El Edipo del Monstruo. Crítica de “Golem: La Leyenda” de Doron Paz, Yoav PazInicioT 25 noviembre, 2019 Bruno Calabrese Una mujer invoca a una extraña criatura para defender a su pueblo judío de una invasión de extranjeros. Sin embargo, pronto se da cuenta de que la fuerza del espíritu es superior a lo que imaginaba en un principio, por lo que pierde el control sobre él. Por Bruno Calabrese. El Golem es una figura mítica cabalística invocada cuando el pueblo judío se encuentra en aprietos; su misión, teóricamente, consiste en defender, ser un salvador de los oprimidos. En 1920, Paul Wegener dirigió “El Golem: cómo él llegó al mundo” un film mudo que partía prácticamente de la misma premisa que el dirigido por Yoav y Doron Paz. Esta obra maestra del expresionismo, claro precedente del mito de Frankenstein es, seguramente, la primera gran película sobre monstruos de la historia del cine, porque otras dos versiones, también de Paul Wegener con el Golem como protagonista, desgraciadamente se han perdido para siempre. Sin embargo, a diferencia de aquel monstruo de anchas dimensiones, la nueva propuesta de El Golem condensa la maldad mezclada con una apariencia inocente, muy similar a “La Profecia” de Richard Donner. Pero la película también se mete en terrenos relacionados con lo psicológico como la maternidad , el duelo y las disfunciones edípicas, como también el patriarcado religioso imperante en la comunidad judía de ese entonces. Corre el año de 1673, en Lituania. Una comunidad judía vive alejada de sus violentos vecinos: un grupo de rusos ortodoxos. Cuando estos últimos son consumidos por una plaga, Vladimir (Alexey Tritenko) irrumpe en la pacífica comunidad y amenaza con el exterminio si es que no le ayudan a salvar a su hija. Como el rabino y sus estudiosos no quieren hacer nada al respecto, Hanna (Hani Furstenberg) decide reaccionar y crea su propio Frankenstein judío: El Golem. Al contrario de lo que se plantea en un inicio, la criatura toma la forma de un niño de apariencia y edad similares a las que tenía el hijo de Hanna cuando falleció. Junto con él arriban ciertos elementos de terror sangriento, sobresaltos a cuentagotas y las exploraciones fílmicas más interesantes. Sin desligarse de las tradiciones judías, Yoav y Doron Paz cuestionan el papel de la mujer en una sociedad donde su palabra e inteligencia son puestas en duda por un patriarcado sistémico. Cada propuesta de Hanna es desestimada, y no sólo por ser peligrosa, sino por provenir de labios femeninos. El Golem muestra el reduccionismo al cual las mujeres eran sometidas: sus tareas se limitaban a cocinar, cuidar la casa y tener hijos. Como Hanna aparentemente tiene problemas para concebir tras la pérdida de su pequeño, sufre escarnio tanto de hombres, del Rabino, y de otras mujeres. “El Golem” no es un simple relato sobre un monstruo mítico, sino que también explora la naturaleza maternal, pero por encima de todo el instinto creador. Al igual que el clásico Frankestein, expone los efectos y la conexión entre el creador y la criatura, pero con el condimento extra que genera el apego generado de la crianza y las inclinaciones edípicas que atañen a toda relación entre madre e hijo. Puntaje: 70/100.
El personaje del Golem pertenece a un antiguo mito judío que ha sido retratado en diversas adaptaciones a lo largo de la historia del cine, incluso la primera se remonta a los inicios del séptimo arte y fue realizada en 1915. Su historia tiene varios puntos de contacto con la de Frankenstein en lo que respecta al hombre creando vida y ocupando el lugar de Dios. No obstante, aquí hay un trasfondo y una connotación de tradición religiosa que trae aparejada a la comunidad judía en la que tienen lugar los hechos. El largometraje cuenta la historia de Hanna (Hani Furstenberg), una mujer judía lituana del siglo XVII que vive en un pequeño pueblo, el cual, al vivir aislado del resto de la sociedad, parece haber escapado de la peste negra. Los gentiles de la zona culpan a los judíos por la epidemia, y Vladimir (Alex Tritenko) irrumpe violentamente en la ciudad, con su hija casi muerta en sus brazos amenazando a los pueblerinos con la muerte si es que no la curan y “revierten” el tema de las enfermedades. Así es como el pueblo decide rezar y acudir a una curandera para que la niña mejore pero Hana decide tomar cartas en el asunto y crear un Golem (una figura de arcilla que cobra vida por medio de un rito cabalístico) que los proteja y aleje a los forasteros. Sin embargo, pronto se da cuenta de que la fuerza del espíritu es superior a lo que imaginaba en un principio, por lo que pierde el control sobre él. Resulta interesante la vuelta que le dio la dupla directora, Doron Paz y Yoav Paz («JeruZalem»), al mito del Golem, incurriendo en la modificación de la criatura. En lugar de ser un monstruo inmenso resulta ser un niño pequeño que la protagonista prácticamente adopta como suyo al remitirle a su hijo muerto. A su vez, resulta atractivo y le da mayor dimensión al personaje principal, que sea una mujer decidida a estudiar Cabalá, hacerle frente a las autoridades de la comunidad y tener que esforzarse para luchar, no solo contra el machismo imperante de la época sino también el de las religiones tradicionales donde el lugar de la mujer está bastante relegado. Todo esto sin comprometer la narración, ya que resulta ser bastante entretenida y disfrutable más allá de alguna subtrama que no funciona y ciertas lagunas narrativas. Por otro lado, si bien opta por un ritmo más lento para favorecer la construcción de la atmósfera opresiva, también esto sirve para no incurrir en clásicos clichés del cine de horror donde solo se busca el golpe de efecto mediante la crudeza de las escenas de muerte. No obstante, aquí hay lugar para las secuencias de asesinato del monstruo pero son escazas y solo con fines dramáticos. Por el lado de los efectos visuales/especiales, estos se ven algo toscos y torpes (seguramente como resultado de ser un film de bajo presupuesto) pero no terminan de empañar lo construido por los directores y por el guionista Ariel Cohen. «El Golem» es una película pequeña pero interesante que se beneficia de personajes atractivos, de una historia atrapante con un mito de fondo que enriquece la experiencia y de una atmósfera lograda. Un film que decae en ciertos momentos por su ritmo cansino y por ciertas subtramas poco inspiradas pero que igualmente se ve beneficiado por todo lo mencionado anteriormente.
