Los monstruos invaden Madison. Por fin estamos ante una sorpresa en el campo del entretenimiento hollywoodense ATP, un mínimo ejemplo de hasta dónde se puede llegar si se encara el proyecto de turno con paciencia narrativa y algo de cariño hacia los personajes. La fórmula detrás de Escalofríos (Goosebumps, 2015) es muy sencilla aunque eficiente: tenemos un contexto ochentoso de “pueblo chico copado” a la Gremlins (1984), la premisa fantástica y el fetiche para con los CGI de Jumanji (1995), y un tono que deambula entre la comedia familiar y las aventuras en sintonía con Una Noche en el Museo (Night at the Museum, 2006), lo que redondea una experiencia gratificante sostenida tanto en la mesura del relato en su conjunto como en el carisma del gran Jack Black, uno de los últimos bufones verdaderamente chiflados del cine. La película se destaca desde su misma concepción, ya que en vez de adaptar alguna de las múltiples novelas infantiles de horror de R.L. Stine, pertenecientes a la archiconocida franquicia de Goosebumps, aquí el equipo de realizadores decidió construir una historia que incluya por un lado una gama variopinta de criaturas de la noche (marca registrada de la saga), y por el otro al propio autor en tanto personaje ficcional (como era de esperar, Black en este apartado privilegia su histrionismo por sobre el humor absurdo que lo caracteriza). En esta oportunidad la trama explota la avanzada destructora de un grupo de monstruos que cobran vida a partir de las propiedades mágicas de una máquina de escribir: cada libro encierra a seres de pesadilla, que se liberan cuando se abren los cerrojos de los volúmenes. Más allá de los estereotipos en cuanto al desarrollo en general, se agradece el detalle de apuntalar un trío de protagonistas adolescentes con carnadura y bien delineados. De hecho, la primera media hora está dedicada a presentarnos a Zach (Dylan Minnette), el “chico nuevo” en el pueblito de Madison, Hannah (Odeya Rush), una vecina sexy y misteriosa, y Champ (Ryan Lee), el secundario bizarro que nunca puede faltar. El Stine de Black, hoy padre de Hannah, es una especie de ermitaño paranoico que la mantiene alejada del mundo, lo que por supuesto deriva en la curiosidad/ obsesión de Zach y en el accidente posterior que desencadena la hecatombe. Las hordas de engendros están comandadas por Slappy, un muñeco psicótico que busca venganza contra su creador por la maldita “reclusión literaria”. Considerando el desempeño del director Rob Letterman hasta la fecha, responsable de propuestas bienintencionadas pero fallidas como El Espanta Tiburones (Shark Tale, 2004), Monstruos vs. Aliens (Monsters vs. Aliens, 2009) y Los Viajes de Gulliver (Gulliver’s Travels, 2010), sin duda Escalofríos rankea como la mejor del lote. Aquí no hay sermones sobre los vínculos comunales, pavadas de autodescubrimiento o los chistes grasientos del mainstream de nuestros días; todo aquello queda en el olvido gracias a un periplo que se juega por el terror honesto y amigable, siempre hermanado a la imperiosa necesidad de sobrevivir a una noche de desmadre total. Por suerte el encanto de las pequeñas hazañas supera a tanta polución CGI que tiende a despersonalizar al cine, bloqueando su corazón…
Jack Black se pone en la piel del escritor R.L. Stine para protagonizar esta aventura familiar llena de fantasía y extrañas criaturas. Sus creaciones literarias cobran vida y atormentan a un apacible pueblito americano, si, todo muy al estilo de “Jumanji” (1995). Las comparaciones son odiosas, pero en este caso se hace imposible evitarlas. “Escalofríos” (Goosebumps, 2015) toma la fórmula de aquel gran clásico de los noventa interpretado por Robin Williams, para contarnos algo bastante parecido, pero con una vueltita de tuerca. El director Rob Letterman –que vuelve a repetir junto a Jack Black tras “Los Viajes de Gulliver” (Gulliver's Travels, 2010)- pone al mismísimo autor como protagonista de su historia, mezclando una extraña realidad con la fantasía desbordada que aportan sus fábulas de terror para chicos y adolescentes. La película toma el nombre de una de las series literarias más exitosas de todos los tiempos –sí, hay chiste sobre eso-, y a sus estrambóticos personajes. Todo arranca cuando el joven Zach (Dylan Minnette) y su mamá abandonan la gran ciudad por el tranquilo pueblito de Greendale, en Maryland, para comenzar de nuevo después de la muerte de su padre. Típico adolescente taciturno que no encuentra su lugar en el mundo, el chico pronto conoce a Hannah (Odeya Rush), su vecinita, y a su estricto padre que no le permite salir de la casa por extraños motivos. Tras varios malentendidos, el chico y su nuevo amigo Champ (Ryan Lee) logran colarse en la vivienda de la joven y es ahí donde empiezan los problemas. Una biblioteca llena de manuscritos celosamente resguardados y una llave, se convierten en una tentación demasiado grande para estos curiosos adolescentes. Desde las páginas de un libro se escapa una enorme criatura, el Yeti, y desde ahí, ya no hay vuelta atrás para esta locura. El autor, R.L. Stine (Black), llega en el momento preciso para salvar las papas, pero en el embrollo también se liberó el malévolo Slappy, un vengativo muñeco de ventrílocuo que no tiene la mínima intención de volver al encierro, y decide liberar a todos sus congéneres de tinta para destruir todo a su paso y vengarse del hombre que los encarceló para toda la eternidad. Seres espaciales, insectos gigantescos, muertos vivos… ustedes elijan la criatura que más les guste, si Stine la imaginó, cobra vida a lo largo de la película. Lo que sigue es una aventura contra reloj para salvar a los habitantes del pueblo y lograr detener a Slappy y su diabólico plan sin morir en el intento. Todo es caos, acción y humor en clave adolescente, aunque bastante más naive de lo que uno podría (o quisiera) imaginar. “Escalofríos” es sólo eso, una aventura familiar, entretenida, pero que no aporta gran cosa en una época donde todo ya está dicho y hecho. Son los jovencitos los que llevan adelante la historia, bastante más reales y menos estereotipados de lo que estamos acostumbrados a ver. Punto a favor. En cuanto a Jack Black, bueno, es Jack Black, con sus manierismos y muecas de marca registrada que suelen volverse repetitivos y molestos, pero acá parece un poco más controlado. Si volvemos a comparar con “Jumanji” y sus veinte años de antigüedad, podemos decir que envejeció muy bien y que sus efectos (dramáticos y especiales) siguen siendo incluso mejores que los de esta prima lejana del siglo XXI. “Escalofríos” tiene su violencia contenida, sus sustos a medio camino y la cuota de humor necesaria para convertirse en una aventura fantástica para toda la familia, hecha y derecha, aunque tal vez, la disfruten muchísimo más los pequeñines, cuyas mentes están menos saturadas que las nuestras. Dirección: Rob Letterman Guión: Darren Lemke Elenco: Jack Black, Dylan Minnette, Odeya Rush, Amy Ryan, Ryan Lee, Jillian Bell, Halston Sage.
Monstruos vs. Humanos Basada en la serie de populares cuentos (son varias decenas) escritos por R. L. Stine (que ya habían servido de inspiración para una serie televisiva que tuvo cuatro temporadas), esta nueva película del director de El espanta tiburones, Monstruos vs. Aliens y Los viajes de Gulliver combina terror, comedia juvenil y un show histriónico de Jack Black con resultados moderadamente divertidos. Mixtura entre el subgénero de comedias de high-school con toques románticos y cine fantástico pródigo en efectos visuales para presentar la invasión de monstruos de ocasión, Escalofríos es tan correcta como mecánica, tan profesional como conducida con un piloto automático que nos llevará sin riesgo ni audacia hasta el destino final. El protagonista es Zach (Dylan Minnette), un adolescente que se muda de Nueva York a una casona en Madison junto a su madre viuda (Amy Ryan). El vecino no es otro que R. L. Stine, el huraño autor de libros fantásticos que vive encerrado junto a su hija Hannah (Odeya Rush). Al poco tiempo ya se sabrá por qué. El “chiste” aquí es que las creaciones monstruosas de Stine cobran vida cuando alguien abre cualquiera de sus libros y, claro, el torpe y querible Zach no tardará en encontrar y usar la llave. Lo que sigue es una acumulación de desventuras (de acción, comedia y romance) que transcurrirán sobre todo en el colegio de turno. Hay algo de Pixeles (otro lanzamiento reciente de Sony que mezclaba actores y animación) en la receta y, en ese sentido, la película no logra salir de la lógica tan en boga de la acumulación y el vértigo sin demasiado espacio para el desarrollo de personajes ni conflictos. Jack Black -lejos de sus mejores trabajos- regala otro festival de muecas y sobreactuaciones, aunque lo suyo no llega a irritar. Una película más, sin grandes hallazgos ni traspiés, pero si quieren disfrutar de una comedia de terror más gratificante siempre se puede regresar a Los Cazafantasmas...
