Fuera de la trilogía de Millenium, no abundan los thrillers de origen nórdico, y Cacería implacable (título que desaprovecha el original Headhunters –cazatalentos-, con una “traducción” que se repite demasiado en el cine), nos da a conocer un film de género de esa procedencia. Más precisamente noruego, una cinematografía de la cual nunca se tienen noticias en las carteleras argentinas, pero que demuestra una calidad de producción y realización semejante a producciones estadounidenses o británicas de alta gama. Pese a esto su eficacia general no es tan contundente, tras un gran arranque y varios pasajes posteriores con fuertes dosis de acción y adrenalina. El protagonista, tras su fachada de empresario exitoso, oculta una doble vida ligada al robo de obras de arte, y tras dar el golpe de su vida, una escena magnífica, se deberá enfrentar a nuevas dificultades y feroces enemigos que pondrán en juego su existencia a cada paso. El director Morten Tyldum ofrece un intenso film, tan repleto de traiciones, venganzas y ambiciones desmedidas, que se vuelve recargado y también confuso. De todas maneras la acción, la intriga y las sorpresas nunca se detienen, y los desbordes –dotados a veces de cierto humor negro- se compensan con un espléndido y convincente elenco.
Para atrapar al ladrón Roger no es exactamente “el hombre equivocado”, pero podría haber sido perfectamente un personaje hitchcoiano: ladrón bon vivant con doble cara (por un lado ejecutivo de una empresa, por otro, traficante de pinturas), está casado, sin hijos (dato no menor) y tiene una amante. Vive en una mansión que su sueldo no le alcanza para poder pagar, pero le da todos los lujos a su bella mujer que lo supera por una cabeza de altura. A pesar de que se trata de un criminal, sentimos simpatía por este pequeño burgués que se cree más inteligente que el resto de los personajes, hasta que aparece Clas Greve, su opuesto alemán. Roger es intelecto puro. Clas es fuerza bruta. Cuando Roger cree poder engañarlo y robarle una pintura original al mismo tiempo que lo evalúa para entrar en su empresa, se ve envuelto en una conspiración donde Clas desea borrarlo del mapa, y por lo tanto lo termina persiguiendo por campo y ciudad, lo cual provoca que el personaje esté yendo de un lado para otro como Cary Grant en Intriga Internacional. A simple vista, se podría analizar que el juego del gato y el ratón está un poco agotado en el cine. Sin embargo, hace tanto que no se ve un ejemplo tan genuino y respetuoso de este tipo de argumentos, que la ausencia de otros exponentes convierten a esta producción noruega en una propuesta por demás atractiva. En primer lugar porque cuenta con un guión redondo, sin fisuras en donde prácticamente no quedan cabos sueltos. Segundo por el carisma y simpatía del protagonista (interpretado maravillosamente por Aksei Hennie, un tour de force físico, un clon de Christopher Walken joven con un cierto aire de Tobin Bell y Steve Buscemi). Se trata de un ladrón de guante blanco similar al Steve Mc Queen de Thomas Crown o al Grant (nuevamente) de Para Atrapar al Ladrón. Tercero, el ritmo continuo y las vueltas de tuerca, muchas veces sorprendentes. Morten Tyldum se guarda varias cartas bajo la manga, y a pesar de proponer un relato bastante clásico, convencional visual y cinematográficamente hablando, también desarrolla escenas netamente bizarras, trash que le aportan una cuota de humor efectivo e ingenioso. Además de que se trata de una narración solvente con interpretaciones creíbles (hay situaciones bastante inverosímiles, pero pasan inadvertidas), vale destacar el acertado timing del director para suministrar tensión y adrenalina a las escenas de persecuciones que no tienen nada que envidiarle a las superproducciones de Hollywood. Cacería Implacable es un film inteligente e ingenioso que le debe mucho a Hitchcock y al Spielberg de Minority Report, que aprovecha el absurdo y ridículo para satirizar las batallas corporativas, el espionaje industrial y la cultura pictórica. Una obra de suspenso, que no le tiene miedo a las vísceras y las explosiones sangrientas, a llevar al protagonista humillarse y flagelarse continuamente. Si bien el agregado de algunas escenas sentimentaloides sobre el final impiden que el relato tenga el mismo nivel de ligereza, y otras escenas se convierten en demasiado discursivas y explicativas, todo es funcional para que no haya huecos narrativos. La influencia del maestro del suspenso psicológico sigue presente hoy en día, ya sea en la industria estadounidense o el prominente cine comercial escandinavo.
Atrápame si puedes El cine recrea grandes momentos de la vida. Éstos pueden ser maravillosos, basadas en hechos reales o simplemente ficción. Pero también plasma otros momentos no tan bellos y agradables situaciones llamadas en la jerga popular “como un momento de m…” Cacería Implacable comienza con la voz en off de su protagonista, Roger. Él, es un empresario dedicado a la búsqueda de nuevos talentos vinculados con el arte. Para poder mantener su hermosa casa, hermosa esposa y hermoso auto, Roger recurre a otros métodos un poco más audaces para conseguir dinero. Cuando es descubierto tras su disfraz de guante blanco, comienza la acción (un poco) en Cacería Implacable. Roger es perseguido por Clas, un empresario que mucho sabe de búsquedas, el único lugar donde puede esconderse es el pozo donde va la materia fecal. Eso sí, como sospecha de su profundidad utiliza un rollo de papel higiénico a modo de snorkel. En esta escena inevitablemente me acordé de John Waters ¡Qué increíble momento! {SPOILER} Entre corridas, disparos, falsas puestas en escenas y cambios de identidad, Roger se libera de los malos y cierra el film con una sonrisa. {FIN SPOILER} Cacería Implacable no logra trasmitir la adrenalina o la sensación de “con la muerte en los talones”. Claro, esta película es un thriller pero tampoco explota el género. Es, simplemente, un film noruego con solo una cara para recordar: Nicolaj Coster-Waldau (Games of Thrones).
Un film implacable No es necesario que un buen thriller tenga una historia compleja sumamente enredada, ni excéntricos personajes, para ser llamativa. La cuestión esta en cómo manejar el suspenso, y para eso hay cuestiones fundamentales como el montaje y, sobre todo, un buen guión, componentes que Cacería Implacable, del noruego Morten Tyldum, expone con lucidez...
Cazador cazado Con buen ritmo inicia esta película noruega que nos presenta a un sujeto que lleva una doble vida -como ladrón de obras de arte y consultor en Recursos Humanos, un "caza talentos"-, quien de entrada nos hace conocer el decálogo a seguir para tener éxito en su oficio ilegal. Roger, el protagonista, sigue a rajatabla sus reglas, es prolijo en su accionar y lleva un estilo de vida que le cuesta mantener y mucho más justificar. Lidia además con una mujer que lo presiona para tener un hijo, algo que no está en sus planes personales ni económicos. También tiene una amante. Nada mal para un tipo de apenas un metro sesenta y ocho, algo que, según sus palabras, solo puede compensar con dinero. La suerte parece echarle una mano cuando conoce a un ejecutivo de visita en la ciudad, Clas Greve (Nicolaj Coster-Waldau). Parece ser el perfil que está buscando para una empresa, pero, es también el propietario de un costoso cuadro que podría solucionarle la economía de por vida. No conviene avanzar más. Diremos apenas que Roger no sospecha siquiera en el vuelco que sufrirá su vida, ni en la pesadilla en que se convertirá. El inicio del filme, tan "classy", contrastará con la brutal violencia exhibida en su núcleo, donde se destaca la labor actoral de Aksel Hennie, quien ofrece una variedad de matices muy destacables y logra transmitir la compleja psicología de su personaje. El noruego Morten Tydlum dirige esta adaptación de la novela "Hodejegerne" de Jo Nesbø, con dinamismo y estilo. El montaje tiene ritmo, sin caer en el videoclip, y la música ofrece un apoyo sobrio mas trepidante. No teme el director ser explícito cuando debe serlo, ni mucho menos reconocer a la saga "Millenium" como referente dentro del mismo filme. De hecho, desde los paises nórdicos llegan algunas de las mejores novelas negras de los últimos tiempos, y también sus adaptaciones al cine.
Gana por afano Este aclamado thriller noruego -que se suma a la explosión del género que está disfrutando el cine nórdico con muy buena proyección internacional y remakes en Hollywood- combina características que podrían irritar a más de uno (quien esto escribe incluido): estética publicitaria que por momentos peca de estilización exacerbada (Morten Tyldum proviene del mundo de los comerciales) y un tono “canchero” no exento de ironía que esconde una mirada cínica del mundo. Sí, Cacería implacable “dialoga” en sus momentos más inspirados y desatados con Quentin Tarantino y los hermanos Coen, pero también con cierto regodeo y capricho de un Danny Boyle o de un Guy Ritchie. Lo bueno es que -más allá de sus excesos y desniveles- trabaja sobre un guión “de hierro” -basado en el best seller de Jo Nesbo- en el que cada pieza del engranaje terminará encajando a la perfección, a veces con un criterio algo obvio que hace que el espectador diga para sus adentros: “¡Ah, claro, lo habían puesto para eso!”. El film arranca con un off “despiadado e ingenioso” a cargo del protagonista. Roger Brown (Aksel Hennie) es un tipo que trata superar sus traumas e inseguridades llevándose el mundo por delante. Mide apenas 1,68 (lo que en Noruega lo convierte, parece, en un enano) y está casado con una bellísima y altísima rubia llamada Diana (Synnove Macody Lund, periodista y ex modelo en su debut absoluto en el cine), a quien le dedica costosos obsequios que su economía no puede afrontar. Si bien es un reconocido headhunter (cazador de talentos, especialista en seleccionar ejecutivos de primera línea para poderosas corporaciones), en verdad hace diferencia robando pinturas (ingresa a una casa, se lleva el original, deja una copia y vende el cuadro en el exterior). Mientras su esposa inaugura una galería y lo presiona para tener un hijo, él se sumerge en negocios cada vez más ambiciosos, turbios y riesgosos. Hasta aquí el planteo inicial. No adelantaremos nada más. Sólo que el film nunca para. Es como una montaña rusa, un tren bala non stop, pletórico de escenas sangrientas (o extremas en otros sentidos), vueltas de tuerca y sorpresas. No todo funciona a la perfección (hay algo de gratuito en ciertas resoluciones), pero el film fluye tanto en su estética como en su tono y en sus actuaciones con muchos más hallazgos que problemas. La visión del mundo, quedó dicho, es desoladora aun cuando está matizada por bastante humor negro. En la Europa del norte el estándar de vida será altísimo, pero su gente, parece, puede caer muy bajo.
