La idea está buena, pero el film se queda como estancado, ya que toda la trama gira en lo mismo: ver cuando ella afloja y se entrega al amor, ya que él desde el comienzo muestra claramente sus sentimientos. Mucho más que eso no hay en la historia, como para que la película dure casi dos horas. Pero lo bueno es que...
El sexo tiene cara de mujer Amigos con derechos (No strings attached, 2011) intenta retratar las nuevas modalidades posmodernas en cuanto a relaciones respecta. Esta afirmación aunque cierta le correspondería mejor a un film que se toma dicha meta como un fin y en ese retrato dice algo respecto del tema en cuestión. Esta película es antes que nada un intento por vender un producto con dos actores lindos, carismáticos y en boga. El detalle del argumento es menor. Para que su mote de comedia romántica tenga sentido al menos sí se puede vislumbrar un cierto esmero humorístico que le da un aire fresco a una historia con un planteo un poco retrógrado. En un racconto de unos minutos el film presenta a Emma (Natalie Portman) y Adam (Ashton Kutcher) de adolescentes en un campamento de verano. Luego de perderse el rastro mutuamente se reencuentran accidentalmente cada tantos años en diferentes circunstancias. Cuando el racconto llega al presente Adam está triste y despechado porque su padre, famoso conductor televisivo negado a envejecer, está de novio con su ex pareja. Decide así llamar a todos sus contactos femeninos para tener sexo. Así es cómo se reencuentra con Emma, quien le propone de allí en adelante convertirse en “sex friends”, ser amigos para tener relaciones sexuales cada vez que ella o él lo deseen, sin ningún tipo de compromiso ni exclusividad que pueda poner en peligro un acuerdo más que feliz. La idea general que sostiene el argumento es obvia: trastocar los esquemas tradicionales y posicionar a la mujer en el rol masculino de la relación. De aquí parte el motor del film y también el conflicto. Porque claro…¿qué pasa con los sentimientos?, sería entonces la pregunta del millón. Y este es el camino obvio y aburrido que escoge la película para alargar su duración. Lógicamente la historia se complementa (por suerte) con los personajes secundarios: amigos, hermanos y padres rodean a la pareja protagónica, tanto desde el rol de consejeros como de espejo de sus vidas. No hace falta ser más explícito para demostrar que este film es una comedia romántica sin ningún tipo de novedad y que tampoco aspira a más. Si se menciona esta falta de ingenio es porque en el germen del film hay algo más jugoso que podría haberse explotado para mostrar estas nuevas modalidades. Febrero y el aggiornado Día de los enamorados acercan este tipo de películas llenas de color, ágiles y descontracturadas. De esta manera, llegan al espectador unas imágenes hechas especialmente para vender el amor pero ciertamente no lo reivindican, o quizás sí pero en su versión light y vulgar. Tómalo o déjalo.
BUSCANDO DESESPERADAMENTE LA NOVEDAD La comedia romántica es siempre el mismo género, pasan los años y no cambia su esencia, sin embargo, en la última década ha surgido una entendible necesidad de actualizarla a los tiempos que corren. Amigos con derechos es uno de estos claros intentos de actualización. Amigos con derechos tiene todos los elementos de una comedia romántica, se puede adivinar su estructura sin problemas. Esto no es un defecto, es el género que se ha basado siempre en los mismos elementos. Pero al mismo tiempo, y como pocos films, da cuenta de un contexto en el cual la película se ubica. Eexpone, además, los cambios sociales que e ideológicos del presente. Es el gran conflicto de los géneros: mantenerse iguales y renovarse a la vez. La comedia romántica es un género delicado: no pueden cometerse excesos porque el camino de regreso entonces se complica. Los personajes no deben realizar nada que genere un punto sin retorno. No es raro entonces que sea difícil construir algo que se vea moderno e innovador. Y tal vez sea un error, tal vez el problema de las comedias románticas sea justamente el querer salirse de su base sólida, la misma que la ha convertido en uno de los géneros más populares. Por eso en esta década han surgido elementos escatológicos, violentos, provocadores y forzadamente transgresores, en algunos casos. Cuanto más pura es una comedia romántica, más burlas recibe. Tal vez, los últimos exponentes del género en su estado natural hayan sido , Sintonía de amor y Tienes un e-mail, la primera dirigida por Rob Reiner, las otras dos por Nora Ephron, guionista de las tres películas. Claro que salirse de los códigos del género tampoco es algo malo, el problema es cómo hacer que esto se vea razonable. Amigos con derechos está dirigido por Ivan Reitman, el veterano director y productor canadiense cuya carrera en Hollywood ha tenido indudables éxitos, como Los cazafantasmas, Un detective en el kinder, Junior, Presidente por un día. Como productor se dio el lujo de producir los primeros films de David Cronenberg (Shivers, Rabid) y los films de su hijo, Jason Reitman (La joven vida de Juno, Amor sin escalas). Reitman aporta oficio y resuelve con una narración clásica todas las instancias del relato. Las innovaciones vienen más bien por el guión de Elizabeth Meriwether, que incluye –más allá de las imposiciones del mercado que hayan podido afectarlo- una base que busca hacer la diferencia. En primer lugar, elige al personaje femenino para mantener la distancia entre los protagonistas, y hace que ella sea la que no quiere ataduras en la pareja. Pero luego también realiza cosas poco habituales en la historia del cine, como por ejemplo, toda una escena de comedia sobre la menstruación de la protagonista y sus amigas. El punto de vista femenino queda así asegurado, lo que lejos de restarle al film, le suma. Por otro lado, la película cumple con los nuevos clichés del género. Los personajes gays positivos integrados a la trama, la sexualidad mostrada de forma desenfadada y hasta el consumo de marihuana como algo totalmente aprobado y positivo. Qué raro que es el cine industrial americano, que rechaza de plano cualquier inclusión de personajes protagónicos fumando tabaco, pero utiliza como algo cómico y sano que fumen marihuana. Esto tampoco es ni bueno ni malo, solo muestra cómo un film industrial delata, aun si quererlo, la forma en que la sociedad cambia con el tiempo. En la primera parte de la película, los chistes no son muy efectivos y el timing no encuentra su rumbo. Luego comienza a levantar y se vuelve mucho más efectiva. Algunos de los mencionados lugares comunes tienden a aburrir y las novedades son simplemente eso, novedades. Pero no hay que perder el eje: estamos frente a una comedia romántica. Y Amigos con derechos entrega novedades, pero es fiel hasta la médula al género al que pertenece. En esa tensión tal vez esté su interés, pero también, todas sus limitaciones.
El resultado entre la amistad de un cisne negro y un cazafantasmas Veo más tiempo a Natalie Portman que a mis amigos y familiares. Está realmente, en todas partes. Caminás por la calle y no sabés si verla en El Cisne Negro o en Amigos con Derechos. Vas a la salas y te pasa lo mismo. Pones cualquier programa de televisión y solo hablan de sus interpretaciones, de su embarazo o del Oscar. Y como si fuera poco, visualizás los últimos trailers y la vez como una princesa medieval en la comedia Your Highness de David Gordon Green o en la adaptación de Thor en la pantalla grande dirigida por Kenneth Branagh. En conclusión, Natalie Portman se ha transformado en una mega estrella internacional, pero también demuestra película tras película una consolidación y madurez interpretativa, que hace un par de años parecía impensable. El simple hecho que las cuatro (o cinco, si contamos el melodrama “Indie” de Don Roos, The Other Woman, que es muy improbable que llegue a nuestro país) tengan un registro completamente distinto, comprueba, que Natalie se ha convertido en una mujer versátil, con dotes humorísticos que ya no parecen forzados y lágrimas genuinas. Poco queda de la Princesa Padmé Amidala de la saga de La Guerra de las Galaxias o de la niña asustada que convivía con el francotirador León en El Asesino Profesional de Luc Besson. Amigos con Derechos confirma que Natalie se puede poner una película sobre los hombros nuevamente (lo hizo con El Cisne Negro) y salir bien parada. Esto quizás se relaciones con el hecho de que debutó como productora ejecutiva. Pero si Amigos con Derechos, no es una comedia romántica más de la temporada, es porque el director elegido, es uno de los más veteranos de la comedia estadounidense de los últimos 30 años, el checo, Ivan Reitman. Reitman padre, es menos pretencioso que Jason. Sus películas no buscan los reconocimientos ni los premios, pero sí la taquilla. Aún así, no se trata de un mero realizador industrial sino de un autor neto. La trayectoria de Reitman se divide en comedias familiares y comedias que mezclan el romance con la ciencia ficción, el policial y la política. Es probable que se lo subvalore un poco, pero lo cierto es que tiene en su filmografía productos llamativos como Albóndigas o El Pelotón Chiflado (una simpática crítca al ejército), que marcaron junto a Los Locos del Golf, el debut de Bill Murray como comediante. La asociación Murray – Reitman con Harold Ramis y Dan Aykroyd (guionistas – actores) tuvo su pico de éxito gracias a Los Cazafantasmas, cuya secuela no tuvo el éxito esperado. Esperemos que la tercera parte, que se estrenaría el año que viene venga mejor. Tras la etapa Murray, Reitman vivió el periodo DeVito – Schwarzenegger (Gemelos, Un Detective en el Kinder, Junior), donde volvió a mezclar géneros e invertir los roles sexuales, una marca registrada de su cine. Generalmente los hombres en sus obras, son sensibles, dubitativos, demasiado intelectuales, y las mujeres son las que llevan los pantalones, son más fuertes físicamente y menos emocionales. La mejor imagen de esto se puede ver en Junior con el gobernador de California embarazado vestido de mujer. Quizás la mejor obra de Reitman sea Presidente por un Día con Kevin Kline, una versión contemporánea de El Prisionero de Zenda, que tuvo una excelente recepción de crítica y público. Después, el resto de sus obras fueron intentos en vano por recuperar el viejo éxito obtenido en los ‘80s y mediados de los ‘90s. Tanto Un Papá de Sobra (que pretendía trascender con la dupla Crystal-Williams) como Evolución o Mi Súper Ex Novia eran comedias fallidas. Demasiado pretenciosas y producidas. Sin perder su marca autoral, el humor era demasiado naif y poco efectivo. Además tenía graves elecciones con los elencos (Mi Súper Ex Novia tenía algunos aciertos como Anna Faris, Rainn Wilson o Eddie Izzard, pero Luke Wilson y Uma Thurman no tenían química). En Amigos con Dinero, Emma (Portman) es una doctora fría y poco sensible que no puede llevar adelante una sola relación. El tiempo que le requiere su carrera, provocan que no desee comprometerse con alguna relación amorosa. Su deseo solamente es satisfacer sus necesidades sexuales. No quiere que la llamen posteriormente