La magia contra la trata El tercer largometraje de Marcelo Páez Cubells, Bruja (2019), narra la desesperada búsqueda de una madre hechicera de su hija secuestrada por una organización que se dedica a la trata de personas en alguna localidad de la Provincia de Buenos Aires. Selena (Érica Rivas) es madre de una hija a punto de cumplir diecisiete años, Belén (Miranda de la Serna). Desde muy chica Selena ha aprendido las artes de la nigromancia, que utiliza para algunas cuestiones cotidianas cuando la situación lo amerita y que intenta inculcarle a su hija, pero la escasez y la pobreza marcan la vida de ambas mujeres, que viven de los exiguos frutos de una huerta y de los animales de una pequeña granja. Mientras Selena es cuestionada como madre y soporte de familia por la directora del colegio público al que asiste la hija y los servicios sociales, Belén le pide que le compre un celular, ya que todas sus amigas tienen uno, y se ofrece a trabajar ella misma para poder comprarlo, pero su madre se opone. A pesar de la negativa materna, Belén se anota como promotora junto con sus amigas para un evento automovilístico pero el trabajo es una excusa para secuestrarlas e introducirlas en el mundo de la prostitución. El film comienza muy bien con una historia de brujería que parece ir hacia el lado del terror pero luego decide dar un paseo por el drama social sobre la trata de personas, tema con el que el cine argentino no se lleva bien debido a la falta de investigación. La convergencia de ambas tramas genera cortocircuitos en toda la película que van carcomiendo el sentido y generando problemas que se exacerban a medida que el film avanza. Más allá de las buenas actuaciones de Érica Rivas y Leticia Brédice, Bruja tiene demasiadas fallas, empezando por un guión demasiado incoherente y terminando por las actuaciones secundarias que no convencen. El guión de Matías Caruso, autor de Mayhem (2017), el film de Joe Lynch, construye una historia demasiado previsible y poco profunda, sin adentrarse verdaderamente en el mundo de la trata, tan solo describiendo algunos modus operandi y señalando el lugar común del conocido contubernio entre empresarios, lúmpenes, políticos y policías, ciertamente una verdadera mafia que gobierna la Argentina con una estructura creada y cimentada por los políticos conservadores desde fines del Siglo XIX. Los efectos especiales son bastante buenos teniendo en cuenta la media del cine nacional y la historia respecto de la brujería funciona aunque no se combina nunca del todo bien con el relato de la trata, pujando ambas tramas por el protagonismo. El personaje de Ricardo (Pablo Rago), un ad hoc que debería funcionar de contrapunto, no desempeña esta tarea en ningún momento y la dirección de actores es realmente pobre. Bruja también adolece de un típico problema del cine nacional: el film comienza demasiado sosegado y se acelera cada vez más al final a medida que intenta resolver los cabos sueldos, cometiendo algunos errores normales de este proceso de celeridad debido a la intención de narrar demasiadas cosas en pocos minutos. El ímpetu artístico cede así su lugar a torpezas que se acumulan al intentar cerrar muchos elementos a la vez. El opus marca el debut actoral de Miranda de la Serna, hija de Érica Rivas y Rodrigo de la Serna, y cuenta también con Juan Grandinetti, el hijo de Darío Grandinetti, y la breve aparición de Rita Cortese, pero Érica Rivas y Leticia Brédice son las grandes protagonistas de una ampulosa e histriónica batalla actoral que se pierde en los problemas cinematográficos de un film que no logra construir una trama eficiente. Aunque el tema de la brujería no banalice la trata el relato se enmaraña demasiado entre ambas cuestiones y los mismos personajes parecen perdidos dentro de un film que no logra resolver exitosamente la combinación de ambos ejes narrativos. Bruja es así una película fallida con algunos buenos momentos y demasiados problemas que nunca se resuelven y generan un efecto de bola de nieve que termina afectando a todo el film, el cual se deshace a medida que la historia intenta complejizarse.
Bruja es la nueva película de Marcelo Paez-Cubells (su anterior película fue “Omisión“, de 2013), está protagonizada por Erica Rivas, acompañada por gente de la talla de Pablo Rago, Leticia Bredice o Rita Cortese. La historia se centra en algo no muy explotado en nuestro cine: la existencia de la magia como algo real, rural, sucio… y la figura de la bruja, interpretada por Rivas, cómo esa persona foránea dentro del pueblo, víctima de las miradas, de los susurros de otros. Selena es madre soltera (aún más factores para el desprecio pueblerino popular), desde niña practica la magia ofreciéndole a la “Gran Maga” algo a cambio. Cuando inicia la película la vemos reticente a aceptar su destino, no quiere hacer daño… pero su madre (interpretada por Rita Cortese) le demuestra que ciertos hombres sólo pueden rendir cuentas si es a través de los hechizos. De ahí nos vamos al presente, su hija está por ser mayor de edad y comienza a buscar la independencia. Ellas conviven alejadas de la ciudad, con Selena renegando de la tecnología y generando sus propios alimentos a través de una huerta. Pero “hay gente mala en el pueblo” y su hija cae en una red de trata de personas, y como nadie en el pueblo parece reaccionar, Selena saldrá a relucir sus dotes de madre-bruja-leona para encontrar a su hija y luchar contra un sistema corrupto y podrido. Cómo fue hace algunos años con “Hipersomnia” de Gabriel Grieco, estamos frente a una película de género (entendida como algo fantástico, de terror…) que usa su verosímil para contar una realidad cruda y dolorosa como es la de la trata de mujeres en los pueblos. A pesar que la actuación de Erica Rivas es gigantesca (exuda locura, fragilidad, poder, sensualidad… todos los atributos de las brujas) y que el diseño de sonido es de calidad de exportación, la película termina cayendo por sus propios defectos en la imagen. Los efectos visuales (innecesarios en su mayoría) son paupérrimos, utilizando librerías genéricas que asemejan el producto más a un video viral de youtube que a una película propiamente dicha. El verosímil rural que plantea la película choca contra una utilización de VFXs con humo de colores, y lucecitas, que al estar mal trabajados en la imagen terminan restándole mística al relato y haciéndolo navegar en una suerte de sátira que quita valor y agrega risas incómodas que gritan “¿ésto está pasando?”. Un guión digno, con actuaciones acordes, y momentos de tensión muy logrados (sobre todo los que involucra a la maldita policía) se ven totalmente opacados por cromas horrorosos, tomas realizadas de día con efecto de noche que saltan a la vista automáticamente, o efectos de humo y fuego que no están integrados a la imagen y parecen haber sido pegados por alguien sin ganas y/o conocimiento. En tiempos donde el cine argentino escasea en cantidad, y que no es común encontrar películas de género (razón por la que se celebran estrenos como “Muere monstruo muere“), es una lástima ver desperdiciado un producto de calidad por un trabajo tan pobre de efectos visuales, más teniendo en cuenta que existen grandes profesionales en el país. Bruja no tiene vistas de convertirse en un clásico, sino en otro peldaño fallido en ese complicado camino de encontrar un cine de género de calidad en el país. Mientras los haters de siempre siguen teniendo razones y argumentos para ver la misma horrorosa película de terror yanqui ya que “acá no hacen nada bueno”. Esperemos que Selena tome cartas en el asunto y haga un hechizo para revertir esto en el futuro.
