En El misterio de Soho el director Edgar Wright (Shawn of the Dead, Baby Driver) desarrolla un apasionado homenaje al viejo cine de suspenso europeo de los años ´60 y muy especialmente a la era del Swingin London. Un fenómeno cultural juvenil que tuvo lugar en Inglaterra durante la segunda mitad de la década de 1960 y que influenció numerosas expresiones artísticas de aquellos días como el cine, la música, la televisión y muy especialmente el mundo de la moda. Modelos como Twiggy y Jean Shrimpton se convirtieron en las caras de ese hedonismo adolescente que inmortalizó las zonas comerciales de Chelsea, Soho y muy especialmente Carnaby Street. El arte pop psicodélico que cobró fuerza durante este ciclo luego tuvo una enorme influencia en el movimiento hippy que surgió años después en los Estados Unidos. Para aquellos espectadores que sientan interés por estos temas el film de Wright es una propuesta de visión obligatoria en la pantalla de cine por la extraordinaria reconstrucción histórica que ofrece sobre ese período. En ese sentido su labor se encuentra a la misma altura de lo que hizo Quentin Tarantino en Érase un vez en Hollywood en lo referido al nivel demencial de detalles que presenta la puesta en escena y ni hablar de la banda de sonido que es brillante. A esta película la podés repasar en el futuro otra vez y vas a encontrar y elementos y guiños hacia el contexto cultural que inevitablemente se escapan durante la primera experiencia. No es un dato menor que Wright además nos regala la última actuación de una figura legendaria del Swinging inglés como fue Diana Rigg, la emblemática protagonista de la serie Los vengadores, un programa que reflejó como pocos el espíritu de ese movimiento juvenil. Su presencia en esta producción no fue una casualidad y se despidió por la puerta grande con una labor estupenda. A diferencia de lo que daban a entender los avances este film no se concentra tanto en el género de horror, sino que elabora una propuesta de misterio que contiene elementos fantásticos. Los fans del giallo italiano podrán detectar con facilidad cierta influencia del cine de Dario Argento, Mario Bava y la primera época de Roman Polanski. Sin embargo, el director no se estanca en la imitación del arte de aquellos realizadores sino que le da una vuelta diferente al tono del relato que resulta muy interesante. Se nota claramente la devoción de Wright por las expresiones artísticas de los ´60 pero lejos de limitarse a romantizar el período también aborda el lado oscuro de esa cultura. La película lidia con el sexismo de la época y la clase de situaciones tóxicas que padecían las mujeres y que la sociedad de ese momento normalizaba. El film de ese modo presenta una reflexión al respecto en los tiempos del Me Too y por consiguiente el espectáculo no se limita únicamente a la celebración nostálgica. En lo referido al reparto una carismática Thomasin McKensie (Old) se roba la película con una gran interpretación donde compone a una digna heredera de Nancy Drew. Anya Taylor Joy por su parte en un rol secundario tuvo la oportunidad de sobresalir con una composición dramática como no lo hizo en sus últimas películas donde se la notaba un poco más apagada. Una debilidad de El misterio de Soho es que la trama resulta más predecible de lo esperado y queda la impresión que en este proyecto el director puso toda su atención en los aspectos visuales. El tema con Edgar Wright es que el guión más flojo de su filmografía (probablemente sea este) sigue siendo superior y más efectivo que la gran mayoría de las propuestas hollywoodenses que se estrenan en estos días. Más allá de reconocerle sus falencias en el argumento, en lo persona la recomiendo y creo que sobresale entre las propuestas destacadas del 2021.
