Muchos inicios nuevos Ya todos sabemos quién es Peter Parker. Sabemos cómo consiguió sus poderes, cómo la muerte de su tío influyó para que se convirtiera en superhéroe, y cómo alguna vez anduvo bailando por la calle, aunque mejor de eso no hablemos (total ya lo hicimos ACA). Spider-Man: Un Nuevo Universojuega con esa idea, y arranca explicando que Peter lleva diez años salvando a Nueva York como el único e irrepetible Spider-Man. O al menos eso creyó hasta que conoció a Miles Morales, otro chico que (al igual que él) fue mordido por una araña que le dio poderes extraordinarios. Cuando se encuentran en medio de un combate, Peter prometió ayudarlo, pero antes de poder hacerlo muere evitando que Wilson Fisk ponga en marcha una máquina que potencialmente podría abrir un agujero negro bajo la ciudad. La ciudad lloró a su héroe caído y Miles intentó terminar con la misión, aunque claramente no estaba capacitado. Hasta que -cual reinado de los superhombres- el cielo neoyorquino se puebla de varias nuevas versiones del trepamuros, traídos desde otras realidades por la máquina de Fisk. En esos otros mundos Peter puede ser mayor y divorciado, vivir en la década del treinta, o haber muerto de chico porque nunca fue picado por la araña, quien en cambio le entregó sus poderes a Gwen Stacy, su clásica primera novia a la que no pudo salvar. Esto solo citando las opciones menos absurdas. Mientras buscan el camino de regreso a sus hogares, los nuevos aliados intentarán enseñarle a Miles lo que implica ser Spider-Man. Y alguno tenía que sobrar Aunque no es una secuela, claramente Spider-Man: Un nuevo Universo exige cierto conocimiento previo, porque no va a pasar mucho tiempo presentando personajes clásicos ni explicando los conceptos básicos que ya se contaron muchas veces. Aunque es más disfrutable teniendo frescas por lo menos las películas de Sam Raimi, tampoco hace falta ser un experto en el tema: el principal protagonista de esta historia es bastante nuevo y desconocido para el gran público. Miles Morales es una reversión siglo XXI del clásico Peter Parker. Aunque comparten varios rasgos de temperamento y carácter, en tiempos donde ser nerd ya no es algo tan problemático, el nuevo Spider-Man se presenta como un artista callejero de origen latino que asiste a una escuela privada donde no encaja del todo. Spider-Man suele ser un personaje más apuntado al público juvenil que otros, por algo cada tanto hace falta rejuvenecerlo para que conecte con nuevas generaciones de adolescentes: la decisión de poner en el centro a un nuevo Spider-Man sin anular del todo al clásico parece ser una decisión bastante acertada. Como corresponde al personaje, Spider-Man: Un nuevo Universotiene mucho de comedia además de acción y aventura, pero esta vez con el agregado de romper un poco la cuarta pared reconociéndose como parte de un cómic. Por suerte no llega al nivel de Deadpool de hablarle continuamente a la cámara porque sería demasiado, pero queda claro que cada otra realidad es una publicación diferente, con estilos de animación y reglas de juego propias. En general ello está bien balanceado, pero no impide que quede la sensación de que quiere abarcar demasiado para el tiempo que tiene. No hacían falta todos los villanos incluidos ni tantas versiones alternas superpuestas; por más que solo dos tienen peso real en la trama y el resto quede más que nada como soporte para muchos de los chistes. De este relleno solo el Spider-Man Noir, a quien le presta la voz el debatido Nicolas Cage, deja con ganas de conocer más sobre su historia, pues apenas recibimos un par de chistes sobre su existencia sin colores o su fingida rudeza. El estilo de animación recuerda al de cómics de hace unos años, simulando pintar fotos y darle textura de papel para buscar un estilo hiperrealista, en este caso logrando un aire bastante moderno y coherente con el perfil street art del protagonista, lo que también puede resultar un poco abrumador o sobrecargado por esta misma característica. Visualmente Spider-Man: Un Nuevo Universo es un bombardeo continuo de color y movimiento desde la secuencia de créditos, cosa que no siempre suma. Cuando se estabiliza y hace síntesis se vuelve más interesante, pero cuando saca de foco partes de la escena sin mucho criterio y genera fantasmas rodeando personajes, hace dudar si no se habrán olvidado de entregar los anteojos 3D en la puerta. Se entiende que la propuesta juega con el tema central de la trama, la superposición de realidades, pero igualmente el uso del recurso se siente un poco pasado de rosca. Aunque es una de las historias recientes más populares del personaje, Spider-Man: Un Nuevo Universo difícilmente podría haber existido fuera del marco de la animación. A grande rasgos, pocas de las decisiones que plantea resultan cuestionables.
