Googleros viejos Guionada por uno de sus protagonistas (Vince Vaughn) y dirigida por Shawn Levy, The Internship nos adentra en la historia de dos vendedores con métodos comerciales bastante tradicionales y anticuados que se quedan sin empleo y no tienen mejor idea que inscribirse en una pasantía extremadamente competitiva para puestos de trabajo en Google. La película cuenta con dos razones principales por la cual divierte, agrada y logra mantener al espectador firme en su lugar: Vaughn y Owen Wilson. El dúo cómico rema y rema en un mar de amenos acontecimientos (a pesar de la presencia de oleajes bastante previsibles) con prácticamente la misma iniciativa y espíritu que le ponen en la ficción del film. Aprendices fuera de línea comete el mismo error que las comedias de los últimos tiempos al no conseguir suscitar mínimamente tres o cuatro carcajadas, que es lo que tanto espera el público encontrar cuando va a ver proyecciones de este género. Sin embargo, se puede rescatar algún que otro muy buen gag y el apreciable dinamismo que se aplica para que el rumbo de la narración no sufra demasiados altibajos, más allá de unos pequeños e innecesarios recursos cursis híper vistos en determinadas secuencias. Alternando entre unos cuantos clichés, ratos bastante entretenidos y un mensaje moral de trasfondo destinado a promover el trabajo en equipo, la iniciativa y la “caradurez” de ser emprendedor para obtener lo que uno quiere, The Internship aprueba con lo justo y alcanza para hacernos pasar gratos minutos. LO MEJOR: el dúo protagónico. Meterse en el mundo Google, la competencia nerd. Entretenida. LO PEOR: no nos sorprende en cuanto a resoluciones. En instancias apela a sentimentalismos que no funcionan en este tipo de películas. PUNTAJE: 6,1
Aprendices fuera de linea es una simpática y ligera comedia con varios minutos de más, que se disfruta mejor si ya sabés de antemano que es ideal para pasar un rato ameno pero no para morirse de risa. Si vas pensando lo contrario te vas a desilusionar. La premisa es muy buena y entusiasma, dando la sensación que nos vamos a reír mucho y a carcajadas, pero...
¿El chivo más largo del mundo o sólo una comedia fallida? Tres años después de Red Social y una semana antes de la biopic sobre el creador de Apple, Jobs, llega Aprendices fuera de línea, que transcurre en las asépticas instalaciones de Google en California. Hasta allí llegan dos amigos (Vince Vaughn y Owen Wilson) buscando acceder a una pasantía laboral después de perder su trabajo como vendedores. El problema es que son auténticos “dinosaurios” analógicos sin la más mínima idea del asunto 2.0, desatando así una comedia fallida -hay más chistes logrados en el cameo de cinco minutos de Will Ferrell que en el resto del film- con gusto a poco. La inserción de un producto o marca en el cine (product placement en la jerga profesional) nunca había llegado tan lejos. Aquí ya no se trata de algún que otro chivo ocasional, sino que Google es tanto o más protagonista que los actores de carne y hueso. Sin embargo, hay que reconocerle al film de Shawn Levy (Una noche en el museo, la notable Gigantes de acero) que no se limita a erigirse como una publicidad de casi dos horas sino que hace de esa característica el disparador de una comedia. Y ahí es donde comienzan los principales problemas. La contraposición entre la dupla y el resto de los nerds que tienen como ocasionales e involuntarios compañeros de grupo para las distintas competencias planteadas por el coordinador de turno (Aasif Mandvi) da pie a una película obvia y demasiado tibia para los cánones actuales del género, con un humor blanco y desvaído que se desinfla a medida que pasan los minutos hasta convertirse en una somera moraleja acerca de la auto-superación y las bondades del trabajo en equipo.
Owen Wilson y Vince Vaugh, miembros del Frat Pack, dos actores que tienen su puesto de estrellas de comedia asegurados, con una gran química entre ellos, regresan con esta nueva comedia del director Shawn Levy (realizador desparejo pero que en los últimos años ha hecho películas muy taquilleras). En ella, los amigos pertenecen a una generación atrasada, que no supo ponerse al día con la tecnología, y a quienes el tiempo se les fue de la mano. Se les fue y lo notan cuando se quedan sin trabajo, aquel que consistía en hacer lo que ellos sabían: vender. Pero vendían relojes, y hoy ya nadie mira su muñeca para saber qué hora es. Por eso, tras una gran escena en la que suena y cantan “Ironic” de Alanis Morisette, los muchachos que creen tener una gran venta asegurada, se enteran por otra persona que de repente pasaron a ser desempleados. ¿Y ahora? Nick (Wilson) cae en las manos del excéntrico marido de su hermana, y es allí cuando hace su pequeña participación especial otro de los miembros del Frat Pack, ni más ni menos que Will Ferrell. A Billy todo le cuesta más, pero al sentarse frente a la pantalla de pc, descubre dónde está el futuro: en Google. El lugar que hace unos años fue designado el más divertido en el que se puede trabajar comienza a tomar pasantes. Pero Billy no puede ir a por eso él solo, tiene que hacerlo acompañado de Nick, su hermano de toda la vida. Claro, que no va a ser tan sencillo como iba a creerlo. Sin embargo, allí están. En el mundo de Google. Logran entrar a competir, siendo el centro de las miradas de los demás pasantes, todos jóvenes, tecnológicos y muy inteligentes. Nadie les pone fichas y terminan en el equipo de los marginados, aquellos a los que nadie elige. Toda la película va a ser una prueba tras otra, individual pero también colectiva. Sí, “The Internship” es una oda a Google. Pero es también una película divertida y simpática sobre personas que necesitan saber que sus vidas no están destinadas a trabajos aburridos hasta el día de su muerte, que nunca es tarde para tomar una decisión que te cambie la vida, ya sea postulándote para trabajar en el lugar más deseado por todo el mundo, como decidiendo salir en una cita tras tantos años dedicados sólo al trabajo. “The Internship” no le escapa a las referencias sobre todo cinéfilas. Los Juegos del Hambre, Harry Potter, X-Men y hasta Flashdance aparecen (me reservo contarles cómo, pues ahí radica la gracia). Grandes gags surgen a partir de ellos. La dupla que nunca falla, recordemos el gran e inesperado éxito de “The Wedding Crashers” lo hace otra vez. Son ellos sobre todo el motor de una comedia más larga que lo habitual, pero que no se siente estirada. Su opuesto es Max Minghella, actor que se lo vio en otra película que habla sobre la tecnología pero aquella vez enfocada de manera más oscura en cómo influyen en las relaciones, “The Social Network”. Además del abanico de personajes que serán los compañeros de los dos amigos ya adultos, aparece en pantalla la figura femenina y es ni más ni menos que Rose Byrne, cuyo personaje sufre una transformación acorde al aprendizaje de Nick. Resumiendo, el film es una propuesta divertida y refrescante, con claras moralejas (nunca es tarde para volver a empezar, todo es mejor en equipo, a veces hay que levantar la mirada de la pantallita del celular, una vida dedicada sólo al trabajo es una vida vacía…) y no falla. Ideal para pasar un buen rato y salir con una sonrisa en el rostro.