Todos son sospechosos Cacería implacable (Hodejegerne, 2011) largometraje noruego de Morten Tyldum, es un thriller que se arma como un verdadero rompecabezas, que mueve muy bien sus piezas para luego reacomodarlas y mostrar el juego completo. Y en ese trance sabe manejar la tensión en cada escena, a partir de vueltas de tuerca y una estética salida del mejor cine europeo contemporáneo. La película empieza con Roger (Aksel Hennie) quien habla sobre él y su vida llena de lujos, pues es un ejecutivo que se encarga de recolectar a los mejores para su compañía. Además, vive para complacer en todo lo posible a su esposa y a la galería de arte que ella posee. Pero todas sus riquezas se sostienen por su doble vida. Roger se dedica a robar obras de arte, cuadros específicamente, suplantando los originales por copias y luego vendiendo dichos originales en grandes sumas. Todo parece marchar bien, manteniendo el secreto a su esposa, hasta que un día llega un candidato a su compañía, Clas Greve (Nikolaj Coster-Waldau) quien no es solo un ejecutivo con ganas de quedarse con el puesto sino que posee un cuadro de gran valor en su casa y eso interesa a Roger. Sin embargo, al ir a robarlo comenzará la cacería, y Roger se enfrentará con una adversidad tan grande que lo transformará completamente. Cacería implacable o Headhunters como indica su nombre en inglés, es precisamente eso, una caza feroz de uno tras otro, un juego de gato y ratón, donde tiene que sobrevivir el más vivaz y lo extraño e impactante es que uno va descubriendo que Roger es víctima de un complot que irá creciendo hasta que la fuerza a la cual se enfrenta lo tenga acorralado. Que el punto de vista esté todo el tiempo, o la mayor parte, con Roger producen que (de forma acertada) se implante la idea de misterio, de sospecha, de duda sobre todo lo que va sucediendo y -aún más- cada sorpresa sea un golpe para el espectador. Y como tal, esos golpes llegan con las escenas de acción. No se debe dejar de mencionar que las escenas se presentan sin pudores y con una violencia que poco a poco va aumentando, al mismo tiempo que la actuación de Aksel Hennie crece porque tiene que sufrir una persecución de varios frentes, pero de uno en particular que quiere acabar con él. Hacia el final, la película muestra que cierra sobre si misma sin dejar cabo suelto, y eso (junto a loables actuaciones) hace que la vuelta de tuerca final funcione muy bien.
Un estreno que recomiendo no dejar pasar, ya que es complicado encontrar por estos días buenos policiales de suspenso. Aprovechen ahora antes que Mark Wahlberg la arruine en la remake que quiere producir sobre este film. Si hay una historia que no necesita un refrito hollywoodense es esta, pero bueno, esto es inevitable hoy en Estados Unidos. Cacería implacable es una gran propuesta de Noruega que ofrece uno de los mejores thrillers de acción que llegaron a la cartelera local en los últimos meses. La historia está basada es la novela “Headhunters” de Jo Nesbo, un autor de novelas policiales de ese país, que en realidad es más popular en Europa por ser el cantante de la banda Di Nerre. Sus libros no fueron editados en Argentina. La dirección del film corrió por cuenta del noruego Morten Tydum, quien desde hace unos años trabaja en el cine, luego de haber pasado mucho tiempo realizando comerciales y videos musicales. Con un muy buen dominio del suspenso, Tydum engancha al espectador con este relato desde las primeras escenas y logra mantener la tensión y la intriga hasta el final con varios giros inesperados y situaciones loquísimas. De alguna manera en este film está bastante presente el espíritu de El affair Thomas Crown, el clásico con Steve McQueen que también tenía como protagonista a un ladrón de obras de arte. La diferencia es que esta es una historia mucho más oscura y el perfil del protagonista es completamente diferente. Thomas Crown era un seductor canchero y carismático, mientras que Roger Brown (hasta suenan parecido los nombres) es un tránfuga, mentiroso, egocéntrico y manipulador. Esto es interesante porque el protagonista de esta historia no es un héroe inmaculado, sino que por el contrario, se trata de un sujeto desagradable. Sin embargo, a medida que lo vamos conociendo, pese a las cosas que hace y la odisea en la que termina involucrado, uno le puede tomar más simpatía. Esta es una de las grandes virtudes del film y me refiero al buen desarrollo que tiene el personaje principal. Lo cierto es que el director Tydym no le da respiro al pobre Roger Brown, quien atraviesa un verdadero infierno cuando sale mal un robo que parecía sencillo. Hace bastante tiempo que no veía en el cine un film de este género que te mantiene hipnotizado frente a la pantalla durante toda la historia. No tiene baches narrativos ni se extiende demasiado en su duración debido a que la trama está muy bien contada. Otra particularidad del film es que con el paso del tiempo el conflicto se vuelve cada vez más oscuro y violento a medida que el protagonista vive situaciones terribles. Me va llevar mucho tiempo borrar de mi mente una escena relacionada con una cloaca. Hacia la mitad de la película cuando Cacería implacable entra en el terreno de Sam Peckimpah el film se vuelve apasionante. No hay caras conocidas en el reparto salvo por Nicolaj Coster-Waldau, quien trabajó con Ridley Scott en La caída del Halcón Negro y Cruzadas y actualmente es parte del elenco de la serie Juego de Tronos. No puedo dejar de destacar al protagonista de este film, el actor noruego Aksel Hennie, quien no es muy conocido por estos pagos, pero si es un artista de renombre en Europa. En esta película está excelente. Cacería implacable es una excelente recomendación para quienes busquen disfrutar de una gran propuesta de suspenso.
Basada en una novela originaria de los países nórdicos cuyo autor, Jo Nesbo, es considerado por los críticos internacionales como el que expandió el marco de la moderna novela de crimen, se desprende este ingenioso thriller que combina en dosis justa elementos del policial negro, con momentos de acción violenta y un suspenso que rinde homenaje a la aquellos films de los ochenta donde la intriga por el desenlace de cada acción daba curso al relato. Headhunters nos pone en la piel de Roger Brown, un exitoso caza talento noruego que se dedica a proporcionar candidatos a puestos directivos en multinacionales y roba obras de arte para mantener su fastuoso y aparente estilo de vida. Con sarcasmo y un humor negro muy particular que nos recuerda al cine de los hermanos Coen (un próspero ejecutivo con complejo de inferioridad e inescrupuloso en un país de gigantes que roba obras de arte para mantener su estatus, ya que a pesar de ser reconocido solo los directores ganan buenas sumas de dinero), la historia nos ira revelando la doble vida de este protagonista que tras descubrir un secreto pasara a ser presa de una casería que convertirá su vida en un infierno. Un personaje de moral difusa, con una doble vida y dispuesto a todo por mantener su apariencia, que no tardara en ganarse le empatía de un espectador que secuencia tras secuencia se volverá cómplice y sufrirá con nuestro protagonista. Alguien que no podrá fiarse de nadie y tendrá que ingeniárselas para escapar de situaciones extremas (algunas un poco inverosímiles pero bien resueltas y divertidas) para poder sobrevivir. Casería implacable cuenta con un guion muy bien construido que juega con inesperados giros argumentales y personajes fríos que saben ganarse la empatía del espectador, interpretados de manera notable por Aksel Hennie (uno de los más reconocidos y populares actores noruegos que puede verse en Max Manus), Nicolaj Coster-Waldau (exitoso actor danés visto en La Caída del halcón negro o la serie de HBO, Game Of Thrones) y Synnove Macody Lund, en el papel de una femme fatale de estilizada figura y mirada penetrante cuya sola presencia intriga y amenaza. Algunas escenas un poco extensas o demasiado inverosímiles, pero contrarrestadas por la imponencia de los paisajes nórdicos o el acertado ritmo de las acciones, no alcanzan a empañar este interesante film que con su humor negro logra provocar, incomodar y entretener, dejando incluso un intersticio para la reflexión sobre búsqueda incesante de la riqueza en pos de la verdadera felicidad en una sociedad que tal vez lo que nesecita es precisamente todo lo contrario. Pero solo para la anécdota.