Ghostbusters: El legado es una película donde el estudio Sony buscó reconciliarse con el fandom de esta franquicia tras ese ejercicio cinematográfico de estupidez que ofreció la aberración del director Paul Feig en el 2016. Un film cuyo rechazo popular cierto sector de la crítica intentó convertir en una cuestión de género que nunca se relacionó con las causas reales del descontento. El problema no eran las actrices sino que el tono de la obra no era compatible con el tipo de propuesta que se esperaba de los Cazafantasmas. Por el contrario, ofrecía un sketch malo y tedioso de Saturday Night Live que ni siquiera era gracioso. El simple hecho que un medio como The Guardian, que alabó la bazofia de Feig, hoy le pegue a esta nueva entrega por su exceso de nostalgia lleva la tranquilidad que Jason Reitman no defrauda en absoluto con su trabajo. Un realizador que debuta en el cine mainstream con una propuesta que no tiene ninguna relación con el contenido de su filmografía. Desde que debutó en el 2005 con la sátira Gracias por fumar sus trabajos siempre se desarrollaron en el circuito independiente con filmes como Juno, Young Adult, Tully o el drama político The Front Runner, que poco tuvieron que ver con la clase de contenido que desarrolló su padre. En este proyecto Reitman Jr. busca revivir la franquicia a través de una película que evoca con mayor solidez el tono de los filmes originales y toma una enorme influencia del Steven Spielberg de los años ´80. Se trata de una propuesta familiar pensada exclusivamente para que los fans veteranos de Ghostbusters disfruten con sus hijos/as una aventura más de la serie y que al mismo tiempo busca captar el interés de una nueva generación de espectadores. La película está anclada claramente en la nostalgia, un recurso al que apela el Hollywood de la actualidad que enfrenta desde hace años una enorme crisis creativa. Si bien el peso del fan service es imposible de ignorar, en defensa de Reitman es justo destacar que lo manejó de un modo ameno frente a otros estrenos que vimos este año, como Space Jam 2 o Free Guy que fueron más burdos en este aspecto. Los nuevos personajes generan una empatía absoluta desde su introducción gracias a un gran reparto donde sobresalen especialmente Paul Rudd y Mckenna Grace, la gran protagonista y heroína de esta entrega. Desde el momento en que aparece en escena le crees por completo que es la nieta de Egon Spengler y forma una muy buena dupla con el debutante Logan Kim, un gran hallazgo del director. El casting de Finn Wolfhard fue un gancho comercial para atraer al público centennial seguidor de Stranger Things ya que su rol en el film es completamente intrascendente. El personaje se podría eliminar del argumento y no altera en absoluto el conflicto central debido a que la figura principal es Mackenna Grace, quien lo opaca notablemente. Finn no está mal pero la trama tampoco le dio demasiado espacio para sobresalir. Como mencioné previamente, la película está dirigida a un público familiar y el tratamiento de los elementos fantásticos responden a este perfil. En ese sentido se nota bastante que Reitman escribió el guión junto a Gil Kenan, responsable de esa gran película animada que fue Monster House que tenía una estilo similar. Los fantasmas y monstruos que aparecen en el relato junto con las atmósferas de misterio están muy influenciadas por las películas animadas de Scooby Doo, un detalle que sobresale también en el diseño de producción y en especial en la fantástica labor que hicieron con la macabra vivienda de los Spenglers. En lo referido a los aspectos técnicos la película es impecable y sorprende con una simpática fusión de CGI y efectos prácticos que abrazan la marcada impronta nostálgica del film. Si bien El legado es una continuación de las primeras dos entregas originales, un adición interesante de este episodio pasa por el contenido sentimental que tiene la trama en torno a la figura de Egon Spengler. Sobre todo hacia el final sorprende con algunos momentos emotivos que van a sorprender al público más fan de la franquicia. Si hubiera que objetarle algo al trabajo de Jason Reitman es que tal vez le faltó una vuelta de tuerca más a la premisa del conflicto central para que no resultara tan parecida a la obra original. Sin embargo eso no afecta a la experiencia del visionado en su integridad. En un año donde no hubo grandes películas notables en materia de cine pochoclero, la nueva entrega de Ghostbusters al menos restaura la dignidad perdida de la franquicia y no defrauda en materia de entretenimiento. Si eligen verla recuerden que hay dos escenas adicionales durante los créditos finales.