Érica Rivas la única Bruja. Crítica Bruja La película argentina solo se hace fuerte cuando la actriz increpa , hace frente con hechicería y acciona contra los captores de su hija Belén. La mantienen cautiva para poner en ejecución su plan de proxenetismo. Por. Florencia Fico. El argumento narra el relato de Selena (Érica Ricas) una mamá soltera que reside con su hija adolescente Belén ( Miranda de la Serna) en una austera chacra en las lejanías de una región chica. Sin embargo Selena domina la magia negra aunque no la aplica a terceros. En la zona conocen de sus habilidades y es evidente que se sienten inseguros y miedo con ella. En un momento Belén es tomada a la fuerza con otras muchachas de la vecindad por una red de trata y Selena, desquiciada, en soledad sin colaboración de nadie deberá emplear todas sus capacidades para hallarla. La dirección de Marcelo Paez – Cubells replicó la premisa de “Omisión” en “Bruja” con frases en off como: “Hay gente que tiene que morir” y “A la gente que hace daño hay que castigarla”; en el primer caso con la fundamentación del “secreto” profesional psicológico a un sacerdote y en el segundo con el espiritismo pagano con cierto “oscurantismo” entre seres fuera de ésta dimensión y los humanos. Asimismo sucede en “Baires” donde una pareja encubre una red de narcotraficantes por obligación y así salvarse de fallecer. La presión como impacto. En “Bruja” se aplicaron efectos especiales muy escasos, aunque se puede apreciar la destreza del realizador Paez – Cubells la generación de grandes momentos con la aplicación de explosiones o detonaciones, el chorreado de sangre como efecto artístico que salpica en todas las locaciones. Los preparados artesanales para conectarse entre madre e hija sea con espejo empañado con pedidos o mensajes entre ellas; y sobre la tierra con un pedido de “Ayuda” en pleno secuestro. Cubells expresa con magnitud magistral los hechizos como: el amarre con un trenzado enroscando tres mechas de cabello. La ilusión óptica en algunas escenas como práctica de confusión fantástica, la transferencia de poderes de madre a hija, los ejercicios en una mesa de magia con plumas negras. Cubells acercó a la Argentina algunos elementos más a la narrartiva nacional en cuanto a la producción de cine suspenso. En una toma en un cementerio donde se da el encuentro entre un cadáver y Selena quien toma su figura. Sus visiones a través de objetos de la situación de sometimiento que tienen las chicas, las voces de la “Damita” su aljibe energético. Por último el uso de una bruma serpenteante violeta con la que Selena sabe y controla a sus rivales. El guion de Matias Caruso evidencia el negociado de la magia negra contra la tradicional que a su vez también es mentirosa. El entramado truculento que significa el “ablandar” a las jóvenes para la prostitución la utilización de tranquilizantes vía jeringa, el encadenamiento a las camas por si se resisten, la violación y maltrato constante como debilitador social. La promesa de un trabajo sujeto a las manipulaciones y especulación de una madama como cabecilla, un matón y alguien externo que a veces traicionado vincula a las víctimas con los criminales. El relato puertas adentro de la organización delictiva que sostiene las mafias de trata bajo corrupción policial y soporte de campañas políticas. La narración en off de Rita Cortese, una abuela que traspasa mitos, como mamá de Selena se vuelve un mantra que mantiene las reglas de la magia negra como: “Cuanto más le pedís a la Damita más le tenés que dar”, “Concéntrate en tu dolor esa es nuestra maldición”, y su reflejo en un espejo al final de la película como figura de transición para encarnar la venganza en su máximo exponente. Acompañada en sus pequeñas escenas por un búho la caracterizan como referente de la sabiduría y los insectos la pequeñez humana. Su voz es una reverberación fantasmal. Ver las imágenes de origen La fotografía de Pablo Desanzo da saltos imponentes tomas cenitales por encima de los personajes da ese vértigo ineludible al espectador, iluminaciones opacas y poco nítidas dan esa sensación de aislamiento y el estado de animo de las criticas circunstancias que atraviesan los personajes. Las capturas en picado sobre Selena mostrando su sacrificio por no encontrar a su hija, planos detalle en las manos de Belén y su mamá cuando una escribe sobre el barro y la otra sobre el papel sus notas en forma de avisos para continuar su búsqueda. La musicalización de Pablo Salas apuntó al rasgueo en guitarra, una alusión a la tensión y el aprisionamiento de las jóvenes, el acordeón y bandoneón dan la idea el ritmo de persecución en la cinta fílmica, los coros en canticos sombríos y chajchas arrastradas produciendo su chasquido original aunque más temerario. El género al que es devoto Cubells es el thriller ya con ésta película es la tercera en la cual aplica el mismo formato con distintos contextos. El recreó la típica estructura donde el argumento fue fundamentado por los interrogantes que deja la desaparición de Belén y sus amigas pero no cumple con las expectativas de dar terror, sí genera incertidumbre en las comunes narrativas de suspenso policial cuando Selena va por las pistas que le deja su hija. Ver las imágenes de origen Érica Rivas como Selena es un protagónico ingenioso su transformación a un personaje tan sobrenatural, su cuerpo es el instrumento él manifiesta contorciones inimaginables, gestualidad dura, implacable, fuera de control, más allá del bien y mal. Ella es madre de Belén (Miranda de la Serna) en la vida real y ficticia ambas son auténticas. Miranda es contestataria y descarada a la talla de sus progenitores: Rodrigo de la Serna y Rivas. Una presencia omnisciente son las energías que maneja Rivas la bronca en gritos inconmensurables, la angustia cuando desploma su cuerpo en el suelo sin tapujos, la que genera el nexo con las entidades mediante su olfato ella fuma cigarrillos del suelo, se corta, transpira, come vidrio, dispara y recibe un puñal, desentierra un cadáver. Una actriz que se mete en el barro de la actuación y da voz a un caso de los tantos que bien podría Susana Trimarco quien sigue luchando para que la justicia no duerma en su media tinta. Fue clave el personaje de Paku (Gregorio Rosello) supuesto amigo de Belén quien traicionado por la idea de ser reclutador de promotoras las lleva sin medir consecuencias a ella y sus compañeras Mía (Maite Lanata),Fátima y Romina. Mía a su vez tiene como padre al actor Pablo Rago, “Ricardo”, un constante coprotagonista con Selena en su averiguación sobre el paradero de sus hijas. Su personaje está deslucido aunque siempre conserva su seriedad, un poco de seducción entre ellos y el incesante lema de descubrir dónde están. Se rodó en un escenario desconocido para el espectador en San Antonio de Areco y zonas de Martínez asimismo en el norte de Gran Buenos Aires dando la apariencia de una locación extranjera un dejo de su paso por Estados Unidos al estudiar allí Artes cinematográficas. Hay personajes secundarios como Joaquín (Juan Grandinetti) hijo de Darío hijo de Marisa (Leticia Brédice) regenta de los cabarets, su vínculo es bastante perturbador. El personaje de madama en Leticia no fue deslumbrante tras su alocada Verónica San Martín en El Elegido fue una villana en su molde y Juan su secuaz libidinoso. Los que encarnaron los papeles como policía (Fabian Arenillas) e intendente (Pablo Ini) fueron realmente influyentes para revivir el riesgo en la película. Ambos fueron el círculo de la especulación financiera sobre la trata. Ver las imágenes de origen El reparto estuvo compuesto por: Érica Rivas, Leticia Brédice, Rita Cortese, Pablo Rago, Miranda de la Serna, Juan Grandinetti, Gregorio Rosello, Guillermo Arengo, Fabián Arenillas, Grego Rossello, Maite Lanata, Lola Ahumada, Pablo Ini, Susana Varela y María Inés Aldaburu La producción en manos de Chiaroscuro Entertaiment. PUNTAJE: 90.
Critica emitida por radio.
En “Bruja”, Érica Rivas se pone en la piel de Selena, una mujer misteriosa que vive en un pequeño pueblo donde es temida por sus vecinos debido a que los rumores cuentan que tiene poderes para hacer diferentes hechizos. Sin embargo, este miedo de los habitantes es volcado en la persona equivocada ya que el terror es producido por unos delincuentes que secuestran a un grupo de amigas para explotarlas sexualmente, incluida a la hija de Selena, interpretada por Miranda de la Serna (hija en la vida real de Érica Rivas). Como aclaramos en esta breve sinopsis, además del personaje principal que se posiciona en el género de fantasía, los hechos que ocurren en el film responden a acontecimientos que suelen suceder realmente. Érica Rivas con su personaje se enfrenta a la corrupción y a una red de trata, los cuales los confronta con sus poderes mágicos a partir del dolor de una madre al ver a su hija en peligro. Por este motivo, el temor de los habitantes del pueblo debería recaer en los secuestradores y también en la policía que se encuentra unida a ellos. Un motivo de festejo es que haya una apuesta a un género y trama que no solemos encontrar en nuestro cine nacional. Sin embargo, hay algunas fallas en este film muy evidentes como ciertos asuntos que quedan inconclusos y los efectos especiales que no logran ser convincentes, llevándonos a pensar la necesidad de invertir en esta cuestión por parte del cine argentino. Con respecto a las actuaciones, se destaca a la actriz protagónica y la participación de Leticia Brédice, así como también las intervenciones de los demás actores, como Pablo Rago, Fabián Arenillas y Rita Cortese. Asimismo, se realizó un gran trabajo por parte de la dirección de arte que ha efectuado una lograda ambientación de la casa de Selena que consigue llamar la atención de la mirada del espectador. En resumen, “Bruja” explora un género poco desarrollado en nuestro cine, con una gran protagonista que es Érica Rivas, pero que falla en algunos elementos previamente expuestos. Aquello logrado por la dirección de arte y la trama se debilita por los efectos especiales que fueron utilizados, los cuales resultan ineficientes.