La seducción del poder, el robo y la codicia El deseo incontrolado de subir los escalones del poder se convierte muchas veces en un transitar por una cornisa que puede llevar al hombre a cometer las más insólitas e inesperadas acciones. Esto es lo que le ocurre a Roger, un bribón, respetado y exitoso cazatalentos de Noruega. Casado con Diana, bella propietaria de una galería de arte, vive en una confortable casa de campo y nada parece faltarle. Claro que para poder mantener esa vida se dedica al robo de valiosos objetos artísticos. Cuando conoce a un millonario que posee una colección de cuadros, la codicia lo transforma en un ser dispuesto a todo para robarle a su reciente amigo, tan pícaro y audaz como él, una obra de arte de valor incalculable, y ambos comienzan entonces a hacer gala de sus respectivas astucias. El guión, adaptado de un best seller del escritor británico Jo Nesbo, posee todos los buenos aditamentos de ese tipo de thrillers de acción y suspenso que, a la par que entretienen, se condimentan de personajes de extrañas psicologías. Esto lo tuvo muy en claro el director Morten Tyldum que en 2003, y con su opera prima Buddy , presentó al público una nueva generación de actores, convirtiéndose así en un punto de inflexión en la reciente historia cinematográfica noruega. El elenco se plegó a la trama con gran habilidad, y sobresalen Aksel Hennie, uno de los actores más populares de Noruega, y el danés Nikolaj Coster-Waldau, popularizado mundialmente por la serie Game of Thrones
De Noruega con tensión Si Cacería implacable proviniera de los EE.UU. cualquier desprevenido podría concluir que andan los hermanos Coen detrás del proyecto. Efectivamente, es un thriller muy en la vena de los creadores de Sin lugar para los Débiles pero sin los manierismos o el particular sentido del humor que los hiciera famosos. En realidad la película es de origen noruego y tuvo tanto éxito en su país que se convirtió en la segunda más vista de la historia durante su primer fin de semana de exhibición. Por otra parte, tanto la trama –basada en una novela de Jo Nesbø- como el acabado técnico –sin olvidar el formidable nivel actoral del elenco- han sido trabajados con una sapiencia digna de los mejores exponentes del género. En una época Hollywood podía brindar cómodamente varios títulos de esta calidad por año. Por desgracia hoy día ya es imposible que esto ocurra. El film recibió tantos elogios que se vendió a todas partes del mundo y gracias a eso podemos darnos el lujo de recomendarlo y disfrutarlo infiltrado en la pobrísima cartelera local. Con los principales complejos de cine monopolizados para la explotación de todo lo que producen los yanquis es casi asombroso que se nos permita el acceso a una obra de tan inusitada procedencia. Headhunters, que es el título original de Cacería implacable, se les llama a las consultoras que se dedican a reclutar talentos de perfil gerencial. Es lo que hace Roger Brown (el extraordinario Aksel Hennie) para ganarse el pan: contactar a un candidato, convencerlo de que la empresa interesada invertirá en él lo suficiente como para que renuncie a su actual trabajo y cobrar una comisión muy bien remunerada. Claro que no tanto como para sostener el tren de vida que lleva: una bella y altísima esposa rubia (Synnøve Macody Lund), una casa de lujo y todos los gustos que el dinero es capaz de comprar. Por ello el bueno de Roger tiene una segunda ocupación: el hombre es un ladrón de guante blanco especializado en obras de arte (pinturas básicamente). El personaje parece un primo europeo lejano de aquel que interpretara Steve McQueen en El Affaire de Thomas Crown (1968) y luego Pierce Brosnan en la simpática remake de 1999. Claro que esas películas estaban jugadas a la comedia mientras que Cacería implacable apunta para otro lado (hay abundante humor negro como en la Simplemente Sangre de los Coen). El disparador del nudo central viene de la mano de un personaje un tanto enigmático, el ex militar danés especializado en tecnología de rastreo Clas Greve (Nikolaj Coster-Waldau, de imponente presencia, construye un gran antagonista pese a no participar en muchas escenas). Roger intenta posicionar a Greve como CEO de una compañía de seguridad millonaria. Al comprobar que el apuesto galancete está flirteando con su esposa el tan mentado “headhunter” no duda en irrumpir en el departamento del danés con la ayuda externa de su cómplice Ove Kjikerud (Eivind Sander, otro actor notable) para sustraerle un cuadro de Rubens. De aquí en más la trama no para hasta el final. Se suceden las vueltas de tuercas y las situaciones más extremas sin que, ¡milagro!, se pierda el verosímil por el camino. Mérito, me imagino, que ya sería patrimonio de la novela en la que está basado el guión de Lars Gudmestad y Ulf Ryberg. Veremos qué pasa con la remake que está preparando Hollywood, por ahora con Mark Walhberg en el rol de Roger. Cacería implacable es de esas historias escritas y dirigidas magistralmente pero sin buscar el lucimiento desde el exhibicionismo autoral. No está sobredirigida ni sobreescrita de modo que el beneficiado es siempre el espectáculo. Como esos partidos de fútbol donde no se nota la presencia del árbitro. No existen en este thriller de tensión inigualable esos vicios estilísticos que han arruinado a muchos filmes de similar tenor. Por ejemplo, un especialista en mirarse el ombligo como Mark Pellington (Intriga en la calle Arlington, Mensajero de la Oscuridad) se me ocurre que sería el peor aspirante a director para la versión estadounidense. Lo conspicuo del filme de Morten Tyldum es que cada nuevo punto de giro ayuda a darle más dimensión a sus personajes, sobre todo a Roger que pese a sus graves defectos se convierte en una especie de antihéroe querible, impulsando la trama con bríos dramáticos y, lo más insólito, sorprendiendo al público con recursos narrativos lícitos. Con inteligencia, sin hacer trampa y apelando a las más nobles armas de un género que los europeos, se ve, dominan a la perfección. Bien planteado, desarrollado y con un tercer acto sencillamente memorable, Cacería implacable atrapa desde la primera imagen y posee todo lo necesario para convertirse en un programa de visión obligatoria para los amantes del suspenso de buen cuño.
Bien negra y bien noruega El género negro está teniendo muy buenos ejemplares, que se suman a una tradición destacable. Desde la saga Millennium , de Stieg Larsson, sabemos que en la península escandinava que comparten Suecia y Noruega, además de mucho frío, hay autores de talento, tramas que entrecruzan corrupción, manejos turbios en empresas y personajes más o menos detestables con comportamientos privados… ¿cómo decirlo? Mejor ocultarlos. Roger Brown, el protagonista de Cacería implacable ( Headhunters es su título internacional) surgió de la inventiva de Jo Nesbo, quien es famoso por crear otro personaje, Harry Hole, un policía violento y depresivo. Nuestro Roger es la antítesis. Siempre de traje o con el saco puesto, está casado con una bomba noruega y le mantiene los gustos a un costo alto. Trabaja como un cazatalentos para una empresa tecnológica en Oslo, entrevistando y recomendando directivos. No le alcanzaría lo que cobra, así que se las arregla de otra forma. Fácil. Cuando entrevista a estos cuasi millonarios, tiene su estrategia. Manipulador, averigua sus horarios y quiénes viven en su casa, si tiene pinturas y, con la ayuda de un empleado de una firma de seguridad que le desarma las alarmas a distancia, entra, corta la tela, pone una reproducción y después las vende. La cosa se le complicará cuando un recién llegado le sea presentado por Diana en la galería de arte que Roger le ayudó a abrir. Clas dice tener un Rubens tasado en casi cien millones, en la casa que era de su abuelita. Roger lo tienta para el empleo, averigua horarios, etcétera… Como una suerte de Nueve reinas nórdica, al comienzo, y hasta con algo de El socio del silencio (1978), cuando el que engaña es el engañado, Cacería implacable son tres películas en una. Hay tres segmentos bien diferenciados: el primero, el que acabamos de narrar, y otros dos que no vamos a adelantar. La película de Morten Tyldum es un instrumento de precisión, de relojería. Nada de lo que se diga o vea habrá sido dicho o puesto en pantalla por que sí. El noruego Aksel Hennie lleva adelante todo el metraje -sin pestañear, un dato no menor-, mientras el danés Nicolaj Koster-Waldau ( Game of Thrones ) se convierte en su perseguidor, como dice el título local. La hermosa Synnove Macody Lund sale airosa en su debut como actriz aquí: era crítica de cine. Si se la pierden, ya una productora hollywoodense compró los derechos para la remake estadounidense. Mientras no hagan lo mismo que con Nueve reinas ...
Que quede claro, a no confundir con la de Liam Neeson! Esa es “Taken” o “Búsqueda Implacable”. Esta se llama “Cacería Implacable” o (atención) “Hodejegerne” que vendría a ser algo así como Cazadores de cabezas… Si, por su nombre se dieron cuenta, esta peli es nórdica… más precisamente de Noruega. NORSK WAY! Sí, esta peli es noruega e impacta al ver ciertos detalles. No hay un solo morocho, pero no por un tema étnico, para nada, es que en Noruega no creo que haya morochos! Chistes a parte, esta peli sorprende porque a pesar de no estar inserta en el plástico mundo de Holywood, funciona muy bien. Si bien ciertas cosas “raras” se ven cada tanto, zooms que se sienten extraños, o encuadres no convencionales, estas cosas siempre se las atribuyo a la idiosincrasia del país donde esta inserta la película. Si no, vayan y lean mi review de la croata “Todo Queda En Familia”. La historia transcurre en Oslo, lugar que para nosotros argentinos debe ser tan ajeno y lleno de vikingos en nuestro imaginario, como lleno de indios tehuelches debemos estar nosotros para estos simpáticos noruegos. Dedico un párrafo a este tema, porque ES importante, tiene que ver con la historia. La historia relatada esta basada en un best seller de autor noruego Jo Nesbø, segundo autor extranjero en encabezar el puesto numero 1 de autores en Inglaterra en toda la historia. Eso no es poco. ¿Que tendrá ese petizo? Así se define el protagonista de la historia. 1.68 metros, y una mujer tamaño “familiar” noruega que lo aventaja en pinta y en varios centímetros. El se sabe inferior, por lo que para mantener un costosísimo nivel de vida, y a su mujer fascinada, se dedica a robar obras de arte. Durante el DIA es un cazatalentos (¿Posible juego de palabras con el nombre original? No lo sabremos… No sé noruego), que se dedica a entrevistar a candidatos de altos cargos en empresas de Oslo. De este modo, se entera si tienen obras de arte, si tienen familia, cuando no están en su casa, y sobre todo, si tienen perro y alarma. Negocio cerradito! Cuenta como cómplice con la ayuda de un empleado de la central de alarmas de (aparentemente) todas las casas de Oslo. El le apaga la alarma, y el buen petizo Roger Brown en menos de 10 minutos, se hace con la obra de arte en cuestión, pone un reemplazo falso y listo el pollo! Luego, vende la obra previamente colocada y con lo que le queda, paga cuentas, y compra cosas para la costosa forma de vida que lleva adelante. 100 millones de NOK (Coronas) Tras investigar un poquito, les comento que la moneda Noruega es la Corona (NOK), ¿por que les cuento esto?, porque se habla de dinero TODA la película en cifras inentendibles, así que antes que la veas, ya vas a saber que 1 euro son 7,50 Coronas, casi como el peso argentino. Así que cuando veas hablar de dinero en la película pensalo en Pesitos! El tema es que al simpático Roger le llegan noticias de que hay un cuadro que puede vender en 100 millones. Suficiente como para retirarse. ¿Quién tiene el cuadro? Un ex director de una multinacional holandesa retirado. Roger, al conocerlo, lo va a convencer de que debería tomar un puesto vacante en la ex competidora de su antigua empresa, y de paso, hacerle las averiguaciones pertinentes anteriores a cada robo. El tema es que no todo es como parece. Este muchacho holandés, es una especie de ex-soldado tipo Black Ops. Tras planear meticulosamente el robo, todo el mundo de Roger se va al cuerno. Descubre que su mujer lo engaña con el holandés, y de pronto, se vera perseguido por dicho personaje de manera… Implacable. La Otra y El Otro En el único punto flaco de la historia, Roger tiene una amante. Cosa que no es consistente con el personaje que ama, idolatra y se desvive por su esposa. No tiene sentido esta amante, más que darle un punto de inflexión interesante a la historia, el cual por razones obvias no voy a contar. Por el contrario, sí tiene sentido que la esposa de Roger lo engañe, por otro tipo de razones, las cuales tampoco voy a contar. Lo que comienza como una especie de “Caso Thomas Crown” deviene en una especie de “Bourne Identity”. Y ojo, que funciona bastante bien. Buenas escenas de acción, actores muy creíbles en lo que hacen, y un conocido; en el rol de Clas Greve (cuyo apellido, parece significar “grave”), Nikolaj Coster-Waldau conocido por su rol de Jaime Lannister en la serie “Game of Thrones” CONCLUSIÓN Cacería Implacable es un excelente thriller, con acercamientos frescos en el género, y sobre todo con actuaciones y guión sólidos. Un gran “aquí también podemos hacerlo” de parte de un país desconocido filmicamente, aunque no tanto literariamente. Buenas vueltas de tuerca, y trama cerradita para una historia impecable. Vayan a verla, lleven abrigo y dejen el perro cuidando en su casa.