o desayunar junto al hombre con el que pasó la noche. Sí, la mujer perfecta dirán muchos hombres. Esto mismo piensa Adam (Kutcher) el asistente de piso de una serie estilo Glee (presten atención quien la dirige) con aspiraciones de guionista que vive bajo la sombra de su padre, el creador de una exitosa sitcom familiar, que busca estar siempre en forma y le ha robado la última novia a Adam (Kevin Kline, sublime en cada escena que participa). Emma y Adam se han encontrado varias veces a lo largo de su vida, sin nunca concretar una relación hasta que por giros narrativos, ambos deciden fomentar una relación de amistad con derechos… El problema es que Adam rápidamente se enamora de ella, es un romántico empedernido, mientras que ella, esconde constantemente sus sentimientos. El guión de Elizabeth Meriwheter no es ni demasiado ingenioso a nivel humorístico ni original. Al contrario, todo es previsible y recurre a todos los lugares comunes de este tipo de comedias, incluyendo bodas, amigos que sirven de confesantes, confusiones, infidelidades, padres “modernos”, etc. Pero también es cierto que presenta un retrato de la sociedad contemporánea bastante interesante. Ya sea la cita a programas de televisión o mejor aún la influencia de los celulares, el Facebook, el Twitter, los IPOD en nuestra vida diaria. Realmente es escalofriante ver como dependemos del Facebook para decidirnos si queremos o no estar con otra persona. Amigos con Derechos, un poco satiriza este aspecto. El Chat convencional parece anticuado a comparación. Pero si bien a nivel narrativo no presenta novedades, Reitman como director muestra una leve mejoría con respecto a sus anteriores trabajos (digamos que se puede ubicar en un lugar intermedio de su carrera), especialmente en lo que respecta a dirección actoral. Si bien la segunda hora de la película se alarga demasiado, con escenas redundantes, repetitivas e innecesarias, la elección de Portman y Kutcher es lo mejor de la obra. No solamente porque ambos logran una química adecuada y verosimil en sus interpretaciones, sino porque también se alejan de lo que suelen mostrar. Portman puede pasar de la frialdad al desenfreno en pocos minutos manteniendo el humor siempre arriba, mientras que Kutcher está más contenido. Lejos del Kelso de That’s 70s Show o el joven, torpe y tonto de Dude, Donde está mi Auto o Locura de Amor en Las Vegas, Kutcher también ha madurado (¿será la influencia de Demi Moore?). Es más creíble en roles serios. Aún así no logra destacarse sobre Portman. Es muy interesante como Reitman ha explotado la difícil relación que tiene Adam con su padre (¿mea culpa por su relación con Jason?) y acá es donde los méritos recaen en Kevin Kline, que provoca risa con pocos gestos y una adecuada elegancia interpretativa que pocos actores estadounidenses conservan. También aparece un irreconocible Cary Elwes en un rol demasiado menor para su distinguida carrera. Más allá del típico planteo si el hombre y la mujer pueden tener una relación de amistad y sexo, sin intromisiones románticas, Amigos con Derechos pone en manifiesto más que nada la forma en que han cambiado las relaciones contemporáneas: de que forma, la “independencia femenina” ha planteado que el hombre se tenga que adaptar su lenguaje, su lugar en la pareja. Hoy en día, no hay lugar para un Cary Grant, por ejemplo. Aún con sus altibajos narrativos y falta de ideas para terminar con algunas escenas o rematar algunos chistes, Amigos con Derechos es una comedia afable, simpática y visible. Reitman dirige con buen pulso y no tiene miedo de filmar escenas de sexo (la primera relación entre Adam y Emma en primer plano demuestra que Ivan aun tiene buen instinto cinematográfico). Personalmente me quedo con sus primeras comedias de corte más fantásticas (similares a las que ahora hace su compañero Harold Ramis), pero admito que de vez en cuando una comedia con los pies en la tierra, resultan un agradable pasatiempo. Entre la calidez y sordidez interpretativa de Natalie Portman sobre el resto del elenco, y la experiencia de Ivan Reitman, Amigos con Derechos, es una buena excusa para que lleves a tu amiga/o al cine y después… bueno, el resto quedará en vos.
Espectadores sin derechos Cuesta ver a Natalie Portman -luego del tour-de-force que afrontó en El Cisne Negro- en una comedia romántica a pura fórmula junto con Ashton Kutcher. No es que ambos estén mal (de hecho, tratan de insuflarle algo de nobleza, fluidez y simpatía a una receta sosa), pero después de un papel que seguramente le valdrá en pocas horas más el premio Oscar esta concesión a lo más rancio y previsible de la industria hollywoodense hace un poco de ruido. Igual, nada grave. Sobrevivirá a este producto mediocre y la estatuilla dorada le permitirá elegir papeles mucho más audaces y exigentes. Este anodino, previsible, efímero producto rodado por Ivan Reitman (sí, el mismo de Los cazafantasmas) tiene a Portman como una médica que trabaja demasiadas horas y disfruta demasiado poco de la vida. Fóbica, su Emma no quiere comprometerse afectivamente y encuentra en el bonachón Adam (Kutcher), asistente de producción de un show televisivo, aspirante a guionista e hijo de un padre muy famoso y despiadado (Kevin Kline), a un "amigo sexual": ambos se encuentran a toda hora y en cualquier lugar para mantener breves y apasionadas aventuras carnales. El problema, claro, surge cuando empiezan a enamorarse ¿Les suena un poco obvio y cursi? Pues lo es. El guión de Elizabeth Meriwether regala algunos diálogos punzantes y la mano que le queda a Reitman (y la ductilidad de los actores) permiten construir un puñado de gags que, si bien no alcanzan a salvar al film (una suerte de De amor y otras adicciones, pero sin la enfermedad, como bien sostuvo el crítico A.O. Scott en The New York Times), al menos permiten disfrutar algunos minutos. Imperdonable, en cambio, es cómo la película dilapida a todos y cada uno de los arquetípicos personajes secundarios interpretados por Kline, Greta Gerwig (otra vez Hollywood desperdicia a la reina del Mumblecore), Cary Elwes o Ludacris, por nombrar algunos. OK, no soy un defensor de El Cisne Negro, pero si hay que optar por esta elemental comedia romántica o el provocativo thriller sobre el mundo del balle, vayan sin dudas a ver la película de Darren Aronofsky. Allí, por lo menos, hay algo para discutir.
Natalie Portman no paró de sufrir en el cine con las últimas historias intensas y dramáticas en las que trabajó. Después de un personaje difícil, como el que interpretó en El cisne negro, era entendible (y saludable para ella supongo) que eligiera a continuación filmes como Amigos con derechos. Esta comedia le brindó la oportunidad de ganar algo de dinero, divertirse un poco y mostrarse sensual en la pantalla grande sin ser atormentada psicológicamente o vivir dramas intensos con personajes complicados. Por otra parte, después de la patética Asesinos con estilo, Ashton Kutcher vuelve a demostrar que se puede desenvolver bien en la comedia sin no lo hunden con un guión mediocre. En esta película los dos están muy bien y lograron tener buena química en la historia. El director Ivan Reitman es una leyenda de este género que hizo filmes memorables junto a Bill Murray como El pelotón chiflado, Meatballs y Los Cazafantasmas. Si bien con su último trabajo brindó un film mucho más decente que la olvidable Mi super ex novia, con Uma Thurman, la película tampoco llega nunca a ser desopilante como lo fueron las producciones que hizo en el pasado. Ojo, que hay algunos “momentos Reitman” que se relacionan con su estilo de humor, como el particular cd con recopilaciones que Kutcher le regala a Portman (probablemente la mejor escena de este estreno), pero son breves momentos de un film que en general sigue los covencionalismos del género. De todas maneras es entretenida y se deja ver. No sé si es una gran propuesta romántica, pero como comedia funciona bien.
¿Sexo sin compromiso? Natalie Portman y Ashton Kutcher, en una comedia romántica de Ivan Reitman. ¿Lo habrá calculado así Natalie Portman? ¿Que en medio de su pico máximo de fama gracias al éxito y el posible Oscar por El cisne negro se estrenara una comedia romántica simple y sencilla que, además de darle otro éxito de taquilla, demostrara su versatilidad como actriz? Difícil. Primero, porque nadie podía suponer lo que iba a suceder con El cisne... Y, segundo, porque los riesgos eran muy grandes: nadie en Hollywood olvida cuando Eddie Murphy era gran candidato por Dreamgirls y poco antes del Oscar estrenó la terrible Norbit y terminó perdiendo. Con estas cosas no se juega. Es cierto que los riesgos de Portman eran menores. Amigos con derechos es una comedia romántica amable, que puede gustar más o menos, pero que no arruinará la reputación de nadie. Al contrario, le permite a la actriz mostrar un lado sexy como no muchas veces la vemos en la pantalla grande, casi siempre seria e intensa. Amigos... se centra en la relación entre Emma (Portman) y Adam (Ashton Kutcher), dos viejos compañeros de la universidad que se reencuentran un par de veces a lo largo de los años y finalmente terminan enganchándose en una relación particular... la que le da el título a la película. Es Emma, especialmente, la que no quiere saber nada con un noviazgo. Está haciendo una residencia en un hospital y tiene poco tiempo “para esas cosas”. El es un asistente de TV que trabaja en un programa tipo High School Musical , pero que sueña con crecer en la industria. En realidad, su principal problema es que su novia lo abandonó y se acaba de enterar que ahora sale con su padre (Kevin Kline), una estrella de Hollywood en decadencia. Y es a partir de esa crisis que acepta salir con Emma... en sus términos. Obviamente que la situación virará para otros lados, con las idas y vueltas del caso, pero lo mejor del filme de Ivan Reitman ( Los cazafantasmas, Dave ) es que, al menos hasta los últimos 15 minutos, el hombre maneja los giros de la relación de una manera ligera, humana y relativamente realista, sin tantos evidentes “trucos de guión”. Es la historia de dos jóvenes que la pasan bien juntos pero que le temen, especialmente ella, a las “consecuencias” de una relación romántica verdadera. Si bien el filme no es tan sexy como promete el trailer, a Portman se la ve suelta y cómoda en un rol de esos que podrían antes haber hecho Cameron Diaz o Julia Roberts. Y Kutcher ya parece manejarse como un pez en el agua en este género, con un papel tal vez más tierno, si se quiere, que los que habitualmente hace. Amigos con derechos tiene un elenco secundario que le suma puntos, aunque no estén del todo aprovechados (Greta Gerwig, Ludacris, Olivia Thirlby, Ophelia Lovibond y Lake Bell, entre otros), pero la película pasa esencialmente por esta pareja que, por más extraña que parezca en los papeles, funciona con bastante química en la pantalla. No como para encenderlas a fuego de manera memorable (la de Portman con Mila Kunis, compañera de Kutcher en That 70’s Show es mucho más sexy en El cisne negro ), pero sí al menos para mantener la llamita encendida. En piloto, que le dicen...
