Vivir a través de la noche. Si en el periplo analítico nos guiáramos más por el background militante de Angelina Jolie y su labor filantrópica en Camboya que por su porfiar concreto como directora, caeríamos rápidamente en la preeminencia del primero por sobre el segundo y no podríamos ir más allá de formulaciones standards en torno a ese humanismo ascético y extremista que caracteriza a gran parte de la fauna hollywoodense de nuestros días. Por supuesto que este tipo de reducciones al campo de los chimentos y la levedad periodística serán las favoritas de la mayoría de la crítica “especializada” al momento de sopesar Inquebrantable (Unbroken, 2014), el segundo y misterioso trabajo como realizadora de la norteamericana, quizás una de las personalidades más importantes del mainstream de los últimos tiempos. El enigma en cuestión radica precisamente en cómo un guión firmado -en las distintas etapas de su escritura- por William Nicholson, Richard LaGravenese y los hermanos Joel y Ethan Coen terminó cargado de estereotipos, situaciones de manual, diálogos insípidos y un déficit general de dinamismo. A pesar de que Jolie corrigió muchos de los problemas dramáticos que aquejaban a su anterior opus, In the Land of Blood and Honey (2011), y que evidentemente le falta ganar experiencia detrás de cámaras, lo cierto es que tampoco ayudaron ni las temáticas elegidas (ayer el conflicto en los Balcanes durante la década del 90, hoy nada más y nada menos que la Segunda Guerra Mundial) ni la grandilocuencia discursiva del caso (las diatribas casi siempre chocan contra los inconvenientes formales). La primera media hora nos muestra las vicisitudes de la vida de Louis Zamperini (Jack O’Connell), un estadounidense hijo de inmigrantes italianos, atleta olímpico y parte de la tripulación de un bombardero que sobrevuela el Pacífico en años de la contienda bélica. Luego de estrellarse junto con sus compañeros en el océano remoto y de pasar más de mes y medio deshidratándose arriba de una balsa, es hallado por los japoneses y llevado a un campo de prisioneros gobernado por el brutal Mutsuhiro Watanabe (Takamasa Ishihara). El film en general ofrece poco desarrollo de personajes, dejando a su suerte a los actores, y se concentra en cambio en una progresión narrativa un tanto desapasionada que recorre la senda que va de la felicidad al martirio, o “del día a la noche” según el argot de la película. Indudablemente Jolie se siente más cómoda en la segunda mitad, cuando un Zamperini homologado a Jesús comienza a soportar una andanada de tormentos símil cine de terror y la moraleja termina de volcarse hacia la aceptación “purificadora” del dolor y el acto de perdonar a los enemigos. Contra todo pronóstico, la jugada del sadismo y la misericordia más tradicional le sale bastante bien a la directora y hasta consigue que nos olvidemos que recientemente contamos con propuestas superiores sobre el resistir en alta mar, léase Kon-Tiki (2012) y All Is Lost (2013), y en centros de detención, como por ejemplo Un Pasado Imborrable (The Railway Man, 2013). La imprevisibilidad de Jolie y su devenir errático constituyen su mayor encanto, sólo resta que ambos factores viabilicen obras eficaces…
Con algo de Carrozas de fuego o miles de películas de atletas olímpicos (sin ir más lejos, Foxcatcher), algo de Náufrago, o cualquier película de gente que sobrevive en el mar (Lost quizas?) y con mucho mucho más de films con prisioneros de guerra, (El gran escape de John Sturges o Feliz Navidad Mr.Lawrence del gran Nagisa Oshima o El imperio del Sol de Spielberg), Angelina Jolie, realiza su segundo largometraje como directora y cuenta nada menos que con los hnos Coen como guionistas. Un alegato ciertamente anacrónico del papel de los soldados en la 2da Guerra Mundial. basado en la novela de Laura Hillenbrand sobre Louie Zamperini un atleta olímpico que es enrolado en la aviación durante la Gran Guerra y termina siendo prisionero de uno de los campos de concentración más crueles del Japón. La película tiene 4 partes bien claras: en la primera une a a través de un flashback al joven Louie, integrante de una vertiginosa misión en un bombardeo aéreo, con los primeros pasos como corredor de Louie niño-adolescente; una segunda parte con Louie-soldado sometido a las vicisitudes de 45 días en el mar con dos compañeros despues de la falla de los motores del avión, y una tercera parte en dos campos de concentración de prisioneros norteamericanos en las afuera de Tokyo. Si bien lo argumentativo tiene que ver con la base literaria de la novela de Hillenbrand, lo espectacular forma parte del acervo cinemotográfico, sin dudas. Ahí no está el problema de Unbroken, con un diseño de personajes efectivo, una fotografía milimétrica y una puesta en escena a la que sin duda le ayuda mucho algo del digital y un relato que motiva a seguir las 2 horas 20 minutos que dura el film. El problema radica en lo ideológico: muchos de los films que Inquebrantable nos recuerda, plantean el tema del sometimiento de la autoridad sobre el prisionero como uno de los elementos de la perversión humana, como si en un contexto de encierro las relaciones dominador y dominado no pudieran escapar a ser lo que Jolie describe. Acá no hay guerra, hay hombres perversos y hombres que si se salvan se van a entregar a Dios, no hay política, hay locura humana, no hay Hiroshima ni Nagasaki hay muchos japones malvados haciendo que una fila de prisioneros (literalmente) le peguen a otro hasta desfigurarlo. En todo caso, interesante el ejercicio de ver una pelicula sobre la Guerra para la que no hay Historia (tal vez no la hay para Angelina Jolie, ni evidentemente para el libro en el que se basa), hay sólo criaturas sin ambigüedades ni contradicciones que someten a otras, que tampoco tienen contradicciones, ni menos ambigüedades. En ese sentido, lo único interesante es la elección de MIYAVI, cantante y compositor de rock japonés como el terrible y algo andrógino Watanabe, militar a cargo del campo, insistente persecutor de Louie, que le pone, además, cierto tono de homoerótica al asunto. Y algo mas: para películas de náufragos, 8 a la deriva, de Hitchcock, para películas con prisioneros de guerra: La Gran Ilusión, de Renoir, para Olimpiadas, Olympia, claro, de Leni Riefenshtal. Se estrena el 29 de enero en Buenos Aires
Inquebrantable es una pelicula con un buen guión, un buen trabajo de Angelina Jolie, una historia fuerte, sólidas actuaciones, pero sin la suficiente "alma" como para que el espectador quede encantado. La historia es dramática e impactante ya que es prácticamente imposible creer que este hombre y...
