El hervidero está tibio Uno de los fetiches más insoportables del cine contemporáneo a nivel general es la obsesión con construir una pretendida pose cool y/ o “canchera” cuyo núcleo bobalicón, ridículo y perezoso está profundamente hermanado a los discursos de la publicidad, el marketing y un mundo del modelaje asimismo empardado al lenocinio de alta alcurnia símil escorts. Ahora bien, dentro del rubro de la mascarada preciosista más vacua y redundante lamentablemente en muchas oportunidades se suele echar mano de la noble iconografía del film noir porque su fauna prototípica -léase policías corruptos, antihéroes, femmes fatales, secundarios pintorescos, misterios, giros en la trama, ciudades marchitas, etcétera- se presta con gran facilidad para trastocarlo coartando su esencia revulsiva y dejando sólo una superficie brillante que poco y nada tiene que ver con aquellos orígenes inconformistas. Tomemos por ejemplo la propuesta fallida que nos ocupa, Hotel de Criminales (Hotel Artemis, 2018), ópera prima de Drew Pearce que se parece a otro debut reciente, Terminal (2018), de Vaughn Stein, trabajos que asentados en el campo del thriller apuestan a un relato coral matizado con chispazos de comedia, frasecitas seudo aguerridas y un contexto nocturno y futurista que se agota en sí mismo ya que de tantas subtramas y personajes que no pasan del mero cliché, todo el asunto termina generando más indiferencia que ganas de saber cómo se resuelven las líneas narrativas abiertas desde el automatismo mainstream menos iluminado. Aquí lo más parecido a un personaje principal es Jean “la enfermera” Thomas (Jodie Foster), la directora del hotel del título, una suerte de hospital especializado en delincuentes que funciona como un club exclusivo para aquellos que tienen membrecía. Hacia allí mismo llegan un par de ladrones que vienen de un asalto frustrado a un banco, los hermanos Sherman (Sterling K. Brown) y Lev (Brian Tyree Henry), con este último malherido producto de una balacera con la policía. En el lugar, además de Thomas y su asistente Everest (Dave Bautista), los muchachos primero se topan con Niza (Sofia Boutella), una asesina que se lastimó para ingresar al sitio en pos de dar con su víctima, y Acapulco (Charlie Day), un traficante de armas racista y misógino, y después con Orion “el rey lobo” Franklin (Jeff Goldblum), dueño del Hotel Artemis y capo del submundo criminal de Los Ángeles, y Crosby (Zachary Quinto), el hijo despiadado del anterior. El devenir se complica aún más porque Sherman fue pareja de Niza, los hermanos robaron involuntariamente unos diamantes a Franklin al tomar una pluma de un cliente del banco y Jean decide dejar entrar al establecimiento a Morgan (Jenny Slate), una oficial de policía herida, contradiciendo las normativas históricas del lugar en una movida que tiene que ver con el trágico fallecimiento de su hijo muchos años atrás, en apariencia por una sobredosis. Más allá de los vínculos de por sí azarosos entre todos los personajes por “necesidades” de la trama y capricho del realizador y guionista, la película sinceramente falla en la tarea de edificar un relato que unifique en verdad las historias individuales de cada personaje y a la vez garantice un dinamismo narrativo basado en un mínimo de originalidad o aunque sea de carnadura, dos estratos que desde el inicio quedan empantanados debido a la colección de estereotipos en lo que hace a la idiosincrasia de los protagonistas, las situaciones en las que se ven envueltos y -en especial- los diálogos que enmarcan al convite en su conjunto, por demás remanidos y unidimensionales. No obstante la obra cuenta también con elementos redentores como por ejemplo su último acto, en el que se despliega algo de energía contenida, y la muy buena labor del elenco en general y Jodie Foster en particular, toda una veterana del cine con un pulso quirúrgico para la actuación. Sin llegar a ser una mala película pero lejos del interesante trasfondo que su premisa auguraba a priori, Hotel de Criminales nos propone un hervidero dramático insólitamente tibio y bien olvidable…
Drew Pearce hace su debut como director con este thriller de acción, el cual también escribió. Previamente estuvo a cargo del guión de producciones de la talla de “Iron Man 3”, y “Misión Imposible: Nación Secreta”. Este proyecto cuenta con un elenco diverso, compuesto por Jodie Foster, Dave Bautista, Jeff Goldblum, y Sterling K. Brown, entre otros. La historia se desarrolla en Los Ángeles, en el año 2028. La ciudad está plagada de disturbios como consecuencia de la privatización del agua, y el penthouse del Hotel Artemis -escenario de la acción- fue reacondicionado para funcionar como “hospital” de emergencia para criminales. El lugar está a cargo de la enfermera Jean Thomas (Foster), y su ayudante Everest (Bautista). Allí van a coincidir, por distintos motivos, el ladrón Sherman (Brown), la asesina profesional Nice (Sofia Boutella), el traficante de armas Acapulco (interpretado por Charlie Day) y el Rey Lobo, jefe criminal y dueño de las instalaciones (Goldblum). Con esta premisa, el objetivo de Pearce sería que la tensión y la acción se desarrollen como producto de esa reunión no deseada de desconocidos sin claras intenciones (sólo se sabe que no son buenas), confinados en un espacio reducido. La película logra llegar a ese desarrollo, pero sólo por momentos. La tensión se resuelve rápidamente, o se pierde entre los diálogos. Cada integrante del reparto actoral cumple bien su función, en especial la dupla de Foster y Bautista, quienes despliegan una buena química en sus escenas, y Jeff Goldblum también aprovecha su tiempo -bastante breve, hay que decirlo- para demostrar su carisma habitual. El problema principal del guión pasa por no tener el tiempo necesario para hacer mucho más que presentar a los personajes y sus trasfondos. Las escenas de acción, protagonizadas sobre todo por Boutella, y el musculoso Bautista (Drax en el universo Marvel) están bien ejecutadas y coreografiadas, pero dejan al espectador con ganas de más en cuanto a cantidad y duración. Si tenemos en cuenta que la cinta apenas supera la hora y media, son cuestiones que podrían haberse mejorado con tal vez quince o veinte minutos más de filmación, o aprovechando mejor algunas premisas, como el contexto del conflicto social, o la relevancia de cierto artículo robado en la historia. Cualquier cambio en ese sentido seguramente hubiese sido una diferencia para bien en el resultado final. Aclaremos, todo esto no quiere decir que la película sea mala, mucho menos inmirable. A pesar de lo hablado, la película consigue entretenernos por un rato, si eso es lo que se busca. De nuevo, hay que destacar la labor actoral, así como una ambientación bien lograda, de la mano de la música de Cliff Martínez (“Traffic”, “Drive”) y la fotografía de Chung-hoon Chung (“Oldboy”, “It”). Tal vez si la idea fuese retomada y desarrollada en formato de serie, se le podría sacar el provecho que se merece.
Huéspedes en el hampa all inclusive. Si tuvieron la oportunidad de ver el trailer de Hotel de criminales (Hotel Artemis, 2018), quizá noten que hay altas probabilidades de confundirlo con un spin-off de la saga John Wick, en especial su recordado Hotel Continental, aquel que albergaba toda clase de delincuentes. Pues no. El debut cinematográfico de Drew Pearce, guionista de Iron Man 3 (2013) y Misión: Imposible – Nación secreta (2015), intenta llevar a la pantalla grande una historia con curiosas similitudes, pero se encandila con un reparto talentoso y una estética cuidada, que no trabaja la historia con igual nivel de rigurosidad. En una Los Angeles distópica del no tan lejano año 2028, los disturbios callejeros y el enfrentamiento con las fuerzas de seguridad se vuelven el caldo de cultivo para una ciudad en llamas, en medio de la cual Sherman y su equipo de ladrones escapan tras un robo que no salió como esperaban. Por esa misma razón Sherman (Sterling K. Brown) y su hermano (Brian Tyree Henry) se refugian en el Hotel Artemis, una suerte de refugio para criminales, un lugar donde reciben asistencia médica y resguardo de la ley. El lugar opera bajo las estrictas órdenes de Jean (Jodie Foster), a quien llaman a secas “la enfermera”, encargada no solo del alojamiento sino también de la atención médica. Everest (Dave Bautista) es su mano derecha, el encargado de ponerle el cuerpo a situaciones que ameritan un tratamiento más agresivo, en el sentido más literal de la palabra. El hotel tiene reglas contundentes respecto de todo aquello que no está permitido puertas adentro, relacionadas casi en su totalidad con la interacción permitida entre tan particulares huéspedes. Cuando el dueño del hotel y jefe del hampa conocido como el Lobo (Jeff Goldblum) tiene que hacer una visita de emergencia, se encienden las alarmas de todos los inquilinos y en especial las de Sherman y su hermano, quienes sin saberlo robaron algo que le pertenece. Es así como la narración intenta generar una tensa intriga respecto de la visita del Lobo. El problema es que este punto de giro demora tanto en llegar que una vez alcanzado, nunca se ubica a la altura de lo prometido. Tanto los actores mencionados como aquellos con papeles menos preponderantes (como son los casos de Sofia Boutella, Charlie Day, Jenny Slate y Zachary Quinto) cumplen al momento de dar vida a personajes con pocos claros y muchos oscuros. La intensidad de las figuras a las que ponen el cuerpo se siente escena tras escena, a pesar de un guión que los obliga constantemente a tirar one-liners y hacer acotaciones para verse audaces y rápidos de lengua. Una subtrama de la enfermera a propósito de una pérdida familiar intenta dar profundidad al personaje y al mismo tiempo justificar sus acciones dentro del hotel, pero la mayor parte del tiempo se siente como un estorbo en el camino del verdadero conflicto. Con un planteo que podría haberse visto beneficiado entregando más acción de la que prometía inicialmente, Hotel de criminales da la sensación de ser una oportunidad desperdiciada. Contando con todas las herramientas necesarias, Pearce no logra elevar el material por encima del promedio.
