Un mono gigante destroza edificios y se come a la gente que encuentra en el camino. ¿Cómo construís una película sobre un video juego que tiene ese concepto limitado? Esto no es Tomb Raider o Assassin´s Creed que cuentan con historias más desarrolladas o Castlevania, por citar otro clásico, que al menos te permite explorar su mitología. Ante esa disyuntiva el director Brad Peyton (Viaje al centro de la Tierra 2, Terremoto) optó por la mejor opción que fue evocar la fórmula de los viejos filmes japoneses de Godzilla de los años ´70. Por lo general los mejores momentos de aquellas películas tenían lugar en la última media hora, cuando los monstruos se iban literalmente a las manos y destruían la sufrida ciudad de Tokio. El resto, especialmente las subtramas de los personajes humanos, era olvidable. Eso es exactamente lo que ocurre con Rampage, que tiene un buen comienzo con la presentación de los protagonistas, luego se pone densa con una historia aburrida y finalmente levanta en el tercer acto cuando la narración se concentra a pleno en la acción. Los efectos especiales son decentes y el desquicio final con los monstruos consigue ser entretenido pero no hay más que eso. Las grandes figuras de Rampage que se roban el film son el mono George y el lobo Ralph, que brindan las mejores interpretaciones aunque son personajes digitales. El resto es bastante pobre. The Rock ya cansó con el mismo personaje de siempre y en este film se lo nota un poco más apagado que de costumbre, si bien rema la película con profesionalismo. Naomi Harris, una gran actriz que hace poco ganó el Oscar por su labor en Moonlight, acá aparece para justificar en la trama una presencia femenina. Sin embargo, su personaje es obsoleto y no aporta nada. Jeffrey Dean Morgan, quien vive un gran momento en la serie The Walking Dead, deja la sensación que entró al set de Rampage por accidente y filmó de onda un par de escenas. Su papel no tiene sentido y parece pertenecer a otra película. En el caso de Malin Akerman (Watchmen, The Final Girl) la actriz brinda una de sus peores actuaciones junto con el insoportable Jake Lacey (The Office). Ambos componen un par de villanos sobreactuados, típicos de los dibujos animados de los años ´90, que resultan irritantes. Cada vez que aparecen en escena esta película decae por completo y uno le ruega a la pantalla que la narración regrese con los monstruos. Por esa razón, lo único rescatable de esta película son los bichos gigantes que tienen sus momentos destacados hacia el final. Supongo que a los productores del Monster Universe de Warner no les debe haber caído bien que el estudio estrenara esta película porque ya quemaron la escena de combate entre King Kong y Godzilla. En esta producción sin ir más lejos incluyeron un reptil que es un robo del monstruo asiático. Van a tener que esmerarse en crear secuencias de acción más elaboradas para que después la gente no diga que la próxima película es “una copia de Rampage”. Para resumir, si buscás un film pochoclero para entretenerte un rato con un collage de efectos especiales es una propuesta que zafa, pero dentro del género no deja de ser otra adaptación de un video juego para el olvido.