¿Qué pasa con las comedias últimamente? ¿Acaso no hay una mente iluminada en todo Hollywood que pueda encontrar una buena idea y convertirla en una película graciosa decente? Parece que no porque los últimos films que intentaron hacer reír al espectador fracasaron de manera colosal entre los comentarios del público (aunque no tanto en taquilla). Lamentablemente Aprendices fuera de línea no viene a redimir la situación y acentúa aún más la brecha entre los guiones ingeniosos y divertidos y los guiones plagados de lugares comunes y con dificultades para llegar al remate. Y en eso, en el guión, es donde hay que apuntar y acribillar porque no se puede objetar la habilidad del director Shaw Levy (Real Steel, 2011), aunque ha tenido sus tropezones, ni mucho menos la gran dupla que conforman Owen Wilson y Vince Vaughn en la pantalla. O en realidad habría que culpar un poco a este último porque la historia y parte de la escritura de los diálogos provienen de él. Si dudas el gran gancho del film es apuntar a la “memoria emotiva” del espectador que vio decenas de veces Los rompebodas (2005) tanto en cable como en televisión abierta para hacerle creer que con este estreno encontrará un resultado similar del dúo Wilson/Vaughn. Pero no es el caso. La idea del film en si no es mala ya que desde hace un tiempo gracias a noticieros, distintas publicaciones y posts hay un imaginario colectivo sobre lo que debe ser trabajar en Google, pero las mentes detrás de este proyecto no supieron como brindar un buen entretenimiento para hacer algo diferente teniendo esa novedad a su favor. Salvo por la genial escena del partido de Quidditch y las referencias nerds (principalmente la de los X-Men) que son muy buenas, esta es una película repetida. De todos modos lo escrito aquí no quiere decir que no haya gente que no pueda disfrutar esta propuesta. Pero seguramente que la persona que lo haga también sentirá que algo falta o incluso sobra (es excesivamente larga). En tanto, el resto seguirá aguardando una buena comedia de Hollywood que cumpla con todo lo que ese género requiere. Esperemos que no sea una espera demasiado prolongada.
El otro día, al regresar de la función de APRENDICES FUERA DE LINEA, entré a Google y utilicé su excelente motor de búsqueda para encontrar resultados de la película, dirigida por Shawn Levy y protagonizada por Vince Vaughn y Owen Wilson, dos comediantes que me en-can-tan. Después abrí Google Drive, maravilloso sistema que te permite generar documentos online, y me puse a escribir sobre la película. Ojo, antes chequeé en YouTube (una de las recientes adquisiciones de Google) algunos trailers y entrevistas de la película. La había pasado tan pero tan bien que quería saber mucho más, y con Google y YouTube encontrás todo lo que querés. Te cuento que ahí pude enterarme de más detalles de esta película acerca de dos cuarentones vendedores de relojes que se quedan sin trabajo por el cierre de su compañía, ya que no puede competir con los teléfonos celulares (la hora se ve mucho mejor si usás Google Android, je!). Tras complicarse sus vidas personales (uno se separa y otro empieza a trabajar en un negocio de colchones), deciden presentarse a una entrevista (hecha en Google Hangout, obviamente) a ver si consiguen entrar a una pasantía de verano en la sede central de Google Inc. El asunto sigue así. Como son muy raros y simpáticos, milagrosamente consiguen quedar y allí van estos dos veteranos, no muy duchos tecnológicamente, hacia ese maravilloso lugar en donde los empleados se recuestan en reposeras, juegan al voley, no pagan las comidas y van a trabajar en bermudas y zapatillas. ¿El paraíso sobre la Tierra? No, la sede central de Google, el mejor lugar para trabajar en los Estados Unidos según dicen las encuestas hace ya varios años. internship3Una vez ahí, al principio es como que se sentirán fuera de lugar, ya que es un universo manejado por veinteañeros capaces de arreglar el mundo usando Google Chrome y ellos mucho no entienden de eso. Pero los más chicos no tienen demasiadas habilidades sociales y ahí los veteranos serán de gran ayuda. Y lo mismo les va a pasar a la hora de diseñar aplicaciones para Chrome (via Google Code, claramente) que pueden ser rankeadas en Google Play, cuando quieran manejar Google Wallet, buscar una alternativa de fotos online a Instagram (que es una compañía de Facebook, algo malo malo horrible que no se menciona casi nada en la película por suerte lo mismo que Twitter otra cosa fea muy fea). La combinación “tech” de los chicos y “experiencia de vida” de los grandulones, claro, luego de algunos tropiezos, dará sus frutos. ¿Sabés que para escribir sobre la película conseguí muy buenas fotos via Google Images y hasta pude, vía Google Maps, saber exactamente dónde está la extraordinaria sede central de Google? Im-pre-sio-nante! Me intrigaba saber donde era ese lugar donde todos van con remeras de Google y gorritos que dicen “Noogle” (novatos), buscando algo llamado “googliness”, una especie de “mojo” de los Googleros que tiene efectos sorprendentemente buenos. Es como una Googledrug que te da Googlehappiness, jajaja! Acá la tradujeron como “Googlura” ¿No es genial? internship1Obvio que me sirvió también que Google, como bien muestra la película, tenga algo excelente llamado Google Translate, que me ayuda a traducir cosas del inglés y de otros idiomas también que sino no entendía nada. Iba a llamar a la Atención al Cliente de Google, que tan bien funciona en la película, pero no me hizo falta. ¿Sabés por qué? Porque nunca tengo problemas con Google :) Hay gente fea mala horrible (seguro que empleados de Apple Facebook Twitter Microsoft o algo igualmente espantoso) que dicen que APRENDICES FUERA DE LINEA es un comercial de dos horas de Google disfrazado de película. Hay gente tremenda que piensa mal de todo y de todos y no se banca que una película divertida y simpática para toda la familia se haga en el marco de una empresa excelente que ayuda a jóvenes, adultos, mujeres y hombres, asiáticos, latinos, gordos y flacos por igual, que está integrada con la comunidad, que cree en los tomates orgánicos pero también en el “franchising responsable” y cuida el medio ambiente y le hace bien a la humanidad. Seguro que son críticos de cine. PA-TE-TI-COS! Nada, eso te quería contar. Andá a verla que la vas a pasar genial, ni te hace falta googlearla. Ah, y después hacemos un Google Hangout y me la contás, jeje! ;) besis
Divertida y original cinta sobre la superación personal, OWEN WILSON y VINCE VAUGHN la pasan en grande en un filme que les permite lucirse en sus facetas más variadas, como grandes comediantes, pero también como expresivos actores dramáticos. La trama sencilla, está construida a base de gags, pero también apelando a la humanidad de todos los personajes, incluido los secundarios. Entretenida y directa, un refrescante pasatiempo cinematográfico.