Porque lo importante es el amor Siendo apenas un niño, Lucas recibe su primer y ficticio desengaño amoroso. Dejándose llevar por lo que ya a esa altura le enseñaron sobre el amor romántico, permite que los celos le nieguen una oportunidad con la chica que cree amar. Y para cuando toma consciencia de su error, la vida ya los había distanciado. De grande, su único interés parecen ser los crucigramas y el pánico a las relaciones, formando parte de un grupo de jóvenes en camino de dejar de serlo que lucha contra las complejidades del amor. O al menos de conseguir una pareja. Pagar las expensas o trabajar no parece preocupar a ninguno. Es en ese punto de la vida donde una de esas amigas que nunca faltan le organiza una cita con alguien que sería bastante intensa incluso para cualquiera que no cargue con los traumas de Lucas. Mientras, en paralelo, otra cita a ciegas entre muñecos de torta termina antes de llegar a la esquina: en síntesis, porque él parece demasiado básico y hueco para ella, que podría ser una caja si tuviera alguna arista. De vuelta al departamento se encuentra con su vecina de identidad tan sospechable como su destino, quien está atrapada en una relación tóxica con un hombre casado. Deprimidas por no conseguir parejas dignas, salen a pasar el tiempo hasta que el rechazado exige una oportunidad para enmendarse, porque la insistencia siempre es el camino para resolver el hecho de que no le interesaste a alguien. Por suerte para el futuro romántico de ambos, él tiene planeada una noche mágica paseando por la plaza y embocando latitas en un cesto, algo que ni la irrupción de los dos asaltantes más inverosímiles puede arruinar, por más que resulte divertido el cameo de uno de ellos. El amor heterosexual Busqué formas de esquivar el guiño, pero no pude evitarlo. Es la forma más sintética de definir el mayor problema de lo que propone esta película. Solo importa que gente muy homogénea y aséptica se junte entre sí, sin más razón que porque es la única forma de encontrar la felicidad. Da igual si es alguien que conociste a los seis años o un adulto que se comporta como a esa edad. Cuando Brillan las Estrellas se presenta como una historia coral, pero no tiene personajes protagónicos como para calificar en esa categoría. Tiene un par de cuerpos de los que no sabemos casi nada y casi parecen ser el mismo e intercambiables. No tienen vida más allá de su deseo irrefrenable por formar una pareja con otros jóvenes bonitos de clase media y sin pasado. En cualquier otra trama con suerte llegan a secundarios, y para apostar por si una pareja va a funcionar dependemos del método Harvey Dent, aunque sin olvidar que una historia como esta no puede no tener un final azucarado que de la vuelta a la primera escena. Lo esperamos desde los cinco minutos, quizás sospechando que eso también traerá el final de la película. Solo se desvían un poco de esa línea para burlarse de los traumas de Lucas, al enviarlo a la casa de una mujer bastante desequilibrada donde se producen una serie de situaciones incómodas que recuerdan a algunos sketchs de los 90s y que terminan en una clara escena de abuso. Porque eso: tener sexo con una persona inconsciente por el alcohol se llama abuso, no “anécdota para contarle a mis amigos mañana para que se rían, si pudiera recordarla”, como parece afirmar esta película. La mayor curiosidad con Cuando Brillan las Estrellas es cómo terminó siendo un largometraje y no una tira de horario central en la TV de aire, porque tiene hasta la misma propuesta visual plana.
