En la primera escena del film, Delphine está terminando de firmar ejemplares de su primera novela, un rotundo éxito de ventas. Mientras se prepara para irse aparece Elle. Justine es la primera novela de una saga más amplia, El Cuarteto de Alejandría. La trama de la novela consiste en la descripción que el protagonista y narrador de la historia hace de su vida en Alejandría: la ciudad, sus amigos y, por sobre todo, su amante Justine. La novela, sin embargo, no se centra en la veracidad de las afirmaciones presentadas por el narrador sino que pone el acento en lo erróneo y deficiente de su punto de vista. Cada novela, en cada pliegue del relato, establece nuevos aspectos de los mismos personajes, nuevas situaciones pasadas por alto y, ante todo, una siempre cambiante Justine. Mientras Delphine se encuentra firmando aquellos ejemplares, una anónima admiradora le pide que dedique el libro a una tercera persona. El libro, dice la admiradora, es para una tal Justine. El uso y desuso de la voluntad creadora fue un tema que siempre interesó a Roman Polanski. Desde el anonimato –El escritor oculto-, a lo fáctico –La piel de Venus-, llegando a su manifestación favorita, la voluntad como influencia de un origen perverso –El bebe de Rosemary, El inquilino, Chinatown -. Si el centro de Justine residía en la cortedad de una influencia manifiesta en una creación autónoma, el cine de Polanski deviene una exacerbación de voluntades caóticas, dominantes. La cita a la novela mencionada resulta ambigua: ¿Es una corrección a lo expuesto en Justine o es acaso una rendición por parte del director a su propia zafiedad? Por lo pronto, continuamos. Basada en Hechos Reales desiste de la norma instaurada por el par de films anteriores de Polanski. Abandona -creemos que sabiamente- el atolondrado teatro filmado de Un dios salvaje y La piel de Venus. La presente película nos trae a Delphine, exitosa escritora que acaba de publicar su gran best seller. Todo cambia en su vida cuando conoce a Elle, una misteriosa y solitaria fanática. Progresivamente, el film se torna un juego de influencias, una suerte de quien usa a quien desarrollada dentro de una situación especial, la creación de una nueva novela. Elle usa a Delphine para convertirse en ella, y la propia Delphine usa a Elle como motor e inspiración para salir de su bloque creativo. A las relaciones de influencia perversa -que son, como señalábamos, vitales en el cine de Polanski- se suma otro elemento: la ciudad como forma aislante. Los personajes de Polanski están siempre perdidos en la ciudad. Trelkovsky de El inquilino se encuentra doblemente encerrado en una París ajena y en un cuarto rentado (y finalmente en un caparazón de yeso); Rosemary permanece confinada en una Nueva York hostil y críptica, incluso su departamento implica un encierro en sí mismo; Gittes de Chinatown descubre un entramado cuyo escenario es una Los Ángeles oscura, que alberga el submundo del barrio chino (de ahí el sentido ulterior de la frase con la que concluye el film). Incluso las películas de Polanski menos canónicas contienen este elemento fundante (los ghettos y ciudades destruidas de El pianista, la enajenada Londres de Oliver Twist, etc). La ciudad que confina al exiguo anonimato, para luego desembocar en una sucesión de encierros simétricos y consecuentes, supone la piedra angular de los films de Polanski. Basada en Hechos Reales sin duda retoma lo descrito, pero resulta una obra desatinada y un tanto dispersa. Los relatos de Polanski son eficaces únicamente cuando saben autolimitarse, sin giros narrativos perpetuos o pesadillas surrealistas pretenciosas. Vale decir que aquí encontramos bastante de ambos componentes. Ejemplo: existe inicialmente un fuerte misterio sobre el origen y la historia del primer libro de Delphine. Progresivamente, a través de rastros de conversaciones, restos de utilería e imágenes sueltas nos vamos enterando de que existe una relación con su madre y algún confinamiento en un hospital (aparentemente fruto de una adicción). Esta idea es retomada posteriormente cuando Elle remarca: “Solo puedes escribir sobre hechos reales”. De todas formas, este correlato no es desarrollado in extenso a lo largo de la historia; peor aún, se abandona. Otros interesantes pliegues del relato también sufren el mismo destino: la relación de Delphine con sus hijos, las cartas amenazantes que recibe, el bloqueo creativo que sufre. No hay resoluciones argumentales, tan solo giros y giros. Los personajes van de un lado a otro (de una fiesta a un departamento, de un cumpleaños a convivir conjuntamente o de un accidente a una villa solitaria), y si bien eventualmente surge una explicación última que busca cerrar las cuestiones descritas anteriormente, la cosa no cierra. Tal vez Polanski intentó reproducir el hacer de Justine; creemos que buscó basarse en esa sensación de estar llegando tarde que impregna toda la novela. Probablemente quiso imitar la influencia creadora, siempre a medias, del protagonista de esa historia. Pese a hacer uso del confinamiento, una recurrencia en la filmografía del director, Basada en Hechos Reales sufre por aquello que más la caracteriza: su imperiosa necesidad por sorprender.
Asimilando al opuesto Si bien cae unos escalones debajo en términos de calidad con respecto a las excelentes Un Dios Salvaje (Carnage, 2011) y La Piel de Venus (La Vénus à la Fourrure, 2013), las obras previas de Roman Polanski, Basada en Hechos Reales (D’Après une Histoire Vraie, 2017) es una película igualmente apasionante que crece en el espectador apenas finalizada la proyección, a medida que uno se replantea lo visto y la amplitud de su alcance discursivo: el legendario director y guionista deja atrás el “teatro filmado” de sus opus anteriores y retoma una narración más cinematográfica que a su vez recupera diferentes tópicos de uno de sus mejores thrillers recientes, El Escritor Oculto (The Ghost Writer, 2010), hoy por hoy volcando las vicisitudes del mercado literario y los inconvenientes que afrontan los autores hacia la inestabilidad subjetiva/ emocional, sin duda la gran obsesión retórica del polaco. La propuesta está inspirada en una novela de 2015 de Delphine de Vigan, no obstante desde el punto de vista general parece servirse de tres fuentes artísticas principales: en primera instancia tenemos las historias de manipulación progresiva y subliminal de la maravillosa Patricia Highsmith, con El Talentoso Sr. Ripley (The Talented Mr. Ripley, 1955) como mojón insoslayable, luego viene el halo perturbador de El Sirviente (The Servant, 1963), una joya de Joseph Losey a partir de un guión de Harold Pinter acerca de un esquema de poder que termina patas para arriba, y finalmente está la influencia de un par de clásicos del formato “batalla dialéctica/ actitudinal” como lo son Juego Mortal (Sleuth, 1972) y Trampa Mortal (Deathtrap, 1982), los cuales asimismo estaban inspirados en una obra maestra de Alfred Hitchcock sobre las intrigas de la intimidad y sus correlatos, La Soga (Rope, 1948). Aquí en esencia todo gira alrededor de la relación entre Delphine Dayrieux (Emmanuelle Seigner), una famosa autora que acaba de convertir a la enfermedad y el padecimiento final de su madre en un exitoso bestseller, y Elle (Eva Green), también una escritora aunque en este caso fantasma y especializada en memorias para celebridades de la política, el deporte y el espectáculo. Ambas mujeres se conocen en un evento de firma de libros de Dayrieux y pronto desarrollan un vínculo apuntalado sobre todo en el misterio que rodea a Elle y en el hecho de que Delphine la considera mucho más interesante y sofisticada, lo que deriva en una convivencia eventual que coquetea con la frontera entre la amistad y el lesbianismo. El afán controlador de Elle -bajo la apariencia de ayuda y consejos- al inicio se complementa a la perfección con la delicadeza y vulnerabilidad de una Dayrieux atrapada en su melancolía. Precisamente, en lo que se luce Polanski es en el retrato de la sutil dinámica del dúo a nivel cotidiano: el personaje de Seigner atraviesa un bloqueo creativo, es ninguneada por sus propios hijos y no cuenta con el apoyo de una pareja masculina ausente, François (Vincent Pérez), un periodista que para colmo se la pasa entrevistando a escritores; por otro lado el personaje de Green sobrevivió con entereza a varios suicidios entre sus allegados, posee un carácter mucho más fuerte y parece llevar muy bien el injusto anonimato al que la condena su profesión de “negro literario”. El guión de Olivier Assayas y el mismo realizador pasa de una primera parte orientada al análisis de la sumisión escalonada de Delphine hacia Elle, a una segunda mitad que da vuelta la estructura cuando la primera se consagra a un proceso de asimilación de su opuesto femenino exacto, con vistas a ficcionalizar/ fagocitar su vida. El cineasta evita todo artificio pomposo y se concentra permanentemente en la dimensión humana de la relación, ofreciéndonos detalles muy inteligentes de los entretelones de alcoba y el juego de las apariencias, con una Elle que en un primer instante parece querer tomar posesión de la identidad de Dayrieux para luego defenderse cuando su “amiga” pretende hacer lo propio con lo que ha sido su devenir hasta la fecha, uno que guardaba para sí y que de a poco comienza a revelar vía momentos compartidos. A pesar de que el opus es algo derivativo y no agrega nada particularmente novedoso al eje temático de las mentiras y las poses convenientes, lo cierto es que el polaco aquí nos regala un minucioso desempeño por parte de Seigner y Green y vuelve a demostrar que es un maestro absoluto en el examen del origen contextual de la locura, su repercusión en el fluir artístico, la destreza de quien necesita manipular para subsistir y finalmente la línea divisoria entre un entramado anímico/ psicológico que se cae a pedazos y un entorno social que ni se entera…
Basada en hechos reales es un thriller psicológico sobre Delphine de Vigan (Emmanuelle Seigner, musa y pareja del realizador), una escritora muy exitosa en Francia que empieza a tener una relación cada vez más intensa con Elle (una atractiva y siniestra Eva Green), quien se presenta como una ghost writer y admiradora de esa autora de best sellers. El guión coescrito por Polanski con Olivier Assayas a partir de la novela homónima de Delphine de Vigan (sí, la protagonista de la ficción lleva su nombre) tiene todos los condimentos de la angustia y la paranoia ligadas a la creación literaria y al bloqueo creativo con esas relaciones manipulatorias y dependientes que desembocan en ciertos casos en la esquizofrenia. La sombra de films como El rey de la comedia, de Martin Scorsese; Misery, de Rob Reiner; y La ventana secreta, de David Koepp, sobrevuela en esta propuesta que quizás no sea demasiado innovadora o sorprendente, pero sí resulta muy entretenida y eficaz.