Como viaje gratis, cuando ya está pago Si la ley de medios afectara al cine, esta película debería exhibir en algún lugar la leyenda "espacio de publicidad". Se trata de un comercial de dos horas de duración, un filme corporativo con la presencia de Owen Wilson y Vince Vaughn como dos cuarentones desempleados que se animan a probar suerte como practicantes en la empresa Google, con la esperanza de obtener allí un puesto fijo. El mecanismo elegido es el más básico en la comedia; poner algo donde no pertenece, así se juega con anacronismos y personajes desubicados para forzar la gracia donde no la hay. Se explota el contraste entre dos adultos experimentados en el mundo de las ventas y las relaciones no formales, con nerds que apenas llegan a los veinte años y conocen algo de la vida gracias a lo que ven en las pantallas de sus computadoras. Idea básica, básicamente explotada, apenas como excusa para mostrar el artificioso e impostado universo Google, el "Googleplex", lugar lúdico y plagado de falsas libertades para sus alienados empleados. Mientras los protagonistas van de desventura en desventura, los productos y servicios de la empresa se muestran en pantalla compitiendo en protagonismo. Los cameos de John Goodman y Will Ferrell apenas ayudan a recuperar el sentido de la comedia, muy brevemente. Semejante propuesta, flagrantemente publicitaria, no debería pretender que el público pagara por verla; en cambio debería exhibirse gratis para la audiencia interesada, con apps de regalo incluidas.
El mismo dúo de “Los rompebodas”: Vince Vaughn y Owen Wilson. Dos vendedores que se quedan sin trabajo e intentan hacer un curso de pasantía en Google, junto a un grupo de estudiantes brillantes. La comedia transcurre en carriles convencionales, con situaciones obvias. Pero interesante es el telón de fondo, cómo la empresa que se promociona como el mejor lugar para trabajar, lleno de diseño y color, tiene en realidad una competencia más que despiadada para gente de mediana edad y también para los más jóvenes.
Buscar en Google, cómo verla gratis en la web Como comedia es muy mediana, pero puede interesar más en su faceta de propaganda de Google camuflada como película cómica protagonizada por el mismo dúo de la exitosa "Los rompebodas". El problema es que aquí Vince Vaughn y Owen Wilson, es decir los dos antihéroes que en esa comedia negra se colaban en fiestas de casamiento para comer y beber de arriba y seducir amigas de la novia un poco ebrias, ahora sólo son un par de cuarentones desesperados que encuentran la solución a todos los problemas de su vida en Google. Ambos personajes son dinosaurios analógicos que venden relojes caros y anticuados sin entender que el mundo esta cambiando. Golpeado por la realidad, uno de ellos descubre que además de perder su trabajo, su casa está por ser embargada, y su novia lo está por abandonar. Esa noche, utilizando su computadora en serio por primera y quizá última vez, el vendedor encuentra la esperanza al ver su rostro reflejado en el logo de Google en la pantalla de su PC: anotándose como aprendices, y superando una serie de exámenes compitiendo con toda clase de nerds jóvenes y ciber-expertos, ambos podrían actualizarse y conseguir trabajo. Hay algunos gags eficaces, pero por más buenos comediantes que sean Vaughn y Wilson, el asunto se queda corto en chistes, dado que a cada rato aparecen más detalles del guión que obligan a entender lo buena que es la "googleza" y exhibir desvergonzadamente todos los productos y ventajas de la empresa en cuestión. A quien realmente le interese este híbrido, se le recomienda que busque en Google la manera de verlo en forma gratuita en la web.
Autoayuda en tono de comedia. Google es una de las empresas más grandes del mundo, y en eso todos tenemos que estar de acuerdo por mera objetividad. También sabemos, según nos cuentan, que las oficinas detrás del Gran Buscador son unas de las más divertidas, cómodas y sofisticadas para trabajar. Pero entrar a trabajar allí no es ningún juego, metafóricamente hablando, ya que si es un juego. Un juego muy complicado. Casi como Los Juegos del Hambre, pero con nerds expertos en C++ y Java. Eso es lo que intenta mostrarnos Aprendices Fuera de Línea (The Internship, 2013), pero esto queda opacado por la historia de los protagonistas, dos cuarentones venidos a menos que ven su futuro en Google, pese a no tener idea de cómo se vacía la papelera de reciclaje. Obviamente, la historia de los protagonistas debe opacar el entorno. Pero en este caso, el entorno es mucho más divertido que las permanentes moralejas y tonterías que nos dejan Owen Wilson y Vince Vaughn cada vez que aparecen. Es decir, todo el tiempo. Y es que una comedia alrededor del ingreso a Google es divertida. Pero una comedia así, que intenta enseñarnos autosuperación y adaptación a entornos hostiles, no. La historia nos cuenta cómo dos vendedores de relojes quedan desocupados en tiempos en que el mercado no está buscando exactamente gente de cuarentaytantos con experiencias tan lejanas a las formas de comunicación modernas. Pero el soñador Billy (Vaughn) descubre que su futuro y el de su amigo Nick (Wilson) podría estar tranquilamente en Google ¿Por qué elige esto?... Porque las oficinas son lindas y divertidas. Nada más. Cuando viajan comienzan las desventuras típicas de dos personas que no saben ni cómo terminar un solitario en un contexto de jovenes genios que se burlan de ellos. El chiste "soy viejo" se agota a los 10 minutos, y después es solo repetición. Una vez en Google, ellos son puestos en el equipo de perdedores, y como nos podemos imaginar, al principio los odian y todo sale mal, pero luego descubren el significado de trabajar en equipo y bla, bla, bla. Es decir, Aprendices Fuera de Línea es una película que vimos 200 veces, pero con la diferencia que le sacaron toda la gracia posible para dejarla sencillamente como una clase de autosuperación para cincuentonas que no tienen nada que hacer en casa. Los pocos chistes efectivos que tiene se pierden en la marea de solemnidad y de consejos inútiles. Si van a buscar algo en Google, que sea cómo evitar encontrar esta película en cable dentro de un par de meses.
Dos vendedores de Atlanta, de esos que memorizan el nombre de la hija de su cliente y se reúnen a cenar para concretar una venta, se quedan sin trabajo, sin empresa, sin futuro laboral, y deciden probar suerte en Google, en Silicon Valley, California, en una pasantía ( La pasantía o Los becarios podrían haber sido títulos de estreno más lógicos). La intención: ganar la pasantía. La realidad: son dos vendedores "vieja escuela". A partir de esos elementos claros, concretos, bien delineados y no exagerados, se arma esta película. Se agregan unos cuantos buenos chistes, un elenco cómico excelente y una confianza luminosa (en la moral del relato y también en la resplandeciente luz de la fotografía) en el futuro económico de las oportunidades de la economía online y cómo puede potenciar lo bueno de la offline ("fuera de línea", es decir, por ejemplo, una pizzería). En ese sentido, la película es, de manera muy decidida -por momentos nada pudorosa-, una gran celebración de Google, de sus ideas, de sus prácticas, de su funcionamiento hacia afuera y hacia adentro. Este planteo se cruza con un director de una blandura y un facilismo ya probados anteriormente: Shawn Levy, firmante de señalados bodrios como Más barato por docena , con Steve Martin, y la versión de La pantera rosa con Martin y Beyoncé. Levy fue también director de películas más aceptables como Una noche en el museo y Gigantes de acero , en las que limitaba con su inanidad historias y elencos que prometían mucho más. Es el caso también de Aprendices fuera de línea , que tenía la potencia de una gran comedia laboral e intergeneracional y que podría haberse beneficiado sin este aplicador de fórmulas que apelan al mínimo común denominador narrativo. Ejemplos del facilismo de Levy hay muchos: disposición frontal de personajes y elementos; trazo grueso para la caracterización veloz de quienes no son protagonistas o actores con cartel (suponemos que éstos aportan por sí mismos los matices); la disputa de pareja inicial y la "vuelta a la venta" del personaje de Vaughn, y muy notoriamente el partido de quidditch , de una pasmosa superficialidad en la progresión de las acciones. Si la película logra levantarse del yunque impuesto por su director es porque Vince Vaughn y Owen Wilson son dos comediantes de lujo que conectan perfectamente (ya lo habían demostrado en otra película que estaba por debajo de ellos, Los rompebodas ), porque papeles secundarios están jugados con grandeza por Will Ferrell y John Goodman, porque la línea romántica de Wilson y Rose Byrne (la "mala" de Damas en guerra ) funciona siempre y porque hay una tradición que excede a Levy y que lo ayuda a disimular sus carencias: la confianza del cine estadounidense en su tradición narrativa y en su fortaleza industrial, pilares aún hoy del reciclaje del sueño americano.