LA APARIENCIA LO ES TODO No es muy común que lleguen películas noruegas a los cines argentinos. Esta se estrena aquí por estar basada en una novela best-seller, por contar en su elenco con Nikolaj Coster-Waldau (Jamie Lannister en “Game of Thrones”) y porque pronto tendrá versión hollywoodense. Más allá de todos estos “atractivos”, lo cierto es que CACERÍA IMPLACABLE (HEADHUNTERS) es, en el fondo, un intenso thriller con un personaje principal interesante, interpretado con solvencia por el paliducho Aksel Hennie. El film trata sobre Roger, un cazatalentos de una importante compañía que esconde bajo una máscara de elegancia su otro “trabajo”: para mantener su lujoso estilo de vida, se dedica a robar valiosas obras de arte que después vende en el mercado negro. Según su filosofía, la reputación y el dinero son lo más importante, ya que le permiten, por ejemplo, que su hermosa esposa le siga dando bola. La vida de Roger cambia cuando conoce al misterioso Clas Greve, un ex - mercenario que tiene en su poder una antigua pintura que podría valer varios millones. Así, Roger se prepara para cometer un nuevo golpe, hasta que todo se va al carajo. Ahí iniciará una cacería con varias vueltas de tuerca y algunos momentos de humor negro bien logrados. Hay ciertos giros argumentales algo forzados, sobre todo al final, pero se trata, en resumen, de un film de suspenso que se sigue con interés. Uno de los puntos fuertes de CACERIA IMPLACABLE es el protagonista: Roger, para quien la apariencia lo es todo, es un personaje bien construido, tanto desde la interpretación como desde los diálogos y acciones. Las variadas situaciones por las que tiene que atravesar son también bastante llamativas y, por momentos, uno no puede más que aplaudir al actor por todas las cosas que se tuvo que bancar en la filmación, desde (OJO, AQUÍ NO ME QUEDÓ OTRA QUE METER UNOS CUANTOS SPOILERS) ponerse en bolas en medio del frío, hasta sumergirse en mierda (obvio que que no era mierda de verdad, pero ustedes entienden la idea) (FIN DE SPOILERS). El resto de los personajes no son tan atractivos, pero la culpa es del guión, que no los desarrolla lo suficiente, aunque las el resto del elenco sale bien parado. Es decir, si van a ver CACERÍA IMPLACABLE sólo para tener otra dosis del Lannister, quizás salgan un poco decepcionad@s. No quiero cerrar este texto sin antes desarrollar algo que mencioné antes: los mayores problemas del guión están en esos giros argumentales forzados, como la resolución precipitada de la historia, y la inclusión de ciertos elementos demasiado necesarios para el argumento, por ejemplo (CUIDADO CON EL SPOILER) el gel de transmisores GPS (FIN DE SPOILER), que resultan ser recursos demasiado postizos. Los momentos de humor negro y las escenas sorpresivamente crudas son quizás algunas de las marcas que señalan que estamos ante un film que no viene de Hollywood y que por eso se anima a mostrar un poquito más de lo que estamos acostumbrados a ver.
La violencia que viene del frío Empieza como un thriller elegante de un cazador de ejecutivos de alto nivel que, además de hacer su trabajo, obtiene datos que le sirven para ubicar obras de arte importantes y robarlas suplantándolas por copias. Hasta ahí hay una película, pero luego la trama se desbarata hacia un tipo de violencia sorprendente pero no muy coherente con el principio, y más aun cuando aparecen elementos casi de ciencia ficción relativos a uno de los ejecutivos que busca un puesto importante, pero que también trabajó en misiones especiales en el ejército perfeccionando gadgets de espionaje de última generacion. Luego termina casi como una película de amor, y lo que hay que reconcoer es que en medio de toda esta mezcla el director Morten Tyldum se las arregla no sólo para que los cambios abruptos de estilo no luzcan tan tirados de los pelos, sino para que el suspenso y el ritmo nunca decaigan. Probablemente lo que ayuda a que esta mezcla funcione más o menos bien son las actuaciones, empezando por la del protagonista ladrón de cuadros y cazador de ejecutivos Aksel Hennie, cuya irónica narración en primera persona aporta toques de humor negro que permiten volver creíble su posterior quiebre cuando las cosas se les van de las manos. Por otro lado hay suficiente acción y erotismo para mantener entretenido al espectador, que de pronto se encontrará enfrentado a durísimas escenas de gore realmente sorpresivas, y por momentos realmente fuertes. «Cacería implacable» es una buena película que cambia demasiado de estilo pero, lo que no siempre es creíble, pero que finalmente es un raro caso de thriller noruego que uno vaya a poder apreciar en pantalla grande y como tal no deja de resultar interesante y recomendable.
Los nórdicos vienen al ataque Un atrapante relato policial nacida de la inspiración de escritores nórdicos que le dan calor a sus relatos. Apariencias y realidades envuelven una historia que se desarrrolla en interiores lujosos, en los que la sonrisa y el horror se dan la mano y la lucha del gato y el ratón reaparece entre exteriores de pino y nieve. Si de escritores nórdicos se trata, parece que la fama y talento del desaparecido Stieg Larsson ("Los hombres que no amaban a sus mujeres"), escondía una corte de escritores policiales a los que ni el frío ni la presencia de fiordos como obstáculos, impiden que recreen atrapantes relatos de crímenes. Arnaldur Indridason ("La mujer de verde"), Johan Theorin, Henning Mankell, papá del inspector Wallander son sólo algunos de este círculo aúlico del crimen literario, al que se incorpora uno que desconocíamos, Jo Nesbo, El bueno de Jo Nesbo, escritor y músico noruego, parece que hace tan buen rock como narración de policiales y es el autor de la novela "HeadHunters", best seller en ciento cuarenta países y en que el director Morten Tyldum, basó su filme. EL CAZATALENTOS Acá hay un yuppie que trabaja de Cazatalentos empresarial y gana suculentos dineros por eso, pero ama el lujo, las cosas de última moda y las valquirias que lo exceden en varios centímetros en altura, pero son capaces de casarse con él, no se sabe si por su inteligencia, su generosidad o simplemente su excéntrica presencia. Como Roger necesita plata extra, encontró en el robo de cuadros una veta interesante, más manejando Diana, su esposa valquiria, una galería de arte. Hasta ahora parece que robar buenos cuadros con información de la misma galería le sirvieron. Pero llega un nuevo talento empresarial que se ofrece para ser ubicado con el contacto de Roger y Roger luego se entera que el nanólogo tiene un Rubens al que los nazis capturaron y duerme un sueño de millones en su casa. Por supuesto que con su "socio" se dispone a saquear la casa con cuadro incluído, lo que no sabe es que el empresario que busca nuevo empleo, es un mercenario experto en rastreos imposibles y que guarda un secreto que lo lastimará más que cualquiera de sus trucos de captura. Filme policial con toques de humor, momentos francamente sangrientos, un asesino mercenario de traje y corbata y un ladrón y empresario que no hace asco a sumergirse en metros de excrementos al darse cuenta que quien él considera su presa de caza lo ha convertido a él en un cazado en potencia. Apariencias y realidades envuelven una historia que se desarrrolla en interiores lujosos, en los que la sonrisa y el horror se dan la mano y la lucha del gato y el ratón reaparece entre exteriores de pino y nieve. Hábil desarrollo, final no tan bueno como el principio, correctos actores, bastante sangre y alguna vuelta de tuerca sorpresiva, caracterizan un relato que más parece yanqui que nórdico .
Intenso e inteligente film noruego Roger es cazador de talentos. En este momento se encuentra buscando un alto ejecutivo que le encargo una empresa tecnológica muy importante. Pero para poder darle a su mujer la vida que lleva tiene otro trabajo : ladrón de pinturas. Cuando su esposa le presenta un ex mercenario que busca trabajo, Roger decide robarle una importante pintura que este posee. Quizás esta síntesis suene a poco o a una película ya vista. Lo que tiene es que el film va tomando giros impredecibles con un ritmo vertiginoso que no da respiro al espectador. “Cacería Implacable” cuenta con un elenco compacto y creíble (aunque a veces se le va la mano en lo que uno de los personajes tiene que soportar), una fotografía maravillosa y un guión increíble. Realmente es una alegría que se estrene una filmografía como la noruega que por lo general no llegamos a ver y que sea un thriller de acción tan bien hecho. “Cacería Implacable” es un film sumamente intenso e inteligente, no se la pierda.
Suspenso que viene del frío, de Noruega. Un ladrón de arte, una bella pareja que tiene una galería de arte, cuentas en rojo, equilibrio difícil de financias y una trampa mortal. La trama se da vuelta como un guante y mantiene en vilo al espectador, con muertes, persecuciones y tiros. Vale.