Sacrificio japonés Lo primero que debe decirse de este insípido y kilométrico canto al sacrificio a partir del dolor, dirigido por la caritativa Angelina Jolie, obedece en primer lugar al interrogante que sitúa a los prestigiosos hermanos Coen entre las firmas de un guión tan vacío y grandilocuente en diálogos y situaciones dramáticas que nunca encuentran un sentido siquiera estético para justificar tanto despliegue. Poco o nada importa haber tomado otra historia de guerra para destacar al héroe norteamericano de turno, léase en este caso recuperar y sacar del placard de los olvidados al ítalo americano Louis Zamperini (Jack O’Connell), atleta olímpico que en sus épocas de juventud se enroló en el ejército y participó activamente de la Segunda Guerra Mundial. La anécdota de Zamperini y el derrotero de peripecias y situaciones límite que tuvo que soportar no son más que las de haber sido capturado por los japoneses y junto a los otros prisioneros norteamericanos sometido a las duras tareas en los campos de detención, bajo las órdenes del despótico enemigo de ojos rasgados Mutsuhiro Watanabe (Takamasa Ishihara). Angelina Jolie en su calidad de directora no hace más que ceñirse y cumplir a rajatabla el esquema estético básico en la correspondencia de planos y en el apelativo constante del golpe bajo desde lo visual para lograr la empatía directa con el sufrimiento ajeno. El martirio, los golpes en ese cuerpo acabado pero que nunca termina por caer sintetizan conceptualmente la apuesta al humanismo y la voluntad que abriga el mensaje de Inquebrantable, título sumamente explícito para entender de qué se trata este film que por fortuna alcanzó menos nominaciones al Oscar de las que seguramente aspiraban sus productores y la propia Angelina Jolie.
La ley del más fuerte. En su segundo trabajo como directora, Angelina Jolie toma como su mayor guía y referente a Clint Eastwood (sin duda, uno de sus grandes maestros), dotando a su nueva película de un clasicismo y una sobriedad propias del octogenario director. En 2010, Eastwood se propuso con Invictus realizar una película deportiva, política y al mismo tiempo con un fuerte contenido social, que apelaba al perdón como alegato contra la violencia. Bueno, lo más reciente de Jolie en su faceta de directora se parece mucho a una de esas películas inclasificables de Clint. Con una historia nada fácil de contar, como la del atleta olímpico Louis Zamperini (quien tras sufrir un accidente aéreo cuando su bombardero se estrella en medio del Pacífico, queda a la deriva en el mar durante 47 días, y luego cae en manos de los japoneses para terminar en un campamento de prisioneros hasta finalizada la Guerra), la actriz de los labios más carnosos en Hollywood se anima a filmar una película sumamente masculina, con la potencia de Bigelow y el clasicismo eastwoodiano como sus principales aliados. Si la escena inicial de Invictus era vital para comprender lo que estábamos a punto de ver, es decir, cine clásico del mejor, el comienzo de Inquebrantable habla el mismo lenguaje. Luego de una gran secuencia de acción aérea en el bombardero de Louis y sus compañeros, se produce un flashback a lo Francotirador, en el que vemos al pequeño Zamperini en la Iglesia con su familia, que lo pinta de cuerpo entero: él está sentado pero moviendo los pies como si estuviese corriendo. Jolie, al igual que su protagonista, también fue testigo de varios horrores durante sus viajes como embajadora de la ONU y conoce de cerca el sufrimiento humano, que se ha convertido en el eje temático de su filmografía como directora desde su ópera prima, En la Tierra de Sangre y Miel. Aquí ese padecimiento se vuelve cada vez más intenso y opresivo hasta el punto en que resulta desesperante, poniendo a prueba los límites del personaje y del espectador. La directora va subiendo la apuesta, minuto a minuto, tomándose su tiempo para exponer todas y cada una de las humillaciones -físicas y psicológicas- a las que fue sometido Louis, prolongando el martirio de esa rutina que se vuelve más terrible con cada nuevo día. Pero la muerte nunca es vista como la salvación, sino todo lo contrario: el deseo de vivir es lo que le da al protagonista la fortaleza necesaria para soportar cualquier maltrato. El exceso de metraje se hace palpable en cuanto a la densidad que adquiere el relato, pero esto no afecta en ningún momento a la historia: cada segundo es necesario para trasmitir la emoción correspondiente, algo que no funcionaría si las escenas fueran más cortas. La belleza de la película se encuentra en la simpleza de su construcción y la economía de recursos que utiliza para narrar. Basada en la novela escrita por la periodista Laura Hillenbrand, la película podría haber caído fácilmente en la comodidad de las frases pretenciosas, golpes bajos y moralejas varias, pero eso jamás ocurre, porque como lo hizo Eastwood con Invictus, creando en Mandela un personaje “bigger tan life”, que no solo era real sino también muy ficcional, Jolie concibe a Zamperini como una suerte de Hércules moderno. La banda sonora a cargo de Alexander Desplat, que en El Código Enigma resultaba redundante, en este caso se potencia con la imagen y funciona como un halo de esperanza con ecos de John Williams, que nos impulsa a seguir adelante. Justamente Inquebrantable triunfa donde El Código Enigma naufragaba, desperdiciando su oportunidad de engrandecer una historia real a través de las infinitas posibilidades del cine. Jolie consigue algo más que trasladar a la pantalla grande una increíble historia de supervivencia, y es haber capturado el espíritu clásico del cine norteamericano de los ’40 en la grandeza de su protagonista y con el gran Eastwood como mentor. Nada más y nada menos.