A comienzos del siglo 21 cuando surgió la serie CSI del productor Jerry Bruckheimer, Gary Dourdan sobresalió como una de las grandes promesas del reparto. Un buen actor carismático que daba la impresión en ese momento que tenía el potencial para construir una carrera cinematográfica en producciones populares de Hollywood. Eso nunca sucedió debido a su adicción a las drogas, que sumado a causas de violencia de género contra su pareja, lo desterraron prácticamente del mundo del espectáculo en Estados Unidos. Dourdan terminó arruinado financieramente e intentó sobrevivir en los últimos años con papeles menores en filmes marginales. Este año finalmente obtuvo un rol protagónico en esta película de acción que consiguió distribución internacional en los cines y representaba su regreso profesional. El título original, Día de redención, era una referencia al caos que atravesó en su vida personal. Lo cierto es que el actor tendrá que esperar otra oportunidad porque El rescate es una de las peores películas de acción que se estrenaron este año. Más allá de un guión mediocre que atrasa culturalmente 40 años, como mínimo, la dirección del realizador de Marruecos, Hicham Haji es un desastre. Un sujeto que no tiene ningún sentido de la narrativa, de manejo del suspenso y mucho menos de la realización de secuencias de acción. Las escenas de peleas y tiroteos son tan pobres que ni siquiera las encontrás en un corto amateur de You Tube. Si a esto se le suma una premisa trillada que ya se narró mejor en otros filmes, no hay grandes méritos que justifiquen pagar una entada de cine para ver esto. Cualquier película clase B de Liam Neeson o Scott Adkins ofrece un producto más digno. En Netflix podés encontrar producciones del género más decentes como la francesa Bala perdida que al menos tiene secuencias de acción bien elaboradas. Nadie espera encontrar en un estreno de este tipo un argumento de Aaron Sorkin (Cuestión de honor) pero al menos debería ofrecer un pasatiempo entretenido y el trabajo de Haji falla miserablemente en ese aspecto. Andy García, Martin Donovan (Tenet) y Ernie Hudson en modo zombis no aportan nada y están completamente desperdiciados en un guión estúpido que encima es aburrido. Falla en lo argumental, no aprovecha el reparto que tiene y la realización de las secuencias de acción son horrendas. Imposible rescatar algo positivo de este estreno que califica entre las peores propuestas que brindó el género durante esta temporada.
Los Eternals llegan al cine con un ensañamiento negativo de cierto sector de la prensa que se siente exagerado. Aunque como propuesta cinematográfica y adaptación del cómic resulta decepcionante, tampoco es la peor película de la franquicia. En el pasado vimos situaciones parecidas donde los proyectos quedaron a cargo de realizadores talentosos que sobresalen en otro tipo de cine, pero después no consiguen conectarse con los contenidos de las historietas. Eterno resplandor de una mente sin recuerdos es probablemente una de las mejores películas que surgieron a comienzos del siglo 21 y nadie puede cuestionar que Michael Gondry es un gran director, sin embargo cuando le tocó adaptar El avispón verde hizo un desastre. En ese caso también le jugó en contra el horrendo guión de Seth Rogen. Con este estreno sucede algo similar. Mientras Marvel siga con esta actitud pretenciosa de delegar las películas en directores aclamados del cine independiente que no tienen ninguna empatía por el género de superhéroes vamos a tener más películas como los Eternals. A veces puede salir bien como ocurrió en Black Panther, donde Ryan Coogler se conectó con el personaje y el mundo de fantasía que ofrecía, pero son ejemplos que tienden a ser excepciones. En el caso de Chloe Zhao, quien viene de ganar el Oscar por Nomadland, creo que ella tuvo la intención de aportar algo diferente (y por momentos lo consigue) pero la dimensión ambiciosa de esta propuesta la superó y la película se le fue de las manos. Tampoco ayudó que tuviera un equipo de ineptos a cargo del guión como Patrick Burleigh, cuyo mayor mérito fue Peter Rabbit 2 y los hermanos Firpo, una dupla de realizadores de cortos institucionales para UNICEF. Pese a todo, Eternals cuenta con algunas cualidades que sería injusto no resaltar porque