La fábrica de chocolate De la lejana Isla de Pascua, llega este simpático conejo, futuro heredero de la fábrica de chocolate de su padre. Rompiendo los mandatos familiares, Hop escapa de esas tierras y llega a Hollywood. Allí se topará con Fredd (James Marsden), un chico vago y desempleado que es "expulsado" del hogar por sus exigentes padres. Ambos vivirán una aventura vertiginosa cuando la magia también diga presente en el convulsionado mundo cotidiano. Hop, rebelde sin Pascua es un entretenido producto que combina acción con actores y animación (al estilo Stuart Little) destinado al público de corta edad y con escenas donde el humor se adueña de la historia. En ese sentido, resulta acertada la presencia de David Hasselhoff, el protagonista de El auto fantástico. La estrella de la serie no se sorprende al encontrarse con un conejo parlante porque él tiene un auto que habla; y también es efectivo el accionar de los "boinas rojas" que persiguen sin descanso al protagoniasta por haber escapado de la tierra mágica. Con fines aleccionadores que proponen la unión familiar, la convivencia a pesar de las diferencias y un pollo de la fábrica de chocolate que se subleva contra su propio jefe, la película transcurre con fluidez y cumple su cometido. James Marsden aprovecha su histrionismo para dar rienda suelta a un sinfín de torpezas y su interacción con el conejo se ve más creible que su anterior participación en Como perros y gatos 2. Como una suerte de Papá Noel, con nave espacial incluída, Hop llega para divertir y lo hace con buenos recursos.
Como lo más importante es que sean los niños los que salgan contentos del cine, creo que vale la pena llevarlos a ver a Hop. El solo hecho de que ellos sean felices viendo al Conejo de Pascuas hablando, haciendo travesuras, y tocando la batería, ya vale la entrada al cine. Al fin y al cabo la película está hecha para ellos, los adultos ya tienen...
Una propuesta insuficiente para todas las edades Los afiches de Hop: Rebelde sin Pascuas nos informan que este film es "de los creadores de Mi villano favorito ". A no engañarse: esta nueva película, que combina personajes animados con actores de carne y hueso, carece de la sorpresa, la creatividad visual, la ironía y el humor negro de aquel largometraje. La comparación, en todo caso, debería ser con Alvin y las ardillas , que ofrecía una fórmula estética y narrativa muy parecida a ésta (además, en ambos casos fueron dirigidos por Tim Hill). La "convivencia" en pantalla entre humanos y sus coprotagonistas animados ha sido, desde siempre, muy difícil. Por supuesto, hay honrosas excepciones ( ¿Quién engañó a Roger Rabbit? podría ser una de ellas), pero en general la interacción es bastante dificultosa y, así, al no contar con demasiadas referencias, los actores terminan haciendo una suerte de unipersonal totalmente desbocado. James Marsden, el antihéroe de este relato, sufre esta suerte de maldición artística en toda su dimensión. Marsden interpreta a Fred, un treintañero sin grandes ambiciones que vive demasiado cómodo en la casa de sus padres, quienes lo obligan a mudarse y a mantenerse por sí mismo. El joven terminará haciendo dupla con E.B., un conejo que se ha escapado de Rapa Nui (plena Isla de Pascua), donde su padre maneja la fábrica de los millones de chocolates que se reparten para Semana Santa. El film apela a un esquema dramático básico (la confrontación padre-hijo y la reconciliación final) y a una trama que reemplaza la Navidad por la Pascua (si Fred y E.B. no desbaratan a tiempo la confabulación concebida por un despótico pollo llamado Carlos, las familias se quedarán sin sus dulces). Pero, más allá de sus limitaciones y su falta de inspiración, lo que más se lamenta en Hop es la escasa gracia de sus escenas, la poca naturalidad de sus personajes y la casi nula empatía que genera en el espectador. Hay, sí, mucho vértigo, color, situaciones musicales (E.B. es un virtuoso conejo baterista) y apariciones especiales, como la de David Hasselhoff. Demasiado poco para una producción de aspiraciones masivas que tiene la siempre difícil misión de entretener a los distintos integrantes de un grupo familiar.