No fue magia. Bruja es una película argentina, dirigida por Marcelo Paez Cubells y protagonizada por Érica Rivas, en la que interpreta a una madre que utiliza la magia negra para recuperar a su hija secuestrada por una red de trata. Y la acompañan Leticia Brédice, Pablo Rago, Juan Grandinetti, Maite Lanata y Miranda de la Serna. Con un guión de Matías Caruso, la historia se centra en Selene, una madre soltera cuya hija Belén es secuestrada por una red de trata encabezada por un personaje interpretado por Leticia Brédice. Y para buscarla cuenta con la ayuda de Ricardo, interpretado por Pablo Rago, otro padre cuya hija también fuera secuestrada y descubren que muchas autoridades del pueblo están involucradas en el negocio. Es por eso que tiene que recurrir a sus conocimientos de magia negra para liberarla y castigar a los responsables. Si bien estamos ante una premisa interesante, falla al introducir la magia negra en un thriller con una estética de sexplotaition, porque no termina de resultar verosímil. Esto se debe al mal uso de los efectos visuales, porque queda en evidencia el uso del CGI, en lugar de recursos analógicos que la hubieran hecho más interesante, aprovechando además su bajo presupuesto. Y en eso se diferencia de Las esclavas, otra película argentina que aborda el mismo tema con una estética similar, pero con una crudeza tal que incomoda al espectador y lo obliga a reflexionar sobre la gravedad del asunto. Otro punto en contra son sus actuaciones, porque a pesar de estar bien caracterizadas en los personajes, no resultan verosímiles. Es así como tenemos a una Érica Rivas que sobreactúa gritando por su hija en lugar de desarrollar con más profundidad los diferentes estados de ánimo que atraviesa su personaje. Y Leticia Brédice desaprovecha la oportunidad de interpretar a esta villana fría y cruel, limitándose únicamente a maltratar por igual a sus empleados y a sus víctimas, sin profundizar en las ambiciones del personaje. En conclusión: Bruja denuncia la trata de personas utilizando las reglas del cine de género. Y si bien el mensaje queda claro, y esto es lo más importante, no funciona debido a que toma decisiones desacertadas en puesta en escena, desaprovechando así una de las ideas más interesantes que dio el cine nacional en estos últimos años.
“Bruja” es una película confusa. Comienza con Rita Cortese y la pequeña Selena (Erica Rivas) en una escena que parecería adentrarnos en el mundo de la brujería y las ciencias ocultas para luego derivar en otra cosa. Selena crece, es madre soltera de Belén (Miranda de la Serna) y siente el rechazo y la desconfianza de todo un pueblo (que se presume es en la Provincia de Buenos Aires) por ser distinta. El film vira el tono al policial cuando a Belén, ya adolescente, le ofrecen un trabajo como promotora junto a otras amigas, y éste trabajo no resulta ser lo que esperaban, sino uno relacionado con la trata, en el que están vinculados Leticia Bredice y su hijo, Juan Grandinetti. Uno de los padres, Ricardo (Pablo Rago) es quien la ayuda en la desaparición de las menores ya que la policía (Fabián Arenillas entre otros) no colabora demasiado. Hay algunos efectos que no hacen un gran aporte y el guión de Matías Caruso que no tomó un camino concreto: Terror? No. Policial? Hasta ahí...la Villana tampoco es tan mala, ni tan brava, la que sería una bruja es una buena madre que quiere recuperar a su hija... Las actuaciones son buenas porque el director logró un elenco de actores excelentes. Mi Opinión: Regular. --->https://www.youtube.com/watch?v=vQ92FAdareY DIRECCIÓN: Marcelo Paez-Cubells. ACTORES: Erica Rivas, Leticia Bredice, Pablo Rago. ACTORES SECUNDARIOS: Juan Grandinetti, Rita Cortese, Miranda de la Serna, Maite Lanata. GUION: Marcelo Paez-Cubells. FOTOGRAFIA: Pablo Desanzo. GENERO: Thriller . ORIGEN: Argentina. DURACION: 93 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 16 años con reservas DISTRIBUIDORA: BF + Paris Films FORMATOS: 2D. ESTRENO: 12 de Septiembre de 2019
Selena (Érica Rivas) es una madre soltera que vive con su hija Belén (Miranda de la Serna, hija real de la actriz protagónica), de 17 años, en una humilde chacra en las afueras de un pueblo donde, debido a sus conocimientos de magia negra, es catalogada como “bruja”, en un mote no exento de desprecio y discriminación. Sin embargo, ella nunca usó sus conocimientos para lastimar a terceros, hasta que el secuestro de Belén y una de sus amigas (hija del personaje interpretado por Pablo Rago) en manos de una red de trata de jóvenes la obligará a cambiar su posición y poner toda la carne al asador para encontrarlas, aun cuando en el pueblo nadie confíe en ella. La nueva película de Marcelo Páez Cubells (Omisión, Baires) aspira a hacer de la brujería una posibilidad real, sucia, polvorosa, algo que logra sobre todo durante la primera mitad del metraje. Allí Rivas monopoliza la acción con una actuación soberbia: todo en ella es locura, explosión, sensualidad. Distinto es el caso de su partenaire Leticia Brédice, que está más cerca del color y la exuberancia de Moria Casán que de la maldad intrínseca que requiere una villana en el cine de género. Porque Bruja es una película de terror fantástico con indudables tintes sociales, un relato que dialoga con la coyuntura a través de la problematización del rol femenino en la sociedad. Ese diálogo se hará evidente a medida que avance el metraje y Selena se alce sola contra el sistema, todo en medio de varios efectos especiales llamativamente pobres para los cánones del cine género local. Con algo más de sugestión Bruja podría haber sido una película mejor de la que es.
La bruja mártir Combinar una historia de género fantástico con cine de denuncia social no es una mala idea, todo lo contrario, puede ser una buena oportunidad para visibilizar una problemática como la trata de personas mediante un relato que no descuide el entretenimiento y apunte a un público masivo. Claro que para lograr este fin la película tiene que ser efectiva en los recursos utilizados tanto para un registro como para el otro, cuestión que no siempre sucede en Bruja (2019). La película de Marcelo Paez Cubells (Omisión, Baires) cuenta la historia de una bruja llamada Selena (Erica Rivas) que vive con su hija adolescente en un pueblo del interior. No se trata de la bruja mala de los cuentos de hadas sino que está en la vereda de enfrente de aquella: estamos ante una bruja que sufre por los pecados de su comunidad que se comporta como augura el refrán “pueblo chico, infierno grande”. Selena es víctima del bulling por parte de los vecinos de su pueblo, por tratarse de una mujer marginada socialmente por tener poderes. Ser bruja es ser parte de una minoría para el film. Pero la tolerancia hacia ella se complica cuando su hija adolescente es secuestrada junto a otras chicas por una red de trata que comanda la madama Marisa (Leticia Brédice) y su hijo (Juan Grandinetti). Junto al padre de otra de las chicas desaparecidas (Pablo Rago) inician la búsqueda desesperada que los lleva a encontrar -y confrontar- con políticos involucrados (el intendente del pueblo) y a las fuerzas de seguridad (el comisario que interpreta Fabián Arenillas). Bruja combina así el drama cotidiano de una mujer condenada al padecimiento que recurrirá a su magia para recuperar a las chicas. Pero como decíamos, la película falla en ambos casos: En cuanto al género no queda claro cuáles son los poderes de la bruja y cuáles no (cambiar de numeración billetes, tener visiones, poseer otros cuerpos, prender fuego) que por cierto denotan unos efectos especiales bastantes precarios. Mientras que en el drama social, la historia cae sobre varios clichés acerca de la problemática abordada. El político arrogante, la policía que se comporta como matones, la madame adoctrinando a sus esclavas; cuestiones que lejos de generar empatía con la protagonista, subrayan su sufrimiento. Ante la ausencia de metáforas con el tema de explotación sexual (una forma habitual de la fábula para representar la realidad) aparece la alegoría de la bruja cuán mártir de un pueblo de pecadores que, lejos de ayudarla, elige darle la espalda. Ella sufre en carne propia -de manera literal- las malas acciones de su comunidad, desde las mencionadas hasta el atosigamiento de sus vecinos por ser diferente. Una mirada mucho más interesante que, parafraseando a Batman: el caballero de la noche (The Dark Knight, 2008), diría algo así como “no tenemos la bruja que queremos sino la que nos merecemos como sociedad”.