Ashton Kutcher y Natalie Portman, poco convincentes El verdadero amor puede surgir de las situaciones más inesperadas. Y esto es lo que les ocurre a Emma y a Adam, que se conocieron en la escuela secundaria, pero dejaron de verse. Ahora, ya crecidos, ella trata de alejarse de los pretendientes, ya que no desea ningún compromiso formal, mientras que él, dispuesto a convertirse en un guionista televisivo de éxito, jura dejar de lado todas sus conquistas amorosas, ya que su padre, otrora famoso astro de la TV, se vincula románticamente con una de sus ex novias. Cuando él y Emma se reencuentran, se sienten atraídos, pero sólo logran la felicidad en los momentos que pasan juntos en la cama. Allí, según creen, quedan afuera los compromisos. Sin embargo, entre encuentros y desencuentros, comprenderán que el verdadero amor puede ser, también, algo duradero. El director Ivan Reitman, experto en esta clase de comedias, tropezó aquí con un guión que nunca se aparta de las situaciones simples en las que la pareja central vivirá circunstancias reiterativas por una senda que pretende ser picaresca. Como casi siempre en estos films de enredos, tanto Emma como Adam se rodean de amigos que aconsejan, de familias escandalizadas por los amoríos transitorios y, aquí, por un padre donjuanesco encarnado con poca convicción por Kevin Kline. La pareja central, integrada por Natalie Portman y Ashton Kutcher, procura dar cierta verosimilitud y simpatía a sus personajes, pero ambos caen en una interminable redundancia de gestos, sonrisas forzadas y diálogos sin mayor gracia.
Cuando la comedia romántica vuelve a vivir Así como en los ’90 Cuando Harry conoció a Sally revolucionó el género, ahora el rejuvenecido director de Los cazafantasmas reinventa la comedia romántica con actores fabulosos, derivaciones sorprendentes e inesperados brotes de inspiración. En las últimas décadas, la comedia romántica se comportó como la Iglesia Católica: al ver que el mundo no le respondía, en lugar de abrirse a él se abroqueló sobre sí misma, repitiendo una y otra vez la misma liturgia, cada vez más vaciada de sentido. Así, al día de hoy no hay quien le crea, todo el mundo sabe que sus rituales son el simulacro de una fe muerta, sólo unos escasos incondicionales le siguen siendo fieles. En ese punto aparece una comedia romántica como Amigos sin derechos (en los ’90 sucedió algo semejante con Cuando Harry conoció a Sally, después la nada otra vez), capaz de reinventar el género por sí sola. Una de esas películas en las que todo parece aliarse mágicamente –desde el primer encuadre hasta el último, desde el nombre más rutilante del elenco hasta el figurante más anónimo, desde el propio corazón del asunto hasta la ocurrencia colateral—, Amigos con derechos cree en el amor no porque el guión lo dice, sino porque los hechos demuestran, en ella, que la palabrita de cuatro letras algo sigue queriendo decir. Si el gag más célebre de Cuando Harry conoció a Sally tenía que ver con un orgasmo fingido, el más celebrable de Amigos con derechos es el de una menstruación sincrónica (tres amigas a la vez, y su amigo gay sumándoseles) y el mix de temas relacionados con el asunto que el protagonista graba para su chica. Temas que van desde “Bleeding Love” (“Amor sangrante”) hasta “I’ve the World on a String” (“Tengo el mundo en un hilo”, versión Sinatra). “¡Tengo una escena del crimen en la bombacha!”, se queja una de las chicas sincronizadas. Amigos con derechos es una comedia romántica moderna, porque empieza siendo una comedia sexual. Emma (Natalie Portman) y Adam (Ashton Kutcher) nunca saben del todo qué relación es la que tienen, ni cuál quieren tener: otra razón por la cual Amigos con derechos es una comedia romántica moderna. Pueden seguir buscándose datos de su modernidad, y se hallarán todos. Desde la inversión de roles tradicionales hasta las sexualidades nunca del todo fijas de sus personajes, pasando por la paranoia amorosa, la franqueza sexual, la velocidad mental y verbal como armas de supervivencia. Escrita por la hasta ahora desconocida y de aquí en más obligatoria Elizabeth Meriwether (ojalá no le pase lo que a Nora Ephron, guionista de Cuando Harry..., que en pocos años viró de la agudeza al reblandecimiento), a contramano de la burbuja artificial en la que desde hace tiempo se asfixia el género, Amigos con derechos refleja las dudas, deseos y ansiedades más profundas del espectador. Sobre todo del espectador de veintipico/casi treinta, obvio, porque ésa es la edad de los personajes y la del target potencial. Emma es médica residente en una clínica de Los Angeles, Adam trabaja como pinche en un canal de televisión. Los lugares que ocupan en la pirámide laboral tienen que ver con el grado de independencia de cada uno, y la fuerza que ponen en labrárselo. Emma gestiona su vida sexual con tanta determinación como la que deposita en su profesión. “Trabajo todo el día, hago varias guardias semanales”, frena de entrada el envión amoroso de Adam. La solución: echarse un rapidito donde se pueda y a como dé lugar. Pie para un clip imperdible de corridas, minutos robados y polvos sobre camillas de cirugía o baños para discapacitados, digno del cine mudo o de la ceremonia del Oscar, cuando está inspirada. “¡Guau, es como si viniera hacia mí!”, dice ella, encantada, mirando el pene de él con anteojitos 3D. Si el mundo (del cine) fuera justo, a Portman la habrían nominado por este papel, en lugar del esforzado tour de force de El cisne negro. Y a Ashton Kutcher se lo reconocería como gran galán-comediante: difícil imaginar a un actor de su generación capaz de estar tan bien como él aquí. Que Adam trabaje de pinche, siendo ya un tipo grande, también tiene su razón. Vive bajo la sombra del padre, típica estrella vanidosa de la tele, que le consiguió empleo y le sopló la novia (Kevin Kline, en un acto de justicia poética). Por eso Adam: porque el padre se considera Dios. Así lo recuerda la reproducción del famoso fresco de Miguel Angel en la Capilla Sixtina, con la que papá-Dios decora, al más puro kitsch angelino, la torta de cumpleaños del hijo. Dirigida por un Ivan Reitman súbitamente revivido (es el director de Los cazafantasmas, Junior y Presidente por un día y se cita a sí mismo, con un poster de Meatballs), que parece querer salir a competir con su hijo Jason (el de La joven vida de Juno y Amor sin escalas), es verdad que Amigos con derechos (jurídico título local para un original traducible por “Sin ataduras”) paga el precio de la convención genérica que reclama un primer acto de enamoramiento o flechazo, el segundo de separación y un tercero de reconciliación reparadora. Pero es tanto lo que ofrece a cambio... Los personajes secundarios, actores fabulosos (¡anotar el nombre de Lake Bells!), derivaciones sorprendentes (¡ese encame desaforado entre dos amigas!), brotes de inspiración en el rincón más inesperado (¡la imitación del pececito Nemo!, ¡la de Drew Barrymore!) y un vuelco alcohólico que ojalá Natalie Portman repita la noche del Oscar, con panza y todo.
Prohibido enamorarse Atracción inmediata, luego enamoramiento, en el medio una separación y finalmente la reconciliación. ¿No vimos una y mil veces esta película? Pero como aparecen Natalie Portman y Ashton Kutcher en los roles protagónicos, entonces pareciera ser otra cosa pero al final es más de lo mismo. La comedia romántica murió hace rato con películas como Cuando Harry conoció a Sally, icono indiscutido de los 90 que le dijo adiós al género. Luego de deplorables y mediocres intentos por revivirla, algunos directores inteligentes comprendieron que el romanticismo sin una cuota de ironía o cinismo es tan falso como las historias que se pretenden contar. Por eso, cuando todo indica que Amigos con derechos es un film que contrapone la idea de comedia sexual típica de estos tiempos con la de comedia romántica el resultado está a la vista: no funciona y apenas un puñado de chistes la sacan de la cursilería habitual pro San Valentín. Las vueltas de la vida marcan los reencuentros entre Adam y Emma (le podrían haber puesto Adam y Eva y la obviedad hubiese sido demasiada), quienes se conocen desde su adolescencia y transitando la treintena deciden mantener relaciones sexuales casuales, con el compromiso de no enamorarse. Ella es una médica residente que encuentra en el sexo el escape ideal a la rutinaria vida y al trabajo en el hospital; él intenta de todas formas despegarse de la sombra de un padre que lo avergüenza (Kevin kline) y que -como frutilla del postre- le robó a la ex novia. Su trabajo como asistente de dirección en un programa de televisión que emula a High School Musical -o a la reciente Glee- también se lo consiguió su padre, estrella de televisión ya retirada que no soporta sentirse viejo. No es necesario aclarar que el pacto de no enamorarse empieza a flaquear y surgen una serie de contratiempos que precipitarán el futuro de las relaciones entre Adam y Emma. Amigos con derechos, del experimentado director Ivan Reitman (Junior) no aporta singularidad alguna a un género desgastado que no encuentra recambio hace varios años y se empecina en aplicar fórmulas efectistas valiéndose únicamente de la convocatoria de taquilla de sus figuras. Ashton Kutcher una vez más hace de Ashton Kutcher y la diáfana Natalie Portman cumple con un rol menor su cuota de carisma para encontrar el complemento justo con su coequiper. Podría decirse que entre ambos hay lo que comúnmente se denomina química y que la dirección del creador de Los cazafantasmas es correcta, sin ningún otro mérito que el de aggionarse a los ritmos impuestos por estos tiempos.
