Otro buen capítulo mutante. X-Men: Apocalipsis no es la mejor entrega dentro de la saga, lo que lejos está de decir que no es buena. Por el contrario, el último capítulo del universo de los mutantes es una muy buena propuesta en su género y está provista de todas las virtudes que supo hacer célebres a sus personajes. También tiene algunos defectos que quizás las otras no tuvieron, pero no son lo suficientemente notorios como para arruinar la experiencia. Lo crucial a resaltar es que no defrauda. Es importante decir esto, porque la crítica pierde el foco cada vez que una X-Men no tiene a Wolverine como protagonista. Apocalipsis no es una mancha en el currículum mutante, sino otro acierto, aunque tal vez no esté a la altura de X-Men 2 o de Days of Future Past. Es verdad que hay ciertas falencias, sobre todo en el guion, que tiene altibajos de calidad a medida que se narra la historia. Quizás haya escenas innecesarias y toques de humor forzados que conspiran en contra de la armonía del filme, pero también hay buena cinematografía y un evidente compromiso para con los protagonistas. Lo que caracterizó a la saga sigue presente: la introspección de sus personajes, y también está Quicksilver, a quien Singer vuelve a aprovechar para sorprender a la audiencia con dos escenas de primer nivel. X-Men: Apocalipsis tiene todos los condimentos necesarios para entretener a quienes disfrutan del género. Le sobran algunos minutos de cinta y es un poco auto indulgente, pero de cualquier manera vale la pena.
La superación del estilo Bourne. Winter Soldier fue una de las mejores películas de acción que vi en los últimos años, lo que en aquel momento resultó inesperadamente gratificante. La sorpresa, en esta oportunidad, mutó a expectativa, porque Civil War está realizada por los mismos directores, y las expectativas, contra todo pronóstico, fueron superadas. La tercera entrega de Capitán América trasciende su género y es una de las mejores películas de acción que he visto en la pantalla grande. Es una montaña rusa de las buenas. No hay mucha pausa en esta aventura desfibrilante, plagada de intensas persecuciones y peleas que cortan el aliento. El cine de acción es redituable pero pocas veces reconocido desde lo artístico. Hay que guionar de modo tan creativo y luego dirigir una seguidilla ininterrumpida de secuencias de acción de la forma en que se hace aquí, en que cada combate sorprende y gratifica con un alto grado de impacto. La historia, por otro lado, está muy bien presentada y el conflicto se va desatando gradualmente sin perturbar el clímax. Hay pocos diálogos, pero buenos, y hay también una caterva de personajes que son aprovechados cada segundo en la pantalla, sin necesariamente eclipsar a los protagonistas principales. Podríamos decir que los hermanos Russo han reformulado el cine de superhéroes para convertirlo en una propuesta de acción mucho más en línea con el cine contemporáneo de espionaje. Seguramente inspirados por la trilogía de Bourne, los directores han sabido perfeccionar el estilo, y no me tiemblan los dedos al escribir que estos muchachos son sin dudas los mejores en la materia hoy por hoy. Civir War posee dos horas y media de acción indispensables para cualquier aficionado al género, le gusten o no los superhéroes.
El renegado del diablo. Kóblic es una historia simple pero intensa, que cuenta una historia dramática con ritmo de western. No es una joya del cine argentino, pero es una propuesta muy bien concebida en todos los planos: narrativo, actoral y cinematográfico, y sin ser excepcional, es altamente efectiva. El protagonista no busca redimirse, sino huir. De eso se trata el relato: la crónica de un fugitivo que escapa del espanto. En el trámite narrativo, Borensztein logra retratar eficazmente la Argentina de los 70´ desde sus entrañas geográficas, apelando a personajes y paisajes sombríos. Hay un gran trabajo de cámaras, un muy buen guión y, sobre todo, una soberbia interpretación de Oscar Martinez, que eclipsa a Darín, no por talento, sino porque le tocó el papel más exigente. Kóblic es una muy buena adición al casi inexistente cine de suspenso nacional, y que una película de género se encare con tanto profesionalismo y compromiso es sinceramente una enorme noticia para la industria doméstica. Atrapa y gratifica, y como tal, merece verse.
Detrás de Spotlight. Truth posee una debilidad argumental que le ha quitado popularidad y que ha hecho que en su momento fuera eclipsada por la gran ganadora del oscar, Spotlight: su trama no es lo suficientemente controversial. Está basada en un hecho verídico y es una película impecable en todas su aristas, pero no posee la contundencia suficiente como para impactar en forma masiva. Trata, lisa y llanamente, de una investigación orientada a descubrir si George W. Bush finalizó o no su instrucción militar, lo que claramente es interesante pero no escandaloso. El mundo de la noticia queda al desnudo en esta oportunidad. Truth quizás no cuente una historia impactante, pero expone al periodismo y al corporativismo mediático en el contexto de la política con enorme talento cinematográfico y un reparto sin desperdicios. Es un placer extraordinario ver a Kate Blanchett y a Robert Redford compartir la pantalla grande, lo que sin dudas se constituye como el mayor mérito del filme, aunque no el único. Truth es, quizás, la película que un profesor de periodismo prefiriera enseñarle a sus alumnos para resumir los gajes del oficio. Es una gran propuesta en su género, muy bien guionada, dirigida y actuada. No es tan impactante como Spotlight, pero vale la pena de principio a fin.