Hop es una nueva producción de la compañía Illumination Entertainment (Mi villano favorito) que rescata en el cine la figura del legendario Conejo de Pascua, este personaje que es un clásico de las leyendas infantiles y tuvo su origen en las culturas germánicas y anglosajonas. Es llamativo que con los años que tiene la existencia del conejo, en Hollywood recién ahora se acordaran de hacer una película para la pantalla grande. La dirección de este film corrió por cuenta de Tim Hill, responsable de la primera entrega de Alvin y las ardillas y esa la cruz con la que carga este estreno. Hop combina los dibujos animados con la acción en vivo explotando una vez más la misma fórmula que vimos recientemente en la secuela de las ardillas y hace unos meses en el Oso Yogi. Otra vez tenemos un personaje animado simpático que se cruza con un humano tonto o vago y juntos viven distintas situaciones de enredo que brindan más de lo mismo. En el caso de este film es justo destacar el soberbio trabajo que hicieron con la animación y el mundo de fantasía que crearon alrededor de los conejos que es formidable. De hecho, creo que Hop hubiera sido una película superior si se encaminaba exclusivamente por el terreno de los dibujos animados. Los mejores momentos de este film y probablemente los que más van a ser disfrutados por los chicos son los que tienen como protagonistas a los conejos. Se nota que pusieron toda la energía en los aspectos técnicos de la animación pero dejaron a la deriva el guión que es pobre y repetitivo. En ese sentido hay que destacar lo que se hizo en Argentina con El Ratón Perez (película que tiene algunos puntos en común con Hop) que brindó una historia más creativa y original. De todas maneras, pese a estas fallas, los más pequeños que se quedaron dormidos con Rango podrán entretenerse un poco más con el simpático conejo rockero.
El conejo rompe huevos (de Pascua) Hay películas que son hechas para verse en el cine y otras para ser vistas en cable. HOP: Rebelde sin Pascua (HOP, 2011) es sin duda una película para ver en televisión. Humor tonto que subestima al espectador, incluso al más chico para el que va dirigida la película, chistes predecibles y una débil y trillada trama cuyo argumento no llega a sostener los extensísimos 95 minutos de proyección. Un conejo heredero del trono de Pascua no está conforme con el destino que su padre quiere para él (quiere ser baterista) y se escapa a Hollywood con la intención de hacer su sueño realidad. Por otro lado, Fred (James Marsden) es un adolescente que desestima el trabajo de farmacéutico que le impone su padre. Ambos muchachos, humano y conejo, entablarán una amistad mientras tratan de cumplir sus sueños. Esta historia ya fue contada millones de veces. La idea del joven que no quiere madurar, se enfrenta a su padre, realiza un viaje de búsqueda hasta encontrar su vocación, es utilizada aquí a los fines conservadores de la comedia familiar. La combinación entre conejo animado y personas reales ya fue hecha y mejor lograda en ¿Quién engaño a Roger Rabbit? (Who framed Roger Rabbit, 1988). Para colmo de males el conejo toca la batería pero no gusta del rock sino del pop. Ni siquiera en eso hay un riesgo, la rebeldía adolescente que la película plantea se licua bajo las órdenes del mercado. Hay algo a destacar, pese a todo, y es la aparición de David Hasselhoff (de las series Baywatch, El auto fantástico) como un jurado de nuevos talentos al que se presenta el conejo baterista. David dice: “Me encanta, tienes talento” a lo que el conejo sorprendido responde: “¿No le sorprende que sea un conejo y hable?” y David afirma: “Mi mejor amigo es un auto que habla”. Al menos un chiste rescatable. Pero sin embargo, la presencia de Hasselhoff afirma el carácter televisivo de HOP: Rebelde sin Pascua motivo por el cual nos seguimos preguntando: ¿Por qué se estrenan en cine películas que provocan más bostezos que sonrisas? La respuesta es tan irrelevante como el film.
Rebelión en la fábrica Rebelde con pascuas (Hop) es una mezcla de personajes animados y personajes reales. Su director Tim Hill, quien viene incursionando en los programas animados televisivos como Bob Esponja, entre los más conocidos, presenta en esta oportunidad una historia entretenida y bastante efectiva en sus objetivos básicos, sobre todo teniendo en cuenta que es una historia para niños muy pequeños. E.B. (Easter Bunny) es el hijo del conejo de pascuas, y heredero de la tradición que su padre quiere delegarle. Pero E.B. tiene otros planes, quiere ser baterista de rock, y se escapa al mundo de los humanos para hacer carrera. Allí conocerá a Fred, un joven humano, quien padece el síndrome de Peter Pan, negándose a establecerse en un trabajo mediocre pero seguro. La historia entre ambos comienza cuando Fred arrolla accidentalmente a E.B. con su auto y decide llevárselo a vivir con él. A partir de ese momento, su vida se trastoca dando lugar a un sinfin de disparates y situaciones alocadas. Entre los puntos débiles del film quizás el más problemático sea el doblaje tanto de los personajes animados como el de los reales. Es sabido que en los productos de animación el ítem de las voces es un asunto decisivo a la hora de producir un impacto cómico y pregnante en los espectadores (recuérdense Cars, The Incredibles entre los grandes hallazgos de doblaje en los últimos tiempos). En el caso de Rebelde… el doblaje neutraliza muchos de los momentos potencialmente graciosos del film. Téngase en cuenta que en la versión sonora original las voces de los personajes animados han sido grabadas por celebridades destacadas como Hugh Laurie (Doctor House) y Hank Azaria (creador de varias voces en The Simpsons). En segundo lugar, considero antipática la confrontación entre Carlos, líder de los pollitos obreros y el papá conejo de pascuas, presidente y dueño de la empresa. La caracterización de Carlos, como un capataz sin escrúpulos que se arroga el liderazgo de unos pollitos completamente manipulables sin capacidad de decisión, caricaturiza de forma desagradable los conflictos entre los sindicatos de los trabajadores y los oligopolios económicos.