El rey reacio Después de ser reclutado por Bruce Wayne para enfrentar a Steppenwolf durante los hechos retratados en Liga de la Justicia, Arthur Curry volvió a su vida normal. O casi, porque aunque se esfuerce en negarlo le gusta un poco eso de ser héroe y se fue creando una fama entre los marineros de alta mar a quienes suele ayudar cuando están en peligro. Es así que interviene durante un ataque pirata a un submarino. En el enfrentamiento muere uno de sus líderes, dejando a su hijo clamando venganza contra ese poderoso misterio a quien los marinos llaman Aquaman. Mientras tanto, en las profundidades del océano los reinos están alborotados. El rey de la Atlántida y medio hermano de Arthur está decidido a unificar a los otros reinos bajo su mando para declarar la guerra contra la superficie, un plan que tanto su visir como su futura esposa planean detener convenciendo a Arthur de reclamar el trono como legítimo heredero. Él genuinamente no tiene ambición por la corona, pero comprende que es la única forma de proteger al mundo de la superficie de una guerra que arrasaría con todo. Era por abajo (del agua), DC Después de un par de patadas en los dientes y algún intento que salió aprobando con lo justo, era arriesgado entusiasmarse con el nuevo estreno de un errático DCU que no parece tener claro el rumbo que pretende. Más si era con otra historia de origen, que siempre arrastran el ancla de tener que resumir años de información a la vez que cuentan una trama. No sin algunas críticas, Aquamanpor fin lo logra. Cuenta en simultáneo su historia entrelazada a la de su personaje, mostrando de su pasado lo justo para que el resto tenga sentido y se entienda cómo funciona este mundo. No hacen falta más detalles, después de todo no deja de ser una película de acción y aventuras con gente linda y musculosa dándose tortazos unos a otros. La trama es un camino del héroe de manual y no presenta gran originalidad, pero tampoco lo necesita. El héroe tiene una misión para la que no está preparado, y emprende un viaje por el mundo para encontrar un artefacto mítico perdido hace miles de años que le permitirá dar vuelta la situación. En el camino logrará solidificar su identidad a la vez que cierra algunos huecos de su pasado que le impedían cumplir con su destino. Y para no desentonar con los otros de la Liga, su trauma principal viene por el lado de una madre que por más que sabe defenderse bien sola, existe únicamente para darle motivación al protagonista; solo le falta llamarse Martha. Seguramente si no estuviera interpretada por Nicole Kidman tendría la mitad de las líneas de diálogo, pero ni así se vuelve relevante. La realidad es que la mayoría del elenco no destaca en sus roles y Jason Momoa sale bien parado a puro carisma, no por potencia dramática. No es el Aquamanhosco y solemne de otras épocas pero tampoco es un comediante, y ese balance le suma. No puede tomarse muy en serio a un personaje que habla con los peces pero tampoco hace falta hacerle decir un chiste detrás del otro. Dejando todo esto de lado, el verdadero punto central de la película son las escenas de acción. Por su cuenta Aquaman logra lo que no habían logrado juntando a toda la Liga: combates fluidos, variados y entretenidos, que alternan el foco entre personajes con naturalidad dentro de una misma secuencia, destacando sobre todo una persecución por los tejados de Sicilia. Es épica cuando enfrenta ejércitos enteros en el campo de batalla, y brutal cuando se confina dentro de una habitación, permitiéndose mostrar violencia un poco más explícita que el promedio del género pero sin arriesgarse a perder la calificación de edad. Ello en diversos escenarios que van desde el pintoresco mediterráneo a la ciudad sumergida de Atlántida, donde conviven naves de diseño casi alienígena con monturas de tiburones y diversas criaturas fantásticas. No todo es perfecto, y si algo puede criticarse es que todavía se resisten a dejar de lado varios de los lugares comunes del género como el abuso del recurso de la cámara lenta para remarcar acciones y esa maldita necesidad de explicar algo que acabamos de ver con alguna frase trillada e innecesaria; pero en promedio el resultado es más que satisfactorio
