Parte de esta historia es basada en hechos reales ocurridos en el ejercito de los Estados Unidos y cuesta creer que algo tan bizarro como esto pueda tener algo de cierto. Grant Heslov, quien ya trabajo con Clooney en "Good Night and Good Luck", dirige esta sátira sobre la guerra con algunos momentos divertidos pero muy delirante. Una película que tiene mucho de los hermanos Coen, sobre un grupo militar que entrena hombres para convertirlos en "Guerreros Jedi" osea, capacitados para utilizar poderes paranormales. La trama tiene muchos puntos ridículos y llegando al final no encuentra una buena forma de cerrar la historia. Tiene un buen elenco encabezado por George Clooney quien interpreta a Lyn Cassady, un soldado formado por este grupo especial quien cree contar con muchos poderes paranormales. Otro buena actuación del actor en un tono satírico. Jeff Bridges interpreta al guru creador del programa militar, un personaje muy similar a "The Dude" en "The Big Lebowsky". Ewan McGregor interpreta al periodista y Kevin Spacey a otro líder militar, volviendo a mostrar a estos actores en papeles interesantes. El resultado es medio raro y a pesar de las buenas actuaciones, no me terminó de convencer.
Viajando sin rumbo (en cuanto a la película) Cuesta creer que, con semejante reparto, este film como mucho te arranque a duras penas tres o cuatro risotadas forzadas. Lamentablemente, esta es una de las propuestas que más me atraía (no tengo explicación racional o fundamentada para explicar el porqué) en el 2009, y terminó diluyéndose en una pochoclera que se alquila un sábado a la noche en el que nadie te invita ni siquiera para juntarse a comer una picadita. Repasemos los nombres, todos oscarizables más uno más que pronto protagonizará el nuevo opus de nada menos que Roman Polanski: Ewan McGregor, George Clooney, Kevin Spacey y Jeff Bridges. Un super dream team que aporta comicidad sólo por el hecho de ver las pavadas que hacen en pantalla sabiendo que cada uno se luce o se lució con algún papel memorable en su carrera en productos de más dramatismos, como American Beauty en el caso de Spacey, que hace un aporte lamentable, o el reciente boom de Up in the air con Clooney a la cabeza (otro que da un poquito de verguenza ajena en su papel), y el que se lleva los laureles del rubor, Bridges -con el Oscar por Crazy Heart prácticamente en sus manos. McGregor nos tiene acostumbrados a derroches de actuación (lo más atrevido que hizo fue la escena de la inmolación en Angels and Demons), pero ¿el resto? No vamos a negar que uno logra regalarle una sonrisa a secuencias como las del LCD en los huevos y el agua, o los intentos fallidos por cruzar la carretera hacia Iraq estelarizados por Clooney gurú y McGregor devenido en aprendiz de la secta paranormal, pero por momentos uno se siente un tanto burlado por el guión paupérrimo de esta parodia de films dramático-bélicos como The hurt locker (la escena en la gasolinera o la venta de rehénes es un ejemplo de esta suposición). El film termina resumiendo un concierto de clicheados personajes, envueltos en una trama súper delirante pero que por lo menos no abusa en el metraje. El ritmo de la historia es parsimonioso y no llega a un clímax palpable en ningún momento. De hecho, el desenlace de la trama es una fantochada tremenda. Típica comedia que Hollywood entrega año tras año, subestimando al espectador, otorgándole diversas vanalidades pensando que algún decerebrado se va a desternillar de la risa. Lo peor de todo es lo desperdiciado que está el reparto, que aún así se defiende, obviamente. Una propuesta revestida de tanto target que termina siendo un blockbuster bien simplón no puede saber a otra cosa más que a amargura y decepción.
Entre la aventura de Tres reyes y las comedias delirantes de los Coen, se instala este trip lisérgico y absurdo dirigido por Grant Heslov (un hombre con mucha más experiencia en la actuación que en la dirección) y protagonizado por George Clooney, Jeff Bridges, Ewan McGregor y Kevin Spacey. Las influencias de la película se manifiestan notoriamente en la elección del elenco. Clooney y Bridges vuelven al registro de películas como O Brother! y El gran Lebowski, mientras que Ewan McGregor es un puente deliberado a Star Wars, que no actúa como una influencia estilística o narrativa, sino como una referencia directa a través de la alusión a los Jedis y a la acción psíquica a través de la mirada. Desde el trasfondo bélico y las teorías conspirativas hasta el ejército “new age”, todo sirve para una comedia tan desatada como drogada, que no pretende en ningún momento ser una sátira antibélica, sino una mera farsa. Dentro de este registro es donde por momentos funciona y divierte, mientras que en buena parte del film prima el exceso y la excentricidad, volviéndose un entretenimiento amorfo y pesado. Cabe destacar el aporte cómico a cargo de Bridges y Spacey, quienes funcionan mucho mejor que Clooney y McGregor, con más presencia en pantalla, pero ambos víctimas de los giros disparatados del film. Si bien The men who stare… es una película para mirar con mucho desprejuicio y sin tomársela muy en serio, su vacilante registro de comedia hace tambalear la propuesta, convirtiéndola en un subproducto demasiado deudor de sus influencias directas, antes que en un film con enormes cualidades y méritos propios. La coherencia de su desmesura es admirable, no así sus fluctuantes resultados cómicos.
Farsa sobre la estupidez castrense Basada en una novela de Jon Ronson, esta farsa sobre la estupidez castrense presenta a George Clooney retomando el arquetipo del necio con suerte (esta vez, con un cierto aire al Clouseau de La Pantera Rosa) que ya recreara en tres ocasiones para los hermanos Coen. En este caso, el gancho de la propuesta se agota en su premisa argumental -un grupo de super-soldados (“guerreros Jedi”) con poderes psíquicos e ideología hippie- y en unos pocos gags afortunados, que no consiguen sostener el esperpéntico e irregular relato.
Militares con tácticas paranormales "Soy un guerrero Jedi" asegura uno de los personajes de esta peculiar historia que funciona como crítica a las fuerzas miliares. Un reportero (Ewan MacGregor) busca una buena historia y encuentra a Lyn Cassady (George Clooney), el miembro de una unidad militar experimental de Estados Unidos que pelea una "guerra diferente" a través de sus poderes psíquicos: puede atravesar paredes o matar a una cabra con sólo mirarla. El disparate une los caminosa de estos personajes en una aventura que se extiende a lo largo del desierto para encontrar a Django (Jeff Bridges), una especie de gurú que ha desaparecido. La acción los lleva también a un campamento liderado por un psíquico renegado (Kevin Spacey) y los coloca en el "ojo de la tormenta". Varados en el desierto, capturados y encerrrados, entre pruebas para desarrollar capacidades paranormales; la trama alterna el pasado de los 80, con el gobierno de Reagan y, el 2003 con Bush y sus fuerzas en Irak. El film abre con una graciosa escena (con Stephen Lang, el villano de AVATAR), pero con el correr de los minutos ingrena en un espiral narrativo descendente que lo hace poco atractivo y menos gracioso de lo que intenta ser. Entre tanto delirio, balas y un galpón que encierra cabras para experimentos, la incoherencia se adueña de la trama y el disparate se esfuma como la arena del desierto. Raro que ninguno de los integrantes del equipo haya recurrido a los poderes psíquicos para poder revertir lo que estaban filmando....