El simpático conejito reparte más problemas que chocolate. E.B. (con voz de Russell Brand) es el hijo del gran Conejo de Pascua (voz de Hugh Laurie) y heredero de la inmensa fábrica de dulces que tienen escondida en, convenientemente, la Isla de Pascua. Pero E.B. (siglas de Easter Bunny, Conejo de Pascua en inglés) no quiere seguir el legado familiar, sino que su sueño es triunfar en Hollywood como baterista. Por supuesto, su padre no aprueba esto, por lo que el joven escapa de Rapa Nui y va rumbo a Los Angeles. Ahí conocerá a Fred (James Marsden), un adulto con serios problemas de maduración, vago, desempleado y permanentemente juzgado por su familia por su forma de vida. Lo más importante que le pasó fue en su niñez, cuando-asegura- vió al Conejo de Pascua esconder huevos por su barrio. Su primer encuentro no es nada bueno, ya que el pobre E.B. es atropellado por Fred y, aprovechándose de la situación, se hace el herido para que le de alojamiento en la mansión que debe cuidar, propiedad del jefe de su hermana. Por supuesto que nada es fácil para el joven, ya que debe lidiar con los caprichos del conejo y, además, debe aceptar que el destino lo unió a un conejo parlanchín y baterista. No es poca cosa, ¿verdad? Por otra parte, con la ausencia de E.B., la fábrica de la isla, que no tiene nada que envidiarle al hogar de Willy Wonka, se revoluciona, ya que Carlos (voz de Hank Azaria), el pollo asistente del padre conejo, intenta provocar una revolución para que sean las aves las que manejen las pascuas, rompiendo así una tradición milenaria. Hop: Rebelde Sin Pascua cuenta una historia sencilla, más inclinada al público infantil que al joven-adulto. Su trama, muy similar a cualquier película de navidad, puede caer en lugares comunes, pero los transita con prolijidad. Uno no siente que ya vio esta película, sino que su frescura es la que domina la hora y media de cinta. Tal vez no tenga el humor de esas películas animadas llenas de guiños para adultos, pero los guiños están y son muy divertidos, como el delirante cameo de David Hasselhoff. De todas formas, eso no es lo importante, ya que como dijimos, Hop va apuntada a los más pequeños, y los más pequeños van a amar a E.B. En tiempos en los que Pixar y DreamWorks dominan el mercado de la animación, es difícil que otra empresa se haga un hueco dentro de ese espectro. Por suerte, Illumination Entertainment logró con su primer película, Mi Villano Favorito, ocupar el lugar de “compañía en ascenso”, demostrando que hay cosas interesantes producidas por otra gente fuera de los dos megamonstruos. Con Hop, Illumination confirma que tiene intenciones de seguir creciendo, y de eso no hay dudas, ya que el simpático conejito llegó para quedarse y, sobre todo, para vender mucho, mucho merchandising.