Por bruja y mala madre En un pueblo de provincia como tantos otros, una madre soltera sin empleo formal y sufriendo la desconfianza de la gente decente, ocupa un lugar en la periferia tanto literal como simbólicamente. En su pedazo de tierra, Selena (Erica Rivas) cria algunos animales y cuida de una huerta, con lo que a duras penas logra sustentar a la hija adolescente a quien espera transmitirle todo su conocimiento sobre ocultismo, aunque para ella sea más atractivo conseguir un celular. Los tiempos han cambiado, el vínculo con la naturaleza y la magia que Selena heredó siendo niña (junto con la responsabilidad de castigar a quienes hacen daño) no significa lo mismo para su hija, pero igualmente es ese conocimiento lo que le permite dar la alarma cuando es secuestrada junto a sus amigas por una red de trata, permitiendo que Selena comience a actuar antes de que sea demasiado tarde para rescatarlas. Para pedir hay que dar La historia que presenta Bruja es simple y tiene momentos repetitivos, pero a la vez está bien narrada y logra mantener lo fantástico dentro de los márgenes del verosímil sin mucha grandilocuencia. La bruja que encarna Rivas con mucho oficio no es intrínsecamente malvada, pero está dispuesta a cruzar algunas líneas morales para proteger a su hija y castigar a la gente que la pone en peligro, siguiendo las enseñanzas que recibió siendo una niña en esos mismos bosques; esto la vuelve una antiheroínaverosímil, que además de la confianza en su propio poder también tiene sus debilidades y miedos a la hora de enfrentarse a una organización criminal que cuanto más se acerca más grande se revela. No tiene la misma solidez el contrapeso de la historia, con una banda de caricatura encabezada por la siempre pasada de vueltas Leticia Brédice. Compone a una villana tan ridícula y sobreactuada que contradice el tono más oscuro del resto de la propuesta, justamente lo que mejor le funciona pero no se atreve a abrazar del todo. El resto del elenco toma roles menores y se ubica en distintos puntos del espectro intermedio, pero en general están más cercanos al lado de la moderación. Algo que se agradece. Lamentablemente, no es en lo único donde se ve la incoherencia de una propuesta que no se juega por lo que quiere ser. Cuando apuesta al camino del policial y el terror sobrenatural -con un estilo visual más bajado a tierra- Brujamuestra potencial de ser una película interesante y original; pero luego abusa del uso de fondos añadidos digitalmente y de efectos especiales muy poco logrados, con los que deshace todo lo bueno que había prometido antes. No es simplemente un problema de falta de recursos técnicos o presupuestarios, es de falta de criterio. La mayoría de esas escenas donde los efectos están mal diseñados o materializados podrían no estar, o resolverse de otra forma más humilde y efectiva como -de hecho- lo hace en varias de sus momentos mejor logrados. Con todos sus problemas, siempre merece alguna mención el cine nacional que se atreve a cruzar sus límites habituales. Bruja lo hace. Hasta cuando falla abre posibles caminos que siguientes películas pueden recorrer con pasos más firmes y llegar a mejores resultados.
El cine fantástico en la Argentina está explorando sus propios mecanismos y a la vez conociendo sus limitaciones. Bruja, la película dirigida por Marcelo Páez-Cubells (Omisión, Baires) ofrece un comienzo prometedor al intentar enhebrar el plano esotérico, el thriller y el terror. “Ese es nuestro poder y nuestra maldición”, asegura la bruja madre (Rita Cortese) a su hija en este relato ambientado en un pueblo donde la tranquilidad está a punto de terminarse. La acción pasa al presente y Selena (Erica Rivas), madre soltera y hechicera del pueblo, no es vista con buenos ojos por los vecinos. Ella vive con su hija Belén (Miranda De la Serna) en una chacra, se mueve en bicicleta y cultiva sus propias verduras. Es un personaje anacrónico, alejado de la tecnología, entre amuletos de protección y magia negra. Selena no usa sus poderes (excepto que la situación económica la apremie), pero su furia se desata cuando Belén es secuestrada junto a un grupo de compañeras por una red de prostitución. Bruja tiene buenas intenciones para inquietar al espectador y pudo funcionar como una evocación de los filmes de brujería de décadas pasadas, pero no logra mantener la atmósfera inquietante del inicio. Su correcta factura técnica se ve empañada por fondos artificiales recortados con “chromas” y efectos visuales que desvían la atención. Un infierno grande se enciende en un pueblo chico donde los padres discuten, investigan e intentan recuperar a los suyos mientras los villanos reciben la “maldición” de la hechicera. La trama, que remite al encierro de Hostel y se adivina a priori, suma de forma esporádica a un padre (Pablo Rago) en una búsqueda implacable por descubrir la verdad. Por su parte, el personaje de Leticia Bredice tiene un registro caricaturesco que la aleja de la peligrosidad y no logra ser lo suficientemente amenazante como para formar parte de una organización de trata de personas. Los antagonistas son menos peligrosos que la protagonista enloquecida en esta historia que involucra además a la policía y al intendente mientras las incautas adolescentes están en cautiverio. Erica Rivas entrega fuego mágico y locura a su antiheroína en esta propuesta que se queda a mitad de camino entre su relectura feminista y el terror.
Con guión y dirección de Marcelo Paez Cubells se empeña en reunir elementos de género, con una realidad poco combatida, un verdadero flagelo de nuestra sociedad que es la trata. La historia de una mujer que recibe un legado de poderes, pero que no se asume como tal, hasta que su hija adolescente es tomada por una red que trabaja en connivencia con el poder político y policial. Esta hermandad de elementos fantásticos y realismo en extremos no funciona del todo bien, por un lado los personajes perversos tienen poca posibilidad de lucimiento o desarrollo y quedan como estereotipos, salvo excepciones como el caso de Leticia Bredice que logra matices personales. En cuanto a Erica Rivas, su entrega es siempre bienvenida, con efectos especiales y todo, el tono de desesperación de una madre angustiada por el destino de su hija está muy bien logrado. Por otro lado los efectos especiales a veces funcionan y otras se ven pueriles o mal desarollados. A pesar de los reparos no deja de ser interesante el intento de mixtura de temas, hermanados por el horror.
Cruce de géneros sin atractivo Desde la condena de Moisés y las hogueras del Medioevo hasta el cine de Carl Dreyer y la cacería de Salem de Arthur Miller, la bruja fue siempre sinónimo de lo incómodo dentro del universo femenino, aquello que amenazaba el orden, que debía ser perseguido y aniquilado. Siguiendo esa premisa, Bruja comienza en un bosque donde la niña Selena recibe la profecía de su destino. Ya adulta y madre soltera, Selena batalla con los prejuicios y las malas caras de un pueblo rural hasta que el peligro que asedia a su hija la lleva a cumplir aquel mandato originario. La historia se prestaba para el cruce entre un tema de actualidad y la estética artificial de un género: la trata de personas y el cine de terror. Pero en ese intento de alquimia, la película se extravía, sin saber cómo jugar con la ambigüedad de Selena, con el potencial de sus poderes, y cómo seguir los pasos de una investigación con aspiraciones de realismo. No hace ni una cosa ni la otra, la investigación resulta inverosímil, el magnetismo de Érica Rivas está desaprovechado y el sino trágico de la mujer incómoda es normalizado en una madre desesperada. Marcelo Páez Cubells ( Omisión) nunca consigue una puesta en escena oscura y terrorífica, y deja a su película atrapada en una estructura maniquea, con huecos narrativos y desvíos policiales innecesarios. Lo único que podría haberla salvado es la prometida disputa entre Rivas y Leticia Brédice como dos fuerzas incontenibles, pero nunca logra concretarlo.