El que busca, encuentra Dos desempleados hacen lo imposible para entrar a Google. “Da miedo porque es nuevo”. Ese fragmento del guión podría ser el eje de Aprendices fuera de línea, lo nuevo del director Shawn Devy (Una noche en el museo, Gigantes de acero), que gestó un tributo en semicomedia a uno de los casos más exitosos de la era digital: el buscador Google y sus múltiples aplicaciones online. Luego de Red social (acerca de Mark Zuckerberg y Facebook) y en vísperas de Jobs (el filme acerca de la vida y obra del fundador de Apple), Aprendices fuera de línea sigue otro caso patente en el cine de publicidad por emplazamiento. El disparador es la lograda -aunque por momentos forzada- pareja cómica de Nick Campbell (Owen Wilson) y Billy McMahon (Vince Vaughn), también uno de los guionistas de la película. El argumento ubica a dos hombres 100% analógicos -como si la mayoría de los estadounidenses post 40 lo fuesen- que no se llevan nada bien con la tecnología. Luego de años y años de dedicarse a la venta de relojes, su jefe los despide con la excusa de que todos chequean la hora en su computadora o teléfono celular: un claro guiño tech . Los amigotes están obsoletos, fuera del sistema, como los relojes que irónicamente les regala el jefe por los servicios prestados. La química humorística entre Nick y Billy se destaca en los primeros minutos de la película cuando quedan en la calle y el rubio decide vender colchones con su explotador cuñado como jefe. Pero McMahon lo rescata de las fauces familiares al perder su vista en el logo multicolor del buscador. ¡Eureka! Decide presentarse con su amigo en una entrevista para tener chances de trabajar como aspirante en Google. Y, de paso, zafar de las deudas económicas que lo abruman. Buen comienzo. La entrevista de admisión vía Skype y el ingreso al colorido mundo de la mega empresa de Internet los asombra. Lo lúdico va codo a codo con el trabajo donde todo parece más el típico highschool estadounidense que una exitosa firma tecnológica. Y comienza lo predecible: discriminaciones por la edad avanzada de los protagonistas ante el promedio veinteañero. Hasta ahí, todo bien, incluyendo la charla grupal donde el rígido y súper exagerado Mr. Chetty (Aasif Mandvi) reta a los muchachotes por responder todo al revés y buscar quebrar reglas. De allí en adelante, el filme comenzará a rodar en bajada a pesar del esfuerzo de la dupla por ajustarse a los tiempos que corren: el común denominador será la exigencia del universo Google para superar pruebas junto a un grupo de chicos (encorsetados en el mundo nerd) y así alcanzar el codiciado puesto de trabajo. Juegos con escobas en el campus, como si se tratase de una versión digital del Colegio Hogwarts, algún que otro gag y un tono sentimental inadecuado para este filme entre Nick y Dana (Rose Byrne que interpreta a una treintañera geek ), redondean a la película. En Aprendices fuera de línea triunfa el compañerismo -por momentos de carácter infantil- y se comprueba que, a pesar de la edad, uno puede torcer sus oxidadas estructuras y adaptarse a los tiempos que corren. Como los del asombroso mundo Google.
Dura competencia tecnológica La idea era muy interesante. Veteranos vendedores, recientemente desocupados son tomados como aspirantes a un programa del que saldrán convertidos en especialistas en servicios "on line", en una empresa de primer nivel. Nick Campbell (Owen Wilson) y Billy McMahon (Vince Vaughn), han hecho más de veinte años en la misma empresa como eficientes vendedores, pero, como vulgarmente se dice, la tecnología pasó por encima de la empresa en que trabajan y por el método que los vendedores emplearon hasta entonces. PASANTES MAYORES El resultado es que con poco más de cuarenta años de edad, los dos veteranos deben buscar otra ocupación y surge la posibilidad de hacer una estancia para aspirar a una pasantía paga, nada menos que en Google, megaempresa especializada en productos y servicios relacionados con internet. Por supuesto que Nick y Billy van a tener que enfrentarse con talentos que no pasan los veinte años y soportar el natural desplazamiento de los más jóvenes, que no aceptan integrar equipos con "los viejos de cuarenta". El resultado, a la larga, favorecerá a los mayores y reforzará la idea de la integración y la amistad. "Aprendices fuera de línea" fue dirigida por el canadiense Shawn Levy, que eligió hacer una comedia simple, con bromas que aluden a filmes como "Terminator" o "Los juegos del hambre", recurso muy utilizado en las últimas películas de Hollywood. FAMOSISIMO CAMPUS Hay sí un "paneo" general e interesante de la empresa, que en realidad es el campus de Google, en California y recuerda a los parques temáticos de los centros de diversión con sus toboganes gigantes, su comedor gratuito, sus pasillos bordeados de césped y las competencias de quidditch (el juego de las escobas voladoras, que se hizo famoso en Harry Potter) para combatir el stress. Sobre lo que mayoría de la gente quisiera saber, cómo se trabaja, los objetivos, "la tormenta de ideas en acción", no hay información. El director Shawn Levy se queda en una comedia simpática y pasatista con sonrientes integrantes como Vince Vaughn (Billy McMahon) y Owen Wilson (Nick Campbell), el mismo de "Medianoche en París", la exitosa película de Woody Allen.