Busco mi destino El hijo del Conejo de Pascuas no quiere cumplir su labor. Tim Hill, director de Hop, Rebelde sin Pascuas (sí, llegó un día en que la traducción de estreno local fue, al menos, graciosa), posee una especie de prontuario en este vil asunto de realizar filmes industriales pa’ los pibes , que mezclan bichitos digitales con gente de carne y hueso. Y hasta ahora, el Hill generó más merchandising relindo ( Garfield 2: la película y Alvin y las ardillas ) que cine. O algo que se le parezca. Hereje de su propia religión (¿pueden imaginar a alguien diciendo “Mami, cuando sea grande quiero hacer tres películas con referencias pop y bichos que no llegan a las rodillas”?), a Hill le llegó el milagro de las Pascuas. Hop , sin ser, digamos, Mi villano favorito (mismos productores) se las arregla para sacar de la fosa el promedio de Hill. Pero la razón es anterior a Hop -el hijo del Conejo de Pascuas que no quiere cumplir su labor y ser baterista-, es el humano al que Hop vuelve orate con sus caprichos: el actor James Marsden. Marsden es una de esas caras conocidas todavía no del todo identificadas: era el Cíclope en las viejas X-Men y era el Príncipe Azul en Hechizada . Tiene uno de esos rostros cuadrados, bien superheroicos y parece, en sí mismo, un cartoon. Más allá del diseño brillante color Pascuas (todo el imaginario chocolatero tiene su gracia) o de ciertos instantes “guiño a los adultos”, el real muñeco, el que salva las Pascuas, es el frenético Mardsen, capaz de darle coherencia a la mediocridad de Hill.
“Hop”: más técnica, menos ingenio Entre «¿Quién engañó a Roger Rabbit?» y «Hop - Rebelde sin Pascua» pasaron 22 años y una revolución digital. En uno y otro caso un conejo animado interactúa con actores en vivo aunque, para el ojo de hoy, las escenas que compartían Bob Hoskins con el atribulado Roger, que tanto encandilaron al público en su época, resultan completamente artificiosas comparadas con el «realismo» con que lo hacen E.B., el conejo de Pascua heredero, y el personaje que compone James Marsden; claro, el ingenio de los guiones y las referencias cinematográficas de entonces parecen haber transitado el camino exactamente opuesto (y sin intentar comparar lo de ahora con James Stewart y su excepcional «Harvey», lo que sería demasiado cruel.) «Hop» es una película estacional que se vale de la celebración de las Pascuas para confeccionar, sobre la leyenda del Easter Bunny, o Easter Hare, una historia ad hoc, tal como se hizo localmente con el Ratón Pérez, personaje mucho más popular entre nosotros que ese conejo pascual que sólo tiene vigencia en los países sajones (en los latinos sólo hay huevos sin conejos distribuidores). La modesta trama de la nueva producción, cuyo libro también carece de la acidez o las réplicas de «Alvin», realizada por los mismos creadores, imagina el reino chocolatero de la Pascua en los subsuelos de la isla del mismo nombre, y cuyo conejo Rey se dispone a cederle el trono a su hijo, E.B., quien como tiene pocos deseos de continuar con la tradición de delivery de huevos escapa de allí a Los Angeles, meca de cuanto fugitivo, terrícola o no, ha producido el cine. La intersección con el mundo humano tiene lugar en casa de la familia OHare (sí, por supuesto: OLiebre), en donde el hijo mayor (Marsden), quien en su infancia sorprendió descubrió una noche al rey Conejo en su jardín, demuestra tan poca vocación de trabajo como E.B. Entre ellos se establece pues el nexo mediante los recursos de fórmula: sorpresa, incredulidad, rechazo, aceptación, complicidad, etc. Para E.B. la fuga es aun más complicada, dado que tres «boinas rosas», algo así como tres conejitos émulos de John Wayne, son enviados por el padre a encontrarlo. La vuelta de tuerca, en el reino de la Pascua, se completa con el intento de golpe de estado que, ante la escapatoria voluntaria del conejo, quiere dar el pollo Carlos, lugarteniente desleal del rey. Los chicos disfrutan, desde luego, las gracias de E.B, aunque es posible que si la película hubiese transcurrido puramente en el registro de animación (donde ocurren las escenas más logradas) habría ganado muchos puntos en gracia y frescura. Casi todas las escenas con humanos no sólo son chatas y obvias, sino que hay personajes que resultan francamente antipáticos, como el padre de los OHare (Gary Cole), como si su disgusto casi permanente excediera lo que le reclama el guión.