Cada tanto el cine estadounidense aporta dentro de la comedia romántica alguna pieza disfrutable o diferente. El último gran ejemplo en este terreno ha sido 500 días con ella de Marc Webb, y aunque Amigos con derechos (inesperado primer puesto en la taquilla norteamericana) no raye a esa altura, tiene sus destellos y se merece una buena calificación. Está dentro de los parámetros de algunos recientes films con Jennifer Aniston -una reina actual del género-, como la coral Simplemente no te quiere, o la aceptable Papá por accidente. Su protagonista Natalie Portman, dueña de doble suceso de público y crítica por este film y la probablemente oscarizada El Cisne Negro, optó por una película pasatista y descontracturada y acertó, aún habiendo elegido un partenaire de poco sustento como Ashton Kutcher y un director algo veterano como Ivan Reitman (superado en los últimos tiempos por su hijo Jason, el de Amor sin escalas y La joven vida de Juno). Porque aquél realizador de títulos como Los cazafantasmas, Gemelos o la magnífica Dave, presidente por un día, también da en el blanco, y ampliamente, con esta trama acerca de una pareja libre con encuentros sexuales sin compromisos, situación que entre estos amigos empieza a generar ansiedades y conflictos varios. Más allá de algún desnivel, la indudable química entre la versátil y espléndida Portman (no hay papeles menores para ella) y un Kutcher algo más maduro, divertido y consustanciado, son, junto al ajustado guión, los pilares para que el conjunto sea efectivo. Aunque se sepa de entrada cómo va a culminar, las alternativas están bien planteadas, los diálogos son una garantía y los toques emotivos logran su cometido. Y como en todo buen film del género, no fallan algunos graciosos roles secundarios a cargo de Lake Bell, Jake M. Johnson, Greta Gerwig y un estupendo e imperdible Kevin Kline.
Anexo de crítica: Ivan Reitman siempre tuvo buena mano para la comedia y aunque lo más rescatable de su obra se realizó en los 80s y comienzos de los 90s, sus últimas películas (concretamente Mi super ex novia y Evolución) no carecen de cierto encanto. Amigos con derechos es una muy disfrutable comedia romántica con un guión bastante por encima del promedio sin llegar a ser una maravilla ni mucho menos. Hay una premisa que atrae y que no se ha usado en otras películas (ella sólo quiere sexo; él además necesita un compromiso emocional), imprevisibilidad en muchos arranques de los personajes y en situaciones de humor; ingenio a discreción, diálogos ácidos dosificados como para no abrumar y una pareja central con química y credibilidad. Kevin Kline como el padre del protagonista está desaprovechado y tal vez los actores secundarios podrían haber sido mejor escogidos; por lo demás Amigos con derechos cumple a rajatabla con las reglas del género: el final feliz, desde ya, está asegurado…-
Los ritmos del noviazgo son obvios y predecibles... El tipo captura el corazón de la muchacha (o viceversa) y los ritmos de noviazgo son obvios y predecibles. La historia es tan familiar, hace unas semanas atrás vi. algo parecido en ”De Amor y Otras Adicciones”, pero con actores diferentes, un lugar diferente, incluso con la misma fantochada para vendernos un producto de actores lindos, bellos, simpáticos e intentando hacerse los graciosos. “La química” es un término usado en la industria cinematográfica, pero resulta que entre Natalie Portman y Ashton Kutcher no existe tal química, solo se limitaron a leer el guión al pie de la letra, (mal escrito por cierto), y lo repiten hasta que salga la toma. Se nota demasiado la poca chispa entre los protagonistas, y las grandes limitaciones que tiene Kutcher frente a las cámaras. Por momentos la peli intenta, digo bien, solo intenta, vislumbrar un dejo humorístico con ciertas risas ocasionales en la sala, pero la historia vuelve a caer en un planteo que gira y gira sin ningún sentido. Me pareció ciertamente antigua en las tomas y planteos de cámara, o quisieron cuidar a la señorita Porman?, La lente la esquiva en las escenas donde tendría que mostrar mas su cuerpo. Estados Unidos debe ser una nación demasiado chica, como para que la gente se encuentre y reencuentre en todos lados; los estudiantes universitarios tienen esas fiestas tan tantas fervientes, mojándose con cerveza y lanzando alaridos por doquier. Me parece patético que se siga con la vieja formula de estigmatizar los momentos con cosas demasiados obvias, y encuentros que no parecen casuales. Mi recomendación si ud. tiene una pareja romántica, y quiere ver esta comedia, no gaste dinero en entradas, alquile el video y lo ve sentadito frente a su televisor.
Comediantes. Una comedia, aunque no tenga muchas luces, se puede llevar a cabo si cuenta con actores competentes. En esta comedia romántica de Ivan Reitman, que no tiene romance y casi no tiene comicidad, Ashton Kutcher cumple bien, con una dignidad que parece venirle como resabio de un cine pretérito, en su papel de tarambana inveterado, siempre un poco a la intemperie del afecto y la atención. Una de las curiosidades más enojosas de Amigos con derechos es la poca sustancia de los personajes, pero el actor consigue providencialmente zafarse de la maldición porque, a esta altura, sus personajes son casi siempre arquetipos construidos con músculos y un atolondramiento elaborado con notable tozudez película a película. Si lo pensamos un minuto, vemos que ya en That ‘70s Show el tipo era un pedazo de humanidad primitiva, alumbrada con una sonrisa de primate, a la que se podía acudir de tanto en tanto para darse con ella un buen revolcón como hacía el personaje de Mila Kunis. Cuando quisieron que se calzara un traje de Cary Grant le faltó la sofisticación necesaria hasta para lustrarle los zapatos al ilustre expatriado, el acid eater inglés. En la película de Reitman también está Greta Gerwig, que resulta ser la princesa del balbuceo, de la palabra deslizada levemente a destiempo, la soberana de las miraditas dirigidas a un infinito que en realidad es acá nomás, que no es otra cosa que estos rincones de locura común en los que amanecemos a diario. Lástima que le toca un secundario con pocas escenas. Pero una comedia romántica sin gracia es un cataclismo. Y la gracia es también fluidez, elegancia, claridad, distinción. Tenemos dos actores del lado de los buenos pero con eso no alcanza. La cruda verdad es que a Kutcher le falta una partenaire digna. Por más grandote que sea, no se debe pretender que el tipo lleve todo sobre sus espaldas. Y ya se sabe que con Natalie Portman, la estrella de marras que lo secunda y cuyo nombre nos guardábamos de pronunciar todo lo que podíamos, no se puede contar para nada. Cuando era chica llevaba amiguitas a su casa para que la vieran jugar con las barbies a ella sola, minga se las iba a prestar. Portman siempre está ocupada en sus pequeños unipersonales, esos actos de vandalismo privados en los que el conjunto termina saboteado desde sus mismísimas entrañas. Su belleza impávida, esculpida a golpes parejos de ingravidez y estreñimiento, la convierten en una negada total para la clase de comedia que se intenta sin suerte en Amigos con derechos. Sin química –esa palabra maldita– que cohesione a los actores ni ideas narrativas que sirvan para disimular su falta, una comedia no es más que una cosa inerte que sólo usurpa esa categoría por prepotencia de nomenclatura. Además, Amigos con derechos exhibe un par de torsiones respecto de sus hermanas mayores, comedias de pleno derecho (ella es la que no quiere compromisos, en cambio él trata de formalizar a toda costa; hay personajes que parecen tener una orientación sexual y terminan teniendo otra, por ejemplo), que se encargan de darle el toque de falsa contemporaneidad que el cine de Hollywood pide a gritos, atento siempre a la corrección y a los buenos modales, pero que achatan todavía más el horizonte de la película y le restan lucidez y arrogancia. Porque una comedia romántica debería ser una cosa de otro planeta en estos días; debería, tal vez, mirar a la cara del espectador desde un tiempo que es sólo el del cine en lugar de arrastrarse servilmente buscando conectar con la audiencia de manera automática. Amigos con derechos no hace nada de eso sino que se adapta, entra en la madurez, como su pariente La familia: Reitman consigue una comedia romántica madura en la que ningún elemento parece importar como no sea la lagrimita que corre por la mejilla del personaje de Kevin Kline, que llega justo a tiempo para advertirnos acerca de lo conveniente que es en la vida tomar las decisiones correctas.
