Vivir sabiéndose muerto. Hay dramas demoledores y dramas más bien llevaderos en lo emocional, algo que poco tiene que ver con lo ficcional o lo verídico. Hay directores que a veces quieren tener un profundo impacto emocional en el espectador y directores que sólo quieren contar una historia porque les parece interesante. Dallas Buyers Club es un drama de la vida real con intenciones primordialmente narrativas; una historia que valía la pena ser contada sin golpes bajos. Los méritos de la película son muchos. El guion, la cinematografía y el ritmo del relato son impecables, pero lo verdaderamente impactante son las actuaciones. El componente dramático de la propuesta es lo que la destaca, gracias a las interpretaciones magistrales de Matthew McConaughey y Jared Leto, quienes alcanzan el máximo nivel de compromiso posible con sus personajes y lo manifiestan físicamente. Este último dato no es menor, porque la transformación física que llevaron a cabo ambos los torna irreconocibles, y por ende, más verosímiles en sus respectivos papeles. Dallas Buyers Club es una historia desgraciada narrada desde un ángulo optimista. Está plagada de mensajes antropológicos, y aun así, la sutileza de su narración la vuelve sumamente amena a los ojos del espectador. También está muy bien dirigida y en especial, soberbiamente actuada. Un drama que vale la pena ver, sin tener que escurrir lágrimas.
ntretenimiento sin escalas. El maduro y tardío referente del cine de acción, Liam Neeson, retorna a la escena para mostrar su incansable perfil de héroe, y no decepciona. Non-stop es un sólido thriller que combina en forma eximia cinematografía, narrativa y actuaciones, para alcanzar un producto final que supera ampliamente el promedio en su genero. Neeson no cansa en su traje de duro, si lo demás acompaña. Un gran actor como él aporta credibilidad al protagonista, sobre todo cuando le ponen a su lado a otra gran actriz como Julianne Moore. Non-stop es cine entretenimiento, pero con gran nivel dramático y sobresaliente calidad narrativa. Los personajes están muy bien presentados y la historia se desenvuelve de modo armónico, sin atajos ni artilugios arrítmicos. Las cámaras y la edición también son muy buenas, para quienes busquen “peros” en lo técnico (como como quien suscribe). Non-stop no es una película más de suspenso y acción, sino una de las buenas. Quizás no muestre nada que no se haya visto antes, pero lo que muestra es de primera calidad. Obviamente que dentro de su género supone una cuota importante de exageración, a tener en cuenta por aquellos que constantemente contrastan la realidad con la ficción. Quienes quieran pasar un buen rato sin detenerse en detalles y verosimilitudes, van a disfrutar de esta muy buena propuesta.
Las miserias familiares. August: Osage County es una película muy triste con pinceladas de humor. Es muy difícil decir que es una comedia, porque el drama predomina en su trama en todo momento, a veces de modo tragicómico, pero drama al fin. No hay alicientes en la historia. La película empieza mal y termina quizás peor. Es una propuesta sincera que se enfoca en las miserias de la vida y la familia sin contemplaciones, muy disfrutable gracias a las soberbias actuaciones de todo su reparto, y en especial de Julia Roberts, quien logra ponerse a la altura de tal vez la mejor de todas las actrices en la historia del cine, Meryl Streep. Para mi gusto, al relato le falta una conclusión, y es el único defecto que le encuentro. La película termina de repente y deja muchas cosas sin resolver, lo que quizás sea común en una familia de verdad, pero no es del todo gratificante en un filme. Sentarse a ver una película o a leer un libro es un pasatiempo paralelo a la realidad, y sea ficticia o no, una buena historia necesita ser concluida. En esta entrega no existe la conclusión, y a pesar de disfrutarse en el trayecto, defrauda un poco en el final. August: Osage County es algo así como un drama terapéutico, donde se explora la génesis de los conflictos familiares. Si bien no es una experiencia del todo fascinante, vale la pena gracias a la calidad actoral de su reparto.
Nada nuevo, pero muy bueno. 12 years a slave no es la primera ni será la última película en tratar el tema de la esclavitud en el cine. A pesar de ser una historia real y tener una ligera variante en la trama, es un argumento que ya hemos visto en múltiples oportunidades en la pantalla grande. Pero no es el qué lo fundamental en el cine, sino el cómo. La ganadora del Oscar a la mejor película de 2013 quizás no derroche originalidad en su relato, pero está tan bien realizada que es imposible encontrarle puntos débiles. Cualquiera sea la perspectiva cinematográfica, 12 years a slave supera los estándares. Su guion está perfectamente estructurado, el reparto es imponente y la dirección no menos que impecable. Steve McQueen ha sabido componer una obra casi perfecta y, a pesar de la dureza de la historia, es verdaderamente un placer sentarse a ver una película tan cuidada en cada uno de sus detalles. No vale la pena discutir si merece un Oscar o no. Lo que sí importa, sin embargo, es que 12 years a slave es una gran película independientemente de su argumento. Quizás no sea original, pero es un relato contundente desde lo narrativo y sobre todo impecable desde lo cinematográfico. El cine, después de todo, es como la gastronomía: un plato tradicional bien logrado siempre valdrá la pena.