Ecos del Pacífico lejano. Inquebrantable (Unbroken, 2014), la segunda película de Angelina Jolie como directora, es una adaptación de la biografía de Louis Zamperini, un conocido orador cristiano que ganó notoriedad en los Juegos Olímpicos de 1936 en Berlín y fue prisionero de guerra en Japón durante la Segunda Guerra Mundial. La adaptación del guión a cargo de Joel y Ethan Coen, entre otros, retoma las memorias de Zamperini, fallecido en el 2014, poco después de la aparición de la biografía escrita por Laura Hillenbrand titulada Unbroken: A World War II Story of Survival, Resilience and Redemption. La película de Jolie busca recorrer tres momentos decisivos que forjaron la vida del corredor olímpico. Cronológicamente, el guión narra la formación de Zamperini como corredor y su calificación a los Juegos Olímpicos de Berlín, donde batió un record de tiempo en la última vuelta de la carrera de 5000 metros, lo cual le valió una felicitación de Hitler. La segunda parte relata la odisea que padeció en altamar con los sobrevivientes de un bombardero que se estrelló en el Océano Pacífico en una misión de rescate. La última parte se centra en la captura del soldado y su cautiverio en los campos de prisioneros dirigidos por el salvaje y cruel sargento japonés Mutsuhiro Watanabe. Con una estética clasicista que toma inspiración en El Imperio del Sol (Empire of the Sun, 1987), la historia de J.G. Ballard dirigida por Steven Spielberg, Furyo (Merry Christmas Mr. Lawrence, 1983), la memorable película dirigida por Nagisa Ôshima, y la reciente Un Pasado Imborrable (The Railway Man, 2013), Inquebrantable busca convertir a Zamperini en un símbolo de valor, integridad y resistencia en una época de desconfianza, agotamiento y anemia social. La finalidad de la película de elevar a Zamperini al rango de héroe y la consiguiente necesidad de contraponerle un villano ejemplar, en lugar de indagar en el choque de culturas que representó la lucha por el control del Pacífico durante la Segunda Guerra Mundial, es un desacierto en función del cual Inquebrantable demuestra un gran falta de sensibilidad que la lleva a diluir la complejidad de la historia en una serie de castigos sádicos que no logran comprender la intensidad del nacionalismo japonés, la impotencia ante la derrota y las secuelas psicológicas de la misma para la reconstrucción de Japón como pueblo soberano. Si al comienzo el film de Jolie promete una historia de vida ejemplar, la idea se va diluyendo durante la supervivencia en la balsa a la deriva en el océano, por la intención ideológica de plantear ese momento como la base del inicio de la fe cristiana del protagonista, y pierde absolutamente el rumbo durante su cautiverio en Japón. Desgraciadamente, Inquebrantable ni siquiera se acerca a obras como la trilogía de La Condición Humana (Ningen No Jôken, 1959), de Masaki Kobayashi, ni a Furyo, que trabajan exitosamente la complejidad de las relaciones en los campos de prisioneros sobre las que reflexionó extraordinariamente Jorge Luis Borges en su cuento Deutsches Requiem, publicado en El Aleph en 1949. Los logros estéticos y la excelente fotografía quedan en un segundo plano ante el maniqueísmo de Jolie, al cual no sabe dar forma, a diferencia de la extraordinaria Francotirador (American Sniper, 2014), de Clint Eastwood. En este caso, la rígida categorización y las ideas erróneas sobre la condición humana piden a gritos un cuestionamiento más complejo de las ideologías, el nacionalismo, la guerra y las relaciones sociales que el que Inquebrantable ofrece sin siquiera atreverse a mirar realmente al mal a los ojos.