En busca de su hija Bruja (2019) es un thriller sobrenatural nacional dirigido por Marcelo Páez Cubells (Omisión, Baires) y escrito por Matías Caruso. Filmado en San Antonio de Areco y Capital Federal, el filme está protagonizado por Érica Rivas (Relatos Salvajes, La Luz Incidente). Completan el reparto Miranda de la Serna (hija de Rivas que ya trabajó con su madre en Antes del Estreno), Leticia Brédice, Juan Grandinetti, Pablo Rago, Guillermo Arengo, Fabián Arenillas, Maite Lanata, el comediante Gregorio Rossello y Rita Cortese. Desde pequeña, Selena (Érica Rivas) vivió teniendo relación con la magia negra gracias a la sabiduría de su madre. Esto generó que, a medida que pasaban los años, la gente del pueblo la mirara con desprecio, llegándola a considerar una bruja. Mamá de la adolescente Belén (Miranda de la Serna), a la cual tuvo de muy joven, Selena continúa soportando los prejuicios de los demás, ya sea de los dueños del almacén como de los otros padres de los compañeros de secundaria de su hija. Una vez que Belén es engañada y secuestrada por una red de trata de personas, que también captura a las amigas de la joven, a Selena no le quedará otra que utilizar todos sus conocimientos místicos para dar con el paradero de las chicas cuanto antes. Apuesta arriesgada es la que se tomó Marcelo Páez Cubells con este thriller que mezcla magia negra con prostitución. La idea resulta interesante ya que en Argentina son muy pocos los filmes que se vuelcan al género del terror, sin embargo esta película tiene varios aspectos negativos que no pueden dejarse pasar. Por un lado, la mayoría de las interpretaciones lucen sobreactuadas, generando que el espectador no pueda meterse de lleno en la trama por no creerse a los personajes. Leticia Brédice es el claro ejemplo de esto: resulta imposible tomarse en serio su rol. Tanto su manera de hablar como sus movimientos no son naturales, haciéndonos creer que la actriz recicló papeles anteriores de su carrera para construir a Marisa, mujer que está metida en el proceso de captar chicas jóvenes para la trata. El guión tampoco ayuda a personajes como el de Pablo Rago o Miranda de la Serna, los cuales no se esfuerzan mucho en su labor. Sin embargo, aquí la protagonista es la acertada: Érica Rivas compone a una bruja llena de habilidades que sorprenden. El peinado, maquillaje y vestuario otorgan a Selena un halo de misterio que atrapa, dándonos ganas de ver todo su potencial. Rivas es la única a la que se le notan las emociones a flor de piel de una forma muy genuina y es por ella que la cinta vale la pena. En cuanto a los efectos especiales, la película abusa de ellos cada vez más a medida que avanza el metraje. Sin contar con un alto presupuesto, que haya tanto efecto especial de baja calidad solo consigue que esas escenas no logren su cometido: en vez de asustar, la mayoría resultan bizarras, lo que nos lleva a la conclusión de que siempre menos es más. Con algún que otro cabo suelto, variados clichés, situaciones inverosímiles y actuaciones flojas, Bruja solo consigue salir airosa gracias a su protagonista y al ambiente oscuro recreado. Los poderes espirituales y sacrificios de Selena harán retorcerse en la butaca a más de uno.
Pueblo chico, infierno grande. Selena es una misteriosa mujer que justamente al vivir en un pequeño pueblo, sola con su hija -que ha tenido como madre soltera-, sabe lo difícil que es lidiar con todos los prejuicios de vecinos y pueblerinos. Ella se encuentra estigmatizada no sólo por ese hecho puntual de haber criado a su hija completamente sola, sino fundamentalmente por todos los rumores que la señalan como una mujer con poderes especiales, y que a través del manejo de hechizos ancestrales, ha logrado solucionar muchos de sus problemas, utilizando la más pura magia negra. “BRUJA” es el nuevo filme de Marcelo Páez-Cubells, luego de “Omisión” (2013) y “Baires” (2015) y así como anteriormente había incursionado en el cine de género mediante el thriller y el cine de aventuras, ahora el relato se encuentra inscripto dentro del género del cine de terror que se mezcla con una atmósfera de suspenso y hechos sobrenaturales. Después de un gran inicio, con la participación de Rita Cortese, que remite a la niñez y al legado de magia que recibe la protagonista – “Este es nuestro poder y nuestra maldición” le recuerda en ese momento-, la trama se centra en la actualidad, en el vínculo de Selena con su hija y el enfrentamiento con ese pueblo que las vive hostigando y señalado. Pero, de repente, la quietud del pueblo se ve amenazada por un hecho de graves implicancias. Belén, la hija de Selena (Miranda de la Serna, hija de Rivas en la vida real) junto con algunas amigas del colegio son engañadas y secuestradas por un grupo de delincuentes dedicado a la trata de menores. Obviamente Selena extremará todos los medios para encontrar a su hija y deberá recurrir a todos sus rituales de protección y a su universo esotérico. “BRUJA” inicia con buenas intenciones en un terreno y un género poco frecuentados en el cine nacional, pero a los pocos pasos comienzan a evidenciarse sus serios problemas de estructura. Si bien el filme cuenta con sólidos rubros técnicos y se presenta como una propuesta visualmente atractiva, el abuso reiterado de los fondos generados con los “cromas” que en ciertas ocasiones se hacen demasiado notorios junto con algunos efectos visuales que no terminan de funcionar (efectos de humo y fuego, luces y hechizos en plena “noche americana”), van empobreciendo la trama a medida que avanza la historia. Justamente con el devenir de los acontecimientos, el guion comienza a presentar agujeros, decisiones arbitrarias y deja libradas al azar algunas subtramas que había comenzado a delinear al inicio. Como figura masculina que acompaña a Selena en esta búsqueda, aparece Pablo Rago como el padre de una amiga de Belén, personaje que pareciera no tener un rumbo definido y ese zigzagueo dentro de la historia le quita peso y fuerza. Lamentablemente Rago suma otra actuación que no logra convencer (luego de las irregulares “El sonido de los Tulipanes” y “Viaje inesperado” de Jusid). A la luminosa actuación de Miranda de La Serna, se suman dos secundarios interesantes: los de Fabián Arenillas y Guillermo Arengo que hacen lo que pueden con un guion que no hace justicia con casi ninguno de sus personajes, sometiéndolos a algunos diálogos y situaciones poco verosímiles y que parecen haber sido construidas dentro de la historia sin demasiada organicidad. Pero justo donde podría haberse lucido como una villana memorable, Leticia Brédice como la “jefa” de la organización que prostituye menores, aparece completamente desbordada, con un registro que no condice en absoluto con el resto de las actuaciones de la película (no estamos frente a un grotesco o a una farsa y parece que nadie se lo hubiese avisado…) y esa caricatura que compone, hace imposible seguir la historia con algún ribete de verosimilitud. Queda entonces completamente desaprovechada, la idea sumamente interesante que tenía la historia de poner a una mujer al frente de la banda, justamente en un tema tan sensible como la prostitución juvenil. Sin embargo, la actuación de Brédice es tan desatada y exagerada que echa por tierra cualquier intención de la historia de otorgarle un rol preponderante a esa villana, permitiendo redefinir otra faceta femenina de las tantas que plantea la película, en una época donde pueden abordarse estas miradas de mujer desde diferentes ámbitos (el papel de bruja está claramente atado a aquellas mujeres que han sido perseguidas a través de la historia, la maternidad, la mujer como objeto sexual, las adolescentes). En el centro de la historia Érica Rivas es Selena y su composición es de lo más destacado de la película de Páez-Cubells. Ella lograr tornar convincente a esa extranjera en su tierra, a la “diferente” y a esa madre que no dudará un solo minuto en usar todos los recursos que tenga a su alcance para poder recuperar a su hija. Con un diseño de vestuario que le aporta gran sensualidad a su personaje, Rivas compone a una (anti)heroína poderosa, potente, sin caer en ningún momento en ninguna exageración, siempre sobre el filo y contenida. Pero aún una brillante actuación de Rivas no alcanza para que todo lo que “BRUJA” propone en su inicio, logre su fin y en definitiva, nos invade esa sensación de que la historia rápidamente ha quedado a mitad de camino.
Una nueva película de género argentino llega a cartelera y es lo último de Marcelo Paez Cubells ("Omisión") y protagonizada por la infalible Érica Rivas como la bruja del pueblo. Selena es madre soltera. Vive en un pequeño pueblo (las locaciones son en la hermosa ciudad de San Antonio de Areco) con su hija ya adolescente. Tiene su propia huerta y rechaza la tecnología por lo que se niega a comprarle un teléfono celular a su hija (interpretada por Miranda Serna, su hija en la vida real). De chica su madre le enseñó cómo aprovechar su poder innato femenino y también que un hombre malo debe ser castigado. Claro, en el pueblo, Selena es la loca, la inadaptada. Érica Rivas desde el primer minuto logra meterse en la piel de este fuerte personaje femenino que cuenta además con un gran poder de percepción. Ella es la única que parece notar que hay algo mal, que hay gente mala en el pueblo, hasta que lo peor sucede: su hija desaparece, aparentemente en manos de un grupo de jóvenes que le prometían trabajo. Sin embargo ni la policía ni nadie parece estar dispuesta a escucharla y ayudarla, con excepción de Ricardo (Pablo Rago) ya que su hija también está en el grupo de chicas desaparecidas. El film apuesta al género fantástico, esto se entiende desde el primer “truquito” que hace Selena, con unos pobres efectos especiales que acentúan su magia como si fuese necesario, como si no estuviéramos viendo lo que hace (el principal problema de los efectos especiales no es lo mal que lucen, sino que son del todo prescindibles). Y al mismo tiempo utiliza esto para tratar un tema mucho más realista y, lamentablemente, siempre actual, que es el de la trata de personas. En ese caso se parece a películas como "Hipersomnia" de Gabriel Grieco o "Clementina", de Jimena Monteoliva, pero mientras aquellas lograban crear un propio universo, más exagerado en el caso de la primera y mucho más sobrio en esta última, Cubells parece algo indeciso. A nivel argumental, con el guion de Matías Caruso, estamos ante una premisa sin dudas atractiva pero que no funciona en su desarrollo. Leticia Bredice está en otro tono muy distinto y tiene un personaje que podría haberse explotado mucho más, es la villana, la cabeza. El resto de los personajes que aparecen a su alrededor tampoco consiguen desarrollo alguno y todo parece tan desprolijo y artificial como la estética del film. En especial las escenas nocturnas lucen como plásticas. Sin dudas lo mejor de la película es Érica Rivas, siempre creíble aún en sus escenas más desbordantes. Después estamos ante un film que aunque cumple retratando y denunciando una temática grave y sin banalizarla no aprovecha su atractiva premisa. “Bruja” es una película que parece hecha a las apuradas y sin mucha inspiración, una pena absoluta.