Del mismo barro En Golem: La Leyenda (The Golem, 2018) los hermanos israelíes Doron y Yoav Paz dan cátedra acerca de cómo crear un producto en inglés que puede venderse tanto al público de los festivales arty como al espectador común de vertiente heterogénea, ese que no sólo consume películas del aparato hollywoodense: retomando algunos elementos de la célebre leyenda hebrea y de los clásicos del expresionismo alemán El Golem (Der Golem, 1915), un film semi perdido, y El Golem: Cómo Vino al Mundo (Der Golem: Wie er in Die Welt Kam, 1920), una precuela de la anterior, los realizadores construyen un relato preciosista y solemne que se sirve del mito folklórico del ser de barro o arcilla para trabajarlo desde una arquitectura dramática que combina en iguales proporciones el núcleo de Frankenstein o el Moderno Prometeo (Frankenstein or the Modern Prometheus, 1818) de Mary Shelley y el esquema paradigmático de Cementerio de Animales (Pet Sematary, 1983) de Stephen King. Hoy por hoy la historia se centra en Hanna (Hani Furstenberg), una mujer que vive en un pueblito judío en la Lituania de 1673 y que perdió a su único hijo, Joseph, hace ya siete años por razones sin especificar, tragedia que la llevó a estudiar en secreto la Cábala para tratar de comprender los designios de Dios y a evitar volver a quedar embarazada -por miedo a una nueva debacle familiar- mediante una pócima que le entrega la curandera de la aldea, Perla (Brynie Furstenberg). Casada con nada menos que Benjamín (Ishai Golan), el hijo de la máxima autoridad del lugar, el Rabino Horrovits (Lenny Ravitz), la fémina es la única que no se sumerge en la pasividad cuando un grupo de ortodoxos rusos supersticiosos -liderados por Vladimir (Aleksey Tritenko)- invaden el pueblo y amenazan con quemarlo y matar a todos a menos que por un lado retiren un supuesto “hechizo” que los condenó a sufrir la plaga y por el otro curen a la primogénita convaleciente del jerarca, una jovencita. Mientras que Perla se hace cargo de la niña y Horrovits ningunea a una Hanna que propone crear a un golem para que los defienda ante sus enemigos, la protagonista se decide a desobedecer a los hombres cuando su hermana recién casada, Rebecca (Veronika Shostak), padece un aborto por un golpe en el abdomen de uno de los secuaces de Vladimir. Así las cosas, Hanna amasa una figura humana con tierra, le introduce en la boca un pequeño pergamino con el “nombre de Dios” -las 72 letras sagradas que están ocultas en la Torá- y le prende fuego alrededor respetando la forma de la Estrella de David. La criatura resultante, en apariencia un niño tradicional (Kirill Cernyakov), se transforma no sólo en un arma mortífera contra los ortodoxos rusos sino en una suerte de encarnación para la mujer de su vástago fallecido, ya que además de tener la capacidad de hacer explotar los cuerpos de las personas el flamante muchachito posee una conexión anímica/ somática indisociable con Hanna, pudiendo ambos percibir lo que siente el otro. Cuando el purrete mate a Sarah (Mariya Khomutova), una madre soltera interesada en Benjamín, y a la propia Perla, quien pretendía eliminar al golem, quedará de manifiesto el carácter incontrolable del autómata. El guión de Ariel Cohen, incluso en su evidente sencillez y siendo por demás derivativo, le saca el jugo a tópicos como la creación de vida, la persistencia del luto, el sustrato discriminador de las religiones organizadas, la rebelión purificadora, la ceguera detrás de los fundamentalismos, el marco de nula tolerancia en el campo frente al otro/ diferente, la represión sexual, la desintegración de la parentela, las comunidades cerradas y esa violencia siempre latente en todos los seres humanos. Sin llegar a redondear ninguna maravilla del séptimo arte, los hermanos Paz apuntalan con eficacia una especie de exploitation folklórico que busca dejar a todos contentos ofreciéndole a cada público uno o varios ítems de su agrado y logrando que la mixtura no se sienta forzada porque el verosímil está encarado desde la paciencia y el detallismo. El desempeño de todo el elenco es muy bueno aunque sin duda la gran responsable de que el film no se caiga es Furstenberg, una actriz genial capaz de hacernos atravesar dimensiones superpuestas como la vulnerabilidad, la osadía, la independencia y esa sorpresa que a su vez se vuelca hacia la comprensión y la aceptación cuando se topa con el costado más oscuro de la criatura que ella supo concebir…
De los mitos más antiguos, el del Golem sigue ejerciendo una fascinación especial. Creado de barro para proteger al pueblo judío, se volvió un precursor de los autómatas y del monstruo de Frankenstein. Pero a diferencia de la criatura inventada por Mary Shelly, no tuvo una presencia fuerte la literatura y el cine. El exponente más destacado sigue siendo la novela El Golem, de Gustav Meyrink, y Jorge Luis Borges le dedicó un poema. Por el lado de la pantalla grande, fue tema en producciones alemanas del período mudo (precursoras de la vanguardia expresionista de ese país), pero nunca fue tenido en cuenta seriamente en films de Universal Pictures o de Hammers Films para que pudiera volverse un ícono de la cultura pop. En Europa jamás pierde vigencia, y es la figura central de la producción israelí Golem: La leyenda. Hanna (Hani Furstenberg) vive atormentada por la pérdida de su hijo. Hace lo posible por no quedar embarazada y volver a sufrir, pero sufrimiento es lo que abunda. Los altos mandos de la aldea no tienen un buen concepto de ella por no volver a procrear, lo que consideran el mandato básico de una mujer. Y como si fuera poco, un grupo de forajidos antisemitas amenazan la seguridad de los lugareños. Ella decide dar pelea, y para eso se adentra en los estudios de la Kabbalah con un fin específico: crear un Golem. Lo consigue, aunque el ente sobrenatural aparece encarnado en la forma de un chico. Hanna se encariña con él, pero sabe que su razón de ser sigue siendo la de matar… y no sólo a los enemigos del pueblo judío. Aun sin proponérselo, la película mezcla el subgénero de los monstruos y el de los niños diabólicos, con buenas dosis de suspenso, muertes y un clima heredero del terror gótico. Pero los hermanos Doron & Yoav Paz logran darle profundidad a la historia y a los personajes para que no quede un producto sin alma. Esta criatura puede ser tan tierna como intimidante y feroz, y mantiene un lazo especial con Hanna. La historia también toca temas como la maternidad, el odio, la venganza y los oscuros encantos del Mal, con un enfoque feminista. Hanna tiene iniciativa, elije no seguir los mandatos de su comunidad (parte de las bendiciones del rabino incluyen la fertilidad), y para defenderse, buscar aprender conocimientos que sólo parecen exclusivos de los hombres. El surgimiento del niño Golem representa una segunda oportunidad como madre, pero también la lleva a perder la razón y actuar de manera impulsiva, perversa. Golem: La leyenda es una interesante vuelta de tuerca al mito hebraico, y deja en claro por qué tiene las condiciones para ser recibido, alguna vez, en el Monte Olimpo de los monstruos de la cultura pop.