La historia de un conejo renegado Personajes animados y actores de carne y hueso se conjugan en este film, cuya trama expone el peligro que corre el reparto de huevos de Pascua. Situaciones trilladas que ni siquiera la gracia de David Hasselhoff logra rescatar. Hop cuenta la historia de un conejo destinado a heredar el trabajo de Conejo de Pascua. Aclaremos que acá la Pascua es vista con un carácter no religioso. Es más bien una especie de Navidad en abril, donde lo que se regala es básicamente chocolates y dulces, todos alrededor de las figuras de los huevos de Pascua y del conejo que, según esta tradición, oficiaría de Papá Noel del chocolate. Tal vez en el hemisferio sur este personaje no tenga mucho peso, ya que uno de sus posibles orígenes es la metáfora de la reproducción que llega con el final del invierno en el norte del planeta. Posiblemente sea demasiado para explicar que Hop es un film donde se intenta explotar una nueva variable de “festividad en peligro”, esta vez centrada en los huevos de Pascua y demás dulces que se entregan ese día. Las similitudes con la Navidad y Papá Noel son muchas, pero tal vez un espectador argentino podría sentirse poco identificado con tal euforia. Al héroe en cuestión, un hijo que no desea heredar el cetro de su padre, se le sumará un humano que tampoco sabe seguir los designios del suyo. Juntos vivirán una serie de trilladas y poco divertidas situaciones, y cualquiera que haya visto varias películas infantiles sentirá que no hay absolutamente nada nuevo bajo este sol. Peor aun, lo repetido puede funcionar si tiene gracia, pero gracia es lo que le falta justamente a la trama. Algunas canciones –el conejo sueña con ser baterista– y la presencia graciosa y delirante de David Hasselhoff (protagonista de El auto fantástico y Baywatch) van tratando de dotar de vida a una película que avanza a duras penas. Como todo film que falla, Hop expone sin poder controlarlas todas las sospechas mercantilistas que otros films también tienen, pero que logran volver secundarias con respecto a sus valores cinematográficos. Uno no puede pensar otra cosa más que en una invitación gigantesca y descarada al consumo masivo de chocolates y dulces durante la Pascua, antes de la misma y después de ella. Incluso los más impacientes pueden salir de la sala y comprar productos para alimentar no el cuerpo sino el consumo. Sí, es verdad, toda la ternura del bello conejito parece disolverse si uno lo piensa así. Pero no es culpa de uno, es culpa de la poca pericia que los que hicieron Hop le pusieron a la película.
Conejo sin sorpresas Oportuna, así es al menos Hop: rebelde sin pascua , que se estrena en épocas de conejos de chocolate. La película, del mismo director de Alvin y las ardillas , usa una fórmula similar: animaciones que conviven en la pantalla con actores de carne y hueso. Y otra receta similar: animalitos tiernos cantando temas de la radio. En este caso, el animado es E.B., el hijo del conejo de Pascua, que vive, justamente, en la isla de Pascua. Su destino es relevar a su padre en la dirección de la fábrica de huevos y en la entrega a tiempo a todos los chicos del mundo. Pero su deseo es tocar la batería y por eso escapa rumbo a Holly-?wood, donde conoce a Fred, ?un joven que está en una situación similar, la de complacer a su padre y demostrarle que es bueno para algo. El conejo es todo un pícaro seductor, mientras que el hombre es un quedado importante. La película juega con el reflejo de dos historias, la del hijo pródigo que no puede ganar la aceptación paterna. El filme se defiende con una banda sonora que repasa canciones pop reinterpretadas por el conejo (desde We no speak americano hasta I want candy ), toques de humor para adultos (el conejito busca asilo en la mansión Playboy “porque ahí se alojan conejitas”) y personajes secundarios. Uno es David Hasselhoff, como el jurado de un reality que es también cazatalentos y descubre las habilidades percutivas del peluche; el otro es un pollito obeso y malvado que intenta sabotear a los conejos y quedarse con el reparto de los huevos. A pesar de eso, Hop: rebelde sin causa es un conejo que viene sin sorpresas. El molde de musical animado repite el de Alvin y las ardillas (quizá quien disfrutó de esa película también lo hará con esta, los demás, ya saben) con actores que usan sus expresiones como si fueran figuras de animación, y figuras de animación que pierden gracia de tan humanizadas. Y el doblaje no ayuda. El panorama de películas para chicos viene competitivo y ofrece historias de calidad. En ese contexto, más importante que la perfección técnica es el arte y el guión. En ese sentido, esta historia queda muy atrás y, como un huevo de Pascua, aunque tenga colores y haga ruido, está destinada a desaparecer apenas se abre el envoltorio... o a convertirse en menú televisivo de ?varias pascuas más.