Una idea que podría haber funcionado mejor Es sabido que los popes de Hollywood encontraron en la informática el Santo Grial del actual negocio cinematográfico. Pero en este último tiempo se dieron cuenta de que había más tela para cortar e hicieron de las figuras emblemáticas del mundo 2.0 disparadores argumentales: ver si no La red social o la inminente Jobs para comprobarlo. En esa línea se inscribe Aprendices fuera de línea, horrible traducción local de The internship, con la diferencia de que el eje no está en una persona, sino en... Google. Que el lector deseoso de la complejidad y los matices de la película de David Fincher dé vuelta la página, porque la película del generalmente mediocre Shawn Lewy –la notable excepción es Gigantes de acero, paradojalmente la única no comedia en su filmografía– es un tour empresarial conducido por un par de esos guías empecinados en caerles bien a los visitantes. Y como todo tour, el resultado deja un resabio de insuficiencia, a ganas de un poco más. ¿Se está, entonces, ante un chivo disfrazado de película de casi dos horas de duración? No del todo porque, nobleza obliga, la empresa sirve de excusa para una comedia. ¿Buena? Quizá sí hace doce, quince años, pero hoy, cuando tipos como los hermanos Farrelly, Judd Apatow, Ben Stiller, Adam McKay y el resto de la troupe de la Nueva Comedia Americana torcieron el rumbo del género a una rugosidad, anarquía e incomodidad sin retorno, la blancura, liviandad, inocencia y tersura de Aprendices fuera de línea luce obsoleta. Tanto como los dos protagonistas (Owen Wilson y el aquí también coguionista Vince Vaughn) en las coordenadas del sistema tecnologizado imperante. “Prepárense porque la cosa está dura afuera y ustedes son dinosaurios”, les advierte el jefe (John Goodman, con camisa hawaiana extrapolada de Argo y El vuelo) justo antes de despedirlos. La mala nueva significa un auténtico mazazo para estos amigotes, más aún cuando ellos habitan ese in between entre la adolescencia y la adultez tan habitual en la NCA y los obliga a encontrar nuevos rumbos. Y para combatir la ajenidad, ¿qué aplicar para una pasantía en esa meca del mundo 2.0 que es Google? Que entren después de la peor entrevista laboral de la historia es un capricho del guión tan inverosímil como necesario para la fabulita deportiva y de superación que vendrá después. Lo primero, porque el coordinador de turno establecerá una suerte de competencia en la que los integrantes del grupo ganador pasarán a integrar el staff permanente. El desconocimiento del argot informático de la dupla y la responsabilidad impertérrita de los freaks and geeks que tienen como involuntarios compañeros es el caldo de cultivo para una feelgood movie sobre las bondades del amor, la solidaridad y el compartir, con unos encargándose de explicar las posibilidades de la vida muros afuera y los otros operando como lazarillos en el universo digital. La decisión de Lewy quizá no sea errónea, pero tampoco la mejor. La materia prima (Wilson + Vaughn + un Will Ferrell sutilmente extraordinario) daba para más.
Muerte y resurrección de vendedores Del director Shawn Levy (el mismo de Más barato por docena y Una noche en el museo) llega ahora una comedia sobre dos pasantes en la empresa Google, un buen pretexto para los chistes de tecnología, geeks y nerds. Dos vendedores se quedan sin trabajo cuando la era digital simplemente les pasa por arriba. Su fuerte es el trato cara a cara, el conocer a los clientes, el contacto humano. Pero su tiempo quedó atrás y, aunque son jóvenes, son demasiado viejos para el mercado. Deciden, licencias poéticas aparte, intentar conseguir trabajo en esa empresa que aparece en sus computadoras. Así entran como internos en Google, para competir junto con muchos jóvenes brillantes, por un puesto en la empresa. "Son demasiado jóvenes para ser cínicos", dice Nick Campbell (Owen Wilson) cuando les habla a sus compañeros que forman parte de uno de los equipos que busca obtener trabajo. Nick Campbell y su compañero y amigo Billy McMahon (Vince Vaughn) son de la vieja escuela y justamente de eso trata la película: de la vieja escuela adaptándose a la modernidad. De ese intercambio (explicitado de forma políticamente correcta por la película) donde lo viejo y lo nuevo se enseñan algo mutuamente. El guión es de manual. Desde el mencionado intercambio hasta la historia de amor que uno de ellos tendrá con una empleada de la empresa, pasando por la idea misma de la competencia por equipos para obtener el resultado. Las cosas funcionan, porque Wilson y Vaughn (este último también guionista) son verdaderamente graciosos. No hay duda de que tienen talento y timing para la comedia, lo han probado por más de una década. Pero no estamos ni por asomo frente a una comedia excelente como fue Dodgeball, también con Vaughn, donde todos los clichés eran usados para mejorar la comedia, no para achatarla. Parte de las limitaciones también están en un director como Shawn Levy (Más barato por docena, Una noche en el museo), un realizador de poco vuelo que se sirve más del talento que lo rodea que de sus propia identidad o estilo para filmar. Todos los chistes sobre tecnología y sobre aquellos que no la dominan, están presentes, todo los chistes sobre geeks y nerds, también. El carisma de los protagonistas es la metáfora perfecta de la película. Ellos son carismáticos como actores, y sus personajes logran, a puro carisma, conseguir sus objetivos. Hasta incluso se dan el lujo de emocionar. Quedará para cada espectador saber si con eso alcanza para comprar esta película o prefieren dejarla pasar. Yo, porque ellos me caen bien, compro.
Product Placement Eso. En proporciones obscenas. David Lynch declaró alguna vez que el product placement en el cine envenena el ambiente. Por otro lado le otorga un espacio prominente a Heineken y Pabst Blue Ribbon en una de las secuencias más importantes de su película más importante. Lynch admite esta contradicción y se declara, como muchos otros, preso de la misma. ¿Es un fenómeno en ascenso? Sí. ¿Es realmente necesario? Puede ser. Un grupo lo define como una adaptación necesaria, otro lo pronuncia la mercantilización del arte. Lo cierto es que es un momento incómodo. Un paréntesis medio vergonzoso que intentamos soslayar resguardando la integridad de la fantasía. A veces la explicitud es alevosa pero el espectador hace esas concesiones. En Aprendices fuera de línea (The internship, 2013) imaginen uno de esos momentos hiperbolizado hasta el punto en que se dificulta distinguir si la película contiene publicidad corporativa o si la fórmula es inversa. ¿Puede obviarse este hecho y digerir la ambigüedad del leitmotiv? Si la respuesta es” no”, la crítica debería terminar después de este punto. La corporación en este caso es Google, en donde Billy (Vince Vaughn) y Nick (Owen Wilson) anhelan echar raíces. Ellos son dos vendedores venidos a menos, recientemente despedidos y ávidos por acoplarse a los mercados laborales incipientes que ofrecen la abundancia de avances tecnológicos de la actualidad. Obsoletos se consideran y son considerados por el resto. La idea descabellada de aplicar para una pasantía en Google comienza a expandirse hasta que súbitamente adquiere sentido. Existe un videojuego de los 90’ que se llama Pepsiman. Como lo indica su título el juego es una publicidad interactiva y su intención de fondo es nada menos que maquiavélica. El problema es que es muy divertido y muchos adolescentes sacrificamos hordas masivas de neuronas en solemne adoración. Poseía cierto encanto autónomo y sobrevivía a la putridez de su propia esencia. Si bien en dimensión de tiranía marketinera Aprendices fuera de línea se sitúa un peldaño por debajo del citado hombre Pepsi, la confluencia de sus cualidades no la elevan lo suficiente como para despegar de esa superficie cancerígena y corrosiva. Es una exageración, no es tan irritante, pero todo el énfasis se desvía hacia esa falla porque no hay nada más para discutir. No goza de respaldo de ningún tipo. Esa es la comprobación suprema. No se trata de una película catastrófica. No es detestable en ninguno de sus registros. Es innecesaria, sólo eso. Uno realiza un esfuerzo altruista por ceder ante la gracia y precisión rítmica de Owen Wilson y Vince Vaughn. Que existe, es innegable. Pero el momento llega, más temprano que tarde, en que la compulsión de mirar el reloj e implorar por una conclusión escueta se apodera de la conciencia y empieza a pulular en recordatorios constantes. El único apelativo es la dupla. Las reminiscencias de Los Rompebodas (Wedding Crashers, 2005), la complicidad durante la aparición de Will Ferrell. Esto es lo único que de a ratos valida esa intermitente expectativa por “algo más”. He aquí una película que encontrará dentro de algunos meses en cable y lo entretendrá hasta el corte comercial. Después cambiará de canal con la promesa interna de volver y naufragará a través de un limbo de realitys, sitcoms y pornografía soft sólo para recordar su pacto demasiado tarde, encontrarse con los créditos y castigarse su falta de memoria con un poco más de televisión.