Mito judío El terror folclórico se ha puesto de moda en los últimos tiempos, es así que llega a la pantalla grande la historia de una personificación medieval de la mitología judía, un ser fabricado a partir de barro. La protagonista tendrá buenos motivos para darle vida a una bestia que tiene como misión proteger a su pueblo, sin embargo, tomará un enorme riesgo ya que darle vida a un monstruo se puede volver en su contra. Golem: La Leyenda (The Golem, 2018), es un film israelí de los directores Doron y Yoav Paz, quienes escarban en la arcilla para devolver a la vida al más terrorífico de los mitos judíos: el Golem. En pleno siglo XVII cuando Hanna (Hani Furstenberg) está transitando problemas con su marido Benjamin (Ishai Golan) después de perder hace 7 años a su hijo. Desbastada por una plaga y debido al ataque de malignos invasores, usará los poderes de la Kabbalah para gestar una criatura que defienda a su comunidad. El lazo entre Hanna y su creación será tan estrecho que ella será incapaz de ver cuán peligrosa es. Los directores crean una atmósfera adecuada y lúgubre, utilizando la iluminación, movimientos de cámara y música como herramienta necesaria para generar misterio. No obstante, la ambientación de la época no resulta creíble y el guion se siente forzado e incoherente, resultando más aterrador el supuesto enemigo, que la aterradora criatura, que toma la forma de un niño. El relato alterna varios tópicos que no se relacionan con la idea central y motivación del film. Para aquellos fanáticos del género de terror, se encontrarán con un cine gore, que se centra en lo visceral y la violencia gráfica extrema y exagerada, mutilación y demás efectos especiales aquí muy forzados. El real Golem aparece cuando comienza el film, con lo cual, la figura del niño desconcierta bastante, pero luego se comprende por el sustrato dramático relacionado al protagonista. Golem: La Leyenda esconde un mensaje no esperado y se trata del papel que juega la mujer en la religión y en la sociedad. Cuál es su deber, qué debe hacer y qué no, una reflexión con respecto a la maternidad. La identificación y el amor materno que se despierta en ella y una manera muy siniestra de dejar atrás el pasado con la esperanza de rehacer su vida. Temas que pensamos quedaron en esa época de caballos y carretas, sin embargo, siguen vigentes en una sociedad en donde aún el patriarcado cobra un lugar muy importante.
Lituania, 1637. Una aldea habitada por un pueblo rural judío muy arraigado a sus tradiciones vive pacíficamente. Entre ellos, un matrimonio formado por Hanah (Hani Furstenberg) y Benjamin (Ishai Golan) se aman a pesar de la tragedia que han tenido que atravesar: la muerte de su único hijo, Josef. Benjamin quiere otro hijo, ya que pasaron siete años de lo sucedido y no comprende por qué Dios no les envía otro hijo. Después descubrirá que su mujer hacía algo para que ésto no sucediera.“Un Golem” tiene toda la atmósfera de los pueblos muy religiosos de esa época, vestuario uniforme, atmósfera tensa. Los hermanos israelíes Paz, después de “Jeruzalem”, se aventuraron con ésta historia entre el suspenso y el gore. En medio de un brote de una plaga, los vecinos de aldea, representados por Vladimir (Alex Tritenko) en el medio de la boda de la hermana de Hanah irrumpe en forma violenta y los toma de rehenes a cambio de que curen a su hija, que está por morir, culpándolos del brote, sin que ellos tengan nada que ver. Hanah, en su desesperación, decide crear un Golem (Kirill Cernyakov) que se hace bajo ciertas reglas. Lo que ella no sabe es que está creando a la entidad más malvada y sádica jamás creada, capaz de desmembrar a cualquiera que se cruce en su camino o en el de Hanah, a quien obedece, lo peor de todo es que el Golem adquiere las características físicas de Josef (Kirill Cernyakov). El film se centra en una época difícil en donde los hombres se reunían solos a estudiar la Torá y Hanah, interesada en el tema y con la entrada prohibida, escuchaba desde el sótano. Lo que sucede a partir de la creación de el Golem es la parte más entretenida, aunque el film al principio tiene algunos problemitas de ritmo, de todas formas es interesante. ---> https://www.youtube.com/watch?v=wA7zDP1jeXk TITULO ORIGINAL: The Golem DIRECCIÓN: Yoav Paz, Doron Paz. ACTORES: Hani Furstenberg, Ishai Golan, Brynie Furstenberg. GUION: Ariel Cohen. FOTOGRAFIA: Rotem Yaron. MÚSICA: Tal Yardeni. GENERO: Terror . ORIGEN: Israel. DURACION: 95 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 13 años con reservas DISTRIBUIDORA: Impacto FORMATOS: 2D. ESTRENO: 28 de Noviembre de 2019
Lituania, 1673. Hanna no es una mujer sumisa ni vive a la sombra de su marido, aunque mantiene las apariencias para no generar habladurías en el poblado. Se educa a escondidas y memoriza todas las lecciones de la Cabala. La plaga está haciendo estragos por Europa, la enfermedad se expande a una velocidad asombrosa pero su aislamiento los mantiene protegidos. Todo cambia cuando un grupo de gitanos amenaza esa seguridad trayendo una joven moribunda. Si la curandera no logra salvarla, diezmarán el pueblo. Enfrentando al rabino, Hanna propone crear un golem, una criatura mitológica nacida de la tierra, para defenderse de las amenazas externas. La pregunta es si alguien podrá controlar a ese ser una vez que le den vida.
Para quienes no conocen a los Paz Brothers, ellos son dos cineastas israelíes que intentan trabajar temas de género, con mucho tinte local. Esto es, plantear problemáticas que se cruzan con lo bíblico, desde escenarios con historia (o no, pero con cierto background real) y abrir sus guiones a la presencia de seres oscuros, malignos, y claramente, enemigos del hombre (y de Dios). En 2015 ellos tuvieron un moderado éxito en Europa con una cinta indie despareja, pero poseedora de cierta consistencia que la hizo casi de culto, por la temática que presentaba ("Jeruzalem"), que recomiendo ver, si "The Golem" les gusta y quieren conocer más a esta dupla creativa. La historia original del Golem, data de la novela de Gustav Meyrink del año 1914 y que fue pensada y filmada como una trilogía llevada adelante por el legendario Paul Wegner. Desafortunadamente en la actualidad, hemos perdido las dos primeras partes pero la precuela, pudo llegar a estrenarse en 1920 y ha logrado soportar el paso del tiempo. Podemos decir que este aspecto del Golem es un ícono del expresionismo alemán y desde ya, tiene dos elementos que lo hacen único: el sustento religioso que impulsa la invocación y el accionar de la criatura y ser el antecedente de las versiones modernas de Frankestein. Es decir, un ser que llega a la vida, de forma oscura y con fines puntuales. Aquí, los Paz Brothers intentan que su Golem sea vehículo de una trama fuerte, con tintes religiosos y enmarcados en un conflicto entre poblados, en una zona particular (la Lituania del 1600) donde ser judío implica tener que tomar decisiones para protegerse como pueblo ante el enemigo ruso, que mira con desconfianza las acciones que se dan en esa comunidad. La aldea donde vive Hanna (Hani Furstenberg) es un espacio donde la fe, es centro. Cerca de ellos, una tribu rusa liderada por Vladimir (Alex Titenko), llega al poblado con una situación grave que instala en esa comunidad: su hija se está muriendo y los gentiles culpan a los judíos por esto, y les dice que si ella no se cura, quemará al pueblo sin piedad. Digamos que siempre las excusas son buenas a la hora de aprovecharse de pobladores indefensos... Esto alarma a la gente del lugar, y Hanna, una mujer instruída y cerebral, decide tomar cartas en el asunto y basada en su gran conocimiento de la Cabala (sí, porque no cualquiera podría hacer este tipo de invocación), logra escabullirse en un lugar apartado y usado por sus pastores, para hacer el ritual que dará vida a un protector de su tribu, el consabido Golem... Este Golem, no será un monstruo enorme hecho de piedra, como es usualmente representado. Sencillamente será un niño. Hanna, en su pasado, ha perdido un hijo en el pasado, con lo cual queda expuesta emocionalmente a vincularse con ese ser, elemento que se volverá muy importante en la trama. Hay ahí espacio para un Edipo básico y rústico, pero que tiene su fuerza. Claro, por otro lado las cosas, no serán simples porque si bien este Golem llega para defender, también está conectado con Hanna y en cierta manera peca de sobreprotegerla, en todos los casos, incluso en los que su marido transgrede los votos de fidelidad: no hay perdón para nadie y todos, deben temerle. Lo que al principio parecía una solución, se vuelve lo que es: un verdugo dispuesto a sembrar muerte y dolor, creado por el hombre utilizando poderes oscuros, demoníacos. Desde lo cinematográfico, la cinta está muy bien, si consideramos que su presupuesto de producción era modesto. Hay una correcta reconstrucción de época, efectos visuales convincentes y un clima de misterio que atraviesa la sala a lo largo de toda la proyección. El componente religioso, le da mucha fuerza al film y si sos conocedor del tema que presenta, hay muchas chances de que disfrutes mucho más la historia. Los hermanos Paz están transitando un camino de aprendizaje y es saludable alentarlos a más. Creo que son una buena usina de ideas y trabajan mucho desde el folklore religioso local, eso es respetable y único: pocos lo hacen. Si logran llamar la atención de estudios más grandes, habrá que pensar en que pueden ser un gran sorpresa para el cine de género a nivel masivo.