Cómo aprender a distenderse Hace un tiempo hablaba con el amigo Cristian Mangini sobre Natalie Portman. Yo le decía que si bien me parece una buena actriz, hay algo que me molesta mucho en ella y es su constante y esforzada búsqueda de prestigio. No le interesa actuar, le importa ser reconocida. Si uno se detiene en su filmografía, salvo en Marcianos al ataque o Star Wars -¡pero eran una de Burton y Star Wars!-, casi no hay un remanso, una instancia de distensión en sus películas: ni cerca de una comedia romántica o una comedia a secas, algo que sería lógico para una actriz de no más de 30 años. Es como si la chica estuviera decidida a que la reconozcan como la Gran Actriz de su Generación, así todo con mayúsculas. Aparentemente ese reconocimiento llegará este domingo con el Oscar por ese despropósito llamado El cisne negro, donde paradójicamente interpreta a una bailarina que se autoflagela todo lo posible con tal de llegar a la cima. Esa Nina Sayers es definitivamente la Portman: tensa, crispada, incapaz de dejar escapar un sentimiento. Pero este movimiento, que podría ser una arbitraria observación personal, se revela como bastante cercano a la realidad cuando uno ve los proyectos que ha elegido luego de la ¿película? de Darren Aronofsky: Amigos con derechos, Thor y Your highness. La primera una comedia romántica, la segunda una de superhéroes y la tercera una comedia lisérgica con ese grandote ocurrente de Danny McBride. Es decir, es innegable que la Portman ha elegido sus proyectos olfateando dónde podía haber un premio y que ahora, cerca de él o al menos reconocida académicamente, puede dar el paso adelante y despojarse de pruritos y prejuicios. Usted podrá decir que buscar prestigio no es malo per se. Es posible. Yo creo igualmente que le quita espontaneidad y frescura a un artista y que lo convierte un trofeo al cual sacarle brillo. Y ya que la que se estrenó es Amigos con derechos, veamos otra curiosidad: la Emma de Natalie Portman es, para variar, un personaje femenino imposible en el marco de una comedia romántica. ¿Por qué? Es fría, distante, incapaz de comprometerse con alguien, de esas que ponen lo profesional por sobre lo afectivo. A tanto llega, que le pide a Adam (Ashton Kutcher) que al otro día la acompañe a una “pavadita” que tiene que hacer, que no es otra cosa que el funeral de su padre. Con diferencias de tono (y de efectividad), Emma es como Nina, la bailarina -aunque en plan comedia romántica y no drama psicologista berreta-: si quiere quedarse con el chico tendrá que aflojarse, sacar su otro yo que lleva adentro; paradójicamente, dejarse llevar aprendiendo a aferrarse a la mano, al corazón del otro. Casi como la Portman para demostrarnos que es un ser humano con sensibilidades y no un robot. Pero por suerte en Amigos con derechos Natalie Portman tiene a un director que en vez de regodearse en la crispación y apostar al golpe bajo, profundiza en el patetismo de esa mina que coger sabe, pero amar no, no para castigarla sino para reírse con ella. Porque si hay algo a favor que tiene el film, es que se trata de una película de Ivan Reitman (lo confieso: le tengo cariño y le perdono hasta sus peores películas), alguien que sin ser un virtuoso conoce el género y sabe trabajar las situaciones, quiere a sus personajes y los sabe reconocer en sus etapas, en sus conflictos y en sus movilizaciones internas. Aquí vale recordar de qué la va Amigos con derechos: Emma es una joven médica y Adam un asistente en un canal de televisión, que vive con la cruz de que su padre es un tipo famoso en el medio por un éxito de hace muchos años. Emma y Adam se desean pero, más por ella que por él, firman este pacto: tendrán sexo casual, cuando quieran y donde sea, pero no podrán tener una relación. Nada de noviazgo, dice ella. Se sabe, estas cosas no funcionan. Al menos en el territorio de la comedia romántica. De más está decir que Reitman cuenta esto con total pericia y hasta logra que Kutcher bucee un poco en la profundidad de su eterno Don Juan adolescente, mujeriego, ganador, pero tierno. Si bien es interesante ver cómo la comedia romántica de Hollywood está modificando los roles (las muy buenas (500) días con ella y Amor a distancia), y aquí el hombre -sin ser menoscabado por ello- puede ser el que se engancha y el que siente que le rompen el corazón, también como ocurrió en la reciente De amor y otras adicciones hay una cosa más física y carnal en las relaciones. Como decíamos, todo esto está bien y funciona, pero hay algo más: en Amigos con derechos hay gays, hay lesbianismo, hay drogas, sin que a nadie le llame la atención, incorporándose fluidamente al relato y sin que uno note un subrayado que diga “ojo, mirá qué modernos que somos”. Esa naturalidad con la que las cosas ocurren y se exponen habla de un cine que mira en la sociedad, y se aggiorna adecuadamente. La comedia romántica es un género social y un corrimiento de lo que pasa allá afuera hace ruido, a no ser que conceptualmente se construya un cuento de hadas y todo se acepte como tal. Si bien parte del éxito de la película hay que buscarlo en el guión de la desconocida Elizabeth Meriwether, no hay que quitarle mérito al bueno de Reitman. Decididamente para la comedia ha sido un revulsivo allá por los 70’s, con producciones tan irreverentes como Cannibal girls, sin dejar de lado que en los 80’s fue productor de películas de David Cronenberg como Rabia o Shivers, lo que no es poco decir. Reitman es, entonces, mucho más que un comediógrafo: ¡demonios, creyó que Schwarzenegger podía actuar mucho antes que Cameron! Es alguien con una mirada personal y que gusta de centrarse en personajes que deben enfrentarse a sus peores miedos: pensemos en Junior o Un detective en el kinder. Y si en Amigos con derechos supo hacer esto y mucho más, es porque ya había construido un borrador de esta con la encantadora aunque fallida Mi súper ex novia. A Emma, que se cree una súper-mina aunque sin los superpoderes de aquella, su cuerpo de acero se le desmantelará por amor. Así nomás. Lo interesante de Reitman es como, evidenciando sus orígenes, incorpora a la trama elementos que parecen no tener conexión con el mundo que está contando y generar un intenso momento de comicidad. Y así como en Mi súper ex novia hacía que la Thurman le revoleara un tiburón por la cabeza a su novio, aquí saca de la galera imitaciones de Nemo y Drew Barrymore, y lesbianismo subrepticio. Porque, más allá de que al final sucumba ante las convenciones de la comedia romántica, durante un buen tramo Reitman sacude al género de la modorra y lo despabila a fuerza de diálogos punzantes, gags bien construidos y personajes encantadores que fallan y aciertan, todo a la vez. Y nos regala, por si fuera poco, una Portman ebria, descolocada; una Portman que no sé si podría sacar al cisne negro, pero que sí muestra dotes de estupenda comediante -¿no pueden arreglar las nominaciones al Oscar y nominarla por esta película?-. Al final Amigos con derechos nos vino a confirmar que lo que le hacía falta a Nina Sayers para poder distenderse era agarrarse un buen pedo.
¿Existe la amistad entre el hombre y la mujer? ¿Y si tienen sexo qué pasa? ¿Cómo se llama esa relación? “Amigos con derechos” es una típica comedia de enredos en donde se plantean enamoramientos, por momentos hay felicidad pero, en el fondo, se huele que todo terminará como le gustan a nuestras tías y abuelas. Natalie Portman, la ganadora del Oscar como mejor actriz por “El cisne negro”, es la protagonista de esta comedia floja, previsible y tonta. Cuesta creer por momentos que la heroína de esta realización acaba de haber sido galardonada con el máximo Oscar establecido para la mujer que cubra el personaje protagónico de una producción.. “Amigos con derechos” no cuenta nada nuevo, es la típica historia de amor que renace muchos años después. Emma (Natalie Portman) y Adam (Ashton Kutcher), en criollo un carilindo, se conocieron en la escuela secundaria y se reencuentran de adultos para reiniciar una amistad con ribetes de romance. Para colmo en el medio hay un padre que es un don Juan que sale con una ex novia de su hijo. El resto es más de lo mismo, chicas y chicos muy lindos, fiestas modernas, amigos y amigas que dan consejos y esperan que en fondo los “amigos con derechos” sean felices y coman perdices. Este filme no cambiará la historia del cine ni la manera de tener un acercamiento con un amigovio o amigovia. Es más, la falta de ideas en la narración y la carencia de diálogos graciosos del guión, sumado a un realizador cuya chatura profesional resulta olímpica, terminan por convertirla en una producción sin importancia. Claro que desde ahora a uno le queda la curiosidad: por ver el próximo trabajo de Natalie Portman, ¿la mejor actriz del 2010?, con una historia interesante, un guión sólido y a las ordenes de un realizador que sepa dirigir actores.
Amigos con Derechos, dirigida por Ivan Reitman, es una película en clave de comedia romántica protagonizada por Natalie Portman y Ashton Kutcher, que básicamente nos contará las idas y venidas de una pareja que pretende no tener compromisos a la hora de mantener una relación. La primera vez que Adam se cruza con Emma es en un campamento de verano al que él fue enviado ante el imprevisto e inevitable divorcio de sus padres. Allí comienza el primer contacto entre estos jovencitos que luego irá repitiéndose con poca frecuencia a lo largo de los años, hasta que finalmente se vuelvan a juntar cuando ambos superan los 25 años de edad. Es en ese momento cuando ellos comienzan a vivir una atípica historia de amor donde se establecen como reglas básicas el tener sexo sin ningún tipo de compromiso y teniendo la libertad de estar con otras personas. Obviamente que al comienzo este tipo de relación será maravillosa para ambos, hasta que empiezan a florecer en ellos sentimientos que atentan contra el pacto que establecieron al entablar esta relación. Como bien índica su título original No Strings Attached significa "sin ataduras" y realmente no comprendo como aquí lo traducieron como Amigos con Derechos, debido a que ambos protagonistas jamás fueron amigos, e incluso se podría afirmar tranquilamente que Adam y Emma son apenas conocidos. Ivan Reitman -director de grandes películas como Los Cazafantasmas y que aquí tiene un pequeño cameo- cuenta esta historia con un buen ritmo y utilizando todas las fórmulas que tiene este gastado género. En Amigos con Derechos encontramos la típica trama de conexión instantanea, relación amorosa, ruptura y reconciliación final, que incluso cae en los típicos cliches de la incursión del personaje gay, la música pop y los amigos que brindan siempre consejos que perjudican al protagonista. La lógica impone que si Amigos con Derechos es una comedia romántica, debe tener buenas dosis de estos dos elementos para presentar un resultado satisfactorio. Es en el primer apartado que este film no logra cumplir del todo, más allá de que podríamos clasificarlo como un "film simpático" con algunas secuencias graciosas. Quizás la asignatura pendiente en este elemento es el desaprovechamiento de los personajes secundarios. En cambio es en el segundo módulo donde la película conforma su fortaleza más importante. La historia de amor de Adam y Emma es creíble, a pesar de repetir todas las fórmulas que menciono arriba, y también por momentos logra formar una especie de identificación con las situaciones que van ocurriendo, más allá de que uno no pueda no haber vivido entornos similares a los mostrados. Incluso en las escenas finales hasta puede llegar a emocionar a más de un desprevenido. Para simplificar se podría afirmar a las apuradas que en Amigos con Derechos la balanza se inclina mucho más hacia al romance, dejando con menos peso a la comedia. Un punto interesante a ser destacado es que quién lleva el mando de la relación en esta historia es la protagonista femenina, algo que no es común en este tipo de películas. Incluso la escena más graciosa del film se da cuando Adam le regala a Emma un compilado con canciones hechas para su periodo menstrual. La pareja protagonista integrada por Natalie Portman y Ashton Kutcher presenta una excelente química, donde son ellos los principales encargados en sostener la historia de amor. En la sala de al lado del cine en el que la vi estaban pasando El Cisne Negro y es increíble que la misma actriz haya llevado dos papeles tan distintos como Nina y Emma, con muy buenos resultados. Aquí Portman es adorable y más alla de que su personaje intente alejarnos de su corazón, cada mirada y cada sonrisa hace que uno inevitablemente se enamore perdidamente de ella. Como contraparte tenemos a Kutcher interpretando su clásico personaje de canchero, matizado con algunos toques de ternura, algo que refresca un poco el repetitivo registro del actor. Amigos con Derechos es una comedia romántica poco original que logra mantenerse gracias a las buenas actuaciones de sus protagonistas y al buen ritmo narratorio de su director.
