Sin salida La vida de gente común que sorpresivamente aparece atrapada en un espiral de engaños, conspiraciones y violencia ha sido llevada a la pantalla grande en numerosas oportunidades. Ahora es el turno del australiano Roger Donaldson, el mismo director de Sin salida y Arenas Blancas. En Fuera de la ley se pone en juego y se altera el orden cotidiano de Will Gerard (Nicolas Cage), un profesor de secundaria de Nueva Orleans, casado con una brillante violonchelista (January Jones). Luego de un salvaje ataque sexual que sufre su esposa, Will acepta la propuesta de un hombre desconocido (Guy Pearce) para hacer justicia al instante. El riesgo y la necesidad de ver al responsable muerto lo harán conocer un mundo desconocido, una organización de "vigilancia" en la que no todo es lo que parece. El film elige el vértigo y la intriga antes que la acción para contar esta historia donde todo encaja como en un rompecabezas. Y donde las fichas son personas. El protagonista es perseguido por policías que lo creen culpable de un crimen que quedó registrado en una cámara de seguridad y con el correr de los minutos la cuestión se dará vuelta. Narrado con precisión, el relato tensa la cuerda del suspenso y lo hace con buenos recursos (las pistas que Will deberá seguir casi al borde de la locura o la persecución a un supuesto pedófilo) que colocan a personajes secundarios en el ojo de la sospecha. Fuera de la ley es un thriller convincente por las vueltas de tuerca que presenta y porque cuenta con un Nicolas Cage creíble, más sólido que en los últimos (y olvidables) trabajos que hizo para el cine. Acá es un hombre cuyo mundo parece sucumbir, entre apariencias engañosas, tiroteos y asesinatos.
“Algún día le pediremos un favor” Esta frase que inmediatamente recuerda a El Padrino, en realidad fue extraída de nuestra criolla serie Los Simuladores. De todas formas, tanto Vito Corleone como Mario Santos recurrían a dicho latiguillo cuando estaban a punto de “solucionarle algún problema” a su escucha...
La excepción a la regla Fuera de la Ley comienza con la trama de “crimen y venganza” para rápidamente abandonarla por una de “falso culpable”. El protagonista, un ciudadano ejemplar, es acusado de un crimen que no cometió y deberá resolver el caso antes de que lo atrapen. Además, el film cuenta con la inseguridad como temática, la ciudad de Nueva Orleans de contexto y el director de El gran golpe (The bank jobe, 2008) detrás de cámara. Will (Nicolas Cage) es un respetado profesor de secundaria. Una noche su esposa es ferozmente atacada y violada. En el hospital, mientras espera su recuperación, recibe la visita de Simon (Guy Pearce) que ofrece justicia rápida a cambio de un pequeño favor. Will acepta y continúa felíz con su vida hasta que suena el teléfono exigiendo la devolución de dicho favor. Will quedará enredado en una peligrosa organización que mata por encargo, a la que no podrá denunciar por estar fuera de la Ley. Nicolas Cage es de esos actores que no falla o viene fallando seguido, según el tipo de espectador. Si usted gusta del cine arte, con una búsqueda formal o aplaude el riesgo narrativo, verá en el sobrino de Francis Ford Coppola una carrera en declive. En cambio, si usted busca una historia simple, bien narrada, donde se dispute el bien sobre el mal, Nicolas Cage no lo defraudará. Fuera de la Ley es un thriller “hecho y derecho”, con un alto nivel narrativo y mejor pulso para el suspenso impreso por Roger Donaldson responsable de Sin salida (No way out, 1987), aquella película con Kevin Costner, con la que Fuera de la Ley tendrá muchos puntos en común (la trama de corrupción, el inocente acusado, etc.). El director ya había logrado una interesante excepción en la carrera de Jason Statham con El gran golpe y aquí vuelve a hacerlo con Nicolas Cage. Por otra parte, está la inseguridad como tema de fondo, tan recurrente por estos días, y la ciudad de Nueva Orleans, post huracán Katrina, como contexto apocaliptico donde además de los espacios se perdieron los valores institucionales. Un tema ya transitado por Nicolas Cage de la mano de Werner Herzog en Un maldito policía en Nueva Orleans (Bad Lieutenant, 2009). Fuera de la Ley se presenta como un film efectivo entre las producciones de género proyectadas por estos días en la cartelera porteña. Una historia interesante, donde la construcción del suspenso y el dilema moral en el que se ve envuelto el protagonista, son claves para lograr un producto que satisface a quién busca algo más que el mero entretenimiento y, de igual modo, a quién espere que se cumplan a rajatabla las reglas del género.
En 1974 el director Michael Winner y Charles Bronson impactaron en Hollywood con El vengador anónimo, un controvertido film donde el protagonista era un hombre común y corriente que decidía hacer justicia por mano propia, cuando unos delincuentes violaban a su esposa y su hija. Desde entonces esta historia se convirtió en un clásico que fue refritado centenares de veces en las últimas décadas, tanto en Hollywood como el cine europeo y asiático. Sin ir más lejos en el último tiempo tuvimos estrenos con temáticas parecidas como Sentencia de muerte (Kevin Bacon) Días de ira (Gerard Butler) y Valiente (Jodie Foster), que no pasó por los cines locales. Fuera de la ley es una película que en principio parece ser otro refrito más de esta típica historia de venganza hasta que a los diez minutos del film, el violador de la esposa de Nicolas Cage es asesinado. Ahí es donde este estreno se vuelve realmente interesante, ya que el director Roger Donaldson (El discípulo) presenta una vuelta de tuerca diferente a esta clásica temática. Lo interesante de Fuera de la ley es que el protagonista tiene que enfrentarse a los justicieros anónimos que vengaron el crimen de su mujer, que forman parte de una misteriosa organización que actúa con complicidad de la ley. A diferencia de lo que muestra el afiche local del film el personaje de Nicolas Cage nunca llega a convertirse en un justiciero, sino que por el contrario le escapa a la violencia. Un detalle que diferencia a esta producción de otras películas similares. El film está bien hecho y cuenta con muy buenas actuaciones de Cage y Guy Pearce, quienes son los que más se destacan dentro del reparto. El director logró desarrollar un thriller con algunos giros sorpresivos que permiten que te mantengas interesado con las situaciones que atraviesan los personajes. No es una de las grandes películas del año ni va a recibir premios, pero es un decente entretenimiento dentro del género de suspenso.