Un lugar en silencio es una de las grandes sorpresas cinematográficas de esta temporada y probablemente quedará en la selección de las mejores películas de terror y suspenso del 2018. Se trata de la segunda obra como director del actor John Krasinski, quien hace poco se destacó en el film bélico de Michael Bay, 13 Horas, y en breve debutará como la nueva encarnación del agente de la CIA, Jack Ryan, en una nueva serie de Amazon. Krasinski ya había incursionado en la dirección en el 2016 con The Hollars, un drama familiar que no tuvo difusión y en su nuevo proyecto se metió de lleno en el terreno del suspenso y el horror con un film que evoca los primeros trabajos de M.Night Shyamalan. Si bien la historia es muy diferente Un lugar en silencio por momentos trae al recuerdo a Señales, con Mel Gibson, por el modo en que se abordan los momentos de tensión. Lo genial de esta película y el principal motivo por el que la recomiendo es que Krasinski concibió una propuesta para ser disfrutada especialmente en una sala de cine. Se trata de esa clase de experiencias donde la ambientación de la sala a oscuras marca la diferencia. No es lo mismo descubrir esta historia en tu casa o frente al monitor de una computadora. Krasisnki en este caso elaboró un gran thriller con una premisa sencilla pero fascinante. En el año 2020 la Tierra se encuentra invadida por unos monstruos ultra sensibles al sonido que atacan a los humanos cada vez que escuchan un ruido. El silencio es la única herramienta para sobrevivir. Si hablás o generás el mínimo ruido con el movimiento de una silla los bichos te devoran y son implacables en su tarea. A partir de ese concepto el director, quien además es uno de los principales protagonistas, construye un thriller aterrador que más allá de los momentos de suspenso sobresale por el trabajo dramático del reparto. Emily Blunt, quien es la esposa de Krasinski en la vida real, tiene muy buenos momentos en este film y el casting de los chicos fue excelente. Gran parte de sus interpretaciones se centran en las expresiones faciales y el lenguaje físico, debido a que los personajes no pueden hablar por la amenaza de los monstruos. Aunque el diálogo es mínimo, la interacción entre los protagonistas y las situaciones límites que enfrentan resultan fascinantes por el modo en que el director las trabaja en su narración. En estos días donde nos acostumbramos a ser decepcionados por el género de terror con películas malas sin inspiración, que copian las mismas fórmulas argumentales de siempre, Un lugar en silencio al menos consigue atrapar con creatividad la atención del espectador durante toda su duración. Son 90 minutos donde no sobra una escena y el nivel de tensión es por momentos desesperante. Cabe destacar que esta película fue un proyecto de John Kransinski que financió Michael Bay con su compañía productora Platinun Dunes. El director de la infumable saga Transformers cada tanto se ilumina y produce películas de calidad como esta o 13 horas que fue una buena propuesta dentro de su género. Recomiendo que no dejen pasar Un lugar en silencio en los cines porque está destinada a sobresalir entre las mejores producciones de este año.
La nueva película de Mazinger Z es una amena celebración nostálgica del más grande robot de la animación japonesa. El argumento del film no quedará en el recuerdo entre las mejores aventuras del personaje, pero eso no opaca el trabajo extraordinario que presenta el estudio Toei en los aspectos técnicos. La brillante combinación de animación tradicional con CGI, que respeta y evoca la estética de las serie de televisión original, sumado a la ejecución de las imponentes secuencias de acción son dos motivos suficientes para disfrutar este estreno en el cine. La película no tiene reparos en festejar el 45 aniversario de Mazinger con una producción que se hizo exclusivamente para los fans del viejo animé. El resto toca de oído. A diferencia de lo que fueron los últimos largometrajes de Dragon Ball, donde los realizadores apostaron a captar a una nueva generación de espectadores, con el film del robot se da el caso contrario. Me atrevería a afirmar que quienes no hayan sido seguidores de las series originales de los años ´70, Mazinger Z (1972-1974) y Gran Mazinger (1974-1975) se quedarán afueran del 80 por ciento de los guiños y referencias que se incluyeron a las historias clásicas del robot. Por otra parte, la complejidad de la trama genera que no sea una propuesta recomendable para chicos, ya que el tono del film está claramente dirigido a un público adulto. Esta es una