Hay que ver Amigos con derechos Esta gran comedia de Ivan Reitman (sí, el director de Los cazafantasmas) tuvo en la Argentina mayoría de críticas en contra o indiferentes. Hubo, sin embargo, una notoria y muy lúcida crítica a favor, la de Horacio Bernades en Página/12. Gracias a ese texto fui a ver la película. Ese sólo texto a favor pesó más que varios en contra sumados (aquellos que leí no iban mucho más allá de un recitado de afirmaciones grises, trilladas y burocráticas, con una mirada que no individualizaba la película sino que la amontonaba junto a otras). En una primera visión, Amigos con derechos me pareció una muy buena comedia romántica, y en ese sentido la defendí en el número de El Amante que salió esta semana, con un texto breve. Pero volví a ver la película hace unos días, y esa segunda visión la hizo realmente sobresaliente, una de esas comedias que aparecen de tanto en tanto: uno de esos casos (como Adventureland, como La boda de mi mejor amigo, como Funny People) en los que se siente una vibración especial en el relato, un aire de electricidad (perdón por la metáfora un tanto frankensteiniana) que les da vida, una fluidez encendida mezclada con encanto, brillo, agudeza, inteligencia y aciertos en detalles de construcción que se condicen con el gran cine. Ese gran cine que no es el (mal) cine de “los grandes temas” (La cinta blanca, La vida de los otros) o el cine supuestamente “complejo” (El origen). Amigos con derechos es gran cine como arte popular, de la tradición clásica, opuesto a ese cine masivo ostentoso, que a todos les dice “aquí estoy, soy importante” (otra vez El origen). La importancia de Amigos con derechos es menos chirriante, menos obvia, más perdurable. Seguramente, como dice Bernades en su crítica, haya que prestarle mucha atención a la guionista Elizabeth Meriwether, porque evidentemente hay grandes situaciones, diálogos bien planteados, personajes muy bien construidos. Y hay que prestarle atención a los actores: a la vigencia de Kevin Kline; a cómo Kline y Natalie Portman se mueven en el lenguaje procaz con atrevimiento y naturalidad (“tenés una linda pija, como despreocupada” dice ella); a cómo Portman y Ashton Kutcher actúan –en primer plano– el primer encuentro sexual; a cómo Kutcher interpreta con todo el físico los golpes que recibe, a cómo pasa del encanto alla Cary Grant en la secuencia de la menstruación a la actitud relajada de cualquier conversación con sus amigos. (Los personajes secundarios son otro enorme acierto de la película: descuellan Ludacris y Lake Bell porque traen, respectivamente, el deadpan y la gesticulación tensa y la integran al relato). Portman, menos ostentosa que en El cisne negro, actúa en clave contenida (aunque cuando explota, como en la lucha por Kutcher contra dos mujeres, es flamígera, y Reitman sabe que ahí deben predominar los planos generales), transmite emociones con la mirada y con remates gestualmente bien sostenidos de diálogos secos (tiene muchos más chistes ella que él, lo que no es tan habitual en las comedias románticas). Por último, la actuación de borracheras y/o efectos de drogas en esta película debería ser un modelo para tantos actores que juegan a la pura exageración en esos momentos. Como toda gran película, Amigos con derechos plantea un entramado de reenvíos de sentido, no una mera sucesión de acciones. Así, el primero de los dos prólogos es muy significativo y hay que pensarlo en función de lo que vendrá: en la adolescencia, él (Adam, o sea Adán, el primer hombre) quiere conseguir algo de sexo, y no valora demasiado que ella (Emma, que no es Eva porque este personaje jamás puede haber salido de una costilla de nadie) lo escuche. Algunos años después, a Adam el sexo no le faltará, pero querrá algo más que lo acompañe, alguien con quien sentarse en un banco (eso que en la adolescencia no era tan valioso). Hay detalles visuales a resaltar, como una “V” en la espalda de Emma (marcas de la ropa en la piel bronceada), una V simbólica y victoriosamente vaginal, justo después de que ella se imponga sexualmente a las dos competidoras (Amigos con derechos dialoga desde otro lugar con La adorable revoltosa, inoxidable comedia fálica de Howard Hawks de 1938, y el personaje “Bones” es una referencia bastante explícita). Como en toda gran película, hay en Amigos con derechos una historia en la superficie (una historia de pareja, de chico y chica, de detalles perfectos) y en el fondo, en segundo plano, una segunda historia, en este caso sobre la incertidumbre, sobre los milagros cotidianos (los milagros mencionados en el segundo prólogo, en el funeral, cuando Emma está viva pero muerta, porque no sabe llorar por los muertos, porque no se da cuenta de la finitud). Por eso el “I’m here” de ella al final es tan emocionante, porque habla del compromiso, de la responsabilidad, del “aguante”, del “estar ahí” para el otro, de exponerse a llorar, a sentir. Por eso es tan maravilloso el plano del final, cuando ella pregunta “¿Y esto ahora cómo sigue?” Y no hay contraplano: hay misterio, aventura por venir, un porvenir compartido. Una tremenda adrenalina. Por eso los chistes del epílogo, para alivianar un poco la tremenda seriedad del final, camuflada perfectamente por la emoción y la diversión de un final ejemplar de comedia romántica. Desde Dave, presidente por un día (1993) y Junior (1994) que Ivan Reitman no jugaba a este nivel. Gracias por la vuelta.
La Comedia funcional Ashton Kutcher y Natalie Portman son Adam y Emma, dos amigos que se conocen desde adolescentes pero que la vida los ha separado, y los ha vuelto a encontrar en una situación bastante particular. Ambos están solteros sin compromisos, por lo que después de una rara noche de borrachera de Adam, el termina en el departamento de Emma y tiene relaciones, con este llegan al acuerdo de ser “amigos con derechos”, o sea solo usarse para satisfacer sus deseos sexuales, sin compromisos ni sentimientos amorosos. La pregunta del millón es… ¿podrán lograrlo? ¿Podrán dejarse llevar solo por la pasión sin amor? Obviamente dentro de la historia habrá encuentros y desencuentros, tiempos de paz y tiempos de conflicto y confusión. Con las características comunes a toda comedia romántica, la historia progresa, y la idea parece funcionar hasta que Adam empieza a sentir algo más por Emma. Con la muy bien lograda participación de Kevin Kline como Alvin (Padre de Adam), está producción gana unos puntos extra. Por lo demás a pesar de la historia bien llevada y con la naturalidad viva de Natalie Portman y el ya oficio de Ashton Kutcher de ya tener varias cintas grabadas de éste género se logra una buena comedia pasatista y con mucho tinte de realidad sin dejar de ser una historia romanticona pochoclera. Seguramente no será candidata al Oscar pero es una buena opción para pasar el rato en el cine.
Amor con reglas claras El afiche de Amigos con derechos debería advertir: si está enamorado, no mire esta película. Por más que la razón de ser de toda comedia romántica sea demostrar la verdad absoluta del amor, el poder de impacto cardíaco varía en cada demostración particular. La mecánica es conocida: todo empieza con una solución parcial que se transforma en un nuevo problema al que hay que encontrarle una solución total. En este caso, la solución parcial que encuentran Emma (Natalie Portman) y Adam (Ashton Kutcher) para evitarse los inconvenientes habituales de las parejas es reducir su relación a fogosos encuentros sexuales. Desde el principio, queda claro que Adam no se conforma con ese beneficio. Quiere más. Quiere que Emma sea la mujer de su vida. Pero, como todo enamorado, es un calculador compulsivo, y prefiere a la chica en su cama antes que en la cama de otro. Uno de los aciertos de Amigos con derechos es lograr que sus personajes, tanto los protagonistas como los secundarios, parezcan personas reales, no demasiado brillantes en sus parlamentos ni demasiado coherentes en sus conductas. Lo que se pierde en humor al renunciar a la caricatura, se gana en concentración sentimental. Adam trabaja como asistente de producción en TV, su karma es su padre, un famoso conductor televisivo (Kevin Kline), y su sueño convertirse en guionista. Emma es una médica practicante, que no tiene otra aspiración en la vida más que consolidarse en su profesión y no sufrir vaivenes emocionales. De alguna manera, aunque no por primera vez en el cine, se invierten los roles tradicionales entre el hombre y la mujer. Ella es quien trata de mantener la distancia y no mezclar las cosas y él quien insiste en derribar las barreras voluntarias que los separan. Esa tensión mantiene viva la historia, condimentada con algunas subtramas no demasiado ingeniosas, aunque necesarias para el desarrollo del argumento, que a veces a avanza y otras tropieza, siempre en la dirección más previsible. Por supuesto, el planteo es conservador: los valores de la familia, la amistad, los sentimientos y la monogamia terminan imponiéndose, apenas atenuados por una ironía que no deja de ser triunfal. ¿Es posible otra solución? Quién sabe. Lo cierto es que el día en que la comedia romántica abandone la idea de pareja (bisexual u homosexual), se habrá transformado en algo muy diferente a lo que propone Amigos con derechos. Por el momento, quedan los residuos de un género glorioso: casi la pura nostalgia, el pasado del amor conjugado en presente.