Mi nombre es Robin de Locksley Con voz en off se nos explica que la historia que estamos por ver comienza con un robo, pero el famoso protagonista no es su autor sino su víctima. La joven que pretende llevarse un caballo de sus establos es descubierta pero lejos de entregarla para ser castigada comienzan una apasionada relación romántica. La felicidad expresada con clásico montaje empalagoso que se ve interrumpida por la llegada de un mensajero con órdenes del Sheriff de Nottingham reclutando a Robin para combatir en las Cruzadas. Varios años más tarde, el malcriado noble ya es un endurecido soldado que combate junto a su escuadrón en las calles de Arabia contra los moros, cada uno portando su arco como si fueran rifles de asalto. Un incidente con que lo enemista con su superior lo pone en un barco de regreso a Inglaterra, donde descubre que fue dado por muerto hace tiempo, sus propiedades confiscadas y a su amada con su vida rehecha. Buscando venganza contra el hombre que causó todas sus penurias acepta ser entrenado por el moro que casi lo mata en las cruzadas, quien a su vez tiene la misión de terminar la guerra cortando su financiación en el origen. Y le has fallado a este condado Lo que esta trama tiene de repetido también lo tiene de endeble, pidiendo a gritos que nadie se ponga a analizarla un poco en serio. Intencionadamente anacrónica para atarla un poco más a estas épocas, emparenta las cruzadas medievales con las contemporáneas con un trazo bien grueso y subrayado, por las dudas de que alguien no lo entendiera. Este Robin Hood es aún un noble que no tiene motivos para pretender cambios sociales o preocuparse por los plebeyos de la región, su motivación es la venganza personal y si en algún momento eso cambia, no tiene una justificación real para suceder más que no cortar el flujo de la acción. Es claramente una versión mucho más urbana del clásico héroe que no pisa su tradicional bosque de Sherwood en toda la película, en cambio entrena y ejecuta sus robos siempre en interiores o en las calles de la ciudad, oculto a simple vista llevando una doble vida que como otros justicieros enmascarados, parece imposible que nadie lo descubra. Una vez que quedó claro que hay que hacer la vista gorda a todo análisis, Robin Hood es una clásica película de aventuras con un antihéroe de manual que va encontrando su camino y redefiniendo sus prioridades hacia metas más altruistas que las originales. Esa parte no lo hace mal, cuidando que siempre sus protagonistas se vean lindos y cancheros por más que eso incluya líneas de diálogo que harán rechinar a unas cuantas dentaduras ya sea por obvias o gastadas. El único personaje con algo de tridimensionalidad es el Sheriff de Nottingham, que por más que sea un tirano de manual cuenta alguna de las razones que lo llevaron hasta ese lugar de villano y sus acciones son las que más tienen sentido. Esta nueva versión de Robin Hood se tambalea entre ser una parodia y tomarse demasiado en serio, pero en general se mantiene en un punto intermedio sin ser comedia ni pretender ser realista o reconstruir una época, con todos los puntos obligados de una historia de origen que espera poder hacer alguna secuela.