En el año 2028 funciona en Los Ángeles el Hotel Artemis, un hospital privado para criminales donde una enfermera se encarga de curarlos y esconderlos de la policía. Lo que parece un día normal con un grupo de criminales buscando asilo de los enfrentamientos diarios entre manifestantes y policías terminará demostrando lo contrario cuando la cabecilla de la mafia más importante de la ciudad pide ser atendido ahí. ”Hotel de Criminales” es un película simple y complicada de describir al mismo tiempo, lo cual no es tan sorpresivo si contamos que fue escrita y dirigida por Drew Pearce, quien fue guionista de Iron Man 3, película que ha sido bastante divisiva para muchos. En ambos casos hablamos de historias que desbordan una gran variedad de elementos muy interesantes los cuales ambas películas no se encargan de explorar muy a fondo y terminan siendo un condimento más, aunque esto último se termina notando mucho más en la película que nos concierne. Se nos presenta un futuro no muy lejano donde el agua es privatizada, hecho que se menciona constantemente a pesar de nunca llegar a formar parte de la trama activamente más allá de ser la razón de que la banda liderada por “Waikiki”(Sterling Brown) estén en el hotel. Pareciera ser que la película trata de tener un mensaje de critica social en plan Robocop pero nunca llega a indagar demasiado en los aspectos sociales de este mundillo. Así mismo el hotel termina siendo una locación poco interesante ya que nunca termina ocurriendo algo notable hasta el final. Dentro del hotel tenemos Jodie Foster en el papel de la enfermera encargada Jean Thomas, la cual es acompañada por un desaprovechado Dave Batista en el rol de Everest, quien hace las veces de enfermero y guardia de seguridad. Formando parte de los inquilinos están Sofía Boutellacomo la sicaria Niza, antigua conocida de Waikiki, y Charlie Day como Acapulco, un traficante de armas del que tampoco sabemos mucho y exageradamente sobre-actuado. El punto más alto sin dudas es gracias a Jeff Goldblum, quien con su carisma levanta bastante la película en sus interacciones con Jodie Foster. Por desgracia tiene el papel más pequeño de todos y deja al resto del elenco haciendo lo posible por levantar una historia que no les da mucho material. Hotel de Criminales es un concepto interesante que se conforma con solo ser un concepto interesante. La acción no es destacable en ningún aspecto y los personajes sobresalen más por el trabajo de los actores que por como están escritos, concluyendo en un producto poco memorable y poco recomendable.
[REVIEW] Hotel de criminales: Hay cosas que no tienen cura. No es The Continental de la saga John Wick, es el hospital para criminales de la diligente enfermera Jean Thomas. Si hacemos referencia desde el comienzo sobre esta similitud, es para encarar de lleno su propia originalidad, que tampoco es tanta. Al respecto de Drew Pearce no contamos con mucha más información como director más que el exculpatorio corto Marvel One-Shot: All Hail the King (2013). Realización que llegaba con la meta de adornar la mitología creada para Iron Man 3 (del que también fue guionista), teniendo como protagonista a Trevor Slattery (personificado por Ben Kingsley), El Mandarín. La elaboración de esta historia, que a nosotros siempre nos resultó un respetable intento de enriquecer el creciente universo cinematográfico Marvel, nos lleva a visionar esta, su opera prima en largometraje con bastante interés como decepción posterior. Pero, luego de tan largo e innecesario prólogo, vayamos a la cuestión. El film narra la historia de un sitio que funciona como hospital de criminales, más allá del Hotel en su título, no es un sitio de descanso, es de cura y rehabilitación para quienes los hospitales normales serían una trampa policial. Crea mucha sospecha el curar una herida de bala en un hospital público, claramente, ni hablar de varias, además de cortes por armas blancas y otros etc. Entonces está este lugar, que regentea Jean Thomas, La Enfermera (The Nurse), una Jodie Foster en todo su esplendor actoral y Everest, Dave Bautista, quien la asiste de diversas maneras; enfermero, camillero, guardaespaldas y compañero en los largos turnos de curación. El sitio de por si es una personaje más en la trama, para nada original, que crea de manera eficiente un escenario a esta historia distópica a la que le sobra testosterona y se queda corta en la construcción de una realidad coherente. Hasta allí, el Hotel en cuestión, llegan dos hermanos (Sterling K. Brown y Brian Tyree Henry) que conoceremos solo como Waikiki y Honolulu, herido uno de ellos, en busca de la cura que promocionan. Con ellos cargan más que sangre y un robo que no fue del todo bien, transportan un bolígrafo, robado también, que les puede traer mucho más que problemas. Al llegar al sitio conoceremos a otros que allí convalecen, encontramos una asesina profesional y un traficante de armas, que tienen, claro, sus propias agendas a atender. La historia se desarrolla sin tropiezos, con personajes resueltos en pocos e interesantes trazos, que suman al enrarecido ambiente tanto exterior como interior, logrando una aventura de acción, que más allá de ciertos momentos atrapa al espectador en una trepidante carrera de sobrevivencia. De eso estamos seguros, de hecho los primeros actos se plantean de manera eficiente, en la que siempre destaca la labor de la veterana actriz Jodie Foster, pero sin desmerecer al resto. Es en el guion ya entrada la tercera y desencadenada batalla de todos contra todos en que parece haber olvidado la premisa original y carga al film con cantidades ingentes de quiebres dramáticos que no suman en calidad. El terror de los ladrones por el robo de la pluma del magnate del crimen de la ciudad y su esperada venganza, se ve obstaculizado por otros giros que destruyen la mística hasta allí lograda. La llegada del rey Lobo, como constantemente lo nombran, un siempre preciso Jeff Goldblum y su hijo Crosby Franklin, desaprovechadísimo Zachary Quinto, son por otras circunstancias, de hecho ignoran completamente el robo del bolígrafo. Haciendo diluir las expectativas acumuladas en derroteros narrativos que desinflan la acción dramática en pos de una inflada acción física. En definitiva un film que cumple con muchas de sus ambiciosas ideas, de una aventura de acción claustrofóbica sostenida por un elenco más que elocuente a la hora de interpretar los personajes que la protagonizan; pero que pierde cuando abandona el conflicto prometido por varios menores que le hacen perder el empuje inicial. De todas maneras Drew Pearce parece conocer los pormenores del género, aunque y es evidente, no encuntra el ritmo para amalgamarlos en un thriller de acción, al igual que la contracción de personajes secundarios capaces de sostenerla y darle un marco de credibilidad. ¿Una oportunidad perdida? No del todo, si a la acción nos referimos, pero que claramente pudo ser más.
Es la opera prima de un exitoso guionista de películas de acción. Especialmente recordado por “Mision Imposible Nación secreta” y “Iron Man 3”. Pero demuestra que más que crear un guión sólido para su debut, se preocupó por un atractivo visual que le brindará sus réditos pero que no le da ninguna carnadura atractiva a sus muchos personajes. El hotel del titulo es un lugar donde llegan a tratarse de sus heridas peligrosos mafiosos, asaltantes, asesinos, traficantes y hasta un policía. Deben respetar reglas exigentes, como no matarse entre ellos, dejan sus armas afuera y usan como pseudónimos el nombre de las habitaciones. Y aunque Jodie Foster encontró una interesante manera de presentar a su enfermera con un pasado, después de no verla en el cine por cinco años, fue desaprovechada, como casi todo el numeroso elenco donde están Jeff Goldblum, Dave Bautista, Sofía Boutella, Sterling K. Brown, Brian Tyree Henry y siguen los nombres. Un entorno cuidadoso, una dirección de arte refinada y escenas de acción que especialmente al final le ponen interés al asunto, que es una interrelación entre todos los personajes. No alcanza para ser un film recordable pero entretiene como si se tratara de la llegada al cine de una novela gráfica con poco contenido pero elegante y atractiva.