película que se hizo exclusivamente para los viejos fans del personaje. La nostalgia juega un papel fundamental en la recepción del film, que encuentra su momento más emotivo en la secuencia de créditos iniciales, donde suena el tema original y se repasan los grandes momentos del animé. El argumento, que se desarrolla diez años después del final de Gran Mazinger, funciona como una conclusión definitiva de la eterna pelea entre Koji Kabuto y el Doctor Hell. El director de la serie One Piece, Junji Shimizu, sobresale cada vez que su narración se enfoca en la acción, con algunas secuencias épicas donde aparecen los enemigos más célebres que enfrentó Koji en el pasado. La parte técnica es intachable y no se le puede objetar nada. Los inconvenientes de este film pasan más que nada por decisiones argumentales que tomaron los realizadores. En este caso desarrollaron una trama más compleja que se encamina por el terreno de la metafísica y por momentos resulta confusa de seguir. Quisieron hacerla más profunda y se embrollaron con un conflicto raro que carece de la emoción que solía tener el animé. Tampoco ayudó el tratamiento de los personajes femeninos que están estancados en la pasividad absoluta. En ese sentido resultó una decepción que Yasaka, la clásica piloto del robot Afrodita, quedara relegada a un rol muy secundario donde no tiene demasiado para hacer. En un momento aparece con el uniforme de batalla que usaba en el primer animé pero los realizadores no la dejan intervenir en la secuencias de acción que están limitadas a los personajes masculinos. Otro detalle llamativo es que el film mantiene el contenido machista del dibujo animado de los ´70, donde se retrataba como algo normal que un hombre le diera un cachetazo a una mujer para hacerla callar o reprimirla por alguna situación. Eso no solo está presente en el film, sino que además ahora presentan una especie de androides femeninas sexualizadas que están completamente forzadas en la historia y retrata el perfil más bizarro de la cultura asiática. Queda claro al ver Mazinger que el concepto del Ni una menos y el movimiento Time´s Up no llegó todavía a Japón o por lo menos a las oficinas del estudio Toei. La paradoja de esta situación es que Koji Kabuto, que tenía un problemita con la violencia de género, ahora aparece con un perfil maduro y reflexivo que genera más empatía que su versión juvenil. El paso del tiempo lo hizo evolucionar y su temperamento es menos explosivo. En lo personal recomiendo ver Mazinger con su idioma original y subtítulos, ya que el doblaje latino es bastante mundano y le resta bastante al film. Al margen de estas objeciones, el regreso del más grande robot de la animación japonesa se disfruta mucho en el cine y no defraudará a los fans más veteranos del personaje.
Aunque desde 1969 la Iglesia Católica, por obra del papa Pablo VI, dejó de considerar a María Magdalena como una prostituta arrepentida, en la cultura general esa fue la imagen con la quedó asociada este personaje bíblico. No bastó con el hecho que Juan Pablo II luego la revindicara como “la apóstol de los apóstoles, dentro del arte durante mucho tiempo se la retrató como una mujer penitente y poseída por demonios, quien era rescatada por Jesús de una lapidación. El cine tampoco fue muy amable con ella, ya que a menudo se la presentó como la amante clandestina de Jesús (La última tentación de Cristo, El código DaVinci) o en el peor de los casos como la prostituta enamorada del Mesías (Jesus Christ Super Star). Dentro de este contexto la película del director Garth Davis (Un camino a casa) presenta un enfoque revisionista de esta historia que redime la imagen de María Magdalena. Con una marcada impronta feminista, el relato de Davis retrata a la protagonista como una mujer comprometida con una búsqueda espiritual interna más que con los roles femeninos que demandaba la sociedad de su tiempo. Rooney Mara, quien sobresale con un gran trabajo en este papel, encarna a una joven que se niega a casarse y tener hijos, algo que despierta el repudio de su familia. A partir del encuentro con Jesús vemos como se despierta su vocación de servicio y el rol prominente que eventualmente adquiere entre los apóstoles. La película tiene un comienzo muy sólido con el origen de María Magdalena que sobresale como una mujer fuerte e independiente que se anima a desafiar las imposiciones de una sociedad machista. Un detalle interesante para destacar de este film es que las guionistas Helen Edmundson y Philippa Godslett evitaron retratar la relación de la protagonista con Jesús