Una entretenida propuesta que combina comedia juvenil con terror y hace referencia a títulos famosos del género. Jack Black regresa en la piel de un escritor en cuya mente se esconden varios monstruos. Una lograda combinación de comedia juvenil y terror es el motor de la nueva propuesta encabezada por Jack Black y dirigida por Rob Letterman, la mimsa dulpla de la fallida Los viajes de Gulliver. En esta ocasión, el tono fantástico de la película y la buenas ideas aplicadas a un guión que recuerda a Jumanji conducen a un vertiginoso relato que no da respiro y muestra además la desprotección de adolescentes intrépidos ante el mundo de los adultos. En ese sentido, Zack -Dylan Minnette, el actor de Déjame entrar- es un joven que llega junto a su madre al pueblo de Greendale, en Maryland, para iniciar una nueva vida después de la pérdida paterna. Nueva casa, nuevo colegio y también unos vecinos misteriosos: Hannah -Odeya Rush-, la chica que vive recluída y a merced de su padre, R.L. Stine -Jack Black en una buena composición-, el autor de historias de monstruos que asegura que sus libros venden más que el propio Stephen King. Con ese tono que se mueve entre la ingenuidad de los chicos, la irrupción a un mundo desconocido y la presencia del autor en cuya mente se encierran monstruosidades varias, es sólo cuestión de esperar que las criaturas se liberen, salten del papel a la realidad y alteren la vida de la pequeña comunidad. Escalofríos es, además de un homenaje a los títulos clásicos del género fantástico, un atrapante viaje a escenarios lúgubres, a un colegio con cambia de autoridades y a un parque de diversiones abandonado. La aparición y multiplicación de criaturas varias hacen que el espectador disfrute del relato como si se tratara de un divertido "tren fantasma". Enanos de jardón que emulan a los Gremlins; un payaso y un auto poseìdo similares a los creados por King en It! o Christine; el hombre lobo; un ejército de zombies y un muñéco maldito , son algunas de las tantas sorpresas que depara el film. La mención de The Blob, el clásico de ciencia-ficciòn protagonizado por Steve Mc Queen también da en el blanco en el momento indicado. El realizador tiene entre manos una bomba que sabe manejar y explotar en su medida justa, atrapando tanto a adolescentes como al público adulto, y ofreciendo algunos sobresaltos pero sin olvidar que la risa y la diversión también forman parte del juego.
De los best sellers para chicos al cine y en 3D, con un Jack Black siempre inspirado, dándole vida al autor y las terroríficas figuras que creó que cobran vida para aterrorizar a un pueblo. Romance, aventuras y monstruos. Ideal para chicos preadolescentes.
Llegaron los monstruos! R. L. Stine (Jack Black) es un prolífico escritor de cuentos de terror que vive en Greendale, un pequeño pueblito de Maryland, junto a su hija Hannah (Odeya Rush). Nadie en el pueblo tiene contacto con él, vive encerrado junto a sus libros y a todos los escalofriantes personajes que ha creado. En procura de acercarse a su hija, su nuevo vecino Zach (Dylan Minnete) -un chico que recién se ha mudado desde nueva york junto a su madre- y su amigo Champ (Ryan Lee) entran a la casa de Stine, meten la nariz donde no deben y encuentran una llave que libera a todos los personajes de los libros. Al estilo "Jumanji", la fantasía y lo sobrenatural invaden el pueblo. Comandados por un muñeco diabólico llamado Slappy (con la voz de Jack Black) un ejército de criaturas hacen de las suyas aterrorizando a los habitantes. Un enorme Yeti, aliens, plantas carnívoras, un grupo de malignos enanos de jardín y cuanta criatura extraña y terrorífica exista desfilan por esta comedia familiar llena de aventuras y humor, donde no faltan los estereotipos como el enamoramiento juvenil ni las moralejas sobre las relaciones entre padres e hijos adolescentes, ni algún que otro lugar común. Stine con la ayuda de su hija, su vecino y su amigo deben encontrar la manera de salvar al pueblo y devolver a los personajes dentro de los libros, donde se niegan a volver. Jack Black se luce con todas sus muecas y su histrionismo, y los tres protagonistas adolescentes llevan con gracia y buena química toda la historia. Rob Letterman -que ya había trabajado con Black en "Los Viajes de Gulliver"- construye una muy buena comedia de aventuras, que aprovecha todos los personajes del imaginario de los clásicos de terror, combinándolos con un excelente 3D y todos los efectos especiales posibles, construyendo un entretenimiento familiar sólido y de calidad.
Un thriller para chicos Un actor en su salsa, filme de terror para adolescentes y mensajes ocultos: una mezcla para sufrir y disfrutar. Con Escalofríos, el director Rob Letterman, tal cual lo hizo en Los viajes de Gulliver, reincide en esto de contar la historia de un escritor protagonizado por su actor fetiche. Pero su nueva obra poco tiene que ver con la anterior. El filme se inscribe en ese cine de frontera, que apunta a un público adolescente, con atmósferas de suspenso cercanas al tuna mezcla para sufrir y disfrutar.error, muy propias de una clase de literatura que ahora gana sonido e imágenes en un subgénero que crece y quema etapas, el thriller para chicos. Ya lo dijimos aquí, la escritura, la literatura, son claves para el trasfondo de la historia. El punto de partida son los libros de Robert Lawrence Stine, un estadounidense autor de novelas de terror para chicos (un autor real), que aquí es interpretado por Jack Black, experto en esto de ponerse al frente de causas adolescentes sin desentonar. Es uno más. La historia comienza cuando Zach (Dylan Minnette) y su mamá se mudan a Deleware tras la muerte su padre. En su mundo apagado y triste conoce a Hannah (Odeya Rush), su hermosa vecina, que resulta ser nada menos que la hija del misterioso escritor. Pronto descubriremos los secretos de Stine, los fantasmas que hibernan en sus libros, macabras y ocurrentes criaturas con las que saltó a la fama, que finalmente huyen del encuadernado para vengarse de su autor. Sobran metáforas sobre el mundo de la literatura y un ritmo de persecución y huida en el que vamos descubriendo a los personajes. Una sobresaltada historia de amor incipiente, amistades casuales, un autor que necesita reescribir su trama personal para devolverle la paz a su mundo, y las causas y consecuencias de la literatura, incluso en este rubro, como trasfondo. Allí aparecen los monstruos, un catálogo de engendros pesadillescos y perseguidores, y las metáforas útiles, como la falta de señal en el celular por culpa de los libros, o Stephen King como inspiración, o el héroe que enamora a la chica por su valentía inusual. Y también personajes adorables, con los que construimos vínculos fuertes, a los que quisiéramos, porque los necesitamos, traer a la vida real.
Para divertirse y asustarse bien Antes de que empiece la aventura fantástica en la que los héroes -y todo el pueblo de Madison, Delaware- se ven asediados por una multitud de monstruos de pesadilla que emergen de los libros con historias imaginadas por un escritor ermitaño, Escalofríos ha mostrado ya sus credenciales, sus fundamentos, su programa: personajes que se presentan a gran velocidad, sostenidos por diálogos y pequeñas situaciones certeras, que arman una propuesta de gran acento narrativo. Salvando las distancias, Escalofríos sigue la tradición "spielberguiana" de los ochenta; es justo apuntarlo cuando se estrena el mismo día que Puente de espías. Humor, rapidez, lucidez para saber la tradición que se defiende: por gracia y por respeto a la fascinación por el susto y la aventura, estamos aquí más cerca de Los Goonies que de Harry Potter. (Se aclara que esta crítica se hace a partir de la versión en inglés subtitulada, no se ponen las manos en el fuego por la continuidad de la gracia, la fluidez y el brillo de la propuesta luego de la intervención del doblaje.) El adolescente Dylan llega al pueblo desde Nueva York, acompañando a su madre, que se muda allí por una oportunidad laboral (y para huir del peso de su reciente viudez). En la casa de al lado hay una chica hermosa que vive con su padre, que intenta espantar a cualquiera que se acerque a ellos. Se trata de un escritor, de gran éxito, de libros infanto-juveniles llamado R. L. Stine, personaje basado en el homónimo escritor real, de gran éxito, de libros de susto infanto-juveniles. Stine, nacido en 1943, es considerado algo así como un Stephen King de temas infantiles, con tratamientos menos macabros, y de esa conexión surge también un chiste. Película de sabiduría tan modesta como permanente, Escalofríos narra con regocijo una noche de aventuras en la que hay que escapar y también combatir monstruos diversos y abundantes: gnomos enardecidos, un muñeco de ventrílocuo, una mantis gigantesca, zombies y un largo y colorido etcétera. El timing de la edición, los diálogos que huyen de la profundización temática y emocional y la convicción de que los chicos sólo quieren divertirse -y asustarse un poco- dan forma a la primera muy buena película dirigida por Rob Letterman (El espantatiburones, Los viajes de Gulliver, Monstruos vs. Aliens). Escalofríos sabe que, tanto o más que la acción y la aventura, es importante que cada querible personaje tenga la oportunidad de moverse y divertirnos -en su noble acepción de distraernos- entre los chistes y los sustos.