Fábula de la víctima y el victimario Parte thriller, parte película de acción, con más de una explosión de humor negro, el último gran éxito comercial del cine nórdico luego de la trilogía Millennium propone una inversión de roles entre un “cazador de cabezas” y su presa. Tiros, líos, cosha golda y un baño de mierda... literal. Eso y algunas cosas más propone el último gran éxito comercial del cine nórdico. Luego del suceso de la trilogía Millennium alcanzado por sus vecinos los daneses, esta producción noruega fue vendida a gran cantidad de mercados internacionales y sus derechos para una posible remake, previsiblemente, ya han sido adquiridos por Hollywood. Con el título genérico y algo blandengue de Cacería implacable, se estrena en nuestro país Hodejegerne, cuya traducción literal es “Cazadores de cabezas”, juego de palabras entre el headhunter de uso corriente en el mundillo empresarial y una mucho más textual aplicación de su significado. Parte thriller, parte película de acción, con más de una explosión de humor negro, el film de Morten Tyldum arranca, voz en off mediante, con una típica secuencia introductoria donde se nos presenta a Roger Brown. Monstruo de dos cabezas, en su vida oficial y pública el señor Brown se dedica a seleccionar posibles CEO en empresas de gran envergadura, a cazar esas insignes “cabezas” que sus empleadores necesitan. Pero detrás de esa fachada se esconde un amigo de lo ajeno, un ladrón de guante blanco dedicado a la sustracción de obras de arte. Ya en los primeros minutos resulta claro que la mirada del film –y, por ende, del espectador– estará siempre cerca de Roger, un tipo que a pesar de su baja estatura y evidente complejo de inferioridad aprendió a jugar en las grandes ligas. Alguien capaz de arriesgarlo todo con tal de mantener el statu quo y conservar a su bella, escultural (y altísima) esposa. Cierta encarnación del Mal parece girar alrededor de ese mundo de empresas asépticas, que no dudan en jugar el juego del doble discurso y las traiciones, tal vez uno de los grandes clichés del cine y la televisión. Es lógico, entonces, que nuestro atípico héroe mueva sus piezas con inteligencia y utilice ese particular commodity, la información, para la feliz concreción de sus actividades ilegales. Este somero repaso argumental apenas si describe un pequeño porcentaje de la trama, cuyas vueltas de tuerca corren el riesgo de apretar demasiado el tornillo. En principio, todo cambia cuando uno de los candidatos de Roger, dueño de un Rubens original de alto valor en el mercado, pasa de ser una de sus posibles víctimas a revelarse como victimario y posible verdugo. A partir del momento en el que Cacería implacable se aleja de Oslo y sale a la ruta, pasa rápidamente los cambios, pone quinta y aprieta el acelerador a fondo. La metáfora automotriz es al mismo tiempo bien concreta, ya que la persecución que ocupa buena parte del metraje incluye todo tipo de vehículos, incluido un tractor. El pobre Roger es literalmente cazado por su “protegido”, otrora soldado de elite y especialista en la tecnología GPS, y allí la película se pone bien loca y pesadillesca, tan improbable como atractiva. Como en un noir tamizado por los hermanos Coen, con quienes el film mantiene más de un parentesco, los cadáveres empiezan a apilarse y las cosas sólo van de mal en peor. Pelado, magullado y mordido, bañado de pies a cabeza en excremento humano, abandonado a sus propios recursos, el cazatalentos devenido en sobreviviente deberá afilar su ingenio si quiere vivir para contarlo. Por momentos, el protagonista recuerda a un James Bond algo improvisado y torpe, pero a quien definitivamente las leyes de la física sólo alcanzan en parte. Esa es la sana diversión que propone Cacería implacable, quizá su mayor encanto. Pero después llega el bajón, cuando a la película, cuya descripción debe incluir necesariamente el adjetivo “ingeniosa”, se le acaba la chispa. Víctima de la dictadura del tercer acto, la necesidad de clausurar cada detalle de la historia hace que el guión gaste todas las ideas, forzando no sólo los límites de la plausibilidad, sino achatando a los personajes, transformándolos en títeres parlantes que explican cada una de sus ansiedades, miedos y deseos. Si hasta parece haber una moraleja en todo el asunto, una vaga acotación sobre el cinismo de este mundo y de cómo la empatía y el amor finalmente triunfan.
Un tipo piola, bajito y ganador Acomplejado a más no poder, Brown, el personaje central de la película, lleva adelante un film eficaz y sin pretensiones. Sangre, accidentes y persecuciones en un guión eficaz pero con mil vueltas de tuerca. Roger Brown (Axel Hennie) es un "Headhunter", un cazador de talentos que elige ejecutivos de primer nivel para importantes empresas. Está casado con una mujer que mide 20 centímetros más que él, a la que complace regalándole pinturas robadas y otros obsequios que están lejos de sus posibilidades económicas. Pero Max es astuto, inteligente y seductor y su único problema parece ser su baja estatura: 1,68 metros, que más de una vez le recuerda al espectador desde la voz en off. Todo parece fluir sin problemas entre un personaje con complejo de enano y su esposa, que de vez en cuando le recuerda sus ganas de tener un hijo. Pero entre exposiciones y galerías de arte, surge un tercer personaje, interpretado por Nikolaj Coster Waldau (uno de los actores de la serie HBO Game of Thrones), un coleccionista de arte con un pasado oculto y poseedor de una pintura que el inquieto Brown desea como nunca. De allí en más, la trama establece el particular juego del gato y el ratón, dentro de los mecanismos del clásico thriller, con una inusitada avalancha de cinismo y gente desagradable pero seductora para el espectador más despierto. Las imágenes de Cacería implacable (horrible título) transcurren a mil por hora, cuestión jamás disimulada por el origen publicitario y videoclipero del director Mortem Tydlum, una estrella detrás de cámaras en Noruega, su país natal. La voz en off, por su parte, permanentemente invasiva, describe al personaje central, tan astuto e inteligente como la película misma. El guión, por otro lado, pega mil vueltas de tuerca, entre ríos de sangre, accidentes casi fatales, persecuciones interminables y una pareja que parece caerse a pedazos debido a las características del incansable y voraz Brown. Es que la película es eso y hasta resulta autosuficiente en sus pretensiones: una mirada sobre el mundo que protege a tipos narcisistas, obsesionados por ocupar un merecido y ganado lugar a través del afano, la mentira y el carácter cínico. Brown es un auténtico hijo de puta y es consciente de ello, dentro de una película eficaz que, obviamente, ya ha sido comprada para su correspondiente nueva versión en Estados Unidos. Y bueno…
EL AMOR ES CARO Oslo le presta su escenario a otro policial que viene de un lugar donde el crimen parece ser el mejor antídoto para escapar del frío y la monotonía. Esta vez se trata de un hombre que roba por amor: su compañera es tan linda que el tipo sólo delinque para poder darle todos los gustos. Amor costoso, que le dicen. El selecciona ejecutivos pero en sus ratos libres roba cuadros. Todo va bien, pero un día la cosa se complica. Y allí empezará la cosa. Suspenso, sospechas, pistas falsas, persecuciones y una señora que, como todas las lindas, sin querer presiona. Lo de siempre, envuelto en un armado distante, a veces absurdo, pero con algunas ideas que sostienen el interés. El film pivotea sobre el dinero. Es lo que da seguridad, altura (su hermosa compañera le lleva diez centímetros) seguridad, aplomo. El señorito roba los originales pero deja una copia. Como para subrayar el espíritu de una época cada vez más confundida entre lo legítimo y lo falso. ¿Ella lo ama? ¿O es sólo la copia de una pasión oportunista? El tono cínico y sobrador del personaje acaba contagiando de idas y vueltas a este thriller elegante, negro y rebuscado.
Suecia no decepciona. Luego de adaptar la popular trilogía de libros de Stieg Larsson, el nuevo boom es Jo Nesbø y su miríada de novelas; la que nos ocupa en esta ocasión es Headhunters, un film que aparenta poco pero termina ganándose al espectador con sus impulsivas vueltas de tuerca y con un protagonista que se llevará los aplausos de todos con el correr del metraje. Basta un buen equipo con el loable hacer del director Morten Tyldum (un reconocido autor de videoclips) y el guión de Lars Gudmestad (la entrega de la saga de terror famosa en su país natal, Fritt Vilt III) y Ulf Ryberg (Millennium 3), que claramente saben lo que hacen, para condensar una historia tensa y brutal tan bien encompasada que en hora y media ya presentó su historia y la cerró con un moño de regalo. Headhunters nos introduce al codicioso Roger Brown, un sujeto que a primera vista es despreciable tanto por como se maneja como por el fastuoso estilo de vida que apenas se puede permitir, todo para guardar las apariencias y esconder los miedos que le atraen sus inseguridades corporales. Para poder mantener contenta a su despampanante esposa, Roger trabaja como un buscatalentos corporativo de día, pero de noche roba costosas pinturas y las vende en el mercado negro. Como todo en esta vida no se puede tener, Roger elegirá a una presa de mayor calibre a las que él está acostumbrado, y la cacería implacable del título (nunca una traducción tuvo tanto -y correcto- peso) comienza raudamente. Hasta que cobra fuerza la trama, se mueve dentro de una atmósfera jocosa, con el protagonista dispuesto cual ganador frente a la platea, pero a medida que los minutos corren, la situación de Roger se va complicando más y más, y las proezas que debe superar generan una tensión casi insoportable de contener. Cada vuelta de tuerca, cada nueva situación que se apila a la acuciante trama no deja ni que uno parpadee para no perderse de absolutamente nada. Hay traiciones, hay persecuciones extrañas (el tractor y el perro, por mencionar una), hay escenas asquerosas (la fosa séptica) y sangrientas, todo un combo que no deja de sorprender hasta el mismísimo final. Gran parte del mérito se lo lleva Aksel Hennie en una actuación visceral y totalmente entregada a su Roger Brown que las pasará negras durante toda la película. Calculador, lleno de recursos, se puede ver que hay un alma sobreviviente detrás de tanta saña, y su viaje es demasiado entretenido con la presencia de Hennie como para ignorarlo. Junto a él hace su debut cinematográfico la periodista y ex-modelo Synnøve Macody Lund quien interpreta a la explosiva esposa trofeo con una pasividad y naturalidad asombrosas, así como también ha de mencionarse la tarea de Nikolaj Coster-Waldau, muy a gusto con el papel de villano (faltaba más, si Game of Thrones le enseño bastante bien a hacerlo) La dirección energética de Tyldum funciona, el guión funciona, la historia funciona, el elenco funciona; todo en Headhunters funciona para intrigar, entretener y contener el aliento hasta el final. Otra pequeña gran joya imperdible traída de tierras nórdicas.