Parejas de ayer, hoy y siempre Hay películas que por más que tengan su lado predecible o un costado propagandístico un tanto excesivo, igual cumplen con su objetivo: el de a través de una historia simple, con personajes carismáticos y entrañables, hacer divertir y concretar un lapso agradable. Éste vendría a ser el caso de Aprendices Fuera de Línea, el nuevo film de Shawn Levy...
La peli que es una pésima publicidad para Google Se ha acusado a Aprendices en línea de ser una burda publicidad de Google, pero Google necesita tanta publicidad como el aire. Es la atmósfera misma de Internet. Si un cibernauta no lo utiliza debe declararse digitalmente muerto. En todo caso, el problema no es que sea una publicidad sino que sea una publicidad mala. El principal defecto consiste en que sus productores han tratado de elevar una simple ocurrencia (dos vendedores desempleados que se postulan para trabajar en Google) a la categoría de guion de una película de dos horas. El resultado: un producto que causa más bostezos y lágrimas fáciles que sonrisas. Es una lástima porque podría haber sido la comedia que falta sobre el trabajo en las corporaciones tecnológicas, que hasta ahora parece haber nutrido mejor al género dramático. La ya probada dupla de Vince Vaughn (a cargo del escuálido guion también) y Owen Wilson, que tan bien funcionó en Los rompebodas, aquí no basta para lograr una exitosa transfusión de humor a un cuerpo argumental exangüe. Antes que una comedia, la película de Shaw Levy podría ser definida como un manual de autoyuda ilustrado con algunos ejemplos graciosos. Pero en realidad se trata de un espectral aliento de esperanza, ingenuo y cínico al mismo tiempo, destinado a personas no calificadas e incapaces de poner un pie en un mercado laboral tan difícil como el tecnológico. Eso en el contexto de la crisis económica de los Estados Unidos. El eterno "tú puedes hacerlo" del voluntarismo norteamericano se transforma así en una especie de Dale Carnegie 2.0, barnizado con un poco de ideología del trabajo en equipo, otro poco de multiculturalismo y una pizca de incorrección. Vince Vaughn ya había hecho algo similar en Dodgeball. Un asterisco: es probable que Aprendices en línea tenga una segunda vida en el limbo de los incondicionales de Will Ferrell, sólo porque el actor aparece durante un minuto y medio.
VideoComentario (ver link).
Querer es poder La dupla de “Los rompebodas” (2005) vuelve al ruedo para luchar contra el desempleo y los sueños frustrados y, por sobre todas las cosas, promocionar al famoso buscador de internet Google. Así es, la nueva película que protagonizan Owen Wilson (Nick) y Vincent Vaughn (Billy) tiene su núcleo en la empresa Google, lugar donde se desarrollan el 95 por ciento de las escenas. Resulta que estos mejores amigos cuarentones pierden su empleo de vendedores de relojes y quedan literalmente en la ruina. Empezar de cero a los cuarenta no es fácil, pero todo resultará diferente cuando a Billy se le ocurre googlear la palabra “Google”. A partir de ese momento, estos amigos deciden postularse para realizar una pasantía en la prestigiosa empresa. Pero nada les será fácil, puesto que muchos factores les juegan en contra: sus conocimientos en informática son nulos y relacionarse con jóvenes veinte años menores es casi imposible. Pero de a poco, irán encontrando su lugar e inculcando sus valores de humanidad dentro de un mundo virtual. Si bien la historia no contiene una trama interesante que llegue a atrapar al espectador, sí logra entretener de manera light a través de los desafíos que deberán superar estos súper amigos para intentar tener un futuro acorde al sueño americano. “Aprendices fuera de línea” resulta una comedia con momentos humorísticos interesantes que su director Shawn Levy ya había experimentado en películas como “La pantera rosa” o “Una noche en el museo”. Un filme que resalta el valor del trabajo en equipo y enseña que la calidez y la experiencia de vida es más importante que la sabiduría.
Film Capitalisme Lo que sucede con Aprendices fuera de línea (desastroso título local para The Internship) es que me vi dos horas de publicidad cuando creí que iba a ver una comedia. Sí, me reí, pero todo el tiempo me revolvía en mi butaca pensando que me estaban queriendo vender algo que no quería comprar. La idea de una mega-súper-corporación transnacional buena, cándida, que tiene como uno de sus ejes principales fomentar la diversidad entre sus empleados (tanto racial, étnica, como intelectual -ya que nuestros protagonistas distan mucho de ser personas inteligentes-, pero, curiosamente, no sexual, ya que, al parecer, no hay una sola persona gay que trabaje en Google) suena, sí, rara. Una compañía predispuesta a brindarle ese empujón que le falta a los micro-emprendimientos, pero también a las posibilidades de globalizificar cualquier producto con un mínimo de potencial (este término no existe, pero tampoco “google it”, así que no me importa, lo uso igual). Una película-publicidad, algo de lo cual, en este momento, no tengo recuerdo que se haya hecho antes, al menos no con tanta alevosía y de forma tan desvergonzada. Lo realmente sorprendente es que Vince Vaughn, uno de los dos protagonistas y un tipo con un carisma muy particular, sea el guionista y productor de esta película/aviso publicitario encubierto, y que haya convencido a Owen Wilson, uno de los actores cómicos más refinados que hay actualmente, a subirse a bordo de este bodrio cargado de clichés, escenas harto predecibles y rodearse de secundarios que no tienen nada que hacer a su lado. No es casualidad que Nick Campbell (Wilson) se vea tan agotado y agobiado, quizás sea un malestar personal que el propio actor trasladó a su personaje: Wilson despliega encanto y comicidad, pero casi en piloto automático y de forma algo distante, como ya ido, desganado. Los mejores chistes recaen sobre Billy McMahon (Vaughn, que, al ser el artífice, realmente se pone la película al hombro) y los breves, pero hilarantes cameos, hay que reconocerlo, de Will Ferrell, Rob Riggle y John Goodman. Acaso porque son estos personajes los que denotan el malestar y la degradación del mundo laboral de una forma solapada y más bien discreta: vemos en pequeñas cápsulas como estos tres personajes secundarios son consecuencias de ciertas políticas de ajustes económicos en un momento particular del mundo (llámese “crisis internacional”), donde cada uno se las tiene que rebuscar para sobrevivir, vendiendo lo que sea, desde relojes o colchones, hasta sillas de ruedas motorizadas para ancianos, todo mostrado de forma, cuanto menos, nefasta. Lamentablemente, esta punta nunca se desarrolla, se queda ahí, como una simple nota al pasar que se pierde entre tanto chiche tecnológico, un verdadero desfile de TODOS los productos Google que podemos encontrar “on the line” y que seguramente cambiarán nuestra vida (?). Es que Shawn Levy (director mercenario si los hay, capaz de hacer pelotazos como Una noche en el museo o La pantera rosa y cada tanto meter algún gol de casualidad, como lo fue Gigantes de acero) prefiere ponerse la camiseta Google y mostrar las (falsas) bondades del monstruo informático, transformándolo en la panacea del mundo laboral, en un lugar placentero donde hasta el más miope puede triunfar (¡googliness!). Olvidando, tal vez, que parte de la responsabilidad de la crisis económica actual recae sobre estos enormes grupos capitalistas multinacionales que monopolizan y abarrotan el mercado (google maps, google +, google earth, google wallet y muchísimos productos google-inútiles más), generando enormes vacíos donde lentamente se hundirán aquellos que no puedan subir a su barco, es decir, los desclasados, las minorías, los que no le sigan el juego a las marcas (Facebook, Twitter, Instagram, etc.), o las pequeñas compañías que andan por ahí intentado subsistir a la sombra de estos gigantes. Que conste que la película en ningún momento se propone hacer la misma lectura crítica que estoy haciendo aquí. Simplemente se dedica a contar una historia ya transitada (unas mil veces más o menos), sin mucho oficio en realidad, con groseros errores de continuidad, personajes mal desarrollados (todo el team lyle tiene sabor a poco, cuando no insulso) y un devenir caprichoso, intereses románticos forzados y un final que roza lo vergonzoso. En definitiva, y a modo de recomendación, hagan con esta película lo que suelen hacer con los spams (publicidad no deseada): envíenla a la papelera de reciclaje.