Larga siesta Fue durante una noche como cualquier otra que un extraño fenómeno dejó a oscuras a toda la ciudad. A la mañana siguiente toda la población adulta siguió plácidamente dormida, sin despertar ante nada. Era justo esa noche la primera que Alma pasaba fuera de su casa, quedándose a dormir con unas amigas no sin bastante reticencia. El primer día de misterio pasa sin mucho sobresalto, pero a la segunda mañana le expresa al resto del grupo su deseo de volver a casa, donde su hermanito menor debe estar solo y en peligro mientras sus padres duermen. Así comienza su viaje de aventuras a través de una ciudad pequeña pero apenas conocida, sin saber el camino a seguir pero con un grupo de amigas y perros para secundarla. Ninguno sabrá si hay guerra ni le importará el final El grupo de Alma no parece sorprendido ni asustado cuando descubre que los adultos no se despiertan, y antes de resolver el misterio o intentar pedir ayuda hacen lo que probablemente harían muchos a su edad: saquear el freezer de helados en el kiosko más cercano. Aunque tanta calma es una reacción extraña, es intencional que no veamos casi nada de ese primer día porque lo que importa contar es la aventura que viene después, con el grupo enfrentando pequeños desafíos como perderse en la ciudad, rescatar a un perro o pasar la noche solos. Su misión no es resolver el misterio ni salvar a todo el mundo, sino tan solo a un hermanito menor perdido. Y eso sin perder cada oportunidad de divertirse o hacer amigos que encuentren de camino. Contar la causa del extraño sueño de los adultos no es muy importante tampoco para el director, que se contenta con dar algunos indicios para luego enfocarse en lo que realmente quiere contar, que es el accionar de los chicos dejados a su suerte. Tanta amplitud le juega un poco en contra, porque pretender ser tan grande solo logra que pierda contundencia, diluida en numerosos escenarios y personajes indistinguibles unos de otros por compartir apariencia y por su irrelevancia: son mayormente intercambiables sin que eso afecte a la trama que se cuenta, y apenas Alma tiene una meta específica por más que no se ve muy ansiosa por cumplirla. El mismo sentimiento diluido transmite todo en Vendrán Lluvias Suaves, abarcando actuaciones e imagen de forma pareja y dejando la sensación de una buena idea aprovechada a medias.
Fuga en la Patagonia Tras el golpe de estado de 1955, el movimiento peronista fue declarado ilegal y sus dirigentes encarcelados. Algunos de sus más notorios líderes fueron enviados a Ushuaia primero y luego a la Unidad XV de Río Gallegos, infame no solo por las duras condiciones climáticas sino especialmente por la crueldad de sus guardias. Allí comparten encierro Guillermo Patricio Kelly (Diego Gentile), John W. Cooke (Rafael Spregelburd), Héctor J. Cámpora (Carlos Belloso) y Jorge Antonio (Lautaro Delgado), aislados de los presos comunes en su propio pabellón, con Cámpora seriamente enfermo y con ásperas diferencias ideológicas que necesitan olvidar temporalmente mientras planifican sus siguientes pasos, a sabiendas de que si intentan fugarse sus carceleros no dudarán en fusilarlos. Pero también que es cuestión de tiempo hasta que elijan otra excusa para ejecutarlos. Alérgico al trabajo y amigo de lo ajeno Aunque no ocultan su afinidad con los personajes, Unidad XV no pretende idealizarlos y no tiene problema en mostrar algunas de sus facetas menos halagadoras. Después de todo son políticos y empresarios, hombres acostumbrados a cierto nivel de vida lejano a las rigurosidades que deben enfrentar en el penal, que no tienen mucho problema en recurrir al soborno, el engaño o incluso la violencia, cada cual con lo que mejor se ajusta a sus propios estándares morales. Tampoco son completos villanos todos sus antagonistas: aunque no falta quien aprovecha su puesto para dar rienda suelta a su crueldad, otros simplemente pretenden llevar adelante una vida donde la soledad y la escasez son moneda corriente. Con toda la historia contenida en un mismo espacio y durante un tiempo acotado, gran parte del nudo de la película es dedicado a desarrollar sus personajes, hasta que toman la decisión de fugarse convencidos de que es la única forma de salir con vida de allí. Es esta parte central de la trama la que se estira un poco más de lo que debería, para acelerarse nuevamente a la hora de resolver el conflicto presentado. Los cuatro presos se reparten el protagonismo, con un poco más de peso sobre los hombros de Spregelburd y Delgado, que a su vez son los dos que están en lugares más alejados ideológicamente. Para presentarse visualmente, Martín Desalvo elige una paleta desaturada, casi monocromática, que puede considerarse una elección obvia para una historia de época, pero que al resaltar los azules claramente alude más al helado clima que los azota en medio del desierto, con el viento como un zumbido constante que pone a prueba su cordura. La época se lee más en los vestuarios y las caracterizaciones de los protagonistas, cada uno con estilo coherente a las personalidades que muestran, aprovechando con astucia el usar pocos escenarios y personajes para concentrarse en que se vean bien.