tampoco todo es un desastre como lo pintan las críticas más negativas. En principio cabe destacar que se trata de la primera película del MCU que hace el esfuerzo por despegarse de la fórmula comercial del estudio y ese es un mérito que hay que reconocerle a Zhao. Desde las secuencias iniciales el tono del relato es mucho más serio de lo que estamos acostumbrados a ver en esta franquicia y toma el riesgo de introducir a los personajes de un modo diferente. En lo referido a los aspectos visuales sobresale también el diseño de producción que ofrece una muy buena ambientación en escenarios de diversas culturas. Por otra parte, el humor quedó relegado a un plano secundario y aunque ningún chiste resulta desopilante ese contenido nunca llega a ser una molestia. La trama está inspirada por las versiones más actuales de los Eternals en los cómics y consigue establecer algunas cuestiones filosóficas que son interesantes. De no ser por alguna mención a un par de supehéroes conocidos, el primer acto prácticamente no parece un film de Marvel y eso es muy positivo porque esta saga necesitaba un poco de aire fresco. Lamentablemente el interés que podía despertar este espectáculo enseguida se desinfla con la ejecución de los conceptos establecidos y en esta cuestión sobresale el problema del guión. La película de Zhao intenta abarcar tantas cosas a la vez que el resultado final termina siendo caótico, ya que se introduce la compleja mitología de los personajes, la presentación del reparto, las temáticas de diversidad y un conflicto central que no despierta demasiada emoción. No había ninguna necesidad que la película de los Eternals tuviera diez personajes centrales. Podrían haber comenzado con cuatro o cinco miembros del grupo para introducirlos de a poco y con el paso del tiempo sumar al resto. Angelina Jolie, por ejemplo, está excelente en el rol de Athena pero apenas se la puede disfrutar debido a que la narración salta de un personaje a otro y a esto se le suma los numerosos flashbacks de exposición que transcurren en diversos períodos de la historia humana. En cuanto al rol de los villanos la labor de los guionistas es bochornosa y califica entre lo peor del MCU. Los Deviants, que en el cómic representan una interesante raza alienígena con una agenda particular en la Tierra, en la película terminaron convertidos en bichos rechazados de un casting de Jurassic Park con un paupérrimo CGI. La directora Zhao tampoco presenta grandes ideas a la hora de plasmar el concepto de los Eternals en un espectáculo visual atractivo. Más allá de sus redundantes escenas con la puesta del sol al atardecer, el tratamiento de la acción y la fantasía es terriblemente insípido y se nota su desconexión absoluta con este género. En cuanto al contenido de inclusión y diversidad que tanto promociona el estudio, la verdad es que el tratamiento de esta cuestión es irregular. Después de 20 películas donde jamás les importó abordar estas cuestiones ahora de la nada usaron a los Eternals como chivos expiatorios para lavar culpas. Bievenida sea la diversidad al MCU pero hay que trabajarla con más honestidad para que no se sienta un golpe marketinero. El personaje de Phastos, que ahora es representado como un hombre gay, dentro de todo quedó bien parado al tener un mínimo desarrollo que nos permite conocer su vida familiar. Un caso diferente lo encontramos en el rol de Makkari, a cargo de la actriz sorda Lauren Riddof, quien es tratada como un objetivo decorativo que aparece en las pocas secuencias de acción. Al margen de recordarnos que la heroína superveloz tiene más dignidad que el Flash de Ezra Miller, la condición de su sordera queda como un burdo casillero que los productores completaron en la planilla de diversidad. Nunca le dan un lugar para destacarse ni se desarrolla su historia, en parte por esta cuestión que mencioné sobre el exceso de personajes que impide tener una introducción correcta del grupo. En definitiva los Eternals dejan el sabor amargo de contar con una ejecución insípida que no despierta ningún entusiasmo por esta fase del MCU. Por cierto, el film cuenta con dos escenas post-créditos intrascendentes que podrán ser más apreciadas por los lectores de cómics, ya que el resto del público no entenderá absolutamente nada.