Risas y vértigo. Basada en una historia verídica de superación personal, Eddie the Eagle es una comedia inglesa que entretiene de comienzo a fin gracias a su guion y también a su muy buena cinematografía. Con personajes caricaturizados y situaciones desopilantes, esta comedia británica suscribe a los estándares típicos del humor inglés y agrega una capa de complejidad adicional: sus logradas escenas deportivas. Eddie the Eagle no sólo divierte con su calidad narrativa, sino que también llena los ojos del espectador con buena técnica fotográfica y edición de primer nivel. Es ahí, entre momentos jocosos, que el director se las rebusca para entregar alguna que otra secuencia de salto verdaderamente vertiginosa, lo que le brinda a la propuesta una inesperada frescura. Eddie the Eagle no es la película perfecta. Tiene ciertamente algún que otro bache en su guion y consta de varias simplificaciones argumentales, pero incluso así le hace justicia a una historia increíble de la vida real. Imposible no entretenerse.
El guionista rojo. Es muy común en el cine encontrar propuestas que comienzan bien y terminan mal, que prometen al principio y defraudan en el trayecto. Trumbo es el rarísimo caso opuesto: una película que empieza con notables problemas narrativos pero que inesperadamente levanta promediando la cinta. La presentación de Trumbo está hecha a retazos. Es caótica, apresurada y quizás un poco pretenciosa. Los múltiples personajes aparecen, dicen unas líneas y vuelven a desaparecer, como recurso narrativo de una trama que desorienta al espectador. Pero pasados los primeros 40 minutos el filme encuentra el rumbo y la historia se encarrila para bien, enfocándose en un argumento que de repente se torna interesante. A partir de ese momento la película empieza a sacarle provecho a su magnífico reparto y Trumbo resurge de sus propias cenizas. Trumbo posee un potencial narrativo y un reparto que en manos de otro director podría haber alcanzado múltiples nominaciones al oscar, pero no es el caso. Su introducción, lamentablemente, es deficiente, pero quienes estén dispuestos a atravesarla se sorprenderán del nudo hacia adelante. Algunas películas valen la pena sólo por partes. Ésta es una de ellas. Comments
Superhéroes tomados en serio. Y un día Batman aprendió a pelear... Por fin y como era esperado de parte de Zack Snyder, el paladín encapuchado llena los ojos con acción desfibrilante. Esa es la expectativa primordial en una película de superhéroes: que la acción, mucha o poca, sea impactante, y las Batman de Nolan, si bien fueron thrillers oscuros con mucha narrativa, carecían de todo impacto. Debo confesar que el director inglés es a mi gusto quizás el mejor de su generación, pero las escenas de acción no son su fuerte. Snyder, en cambio, es un especialista demostrado en hacerle caer la mandíbula al espectador. Claro que Batman no está solo. Como bien anuncia el título de la película, al hombre murciélago lo acompaña Superman, un extraterrestre todopoderoso que poco tiene que ver con aquella versión original de Richard Donner. A los nostálgicos y los conservadores no les gusta el nuevo Superman, porque no se viste en cabinas, convive en un departamento con Lois Lane y no rescata gatos de la copa de los árboles. A la crítica, en general, tampoco le gusta la visión de Snyder para con las adaptaciones de los cómics. Ya pasó con Watchmen, luego con Man Of Steel y ahora con Batman v Superman. Zack Snyder no hace cine Marvel, sino que tiene su propia impronta, más oscura y más adulta (más aburrida para muchos). No necesariamente mejor, pero sí distinta. A mí me gusta. Las reminiscencias de Watchmen son muchas, sobre todo en la estructura narrativa, que en un principio puede parecer caótica. El director arma el rompecabezas por partes para crear la historia y promediando la película éstas empiezan a encajar. Tres cuartos de cinta se desarrollan sobre un género más cercano al thriller que a la acción, lo que quizás incida en las expectativas del público. Sin embargo, cuando hay acción, es para aplaudir. Habrá quienes puedan criticar la película en uno u otro aspecto, pero la fotografía es inapelable. Sinceramente no se ocurre ninguna versión superadora de cómo retratar visualmente a los protagonistas. El director, otra vez, vuelve a darle vida a las viñetas como sólo él sabe. Sólo me cabe una crítica: Lex Luthor, y no porque la actuación de Eisenberg no sea convincente, sino por el retrato exagerado que hicieron del villano, que de alguna manera genera un alto contraste con el resto de los protagonistas. Es contradictorio que por un lado se busque humanizar a los personajes para que la audiencia genere más empatía con ellos, y por el otro se caricaturice al malo de turno casi al borde del absurdo. Esto resta en el puntaje, aunque no arruina la experiencia. Batman v Superman lleva impresa la estética de Snyder. Eso es muy bueno para algunos y muy malo para otros. Quienes esperen una de Marvel van a salir decepcionados. Quienes, por otro lado, quieran ver una versión adulta de una épica pelea entre los dos superhéroes más taquilleros de la historia, la van a pasar bien. No será todos, pero algunos la recomendamos.