Y sí. Algún día tenía que llegar una versión industrial del Conejo de Pascuas, leyenda de la que se conoce poco y nada. Y como ese poco y nada nunca se explotó más que para vender huevos de chocolate y roscas, las posibilidades son amplísimas, sobre todo para Hollywood. En este aspecto, la gente de Universal volvió a confiar en los dos guionistas que escribieron aquel hallazgo del año pasado que fue “Mi villano favorito” (2010), y que antes habían escrito “Horton y el mundo de los quién” (2008), ambas con un planteo interesante, o por lo menos con algunos temas para discutir entre líneas. Pero…el exceso de confianza puede jugar en contra, mi amigo, porque es evidente que para “Hop” sólo tuvieron que mirar un rato algunas películas sobre Santa Claus y dejarse llevar por el camino de lo obvio. La historia arranca en el mundo real, con un chico que un día, desde la ventana de su dormitorio, ve llegar al Conejo de Pascuas y estacionar en el patio de la casa, con su, escuche: ¡huevo-trineo tirado por pollitos! Luego de esta introducción, hay dos historias que se cuentan durante un rato en un montaje paralelo hasta que chocan (literalmente). Una es la del conejito E.B., siglas en inglés para Easter Bunny, o sea Conejo de Pascuas ¿Vio? Le avisé que tomaron el camino obvio. ¿Quiere más? ¿Adivine en qué isla vive? ¿Una ayudita? Bueno, descubrimos que bajo una de las gigantes cabezas de piedra funciona una gran fábrica de golosinas. La cuestión es que un día en esa isla, cuyo nombre usted ya adivinó, Papá Conejo (lo llamo así porque ni nombre tiene este personaje) le muestra a E.B. la enorme fábrica de huevos de chocolate, en una escena muy parecida, conceptual y estéticamente, al comienzo de “Charlie y la fábrica de Chocolate” (2005). Mientras le explica su destino de repartidor, el pequeño se resiste a tener que andar llevando huevos para todo el mundo. No. El sueña con ser baterista en una banda de rock (¡¿?!), en tanto Carlos, un pollito gigante, cansado de ser segundón, frustrado en la posibilidad de heredar el titulo de Conejo de Pascuas, y con ello el poder que eso implica, comienza a planea un golpe de estado Por otro lado, en el continente, está Fred, muchacho de familia adinerada que tiene pocas cosas en claro, además de pocas luces. Contrario a papá, mamá y hermana, él no sabe bien qué hacer con su vida y anda deambulando de trabajo en trabajo. Diez años después a la acción antes descripta, al regreso de uno de estos trabajos, Fred atropella con el auto a E.B. quien se había escapado de su destino para demostrar que un conejo-baterista también puede triunfar. Hilando muy fino podría decir que ambos, siendo de mundos distintos, están sufriendo los cambios propios de la edad y tienen miedo a crecer; pero como el guión nunca profundiza en serio sobre esto puede ser que el que tenga buenas intenciones sea yo. Fred lleva a su casa al herido y lo cuida hasta que descubre que éste es el Conejo de Pascuas, que para ser conejo se mueve muy humano y que además puede hablar (y tocar percusión). Así que decide ayudarlo a triunfar llevándolo a un casting organizado por David Hasselhoff (que hace de sí mismo). E.B. está en el buen camino, y Fred también porque de repente se ilumina y se da cuenta de que su vida es la de ser Humano de Pascuas y hacer la repartija para lo cual es E.B. el que lo ayuda. Ahí nos enteramos de que para ser “huevopascuero” (si me permite el término) hay que entrenarse haciendo pesas y carreras de obstáculos (¡¿?!) Luego ambos tendrán su momento de revelación que los lleva a madurar, pero para ese entonces la historia es tan poco sustentable que probablemente los únicos que la pasen bien sean los chicos más chiquitos. Nosotros, padres, nos vamos a quedar toda la película pensando en una situación que ocurre al principio: Papá Conejo le dice a su hijo que es re-lindo recorrer el mundo con la misión de hacer a los chicos felices, pero éste se lo cuestiona señalando a China en el mapamundi. Se inserta una escena y se lo ve a Papá Conejo corrido a escobazos por una señora de ese país. Papá reflexiona y le dice a E.B.: “Si, todavía no hemos corregido a China”. Ahí tiene. Ya puede discutir con su hijo de 6 años sobre cine, política y religión a partir de una sola escena. Injustificable, por cierto, teniendo en cuenta que no hay una sola mención a la pascua cristiana, ni nada que tenga que ver con la religión. “Hop” combina acción común con animación tipo Garfield, muy bien lograda, al igual que en todos los rubros técnicos, con una mención especial a la compaginación que, pese al guión, se las arregla para entregar un producto medianamente bien terminado por el realizador Tim Hill. Yo me quedé con las ganas de ver algo más creativo, pero para los chicos funciona. ...Disculpe, voy a ver si mi conejo vino con sorpresa dentro.
