Thriller de acción y ciencia ficción dirigido por Dean Devlin. La trama de la cinta nos presenta a un ingeniero diseñador de satélites espaciales llamado Jake Lawson (Gerard Butler), quien creó en la Base Espacial Internacional un sistema capaz de producir desastres naturales a escala planetaria. Posteriormente, Jake debe reunirse con su hermano Max Lawson (Jim Sturgess), aunque estaban peleados, para tratar de detener una amenaza global que podría causar la destrucción total de la Tierra. También actúa Andy García, cuyo personaje es Andrew Palma, el Presidente demócrata de USA, que deberá impedir una conspiración en su contra, liderada por su secretario de Estado Dekkom (Ed Harris), que está en contra de sus ideales y planea deshacerse de la competencia internacional, utilizando los satélites como un arma de destrucción masiva. Abbie Cornish es Sarah Wilson, la Agente del Servicio Secreto que intentará descubrir quién es el responsable del ataque que produjo la Geo-Tormenta sin la autorización del jefe de estado. Quiero destacar que los efectos visuales por computadora no lucían muy detallados y el suspenso generado en el espectador con la cuenta regresiva me pareció muy trillado y cliché. Por último, quiero resaltar la buena actuación de Gerard Butler que con su carisma y look rudo logra vendernos un papel decente y la de Sterling Jerins (Hannah Lawson), que interpreta a la hija de Jake y que, a pesar de su corta edad, nos ofreció un conmovedor personaje, demostrando que tiene futuro en la industria. En definitiva, “Geo-Tormenta” es una película con un guion mediocre y una historia que no nos ofrece nada innovador en el género catástrofe, pero que nos muestra qué pasaría si en un futuro no muy lejano la mayor potencia mundial decide desatar un conflicto bélico y las consecuencia que ello nos traería a todos.
Un más que aceptable exponente del cine catástrofe, tan ridículo como entretenido. El cine catástrofe es una fórmula tan vieja como inoxidable en Hollywood. Podrán cambian los motivos, las consecuencias o la tecnología, pero la voluntad de imaginar la destrucción del mundo se mantiene firme. Deudora directa del cine de Roland Emmerich, Geo-Tormenta es una película muy parecida a otras tantas que entretiene con las herramientas más nobles del subgénero. No es casual la referencia al director de Día de la Independencia y Godzilla. A fin de cuentas, Geo-Tormenta es el debut en la dirección de largometrajes del hasta ahora productor Dean Devlin, quien trabajó en varias películas junto al alemán. La acción se sitúa en 2019. La escena inicial cuenta que el cambio climático generó una serie de fenómenos naturales cuyo saldo fueron millones de muertos. Ante esta situación, técnicos de un conjunto de naciones, al mando de Jake Lawson (Gerard Butler), armaron un complejo sistema de satélites interconectados para “bombardear” nubes, retrotrayendo la situación a la relativa normalidad previa al caos. La irreverencia de Jake termina costándole el puesto y alejándolo de la vida espacial hasta que una falla en el sistema obliga a llamarlo nuevamente: es, pues, quien más y mejor conoce esa intrincada red de sistemas, cables y armatostes que deambulan a cientos de kilómetros de la Tierra. Geo-Tormenta mezcla el thriller espacial (una porción de la historia se desarrolla ahí), el informático (la amenaza de un virus) y el conspirativo (la posible participación del mismísimo presidente) en una historia donde los diálogos impostados, la concepción enciclopédica del heroísmo y la destrucción de las grandes urbes está a la orden del día. Lo meritorio es que Devlin no parece tomarse demasiado en serio todo el asunto, y dedica una última media hora a escenas de acción tan disparatadas como imposibles. Autoconsciente y ridícula, burda y divertida, Geo-Tormenta entrega casi dos horas de diversión y adrenalina. Una propuesta efímera y refrescante como tormenta de verano.
El cambio climático, puro show Los fenómenos climáticos extremos se vuelven más extremos en un futuro muy próximo, y un equipo científico multinacional crea una estación espacial que se mete de forma muy high-tech en el clima del mundo para solucionar las cosas. Todo anda bien hasta que? ¿errores?, ¿conspiraciones? Geo-tormenta es la primera película como director de Dean Devlin, productor curtido, con mucha historia en común con Roland Emmerich. Con Geo-tormenta, Devlin hace que El día después de mañana o 2012, de Emmerich, luzcan sobrias. Aquí tenemos a un científico pendenciero interpretado por Gerard Butler, al presidente de los Estados Unidos en versión Andy García y a muchos otros personajes que se relacionan con diálogos que no son ridículos porque están más allá de esas categorías: frases cortas, que buscan la efectividad constante, sin miedo a ser sensibleras y sin pretensiones de discreción. Las catástrofes climáticas en diversas ciudades del mundo son visualmente apabullantes y la alta política es jugada por momentos como una interna de un club de fútbol; hay hermanos en conflicto, hay héroes muy héroes y hay villanos convencidos porque, bueno, así han sido escritos. Este es un relato sin disfraces, o más bien con disfraces muy conscientes: esto es cine como espectáculo inmediato, pura superficie. O, mejor dicho, es ese tipo de cine tal como se lo entendía, concebía y producía a fines del siglo pasado.
Todos los años el cine catástrofe va redoblando su apuesta, y en esta oportunidad la tecnología suma para una historia trillada, plagada de efectismos y momentos obvios, pero que aún así y todo cumple con sus premisas, y para lograrlo suma a un elenco multinacional, Russel Crowe como protagonista, efectos y más efectos, toda la carne a la parrilla. Un complicado científico verá delante de sus narices desarmarse su pasión al ser desvinculado de un proyecto que lo tenía como el salvador de la humanidad. Cuando la amenaza regresa, se lo convoca nuevamente, pese a su rencor, y la acción explota en la pantalla. Lugares comunes, la música que envuelve TODAS las escenas para generar climas, y la incorporación del primer presidente latino de américa, tampoco sirven para que el espectáculo final sea memorable.
Una nueva propuesta de cine catástrofe llega a los cines. Siguiendo la línea de las películas de su género, Geo-Tormenta logra salir airosa de un tipo de cine lleno de estereotipos. De qué se trata Geo-Tormenta Tras una sucesión de desastres naturales, los líderes mundiales se unieron para construir un sistema de satélites que regula el clima mundial. Pero una serie de fallas ponen en jaque al planeta. Jake (Gerard Butler), su constructor, volverá a hacerse cargo de este sistema para evitar una catástrofe natural sin precedentes, una geo-tormenta que podría ser el fin de la humanidad. Con qué te vas a encontrar El cine catástrofe es tan específico, que suele correr el riesgo de ser una copia de otra cosa. ¿Te pasó eso de esto-ya-lo-vi? Fui a ver Geo-Tormenta esperando que me pasara eso: ver una película llena de clichés, estereotipos, patriotismo y todo eso que estuvo buenísimo en “El día después de mañana” pero que hoy ya sonaría obsoleto. Afortunadamente, Geo-Tormenta resultó una grata sorpresa. Si bien la película se ciñe a las convenciones del género, léase, un héroe masculino experto en la materia, siempre padre, dispuesto a todo y arisco con el poder que no lo escucha… Geo-Tormenta resulta una película entretenida y verosímil. Se mantiene en los códigos del género pero sin exacerbarlos. Nuestro héroe es inglés y lo acompañan una serie de expertos no americanos. Y lo remarco, porque este tipo de cine cae facilidad en el panfleto patriótico. Acá el tema está equilibrado e, incluso, hay un muy buen chiste al final que a Trump no le gustará (pero a los mexicanos sí 😉 ) Geo-Tormenta logra un sano equilibrio entre el dramatismo y la solemnidad del cine catástrofe, con buenos momentos de humor, un uso justo de los efectos especiales y un ritmo adecuado. A Gerard Butler lo acompañan Jim Sturgess, Alexandra Maria Lara, destacándose sobre todo la labor de Abbie Cornish, Eugenio Derbez, Zazie Beetz, Ed Harris y Andy García. Vale decir que Geo-Tormenta es el debut en la dirección de Dean Devlin, quien tiene larga trayectoria como productor y guionista (Día de la Independencia, Godzilla). El film es un auspicioso comienzo en esta nueva faceta. Si te gusta el cine catástrofe, Geo-Tormenta te hará pasar un buen rato, con todos esos ingredientes que querés ver en la gran pantalla. Puntaje: 7/10 Título original: Geostorm Duración: 109 minutos País: Estados Unidos Año: 2017
Jugando a ser Dios. Un mega estación armada a unos 400 km de la tierra de nombre “Pequeño héroe” con capacidad de manejar mediante satélites el clima y las temperaturas del planeta es hackeada con implicancia de las más altas esferas, causando desastres meteorológicos jamás imaginados. Las imágenes son impactantes y si la ves en 3d ni te cuento. Como si activaran una bomba de tiempo estos inescrupulosos están a punto de destruir una serie de ciudades clave. Con mucho de lo que ya hemos visto en “cine catástrofe” la trama se hace llevadera. Todo lo que ocurre en la estación en paralelo con lo que está pasando en el mundo mantiene la atención en vilo, aunque con situaciones un tanto inverosímiles. El cine es entretenimiento, digamos que a esa premisa no le escapa para nada, con momentos emotivos que por segundos lograron movilizarme.
Un desastre artificial Geo tormenta (Geostorm, 2017) es una película de ciencia ficción dirigida, co-escrita y co-producida por Dean Devlin. El reparto incluye a Gerard Butler, Jim Sturgess, Ed Harris, Abbie Cornish (Wally en El romance del siglo), Andy García, Alexandra Maria Lara (Marlene en Rush), Robert Sheehan (Simon en Cazadores de sombras: Ciudad de hueso), Daniel Wu, Zazie Beetz, Eugenio Derbez y Talitha Bateman (Janice en Annabelle 2: La creación). Jake (Gerard Butler) años atrás diseñó un satélite para controlar las catástrofes naturales de la Tierra pero ahora todo está comenzando a fallar: en Afganistán descubren cuerpos congelados, en la estación espacial una persona murió y en Hong Kong el piso se convirtió en lava, causando la caída de varios edificios. Max (Jim Sturgess) se lleva muy mal con su hermano Jake pero juntos deberán evitar la formación de una Geo-tormenta que puede acabar con la vida humana en la Tierra. Por otro lado, el mal funcionamiento del satélite no es una casualidad: alguien lo desestabilizó y los hermanos, separados por años luz ya que Jake volvió al espacio, deberán descubrir quién fue. Si miramos para atrás, por el cine ya han pasado varias películas sobre desastres naturales que además cuentan con una buena historia. Las más emocionantes podrían llegar a ser El día después de mañana (The Day After Tomorrow, 2004) o Lo imposible (The Impossible, 2012). Otras en las que el argumento es medio flojo pero utilizan buenos efectos para retratar la destrucción de la naturaleza son En el tornado” (Into The Storm, 2014) y Terremoto: La Falla de San Andrés (San Andreas, 2015). Y por el poster promocional de Geo-Tormenta uno llega a creer que las diversas catástrofes que veremos en la pantalla grande van a ser épicas: nos engañaron. El film tiene sus mayores fallos en el guion, que desde la primera escena ya nos aburre. Los personajes hablan y hablan en un juzgado, en reuniones políticas, se comunican a través de pantallas tecnológicas con los que están en el espacio, etc. Si el guión estuviera bien armado quizás las conversaciones nos generarían un mínimo interés, pero con el paso de los minutos esto no se revierte y encima se colocan chistes forzados que lo que menos hacen es dar gracia. La relación entre los hermanos Jake y Max está muy mal desarrollada, al punto que a veces se sube el volumen de la música melancólica para enfatizar lo que está sucediendo. Si desde el primer minuto no hubo ningún tipo de esfuerzo por hacernos empatizar con ellos dos, de la nada no se puede lograr que nos interese lo que les pasa. La película usa de excusa a los desastres naturales para mostrar una conspiración dentro del gobierno. Sin embargo este aspecto tampoco está bien logrado. El objetivo del villano es demasiado inverosímil, lo que hace imposible que sea tomado en serio. Todo lo que dicen los actores resulta falso y acartonado gracias a los malos diálogos que les dieron. La única que se salva es Talitha Bateman como la hija de Jake, una niña que a pesar de tener dos escenas sabe transmitir la preocupación por la vida de su padre. Y en cuanto a la destrucción del planeta, aspecto que hay que tener mucha paciencia para que de una vez por todas llegue, también deja mucho que desear. El CGI quizás podría zafar si como espectador nunca se vio una película de este estilo. Caso contrario es fácil darse cuenta de lo mal utilizado que está, haciendo que la conexión con lo que sucede sea nula. Geo tormenta quiso mezclar cuestiones políticas y ambientales con científicos espaciales. El resultado es una película catastrófica en la que sus 109 minutos se te harán una eternidad.