Terror con humor y amor al género La obra recupera los mejores recursos del cine de horror y toma como base los libros de Stine. Todos los personajes terroríficos que desfilan, aportan un estilo divertido e histriónico. Hoy el cine de terror está asociado a sensaciones extremas, shockeantes, a momento que van de miedo al asco, sin poder diferenciarse el límite. Hay muchas películas de terror buenas, pero hay muchísimas que sólo se quedan en el impacto superficial. El cine de terror ha sido, desde siempre, un género que ha despertado un enorme cariño entre sus fans. Escalofríos recupera todo aquello por lo cual ese género menospreciado y maltratado se ha convertido en uno de los que con mayor firmeza ha atravesado la historia del cine. Mientras que los personajes de otros géneros han pasado al olvido, ni cien años han alcanzado para hacer sentir una mínima amenaza sobre la permanencia de los clásicos nombres del horror universal (y, valga el juego de palabras, de los estudios Universal). Con una dignidad más que saludable, Escalofríos toma los libros de R. L. Stine y hasta lo convierte en parte de la historia. Algo del espíritu siniestro y ligero a la vez del cine de los ochenta, como Gremlins, habita en la película. La casa de al lado en los suburbios, un tópico clásico de género es el punto de partida. El protagonista es bueno en el barrio y la chica que vive junto a su casa le llama la atención, así como un hombre algo osco que vive con ella. Pronto descubrirá que las precauciones de sus vecinos tienen un motivo y que los libros que ellos poseen no deberían ser abiertos jamás. Bueno, en realidad sabemos que todo el chiste es que los abran, claro. Todos los personajes terroríficos habidos y por haber se dan cita en un verdadero festín de terror y humor, donde lo divertido se impone por encima de cualquier otra cosa. Jack Black interpreta a R. L. Stine y, como ocurrió en Escuela de rock, encuentra el perfecto equilibrio para su histrionismo natural. Hay un espíritu realmente luminoso en Escalofríos, esa línea que va desde los ochenta hasta la actualidad y que también ha asomado en títulos como Jumanji y, en menor medida, en las películas de Una noche en el museo. Ese espíritu de verdadero amor por el cine de terror y sus personajes, es su profundo amor por la literatura. Para sobrevivir en esta vida, nos dice Escalofríos, más vale que hayas leído algún libro. Y no cualquier libro, sino esos libros que desde siempre produjeron escalofríos en millones de lectores, a la vez que desarrollaron una enorme imaginación.
Escalofríos tiene el potencial de convertirse para la generación actual de niños y pre-adolecentes lo que The Monster Squad representó a quienes fuimos chicos en los ´80. Los 20 años de espera valieron la pena y afortunadamente Hollywood le hizo justicia en el cine a la obra de uno de los escritores más populares de las últimas décadas. R.L.Stine fue el gran pionero en trabajar el género de terror en la literatura para adolescentes y niños con historias atrapantes, que tal vez no tenían un gran contenido profundo pero lograron que los chicos incorporaran en sus vidas el hábito de la lectura. En el camino además vendió 400 millones de ejemplares alrededor del mundo y se convirtió en uno de los autores del género juvenil más populares de la historia. Stine se hizo famoso con la series literarias Fear Street (orientada a los adolescentes) y Escalofríos, que presentaban historias de terror para niños desde los 11 años. Esta segunda colección fue adaptada en la televisión en una emblemática serie que se convirtió en un clásico de la década del ´90. En el cine Tim Burton y George Romero estuvieron muy cerca de hacer la película de Escalofríos en los últimos años pero ambos proyectos terminaron suspendidos por diversos problemas. La particularidad de esta película es que no adapta ninguna novela en particular, sino que fusiona en un mismo conflicto a numerosos personajes de la serie, incluido el propio autor, quien es interpretado por Jack Black. Debe haber pocos escritores que tengan una estrecha relación con sus lectores como la que construyó Stine con su fans. Un hombre que siempre se mostró amable con sus seguidores y nunca le escapó al contacto del público que consumen sus trabajos. En la película Jack Black presenta una versión distorsionada y muy divertida del escritor, donde Stine es un hombre malhumorado que esconde un peligroso secreto. La película está plagada de referencias a los libros de Escalofríos en la que aparecen numerosos personajes de distintas historias. Obviamente la estrella principal es el siniestro muñeco Slappy, la gran figura de La noche de la marioneta viviente, que en esta producción se destaca como el principal villano y tiene momentos fabulosos. La voz de Slappy también corrió por cuenta de Black, quien hizo un gran trabajo con el personaje. Escalofríos representa la segunda película live action del director Rob Letterman, un realizador que viene del mundo de la animación y fue responsable de filmes de Dreamworks como El espantatiburones y Aliens Vs.Monsters. Previamente había trabajado con Jack Black en Los viajes de Gulliver y acá ofrece un trabajo superior por la manera en que fusionó la comedia con el cine de terror en una propuesta orientada al público infantil. Si bien la película tiene más humor que la serie de televisión Escalofríos el argumento es una gran celebración de la obra de R.L.Stine, quien tiene un cameo al final de la historia. No hay objeciones para hacerle a este film que brinda una excelente comedia de terror para chicos. Dentro de su género es de lo mejor que brindó el cine hollywoodense en el último tiempo. Los viejos lectores de Stine seguramente sabrán apreciarla. EL DATO LOCO: (Para leer después de ver el film, ya que contiene spoilers de la trama) La hija de R.L.Stine en esta película, Hanna, es la protagonista de la novela The New Girl, la primera novela de la serie Fear Street que representó el debut del autor en 1988 dentro del terror juvenil. Es el único personaje de esta producción que no pertenece a la serie literaria escalofríos. La historia de la chica fantasma, que estuvo muy bien insertada en el film, fue un enorme suceso en el momento de su publicación y dio pie a toda la obra del autor que vino después.
Escalofríos nos presenta a Jack Black como el escritor Robert Stine, un hombre ermitaño que vive encerrado con su hija generando la curiosidad de su nuevo vecino. Un jovencito que pronto descubre que Stine escribe novelas de terror cuyos personajes pueden cobrar vida al abrir los manuscritos originales. Cuando accidentalmente las criaturas monstruosas comiencen a escapar de los libros, el pequeño pueblo de Delaware en el que viven se convertirá en una pesadilla. La película está basada en la serie de libros juveniles de Escalofríos del verdadero escritor R.L. Stine, y se vale de un desfile de monstruos digitales, que van desde extraterrestres, un hombre lobo, el abominable hombre de las nieves, insectos gigantes y un terrorífico muñeco de ventrílocuo en una serie de secuencias que fusionan aventuras y sustos en la línea de Scooby-Doo. Con cierto aire a las películas de los ochenta como Los Goonies o Gremlins, es una película ideal para que los más niños tengan su primer acercamiento al género de horror sin que sea una experiencia traumática
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Jack Black se pone en la piel del escritor R.L. Stain para la adaptación cinematográfica de Escalofríos. Alejándose del relato en forma de antología como proponía la serie, pero manteniendo el mismo espíritu. Todos tus monstruos Adaptar una serie de TV al cine nunca es una tarea sencilla. Mucho más si dicha serie es una antología de cuentos de terror, y en esta oportunidad que apunta al público juvenil. Si indagamos un poco en la historia podemos encontrar el caso de La Dimensión Desconocida. Con una accidentada filmación de por medio, la cinta se estrenó en 1983 manteniendo un formato muy similar al de la serie: cuatro relatos totalmente independientes, unidos por un prólogo y un epílogo que simplemente ayudaban a darle un marco. Es cierto que ambas series están a años luz de distancia y que R.L.Stain no es ningún Rod Serling, pero para los chicos que crecieron durante la segunda mitad de la década del 90 y estaban dispuestos a dejarse llevar por sus cuentos de horror (y ya habían visto todos los capítulo de la muy superior Eerie, Indiana), el show sirvió por lo menos como un acercamiento algo naif al género. Pero para su debut en la gran pantalla Escalofríos se reinventa y se aleja del formato de antología que tan bien le funcionó a lo largo de cuatro temporadas y que otras series del mismo estilo mantuvieron con su llegada al cine, intentando unir todo el universo creado por R.L. Stain en un solo relato. La película cuenta la historia de Zach (Dylan Minnette), un joven que junto a su madre se muda a un pequeño pueblo del interior de Estados Unidos después de la muerte de su padre. Su nuevo hogar no parece un lugar demasiado excitante para un adolescente, pero las cosas empiezan a cambiar cuando conoce a su vecina Hannah y a su excéntrico padre, quien resulta ser ni más ni menos que R.L Stain. Una noche, al abrir por accidente uno de los manuscritos originales de Stain, Zach libera todos los monstruos salidos de la imaginación del escritor. Con el pueblo invadido por estas criaturas, nuestros héroes deberán dejar sus diferencias de lado y salvar a su comunidad de la destrucción. Jack Black en la piel R.L Stain es un verdadero acierto. El actor de School of Rock interpreta una divertida versión, casi caricaturesca del escritor, manteniendo buena química con el resto del joven elenco que tambien cumple sin demasiados inconvenientes. Pero si Escalofríos termina funcionando tan bien como lo hace es gracias su guión. No caben dudas que gran parte del éxito de la serie y las novelas cortas en las que se basa podría otorgarse a su simple pero efectivo funcionamiento, con personajes basados arquetipos, tres actos claramente definidos y una sorpresa final incluida. El libreto escrito por Darren Lemke (Jack: El Cazagigantes) basado en un argumento original de Scott Alexander y Larry Karaszewski (responsables de joyas que van desde como Ed Wood y El Mundo de Andy hasta Adorable Criatura), mantiene una estructura similar a la serie y encuentra una forma muy creativa de trasladar el universo de Stain al cine. Con el humor en regla y el corazón en el lugar correcto, la película resulta una efectiva aventura ATP para los espectadores más chicos, pero con suficiente cerebro y dobles lecturas para que lo más grandes tambien le puedan sacar algo de provecho. Como también es usual en este tipo de producciones hollywoodenses, la película no puede evitar "dejarnos un mensaje", y termina poniendo innecesariamente en palabras algo que ya había quedado en claro desde el guión. Aunque hay un gran despliegue de efectos especiales, no todos están a la misma altura. Tenemos desde una mantis gigantes bien diseñada y animada, hasta un hombre lobo que muestra la peor cara del CGI. Casi todas las criaturas están creadas desde cero por computadora, pero existen algunos pocos personajes con efectos prácticos como los zombies o Slappy, el diabólico muñeco de ventrílocuo que era uno de los favoritos en la serie y aquí tiene más protagonismo que el resto de los monstruos. Por el costado del 3D es siempre la misma historia, no suma ni resta. Conclusión Escalofríos es uno de esos extraños casos donde la diversión para los más chico está garantizada, y al mismo tiempo los más grandes también podrán disfrutarla sin aburrirse. Al igual que Pixels hace algunos meses, Sony se despacha con otra aventura ATP donde no es poco lo que se le debe a la década del 80, funcionando como una suerte de Monster Squad sin rebeldía y más naif, pero no por eso menos efectiva. Una película para llevar a los chicos, comprar un balde de pochoclos y a divertirse con ellos.