Golem – La leyenda: Una apuesta arriesgada y perdida. El monstruo defensor de los judíos llega a la pantalla grande en una historia decepcionante. Basta un poco de imaginación para darnos cuenta de que llevar una pieza folklórica a la pantalla grande como película comercial es una tarea titánica. Cientos de guionistas que asumieron esta carga en el pasado tropezaron con un público que sencillamente no podía digerir algo tan «de antaño» convertido – quizás no de la mejor manera – en producto para la cultura pop (Furia de Titanes por ejemplo) . Bien, esto fue lo que pasó en The Golem (2018) dirigida por los hermanos Doron y Yoav Paz y escrita por Ariel Cohen. En The Golem, la protagonista es una mujer llamada Hanna (Hani Furstenberg) que está afectada por la muerte de su primogénito y se obsesiona con el estudio de las escrituras sagradas hebreas. Su aldea es invadida y hostigada por un grupo de locales que amenazan con quemarla hasta los cimientos, ante esta situación, Hanna decide usar sus conocimientos para darle vida a un Golem, una criatura nacida de la tierra con una fuerza sobrenatural. Ella empleará al Golem para defender a su pueblo de sus enemigos pero este ser tiene una sed de sangre insaciable. La película sorprende al inicio con una bestia de más de dos metros de altura oculta en la penumbra de una Sinagoga ante una carnicería de fieles masacrados. Dicha escena crea un falso apetito en el espectador quien deseará ver al monstruo en el clímax y el desenlace de la película, pero sufrirá una decepción al enterarse que dicha criatura es, en este caso, un niño pequeño con poderes sobrenaturales. Aquí la trama no tiene agujeros que valga le pena criticar pero sí tiene el defecto de ser tediosa, como si tratasen de rellenar los 95 minutos de duración con charlas y planos de personas deambulando. Lo que más decepciona acá, es la falta del placer del miedo, la película no asusta, ni siquiera se sirve del tan trillado método del screamer, sólo hace un uso exagerado del gore que en algunos casos termina siendo jocoso, como si se tratase de una mala imitación del estilo de Sam Raimi. En cuanto a las actuaciones, se nota que ningún actor del elenco estaba relacionado con el cine de terror, pues cayeron en ese miedo fingido que provoca risa. Mención especial para el rabino del principio, cuya morisqueta y ademanes exagerados sacaron sonrisas en lugar de arrugar caras. El villano no se queda atrás, es imposible no relacionarlo con Tommy Wiseau diciendo: «Hi Mark» y la risa que provoca en la escena donde se quita la máscara es similar a la que causó Kylo Ren (Adam Driver) en Star Wars: Episode VII – The Force Awakens. Ni hablar de la música, ese anzuelo que todo espectador de la sala morderá para terminar como presa del aburrimiento, alcanza topes dramáticos donde algo tiene que pasar pero sólo se nos muestra más y más aburrimiento fotograma por fotograma. Quizás lo único a favor que tiene la cinta es estar ambientada a la perfección, el intento de volver comercial un mito judío y tener mejores efectos de fuego y disparos que los de Terminator: Destino Oculto. En fin, no importa lo que digan los primeros resultados de la búsqueda en Google, si llegaron a leer estas líneas tengan por seguro que van a desperdiciar dinero y/o tiempo viendo esta película de producción israelí. Por cierto, antes de terminar, una última cosa que resultó hilarante: el golem es un niño de siete años aproximadamente, él siente lo mismo que Hanna, desde un pinchazo hasta un disparo, bueno, hay una escena de Hanna teniendo sexo con su marido, ahí se los dejamos.
Un niño letal “Golem: la leyenda” (The Golem, 2018) es una película de terror sobrenatural israelí dirigida por los hermanos Doron y Yoav Paz (JeruZalem). Rodada en Ucrania, el guión estuvo a cargo de Ariel Cohen. El reparto incluye a Hani Furstenberg, Kirill Cernyakov, Aleksey Tritenko, Ishai Golan, Brynie Furstenberg, Veronika Shostak, entre otros. En 1673, una pequeña comunidad judía no está pasando por un buen momento. Aparte de la expansión de una plaga, otro grupo liderado por Vladimir (Aleksey Tritenko) pretende instalarse en esas tierras si la curandera de allí no sana de inmediato a su hija enferma. Alarmada por esta situación, Hanna (Hani Furstenberg) decide, en secreto y a través de unos textos sagrados, invocar al Golem (ser animado fabricado a partir de barro) con el objetivo de que éste llegue para brindar protección a la aldea. No obstante, el joven traerá más problemas debido a su alta capacidad de matar. Con ganas de rendirle honor a la mitología y leyendas judías, los Paz buscaron armar una nueva adaptación de este ser tan temible para su cultura, en este caso teniendo a una heroína femenina como protagonista. El inconveniente se basa en que desde la primera escena, ambientada en Praga, se nos da el indicio de que la criatura creada va a ser gigante, fuerte e imbatible. Sin embargo, después de ese comienzo no nos vamos a encontrar con lo que nos imaginábamos. Por más que el niño embarrado que aparece en el bosque es letal, esto no produce en el espectador ni un ápice de miedo, más bien se siente como algo ya visto (recuerda bastante a “Brightburn: hijo de la oscuridad”). Por otro lado, los efectos especiales se notan muy falsos, haciendo que sea imposible tomarnos en serio lo que vemos en pantalla. Tanto el color de los ojos como los tiros y la sangre dejan mucho que desear, por lo que la cinta en ese aspecto no se puede disfrutar. En cuanto a los puntos positivos, se destacan por sobre todas las cosas la ambientación y la fotografía. Con un escenario parecido al de “La bruja” (The witch, 2015), el filme también cuenta con una mujer decidida en el rol principal. Teniendo en cuenta que en esa época se creía que la esposa solo debía vivir para procrear y servir al hombre, es interesante ver cómo Hanna se las rebusca para no hacer lo que le exige el mandato. Aunque el niño creado por ella no emita ni una sola palabra, la relación estrecha que mantiene con éste está bien lograda. Sin ningún tipo de innovación en el género, “Golem: la leyenda” no se vuelve recomendable debido a que en su mayor parte, dentro del panorama sobrenatural que se nos plantea, es inverosímil. Así es como al espectador le va a costar sumergirse en esta historia que, si somos sinceros, tampoco vale mucho la pena.
