es de lo más complejo hacer hablar a los personajes y que estos sean creíbles. Del mismo modo es importante señalar, enmarcar como uno de los más importantes logros del filme, el diseño sonoro, la casi ausencia de música, de sonidos naturales, en relación directa con el espacio retratado es de un perfección única. Vacua. El conflicto interno del personaje, entre la mujer que ama y la madre de sus hijos sólo esta dicho, su rostro y las posturas corporales no dan el rédito que la historia necesita para sostenerse. Lo mismo sucede con la actriz que interpreta a la amante, no hay registro que convenza. Distinto es el proceso que se produce en la esposa, desde esa imagen primera alrededor de la mesa, hasta el saber de otra mujer en el corazón de su marido, pasando por el vació en su propio tórax, si bien ayudada por los movimientos, la posición de la cámara y la fotografía. El recorrido esta planteado. La película se deja ver, es verdad que por momentos cansa, por su letanía, pero cuando se produce el quiebre narrativo del relato toma otra cadencia, mas acelerada, mas rítmica, todo se resuelve en pocos minutos. Salvo que el filme se inscribe en su descomunal metraje en una idea de excesivo realismo, a punto tal que por momentos parece más importante el describir la vida de esta comunidad que el conflicto de los personajes. Pero el final se torna sin ningún tipo de construcción o justificativo, en pensamiento mágico, algunos adularán el giro inesperado, desde mi perspectiva, me cerró más a otro alarde de creatividad hueca y para nada original
Una agente de la C.I.A, la agente Salt, (que da titulo al filme), es acusada, señalada, o como quieran denominarlo, de ser una doble agente, al servicio de la ex Unión Soviética, con la firme intención de asesinar al presidente o al vice de la ex patria, da lo mismo, no tiene mayor importancia. Quien la señala es un desertor ruso. ¿A quien le creemos? Se preguntan los espectadores y los demás personajes del filme. Ella emprende la fuga. No por ser redundante debería decirse que todo el filme es una larga carrera, maratón o persecución, de lo agentes de las distintas agencias del gobierno yankee en querer capturar a la prófuga. Quien se fuga con el sólo fin de poder encontrar los elementos que demuestren su inocencia, o por lo menos las pruebas de la mentira del desertor, que podría ser lo mismo, pero que los diálogos de los personajes (genero literario aparte) se esmeran e instalar como diferentes. Produción netamente de acción por la acción, con cortes y más cortes, tanto desde el montaje como en el guión, como así también en los personajes, tanto en el cuerpo y en sus atuendos, como en la construcción de los mismos. Recortados para negar información en pos de un suspenso que se perdió inexorablemente a los pocos minutos de empezado el filme y nos enteramos que el agente Salt es Angelina Jollie. Para los más atentos, ese dato esta en la publicidad, tanto en los medios gráficos como en la vía publica, pero eso es otra cosa. Plantada desde la niñez en lo EEUU y formada para hacer carrera. Pero con un lavaje de cerebro digno de cualquier producto televisivo. (léase también de esos que se ponen en los lavarropas). En cuanto al personaje, hace recordar casi directamente a Jason Bourne o a James Bond, o Flint, para los más viejos, pero con un atractivo extra para la audiencia masculina, la belleza de la protagonista que demuestra que este género le sienta bien. Por el lado de la construcción del filme, este hace recordar a “Sin Salida” (1987), pero carente del suspenso de aquella. La pregunta del millón, una vez terminada la proyección es: ¿Qué otra cosa me quieren decir con todo esto? Digamos que ninguna producción audiovisual es inocente, o ingenua, sobre todo aquellas que parecen a simple vista puro entretenimiento. Algunas subrepticiamente instalan ese discurso, y otras tal como en este caso más explícitamente. Hay dos bandos bien diferenciados, los buenos por antonomasia, (los yankees) y los malos, muy malos desde el mismo orden, ya sean rusos, ex soviéticos, norcoreanos, vietnamitas, cubanos, venezolanos o defensores del euro en detrimento del dólar, da lo mismo. Aclarando, el discurso del filme se inscribe peligrosamente como fascistoide, anticomunista, pro yankee y con algún toque misógino. En definitiva, El realizador hace alarde de su sapiencia y habilidad para contar una historia desde el lenguaje visual, poniendo en relieve los valores estéticos narrativos, de producción, montaje, fotografía y diseño sonoro de excepción, al servicio de un filme que no es inocuo, a pasarla bien mientras rueda el proyector, pero a no creérsela.
Seductora y lúcida vuelta de tuerca al célebre relato de los hermanos Grimm Este seductor y lúcido relato, que aparece como una revisión del clásico de los hermanos Grimm (Jacob Ludwig Carl y Wilhelm Carl), es en realidad una vuelta de tuerca sobre la indefensión de los niños en un mundo manejado por adultos A partir de un diseño de producción descarnado una dirección de arte acorde a ese esquema, y una fotografía del mismo orden, que tiene como resultado una empatía directa del espectador desde su apertura, desde las primeras imágenes, es acompañada por una banda de sonido muy incitante. La narración nos introduce en la historia de un joven que, por usar el celular mientras conduce, tiene un accidente. Cuando se recupera del desmayo se encuentra en medio de un bosque. Young-hee, una chica que vive en una casita ese lugar, lo encuentra y lo lleva solidariamente con su familia. Que no es exactamente lo que aparentan ser, una familia tipo con tres hijos, de los cuales ella es la del medio. Uno de los más logrados puntos es esta realización es el trabajo de los actores, logro que se le debe atribuir al cuidadoso esmero de su director Phil-sung Yim. Es verdad que salvo por los rasgos de sus personajes esta película esta bastante distante de la estructura narrativa y de la estética oriental, se podría decir que más bien esta muy cerca de la occidental, (al igual que el cine de Akira Kurosawa). Es un cuento infantil, pero no es ingenuo, el terror esta dado por el discurso puro, es decir, no trata de endulzar nada, la “metáfora” del abuso mostrada en forma descarnada.