La lectora impaciente. La nueva propuesta de Roman Polanski, con guión de Olivier Assayas, es un film correcto, sin grandes aportes pero que nunca deja de someter al espectador a un juego de manipulación mutua entre la protagonista, una escritora que hizo su éxito de novela a expensas de un trágico hecho familiar y una misteriosa lectora que también se presenta como escritora de biografías de personalidades, bajo la característica de no aparecer en la firma como autora. Algo de Hitchcock y de uno de los tópicos más atractivos del cine de suspenso, que es la dialéctica entre la mímesis y la obsesión psicológica, se respira en la trama que poco a poco introduce elementos de intriga cuando la relación de dependencia psicológica de la protagonista coexiste con su bloqueo creativo y la presión del mercado editorial para responder a las demandas comerciales. Roman Polanski es consciente del material con el que cuenta y por ese motivo deja que su dúo de actrices sólidas, Emmanuelle Seigner y Eva Green, se saquen chispas en un coqueteo erótico, sumiso y psicológico, que encuentra sus mejores herramientas en sutiles cambios de ritmo, diálogos punzantes y secuencias de alto clima perturbador donde Eva Green descolla talento.
Esta película con producción de Polonia y Francia relata, en forma de thriller, la historia de la famosa escritora, Delphine de Vigan (Emmanuelle Seigner), y cómo en un momento de mucho stress debido a su éxito como novelista, se encuentra en un bloqueo creativo.En una firma de su libro anterior aparece una supuesta admiradora y pseudo escritora de biografías, llamada Elle (la bellísima Eva Green) que con astucia va metiéndose cada vez más en su intimidad. De ser simples conocidas pasan a ser amigas y de ahí Elle pasa a manejarle la agenda, y a vivir en su casa, “temporalmente” entre otras cosas. La ayuda el hecho de que Delphine está en pareja con Francois (Vincent Pérez) pero no conviven. Por otro lado, Delphine saca provecho de Elle y sus increíbles historias para tomarlas como ideas, lo que puede ser tomado como una suerte de intercambio. Luego de un accidente doméstico, en el que las dos mujeres se quedan solas, y alejadas de todo, la historia gana en suspenso. Roman Polanski dirige en forma magistral a estas dos grandes actrices en una película en donde nada es lo que parece ser. ---> https://www.youtube.com/watch?v=ejutAkpcTyI ---> TITULO ORIGINAL: D'après une histoire vraie ACTORES: Emmanuelle Seigner, Eva Green, Vincent Pérez. Dominique Pinon GENERO: Drama , Comedia . DIRECCION: Roman Polanski. ORIGEN: Polonia, Francia. DURACION: 100 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 13 años .FECHA DE ESTRENO: 03 de Mayo de 2018
Cansada del éxito “Basada en Hechos Reales” (D’après une histoire vraie, 2017) es un thriller psicológico dirigido por Roman Polanski, que también lo escribió junto a Olivier Assayas (Personal Shopper, 2016). Co-producida entre Francia, Bélgica, Italia y Polonia, la cinta está basada en la novela homónima de Delphine de Vigan. La protagonizan Emmanuelle Seigner, esposa de Polanski en la vida real, y Eva Green, que luego de 13 años dedicándose a películas y series en inglés vuelve a su lengua materna. Fue presentada por primera vez en la última jornada del Festival de Cannes, fuera de competencia. La historia se centra en Delphine Dayrieux (Emmanuelle Seigner), una famosa escritora que tiene muchísimos admiradores gracias a la publicación de un libro basado en el suicidio de su madre. Mientras Delphine firma ejemplares en un evento, llega a sentirse abrumada por la cantidad de gente y decide terminar la firma antes de lo previsto. En ese momento conoce a Elle (Eva Green), una misteriosa fanática suya con la que entablará una conversación más distendida en una fiesta. Delphine está atravesando un bloqueo creativo, su esposo trabaja en otro continente y sus hijos ya hicieron vida propia. De a poco Elle aprovechará la soledad de ésta para meterse en su rutina, manipularla sobre qué es lo que tiene que escribir y hasta mudarse con ella. Gracias a la intrigante música compuesta por Alexandre Desplat, que recientemente ganó el Óscar por la banda sonora de “La Forma del Agua” (The Shape of Water, 2017), el espectador capta de inmediato que las intenciones de Elle no son precisamente buenas. Esto también se debe a la fuerte presencia que tiene Eva Green en pantalla: la seguridad que tiene en sí misma la sabe transmitir utilizando sólo su mirada. Elle es una escritora fantasma, por lo que nunca recibe el crédito que merece. El contraste que se hace entre estos dos personajes resulta interesante ya que, por el carácter de Elle y la vulnerabilidad de Delphine, es inevitable que la relación se vuelva tóxica. La película nos muestra el otro lado del éxito, que no es para nada agradable. La reconocida autora está pasando por una etapa en la que simplemente le gustaría desaparecer y no escuchar la misma pregunta: “¿Ya empezaste a escribir?”. Cuando se sienta delante de la notebook, con la hoja en blanco del Word, se queda paralizada y, por más que piense y piense, las palabras correctas no llegan. Aparte, Delphine debe soportar las cartas anónimas llenas de odio por su último trabajo, lo que sólo consigue debilitarla y que su autoestima esté por el piso. A pesar de quedar eclipsada por la seductora e impredecible Elle de Eva Green, Emmanuelle Seigner brinda una buena interpretación como la crédula Delphine, dándonos ganas de poder advertirle que deje de depositar toda su confianza en su nueva amiga. La elección del vestuario también es muy acertada ya que refleja a la perfección las respectivas personalidades. Con un desenlace que deja al espectador rememorando lo que acaba de ver para sacar su propia conclusión, “Basada en Hechos Reales” se alza como otro buen thriller de Polanski, uno en el que la locura y la obsesión están a la orden del día.
Basada en hechos reales, ya lo hemos dicho cuando tuvo su première en Cannes hace casi un año, es un film noire que funciona como un grandes éxitos del realizador de Barrio chino. Porque aquí hay rasgos distintivos de El inquilino, sobre todo, pero también de Repulsióny muchas de las películas del parisino que se fue a Polonia con sus padres a sus 3 años, sufrió en el Gueto de Cracovia durante la Segunda Guerra Mundial, y que forjó casi toda su exitosa carrera en Francia. Y que, a los 83, cuando presentó su nuevo filme, muestra los mismos bríos que en su debut con El cuchillo bajo el agua, hace 56 años. Polanski y Olivier Assayas coadaptaron la novela de Delphine de Vigan en la que el tema del doble y la apropiación de la identidad es un tema clave. Emmanuelle Seigner, la esposa 33 años más joven de Polanski, es Delphine, una novelista exitosa a la que Elle (Eva Green, siempre poniendo cara de malvada) comienza a acercarse. Y a acosarla. Primero como fan, luego como confidente, hasta mudarse con ella aprovechando que sus hijos están afuera, y su pareja, de viaje. Elle es una influencia, tal vez, nefasta para la escritora. Por caso, les escribe a todos sus contactos, amigos y conocidos laborales diciéndoles que se mantengan alejados de ella para que pueda concentrase en la escritura de esa novela de la que no le sale nada frente a la hoja en blanco. Alguien había comenzado a dejarle mensajes intimidatorios, llenos de odio a Delphine, debajo de la puerta, supuestamente por manchar a su familia en algunos de sus best sellers. No por conocidos los trucos de Polanski y su excepcional manejo de la intriga, la ambigüedad y el erotismo, D’après une histoire vraie deja de ser atractiva. Es probable que el espectador que llegue virgen al cine, sin haber visto nada del director de El bebé de Rosemary y Búsqueda frenética lo disfrute más. Como en los últimos trabajos de Polanski -bah, en toda su filmografía- música, dirección de fotografía, dirección de arte y las actuaciones son un amalgama. Tal vez esté mejor Eva Green que Seigner, porque tiene las mejores líneas de diálogo. Recuerden que el tema del doble está presente. Y si han visto varias de Polanski...