La idea de que una fatídica decisión puede colocar a un hombre común en el centro de una espiral de intriga, manipulación, miedo y paranoia es el eje de esta historia. Quien deberá pasar por todos estos peligros es Will, un profesor de una escuela secundaria de Nueva Orleáns casado con una brillante intérprete de música. En su apacible existencia no hay nada que parezca romper con esa felicidad hogareña y laboral, hasta un día en que su mujer sufre un violento ataque sexual. A partir de aquí comenzará a planear una sutil venganza contra los abusadores de su esposa. Esto cobrará cuerpo cuando un desconocido le ofrezca hacer justicia al instante y evitar el proceso legal. Esa curiosa oferta lo pone en contacto con una organización clandestina que se dedica a matar a aquellos que, escapados de la mano de la ley, asesinan a la gente inocente. De aquí en más la vida de Will sufrirá un cambio radical, ya que para hallar a los violadores de su mujer deberá pagar la deuda con sus sádicos socios convirtiéndose en un asesino en potencia. Se dará cuenta, muy pronto, de que ha hecho un pacto con el diablo y desde entonces su existencia se convertirá en un cotidiano infierno en el que la violencia, las persecuciones y el temor estarán a la vuelta de cualquier esquina. El director australiano Roger Donaldson, con títulos tan exitosos en su haber como Sin salida, Arenas blancas y Especies , supo aquí otorgar al relato toda la acción que éste requería, a lo que se sumó la buena actuación de Nicolas Cage como el profesor.
Cofradía de vigilantes La verdad es que hay que darle crédito al indescriptible Nicolas Cage, un actor que vive en la cuerda floja desde hace por lo menos dos décadas ofreciendo una película buena a razón de tres mamarrachos (que quede claro que no son simplemente realizaciones malas sino desconcertantes). Pensemos en esta catarata de engendros recientes: Infierno al Volante (Drive Angry, 2011), Trespass (2011), Cacería de Brujas (Season of the Witch, 2011), El Aprendiz de Brujo (The Sorcerer''s Apprentice, 2010), Peligro en Bangkok (Bangkok Dangerous, 2008), El Vidente (Next, 2007) y El Vengador Fantasma (Ghost Rider, 2007). Como al señor le encanta combinar los extremos, por suerte tuvimos a las excelentes Cuenta Regresiva (Knowing, 2009) y Un Maldito Policía en Nueva Orleans (The Bad Lieutenant: Port of Call - New Orleans, 2009) para compensar semejante debacle: desconocido para el gran público es el terreno intermedio que sólo en ocasiones suele transitar, obras -como la que hoy nos ocupa- que sin ser maravillas están por encima del promedio. Fuera de la Ley (Seeking Justice, 2011) es un thriller paranoico basado en la premisa símil Alfred Hitchcock del “hombre común en circunstancias extraordinarias”. En esta oportunidad la historia nos propone una especie de “cofradía de vigilantes” que funciona como una organización parapolicial con estructura de células terroristas y eficacia de mega corporación capitalista: cuando un psicópata viola a su esposa Laura (January Jones), el profesor Will Gerard (Cage) le dice que “sí” a la susodicha entidad, cuyo rostro visible es un tal Simon (Guy Pearce) que por supuesto le adelanta que se le cobrará el servicio a futuro pidiéndole algún que otro favorcillo. El guión construye una cadena lógica de acontecimientos que resultan muy previsibles pero no por eso dejan de ser satisfactorios. Definitivamente en ello juega un papel fundamental la intervención del veterano Roger Donaldson, un director que a lo largo de su carrera ha hecho un poco de todo y casi siempre con una bienvenida solvencia: lejos del nivel de Sentencia de Muerte (Death Sentence, 2007) o siquiera Valiente (The Brave One, 2007), la trama curiosamente elige el camino del Hollywood clásico orientado a no manchar las manos del protagonista, defendiendo el arrepentimiento frente a la decisión de viabilizar la venganza. En ese instante el film introduce otro engranaje tradicional del maestro del suspenso, la idea del “falso culpable”. Vale señalar que los que busquen una espiral interminable de escenas de acción van a salir defraudados porque el devenir gira alrededor de la investigación de Gerard para probar su inocencia, rechazando la pirotecnia y reservándose un par de “sorpresas” que por el cúmulo de fórmulas no lo son tanto. El elenco está perfecto aunque a decir verdad el único con posibilidades de desarrollar su personaje es Cage, aquí por cierto bastante medido: el convite pretende ser una parábola sobre la desesperación de la New Orleans post Huracán Katrina, principal telón de fondo, pero a fin de cuentas no pasa de las buenas intenciones…
El viejo truco del vengador justiciero En el marco de una Nueva Orleáns derruida y abandonada por el Estado, Nicolas Cage pone rutinariamente el cuerpo para un profesor de literatura metido en una historia de venganzas cruzadas: todo termina perdiéndose en una serie de giros narrativos. Vaya uno a saber en qué momento exacto ese embrión de estrella cinematográfica que era Nicolas Cage a finales de los ’80 devino en el intérprete asalariado de los 2000. El tipo es, a estas alturas, un saltimbanqui. Y a pura honra: pasa de la estilización bélica de Códigos de guerra al melodrama biempensante de Torres Gemelas, y de ahí al exceso festivo en Infierno al volante 3D y a las zonceras fantasiosas ofrecidas por Cacería de brujas y El aprendiz de brujo. Eso sí, a no pedirle que mueva un músculo de su cara: el rostro momificado de tránsito lento no se negocia. A lo sumo puede reducir, ampliar y/o pintar su cabellera. O, como en el caso de Fuera de la ley, remarcar la barbita candado alrededor de su boca. Sabia decisión, sobre todo cuando se busca inspirar un atisbo de temor al séquito de justicieros anónimos deseosos de hacer de su pecho un colador. Cage y