Duro de torturar En una temporada de premios en la cual el biopic -o la película basada en hechos reales, como prefieran- parece ser el formato que garantiza el mayor porcentaje de galardones y reconocimientos, no resulta extraño encontrarnos con una producción como Inquebrantable (Unbroken, 2014), lo último de Angelina Jolie en su relativamente nuevo rol de directora. El film cuenta la historia verídica de Louis Zamperini (interpretado por el joven Jack O’Connell), atleta italo-americano quien compitió en las Olimpíadas de Berlín 1936 y combatió en la Segunda Guerra Mundial. Durante la contienda, el bombardero que tripulaba cayó al oceano y naufragó durante semanas hasta ser rescatado por el ejército japonés, que lo convirtió en prisionero de guerra hasta la finalización del conflicto bélico. La película de Jolie desarticula la línea de tiempo en la primera mitad del film mostrándonos los inicios de Zamperini en su cuidad natal de Torrance, California; y alterna esa época con su tiempo como soldado. Esta sea tal vez la mejor mitad de las dos -que conforman en total un relato de largos 137 minutos- en la cual se recontruye con detalle los Estados Unidos de principios de la década de 1930 y la forma en que los inmigrantes cumplieron un rol fundamental en la conformación social del país (vale recordar que los padres de Zamperini eran italianos). La segunda mitad del film narra con un detallismo algo tedioso tanto el naufragio como el emprisionamiento del ex-atleta olímpico, al extremo de darnos la sensación de volverse redundante y extremadamente sádico al momento de retratar las miserias que atraviesa el buen hombre a manos del ejército japonés. Conforme nos acercamos al final se hace cada vez más perceptible una bajada de línea con tintes religioso-patrióticos, Jolie nos pinta de pies a cabeza a un Zamperini siempre dispuesto a soportar el arduo castigo físico y mental de sus captores como forma de sacrificio por su país y por la conservación de la integridad de su alma. Se torna inevitable asociarlo a todas las penurias que atraviesa Jesús en la biblia. Patria y religión: promediando el film, Zamperini le ruega a Dios que lo salve a cambio de dedicar su vida a promover su palabra. Si bien todo esto es verídico y el verdadero Louis Zamperini se convirtió efectivamente en un hombre religioso después de la guerra, en el film toda esta reafirmación de fe se vuelve un tanto densa a medida que las analogías con el hijo de Dios comienzan a acumularse. Si lo pensamos en terminos de reconocimientos, el film está nominado a tres premios de la Academia: mejor fotografía, mejor edición de sonido y mejor mezcla de sonido. Rubros técnicos que suelen ser denominados categorías "menores", ya que causan menos repercusión en las premiaciones en comparación con -por ejemplo- las categorías de mejor película, mejor guión, actor, etc. A tono con las nominaciones obtenidas, la película de Jolie se destaca finalmente por su fotografía y el alto nivel de una producción que recrea el escenario de la Segunda Guerra Mundial de forma impecable. Pero esto no alcanza para contrarrestar una dirección que por momentos parece tomar demasiados elementos prestados del cine de Clint Eastwood sin proponer un desarrollo acorde para los personajes, que son el corazón de esta historia enorme y se perciben algo desaprovechados, resultan bastante chatos y bidimensionales a fin de cuentas. Para la próxima Angelina debería pensar en menos sadismo oscarizable y más desarrollo de personajes, los premios vendrán solos.
El perdón antes que la venganza Angelina Jolie se coloca detrás de cámara y cuenta la vida de Louis Zamperini, el atleta que participó de los Juegos Olímpicos en 1936 y luchó contra los japoneses en la Segunda guerra Mundial. Con una visión clásica del relato bélico, Angelina Jolie se coloca detrás de cámara -antes lo hizo en In the Land of Blood and Honey -2011- para contar la vida de Louis Zamperini, el atleta que participó de los Juegos Olímpicos en 1936 y se alistó en el Ejército para luchar contra los japoneses en la Segunda Guerra Mundial. Y, en ese sentido, el homenaje fílmico coincidió con la muerte del verdadero protagonista ocurrida el año pasado. La odisea de Zamperini, bien encarnado en la ficción por Jack O'Connell, comienza con el personaje en plena batalla y al frente del bombardero que se estrelló en el Pacífico y lo dejó varado en medio del océano junto a dos compañeros durante más de cincuenta días. La directora recurre al flashback para alternar los orígenes del personaje en una familia humilde italiana, su crianza en la calle y su aplaudida victoria deportiva. Zamperini fue rescatado del mar, capturado luego por los japoneses y sometido a brutales palizas en manos del capitán Watanabe -Takamasa Ishihara- en un campo de concentración en Tokyo. A pesar de su extrema experiencia, Louis mostró una fortaleza pocas veces vista en una batalla personal contra el enemigo y dentro de un contexto general de horror. A la primer parte que transcurre en el océano, donde los tres sobrevivientes están sin comida, sufriendo las inclemencias del tiempo y el acecho de tiburones, se pasa a un segundo tramo ambientado en el campo enemigo. La cámara de Jolie no ahorra escenas de maltrato ni violencia para mostrar la monstruosidad de la guerra. Todo lo que se cuenta en Inquebrantable ya lo hemos presenciado en algún relato similar. A la esperada respuesta de venganza por parte del personaje central aparece el perdón y una vida que el mismo Zamperini prometió dedicar a Dios si salía vivo de esa tremenda experiencia. Las escenas aéreas están logradas gracias a la ayuda del CGI, pero Jolie estira la intriga más de lo necesario en un relato que excede las dos horas y no disimula su planteamiento maniqueo. El film llega a un desenlace en el que se muestra al verdadero Zamperini en este retrato crudo sobre lo que dejó la Segunda Guerra Mundial y contado ahora bajo el prisma de una actriz popular.