Largometrajes basados en novelas u obras de teatro. Así podrían definirse las últimas tres décadas de Roman Polanski como director. El último guion original que filmó fueBúsqueda frenética, de 1988. Algunos de los autores adaptados: Leopold von Sacher-Masoch, Ariel Dorfman, Arturo Pérez-Reverte, Yasmina Reza, Charles Dickens. EnBasado en hechos reales, la adaptada es la francesa Delphine de Vigan (la premiada y exitosa autora de Días sin hambre y Nada se opone a la noche). Basado en hechos reales es una novela y también una película de escritoras. Delphine (el juego con la autobiografía es clave en De Vigan, aunque aquí parece proceder al revés que habitualmente) y L. se conocen en una firma de libros, y hay fascinación, seducción, envidias, apoyos, ¿peligros? Hay amenazas por afuera y tópicos habituales en las películas de escritores como la sempiterna página en blanco, referencias a Misery y, desde Polanski, una suerte de camino recopilatorio sobre sus temas y obsesiones; un proyecto autofágico de director extremadamente consciente de que todo estaba puesto en juego con mucha más potencia y gracia, por ejemplo en Femme Fatale de De Palma.
Fantasmas en los estantes de la biblioteca Sin aportar sorpresas ni novedades, el film más reciente de Roman Polanski, presentado como clausura del último Festival de Cannes casi un año atrás, es un amable corolario a su obra, como si el cinéfilo consecuente se pudiera encontrar de nuevo un poco en casa, en territorio sólido y conocido, en manos de un realizador que tiene su propio universo al que sigue siendo capaz de aportar una serie de variaciones nunca exentas de cierta riqueza. Cineasta del encierro y la paranoia, Polanski encontró ahora en una novela de Delphine de Vigan –quienes la han leído no tienen sino palabras de elogio para ella– un material del que no le cuesta apropiarse y que se relaciona tanto con algunos de sus clásicos de antaño (Repulsión, El inquilino) como con su cine más reciente (El escritor oculto, La Venus de las pieles). La iniciadora del proyecto fue su mujer, Emmanuelle Seigner, quien leyó la novela y le propuso encarnar a su protagonista, Delphine, una escritora exitosa que después de haber entregado su libro más popular y de convertirse en una figura pública se siente más estresada y sola que nunca. Y lo que es aún peor, completamente bloqueada, incapaz de tipiar una sola palabra en la ominosa pantalla en blanco a la que se enfrenta cada mañana en su procesador de texto. Es allí cuando entra en escena una admiradora misteriosa (Eva Green, cada vez con más tendencia a la sobreactuación), que logra ganarse la confianza de Delphine y que poco a poco no sólo se inmiscuye en su cotidianeidad sino que empieza a tomar el control de su vida, al punto de manejarle no sólo su casa sino también su correspondencia y su relación con el mundo exterior. Que ese personaje se llame Elle (¿el ello freudiano, fuente inconsciente de toda energía liberadora?) y que se presente como una escritora “fantasma” (esos autores anónimos que escriben las biografías de personajes famosos) son algunas de las pistas que ofrece el nuevo film de Polanski para sugerir que, quizás, esa mujer con quien Delphine desarrolla una relación de dependencia tóxica quizás no sea otra cosa –la ambigüedad aquí es esencial– que una proyección de su imaginación, como los fantasmas que poblaban la mente de Catherine Deneuve en Repulsión. Así como hay elementos recurrentes de la obra de Polanski en Basada en hechos reales (el título del film proviene a su vez del título de la novela que Delphine terminará escribiendo), también parece sencillo encontrar claves del cine de Olivier Assayas, el consagrado director francés, que aquí oficia humildemente como guionista pero deja su huella, considerando que sus dos últimos films como realizador, El otro lado del éxito y Personal Shopper, también tenían que ver con asistentes personales a cargo de la vida de mujeres famosas. Y en el segundo de esos films, incluso también con fantasmas.
La última película de Román Polansky que a sus 84 sigue filmando con su estilo, en este caso un thriller psicológico realizado con gran calidad y con dos estupendas actrices Emmanuelle Seignier (su esposa en la vida real) y Eva Green. Adaptación de una novela exitosa de Dolphine Vegan, a cargo de otro talento Olivier Assayas (“Personal Shopper”). Una historia que debe verse como los terrores interiores de un escritor frente a la página en blanco, cuando una traba emocional, poblada de miedos e inseguridades, impide el hecho creativo. Todo demasiado incentivado porque se trata de una escritora de mucho éxito, que se ve empujada por su repercusión a repetir fórmulas, para asegurarse ser siempre una gran best seller. En ese contexto de gran vulnerabilidad ella conoce a una admiradora que ingresará a su vida como si se tratara de un vampiro emocional, que se instala en su casa, y extiende sus tentáculos para dominar cada rincón de su existencia. Pero el film desliza aquí y allá un mecanismo burlón que el espectador inteligente sabrá captar, con dosis de inquietud, incluso de terror y de posible violencia, pero también en un juego de humor misterioso, de espejos y dobles. Esa escritora sensible que encuentra a alguien a quien confesar su inseguridad, que no se atreve a la obra oculta, que se aterra con anónimos que la acusan de “usar” y “dañar” a sus seres queridos, mira, quizás por primera vez, la profundidad de su oscuridad. Climas ominosos, humor, trampas constantes, entretenimiento, profundidad. Grandes actuaciones, y un director que si bien no esta a la altura de sus grandes obras maestras, siempre tiene un reconocible nivel.
La escritora fantasma El momento más sorpresivo de Basada en hechos reales (D’apres une histoire vraie, 2017) es al principio de todo, cuando alguien le niega algo a Eva Green. Es la escritora Delphine Dayrieux (Emmanuelle Seigner), que se cansa de dedicar ejemplares de su nueva novela y deja a su profesa fan número uno sin una copia firmada. Esa misma noche se la cruza en una fiesta. No hay remordimientos, charlan. Se la vuelve a encontrar al día siguiente. Luego resulta que vive enfrente. Acto seguido se muda a su departamento. En tiempo récord se ha insinuado en su vida y empieza a tomar control de ella. La película está dirigida por Roman Polanski, quien escribió el guión junto a Olivier Assayas sobre la novela de Delphine de Vigan. Es fácil imaginar qué motivó a Polanski y sus ganas de adaptar la historia pero a la par de su tremenda filmografía es de lo más insulso y predecible que ha producido, una pálida sombra de sus obras más impactantes y perturbadoras. Si no fuera por su magistral dirección y la presencia de dos actrices del calibre de Emmanuelle Seigner y Eva Green podría ser tomada por el debut de un diletante. El giro se anticipa desde el primer acto: Delphine, culpable por haber explotado la muerte de su madre para fraguar su reciente bestseller y acosada por cartas anónimas, se encuentra bloqueada y estancada ante su próximo libro. ¿En qué basar ficciones sino en la vida real? Conoce súbitamente a otra escritora (Green); una escritora fantasma. Como el protagonista de El escritor oculto (The Ghost Writer, 2010), tampoco tiene nombre: se llama Elle (“ella”) a secas. “Ella”, sospechosamente ausente de cualquier encuadre que involucre a un tercer personaje - a menudo saliéndose segundos antes de que entre otra persona, y reentrando ni bien se va - comienza a controlar su vida, su carrera y eventualmente su escritura. La película no funciona muy bien como thriller porque es del todo predecible y la oposición entre los dos personajes es prácticamente nula, al menos hasta que Delphine comienza a recopilar en secreto la vida de Elle, aunque adivinando el “giro” no hay tensión. Como metáfora del proceso creativo resulta demasiado obvia y trillada y sufre la misma suerte que Madre (Mother!, 2017) de Darren Aronofsky al funcionar únicamente en un nivel alegórico asfixiante. La base psicológica sobre la cual la trama ha sido fundada - la racionalización, el desplazamiento, la proyección - es interesante de por sí pero no se visualiza de forma atractiva en la cinta, que consiste mayormente de las dos actrices llenando el vacío con charlas repetitivas entorno a una única situación. Más allá de la excelente presencia y actuación de las actrices y el ocasional atisbo de genialidad de Polanski el resultado es un thriller psicológico mediocre, apenas competente, que raya lo amateur y apenas sugiere los abismos que el director es capaz de explorar. Da la impresión que Polanski se reconoció a sí mismo en la historia pero eligió la historia no porque fuera buena sino porque era fácil.