Al mal tiempo, la cara de siempre Esta película de cine catástrofe comienza en un futuro cercano donde una red de satélites controla el clima global. Pero el sistema empieza a fallar y aparecen los problemas. "Han quebrantado la ley de la vida, sin mero interés de cuidar su armonía, el rumbo tomado no encuentra un sereno final. Feroz, la tierra su enojo deja caer”. Eso cantaba el grupo A.N.I.M.A.L en 1996, hace más de 20 años, previendo los desastres climáticos que vendrían a consecuencia del accionar del hombre. De ese tiempo a la actualidad, las noticias que recibimos no han hecho más que confirmar esos versos, pues el calentamiento global fue el causante de muchos desastres y cambios climáticos bruscos. Es por eso que el cine catástrofe, siendo ciencia ficción, no es tan inverosímil como debería serlo, con explosiones, el mundo frente al apocalipsis y la consiguiente extinción de la humanidad. Más allá del entretenimiento, resulta un tanto crítica al presente en pos de un futuro que no sea como el que pareciera vamos a chocar de frente. “Geotormenta”, si bien entra en el género mencionado, también podría considerarse un thriller por momentos, con varios, quizás demasiados momentos cómicos. La historia comienza en un futuro cercano, tiempos en los que una red de satélites controla el clima global para evitar que las tormentas generen problemas en zonas pobladas. Pero el sistema comienza a fallar, y las probabilidades de que tormentas devastadoras terminen con la humanidad se convierten en realidad. Jake Lawson (Gerard Butler), un ingeniero de comunicaciones, deberá trabajar con su hermano Max Lawson (Jim Sturgess), con el que lleva años sin hablar, para tratar de salvar el mundo. En el medio del problema mundial con el que deben lidiar en el espacio, se conocerá una conspiración para matar al presidente de los estados unidos Andrew Palma (Andy García). Ahora bien, más allá de los poderosos efectos especiales, y un guión que es bastante congruente, el largometraje no deja de ser uno más entre los tanques de redundante entretenimiento. El cine catástrofe es parte de un fenómeno confortable como el que abunda en el cine de terror, cuando se torna en puro esparcimiento con explosiones y grandilocuencias. En el mismo orden tradicionalista de Hollywood, se encuentra el grasoso nacionalismo que se emana desde la premisa repetitiva de que Estados Unidos es el mejor país, es el único con recursos para salvarnos a todos, y demás clichés un tanto soberbios, ahora exagerados si tomamos en cuenta que su presidente real quiere empezar en guerra y destruir todo con quien se cruce en su camino.
Geo-Tormenta es esa clase de película donde los ejecutivos del estudio responsable, en este caso Warner Bros, tienen clarísimo que es un fiasco y no pueden hacer nada por evitarlo. El estreno de este film fue postergado dos veces el año pasado y ahora la compañía encontró este hueco en el calendario para sacársela de encima. La película representa la fallida ópera prima de Dean Devlin, el histórico socio del director Rolan Emmerich (Día de la Independencia), quien en este caso ofrece una extraña y disparatada fusión de géneros que no termina de convencer. Geo-Tormenta empieza como un típico exponente del cine catástrofe estilo Emmerich para luego mutar en un thriller de conspiraciones y terrorismo, que tranquilamente podría haber escrito Tom Clancy con el personaje de Jack Ryan, en la última etapa decadente de su carrera. Jim Sturgess, en el rol del falso Ryan, junto a Gerard Butler hacen un esfuerzo descomunal para remar con dignidad un guión estúpido que genera carcajadas en más de una ocasión por los diálogos ridículos y las situaciones absurdas que se presentan. Estos son los filmes que prueban que Butler es un actorazo al que le rebotan todas las balas. La película es mala, su personaje se ve envuelto en situaciones ridículas, y pese a todo encarna su rol con muchísima dignidad y no se le puede objetar nada. Algo que también ocurre con los trabajos de Andy García y Ed Harris, quienes muestran un profesionalismo absoluto a la hora de interpretar situaciones dramáticas que generan risa. Desde los aspectos técnicos el trabajo de Devlin es bastante correcto pero ofrece secuencias de acción sin inspiración que copian situaciones que ya vimos en los filmes conocidos de Emmerich. Inclusive incluye al ya clásico perrito en peligro. Al igual que en la segunda entrega de Día de la Independencia la historia plantea un reparto multicultural del personajes, donde los norteamericanos esta vez no son los únicos héroes en el conflicto. En ese aspecto tal vez encontramos la única característica positiva, dentro de esta producción olvidable que no merece el gasto de una entrada al cine
Geo tormenta es como una película del subgénero cine catastrofe de Roland Emerich pero sin Roland Emmerich. O sea, le falta una especie de condimento o algo para que trascienda más. Y ojo que los últimos films del realizador alemán fueron bastante flojitos, sobre todo la secuela de Día de la Independencia estrenada el año pasado. Aquí el director Dean Devlin (quien ha producido films de Emmerich) trata de emular 2012 (2009) o El día después de mañana (2004), pero sin lograr trasmitir tensión ni apego por los personajes. Y en esto último se encuentra el gran inconveniente de la película: la falta total de carisma de todos y cada uno de los protagonistas pese a ser buenos actores (algunos de ellos). Gerard Butler queda muy mal parado, se nota que lo hizo sin ganas. Lo mismo sucede con Ed Harris y el resto del elenco. Las secuencias que nos tendrían que sorprender lo hacen muy poco, están bien logradas pero ya las hemos visto de mejor manera y es inevitable en pensar esto como una repetición. No hay mucho más que decir sobre este estreno. Sirve a penas para pasar el rato.
El regreso del cine catástrofe En este thriller de ciencia ficción, Gerard Butler debe salvar el mundo de una tormenta apocalíptica Cuando una red de satélites diseñada para controlar el clima global empieza a fallar, un obstinado ingeniero de comunicaciones se verá obligado a trabajar junto a su hermano, con el que lleva años sin tener contacto, para tratar de salvar al mundo de una tormenta de proporciones épicas. Mientras tratan de lidiar con el problema espacial, en la Tierra, se está tramando una conspiración para acabar con la vida del presidente de los Estados Unidos. Dean Devlin, histórico colaborador de Roland Emmerich, aprendió de éste cómo acabar con el planeta y lo puso en práctica en esta su primera cinta como director. Pero Geo tormenta es más que un filme de destrucción masiva, por el contrario, la cuestión catastrófica sirve de base para hablar de temas más profundos como el calentamiento global y el cambio climático. Play Con un trasfondo político, y una subtrama conspirativa, la cinta avanza presentando personajes humanos tratando de solucionar temas mundanos en medio de un inminente Apocalipsis. Gerard Butler compone un personaje más allá de la acción física, su científico, es un personaje querible, pensante y carismático. Acompañado de un verdadero "dream-team" actoral en el que se destacan Ed Harris (hermético villano), la rumana Alexandra Maria Lara y el mexicano Eugenio Derbez (que tiene su momento de gloria en el filme para beneplácito de los espectadores aztecas). Más allá del discurso y de cierta actualidad, Geo tormenta es una película pochoclera que no reniega de su condición, por el contrario es un filme de entretenimiento que se disfruta, con buenos efectos digitales, algunas secuencias de alto impacto visual y que mantiene la tensión durante su poco más de 110 minutos de metraje.
TORMENTA DE FACHA El cine catástrofe, ese hermoso placer culposo, está de regreso. Cuando uno compra la entrada para una película en la que Gerard “Cachetes” Butler interpreta al único científico capaz de salvar al mundo de la aniquilación total a manos de una serie de desastres naturales prefabricados desde una estación espacial que controla una grilla de satélites que modifican el clima, más o menos entiende lo que está yendo a ver. Esa introducción debería dar una buena idea de la vara con la que voy a medir Geo-Tormenta (Geostorm), el debut como director de Dean Devlin, productor y guionista de clásicos absolutos del cine desastre como Godzilla o las saga Día de la Independencia de su amigo Roland Emmerich (cuya influencia se nota a la legua). La película nos recibe con un cachetazo de realidad: el efecto del cambio climático se ha vuelto insostenible y el mundo se ve azotado por un desastre natural tras otro (cualquier similitud con los hechos vividos en el último año no es coincidencia). Por fortuna, las naciones se unieron para construir una red de miles de satélites que utilizando [ciencia], e interviniendo las condiciones de [ciencia] a través de las [ciencia] consigue impedir la formación de nuevas tormentas, la llegada de sequías y (supongo) el desprendimiento de glaciares. Esta enorme estructura es controlada desde la Estación Espacial Internacional, que fue construida desde el primer tornillo por Jack Wilson (Butler), quien después del primer año de funcionamiento es despedido por su propio hermano Max (Jim Sturgess). Pero Jack debe volver a subir tres años después, cuando los satélites empiezan a funcionar mal y generar quilombos en distintas ciudades del planeta. Así, los hermanos Wilson vuelven a trabajar juntos: uno intentando descubrir la naturaleza de estas fallas en la estación espacial, y el otro desenredando el complot que se ha gestado en Washington. Geo-Tormenta es, como esperábamos, una tormenta de clichés. Desde el personaje secundario que con su último aliento susurra el nombre clave para descubrir la conspiración hasta la cuenta regresiva que se resuelve en el último segundo están todos: los sustos falopa, los personajes oscuros (o no tanto), la escena con el niño y el perro en medio de la tormenta, las traiciones sobre traiciones, personajes con nombres genéricos (¿Cheng Long? por favor…) y mucho más. Afortunadamente también hay destrucción masiva en la Tierra y en el espacio, como para despuntar el vicio, y un poco de drama familiar como para intentar ponerle un poco de chispa a la trama. El trabajo de efectos especiales es realmente bueno aunque por momentos un poco irregular (nivel Sharknado) y el efecto de los desastres naturales está bien logrado, además de ofrecer un poco de variedad al clásico tsunami que tantas veces hemos visto en pantalla. Y sí. Lloré. Porque… Leo. El elenco está bien dentro de todo, aunque algunos mejor que otros. Gerard Butler sigue haciendo del héroe de acción americano más escocés del mundo, el pibe Sturgess (aunque muy sudado todo el tiempo) cumple, y Andy García y Ed Harris sacan de taquito al Presidente y Jefe de Gabinete respectivamente. Por su parte el Girl Power ataca todos los frentes con Sarah (Abbie Cornish), la agente del Servicio Secreto que (también secretamente) está en pareja con Max y saca su Atomic Blonde en el mejor momento; Dana (Zazie Beetz), una super hacker que con un papel muy chiquito captura el espíritu falopa de la película; y Ute Fassbinder (Alexandra Maria Lara), la nueva jefa de la estación espacial que será la única aliada de Butler en la infinidad del espacio. Como dije más arriba la película tiene todos los elementos que uno espera de este tipo de producciones, pero le falta alma, corazón, casi exclusivamente por el poco carisma de su protagonista y el desinterés por plantear una discusión medianamente coherente acerca del cambio climático. Yo entiendo que nadie va a ver Geo-Tormenta esperando un discurso político, pero en tiempos en los que los negacionistas han llegado al poder, que a la problemática no se le dedique más que tres de los 110 minutos de duración es desalentador – en particular cuando el villano tira un discurso en la tónica del infame “Make America great again”. De todas formas considerando los muchos problemas que tuvo la producción, los reshoots y los retrasos en el estreno, es admirable que Geo-Tormenta sea tan coherente en su desarrollo y que siquiera funcione. Dean Devlin debuta con una película competente y entretenida pero olvidable, que no va a conmover a nadie más que a mí, pero que creo va a dejar satisfechos a los que dejen el cerebro en casa, compren el balde de pochoclo más grande posible y se dejen llevar. Al fin y al cabo, cualquier cosa que incluya la leyenda “Countdown to GEOSTORM” no puede fallar.