El último fracaso El día de Jorge y Mabel empieza en la cama, con una escena de sexo tan real como atípica en el cine, durante la que se nos dice mucho de este matrimonio maduro: no solo sobre su sexualidad cargada de frustraciones sino también sobre su historia en general y la relación que tienen. El día avanza mientras desarman esa casa que deben abandonar, dejando atrás una historia que ya poco tiene que ver con un presente, donde el amor desgastado se fue hace rato y dejó lugar a la costumbre. Cada objeto que meten en una caja etiquetada da testimonio de que compartieron una vida, algo también confirmado por cada reproche y cada gesto de rutinario cariño o desprecio que se dedican. Después de un rato comenzamos a sospechar que no están simplemente pasando el último día en esa casa, sino que cuando crucen la puerta cada cual lo hará por caminos separados. Por más que tengan destellos de querer revivir lo perdido, no tardan en recordar los motivos de la distancia. Los cuerpos más típicos Si hay algo que La Cama no espera para hacer, es plantar su postura. Su primera y larga escena, a cámara fija y sin cortes, muestra algo tan cotidiano como escondido en las pantallas: gente adulta, con cuerpos reales, intentando satisfacer un deseo sexual que parece más obligación que buscado. No se puede esperar nada idealizado después de eso, tampoco una historia alegre. De ahí en adelante es un ejercicio actoral más basado en acciones que en diálogos, en un clima un tanto asfixiante donde la cámara parece muchas veces haber sido olvidada en un estante mientras los protagonistas continúan con su mudanza. No hace falta que sean ellos los que nos cuenten explícitamente lo que sucede, usualmente las imágenes son más que elocuentes para llenar todos esos baches y avanzar con una historia simple pero muy lejos de ser liviana. Con una cámara fija siempre estratégicamente colocada para mostrar apenas lo que necesita, durante este día de verano que nos muestra La Cama casi puede sentirse el olor rancio a encierro y el calor del que se protegen en esa casa en penumbras.
El último verano de Marcos El hijo menor de la familia siempre fue diferente, ganándose algunas miradas juzgadoras por ser inteligente y más afecto a pasar el tiempo dentro de la casa con la madre que trabajando el ganado junto a su padre y su hermano mayor, en el puesto que les encomendaba el patrón. Consciente de esto, su padre guardaba la esperanza de poder costearle estudios que le permitan aspirar a una vida mejor que la suya. Pero esos sueños se derrumbaron con su repentina muerte, dejando a la familia en una situación precaria. Ya no podían atender de la misma manera el puesto y eso implica la amenaza de tener que abandonarlo. Pero con todo lo que esto implica, Marcos mantiene la alegría porque se acerca la época del año en que puede ser quien es. Durante los carnavales puede maquillarse y vestirse para salir de fiesta con su única amiga. Incluso jugar a seducir al hijo del patrón, uno de esos chicos que lo maltratan y bautizan Marilyn con desprecio para esconder su propio deseo. Mientras baila Marilyn sonríe todo lo que Marcos no puede el resto del año, donde vive el silencio y la sumisión ante la violenta mirada de todo un pueblo que condena su ser y lo obliga a guardar en secreto lo que todos ya saben. Camino Vedado La existencia de Marcos es incómoda y él lo sabe. Molesta a su familia y al resto del pueblo: por más que apenas algunos se atreven a mostrarlo abiertamente, muchos lo hacen de forma solapada. Solo tiene dos aliados en el mundo: uno de ellos muere súbitamente desbalanceando la lógica interna de su familia, y el otro tiene más voluntad que herramientas para entender cómo ayudarlo. Por ello no encuentra otra forma de relacionarse que bajando la cabeza y guardando silencio, aceptando los maltratos y la opresión como algo natural, pero sin que sirvan para que considere convertirse en la persona que el resto espera que sea. Tiene claro su deseo y lo que pretende, aunque no tenga tan definido quién es. No es Marilyn, aún no puede. Ese camino está tan prohibido que ni él se atreve a contemplarlo. Hay algo de engaño en la trama deMarilyn, que de antemano parece de manual. Pero en algún momento indefinido deja de ser la previsible historia de coming outadolescente, su optimismo inicial se va esfumando con el pasar de los minutos a medida que los ataques para reprimir a Marcos recrudecen. Paso a paso se va oscureciendo su mundo y le es más difícil contener en su interior lo que sufre, oprimido también por su origen humilde. Walter Rodriguez lo interpreta con desprejuicio y precisión en todo el espectro que le toca mostrar, sosteniendo gran parte del peso dramático de una película visualmente austera que se concentra en sus personajes para contar lo que busca decir.