El ya veterano Roman Polanski vuelve a filmar a su mujer, la bella Emmanuelle Seigner, y a meterse con un tema que le interesa, el de los escritores y lo rara que puede ponerse su relación con los lectores que los idolatran. Sí remite a la Misery de Stephen King el asunto que se basa en una novela de Delphine de Vigan, como Delphine se llama la autora interpretada por Seigner, en pleno bloqueo creativo, deambulando alrededor de una computadora en la que no logra arrancar un nuevo y esperado texto. Hasta que se cruza una desconocida, Elle -Eva Green-, bien distinta a las fans que la asedian en las firmas de libros, aunque se sabrá bastante más posesiva. La escritora está tan atraída, fascinada y entretenida, en su soledad, con esta nueva amiga, que le va abriendo todas las puertas de su intimidad y su casa. Polanski guiña directo a Hitchcock, y a De Palma, y a sí mismo, el que se metió con la trasmutación del ghost writer en El Escritor, pocas películas atrás. Así que Basada en hechos reales regala placeres: su puesta atractiva, sus dos actrices, su suspenso, sus apuntes a pie de página sobre el mundo literario. Un combo magnético que distrae lo suficiente como para no tropezar con los baches de un guión, firmado también por Olivier Assayas, a veces traído de los pelos: así son las atracciones fatales, ciegas como el amor.
La angustia ante la página en blanco, el bloqueo de una escritora exitosa. Su metódica rutina a la hora de registrar ideas en sus cuatro cuadernos, el temblor de los dedos ante la obligación de volver a escribir a pedido de la editorial. El nuevo film de Roman Polanski vuelve sobre tópicos que ya abordó en "El escritor oculto" (con la que pierde en la comparación), pero también en "El bebé de Rosemary" o "Repulsión" con el contrapunto realidad/alucinación. La primera media hora de este thriller psicológico se ocupa del trazado de personajes intrigantes: una escritora de best sellers (Emmanuelle Seigner), fóbica a lo social, conoce a una mujer intrigante (Eva Green), de quien acepta cercanía y luego amistad, conforme se enfría el vínculo con su novio, un periodista literario. La relación entre ambas se torna enfermiza y la cautivante amiga despliega celos siniestros. Polanski vuelve a situar la última parte del film, la más aterradora y claustrofóbica, en una casona en el campo. Acaso porque contiene tantos recursos ya vistos o porque el tema no resulta original, este film resulta menos atractivo de lo esperable. Además, quedan interrogantes sin responder, por caso, las cartas anónimas y amenazantes hacia la escritora. Aun con sus extravíos, es Polanki y tiene un final inteligente.
Basada en hechos reales, de Roman Polanski Por Mariana Zabaleta Dónde encontramos las marcas de un autor? Quizás es interesante volver a preguntarnos si es necesario realizar dicha búsqueda, si la obra es dependiente de su/sus enunciadores que ya no participan a nuestro mundo de carne y hueso. Quizás, estos últimos, se posan en el límite de la diégesis como arañas, tejiendo la historia desde los bordes. Retomando una narración más cinematográfica, ya acostumbrados a sentir el crujido de las dinámicas del teatro, Polanski nos mete de lleno en un efectivo thriller psicológico. Maestro del género, nuevamente podemos sentir la gélida tensión de la llamada “trilogía del apartamento”. La inestabilidad emotiva se concreta, con la suma de tensión, en una serie de eventos confusos y amenazantes, nunca sabemos fehacientemente cuales son las intenciones y motores de los personajes. El pasado siempre inscribe alguna tragedia/suicidio como sangría, el comienzo del relato siempre aparece marcado por ese momento (espacio en blanco/vacío) que modeliza los hábitos y patologías de los protagonistas. En esta oportunidad la famosa escritora Delphine Dayrieux (Emmanuelle Seigner) se cruza con la misteriosa Elle (Eva Green). Un vínculo que comienza con erotismo y complacencia evolucionara en una encarnizada lucha de amo/esclavo que por momentos entrega ribetes de terror a lo Misery(sin la complacencia del grotesco). Donde Assayas mete la cola como co-guionista, un elenco con figuras populares (Eva Green) produce una mezcla que ya nos resulta conocida desde El otro lado del éxito (2014) y Fantasmas del pasado (2016), sin ir más lejos. El conflictivo proceso creativo es retratado con dramática maestría, ¿Quién podrá atribuirse la autoría? Una última vuelta de tuerca nos complica aún más el asunto, el duelo de escritoras se debate la enunciación del relato, cabalgando el film sobre siluetas y sombras. Entre tantas manos, tantas mentes puestas en juego, el dibujo de la trama se sigue, pero se nos escapa constantemente, dejando más cuestiones en suspenso que resueltas. BASADA EN HECHOS REALES D’après une histoire vrai / Based on a True Story. Francia, 2017. Dirección: Roman Polanski. Intérpretes: Emmanuelle Seigner, Eva Green, Vincent Perez, Noémie Lvovsky y Dominique Pinon. Guión: Roman Polanski y Olivier Assayas, basado en la novela de Delphine de Vigan. Fotografía: Pawel Edelman. Música: Alexandre Desplat. Edición: Margot Meynier. Distribuidora: BF Paris. Duración: 100 minutos.
En este film Polanski no sólo es el director, sino que además colabora en el guion junto a Olivier Assayas, director y escritor de “Personal shopper”. Aquí se unen dos actrices que juntas se potencian en todo momento: por un lado la francesa Emmanuelle Seigner (la esposa de Polanski. Una interpretación correcta) quien es una escritora consagrada y por el otro lado Elle (Eva Green, una vez más luce estupenda, perturbadora, en cada mirada y gesto) una principiante en la escritura y fan de la mencionada. Cuando ellas comienzan a relacionarse se crea un atmósfera inquietante, la cámara lentamente se va situando en distintas circunstancias, llega un suspenso psicológico, llena de tensión, misterio y entornos siniestros. Pero finalmente lo que se crea se diluye, recurre a algunos clichés y resulta predecible. Tiene escenas similares a “Misery” (1990) y el personaje de Eva Green es el de Kathy Bates.
Pocas actrices de la actualidad encarnan el arquetipo clásico de la femme fatale en el cine como lo hace Eva Green. Ni siquiera necesita estar provista de un guión complejo, con mínimos gestos su presencia es arrolladora y enigmática y se le disfruta muchísimo en los roles de villana. En Basada en hechos reales la actriz es la responsable de levantar por completo el nuevo trabajo de Roman Polanski que difícilmente quede en el recuerdo entre lo más destacado de su filmografía. No porque se trate de una mala película, sino por el hecho que el cineasta desarrolla un estilo de thriller psicológico que ya vimos varias veces en otras películas famosas. Polanski en este caso vuelve a incursionar en el mundo de los escritores (que había abordado previamente en Ghost Writer, estrenada en el 2010) para narra la historia de una autora que enfrenta un bloqueo creativo tras el estrés que le género el suceso de su primera novela. Un rol que está muy bien llevado por la esposa del cineasta, Emmanuel Seigner, quien ya había trabajado con el realizador en otras cuatro oportunidades. La crisis de la escritora adquiere un matiz interesante cuando entabla una amistad con una fan, interpretada por Eva Green, cuya admiración y cariño por la artista eventualmente se convierte en una pesadilla para la protagonista. Basada en hechos reales inevitablemente trae al recuerdo a varios filmes de suspenso de los años ´90 que trataron temas similares, como La mano que mece la cuna (de Curtis Hanson), el clásico de Barbet Schroeder, Mujer soltera busca (Bridget Fonda) y obviamente Misery. Sin embargo, Polanski le encuentra la vuelta al relato para no copiar de manera burda estas películas y el eje del conflicto se centra en los aspectos pscológicos que suele ser su fuerte dentro de este género. El año pasado la crítica internacional le pegó bastante a esta película y la verdad que no es para tanto. Creo que el director no tuvo más pretensión en este proyecto que brindar un thriller entretenido, algo que consigue de manera efectiva. El guión de Olivier Assayas (el realizador de Personal Shopper) tiene los suficientes giros para hacer interesante la trama, las dos protagonistas estás excelentes en sus roles y Polanski logra con su narración mantener interesado al espectador con el misterio. La película no será recordada entre sus obras inmortales como Repulsión, El bebé de Rosemary o El pianista, pero resulta un espectáculo muy ameno para disfrutar en el cine.