El submundo de los malhechores “Hotel de Criminales” (Hotel Artemis, 2018) es un thriller distópico que constituye el debut cinematográfico de Drew Pearce, que también se encargó del guión. El reparto está compuesto por Jodie Foster, Sterling K. Brown, Brian Tyree Henry, Sofia Boutella (Delphine en “Atómica”), Charlie Day (Dr. Newt en “Titanes del Pacífico”), Dave Bautista, Jenny Slate (“Brain on Fire”, “Un Don Excepcional”), Zachary Quinto, Jeff Goldblum, entre otros. 21 de junio de 2028, Los Ángeles. La enfermera Jean Thomas (Jodie Foster) dirige el Hotel Artemis, un establecimiento que también funciona como hospital para los estafadores, delincuentes y asesinos que se encuentran cerca de la zona. Esa noche al parador ingresa Sherman (Sterling K. Brown) con su hermano Lev (Brian Tyree Henry); este último se encuentra gravemente herido debido a un disparo de la policía luego de un robo fallido a un banco. Más tarde llega Niza (Sofia Boutella), una homicida que dice necesitar ayuda médica pero en realidad tiene otro objetivo. Allí también está Acapulco (Charlie Day), un traficante de armas misógino, y como si fuera poco Jean decide ayudar a Morgan (Jenny Slate), una oficial de seguridad lesionada que está tirada en la puerta del Artemis. Cuando el “Lobo Negro” (Jeff Goldblum), dueño del hotel, se presente allí con lastimaduras, secretos del pasado de Jean serán revelados. Como se puede notar, el filme tiene varios personajes que son protagonistas de sus respectivas subtramas y a medida que el relato avanza algunos se irán entrelazando con otros. El problema está en que ninguna historia logra estar bien diseñada como para mantener el interés del espectador. Y no es que el ritmo sea lento, por el contrario los hechos suceden ágilmente a la vez que la atmósfera llena de violencia se logra sentir, sin embargo al no haber un tema central todo queda muy disperso y desordenado. Esto solo puede dar un resultado, que es lo peor que le puede pasar a una película sea del género que sea: ya al salir de la sala lo que acabamos de ver nos parece intrascendente y olvidable. A pesar de ello, la ópera prima de Drew Pearce tiene aspectos atractivos. Por empezar la tenemos a Jodie Foster, que logra salir bien parada gracias a la composición de su personaje. La enfermera Jean tiene un carácter fuerte, lo que no es para menos dado que noche tras noche debe lidiar con personas para nada sencillas. “Para los buenos ya están los hospitales”, dice la mujer que hace 22 años no sale del hotel ya que le da pánico el exterior; a medida que pasan los minutos iremos descubriendo más sobre su pasado y lo que la llevó a refugiarse en este submundo caótico. Por otro lado, la distopía creada funciona. De entrada nos parece verosímil que en el 2028 la ciudad de Los Ángeles esté en un descontrol total, en donde los helicópteros se estrellan y los incendios suceden a menudo. Aparte, resulta innovador ver cómo la tecnología para curar evolucionó, al punto de que los órganos pueden restaurarse digitalmente, las inyecciones actúan al segundo de ser suministradas y las impresiones de los estudios médicos son en 3D. Que el hotel tenga sus propias reglas recuerda bastante al alojamiento de “John Wick” (2014), en donde también estaba prohibido matarse entre sí, con la diferencia de que aquí está prohibido ingresar con armas. Es así como “Hotel de Criminales” podría haberse convertido en más que una película para solo pasar el rato. Lamentablemente, su guión y las múltiples situaciones que ocurren no la ayudan a ser lo suficientemente cautivadora.
All inclusive Hotel de criminales es la ópera prima de Drew Pearce, conocido por ser guionista en películas como Iron man 3 y Misión Imposible: Nación Secreta. La misma está cargada de actores de renombre a nivel mundial como lo son Jodie Foster, Sterling K. Brown, Jeff Goldblum y Zachary Quinto. Cuenta la historia de la enfermera Jean Thomas (Foster) a cargo del Hotel Artemis, un espacio hospitalario donde se atiende únicamente a criminales que estén inscriptos en el sistema y abonen una especie de membresía por mes. Es el mejor lugar para sanar una herida, por la capacidad de Jean como médica y la maquinaria tecnológica. Está contextualizado en Los Ángeles, año 2028. Ella está acompañada únicamente por su ayudante/guardaespaldas Everest (Dave Bautista), quien la ayuda con todo lo que tenga que ver con salir de Artemis, ya que en ese futuro apocalíptico, el agua escasea y la gente se mata en medio de la desesperación. Solo dentro del Hospital están a salvo. Y por eso más de un delincuente se hace pasar por herido para mantener su seguridad. A partir de la llegada de diferentes criminales, el film se torna entretenido por la gran cantidad de posibilidades que pueden llegar a suceder. Se convierte en una película de encierro, donde absolutamente todos dan mala espina y son sospechosos por el simple hecho de ser delincuentes. Una fotografía excelente, donde predominan los colores en la iluminación, hace que sea agradable a la vista, a pesar de algunos baches que pueda llegar a tener el guión. Sobre todo cuestiones que empastan la narración y la vuelven un poco aburrida.
Empecemos por las buenas noticias: después de cinco años, vuelve a estrenarse una película protagonizada por Jodie Foster (la anterior había sido Elysium). Y con un papel bastante potable: en esta distopía, ella es La Enfermera, la mujer encargada de atender a todos los criminales heridos que llegan al Hotel Artemis, una suerte de hospital clandestino para gente que necesita atención médica y pocas preguntas. Estamos en el año 2028: en Los Angeles hay enfrentamientos entre la policía y manifestantes que reclaman por la falta de agua. Pero el caos no impide que los delincuentes sigan trabajando. Y La Enfermera tiene que curarlos. La idea es bastante buena y el trabajo de Foster -avejentada para la ocasión- cubre largamente el básico estándar de calidad que se espera de ella. Vayamos a las malas noticias: la película no termina de funcionar. Aunque al principio todo parece dispuesto como para llegar a buen puerto. Porque Everest, el ayudante de La Enfermera, no es otro que el carismático Dave Bautista (Guardianes de la Galaxia). Y porque las habitaciones del Hotel Artemis están ocupadas por huéspedes/pacientes lo suficientemente interesantes y diferentes entre sí como para sostener un conflicto potente. Pero no. Casi todo sucede en interiores, al punto de que podría hacerse una obra de teatro a partir de esta versión violenta y retrofuturista de una novela de Agatha Christie. Cada personaje parece ocultar algo: los hermanos que acaban de robar un banco, atraco del que uno ellos salió malherido; la enigmática y atractiva extranjera (la argelina Sofia Boutella, ya toda una figura del cine de acción), que tiene una lastimadura menor; el bravucón insoportable. La propia Enfermera también tiene un pasado misterioso. Y, como para agregarle más brillo al reparto y una mayor cuota de humor a la historia, también hace una aparición Jeff Goldblum. Pero ni así sale a flote Hotel de criminales. Porque la falla está en cómo se establece el vínculo entre todos ellos. Las interacciones entre los personajes son forzadas, y si bien hay algunas situaciones cargadas de un suspenso que va progresando, y hay diálogos que intentan ser chispeantes e ingeniosos, en realidad se termina notando demasiado que todo se trata de una mera excusa para llegar a la acción pura y dura. Que es lo que el público de esta película seguramente va a buscar, pero los caminos para desatar ese clímax de piñas y patadas deberían haber sido otros.
Reconocido por sus trabajos como guionista en Iron Man 3 y Misión imposible: Nación secreta, Drew Pearce debuta en la dirección de largometrajes con este thriller más preocupado por lo visual que por el desarrollo de un relato atrapante. El resultado es un film coral que, recién en su último tercio, cuando apuesta a la acción desenfrenada, adquiere algo de interés. Si no se supiera quién es el director, tranquilamente podría suponerse que Hotel de criminales es parte de la filmografía de Guy Ritchie. Pearce emula al realizador británico apostando por un estética “cool” y canchera, un montaje frenético y personajes que se mueven en los márgenes de la ley. Esos personajes coinciden en una misma noche en el hotel del título. Un hotel que en realidad es un hospital VIP de criminales de toda índole. Allí se atienden ladrones, traficantes, asesinos a sueldo y mafiosos que irán cruzándose ante la mirada de la enfermera Jean (Foster) y su asistente Everest (Dave Bautista). Fruto de esas casualidades solo viables en Hollywood, todxs están conectadxs por hechos del pasado: una pareja de ladrones le robó unos diamantes al dueño del hotel y capo de la mafia local (Jeff Goldblum); a su vez, uno de ellos fue pareja de una asesina a sueldo (Sofia Boutella) que se infiltró allí para realizar un trabajo. El combo se completa con el hijo del personaje de Goldblum y una policía vinculada con el pasado de Jean. Hotel de criminales intenta construir un clima de tensión creciente alrededor de esa convivencia forzada. Si no lo logra es porque los personajes nunca adquieren un mínimo gramaje que los saque del lugar común. Una última media hora con escenas de acción bien coreografiadas no alcanza a remontar una película que, a esas alturas, ya es fácilmente olvidable.