Un conejo simpático y no mucho más Muchas expectativas no causaba un producto como este, al cual se le notan todos los engranajes calculados, con el objetivo de explotar una festividad como la de la Pascua, creando una criatura que podría ser un concepto marketinero en vez de un personaje. Y si tenemos en cuenta que el director es Tim Hill, que tiene buenos antecedentes como guionista de Bob Esponja, pero como director cinematográfico apenas tiene para ofrecer Garfield 2 y Alvin y las ardillas, el asunto no sonaba bien. Pero el saber que el guión estaba a cargo de los mismos que hicieron el de Mi villano favorito ayudaba un poco y brindaba algo más de esperanzas. En realidad, lo que termina pasando es algo parecido al dicho “una de cal y una de arena”. La historia de Hop, rebelde sin Pascua retoma la transitada trama del enfrentamiento de concepciones entre padres e hijos, con dos protagonistas que reniegan de los mandatos paternos y que a partir de la mutua empatía consiguen equilibrar sus vidas entre lo que quieren, esperan o necesitan los demás, y sus propias ambiciones o necesidades. El hijo del Conejo de Pascua no quiere asumir la tarea de su padre porque quiere ser una estrella de la música, huye a Hollywood y en un accidente se encuentra con Fred (interpretado por James Marsden, quien es en muchos aspectos el que termina llevando el mayor peso del relato), un treintañero desempleado que no termina de encontrar su rumbo, quien primero le presta ayuda a regañadientes y luego va descubriendo que lo necesita más que a nadie. Hay que reconocerle al filme que todo este proceso es contado sin subrayados y con cuidado por los personajes. También que el conejito es adorable y dan ganas de llevárselo a casa. Y que las secuencias donde aparece David Hasselhoff lo muestran al actor de Baywatch con la mejor de las autoconciencias. Sin embargo, eso no suprime la sensación permanente de piloto automático, de falta de ambición y de cosa ya vista. No hay un solo plano en Hop, rebelde sin Pascua que sea medianamente original y está muy pero muy lejos de la potencia visual de Mi villano favorito. Se pueden intuir buenos trabajos en las voces por parte de Russell Brand, Hank Azaria y Hugh Laurie, pero tampoco estas labores van a estar entre las más recordadas de sus carreras. Evidentemente, faltó un director con la visión creativa imperiosa para elevar al filme por encima de la medianía. Por suerte, a pesar de su permanente sensación de deja vú, Hop, rebelde sin Pascua se concentra más en el aspecto infantil que en el religioso de la festividad, sin tomarse nunca verdaderamente en serio, hablando de cuestiones más vinculadas a la familia o la amistad. No lo digo por prejuicio (bueno, quizás sí), pero no viene nada mal que se deje a un lado la metáfora religiosa, que seguramente habría empantanado todo. Eso sí, difícil esperar algo sustancioso de las futuras secuelas.
Hop es otra fábula infantil que utiliza todo tipo de chistes a mitad de camino entre adultos e inmaduros para enseñarles a los chicos una lección sobre la responsabilidad, la familia y el lugar que uno ocupa en el mundo. En este caso Tim Hill, director de Garfield 2, Los Muppets en el espacio y (la mucho más parecida a Hop) Alvin y las ardillas, cuenta la historia del hijo del conejo de Pascuas que reniega del negocio familiar para tratar de triunfar como baterista en Hollywood. Hop pierde en el doblaje mucho de su gracia pero consigue algo mucho más difícil: el equilibrio tanto al mezclar animación computarizada con actores como al cruzar a la comedia adulta y la infantil.
VideoComentario (ver link).