ORIGINAL Y DUPLICADO Dirigida por Roman Polanski y escrita junto a Olivier Assayas (basándose en la novela de Delphine de Vigan), era de esperarse que Basada en hechos reales fuera una suerte de espejo donde el relato se mira y se refleja incontable cantidad de veces, hasta que perdamos noción de cuál es la imagen original. Polanski ha hecho muchas veces eso, especialmente donde lo literario es la clave, y lo mismo Assayas, donde lo cinematográfico se entiende como una herramienta vampírica. Y aquí, como decíamos, hay mucho de ambos universos flotando, lamentablemente sin que logren potenciarse y construir un relato poderoso. Las protagonistas casi exclusivas de Basada en hechos reales son Delphine y Elle (Emmanuelle Seigner y Eva Green, ambas estupendas), la primera una famosa escritora que atraviesa una crisis creativa y la otra, una fanática absoluta que además trabaja como “escritora fantasma”. Los juegos sobre la creación y la duplicación nuevamente en marcha, y un progresivo ingreso en el thriller con personajes que se retroalimentan de manera enfermiza: primero hay contactos casuales, luego el vínculo progresa y ambas terminan conviviendo. La clave es quién se aprovecha de quién. Cuando estrenó esta película, Polanski tenía 83 años, por lo que no cuesta mucho ver que se trata casi de un auto-homenaje: son muchos los tópicos que el director repite de su obra anterior, pero ya no tanto como carga autoral sino como copia desfachatada. Y ahí se puede observar el rol que la dupla Polanski-Assayas cumple: el primero, como la venerada Delphine, y el segundo, como la obsesiva y arrebatadora Elle. Es que Basada en hechos reales parece una de Polanski, pero hecha por alguien que intenta copiar al maestro, como si estuvieran mirando El inquilino desde afuera. Es en ese lugar que lo vemos a Assayas vampirizando al director de La muerte y la doncella y Perversa luna de miel hasta agotar todos los recursos y recostándose en una serie de símbolos evidentes. Basada en hechos reales funciona medianamente como thriller, y fundamentalmente en su última media hora, cuando ingresa un tópico habitual del cine de Polanski: el encierro. Ahí el director logra generar los climas que venían faltando y la situación se vuelve insoportable, en el mejor de los sentidos. Y todo esto se agradece, porque en la primera parte de la historia cuesta asir un verosímil que justifique el accionar algo histérico de los personajes, por más que lleguemos a comprender un segundo nivel del relato. Y tampoco funciona demasiado el misterio alrededor de Delphine, puesto que los detalles de su vida personal surgen aislados (especialmente unas cartas que recibe) y sin la fuerza necesaria como para que sean ellos los que desembocan hacia el final y resuelvan los conflictos. En todo caso, Basada en hechos reales sí funciona como comedia de un humor enrevesado, como suele suceder en Polanski. Porque tal vez esos detalles sobre Delphine no sean más que engaños hacia el espectador, un MacGuffin que no lleva a ninguna parte, y porque el director parece divertirse con rizar el rizo de un guión que por momentos roza lo improbable. Indudablemente hay algo juguetón, divertido, chispeante en el relato, aunque totalmente asordinado. Y si no sirve para convertir a Basada en hechos reales en una gran película, al menos nos permite disfrutar de un director consagrado que siendo octogenario ni se atreve a tomarse en serio a sí mismo. Y ese es un lujo que no muchos se pueden dar.
Intriga medio pelo de la mano de Polanski. Una novelista firmando su nuevo libro en una feria. Agotada, le pide a sus asistentes que terminen con la firma, por más que la fila sigue y los admiradores se impacientan. Una última llega a hablar con ella. Delphine Dayrieux (Emmanuelle Seigner) levanta la mirada y ve a la siempre intrigante Eva Green. Le pide que le firme su ejemplar. Así empieza la relación de la autora con Elle, una admiradora que de a poco va a ir metiéndose en su vida hasta convertirse casi en su única relación.
La edificación de un thriller destruida por su predictibilidad. Las historias de escritores pueden llegar a ser dificultosas. Amén de ser poco cinematográficas, el jugar por las reglas de su verosímil implica correr el riesgo de caer inevitablemente en lugares comunes de los cuales es muy complicado salir. ¿Cuántas veces hemos visto el cliché del escritor sentado ante su computadora con el cursor latiendo en la pantalla? Roman Polanski tiene entre los mejores títulos de su filmografía a notables exponentes del thriller, por lo que la llegada a las salas argentinas de Basada en Hechos Reales puede llegar a suscitar determinado interés. Pero lamentablemente, si bien se inscribe dentro del género, no se puede decir que sea una propuesta con resultados positivos. Cuénteme tu historia Delphine Dayrieux es una escritora que, tras el éxito de su primer libro, tiene bloqueos para escribir. Durante una firma de libros conoce a Elle, quien afirma ser su más ferviente admiradora y se propone ayudar a Delphine con su nueva obra. A partir de aquí nacerá una amistad entre las dos, que no pocas veces rozará lo extremo, dado a que el deseo de Elle es que Delphine escriba una historia sobre su pasado, una que ella todavía no está lista para develar. El guion lamentablemente incurre en todos los clichés habidos y por haber de las miles de historias sobre escritores que ya se han filmado previamente, siendo el giro de su resolución predecible casi desde el inicio. Aunque es de apreciar que Polanski y su co-guionista, Olivier Assayas, hayan sido un poco más sutiles por no caer en el recurso del flashback que explica cómo es posible tal giro, eso no le quita que el resultado final siga siendo clichado. Estamos hablando de una resolución que alcanza la cima de su obviedad llegada la mitad de la película. De ahí en adelante, los detalles saltan a la vista y el espectador ruega por un final. A pesar de todo, es necesario señalar que la película hace un intento de desarrollar el tema de la soledad y la culpa. El segundo lo encontramos corporizado en el personaje de Eva Green, pero el primero está manifestado sutilmente en los cuadernos del personaje de Emmanuelle Seigner, cuyas portadas pertenecen a diversos cuadros del pintor estadounidense Edward Hopper, quien curiosamente abarcó este tema en varios de sus cuadros. En materia técnica es prolija en cuanto a fotografía y montaje. Sin embargo destaca el subrayado musical que aporta Alexandre Desplat. En cuanto al rubro actoral, Emmanuelle Seigner y Eva Green se prueban como una dupla sólida, las dos entregando sentidas interpretaciones. Si no pueden ir más allá, es porque el curso de la narración no se los permite. Conclusión Incluso con sus logrados méritos interpretativos, la narración en Basada en Hechos Reales pierde por puntos. Desea construir un thriller y la predictibilidad le termina ganado a cada paso del camino. Una afirmación triste, tomando en consideración que hablamos de un realizador que ha sabido darnos mejores títulos.
Trampa mortal Podría decirse, a simple vista, claro, que estamos frente a una obra menor del gran realizador que debutará dirigiendo un largometraje con “El cuchillo bajo el agua” (1962), para seguir con “Repulsión” (1965), pasando por “El bebe de Rosemay” (1968), hasta llegar a lo que se considera su obra maestra “El pianista” (2002), aunque para quien suscribe “La danza de los vampiros” (1967) esta fuera de toda categorización. Podría hasta mencionarse que en este filme abandona lo que equívocamente denominaron muchos especialistas, el supuesto teatro filmado de sus ultimas dos producciones. “Un Dios salvaje” (2011) y “La piel de Venus” (2013), olvidándose que el montaje es lo inherente al cine y para hacer uso de ese elemento del lenguaje se cuenta con las posiciones y los movimientos de la cámara, el plano elegido y que se verá dentro del mismo. Esto no es una simple enumeración de posibilidades lingüísticas, el joven director octogenario, (esta por cumplir 85 años en agosto) no le teme a los riesgos haciendo jugar, como espejismos sobre reflejos de los personajes, producir un salto de eje. Dicho de otra manera, el espectador se muestra extrañado, por una fracción de tiempo mínima, en que el director nos muestra una imagen en el espejo que es reflejo de lo que se ve en una ventana, y ahí produce un salto del eje, lo que podría leerse que a partir de ahora tu decides que estas viendo, si el anverso de la historia o su reverso. Casi de manera imperceptible uno sigue siendo dirigido en la mirada. Basado libremente en la novela homónima de Delphine de Vigan, con un guión co-escrito junto a Oliver Assayas, el realizador nos cuenta la historia de Delphine (Emmanuelle Seigner), una sensible y atormentada novelista de éxito, paralizada ante la idea de tener que comenzar a escribir una nueva novela. El filme abre con nuestro personaje firmando ejemplares de su novela (no me parece casual que su nombre de pila sea el mismo de la novelista). Su camino se cruza entonces con el de Elle (Eva Green), una joven encantadora, inteligente e intuitiva. Elle comprende a Delphine mejor que nadie, y pronto se convierte en su confidente. Ella confía en Elle y le abre las puertas de su vida, pero surgen interrogantes, dudas que establecen el tono de thriller al que es tan apegado el director. ¿Quién es Elle en realidad? Se presenta como una escritora fantasma de celebridades, pero ¿qué proyecta realmente? ¿Ayudarla a salir del bloqueo creativo? ¿Volver a equilibrar la vida de Delphine o despojarla de sentido? Casi ausentes sus hijos, su pareja que no la toma demasiado en serio como tal, sólo le queda Elle como apoyo casi inesperado, ¿Deseado? O a la inversa ¿es la novelista consagrada quien utiliza a Elle con fines casi inconfesables?, como musa inspiradora. En cualquiera de ambas vertientes, uno, como espectador, queda atravesado, traspasado en una especie de trampa narrativa, casi mortal. Roman Polanski también se hace fuerte, demuestra su saber en la presentación, construcción y desarrollo de los personajes, tanto como en la dinámica que se establece entre ellos. Todo esto sostenido por un guión inteligente, sobre todo desde los diálogos, el diseño de montaje, y por otra magnifica actuación de Emmanuele Seigner, lejos de la avasalladora sexi, mucho más en el orden de la sensualidad, y Eva Green, quien transita por su personaje al filo de la navaja, en una línea divisoria muy fina entre el desamparo y la manipulación del otro. Podría decirse que es una obra menor del gran director, con mucho de deuda a “El escritor oculto” (2010), pero realmente es una de esas realizaciones más allá del thriller psicológico, género al que adscribe, que se termina por disfrutar, o se intenta hacerlo cuando se emprende a pensar después de la experiencia audiovisual. El tema subyacente del creador, su criatura, y la moral puesta en juego. No es poca cosa. (*) Realizada por Sidney Lumet, en 1982.