Geo-Tormenta: El peor apocalípsis posible. Llega una nueva película del subgénero de disaster porn para saciar la sed de destrucción y efectos por computadora que la muchachada exige cada tanto. Suele gustar este tipo de cine, el de desastres naturales llamado coloquialmente como disaster porn. Desde el estreno de Día de la Independencia y su descomunal éxito en 1996. Aunque los ejemplos de este estilo sean pocos, y parezcan haber desaparecido luego de la lógica 2012 y lo mal que salio Día de la Independencia 2 el año pasado, la sed de destrucción sigue siendo saciada si no es en una película dedicada particularmente al género será en la última batalla de casi todo blockbuster en la última década (sea Transformers, Marvel o DC). Liderados por el trabajo de Roland Emmerich, el creador o padre de este particular sub-género de acción, director de Día de la Independencia, El Día Después de Mañana y 2012. Ahora su compañero de aventuras Dean Duvlin, quien supo producir todos los trabajos nombrados anteriormente, llega con su debut en la silla de director: Geo-Tormenta. Su experiencia como productor no tarda en notarse, realmente sabe como vender escenas de desastres con muchos efectos por computadora (aún cuando los efectos en sí no sean de particular calidad). Por ejemplo entendiendo que adyacente al quiebre de la tierra los autos deben tambalearse, o que haya destrozos periféricos aparte de lo que sucede en el centro de la escena para dar una sensación de mayor escala e impacto. Pero lamentablemente, aunque tenga secretos de oficio para realizarlas visualmente, no tiene la menor idea de como darles a las espectaculares escenas de catástrofe algún tipo de valor. Toda escena de desastre queda totalmente separada de la trama central, hasta el punto de que casi ningún evento climático ocurre en un lugar donde haya personajes de los que sepamos nombre. Por supuesto, que eso no significa que los personajes que tienen nombre sean de alguna manera memorables así que se me pudo haber pasado alguno. Todos los personajes son extremadamente aburridos, y no ayuda que estén en medio de una trama sin ningún tipo de personalidad o gracia alguna. Lo único positivo para decir del guion es que, cuando en la estación espacial estamos repletos de intriga y preguntas, lleva aceptablemente el simple misterio. Pero la realidad es que durante la película padeceremos ante eternas escenas de dialogo dramático de lo más plástico y poco interesante posible, con las ocasionales escenas de “acción” intercaladas como para evitar los ronquidos. Una red de satélites creados por la unión de todas las naciones del mundo para controlar el clima comienza a causar desastres en lugar de evitarlos, y Gerard Butler será enviado al espacio para detectar exactamente cual es el problema. Pero no se dejen engañar por la premisa deliciosamente estúpida: se trata de una película que no parece entender que se trata de algo creado para entretener. Gerard Butler hace de Gerard Butler, oscilando siempre entre fastidiado y enojado, mientras que Andy Garcia interpreta a Andy Garcia disfrazado de presidente. Abbie Cornish es quien mejor termina actuando (ya que ser uno mismo no es tanto actuar) al ser su personaje el cliché de una dura agente femenina del servicio secreto estadounidense, y a su lado Jim Sturgess podría engañar a algún desprevenido poco familiarizado con su ya usual capacidad para sobreactuar e improvisar de manera completamente encantadora, pero siempre faltándole un poco para que su trabajo termine siendo disfrutable. Hacia el final hay breves y contados momentos que amagan a indicar que los creativos detrás de cámara tenían al menos alguna idea de lo que tenían que hacer. Pero las instancias en las que la película sabia exactamente lo que era y lo aceptaba en pos de entretener son demasiado pocas y muy débiles como para contar. Geo-Tormenta harta inmediatamente, y quienes cometan el error de comenzar a verla solo les queda rezarle al señor que algún desastre natural más real que los efectos baratos de esta cinta pase por su ciudad y acabe piadosamente con esta tortura de casi dos horas.
Antes de hablar de Geostorm hablemos de las películas “de catástrofes”. Creo fervorosamente que aquellas que podemos incluir en esta especie de bolsa subgénero dependen de cómo se predispone el espectador a verlas; mucho más que con otros géneros o subgrupos. Digo esto porque visualizo dos tipos de público en cuanto a estas producciones: los que las discuten por ser la “comida chatarra” del cine y las exponen bajo una lupa con un lente enorme, y los que se sientan a verlas con placer (quizás) culposo y catártico. Como dice el Joker de Heath Ledger en The Dark Knight: “Hay hombres que solo quieren ver el mundo arder”. A los primeros les recomiendo que no la vean. A los segundos, de los que soy parte, les escribo lo que sigue.
Sólo para amantes de las catástrofes Dean Devlin, asistente de numerosos films de efectos especiales, está a sus anchas como director en esta película que se regodea en varios apocalipsis. Si bien no tiene mucha experiencia como director, de algo que sabe el productor y guionista Dean Devlin es de catástrofes globales, y desde hace años viene trabajando como uno de los colaboradores del rey de los desastres cinematográficos, Roland Emmerich. En esta primera gran superproducción como director Devlin saca de la galera las hecatombes más imaginativas, y en realidad solo de esto trata esta película. Lo que tiene de original "Geo tormenta" es que su gran dosis de ciencia ficción diseñada para mitigar tanta tragedia. La idea es aquí un sistema de satélites destinados a coordinar el clima de nuestro planeta, pero en un programa que no está muy bien concebido una vez que su creador, el héroe de acción Gerard Butler, es despedido por las autoridades, lo que desde luego lleva al desastre. Como se puede esperar hay imágenes impresionantes, con rascacielos cayendo y chocando entre sí como en un dominó apocalíptico, y gente que queda congelada en medio de un desierto. También hay pequeñas subtramas humanas que no aportan mucho, y escenas espaciales que recuerdan el estilo de "Armageddon". En todo caso, solo con las escenas apocalípticas Devlin logra su espectáculo pantagruélico.
Geo-Tormenta, de Dean Devlin Por Hugo F. Sanchez Desde que el cine existe como tal, el género catástrofe tuvo sus producciones que con al genuina aspiración de entretener, llenó salas en todo el mundo. Tal vez los setenta fue la época dorada del género, con películas sobre fenómenos naturales como Krakatoa: Al este de Java y Terremoto, y otras producto de la desidia del hombre como Incendio en la torre o Aeropuerto 75, por nombrar algunas. A este último subgrupo pertenece Geo-Tormenta aunque en realidad, el monstruoso artefacto intenta combinar el calentamiento global y la ambición sin límites ni de la política internacional. La cosa es así, en un futuro muy cercano, la explotación sin límites del planeta produce una serie de fenómenos climatológicos que deja como saldo millones de muertos y la posibilidad de que se acabe todo. Pero un grupo de científicos e ingenieros al mando de Jake Lawson (Gerard Butler), tuercen el destino con un sistema de satélites que controla luvias, tormentas, maremotos, etc, lo que vuelve a traer a la Tierra una relativa tranquilidad. Pero el sistema supuestamente infalible comienza a fallar y no queda más remedio que volver a llamar al bueno de Jake, que había sido despedido por rebelde o algo así. Y ahí va otra vez el héroe, dispuesto a llegar al meollo del asunto, que en realidad no tiene que ver con alguna falla mecánica sino que se trata de un sabotaje. Para no adelantar demasiado, hay que decir que el asunto tiene que ver con dominar la política mundial, aunque en el camino haya que cargarse unos cuantos países. Deudora directa de El día después de mañana o 2012, Geo-Tormenta saquea sin asco los dos films del actual maestro del género Roland Emmerich, pero sin gracia, con un elenco encabezado por Gerard Butler que como siempre hace cualquier cosa, pero que también tiene a Ed Harris, Andy Garcia y Alexandra Maria Lara, tres buenos intérpretes que aquí no se sabe bien para qué fueron convocados. El disparate tiene grandes cantidades de malos efectos especiales, autoconciencia -no hace nada con eso, no quiere o no puede tomar aunque sea tomar el camino irónico- y en cambio, trata de alcanzar estándares dentro del género que le son inalcanzables. GEO-TORMENTA Geostorm. Estados Unidos, 2017. Dirección: Dean Devlin. Intérpretes: Gerard Butler, Jim Sturgess, Abbie Cornish, Ed Harris, Andy Garcia, Melinda Hill, Zazie Beetz, Robert Sheehan, Alexandra Maria Lara, Mare Winningham, Arnold Chun, Sue-Lynn Ansari y Eugenio Derbez. Guión: Dean Devlin y Paul Guyot. Fotografía: Roberto Schaefer. Música: Lorne Balfe. Distribuidora: Warner Bros. Duración: 109 minutos.