La tormenta imperfecta. Irremediablemente, The Finest Hours debe compararse con La tormenta perfecta, aquella gran película que supo tratar con excelencia narrativa un tema muy similar, sino igual. En ese sentido debe decirse que la propuesta de Disney, a pesar de apelar a un reparto de lujo, está muy por debajo del drama trágico que supieron protagonizar en su momento George Clooney y Mark Wahlberg. En cualquier otro sentido, si bien no es de lo peor en su género, creo que está por debajo del promedio. Quienes busquen la intensidad emocional que supo brindar La Tormenta Perfecta deberán moderar sus expectativas, porque The Finest Hours fracasa en generar un vínculo entre los protagonistas y el espectador, no por falta de mérito actoral sino por poseer un guión deficiente e insulso. La historia está pésimamente estructurada y hace más hincapié en la escenificación permanente de la catástrofe que en construir un argumento. Como resultado, avanzada la película uno se resigna a ver imágenes impactantes sin que en realidad le importe o no lo que pase con los personajes involucrados. La dirección y la edición también son malas, y por momentos las transiciones resultan demasiado bruscas. El único punto saliente de la película son las actuaciones de Chris Pine y Ben Foster, a diferencia de la de Casey Affleck, quien sinceramente no genera ningún tipo de magnetismo con un personaje que podría haber dado para mucho más. The Finest hours es en definitiva una película rápidamente olvidable, interesante desde lo temático, pero mal ejecutada cinematográficamente. No es para recomendar.
¿Superhéroe? Esta es la apuesta más jugada que los estudios Marvel han llevado a cabo a la fecha, y también es una prueba del compromiso que el estudio tiene para con la audiencia aficionada al cómic, más allá los impedimentos o prejuicios comerciales que suelen existir en Hollywood. Deadpool fulmina los paradigmas del género con un filme irreverente, visceral y extremadamente divertido. Habrá que quitarse el sombrero, guste o no. Deadpool no es para todos, pero es indiscutible que es una comedia radicalmente original, eximiamente guionada y fantásticamente dirigida. Por supuesto que el humor que propone es del tipo grotesco, plagado de referencias sexuales y abuso de mal vocabulario, pero así es el ADN de su protagonista: un superhéroe más a la medida de la cultura norteamericana. Cuando Deadpool no está improvisando un chiste, está llenando los ojos con alguna escena de acción desfibrilante, y por momentos, hace ambos al mismo tiempo. La película triunfa al proponer con éxito una fórmula muy difícil de lograr en la pantalla grande: apelar a la alquimia entre la acción y el humor para entretener al espectador. Deadpool es una propuesta jugada que merece ser reconocida por su originalidad, irreverencia y su muy buena cinematografía. Es una película que suma en el género, entregando una experiencia fresca e inusual. Vale la pena.
Curiagate. No es un desafío sencillo tener que versionar para la pantalla grande un tema real tan candente y controvertido como el que se trata en el filme, tanto en lo cinematográfico como en lo comercial. No es lo mismo contar el escándalo de Watergate (Todos los hombres del presidente) que meterse con la Iglesia, al menos desde la perspectiva del público. Teniendo en cuenta que una parte importantísima de la audiencia podría a priori rechazar la premisa por sentirse ofendida, Spotlight es casi un milagro, desde su concepción hasta su irrefutable éxito. Enfrentar a la organización más poderosa del mundo y ganar un oscar no creo que tenga precedentes. La película posee una poderosa sofisticación narrativa que combina guion, un reparto impactante y muy buena edición. Sin lugar a dudas todos y cada uno de los involucrados en el proyecto sentían la necesidad impetuosa de contar esta historia y eso se refleja en la cinta, no sólo en la magnífica calidad actoral de sus protagonistas, sino en la película como un todo. La propuesta consta de una armonía inusual, que atrapa y entretiene de principio a fin, generando en el espectador un alto grado de empatía con sus personajes. Spotlight es una prueba contundente de que el cine convencional y sin demasiada parafernalia puede hacer la diferencia cuando hay un fuerte compromiso narrativo y actoral. Por supuesto que por más clásico que sea su estilo, la alquimia de las partes es casi providencial. Esta es una propuesta cuya materia prima principal es la historia y su reparto, y su resultado final es cine de primer nivel. Hay que aplaudir al director, a los actores y a los productores, que se la jugaron y les salió bien, incluso a riesgo de que el espíritu santo conspirara en contra.