Gualichos, corrupción y red de tratas en la película de Marcelo Páez Cubells. La luna se refleja limpia en el agua mientras la abuela le enseña a utilizar sus poderes heredados a la pequeña Selena (Érica Rivas), quien crece con el estigma de la “bruja” del pueblo ante la mirada ajena. Los fuera de focos de la cámara delinean los momentos que entra en trance, esos pocos momentos que utiliza su magia en respuesta a actos injustos. Selena vive con Belén (Miranda de la Serna), su hija, en una humilde chacra. Cultiva hortalizas y le trata de enseñar a controlar sus dones. Como cualquier chica de su edad, Belén quiere tener un celular y salir a bailar. Es así, que en una fiesta de la escuela, Belén y sus amigas conocen a un chico que les promete trabajo como promotoras. Y un día las lleva engañadas, las entrega a Marisa (Leticia Brédice), quien maneja una red de prostitución. La desesperación de Selena por hallar a las chicas, la llevará a ponerse al frente de una búsqueda en la que utilizará todos sus poderes de bruja, y hasta su propio cuerpo. Bruja comienza algo onírica en sus imágenes, como pictórica, inclinándose hacia el terror, pero con el transcurso del tiempo se convierte en verdadero drama. La magia funciona como pretexto para poder abordar el tema de la trata de personas. En este sentido no ayuda cuando el personaje de Pablo Rago, uno de los padres de las jóvenes desaparecidas, se pone a recitar datos tipo manual instructivo, lo cual le resta verosimilitud y tono al relato; así como la actuación exacerbada de Leticia Brédice, quien recrea un personaje que roza con lo caricaturesco. Si bien desde lo narrativo es un film confuso y le cuesta fusionar los ejes temáticos: el de la trata y la brujería, sin dudas es Érica Rivas quien hecha luz al asunto otorgando nervio y vitalidad, con una gran actuación (como nos tiene acostumbrados). Encarnando a una Selena combativa, resiliente; a una madre que no llora ni se queda pasiva… a una heroína, una justiciera.
Se agota la magia Bruja es la nueva película de Marcelo Pérez Cubells. No sé si tengo mucho más que decir luego de eso sin preguntar qué fue lo que se buscaba contar en esta historia con fallas bastante increíbles en lo narrativo que, claramente se nota, fueron imposibles de solucionar a la hora de tratar de brindarle ritmo en la sala de edición; porque, bueno, no se puede pegar con engrudo el jarrón que se rompió de un pelotazo en los primeros cinco minutos de partido. Y es que ese es el principal problema de la película; presenta desde el inicio un relato roto, con una introducción que se entiende como suficiente para adentrarnos en clima y en la historia del personaje de esta atribulada bruja que procurará cambiar su historia, la de su hija y, finalmente, la del pueblo, enfrentándose con los poderes que se sirven de los personajes más oscuros y siniestros para obtener el fruto del beneficio de la venta de personas. Pero estos personajes están construidos de manera tan vacía, sin carnadura alguna, pensando vaya uno a saber en qué, como una caricatura terrible y deforme de ellos mismos y lo que podría ser una realidad al respecto del maltrato social, de la trata de blancas, del mundo oscuro de las drogas y el vínculo con la política, que la narración pierde absolutamente su sentido. Una pena que los recursos utilizados se hayan desperdiciado del modo en que fueron hechos; porque un elenco de medio para arriba (en términos de convocatoria y posibilidad de recaudación, pero también de teórica calidad interpretativa) se pierde en un guion confuso y en algunas situaciones que no se pueden comprender, como una camioneta que recorre espacios a través de la ruta, casi como si no hubiera un destino al que llegar, en una metáfora de lo que sucede prácticamente durante todo la película. Dentro del marco de un festival de cine de género este film se encontraría a sus anchas. Acompañando el estreno en salas, frente a películas que no necesitan ser “tanques” para plantarse por su calidad (hay películas que son pequeñas en términos de costos y excelentes sin perjuicio de ello), claramente se pierde y se diluye como los artilugios de la bruja. Bruja lleva adelante una narración que pierde el control y se pierde como la magia que no se ve creíble dados los efectos bastante rudimentarios.
Con el protagónico de Érica Rivas y la participación de Pablo Rago, Leticia Brédice, Juan Grandinetti y otras figuras del cine argentino, llega este jueves a las salas de cine Bruja, la nueva película de Marcelo Páez Cubells. Érica Rivas se pone en la piel de Selena, una madre soltera que debe enfrentar la discriminación por parte de sus vecinos por ser la “bruja del pueblo”. Cuando una banda que se dedica a la red de trata de personas secuestra a su hija Belén (María de la Serna, hija de la actriz y de Rodrigo de la Sena), la ¿hechicera?, frente a la ineptitud y a la complicidad de la policía, pondrá sobre la mesa todo su conocimiento sobre magia negra para rescatar a la joven. No sólo la película toca un tema que ya se vio decenas de veces en la historia del cine (y que a esta altura, si no se le da una vuelta de tuerca resulta poco interesante), sino que además lo hace de una manera torpe, desprolija y poco creíble. Todo resulta completamente exagerado en Bruja, incluso las actuaciones, aunque, en este punto, podemos destacar a la multifacética Érica Rivas y a Miranda de la Serna, quien parece haber heredado el talento de sus padres. Uno de los puntos más flojos de la película (si es que acaso hay uno para destacar) son los efectos especiales. Hubiese sido mucho más noble no enseñar nada y que todo quede en la imaginación del espectador, que colocar efectos que parecen realizados con el Paint de Windows y que le sacan cualquier tipo de credibilidad (y seriedad) a la película. Lo único que, a grandes rasgos, podemos rescatar de Bruja es que, entre líneas, se deja entrever una denuncia sobre las redes de trata y cómo estas funcionan gracias a la complicidad de la policía y de los políticos de turno. También se hace foco en cómo las personas miran hacia otro lado frente a estas situaciones y sólo se muestran interesadas en actuar cuando el afectado es alguien cercano. Bruja comienza siendo una película de terror, pero termina siendo un horror de film. Tampoco ayuda cuando se aleja de este género y se vuelca más hacia un drama social. Ni siquiera la actuación de la siempre carismática y multifacética Érica Rivas ayuda a rescatar algo de esta no grata experiencia visual.
Atravesada por realismo mágico y con una interpretación de Érica Rivas que destila talento y pasión, la nueva película de Marcelo Páez Cubells tiene habla de una bruja que tiene miedo de asumirse abiertamente como tal, que luchará por encontrar a su hija desaparecida, sola, aislada por la mirada demonizante del otro, pero con la convicción de que está haciendo todo lo posible para que el final feliz llegue en una propuesta de género potente.