Dean Devlin es quizás el tipo que mejores negocios ha logrado con la destrucción. Socio -coguionista y coproductor en la mayoría de los casos- de las películas catástrofe del alemán Roland Emmerich (es decir, Día de la Independencia, El día después de mañana, 2012 y varias más), probablemente conozca mejor que nadie los yeites de este subgénero de la acción y la aventura. Pues bien, aquí debuta como director y logra la misma cantidad de humor desaforado -y dadas las catástrofes, bastante negro- que había en aquellos títulos. Hay un sistema global de satélites que controlan el clima, también hay una conspiración global que se hace de ese poder y, como sucede en estos casos, un relato coral donde muchas líneas se cruzan en la solución del problema. Ahora bien, no se trata solamente de tirar edificios o reventar autos, sino de que eso genere alguna emoción, además de la salvaje excitación de ver todo volar por los aires. Y Devlin lo logra porque trabaja sus personajes, les da el espesor dramáticos suficiente como para que la historia nos interese. En estos días en los que Hollywood solo compra e iniverte en aquello que puede asegurar la misma satidfacción inmediata de un fast food, Devlin demuestra ser de los pocos que entiende que, después de la hamburguesa, solemos quedarnos con hambre. Aquí no pasa y el recuerdo de la diversión nos pide otra vuelta, en gran medida también porque filma los efectos especiales con interés dramático, y no solo por el impacto inmediato.
Apocalipsis de ideas. Jake Lawson (Gerard Butler) es un especialista en satélites, que toda su vida ha trabajado en pos de crear una central espacial que funcione como “controlador” del clima de todo el mundo, evitando catástrofes climáticas. Un buen día, esta central deja de funcionar correctamente, el clima comienza a hacer sus estragos, y Jake debe volver al espacio para arreglar el desastre, algo que no será fácil ya que nunca faltan los malos de turno para impedirlo. Reconocidas y sobradas son las películas donde ya hemos visto alteraciones del clima con consecuencias mortales: Twister, Impacto profundo, Volcano, El día después de mañana, San Andreas, y podríamos escribir todo un capítulo sólo con nombres. Pareciera ser que ya nada nos sorprende, pero el reciclaje de ideas es una fuente inagotable de proyectos en el cine del nuevo milenio, por lo que siempre habrá algo novedoso para contar en base a una idea hiper masticada. Geo-tormenta tiene todo lo que una película de su calaña tiene que tener. Efectos especiales extravagantes, grandes secuencias de acción, una cuotita de sentimentalismo que nunca falla, y un guion que brilla por su ausencia. No hace falta aclarar que todo es muy predecible, el conflicto se ve venir desde el momento en que la película inicia con los créditos, y eso hace decaer la tensión del relato conforme va pasando el tiempo. Si bien la idea de incluir una catástrofe mundial que junte todos los desastres climáticos posibles puede resultar prometedora, el famoso dicho aplica muy bien en este caso: el que mucho abarca, poco aprieta. Aquí no tenemos desarrollo de nada, mucho menos de los personajes principales, que solo sirven como excusa para poner en juego todo el cataclismo del título. Tampoco se hace mucho hincapié en el conflicto en sí, ya que los hechos se van sucediendo uno detrás de otro sin dejar lugar a procesar ningún tipo de información o emoción (si es que la hay por momentos). Pero lo que más se destaca dentro de un guion que parecía no aportar nada, es la gran aparición del ya conocido mensaje patriótico por parte de los Estados Unidos, con sus clichés despectivos hacia los latinos, los ingleses, y cualquier otro país perteneciente al lejano oriente. Nos preguntamos, ¿había necesidad de recurrir a las viejas artimañas que inauguraron películas como Armageddon y Dia de la independencia, y creer que se puede salir airoso? A todas estas ideas ya utilizadas, sumarle una licuadora de todos los films de catástrofe en uno solo, y nos queda este resultado. Funciona para aquellos que busquen explosiones y un sinfín de bombas, como para despabilarse y pasar un rato. No hay que ponerse a buscar mucho más, porque una vez que el humo se disipa, no queda absolutamente nada.
Las películas sobre desastres naturales se definen como placeres culposos; la mayoría de estos films no son una maravilla técnica en un nivel total, pero de todas formas ofrecen que el espectador se olvide de sus problemas momentáneos y disfrute de un buen show. A veces tenemos películas que logran con creces este objetivo (por ejemplo: Tower Inferno, Poseidon, Lo imposible), pero hay casos en que la sobreexposición de elementos llevan a la completa aniquilación de una idea que en determinado momento resultaba divertida. Geotormenta es uno de los últimos casos. La historia es simple pero confusa: en el 2019, y tras numerosos desastres naturales, las principales naciones del mundo reunieron a sus más brillantes científicos -historia conocida- para desarrollar un sistema de defensa llamado “Dutch Boy”. Este sistema se encarga de controlar los cambios climáticos por medio de satélites ubicados alrededor del planeta. Todo muy lindo hasta que el sistema empieza a presentar fallas catastróficas y los desastres naturales golpean la Tierra de una forma brutal e inesperada. Estamos hablando de una película con una capacidad de asombrar a las personas ofreciendo un simple y directo caos a la carta, no hay mucho que pedir… ahora bien, este film dirigido por Sean Devlin descarta todo lo relacionado con entretenimiento y se torna un pobre intento desaprovechado. La película pasa demasiado tiempo presentando personajes absolutamente prescindibles -los cuales aparecen y desaparecen como por arte de magia-, desarrollando subtramas mediocres que no repercuten en la mente del espectador, y aunque no lo crean, mostrando situaciones vergonzosas para este tipo de películas; el director ofrece este festival de lo absurdo de una manera desinteresada y aburrida. Vemos desastres naturales, presenciamos muertes y deseamos que la cosa mejore… pero no lo hace, oh no… Entre los grandes nombres que figuran en el elenco los únicos que se pueden llegar a destacar son -obviamente- Gerard Butler, Andy Garcia y Abbie Cornish. Estos tres actores brillan por su selección de rol más que por su interpretación; Cornish sorprende como un agente del servicio secreto y entrega la intensidad necesaria para que su papel se vea creíble e interesante; Garcia se pone en rol del primer presidente latino de EEUU, y aunque no lo crean, le sale muy bien; y último pero no menos importante, Gerard Butler se destaca como la potencia principal del film y deja todo en su rol protagónico; el problema: su presencia como héroe de acción se desaprovecha como nunca antes ya que su personaje está extremadamente lejos del conflicto principal. El resto del elenco cumple roles olvidables, unidimensionales –Ed Harris, Zazie Beetz y el insoportable de Eugenio Derbez– y realmente no importa si sus respectivos personajes terminan vivos o muertos, son simples caras bonitas que llenan huecos en los espacios. Lo peor de lo peor de Geotormenta (Geostorm, 2017) es el guión, este resulta una bastardeada a todo esfuerzo de escritura en años. Las películas de desastres naturales no son santo de devoción de guionistas experimentados, pero Dean Devlin y Paul Guyot cavan sus propias tumbas exhibiendo una nula capacidad de ofrecer coherencia a la historia. Toda acción es un cliché absurdo que ni de cerca logra sorprender al público; no hay un motivo sólido que justifique el desencadenante de la trama y para subrayar: es el colmo que en una película de 110 minutos los desastres naturales sucedan pasando la mitad de la misma -es algo imperdonable que lleva a la película a categoría bodrio – y decir esto en este género es sorprendentemente singular. Destaco escenas hilarantes de presentación forzadas con respecto a “héroes de segundos”: Devlin pone en la lente de la cámara a diferentes personajes tratando de que por algún hecho trágico se ganen el corazón de la sala, entre estos héroes mínimos tenemos a un jeque hospedado en el Burj Khalifa, una señora que corre por su vida víctima de una lluvia de granizo gigante, el clásico niño con su perro perdido en el caos a su alrededor y claro, imposible de faltar, el desafortunado señor al cual la muerte con forma de ola gigante le persigue los talones… todos estos personajes son ley en estos tipos de películas y en Geotormenta están más patéticamente presentes que nunca. Plus: el “síndrome Armageddon” tiene que terminar cuanto antes. Estamos ante un film que fracasa en todo, así de simple. Geotormenta es absurdamente aburrida y carece en lograr un mínimo entretenimiento en el público. Da pena ver a Gerard Butler en una seguidilla de malas decisiones; si nos ponemos a pensar es el encargado de interpretar al -en mi opinión- mejor héroe de acción de los últimos 10 años, Mike Banning. Lamentablemente, con esta película cae un peldaño más abajo por apostar nuevamente a un film que tranquilamente se pudo realizar en los confines de Asylum Productions. Si quieren auto-castigarse en las salas Geotormenta es una gran decisión, mucho más no se puede decir.
El cine catástrofe no tiene por qué tener profundidad intelectual. Lo mínimo que se le pide es mostrarnos un personaje y un problema a resolver. Tan sencillo como eso. Lo demás corre por cuenta de la solidez del guion. Geo-Tormenta lamentablemente pretende ser muchas cosas, argumentalmente y emocionalmente, y esa pretensión deviene en una serie de errores que son la verdadera catástrofe de la película, mayor que cualquier paisaje de rascacielos cayéndose a pedazos. Se atormenta la vecina: Cuando el clima terrestre se muestra afectado a niveles insostenibles, varios gobiernos del mundo unen fuerzas para crear una red de satélites para poder controlarlo mejor. El problema se complica cuando se empiezan a producir unas catástrofes alrededor del mundo que al parecer las producen defectos del sistema. En respuesta a esto, el diseñador de la red, Jake Lawson, viajará a la estación espacial que la controla para arreglar los desperfectos, pero se encontrará con que la madre naturaleza tal vez no sea tan responsable de las catástrofes como se cree. Geo-Tormenta cuenta con un prolijo trabajo visual. Hay grandes escenas de acción acentuadas por un eficiente trabajo de efectos visuales. Por el costado actoral Gerard Butler, Jim Sturgess y Abbie Cornish aportan labores a la altura del desafío, y me demostraron que con la historia adecuada pueden sacar adelante personajes tan humanos como cautivantes, dependiendo del género en el que se los inserte. Ed Harris y Andy Garcia aportan la cuota de prestigio como corresponde a intérpretes de su trayectoria. Por desgracia hay un problema con Geo-Tormenta, un problema tan enorme como las catástrofes que retrata en pantalla: su guion. Soy partidario de que el guion de una película que apunta a entretener debe tomarse con la misma seriedad que una película que apunta a exponer un tema profundo, y cuando digo seriedad es respetar sus intenciones y no por eso ignorar cosas relevantes como estructura, causa y consecuencia, progresión narrativa y desarrollo de personaje. La estructura narrativa de Geo-Tormenta es terriblemente derivativa. Si fuiste al cine por lo menos durante la última década te vas a avivar inmediatamente a que películas está copiando esta propuesta. Otro problema que tiene es estar empecinada en emitir diálogos cool o graciosos que no tienen relevancia o consecuencia en la trama, y lo peor es que se nota que les importa solo el sonido del dialogo, el efecto del remate. También debe aclararse que cuando no está obsesionada con el remate, está empecinada en meter con calzador escenas emocionales. Los personajes se ponen a hablar de su pasado en un contexto que no beneficia casi nada a la evolución de la trama, y su anti-naturalidad es tal que ni el mejor actor del mundo puede darle consistencia. Pero lo peor de todo que tiene la película es que intenta mezclar el cine catástrofe con la teoría conspirativa. Intención noble e innovadora, pero de un resultado forzado y fallido más allá de cualquier redención. Su intento de conectar es precisamente la mecha que enciende el cartucho de dinamita que significa los errores narrativos del film. También cabe aclarar que tiene una bajada de línea multicultural que responde más a la corrección política que a la honestidad narrativa. Una confusión que les salió cara, porque cuando se revelan los giros de la historia demuestran que más que alejarse de los estereotipos terminaron estrellándose inevitablemente contra ellos. Conclusión: Aunque goza de grandes piezas de efectos visuales, Geo-Tormenta no consigue que nos preocupemos por sus personajes y cualquier intento de profundizar en sus emociones se siente forzado. No aburre, pero subestima al espectador. Demasiado.