Podemos dividir la película en dos partes, ya que los primeros 45 minutos tienen un dinamismo y un interés que luego se va perdiendo, ya que al principio uno está muy entretenido tratando de entender la historia, pero luego...
El rey de la comedia El secreto mejor guardado del Ejército: George Clooney, ahora con poderes psíquicos... Mira fijo. Parece como poseído, pero no lo está -o si lo está, no es por un demonio sino por una obsesión-. Sentado ante una cabra, el personaje de George Clooney la mira a los ojos. Fijo. Y logra su objetivo: la cabra cae redonda. Muerta. Creer o reventar. En Hollywood los conflictos bélicos dan para todo, si se observa el protagonismo estadounidense en territorios lejanos y ajenos con una mirada irónica, desde sátiras como M.A.S.H. o esta Hombres de mentes, que demuestra cómo es posible reírse de cuestiones bien serias, desde la óptica algo deformante del absurdo. Porque en Hombres de mentes no hay un solo personaje que pueda pasar una revisación psicológica para ingresar al Ejército... o a cualquier trabajo. Ewan McGregor es un periodista que, abandonado por su esposa, decide probar suerte como corresponsal de guerra. Le encantaría ingresar a Irak, pero no lo logra, hasta que conoce a Lyn Cassady (Clooney), quien estaría trabajando para una compañía con intereses en la región. Poco a poco el absurdo va ganando espacio, cuando se sepa que el Pentágono, hace varias décadas, se dejó convencer por un hippie (Jeff Bridges) y creó la New Earth Army, una compañía que a través de la parapsicología cree convertir a sus soldados en guerreros mortales, capaces de atravesar paredes, disipar nubes y. matar cabras con sólo mirarlas. Cómo se fue forjando ese experimento militar en el pasado, con Clooney soldado, con un peinado ridículo y bigotes es uno de los momentos mejor logrados por el director Grant Heslov, amigo de Clooney desde hace más de 30 años y guionista de su película Buenas noches, y buena suerte. También es cierto que Bridges y Kevin Spacey (un envidioso recluta en su momento, que guarda un as en la manga en el presente) juegan papeles paródicos y no desentonan en ningún momento. Pero los mayores aplausos se los llevan Clooney y McGregor. El astro de El amor cuesta caro consigue entrar en confianza con el espectador, que sabe que todo lo que dice Cassady suena raro, bien raro, pero le cree. Clooney es como un amigo allí en la pantalla, al que seguirle la corriente. Y McGregor, que lleva el rol del narrador, es la cara de la sorpresa, la duda eterna, el no saber dónde se está parado. Desopilante en más de un momento -el accidente en el desierto, las pruebas a las que se someten los soldados en el pasado y el de-senlace propiamente dicho-, Hombres de mentes es una comedia que va creciendo como una bola de nieve. Entre lo ilógico, lo cínico y lo adrenalínico, Clooney demuestra que, cuando se lo propone, puede ser el rey de la comedia.
Una sátira de la guerra que navega a la deriva Fallidas ironías en Hombres de mentes Hombres de mentes se abre con la imagen de Stephen Lang ?aquel duro combatiente que se convertía en el villano de Avatar? estrellándose contra la pared de una oficina. Como en el film de James Cameron, aquí también viste uniforme militar; pero al mismo tiempo tiene la mirada perdida y un agobio que sólo podrá mitigarse si alcanza el improbable logro de atravesar ese muro y pasar al otro lado. Estamos ante una sátira que apuesta decididamente por el absurdo. Y el escenario de ese juego es la guerra de Irak, vista aquí con un espíritu burlón que no disimula de entrada ácidas críticas sobre el papel de Estados Unidos en el conflicto. En la anécdota se mezclan un periodista resuelto a viajar al frente de guerra tras un despecho amoroso, un antiguo oficial que cumple misteriosas tareas encubiertas, una misión enigmática en medio del desierto y, por sobre todo, el arma secreta de triunfo en la batalla: un batallón de "guerreros Jedi" adiestrados por un ex hippie y dotados de fuerza espiritual para ganar la batalla con el amor y el poder de la mente, gracias al cual podemos matar una cabra después de mirarla fijamente, tal como lo sugiere el título original. Del promisorio comienzo viajamos a una mezcla tan confusa y desconcertante como las idas y vueltas en el tiempo que propone el relato. Para anudarlas, Heslov recurre a explicaciones alambicadas y situaciones que sólo consiguen con cuentagotas un efecto humorístico. La expresión desganada de Jeff Bridges es la mejor ilustración de este relato que navega a la deriva entre los hermanos Coen (el personaje de Clooney parece salido de uno de sus trabajos con el dúo) y el recuerdo de la insuperable MASH.
Estupidez militar, estupidez de Hollywood Si el disparate no funciona como exageración, distorsión o inversión de lo real, no causa gracia ni tiene sentido. Una cosa es que Harpo Marx saque colecciones enteras de anticuarios del bolsillo de su sacón, que Jerry Seinfeld deje a una chica lindísima porque tiene manos de hombre o que un tipo llamado Brüno invente un sistema de sodomización por catapulta y otra muy distinta que un presunto psíquico se distraiga en medio del desierto iraquí, queriendo disolver una nube con la fuerza de su pensamiento y a cambio de ello choque contra el único pilote en varias hectáreas a la redonda. Esa es la clase de cosas que, se supone, deberían dar risa en Hombres de mentes, que pretende satirizar la estupidez militar y lo único que termina satirizando, sin quererlo, es la estupidez hollywoodense. Lo más increíble es que la película dirigida por Grant Heslov –un ex actor que escribió y produjo, para George Clooney, Buenas noches y buena suerte– se basa en un libro. No una novela disparatada, sino la crónica de un verdadero experimento psíquico –afirma el autor, un tal Jon Ronson– que el ejército de los Estados Unidos habría llevado adelante hacia fines de los ’70, con la intención de dar a luz un ejército de guerreros-jedi, capaces de derrotar al adversario con sólo concentrarse y hacer fuerza con el entrecejo. La cuestión no es que haya sido verdad, sino creérselo. Aunque sea para despatarrarse de risa. Es difícil hacerlo cuando el horizonte al que apuntan el guionista Peter Straughan, Heslov y un elenco de caricaturas se reduce a ridiculizar lo que ya de por sí es ridículo. Es ridículo el periodista que investiga el asunto en el presente (Ewan McGregor), a quien su mujer metió los cuernos con un tipo de brazo mecánico. Es ridículo el presunto dueño de superpoderes y ex guerrero del Ejército de la Nueva Tierra (George Clooney, en registro semejante al de El amor cuesta caro, olvidable anticomedia de los hermanos Coen), que vive haciendo papelones. Y es ridículo, claro está, el fundador de ese ejército (Jeff Bridges, una vez más salvando a un personaje imposible), milico que un día tuvo una iluminación y se volvió hippie. Pensándolo bien, ¿no será una cargada a James Cameron? No, porque en ese caso sería gracioso. ¿O el chiste será que el personaje de Clooney le explique qué es un Jedi a Ewan McGregor, que hizo de Obi Wan Kenobi en Episodio 1, 2, 3 y 5.000? ¿O que el gran Bridges hace aquí la versión milica de Jeff Lebowski? Jajá, qué gracioso...