su barba le dan carnadura a Will Gerard, un auténtico pan de Dios: obcecado docente de literatura en una escuela de los suburbios de la ruinosa Nueva Orleáns, busca inspirar a sus alumnos leyéndoles a Shakespeare y llevándolos a conciertos de música clásica. Tanto esfuerzo tuvo su recompensa. Según recuerda ante su amigo, colega y compañero de ajedrez Jimmy (Harold Perrineau; Michael en Lost), fue justamente en una de esas salidas educativas donde conoció a la violonchelista que hoy es su esposa, Laura (January Jones, de Mad Men). Pero el idilio, claro está, debe romperse para que haya película, y esto ocurre cuando ella sufre un violento ataque sexual. En plena sala de espera del hospital, Will recibe la oferta justa para ese momento de zozobra. “Somos una organización que lidia con este tipo de gente”, le dice, cual simulador de Szifrón, el enigmático Simon (Guy Pearce). Pero la aceptación del servicio, le aclara, implica una futura contraprestación a favor de la causa. Will vacila y finalmente da el visto bueno. Seis meses más tarde, ya con la mujer recuperada, los vengadores anónimos volverán en busca de aquel favor. Favor que consiste en el asesinato a sangre fría de otro hombre. Lo primero que llama la atención del último opus de Roger Donaldson –otro saltimbanqui: Cocktail, Especies, Trece días, Sueños de gloria, El gran golpe, entre otros– es su bautismo nacional. Como si fuera insuficiente con la falta de literalidad entre Seeking justice y Fuera de la ley, ambas terminologías permiten establecer una relación dialógica entre sus significaciones. Es que en ellas se esclarecen involuntariamente las causas y consecuencias de los procesos instrumentados por el protagonista y sus contrafiguras a lo largo del film: si el “buscando justicia” refiere al qué, a la historia varias veces vista de un hombre común sometido a situaciones extraordinarias, el título local aborda el cómo. Esto es: las motivaciones para buscar esa supervivencia. Motivaciones que viran de eje promediando el metraje, cuando el guión de Robert Tannen deja de lado la búsqueda de venganza para abrazar la historia del fugitivo y sus falsas acusaciones, temática ya abordada por el realizador australiano en Sin salida. El cambio narrativo se traduce en otro geográfico, cuya principal consecuencia es la ventilación de una historia hasta entonces socavada por su óxido. La salida de la acción a las calles muestra un Estado casi ausente, condición perfecta para el reinado de los justicieros y su penetración en los puntos más altos de los organismos gubernamentales. Eso le insufla al film un brío eminentemente político que rememora al desquicio alucinógeno de Herzog en Un maldito policía en Nueva Orleáns. Es que en ambas el centro no es la resolución del conflicto delictivo en particular, como sí ocurre en Identidad desconocida, en la que huida era pura pirotecnia, sino en la caída de la instituciones y de su representatividad en una sociedad profundamente de-sencantada. Eso y, claro, las barbas de Nicolas Cage.
Hoy por ti, mañana... Nicolas Cage, en medio de una banda que hace justicia por mano propia. Hay thrillers que, al margen de entretener, permiten al espectador que esté atento más allá del suspenso, dilucidar algunas cuestiones del género. Por caso, si una pareja se muestra muy enamorada en las primeras escenas, es obvio que la felicidad no será duradera: como en las películas de guerra cuando un combatiente muestra a un compañero la foto de su novia, difícilmente sobreviva mucho más. Si un personaje aprende a usar un arma de fuego, es obvio que, más tarde o más temprano, será quien la utilice en un momento inesperado. Y por último, si trabaja Nicolas Cage, a estas alturas de su trayectoria y entretejidos, es imposible no notar cómo puede correr, saltar y pelear, y estar siempre con los cabellos peinados. Disgresiones al margen, Fuera de la ley (con ese título también se adivina bastante) es un thriller con su costado dramático. Nic y Laura (January Jones, de Mad Men ) son una pareja que vive en una Nueva Orleáns acosada por el crimen. Lo dicho, no hay felicidad que dure 100 años, -y en una película, 10 minutos), y una noche un hombre golpea, roba y viola a Laura, concertista de violonchelo. En el hospital, Simon (Guy Pearce, que puede pasar de ser el hermano del El discurso del rey a esto) se acerca a Will y le ofrece, digamos, sus servicios. Lo convence de que, por más que la policía capture al violador, le darán menos años de cárcel que si hubiera evadido impuestos. Nic, maestro de escuela estatal, no debe entender mucho de eso, pero acepta el convite. Al fin y al cabo, lo que le proponen no le cuesta un dólar (bah, sí, dos dólares por unas barras de chocolate que le hacen comprar como gesto de OK, acepto ). Simon y los suyos harán justicia por mano propia -lo liquidan-, y en el futuro le pedirán “un favor”. Ya se imaginan el favor que le solicitarán. Dirigida por Roger Donaldson, el australiano de aquel gran título de suspenso que fue Sin salida , con los hoy casi desaparecidos Kevin Costner y Gene Hackman, uno sabe, intuye que la película no tendrá esas escenas de violencia extrema con que se regodea el Hollywood actual. Y así es. Pero el filme tampoco es un dechado de virtudes, con una trama que hace agujeros en varios rollos de la película, y un antihéroe que se ve atrapado en una red de corrupción cuyo palabra mágica es El conejo hambriento salta , y que será dicha por los personajes que uno menos se imagina. Bueno, no lo sospecha si se entrega naive a la proyección. Cabría preguntarse, otra vez, qué quedó del Cage de Corazón salvaje o Adiós a Las Vegas . Si ya no le llegan guiones de ese estilo, o si sus deudas financieras lo obligan a aceptar tantos filmes de acción (filma de a cuatro) por año. Quién lo sabrá.