como un vínculo romántico, para concentrarse más en la dinámica del maestro y la discípula. A lo largo de la trama la única integrante de los apóstoles que parece entender por donde pasa la esencia del mensaje del Mesías es Magdalena mientras al resto se los ve e más dispersos con las tensiones políticas de Jerusalén. Esto eventualmente genera un fuerte conflicto ideológico entra ella y Pedro (Buen trabajo de Chiwetel Eljiofor), quien está convencido que él es el único que puede fundar la iglesia de Cristo. El director Davis desarrolla este relato a través de un puesta en escena muy bella donde sobresalen especialmente la fotografía de Greig Fraser (ganador del Oscar por Un camino a casa) y la excelente banda sonora de Jóhann Jóhannsson (Arrival), quien falleció el mes pasado a los 48 años. La solemnidad que predomina en la narración del director por momentos genera que la película se vuelva algo densa, pero después vuelve a recuperar su atractivo en el tercer acto cuando se concentra en los hechos de La Pasión. María Magdalena tuvo la ventaja de contar con un gran reparto donde sobresale también Tahan Rahim en una encarnación diferente de Judas que no se había trabajado en el cine. ¿Y Joaquin Phoenix como Jesús? Ese es un tema que va tener una recepción diferente en cada espectador. Al margen que siempre me costó comprar al Jesús blanco de ojos celestes, en este caso puntual la versión de Phoenix no me terminó de cerrar demasiado. El actor abordó el personaje como un hippy californiano de los años ´60 y aunque está muy correcto en los momentos emotivos no termina de convencer en el rol. Creo que dentro de las últimas representaciones más humanistas que surgieron sobre Jesús, Rodrigo Santoro hizo un trabajo superior en la remake de Ben-Hur. Para resumir, dentro de las recientes propuestas del cine bíblico esta película se destaca entre las más interesantes y consigue rescatar la figura de María Magdalena de los retratos misóginos que tuvo en el pasado
Un viaje en el tiempo es una herramienta que la CIA y el FBI en Estados Unidos deberían utilizar en adelante para obtener confesiones de terroristas y criminales. Esto es mucho más que una película, nos encontramos ante un hito que marcará un antes y un después en el campo de la criminología. No existe en el planeta un ser humano que pueda tener la resistencia física y emocional para sobrevivir una fusión continuada de este bodrio de la directora Ava DuVernay (Selma). Sinceramente recomiendo que si tienen la valentía de verla en el cine vayan descansados, ya que de otro modo, a la media hora de iniciada la función, los brazos de Morfeo se apoderaran de ustedes. Este film ya venía con una promoción inflada por el hecho que DuVernay fue la primera realizadora negra en desarrollar una producción de 100 millones de dólares. Si bien ese es un hecho noble que marca cierta evolución en Hollywood, el color de piel o sexo biológico de un artista no determina que su labor brindará una gran obra. Un viaje en el tiempo vuelve a recordarnos que el género de la fantasía no es para cualquiera. Podés tener prestigio y galardones en el campo documental o las biografías dramáticas que sin imaginación en este tipo de cine no vas a ningún lado. En este punto encontramos la gran desgracia de este estreno. Se trata de la obra de una mujer con creatividad limitada y sin imaginación. Tenía servido en bandeja una historia fascinante como es la novela homónima de Madeleine L´Engle, que desde hace décadas es un clásico de la literatura juvenil y la arruinó con una adaptación insulsa y aburrida. Los contenidos de ciencia ficción que presentaba el conflicto original fueron tirados a la basura para contaminar el relato con un infumable panfleto de filosofías new age, típicos de los libros norteamericanos de auto ayuda. Hace años ya que vengo reseñando los clásicos live action de Disney, especialmente los que quedaron en el olvido, y no puedo encontrar otro ejemplo de un film tan malo como este. Inclusive producciones olvidables y fallidas como El Inspector Gadget 2 al menos tenía un argumento coherente. En esta película se presenta una historia que no tiene el mínimo sentido. Unos chicos emprenden una travesía por distintas dimensiones para rescatar a su padre científico que desapareció porque el hombre “quería darle una apretón de manos al universo”. Los protagonistas cuentan con la ayuda de tres entes sobrenaturales (Oprah Winfrey, Reese Witherspoon y Mindy Kaling), que por alguna razón se visten como drag queens, y les dicen a los supuestos héroes lo que tienen que