El fenómeno internacional de la miniserie de HBO sobre el desastre de Chernobyl estrenada en el 2019 no cayó bien en Rusia y poco después de su exhibición la industria cinematográfica de ese país enseguida se puso en marcha para contar su versión de los hechos. De este modo surgió la primera gran producción local relacionada con esta temática. El resultado es un film bochornoso que trae al recuerdo (y esta es la gran paradoja) esas películas norteamericana del cine catástrofe que se hicieron para la televisión en los años ´90. La dirección corrió por cuenta del actor (también portagonista) Danila Kolovzkiy, miembro del reparto de la serie Vikings, quien debe ser un fan apasionado de Michael Bay y en este caso presenta una especie de Pearl Harbor ruso con el tema de la planta nuclear. La trama elabora un melodrama barato entre un bombero y una peluquera que tiene como contexto el accidente de la planta nuclear. La película tiene la intención de rendirle homenaje a los primeros rescatistas que llegaron al lugar de los hechos poco después de la explosión y hubiera sido un gesto noble si el contenido de la historia no estuviera contaminado por la estupidez. El relato de Kolovzkiy abusa de escenas inverosímiles que son imposibles de comprar. Por ejemplo, el hecho que el protagonista entre y salga de la zona de la explosión como sin nada y la radiación no lo afecte, mientras sus compañeros caen como moscas. Después tenemos otro momento de idiotez descomunal con un nene que capta con filmadora el momento exacto de la explosión (muy conveniente) con el fin de intensificar el melodrama relacionado con las víctimas de la radiación. Para quienes no conocen la historia de Chernobyl la película deja la impresión que saltó una térmica y después algún cortocircuito se fue de las manos, sin embargo lo importante es que el pueblo ruso se mantuvo unido. El concepto de la autocrítica no existe y todas las cuestiones que se denunciaban en la serie de HBO en este caso optaron por esconderlas debajo de una alfombra, no vaya a ser que se ofendiera al régimen soviético. La única característica rescatable de esta película, es justo mencionarlo, pasa por el desarrollo del primer acto antes que se desate la tragedia. En los primeros 15 minutos podemos ver con una lograda reconstrucción del período, la vida cotidiana en la ciudad de Prypyat, una localidad que representaba el orgullo de la Unión Soviética. Esas escenas detallan también como la cultura occidental empezaba a infiltrarse dentro de la comunidad rusa a mediado de los años ´80 y dentro de la historia es un elemento que estuvo bien trabajado. El resto es un desastre porque aborda tema complejo desde el melodrama artificial sin el menor interés por explorar con madurez y honestidad los hechos que llevaron al desastre y sus consecuencias. Ahora si buscan una telenovela sensacionalista con el tema de Chernobyl esta película probablemente los deje más satisfechos.
Ron da Error representa la primera película de Locksmith Animation, una nueva productora inglesa fundada por ex artistas de la compañía Aardman (Wallace y Gromit). Entre ellas Sarah Smith, quien en el 2011 dirigió para Sony, la excelente Operación regalo (Arthur Christmas). Esta primera obra que estrenan deja la impresión que la empresa vendría a ocupar ese nicho vacio que dejo el cierre de Blue Sky (La era de hielo). Curiosamente el film será el único producto distribuido por Disney, a través del sello Fox, ya que los próximos proyectos que se encuentran en producción serán desarrollados junto a Warner Bros. La ópera prima de Locksmith es una propuesta muy amena y entretenida para los más chicos que sigue los parámetros de ese cine genérico de animación computada hollywoodense. El estilo de humor y los diseños de los personajes mantienen el perfil que a menudo encontramos en estas propuestas. La particularidad de esta producción es que más allá de la comedia y la aventura, la trama le transmite al público infantil un mensaje que está muy bien elaborado y es de máxima actualidad. El argumento presenta una crítica a la cultura de apego y obsesión con las redes sociales y los dispositivos tecnológicos que tienden a deteriorar los vínculos humanos. Más allá de los numerosos clichés que contiene el film, donde no falta el niño con uno de los padres fallecidos o ausentes y el humor escatológico, al menos el mensaje de la historia tiene un poco más de contenido. No se percibe en Locksmith una identidad propia en el producto que presentan pero esta es la primera película que estrenan y habrá que ver por donde se encaminan sus próximos proyectos. Por el momento Ron da error es un estreno decente para los más chicos.