En la víspera de Halloween llega la nueva película protagonizada por Jack Black, basada en los famosos libros, que mezcla terror y humor. En 1992 el autor estadounidense R.L Stine comenzó a publicar una serie de libros de terror dedicados al público infanto-juvenil bajo el nombre de Goosebumps (Escalofríos fue la traducción para Latinoamérica) que fueron un éxito absoluto tanto en ventas como en crítica. Hasta 1997 se lanzaron 62 tomos y luego el escritor continuó realizando distintas series bajo la misma temática como Tales to give you Goosebumps y Give yourself Goosebumps. A diferencia de la serie de TV que adaptó los libros, en la que cada episodio estaba basado en sólo una de las ficciones de Stine, la película de Rob Letterman (El espanta tiburones, Los viajes de Gulliver) toma todos sus personajes característicos y los une en una sola historia. Zach (Dylan Minnette) es un joven que se muda desde Nueva York a Madison, Delaware, ya que su madre (Amy Ryan) consigue un trabajo como vicedirectora en el colegio del pueblo. El día de su llegada conoce a su vecina Hannah (Odeya Rush), una chica con la que entabla una buena relación y un pequeño juego de seducción adolescente. El problema es que su nueva amiga tiene un extraño y sobreprotector padre (Jack Black) que lo amenaza desde un primer momento con que no se acerque a su hija o algo malo le va a pasar. Una noche en la que escucha ruidos y gritos sospechosos en la casa de al lado, Zack decide ir, junto a su compañero Champ (Ryan Lee), a investigar qué es lo que pasa. Allí descubren los manuscritos de la serie Escalofríos (que existen en la película de la misma manera que lo hacen en la realidad) cerrados con candado. En un arrebato de curiosidad logran abrirlos, para descubrir que no eran sólo libros viejos. Los personajes de las historias salen de las páginas para amenazar a todo el pueblo y sobre todo a su autor, R. L Stine, que resulta ser ni más ni menos que el padre de Hannah. Con su ayuda, los tres adolescentes tendrán que perseguir a los monstruos durante la noche e intentar que vuelvan a estar dentro de los manuscritos mágicos. Para pensar en el grado de eficacia que tiene el film de Letterman, hay que considerar que el objetivo de los libros de Stine siempre fue asustar a jóvenes y chicos, con personajes como El hombre de las nieves, Slappy el muñeco, el hombre lobo, el chico invisible o los gnomos del jardín. Durante su hora y 43 minutos, hay varios momentos en los que los más chicos van a querer taparse los ojos con sus manos, pero no es exclusivamente una película de terror. Sin embargo, se logra un buen equilibrio con las cuotas de humor que van de la mano de Jack Black, quien por momentos encarna aspectos interesantes del famoso escritor y por otros simplemente es…Jack Black. Un dato interesante es que además de estar frente a cámara, el actor también le da la voz a Slappy, en donde muestra tonos más diabólicos y caricaturescos. El trío de adolescentes cumple bien su función de acompañar a Black, sobre todo Dylan Minnette, que muestra pruebas de que puede tener un buen futuro dentro de la industria. En cuanto a lo visual, el largometraje está bien compuesto, con buenos efectos digitales y más de 20 monstruos que parecen muy reales. Escalofríos es una mezcla de terror, humor, romance y entretenimiento, sobre todo para los más chicos y adolescentes, pero hecho para que los adultos también pasen un buen rato. Para aquellos que hayan leído aunque sea alguno de los libros, la experiencia será aún mejor ya que la esencia de esas historias está bien plasmada en la película. El cameo del verdadero R. L. Stine es, quizás, un modo de darle su bendición.
De haberse creado en pleno apogeo de la serie del canal Fox Kids, creo que Goosebumps hubiese sido un éxito rotundo y hubiese ganado un seguimiento de culto. Hijo de los '90 como soy, la serie Escalofríos fue una de las principales causas del porqué me gusta tanto el horror. Así que como seguidor absoluto de la serie, puedo admitir que me sentí un poco decepcionado de que la historia que presenta la película de Rob Letterman tenga bastante poco del aire tenebroso pero para toda la familia que sí poseía la serie en cada uno de sus capítulos, pero no por eso deja de ser una entretenida salida al cine. Para empezar, la trama actúa como un grandes éxitos de la saga de libros de R.L. Stine, e incluso se da el lujo de sumarlo a la historia como un personaje más, encarnado de buen talante por Jack Black. El detonante de las (des)aventuras de Zach -Dylan Minette- y su hilarante amigo Champ -Ryan Lee- es la curiosidad, como siempre, y el liberar al Hombre de las Nieves como primera instancia no es un buen signo. El resto de las creaciones del elusivo y desesperante escritor escapa tarde o temprano, trayendo el caos consigo y una seguidilla de interesantes pruebas a superar por el grupo. A Goosebumps le falta ese giro macabro que la serie tenía a cantidades ingentes y se nota en la pantalla grande. Los monstruos, bien diseñados eso sí, no causan el pavor que sí generaban sus contrapartidas televisivas, y todo se siente apuntado a los pequeños de la casa y no al sector demográfico ideal, los preadolescentes. Es cierto que hay ciertas bromas subidas de tono que sólo los más grandes pueden captar, pero en general la adaptación es bastante luminosa y aséptica, pero es entendible. Siento que me estoy quejando mucho por algo que el film no es, pero si tengo que comentar los buenos aciertos, ahí sí puedo decir que Goosebumps es muy entretenida, dura lo justo y suficiente, tiene a un Jack Black pasándola genial como el ficcionalizado autor, un elenco secundario de gran nivel utilizado en la forma necesaria, y alguna que otra vuelta de tuerca que uno no se ve venir para agitar un poco el terreno, lo cual entrega un cóctel de diversión pura. Quizás no haya sido lo que uno esperase de ella, pero Goosebumps puede resultar un gran primer escalón para aquellos que recién se inician en el género del terror. Luego de ver la película, conseguir un par de libros del escritor que vende más ejemplares que Stephen King no parece mala idea para seguir en plan.
Sustos más graciosos que escalofriantes Un chico se muda con su madre a un deprimente pueblo en medio de la nada, donde lo más divertido es ser asustado por la vecina del caserón de al lado. La chica vive semisecuestrada por su padre, un tipo hosco que guarda un oscuro secreto en su casa, al punto de que tiene el sótano lleno de trampas para osos. El asunto es que para el recién llegado no va a haber un minuto de aburrimiento, ya que el padre de su vecina es un famoso escritor de cuentos de terror para niños y sus monstruos se vuelven reales si alguien los deja salir de los manuscritos originales donde los tiene atrapados bajo llave. Por supuesto, los libros empezarán a abrirse y el dulce pueblito empezará a estar asolado por todo tipo de criaturas monstruosas, empezando por un yeti, un diabólico muñeco de ventrílocuo, un chico invisible, un caniche volador, arañas gigantes, un hombre lobo, marcianos con armas de rayos congelantes y malignos enanos de jardín, entre otros Jack Black es el escritor que debe luchar contra sus propios fantasmas, algo difícil dado que los libros donde deberían ser encerrados de nuevo han sido quemados por el muñeco de ventrílocuo que lo llama papá. Black logra darle buenos momentos de comedia a esta película que parece apoyarse demasiado en la fórmula de viejas producciones de Spielberg de la década de 1980 al estilo "Gremlins". Hay algunos sustos, aunque obviamente los monstruos surgen de una serie de libros infantiles de terror y, por lo tanto, sus diabluras no llegan a ser realmente horripilantes ni irreversibles. "Escalofríos" es un tanto minimalista, pero muy divertida y luego del breve prólogo no para un segundo,. E incluso hacia la mitad del film se revela una subtrama inesperada y dotada de un bienvenido toque poético.
"Escalofríos" es una película de aventuras que sin duda, cuando la veas, vas a recordar por mucho tiempo como una de tus favoritas. La idea es genial: un escritor de libros de terror, un accidente con alguno de sus escritos y todos los monstruos, por arte de magia, liberados para hacer de las suyas. Golazo. El guión no cae en ningún momento y es entretenido de principio a fin. ¡La clave es verla en 3d! Hablando de la parte técnica, los efectos y las criaturas creadas por computadora son perfectas. El elenco, comandado por el gran Jack Black funciona a la máxima potencia. Muchos pasos de comedia, secuencias de acción y un final para el aplauso. ¿Tendremos segunda parte? Yo creo que sí. Alerta: la peli es para toda la familia, así que podes llevar a los más chiquitos.