hacer. Todos los personajes adultos de este film hablan como si se hubieran tragados la obras completas de aforismos de José Narosky y después de un tiempo terminan por cansar. Los chicos que emprenden la búsqueda de su padre inician un viaje por el universo que tiene como escenarios fascinantes, un bosque, el pico de una montaña, una playa (que parece La Bristol de Mar del Plata en la primera quincena de enero) y una urbanización de los años ´50. Eso es todo. No hay una aventura emocionante que genere una atracción por este relato y todo se desarrolla de un modo muy aburrido. Inclusive el villano es una figura abstracta que no le aporta ningún interés a la trama. Otro elemento fallido que llama la atención es el casting de los niños protagonistas que es malo. Algo en lo que Disney no suele fallar pero Ava DuVernay fue quien tuvo el control de esta cuestión. Storm Reid, la figura principal, es una chica sin carisma, cuya constante cara de traste a lo largo del film, no contribuye a despertar empatía por su rol, mientras que sus compañeros actúan de un modo muy artificial. La directora además contamina el relato con una banda de sonido incoherente donde incluye canciones pop y Rhythm and Blues que no tienen ninguna relación con las situaciones que se retratan en la pantalla. Lo que genera irritación de Un viaje en el tiempo es que más allá de ser aburrida se trata de una película muy pretenciosa que aspira a ser profunda e inteligente. En un momento el personaje de Oprah Winfrey le dice a la protagonista, quien no hizo nada memorable hasta ese momento, que es una heredera de una raza de guerreros que cambiaron el mundo como Gandhi y la poeta Maya Angelou. Figuras que la mayoría de los chicos difícilmente tengan presentes pero queda bien mencionarlos para hacer más intelectual la trama. Lo único rescatable de este film es Chris Pine, quien brinda una buena actuación dentro en un rol limitado. El resto es para el olvido y no merece el valor de una entrada al cine. Ojalá Disney mejore la calidad de sus estrenos con la nueva adaptación de El cascanueces, protagonizada por Keira Knightley que llegará a los cines a fin de año.
Ready Player One trae de regreso el mejor cine pochoclero de Steven Spielberg desde Jurassic Park en 1993. Dentro de las propuestas de puro entretenimiento (dejemos al margen sus obras más serias) en esta película nos encontramos otra vez con ese maestro de la fantasía y la aventura que nos regala una experiencia inolvidable. Si bien en los últimos años el cineasta presentó trabajos relacionados con estos géneros, ninguno de esos títulos brindó la satisfacción y estado de alegría en que nos deja este estreno durante los créditos finales. La película de Tintín no generó pasión de multitudes, el último film de Indiana Jones no terminó de convencer y El buen amigo gigante fracasó a la hora de establecer una conexión con los espectadores. En este proyecto Spielberg revive la clase de magia que tuvieron los grandes clásicos populares de su filmografía en una memorable orgía nerd de 140 minutos. Ready Player One es una celebración pasional de la cultura popular de los videos juegos, los cómics, la música de los años ´80 y el cine pochoclero, con la particularidad que tiene como anfitrión a uno de los más grandes directores del cine contemporáneo. No hay modo de pasarla mal con este film y eso no significa que la película esté libre de objeciones pero el balance general es muy positivo. Resulta un desafío reseñar este propuesta en este momento porque estoy convencido que mientras menos información tengas al momento de sentarte en la butaca mayor será el regocijo durante la experiencia. Por eso motivo la crítica tranquilamente se podría resumir en una simple oración: Dejen de buscar información en los medios y vayan a ver la película en una sala de cine porque es realmente una fiesta. En esta producción encontramos a un Spielberg inspiradísimo que no tuvo más pretensión que ofrecer un gran entretenimiento. Acá no aparece la ciencia ficción con dilemas morales para debatir de Inteligencia artificial (filmes subestimados si lo hay) o Minority Report. La trama se concentra en la acción y la aventura a través de un gran easter egg cinematográfico que te abruma con la opulencia visual de las imágenes y las referencias demenciales de la historia. En un primer visionado es imposible literalmente para el ojo humano registrar todas estas cuestiones y eso también la añade a este estreno un condimento especial. Podemos verla cinco veces más y le vamos a encontrar detalles que habían pasado