La historia transcurre en el futuro cercano donde debido al “clima extremo” se implementó una red de satélites para controlar los fenómenos climáticos del planeta Tierra. El protagonista es Jake (Gerard Butler) quien diseñó el sistema, pero posee conflictos con la administración política que interviene en “su” desarrollo. Su hermano menor, Max (Jim Sturgess) trabaja en el gobierno de los Estados Unidos e intentará mediar en este conflicto. Pero el descubrimiento sobre usos del sistema climático no autorizados lo transforman en una amenaza global y obligará a que ambos tengan que trabajar juntos para resolverlo. En un tono conocido para los amantes de la acción y el suspenso donde no sabemos quién es el traidor transcurren escenas bien logradas pero predecibles. Con actuaciones que no terminan de convencer, exceptuando las breves intervenciones de Ed Harris. No faltan escenas impactantes de catástrofes climáticas en distintas ciudades del mundo que conformarán a los fanáticos del género. Quizás la lectura más interesante sea como crítica a diversas posturas del actual gobierno de Estados Unidos desestimando el calentamiento global y sus consecuencias y el desprecio a personas de otros países, incluso latinoamericanos! Para los que gustan de acción terrenal y espacial, tramas detectivescas, virus informáticos y cuentas regresivas para el fin del mundo, sin esperar nada nuevo.
El mítico productor y guionista Dean Deviln hace su debut como director en "Geotormenta", cine catástrofe y ultra patriota que gana terreno al no asumirse en serio. En 1992, el director alemán Roland Emmerich aterrizaba definitivamente en Hollywood con Soldado Universal, convirtiéndose en uno de los pilares del cine pochoclero patriota en la meca del cine. Detrás de todo “gran hombre” suela haber, en este caso, otro “gran hombre”, y ese es Dean Devlin. Productor y guionista (junto con Emmerih) de los productos que convirtieron al director de Moon 44 en un encumbrado por el gusto de romper edificios y mostrar banderas estadounidenses flameando sobre el fuego. Devlin puso la firma en cosas como "Día de la independencia" 1 y 2, "Stargate", "Godzilla 1998", la mencionada saga de "Soldado Universal"; y ahora le toco a él sentarse en la silla de director. "Geotormenta" tiene todos los elementos que hicieron de Devlin una marca, pero potenciados como si fuese una batalla final. Todo el cine catástrofe en una. Ubicada en un futuro cercano, la voz en off de un nena nos avisa que en 2019 una serie de catástrofes climáticas asolaron a nuestro planeta. Advertidos por la gravedad de esto, la ONU comienza a idear un plan para contrarrestar lo que podría llevarnos a la destrucción. Es así, como con el mando del ingeniero Jake Lawson (Gerard Butler) se crean una red de satélites dirigidas desde una estación espacial que permitirá controlar todo el clima (¿Lógica? ¿Qué significa esa palabra?). A esto se lo conoce como El pequeño héroe holandés. Este sistema queda en manos de los Estados Unidos, quienes se comprometen a dentro de tres años pasar el mando a una comisión conformada por diecisiete países. Elipsis mediante, al cabo de esos tres años, sucesos climáticos devastadores ocurren en distintas partes del planeta, y se le suma una muerte dentro de la estación espacial. Jake, que había sido despedido por su propio hermano agente del gobierno Max (Jim Sturgess) por insubordinado, debe volver a la actividad para descubrir qué es lo que sucede con el pequeño héroe holandés y revertir lo que está causando antes de que sea demasiado tarde. El cine catástrofe suele tener la característica de contar con un elenco numeroso de figuras en roles secundarios; y acá los tenemos a Abby Cornish, Andy Garcia, Ed Harris, Eugenio Derbez, Daniel Wu, Alexandra Lara, y hasta a Mare Winningham, intentando escapar de lo que serán tornados, tormentas de hielo, terremotos con lava, tormentas eléctricas, tsunamis y olas gigantes, tormentas de arena, granizo mortal, y otro tipo de catástrofes todas juntas. Sí, "Geotormenta" no se anda con chiquitas y tira toda la carne al asador. Como si fuese una película de sábado a la tarde para el canal SyFy o la productora celebérrima Asylum, el film de Devlin mete todo junto y deja de lado cualquier tipo de cordura o sentido común. En el medio "Geotormenta" se convierte en un film de cuasi espionaje e intrigas políticas, porque alguien hay detrás de lo que sucede con el pequeño gran holandés y el clima, y los buenos deberán descubrir quién es, y los malos harán villanadas varias para ocultarlo. No esperen ningún tipo de profundidad, todo está al nivel del puro entretenimiento. Ese es el secreto de un producto como Geotormenta. Sus diálogos son indecibles con un grado mínimo de seriedad, sus escenas sobrepasan el ridículo, y hasta es probable que tanto CGI climático sature. Pero la película es autoconsciente de eso, y se divierte en exponerlo casi a un grado paródico. Los mensajes son patrióticos a un nivel insuperable que nos retrotrae a ese cine de acción de los ochenta de un solo hombre peleando contra miles de vietnamitas y rusos. Es cine estilo Clase B con presupuesto, tómelo o déjelo. Gerard Butler tiene experiencia en este tipo de productos, y hasta se está transformando en un referente de ellos. "Geotormenta" tiene mucho de la saga "Olympus/London Has Fallen" con sus conspiraciones globales y la inverosimilitud ante todo. Pero él hace de Jake Lawson un personaje querible. Como Christopher Nolan, Devlin también crea un científico ingeniero que vive en el campo, pero a diferencia de Interestelar, acá no importa si nos lo creemos o no, es gracioso y está bien que así sea. "Geotormenta" es de esas películas que no resisten demasiados análisis, se la acepta como son, o se las descarta. ¿Pero alguien puede esperar otra cosa de algo con ese título?
Este film llega de la mano del guionista, productor, director de televisión y ex actor norteamericano Dean Devlin (Productor de: “Día de la independencia” y “Godzilla”). Las imágenes de marketing nos llevan al cine catástrofe pero los temas que toca son más profundos, dado que está de por medio el cambio climático y el calentamiento global. Tiene ciertas similitudes en cuanto al hilo conductor a la película “2012” con situaciones bien catastróficas. Algo está funcionando mal y comienzan a suceder una serie de acontecimientos en el mundo relacionados con el clima, y una serie de especialistas debe controlar el mal funcionamiento de los satélites que controlan el clima. Quien conoce el funcionamiento de los satélites es Jake Lawson (Gerard Butler, “300”, ” RocknRolla”) un experto que crea una red de satélites en el espacio exterior para controlar el calentamiento y enfriamiento del planeta. Está de por medio la burocracia, es juzgado en un tribunal y quien participa es su hermano Max (Jim Sturgess, “Cloud Atlas”, “21: Blackjack”) quien lo termina despidiendo del proyecto. Pasan tres años y alguien piratea el sistema y llega el caos, los hermanos deben unirse para salvar al mundo, uno dentro de la Casa Blanca y el otro en el espacio. Entre los personajes están: como el presidente de los Estados Unidos Andy García (“Pasajeros”, “Cazafantasmas”), como villano Ed Harris (“Madre”), la amiga que todos quisieran tener es Ute Fassbinder (Alexandra Maria Lara, “Rush”), la novia de Max es la agente Sarah Wilson (Abbie Cornish) es una súper mujer que todo lo puede, el mexicano Eugenio Derbez aporta sus toques de humor en los momentos cruciales, entre otros. Resulta bastante interesante todo lo relacionado con el planeta, tiene acción, humor, tensión y momentos dramáticos, visualmente impactante, con estupendos efectos digitales y fotografía, pero viendo ciertas imágenes el espectador recuerda “El día después de mañana”, entre otras y las secuencias espaciales a “Gravedad”. Para disfrutar y pasarla bien junto a un buen balde de pochoclos.
Una nueva película de catástrofe, cae en algunos clichés del género pero es un film que está bien y se defiende. Una historia ya contada muchas veces: el peligro eminente en el planeta, un héroe que hace muchas cosas científicas o tecnológicas para salvar la tierra y todos felices. Hasta ahora nada nuevo. Lo nuevo de esta historia es el por qué se origina esta catástrofe, se entrelaza ahora con una película de espías si se quiere. Dos hermanos, uno que trabaja en el gobierno y otro que es un ingeniero astronauta y aquí es donde tenemos el agregado sentimental de esta película. Buenos efectos, el CGI casi imperceptible (hay una escena en el espacio que se nota demasiado) o sea está bien hecho, pero no es excelente. Actuaciones que van acordes a la película, me parece importante destacar a la pequeña Talitha Bateman, quién no aparece mucho en la película pero cuando lo hace es formidable la actuación, tenemos entre manos a una pequeña gran actriz. Como dije anteriormente el guion tiene partes muy predecibles, típicas de estas películas, pero está bien logrado. Por momentos me encontraba con un nudo en la garganta y los ojos llorosos, algo que para mí le suma a la película, el lograr llegar al espectador (o llegar a mí) No es una película que te haga perder el interés en algún momento, mantiene bien la tensión a lo largo de los minutos. Mi recomendación: Interesante película de desastre naturales, si te gustan este tipo de películas anda a verla al cine para pasar un buen rato.
Una película de destrucción masiva. El debut en la dirección del hasta ahora actor y productor neoyorquino Dean Devlin funciona por la acumulación de adiposidades sobre la base del modelo narrativo habitual del cine catástrofe, aquel que se caracteriza por presentar un apocalipsis inminente debido a un desequilibrio geológico o climático (acá son las dos) que sólo puede ser solucionado por el héroe de turno. El resultado es un auténtico disparate que tarda un buen rato en asumirse como tal, pero que cuando lo hace se vuelve muy divertido. La secuencia de títulos le explica el cambio climático a Homero Simpson. El Hombre, se dice, ha prestado poca atención a las consecuencias de sus acciones y el mundo devolvió favores con un aumento exponencial de terremotos, huracanes, sequías, inundaciones, nevadas y cuanto fenómeno exista. Tan mal estaban las cosas, que en 2019 un consorcio internacional –liderado, of course, por Estados Unidos– diagramó un complejo sistema de satélites interconectados para “bombardear” nubes, retrotrayendo la situación a la relativa normalidad de los años previos al desbaste. Jake Lawson (Gerard Butler, que desde 300 en adelante parece desayunar un bidón de nafta premium) fue el impulsor y máximo responsable del proyecto, hasta que su irreverencia le valió un despido coronado por la “traición” de su hermano, quien ahora ocupa su puesto. Tres años después, con él viviendo en un tráiler con vista VIP al Cabo Cañaveral y un presidente de origen latino en la Casa Blanca (Andy Garcia), los satélites congelando una aldea afgana y rostizando el sistema de cañerías de Hong Kong indican que hay que poner manos a la obra para un mantenimiento. Y hasta sus más acérrimos detractores coinciden en que Jake es el único capaz de hacerlo. Caso contrario, vendrá la geo-tormenta del título y ahí sí: chau mundo. Devlin aprendió bastante durante sus años de productor del realizador Roland Emmerich. Del responsable de Día de la Independencia y Godzilla toma, primero, su fascinación por la destrucción urbana grandilocuente, la idea simplificada del héroe como personaje sin dobleces ni contradicciones y la tentación de escribir diálogos como si se tratara de una publicidad de reclutamiento de la NASA. Pero también el espíritu despatarrado y festivo que desde 2012 ha caracterizado a las catástrofes pergeñadas por el austríaco. Lentamente Geo-Tormenta deja atrás sus visos de thriller informático-conspirativo-espacial para entregarse a una última media hora donde importa menos la coherencia interna -y ni hablar de la científica- que la elevación del absurdo por el absurdo mismo. Absurdo que además es celebrado. Basta ver al Presidente sacando una bazooka de un auto oficial o al buenazo de Jack salvándose unas veintiocho veces de una muerte espacial para comprobar que la ridiculez podrá tener sus detractores, pero que si se entra a la sala dispuesto a apagar el cerebro junto con el celular puede arrancar unas cuantas risas.