En una época donde los filmes se centran en historias reales, la de Louis Zamperini resulta más que atractiva. Corredor olímpico enrolado en la guerra, su avión cae y él junto a un compañeros sobrevive en una balsa durante 47 días. Luego es rescatado por los japoneses y termina en un campo de concentración cerca de Tokio hasta el final de la guerra. Angelina Jolie como productora y directora toma esta historia, resuelve bien escenas de ataques difíciles pero le imprime a su film un tono a la vieja usanza donde los héroes son impolutos y los villanos malditos sin atenuantes. Un poco larga aunque entretiene
Nacido para sufrir Este filme está basado en la vida de Louis Zamperini, un hombre con un gran espíritu, que atravesó toda clase de sufrimientos, y que como muestra la película, por momentos parecen demasiados para una sola persona. Louis Zamperini (Jack 0´Connell) era hijo de inmigrantes italianos, a su familia no le resultó fácil adaptarse a su nueva tierra, y el pequeño Louis le daba mucho trabajo a sus padres, siempre metiéndose en problemas. Hasta que su hermano mayor, para encaminarlo, decide ingresarlo en el equipo de carreras del colegio. A partir de allí el antes revoltoso joven, conoce la disciplina y el esfuerzo, y es tan bueno corriendo que participa en las Olimpíadas de 1936. Con la llegada de la segunda guerra mundial, el entonces atleta olímpico se ve convertido en soldado, y es allí donde comienzan todos sus suplicios. Siempre de buen humor, y tratando de ver el lado positivo de las cosas, Louis se convierte en un eficiente soldado, hasta que en una complicada misión su bombardero cae al pacífico, y él junto a otros dos sobrevivientes quedan flotando a la deriva en el océano durante más de treinta días. Como si eso fuera poco, son "rescatados" por un barco japonés, y es llevado de un campo de prisioneros a otro, hasta el fin de la guerra; así fue como durante más de un año fue sometido a torturas y humillaciones varias que soportó con estoicismo y fe, y un inquebrantable espíritu. La primera escena de la película es realmente atrapante cuando vemos un bombardeo filmado desde adentro del avión, y todas las complicadas tareas que llevan a cabo sus tripulantes. Lo que al comienzo parece una interesante película de guerra, se transforma pronto y a traves de flashbacks en la historia personal de uno de los tripulantes, y como durante su vida a logrado forjar ese temple fuerte que luego lo ayudó a sobrevivir. Técnicamente la película es impecable, se puede hallar un estilo Eastwood al ver la prolijidad con la que está filmada, pero como le sucede a muchas historias visualmente grandiosas, la película carece de alma, o de un sello propio que la haga diferente a otras de su mismo género. Los paisajes, las complicadas tomas, y una extraordinaria reproducción de época, no evitan que la historia de más de dos horas de duración resulte densa, larga, y por momentos un tanto redundante, como si nos mostrara todo fotográficamente, sin tener ningún mensaje más profundo. La historia vale la pena por la belleza de sus imágenes, incluso hasta algunas imágenes llenas de crueldad son estéticamente admirables. Jack O´Connell construye una buena interpretación, al igual que el resto del elenco, sin que nadie brille demasiado y atravesando unos cuantos clichés en sus actuaciones. El texto al final de la historia nos aclara que el protagonista eligió el perdón para superar el dolor vivido esos años, y que pese a todo siguió adelante y eligió servir a Dios. A pesar de tantas escenas tortuosas y detalladamente filmadas, fue necesaria esa aclaración, porque no pudimos ver nada, más allá de las imágenes.
La vida larga, compleja y llena de acontecimientos de Louis Zamperini daba, claramente, para varios tipos de películas o hasta para una miniserie. Tiene sentido, usualmente, tratar ese tipo de vidas extensas y con muchas idas y vueltas, tomando algún tipo de decisión narrativa drástica. Y en INQUEBRANTABLE, la directora Angelina Jolie y su prestigioso y heterogéneo grupo de guionistas (los hermanos Coen, Richard LaGravenese y William Nicholson, nada menos) intentaron hacer algo así. Uno de los problemas de la película es que tal vez no hayan sido lo suficientemente profundos o radicales al respecto. Y el otro es que decidieron limitar –o reducir– la vida de Zamperini a lo que uno podría definir como una larga sesión de torturas y sacrificios que se extienden durante gran parte de las más de dos horas que dura el filme. unbroken-movie-angelina-jolieAngelina Jolie ya ha demostrado que puede hacerse cargo de este tipo de grandes producciones: es una realizadora prolija que se junta con notables colaboradores y brinda películas en las que su costado “embajadora de causas nobles” van por encima de sus capacidades narrativas o sus intentos de otorgar profundidad o complejidad a sus personajes. La vida de Zamperini tiene distintos ejes desde donde abordarla –y no hay duda que la forma en la que soportó constantes torturas durante su detención en un campo de prisioneros es una de ellas y muy importante– pero dramáticamente se vuelve monótona y repetitiva, y uno se queda con la sensación de que es más lo que se pierde que lo que se gana en ese recorte. Con algunos flashbacks, la película se organiza con tres tramos importantes. El primero tiene que ver con la infancia de Zamperini, su habilidad como corredor y sus primeros triunfos que le dieron la posibilidad de