Detrás de Mary Poppins. Saving Mr. Banks es un claro ejemplo del giro que han dado los estudios Disney en cuanto a su política de contenidos para con los proyectos cinematográficos. A diferencia de lo que muchos hubiéramos sospechado, no se trata de una tibia comedia dramática sustentada por el carisma de sus protagonistas y buena cinematografía, sino de un drama introspectivo que explora en profundidad las tristes entrañas de su argumento. No hay filtros en Mr. Banks. La narración es sutil, pero no existen reservas en cuanto al contenido. La historia se cuenta en dos tiempos distintos que corren en forma paralela a medida que avanza el relato, con un importante despliegue de recursos cinematográficos. Es sabido que Disney no ahorra en producción y eso queda en manifiesto en la película. El reparto es insuperable, la fotografía de primer nivel y la edición logra encastrar dos sub-tramas en una en forma armónica y gradual. Pero por sobre todas sus virtudes técnicas y actorales, Saving Mr. Banks es un triunfo en lo narrativo. La contundencia y sinceridad de su guion demuestra a las claras el enorme compromiso de sus realizadores para contar la historia, quizás en desmedro de ciertos aspectos comerciales. Seguramente esta película haya gestado más de una discusión entre los directivos de Disney, y es sinceramente un placer ver que el resultado final se condice más con los estándares artísticos que con los comerciales. Quienes se hayan criado viendo Mary Poppins encontrarán en esta propuesta una sorpresiva joya. Saving Mr. Banks no sólo desvela el trasfondo dramático real detrás de una de las mejores películas infantiles de la historia del cine, sino que también nos propicia la transición de la inocencia a la adultez a todos los aficionados a la ficción. Saving Mr. Banks nos enseña que la realidad y la ficción, en definitiva, son inseparables.
No todo está perdido... Afirmar que All is lost es un película sin diálogo es pecar de escueto. Lo más preciso sería describirla como una propuesta cinematográfica en la que se pronuncian apenas medio centenar de palabras en casi dos horas de duración. Algo poco frecuente en la industria del cine. Robert Redford encarna a un veterano y aguerrido timonel desprovisto de suerte en alta mar, quien literalmente contra viento y marea lucha por su vida hasta las últimas consecuencias. Sería de esperar que una entrega del tipo fuera una sucesión ininterrumpida de secuencias interminables, y sin embargo, la experiencia es diametralmente opuesta. Con planos cortos y dinámicos, la historia transcurre a ritmo trepidante, sumergiendo al espectador en sus aguas bravas. Es un relato intenso y progresivamente desgarrador, que alcanza niveles de dramatismo inusuales en la pantalla grande. Algunos dirán que solo se trata de una crónica náufraga más, mientras que otros la considerarán una joya de la supervivencia náutica. Cualquiera fuera el caso, un dato fehaciente sale a la superficie de tan soberbia narración: en Hollywood, y muy a pesar del título que le da nombre al filme, no todo está perdido.
La ambientación por sobre la historia. American Hustle es una película rara, que no ha llegado a cerrarme del todo. Posee un muy buen elenco y buena cinematografía, pero su aspecto narrativo es realmente deficiente. El guion es por lo menos confuso. No hay un claro foco en algo en particular, sino que la historia se desenvuelve de modo caótico, abriendo líneas argumentales que se ramifican alrededor de una trama troncal débil, no por ser insustancial, sino por la forma en que es presentada. Hay un desbalance absoluto en el modo de narrar los hechos, ya que el director prefiere dedicarle más tiempo a mostrar ciertos aspectos intrascendentes de las relaciones entre los personajes que en desarrollar el nudo de la historia. En American Hustle no existen los momentos cruciales ni hay escenas de alto impacto emocional, porque el peinado de los protagonistas o la forma en que se visten pareciera ser más importante que lo que se cuenta. Esa superficialidad no sólo despierta cierta incredulidad acerca del tema tratado, sino que hace que por momentos el espectador confunda el género al cual se ciñe. Sinceramente, no llegué a distinguir si algunas escenas eran dramáticas o cómicas. American Hustle es una película visualmente imponente. Su fotografía es de primer nivel y la ambientación es maravillosa, pero la historia está muy mal contada. Quienes quieran solamente ver el retrato de una época a través de personajes muy bien caracterizados quizás encuentren valor en la película, pero los que quieran sentarse a disfrutar de una buena historia seguramente quedarán decepcionados.