Los justicieros son peligrosos Aunque no hay ningún recurso extraordinario, ni vuelta de tuerca que llame la atención, el filme entretiene y reactualiza el muy actual tema de la inseguridad, la lentitud de la aplicación de la justicia y la peligrosidad de la condición de justiciero. Will Gerard, profesor de una escuela secundaria en las afueras de Nueva Orléans, nunca pudo pensar que la violencia le destrozaría su vida familiar. Su querida esposa Laura, asaltada sexualmente, en un episodio de violencia, yace ahora en un hospital y Will, ante la lentitud de la ejecución de justicia, piensa en la venganza. Como anticipándose a su pensamiento, aparecerá alguien, jefe de un grupo (Simon) de "amigos de la ciudad", bien interpretado por Guy Pierce, que se ofrecerá para "el trabajo sucio", pero, llamativamente, con el compromiso de un "favor a futuro". Lo que Will Gerard no intuye es la magnitud del "favor futuro", que implicará una muerte. Por supuesto que el asunto se complicará y el ciudadano Gerard ingresará en una suerte de espiral de horror con acusaciones criminales incluídas. ACCION Y BUEN RITMO Cuando uno repasa algunos momentos de este filme, no puede dejar de pensar en un clásico del género como fue "Semilla de maldad", donde se reproducía la situación de un profesor de secundaria (Glen Ford) enfrentado a la violencia, en aquel caso, representada por sus propios alumnos o en filmes como "El vengador anónimo" o "Sin salida" Kevin Costner, del mismo director de "Fuera de la ley", que, de alguna manera, reproducía ciertas líneas del tema "acusado inocente" de esta producción. El australiano Roger Donaldson es un muy buen profesional de filmes de acción ("La huida", "El robo del siglo") su producción en general, incluída ésta, muestra un total dominio de los ingredientes del género y un limpio manejo del ritmo con las clásicas persecuciones, intrigas y situaciones al borde del abismo. Aunque no hay ningún recurso extraordinario, ni vuelta de tuerca que llame la atención, el filme entretiene y reactualiza el muy actual tema de la inseguridad, la lentitud de la aplicación de la justicia y la peligrosidad de la condición de justiciero. Hay buenas actuaciones de Nicholas Cage, lejos ya del Columbato de "Birdy" o "Adiós a las Vegas", junto a un correcto equipo de actores secundarios.
Entretenido thriller con sólido villano Nicolas Cage hizo una de las mejores películas de su carrera con Werner Herzog en «Un maldito policía en Nueva Orleans». Por algún motivo, algo lo hizo volver a la misma locación, ambientada luego de la inundación pos huracán Katrina, para filmar una película oscura y, por convencional que pueda parecer, es más rara que la del director de «Aguirre la ira de Dios», ya que lleva al mismo actor a un mismo lugar y momento para que componga un personaje totalmente distinto al anterior. En «Fuera de la ley», Nicolas Cage tiene que hacer un personaje mucho más sobrio y medido, lejos de su histrionismo habitual. Aquí interpreta a un maestro común y corriente, felizmente casado (con January Jones). La pareja sufre una brutal agresión en la que la peor parte la sufre ella. A partir de este punto, la película podría parecer una especie de «Vengador anónimo», pero en realidad es una extraña mezcla del taquillero y brutal policial con Charles Bronson y el «Pacto siniestro» de Hitchcock, dado que el guión logra que el marido acepte un trato que le propone Guy Pearce, líder de una suerte de escuadrón de la muerte que se ocupa de impartir justicia a cambio de algún favor futuro. Roger Donaldson es un director muy sólido en lo técnico, pero no especialmente imaginativo, y en general depende de lo que permita el guión, que en este caso podría haber potenciado mucho más todo el asunto. Pearce es un excelente villano, y Nicolas Cage hace lo que puede para interpretar a un tipo común metido en conflictos no sólo terribles, sino pesadillescos y casi fantásticos. La película no aprovecha las posibilidades de la premisa argumental (en especial todo lo relativo al personaje de January Jones), pero tiene sus momentos de buen cine negro, además de estar muy bien filmada.
¡Nooooooooo!!!!! ¡Estamos en la B!!!!!!!!!! A esta altura Nicolas Cage comienza a pertenecer a la misma estirpe de actores que hacen “lo que venga”, que integran tipos como Rutger Hauer, Tom Sizemore o en algún momento Mickey Rourke. Quizás tiene todavía algo más de prestigio y chapa que los mencionados anteriormente, aunque teniendo en cuenta que lo que hace es cada vez menos personal y cada vez más esquemático, se está oxidando a pasos agigantados. Es ya, definitivamente, con su rostro inalterable y su andar que parece decir siempre “estoy acá por la guita”, una estrella de serie B, y en el mal sentido. Fuera de la ley (cuyo título original es Seeking justice, es decir, “Buscando justicia”, con lo que si empezamos a hacer comparaciones con la traducción, corremos el riesgo de meternos en todo un embrollo dialéctico) es también de segunda línea, de clase B. Es de esos filmes de relleno, cuyo objetivo es acaparar salas y servir de soporte a los que son los grandes tanques hollywoodenses. Ojo, se pueden enumerar grandes películas “de relleno”, con la misma finalidad mercantil pero un gran trabajo artístico, pero este no es el caso. Pasa que su historia es tan repetida como perezosa, con Will Gerard (Cage), un docente recontra dedicado a su trabajo, que les enseña Shakespeare (quien parece que fue el único gran escritor anglosajón importante) con gran pasión a sus alumnos, pero que un día, cuando su esposa es violada y golpeada brutalmente, acepta el ofrecimiento de Simon (Guy Pearce), un hombre cuya organización se encarga de asesinar al violador, pero a un alto precio: que Will luego asesine a alguien más para continuar la cadena. La película es dirigida por un realizador de serie B como es Roger Donaldson, quien ha pasado de dirigir films muy interesantes y bien narrados, como El gran golpe y Sueños de gloria, a productos carentes de potencia, como La fuga, Especies y El discípulo. Y quien aquí está en la segunda modalidad, desperdiciando la ciudad de Nueva Orleans como escenario potencialmente decadente y atrapante a la vez; sin vigor narrativo y sólo en algunos momentos construyendo cierto interés por lo que se cuenta; y hasta filmando una violación como si se tratara de una simple compra en un supermercado. Además, en el reparto tenemos a unas cuantas figuras clase B: está January Jones, quien excepto en la serie Mad men, ha probado ser sólo una cara bonita; pero también Jennifer Carpenter (quien encarna a la memorable Debra Morgan en Dexter), Harold Perrineau (con muy buenos pasos por Lost y Oz), Xander Berkeley (su jefe de CTU en 24 era hasta entrañable) y Guy Pearce (¿se acuerdan que hizo Los Angeles al desnudo, La máquina del tiempo o Montecristo?), todos ellos desperdiciados, con personajes que son meras marionetas, sin una composición sólida detrás, con lo que terminan deambulando por la pantalla. En Fuera de la ley todo es clase B, de segunda mano, atado con alambre y lleno de parches. Rutinaria, efectista, sin una pizca de originalidad, ni siquiera es polémica a pesar de su tema central, a priori un tanto espinoso. Uno quisiera aunque sea enojarse, patalear un poco. Pero ni eso nos permite este film.