Estaba entusiasmado con la idea de poder ver cine noruego. A parte de eso iba a poder observar al interesante talento de Nicolaj Coster-Waldau (Jamie Lanister de “Game of thrones”, uno de mis personajes favoritos de la serie) en otro papel aparte del que lo hizo famoso para todo el mundo, y sí también para mí. Honestamente no conocía a Jo Nesbo y mucho menos su obra homónima en la que se basa esta película. Pero lo que menos me esperaba era un thriller al mejor estilo Hollywood. Bueno no al mejor estilo Hollywood en realidad, sino al típico estilo Hollywood. Roger Brown (Aksel Hennnie) es un importante cazatalentos (head-hunter). Está casado con Diana (Synnove Macody Lund, en su debut actoral), una hermosa mujer que le lleva casi una cabeza de altura. Para compensar este hecho, Roger está continuamente comprándole todo tipo de regalos de gran valor. Para poder solventar todos estos gastos y su estilo de vida Roger tiene un pequeño pasatiempo; es un metódico ladrón de arte. Una noche en una galería de arte, para ser más específico la galería de arte de su esposa, ella conoce a Clas Greve (Nicolaj Coster-Waldau) quién además de ser un ex ejecutivo en una importante empresa de producción de GPS, etc. posee un Ruben original de muchísimo valor en su colección personal. Puesto que Roger en ese momento tenía que encontrar a un reemplazante para un alto cargo de otra empresa que fabricaba GPS, él se ve interesado por este misterioso hombre por esas dos razones. En el momento en que entra en la casa de Clas para poder robar la pintura, y encuentra el celular de su esposa (Diana) al lado de la cama, es cuando las cosas se complican. Se terminan por descontrolar cuando Roger decide no recomendar a Clas para el puesto, lo que llevará a que conozcamos el lado oscuro de ambos. Si bien el film es entretenido, posee un ritmo intenso y algunas escenas con cierto humor, la dirección, por parte de Morten Tyldum, sobre todo en las escenas de acción deja bastante que desear. Las mismas están mal coreografiadas por lo que pierden no realismo, pero si naturalidad. Las actuaciones, pese a que la mayoría de los personajes son un tanto unidimensionales, son aceptables, incluso para Synnove Macody Lund, modelo sin entrenamiento alguno en actuación. La fotografía ofrece grandes planos, muy apreciables, especialmente de la casa donde viven Roger con Diana, y algunos otros distribuidos a lo largo del film. Por último, el guión no termina de cerrar bien. A lo que me refiero es que la resolución del conflicto está bastante tomada de los pelos, y existen varios sucesos, en especial uno, que resulta muy poco creíble. Se podría decir que es un final típico para los parámetros del cine contemporáneo de Hollywood. Tanto es así que ya estaría acordada la producción de una versión del film en los Estados Unidos. En fin, es un film divertido, entretenido, atrapante, muy al estilo Hollywood. Si uno está buscando lo que en general se entiende por cine europeo, más reflexivo, con más desarrollo de personajes que de acción, más ideológico, etc. es mejor que sigas buscando, porque acá no vas a encontrar eso.
Atrapando al ladrón De vez en cuando alguna película de las nuevas generaciones de directores nórdicos desembarca en las salas argentinas. Generalmente son obras compactas, sobrias y muy bien realizadas de Susanne Bier, Lars von Trier, Bent Hamer o Bille August. Ahora toca el turno de Noruega con “Cacería implacable”, un policial duro, con ironía y una trama sórdida bajo la superficie aterciopelada de casas y muebles de diseño, ropa cara y el mundo del arte. La generación de posguerra que tomó el relevo sintonizó con un mundo en el cual afloran algunos dramas truculentos como “Aguas turbulentas”, de Poppe, o hasta tanques como la trilogía “Millenium”, después de la cual el cine comercial de aquellos países también se hizo un lugar en las carteleras. “Cacería implacable” narra una historia de ambición, con persecuciones muy bien filmadas y bastante violencia. Con sólo tres filmes en su haber -ninguno de ellos estrenado comercialmente en Argentina- y sin premios fuera de un festival en su país, Morten Tyldum construye un relato ágil sobre un ejecutivo con doble vida. El protagonista es un cazatalentos que para sostener los lujos de su estilo de vida y el de su bella mujer, quizás su mejor adquisición, encuentra un nicho en el redituable negocio de robar obras de arte. El problema es cuando, por supuesto, las cosas no salen según los planes.
Relato inteligente, bien realizado y apropiadamente entretenido Cuando un género, temática y/o estilo en cine, va desapareciendo de a poco es casi instintivo por parte de especialistas, críticos, historiadores y espectadores, tratar de revivirlo haciendo alguna referencia. Ahora parece que se puso de moda decir que en Noruega hay directores que hacen cine negro como si fuera parte de una nueva corriente. Uno mira hacia atrás en el tiempo, recordando los clásicos basados en historias de Hammet o Chandler, y no entiende como puede emparentarse eso con lo de hoy porque ni siquiera es pasible de colocarle el rótulo de “evolución”. El cine negro es como el blues. Puede estar técnicamente mejor grabado, pero la esencia es la misma. Casi calcada. Hecha la aclaración de por qué, para quien escribe, “Cacería Implacable” no es cine negro, si cabe decir que estamos ante un gran ejemplo de aquellas viejas películas de intriga y suspenso de personajes con características de inolvidables. Roger (Aksel Hennie) es un hábil, inteligente y astuto ejecutivo. Lo que se conoce como “cazador de cabezas” en tanto mentes talentosas. Entrevista perfiles para colocarlos en grandes corporaciones. Hasta ahí, la misma temática de “Headhunter” (2009), oriunda de Dinamarca, que pudimos ver el año pasado en el 2º Festival de Cine Escandinavo. Sin embargo, en lugar de ir hacia el lado trágico de esta última, los guionistas Lars Gudmestad y Ulf Ryberg le adosan a “Cacería implacable”,y al personaje protagónico, algunos detalles fundamentales para construir un relato realmente interesantes, entretenido y sobre todo renovador para una cartelera tan castigada. Roger tiene un importante complejo de inferioridad, debilidad por las mujeres despampanantes y, sobre todo, una creciente necesidad de mantener una calidad de vida muy por sobre su sueldo. Para llegar al deseado status encuentra en el robo sistemático de pinturas (en complicidad con un jefe de una empresa de seguridad), la forma de adquirir un dinero extra. Nunca alcanza, y como dice él mismo al principio, puede que aparezca una de esas oportunidades para salvarse y colgar los guantes (blancos), aunque si sale mal el riesgo puede llevar a consecuencias fatales. La cautela frente a la tentación irresistible, querido lector. Aparecerá Clas (Nicolás Coster-Waldau), un posible candidato a cubrir un puesto importante y, de paso, cubrir el rol antagónico para que la fórmula funcione. Siempre es menester por parte del realizador saber nutrir a personajes como estos, no sólo de la suficiente dosis de empatía con el público, sino de saber elegir a quien lo interprete. Aksel Hennie (con un aire a Christopher Walken, de joven y más bajito) tiene en su impronta un humor natural y una gran capacidad de asumir las situaciones extremas con una frialdad inquietante. Podría quedar allí, pero Morten Tyldum supo elegir con acierto al elenco secundario para darle vida a una historia en la que saldrá ganando el más calculador. La forma clásica de la realización remite a un estilo romántico y poco frecuente en estos tiempos. Podríamos encontrar ejemplos en la década del 50 en Hollywood o, más acá en el tiempo, en aquella brillante remake de “El caso Thomas Crown” (1999, de John McTiernan. Usted deberá entrar en la sala esperando ver una historia bien narrada, con el ritmo y la dosis justa en todos los rubros, creíble, entretenida y especialmente bien actuada. Todo esto bien vale el precio de la entrada. Puede aprovechar ahora, antes que la versión yanqui con Mark Whalberg (espero estar equivocado), le quite todo signo de vitalidad y frescura.
Entre los originales y duplicados Se han practicado vínculos bienvenidos entre este film -noruego y alemán- y El affaire de Thomas Crown (1968), lo que da cuenta, a su vez, del pasado inevitable que significa el buen cine de géneros norteamericano. Cacería implacable es el -desafortunado- título elegido para Hodejegerne o, tal la traducción inglesa, Headhunters: "cazadores de cabezas". Entonces: mixtura entre pinturas robadas y persecuciones mortales. Y qué buen disfrute. Lo que significa, por un lado, que los géneros cinematográficos reverdecen en otras cinematografías mientras que, por el otro, desfallecen en la norteamericana (ya hay proyecto de remake con protagónico de Mark Wahlberg). Nada del otro mundo este film noruego pero, eso sí, con el suficiente pulso como para probar cómo anda la adrenalina del espectador. Y todo esto, también y qué importante, sin subestimarlo, mientras lo adentra en un juego de piezas desarmables y rearmables; esto es: el rompecabezas que un buen film policial debe tener como estructura. Desde esta instancia primera, tan justa y necesaria como para sentarse a disfrutar, los partícipes del juego -porque, tal como dice Roger, "para ganar hay que jugar"-. Roger es petiso, más aún al lado de su esposa, bien alta, exitosa, ligada al mundo del arte, muy bella. Hay que suplir esa diferencia con una casa a su altura, con una vida de buen pasar. Roger elige buenos candidatos para roles administrativos, gerenciales. Tal su trabajo. Ve pasar mucho dinero y elige compensar la diferencia al robar pinturas caras. Entrevista candidatos posibles, en este sentido, desde ambos rubros: lo gerencial y lo artístico. Ladrón de guante blanco, en suma, que encontrará una némesis justa. Nuevo candidato y, a la par, corporaciones poderosas. Armas, estrategia militar, pactos, dinero, mucho más que lo que apenas solía ocurrir. Y muertes. Ahora, sí, Roger está en problemas. ¿Quién es quién? ¿Original o copia? ¿Vivo o muerto? La persecución comienza y la película, apenas, se toma descanso. Mientras, de a poco, la madeja se enreda más. A destacar la tarea de Aksel Hennie en su papel de ladrón, tan parecido por momentos a Christopher Walken desde ciertos momentos de suspensión, cargados de tics apenas, casi impertinentes. Petiso artero que tendrá frente a sí a Nikolaj Coster-Waldau, a quien la audiencia televisiva sabrá reconocer desde los rasgos de uno de los personajes fundamentales del clan Lannister, en la serie Game of Thrones. Entre ambos idas y venidas, momentos de humor (negro), y olor bien podrido (esto es en serio). Ahora bien, y no porque el desenlace resuelva, habrá de pensarse que todo encaje armónicamente. Sino que, cuidado, todos esconden algo asesino o, por lo menos, siniestro. Aún cuando, decisión alcanzada, sean los hijos el fruto tan deseado. ¿Tan deseado?