Hombres de mentes resultó un film mucho menos gracioso y divertido de lo que anunciaba el trailer. La película es el segundo trabajo como director Grant Heslov, un viejo amigo de George Clooney con quien produjo y escribió Buenas noches, buena suerte en el 2005. En este caso presenta un intento fallido de emular el cine de los hermanos Cohen sin grandes resultados. Clooney vuelve a interpretar al clásico personaje idiota que tranquilamente podría ser familiar de los protagonistas de ¿Dónde estás hermano? y Quémese después de leer y Jeff Bridges encarna un soldado que en más de una ocasión nos recuerda al Dude de El gran Lebowski. Ellos son los mejor de este estreno y tienen un par de escenas graciosas que te sacan una sonrisa. Lamentablemente el director no logra mantener el ritmo de la comedia durante el resto del film y en consecuencia, Hombres de mentes es sorpresivamente más aburrida de lo que se esperaba. El problema es que construyeron la historia a partir de un par de escenas graciosas pero el conflicto principal es realmente flojo y estúpido. Si el fuerte del guión se apoya en las escenas de flashbacks solamente (como ocurre con este film) y el núcleo central de la trama no tiene fuerza, la historia decae por completo. Hay una sátira a las filosofías New Age, la era Reagan y la mitología de Star Wars pero todo es tan tonto que la crítica irónica quedó en el olvido horas después que saliste del cine Hombres de mentes es más un compilado de sketchs del programa Saturday Night Live que un largometraje en serio. La resolución del conflicto en los último minutos es tan tonta que queda la sensación que el director estuvo más enganchado con desarrollar las escenas de flashbacks que la trama principal. Con los nombres grossos que reunió la producción podía esperarse mucho más de esta comedia que al menos para mi resultó decepcionante.
Locos del aire Que la traducción no engañe: The Men Who Stare at Goats (2009)-literalmente Los hombres que miran a las cabras- está lejos de las implicancias cómicas y veraniegas que el inexacto Hombres de mentes propone. Más cerca de la crítica solapada de Tres Reyes (Three Kings, 1999) que la guerra como marco para el absurdo de M.A.S.H (1972), la adaptación cinematográfica del libro homónimo escrito por el británico Jon Ronson alcanza el punto máximo con un binomio protagónico absolutamente desatado. Hastiado del ninguneo de su mujer, quien lo deja por su editor, el periodista Bob Wilton (Ewan McGregor) viaja a la conflictiva Irak más para la certificación ajena de su providez que por amor al oficio en sí. Allí descubre una historia que, según cree, lo catapultará a la tapa y, por qué no, a los brazos de su amada: el Nuevo Ejército de la Tierra, una combinación de artes bélicas con espiritualismo que aspira a revolucionar el combate armado. La película del también actor Grant Heslov oscila entre la comicidad de sus criaturas que la habitan, con la aterradora posibilidad de que existen soldados no sólo capacitados para matar, sino también para controlar las mentes ajenas. No es casual, sí causal, que la génesis del comando radique en la guerra de Vietnam, tierra de los alucinógenos y el libertinaje de consumo pero también tumba de millones de civiles; y que el film opte por amenizar una investigación publicada en 2005 (previamente adaptada a TV) donde se devela la experimentación esotérica y espiritista del ejército norteamericano. De allí su título: la mente es tan poderosa que alcanza sólo mirada fulminante para que una cabra caiga literalmente redonda. Hombres de mentes es un virtual engendro entre la alienación de Nacido para matar (Full Metal Jacket, 1987), la gracia involuntaria patinada con una leve crítica de Tres Reyes (Three Kings, 1999) o la directo a DVD Guerra S.A (War, Inc., 2008) y el humor físico tenido de negro de los hermanos Joel y Ethan Coen: la gesticulación que se presume sutil y ínfulas de sapiencia del Lyn Cassady de George Clooney lo hermana con el Chad Feldheimer de Brad Pitt en Quémese después de leerse (Burn after reading), donde por esas casualidades de Hollywood, también participaba el protagonista de Syriana (2005). Pero si Clooney se consolida como un actor de una enorme plasticidad y de movimientos mínimos pero de grandes implicancias, el cada día más grande (y redondo) Jeff Bridges está más allá de cualquier marcación actoral posible. El ganador del Oscar a Mejor actor por Loco Corazón (Crazy Heart, 2009) inunda la pantalla con el creador del movimiento, un Coronel Hippie de colita de caballo, harapos sobre el cuerpo y aire desenfadado. Camina desgarbado, lento, con los pies pesados, como en un metamundo alucinado donde no impera tiempo más que estipulado por el cuerpo. Película de comicidad involuntaria, por momentos política y por otros irreverente, Hombres de mentes es una auténtica rareza en una cartelera cada día más acostumbrada a las fórmulas probadas, casi tan rara como su nombre.