Familia mafiosa poco convincente. Luc Besson es un gran director de cine y nadie duda de ello. Sabe de cámaras, de edición y también sabe contar historias, cuando son buenas. The Family es una comedia negra que de alguna manera busca homenajear el cine de gangsters, y si bien por momentos lo logra gracias a su buena fotografía y algún que otro pasaje entretenido, no hay solidez en la totalidad de la propuesta. El mayor problema de la película es el guion, que intenta retratar una familia vinculada con la mafia desde diferentes aristas. En vez de enfocarse en apenas uno o dos personajes, Besson se juega por abrir múltiples líneas narrativas, lo que termina atentando contra la contundencia del relato. Las subtramas carecen de sustancia y agregan poco y nada al buen desarrollo del filme. Hay ángulos interesantes dentro del argumento, pero el director pareciera haberlos obviado para narrar lo menos importante. The Family apenas se disfruta gracias a sus virtudes técnicas y a algunas escenas bien logradas, pero el aspecto narrativo de la película sinceramente deja mucho que desear.
Apta para reducido público. El debut de Joseph Gordon-Levitt como director de un largometraje es admirable desde múltiples aristas. Don Jon es una comedia atípica, extrovertida, provocadora y ciertamente no apta para todo público. Esto último no significa que sea solo una película para adultos –lo que efectivamente es–, sino que no es una película para todo el mundo. Sin connotaciones machistas, Don Jon es un filme que será disfrutado preferentemente por hombres. Su humor es extremadamente vulgar, y aunque no sea explícito, sí es agresivo a los ojos, gracias a una dirección sinceramente magistral por parte de su protagonista. Gordon-Levitt busca impactar al espectador visualmente y lo logra, desplegando una muy buena fotografía, pero sobre todo, una magnífica edición. La película también muestra un guion original, lo que aporta una frescura extra al relato. La historia propuesta no es solamente atrevida, sino también atípica en contenido, aunque fundamentalmente en la forma en que se cuenta. Dentro de su notoria extroversión, Don Jon esconde sutilezas; mensajes ocultos que alcanzan una profundidad insospechada cuando uno se pone a pensar en ellos. Por último, las actuaciones. La transformación de Gordon-Levitt es lo más destacado en materia dramática, porque el flaquito al que estamos acostumbrados aumentó varios kilos de músculos para interpretar a su alter ego, Jon. Al cambio de aspecto se le suman modificaciones radicales en lo gestual y lo oral, adaptando su acento y sus formas al de un típico norteamericano de marcada descendencia italiana. Acompañan en el reparto Scarlett Johansson y Julianne Moore, quienes también muestran interpretaciones brillantes. Don Jon incomoda, sorprende y nos hace reír durante su hora media de duración, con una historia provocadora y personajes entretenidos. Es una gran comedia que brilla en lo técnico y se destaca por su originalidad.
Una joya sin pulir de Scorsese. Para mí Martin Scorsese es uno de los grandes protagonistas de la historia del cine. Su estilo de dirección sin lugar a dudas revolucionó el modo de contar historias en la pantalla grande. Luego de su gratificante incursión en el cine para la familia con Hugo, el director regresa a lo suyo con la adaptación cinematográfica de una historia real que encaja a la perfección con su estilo fílmico. The Wolf of Wall Street es una película visceral y explícita con momentos brillantes, pero también con muchos defectos. Es evidente que los productores le han dado al director una licencia extraordinaria esta vez, y Scorsese la ha aprovechado. The Wolf of Wall Street es una película innecesariamente larga, que recicla un mismo mensaje una y otra vez hasta el hartazgo, a partir de diferentes escenas que apenas varían su contenido. Droga, sexo y demás excesos una y otra vez, repetidas veces. Y no es que no sea un trámite divertido, sino que simplemente atenta contra el filme en su conjunto, porque invierte demasiado tiempo en una arista, descuidando todas las demás. Hay, increíblemente, errores de edición grotescos, como ser cambios de planos no sincronizados. Hay grandes momentos en la película. Diálogos brillantes, escenas desopilantes y secuencias que incomodan al espectador como sólo Scorsese sabe lograrlo. La interpretación de Leonardo DiCaprio es magistral y el elenco co-protagónico también hace un excelente trabajo. Y es que The Wolf of Wall Street no es un fracaso catastrófico. Es entretenida, está soberbiamente actuada y de tanto en tanto brilla como un diamante en bruto. El tema es que una joya sin pulir no llega a mostrar todo su esplendor.