Película de productores Escalofríos –Goosbumps, 2015-… porque a algún productor se le ocurrió que revivir la saga de libros -y gran serie transmitida por la cadena Fox Kids– de los 90, escrita por R.L. Stine, podía ser buena idea. Escalofríos supo cautivar a niños y jóvenes adolescentes con una cuota de terror dentro de historias de aventuras. Luego, su adaptación en la pantalla chica alcanzó grandes momentos (En YouTube está casi completa la serie), pero todo quedó allí, en el ideal del público. Hasta que hubo que facturar, ese es el gran desliz de este film, no tiene la marca registrada de un director, demasiada parafernalia en pantalla. Se siente que es una película de estudio, dirigida por ejecutivos. Los personajes, más allá de percibirse unidimensionales, logran ser entrañables. Mini Chris Heimsworth (Thor) -Dylan Minette- y Mini MilaKunis -Odeya Rush-, resaltan ambos por belleza estereotipo hollywoodense, pero, al igual que Jack Black, el trío protagonista exprime bastante jugo de las pocas naranjas que se les dio. La fórmula “chico nuevo llega al pueblo” es conocida, pero no por eso debe ser descalificadora, Escalofríos mantiene un escalofrios 1tono dinámico, donde logra interesarnos sobre por qué este Mini Thor -Dylan Minette- y su madre se mudan tanto. Sin salir de premisas trilladas, sus vecinos también llaman la atención por misteriosos y extravagantes, desde el primer momento en que cruzan miradas y se encuentran. El vecino es R. L. Stine -Jack Black-, quien vive con su hija Mini MilaKunis -Odeya Rush-. Unos libros cerrados bajo llave en su casa son perturbados por Mini Thor y su nuevo amigo del colegio -Ryan Lee-. Al ser abiertos, estos los libros emanan las bestias que son descritas en cada una de las publicaciones. De allí en adelante, comienza la aventura. Tal vez la química entre el trío dinámico (Jack Black, Mini Thor y Mini Mila Kunis) sea lo que mantiene en carrera al espectador cuando ya las papas queman, y si esta película tiene algún valor es el de los intérpretes. Con una mezcla de tonos, sumados al estilo frívolo de estudio ya mencionado, el film oscila entre Una noche en el museo escalofrios 2-2006-, Jumanji-1995-y Gremlins-1984, pero sin encontrar su estilo. Escalofríos -2015- apuesta a revivir las famosas historias de los libros, como Pesadilla en 3 dimensiones, Piel de hombre lobo o El ataque del mutante son algunos de la gran saga escrita por R.L. Stine, pero he allí donde los ejecutivos ven el negocio y desfiguran todo: “pongamos a todos los monstruos juntos, no expliquemos absolutamente nada de cada uno y agreguemos una estrella de hollywood con jóvenes adolescentes para muñecos de torta. Pero ¿La mística de la saga?, ¿el tono terrorífico infantil pero atrapante? No, eso dejémoslo de lado y vendamos figuras de acción”.
Llega Halloween y con este oscuro carnaval, aparecen en concordancia títulos en cartel que se hacen eco del evento de los fantasmas, almas en pena, zombies y dulce o castigo. "Escalofríos" es una adaptación para pantalla grande de los éxitos de R.L.Stine y la editorial Scholastic, que ya lleva vendidos más de 400 millones de libros desde su aparición en los años 90. Sus personajes son aterradores, pero no tanto. Es literatura al estilo de Stephen King pero para público pequeño. De hecho, hay guiños permanentes al amo del thriller psicológico y el genero del terror que te hace dormir con la luz encendida. Esta comedia de aventuras, tiene al frente a Jack Black como el esquivo y gruñón Stine, padre de una adolescente, Hannah, que es muy especial. El que desencadena el conflicto, en realidad es Zach Cooper, interpretado por Dylan Minnette, que luego de la muerte de su padre, queda muy afectado y por eso su madre, decide que deben mudarse de la ciudad a un pueblo pequeño, donde vive su tía estilo hippie-chic. Un Zach algo triste y contrariado, ya que encima su mamá trabajará en el colegio donde él estudia, tendrá una luz y un gran riesgo que correr para salvar el día: por un lado, se hará amigo de Hannah y por el otro, se topara con Stine, del que no queda claro si tiene secuestrada a su hija, la sobreproteje o está ocultando algo más grave. Otro amigo de Zach será aquél que todos patean, alguien acostumbrado al bullying desde su nombre mismo: Champ. Me pareció ver mucho de Adam Sandler, no se porqué, en Ryan Lee, el chico que interpreta a Champ y ya actuó dirigido por J.J.Abrams, "Super 8". Esta especie de "Cazafantasmas-Gremlins-Poltergeist" juntos pero no revueltos, explota cuando una noche, el alter ego de Stine, Slappy, un muñeco malvado que quiere vengarse de todos aquellos que se burlaron de su creador, se hace realidad, y cobra vida al abrirse el candado de uno de los libros mágicos. Al mismo tiempo, el Abominable Hombre de las Nieves, un Hombre Lobo con pantalones y zapatillas de básquet, una gelatina que se traga todo alrededor, una Mantis Religiosa gigante y unos enanitos de jardín muy jocosos y molestos; resumiendo, un ejército de seres salidos de cualquier pesadilla, se abren paso en el pacífico pueblo que ya no lo es más. Stine está retratado como un escritor con un don, el de refugiarse en la escritura de sus cuentos al sentirse solo y agredido por sus vecinitos y compañeritos, desarrolla una capacidad de creación y su escudo, que se traduce en criaturas espantosas pero con un toque de ácido humor. Hay una invención de Stine que nacerá en su adultez y no tendrá estos rasgos tan terribles, ella es su mejor personaje y quizá, su salvación. El desafío de los realizadores, Rob Letterman -ya había trabajado con Black en Los Viajes de Gulliver y también fue director de "El Espantatiburones" y "Monsters vs. Aliens"-, y de los guionistas, Scott Alexander y Larry Karaszewski (Ed Wood, Big Eyes, Larry Flynt, etc.), era ver cuál de los libros de Stine era el indicado para llevar a la pantalla. Parece que la decisión no fue tan difícil e hizo que el homenaje sea casi completo, con un montón de esos seres de tinta y papel recreados mecánicamente, como Slappy (que no tiene hilos) o con algunos efectos especiales en su concepción. Es una peli divertida, es en 3D, lo que la hace más atractiva y casi un juego y en donde los papás no quedarán afuera del entretenimiento.
Comedia que se salva con lo justo Buen humor y autoconciencia.Escalofríos no es ninguna maravilla. No desborda originalidad, sus monstruitos digitales casi nunca son convincentes, y todo el asunto no es más que una nueva excusa para volver a trasladar a la pantalla la módica imaginación de un escritor de novelas fantásticas dedicadas al público infanto-juvenil. Sin embargo, a pesar de esta lista de impugnaciones, el film logra convertirse en una alternativa al menos válida. ¿Cómo es posible? La respuesta es sencilla: buen humor y, sobre todo, autoconciencia. Rob Letterman, su director, parece haber tenido bastante claro que resultaría imposible ocultar el aura de artificio que rodea a toda la historia y decidió que en lugar de intentar disimularlo lo mejor sería dejarlo expuesto. Un mecanismo similar al que utiliza aquel que se ríe de sus propios defectos para desactivar la posibilidad de la burla ajena. Que el rol protagónico haya caído en manos de Jack Black en lugar de haber ido a parar a las de un actor de perfil más “serio” o menos histriónico, representa la prueba definitiva de que las cosas fueron pensadas de este modo. No hay en la actualidad un comediante estadounidense que consiga ser más exitosamente artificioso que Black (tal vez sólo Jim Carey, pero no en este momento de su carrera). Y sobre él descansa una parte de lo mejor de Escalofríos aunque, como suele ocurrirle, termine un poquito pasado de rosca.La otra mitad del mérito radica en el pequeño escuadrón de personajes secundarios que salpican el relato de momentos gratos. Esporádicas explosiones que acuden en auxilio de una trama central demasiado ligera y que consiguen recuperar el interés cuando esta comienza a desinflarse bajo el peso de sus limitaciones. De algún modo, el comienzo de Escalofríos recuerda al de La hora del espanto (Fright night, Tom Holland), aquel gran éxito adolescente de los 80. Zach, un joven que acaba de mudarse de la ciudad a un pueblo junto a su madre, comienza a sospechar que en la ominosa casa vecina ocurre algo siniestro –en el film de Holland era al revés: alguien se mudaba al caserón de al lado y el chico era el único testigo de las extrañas actividades que comenzaban a tener lugar ahí–. En ambas los protagonistas creen ser testigos de un delito, llaman a la policía para que revisen las casas sin que finalmente aparezca prueba de crimen alguno. La principal diferencia está en el hecho de que Zach comienza a tener un vínculo amistoso con la hija de su vecino (Black), quien lo amenaza para que dejen de frecuentarse. Pero nada de eso sería muy atractivo si esta historia básica no estuviera apuntalada por aquellos personajes menores que son como electricidad cada vez que aparecen: un cargoso compañero nuevo de Zach; una tía cándida sin sentido del ridículo; una policía novata que todo el tiempo cree que es hora de usar la fuerza; un Chirolita mesiánico y psicótico. Por desgracia, todos ellos tienen menos espacio del que merecen y su presencia apenas alcanza para salvar a Escalofríos con lo justo.