En Hombres de Mentes (increíble el nombre elegido para el estreno local) ocurre algo temerario: a los tres planos nos damos cuenta que es una película claramente influenciada por el cine de los hermanos Coen. Y del peor cine de los Coen, el que se piensa acido y cínico pero es estupido, redundante y de trazo grueso (Burn After Reading, Intolerable Cruelty) o el que se cree que dice “verdades” sobre el mundo cuando no es mas que una acumulación de sermones obvios gritados a los cuatro vientos desde arriba de un pulpito (Un Hombre Serio). En su opera prima Grant Heslov se pone el traje megalómano de los hermanos y utiliza la peor versión de George Clooney; el canchero, cool, especie de héroe del partido Demócrata, “yo ayudo a los niños pobres de Haití” que elige hacer papeles sobre lo mal que le va a America por culpa de los republicanos. En este caso Lyn Cassady (George Clooney) es una especie de súper soldado que usa su mente como arma y se encuentra en Kuwait, rumbo a la Irak ocupada post 2001 con Bob Wilton (Ewan McGregor) un periodista que decide cubrir la guerra en el golfo pérsico como consecuencia de que su mujer lo dejo por un compañero de trabajo para demostrarle su hombría y valor. Ambos embarcan en la cruza del desierto iraqui donde se encuentran con el grupo original de soldados que habían entrenado con Clooney años atrás y que pretenden resucitar un proyecto de soldados Jedi, una mezcla de dementes como el Larry Hooper interpretado por Kevin Spacey o Bill Django (Jeff Bridges en Lebowski mode) un soldado Hippie delirante arruinado por el paso de los años (y de las guerras). Heslov hace navegar a los personajes por gags mediocres y un slapstick tonto y sin gracia mezclado con una infinidad de citas cinematográficas que van desde El señor de los Anillos, pasando principalmente por Star Wars y tocando la locura del Kubrick de Full Metal Jacket. Hombres de Mentes es una de las tantas películas de Hollywood que reflexiona sobre la guerra y la ocupación en Irak. Esperen unos días (que no se postergue mas) y vean Redacted de Brian de Palma que en un plano dice mas que toda esta película, que no la salva ni el gran Jeff Bridges haciendo un ratito de Dude.
Parapsicólogos en las trincheras El elenco es lo que más atrae de esta sátira sobre la guerra. Clooney, Bridges, Spacey y McGregor conforman una verdadera selección en esta historia acerca del primer batallón con poderes mentales. Será una de las grandes beneficiadas de la taquilla del fin de semana. Por temática, por su título original y, sobre todo, por el mayúsculo elenco. ¡Ah!, también porque es una historia basada en hechos reales, con agregados absurdos y surrealistas. Hoy se estrena "Hombres de mentes", cuyo título original -más "ganchero"- es "Los hombres que miraban fijo a las cabras". Trata sobre el primer batallón de soldados norteamericanos con poderes mentales capaces de rarezas como matar cabras con tan sólo mirarlas o de manipular las mentes del enemigo. Si a esta locura bélica se le suman intérpretes de la talla de George Clooney, Ewan McGregor, Kevin Spacey y Jeff Bridges, entonces, el cóctel, a priori, resulta inmejorable. El film está inspirado en hechos que tomaron lugar en la época de la Guerra Fría. El escritor británico Jon Ronson publicó "Men who Stared Goats", que se convirtió en best-seller, luego en documental televisivo (que alcanzó enorme popularidad e igual cantidad de comentarios burlones) y, finalmente, en una ocurrencia de Clooney hacia su amigo, el ignoto realizador Grant Heslov: "¿Y por qué no hacemos una película con ésto?". "Esto" es la investigación que hizo Ronson sobre los avatares de una unidad ultrasecreta del ejército estadounidense dedicada a experimentar con acciones parapsicológicas, intentando desarrollar el poder de la mente humana. Evidentemente Clooney, artífice del proyecto, disfruta tener a los 49 años la libertad de hacer lo que se le antoje y, así, evitar caer en las garras lacerantes de Hollywood, que sólo piensa en él para otra secuela de "La gran estafa". Así como gozó con hacer ¿de sí mismo? en "Amor sin escalas", George la pasó bomba en la piel de su "fumado" agente especial de las Fuerzas Armadas. Pero el film dirigido por Heslov no termina de convencer, aunque se mira con comodidad y cierto agrado. Por momentos, recuerda a esa otra parodia bélica, dirigida por Ben Stiller, llamada "Una guerra de película". "Hombres..." podría circunscribirse en el género comedia satírica, pero queda a mitad de camino: como comedia es algo inocua y como sátira antibelicista no es del todo crítica. Aunque tiene interesantes aciertos a partir del sarcasmo de sus diálogos y del oficio de sus actores. Jeff Bridges sobresale en la piel de Bill Django, una suerte de hippie y fundador del Ejército de la Tierra, escuadrón que está cambiando la forma en que se pelean las guerras. Pero Django está refugiado en un campo de entrenamiento clandestino comandado por el psíquico renegado Larry Hooper (Kevin Spacey). McGregor f luctúa con su Bob Wilton, ese reportero a la deriva que decide ser corresponsal de guerra para olvidar su malogrado matrimonio. Y sus nulas expectativas se ven superadas al encontrarse con Lyn Cassady (Clooney), que va tras los pasos del peculiar Django.
El ácido no es para cualquiera Un militar tiene una visión luego de recibir un disparo en combate, durante la guerra de Vietnam. Bill Django (Jeff Bridges) es su nombre y entiende que a partir de ese hecho su destino es dedicarse a explorar su vida espiritual. Tras años de conocimiento interior, no exento del consumo de diversas drogas, decide brindar su experiencia al ejército. Nace el proyecto "Nueva Tierra", donde se capacitan a los soldados que tienen aptitudes sobrenaturales y se los convierte en videntes remotos o, formalmente, espías psíquicos. Bob Wilton (Ewan McGregor) es periodista y trabaja en una nota sobre ese grupo de militares. Un desengaño amoroso lo lleva a "refugiarse" en Irak y es allí donde encuentra a Lyn Cassidy (George Clooney), mítico integrante de aquel proyecto secreto creado en plena guerra fría. Una de las historias que Wilton recogió para su nota contaba que los miembros de "Nueva Tierra" eran capaces de matar a una cabra con sólo mirarla fijamente durante unos minutos. Cassidy decide compartir su historia con él, mientras huyen de los peligros del convulsionado Irak de principios de siglo. Durante casi la primera hora de metraje los personajes y la historia es presentada con buen ritmo y mucho humor. La sucesión de rostros de primera línea en el universo cinematográfico ayuda a entusiasmar al espectador con la promesa de un buen filme. El relato, sin embargo, se vuelve confuso, los datos farragosos, y el elenco de primera línea comienza a abrumar. El tono es en general desopilante, y si bien no acaba siendo un fiasco absoluto, es una pena que el director no haya logrado redondear el producto que en un principio insinuó como brillante. Hay algo de los Coen, otro poco del "M.A.S.H." de Altman, algunos momentos inspirados, pero el delirio acaba por opacar las buenas intenciones de un grupo de actores que, con Clooney a la cabeza, se prestan con desparpajo y talento al devenir de un director que mucho quiso abarcar y se quedó a mitad de camino.