desapercibidos en las experiencias previas. Una cualidad enorme de la película es la maestría con la que el director fusiona a la perfección el misterio de la historia con la comedia y la fantasía donde todo está perfectamente equilibrado. Hay dos escenas particulares donde esta característica sobresale especialmente. Una carrera de vehículos histórica al comienzo de la trama y luego en un momento hermoso donde los protagonistas exploran el escenario principal de un clásico del cine. Son dos secuencias donde no queda otra opción que aplaudir de pie y agradecer a la vida la existencia de Spielberg. En los aspectos técnicos el film es inobjetable y sobresalen la calidad de los efectos especiales en las escenas del mundo virtual y la tremenda banda sonora de Alan Silvestri (Volver al futuro), quien presenta su mejor obra en esta última década. Aunque el director se la arregla para expresar una reflexión interesante sobre el peligro de encerrarse en las plataformas de entretenimiento digitales, el foco de su narración estuvo puesto en el entretenimiento. Su hubiera que objetarle algo a la película es que se queda corta a la hora de explorar un poco más el futuro distópico del mundo real que presenta y el entorno del protagonista. Al personaje principal y sus aliados los vemos permanentemente en acción pero nunca llegamos a conocerlos a fondo, más allá de sus experiencias como gamers. Esa es tal vez la debilidad más notable de Ready Player One que contaba con un gran elenco para ser más explotado. Pese a todo Mark Rylance, que aparentemente se convirtió en un artista favorito del director en su tercera colaboración consecutiva, es quien tiene un arco argumental más desarrollado y se luce con un gran trabajo como el creador del mundo virtual Oasis. En resumen, estamos ante una gran joya de Steven Spielberg que seguramente se destacará en la lista de los mejores estrenos del 2018.
Peter Rabbit representa una de las grandes obra maestras de la literatura infantil que esa gran artista que fue Beatrix Potter creó a comienzos del siglo 20. Los cinéfilos más memoriosos tal vez recuerden que hace unos años se estrenó una excelente biografía de la autora que protagonizó Renée Zellweger en Miss Potter. Una propuesta que narraba el origen de este simpático personaje. En la animación se hicieron muy buenas adaptaciones con las aventuras del conejo rebelde y aunque esta película no es la mejor de todas, tampoco resultó el desastre que parecía presentar el avance promocional. El estudio Sony tuvo problemas con esta cuestión porque los trailers fueron masacrados por los medios de prensa de Inglaterra, donde Potter es una artista muy querida. Las reacciones eran comprensibles porque en un principio parecía que el film de Peter Rabbit iba a ser otra producción mediocre del nivel de Garfield o Alvin y las ardillas. Si bien la película no está a la altura de los que fueron las brillantes entregas de Paddington, que hoy representa la excelencia en el género infantil, tampoco es un completo desastre. En Peter Rabbit se nota que hubo una puja entre los realizadores y el estudio por ser respetuosos con la obra de Potter pero al mismo tiempo adaptar al personaje en una propuesta moderna. La irreverencia del conejo está claramente presente en la trama y tiene una presentación muy divertida que captura de un modo original su personalidad. Aunque la trama no tiene nada que ver con los cuentos originales y juega por momentos con el humor negro, la película está plagada de referencias a la obra de Potter. Sobresale especialmente una secuencia magnífica, donde se narra la historia del padre de Peter, que fue realizada con animación tradicional y utiliza las ilustraciones originales que presentaban los cuentos de la artista. Rose Byrne inclusive interpreta a una ilustradora que se llama Bea y está claramente influenciada por la creadora de Peter Rabbit. Un personaje que establece una muy buena dupla con el rol que encarna Domhnall Gleason (Star War Episodio 8), quien se luce en un divertido rol cómico. La historia de amor entre estos dos personajes por momentos resulta más atractiva que los enredos de los animales, que estuvieron impecablemente diseñados por los efectos especiales. Peter Rabbit tal vez no llega a capturar del todo la magia y poesía del arte de Beatrix Potter pero tampoco resulta tediosa como la mediocre película de El pájaro loco que era horrenda desde todo punto de vista. Para los más chicos es un espectáculo atractivo y los adultos que los acompañen en el cine encontrarán un film ameno que logra ser entretenido.