Esta producción israelí rodada en Ucrania y hablada en inglés mixtura tradiciones y leyendas surgidas de la cábala judía con elementos propios del género fantástico y de terror para una historia ambientada en la Lituania de 1673. Más allá de la audacia y del riesgo asumido en este film codirigido por los hermanos Doron y Yoav Paz (los mismos de Jeruzalem), la propuesta es más interesante en su planteo y en algunos de sus aspectos analizados de manera independiente (como el trabajo en la fotografía y los efectos visuales) que en su resultado final. En la línea de La bruja, de Robert Eggers, y otros relatos de horror que transcurren en tiempos muy lejanos, Golem narra la historia de Hanna (buen trabajo de Hani Furstenberg), una mujer que ha perdido un hijo siete años atrás y eso le ha generado un profundo trauma; la frustración de su marido (Ishai Golan), y el repudio de la comunidad del pueblo, ya que la maternidad es considerada la principal función de la mujer. Las cosas se complican aún más para ella y los lugareños cuando la aldea es invadida por violentos vecinos que escapan de una plaga, primero, y por la criatura sobrenatural a la que alude el título, después. Demasiado "autoral" o intelectual para los cultores del cine de terror y demasiado extrema para quienes buscan cine de arte, Golem se termina quedando -en varios sentidos- a mitad de camino.
"Golem, la leyenda": el monstruo vuelve El film de los Paz cuenta una historia de persecución en la que una aldea judía, acosada por un invasor externo, utiliza para defenderse el poder oculto de la Kabbalah. Lituania ha sido uno de los territorios más importantes para el desarrollo de la cultura judía en Europa. Su asentamiento en la región data del siglo XIV, cuando este estado báltico aún era un ducado que le permitió a comerciantes y mercaderes judíos desarrollar sus oficios de forma libre. No exenta de las persecuciones que el pueblo de Israel sufrió a lo largo de la historia en el viejo continente, la relación sin embargo se fue haciendo fuerte y los judíos establecieron allí colonias pequeñas pero numerosas, denominadas shtetl, que hacia finales del siglo XVII funcionaban como un microcosmos de relativa autonomía. En uno de esos shtetl y en esa época tiene lugar la historia que se narra en Golem, la leyenda, película israelí dirigida por los hermanos Yoav y Doron Paz. Como se sabe incluso sin necesidad de tener ni una gota de la sangre de Abraham corriendo por las venas, la del Golem es uno de los mitos hebreos más conocidos. Y en su divulgación el cine ha cumplido un rol determinante, a partir del estreno de Der Golem (Carl Boese y Paul Wegener, 1920), uno de los clásicos más populares del expresionismo alemán y título fundamental del cine de terror en el período mudo. Como en aquella, el film de los Paz cuenta una historia de persecución en la que una aldea judía, acosada por un invasor externo, utiliza para defenderse el poder oculto de la Kabbalah. Según esta, a través de la sabiduría cabalística es posible insuflarle vida a un homúnculo protector moldeado en arcilla, a partir un conjuro que incluye las 72 letras secretas de Dios. Pero en ambas películas jugar con ese poder creador acaba volviéndose en contra de quienes lo invocan. Un castigo previsible para quienes se atrevieron a arrogarse el poder creador reservado a la divinidad. Aunque es presentada incluso desde el tráiler como una película de terror cuyo origen israelí le aporta una dosis extra de exotismo, Golem trabaja menos sobre ese género que a partir de las reglas del drama y lo fantástico. Y en principio el uso equilibrado de esos ingredientes, sumado a un oportuno aprovechamiento del contexto histórico, el conocimiento de una tradición tan rica y el oficio de los directores para crear climas densos, da por resultado una película que se desenvuelve con cierta elegancia que es impropia del grueso de lo que se filma a la sombra de las reglas del cine de terror. Y eso a pesar de una breve secuencia inicial, previa al título, que hace temer lo peor. La elección del guion de poner a una mujer en el rol protagónico potencia al universo de origen de Golem. Su deseo de no volver a ser madre tras la muerte trágica de su único hijo, la decisión de ocultarle a su marido esa voluntad y su empecinamiento por estudiar en secreto los misterios de esos libros que su condición de mujer vuelve doblemente prohibidos, ayudan a darle cimientos sólidos a la película. También resulta inteligente no presentar al Golem con un aspecto monstruoso y establecer un vínculo simbiótico con su creadora. Pero la película se desinfla sobre el final, como si las obviedades y convenciones fueran un hechizo fatal del que es imposible deshacerse.
Luego de que una mujer viera amenazada su comunidad decide tomar las riendas de la situación y brindar según lo que ella piensa, es la solución más adecuada para lo que ocurre actualmente. Luego de convencer a su marido, el mismo consigue los libros necesarios para que ella pueda cumplir su deseo y finalmente traer a la vida a un Golem. Y lo que parecía la gran idea, y que pudiera brindarles la ayuda necesaria, termina por complicar mucho más el panorama. Película de terror que muy en el fondo demuestra el cariño de una madre hacia su hijo. A causa de la pérdida de su propio hijo años atrás, esta mujer ve la oportunidad de repetir su rol de madre en este pequeño demonio, haciendo caso omiso a los problemas y comportamientos completamente extraños y violentos que él presenta. Y de esta forma se deja entrever la gran necesidad que tiene la protagonista de brindar todo ese cariño y amor que le fue arrebatado en la vida. Y aunque la cinta no es muy llamativa, es interesante como logran plasmar este mito judío y llevarlo a la pantalla, aunque finalmente la misma se centra más en las relaciones entre las personas que participan en la historia. Su presentación es correcta, no logrando destacar mucho en ningún aspecto en particular. Y sobre todo en las actuaciones de cada uno de los protagonistas ya que dejaron mucho que desear. Dando lugar a que lo mejor que puede disfrutarse en la película son las escenas en la que el pequeño Golem hace acto de aparición y cumple el papel que se le indicó, asesinado y masacrando a las personas de la mejor manera que él sabe, permitiendo que uno pueda disfrutarlas. El Golem llama la atención por la incorporación de este extraño ser existente en la creencia judía. Pero al pasar el tiempo uno se da cuenta que su historia no se desarrolla mucho más, para finalmente terminar presentando una película de terror que se queda a medio camino.