Hay que reconocer que hay una "moda" de algunos realizadores, de generar películas corales, violentas, futuristas y que ofrezcan alguna vuelta de tuerca original. Hay cintas que podría decirse que funcionaron en los últimos tiempos (no demasiadas supongo pero... "Seven psychopaths", "Smoking aces", alguna más) y otras que no, ("Gringo", "Terminal", no estrenada aún por aquí) siendo un sub-género donde establecer un parámetro de calidad, no es tan sencillo. "Hotel Artemis" parte de una premisa ya vista en la franquicia "John Wick" (saben que está en preproducción su tercera entrega con fecha de estreno, en mayo del 2019), en la que hay un hotel, que es una "zona franca", donde los criminales, van a resolver temas, con la expresa prohibición de agredirse. En el caso que nos convoca, Artemis es un espacio de curación, pensado para acompañar las recuperaciones de los delicuentes heridos que puedan necesitar medicina de primer nivel, sin preguntas indiscretas. Se como si los criminales tuvieran una prepaga de primerísimo nivel, para reestablecerse lejos de la incumbencia de la ley. Y es una cinta coral porque se darán cita una variada serie de peligrosos sujetos (y una mujer) en sus oscuros pasillos para resolver algunas cuestiones que son de agenda "común", por decir de alguna manera... Drew Pearce, ex guionista de hits como "Iron Man 3" y "Mission Impossible: Rogue Nation", debuta como realizador dandose un gran lujo: nos devuelve a Jodie Foster para la actuación, luego de 5 años sin trabajar como actriz. Ella juega el rol de la enfermera principal que rige el hotel y se encarga de la adminstración "técnica" de lugares y prácticas médicas. Tenemos una premisa fuera de lo común. Siempre es difícil encontrar guiones que sostengan un esquema potente a lo largo del metraje y esta no es la excepción. Como en toda película coral, cuando no hay cierta precisión en los tiempos, las bromas y la tensión, el film deviene en confuso y falto de ritmo. No hay demasiado desarrollo de personajes (excepto el de Foster, súper necesario) ni tampoco la acción que sustente una trama consistente. Pensemos que la historia, está ambientada en un futuro donde las luchas por el agua, producen descontento social y furia en las calles. El nosocomio en cuestión irá recibiendo criminales, que por distintos temas irá ocupando las distintas habitaciones del lugar, pero con la disposición no sólo en "emparcharse" sino en resolver algunos temas, transgrediendo las reglas del hotel, por supuesto. Hay que reconocer cierta sagacidad para los cruces verbales (el humor), pero sólo de a ratos. Cuando las cuestiones se ponen complicadas, aparecen recursos simples para su abordaje, y nos quedamos con ganas de ver otras estrategias en juego. Tenemos un puñado de secundarios (o protagonistas), mezcladito, donde la audiencia reconocerá rápidamente a Dave Bautista, Sofia Boutella, Charlie Day, Sterling K. Brown y Brian Tyree Henry. Hacen lo que pueden, pero no descollan. Los rubros técnicos están correctos, aunque no me gusta demasiado la iluminación (aunque por ahí es un tema mío) ni la OST. Lo mejor, lejos, estalla cuando llega, "The King Wolf", o sea Jeff Goldblum, a quien se lo espera desde el momento cero, pero no llega hasta bien entrado el film. El es, quien de haberse apersonado antes, quizás hasta podría haber torcido el destino final de esta reseña. Sus contrapuntos con Foster son lo mejor del film. Creo que Pearce procuró una realización ambiciosa, cuyo resultado final es desparejo. Decir que es una película fallida, es incorrecto. Hay cierto material para el entretenimiento. La premisa es en definitiva, un norte, una búsqueda y aunque los niveles de concreción no son exitosos, lo cierto es que "Hotel..." se deja ver. Seguramente esperaba mucho más aunque no está mal darle una oportunidad.
Hotel Artemis marca el debut como director de Drew Pearce, más conocido por ser el guionista de dos muy buenas películas de los últimos años como son Iron Man 3 y Mission: Impossible – Rogue Nation. Las expectativas eran altas en torno a este proyecto, con un destacado elenco de figuras en ascenso y otras más bien consolidadas, todos reunidos bajo el techo de la institución del título, que no es más que un hospital para criminales. Es un concepto que en el último tiempo explotó bien la franquicia John Wick, como uno de los tantos servicios a los que pueden acceder los asesinos a sueldo de su bajomundo. Demuestra sus limitaciones, no obstante, cuando es básicamente el único escenario en el que se desarrolla la película, que tiene las herramientas como para funcionar como un gran thriller de acción contenido pero que apenas sale airoso.
Noventa minutos de pura superficie La tendencia a la brevedad del mainstream contemporáneo le juega una mala pasada a Hotel de criminales. El regreso a la cartelera comercial de Jodie Foster luego de cinco años de ausencia –su última película había sido Elysium, en 2013– la tiene como cabeza articuladora de un relato coral que, por su aglomeración de personajes y el entramado imposible que los une, hubiera funcionado mejor –o al menos de forma más verosímil– en formato serie que como largometraje. Tanto así que da la sensación que los poco más de 90 minutos de metraje pertenecen a uno de esos resúmenes semanales de telenovelas turcas que suelen rotar por la programación de los fines de semana de Telefé, con su estructura de repaso veloz e hiperactivo por los principales quiebres narrativos y peripecias de los protagonistas durante los últimos episodios. El hasta ahora guionista Drew Pearce (Iron Man 3, Misión imposible: Nación secreta) debuta en la dirección emulando a Guy Ritchie. Del responsable de Snatch: Cerdos y diamantes y Sherlock Holmes toma una estética pretendidamente cool y canchera, además de un montaje que confunde vértigo con frenesí. Hay poco lugar para el desarrollo y mucho para la espectacularidad, con las luces de neón como grandes recurrencias de una imaginería visual que luce más por la importancia que le concede Pearce que por el peso dentro de la estructura dramática. Todo es pura cáscara, pura superficie. Y todo ocurre muy rápido en este thriller nocturno situado en Los Ángeles a fines de la próxima década, cuando las corporaciones dominan abiertamente los designios del mundo, incluyendo el uso del agua, y a los pobres mortales no les queda otra que sobrevivir como pueden en medio de un contexto donde el crimen y la anarquía son moneda corriente. Más aún en el Hotel Artemis, un viejo edificio art decó que ahora funciona como un hospital ultravip de criminales de toda índole, siempre ante la atenta mirada de la enfermera Jean (Foster) y su asistente Everest (Dave Bautista). La llegada de dos hermanos ladrones luego de un asalto frustrado a un banco es el puntapié para la presentación de los chorros, traficantes, asesinos a sueldo y mafiosos que irán cruzándose una y otra vez durante el relato. Que todos tengan un largo historial de cruces previos se debe a esos azares que solo en Hollywood suceden. A saber: una francesita asesina (Sofia Boutella) que se lastimó a propósito para dar con su víctima fue pareja de uno de los hermanos; ellos, a su vez, no tuvieron mejor idea que robar unos diamantes del capo de la mafia angelina y dueño del hotel (el renacido Jeff Goldblum), quien por supuesto cae herido durante la misma noche que el resto. Por ahí también anda Crosby (Zachary Quinto), uno de las caras visibles del emporio empresarial que controla la ciudad y, oh casualidad, hijo del personaje de Goldblum. E incluso una policía que entra contra todas las reglas del lugar pero tiene un vínculo con Jean relacionado con la muerte del hijo de ésta. Hotel de criminales seguirá en paralelo las acciones de ellxs durante una noche que inevitablemente culminará con el encuentro final. Recién ahí Pearce desata una bienvenida andanada de escenas bien coreografiadas y filmadas con buen pulso, reduciendo todo lo anterior a una extensa previa del plato principal.
En Los Angeles, hacia el año 2028, todo es un verdadero desastre. Hay un alto nivel de inseguridad y las calles arden con disturbios sociales. En ese contexto, una avejentada Jodie Foster regentea el Hotel Artemis, una versión sofisticada y futurista del típico aguantadero para delincuentes, que aquí deben respetar algunas reglas básicas para poder atravesar las rejas de alta seguridad y ser protegidos. No sólo de la ley que los busca afuera, sino también de sus heridas, de las que se ocupa la misma Foster. La premisa es atractiva en un principio, pero pronto queda claro que el argumento no es tan interesante como la ambientación distópica. Hay una serie de lugares comunes del género noir entralazados de un modo poco original, incluyendo una mujer fatal entre los huéspedes y un criminal que se quedó con un botín más valioso de lo que suponía, y por lo tanto demasiado buscado por su dueño original. El arte tiene sus momentos de interés pero al final. como la acción transcurre casi íntegramente dentro de los pasillos del hotel, la película se vuelve demasiado claustrofóbica y visualmente monótona.