El realizador de origen polaco regresa con otra adaptación de un best-seller francés, en este caso uno que trata de la relación entre una famosa escritora bloqueada y una fanática –escritora también– que, a su manera, trata de ayudarla de salir del pozo creativo. Con Emmanuelle Seigner y Eva Green. BASADA EN HECHOS REALES puede no estar a la altura del mejor cine de Roman Polanski, pero convengamos que ninguna de las últimas películas suyas le llegan a los talones a EL BEBE DE ROSEMARY o BARRIO CHINO. El Polanski de hoy es un hombre que encuentra en best-sellers y obras de teatro historias que le interesan y que calzan bastante bien en el universo que él maneja. En este caso –como en otros– en las relaciones más o menos perversas entre dos personas que esconden secretos entre sí. O, acaso, algo más que eso. El tema es el proceso creativo, los conflictivos intereses de los escritores y las relaciones que se establecen a partir de la fama, la admiración o la envidia. Y, todo eso, a la vez, girando sobre sí mismo. Adaptando la homónima novela de Delphine de Vigan junto a Olivier Assayas –cuyos últimos filmes giran también sobre la relación entre una figura o una estrella y su asistente/amiga–, Polanski arma una historia entre dos mujeres. Una es Delphine (Emmanuelle Seigner), una celebridad literaria que, mientras cansinamente firma ejemplares en una feria del libro, conoce a una fan muy particular. Se trata de “Elle” (por Elizabeth, encarnada con malicia por Eva Green), quien trabaja de ghost writer de famosos, parece inteligente, sexy, sagaz y logra meterse de a poco en la vida de Delphine. Ella está bloqueada a la hora de escribir una nueva novela y la presencia de Elle la ayuda a organizarse, ya que la mujer se mete en su cotidianeidad de manera tal que pronto es su asistente y hasta se hace pasar por ella en un evento. Pero a la vez Delphine recibe cartas amenazadoras de gente molesta por usar sus historias para crear novelas y su página de Facebook –que ella nunca creó– está llena de mensajes agresivos. La escritora no tiene mejor idea que darle el control de su computadora a Elle y, bueno, algo del resto podrán imaginarlo. Los celos, la envidia, el tema del doble, el proceso creativo, todo está metido un tanto forzosamente en un guión de claras reminiscencias hitchcockianas que, curiosamente en Polanski, apuesta menos por el lado perverso o sexual que por el de la posibilidad de engaño intelectual y la violencia física. Elle le insiste a Delphine que no debe hacer la novela que planea (sobre la vida de concursantes de reality shows una vez que estos terminan) sino algo más personal. ¿A qué quiere llegar con esto Elle? Lo que lleva a otras preguntas: ¿Quién es esta mujer? ¿Por qué aparece tanto en la vida de Delphine? ¿Qué es lo que realmente quiere con la escritora? BASADA EN HECHOS REALES tiene sus fallas narrativas, aún cuando ciertas y algo previsibles vueltas de tuerca sobre el final las justifiquen. Delphine es demasiado confiada y es obvio, al menos para el espectador que nota el sinuoso y malevolente andar de Elle, que la chica tiene planes ulteriores. Y la resolución del caso –o del caso dentro del caso– no es del todo orgánica o satisfactoria, por más que Delphine empiece a ser más consciente del juego en el que está metida. Pero los problemas de celos, envidias e identidades cruzadas le van dando de todos modos al filme un aire intrigante y, sobre todo, disfrutable. La película de Polanski es un thriller juguetón cuyas partes más oscuras están fuera de campo o, al menos, cubiertas bajo el paraguas de un filme de suspenso psicológico un tanto pasado de rosca. Y el disfrute –con reparos, pero disfrute al fin– es una de las cosas que el Festival de Cannes, en el que la película tuvo su estreno mundial, no se caracterizó por ofrecer, olvidándose que es parte fundamental de la experiencia cinematográfica, lo que nos hace la mayor parte de las veces tomar la decisión de salir de casa y sentarnos en una sala.
Desde Francia y sin volver a pisar suelo norteamericano, Roman Polanski sigue haciendo películas a los 84 años. Filmó “Basada en hechos reales”, adaptación de la novela de Delphine de Vigan, que cuenta con guion del gran Olivier Assayas (“Personal shopper”, 2017). Actúan Emmanuelle Seigner, actual esposa de Polanski, y la impactante Eva Green. Delphine (Seigner) es una sensible y atormentada novelista de éxito, paralizada ante la idea de tener que comenzar a escribir una nueva novela. Su camino se cruza entonces con el de Elle (Green), una joven encantadora e inteligente. Elle comprende a Delphine mejor que nadie, y pronto se convierte en su confidente. Delphine confía en Elle y le abre las puertas de su vida. Pero ¿quién es Elle en realidad? ¿Qué pretende? ¿Ha venido para darle un nuevo impulso a la vida de Delphine o para arrebatársela? Roman Polanski ha demostrado que no perdió ni su estilo ni su capacidad de manejar la psicología y los temores femeninos en la pantalla. De más está decir que no está a la altura de sus formidables films como “Chinatown”(1974),”The Pianist”(2002) o “Rosemary’s Baby”(1968), pero el director polaco ofrece moderados y efectivos destellos propios de un realizador de su tamaño. Fiel a sus maneras, Polanski, tal como hizo en “Repulsion” (1965), explora los límites entre lo real y la imaginación, los laberintos mentales y la locura. También reflexiona sobre los procesos creativos, la disyuntiva de utilizar hechos reales en las propias ficciones y el debate del verdadero oficio del escritor. La mano del guionista Assayas se percibe en la guerra psicológica de desgaste entre las dos mujeres. No obstante, encontramos que en el tercer acto se derrumba un poco, debido a que las piezas del rompecabezas se conectan forzadamente, sacándole oscuridad al relato. El elenco está bien, pero la aparición de la talentosa Eva Green carga con la película, cada escena en la que está se lleva todas las miradas. La fotografía esta cuidada pero bella, y la banda sonora ayuda a crear tensión. Los giros de la trama se ven venir, pero las interpretaciones y la ambientación oscura logran redondear una aceptable película, pero no más que eso, emparentándose con los títulos menores del director polaco. En definitiva, Polanski sigue en el ruedo con buenos films, pero que no pasan de eso, por la poca profundización de la trama. Nos encontramos con una correcta película sobre la distorsión de la realidad a cargo de uno de los especialistas en la materia.