No había otra manera de llevar al cine un disparatado proyecto militar norteamericano que incluía técnicas relacionadas con el hippismo y la filosofía new age y la absurda acción a la que refiere el título original: matar cabras con sólo mirarlas fijo. El director Grant Geslov se acerca al cine de los hermanos Coen cuando apela al humor absurdo constante en Hombres de mentes y ametralla con una infinidad de gags que no siempre dan en el blanco. La mayor virtud, del director y de la película, es sentar el terreno para que las estrellas de un elenco letal (George Clooney, Jeff Bridges, Ewan McGregor y Kevin Spacey) puedan lucirse y hacerse los payasos a gusto. Y no se puede negar que causa placer ver cómo se divierten haciendo el ridículo.
Esta es una comedia que narra la historia de Bob Wilton (McGregor) un periodista que se encuentra con la historia del Ejército de la Nueva Tierra, un escuadrón del ejército de los Estados Unidos que se entrenaba en habilidades paranormales. Tiempo más tarde, en medio de una crisis existencial, se dirige a Irak para ser corresponsal de guerra, pero allí se topa con Lyn Cassady (Clooney) miembro del Ejército de la Nueva Tierra y su misión cambia cuando decide investigar más sobre ese escuadrón y sus habilidades. Antes de sentarse a ver Hombres de Mentes hay que entender que uno no va a ver una comedia tradicional, por más que en cierto modo el reparto y el trailer hagan comprender lo contrario. Para poder realmente apreciar el film, uno tiene que entender la constante tensión que hay entre las investigaciones reales que hacen y han hecho las distintas ramas militares de los Estados Unidos y lo que muestra la película. Hay es donde está la sátira, el gancho de la película, en ese juego con el verosímil. Si bien se ha comparado la película con varios trabajos de los Hermanos Coen (y bueno, con Clooney y Bridges en pantalla, no los culpo) la película apunta hacía otro lugar, es una suerte de viaje de búsqueda personal, mezclada con un contenido antibélico, termina estando más cerca de los trabajos de David O. Russell, como si Yo Amo Huckabees se fusionara con Tres Reyes, y a su vez incorporaran algunas cosas de Fail Safe. Esto, siendo posible, no solo por un buen trabajo de guión y dirección, sino gracias a las interpretaciones de los actores. No es noticia que Ewan McGregor, George Clooney, Jeff Bridges y Kevin Spacey saben actuar y lo hacen bien, pero sostener una comedia en un tono crítico, con un trasfondo antibélico, no es algo fácil, de hecho si bien hubo varios intentos de películas similares, solo dos películas resaltan, Peter Sellers logró hacer algo realmente memorable en Dr. Insólito y Chaplin en El Gran Dictador, y estamos hablando de palabras mayores. Estos muchachos que miran fijo a las cabras no juegan en esa liga, pero si logran meterse en el género y salir airosos. En un año con algunas películas de renombre tocaron el tema Irak (Vivir al Límite y la pronta a ser estrenada El mensajero), el film de Grant Heslov logra encontrar identidad propia y aportar algo a un tema que sigue dando de que hablar, no solo por el conflicto en cuestión, sino por lo que significa la guerra en la actualidad, y lo que debería ser la verdadera búsqueda del crecimiento del ser humano y la civilización.
Lo primero que debo preguntar es ¿¡¿quién decide las traducciones de los títulos?!? La traducción del nombre oríginal del film sería “Hombres que miran fijamente a las cabras”, pero optaron por el chiste fácil de Hombres de mentes. En fin… Es una película que atrae antes que nada por el mega-elenco que la compone: George Clooney + Jeff Bridges + Ewan McGregor + Kevin Spacey. Hombres de mentes es una ficción basada en un hecho real. Corrían los años 80 y el Ejército estadounidense mantenía todavía la Guerra Fría con los soviéticos. Por un rumor nunca confirmado, se enteran de que la URSS está entrenando a soldados para que tengan capacidades parapsíquicas. Así es que deciden financiar una unidad de “súper soldados”, que tengan un desarrollo mental mucho mayor al promedio de los hombres. La idea es crear una suerte de ejército de jedis… Bajo esta historia que, insisto, sucedió realmente, Hombres de mentes narra una comedia. Ambientada en los inicios del siglo XXI, un periodista medio pelo que está sufriendo una crisis personal porque su mujer lo abandonó -McGregor- se entera en Irak de la existencia en el pasado de ésta fuerza de élite. Cuando la información llega a sus manos y casualmente conoce a un ex integrante de éste escuadrón -Clooney-, decide investigar un poco. Así, entrará en contacto con ellos y de algún modo se dará cuenta de que nada es casualidad, y de que él también posee lo necesario como para formar parte. Debo destacar sobre todo la interpretación de Jeff Bridges como una suerte de gurú new age. Simplemente brillante. También creo necesario insistir con que Clooney sigue demostrando un nivel de actuaciones muy buenas. Lejos está de ser “sólo una cara bonita”. Es más: los reto a que encuentren alguna película en la que realmente haya estado mal. Como dato adicional, el director, Grant Heslov, ya trabajó con Clooney: es el mismo que co-escribió de Buenas noches, buena suerte.
La sátira que no funcionó Una vez que pasa el momento en el que el militar de inteligencia que interpreta George Clooney le explica al periodista que encarna Ewan MacGregor, que existe un grupo de choque secreto que opera bajo el nombre de “Operación Jedi” en Irak se termina lo mejor de Hombres de mente. Y es que para los que no lo recuerdan, el actor inglés es nada más y nada menos que dio vida al joven Obi Wan Kanobi de la saga La guerra de las galaxias, lo que convierte en un buen chiste cinéfilo en un momento que se agota en el mismo momento en que se dice. Hombres de mentes es una comedia menor en la que un grupo de estrellas de Hollywood decide burlarse del ejército, de la guerra y de los servicios secretos. Es una lástima pero se ve que hacer MASH no es para cualquiera.