En 2028, Los Ángeles es un infierno de injusticias y revueltas, escenario que podría recordar el decadentismo distópico de películas como Blade Runner o la reciente saga John Wick. Mucho de ese imaginario de la lúgubre ciencia ficción se amalgama con el pulso del policial de atracos en el robo a un banco a manos de los hermanos Waikiki y Honolulu (Sterling K. Brown y Brian Tyree Henry) que abre este film. En ese mundo de urbes tumultuosas y morales difusas, un hotel art déco, convertido en secreto hospital y gobernado por una ajada enfermera, concentra los retazos de solidaridad del mundo criminal, regido por escurridizas corporaciones, atléticas killers y ladrones de pésimos modales. Bajo la premisa de ese atractivo universo, el debutante Drew Pearce decide pisar el acelerador en una trama rocambolesca que combina guiños al noir con arranques esperpénticos de acción, viejas nostalgias del corazón con matanzas en clave gore. No demasiado de todo ese hervidero funciona y el relato se diluye irremediablemente al no aprovechar la potencia de sus actores (el regreso de Jodie Foster como actriz luego de cinco años de ausencia, la siempre grata aparición de Jeff Goldblum) ni la efectividad de una narrativa que desperdicia los conflictos que instala (el misterio alrededor de la lapicera) y malogra tanto esperadas revelaciones como sugestivos encuentros.
En el Hotel Artemis se encuentra escondido en el centro de la ciudad y en realidad funciona como un hospital secreto, quienes concurren tienen nombres claves relacionados con las habitaciones que los albergan, aquí hay reglas y no pueden matar a otros huéspedes. La enfermera, Jean Thomas (Jodie Foster, excelente interpretación, una gran caracterización creando un personaje increíble que lo sostiene de principio a fin), que es muy hábil para realizar sus tareas, se encarga de curar a estos seres que concurren allí, quien la ayuda es su asistente Everest (Dave Bautista), un hombre rudo pero ella tiene varios secretos y pasado tempestuoso. La vida de varios que se encuentran en ese lugar se complica cuando ingresa allí una policía mal herida pese a que está prohibido que ingrese algún guardia. El film tiene una novedosa estructura narrativa, algo diferente, con distintos personajes que nos ofrecen a lo largo de su metraje acción, emoción, diversión y tensión, un humor perspicaz, Las escenas de lucha y acrobacias sumadas a un estupendo reparto constituyen un thriller de ciencia ficción audaz.
“Hotel de criminales”, de Drew Pearce Por Jorge Bernárdez - Año 2028 en Los Angeles, un asalto a un banco sale mal y dos de los miembros de la banda van a esconderse al Hotel Artemis -que es justamente el título original de la película- que se maneja en un límite estrecho entre la comedia negra y el policial. El hotel está manejado por Jean (Jodie Foster) una enfermera que vive recluida porque sufre un caso severo de agorofobia. Lo que hace Jean junto a su ayudante Everest (Dave Bautista), es atender a un circuito selecto de delincuentes que pagan su cuota y cumplen reglas estrictas de privacidad, un poco como el hotel que regenteaba Ian McShane en John Wick: Pacto de sangre. Nadie conoce el nombre real de quienes buscan hospedaje en el Hotel Artemis. Jean sabe que violar las normas puede deparar desastres y pese a eso, ella misma llegado un punto de la historia viola el código para atender nada menos que a una policía. El elenco reúne al siempre efectivo y eléctrico Charlie Day junto a Zachary Quinto y Jeff Goldblum entre otros para llevar adelante una historia que presenta vueltas de tuerca y sorpresas que mejor no revelar. Todo lo que pasa dentro del hotel se vuelve cada vez peor, ya que la ciudad está en llamas por reclamos de los desclasados que luchan en un mundo horrible por el agua. A la hora del balance, la batidora de géneros funciona a medias, la película se queda a mitad de camino y queda la impresión de que hubo que editar bastante el resultado final. HOTEL DE CRIMINALES Hotel Artemis. Estados Unidos/Reino Unido, 2018. Dirección y Guión: Drew Pearce. Elenco: Jodie Foster, Sterling K. Brown, Sofia Boutella, Jeff Goldblum, Brian Tyree Henry, Jenny Slate, Zachary Quinto, Charlie Day, Dave Bautista, Kenneth Choi. Producción: Simon Cornwell, Stephen Cornwell, Marc Platt y Adam Siegel. Distribuidora: Diamond Films. Duración: 94 minutos.
Atención personalizada Hay películas donde cualquier análisis sesudo parece estar de más. Hotel de criminales es una de ellas. Veamos su premisa: un hotel en el que todos sus huéspedes son criminales buscando refugio del exterior, con fuerzas de seguridad dispuestas al extremo por capturarlos. No suena como algo que vaya a profundizar demasiado, ni a necesitar demasiadas vueltas. No siempre se logra, pero Hotel de criminales lo hace. Entiende todo, ni asoma a tomarse en serio, y gana en su autoconvencimiento de ser diversión al por mayor. Drew Pearce viene del mundo de los guionistas (Misión Imposible: Nación secreta, Iron Man 3), y aquí debuta en la dirección manteniéndose fiel al estilo que ya le funcionó en la escritura. Acción en base a una historia sólida que no necesita de enrollarse en vueltas y giros extraños. En este caso, nos situamos en una Los Ángeles de un futuro inmediato. No tendremos más que unos datos iniciales para ubicarnos. Se llevó a cabo una guerra por los recursos naturales, especialmente agua. El control de la sociedad quedó devastado, reina el caos. Lo que vemos, en sí, no parece muy distante a nuestra realidad, salvo por algún artefacto que nunca será vital para el desarrollo. Dos hermanos (Sterling K. Brown y Brian Henry) realizan un robo a un banco que acaba mal. Ambos logran huir, pero se llevan consigo una pieza que no saben ni sabremos qué es. Están heridos. El destino, el Hotel Artemis. No, no van a asaltar el lugar y tomar prisioneros. Al contrario, allí serán bienvenidos. Siéntase como en casa Luego de este comienzo (algo trillado y desalentador, es cierto), el eje corre hacia el verdadero centro del relato: ella, la enfermera. El hotel de marras está dirigido por una señora mayor que adivinamos no es en sí una anciana, sino una mujer a la que la vida le jugó malas pasadas. Ella fue enfermera, pero ahora, sin título habilitante, sigue dedicándose a curar pero desde otro ángulo. Cura a los huéspedes del hotel que regentea. Al Hotel Artemis no se llega buscando una estadía de relax, ni siquiera a pasar la noche para dormir y descansar. Al Artemis se llega buscando refugio cuando se los quiere apresar y cuando se está herido. La mujer posee tecnología de avanzada para curar heridas de bala, armas blanca, y otras consecuencias de hechos delictivos. Mientras, las paredes protegen con máxima seguridad de un exterior al que apenas vemos. Desde ese punto, el hotel de Hotel de criminales ofrece una estadía como ninguna otra. El huésped de honor Una vez instalados en el lugar, conoceremos a sus habitantes; y allí Pearce jugará al ¿Quién es quién? o al Clue. Dentro del hotel, sus huéspedes son una fauna variopinta de personajes bien delineados, todos criminales de diferente personalidad pero que entre ellos manejan una delgada camaradería vigilada por la enfermera, quien a su vez hace de una cuasi madraza. La primera escena dentro del hotel, con la enfermera recorriendo las habitaciones, es para aplaudir. Gangsters, estafadores de alta y poca monta, mujeres fatales, matones, en el Artemis hay de todo. Puntualmente, lo que la historia cuenta es una noche en la que todo estalla. El Artemis se maneja con ciertas reglas que, por ejemplo, impiden el uso de armas y hasta insultos dentro del lugar. Pero esa noche empezarán los problemas. Cae un mafioso mayor, al que sí o sí habrá que atender. Desde afuera, el hijo de este busca pleitos. También por primera vez cae una policía con quien la enfermera tiene una deuda del pasado. El hilo fino que maneja la armonía va a cortarse en medio de sucesivos cortes de luz. La armonía del lugar Hotel de criminales plantea varias aristas pequeñas y las confluye todas en una historia coral cuyo centro es una enfermera que, interpretada por Jodie Foster, se convierte en un gran personaje. El secreto de la actriz de Taxi Driver es creerse el personaje. Jodie actúa con su cuerpo, con su forma, y hasta con el modo de caminar. Es imposible no querer a esta mujer, que a su vez, infunde respeto. El resto de los personajes son llamados con un nombre secreto asignado en referencia a una ciudad turística, entre los que contamos con actuaciones de Sofía Boutella, Jenny Slate, Charlie Day, Jeff Goldblum, y un sorprendente Dave Bautista. Acompañan bien y saben aprovechar las posibilidades que los mismos le dan. Quizás el único que desentone sea Zachary Quinto en un rol algo incómodo para él. Hotel de criminales no abruma con una catarata de escenas de acción, pero las escenas de acción que tiene conquistan con buenas coreografías más un interesante y bienvenido salvajismo. La fotografía acompaña la puesta entre noir y apocalíptica, entre ruinosa, de neón y aire de tugurio. La atmósfera que plantea el film es otro de sus puntos altos. La ópera prima de Drew Pearce, Hotel de criminales, no se va a ubicar entre las mejores películas del año, tampoco quiere hacerlo. Es un gran entretenimiento con aires de estilo clase B y buenas armas para jugar. Si a esa simpleza de su original propuesta le sumamos buena acción, buenos personajes y actuaciones acorde, el resultado es una bocanada de aire fresco dentro de la cartelera pochoclera.