Nicolas Cage vuelve a nuestras pantallas por tercera vez esta temporada con Fuera de la Ley, ahora de la mano de Roger Donaldson, realizador de The Bank Job. Fuera de la Ley se centrará en la intensa búsqueda de justicia que debe realizar el ciudadano ejemplar Will Gerard para limpiar su buen nombre, luego de que quedar incriminado en un asesinato por una organización que se dedica a "mantener el orden" en New Orleans y cuyos integrantes fueron los encargadosde ultimar al violador de su esposa. Más allá de que en sus avances prometía ser un film con mucha más acción de la que tiene, Fuera de la Ley es una buena propuesta dentro de ese sub género de ciudadanos comunes que deben limpiar su nombre por conspiraciones que los inculpan, aunque me parece interesante destacar la buena elección del director en partir desde la premisa de una película encasillada en "crimen y venganza" para rápidamente dejarla de lado y desarrollar la mencionada trama de "falso culpable" haciendo de la obra una propuesta más atractiva. Lo más destacable de este thriller que muestra a Nicolas Cage en muy buena forma, es que Donaldson no desarrolla al personaje de Gerard convirtiéndose en una especie de súper hombre, sino que se dedica a mostrarnos al protagonista en una búsqueda desesperada por limpiar su nombre pero sin caer en elucubraciones brillantes o ataques cuerpo a cuerpo que harían perder por completo el tono equilibrado de la película. Por otra parte tenemos a la hermosa January Jones desempolvando su encantadora risita y al inglés Guy Pearce desenvolviéndose con una soltura y una frialdad excelentes, totalmente acorde con lo que necesitaba su villana caracterización. Fuera de la Ley no será recordada como uno de los estrenos del año, pero no por eso deja de ser un respetable y efectivo thriller en una cartelera cargada de vampiros.
Si bien se la puede tildar de predecible, argumento trillado, cabos sueltos, cositas tipo clase B y demás, cumple con creces su meta de entretener y atrapar de principio a fin con mucha acción y suspenso. Si sos de los que se espantaron con los últimos trabajos de Cage, en este caso no están mal ni su actuación ni el guión, así que vale la pena ir a verla al cine si lo ...
Los caminos de la muerte La inseguridad ciudadana que, con sus largos dedos, todo lo toca. Después de ensayar con su grupo de música, una joven mujer camina hacia su auto por una calle oscura y desolada. Un sujeto la aborda, la golpea y la ultraja. En la sala de espera del hospital, su marido es accedido por un misterioso sujeto que le ofrece ser su instrumento de venganza. Pertenece, dice, a una organización dedicada a hacer justicia por mano propia. En su locura del momento, el apelado accede. Sólo deberá devolver el "favor" con otro. Por desgracia para él, el error de creer que su angustia y la de su mujer desaparecerán si se extingue la vida del criminal, le cuesta muy caro. Cuando entiende que probablemente ocurrirá todo lo contrario, ya es demasiado tarde, y debe empezar a correr por su vida y la de su ser más querido. El director de esta película ferozmente norteamericana, el sin embargo nacido australiano Roger Donaldson, es un probado artista del cine con varios justificados éxitos en diversidad de géneros, como la comedia romántica Cokctail, la de piratas El motín del Bounty, la de ciencia ficción Especies, el drama deportivo Sueños de gloria, la de acción La fuga, o el thriller político Trece días, entre otras. Robert Tannen es un guionista con sólo dos trabajos en la industria (o fuera de ella) que lideró el equipo que desarrolló la trama de Fuera de la ley, haciendo de la lucidez, la repentización, y la astucia de los personajes, tres pilares de un relato que con una buena dosis de sorpresas y suspenso, y sin dejar casi cabos sueltos en su avance, tiende redes que no le darán al espectador demasiadas chances de distraer su atención. Un muy buen thriller, fuertemente pesimista, dubitativamente clásico en su formato, pero con el valioso plus de tomar una muy clara posición (hecho no tan frecuente) contra la doble moral de los que creen estar por encima de la ley y sobre todo de los demás hombres y mujeres la crearon anhelando poder guiar decorosamente el costado salvaje del ser humano.