El secreto de esta comedia romántica sobre la transferencia amorosa, sin por esto desestimar la legítima posibilidad de que un hombre y una mujer (u otras combinaciones posibles) puedan disfrutar de tener sexo sin constituir una pareja, consiste en una excelente combinación entre un guión sólido y una puesta en escena inteligente. Aquí, los personajes parecen personas, las locaciones de Los Ángeles lugares reales, a pesar del artificio edilicio de esa ciudad espectáculo. Desde adolescentes, Adam (Ashton Kutcher, quien parece ser un Kevin Costner de su generación, es decir, un actor clásico que los supuestos grandes intérpretes salidos de la fábrica gestual del Actors Studio), un escritor que trabaja como asistente de dirección en una serie televisiva, y Emma (Natalie Portman, en otro papel sufrido pero con matices e instantes de placer, es decir, más una neurótica que una psicótica en tutú como en El cisne negro), una médica exigente, se gustan, pero pasarán muchos años hasta que finalmente empiecen primero a acostarse y después a enamorarse. Ivan Reitman y Elizabeth Meriwheter asumen las premisas del género en clave contemporánea, y si bien los clisés característicos están presentes (la consagración del romance, una boda, un funeral, amigos compinches, y la familia como una institución omnipresente), el director y la guionista le imponen al relato una madurez poco frecuente en la construcción de los sentimientos y el vínculo entre los personajes, sin apelar al conservadurismo típico en donde el sexo se ordena en función del amor; esencialmente, Amigos con derechos es una película libertaria, y el retrato de la psicología femenina es más complejo de lo que parece. El excelente gag sobre un remixado de temas musicales que directa e indirectamente sugieren el período menstrual es un brebaje sonoro ideal para conjurar la truculenta oda de Arjona al sangrado mensual del supuesto sexo débil
"Amigos con derechos" es de esas películas que vas a ver al Cine para divertirte un rato, reirte, verlo a Ashton en la pantalla grande, y además es la excusa perfecta para verla con un "amigo" (o en el caso de los hombres, con una "amiga"). No considero que sea una película que muestre nada nuevo, ni que tenga actuaciones deslumbrantes, pero aún así, es divertida para verla alguna tarde de Domingo, tiene muchísimos gágs, algunos mejores que otros, pero en general te hacen reir muchísimo, y logra ser muy entretenida y llevadera aunque sepamos cómo va a terminar. En pocas palabras, "Amigos con derechos" una comedia más del montón, pero bastante divertida.
Las chicas sólo quieren casarse Ivan Reitman dirigió "Los cazafantasmas" en 1984 y dejó una marca en la filmografía de la década; pero con este filme está más cerca de la fallida "Mi súper ex novia" (2006) que de aquel imaginativo aquelarre de fantasmas multicolores sobre la ciudad de Nueva York. La historia de Emma y Adam se adivina desde los títulos; el espectador imagina todo lo que va a pasar en la trama, y el problema es que las cosas ocurren exactamente así. No hay una sola sorpresa ni toques de originalidad en el relato. Y es una pena, porque el elenco hubiera permitido desarrollar personajes mucho más interesantes que los que durante más de una hora y media (que terminan pesándole al espectador) deambulan por la pantalla; al punto que resulta casi imposible encontrar más de dos ideas originales en el guión. En este tipo de comedias, los personajes secundarios resultan especialmente relevantes; y si bien es cierto que los que aparecen junto a los protagonistas de esta historia disponen de un par de chistes eficaces y de alguna situación divertida, también lo es el hecho de que no pueden escapar de la chatura general del guión. Suena a desperdicio disponer de Cary Elwes, de Ludacris o del gran Kevin Kline y no sacarles el jugo con personajes y situaciones acordes con el talento de esos actores. Emma (Natalie Portman, hermosa como siempre y en un correcto trabajo, también como siempre) deja en claro que no quiere otra cosa que sexo en su relación con Adam (Ashton Kutcher, nunca tan simpático como en la piel del Kelso de "That ´70s show"). Pero a medida que avanza -lentamente- la trama, va descubriendo que no es la profesional fría y desprejuiciada que pretende ser, y que en definitiva sí que quiere que le regalen una alianza y le propongan matrimonio. Lo cual de ninguna manera es criticable; el problema es que pasan demasiadas cosas intrascendentes hasta que la protagonista comprende lo que los espectadores saben desde que se metieron el primer pochoclo en la boca.
Normalmente suelo evitar cualquier comedia que tenga como protagonista a Ashton Kutcher (actor insoportable si los hay), pero en este caso le di una oportunidad porque lo acompaña la hermosa Natalie Portman. Se sabe que el género de la comedia romántica está totalmente agotado y resulta difícil innovar o, al menos, proponer algo remotamente original dentro del esquema "chico conoce chica y se enamoran", pero tampoco esperaba un resultado tan desastroso como éste. Aquí se explora un tema similar al de la genial comedia "(500) Days of Summer" (o también al de la despareja "Love and Other Drugs"), describiendo la relación entre una mujer independiente que prefiere el sexo sin compromisos y un joven romántico y enamorado. Dirigida por Ivan Reitman (responsable de divertidos trabajos como "Ghostbusters", "Kindergarten Cop" y "Dave"), esta es una comedia repetida, previsible y ordinaria, con una pareja incompatible que es introducida/desarrollada de manera espantosa (en su primer encuentro, ella lo invita a un funeral!!!!), y algunos actores destacados como Kevin Kline y Greta Gerwig (surgida del mumblecore) en roles secundarios lamentables. No suelo dejar películas por la mitad, pero una hora de "No Strings Attached" fue más que suficiente.
Ivan Reitman es uno de esos directores que quizás no se conocen por el nombre, pero sin duda todos vieron alguna película suya, dado que sus realizaciones alimentan a la televisión matutina de cable desde hace años, especialmente las que fueron protagonizadas por Arnold Schwarzenegger y Danny DeVito. Quizás su mayor logro como director en los últimos años sea Evolución, una mezcla de humor y ciencia ficción tan ingeniosa como delirante. Puede ser discutible si buena parte de su filmografía resiste el paso del tiempo, sin embargo hay que decir que en algún momento fueron divertidas, a diferencia de su última producción No strings attached, que pretende ser graciosa y sólo hace el ridículo. Vamos por partes… El Argumento: Dos jóvenes que se conocieron a los 14 años y no volvieron a verse hasta los veintitantos llegan a un acuerdo, mantener una relación estrictamente física hasta que alguno se enamore del otro, y ahí cortar por lo sano. ¿Hay alguna duda respecto de cuál va a ser el final? No realmente, tendrá algún gag nuevo, un conflicto entre padre e hijo, terceros en discordia, elementos que no cambian un final inevitable que se presupone. Es decir que partiendo de una idea anti-romántica, por así llamarla, se llega al mayor convencionalismo dentro del género. Los protagonistas: Natalie Portman desarrolla un papel que no sólo no le queda cómodo sino que en varios pasajes lo lleva mal, basta ver la escena en la que sobreactúa estar borracha para notarlo, mientras que a Ashton Kutcher le sale el suyo a fuerza de venir haciéndolo en cuanta película puede. Esta es incluso similar a Muy parecido al amor (A lot like love, 2005), junto a Amanda Peet, con la que no sólo comparte el protagonista sino también argumento y narrativa. Lo que sucede es que entre ambos no hay mucha química, aspecto que no se favorece con un guión flojo que recurre a absurdos en diferentes pasajes. Y así habrá por ejemplo toda una escena, totalmente innecesaria, en la que el tema es la menstruación de Emma en sincronía con sus amigas, momento para el que Adam prepara un compilado de canciones en las que se refiere a la sangre desde el título. El mecanismo en la actuación de los adolescentes quince años atrás, se replica una y otra vez en un film soso que trata de ser algo más y fracasa estrepitosamente. Basta ver a Ashton Kutcher decir una de esas frases que buscan ser clásicos instantáneos como en los finales de Un lugar llamado Nothing Hill o Jerry Maguire, para comprender lo artificial de Amigos con derechos. Como termina sucediendo en algunas oportunidades con estas historias, lo mejor acaba en manos de los papeles secundarios, de los que se espera alguna participación más para que ofrezcan algo divertido en este sinsabor de película. En este caso son Kevin Kline, como el padre famoso de Adam, que no sólo fuma marihuana y se acuesta con la ex novia de su hijo sino que además tiene la única línea realmente graciosa, y Greta Gerwig, gran actriz de Greenberg, que con algunos gestos logra más que Portman en una hora y media.
El lugar de la mujer en la familia ya no es lo que era. Ya no queremos cocinar, planchar, lavar y cuidar a los nenes; ahora buscamos ser profesionales en el trabajo y madres part time, que el hombre, al menos a veces, cocine y ponga el lavarropas. Esta es el claro lema de vida que nos muestra Natalie Portman en Amigos con derecho. La película se centra en la relación de Emma con Adam; dos jóvenes adultos con distintas perspectivas de la vida. Mientras que la prioridad de ella es terminar su residencia como doctora y no involucrarse amorosamente en ninguna relación; él deja que las cosas sigan su curso y mientras trabaja como asistente en un canal de TV, busca con rabia enamorarse. Adam y Emma se cruzan varias veces en la vida en circunstancias inusuales, y es recién en su último encuentro cuando los dos aceptan jugar el juego del touch and go, pero como siempre, el pobre hombre sufrido ve en la mujer imposible algo que lo hipnotiza, y ella no hace más que negarse a reconocer que comparten los sentimientos. Si bien es una historia clásica de comedia romántica, es imposible no engancharse con los personajes y terminar deseando un final feliz; el guión es bueno y la película no aburre en ningún momento, aunque claro, tampoco es una genialidad ya que cae en todos los clichés del género, pero con estilo.