Hotel de criminales es la obra de unos productores astutos que decidieron robar algunos conceptos originales de John Wick para desarrollarlos en un contexto futurista. Más allá de las secuencias de acción, un enorme atractivo que tiene la saga protagonizada por Keanu Reeves pasa por el retrato que presenta de la subcultura de los delincuentes. El recordado hotel para asesinos a sueldo de aquella historia en el film con Jodie Foster lo cambiaron por un hospital pero la idea sigue siendo la misma. La diferencia es que en la película del director Drew Pearce (guionista de Misión imposible 5) la trama incorpora elementos clásicos de los relatos ambientados en futuros distópicos. Más allá de la idea conceptual que copiaron de John Wick, Hotel de criminales tenía el potencial de ser una producción entretenida si la película que se exhibe en los cines hubiera sido la misma que vende el trailer. El film de Pearce en realidad no se centra tanto en la acción, como nos hace creer el avance, y hasta que el director establece el conflicto principal se va la mitad de su relato en presentaciones de personajes y subtramas que son aburridas de seguir. La película cuenta con un exceso de líneas argumentales intrascendentes y personajes que apenas llegan a tener un mínimo desarrollo. En algunos casos esto genera que los trabajos de actores como Jeff Goldblum y Zachary Quinto queden relegados a una breve participación, ya que la dirección de Pearce salta permanentemente de una subtrama a otra. Lo mejor de Hotel de criminales pasa por la fotografía de Chung Chung-hoon, el clásico colaborador del cineasta coreano Chan-Wook Park, quien le aporta al film una estética de Neo-noir interesante y la gran dupla que conforman Jodie Foster con Dave Bautista, la gran figura que se roba varias escenas de esta producción. La relación que se desarrolla entre la particular enfermera de este hospital de delincuentes y su jefe de seguridad brindan los mejores momentos de este film, que en el último acto se vuelve más predecible cuando se mete de lleno en el terreno de la acción. Si bien sería una exageración calificar de mala a esta película, el concepto que pretende desarrollar ya lo vimos trabajado hace poco en propuestas superiores y eso complica su recomendación.
Check out Hotel de criminales (Hotel Artemis, 2018) tiene un look noir/retro-futurista atractivo, reúne un talentoso elenco (¡Incluyendo a Jodie Foster en su primer papel en 5 años!) y parte de una premisa intrigante, lo cual hace que el genérico resultado sea tanto más decepcionante. La película tiene algo del sórdido cine B de cineastas “situacionales” como John Carpenter y Walter Hill, aunque sea más en espíritu que forma. Trata sobre un exclusivo hotel para criminales, sin duda inspirado en la cadena Continental de la serie John Wick, que sirve de hospital y refugio para ladrones, asesinos y traficantes en una Los Ángeles futurista. Reúne el tipo de gente que necesita reglas como “No matar a otros huéspedes”. La premisa es ridícula pero la película balancea el absurdo con humor (el hotel supuestamente secreto despliega un enorme cartel de neón promocionándose a sí mismo). Foster interpreta a la gerente y única enfermera del hotel, un decrépito edificio estilizado a lo art déco y abastecido principalmente con nanotecnología e impresoras 3D. Tiene un colosal asistente (Dave Bautista) y sus huéspedes portan el nombre de sus cuartos temáticos: la asesina Niza (Sofia Boutella), el traficante Acapulco (Charlie Day) y los hermanos Waikiki y Honolulu (Sterling K. Brown y Brian Tyree Henry), que llegan malheridos tras atracar un banco. El problema es que más allá de la prometedora presentación la película no posee un conflicto marcado y no tiene a dónde dirigirse. Los jugadores se encuentran en jaque toda la partida, la cual se resume en interminables conversaciones sobre lo que ya pasó (Foster posee un trasfondo trágico), qué está pasando (policías y manifestantes chocan violentamente en las calles) y qué va a pasar (se anticipa mucho la llegada del “Rey Lobo”, una figura clave pero tardía que podría estar sacada de una obra de teatro). A lo largo de la película no hay misterio, suspenso ni tensión. Los personajes hablan sin actuar, dicen de todo sin mostrar nada, y en los peores casos el diálogo peca por sus forzosos intentos de resultar astuto o memorable. El irritante personaje de Day resulta superfluo. La película tarda en empezar porque no hay nada en juego, y para cuando sí lo hay tiene poco y nada que ver con todo lo que vino antes. La introducción de un policía herido al hotel es la oportunidad perfecta para comprometer al personaje de Foster y problematizar la harmonía entre sus huéspedes pero el recurso prácticamente pasa desapercibido. Para cuando llega el “Rey Lobo” (Jeff Goldblum) es demasiado tarde y las oportunidades que abre se desperdician como tantas otras. La decepción se magnifica doblemente porque Hotel de criminales es una obra original, escrita y dirigida por el debutante Drew Pearce. Se detecta el apego del realizador a buenas ideas y las ganas por plasmarlas en una obra con una afectada personalidad, pero la historia parece haber sido pensada posteriormente a los pintorescos personajes y escenas que claramente motivaron la creación de la película.
Los Angeles, en 2028, está en guerra por el agua. Motines en toda la ciudad, el ejército en la calle, el toque de queda por la noche, drones que disparan a objetivos potenciales. Paralelamente cierto tipo de delitos se desarrollan en sus formas más básicas en medio de una cultura con una tecnología hiperdesarrollada y grandes capos que dominan los negocios más rentables. En medio de ese caos existe el hotel Artemis, un búnker al que llegan los delincuentes a curar sus heridas previo pago de una membresía y el cumplimiento de unas pocas reglas estrictas. El lugar es dirigido por una mujer a la que se la conoce sólo como la enfermera, interpretada por Jodie Foster, y sus clientes toman el nombre de la suite que ocuparán. Todo funciona perfecto hasta que alguien rompe la regla más importante y se termina de complicar cuando uno de los pacientes descubre que le acaba de robar un botín millonario al capo mafioso, justamente internado allí, mientras una huésped tiene planes que nadie sospecha. El filme es una distopía que rinde tributo a algunos clásicos. Aunque bien resuelta, el trabajo pierde impulso cuando las subtramas adquieren más relevancia que la historia de esa enfermera con más de un secreto que guardar.
Fallida propuesta que no logra atrapar ni siquiera con Jodie Foster a la cabeza del misterioso hotel que da título al film. Si en el pasado la acción, la transgresión y la locura de un lugar para recuperación de villanos podría haber sorprendido, hoy, con la normalización y anestesia del cine, el relato parece viejo y anticuado.
SERES MELANCÓLICOS El debut en la dirección de Drew Pearce (co-guionista de las estupendas Misión: Imposible – Nación secreta y Iron Man 3) se predispone a ciertos malentendidos, algo que lo corresponde con la carrera previa del realizador, cuyos guiones siempre juegan con las apariencias y los giros inesperados. Hotel de criminales es un film que tiene una superficie canchera, casi tarantinesca en su mixtura de géneros, pero que progresivamente va revelándose como un relato esencialmente melancólico, marcado por la pérdida. La historia, situada en un futuro cercano, en una Los Ángeles que parece a punto de estallar por una serie creciente de disturbios, transcurre casi en su totalidad en el Hotel Artemis, que funciona como refugio para los criminales cuando son heridos. Hay una enfermera (Jodie Foster) y su ayudante (Dave Bautista) que se ocupan del servicio; reglas estrictas que deben cumplirse; y una membrecía a pagar, porque nadie entra si no es socio. Todo transcurre normalmente, parece ser una noche como cualquier otra, pero se empiezan a acumular las dificultades: llegan dos hermanos (Sterling K. Brown y Brian Tyree Henry) tras un fallido asalto bancario; se anuncia el arribo de un importante jefe criminal (Jeff Goldblum); aparece una mujer herida en la puerta, que no es socia pero sí conocida de la enfermera; y una huésped (Sofia Boutella) empieza a revelar una agenda propia; hasta que todo estalla por los aires. Pearce va contando todo esto de forma paciente, con un trabajo sutilmente sofisticado con el espacio y un delineamiento astuto de los personajes, trabajándolos como individuos un tanto despreocupados y hasta cínicos. Pero el trasfondo de los personajes, la forma en que están marcados en el presente por sus respectivos pasados, va cobrando mucha más fuerza en la segunda mitad, que adquiere mucho más peso dramático. Por eso Hotel de criminales combina elementos de policial futurista, algo de comedia y unas cuantas referencias sociológicas, pero su núcleo está asociado esencialmente a las pérdidas y cómo lidiar con ellas, con la enfermera que encarna Foster casi como eje moral. Eso lleva a que algunos personajes –como el de Goldblum y el interpretado por Charlie Day- sean simples piezas en función de accionar vueltas de tuerca, pero también a que la película se permita eludir expectativas y adquirir un tono cada vez más melancólico, donde la acción y la fisicidad se convierten en un gesto final, casi terminal por parte de los protagonistas. En Hotel de criminales hay algo de ensayo, de experimentación y hasta de juego con los géneros y tonalidades. Pearce amaga con construir una estructura determinada, pero luego introduce unas cuantas alteraciones y corre unos cuantos riesgos. Y aunque no sale del todo airoso porque deja unos cuantos cabos sueltos, consigue enhebrar una ópera prima atractiva, que elude varios lugares comunes.