ero. Villeuneve nunca termina de contar por qué es tan importante el conflicto entre las casas reales de Atreides y Harkonnen ni consigue generar empatía y mucho menos interés por el protagonista, Paul Atreides. Un muchacho que encima carga con el estigma de arrastrar el infumable cliché de la profecía del Elegido. En general los personajes no son carismáticos y se nota un problema narrativo para generar situaciones de tensión o suspenso que nos permitan tener una mayor conexión con el cuento que se presenta. Al menos para el público que no está familiarizado con este mundo. Probablemente los fans que ya conocen por donde va la trama la disfruten de otra manera. Pese a que el film dura dos horas y media no hay un gran desarrollo de los protagonistas (sobre todo de los villanos y su agenda) ni se construye un clímax sólido que despierte entusiasmo por conocer la continuación. El reparto reúne artistas de primer nivel que prácticamente tienen presencias testimoniales y aunque todos ofrecen interpretaciones decentes ninguna figura se come la película. Rebecca Ferguson y Charlotte Rampling sobresalen un poquito más en algunas escenas dramáticas, mientras que Javier Barden y Zendaya en breves participaciones generan interés por conocer más sobre sus personajes en una potencial continuación. En lo referido a las temáticas del argumento, toda la profundidad filosófica y las referencias ecológicas sobre la que tanto había escuchado hablar la verdad que en este film brillan por su ausencia. Tal vez ese contenido se guardó para más adelante pero en esta entrega claramente no tuvo prioridad en la narrativa. La enorme frustración que deja Duna es que se trata de una obra incompleta que termina con un final abrupto con el fin de anunciar una continuación que no sabemos si llegaremos a ver. Hasta ahora el estudio Waner no le dio luz verde a la siguiente película ni existe una fecha de estreno definida. Me parece que el gran problema de esta producción, más allá de su ritmo narrativo, radica en que Villeneuve no pudo filmar de manera simultánea las dos películas que comprenden este arco argumental, como lo hizo Adam Wingard con las últimas dos historias de Godzilla. De este modo la concreción de la segunda parte dependerá del desempeño del film en la plataforma HBO Max y existe el riesgo de que nunca se haga, ya que el estudio tampoco parece demostrar demasiada fe en esta franquicia. La pobre y tibia campaña de marketing y promoción que le destinaron se relaciona con esta cuestión. El tema es que después si el proyecto sale adelante habrá que esperar dos o tres años hasta que llegue a los cines y el interés, al menos para el público que no es fan de Herbert, se desinfla un poco. Para la enorme ambición que presenta la película es raro que Warner y la productora Legendary manejaran el proyecto de esta manera. Ojalá Villeneuve pueda filmar el siguiente episodio ya que se nota que fue un proyecto personal al que le puso una enorme dedicación y este primer film funciona como una introducción a una saga que todavía no habría mostrado lo mejor de su contenido.