"Basada en hechos reales", la última película de Roman Polanski es la adaptación cinematográfica del best seller homónimo de Delphine de Vigan. Vale la pena conocer un poco de la carrera de De Vigan como escritora porque es una clave importante para poder adentrarse más profundamente en la propuesta de este último opus de Polanski, en el que abandona por completo el teatro filmado de sus dos últimas producciones (“Un dios salvaje” y “La venus de las pieles”) para volver de lleno al thriller psicológico. Delphine De Vigan alcanzó fama internacional cuando se atrevió a abordar en su novela “Nada se opone a la noche” un tema tan devastador como el suicidio de su madre. Y precisamente el film de Polanski abre con una escena en donde la escritora Delphine Dayrieux (encarnada por Emmanuelle Seigner) se encuentra firmando ejemplares de su nuevo suceso literario en donde cuenta oscuros y dolorosos sucesos de su vida familiar. El límite entre la realidad y la ficción se entrecruzan tanto en la obra de De Vigan como en el guion escrito por el propio Polanski junto a Olivier Assayas: y así como conocemos un subgénero de "cine dentro del cine", aquí logran armar un interesante juego de "literatura dentro de la literatura". De Vigan – Polanski trabajan permanentemente con la idea del doble / alter-ego por lo que justamente el personaje principal del filme se construye como un espejo perfecto de la autora. Mismo nombre, misma profesión, mismo bloqueo creativo, mismas angustias: todo subraya la imbricación de la realidad en la ficción, haciendo difusos los límites entre lo autobiográfico y lo ficcional. Delphine (Seigner, una vez más formando dupla creativa con su esposo luego de “Búsqueda Frenética” o “La Novena Puerta” y estrella de “Algunos días de primavera” de Brizé y “La escafandra y la mariposa” de Schnabel) conocerá a una enigmática “fan” de toda su obra, Elle, en una fiesta a la que asiste después de la firma ejemplares de su éxito editorial. Elle también es escritora pero reconoce que no puede firmar con su propio nombre sino que lo hace bajo la forma de “ghost writer / escritora fantasma” con cierto talento y oficio dentro del género que desarrolla, escribiendo por encargo biografías de personalidades del deporte, la política o el mundillo artístico. Desde el instante en que se conocen, Elle comenzará a intervenir no solamente en la vida sino también en el mundo emocional de Delphine, generando una relación asfixiante, enfermiza y adictiva. Polanski es hábil y nos va llevando por caminos confusos, donde por momentos la amistad se tiñe de una fuerte atracción erótica y una emocionalmente vulnerable Delphine, parece ser la víctima perfecta para el mecanismo de seducción y vampirismo que despliega incansablemente Elle sobre su presa. Pero a medida que el vínculo se hace más patológico y más nocivo, la película comienza a respirar un aire conocido, remitiendo permanentemente a la icónica "Misery" de Stephen King; al mundo del profesor de literatura alterado por el alumno que invade su vida privada en “Dans la maison” de F. Ozon, como así también a otros títulos del propio Polanski –se mezcla algo de "El escritor oculto" más el clima opresivo de "Perversa Luna de Hiel"- que hacen que todo lo que sucede se imponga como muy poco novedoso y falto de atractivo. La historia comienza a estructurarse en base a demasiados lugares comunes del género y si bien el estilo de Polanski luce joven y vibrante a sus 84 años, todo lo que se cuenta tiene un tinte sumamente básico, elemental, completamente carente de vuelo. Sumado a esto Eva Green compone su personaje de Elle como una malvada que es más una caricatura grotesca de trazo grueso, que un personaje siniestro en sí mismo. Parece, en algunas secuencias, estar perdida dentro de una película de Tim Burton, con un estilo de actuación que cuesta ensamblar con el de Seigner, generando momentos en los que parecen componer personajes para dos películas diferentes –aún cuando, por supuesto, tienen momentos muy logrados dentro de un tenso duelo actoral-. Que Polanski es un director que hace arte con su cámara ya está validado por toda su trayectoria. Logra generar un ritmo de thriller y un suspenso sostenido pero como espectadores, sabiendo que el ojo de Polanski está detrás de la cámara, esperamos algo más... pero ese plus, nunca llega.
Tras cuatro años de silencio filmográfico, se estrenó en Buenos Aires Basada en hechos reales, vigésimoprimer largometraje del cineasta franco-polaco Roman Polanski, realizador de obras perturbadoras (aunque necesarias), como El inquilino (Le locataire), Repulsión, El bebé de Rosemary, o la adaptación de la obra de teatro de Ariel Dorfman La muerte y la doncella, así como otras que salen de su estilo más habitual, pero resultan igual de importantes; vale citar aquí a El pianista, Tess, o Barrio chino. En esta ocasión, para adaptar la novela de Delphine de Vigan, Polanski contó con la colaboración en el guión de nada más ni nada menos que Olivier Assayas, director de Irma Vep, Las horas del verano y la más reciente Personal shopper. La historia de Basada en hechos reales se centra en la vida de una famosa escritora, Delphine (interpretada por Emmanuelle Seigner, la esposa de Roman Polanski), quien tras la salida de su última novela, se siente sofocada por sus seguidores, pero a la vez atormentada con la idea de tener que iniciar con una nueva obra, quizás por la falta de ideas, o por el simple esfuerzo que representa la misma concepción de una obra literaria, el trabajo que significa y todo el desgaste entremedio. Será entonces que la aparición de la joven Elle, llevada a cabo por una destacable Eva Green, le brindará nuevas herramientas y formas de tomarse las cosas, y así poder enfocarse sobre su trabajo. Casi de inmediato percibirá la química con esta compañera, que progresivamente le contará hechos de su vida de tinte confidencial, a la par que la ayuda con su nueva novela, y las circunstancias que en el medio se le interponen, y pueden representarle la dispersión, o perdida de enfoque en la obra. No obstante, la actitud de Elle de tomarse como personal ciertas cuestiones, que atañen a la vida de Delphine y no a la de ella, representará un foco de conflicto, y pondrá en cierto peligro la estabilidad de la relación entre ambas. Aunque todo esto impactará en mayor medida sobre la experimentada escritora. Basada en hechos reales lejos está de ser de las mejores cintas de Roman Polanski; de hecho es una de las más flojas, e incluso contrasta con sus tres anteriores, El escritor oculto, Un dios salvaje y La piel de Venus, que por momentos dejaban aflorar lo mejor del realizador franco-polaco. Es cierto que se presentan elementos que forman parte del universo Polanski, que la película mantiene una dinámica interesante, y que la trama te lleva. Es cierto también que tras el cierre invita a la reflexión, y todo esto es válido, pero no podemos pasar por alto que por momentos suena a reiterativo, no solo de su misma obra, sino inclusive de pasajes de películas ajenas, y hasta incluso lugares comunes. En otros momentos, pareciera que la historia un poco se pierde, y no termina de ser clara la dirección, ni las intensiones. Como destacamos más arriba, la actuación de Eva Green es notable, quizás llevando parte de la película, mientras que podemos decir que Seigner cumple como debe su rol, quizás un poco opacada por la labor de su compañera. Por todo esto, Basada en hechos reales es una propuesta interesante y se deja ver, pero está muy por debajo de la obra general de su autor, quien indudablemente ha brindado momentos magistrales al cine, que lo llevaron a ser uno de los cineastas mas interesantes e influyentes; pero este no es el caso.
La nueva película de Roman Polanski (como todos estos últimos años, realizada en Francia) es la adaptación de la novela homónima de Delphine de Vigan, en la cual la escritora se introduce en medio de un relato que se va tornando una pesadilla. Esta vez coescrita junto a Olivier Assayas. Delphine es una escritora que supo cosechar un éxito importante. Pero entre cansada y sin inspiración, le está costando volver a escribir. En una agotadora firma de libros (quizás a esta altura, ya todo la agota con facilidad) aparece una admiradora a la cual será difícil ignorar: Elle. En la fiesta de la editorial, vuelve a aparecer y se le acerca a conversar. Delphine siente que con ella puede hablar como con nadie más. Su pareja se encuentra de viaje trabajando y su familia se alejó tras las cosas que ella escribió y desentrañó en su último libro. Rápidamente Delphine y Elle, que también es escritora pero de las llamadas “escritoras fantasmas”, se convierten en amigas. Basada en hechos reales es un thriller sobre una escritora (interpretada por Emmanuelle Seigner) que, mientras no puede escribir y se siente bloqueada, se deja ayudar por esta nueva persona en su vida. Una Elle (la siempre cautivante Eva Green) que, a partir de elogios y sugerencias de escribir sobre lo que realmente importa, la historia que lleva oculta, se introduce en su vida y su trabajo hasta en algún momento convertirse en ella misma, hacerse pasar por ella para una de las tantas citas de las que la verdadera Delphine se quiere escapar. Aunque parte de una temática siempre interesante (porque tiene muchas aristas por explorar) como lo es el hecho de ser escritor y los múltiples personajes a los que éste puede dar vida, Basada en hechos reales peca de ser demasiado obvia y nada sutil desde una primera instancia. La relación entre Delphine y Elle se va tornando del modo más previsible. Elle se apodera primero de la contraseña de su computadora, luego de su casa, después de su imagen. Una seguidilla que se ve venir hasta el clímax, que las tiene encerradas en una casa de campo, con claras reminiscencias a Misery. Y la vuelta de tuerca final, que se anticipa desde la primera escena. Más allá de presentar temáticas y situaciones que ya hemos visto (y mejor trabajadas) tanto en el cine de Polanski como en el de Assayas, acá todo parece ser producto de la mayor falta de inspiración, o la falta de ganas. Incluso la actuación de Emmanuelle Seigner (a quien en la anterior La Venus de las pieles al menos se la veía mucho más suelta y cómoda, divertida tal vez) resulta sosa y desganada. Al contrario, Eva Green es la única que logra darle un poco de vida al relato, con esa personalidad apabullante e intensa de la que siempre tiñe cada uno de los personajes que interpreta.