Zach y su madre se mudan a su nueva casa en un tranquilo pueblo; alejado de las grandes ciudades que él tanto quiere y extraña, parece que su vida se va a tornar muy aburrida, hasta conoce a la hermosa y misteriosa Hannah, su vecina que permanece encerrada por órdenes de su padre. Tras sospechar de que su vecino anda en algo raro, Zach irrumpe en su casa, sólo para enterarse que el padre de Hannah es nada más y nada menos que R. L. Stine, el famoso escritor de terror. Pero sus libros no sólo son fantasía, y todo se convertirá en una pesadilla cuando los demonios literarios se vuelvan reales. Si entre los lectores hay adolescentes, o alguien que tenga menos de veinticinco años, seguramente la serie Escalofríos no les va a sonar para nada. En 1995 vió la luz dicha serie, que consistía en adaptar a la tv los libros de R. L. Stine con un tono un poco juvenil, pero siempre como relatos de terror. Y así fue como algunos capítulos se volvieron, por decirlo, de culto, como aquellos protagonizados por Slappy o los Gnomos de Jardín. Escalofríos Bueno, toda esta introducción no sirve de mucho, porque la película está tan bien ideada que se sostiene por sí misma, aún si el espectador no miraba el programa de televisión. De hecho, se hizo énfasis en esto, porque estamos ante un film netamente infantil. De todas formas, si entre los espectadores hay algún padre que miraba el show, más de una vez se le dibujará una sonrisa. Para los detractores de Jack Black, les pido que le den una oportunidad a Escalofríos. Su nivel de histrionismo (que en lo personal a mi sí me causa gracia) es casi nulo, de hecho, logra darle ese aire misterioso que pretendían al retratar a este Stine ermitaño y alejado de todos. Vale tener en cuenta también, que Black no es el protagonista. Acá quien lleva la historia es Dylan Minnette, como el curioso Zach; y la verdad que el adolescente lo hace bastante bien. Porque junto con las acertadas interpretaciones, también tenemos una trama lo bastante bien planteada como para entretener a grandes y chicos. Pese a lo tonto que puede parecer el modo en que se liberan los monstruos creados por Stine, cuando se sueltan, la película pone primera y no para hasta en el final; dándonos una aventura con los suficientes elementos cómicos, aventureros y trepidantes que todo film tirando a infantil debe tener. En lo personal sólo critico que no se explotara a unos policías que vemos en la trama, que podrían haber dado mucho más de sí debido a sus personalidades. Escalofríos Ponerse a hablar de los valores técnicos, o sub y meta mensajes de esta película, es no haber entendido de entrada qué se iba a ver; que en este caso, es una película que apunta a los chicos de la casa (niños de unos 10 años) y a quienes fueron originalmente espectadores de Escalofríos. En conclusión, Escalofríos es muy entretenida, con una propuesta que si bien no es original, encuentra la forma de poner en pantalla a cientos de monstruos que pese a no dar miedo, dejan en evidencia la mente creativa de Stine; y seguramente haga que sus libros vendan varios cientos de ejemplares más. Para otro día queda la discusión si en realidad Stine es original o sospechosamente sus libros se parecen demasiado a los de Stephen King.
Ideal para adolescentes, aunque los adultos la pasarán bien, llena de buenos efectos especiales, una gran aventura, con estupendos personajes, algunos adorables pero otros peligrosos como el caso del hombre lobo, monstruos digitales, persecuciones de todo tipo, suspenso, tensión y guiños de otras películas. Resulta efectiva la ductilidad del actor Jack Black aporta bastante a la historia.
Escalofríos, la nueva película protagonizada por Jack Black, es una historia de aventuras sobre el miedo a la soledad y al poder de la imaginación. No es posible saber qué sería del cine mainstream de Hollywood sin la Poética de Aristóteles. Pero lo que sí se sabe es que le debe mucho. Ese tratado no hizo más que servirle en bandeja la forma en la que se tiene que contar una historia. Es inconcebible hacer un producto para chicos que no contenga la santísima trinidad del relato clásico: principio, nudo y desenlace. Y si a esto se le agrega un actor estrella, efectos especiales, un director que tenga un mínimo sentido de la aventura y el suspenso y el humor, el éxito está asegurado. Escalofríos, la nueva película protagonizada por Jack Black, basada en la serie homónima de libros para niños escrita por R. L. Stine, no sólo respeta a rajatabla estos tres actos de la narración lineal sino que intenta ser una suerte de oda fantástica de la enseñanza de Aristóteles. Zach (Dylan Minnette) es un adolescente que llega con su madre a la ciudad de Madison para empezar una nueva vida. Ella es profesora y se integra como docente en el mismo colegio donde cursará su hijo. Apenas llegan a la casa donde van a vivir, Zach conoce a sus nuevos y misteriosos vecinos: R.L. Stine (Jack Black) y Hannah (Odeya Rush). Lo que Zach no entiende es por qué el padre de Hannah, una niña de su misma edad, no la deja salir ni tener amigos. En el primer encontronazo que tienen, Stine le prohíbe a Zach que se acerque a ellos, advirtiéndole del peligro que implica cruzar la reja que los separa como vecinos. Tras una confusión con la policía, el muchacho decide entrar a la casa de los vecinos raros con un chico del colegio que acaba de conocer, Champ (Ryan Lee), quien será el compañero de aventuras de Zach. La misión es ver por qué tanto misterio y reserva. El asombro de los jóvenes se produce cuando descubren la extraña biblioteca de Stine, con libros con títulos de novelas infantiles y cerradas con llave. Hasta que uno comete el error de abrir un libro. A partir de ahí, Escalofríos se convierte en una mezcla de Jumanji con Los secretos de Harry, de Woody Allen, en donde la fantasía literaria del autor interactuando con sus personajes se hace presente. Monstruos y criaturas que eran reales sólo para Stine cobran vida. Es que de niño, el escritor sufrió una alergia que lo postró en una cama, haciéndolo víctima del bullying de sus pares. Para no estar solo y vengarse del mundo que lo rodeaba, Stine empezó a crear todo tipo de personajes entre espeluznantes y creepy. En el fondo, Escalofríos es una película sobre el miedo a la soledad y sobre el poder de la imaginación. El truco de la película consiste en generar la expectativa del próximo monstruo por aparecer. Va mostrando uno por uno a sus personajes, y siempre el próxima genera más sorpresa. El personaje de Black dice en un momento que una buena historia tiene que tener un principio, un clímax y un desenlace, pero también giros, enredos y sustos que provoquen escalofríos, porque de esa forma no aburrirá y tendrá tensión, drama y pasión. El problema es que la película por momentos tiene dificultades para cumplir con esos requisitos.
Hay películas que son redonditas. Esta es ovalada, casi redonda. Es una comedia de terror cercana a Gremlins, a Cazafantasmas o incluso a Una noche en el museo. Hay un escritor de novelas de terror, hay un accidente y hay tres adolescentes que liberan a los personajes de los libros en el mundo real, y el combate es humor y susto y aventura. Todo corre con buen suspenso y buena dosificación de lo divertido en la primera mitad del film, con gags mostrados con el timing justo. Aquí viene el “pero”: en algún momento el desmadre calculado se desmadra más allá del juego: el realizador Rob Letterman (mediano, muchas veces mediocre, aquí certero), hace alguna de más. Pero en general la película cumple con la idea de que reír y asustarse es lo mismo en el cine, que los mecanismos sorpresivos que derivan en el temblor o la carcajada son los mismos. Y Jack Black, además, está en su jugo, recuperando la capacidad cómica que muchas veces se disuelve en films que no están a su altura. Un acierto, un poco de frescura en el caldo demasiado frecuente de los estrenos de las últimas semanas.
“Escalofríos” se encolumna en el segmento de películas para adolescentes con ganas de una aventura fantástica, que apela a la seducción de la literatura del mismo género y que disfrutan de sentir algo de miedo con la certeza de que todo debería estar bajo control, al estilo de “Jumanji”. En este caso, la apuesta fue más allá de la autoría de Robert Lawrence Stine -exitoso escritor real de literatura infantil de terror- ya que la película lo tiene como protagonista y creador de la galería de monstruos que asolará a una pequeña ciudad. Con todos los elementos del suspenso en clave de comedia, la trama comienza con una madre y su hijo adolescente que se mudan de Nueva York a Madison.?Allí tendrán como vecinos a una hermosa chica y su padre (Jack Black). Con el tiempo descubrirá el secreto mejor guardado de ese hombre antisociable, que resultará ser un escritor llamado Stine, en medio de ataques de zombies, el Hombre de las Nieves, el Hombre Lobo, un muñeco parlante y plantas carnívoras, entre otros engendros. El problema con “Escalofríos” es que se la ve venir desde lejos. Es tan previsible que al promediar la primera de sus casi dos horas, dos preguntas se imponen al espectador: cuándo se decidirá el protagonista a concretar la única solución posible al conflicto, y cuántas veces más Jack Black seguirá interpretando diferentes versiones del mismo personaje.