El espectador argentino puede elegir exponerse a muchas de las ofertas a nivel mundial que llegan a las carteleras. Sin embargo, cuando hablamos de cine de género, esa ventana se ve reducida a un solo país de origen, habitualmente Hollywood. En escasas ocasiones suelen aparecer propuestas de esta naturaleza oriundas de otros países, y casi siempre desilusionan porque apuntan a copiar el modelo Hollywoodense. Golem le huye a todo esto. Se arraiga tanto en el folklore de su país de origen, Israel, que nos ofrece una perspectiva diferente, profunda e inteligente (pero no exenta de gore) sobre una problemática actual. Será deseado o no será Golem tiene dos aciertos concretos: primero, el poner cada detalle de un folklore autóctono al servicio del cine de terror; segundo, utilizar el pasado para hablar del presente. Profundizando en este último punto, el tema de fondo claramente es la descendencia, poniéndola en debate en cuanto a si debe acatarse como una obligación social o se debe respetar el deseo individual de la madre. Este debate permea todo el universo del film y el desarrollo de sus personajes. El valor que esta comunidad le da a la descendencia está ligada a la idea de perpetuidad. Cualquier cosa que la amenace es percibida como un ataque a su existencia y como una extinción inminente. Es precisamente este tema lo que une a los dos bandos en Golem: La Leyenda. Le dan un valor tan grande que están dispuestos a hacer lo que sea por defenderla. Es eso lo que los une y, a la vez, los separa. Las actitudes que ambos adoptan es lo que les otorga matices y multiplicidad de dimensiones a los personajes. Si de defensa nos ponemos a hablar, la película también se anima a plantear el argumento de la contraviolencia como respuesta a la violencia, y el qué ocurre cuando se sale de control y esa “solución” deviene en un problema mayor. En este contexto, la presión sobre la mujer es tal que la reduce a ser lisa y llanamente una dadora de vida, sin voz ni voto, pero sí con obligaciones. El no cumplirlas la pone bajo el más cruel de los escrutinios. Aunque Golem plantea el debate, el lado que toma es claro: es al final del día la mujer quien elige si debe ser madre. En sus términos, a su tiempo, y no según la imposición de una tradición. Es en este libre albedrío donde encuentra su raíz el ingrediente de genero del film. La mujer no solo elige dar vida, sino a qué. La protagonista no da a luz a un hijo, pero si crea a un Golem. Ese Golem, esa defensa, no toma exclusivamente la forma de un monstruo gigante, sino de aquello que su creador desea más que nada, trayendo como daño colateral que sea también la manifestación física de los deseos más oscuros de su subconsciente. Como si esto fuera poco, son muchos los guiños que da el film sobre del riesgo de otorgarle a la maternidad más entidad creadora de la que merece, haciendo muy fácil la confusión con jugar a ser Dios. El gore está presente, pero estamos hablando de género como el medio para contar algo mucho más profundo. El conflicto externo es lo que detona la trama y le da la pauta al ingrediente de género para que sea justificado y no desentone. La única reserva de esta crítica es que, cuando dicho conflicto parecía estar resuelto, es vuelto a despertar. El retorno forzado de los antagonistas le quita un poco de lustre a una historia sobre la autodestrucción detonada por la tradición, pero ello no es suficiente para llamarle fallida.
Los cineastas y hermanos israelíes Doron y Yoav Paz toman una antigua creencia judía sobre el poder de la Cábala para crear a un ser monstruoso, anterior a Frankestein, con alguna leyenda popular rusa de “el chico de arcilla” y con esos elementos ubicaron la acción en el 1600, en una pequeña aldea judía en Lituania, que se ha salvado de la peste porque están aislados. Pero pobladores de otros parajes llegan con una niña moribunda, exigiendo a los judíos su cura o serán exterminados, porque son vistos como culpables del despliegue letal de la epidemia. Frente a esta amenaza se empodera una mujer, ya independiente, estudiosa a escondidas de los libros antiguos, despreciada por la comunidad porque ha perdido a un hijo y en siete años se ha negado a quedar embarazada. Ella es la única en la aldea que siente que las sagradas escrituras le permiten al pueblo elegido tener un defensor increíblemente poderoso, el Golem. Y se atreve a crear uno. Es interesante lo que lograron los creadores del film, con el guión de Ariel Cohen. No se trata de un film de terror típico aunque hay momentos cruciales en que recurre al gore sin tapujos, pero tiene giros interesantes, creativos y por sobre todo entretenidos.
Texto publicado en edición impresa.
Los hermanos Doron Paz y Yoev Paz (¿the Paz Brothers, serían?) vuelven sobre la leyenda de uno de los seres más ancestrales de la religión judía y así en “GOLEM: la leyenda” abordan la figura de ese mito creado desde el barro para la protección del pueblo judío. Si bien el GOLEM sigue teniendo una fuerte presencia dentro de la cultura judía y toda vez que se cita al folclore medieval, no ha sido una de las presencias más trabajadas en la literatura o en el cine contemporáneo, con lo cual, a primer vista este rescate de su figura para esta producción israelí, tiene tintes interesantes. De todos modos, se torna un poco complejo intentar abarcar el espíritu de esta producción frente a una reseña, porque precisamente los hermanos Paz desde la dirección y sobre todo Ariel Cohen desde el guion, trabajan en diversas direcciones sin definir cuál es el género al que apunta la historia, lo cual, en principio, no es una debilidad de la película pero si deja una sensación de no tener claro el género que quiere trabajar y el tono en el que inscriben su película.
Otra típica cinta de terror llega a los cines, Golem: la leyenda, de Yoav Paz y Doron Paz, mezcla elementos conocidos de la cultura judía con la venganza y el suspenso. Esta producción de Israel presenta la historia de un pueblo judío recluido y muy devoto. Unos hombres en contra de las costumbres de esa gente, los amenazan y los tienen como rehenes, ya que creen que la plaga que los afecta y ha matado a sus familias es culpa de las creencias del rabino y sus seguidores. Para hacer algo al respecto Hanna, una mujer que ha estudiado la cábala, decide crear un golem, pero en vez de una criatura enorme y monstruosa hace un niño, al parecer, inocente a semejanza del hijo que ella perdió. Obviamente todo se sale de control cuando el «niño golem» asesina no sólo a los usurpadores, sino también a todos aquellos que cree que quieren hacerle daño a él o a su figura materna Hanna. En un clima que evoca a La bruja de Robert Eggers, pero sin la complejidad de esta, Golem: la leyenda trata de construir una historia basada en leyendas pero tampoco da tanto tiempo para explicarlas. Pareciera que cualquiera con un poco de conocimiento podría crear una criatura como el golem. Los enemigos fuera del pueblo no parecen ofrecer mucha amenaza a los lugareños y la figura del jefe tampoco está desarrollada, para bien o mal, ni como victima ni como culpable. En términos del terror, cae en los lugares comunes y el niño asesina de las maneras más ilógicas, incluso a veces repetitivas. Con un guion bastante predecible, los sobresaltos no son el fuerte de la película. Golem: la leyenda de Yoav Paz y Doron Paz es un intento de mezclar algunos elementos clásicos (como la figura del maestro y la criatura) con la idea de los niños como representación del mal. No sorprende y su aspecto narrativo queda a medio camino, principalmente por flojas actuaciones.