Polanski no está realizando, en los años más recientes, su mejor obra. Así y todo, sabe cómo mantener la tensión en los planos, cómo jugar con los nervios del espectador y cómo sugerir perversiones sin mostrarlas. Esta historia de una escritora (Seigner) que traba amistad con otra mujer (Green) donde la relación pasa de lo agradable a la paranoia, de la realidad a la ficción, tiene la ventaja de un realizador que sabe cómo incluir humor sardónico en medio del peligro. Hay algo de ironía y de idea de que, como decía Oscar Wilde, las tragedias de los demás son de una banalidad alarmante, y por eso es que muchos de los acontecimientos de la película incluyen siempre un costado que las vira a una comicidad larvada. Es muy bueno, también, el manejo de la tensión erótica entre las dos protagonistas, aunque, como sucede en otras de sus películas como El inquilino, se nota que a Polanski le interesa menos la historia como tal y su resolución que los apuntes laterales sobre el mundo que la trama le permite. Un cine estilizado, realizado con una calidad que es lo menos que podemos pedirle a un gran cineasta, pero que se siente, sobre todo, como un ejercicio de estilo más logrado en otras ocasiones.
“Sé que algún día L. volverá. Un día, al fondo de un café, en la penumbra de un cine, en medio de un grupito de lectores reunidos para oírme, reconoceré sus ojos, los veré brillar, como las canicas negras que soñaba ganar en el patio de la escuela. Se limitará a hacer una pequeña seña con la mano, de paz o connivencia, y esgrimirá esa sonrisa de victoria con la que me destrozará”. (*) Esta es una cita de la novela “Basada en hechos reales” de Delphine de Vigan, sobre la cual realizaron la adaptación al cine Roman Polanski y Olivier Assayas, filme dirigido por el mismo Polanski que con 84 años llega a su película número 23. ¿Alguien acecha? ¿Alguien que esperamos con deseo y temor? ¿Alguien está ausente pero volverá? Ese “otro” por quien podríamos dejarnos vencer, ese otro que es todo lo más deseado y todo lo más temido nos merodea. Estados de paranoia, deseos irrefrenables y la tortuosa sumisión frente al poder definen parte de la temática sobre la perversión en los vínculos que es una marca definitiva de Polanski. Con este filme (luego de otras experiencias más teatrales en la pantalla) retoma el sub-género del thriller y pone en jaque a dos mujeres con sus pulsiones narcisistas en tensión. Delphine Dayrieux (casi nos suena como una homónima de la novelista original) publica su última novela. En la fila de las fans que esperan les firme su libro se presenta una mujer inesperada, casi irresistible llamada “Elle”. A partir de ese encuentro se establece un vínculo que se vuelve cada vez más íntimo, más complejo, más posesivo y particularmente más destructivo para Delphine. Elle pasa de ser una atractiva conocida, que dice ser una ghost writer de biografías de estrellas, a una consejera personal, y luego a una amiga de esas que conocen tanto de tu vida que son capaces de decirte que debés hacer qué no, además de cómo y cuándo. Delphine queda atrapada en los dominios de Elle y sus manipulaciones patológicas. No hay decisión de la vida de la escritora que no sea tomada por la intrusa y sus manejos. Delphine no es más dueña de sí misma, ni de sus deseos, ni de sus objetivos, Elle, tiene un poder ilimitado y su meta es, entre otras, determinar el aislamiento absoluto en que quiere tener a su presa. “Debes escribir sobre cosas basadas en hechos reales” es una frase que como una imposición Elle repite una y otra vez a lo largo de toda la dominación que construye sobre la vida de Deplhine. Juegan un juego peligroso a pura fuerza sado masoquista. ¿Cuál es el límite para ser vencedor o vencido? El éxito social o la muerte. A lo largo de su carrera Roman Polanski se ha mostrado como un especialista en estos modelos de relación que llevan a los bordes de la pérdida de la razón, del masacrado de la integridad moral, física y emocional. Relaciones echas puramente de influencias perversas, donde la germinal motivación es corromper el estado habitual de las cosas del mundo de los otros. Sigmund Freud definía la perversión como un estado superior del goce narcisista, o sea el placer al margen de toda motivación amorosa, el placer el yo sin que el otro cuente más que como un medio absoluto. En esta clave de perversiones y vínculos aniquilantes Polanski ha hecho filmes de niveles magistrales. Incomparable por su capacidad de inquietarnos al borde de vernos reflejados en los actos más impropios, y siendo capaz de profundizar en este estadío del yo casi disoluto como pocos lo han logrado. Algunos ejemplos radicales son: “El cuchillo bajo el agua” (1962), “Repulsión” (1965), “El bebé de Rosemary” (1968), “El inquilino” (1976), y ya con Emmanuel Seigner como protagonista al igual que en este filme (su esposa y musa inspiradora) en “Perversa luna de hiel” (1992). “Basada en hechos reales” nos permite ver cómo este octogenario realizador de origen polaco puede construir climas de tensión progresiva, recortando el espacio y extendiendo el tiempo narrativo como sólo lo saben hacer aquellos que dominan el lenguaje, y que han hecho grandes obras dando cuenta superlativa de ello. Es un placer ver que hoy aún filma como quien escribe en un bloc de notas, con la fluidez y la precisión de un narrador excelso. El gran impedimento de este filme está a la luz en la fallida tarea de adaptación del libro de De Vigan. La novela –que no es ninguna obra maestra- ofrece aún muchos más matices en los cambios de comportamiento de los personajes y da espacio a ver los lugares emocionales más ambiguos, difusos e inquietantes, que nos llenan de preguntas identificantes, más allá de poder aseverar con mucha certeza. La construcción de los personajes en el filme apunta en cambio a una pintura de trazos gruesos, a reacciones muy sobre cargadas de una emocionalidad exageradamente explícita, y un desplazamiento reduccionista acerca de lo perverso y lo siniestro. La caricaturización de la locura y la extrapolación ridícula del mal se llevan a cuestas los grises que este thriller perverso podría proponer en su desarrollo dramático. “Me da miedo volverme loca. Me da miedo y no sé si ese miedo existe. Me da miedo y no sé si ese miedo tiene nombre” (*) La novela plantea su estructura en tres capítulos extensos para lograr la hecatombe existencial: Seducción – Depresión – Traición, nada sofisticados pero con cierta narrativa minuciosa que marca el timing del descenso de Delphine y el crecimiento del poder en Elle. En cada uno de esos estados el filme utiliza procesos simplificados para pasar de estadío a estadío, y eso va dilapidando la calidad del drama en la pantalla. Y es que para llegar a lo más profundo del infierno es siempre necesario un moderado procedimiento hacia el Dante. Donde todo se cocina a fuego lento y se sirve en un plato bien caliente. (*) “Basada en hechos reales” Delphine de Vigain Por Victoria Leven @victorialeven
#BasadaEnHechosReales Del director Roman Polanski autor de El bebé de Rosemary, China Town, El pianista, y más recientemente Un dios salvaje y La piel de Venus. En este caso el guión lo escribió en conjunto con Olivier Assayas, otro director de renombre del cine francés actual (Personal Shopper). Este filme es un Thriller psicológico basado en la novela homonima en el que una exitosa escritora Delphine de Vigan (al igual que la escritora real de la novela), interpretada por Emmanuelle Seigner, luego de un best seller se encuentra con un bloqueo creativo y no puede comenzar a escribir su nueva historia, y debido a su éxito, la presión de su manager y la editorial crecen. Al mismo tiempo, conoce a una sensual e intrigante joven (interpretada por la siempre despampanante Eva Green), pero este vínculo que crece cada vez más se torna siniestro, En realidad, la presencia del personaje de “Elle”, prácticamente el personaje no tiene nombre, es inquietante y sospechosa desde el inicio. Y juega constantemente con la figura del doble (como en los mejores melodramas del cine clásico). Con un final inquietante en el que el espectador permanecerá reflexivo, y deberá pensar qué de todo lo visto antes es real o es producto del imaginario de nuestra protagonista. Un relato muy intrigante, pero no es lo mejor de Polanski, pero ya sabemos que es un director con un alto nivel cinematográfico. Calificación: 3 y medio /5 Denises- critica emitida el sábado 5/5/18 en Cartelera1030