El silencio de las cabras La insólita Hombres de mentes (The Men Who Stare At Goats, 2009) es una rareza absoluta dentro del Hollywood contemporáneo, otro de esos caprichos derivados del espíritu inconformista y extremadamente lúdico de George Clooney: sólo porque el actor da el visto bueno pueden ser producidas películas tan descabelladas como la presente. Aquí se unen con naturalidad la comedia satírica, el drama bélico y la acción de carácter testimonial, todo en un combo que se pasea por distintos tópicos vinculados a la crisis de identidad, la frustración política, el desarrollo armamentista y la reciente invasión norteamericana a Irak. Así nos topamos con la historia de Bob Wilton (Ewan McGregor), un periodista que abandonado por su esposa decide marchar a Medio Oriente para probar su valía como hombre. Allí por casualidad se encuentra con el singular Lyn Cassady (Clooney), quien le comenta que está en una misión secreta relacionada con el “Ejército de la Nueva Tierra”, una organización castrense especializada en toda clase de destrezas paranormales. Interesado en la vida de este “espía psíquico”, Wilton lo acompaña en su derrotero por el desierto y de a poco descubre los orígenes de esta bizarra cofradía de tendencia pacifista. Haciendo alarde de una estructura dividida, el film desarrolla por un lado las accidentadas aventuras del par de guerreros mentales y por el otro se sumerge en una incesante catarata de flashbacks para describir al “autor intelectual” del grupo, Bill Django (Jeff Bridges), y el principal enemigo interno, el sádico Larry Hooper (Kevin Spacey). Si sumamos las participaciones de Robert Patrick y Stephen Lang, queda claro que con semejante elenco las expectativas son bastante altas: lo curioso del caso es que la propuesta se mantiene lejos de cualquier solemnidad y abraza en cambio una bienvenida alegría lisérgica de tono hippie. Con algunos detalles muy astutos que recuerdan a las obras de los hermanos Joel y Ethan Coen, el realizador Grant Heslov, colaborador habitual de Clooney, aprovecha el hilarante guión de Peter Straughan sobre un libro de Jon Ronson para construir un retrato sencillo aunque eficaz del cinismo, la brutalidad y la apatía de una humanidad que parece condenada a repetir siempre los mismos errores. Clooney se luce buscando la redención por el asesinato de una cabra, Spacey representa la traición de los ideales de antaño y Bridges entrega otra genialidad retro en la línea de El Gran Lebowski (The Big Lebowski, 1998).
Irreverente, ácida y crítica con un George Clooney afiladísimo que sabe manejar los tiempos del humor absurdo, esta comedia sarcástica por momentos trae el recuerdo de Dr Insólito o alguna comedia negra de los hermanos Coen mezclada con un capítulo de M.A.S.H. bajo la atmósfera lisérgica de un Terry Gilliam pero sin perder su identidad. Notable el contrapunto entre Jeff Bridges y Kevin Spacey...
Confesiones de mentes peligrosas Hombres De Mente es el título poco afortunado con el que bautizaron a Men who stare at goats, algo así como “El hombre que mira a las cabras” y es una lástima porque las cabras son personajes importantes de este film, después de todo ellas comparten cartel con George Clooney, Jeff Bridges, Kevin Spacey y Ewan Mc Gregor.(así como leen). Ciertamente una buena parte de los gags de esta delirante comedia sobre el ejército americano, recaen sobre los pacíficos cuadrúpedos que se vuelven una anécdota para dar pie a una de las comedias mas ácidas del año. Parodia lisérgica, con delirio new age de por medio, sobre la guerra de Irak y los entrenamientos militares “ultra secretos” manejados por el gobierno norteamericano. Un film con reminiscencias de Top Secret, o Dr. Strangelove pero con una mirada actual e indudablemente influenciada por las comedias de los hermanos Cohen. Sin embargo este film no esta dirigido ni escrito por los Cohen y se nota: la comedia ligera que plantea no cierra la cuestión ideológica que pretende criticar. Los momentos tragicómicos, se pierden en un desfile de personajes ex -hippies, ex –militares y punch-lines bastante obvios, desperdiciando momentos que los Cohen, con Jeff Bridges interpretando a “Bill Django” en un personaje muy cercano al Gran Lebowsky, y que daba para más, no hubieran dejado que ocurriera. Ewan Mc Gregor, con esa sobreactuación y entonación que lo caracteriza, excelente para hacerse el “cándido”, pasando de loser adorable a tonto molesto, es el reportero encargado de narrar y cohesionar la historia detrás de estos soldados jedi, (no por nada lo contrataron a Obi Wan para el papel) y ser el segundo de un fantástico George Clooney; quien se hace adorar más cuando mira cabras que cuando anda con azafatas. Y finalmente el gran Kevin Spacey se luce como siempre en un papel antagonista súper-bizarro, que igualmente resalta pese al nivel de demencia que abunda en el film. Como se mencionó anteriormente los gags son un tanto obvios (muchos alrededor de la guerra de las galaxias) pero la mayoría de las veces terminan por sacar una sonrisa al espectador, que no puede creer el nivel de locura de una comedia surgida de un hecho efectiva y bizarramente real: el uso del presupuesto de seguridad que Estados Unidos en relación a los usos de sustancias químicas (LSD y otras drogas varias) así como la investigación en sucesos “paranormales” para entrenar a los “soldados del mañana”. ¿Que hubiese pasado si los hermanos Cohen hubiesen dirigido este film?… hubiese sido algo memorable porque el reparto estaba y la idea bizarra también. Si bien el enfoque crítico sobre la guerra y los Estados Unidos se quedó a mitad de camino, igualmente resultó esta comedia ligera (no por eso tonta), cínica, divertida y paródica. Excelente para delirar y reírse un buen rato, verlo a George Clooney hacer el tonto con una cabra, y a otros tremendos animales de la actuación (y no lo digo por la cabra que también se luce) hacer una comedia bastante ácida, de las pocas y escasas que se suelen ver en Hollywood. Lo mejor: Bill Django (Jeff Bridges) y las actividades secretas mantenidas por los soldados jedi en el pasado (con cabras incluidas). Lo peor: la tragicomedia y los momentos dramáticos que no se amalgaman tan bien y le quitan ritmo al film.