En medio de una epidemia, una mujer mística judía evoca a una entidad sobrenatural para que salve a su comunidad de una invasión extranjera. Sin embargo, la criatura invocada es más maligna de lo que ella había esperado. Este film de terror tiene algo poco habitual en el género y es que transcurre en el medioevo, para acercarse a la leyenda que toma como punto de partida. En el imaginario popular, El Golem es un ser que fue modelado en barro y que luego fue animado mágicamente por una palabra secreta que forma parte del mundo de la Cábala. La leyenda por excelencia acerca del Golem lo relaciona con el rabino Yehuda Löw ben Becalel, que vivió en Praga a mediados del siglo XVI. Pero en la película es una mujer la que, desafiando a su marido y al resto de la comunidad decide salvar al pueblo tomando la decisión de invocar ella al Golem. La mujer que le ha dado vida al Golem ha perdido a su hijo y el Golem es en esta película tiene la figura de un niño y un vínculo con ella que en un principio parece poder controlarlo. La película sorprende, es diferente, su origen israelí podría considerarse una novedad ya que no llega mucho cine de terror de Israel. Pero con sus novedades no alcanza y luego de varios grandes momentos la película comienza a resolver todo de la misma manera que cualquier película de terror. Tal vez porque su lugar como película de terror podría resultar ambigua sin algunos lugares comunes. Tal vez la ambigüedad hubiera sido mejor.
LO PEOR DE VARIOS MUNDOS El mito judío de la leyenda de El Golem, que cuenta la historia de una figura de arcilla animada por obra de la cabalá y creada por el rabino Loew para defender a los judíos, que se escapa del control y termina provocando catástrofe, ha sido particularmente influyente. Esta figura ha sido precursora de Frankestein, base de la novela de Gustava Meyrink y de las películas del expresionista alemán Paul Wegener, y hasta Borges tiene un texto basado en ella. Toda esta pequeña discreción para decir que Golem: la leyenda no sólo es una iteración mediocre de esta historia, sino que es un exponente más del cine de terror prefabricado medio bobalicón, ese de relleno que cada tanto llega a las salas, y que no merece agregarse a la incompleta y apresurada lista que esbozamos un par de líneas atrás. Lo que no le falta a la película de Doron y Yoav Paz son cosas para contar: tenemos la historia de una aldea judía sitiada por los miembros de otra aldea que los acusan de brujería o algo así, mientras que al mismo tiempo nuestra protagonista, Hanna, que ha perdido un hijo y que está haciendo todo lo posible para no tener otro a pesar de la insistencia de su marido, propone derrotar a los sitiadores creando un Golem. Aunque es fácil sospechar que ella en realidad lo que quiere es revivir a su hijo utilizando la cabalá, aunque nunca queda claro si eso es posible. Como siempre, los caminos del Señor son misteriosos. Golem: la leyenda se atreve al comentario feminista de trazo grueso (un trazo grueso sin precedentes) es cierto, pero digamos que todo lo que hace esta película es de trazo grueso: su rasgo fundamental es esta búsqueda burda por el efecto. Ya sea que quiera provocar tensión, terror o angustia, la película nos lo arroja a la cara con todo el arsenal de herramientas obvias: como una música incidental estridente absolutamente exagerada, su gore fuera de campo que llena la pantalla de desmembramientos impersonales y hasta sus diálogos sin alma, genéricos y tediosos. Después, más allá de la digna recreación de época, tenemos el problema del monstruo. Si vas a hacer una película que se llame Golem: la leyenda tiene que haber un Golem, y un Golem más allá de su forma tiene una característica distintiva: es de arcilla. El monstruo de esta película es un pibe, lisa y llanamente, al principio tiene barro pero lo bañan y es un pibe con poderes psíquicos. Es decir, el monstruo tiene más de X-Men que de criatura de la mitología judía. Por último, decir que la película nunca nos saca de la sensación de estar viendo un tráiler. Es un tráiler de 90 minutos donde nunca podemos hacer pie en la narración porque nos empuja un montaje guarango sacado de la fantasía más oscura de Michael Bay. Y es así como terminamos viendo una sucesión de escenas que supuestamente deberían provocar un efecto que nunca llega.
“Quizá haya en ello una suerte de obra de arte espiritual, sin conciencia de sí misma: una obra de arte que nace de lo informe, como un cristal, según leyes inmutables. ¿Quién sabe?” (Gustav Meyrink. “El Golem”) Existe una creencia judía que atribuye a determinadas personas, tanto fieles como eruditos, dedicadas al estudio de los libros sagrados o las palabras divinas, la posibilidad de modelar y crear una criatura de barro. Pero esta creencia se remonta a los orígenes de la humanidad ya que en la Torá se explica la creación del hombre: “Y formó pues el Eterno Dios al hombre, del polvo de la tierra, y sopló en las ventanas de su nariz aliento de vida; y fue el hombre ser viviente”. La palabra “Golem” aparece en la Biblia (Salmos 139:16), significando en hebreo: 'masa informe' o 'sustancia inacabada'. Según la leyenda talmúdica, Adán fue un Golem durante las 12 primeras horas de su existencia, dando a entender que su cuerpo carecía de alma. Así como los alquimistas que buscaban la piedra filosofal, para transmutar los metales en oro, consideran que las leyendas acerca de la creación de “Golems” son de naturaleza meramente simbólica y se refieren al despertar espiritual de una persona. El relato folclórico más famoso relativo al golem involucra al ilustre Rabbi Judah Loew ben Bezalel, conocido como el Maharal de Praga, un rabino del siglo XVI. A él se le atribuye haber creado al golem, un engendro de arcilla, para defender el gueto de Praga de ataques antisemitas. Según la leyenda, la incapacidad principal del golem era la de poder hablar. Su boca estaba sellada. Para hacerlo funcionar existían dos maneras y podían utilizarse al mismo tiempo: una era colocarle un pergamino con la palabra Sheml, el elemento divino dador de vida, en la boca u otro orificio. Y otra era grabando en su frente alguno de los Nombres de Dios o bien la palabra emet (#1488;#1502;#1514;—"verdad" en hebreo). Escritores y cineastas dedicados al género de terror han tomado del misticismo hebreo esa leyenda, y en la actualidad los hermanos, israelíes, Yoav y Doron Paz en "The Golem" (“Golem:la leyenda”), realizaron su propia versión del misterioso personaje, sobre un guion de Ariel Cohen. “Golem” es un thriller sobrenatural bien elaborado y muy personal. La película se asemeja a una mezcla de varios filmes sobre "Frankenstein"(desde 1915 hasta 2015), y " The Witch" (“La bruja”-2015, Robert Eggers), En “Golem: La leyenda”, Hani Furstenberg interpreta a Hanna, una esposa hierática y una campesina rebelde, en una aldea lituana del siglo XVII, donde los judíos con frecuencia eran perseguidos por supersticiosos cristianos rusos, que en este caso utilizaron el tema de la peste para sitiarlos y atacarlos en violentos “pogroms”. Queriendo ayudar a su gente, Hanna ejercita lo que aprendió de la Kabbalah en forma oculta, ya que a las mujeres les estaba vedado realizar esos estudios. El mismo drama lo enfrentó Hipatía (Rachel Weisz en “Ágora”, 2009, de Alejandro Amenábar), varios siglos antes. Hanna para ello utiliza un conjuro que incluye las 72 letras sagradas y secretas de Dios crea un espíritu protector, un golem, que se parece a su propio hijo muerto. La visión inteligente y diferente en el filme de los Paz es haber dado vida a un golem niño, no a un monstruo gigante. Este niño tiene la apariencia y la edad del hijo de Hanna cuando se ahogó. ¿Por qué un niño? Todos saben que no hay nada más cruel que un niño cuando se lo dirige hacia la maldad. Basta con recordar el entrenamiento nazi para que los niños desarrollen ciertas torturas y el de los comunistas para convertirlos en delatores y crueles asesinos de parientes y vecinos. Otra de las variantes del filme es el acercamiento al feminismo al señalar que en aquella Lituania de 1600, como aún hoy en algunas aldeas especialmente en los espacios profundos de casi todos los países, las mujeres continúan siendo sometidas a procrear, cuidar la casa, cocinar, coser y tejer. Hanna, representa la transgresión de los roles de género con respecto a una sociedad sumamente conservadora. En el caso de Hanna la pérdida de su hijo la lleva a concebir el golem y tener con él un acercamiento casi edipico, simbiótico, ya que las reacciones de ella son percibidas por el monstruito y actúa consecuentemente a esos pensamientos. La generación de una atmosfera oscura, depresiva, es una mirada que permite que se perciba en el filme una sensación de triste inquietud. Este efecto es gracias a una excelente fotografía, a una impecable dirección de arte, y un sonido muy bien articulado con la propuesta. Gershom Scholem considera que el Golem aparece como una imagen simbólica del camino a la redención, el alma colectiva materializada de la judería, con todos los aspectos sombríos de lo fantasmagórico: Es en parte un sosias del héroe, un artista que combate por su redención y para sí mismo, y que purifica mesiánicamente a la otra parte, el Golem, su propio yo no redimido. Otra interpretación indica que el Golem simboliza la creación de un ser sin libertad, inclinado al mal, esclavo de sus pasiones; si la verdadera vida humana no procede más que de Dios, entonces el Golem, en un sentido más interno, no es sino la imagen de su creador, la imagen de una de sus pasiones que crece y amenaza con aplastarlo, significa por fin que una creación puede exceder a su autor.