correr en los Juegos Olímpicos. Ahí parece haber una película rica en personajes (los familiares, los rivales, el hecho que los Juegos hayan sido en Berlín), pero el asunto se abandona rápidamente, a la media hora de película. unbrokenLa segunda parte tiene lugar ya en plena Segunda Guerra y se extiende durante otra media hora con ciertas reminiscencias a ALL IS LOST o LA VIDA DE PI. Allí vemos a Zamperini tratando de sobrevivir en una balsa en el Pacífico tras un accidente aéreo que mató a casi todos sus compañeros de vuelo a lo largo de lo que fue más de un mes, soportando lo que sería su primera serie de fatalidades: sin comida, con el sol quemando, sin nadie que los rescate y sobreviviendo a tormentas, en un segmento que también empieza a volverse monótono en su extensión y repetitividad. Pero los problemas allí recién empezaban ya que Zamperini terminaría siendo rescatado y tomado prisionero por el ejército japonés, en lo que constituirá el resto de la película, más de la mitad. Por motivos que no quedan del todo claros –se sugiere algún tipo de atracción homosexual– el comandante japonés del campo de prisioneros “lo toma de punto” y se dedica a someterlo a todo tipo de torturas, esfuerzos sobrehumanos y sacrificios. No queda claro si el resto de los prisioneros la sacaban barata o no. El filme solo los muestra como testigos y hasta causantes de sus dolores y pesares. unbroken-movie-jack-oconnellNo hay en toda esta etapa intentos de mostrar la relación entre los soldados ni complejizar un poco el panorama de lo que allí está sucediendo. Jolie quiere hacer una suerte de Cristo de su personaje y lo pone, una y otra vez, bajo el látigo perverso de su némesis japonés, casi como regodeándose en las distintas formas de humillación que el hombre elige para Louis. NOTA: Para los que no conocen nada de la vida real de Zamperini lo que sigue puede ser considerado SPOILER: están avisados. Se sabe que Zamperini, que murió muy poco antes del estreno de la película, a los 97 años, tuvo toda otra etapa en la que se dedicó a luchar por la paz y jamás buscó venganza alguna, más de 60 años de su vida dedicados a reparar lazos. Esa otra etapa –interesante de analizar a la luz de lo que tuvo que soportar– solo está rápidamente referenciada sobre el final y no se la explora en lo más mínimo. FIN DEL SPOILER Insisto: no soy de los que creen que las películas biográficas deban recorrer las vidas de las personas que retratan de principio a fin (el caso de SELMA, sobre Martin Luther King, o de LINCOLN, de Spielberg, son claros ejemplos de como armar una biografía a partir de un momento especialmente dramático en la vida de los protagonistas), pero el problema aquí es que Jolie y sus guionistas eligieron un momento que narrativa y dramáticamente es reiterativo y hasta molesto, en esa manera en la que solo la tortura bien filmada (el desangrarse ante una bella puesta de sol, digamos) puede serlo. Es probable que en algún punto de su carrera Jolie descubra que el cine requiere de otros ejes dramáticos que la puesta en escena de un caso “ejemplar”. En INQUEBRANTABLE no llegamos nunca a conocer del todo bien a Zamperini, más allá de haber pasado dos horas y pico con él. Sí, corría rápido. Sí, tenía una capacidad de soportar la presión y la tortura admirables. Sí, era muy creyente. Pero más allá de eso es una estampita, un ángel, un misterio que la película no logra atravesar.
Sólida, pero algo estereotipada. Una vida de película. La frase hecha, el lugar común tantas veces utilizado de manera recurrente y exagerada, le calza a la perfección a la épica de Louis Zamperini (Jack O'Connell), corredor olímpico devenido integrante de la fuerza aérea estadounidense en la Segunda Guerra Mundial, período en el que pasó 47 días perdido en el mar a bordo de una balsa y luego dos años en condiciones infrahumanas en un campo de detención de los japoneses. Una historia extraordinaria narrada de forma bastante ordinaria (aunque con algunos méritos que deben reconocérsele) por Angelina Jolie. En su nueva incursión detrás de cámara, la diva hollywoodense propone tres películas en una y tamaña ambición hace que los 137 minutos se sientan tanto como el cansancio que sufre el protagonista en su faceta inicial de corredor, la sed y el hambre que nublan al náufrago en la segunda parte y el dolor que aqueja al torturado prisionero de guerra en el extenuante último episodio. Es cierto que Jolie apuesta en líneas generales por la contención (hay, sí, algunas frases "célebres" y algunos momentos donde cede a la tentación de subrayar el heroísmo y la nobleza "inquebrantable" de Zamperini), pero así y todo cuesta entender cómo escritores de la talla de los hermanos Coen, Richard LaGravenese (autor de Pescador de ilusiones) y William Nicholson (Gladiador) pudieron entregarle a Jolie un guión tan elemental, que arranca con estereotipos sobre la comunidad ítalo-norteamericana, remeda luego a Una aventura extraordinaria, de Ang Lee, y cierra con un regreso al rigor y el sadismo de los militares japoneses. Con el aporte de técnicos de primer nivel, como el extraordinario fotógrafo Roger Deakins, Jolie construye una película sólida y digna, es cierto, pero no demasiado atrapante. De todas maneras, su indudable oficio y el éxito comercial conseguido en los Estados Unidos le auguran un promisorio futuro también en la silla de directora. Delante de cámara, se sabe, ya lo tiene asegurado desde hace rato.