Aquellos que éramos niños o adolescentes en la década del noventa recordamos con nostalgia tanto los libros como la serie de televisión Goosebumps (Escalofríos). No importa si nos gustaba o no, pero tanto las tapas de los libros con sus dibujos tan particulares, coloridos y llamativos, como la serie que parecía de bajo presupuesto, tenía un elemento hipnótico que nos llamaba a consumir todos sus episodios. La adaptación cinematográfica tiene el mismo target que tenía en los noventa, pero con lo que parece ser un pequeño problema. Esa generación de niños ya no son niños y los de ahora no consumen ese tipo de productos. Con esos dos problemas en contra, la película protagonizada por Jack Black solo tiene una escapatoria. Un buen guión. Y felizmente lo tiene. A pocos minutos del inicio, el director Rob Letterman fija el tono de la película que avanza a razón de pequeños pero efectivos toques de humor y situaciones fantásticas que atrapan desde el primer instante. Los monstruos no se hacen esperar e inundan la pantalla desde muy temprano. De golpe, para aquellos que leímos o vimos la serie televisiva, se nos presentan un sinfín de criaturas que ni creíamos recordar, pero sin embargo, allí están. Y Escalofríos, no es solo para memoriosos y fanáticos, aquellos que conozcan por primera vez al muñeco maldito Slappy, el chico invisible, el abominable hombre de las nieves (de Pasadena) y los gnomos de jardín (entre una lista interminable de muchos otros más) sucumbirán ante el atractivo de verlos complotar a todos juntos contra los héroes de turno. Lo curioso es que salvo el villano principal, o el monstruo "más malo" que no revelaremos quien es, la historia no tiene tiempo para explicar el origen de cada uno de los monstruos ni de tratarlos de forma individual, pero aun así disfrutamos de cada fotograma de ellos en pantalla. El guión funciona al punto tal de que a pesar del interminable desfile de personajes extraños, el final anunciado y la historia tan tópica de los dos adolescentes protagonistas enamorados, el espectador logrará mantenerse pegado a la butaca durante los casi 100 minutos de metraje con una sonrisa de oreja a oreja.
Finalmente la espera acabo y Escalofríos o Goosebumps en inglés, está en nuestras salas. Para quienes no recuerdan Goosebumps es una famosa serie de terror, principalmente infantil, que se emitió en los 90 basada en los libros de R.L. Stine. Básicamente lo que pasaba era que los monstruos creados en los libros de Stine tomaban vida en cada capítulo para aterrorizar a las personas de los pueblos. Ahora bien, aquella serie que tanto nos gustó tenía un tinte principal de terror hacia el público, no así la película que se acaba de estrenar, que como vemos en la ficha técnica la comedia es uno de sus géneros. ¿Hicieron bien en cambiar tan rotundamente de género? ¿Vale la pena esta adaptación de la TV a la pantalla grande? Ahora les cuento... Comencemos hablando del elenco, algunos conocidos y otros no tanto, pero que realmente cumplen en su papel tal cual lo esperado. A destacar, son los 4 principales: Jack Black realizando un triple papel poniéndose físicamente como el profesor R. L. Stine y en las voces de Slappy y el Niño Invisible, dos de los monstruos más importantes de la película, atentos a eso. Si bien por momentos Jack debe hacerse el malo, realmente se nota que no queda en él así como también en contraparte se reluce en las escenas de comedia. Siguiendo nos encontramos con Dylan Minnette en el papel de Zach, un personaje solitario y emocionalmente dolido que le encuentra un nuevo giro a su vida al conocer a Hannah (Odeya Rush), hija de Stine, que comparte el sentido de soledad y la tristeza de Zach, cada uno por sus propios motivos. Por último y no por eso menos importante esta Champ (Ryan Lee), el típico niño con problemas para relacionarse con el resto de los jóvenes y además un miedoso total. ¿Resultado? Un grupo que se relaciona perfectamente unos con otros, complementando las ventajas y desventajas de cada uno forman una linda unidad con la que nos encariñaremos durante toda la película. Escalofríos, de la mano del director Rob Letterman, nos trae una historia que no se queda simplemente en una comedia más, también nos genera suspenso y emoción por las distintas circunstancias que viven los protagonistas. Todo comienza cuando Zach y su madre Gale se mudan al pequeño pueblo de Madison para darles un nuevo giro a su vida luego de una dura tragedia familiar, comenzando Gale un nuevo trabajo en la escuela del pueblo. Zach no está nada de acuerdo con este cambio, hasta que conoce a Hannah, esa extraña vecina que nunca sale de su casa por orden de su “cruel” padre, aunque obviamente no siempre puede retenerla. Luego de la breve introducción ya todo se va al demonio cuando Zach y Champ ingresan a la casa de Stine luego de escuchar unos gritos y encuentran los tan famosos libros del escritor cerrados con candados. ¡Y si! ¿Qué más podían hacer? ¡Abrirlos y liberar a las bestias escondidas en su interior! Acá comienza realmente la película y no les cuento más nada para no hacer spoiler. Sin duda el hecho de que una serie tan querida se convirtiera en algo que no tenía nada que ver me asustaba bastante, pero gratamente desmintieron mis pensamientos y lograron darle una nueva visión a Goosebumps con una película que brinda diversión constante para chicos y grandes. Llena de situaciones que nos harán saltar de la risa, algunas que nos hacen pensar un poco y otras que no, principalmente dadas por Champ, un protagonista que en un principio parecía del montón pero que con el transcurso del tiempo se va convirtiendo en el eje de la comedia en base a gestos y acciones que nos mataran de la risa, quizás en exceso, ya que llega un momento que nos molesta la idiotez del mismo. Pero para no cansar al público, no todo es comedia. La liberación de todos los monstruos creados por Stine, principalmente el tenebroso Slappy, seguido de Los Enanos, El Hombre Lobo y El Abominable Hombre de Las Nieves dan lugar a que la película de un respiro sano a la comedia, usándola de complemento, y brotando el suspenso, la acción constante de los personajes y los tintes de emoción suficientes para dejarnos enganchados toda la película. ¿Peca en algo? ¡S! El desenlace es muy fácil de descifrar para cualquier adulto haciendo perder un poco de emoción sobre lo que sucederá o como resolverán el inconveniente. Lo bueno es que para contrarrestar esto el tiempo que pasa entre la primera opción de resolución que es frustrada y la nueva opción mostrada es relativamente rápido, no dando lugar a la frustración del espectador. Además, la película tiene un par de temas muy sensibles que casi nos llevaran hasta las lágrimas y un final impresionante, y que personalmente, no esperaba. ¿Escalofríos 2? Aunque no termina de encuadrar en el desenlace, pero tranquilo Rob, te lo perdonamos. Para cerrar, hay que destacar el nivel técnico de los efectos especiales y la banda sonora que están muy bien logrados. No doy muchas vueltas con esto ya que hoy en día estas productoras no suelen fallar en estos aspectos. En conclusión, para todos los que tenían el mismo miedo que yo con respecto a esta producción, vayan a verla tranquilamente. No es la súper producción del año, pero sin duda es una gran película que hará a los niños saltar más de una vez de la butaca con algunas situaciones que buscan dar miedo, además de hacerlos reír constantemente, y para los adultos nos hará vivir ese sentimiento de nostalgia al revivir a nuestros personajes de terror favoritos de la infancia, en una película que apunta a otra cosa, pero que la esencia de ellos sigue intacta.
Una rara (en el buen sentido) mezcla de sensaciones es la que deja “Escalofríos” luego de verse. La primera y principal es haberla pasado bien gracias a algunos aciertos de la producción, pero sobre todo por la capacidad inmediata (y necesaria) de sacarnos algunas décadas y mirarla con la apertura y el asombro de nuestros 10, 12 años. Esa puerta a la imaginación de la platea es abierta por la primera decena de minutos en los cuales la banda de sonido, con música de Danny Elfman, el estilo ochentoso (Spielberg, Zemeckis) para presentar los personajes, y un leve halo de misterio, que cubre el comienzo, permiten dejarnos llevar un rato más (sólo un rato más). Según como se la mire, “Escalofríos” es la historia de un chico que se acaba de mudar a un pueblito luego de la muerte de su padre, y teniendo que lidiar con la idea de que su madre es la vice rectora del nuevo colegio, al que él también asiste, y con los vecinos de al lado: una chica de su edad que le gusta mucho, y su hosco, huraño, y gritón padre quien lo insta a no pasar nunca la cerca que los divide. Por otro lado, también puede ser la historia de R.L. Stein, el susodicho vecino, un escritor de cuentos de terror (hosco, huraño y gritón), cuyas criaturas cobran vida poniendo en peligro a los que están cerca, que teniendo que lidiar con mantener los libros cerrados bajo llave por miedo a que los monstruos se escapen, y con la idea de que a su hija le gusta mucho un vecinito nuevo que se acaba de mudar al lado. Según cuál elija hay mejores chances de pasarla bien. Ocurrirán algunos cambios de punto de vista en el guión de Darren Lemke, pero esto no sería un problema per sé. Tal vez la mayor dificultad por la que atraviesa es tratar de abarcar todo en una sola película. Decimos todo porque en realidad R.L. Stein es, en la vida real el autor de los 48 libros de “Goosebumps” (el título en inglés), y también el presentador de los capítulos de la serie televisiva de fines de los ‘90 basados en su propia prosa. Imagine el lector entonces que si cada criatura mostrada en “Escalofríos” tuvo su propio libro hay, potencialmente, una película en cada uno de ellos. Meterlas a todas en un sólo lugar parece simplificar demasiado en desmedro de una mejor profundidad del personaje R.L. Stein, acá muy bien interpretado para el género por Jack Black. En especial porque cuando el escritor revela la oscura razón por la cual publicó todas estas historias aparece una veta muy interesante, pero sólo desarrollada en un par de líneas explicativas. En cuanto al género per sé, el cuento está. Los chicos desatan el desastre por un accidente y ahora es menester evitar el plan de un muñeco de ventrílocuo para destruir todo. Hay algunos momentos de transición que funcionan, otros no tanto. En definitiva, “Escalofríos” pretende ser una aventura entretenida que pueda abarcar las sonrisas de los millones de seguidores de Stein, y de paso jugar con los efectos especiales que por cierto, junto con la fotografía y la estética general de la película, parece todo un homenaje velado al cine y las criaturas de Roger Corman. Alguna vez hace muchos años Tim Burton coqueteó con la idea de producir la adaptación, y de hecho George Romero ya había bocetado un guión para ello. Quedará en la historia, pero está claro que estos nombres hubieran hecho otra cosa con todo este material. Pudiendo ser mucho más, éste estreno es sólo entretenimiento. Tal vez alcance con eso. Los chicos la van a pasar bien.