El cambio climático extremo es un hecho innegable, y Hollywood inventó un género exclusivo para representar sus consecuencias devastadoras: el cine catástrofe. Ciudades hundidas por un terremoto o arrasadas por un tornado son algunos de los temas predilectos del cine-espectáculo. Quizás el nombre más identificado con estos artefactos apocalípticos sea el de Roland Emmerich, que desde Día de la Independencia viene insistiendo con el desastre planetario. Geo-Tormenta es el nuevo blockbuster inscripto en esta tradición de cine con presupuesto abultado y el debut en la dirección de Dean Devlin, uno de los productores eternos del mencionado Emmerich. A diferencia de la gran mayoría de estos ejemplares colosalistas, Geo-Tormenta tiene la virtud de incursionar con dignidad en géneros como la ópera espacial, el drama político con giro conspirativo y el thriller de acción. En 2019, el cambio climático llega a un nivel extremo. Los polos empiezan a derretirse, el nivel del mar aumenta, las intensas lluvias, los huracanes y los tornados arrasan con ciudades enteras. Las naciones del mundo, lideradas por Estados Unidos (obviamente), se reúnen para crear unos satélites espaciales especiales para controlar el clima y evitar el fin de la humanidad. El sistema de defensa global para proteger el mundo de los desastres climáticos es ideado por Jake Lawson (un convincente Gerard Butler). El problema surge cuando uno de los satélites sufre un misterioso desperfecto que comienza a afectar a distintas ciudades. El Gobierno de los Estados Unidos, liderado por su presidente demócrata (encarnado por el legendario Andy García), vuelve a solicitar los servicios de Jake, quien deberá viajar al espacio y solucionar el problema. Pero pronto descubren que no es un desperfecto, sino un fallo intencional el causante de los desastres. Mientras tanto, en la Tierra se teje un complot para asesinar al presidente y utilizar los satélites climáticos como un arma de dominación masiva. Lo mejor de la película es la simultaneidad de los desastres, tanto en la estación espacial como en la Tierra. El montaje permite una clara alternancia entre las dos situaciones y les da un ritmo vertiginoso a las escenas de acción, que pese a estar sobrecargadas de efectos especiales se entienden a la perfección. Geo-Tormenta tiene todos los elementos y tics del cine catástrofe. Calificarla de disparatada y “demasiado yanqui” es un error de lectura. La película no tiene vergüenza de ser lo que es y toma una posición política clara. Es una película de trazo grueso que dice lo que piensa y va al frente. Lo único malo es que no le importa manipular al espectador, y lo hace sin miedo al subrayado, al ridículo y a la obviedad.
UN MEDIOCRE TANQUE DE LOS NOVENTA Ya empieza a ser un lugar habitual: de vez en cuando nos llega una mala película con Gerard Butler, que ya a esta altura es el equivalente masculino de Amanda Seyfried. Pero Geo-Tormenta agrega un lugar común más, que es el de Hollywood queriendo apelar a viejas fórmulas, pretendiendo que en base a algunos retorcimientos puede insuflarles vida a modelos que ya están visiblemente agotados. Por eso quizás no sea casualidad que el realizador de esta película sea el debutante en la dirección Dean Devlin, quien ya venía con una extensa carrera como productor y guionista al lado de Roland Emmerich. Sí, estamos hablando de Emmerich, el mismo tipo que fue uno de los artífices de las reformulaciones de los blockbusters masivos de Hollywood en los noventa a partir del éxito de Día de la Independencia, que lo llevó al extremo de sus posibilidades con El día después de mañana y 2012, para finalmente toparse con los límites de ese imaginario en Día de la Independencia: contraataque. A Devlin y su Geo-Tormenta le pasa algo parecido: no hay en la película conflictos, personajes, situaciones o incluso imágenes que sorprendan mínimamente a un espectador que ya atravesó más de dos décadas repletas de héroes grupales luchando contra escenarios de destrucción masiva en los que ciudades enteras desaparecen del mapa. En cierto modo, Geo-Tormenta se muestra bastante consciente de que ya hay todo un entramado discursivo, estético y narrativo alrededor del sub-género al que pertenece. Sin embargo, a lo máximo a lo que puede llegar es a cierto guiño canchero y un ligero cambio en la bajada de línea, haciéndose cargo de que ya es difícil presentar a Estados Unidos como el único salvador frente a cualquier amenaza y que se necesita el acompañamiento de otras naciones (por eso también el elenco internacional en pos de apuntar a los mercados internacionales). De ahí toda la explicación inicial referida a que el cambio climático y los eventos catastróficos que se fueron desatando llevaron a que la humanidad se una para crear un sistema de satélites capaces de controlar el clima. Claro que ese sistema comenzará a fallar y empezará a ser evidente que alguien está manipulando todo en pos de un escenario de destrucción masiva, con lo que habrá que dilucidar quién es el culpable, antes de que el desastre se vea consumado. Que el film plantee como algo positivo la posibilidad de que el hombre, en vez de mejorar su vínculo con la naturaleza, directamente elija manipularla a puro placer, es un tanto siniestro si se lo piensa mínimamente, pero también es lo único interesante que puede ofrecer Geo-Tormenta. A la película se le notan demasiado los problemas de montaje y su dificultad para sustentar el enigma central, que está estirado en exceso y está atravesado por una constante obviedad. Y eso es en buena medida porque los personajes que llevan adelante el argumento son de una superficialidad alarmante: para poner un par de ejemplos, Butler es supuestamente un genio absoluto que hace toda clase de estupideces, se pelea con todo el mundo porque sí y tiene un vínculo con su hermano (Jim Sturgess) que es el colmo del infantilismo; Abbie Cornish es la agente del Servicio Secreto más inverosímil e inexpresiva de la historia; y al personaje de Ed Harris le adivinamos sus intenciones desde la primera vez que aparece en pantalla. Si a eso le sumamos decisiones y giros argumentales injustificables que convierten al guión en un colador; efectos especiales de segunda selección que nunca crean imágenes impactantes; y una puesta en escena sin un mínimo de inventiva, la sensación es que el relato no tienen chances de remontar. Para colmo, Geo-Tormenta ni siquiera invita a disfrutarla como un producto trash o Clase B, porque su humor jamás acierta (no hay un solo chiste que no sea un refrito de otro ya previamente dicho o visto) y su sentido de la aventura es nulo. La película jamás se entrega al disparate (que era quizás su único posible refugio), se empantana en explicaciones redundantes y queda lejos de entretener. En Geo-Tormenta –que en cada plano parece ser un anodino tanque de los noventa- prevalece el aburrimiento y ese es su mayor pecado.
Una (geo)tormenta perfecta No es de ninguna forma una exageración decir que Geo-Tormenta (Geostrom, 2017) es una de las comedias del año, créannos. Gerard Butler sigue explotando su costado histriónico de “hombre contra todo” y esta vez le hace frente nada más y nada menos que al apocalípsis climático. El científico/chanta/rebelde/padre separado Jake Dawson (Gerard Butler) es el responsable de la creación de un elaborado sistema de satelites desarrollados para evitar catástrofes climáticas en cualquier parte del mundo. La colaboración entre cientos de países del globo hizo posible que desde una estación espacial se neutralice cualquier tipo de amenza natural contra la civilización, ya sean tornados, nevadas, tsunamis,olas de calor, etc. Después de que Lawson pierde el control de su creación debido a su conducta indomable –con una escena durante una audiencia que se encarga de poner en diálogos de los personajes TODO lo que el espectador necesita saber- el mega dispositivo funciona bien durante un par de años, pero de repente se suceden fallas ocasionando ataques que inicialmente parecen accidentales o fallas aisladas, pero todo indica que alguien está utilizando los satélites para atacar áreas determinadas en lugar de protegerlas. Y cuando las papas queman todos van a pedirle perdón al bueno de Dawson para que intente poner la casa en orden. Gerard Butler nos entrega una performance a lo Gerard Butler a la enésima potencia como el go-to-guy que primero era una amenaza pero se termina convirtiendo en la única alternativa… y realmente parece divertirse con este cliché de personaje bidimensional que le toca interpretar cada vez más seguido. Jim Sturgess interpreta a Max, el hermano de Lawson con quien viven una eterna competencia fraternal. Andy Garcia se convierte en la nota de color, interpretando a un presidente de los Estados Unidos utópicamente sencillo y con sentido común de apellido Palma. El debut como director de Dean Devlin cumple con todos los requisitos del cine catástrofe, pero al drama humano, la destrucción desmedida y el sacrificio heróico le agrega una subtrama conspirativa, persecuciones, tiros, chistes con dudoso timming y viajes al espacio como quien va al kiosco y vuelve. Vista con el humor apropiado, podríamos estar hablando tranquilamente de la comedia del año: Un sistema que evita catástrofes climáticas de repente puede ser invertido para realizar lo exactamente opuesto, científicos portando armas en una estación espacial, el presidente de una potencia mundial tirando chistes en medio de una persecución en auto… y por sobre todo titular un film “Geotormenta” y pretender que no nos cauce un poquito de gracia. Los clichés están a la orden del día, desde el padre que tiene que dejar a su hija para ir al espacio pero le promete volver, hasta los hermanos unidos por el desastre, pasando por la moraleja de “si trabajamos juntos podemos”, la cuenta regresiva y el protocolo de autodestrucción que busca ponernos al borde de la butaca. Pero lo divertido de todo esto es que el propio film no se toma a si mismo tan en serio y se regodea en este festival de lugares comunes y tropos ampliamente transitados. Pocas veces el entrenimiento banal y formulaico se atrevió a ser tan divertido y autoconsciente al mismo tiempo.