Lo que pudo haber sido Tamaño problema el de Hombres de mentes (horrible título local para The men who stare at goats): centrándose en un personaje que dice pertenecer a una fuerza especial del Ejército norteamericano que se fundó a la sombra del hippismo, y que creía en la paz a través del dominio de la mente, en vez de la guerra a partir de la violencia armada, el director Grant Heslov y el guionista Peter Straughan se empecinan una y otra vez en generar humor a partir de dejar en ridículo a su propio personaje. Y así, el film reduce a un chiste que se repite demasiado la potencial fuerza del relato: la aparición de la fantasía como sátira de lo político. Y no es lo único para cuestionar aquí, siendo el film un constante “lo que pudo ser y no fue”. Hombres de mentes también pudo ser endiabladamente cómica. Lo es en su prólogo y durante varios minutos más, pero no siempre atina con el disparo. Un elenco integrado por Ewan McGregor, George Clooney, Kevin Spacey y Jeff Bridges merecía mejor destino o, al menos, no ser utilizados como única posibilidad de comicidad: el personaje de Bridges parece un remedo del suyo de El gran Lebowski, es como si el Dude hubiera entrado al Ejército. Aquí el periodista Bob Wilton (McGregor), tras un desengaño amoroso, decide probar suerte como corresponsal de guerra y se va a Irak, donde por casualidad conoce a Lyn Cassady (Clooney), agente de la fuerza antes mencionada. A partir de ahí el relato alternará con el pasado para contar los comienzos de esta brigada y la manera en que aquel ideal se desplomó. Decíamos al comienzo que uno de los problemas del film es que continuamente se toma para la burla a Cassady. Si según la leyenda, la novela en la que se basa la historia tendría datos ciertos, por qué motivo la película se empeña no en mostrar el absurdo de que una persona disipe una nube con la mente -que, convengamos, lo es por más que sea real-, sino la imposibilidad de que esto sea cierto. Básicamente el problema con el que se enfrenta Heslov es que construye un universo disparatado para -al menos en buena parte del relato- burlarse de él y no intentar comprenderlo. Hombres de mentes tiene pasajes que se parecen en mucho al cine de los hermanos Coen. Y no a sus mejores películas. La sátira, género al que quiere ceñirse Hombres de mentes, es compleja de llevar a cabo. Por un lado debe proponer un espacio construido a partir de restos de verdad, pero que además pueda doblarse hasta volverse irrisorio: allí sí funciona la burla, porque antes se nos mostró a alguien capaz. No es este el caso, toda vez que los supuestos poderes de los integrantes de esta fuerza de elite paranormal son vistos con un dejo de sorna. Convengamos que de ahí puede salir estupenda comicidad (la escena de la mina que hace estallar el auto es un ejemplo positivo de puesta en escena), pero siempre y cuando que el film no nos pida creer en esos personajes. En algún momento uno debería poder identificarse con ellos y no suponer que son unos nabos. Hombres de mentes juega continuamente con una idea de guerrero Jedi -chiste autoconsciente si tenemos en cuenta la actuación de McGregor- que se enfrenta al mundo con un arma al que revela como invencible: la mente humana y su función pacificadora. Desde ese punto de vista, el film de Heslov es lo suficientemente demócrata como para convencer a las almas nobles (recordemos que Heslov fue guionista de Buenas noches y buena suerte de Clooney), pero lo bastante astuta como para no tomarse demasiado en serio y no pecar de ingenua. Que básicamente es eso, una mirada simpática sobre una posible forma de enfrentarse al poder militar y capitalista. El final es claro respecto a eso: Wilton le habla directamente al espectador y le dice que hoy por hoy la única forma de pasar al frente es enfrentando a la parte oscura de la fuerza y reitera que más que nunca, hoy son necesarios los jedais como reserva moral de la humanidad. Parece un exceso de cinefilocentrismo (término que le pido prestado al colega Marcos Vieytes), de poner al arte en un lugar un poco excesivo. Pero si uno mira bien, no hay otra manera de recordar al hippismo que desde la ingenuidad y las buenas intenciones. Y en eso Hombres de mentes es totalmente coherente. Al final, entre tanto desnivel, la película se termina definiendo, sí, por lo que es: una comedia menor y simpática, que recuerda al pasado como un lugar donde todavía había espacio para ciertas fantasías colectivas. Y le pone, en la coda, la tapa fatal que habla del fracaso de una generación.
Luego de más de 5 meses de demora llegó a nuestro país Hombres de Mentes (The Men Who Stare at Goats) una comedia que a priori prometia grandes momentos de carcajadas por su gran elenco, su original historia y su gracioso trailer. Lamentablemente tengo que afirmar que lo prometido por Grant Heslov solo se resume a algunos buenos momentos y muchas escenas y charlas que intentan ser cómicas pero que realmente no lo son. El principal fallo de Hombres de Mentes es desaprovechar a los excelentes actores de comedia que tiene entre sus filas. George Clooney interpreta en el rol principal a un soldado con poderes paranormales que es acompañado por un periodista a lo largo de su nueva misión. Realmente pueden ser contadas con los dedos de una sola mano las veces que Jorgito nos saca alguna que otra carcajada y esto no es por una mala caracterización por parte de él sino por culpa de los guionistas y el director que no supieron potenciar el personaje de Clooney por medio de buenos diálogos y desopilantes escenas. Volviendo al guión, la película presenta grandes falencias en el guión, debido a que busca ser una crítica irónica de ciertas políticas aplicadas por los Estados Unidos en los años 80, que solo son citadas fuera de contexto dentro de algunos diálogos y que con el pasar de la historia se van diluyendo para quedar en la nada. Todas las labores de los actores son correctas y lamentablemente se cansan de remar en dulce de leche, aunque sin duda alguna puedo destacar el lucimiento en varios momentos del último ganador del Oscar, Jeff Bridges. Realmente el actor de Loco Corazón se lleva las escenas más graciosas en los flashbacks que tiene la historia. Tanto Ewan McGregor, como Kevin Spacey y George Clooney se encuentran totalmente desaprovechados a lo largo de los 89 minutos de esta película teniendo solo unos pocos momentos simpáticos cada uno. Hombres de Mentes se quedó en una buena promesa de comedia, que desaprovecha por completo el gran elenco y la original historia que podía contar, para convertirse en una buena opción a ver en DVD un domingo por la tarde.
Terminado el BAFICI, las distribuidoras locales se disputan las salas cinematográficas con siete estrenos, varios de ellos de gran nivel como “La cinta blanca”, Sólo un hombre” y “Pecados de mi padre”. No puede decirse lo mismo de “Hombres de mentes” (“The Men who stare at Goats”), que reúne sin embargo a un selecto elenco. Los antecedentes cinematográficos de su director, Grant Heslov, lo ubican fundamentalmente como actor de reparto y con vínculos de amistad con George Clooney, al haber escrito junto a éste “Buenas noches y buena suerte” y coproducido “El amor cuesta caro” de los hermanos Coen. En esta oportunidad Clooney es Lyn Cassidy, un ex integrante del “New Earth Army”, que vendría a ser un ejército de militares con poderes paranormales. Quien lo contacta es el periodista Bob Wilson (Ewan McGregor) que se propone investigar a los integrantes de esta unidad, que también se hacen conocer como los “guerreros Jedi”. Juntos irán hasta territorio iraquí para rescatar a Bill Django, un líder hippie que interpreta el reciente ganador del Oscar Jeff Bridges y que parece sentirse cómodo e identificado con este tipo de personajes. Es grato volver a encontrar a Kevin Spacey (bastante ausente de nuestras carteleras últimamente) como un antipático rival de Django e impresiona bien Stephen Lang, recordado coronel en “Avatar”, que aquí compone un personaje parecido. Este grupo de delirantes personajes tiene cualidades especiales y son capaces de matar con la mirada fija, como lo demuestra Lyn (Clooney) en una escena en que ejercita su poder frente a una cabra (de allí el título original). Hay momentos divertidos y otros donde la atención decae. Es seguro que la mayoría de los espectadores sentirán un gusto a algo “déja vu”, al presenciar las locuras y desventuras de estos seres bastante alejados de la normalidad. Entre los antecedentes conviene recordar a la muy superior “Trampa 22” (inolvidable Alan Arkin), “El botín de los valientes” (Kelly’s Heroes”) y en menor medida “MASH”, las dos últimas con Donald Sutherland. Este actor, bien podría haber compuesto el rol que aquí tiene Clooney, el que más se destaca en “Hombres de mentes”, un título local con doble sentido bastante bien elegido.