El paraíso geek Hace dos años, Shawn Levy estrenaba Gigantes de acero, con Hugh Hackman, un filme que recuerdo haber disfrutado particularmente en la sala de cine. Una película deudora del cine de Spielberg, con el carisma y la garra habitual de Hackman, es decir, una maravilla. Recordando esto dan ganas de que Aprendices fuera de línea guste un poco más. Sin embargo, la liviandad de esta película pudo más a la hora de generar esta crítica. Desde el vamos, Aprendices fuera de línea es un filme con pocas posibilidades de fallar: tiene un director con oficio que sabe de comedia (Una noche en el museo 1 y 2); una dupla de comediantes (Wilson y Vaughn) siempre efectiva y con una gran química; un reparto con talento joven y con algunos de esos actores y actrices que nunca desentonan, como Rose Byrne, John Goodman y hasta Jessica Szohr si somos generosos; y la participación siempre genial, explosiva y delirante de Will Ferrell. Es muy raro que una comedia concebida así falle del todo y sea una catástrofe. Su problema es lo superficial y conformista que se torna, ya que durante todo su desarrollo es incapaz de salirse del molde y tirar una bofetada risueña. En un prólogo de buen ritmo se nos presenta la historia de Billy y Nick (Vaughn y Wilson respectivamente), dos vendedores de relojes del viejo estilo, es decir, lamebotas del cliente que aprovechan la simpatía, la manipulación y demás habilidades sociales para concretar ventas. El tema es que la compañía para la que trabajan cierra y quedan desempleados en un mundo como el actual, donde son básicamente obsoletos para cualquier trabajo de status medio, esos empleos que te garantizan, más o menos, alcanzar el famoso sueño americano. Entonces, en una claramente absurda decisión, deciden probar suerte en Google, una empresa que es lo absolutamente opuesto a lo que ellos representan. Para explicarlo sin rigor y a grosso modo, Billy y Nick son el arquetipo del charlatán ocioso y exitoso de los noventa y Google es la empresa que se dio cuenta del negoción que era la información que circulaba por Internet antes que cualquiera, y transformo la manera de hacer negocios en estos comienzos del Siglo XXI. Así, esto dos tipos sin ninguna otra herramienta más que un optimismo a prueba de balas, como si se hubieran leído todos los libros de Dale Carnegie y Chris Gardner, se embarcan en una pasantía donde quedarán seleccionados unos pocos para cubrir algunas vacantes de la compañía. Una de las cosas más molestas de la película es que muestra a Google como el mejor lugar de trabajo sobre la faz de la tierra, una especie de parque de diversiones para adultos, con café y comida gratis y geniales sueldos. Pero la verdad es que todos sabemos que Google es una empresa como cualquier otra con la fastuosa ambición de controlar todo el mercado informático posible, algo así como el Microsoft de nuestra década, salvando las obvias distancias. A pesar de esto, el film de Levy es sincero con su ideología: Billy y Nick no quieren redimirse ni evolucionar, sino que quieren demostrar que su visión del mundo no está caduca y que ellos, a fuerza de buenas intenciones, pueden formar parte de este tiempo sin modificar demasiado nada de su ser. En contraposición a lo negativo de Aprendices fuera de línea, debemos agregar que casi todos los demás elementos funcionan bien, los chistes intergeneracionales y referencias son buenos, la subtrama amorosa es correcta y viene al caso, y la verborragia de Vince Vaughn hace que cualquier guión parezca posible. Hay dos escenas interesantes: la aparición de Will Ferrell, que es el momento de mejor humor (de ese corrosivo y hasta incómodo) de toda la película, y la conversación entre los protagonistas y los casi adolescentes compañeros de pasantía, donde uno de ellos habla de las dificultades de ser un joven adulto en la amarga Norteamérica actual. Ese, parece, debió ser uno de los temas a desarrollar, pero toda la mención se reduce a esa sola escena. Por último, debo decir que tuve la oportunidad de ver Corazón de León (la de Francella enano) luego de haber visto Aprendices fuera de línea, y me hizo pensar cuántas cuestiones técnicas y de contenido nos falta resolver en la comedia masiva de la Argentina. Da un poco de vergüenza ver a cien adultos riéndose de un enano porque es enano y de las dificultades de comunicación de un sordomudo (esto último no es intencional por parte del film, la gente se rió solita). Lamentable.