Cine-catástrofe a la antigua con efectos contemporáneos en una película entretenida y un tanto absurda dirigida por el habitual coguionista de Roland Emmerich (“Día de la independencia”). Gerard Butler, Ed Harris y Abbie Cornish protagonizan este filme sobre desastres naturales que apuesta más que nada al espectáculo. La “obra” de Dean Devlin y Roland Emmerich quizás nunca vaya a recibir el reconocimiento retroactivo que, para algunos, merece el cine de realizadores como Michael Bay, pero todos ellos provienen de aquel cine de acción y ciencia ficción de los ’90 que hoy resulta casi el último exponente de un cierto tipo de película: pre-100% digital, pre-Marvel, pre-multiuniversos. Si bien películas como DIA DE LA INDEPENDENCIA son en cierto modo madrinas del cine-espectáculo actual, sus raíces están claramente arraigadas en el siglo XX. Y acaso por eso en este siglo ni Emmerich ni Devlin consiguieron éxitos a la altura de aquella “época dorada”. Es cierto. Bay tiene un estilo cinematográfico mucho más reconocible y específico que Emmerich y eso lo ha convertido en un realizador “analizable” por la crítica. En el otro caso, lo más reconocible son los temas y ciertos modos: la reformulación del cine-catástrofe en versión coral/internacional y, claro, el perrito que se pierde en medio del caos. GEO-TORMENTA no tiene a Emmerich como director sino a Devlin, guionista de muchas de las películas de Roland, pero –más que por un telefilme y algunos episodios de series– sin experiencia en cine de gran presupuesto. Si bien sus modos no son muy distintos, Devlin trabaja en una escala un poco menos grandilocuente y absurda que su viejo compañero de aventuras. Y los resultados son, de manera relativa pero en cierto modo importante, diferentes. Dicho de otra manera: las películas de Emmerich (como 2012 o GODZILLA) pueden llegar fácilmente a convertirse en “placer culpable” (en plan “son tan malas que se disfrutan”) mientras que, a juzgar por GEO-TORMENTA, las de Devlin son un tanto mejores y menos ridículas sin llegar a ser del todo buenas. Curiosamente, eso la deja en un extraño limbo crítico. Lo que sí tienen ambos es un timing entre bizarro e impecable. El estreno de esta película mientras el mundo está azotado por terremotos, huracanes, tormentas y maremotos, y donde las consecuencias del cambio climático se sienten cada vez más cerca, es políticamente justo aunque comercialmente un tanto dudoso, ya que es muy cercano a esos desastres como para poder verlos con la distancia del “entretenimiento”. No sé si esos eventos habrán provocado algún cambio en el montaje final, pero lo cierto es que la estructura de la película es rara ya que se siente como la secuela de otra película que jamás se hizo. Explico. Al iniciarse el filme se nos cuenta muy rápidamente lo que podría haber sido la primera película entera: una serie de desastres naturales que acabaron con ciudades y países pero que fueron resueltos cuando la humanidad se unió para construir una suerte de estación espacial con miles de satélites que lograron controlar el cambio climático. El creador de esa tecnología, Gerard Butler en plan mecánico talentoso, es echado de su puesto por su trepador hermano menor (Jim Sturgess) ya que se rehúsa a ser usado como títere por las autoridades. Pero tres años después de salvar al planeta es convocado de nuevo ya que extraños accidentes climáticos han retornado alrededor del mundo. Con Butler en la problemática estación espacial y su hermano –con quien no le queda otra que reconciliarse– investigando en la Tierra junto a su mujer, una agente del Servicio Secreto (Abbie Cornish), ambos tienen que encontrar quiénes están detrás de estos accidentes que no parecen ser precisamente naturales sino causados y saber cuáles son sus objetivos. Evidentemente es una operación coordinada (arriba y abajo) y los hermanos deben detenerla antes que la acumulación de estos nuevos desastres naturales lleven a la “geo-tormenta” que da título al filme y que acabaría con buena parte del planeta. Con un gran elenco (además de los citados están Ed Harris, Andy García y el mexicano Eugenio Derbez, entre otros), la película respeta ese modo Emmerich de gran producción con formato narrativo clase B. Los efectos especiales pueden ser carísimoss –tanto los de las explosiones y desastres como los de las persecuciones–, pero la trama no se sostiene bajo ninguna, ninguna lógica. Como decía antes, el más bizarro Emmerich podía llegar con estas historias a niveles de absurdo risibles que convertían todo en algo impensadamente divertido. Devlin es un poco más cuidadoso en ese sentido, por lo que termina quedándose en un difícil punto medio: es una película demasiado absurda narrativamente para ser buena pero demasiado controlada para ser del todo un “placer culposo”. De todos modos, para ciertos nostálgicos del cine-catástrofe sin superhéroes (aquí no hay tipos que vuelan pero la destrucción es similar: mueren millones de personas que no vemos y que deberían preocuparnos más que los héroes y… el perrito), GEO-TORMENTA posee un nivel de entretenimiento aceptable en su estilo old school adaptado a los efectos especiales de hoy. Es una pena, sin embargo, que Gerard Butler no esté pudiendo resolver todos los problemas del cambio climático en el mundo real. Su ayuda mal no nos vendría…
Nos tapó el agua Geo-Tormenta es cine catástrofe sin una catástrofe, un capítulo largo de 24 sin todo lo bueno de la serie, y al final un torpe alegato anti-Trump. Geo-Tormenta es una película de género catástrofe en la que no hay ninguna catástrofe; en cambio, parece más bien un capítulo largo de la serie 24 pero que pone torpemente el acento en las vueltitas de la trama y no en la acción; también es, por momentos, una película de ciencia ficción en el espacio que podría transcurrir igual en Arizona o Budapest; y, hacia el final, hasta se adivina cierta intención berreta de alegato anti-Trump, con una voz en off inexplicable que habla de la unión de las naciones del mundo para luchar contra el cambio climático. Esto es real. Estamos en el futuro cercano (año 2019) y la tierra se ha visto azotada por diversas catástrofes naturales: terremotos, huracanes, temperaturas extremas. Un conjunto de 18 países se unió para construir un sistema de control del clima, al que llaman Dutch Boy, que consiste en varios satélites controlados por una gran estación espacial. El arquitecto de esto es Jake Lawson (Gerard Butler), que al comienzo de la película es expulsado del proyecto por su rebeldía y reemplazado por su propio hermano Max (un muy flojo Jim Sturgess). Tres años después del despido de Jake, el clima de la tierra empieza a volverse loco. Aparentemente, Dutch Boy empezó a funcionar mal. El presidente de los Estados Unidos Andrew Palma (Andy Garcia) y su Jefe de Gabinete Leonard Dekkom (Ed Harris) llaman a Max y le piden que convoque a su hermano, la única persona capaz de arreglar el problema. Luego de un leve duelo verbal entre hermanos, Jake accede a viajar a la estación espacial para ver cuál es el problema. La película transcurre entonces en la tierra, en donde Max deberá investigar quién está metiendo mano en el sistema junto a su novia Sarah (Abbie Cornish), una agente del Servicio Secreto, y en la estación espacial, con Jake y la ayuda de la comandante Ute Fassbinder (Alexandra Maria Lara), que harán lo mismo. Y además vemos, sí, algunas escenas de cine catástrofe, cada tanto, separadas del relato y sin ninguno de sus protagonistas corriendo peligro. Los problemas de Geo-Tormenta son muchos. Por un lado, la gracia de 24 estaba en que siempre había una tensión, no importaba demasiado si Jack Bauer tenía que conseguir un pendrive, un código de la boca de un villano, o un nombre oculto en las paredes de una cueva; la zanahoria (o el McGuffin, como lo nombró famosamente Hitchcock) era la excusa para hacer avanzar la trama con persecusiones, tiroteos y duelos verbales, siempre con la amenaza del tiempo que se acaba y la tragedia inminente, que podía ser una bomba atómica que mate a millones o apenas el asesinato de una sola persona. Pero en Geo-Tormenta, el acento está puesto en el McGuffin. Pretende que nos importen los vericuetos imposibles de la trama, si hay un virus, en dónde está alojado, cómo se hace para desactivarlo. Y hay muy pocos momentos de acción, en los que esos datos cumplan la función de generar cierta tensión. Incluso desperdiciaron a la hija de Jake (Talitha Eliana Bateman), que en ningún momento se ve amenazada y apenas está para que sufra por la suerte de su padre. Hay un momento muy breve que pareciera ilustrar lo que debería haber sido Geo-Tormenta, quizás lo que en algún momento sus productores quisieron que fuera: una ola gigante cubre un desierto en Dubai. Es como una película alternativa: mientras los protagonistas discuten dentro de una muy floja película de espionaje, vemos a algunos extras en la que sí es una película de cine catástrofe. Hay un caso muy gracioso: un chico que pierde a su perro en el medio del desastre. Deben ser no más de tres escenas, pero es evidente que la intención es que nos preocupe la suerte de ese perro y de ese chico, a pesar de que apenas es un extra. Porque la película que decidieron contar es la otra. No es casual que lo mejor de la película sean los personajes de Andy García y Ed Harris y la película levante apenas vuelo cuando la trama se dirige a ellos. Pero no alcanza. Y mucho menos alcanza cuando vemos que García es un presidente demócrata y entendemos que tema del clima quizás tenga que ver con una bajada de línea política. Y que confirmemos al final esta idea con esa ridícula voz en off. Películas como esta hacen brillar aún más a otras de su género, como por ejemplo Día de la independencia. Cuando alguien diga que la película de Roland Emmerich es mala o que es un panfleto americano, bastará con contestar: “¿entonces qué queda para películas como Geo-Tormenta?”.
Nieve en el desierto, granizos que perforan autos y tsunamis que arrasan rascacielos… la hipérbole de la catástrofe, con poca acción catástrofe. Año 2019, después de que el mundo ha sido azotado por múltiples catástrofes naturales, varios países deciden reunirse para construir un sistema de satélites que logre controlar el clima. El arquitecto estadounidense Jake Lawson (Gerard Butler), es uno de los mentores del proyecto y quien conoce a la perfección el funcionamiento de dicho mecanismo, pero su carácter arrogante le terminará costando el puesto. Tras una discusión con su hermano Max (Jim Sturgess), quién lo reemplaza en su jerarquía, Jake se retirará al campo a reparar motores eléctricos de automóviles para jubilados. Pasados tres años, comienzan a suceder manifestaciones temporales imprevistas. Aparentemente se trata de un fallo en este sistema climático, programado para ser perfecto. Es así que presionado por el mismo presidente de los EE.UU (Andy Garcia), Max deberá llamar al único que puede solucionar el problema: su hermano Jake. En una misión ultra secreta, el arquitecto viajará al espacio para ver que está fallando en el Dutch Boy (nombre del imperio satelital), bajo el mando de Max desde la Tierra. De este modo, la narración de Geo-Tormenta se desprende en dos vías paralelas: lo que sucede en el espacio y en la tierra; alejándose el relato del genero catástrofe, para convertirse en una especie de thriller contra reloj y también en una historia de teorías conspirativas. Nos encontramos ante la primera película promocionada como de cine catástrofe, que tiene escasa acción catástrofe. Salvo algunas escenas aisladas que muestran las inclemencias de un clima desequilibrado (nieva en el desierto, ciclones gigantescos, temperatura de 80 grados en Japón y un tsunami colosal en los Emiratos Árabes), el resto del film transita el tono de thriller espacial de espionaje, mechado con sensiblería barata. Tampoco encontramos motivos de aventura y las situaciones que se presentan de tan estereotipadas resultan absurdas. Pero no del absurdo que hace reír, por el contrario dan ganas de largarse a llorar debido al displacer que provoca este híbrido mal resuelto que ni siquiera asume con dignidad el cliché. Por lo que el resultado de Geo-Tormenta es tan catastrófico como su premisa genérica.