Halloween Kills prueba que la nueva trilogía desarrollada por la productora Blumhouse la ataron con alambre sin una planificación previa. Es decir, no concibieron la trama general para ser narrada en tres capítulos, sino que hicieron el primer film y dejaron un final abierto por si les iba bien en la taquilla. Cuando cerraron los números le dieron luz verde a la segunda parte y a partir de ahí se desarrolló el argumento de la nueva entrega. La decepción de esta propuesta pasa por el hecho que la historia no avanza en absoluto y desaprovecha a Jamie Lee Curtis, quien se había destacado en la película anterior con su interpretación y esta vez quedó estancada en un rol más limitado. Durante gran parte de la trama Laurie Strode se la pasa internada en un hospital y no tiene mucho para aportar en el nuevo conflicto. En esta oportunidad el protagonismo recae en el rol de Tommy Doyle, interpretado por Anthony Michael Hall, quien reaparece como una especie de Luis Zamora de Haddonfield que organiza a los vecinos con autodeterminación y libertad (The Evil dies tonight!) para linchar al psicópata. La trama incluye una paupérrima crítica a la justicia por mano propia que el director David Gordon Green ejecuta de un modo burdo e inepto como tantos otros momentos de este film. En lugar de elaborar una buena historia que expandiera y desarrollara algunas de las ideas que se habían establecido en el episodio previo, los realizadores optaron por centrarse en el contenido de fan service que califica entre los más obscenos que hubo en los estrenos de este año. El resto es lo mismo de siempre con Myers vagando por las calles mientras masacra víctimas que se exponen ante el asesino de un modo estúpido. Quienes busquen escenas de gore quedarán satisfechos si bien en este aspecto el film termina siendo más light que las dos producciones que hizo Rob Zombie. En el acto final Green lleva el contenido de idiotez a un nuevo nivel al convertir a Michael en un John Wick de los asesinos seriales con el burdo fin de justificar la próxima continuación. La realidad es que estos personajes clásicos hoy brindan más satisfacciones en los fan films independientes estrenados en You Tube que en las propuestas que ofrecen los grandes estudios. Tal vez el fanático acérrimo de Halloween la disfruté más. En lo personal no me gustó el rumbo que le dieron a la trama y como exponente del subgénero slasher termina siendo olvidable.
A los 83 años Ridley Scott regresa a los cines con su mejor película desde American Gangster, donde ofrece un interesante drama medieval basado en hechos reales. La trama de El último duelo es apasionante porque se relaciona con un misterio sin resolver de la historia francesa. En 1386 un caballero llamado Jean de Carrouge se enfrentó en un duelo contra el hombre acusado de haber violado a su esposa. Sin embargo el supuesto agresor se presentó a la contienda con el apoyo de un montón de gente que creía en su inocencia. ¿Sir Jacques Le Gris realmente violó a Marguerite de Carrouges o le tendieron una trampa? Desde entonces esta cuestión se debate entre los historiadores y juristas donde existen varias interpretaciones sobre el caso. La película de Scott, que cuenta con el guión a cargo de Ben Affleck, Matt Damon y Nicole Holofcener, toma como fuente los análisis más contemporáneos que inclinan la balanza a favor de Marguerite. Durante siglos historiadores aferrados a una cultura machista intentaron retratarla como una especie de Lady McBeth conspiradora con el fin de condenar a quien había sido la víctima del abuso. Una versión que nunca tuvo demasiado sentido. Las investigaciones más recientes rescatan la figura de esta mujer que se animó denunciar ante la Ley la agresión que había sufrido ocurrido con toda la monarquía francesa y la Iglesia en su contra. En este proyecto Scott adoptó una estructura narrativa que evoca el clásico Rashomon, de Akira Kurosawa, donde el conflicto se narra de las perspectivas de los tres personajes principales. El tercer episodio centrado en el punto de vista de Marguerite, a cargo de una excelente Jody Comer, es el más interesante ya que ahonda en profundidad en esa cultura misógina de la antigüedad que poco tiene que ver con los romances literarios de la época o las posteriores visiones hollywoodenses con caballeros honorables. Hay una intención