Drew Pearce, debutante en estas cuestiones de la dirección, tuvo la suerte de contar con la presencia de Jodie Foster en un regreso al cine luego de 5 años de ausencia. En este punto es que el filme intenta sostenerse, y si bien las actuaciones son lo mejor no alcanza para hacerlo una vez que comienza a desbarrancarse el texto fílmico. El año es 2028, la ciudad de Los Ángeles, como si estuviésemos viendo el Apocalipsis a pleno, en la ciudad de la violencia, durante el reclamo popular por el agua, un grupo de malvivientes debe huir tras fracasar en un intento de robo a un banco. Huyendo heridos, luego del enfrentamiento con la policía, saben que el único lugar donde resguardarse es un hotel transformado en un hospital para los “Buenos muchachos” (1990), o sea que su existencia es un enigma para el resto de la sociedad. El punto que, tal como la pintan a la sociedad dentro de 10 años, como dice Discépolo “los inmorales nos han igualado”…, superándolo en este caso. Una vez allí serán recibidos por Jean Thomas (Jodie Foster), una especie de “enfermera”, en realidad es la directora del lugar reservado para los malos, pero que funciona como un club exclusivo para aquellos al que se les otorgó la membresía. Está lleno, no hay habitaciones disponibles, en el mismo encontramos un zoológico de personajes conocidos, todo un cliché. Entre ellos encontramos a los asaltantes de bancos, los hermanos Sherman (Sterling K. Brown) y Lev (Brian Tyree Henry), el último malherido producto del enfrentamiento con la policía. En el lugar, además de la directora Thomas, esta Everest (Dave Bautista), su asistente, también hace su entrada triunfal Niza (Sofia Boutella), una asesina a sueldo, quien se autoinfligió una herida, vaya uno a saber la razón, después se aclara, Acapulco (Charlie Day), un traficante de armas racista y misógino, y por último “el rey lobo” Franklin (Jeff Goldblum), verdadero dueño del Hotel Artemis, y mafioso de renombre, junto a Crosby (Zachary Quinto), el hijo despreciado por el padre, pero menos inteligente y más despiadado que su progenitor Todo lo que el filme gana en su presentación, digamos, la instalación del universo por donde transitarán las acciones, la estética utilizada a tal fin, la música generadora no sólo de climas sino paralelamente siendo utilizada de manera narrativa para constituir a los personajes. Luego, en el devenir de las acciones, es que va adquiriendo los elementos que los hacen previsibles a los personajes desde la iconografía de los filmes del género y al relato en sí mismo. Muy buenos actores, con alguna escena que alivia a partir del humor de manera soslayada, demasiado poco para lo que se suponía. Todo se hace confuso y pierde conexión cuando se empieza a notar que estamos frente a una posible nueva franquicia ¿Dependerá exclusivamente de la taquilla?
Es posible que Hotel Para Criminales, esté inspirado en cierto modo en el hotel refugio donde se alojaba Keanu Reeves, ojalá los productores se pongan de acuerdo en hacer algún tipo de crossover, porque ver a Everest y John Wick juntos en una pantalla grande pateando traseros a troche y moche, es algo que se necesita ver. Mientras tanto, hubo algunos indicios de poder armar un “universo” en torno a estos hoteles/hospitales en diferentes ciudades del mundo. Quedará disfrutar de esta peli de acción novedosa, que es algo que hay que aprovechar, porque no se da todos los días. Las sagas de acción vienen pidiendo una renovación hace un rato largo y con la ausencia de secuelas de Rápido y Furioso o John Wick de este año, el camino está totalmente libre. No es casualidad que la secuela de El Justiciero haya aparecido este año y tampoco lo es que se estrene Hotel Para Criminales (Hotel Artemis, 2018), una película de acción sumamente violenta que se sienta en un futuro venidero, en donde el caos social está siempre al borde de la explosión, ya que diferentes recursos naturales como por ejemplo el agua, son cobrados a precios que la población ya no puede comprar. Entre tanta violencia social, muchos criminales aprovechan para hacer de las suyas y robar bancos, joyerías y cualquier otro lugar que pueda tener un botín abultado. Bajo este contexto, los malosos que son heridos suelen recurrir a un lugar en particular de la futurista ciudad de Los Angeles, el Hotel Artemis. Un lugar manejado por La Enfermera (Jodie Foster) que se encarga de dar asilo y protección a aquellos delincuentes que tienen su suscripción del hotel al día y que respeten las rigurosas reglas de este lugar. La tranquila rutina nocturna de La Enfermera, en esta oportunidad no se llevará a cabo cuando un ladrón (Sterling K. Brown) irrumpe en su establecimiento con su hermano mal herido y se desembocaran situaciones que nadie se hubiese imaginado. De la mano de Drew Pearce, el escritor de Iron Man 3 (2013) y Misión Imposible: Nación Secreta (2015), el director hace su debut como tal en esta producción que también es escrita y producida por él. Con las libertades artísticas que posee Pearce, el relato de esta peli es directo y no se anda con vueltas en ningún momento. No busca contar más de lo que pasa en esa noche especial y en esas horas. No quiere ser más de lo que promete y tampoco de lo que sabe que como producción puede ofrecer. Bajo este contexto, el relato de la historia no logra centrarse en ningún protagonista en particular, sino en el propio Hotel. Una estructura de lugar, muy similar al que se da en John Wick (2014) cuando se conoce al Hotel Continental. De hecho, la estética también es bastante similar y algún despistado podría interpretar que es de la misma cadena de Hoteles, por decirlo de alguna manera. ¿Homenaje, plagio, spin-off? Preferimos pensar que fue una coincidencia, pero es verdad que es llamativa la semejanza. Siguiendo con el director, el guión logra producir una incertidumbre tal que no se sabe en que puede terminar esta tormentosa noche y da la sensación que en cualquier momento todo se puede transformar en una balacera infernal. De la misma manera, se presentan subtramas todo el tiempo, y ninguno tiene lugar al desarrollo, dejando una sensación de mucho vacío. La cinematografía está muy bien lograda y los ambientes están hechos de muy buena manera. Combinando efectos de luces y colores, el tono neo-noir vuelve a tomar lugar en estas producciones futuristas. Si bien la acción, propiamente dicha, es poca y se da casi al final, esa adrenalina que genera que todo puede irse al diablo en cualquier momento no es usual en las películas de acción actuales. Los actores aquí, vuelven a verse en un segundo plano. Dos de los verdaderamente destacados son Jodie Foster y Dave Bautista. Foster haciendo de la encargada del hotel, hace un trabajo fantástico que sirve para descontracturar todo el tono oscuro que se genera constantemente. Por el lado de Bautista, si bien tiene un rol muy secundario, también es fundamental. El interpreta a Everest, el ayudante de La Enfermera, quién se encarga de desechar a aquellos que no acatan las reglas propuestas por la gerencia. Después el cast esta rellenado con estrellas de la talla de Sofia Boutella, Jeff Goldblum y Zachary Quinto pero que no logran tener protagonismo y ni siquiera sus historias logran ser contadas en su totalidad. Quizás ellos son los perjudicados de que el guión, no le de lugar a desarrollar sus complejas, pero secundarías situaciones.