ANGELINA JOLIE dirige con firmesa esta historia de superación personal, un drama bélico tan emotivo como contundente. Con una narración clásica, la cinta cuenta con momentos de plena acción, secuencias de hondo dramatismo y una reconstrucción de época a la altura de las grandes superproducciones de Hollywood. Además, no hay abuso de efectos visuales, todo lo contrario, los mismos están al servicio de la historia, una historia con peso propio que tiene otro punto fuerte en la actuación de JACK O' CONNELL, un actor que se entrega física y mentalmente al papel de su vida. ¡Imperdible!
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Continúa la invasión de biografías en la cartelera de cine. Esta semana llega a las salas la historia de Louis Zamperini, un atleta norteamericano que participó en los Juegos Olímpicos de Berlín en 1936. Años después, cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, el deportista se incorporó en el ejército y el 27 de mayo de 1943 el avión de combate que lo transportaba se estrelló en el Océano Pacífico. Zamperini logró sobrevivir 47 días en una balsa hasta que fue capturado por los soldados japoneses. Durante el tiempo en que estuvo detenido en un campo de prisioneros, el atleta sufrió toda clase de torturas y abusos. Su historia de superación personal es muy conmovedora y se hizo popular a nivel internacional con su libro de memorias, "Inquebrantable", publicado en el 2010. La película que adapta esta historia es el segundo trabajo como realizadora de Angelina Jolie, quien presenta una enorme evolución como narradora luego de su soporífera ópera prima, In the Blood of Land and Honey (2011). Un film que no pasó por los cines locales y desarrollaba una historia de amor en el marco de la Guerra de Bosnia. En Inquebrantable se puede percibir cierta influencia del cine de Clint Eastwood, quien dirigió a Jolie hace unos años en El sustituto. La película abre con una fabulosa secuencia de acción, que tiene lugar en la Segunda Guerra Mundial, y está impecablemente realizada. En su rol de directora Angelina supo crear la atmósfera adecuada de tensión y suspenso para capturar la atención del espectador desde la primeras escenas. Algo que consigue perfectamente ya que el film luego se vuelve muy interesante por la odisea que vivió Louis Zamperini. Desde los aspectos técnicos Inquebrantable sobresale también por la fotografía de Roger Deakins, clásico colaborador de los hermanos Coen, quienes fueron guionistas de esta producción. Su nominación al Oscar por esta labor está más que merecida. El rol principal quedó a cargo de Jack O´Connell un actor que no era muy conocido y había aparecido en la primera entrega de 300, de Zack Snyder. Una curiosa elección de la directora. En este film se destaca por su interpretación y seguramente en adelante lo veremos más seguido en papeles protagónicos. Angelina Jolie hizo un gran trabajo en retratar el infierno que vivió Zamperini, pero cuando la película termina uno tiene la sensación que narró una historia incompleta y dejó afuera uno de los aspectos más importantes de este relato. En esta cuestión también tuvieron una gran responsabilidad los hermanos Coen como guionistas. Inquebrantable se enfoca demasiado en la violencia y el sadismo de las torturas que vivió el soldado norteamericano con algunos momentos que parecen inspirados por La pasión de Cristo, de Mel Gibson. Ahora bien, la historia de Zamperini no fue importante por la cantidad de golpes que recibió sino por el espíritu que tuvo para superar todos esos tormentos en los años posteriores. Su experiencia es inspiradora por la manera en que logró salir adelante en la vida y esta cuestión quedó completamente ausente en la película de Jolie. Ese es un gran punto débil que tiene en mi opinión esta producción. Durante los créditos finales se explica en varios textos los hechos que vivió Zamperini luego de la guerra pero el film nunca llega a cubrir esos temas que fueron muy importantes en esta biografía. Si bien Inquebrantable tiene sus méritos artísticos no consiguió hacerle justicia a una interesante historia de vida que va más allá de los tormentos que sufrió el protagonista.
De no ser porque es dolorosamente cierta, la historia real de Louis Zamperini es demasiado fantástica como para ser verdad. El corredor olímpico devenido en soldado en la Segunda Guerra Mundial y prisionero de guerra en un campo japonés es el foco para el segundo largometraje como directora de Angelina Jolie, quien tiene tantos aciertos como desventajas en esta odisea humana. Para comenzar, vale decir que Jolie reunió a un equipo muy sólido de colaboradores, entre los que se encuentran los hermanos Ethan y Joel Coen trabajando en el guión junto a Richard LaGravenese y William Nicholson, el director de fotografía Roger Deakins y el compositor Alexandre Desplat entre otros, pedigree necesario para llevar adelante esta historia de vida tan particular. Como eje principal en lo narrativo, la elección de la joven estrella en alza Jack O'Connell valida mucho el corazón emotivo del film, donde él interpreta con mucho tino al muchacho italoamericano que se las vio negras desde su infancia pero supo salir adelante gracias a su espíritu "inquebrantable". La primera mitad de la extendida película -un poco más de dos horas de duración- es el tramo sólido del film de Jolie, donde se cuenta la historia de vida de Zamperini y se lo ve marchar a la guerra. Hay grandes momentos en esta primera parte, desde la impresionante secuencia aérea hasta la caída y posterior vida náufraga de Louis y sus compañeros, donde se ve muy claro de qué está hecho el muchacho, levantando la moral del grupo allí donde sólo había agua y más agua en el horizonte. Desde el guión, estas escenas comportan los momentos más placenteros de la propuesta, los más emotivos y sugerentes, donde la acción está bien milimetrada y hay un sentimiento in crescendo de los pesares de los náufragos. Una vez que la situación pasa de Guatemala a Guatepeor es donde Unbroken se torna repetitiva y recurre al golpe bajo que previamente se evitó con tanto esmero. Al entrar al campo de prisioneros y ser recibidos por un contenido pero déspota cabo Watanabe, el Pájaro, quien desde el primer momento toma al protagonista de punto, es donde el tono del film se pone solemne y por demás repetitivo. Louis tiene que soportar una vejación tras otra, una más pesada que la otra, y parece no librarse nunca de su mala suerte. Como Watanabe, la estrella pop japonesa Miyavi tiene una buena conexión con O'Connell, aunque como nunca se explica fehacientemente qué es lo que hace que el japones odie tanto al americano -¿será su valor y esperanza ante tanto desasosiego?- lo cierto es que el espectador la tiene fácil para odiarlo y nunca lo puede considerar un personaje tridimensional y fragmentado. El americano es bueno, el japonés es un malo malísimo. Unbroken es una película completamente inspiracional y se torna lentísima cuando quiere llegar al corazón del espectador a toda costa, arrojando en el camino del protagonista un obstáculo tras otro para salir de la carrera airoso y con la cabeza bien alta. El relato de supervivencia funciona de maravillas hasta el rescate de los náufragos, donde el ritmo decae bastante. Por fortuna, el talento estelar de Jack O'Connell brilla y realza lo que podría haber sido un caos fílmico total.