Los peligros del salto del conejo hambriento La justicia por mano propia sigue -seguirá- siendo el lugar más transitado por el cine norteamericano, presente desde sus lejanos y primeros westerns. Seeking Justice -título original de Fuera de la ley- alude a un "buscando justicia", a un gerundio que no termina de conformar, que no habrá de encontrar satisfacción. Porque siempre habrá alguna venganza nueva que enfrentar y, por ende, otra película norteamericana más por estrenar. En este tipo de casos, lo más interesante puede radicar en la posible tematización sobre la justicia y la venganza. Lejos de algún planteo similar, Fuera de la ley encuentra su primer "impacto" allí cuando la esposa es asesinada y Nicolas Cage -profesor de literatura de nivel secundario (¡!)- conoce la posibilidad de un ajuste de cuentas inmediato. Aparecido de la nada, en el hospital, Guy Pearce (el gran Guy Pearce, aquí reducido a un papel penoso) habrá de ofrecer al profesor el castigo y la satisfacción que la ley no proporciona. ¿A cambio de qué? De algún pequeño favor, alguna posible vez futura. Entonces sí. Que terminen con el violador. Su libertad condicional no es, por lo visto, garantía de nada. Así que se lo ultima, en su casa, rodeado de whisky, mugre, desorden, en función de una requerida estereotipia. Luego de seis meses, Cage y su mujer (January Jones) reestablecen, más o menos, el vínculo, más unas clases de tiro al blanco que ella se proporciona, porque lo que ahora quiere en su casa es un arma. Hasta que el teléfono suena y "el conejo hambriento salta". Es ésta la clave con la que se comunica este entramado secreto y, de acuerdo con lo que el film progresivamente expone, infiltrado en toda capa social. Una especie de mister Hyde colectivo que alecciona de manera terminal a quienes han hecho de Nueva Orleans un lugar inseguro. Aquí, entonces, comienzan los problemas. Cage se debate entre cumplir o no el mandato del régimen del conejo, mientras busca la manera de poder estabilizar su tranquilidad perdida. Lo notable es cómo el film irá ordenando sus piezas de forma tal que todo termine, por supuesto, por encajar, con el héroe redimido. Aún cuando para ello deba pasarse por alto la responsabilidad de la muerte primera. Así como la ratificación que el film se preocupa por exponer acerca de la necesidad de tener armas en casa. En otras palabras, Fuera de la ley es tan conservadora como cinematográficamente lamentable. Su realizador es Roger Donaldson, artífice por encargo de películas pésimas (Cocktail, Dante's Peak, La fuga, remake del film de Peckinpah) y de alguna sorpresa (El gran golpe, que está muy bien y muy lejos de la tontería que se reseña). Poco más que decir, menos aún con un Cage alejado de la veta autoparódica, único camino posible para su lucimiento actoral.
Nicolas Cage vive una pesadilla: han violado y golpeado malamente a su esposa. Alguien le ofrece hacer justicia por mano propia y ahí va el hombre a meterse en un asunto mucho más grande y peligroso que la simple venganza. Como suele suceder con el australiano Roger Donaldson, hay momentos que funcionan y otros -la mayoría, básicamente por obra de Cage- que no. Ideológicamente, la película trata de partir de lo repudiable para encontrar un equilibrio un poco cobarde. Dejando de lado esto, es apenas un correcto film de acción olvidable.
Thriller chiquito, divertido y desaforado con ribetes hitchcocknianos aunque con un guión comprado en el Once. ¿Qué esperar de una película de Roger Donaldson? Pregunta sin respuesta. O sí, tal vez no esperar mucho más que un thriller bien contado, con cierto profesionalismo, de esos que son definidos con la frase “un buen entretenimiento”. Debo reconocer que tras la seguidilla de Cadillac man, Arenas blancas, la remake de La fuga, Especies, Furia en la montaña, uno no puede tener otra cosa que no sea miedo. Pero caramba, el tipo hizo también Sin salida, que era un thriller bastante tenso, bien narrado, con Kevin Costner y Gene Hackman inmejorables. Vaya uno a saber por qué, las últimas dos películas de Donaldson me gustaron mucho: Sueños de gloria y El gran golpe, dos obras evidentemente diferentes entre sí, pero que tenían como mayor acierto el rigor con el que el cuento se contaba, y la potencial diversión que del relato emergía, una suerte de energía positiva que, en el caso de El gran golpe, era puro vértigo y dureza de cine de género con Jason Statham, el maestro de las piñas, las patadas y el carisma. Bien, Fuera de la ley presentaba la chance de renovarle el crédito al australiano, pero había un par de luces rojas en el camino: Nicolas Cage en el protagónico y una supuesta trama de venganza ante un caso de violación. Sin embargo, aquella venganza no ocupa más que 10 minutos ya que la película se dispara hacia cualquier lado, con un ritmo frenético y giros constantes que hacen avanzar la historia con mayor o menor fortuna; y la presencia de Cage no atenta contra los resultados del film porque básicamente los giros de la trama resultan tan disparatados por momentos, que la falta de verosímil con la que uno lo ve moverse por el plano encaja perfectamente con una trama que va a toda velocidad transgrediendo incluso su propia lógica interna y sin que eso importe demasiado. Fuera de la ley es una de esas películas que militan porque el cine sea movimiento, ante todo. Cage es un docente amable y January Jones, su esposa, una ejecutante del violoncelo que es abusada sexualmente y golpeada por un desconocido. Hasta ahí lo esperable y lo que parece un thriller rutinario se reconvierte con la presencia del enigmático personaje que interpreta Guy Pearce, alguien que se encarga de “solucionar” este tipo de asuntos a cambio de que luego uno le dé una mano en algo que necesite, en una carrera divertida casi hitchcockniana, casi depalmiana, aunque con un guión comprado en el Once. Y a todo esto, Fuera de la ley le suma una mirada sardónica sobre la sociedad preocupada en la máxima seguridad (su final es sumamente cínico y pesimista, en un sentido setentista del cine) y una bajada de línea sobre el desamparo en el que se vio sumida la sociedad de Nueva Orleans luego de Katrina (otra vez Cage, otra vez Nueva Orleans, pero sin Herzog). Si bien esto está, Donaldson sabe que si en el cine el huevo es el tema y la gallina es la acción, la gallina está primero que el huevo. Y la gallina de Donaldson es la gallina de los huevos de oro. Fuera de la ley es un thriller chiquito, divertido, desaforado, disparatado y disfrutable.