Una comedia laboral Aprendices fuera de línea (espantoso título en castellano, huelga decirlo) es una publicidad desvergonzada de Google y también una comedia más que disfrutable. Los protagonistas, a cargo de esa dupla formidable conformada por Vince Vaughn y Owen Wilson (esta no es una película de director sino de actores), son dos cuarentones que lo que en realidad perdieron no es la línea sin el tren: de un día para el otro se quedan sin trabajo y no tienen más remedio que empezar de nuevo. No se sabe a ciencia cierta en qué momento los dinosaurios advirtieron que algo no andaba del todo bien. Capaz que escucharon un silbido fuera de lo común que cruzaba el aire; o miraron al cielo y tuvieron un presentimiento digamos que funesto. Los personajes que encarnan Vaughn y Wilson sobreviven al golpe y se ven empujados a empezar de nuevo, por lo que no se les ocurre otra cosa que ir a probar suerte a Google, ese lugar que, según se nos hace saber en la película, es algo así como una versión laica de la Tierra Prometida. Allí se encuentran con un instructor tiránico y una parva de freaks, a los que prácticamente doblan en edad, con los que deben entrar en una competencia alocada para obtener el puesto. El optimismo esperable de la película no llega nunca a ser insultante, más que nada porque el programa de la casa Google que tan astutamente le da marco opera todo el tiempo en un segundo o tercer plano, mientras lo que está bien a la vista es el orgullo conmovedor de los protagonistas para salir a flote, exhibiendo sus mañas y sus trucos de perros viejos como las armas más efectivas para horadar ese mundo en apariencia impenetrable y vencer con la satisfacción secreta de hacerlo en los propios términos. Por supuesto el costado más propagandístico de la película es que el protocolo de la empresa al parecer acepta, e incluso celebra, las disgresiones, las pequeñas informalidades y los desvíos que la transforman en una posibilidad de empleo tan plausible y prometedor para todo el que tenga una cuota alta de empuje, de imaginación y de eso que en el lenguaje empresarial se llama capacidad de trabajo. Pero esta fantasía capitalista no es privativa de Aprendices fuera de línea, sino que es un factor común en la ideología de la superación de tantas películas americanas de toda la vida en las que se recompensan con especial atención el esfuerzo y la habilidad individuales. Esta vez se aprovecha el trasfondo apetecible de Google menos para señalar una entrada triunfal a la prosperidad que para presentar una historia eterna de lucha por la supervivencia y de orgullo personal. ¿Adónde van las criaturas prehistóricas cuando el mundo en el que vivían hasta ayer se desintegra? Probablemente, como muestra la película, se van a sacudir las patas, a mover los hocicos buscando una oportunidad; a reclamar, en suma, que un territorio desconocido también pueda convertirse en un lugar más o menos amigable. La película elude en todo momento el sentimentalismo, y prefiere inclinarse en cambio por el efecto desesperadamente cómico que resulta de ver a esos dos curtirse para no desaparecer. Aprendices fuera de línea es un espectáculo feliz de gracia y de amor propio, una ceremonia hecha de gags para aquellos que no están tan locos como para resignarse al hundimiento definitivo sin dar antes todos los zarpazos que puedan.
De rompebodas a novatos en el universo virtual Vince Vaughn y Owen Wilson, los famosos "rompebodas", son en este filme vendedores cuarentones que se quedan sin trabajo cuando quiebra la empresa que los tiene contratados. Su especialidad son los relojes, pero ya casi nadie de las nuevas generaciones -y no tan nuevas- los usa, porque están siendo suplantados por los celulares. Necesitados de sustento y forzados a reciclarse en el mundo laboral, deciden presentarse como becarios en Google, que tiene asentados sus reales en las afueras de San Francisco. La idea de este filme pertenece a Vince Vughn, también autor del guión junto a Jared Stern. Pero como Google es supuestamente "el futuro", el número de aspirantes supera ampliamente las vacantes y por lo tanto deben someterse a una "zaranda" bastante extenuante, integrar equipos de trabajo y presentar proyectos innovadores. Toda la película se sustenta sobre esas variables argumentales y los recursos que los dos "dinosaurios", según la calificación de su ex jefe, utilizan para ponerse al día, sobrevivir en un universo informatizado y competir con jóvenes universitarios mucho más preparados que ellos. Bill y Nick --estos son sus nombres-- poseen una labia apabullante, pero desconocen la jerga de Internet y por este motivo son ridiculizados por aspirantes ambiciosos, como es el caso del personaje interpretado por Max Minghella (hijo del malogrado cineasta británico Anthony Minghella), que conduce con mano férrea a uno de los equipos. Además de parodiar ese desfasaje generacional y sus secuelas, e invocar la necesidad de actualizarse para poder ingresar en la economía online o saber cómo potenciar la offline, la película incluye una publicidad explícita sobre las bondades de los servicios que ofrece Google. Inclusive el rodaje de algunas secuencias se realizó en las oficinas que la empresa posee en esa nueva "tierra prometida" que es Mountain Viev. Las restantes se recrearon en un edificio de Atlanta y algunos exteriores se filmaron en el Instituto Tecnológico de Giorgia. Pero no hay que perder de vista que Aprendices fuera de línea es una comedia "a lo Hollywood", que no pretende dramatizar las cuestiones sociales emergentes de la desocupación y propone, en cambio, un entretenimiento con escasa elaboración estética. La película tiene de positivo, a pesar de su elementalidad e irregularidad narrativa, que es dinámica, carece de golpes bajos y posee un mensaje que habla de las posibilidades que la vida ofrece a quienes se proponen, forzados o no, a reinventarse en el marco de las complejidades del mercado laboral. Otra baza sustantiva es la presencia de Vince Vaughn y Owen Wilson, que sostienen la mayor parte de la historia. Sus personajes participan de variadas actividades, intelectuales y deportivas, a veces al borde su capacidad física. Pero aquí demuestran que están en trance de consolidar un estilo propio de hacer comedia.
Vince Vaughn y Owen Wilson han demostrado ser una pareja de cómicos bien aceitada en Los rompebodas. Aquí son dos cuarentones que deben reciclarse al mundo digital y tratan de integrarse a la empresa Google. Bien: cuando los dos actores están al mando de los chistes, la cosa funciona. Cuando el intermitente realizador Shawn Levy (Gigantes de Acero, muy buena; La Pantera Rosa, muy mala) trata de imponer el humor fácil, naufraga. La primera película cómica virtual, o virtualmente cómica.
Películas de superación personal hay muchas. Tanto que nunca acabaríamos de contarlas todas si me pusiera a hacer una lista de ellas. Y para más referencias, un par de amigos (o socios) que se sienten acabados, o fuera de lugar, y de repente descubren que tienen mucho que dar de sí mismos, enseñar y aprender de otros y, finalmente, volverse a encontrar en la vida. Si la fama les suena familiar, es porque de eso va Aprendices, o The Internship, protagonizada por Owen Wilson y Vince Vaughn. La novedad en esta trama es que ambos son vendedores de relojes "a la antigua", es decir, personal y de puerta en puerta intentando convencerte de comprar. Ahora que los relojes de pulsera han pasado de moda, pues todo el mundo consulta la hora en su celular, deben encontrar un nuevo trabajo, y su mejor opción es ingresar a Google, el gigante de la internet, cuyo programa de contratación incluye una pasantía de una semana para determinar quienes serán sus nuevos integrantes. Los chistes tecnológicos de los que pudieron "abusar" se hacen a un lado, para dar más valor a las lecciones morales, terminando por entregar una comedia dramática más que una comedia en toda su extensión. Los mejores gags son sin duda la referencia a los mutantes (que de hecho, lo gastaron por completo desde el avance) y una épica referencia al mundo de Harry Potter. Además de tener una escena completamente fuera de lugar no apta para menores que elevan inecesariamente su categoría de comedia familiar a comedia para adultos (de verdad, la escena del antro no tenía NADA que hacer en la edición, por más que me digan que hay una versión sin censura y otra con censura). Es así que lo que pudo haber sido una comedia tecnológica moderna, termina por ser un comercial masivo de google, y un filme moralista sobre como aprovechar tus fortalezas en un mundo en el que, por momentos, todo parece ir más rápido que la vida.
Publicada en la edición digital #254 de la revista.