Para compartir con los adolescentes de la casa “Escalofríos”, de Rob Letterman y con Jack Black al frente, da un espectáculo con chispa propia. Adolescente y neoyorquino, Zach Cooper se muda con su familia al pequeño pueblo de Greendale. No está muy contento, claro, hasta que ve a su vecina y se hace de un nuevo amigo. El asunto es que algo misterioso sucede en la casa de Hannah y tiene que ver con el padre de la chica, R. L. Stine autor de una conocida serie de libros de terror. En la biblioteca de Stine, los originales de sus famosos títulos permanecen cerrados con candado por alguna razón que nadie quiere averiguar. Pero los accidentes ocurren, y en este caso es para desatar una serie de aventuras al mejor estilo Yumangi/Sakura; la saga Una noche en el Museo y tantas más donde las criaturas fantásticas cobran vida para complicarle la existencia a los protagonistas. Con el terror como excusa, se construye una comedia donde Jack Black lleva la voz cantante y, como en Escuela de Rock -un clásico de su filmografía- se pone al frente de una banda de adolescentes con quienes comparte correrías de un autor en busca de recomponer la situación que el mismo provocó con su prolífica imaginación. Mucho más serio que el vago rockanrolero de la película de Richard Linklater, aquí es un hombre compuesto y súper responsable, una personalidad que no le impide al actor desplegarse en un material armado a medida. Dylan Minnette como Zach Cooper, Odeya Rush como Hannah, y Ryan Lee como Champ, componen un coro hábil en el espectáculo que ofrece este filme que aunque transita sobre caminos conocidos, tiene gancho -cosa que rara vez ocurre- para el público familiar y adolescente a la vez. El juego de autor-protagonista Escalofríos (originalmente Goosebumps) es una película estadounidense dirigida por Rob Letterman y escrita por Darren Lemke. Es protagonizada por Jack Black, Dylan Minnette, Odeya Rush, Ryan Lee, Amy Ryan, Jillian Bell y Halston Sage, y está basada en la serie de libros de terror para niños, Goosebumps creados por R. L. Stine. Para el relato creado por Darren Lemke (Shrek, felices para siempre, Turbo) el autor pasa a ser protagonista (interpretado por Black), como creador del escenario y lo personajes que cobran vida.
Escalofríos es una película que si bien está pensada para un público adolescente, es sumamente disfrutable tengas la edad que tengas. Los amantes de las aventuras fantásticas y de monstruos se la van a pasar de maravillas con esta tomadura de pelo a los personajes clásicos de este tipo de películas, ya que aparecen prácticamente...
Del terror al humor, en un solo paso En "Escalofríos" una confusión llevará a Zach y su amigo a entrar a la casa de su vecino sin saber que se trata de R.L Stine y, sin querer, dejan escapar a las criaturas de los libros del escritor. Una comedia familiar que, lejos de la pretensión, servirá para pasar un buen rato. Zach (Dylan Minnette) llega a la ciudad, y su nueva casa está pegada a otra muy extraña en la que viven una chica de su edad, Hannah (Odeya Rush) y su misterioso y enojado padre (Jack Black). Hasta allí, la trama comienza como cualquier argumento de película de terror, y quizás sea un inicio de alguno de los títulos de R.L. Stine, escritor de la famosa serie de Escalofríos, de libros de miedo para jóvenes. Una confusión sobre violencia doméstica llevará a Zach y su único amigo a entrar en el hogar vecino para saber si Hannah se encuentra bien, pero el dúo se encontrará con unos manuscritos que al abrir uno de ellos, deja escapar al abominable hombre de la nieves. La casa, obviamente es de R.L. Stine y esos libros encierran más que palabras. Allí están encerradas todas las criaturas que su mente creó, pero un error, al dejar escapar al monstruo del Polo Norte, les costará caro. Al destruir la casa y escapar, el monstruo tiró otro original, justo el de “La noche del muñeco viviente”. El protagonista de esa historia es Slappy, un muñeco para ventrílocuo que es más malo que el demonio en persona. Él será el encargado de liberar a todos los “hijos” del escritor y desatar el caos en la ciudad. Por fortuna, el filme basado en todas las historias de “Escalofríos”, no es “una historia basada en...”, sino más bien un homenaje a Stine y a toda una generación que creció con sus libros, mucho antes que “Harry Potter” o “Crepúsculo” existiesen. Y en clave humorística más que de terror, el filme sale mejor parado que si hubiese buscado inquietar y dar miedo. Una comedia familiar -inocente al punto de mostrar sólo un beso adolescente tapado por un abrazo- que, lejos de la pretensión, servirá para pasar un buen rato en el cine. Buen rol de Black, que ha demostrado que le quedan a su medida los filmes en los que se relaciona con niños y jóvenes (“Escuela de Rock”, “Nacho Libre”).
Para comenzar hay que aclarar que la película va dirigida a un rango amplio de público desde pre-adolescentes a la familia en general. El film, basado en el libro homónimo de Robert Lawrence Stine, parece tratar de una típica historia de una familia que debe rehacer su vida luego de una tragedia, cambiándose de una gran ciudad a un pequeño pueblo, descubriendo que su vecino actúa de manera extraña, sospechosa y alienándose. El puntapié de los conflictos sucede cuando Zach, interpretado por Dylan Minnette, conoce a Hanna (Odeya Rush) la hija de su vecino, y esto lleva a desatar por accidente los eventos del eje de la historia y los monstruos queriendo destruir a la ciudad y sus habitantes. En un principio la participación de Jack Black no queda clara hasta que se revela su identidad y algunos elementos cobran sentido, aclarándose un poco más el foco de la crónica. La historia es simple, con algunas inconsistencias pero con un desarrollo que entretiene, con actuaciones que no se podría decir que no tienen gran destaque pero que funcionan con fluidez y se vinculan bien con la trama. Con muchos elementos de humor continuamente, suspenso, banda sonora que acompaña todos los momentos y efectos digitales bien logrados (que no es de esperarse menos a estas alturas) casi de constante aparición ya sea como escenarios, paisajes o como objetos, aunque no compense los recursos trillados de la historia, un final previsible y comprimido en términos de complejidad y riqueza, a pesar de hacer referencia de que podría haber una secuela.
Escalofríos, dirigida por el infame Rob Letterman, nos recuerda por qué amamos a Jack Black. Este es el gran mérito de la película, Black interpretando al sombrío escritor de literatura adolescente de terror R.L. Stine es graciosísimo. Por supuesto, está esa fuerza todopoderosa que es la melancolía, volver a encontrarnos con los personajes de los libros es realmente emocionante. Emoción que nos lleve a considerar el film como una obra superior, cuando en realidad es una narrativa menor llena de efectos especiales y narrativos que divierten, pero que al rato se vuelven huecos.
Homenaje efímero a R.L. Stine "Goosebumps" es una nueva comedia de terror que homenajea al escritor estadounidense R.L. Stine y sus obras literarias de miedo para niños y adolescentes. El director Rob Letterman ("El espanta tiburones", "Monstruos vs. Aliens") junto a los escritores Darren Lemke, Scott Alexander y Larry Karaszewski arman una aventura de fantasía y humor que convierte al propio R.L. Stine en uno de los protagonistas de sus historias. La trama se centra en Zach (Dylan Minnette), un adolescente que luego de la muerte de su padre se muda a una pequeña ciudad con su madre. Sus vecinos más próximos son Hannah (Odeya Rush) y su padre, R.L. Stine (Jack Black), que en realidad se cambió el nombre y está viviendo bajo otra identidad. Víctimas de la atracción adolescente, ambos chicos comienzan a acercarse y a entablar una relación, pero Stine no está de acuerdo con la amistad. Un día, Zach junto a su nuevo amigo Champ (Ryan Lee), se meten a escondidas en la casa de su vecino gruñón y descubren no sólo su verdadera identidad, sino toda la colección de novelas que lo hicieron famoso. Al abrir uno de los libros, desatan una serie de acontecimientos fantásticos y divertidos en los cuales se apoya gran parte del film. A nivel técnico no hay demasiado que resaltar. Efectos audiovisuales logrados correctamente pero nada del otro mundo. Me hubiera gustado que a los monstruos no los diseñaran tan caricaturescos, pero bueno, entiendo que es más una comedia que una película de fantasía y aventura. Por el lado de las actuaciones, creo que están todos bastante bien, incluso Jack Black que venía de estar un poco alejado del cine y dedicando más tiempo a trabajos en tv. La mezcla de humor y terror no siempre funcionan durante el metraje, pero el balance general se puede decir que es positivo. Se debe tener en cuenta que a muchos espectadores les suele parecer un tanto complejo hacer comulgar estos dos géneros, pero creo que Letterman logra salir airoso. Una película de fantasía dirigida a adolescentes y a algunos espectadores menos jóvenes, que a pesar de no ser demasiado atractiva en su trama y ejecución, logra entretener y hacer valer la entrada al cine. Lamentablemente, creo que su falta de carisma la hará pasar a la categoría de entretenimiento efímero.