Un conejo rebelde que garantiza una buena Pascua Epoca infantil ideal para compartir este tipo de películas, la Pascua no registra tantos films infantiles como la Navidad, que ha tenido infinidad de películas sobre el tema. En esta ocasión, el estreno que nos convoca es el nuevo trabajo de Tim Hill, responsable de la primer "Alvin y las ardillas", lo cual a priori no es un buen dato (obviamente, fue muy floja). Digamos para quienes son habitués del cine para pequeños, que uno espera poco de este trabajo cuando entra a la sala. Afortunadamente, Hill se supera con "Hop". No vamos a decir que es un film, imprescindible, porque no lo es. Es una propuesta entretenida, liviana, y muy bien realizada desde el punto de vista técnico. Me inclino a pensar que superior, en trabajo de ensamble de actores y animación, a "El oso yogui", por ejemplo. Los conejos y los pollitos que desfilan en esta realización tienen un nivel de detalle muy bueno y el ambiente en el cual se desarrolla la acción (mezcla entre humanos y personajes animados) está bien presentado. Volviendo al eje de la cuestión, de los varios estrenos que he visto en este año, debo decir que me sorprendió gratamente. Me reí en alguna circunstancia y la banda de sonido, debo reconocer que me atrapó. Un conejo rocker que sale de lo tradicional en este tipo de películas, parece en esta oportunidad una señal de aliento para Illumination Enterteinment (creadores de la simpática "Mi villano favorito") en su camino hacia convertirse en una sólida y prestigiosa compañía en el género. "Hop" parte de la creación de un mundo donde un grupo de conejos esperan todo el año su momento: la Pascua. Ibby es uno de ellos, pero el más importante: debe ser el encargado de ser el "conejo de Pascua" del año, es decir, ser como Santa Claus en las miles de versiones que vimos, es quien reparte los huevos en una especie de trineo mágico. En este caso, Ibby debería hacer lo mismo que Papá Noel, ser el centro de la atención en ese momento tan importante pero... No le interesa. Quiere ser otra cosa. Le gusta la música (y es bueno en eso), toca la batería y se resiste a aceptar el mandato familiar. Enojado porque tiene la designación para la tarea y no quiere hacerla, nuestro protagonista se escapa de su mundo (risueña llamada a la "Isla de Pascua"!) y decide ir hacia la tierra donde los sueños se hacen realidad: Hollywood. Allí, dará con un joven en Beverly Hills, Fred (James Mardsen) quien tiene los mismos problemas: su familia no tolera su indefinición para encarar su futuro laboral. Digamos, son historias gemelas. Lo interesante de la historia, es como refuerza doblemente, este mensaje de los niños que no "encajan" con las aspiraciones de sus padres. En esa dirección, la cinta gana porque el conflicto que los une, es genuino y se ve real: a nadie le gusta hacer necesariamente lo que nuestros padres dicen, más si nuestra vocación pasa por otro lado... Dentro de los puntos altos del film, se encuentra la música que Ibby toca, canciones súperclásicas y pegadizas y música ambiental excelente. El film transpira ese aire de rock y por más que el centro sea un conejo de Pascuas, logra transmitir su ritmo con relativa precisión. Hay algunas cosas más que merecen destacarse, como un cameo de David Hasselhoff o la participación de los "Blind Boys" de Alabama, notas que le dan un colorido singular a la propuesta. Dentro del poblado universo del cine para los más chiquitos de la familia, es un producto aceptable y un saludable cambio de dirección de Tim Hill, de quien esperamos muchas más ideas en este sentido (y no en el de Alvin)... Aceptable y familiar, cine potable para compartir en familia, sin mayores expectativas.
No tan adorable... Hop es la historia de E.B., un conejo adolescente que pronto se convertirá en el "Conejo de Pascua", cumpliendo con la tradición milenaria de su familia, pero como todo joven rebelde, tiene otras aspiraciones que incluyen entre otras cosas, convertirse en una estrella de Rock. En su travesía por el mundo humano, conoce a Fred O'Hare, otro adolescente vago que no da pie con bola, con el que vivirá una aventura que supuestamente les enseñará a ambos la importancia de asumir las responsabilidades de la vida. Protagonizan el film, Russell Brand en la voz de E.B., James Marsden como Fred O'Hare y Kaley Cuoco (Penny en The Big Bang Theory) como la hermana de Fred, Sam O'Hare. Dirigida por Tim Hill, también responsable de otras producciones bastante mediocres y parecidas como Gardfield 2 y Alvin and Chipmunks. La película fue promocionada como una producción de los mismos creadores de "Mi Villano Favorito", una animación muy buena que además recibió excelentes críticas, pero la realidad es que Hop se queda muy corta en comparación con aquel proyecto, de hecho termina resultando como un tierno producto con timing oportuno. Es innegable que el trabajo de efectos y creatividad sobre los personajes animados es excelente sumado a una interacción realista con los actores humanos, pero el problema más grande, como suele suceder con los films de grandes efectos visuales, es el guión, que en este caso tiene agujeros muy evidentes. El personaje humano principal, no le aporta nada interesante a la historia, es sólo un tipo extremadamente vago, que además la juega de grandote pavo, por lo que a mi entender no atrae ni a los chicos, ni a los adultos que los acompañan en el cine. De hecho, sin spoilear la película, el tipo termina prácticamente recibiendo un premio a la vagancia... algo que por lo menos a mí, no me gustaría enseñarle a mi hijo. Como he leído por ahí, la cinta habría sido mucho mejor sin la intervención de los actores humanos, que en este caso, parecen ser parte de la utilería de la historia. Sin mucho más que decir, una mediocridad tierna para que los niños se deleiten visualmente y pasen el tiempo, aunque si todavía no han visto Río, no pierdan el tiempo con esta película que no aportará nada a la mente de sus hijos, y vayan a ver al lorito parlante que es mucho más inteligente y divertido.