El fiasco que presenta esta producción se puede resumir de un modo muy sencillo. Titanes del Pacífico, estrenada en el 2013, fue la obra de autor de un artesano del cine que no tuvo reparos en expresar su amor por el subgénero mecha del animé y las películas japonesas de monstruos gigantes. Por el contrario, la continuación no es otra cosa que el producto chapucero y desapasionado de un grupo de ejecutivos de marketing del estudio Universal (que ahora distribuye esta propuesta en lugar de Warner), que busca impulsar una nueva franquicia estilo Transformers. Con un concepto muy simple, el film original de Guillermo del Toro elaboró una historia entretenida que estaba muy influenciada por los clásicos de la animación japonesa. Si tenías una conexión con esa temática disfrutabas la película con más intensidad que el resto de los espectadores. No fue casualidad en ese sentido que a nivel comercial Titanes del Pacífico funcionara mejor en los países asiáticos que en Estados Unidos. Lamentablemente la nueva entrega es una producción que no consigue transmitir la misma experiencia. En principio esa impronta de animé que se destacaba con fuerza en el trabajo del realizador mexicano acá se perdió por completo y el resultado es un refrito hollywoodense de lo que fue el film original. Para ponerlo en otros términos, esta producción tiene una visión muy norteamericana del concepto del mecha japonés. En los aspectos visuales el nivel de las secuencias de acción y el tratamiento de los elementos fantásticos es muy ordinario y parece una película barata que se hizo a las apuradas. Todo se ve muy artificial y ni siquiera desde la estética el film consigue tener una identidad propia. Las secuencias con los robots después de un tiempo resultan redundantes y el diseño de los monstruos es bastante pobre y carece de esa variedad de detalles que presentaban las criaturas de Guillermo del Toro. De todos modos tampoco importa porque tienen un rol muy limitado, ya que gran parte del conflicto se pierde en una tediosa conspiración militar, que gesta un villano acartonado que encima hace chistes y pretende ser gracioso. Por una cuestión de spoilers no me puedo expandir en esta cuestión pero me pareció patético lo que hicieron con ese personaje. Dentro del reparto John Boyega (Star Wars) con su carisma rema completamente solo la trama y en más de una oportunidad levanta la película cuando se estanca en el aburrimiento. Su labor y la secuencia de acción final en el monte Fuji es lo único rescatable de este film. Entre las nuevas figuras, la debutante Cailee Spaeny encarna al típico personaje adolescente de Transformers que con 15 años construye y maneja robots como si fuera algo natural. Si bien su rol no tiene mucho sentido al menos entabla una buena dupla con Boyega hasta que los genios de los guionistas los separan durante la mayor parte de la trama. A la chica luego la insertan en un comando teen de soldados, cuyos miembros parecen salidos de una película de Disney Channel y obviamente no tienen ningún tipo de desarrollo. El resto de los actores están pintados. Scott Eastwood, quien no es un muchacho muy expresivo, no aporta nada y Adria Arjona (hija del cantante Ricardo Arjona) es retratada como un objeto de decoración. La dirección corrió por cuenta de Steve DeKnight, responsable de la serie Daredevil de Netflix, pero su inclusión en los créditos es más que nada una formalidad ya que se nota que tuvo las manos atadas en este proyecto. Reitero, esta es una película que fue manejada por ejecutivos de marketing que incluyeron las fórmulas comerciales que ellos entienden les puede dar mejores réditos económicos. No importa si no hay un concepto artístico detrás del film o la trama se desarrolla a las apuradas, sin darle respiro al espectador para que conozca los nuevos personajes. Mientras haya gente que pague la entrada de cine para ver un collage de efectos especiales el resto es intrascendente. A modo de consuelo por lo menos puedo afirmar que es más llevadera que Transformers 5. En resumen, una decepción que tampoco es una sorpresa ya que los trailers promocionales no auguraban un gran espectáculo.