Como odio cuando una gran película pifia el tiro de gracia en los cinco minutos finales. Como en la final de un mundial de futbol, donde el candidato está solo frente al arco, tiene un tiro limpio, uno contiene la respiración para gritar el gol con todos los pulmones… y el flaco la patea afuera. La sensación de frustración te apabulla. Eso es lo que pasa con Hotel Artemis, que arma el tercer acto con el desenlace que todos esperábamos… y después manda al garete la suerte de los personajes. No es redonda, no satisface y eso es algo terrible porque esta troupe de caracteres resulta fascinante. No, no es una versión futurista de un thriller tarantinesco, pero Drew Pearce (con méritos de guionista en Iron Man 3 y Misión Imposible: Nación Secreta) se le acerca bastante. Ciertamente lo primero que uno piensa es que Pearce “copió” (por decir una palabra amable) toda la idea del Hotel Continental de la saga de John Wick: un hotel convertido en zona franca para criminales de todo el mundo y regido por sus propias reglas. El Hotel Artemis, en ese sentido, se parece bastante salvo que, en vez de ser un cuartel que provee de todo a los maleantes alojados (desde armas hasta papeles falsos, amén de un par de noches de sueño en paz, sin riesgo de ser baleado por la competencia), es simplemente un hospital clandestino de alta tecnología exclusivo para criminales. Hay que ser socio y ello implica pagar rigurosamente la cuota mensual, estar registrado, dejar las armas afuera y respetar la regla número uno que es no matar a los otros matones hospedados. Como esto es el futuro, el hospital es operado por una sola persona (Jodie Foster con maquillaje y gestos de anciana), una enfermera cuya vida quedó arruinada por una tragedia personal y que posee como compañía a Everest (Dave Bautista, cada vez mas delicioso como actor) el que hace tanto de auxiliar como de personal de seguridad. En el Artemis confluyen toda una galería de criminales de alta gama y mala suerte: Sterling K. Brown como un ladrón al que le falló el golpe y la policía lo acribilló a tiros; una asesina a sueldo (Sofia Boutella, ya especializada en estos papeles de femme fatale) que tiene una agenda oculta; un traficante de armas bocón y provocador (Charlie Day, la peor elección de todo el casting) y el Rey Lobo (Jeff Goldblum, menos goldblumizado que de costumbre), que es el capo de toda la ciudad y es el que financia al Artemis así que tiene posición de privilegio para obtener un cuarto aunque el cupo esté lleno. El problema es que Brown tiene un tubo con 18 millones de dolares en diamantes que son del Rey Lobo, lo que automáticamente implica su sentencia de muerte. Para colmo la Foster tiene un arrebato de debilidad y decide asistir a una policía mal herida (Jenny Slate), la que era amiga de la infancia de su hijo pero cuya ayuda viola todas las reglas del Artemis habidas y por haber. Salvo Day, el cast es formidable. Como esto es el futuro, hay impresoras 3D que hacen tanto armas como hígados (pregunto: si imprime un arma… ¿también fabrica la pólvora que precisan los cartuchos para ser disparados?), monitores computarizados de alta complejidad y una tonelada de remedios de avanzada como para dopar a una tropilla de elefantes. El drama es que, en este escenario distópico, la ciudad de Los Angeles está bajo estado de sitio ya que la única empresa privada que maneja la provisión de agua potable subió radicalmente los precios y, ante la protesta masiva provocada por la medida, decidió cortar el suministro, generando una revuelta infernal que amenaza con tumbar a toda la ciudad (¿no les suena demasiado real y cercano?; ¿por qué norteamericanos y europeos compran fuentes de agua dulce en distintas partes del planeta incluyendo Argentina?. Ellos saben algo que nosotros no, dice mi conciencia conspirativa). El Artemis está rodeado por manifestantes y fuerzas privadas de choque, y definitivamente no es la noche mas tranquila considerando que dentro del hotel también se están cocinando cosas siniestras. AutosDeCulto, el portal sobre la historia de los autos Estos personajes se sacan chispas, ya sea la Boutella y Brown (que tienen un pasado en común), y Bautista con la Foster, la cual está encerrada desde hace 22 años en el penthouse del hotel y usa a Bautista como su cadete para conseguir provisiones. Para colmo la Foster tiene agorafobia, así que cualquier intento de poner un dedo fuera del edificio la paraliza. La acción es genial, los personajes son inteligentes y cuando aparece Goldblum las cosas se ponen espesas. También es cierto que algunas cosas salen de la nada o están cantadas, pero eso para mi no arruina una buena puesta en escena. El problema es que la batalla campal final está recortada y, cuando el humo se disipa y regresa la paz, el director / guionista Pearce no sabe qué corno hacer con los personajes así que los deja por ahí, sueltos, sin importarle mucho su suerte. Lo cual me parece un cachetazo al espectador, amén de robarle el momento orgásmico que venia esperando. Aun con su desprolijo tercer acto, Hotel Artemis me resulta recomendable y tiene toda la pasta de ser una película de culto en potencia: fue un fracaso en la taquilla, es sofisticada y tiene su cuota de momentos memorables. Habrá que ver lo que dice la gente (no la crítica, que siempre opina cualquier verdura y nunca analiza con ojos de fan) con el paso del tiempo y cuando salga en video. A mi juicio, merece una revaloración mayor que el magro 58% que le dieron en RottenTomatoes. Por ahora, la agendo entre mis peliculas favoritas.
El guionista de Iron-Man 3 vuelve en forma de director con esta película que busca abrirse camino entre mucho blockbuster de acción. Año 2048, California. Disturbios en las calles porque la empresa que tiene el monopolio del agua potable corta el suministro a gran parte de los habitantes, la policía no puede contener las manifestaciones violentas. Aprovechando los problemas, un grupo de delincuentes asalta un banco, no sin problemas, pero su escape se ve frustrado por las fuerzas del orden. El líder de la banda debe hacerse cargo de su hermano herido en el enfrentamiento y lo lleva al Hotel Artemis. Este sitio de alojamiento es en realidad una clínica clandestina para criminales que puedan pagar su membresía, atendido por "Nurse" (Jodie Foster), y su camillero y seguridad "Everest" (Dave Bautista). Al herido ladrón se le da el nombre clave de "Waikiki" (Sterlink K. Brown) pero no es el único hospedado esta noche tan particular. Dentro también se encuentra "Nice" (Sofia Boutella), una muy efectiva asesina a sueldo, "Acapulco" (Charlie Day) un traficante de armas demasiado egocéntrico, y de emergencia llegarán "El Rey Lobo" (Jeff Goldblum) que es quien paga por todo el edificio, y su hijo Crosby Franklin (Zachary Quinto) que es una persona demasiado ansiosa.
Nuestra redactora Ayi Turzi le tiene una fobia muy particular a los spoilers: fue a ver Hotel de criminales sin tener la mínima idea de nada porque evita a más no poder trailers, teasers o imágenes filtradas. A veces se clava un bodriazo y a veces sale gratamente sorprendida. La película protagonizada por Jodie Foster y dirigida por el debutante Drew Pearce pertenece, por suerte, al segundo grupo. La propuesta parte de una premisa cuanto menos absurda: un hotel, con un enorme cartel de neón, en medio de una Ciudad de Los Ángeles entre futurista y apocalíptica, alberga criminales heridos. Claro que la ciudad está plagada de delincuentes y el mayor poder no lo ejerce el orden público, sino El Rey Lobo (Jeff Goldblung), el malo más malo a quien todos temen. La noche se desarrolla dentro de los parámetros de normalidad habituales: la enfermera (Jodie Foster) recibe y atiende heridos que no podrían concurrir a un hospital convencional porque serían detenidos, ayudada por Everest (Dave Bautista). El primer problema se desata cuando es la misma enfermera, defensora acérrima de las reglas del local que regentea, quien acepta atender a una policía, violando una de las normas principales y generando una primer fisura entre sus huéspedes: ningún hotel para criminales puede ser considerado seguro en esas condiciones. Mientras tanto, y hasta que se produce la llegada de Rey Lobo mismo, otras tramas se van desarrollando entre el resto de los visitantes, que son denominados con el nombre de la habitación donde se hospedan: Niza (Sofia Boutella), una despiadada asesina infiltrada cuya misión es eliminar a otro de los huéspedes, Acapulco (Charlie Day) el traficante insufrible que no ve la hora de irse y los hermanos Waikiki y Honolulu (Sterling K. Brown y Brian Tyree Henry), a quienes vemos en la escena inicial en un robo fallido a un banco. La principal fortaleza de la película es su originalidad y el modo en que trata la premisa sin que se convierta en “una bizarreada clase B”. Se plantea a si misma como una película de acción y sabe mantenerse en ese camino. Sí tiene cosas criticables, por supuesto. Al principio nos da la sensación que tarda en comenzar, nos abre algunas tramas o temáticas que o no son profundizadas o no aportan al conflicto general (entonces mejor obviarlas, ¿no es cierto?), y, si estamos acostumbrados al cine de Tarantino, podemos sentir que el final no explota lo suficiente. La otra gran virtud es el personaje protagónico. Una mujer que encuentra fortaleza en sus más grandes debilidades y se debe al prójimo sin cuestionarlo se distancia de las heroínas clásicas, cargándose la película al hombro y metiéndose al espectador en el bolsillo. Y qué lindo es verla de nuevo a Jodie Foster. Inoxidable. Con un desarrollo que puede ser cuestionado si la pensás mucho, secuencias de acción que sin ser originales tienen la fuerza necesaria para atraparte y una identidad visual que nos remite a muchas cosas sin remitirnos a ninguna en particular, Hotel de criminales se convierte en una excelente propuesta de entretenimiento. Vayan al cine sin expectativas y ámenla.