del film en ese sentido de explorar el concepto de la masculinidad tóxica y ese sistema que lo amparó durante siglos. Affleck y Damon, cuyo último guión en conjunto había sido Good Will Hunting (por el que ganaron un Oscar en 1998) ofrecen interpretaciones estupendas junto a Adam Driver, a quien siempre le sienta bien los personajes despreciables. Sin embargo, la gran figura del film es Jody Comer, quien a partir de la segunda mitad del relato sobresale con los momentos más destacados. En materia de realización nos encontramos ante un Scott inspirado que ofrece una experiencia cinematográfica para ser disfrutada en la pantalla grande. Desde los aspectos visuales El último duelo es la mejor obra que brindó en la última década y llama la atención por un detalle en particular. Las secuencias de acción presentan una violencia visceral que por lo general solemos encontrar en las ediciones en dvd del corte del director o las versiones extendidas. Por alguna razón, Ridley logró imponer su visión en el corte para cines y todas las secuencias de batalla son de una crudeza impactante. Durante el clímax ofrece el mejor combate de justa de la historia del cine y no es una exageración, cuando vean la película lo van a comprobar por su cuenta. Scott despoja el combate de todo entretenimiento pochoclero para retratar con realismo esa brutalidad primitiva que tenían esos encuentros. Una elección del director que le aporta al momento un enorme impacto emocional, ya que la pelea no se narra como una coreografía estilizada. En resumen, El último duelo es un gran trabajo de este maestro del cine que en breve regresará a las salas con una propuesta diferente protagonizada por Lady Gaga. Hasta ese momento esta producción sobresale entre las mejores opciones de la cartelera.
La película animada de Los locos Addams, estrenada en el 2019, se destacó como la producción más taquillera en la historia de esta franquicia al superar en la recaudación los 200 millones de dólares. Una cifra que en el pasado no llegaron a conseguir los filmes live action dirigidos por Barry Sonnenfeld. Nunca entendí por donde pasó el gran atractivo de ese film que era bastante olvidable, pero por alguna razón pegó muchísimo, especialmente en los Estados Unidos donde obtuvo una taquilla impresionante. Sobre todo si tenemos en cuenta que su presupuesto había sido de apenas 24 millones de dólares. Unas semanas después del estreno la Metro-Goldwyn-Meyer enseguida le dio luz verde a la continuación y los productores a las apuradas tuvieron que sacar el proyecto adelante para entregar el film en octubre de 2021. En esta cuestión encontramos la gran falencia de esta producción, donde se nota que no tuvieron tiempo para pensar una historia que al menos le brindara al público un entretenimiento más ameno. La trama roba la premisa de lo que fue la primera serie animada de Hanna-Barbera de 1973, donde los Addams cruzaban de costa a costa los Estados Unidos en un viaje de vacaciones. Un concepto que permitía generar humor a partir del choque cultural entre la excéntrica familiar y las diversas comunidades de ese país. En este film no supieron aprovechar la idea y el tipo de comedia que se ofrece enseguida resulta trillada. Un enorme problema que tiene este film es que rompe con el principal atractivo de los Addams que siempre residió en los vínculos personales entre los miembros de la familia. En esta ocasión intentaron centrar la trama en Merlina con el fin de darle un mayor protagonismo y no funciona porque el personaje es terriblemente aburrido cuando no está rodeada por el resto del reparto. Por algún motivo la premisa del viaje de vacaciones luego de unos minutos es abandonada en la narración y el conflicto muta en una aventura rara con la hija de los Addams y un científico loco que reclama ser su verdadero padre. Otra idea fallida con la que tampoco se hace nada interesante. La animación es decente y retoma la estética del film anterior pero carece de un argumento que le haga justicia a estos personajes. Tal vez para los más chicos el espectáculo resulte llevadero, sin embargo para los fans adultos de los Addams cuesta muchísimo llegar al final de la película por el gran tedio que brinda. Se nota que la hicieron a las apuradas para sacar la continuación enseguida y eso terminó por afectar su calidad artística.