La misma basura de siempre. Ante la incompetencia de gestar comedias creativas con contenidos interesantes, esta película es otra propuesta idiota sin inspiración que se limita a explotar el estilo de comedia que brindó la trilogía ¿Qué pasó ayer? Lawrence Sher, quien fue el director de fotografía de esos filmes, es el responsable de esta producción mediocre que tomo como recursos la escatología y las referencias sexuales para hacer reír al público. Owen Wilson y Ed Helms interpretan roles similares que ya encarnaron en el pasado y el realizador desperdicia grandes artistas como Glen Close, Christopher Walken y J.K.Simmons en personajes olvidables. Las situaciones cómicas se ven completamente forzadas y no terminan de funcionar, en parte porque hace rato que Hollywood viene refritando este estilo estúpido de comedia, donde no falta el clásico chiste homofóbico que atrasa 40 años. Lo que genera irritación de esta producción es que te das cuenta al verla que tampoco se esforzaron en hacer algo diferente dentro de esa comedia zarpada que la trama intenta trabajar. El director Sher ofrece un film aburrido, donde todos los chistes hacen agua y la duración de la historia se hace eterna. Quienes quieran desperdiciar una entrada de cine en este fiasco adelante, pero traten de evitar los avances porque todas las supuestas escenas “graciosas” ya las queman en el tráiler.
Cuando Diane Kruger apareció en Troya, de Wolfgang Petersen, en el 2004, la actriz, que ya era conocida como modelo, adquirió fama internacional y en ese momento se perfilaba como una nueva figura prometedora de Hollywood. Sin embargo, con el paso del tiempo el cine norteamericano luego la encasilló en roles menores donde se limitaba a ser la chica linda que acompañaba al protagonista masculino de turno. Quentin Tarantino le dio la posibilidad de destacarse un poco más en Bastardos sin gloria y luego pudo mostrar otra faceta como artista en producciones europeas, como Adiós a la reina, donde encarnó a María Antonieta. Su nueva labor en el film alemán En pedazos representa la mejor interpretación de su carrera hasta la fecha y pone en evidencia el modo criminal en que la industria del cine la subestimó todo este tiempo. Por este trabajo se llevó el premio a la Mejor Actriz el año pasado en el Festival de Cannes y merecía estar nominada al Oscar este año. En pedazos presenta una historia muy interesante que lidia con una temática de actualidad como es el avance del neo nazismo en Alemania. Si bien la película narra una historia de ficción, el conflicto está basado en una serie de incidentes que se registraron en los últimos años en ese país, donde ciudadanos inmigrantes fueron asesinados por grupos fundamentalistas de ultra derecha que todavía promueven las ideologías del pasado. A través de una drama intenso el director turco Fatih Akin expone la impunidad con la que se desenvuelven estos grupos y las fallas de un sistema judicial que parece operar en favor de los delincuentes. Diane Kruger brinda una interpretación dramática a través de un personaje complejo en el que transmite con mucha convicción los sentimientos de duelo y frustración que atraviesa su rol. Lamentablemente en el tercer actor de la historia, el director convierte a En pedazos en la versión “cine arte” de El vengador anónimo y una serie de hechos inverosímiles atentan contra el realismo que tenía el film hasta ese momento. La paradoja de esta situación es que es justamente en esa parte final donde la protagonista brinda sus escenas más impactantes. Aunque el director no termina por explorar del todo las temáticas los dilemas morales que trabaja, En pedazos merece su visión por la labor de Diane Kruger, quien finalmente pudo demostrar su talento como actriz.