Sátira sin gracia La película prometía. El trailer e incluso los primeros minutos anticipaban una (posible) gran comedia sobre la guerra en Irak, la locura militar e incluso una ácida crítica a los medios de comunicación (la llamada "guerra de las luces" por televisión). Todo quedó en promesas. Hombres de mentes se siente como si fueran un par de chistes (medianamente) ingeniosos como para reunir a una troupe de actores para que se diviertan un rato. Una lástima, porque tener en un cast cómico a Ewan McGregor, Jeff Bridges y George Clooney, es algo digno de mejores resultados. Obi-wan Kenobi es ahora un periodista que, atisbos del destino, terminará con una gran historia en sus narices: un grupo paramilitar estadounidense con poderes psíquicos. Claro que eso bien podrían ser puras patrañas. Allá irá Ewan McGregor/Bob Wilton a investigar. Además, el hombre tenía la imperiosa necesidad de probarse y hacerse necesitar como persona. Así que nada mejor que ir al frente de combate. Una vez allí, contará con la ayuda de Lyn Cassady (George Clooney), quizás el único miembro de ese antiguo grupo de soldados hippies que realmente tuviera algún tipo de poder mental. Pero bueno, el tipo tampoco parece estar del todo bien de la cabeza. Lo que siguen son un montón de situaciones pseudo cómicas que intentan repetir hasta el hartazgo los pocos chistes funcionales. Por ejemplo: el líder de la antigua banda es Jeff Bridges, el hippie por antonomasia. Eso igual ya lo había probado con su inmortal criatura The Dude en El gran Lebowski. Ok, Jeff igualmente es simpático y lo banco. Seguimos. Ewan McGregor recibe constantes referencias con doble sentido a la fuerza jedi. Gracioso la primera vez. Cuando empieza a ser un término con el que se manejan todos estos lunáticos ya es demasiado. El film también acarrea otros problemas (después de todo, decir que resulta gracioso o no es lo más arbitrario de esta crítica): pareciera que quiere abarcar muchas cosas y no abarca ninguna. No es ni una crítica, ni una sátira. Si la comparamos con Una guerra de película, del gran Ben Stiller, esta producción empalidece totalmente. De hecho, pareciera que el guionista se enredó demasiado con las subtramas o que algún editor manos de tijera podó el material que hubiera hecho más interesante el resultado final. No recuerdo ver flashbacks tan largos como los que vi acá. Pareciera que hay un cierto desinterés en la historia principal y como sea hay que llegar a los relatos del pasado por Lyn Cassady, para ver a todos esos soldados extravagantes. Como sea, no existe la mínima cohesión narrativa entre las muchas subtramas que se intentan introducir. De todos modos, no todo es malo. Hay varias cosas rescatables: el buen timming que tienen todos los actores (a los ya mencionados, sumamos a Stephen Lang, el militar malvado de Avatar y Kevin Spacey). La fotografía está cuidada (colores saturados, típicos de la comedia norteamericana) y cada tanto ofrece algún imponente paisaje de Irak. De hecho, la mayoría de los rubros técnicos están bien. Hay un tiroteo por las calles de la ciudad arábica que deja la sensación de que si se hubiesen hecho las cosas con un poco más de esmero (principalmente de los guionistas) estaríamos hablando de un producto mayor. Al final, parece que esto fue una buena excusa para una reunión de amigos. Por lo que se ve en pantalla, seguro que todos se divirtieron mucho en sus respectivos papeles. Lástima que nosotros, poco y nada.
'Hombres dementes' (esas traducciones.... arghh) pretende ser una película muy graciosa y satírica del ejercito norteamericano, al que ridiculiza bastante. Y por momentos lo logra con la historia de estos soldados que se creen caballeros Jedi como los de 'Star Wars'. Pero en el resto del film es una comedia bastante sosa con mensaje pacifista y sin mucho argumento. Es de esas historias donde los personajes entran de casualidad en las situaciones porque no hay ninguna lógica conductora. Se nota que todo el peso cae en los actores y por suerte todos se lucen muy bien, en especial George Clooney con su personaje convencido que puedo lograr todo con la mente. Ideal para ver en vídeo sin muchas expectativas.
El regreso de los Jedi. Desahuciado periodista, víctima de infortunios amorosos decide olvidar a su ex y marcharse a cubrir la guerra en Irak, allí conocerá un espía militar "jedi", o sea integrante de un ejército denominado "de la nueva tierra", team que se basa en ejecutar sus armas de sabiduría y conocimiento psíquico en vez de las consabidas en su defensa ante el enemigo. Esto los lleva por ejemplo a dominar la mente de cabras como experimento. A la temperatura guionística de un absoluto delirio, dentro de una línea muy loca comparable a la de los hermanos Coen, esta suerte de comedia negra y estudio sobre la paranoia de la guerra, con algo de crítica al militarismo intervencionista estadounidense es el debut como director de Grant Heslov, con Clooney como uno de los productores y actores protagónicos. Quizás algo poco fluída en su punto de cocción máximo hace que el fime no sea tan logrado, aunque claro tiene sus gags y su humor, que para quien se divierte con mamarrachadas como "Tonto y retonto" o algun bodriazo de Eddie Murphy, no le causará ni la más mínima sonrisa, seamos conscientes que su visión despertará adeptos y admiradores y por otro lado: compulsivos rechazantes que odiarán este filme. Bodrio o genialidad..? esa es la cuestión. Los roles actorales podrían haber sido más explotados, pero Clooney no está mal y a veces se asemeja a un dibujo animado saltando y huyendo, Ewan Mc Gregor es el periodista confundido que desenrollará la madeja, Kevin Spacey es un militar hijo de puta soberbio y las palmas se las lleva: Jeff Bridges como el creador de este programa militarista, que instrumenta conocimientos a travé de drogas, relajación, Tai Chi, y bailes, desde su total postura "hippona". Una banda de sonido con temas de Supergrass, Boston, Billy Idol etc acompañan las escenas. Yo la disfruté bastante, con reservas pero la disfruté, la gran mayoría de uds tengo mis ciertas dudas.
Delirante y absurda comedia antibélica (que estuvieron tan de moda en los 70’s) sobre una unidad especial del ejército yanqui en Irak dirigida por un mentalista (George Clooney), una especie de Tu Sam que está convencido que se pueden ganar las guerras volviéndote invisible, atravesando paredes y con la intuición. No sabemos que se fumaron los que hicieron esta peli, pero debe ser muy fuerte. A pesar de sonar interesante, algunos gags se zarpan de bobos.