El duelo solitario La hermana de Marcela acaba de morir. Sin nadie más cercano en la familia, debe hacer su duelo al mismo tiempo que desarma en soledad esa casa ahora deshabitada. Ni sus hijos ni su marido entienden en profundidad lo que está viviendo, y aunque le manifiestan su apoyo continúan sus vidas como siempre, esperando que siga cumpliendo con su rol de madre, esposa y ama de casa. Solo encuentra algo de consuelo en la compañía de un joven amigo de su hija, quedando flotando en un limbo de puro presente, sin idea de cómo será su futuro cuando se frustran los planes de irse a vivir al extranjero por los que desarmó su vida local. Haciendo malabares entre las exigencias de ser madre de tres adolescentes -que por definición no ven mucho más allá que su ombligo- y la carga emocional de despedirse de su hermana sin nadie que comparta sus sentimientos, Marcela es atacada por los fantasmas del recuerdo, empeñados en revivir historias familiares cargadas de secretos a voces de los que nadie quería hablar abiertamente. Bombardeada y desestabilizada deberá esforzarse para recuperar el balance, no sin antes cuestionar algunas decisiones y comportamientos de su propia vida. Ven sin ver Sin preámbulos, Familia Sumergida arranca con todo establecido y lo explica en una escena. De ahí en adelante no abandona a su protagonista ni un momento, con su dolor en primer plano hasta cuando ella lo esconde para no resultar incómoda a su entorno. Y cuando finalmente la angustia la desborda y pierde la compostura, hace todo lo posible por ignorarlo y seguir como si nada, ante la completa impotencia de su hijo menor. Tiene un ritmo algo cansino, agobiante como enero un rato antes de la tormenta, para contar una historia sin mucha complejidad ni vueltas: son solo un par de días en la vida de alguien. Quizás sus días más difíciles, en los que toda su vida se pone patas para arriba pero la realidad no la deja tomar un respiro para acomodarse y continuar. No hay grandes conflictos, sino simplemente la rutina diaria y los recuerdos del pasado con sus fantasmas volviendo a contarle historias semi olvidadas de una familia que hace mucho que ya no está. El debut de Alché es de esas películas que parecen más pequeñas de lo que realmente son, donde suceden cosas hasta cuando a simple vista nada se está moviendo. Construye un clima de intimidad focalizado en su protagonista que nos convence de estar viendo todo a través de sus ojos, para lo que es fundamental el trabajo de Mercedes Morán en un rol donde hubiera sido fácil perder el equilibrio y sobreactuar su autocontrol, mostrando indiferencia en vez de angustia contenida. Sin embargo su Marcela claramente nos muestra el esfuerzo por ocultar lo que realmente le pasa detrás de su máscara, algo que el resto de los personajes están demasiado ocupados como para ver.