No solo funciona como auténtico thriller sobrenatural sino también como retrato emocional. El golem es uno de los grandes legados del folclore judío a la imaginación universal, un ser artificial al que se le da vida por medio de ciertos conjuros. En esta versión del mito hay un mundo medieval, una plaga, una mujer desesperada y un golem que al mismo tiempo convoca nuestra empatía. No solo funciona como auténtico thriller sobrenatural sino también como retrato emocional.
El Golem, una criatura de las tradiciones judías creado por el rabino Löw, aparece tanto como salvador como verdugo, y esa creación cabalística hecha a partir de tierra y rituales aparece nuevamente en “Golem, la leyenda”, una película de los directores israelíes Yoav Paz y Doron Paz. Los cineastas regresan con una trama basada en tradiciones religiosas. Ya lo hicieron en su debut de 2015 con “Jeruzalem”, una película de terror sobre una pareja de estadounidenses de visita en esa ciudad que es víctima de ángeles del infierno. La película transcurre en una comunidad judía cuya paz se altera cuando la peste comienza a hacer estragos en otra comunidad cristiana vecina. Desde allí llega un hombre con su hija agonizante para amenazar a los judíos de ser responsables de la enfermedad y por lo tanto a pedir una cura o de lo contrario los masacra. Pero una mujer, estudiosa secreta de la torá y de la cábala, es quien asume la responsabilidad del rabino Löw y recurre a sus conocimientos para defenderse del agresor. Los directores, a diferencia de “Jeruzalem”, no apostaron por riesgos formales, pero lograron un filme consistente en todos los rubros técnicos. La película tiene una trama y personajes sólidos y bien interpretados que fallan cuando se subraya el suspenso y el drama.
Los miedos más primitivos, los que tienen que ver con lo espectral, con el temor a los fenómenos físicos, a los astros o a las criaturas relacionadas con lo divino y la creación son, a la vez, los más pesados y los que durante mucho más tiempo se han sostenido entre nosotros. Algo de ello trae “Golem: la leyenda”, una película que toma un mito antiguo y despliega todo lo que sobre él se puede saber y entender, creando una historia con un clima magnífico, ayudado por una muy buena fotografía. Una de las opciones más directas y concretas de transitar el miedo en la narración audiovisual hoy es retroceder y volver a buscar en los inicios; el miedo primario, los sustos más efectivos, las historias más sencillas y a la vez mejor resueltas. En el último tiempo, algunas películas se han vuelto tan rebuscadas que han malogrado la oportunidad de una segunda película con resultados similares a su primer paso en el camino más complejo del séptimo arte: el horror. Si, casi como el coronel Kurtz quiero decir el horror, el horror, cuando veo algunas cosas que se hacen en nombre del género. Yoav y Doron Paz y realmente logran sostener en “Golem” el buen trabajo realizado anteriormente en “Jeruzalem” (2015), una muestra gratis del apocalipsis, protagonizada por Yael Grobglas. Todo está bien en estos 94 minutos, en que una mujer que desafía su rol (el de ser madre) en el contexto de una aldea israelí del siglo XVII, ubicada en territorio lituano, incursiona en el conocimiento de la kaballah, herramienta que por su género le están vedadas. Movilizada por la pérdida trágica de su hijo, desafía la imposición de ser madre nuevamente a partir de su accionar. Como la leyenda indica, ponerse en el lugar de Dios tiene consecuencias, y eso no pasa por alto en esta película con guión de Ariel Cohen y fotografía de Rotem Yaron. Un trabajo digno en términos de la estructura de una idea de horror místico-dramático en base a un buen guion y muy buen trabajo de la imagen y el ritmo.
El mito vuelve a cobrar vida en el cine El personaje surgido del folclore medieval y la mitología judía es representado en este filme como la encarnación del mal En pleno siglo XVII una comunidad judía de Lituania es devastada por una plaga y luego por unos malignos invasores. Para defender a su pueblo, Hanna (Hani Furstenberg) usará los poderes de la Kabbalah para crear una criatura que los defienda. El lazo entre Hanna y su creación será tan estrecho que ella será incapaz de ver lo peligrosa que es esa extraña criatura. Dirigido por el dúo de cineastas formado por los hermanos Doron y Yoav Paz, Golem: la leyenda no es la primera versión fílmica de esta historia. En 1920, en pleno expresionismo alemán Paul Wegener realizó una versión extraordinaria, que pese a ser muda y en blanco y negro aún hoy sigue resultando aterradora e inquietante como otras tantas películas del mismo período (Nosferatu o El gabinete del Doctor Caligari, por mencionar algunas). Esta recreación presenta a una criatura con cuerpo de niño, una imagen de inocencia, casi “angelical” que esconde en su interior un alma diabólica y sanguinaria. Si bien se trata de un filme clase B, la puesta en escena y la recreación de época resultan muy efectivas. La dirección de arte y el diseño de vestuario la emparentan con las míticas producciones inglesas de la Hammer Films, algo muy atractivo para los amantes del horror más clásico. A su vez el elenco es muy sólido, sobre todo la actriz Hani Furstenberg quien logra hacer creíble la relación maternal con el monstruo que ha salido del barro. Este argumento pariente lejano de Frankenstein, juega al igual que en la novela de Mary Shelley con los hombres que intentan emular a Dios, con los misterios acerca de la vida y la muerte, y también con las distintas fases del duelo. Tras tantas adaptaciones de monstruos tradicionales, esta versión fílmica de una criatura casi olvidada resulta una bocanada de aire fresco. Sin abusar del gore, ni de los sobresaltos gratuitos, Golem: la leyenda es una digna película de horror y suspenso, un terrorífico y oscuro cuento de hadas, una pesadilla freudiana que incomoda y cautiva.