¿Qué hace que una producción encuadrada, o presentada, como perteneciente al género del suspense, que luego por los giros narrativos, o por la misma impericia de cómo construir un filme de intriga, se intente transformar en uno de acción y, vuelvo a aclarar, aspirando a ser de acción termine aburriendo? Lo primero, es que después de la presentación de los personajes, y constituido el eje dramático, se la descubre como totalmente previsible y, al mismo tiempo, la verosimilitud que debiera quedar instalada se fue al diablo. Lo segundo, es que intentando ser un filme de industria, con pautas muy concretas de construcción del relato y respete a rajatabla los códigos, no lo logra. Hay diversas razones para ello, muchas están en el orden de la historia, para lo cual debería dar a conocer algunos detalles que socavarían el interés de los espectadores. Podría decirse que no sólo son los giros narrativos entre confusos y previsibles, sino que constantemente van planteando tramas paralelas que hacen progresar al relato, pero apenas esbozadas y sin desarrollo, por ende confusas, que terminan siendo deglutidas por la trama principal, quedando unas como justificativas del accionar de alguno de los personajes, y otras como un cierre ya a esa altura designado. Este cine de formas tradicionales habitúa al espectador a una narración eslabonada según las necesidades del personaje actante, con la intención de producir una identificación masiva, desarrollando sucesos hasta alcanzar un máximo de tensión, y a partir de ahí el desenlace de los nudos dramáticos, posterior solución de la crisis y vuelta a un estadio de estabilidad, apaciguando las emociones. Es aquí donde surge otro problema. El encargado de hacer creíble todo esto es Nicolas Cage, animando al profesor de literatura inglesa Will Gerard, sin lograr tal cometido por revelarse tan poco dúctil en la generación de mascaras y de expresar algo que la duda se propaga a toda la película. El equilibrio en este punto puede estar dado, y de hecho dan un respiro, en las apariciones de January Jones, cada vez más consolidada como una bella actriz con buenos recursos interpretativos, en la piel de la esposa (Laura Gerard) y el antagonista de Will, el muy buen actor Guy Pearce, como el malvado Simon. Luego de la presentación de los personajes y su amorosa convivencia, la trama a desarrollar comienza cuando Laura, una eximia ejecutante del violonchelo de una orquesta, es atacada sexualmente, con tal violencia que termina en un hospital. Es allí, en la sala de espera, que Simon encara a Will y le ofrece los servicios de venganza inmediata por parte de un grupo de personas, justicieros anónimos, que sólo le pedirán como retribución que alguna vez les haga un favor casi “mínimo”. Will se encuentra en una encrucijada, en estado de shock, de emoción violenta, y ante el ofrecimiento su reacción primaria es la negativa, tal como corresponde a un sujeto con esa capacidad de abstracción, simbolización, y sensibilidad, para luego de unos segundos aceptar el ofrecimiento. Es posible que así suceda, pero mayormente una persona obnubilada, ofuscada, primero la aceptaría, para luego de meditarlo rechazar el ofrecimiento. De cómo se enteró Simon de la circunstancia que vive Will es otro enigma superfluo, que termina siendo un misterio que se resuelve en la última escena del relato. Esa falta de organización artístico/narrativo estructural del material con que cuenta el realizador, o sea del guión, se transforma en una fiel crónica reproductiva de actos acelerados sobre la base de un desafío inmediato de esa realidad que intentan ir construyendo y, según exigencias de simultaneidad narrativa, inmerso en un punto estético totalmente irrelevante al juzgar el producto en su totalidad. En síntesis, el clásico cuento de un hombre común en una situación extraordinaria, vulgarmente realizado.
Hace unos días intercambiábamos mensajes por twitter con un colega acerca de Nicholas Cage. El había elegido un puñado de películas que decía (10, para ser exactos) sí o sí había que ver de este prolífico actor, y mi primera reacción, se los digo sinceramente fue decirle “hace mucho que no veo una buena de este tipo”. No es que no sea un talentoso. Lo es, no puedo negarle sus condiciones (amaré para siempre su composición en “Leaving Las Vegas”, por dar sólo un ejemplo), pero tampoco vamos a decir que todo lo que hace merece verse. No, la verdad, estos dos últimos años vi varios trabajos de Cage que me hacen mirar con desconfianza cada gacetilla de prensa que anticipa un film suyo. Esta, no es la excepción. Digamos que la idea de “Seeking justice” no es nueva. Las historias de vengadores por fuera de la ley vienen girando hace un tiempo en la industria, con dispar suerte. Hay algunos ejemplos dando vueltas sobre tipos que van por afuera del sistema, buscando reparar lo irreparable, y enfrentando a sus propios fantasmas… Pero no muchos... Sin embargo, no es una línea que haya generado productos memorables... A ver, son vehículos ideales para el lucimiento de actores taquilleros en propuestas que abundan en explosiones, violencia,… Veamos. Primero, debo decirles, no es un trabajo tan mediocre como los últimos que hemos visto de este actor. Los productores discutieron un poco el título (dicen que se llamaba “The hungry rabbit jumps”) y la estrenaron primero en Asia, desconfiados un poco de la fuerza del film y a la espera de buenas noticias que apoyen globalmente su difusión. Desconozco si a Cage le importa volver a hacer películas aceptables (artísticamente hablando), o su objetivo es sólo retomar la senda del éxito, al menos, en la taquilla. Si se que esta “Seeking justice” prometía reivindicación… Y no la trae. Es mejor que lo último que venía haciendo, pero no demasiado. Ya en la sala, lo primero que me dije es…”va a ser un film pleno de acción”… Y no. Roger Donalson, el director, es un cineasta que tiene buen ojo para el género así que eso era esperable de alguna manera…pero elige darle un registro… dramático? Se nota que el objetivo de “Fuera de la ley” (que no es lo mismo que “Buscando desesperadamente justicia”, traducción original) era mechar contenidas dosis de violencia con discurso moralista acerca de la validez o sustento de la venganza hecha por mano propia. Y condenarla. Estamos en New Orleans (con curiosas referencias al huracán que la asolara un tiempo atrás y que funciona como paralelismo para la historia que se presenta), donde Nick (Nicholas Cage) es un profesor de escuela, marido competente y feliz, casado con la bella Laura (January Jones). Ella ensaya en una orquesta y se prepara para un concierto. Todo va bien, hasta que el azar interviene y ese maravilloso universo se quiebra: su esposa una noche es violada y su mundo se derrumba. Pero no todo está perdido. Simon (Guy Pierce) cae en el hospital donde Laura está internada y le ofrece formar parte de…”los vengadores” (!) –perdón por la licencia, copyright con todos los derechos reservados!- Este grupete se encarga de impartir justicia y darle su merecido a los malos, claro, a cambio de una importante devolución de favores. Ya saben que opción tomará el desesperado Nick, el tema será ver que consecuencias eso acarrea para su vida. Podrá sostener semejante pacto cuando esta organización requiera de su trabajo? La película explora (o intenta) el dilema moral que significa impartir justicia sin estar preparado para ello. Sin dudas. Su tratamiento es convencional, las actuaciones son correctas pero sin mucho vuelo. Las secuencias de acción están bien resueltas aunque la deuda mayor del film es el abordaje de cómo va encadenando su debate moral. No es que me haya molestado (tengo mi propia impresión que no viene al caso), pero lo considero blando y a la luz del camino mostrado en el recorrido, no me terminó de cerrar. Si buscan algo pasatista, puede que "Fuera de la ley" les guste. No me aportó nada muy original ni nuevo, aunque está bien filmada y es un avance comparado con films anteriores de Cage. Quizás la próxima. PD: Conste en actas que no hablé del quincho del protagonista en ningún momento (a pesar de los constantes pedidos en twitter del tema!)