Araña Negra En un futuro cercano, o quizás en ese presente alternativo donde suele ubicarse el cine de este género, la humanidad está comenzando la exploración espacial buscando nuevos recursos que explotar y nuevos lugares que colonizar. Ese es el último y más ambicioso proyecto de la Fundación Vida, corporación privada liderada por el empresario y científico Carlton Drake (Riz Ahmed), quien supo ascender a la fama y fortuna comercializando sus descubrimientos. La película comienza con una de estas expediciones regresando a la Tierra, sin encontrar un nuevo hogar pero sí una nueva forma de vida que momentos antes de ingresar a la atmósfera se libera del encierro y provoca que la nave se estrelle en el sudeste asiático. Uno de los cuatro especímenes escapa, pero el resto son llevados al laboratorio de la Fundación en San Francisco: su capacidad de fusionarse con otras formas de vida es estudiada como el siguiente paso en la trascendencia a la humanidad. Es en esa misma ciudad donde vive el rebelde y errático periodista de investigación Eddie Brock (Tom Hardy), a quien su jefe le tolera sus desafíos porque tiene éxito con el público. Al menos hasta que incomoda a Carlton durante una entrevista con acusaciones de haber cometido delitos y se ve forzado a despedirlo. Brock pierde todo ante las represalias de Carlton y solo recupera las esperanzas de volver a ponerse en pie al entrar en contacto con uno de estas formas de vida extraterrestres y recibir habilidades superhumanas. Hambre de más Desde la sinopsis Venom es una clásica historia de origen, y como tal enfrenta el mismo problema que suelen tener esas historias: lograr presentar personajes que tienen años de historias publicadas en papel de forma ágil, sin que estorben con la trama de la película. Para esto se toma cuarenta minutos de explicaciones que -por más que cambian un poco el canon- fácilmente podrían haber sido menos; sobre todo eran ahorrables las escenas que insisten con remarcar varias veces el egoísmo de Eddie o la megalomanía de Carlton Drake, rasgos que se entienden a la primera. También sobran muchas escenas sobre los experimentos para descubrir la naturaleza de los simbiontes, porque cuando finalmente necesitan dar algún dato importante simplemente alguien lo dice de forma directa y explícita. Más de una vez, incluso. La información innecesaria se mezcla con la útil, estableciendo reglas poco claras que ignoran cuándo le incomodan en vez de ajustarlas de entrada a lo que va a necesitar después. Cuando finalmente hace su entrada el dúo protagonista, Eddie Brock pasa por la esperable pero breve fase de descubrir sus nuevas habilidades, con el agregado de descubrir que ahora comparte su cuerpo con una entidad capaz de darle un gran poder pero también de controlarlo. Una vez establecido ello, comienza la acción con una clásica lucha por la subsistencia. No es del todo increíble que un personaje que acaba de pasar por un cambio tan drástico no tenga inmediatamente una motivación más profunda que la subsistencia, y tanto Eddie como el simbionte llegan al final cambiados tras haber atravesado un conflicto del que no planeaban formar parte. Camino del (anti) héroe de manual, con una ejecución también muy estándar. La preocupación previa era cómo iban a hacer para dar origen de Venom sin incluir a Spider-Man, pero no parece tan mala decisión. El motivo más obvio es que no hay forma práctica de replicar el origen de los comics, que viene de uno de los grandes crossovers de la editorial. Pero tampoco podían hacer algo tan vago como en la olvidable Spider-Man 3: se necesita una historia de origen sustentable y el camino elegido no está lejos de serlo, si no se cuestiona mucho sobre el misterioso cometa lleno de simbiontes del que unos astronautas logran capturar cuatro sin peligro. Hubiera funcionado mejor resuelto, de forma más prolija y sólida, pero tampoco es insostenible. Lo que deja con gusto a poco son otras cosas, como la decisión de amagar a hacer una película más oscura y violenta claramente incentivada por el éxito de Deadpool, para quedarse a mitad de camino por no perder el preciado PG13 (algo que no van a poder sostener en una secuela, si van por donde insinúan). Como resultado queda una trama tan chata como sus personajes, para peor pobremente interpretados, al punto que apenas Tom Hardy roza la corrección. El resto rondan el espectro que va desde olvidables a detestables, con una novia que no puede llevar ni un café con carisma o un villano que nunca genera temor. Aunque no es el choque de trenes con que lo recibieron, es innegable que todo en Venom se siente tímido, realizado sin cariño por el género. Es claramente una película de segunda línea, un intento tardío de explotar un negocio que ya empieza a mostrar olor a rancio y al que ya no se puede pretender entrar sin correr riesgos. Venomno solo no corre ninguno: tampoco parece haber estado prestando atención a todas las películas con superhéroes que ya se hicieron como para ir un poco más allá con algo nuevo para destacarse.