La producción de cine catástrofe nuestra de cada año viene plagada con todos los clichés posibles, una conjunción de todos los lugares comunes posibles ya transitados y establecidos por la historia de este sub genero del cine. Desde la primera escena todo es del orden de lo previsible, que a partir del tipo de cine al que adscribe es una situación previsible, valga la redundancia, acá podría haber escrito un sinónimo tal como “predecible”, pero me hago eco de la producción. Por lo cual sólo se le debería exigir algo bien construido, aunque en este caso se puede decir que logra ser narrado de manera casi eficiente, sostenido, claro, desde lo visual. No le pidamos un guión inteligente, ni diálogos profundos, hay algunos que se instalan antes en lo políticamente correctos, pensados como perspicaces. Por supuesto que la producción no reniega su origen y su finalidad de ser pochoclera, de principio a fin, sin golpes bajos pero plagado de todos los males que su existencia requiere. El ingeniero Jake Lawson (Gerard Butler), diseñador de satélites, ha sido desafectado de su creación por enfrenar al poder de turno. Años después, y luego de una falla en la mayor parte de los satélites meteorológicos de la Tierra, es llamado a formar equipo para reestablecer el orden a las ordenes de su hermano Max (Jim Sturges), quien ocupo su lugar, quienes hace años que no se hablan. Pero ahí aparece irremediablemente el aporte argentino del Martín Fierro. El bueno de Jake deberá viajar al espacio, prometiéndole a su hija que volverá, que es su obligación salvar al planeta de una tormenta artificial de proporciones incalculables en tanto consecuencias trágicas.Hecho que la hija sabe, pues es la narradora de la historia, pero claro que la niña nos lo cuenta desde su futuro inmediato, siendo su pasado nuestro futuro. ¿Se entiende? Pero lo peor es desde donde y cómo contar lo que debe suceder en un filme catástrofe que intenta mezclar el cine de catástrofes, la aventura espacial, la intriga política, y un supuesto orden de lo canallesco. Lo cual establece que el problema climático que cuenta la historia es por intromisión de lo humano en tanto degradación moral. Un conjunto de actores internacionales para tener mejor repercusión en la taquilla, entre los que se destacan el yankee Ed Harris, el cubano Andy Garcia, la rumana Alexandra Maria Lara haciendo de una ingeniera alemana de manera eficaz, y el mejicano Eugenio Derbez, haciendo de un astronauta mejicano, pero no creíble ni de navegante espacial ni de mejicano (creo que estoy repitiendo mucho lo de mejicano. ¿No?) La ópera prima de Dean Devlin, guionista de “Dia de la Independencia” (1996), se muestra como una copia de si mismo, tanto desde lo conceptual como de la imagineria, mixtura de imagen e ingeniería visual. Si algo hay de casi infrecuente u original es que el presidente de los Estados Unidos de America es de un claro origen latino, lo que no se sabe si es anticipatorio de un futuro posible, o del orden de lo satírico. Por lo demás todo circula por los cánones comunes y corrientes, por lo cual aburre, hasta aparece la infaltable y esperada escena del perrito, sólo para poder decir, otra vez nos metieron el perro.
Con pocas innovaciones, Geo-Tormenta busca reinventar el cine de catástrofe sin mucho éxito, a pesar de contar con un buen cast, la falta de ideas y los pobres efectos especiales la ponen muy por debajo en el ranking de las películas del género. En el año 2019 la humanidad enfrenta una posible extinción cuando la naturaleza, fuera de control, luego de muchos años de abuso, sufre una especie de descompensación que termina en catástrofes climáticas que ponen en vilo a la humanidad. Producto de eso, las naciones se unen en el proyecto Dutch Boy que logra controlar por un sistema de satélites los climas del mundo, logrando una nueva armonía, no sólo en cuanto al tiempo sino a la unión de los diferentes países del mundo. Pero ahora todo está en peligro porque alguien está saboteando la estación espacial que controla los satélites y eso provoca que, en algunas ciudades, la población muera. Es momento de recontratar al creador de Dutch boy (Gerard Butler) para que viaje al espacio y arregle el problema. El poco inspirado argumento de Geo-Tormenta no es más que una excusa para intentar un cruce entre las ya mediocres Armageddon (Michael Bay, 1998) y 2012 (Roland Emmerich, 2009). En parte película de catástrofe climática y en parte thriller de acción espacial, nunca logra el clima que podría haber tenido. La geo-tormenta no llega nunca a corporizarse y los fenómenos atmosféricos son poco creíbles y están mal diseñados, provocando más risas que empatía en el espectador. El cast es lo más prolijo dentro de la película, aunque en papeles ridículos hasta actores como Ed Harris o Andy García terminan siendo difíciles de asimilar. Por lejos lo mejor es el hallazgo de Talitha Bateman en un papel muy cliché pero con un muy buen desempeño actoral.
Un film que si se hubiera estrenado muchos años antes sería muy bueno, pero en estos tiempos termina siendo un simple reciclado de otras buenas producciones. La historia si bien es bastante original, peca de tonta y de demasiado increíble a pesar de pertenecer a...
Es la primera película de este director, que ya había trabajado como actor y productor de varias películas de ciencia ficción y destrucción ( Día de la independencia, Godzilla ) y toma ese bastión para concretar esta film. Para eso recurre al cine catástrofe, donde lo principal es salvar a la humanidad. En esta oportunidad debido a los grandes descontroles climáticos, en gran mayoría producidos por el hombre, siendo el año 2019, se formó un consorcio internacional que tiene un control por medio de satélites y una red de bombardeos sobre las nubes, normalizado el clima mundial. Claro que esto esta comandado por el irreverente Jake Lawson ( Gerard Butler ) quien es apartado de la conducción del sistema y en su lugar ponen a su hermano. Se retira a una vida nómade, con un tráiler alejado de la ciudad. Tres años después la amenaza de un virus informático y la falta de mantenimiento, comienza a descontrolarse todo y el único que puede solucionarlo es justamente Jake. Lo convocan y lo envían al espacio, donde sufre las mil y unas, pero al ser el protagonista tiene asegurada su supervivencia y es hacia la media hora final donde se pone el mayor despliegue de efectos visuales, con su versión en 3D, donde hace gala de las nuevas tecnologías. Diálogos largos y veloces, gente congelada e incendios por doquier, ponen un condimento exacto para los que les gustan las catástrofes cinematográficas. Con situaciones que rozan el ridículo, y sin demasiadas pretensiones argumentales, se puede disfrutar una vez más, de la destrucción y el desparpajo visual, en pos de salvar al mundo. Una versión entretenida, para dejar de pensar en lo cotidiano e insertarnos en el mundo fantasioso y tremendamente apabullante de lo visualmente recargado.
Video Review
Hiperestúpida. Esa es la mejor definición de la atroz opera prima de Dean Devlin, ex socio de fechorías de Roland Emmerich, y un tipo que está convencido que tiene talento. Y mientras que Emmerich es otro criminal suelto en Hollywood, al menos la mitad de las veces se da maña para crear cosas entretenidas o secuencias de acción potables. Pero Devlin es un mono con navaja; es el responsable de las peores líneas de Godzilla 1998, de las bromas fuera de lugar de Dia de la Independencia, de los faraones alienígenas de Stargate… y ahora se ha lanzado a imitar a su par alemán, sólo que con un bodrio que parece una película de Syfy obscenamente sobreproducida. Diálogos idiotas, malas actuaciones, respeto cero por las mas mínimas leyes de la física, y un argumento que amenaza volverse en una inintencional comedia camp pero termina siendo un largo y costosísimo bostezo que insulta la inteligencia de la audiencia cada vez que puede. ¿Se acuerdan de Gravedad (2013) – esa gran película donde Sandra Bullock quedaba atrapada en el espacio y los restos de la explosión de su transbordador circulan de manera imparable alrededor de la estratósfera, amenazando con pulverizarla cada tantos minutos -?. Eso se llama síndrome Kessler y en teoría indica que una explosión en el espacio puede generar tanta metralla autopropulsada que demoraría años en detenerse – haciendo imposible los viajes especiales durante muchas décadas -. Al parecer Devlin no vio Gravedad – ni siquiera leyó el libro gordo de Petete – y le importan tres pitos que la masiva estación espacial internacional explote por los aires o que los millones de restos lanzados como metralla al vacío no pulvericen el resto de la gigantesca red orbital que rodea a la Tierra y que sirve para controlar el clima. Digo: las estupideces científicas abundan y algunas son tan groseras que hasta un lego en Física es capaz de darse cuenta de ello. Toda la masiva red de satélites ha costado una ponchada de billones de dólares – ¿no era mas barato reconvertir las fábricas de todo el mundo en industrias limpias y hacer que todo la gente use coches eléctricos? – y ha sido diseñada por un solo hombre – Butler, pasado de botox, lo que lo hace ver como la versión irlandesa de Popeye -. Aún sabiendo que es un tipo indispensable, al flaco lo ponen a hacer las tareas mas arriesgadas – rescatar pedazos de satélites perdidos, lidiar con saboteadores armados hasta los dientes, esquivar letales brazos mecánicos salidos de control – y a nadie le importa un pepino. Incluso el muy estúpido se le ocurre poner un mecanismo de autodestrucción en la única herramienta que posee la humanidad para evitar que el planeta quede como un pollo rostizado. Y claro, el villano apreta el botón rojo… lo cual suena tremendamente idiota si uno piensa que el malvado no tiene otro planeta a donde escaparse, y que la Tierra va a quedar tan arruinada que aún cuando quede una sola ciudad en pie, la misma va a ser acosada por masivas tormentas fruto de las gigantescas inundaciones y cambios climáticos que los muy imbéciles han desatado sin pensar. La Guerra Fria, la Segunda Guerra Mundial, proyectos faraonicos argentinos... todo eso esta en HistoriaDeCulto, el portal sobre historia argentina y mundial del siglo XX. http://www.historiadeculto.com.ar Como todos los filmes de Devlin, los personajes reaccionan de la manera mas desubicada en las circunstancias mas cruciales (se acuerdan de Matthew Broderick preocupado por la idiota de su novia mientras Godzilla arrasaba medio Manhattan??). Acá el palurdo de turno es Jim Sturgess, el cual se ve como el hijo de Butler (no como su hermano) y se ríe o piensa en echarse un polvo antes de escuchar al pobre científico chino que acaba de decirle que hay una conspiración en ciernes para tomar el control de la red mundial de satélites que manipulan el clima del planeta. Las destrucciones planetarias abundan hasta aburrir, y los villanos son previsibles por una cuestión de ver los nombres importantes del cast que sobreviven a las catástrofes de turno. Oh, si, y el clímax es soberanamente estúpido. Geostorm debe de ser de las peliculas mas espantosas que yo haya visto en toda mi vida. De esos filmes que te indignan y te hacen preguntar en qué cacso estaban pensando los responsables de esto cuando lo escribieron… o quienes fueron los monos con chequera que le dieron la plata para concretarlo. Como decían un crítico de RottenTomatoes, Geostorm hace que Angeles y Demonios parezca una buena película… una comparación atroz que nunca pensé estar vivo para poder confirmarla.