La empatía de la huida De vez en cuando llegan a la cartelera especímenes de esa poco acostumbrada y bienvenida categoría que es el cine europeo de género, así como el año pasado sucedió con el filme austro-alemán Sin escape o con la nórdica trilogía Millenium o hace poco con la franco-suiza Cómplices. En este caso, Cacería implacable supone la tercera película del noruego Mortem Tyldum, quien concibe un thriller de relojería alimentado de vueltas de tuerca nunca excesivas, siempre felices e inteligentes. Obsecuentes en su misión y a la vez silenciosamente discretos como el realizador, los enemigos protagonistas de Cacería implacable se definen en torno a la dualidad que separa al que huye y al que persigue: Roger (Aksel Hennie) es un cazatalentos exitoso que para financiar su glamorosa vida mantiene una dedicación paralela ilegal, el robo de obras de arte; Clas (Nikolaj Coster-Waldau, el Jamie Lannister de Juego de tronos), mientras tanto, aparece de un día para el otro como un severo rival que no sólo parece acostarse con la bella mujer de Roger, sino que posiblemente también trama junto a esta un oscuro complot para asesinar al ladrón. Pero por suerte nada está del todo esclarecido en este filme de bien manejado suspenso y peripecias persecutorias al borde de la hilaridad que recuerdan al mejor Verhoeven: la escena de Roger sumergiéndose de cuerpo entero en un burbujeante depósito de materia fecal bajo una letrina rural mientras Clas inspecciona el rústico baño a punta de pistola sólo puede ser superada por el escape de Roger unos momentos después a bordo de una especie de tractor que carga atravesado en una de sus púas al bamboleante perro del perseguidor. Y ese es sólo el comienzo. Por si fuera poco, la película también desarrolla un subargumento acerca de la empatía y la capacidad de amar de uno u otro malhechor (cuestión que desemboca en el ligeramente edulcorado final, tal vez el único paso en falso de toda la cinta), equiparable a la humanidad cómplice del director noruego hacia el espectador agradecido.
La mediocridad también se consigue en los países nórdicos Nos quejamos mucho de la inmensa cantidad de defectos del cine industrial estadounidense, de la falta de energía y propósito de muchos de sus productos, de cuanto inflan a través del marketing a diversos films, de cómo inundan los mercados con películas inútiles. Y no está mal quejarse de eso, manifestar nuestro rechazo frente a formas de cine perimidas o restrictivas, pero deberíamos aplicar ese mismo criterio hacia ciertas producciones europeas que presentan parámetros similares: toman modelos de realización norteamericanos globalizados, no tienen identidad propia, se sostienen más en el marketing que en la narración. Cacería implacable tiene bastante de lo anteriormente mencionado. De hecho, forma parte de ese nuevo fenómeno que se está dando con el cine nórdico, que está teniendo bastante éxito comercial en todo el mundo, además de ser reversionado por Hollywood. La saga Millenium es el ejemplo más fuerte, y uno bastante sobrevalorado por cierto: en opinión de este crítico, estamos hablando de una serie de thrillers correctos, pero con puestas en escena limitadas y cuasi televisivas, y argumentos bastante enrevesados pero con resoluciones simplistas y efectictas. Si tomamos en cuenta que los productores de la saga Millenium están detrás de Cacería implacable, algunas cosas empiezan a encajar perfectamente. Empezando por el éxito de este film noruego, que supo venderse muy bien, hasta el punto de conseguir distribución en 50 países (todo un récord para el cine de esa nación) y que un estudio hollywoodense adquiera los derechos para su remake incluso antes de su lanzamiento inicial. Pero siguiendo además con esa liviandad y falta de riesgo real que hace que la película sea en verdad totalmente intrascendente. El film arranca desde una visión negra de la existencia, con el protagonista, Roger, comentándonos a través de la voz over cómo es alguien que lo ha conseguido todo a través del juego de las apariencias y la ayuda del dinero. Es que por un lado es un respetado cazatalentos, pero también un experto ladrón de arte que roba cuadros a los que reemplaza por copias similares. Todo eso, cree él, le ha permitido conseguir un estilo de vida extremadamente cómodo y una esposa hermosa a la que ama, pero con la que percibe un conflicto a futuro: ella quiere hijos, él no. Un día conoce a Clas, un ejecutivo de la industria electrónica y ex mercenario, quien posee un cuadro valiosísimo, de esos cuyo monto serviría para que Roger se retire de una vez y para siempre. Obviamente, las cosas salen mal, la vida personal y profesional de Roger empiezan a colisionar peligrosamente y los cadáveres se acumularán rápidamente. Todas estas peripecias son relatadas con escaso vuelo narrativo, a pura rutina y con unos cuantos agujeros en el guión. Y si encima le agregamos un brusco cambio de tono en los minutos finales, donde se pasa de la negrura absoluta al cuentito de ingenio típico de las películas de asaltos y estafas, sin un sustento adecuado en el desarrollo de los personajes, el resultado termina siendo bastante discreto y hasta mediocre. Es cierto que Cacería implacable no ofende a nadie, a pesar de ciertos giros conservadores que posee. Pero no deja de ser otro producto que poco agrega a la cartelera, obstruyendo más que enriqueciendo.
Cazatalentos exitoso y millonario (o por lo menos en apariencia). Esposa hermosa, curadora de una galería de arte. Propiedades y autos de lujo. Y un hobbie que sustenta su ostentoso nivel de vida: robar cuadros. Durante una de las tantas muestras en el local de su mujer, Roger es presentado con Clas, posible candidato para cubrir un puesto gerencial en una de sus búsquedas y dueño de una valiosísima pintura que podría liberarlo de la maldición de los robos de una vez y para siempre. Planeado el atraco meticulosamente, Roger descubrirá que pasó de gato a ratón, iniciado una carrera contrarreloj para salvar su propia vida. El cine noruego no suele llegar a las salas comerciales de nuestro país, pero esta producción vine con el aval de haber sido concebida por los mismos productores de la saga Millennium. “Mido 1.68 y eso tiene que ser compensado con dinero: a las mujeres le gustan los altos”, comienza diciendo el protagonista, quien padece de un gran y notorio complejo de inferioridad. Tal vez por esto no detecta las señales que le indican que toda su vida está a punto de estallar. El engaño (de todo tipo) es el eje entorno al cual gira el relato y cuando el victimario de transforma en victima la historia da un increíble vuelco, ganando en emoción y adrenalina.
Esto es Thriller! "Cacería Implacable" es un thriller noruego con mucho ángel, sofisticación, violencia fría y que es increíblemente entretenida. Tiene algunos elementos descuidados en la narración, pero es innegable que esta gente sabe plantear buenos entretenimientos. El director Morten Tyldum ("Buddy", "Varg Veum") se juntó con algunos de los productores de Millenium (la trilogía de películas suecas basada en las famosas novelas de Stieg Larsson) para darle vida a una historia impactante, que ya hemos visto en trabajos similares de otros directores y estrellas hollywoodenses, pero que no pudieron lograr ni el 50% del efecto hipnótico que produce en el espectador este film que realmente es una de las sorpresas gratas del año en materia de estrenos en nuestro país. El protagonista se come la peli... Roger Brown es un millonario rubio cara de nada con todos los problemas habidos y por haber, que en sus momentos libres, se dedica al robo de carísimas obras de arte. Tiene poco o nada de moral, es absolutamente inseguro, egoísta, obsesivo y un poco psicótico. Es el anti héroe por definición. Pierce Brosnan en "El caso Thomas Crown" es un nene de pecho al lado de este frío y excéntrico ladrón de arte. El nudo de la trama se produce cuando aparece en su vida Clas Greve, un inteligente empresario que trabajaba para la competencia y que ahora pretende ocupar un puesto en la corporación donde trabaja Roger. Con el correr del metraje se irán develando las verdaderas intenciones de Clas, y Roger se verá envuelto en un infierno en el que nunca se imaginó estar metido. Lo mejor es sin dudas, la tensión que se logra crear en el público, alternando escenas de frías interacciones entre los protagonistas con otras escenas de violencia extrema y vueltas de tuerca voladas que desacomodan el cerebro, pero de buena manera. Está cargada con un cierto realismo que la convierte en un producto mucho más impactante y aterrador que una peli típica del género llena de efectos especiales. Lo más flojo es quizás la falta de fluidez en la narración, que por momentos hace saltos temporales en la historia que no son conectados de la mejor manera. Por lo demás, un thriller bastante recomendable que vale la pena disfrutar en la gran pantalla antes de que la retiren prematuramente para poner en cartel alguna otra estupidez de exorcismos y casas embrujadas. Una joyita del film, el dogo argentino que aparece en algunas escenas de persecución... que lindo bicho!
Todos tenemos un Plan "Cacería Implacable" es un título absurdo, impuesto por esas cosas de la distribución a este magnífico filme de origen noruego. En el título original hace referencia a los "Cazadores de cabezas" en el mundo de las finanzas y ya se verà porqué. Estamos ante un filme rebosante de sorpresas y giros inesperados que deparan al espectador una grata velada con su visión. Un sibarita, un tipo de buen vivir, casado con una bellísma e inmensa mujer, que mantiene su "bont-vivant" en base a increíbles robos millonarios de piezas de arte(cuadros), aunque sea ejecutivo de alto rango, exitoso en su vida diaria. Pero nada parece alcanzarle. Pero esto recién comienza, y el guión tan original como dinámico, nos ofrecerá un verdadero plato fuerte en materia de thriller de suspenso, habrá más de una sopresa conformando un relato sorprendente, una madeja de gente falsa de que nadie sabe quién es el otro, etc y se sabe cuando el cine logra sorprender -fuera de cualquier efecto especial- es lo más. El protagonista es para nosotros un ser desagradable, soberbio, un canalla, que por cosa del guión va logrando empatía con la platea, y eso se debe a lo bien dirigida y producida que está la propuesta, de a ratos con reminiscencias de cine al estilo Hitchcock o algún ejemplo de Polanski. Por otro lado ha sido tan bien recibido este filme a nivel mundial, que los inefables productores de Usa, ya tienen en carpeta hacer su remake americana. Película imperdible si las hay, y entre lo mejor visto este año. Ahhh y hay una escena que Uds. no olvidarán por mucho tiempo....a ver si adivinan cuál es???