El poco desarrollo de personajes secundarios y los incontables diálogos que rozan lo ridículo, terminan conduciendo una buena idea con una muy buena protagonista a un caos narrativo absoluto. Dirigido por Marcelo Páez Cubells y escrito por Matías Caruso llega a los cines de Argentina Bruja (2019), un thriller sobrenatural como nunca se había visto en la industria de cine local. En ella se presenta a Selena (Érica Rivas) una mujer que desde joven ha convivido con la magia y gracias a eso ha sido casi que excluida y maltratada por toda la gente del pueblo en donde vive. Ya con su hija Belén (Miranda de la Serna) siendo una adolescente y con una fama ganada, bastante mala por cierto, Selena debe enfrentarse a los “problemas” lógicos que mantiene en el día a día con su hija mientras recibe el hostigamiento permanente de los integrantes del pueblo. Pero de repente, una red de trata de personas y prostitución liderada por una proxeneta llamada Marisa (Leticia Brédice) terminará secuestrando a Belén y a otras jóvenes del pueblo y allí es donde Selena deberá recurrir a todos sus poderes para poder recuperar a las chicas. Con la ayuda de Ricardo (Pablo Rago), padre de una de las chicas secuestradas, Selena encontrará un aliado para llegar hasta el final de todo esto cueste lo que cueste. A pesar de que la trama es a priori llamativa y el elenco puede generar algún tipo de entusiasmo, el resultado final de esta producción nacional (de muy bajo presupuesto), no logra alcanzar las expectativas y termina quedando en el debe en más de un aspecto. Desde el desarrollo del guion en el cuál hay escenas de más, otras con muy poco despliegue narrativo y otras con poco sentido argumental. Diálogos irrisorios y situaciones totalmente sin sentido y poco creíbles, también abundan en una película que solo tiene breves momentos serios, pese a que el tema que se lleva a cabo es lo suficientemente rico cómo para desarrollarse mejor. Esto provoca una sensación extraña en el espectador y es normal que sienta un letargo propio de la re-utilización de escenas y de un montaje muy malo. A la película bien podrían sacarle media hora de metraje y teniendo en cuenta que el corte final dura apenas un poco más de una hora y media, eso deja mucho que desear del film. Lo destacable, dentro de todo, es el tono de la película y la estética con la juega la puesta en escena permanentemente. Y, a pesar de que su ejecución puede dejar dudas, la utilización de lo sobrenatural está ejecutada de manera convincente y teniendo en cuenta lo extraño que es que esto suceda en producciones locales merece ser destacado. Las actuaciones rozan lo bochornoso salvo por Érica Rivas, quién muestra que el papel de bruja le queda a la perfección y agradado a eso, ella demuestra ser una actriz a la que los desafíos como estos no le pesan en lo más mínimo. A ella sí que el guion la ayuda, ya que éste le da un propósito, un background necesario y un sentido a todo lo que hace y que encima lo puede relacionar con su pasado. El resto del elenco no muestra ninguna de las cualidades que sus pergaminos presuponen y, sumado a que el guion no los ayuda demasiado al darles diálogos increíblemente ridículos, nadie del cast logra estar a la altura de las circunstancias. A pesar de una buena premisa inicial, una estética un y tono que van de la mano con el género, Bruja termina haciendo agua por todos lados y su protagonista no logra hacer que la película pueda pasar por satisfactoria.
Bruja: Poca magia, poca trata. Marcelo Páez Cubells llega a los cines con su tercer largometraje, vendiéndose como cine de género, pero siendo meramente un policial que narra la desesperación de una madre porque su hija ha sido secuestrada para la trata de personas. Selena (Érica Rivas) es madre soltera de Belén (Miranda de la Serna) de casi 17 años. La película comienza con Selena siendo niña, aprendiendo brujerías de parte de su madre (Rita Cortese). De allí al presente, donde convive con su hija adolescente en las afueras del pueblo, discriminada por los vecinos, ajena a la tecnología y cultivando sus propios frutos en la huerta. Belén, a pesar de no tener permiso de su madre, se apunta con unas amigas para ser promotora en una carrera automovilística. Pero el trabajo que parecía una primera buena experiencia termina siendo un secuestro para introducir a las chicas en la prostitución, encerrándolas en un búnker a cargo de una “madama” (Leticia Brédice). Así, Selena saldrá a la caza de estos criminales para poder recuperar a su hija. Érica Rivas – excelente su interpretación – y Leticia Brédice son las grandes protagonistas de la historia, aunque tanto talento se pierde por completo en una trama ineficiente. Además tenemos una breve aparición de Rita Cortese sobre el comienzo y a Pablo Rago, que aporta la “contracara” del slogan de la película, pero que no le da nada a la propia historia. Por otro lado, es el debut actoral de Miranda de la Serna, hija de Érica Rivas y Rodrigo de la Serna, y también actúa Juan Grandinetti, el hijo de Darío Grandinetti. El guion de Matías Caruso es incoherente por donde se lo mire, y eso hace fallar todo en los 100 minutos de película. Una historia superficial sobre un tema tan profundo como la trata de personas. No hay nada de brujería ni esoterismo, que es lo que prometía el tráiler. En su lugar hay una narración demasiado previsible y tosca. Además, como muchas producciones de nuestro país, Bruja comienza lento, tomándose su tiempo y, de repente, deben cerrar todos los cabos sueltos en los últimos minutos, lo cual queda torpe en la vorágine del final. Los FX directamente provocan una risa incómoda en el espectador ya que anulan toda la credibilidad que podría haber tenido el relato. Lucecitas, fuego, humo y auras de colores decantan en el ridículo. Las historias de la brujería y de la trata de personas nunca se cruzan y esto le quita cualquier interés a la película. Comienza bien con la narración de la hechicería, donde parece que se va a ver cine género, pero luego da un giro de 180° inexplicable hacia el drama policial sobre la trata de personas, tema que toca muy por encima sin darle la importancia que merece. Todo esto genera problemas graves a la hora de poder disfrutar la película, tanto que hasta los propios personajes parecen perdidos dentro de los ejes narrativos. Bruja falla. Hace agua. No es un género ni otro. Ni una historia rara que vale la pena ver. Parece mucho más larga de lo que es, por lo que llega a aburrir. Una lástima que se haya desaprovechado semejante oportunidad de hacer buen cine de género, algo que escasea en nuestro país
Con la entrega de Érica Rivas llega “BRUJA”. Un thriller de los que no abundan en el cine nacional de la mano de Marcelo Páez Cubells. “BRUJA” cuenta la historia de Selena, una madre soltera que vive con su hija Belén en una humilde chacra en las afueras de un pequeño pueblo. Selena carga con la bien ganada fama de ser la bruja del pueblo ya que tiene un amplio conocimiento de magia negra, aunque jamás la use para lastimar a otros. Cuando Belén es secuestrada junto a otras jóvenes del pueblo por una red de prostitución, Selena se ve obligada a hacer lo que no quiere: usar todos sus conocimientos místicos para encontrar a su hija. Las brujas son figuras que parecieran casi mitológicas y bien arraigadas en el folclore colectivo. Las brujas son un únicamente femeninas, no las hay hombres y su conexión con la noche y lo esotérico las convierte en tentador material para el cine. Introducirlas en la industria nacional arriesgándose al relato fantástico y por momentos de terror es de un enorme valor que merece ser reconocido. El filma logra construir en su comienzo una gran atmósfera de intriga y misterio alrededor del personaje de Selena. Acompañado por una gran música, inmediatamente uno se ve intrigado por lo que vendrá. El relato se volverá cada vez más fantástico a medida que avanza la historia mezclándose con una problemática cruda como es la trata de chicas en los pueblos. Y es en este punto donde la película empieza a perder peso. Los efectos especiales no logran estar a la altura y la temática que aborda queda a medio camino entre contarse con profundidad y verosimilitud u optar por una liviandad más propia del cine de ficción. Érica Rivas se compromete al %100 con este rol brindándose entera a un personaje que se enfrenta a situaciones muy extremas como el rapto de su hija, el hecho de que nadie esté haciendo nada al respecto, ser poseída y tener visiones. Si sos amante del cine nacional no va a dejar de parecerte interesante este tipo de propuestas que son gratamente celebradas. Un clima sórdido sostenido por la fuerza de una gran protagonista son los principales fuertes de la cinta, sin olvidarnos de una buena dosis de empoderamiento femenino.
Un pueblo prejuicioso, una bruja que se mantiene al margen y su hija que quiere ser normal por sobre todas las cosas, una red de trata y una historia bastante lamentable. Bruja es una película argentina dirigida por Marcelo Páez Cubells que intenta mezclar géneros y fracasa de una manera un tanto estrepitosa y queda a medio camino en el afán de interpelar a la audiencia.