Asesinos SRL Fuera de la Ley es lo nuevo de Nicolas Cage y el director australiano Roger Donaldson, que en el pasado dirigió algunas películas conocidas como Dante's Peak (Pierce Brosnan, Linda Hamilton) y El Recluta (Al Pacino, Colin Farrell), productos que si bien no eran de la mejor calidad, lograron entretener a los espectadores. Con este último trabajo se vuelve a dar la misma situación, en la que se cumple con un buen entretenimiento, movido, con ritmo y acción, pero que por momentos resulta un poco absurdo y contradictorio. El trío protagonista está formado por el controversial Nicolas Cage que despierta halagos y críticas por igual, un Guy Pearce que cumple muy bien con su rol y la siempre linda January Jones, que aporta lo suyo demostrando versatilidad y un aire nuevo en la cintas de acción. La historia plantea una premisa que todo aquellos que hayan sufrido alguna injusticia en manos de criminales ya sean ladrones, violadores, abusadores, traficantes y demás basuras, se han imaginado en su cabeza varias veces... "¿y si me convierto en un super asesino a sangre fría y lo rastreo a este HDP para ajusticiarlo yo mismo?". Una idea realmente poderosa que permite desatar la furia asesina en la mente de las personas que desean vengarse de la injusticia que les tocó vivir, y es por eso que han habido varias producciones que trabajan la temática. "Fuera de la Ley" es otra más que se suma a la lista, pero con una vuelta de rosca que resulta interesante: Una sociedad clandestina formada en gran parte por ciudadanos comunes que están hartos, cansados de que se les abusen en la cara, comandados por un frío asesino quien alguna vez fuera también un ciudadano común. Esta cuestión creo que es la parte más atractiva del film, que si bien presenta algunas irregularidades en la trama como por ejemplo, la personalidad del personaje de Cage que va de tipo zonzo anti violencia a cuasi héroe de acción, se configura como una buena opción para despejar la cabeza y ponerse en la piel de un justiciero de justicieros. No es la gran película de acción del año, pero entretiene a buen ritmo, con momentos de tensión y acción que son respetables. Entre tantos mocos de Cage, esta se podría decir que está de la media para arriba.
New Orleans se va al diablo. Nosotros nos vamos a bailar Fuera de la ley es uno de esos artefactos poco sofisticados que la industria nos entrega en forma semanal con la misma dedicación que se emplea en la fabricación de un producto cualquiera destinado al consumo rápido y al olvido consiguiente (igual de rápido). El director Roger Donaldson es lo que antes se llamaba un artesano; es decir, un hombre aplicado a su trabajo, que realiza la tarea encomendada con enjundia y concentración, esgrimiendo para ello toda la destreza y habilidad que le hayan sido concedidas. Pero Fuera de la ley también resulta ser una película de Nicolas Cage. Y ya se sabe que ese tipo no descansa nunca. Es un animal enjaulado, siempre con los ojos abiertos y doblado bajo el peso de una condena a cadena perpetua. Una película de Nicolas Cage quiere decir un repertorio impenitente de morisquetas, una pantomima de lucha por la vida, por existir en un cuerpo que no parece jamás estar a gusto del todo con el mundo ni con la mayoría de quienes lo habitan. Si la película es tosca es porque lo sigue a Cage, se mueve a su lado como una sombra, lo acompaña en su carrera solitaria hacia ninguna parte. Así es que no importa demasiado ese hermoso principio donde la cámara reencuadra permanentemente y orbita sobre las caras y los gestos de los personajes, como si buscara un destello, un toque de distinción: Cage y su partenaire January Jones (la de Mad Men, que duele de tan linda) se van a un boliche a tomar cerveza, a jugar al pool, a bailotear como payasos y a reírse mientras se miran llenos el uno del otro y la película amaga con un despliegue de alegría insensata. Pero, en realidad, el trailer anticipaba ya todo el nudo del relato, así que nadie que lo hubiera visto podía ser llamado a engaño: una violación brutal, después la oportunidad de la venganza, más tarde la encerrona –no tanto de la conciencia como de la Ley– y así. Lo cierto es que la película se olvida pronto de ese comienzo tan placentero, pero en su lugar no pone una historia de odio y revancha como se insinuaba en el avance sino algo más amable: el relato del sujeto perdido en un juego que lo excede. Un hombre mata al violador de su esposa. Cage no paga suma alguna, pero queda comprometido de palabra en futuras acciones de una organización que comete asesinatos en nombre de la seguridad de una New Orleans sumida en una ola de violencia y criminalidad. Un buen día se le encarga entonces que despache a alguien. Cage se niega a hacerlo pero lo mata sin querer, de modo que queda dentro del engranaje aun a su pesar. Las cosas se enredan bastante más que eso, y cada secuencia parece diseñada para producir la sensación de un ajuste de tuerca respecto de la anterior, pero no hace falta abundar. Si uno se pierde igual puede seguir adelante tan tranquilo, montado en la emoción desplegada por la pareja de protagonistas. La mujer deja enseguida atrás el trauma del ataque y se dedica a acompañar a su marido, primero con recelo, después con un arma en la mano y disparándoles sin mayor problema a sus perseguidores. Fuera de la ley luce, a fin de cuentas, como un disparate mayúsculo que se sigue con un deleite discreto, sugerido por el hechizo de un guión que suma giros sin cesar pero motorizado en realidad por las corridas de sus dos actores principales: los personajes que encarnan Cage y Jones parece que bailaran, casi sin conciencia y con los cuerpos ateridos de dos sobrevivientes que solo quieren estar uno junto a otro mientras la moral del mundo se desintegra