Un intenso thriller que no te da respiro y mantiene el suspenso hasta la última escena. Narra la vida del protagonista Roger Brown (el talentoso actor Aksel Hennie, en “Max Manus”) en su presentación nos dice que mide 1, 68, es un pícaro encantador, es el más exitoso caza talentos noruego, lleva una vida de lujo, su casa cuesta más de 30 millones de dólares, roba obras de arte para subsidiar su carísimo estilo de vida y está casado con Diana Brown (Synnøve Macody Lund), hace siete años, es atractiva, bella y sensual mujer, ella tiene una galería de arte y uno de los conflictos es que él no quiere tener hijos y hasta tiene un amante Lotte (Julie Ølgaard). La ambición, ese deseo vehemente de poseer riquezas, fama, poder u honores, puede llevar al hombre a la destrucción y Roger no es la excepción. Cuando él conoce a un ex mercenario Clas Greve (Nikolaj Coster-Waldau, actor de “Game of Thrones“) en la galería de arte de su esposa, y se entera que este posee una valiosísima pintura un Rubens, cuya cotización es de cien millones de dólares, sus ojos brillan. Al conocer esto él realiza una delicada investigación, arriesgando todo para poseer la pintura, averiguando horarios de todo tipo, si tienen perros (esto le molesta, si los hay), cuenta con la ayuda de un empleado de una firma de seguridad Ove Kjikerud (Eivind Sander) un experto en anular las alarmas, cortando la tela, pone una reproducción para después poder venderlas es muy prolijo. El film está basado en el best seller del año 2008 de Jo Nesbo y viene de la mano de los productores de “Millennium”; es un intenso thriller de acción, con mucho suspenso, muy buenas actuaciones, con escenas muy fuertes y sangrientas, un imponente paisaje noruego, está la traición, venganza y ambición que llega a ser mortal, contiene varios vueltas de tuerca, humor negro y el espectador queda pegado a la pantalla y la butaca por su intensidad.
Hollywood noruego Roger no es un tipo cualquiera. No es el clásico padre de familia, ni el empleado que entrena al equipo infantil del barrio los domingos, ni el muchacho enamoradizo que es capaz de cualquier cosa por el amor de su pretendida. Tampoco es un ex agente de la CIA, como Liam Neeson en la otra película “implacable” de la cartelera. Roger es un empresario exitoso que trabaja en una firma importante y es una pieza fundamental en la estructura de la compañía. Tiene una mujer rubia, esbelta, despampanante, mucho más alta que él y definitivamente más agraciada. Roger no cree ser suficiente hombre para esa mujer, por lo que trata de darle todos los gustos para que no se aleje. La casa de 30 millones, la exposición de cuadros, los aros más caros de la joyería son demasiado para su sueldo a pesar de su buena posición, por lo que tendrá que buscar una alternativa. Entonces, Roger es un ladrón de arte. Su vida oculta, no muy convencional aunque efectiva, marcha sobre ruedas hasta que conoce a un sospechoso sujeto y las cosas se empiezan a complicar. Cacería implacable es un filme noruego, ya lo hemos dicho, pero tiene todo lo que un thriller hollywoodense podría tener. Si el idioma nos fuera más familiar y en lugar de a Aksel Hennie (Roger) tuvieramos a Tim Roth y a Aaron Eckhart para el papel de Nicolak Coster-Waldau (Clas Greve, el extraño sujeto), nunca nos daríamos cuenta de que se trata de una producción que no fue hecha en el corazón de la industria cinematográfica norteamericana. El filme no tiene la típica narración europea, cuenta con un montaje movedizo, vibrante, poderoso, pero también exhibe los vicios clásicos de las películas estadounidenses: los giros rebuscados, los excesos en el forzamiento del verosímil, los caprichos innecesarios a la hora de resolver los conflictos. De este modo, su guión oscila entre una estupenda primera mitad -la parte de la cacería, en donde se ve a Roger en un lugar para el que no está preparado, sentimos la empatía con un personaje absolutamente desagradable, pero con el cual el espectador se identifica por su miedo, su torpeza, y también su tesón- y una segunda parte que pierde fuerza. Cuando la historia comienza a volcarse hacia su resolución, las vueltas de tuerca se multiplican hasta el hartazgo, los excesos pululan por doquier y el resultado final deja un sabor agridulce. La debacle narrativa es lógica: mientras el verosímil se sostiene durante una primera mitad porque vemos a un tipo inexperto escapar a duras penas de un cazador implacable, termina por romperse cuando el torpe protagonista da un giro de 180 grados para volverse él mismo el implacable cazador. Con una interesantísima primera mitad, con algunas escenas muy bien logradas y otras directamente memorables (¡menos mal que encontró un tubo de papel higiénico!), Cacería implacable es un filme que cumple con entretener durante sus casi dos horas de metraje, pero que hubiera funcionado mejor si sus guionistas no se hubieran roto tanto la cabeza para hacer encajar piezas en donde no hacía falta.
Muy buen policial de origen noruego Por su origen, Cacería implacable es una rareza en los cines de Bahía Blanca, aunque es probable que dentro de dos años veamos la versión norteamericana, como ocurrió con Insomnia (1997), de Eric Skoldjaerg, que derivó en Noches blancas (2001), de Christopher Nolan. Al igual que el filme de Skoldjaerg, Cacería implacable también es un policial, pero recorrido por un autoconsciente humor negro, además de una cierta adhesión al lema "todos pierden, nadie gana", que regía el cine policial de los años setenta. La historia se desarrolla en Oslo y el protagonista es Roger Brown, un "cazador de talentos" para empresas importantes de esa ciudad. Su función es descubrir, entrevistar y seleccionar ejecutivos capaces. En la apertura del relato, Roger oficia de narrador. Se reconoce inteligente, exitoso, inclusive con las mujeres, que ha logrado todo lo que deseaba a pesar de su escasa estatura, lo que inicialmente le había acarreado cierto complejo de inferioridad. Está casado con Diana, propietaria de una galería de arte y ambos llevan una vida ostentosa. Para mantener ese statu quo, periódicamente se convierte en ladrón de guante blanco. Con la complicidad de un experto en desactivar alarmas, sustrae obras de arte, que vende en otros países. Esa rutina se quiebra con la aparición de Clas Greve, un ejecutivo danés que llega a Oslo para hacerse cargo --dice-- de una mansión que heredó de su abuela. Pretende radicarse en esta ciudad y para ello necesita de los servicios de Roger. Con una intencionalidad que se descubrirá oportunamente, Greve comenta que en la casa de su abuela hay una pintura original de Rubens valuada en cien millones de dólares. El dato conmueve a Roger, pues estima que puede ser la solución de todos sus problemas económicos. Lo que Roger no sabe es que Greve es un especialista en sistemas de comunicación y en otra época fue un mercenario, con actuación en varios países del Tercer Mundo, incluido Bolivia. A partir de su decisión de adueñarse de la pintura de marras, Roger vivirá las más insólitas aventuras, siempre en tren de víctima o fugitivo, que lo llevará en algún momento a sumergirse en lo que es en la vida real. Quien haya visto la película entenderá los alcances de esta apreciación. En esa travesía, aflorarán la violencia, el suspenso, algunos muertos y, ocasionalmente, el gore, además de traiciones, infidelidades y ambiciones desmedidas. Finalmente el espectador descubrirá que detrás de ese trajín macabro hay bastante más que una obra de arte. El estilo narrativo varía entre el cine de acción y el policial negro. Sorprende la solidez del guión, basado en la novela de Jo Nesbo, quien también participó en la adaptación. También corresponde destacar las actuaciones, en especial de Aksel Hennie, quien pasa por los mayores descalabros con un espíritu que, a pesar de su detestable catadura moral, logra generar una cierta empatía.
Cada tanto aparecen películas que atrapan al espectador de principio a fin, que lo mantienen en vilo en su butaca, tanto por un acertado guión como por las interpretaciones. Este es uno de esos casos. Cacería implacable (Headhunters), de los mismos productores de la saga Millenium, muestra la vida de Roger Brown y su mujer Diana, que llevan una vida de grandes lujos. Él tiene un importante puesto como caza talentos en una empresa de tecnología, y ella es dueña de una respetada galería de arte. Pero para mantener el alto perfil de vida que poseen, Roger se dedica a otra actividad ilícita y secreta para todos: roba costosas obras de arte de sus clientes o conocidos con la ayuda de su amigo Ove, un empleado de una compañía de vigilancia. Tiene algunos conflictos maritales, pero su vida en general marcha bien. En una exposición su esposa le presentará a Clas Greve, un ex ejecutivo que parece un excelente candidato para la empresa para la que Roger trabaja, y decide conocerlo. Y así se enterará de varios sucesos, como que este hombre ha formado parte de un grupo especial de la Armada Danesa en su juventud. Pero la revelación más impactante será otra: saber que Clas tiene en su poder una valiosa pintura de Rubens. Entonces Roger decidirá hacer lo necesario para obtener el cuadro y salvarse de por vida. Todo esto es sólo el comienzo de la película. A partir de allí la historia irá en una escalada de eventos que cambiará la vida de todos minuto tras minuto, y donde, conducidos por la acción y el suspenso, se revelarán secretos que nadie conoce y que volverán a Roger la presa de una feroz persecución. La película está protagonizada por Aksel Hennie (Roger Brown), un respetado actor noruego que brinda una interpretación visceral en el film; Nicolaj Coster-Waldau (como Clas Greeve) actor danés también reconocido a nivel internacional por su participación en la serie de televisión Game of thrones, y la hermosísima Synnove Macody Lund, que en su debut cinematográfico hipnotiza en cada plano. Pero sin duda el punto fuerte del film es el guión, adaptado del best seller del escritor noruego Jo Nesbo, destacado por la crítica internacional como responsable de expandir los márgenes de la novela negra moderna, y que obtuvo ventas de más de 8 millones de libros con Headhunters. Y justamente ahí radica el potencial de la película, con un guión vertiginoso que muta constantemente, que entretiene, es imprevisible, y consigue capturar la atención del espectador en todo momento. La película aborda grandes temas en torno a la conducta humana como la ambición, las traiciones, la venganza, la incertidumbre frente a determinadas situaciones, y principalmente las relaciones de poder, tanto en el ámbito laboral como en el personal. Una gran película, que vale la pena ver en cine, y que atraviesa los géneros de acción y suspenso de manera inteligente y salvaje a la vez que explora el comportamiento humano en sus múltiples aristas.