FALLIDA PERO NO PARA LA HOGUERA Pensar en una película de género de terror que trabaje la violencia patriarcal parece una buena fórmula. Pero llevarlo a cabo implica otro trabajo. En Bruja se pueden observar buenas ideas que se quedan a mitad de camino. Los efectos especiales, algunas actuaciones y los diálogos demasiados explícitos son algunos de sus mayores problemas. La protagonista, Selene (Erica Rivas), se une a la brujería de chica. Junto con el poder que aprende a utilizar entiende que debe pagar un precio. Por lo que muestra el film, ella no suele recurrir demasiado a sus hechizos. Le sirven sí para paliar una situación económica complicada por la que está pasando su familia. Ella vive con su hija, Belén, y trabajan cosechando verdura en su casa. El pueblo la estigmatiza por el rumor de que es una bruja. Pero, también su forma de vivir y vestir la hacen resaltar por sobre los demás. Es por esto que tampoco recibe mucha cooperación a la hora de vender su producción. Cuando en el pueblo secuestran a la hija de Selene, entre otras jóvenes, para que formen parte de una red de trata, ella empieza a utilizar sus saberes de bruja para poder encontrarlas. Junto con ella, el padre de otra de las jóvenes que también fue secuestrada empieza a movilizar a la gente del pueblo. Uno de los recursos que utiliza Marcelo Paez-Cubells es la caricaturización de algunos de sus personajes. Entre ellos, los pertenecientes a la banda de trata de personas. No parece una mala elección hablar desde el exceso cuando aparecen estas personas que se podrían tildar de nefastas. Sin embargo, es tal la exageración, que lleva a atentar contra el verosímil del relato. En cuanto a la actuación de Rivas, su personaje es uno de los más logrados. Logra transmitir la locura de una madre desesperada. Aquí el problema no está tanto en ella sino en el guión y los diálogos. Las conversaciones entre los personajes no tienen grandes metáforas. Trabajan sobre lo llano, sobre el estereotipo. Esto se ve muy bien cuando aparece la trabajadora social (una persona que no intenta comprender las creencias de la familia de Selene y se vuelve hostil hacia ella en pos de la defensa de una menor). Pero también surge cuando van a ver al policía (un hombre que es híper agresivo con las mujeres, que responde solo a la voz de otro hombre y que no es resolutivo). Incluso en el momento del secuestro de las jóvenes, el padre de una de las chicas (Pablo Rago) y Selene tienen diálogos acartonados en los que hablan, como si fuera una receta, sobre cómo funcionan estas redes de trata y cómo tienen que movilizarse. Otro de los problemas con los que cuenta el film son los efectos especiales. Este aspecto hace que el distanciamiento con lo que se está viendo sea casi inmediato. Con los avances a los que estamos acostumbrados ver, esos recursos no ayudan a la narración. Pero, desde lo técnico, también se pueden observar escenas que terminan viéndose desprolijas por la utilización del croma que desentona con otra parte del paisaje. A pesar de todos los elementos que le juegan en contra a Bruja, no es una película que pese al verla. La idea y la intriga que propone desde su apuesta al género le otorgan cierto ritmo.
Ella tiene la aptitud de utilizar la magia negra, pero nunca lo ha hecho, su negativa a hacerles daño a los mortales comunes y corrientes queda instaurada en esa primera escena. Sin embargo en el pueblo están al corriente de ese saber, lo que se establece en miedo, desconfianza, y discriminación. Pero todo explota cuando Belén es secuestrada junto a otras jóvenes del pueblo por una red de prostitución, en la que están involucradas todas las fuerzas sociales, políticas, de la justicia, y las fuerzas policiales. No se salva nadie. A Selena no le queda otra posibilidad de recurrir a ese “Don”, sólo Ricardo (Pablo Rago), padre de otra chica secuestrada, la mejor amiga de Belén, será su apoyo. Es en este punto que el cruce de géneros es que se hace inevitablemente presente, pero de forma desordenada, si algo del verosímil se instala es por la performance de ambas actrices. El director, también responsable del guión, pierde el pulso, como si el diseño de montaje del filme fuese a partir del registro de las escenas el mismo, el montaje es quien debería regir y conducir la idea original, la sensación termina generando que el concepto utilizado fue el de: peguemos ahí que no se nota. Tampoco ayuda la dirección de arte, en este rubro las indefiniciones del texto aparecen en la forma de un filme que no termina ser del todo sombrío como requiere el terror, ni inquietante como debería ser un thriller. Lo angustiante sólo se ve reflejado en la actuación de Erica Rivas, por momentos bien acompañada por Pablo Rago. La realización no termina de ser del todo confuso, pero sí muy hábil, no profundiza en nada a punto tal que algunas escenas que debieran ser de hondo dramatismo terminan generando sonrisas. Una lastima, pues la idea era buena.
Es poco habitual que el cine argentino se juegue al género de terror con ambiciones o a películas como Bruja, que proponen una lectura con anclaje casi histórico de cuestiones como la magia negra y el ocultismo: la brujería como forma de discriminación. En este caso, de Selena (Erica Rivas), que malvive con su hija adolescente en las afueras de un pueblito, donde no le permiten encajar, aunque no haga mal a nadie, porque, bueno, es una bruja. También es interesante la idea de que este personaje, con sus poderes, conviva aquí y ahora con los comunes mortales. Y que sea una madre amorosa y atenta, que prohíbe a su hija tener celular y, claro, se preocupa cuando la nena desaparece. Porque todo ese poder latente parece capaz de estallar ante la necesidad. Y cuando la joven (Miranda De la Serna, hija de Rivas) es secuestrada junto a otras chicas por una especie de red de trata muy cruel, la venganza puede ser terrible. Con las virtudes de su búsqueda, que no son pocas, Bruja tiene problemas de puesta, cuando el exceso -con la suma de los efectos visuales- va en detrimento del peso dramático. Y los apuntes sociales se perciben demasiado evidentes y subrayados. Incluso en una película como esta, menos puede ser más.
La historia comienza con una imagen muy oscura que ilustra cuando Selena era una niña y su madre (Rita Cortese) ante ciertos hechos en el pueblo donde viven, le enseña brujerías y pasa sus poderes que van de generación en generación. Pasa el tiempo y Selena (Érica Rivas), es discriminada en el pueblo, es madre soltera de una adolescente de 17 años Belén (Miranda de la Serna, es su debut actoral) y cultiva alimentos en su huerta. Es difícil contener a una adolescente que se va relacionando con otras personas y Belén sin ser autorizada por su madre junto con otras compañeras son seducidas a ganar dinero siendo promotoras pero terminan siendo secuestradas por una banda de trata de personas, quien esta cargo es Marisa (Leticia Brédice) y otras autoridades. Gracias a los poderes de Selena y la confianza de Ricardo (Pablo Rago) el papá de otra chica, salen a buscar a estas jóvenes. La idea es interesante dentro de una historia de denuncia, sobre una red del horror que se podría haber explotado un poco más, se va entremezclando con situaciones de thriller, terror y lo esotérico y parte del relato se apoya con frases en off. Érica Rivas en una excelente interpretación y las correctas actuaciones de: Leticia Brédice, Fabián Arenillas, Pablo Rago y Juan Grandinetti. Todo dirigido por Marcelo Páez-Cubells (Omisión, Baires). Además cuenta con la fotografía de Pablo Desanzo y musicalización de Pablo Sala.
Selena es una mujer que heredó conocimientos de magia, aunque siempre se negó a usarlos para castigar a quienes hacen el mal. Así y todo, en el pequeño pueblo donde vive hay algunos exponentes que ponen énfasis en discriminarla. Su hija adolescente está aprendiendo a usar algunos de esos poderes, pero es secuestrada por una red de trata junto a algunas amigas. Y, ante la impericia y la corrupción de la policía, los métodos alternativos de Selena se convierten en el camino más certero para rescatarlas. . Bruja tiene algunas cosas muy buenas: la construcción de ese microcosmos rural que parece pintoresco pero oculta entramados de odio y de poder detrás, el tratamiento del tema de la prostitución forzada y la trata de blancas, que echa algo de luz sobre los mecanismos de manipulación y maltrato a los que son expuestas las victimas, una banda sonora que genera momentos increíbles, y la actuación de Erica Rivas, que es de lo mejor que he visto en cine de género local en los últimos años. . Ahora si, la parte floja. Por la sinopsis de la película había entendido que Selena renegaba de sus poderes por completo, no solo de usarlos para castigar el mal, y creo que eso le hubiese dado un arco de transformación mucho más profundo y contundente. . Ahora si, la parte mala. Los efectos visuales. Acá banco, no obstante, la honestidad del tráiler que muestra "algo" de lo que vamos a ver en el producto final, no dibuja ni vende nada que no sea. Pero muchas cosas se sienten innecesarias y mal llevadas a cabo. Desconozco las internas de la producción, pero entiendo que es más sencillo grabar una noche que emularla, por ejemplo. Hay algunas chispas, "podercitos" y demás que dan color a momentos que con una construcción oscura y sugerida funcionarían mucho mejor. El espectador de nicho sabe que "puede fallar" y si bien lo nota, lo toma como un aspecto más de la película, y ya. Pero el espectador que hay que conquistar, el masivo, el que va a ver "una de Darin" ese tipo de falencias no las perdona. . Balance general: tiene cosas muy buenas, pero a los amantes del genero los efectos nos terminan doliendo un poco.