¡HISTÉRICA! En un capítulo de Friends, Rachel responde a alguna estupidez de Joey con un “gracias a dios que sos lindo”. Amigos con derechos (No Strings Attached, 2011) deja la misma sensación: si no fuera por la belleza de Natalie Portman y Ashton Kutcher (en ese orden), flaquearía en elementos que la “salven” de la retirada de la sala de cine y disminuyan las ganas de violentarse con el crítico que la catalogó como una revelación en materia de comedias románticas y la nueva Cuando Harry conoció a Sally. Ni lo uno ni lo otro. El filme (de historia simple: dos chicos lindos tienen sexo; uno quiere compromiso, la otra no; idas y vueltas emocionales; encuentros y desencuentros; desenlace romántico) no sorprende. La filmografía de Ivan Reitman como director no prometía otra cosa. Ashton Kutcher tampoco. Se mueve como pez en el agua en este tipo de personajes (galán ocurrente y sufrido de finales felices), tanto que el de ahora parece ser una resurrección del que propuso en Muy parecido al amor (2005). El trailer permitía intuir que -como suele pasar- los únicos diálogos y giros divertidos de la película están en él. Lo que sí sorprende es que Natalie Portman participe como actriz (está muy bien, como siempre, pero desperdiciada en el papel y el guión) y productora ejecutiva. Quizás Reitman utilizó el mismo poder persuasivo con el que convenció a otras buenas actrices para trabajar en películas no tan buenas (Uma Thurman en Mi super ex novia -2006-, Emma Thompson en Junior -1994-). O quizás se trata simplemente de negocios. Podría decirse que Amigos con derechos tiene buenas intenciones al pretender quebrar paradigmas como la presión social del casamiento, la patología y ridiculez en los noviazgos, el rol femenino y masculino en las relaciones afectivas y sexuales; al intentar ser “gay friendly” y marihuanera. Pero no. Lo que prevalece son los repetidísimos recursos del manual de la comedia romántica “oficial”, escenas que se perciben como ya vistas miles de veces en otras obras del rubro y planteos simples y taxativos de las relaciones humanas (los padres son los únicos culpables de las fisuras emocionales de los hijos, el amor suele presentarse de maneras estúpidas pero estamos indefectiblemente destinados a él). Es decir que la película resulta tan histérica como el vínculo entre los protagonistas. Coquetea con rupturas pero no del todo, termina de alguna manera legitimando aquello con lo que intenta romper, reivindicando el amor comprometido y “como debe ser” (contrariamente a lo que el “sin ataduras” del título original en inglés indica) y homenajeando a todas las malas comedias románticas precedentes.
Portman todo, lo hace bien Natalie Portman ha dado el salto cualitativo que todos esperábamos en estos últimos años. Siempre fue una actriz sólida, pero en esta etapa, no hay desafío que le quede chico. Es una figura de primera línea y los grandes estudios se pelean por trabajar con ella, ya que su ductilidad le permite ser una actriz todoterreno. Es decir, no hay género donde ella luzca descolocada o de pasos en falso. Está en un momento fantástico de su vida profesional y privada, y se nota. Derrocha talento. Segundo film en cartelera suyo, comedia romántica con la que se toma vacaciones de la intensidad dramática de "The black swan" y explora el género junto a un viejo conocido de la industria, Ivan Reitman. Y está bien, se lo tiene bien ganado.Su director, ha hecho muchas comedias en los dorados 80 ("Cazafantasmas", por ejemplo) y es un veterano con oficio. Tiene olfato para elegir buenos tándems (Bill Murray- Harold Ramis, DeVito-Scharzenegger luego en "Gemelos") y ha producido los suficientes films taquilleros como para saber detectar las buenas asociaciones. Aquí, se acierta claramente con el casting. Cuestión fundamental a la hora de llevar adelante una película taquillera, elegir bien a la pareja principal y por supuesto, rodearla adecuadamente. Pero primero, vamos a la historia. Emma (Portman) es una estudiante de medicina avanzada haciendo su residencia . En general, le cuesta un poco abrirse a las relaciones, en palabras de su hermana, "hace todo lo posible para arruinar a los candidatos perfectos". Bueno, tiene sus temas. Lo cierto es que la etapa en la que está de su profesión no le deja mucho espacio para vida social. Vive con tres amigos y colegas que están en la misma circunstancia, tratar de recibirse en el tiempo estipulado. Esto hace que Emma no quiera comprometerse con alguna relación amorosa. Su energía está toda puesta al servicio de su carrera...Pero, como a cualquier chica de su edad, le pasan cosas con su cuerpo. En su camino aparecerá Adam (Ashton Kutcher), quien estuvo junto a ella hace muchos años y con quien comparte una fría amistad. Se ven cada tanto, accidentalmente, hasta que una noche, Adam, deprimido porque su padre (Kevin Kline) comienza una relación con su ex-novia, se pasa de raya con la bebida y termina en el departamento de Emma. A partir de ese momento, los dos descubrirán que se desean mutuamente y llevarán a cabo acciones para canalizar tanta necesidad. Establecen reglas para evitar enamorarse y se disponen a vivir el desenfreno de su pasión. El tema que se plantea, es, como en muchas clásicas comedias románticas, la amistad entre el hombre y la mujer. Aquí, con una apuesta superior: se puede tener sexo sin involucrarse afectivamente con la otra persona? Es posible mantener una relación exclusivamente en el terreno del cuerpo, negando la conexión más costosa, que es la del corazón?. Otra vez, correcto punto de partida, mérito de Reitman, el tema tiene su interés. Portman se luce, jugando su rol a media máquina, tiene química con Ashton Kutcher y se nota, los dos se divierten y se complementan de memoria. Después de haberlo visto a Kutcher sufriendo con Katherine Heigl en "Killers", esta parece ser su pareja natural. Claro, el momento de la actriz que lo acompaña es fabuloso y eso lo ayuda a dar lo mejor de su escaso repertorio. Sus limitaciones son más que evidentes, pero encuadrado como está aquí, cumple su rol sin fisuras y el espectador compra su aspecto de chico bueno enamorado al segundo fotograma (aquel que repite película a película y que ya conocemos). Si hay que decir, no es un gran guión ni mucho menos. La historia es discreta y de no estar protagonizada por Natalie Portman, seguramente sería un fracaso. Hay lugares comunes, secundarios simpáticos y buena música. Nada del otro mundo. Pero ella está. "No strings attached" es entonces una película aceptable, menor y amigable que funciona como una pausa entre tanta intensidad ofrecida por los films que han sido nominados al Oscar y que pueblan nuestra cartelera. Es de las cintas que esbozamos una tibia sonrisa cuando las vemos y que son mejor disfrutadas, en buena compañía. No hay misterios y tampoco vuelo de altitud. Es un producto digno, sin sorpresas, pero se deja ver. Sirve, indudablemente, para conocer a la actriz que dominará la taquilla durante los próximos años, la maravillosa Natalie Portman. Ella sola justifica ya el precio de la entrada. Buena alternativa en cartera.
Cumplimiento comercial No Strings Attached o Amigos con Derechos, es una comedia romántica dirigida por Ivan Reitman, director canadiense pero que nació en la ex Checoslovaquia, y que cuenta en su filmografía con buenas películas como Los Cazafantasmas 1, 2 y actualmente estaría trabajando en Ghostbusters: Hellbent, el tercer film que tiene fecha de estreno para el 2012. Coprotagonizan esta comedia Ashton Kutcher, figurita repetida en el 70% de la basura romanticoide, y Natalie Portman, gran actriz con un talento enorme que viene de protagonizar la aclamada El Cisne Negro, conformando una mezcla interpretativa extraña... que sería mas o menos como La Bella y La Bestia (teniendo en cuenta los dotes actorales de cada uno). Con mucha sorpresa (no lo voy a negar), pasé un buen momento cuando vi que la dupla tiene química, y que resultaban divertidos, hasta me arriesgaría a decir que es la mejor película de Kutcher en el género, si tenemos en cuenta que todas eran bastante mediocres. Se me ocurrió pensar que la transición del actor es como cuando uno juega a un deporte con gente pata dura, que hacen que uno indefectiblemente baje el nivel, y por el contrario, cuando jugamos con gente más hábil que nosotros nos suben el nivel. Capaz que lo que debe hacer este actor es comenzar a jugar con gente más hábil que le suba el promedio de bodriasos que viene cosechando. Pero bueno, basta de darle al pobre Ashton y pasemos al film: Creo que sin muchas innovaciones, No Strings Attached se configura como una película entretenida, con algunas cuestiones de la personalidad del director que se notan sobre todo en el tipo de humor, que para pasar el rato está bastante bien. Confieso que este género no es mi primera elección cuando decido ir al cine y creo que tiene que ver con esta cuestión de ser hombre y como tal, despreciar las historias románticas, aunque me cueste aceptarlo. Navegando por la web y chequeando los comentarios de las personas sobre este film, me di con que a la mayoría de las mujeres le había parecido que la película estaba muy buena, que les había gustado, y a la mayoría de los hombres le había parecido que perdieron el tiempo, salvo por algunas escenas graciosas... Por eso yo les digo, Hombre Común, ¡ojo! y al Tipo Sensible que disfruta de una historia ligera, es una buena opción. Mujeres, ¡disfruten!, seguramente la van pasar bien, sobre todo las incondicionales de Ashton que podrán verlo en pantalla como Diosito lo trajo al mundo. Para resaltar también, Natalie Portman está más sexy que nunca, en un papel que lo lleva de taquito, aunque en lo personal, espero verla mucho más en historias como El Cisne Negro que en comedias románticas ligeras de este tipo.
Desde que se conocieron en un campamento adolescente, Emma y Adam han tenido ganas de ver si podían llegar a empezar una relación. No lo hicieron ni a los 15 años, ni una década después cuando se cruzaron en el funeral del padre de ella, ni siquiera ahora que están a punto de cumplir la treintena. Con sus vidas más o menos encarriladas en sus profesiones (ella es una promesa de la medicina en el hospital donde trabaja y él aspira a convertirse en guionista de la serie teen de la cuál es asistente de producción) y un completo desorden amoroso (la novia de Adam lo dejó por el que hasta entonces era su suegro y Emma ni siquiera piensa en los hombres) deciden llegar a un acuerdo. Para proteger su amistad mantendrán una relación libre, sin celos, recriminaciones, con canilla libre de sexo, salidas, ratos compartidos… pero nada de regalos cariñosos, planes a futuro o enamoramiento: sólo serán “amigos sexuales”, como a ellos le gusta definirlo. Pero después de tanta intimidad, ¿puede sobrevivir una amistad libre de amor? Dirigida por Ivan Reitman, la nueva comedia romántica protagonizada por Natalie Portman y Ashton Kutcher (¿alguna vez se sacará el traje de él mismo como logró hacer para “El efecto mariposa”, su mejor filme hasta la fecha?) rebalsa de clichés, de diálogos supuestamente simpáticos que terminan siendo vacíos, de risas y caídas de ojos repetidas una y otra vez… en fin, de una falta casi total de gracia y divertimento. La conclusión que se puede sacar al ver esta película es que admirar el trabajo de la aquí deslucida Portman en “El cisne negro” es algo que no tiene desperdicio.