Soy fuerte y puedo resistir. El filme basado en la vida de un atleta olímpico tiene mejor las escenas de acción que las dramáticas. Todo está en los títulos, apenas arrancado el filme. "Inquebrantable", dice. Y agrega "Esto es un historia real": ya sabemos entonces que al protagonista será difícil quebrarlo, y si está basado en un caso verídico, el heroísmo estará a prueba de balas. Y de torturas. Y de tiburones. Y de japoneses. Inquebrantable narra la vida de Louis Zamperini, hijo de inmigrantes italianos, atleta olímpico, bombardero en la Segunda Guerra Mundial, a quien, según nos cuenta Angelina Jolie en su rol de directora, su hermano mayor Pete lo salva de un futuro nefasto. Es que Louis era entre pícaro y delincuente, pero su hermano lo anota en el equipo de atletismo del colegio. Y de ahí a las Olimpíadas y a pelear en la Segunda Guerra Mundial hay un paso. O dos tomas. Lo que sigue es el relato de las penurias del templado Louis, primero sobreviviendo en una balsa tras sufrir un accidente con su avión, en medio del océano, y luego la captura de las fuerzas niponas. Mejor le iba en la balsa. Aquí los buenos son buenísimos y los malos, malísimos. Pero no hay comparación entre los niños estadounidenses que le pegan de chico y le dicen "sucio" y "comepasta" con el cabo Watanabe. Y si fuera cierto que "Un momento de dolor vale una vida de gloria", como lo despide Pete antes de participar en los Juegos Olímpicos de Berlín, Zamperini sería como un gato por la cantidad de vidas. O tres, o mejor, cuatro. Otra frase que le acuña Pete, también combatiente, y que Louie atesora en su cerebro es "Si puedo aguantar, puedo ganar". Pero más que un libro de autoayuda, Inquebrantable es una historia de superación, de supervivencia, y también es una película de guerra. Pero como en dos estrenos recientes, Corazones de hierro y Francotirador, la mirada nunca está puesta en la sinrazón de la guerra. No importa cómo comenzó, por qué pelean ni nada de eso. Hay que eliminar al enemigo. La cuestión, sí, es cómo. Causa extrañeza cómo Jolie que es embajadora humanitaria de las Naciones Unidas, muestra tanta brutalidad -la película es decididamente fuerte-. También es una incógnita cómo trabajaron en el guión a ¿ocho manos? los hermanos Joel y Ethan Coen con Richard LaGravanese (Los puentes de Madison) y William Nicholson (Gladiador y Los Miserables) . Lo cierto es que Jolie le pone más garra a las escenas de acción que a las dramáticas, que tienen sus clisés. Mientras Jack O'Connell le presta su físico a su en más de un sentido torturado personaje, la fotografía de Roger Deakins es de lo mejor que ha hecho el asiduo iluminador de los Coen, que alcanza su docena de nominaciones al Oscar con este filme, con el que probablemente ganará el 22 de febrero.
La semana pasada me dediqué a defender a Francotirador ante las críticas ideológicas recibidas, quizás poniendo equivocadamente el acento en algo que en un principio debería ser secundario. Pero ya se sabe que la ética y la estética están íntimamente ligadas y esto queda de manifiesto -una vez más- con uno de los estrenos de esta semana que parece dialogar con la película de Clint Eastwood: se trata de Inquebrantable, dirigida por Angelina Jolie. La película de Angelina cuenta también la historia real de un veterano de guerra (no voy a usar la palabra héroe todavía). Se trata de Louis Zamperini, un atleta que participó de los 5 mil metros llanos en las Olimpíadas de Berlín de 1936 y después fue bombardero en la Segunda Guerra Mundial y prisionero de guerra en un campo japonés, en donde fue torturado por el salvaje Mutsuhiro Watanabe a pesar de lo cual no cedió a traicionar a su país (de ahí el “inquebrantable” del título). En primer lugar hay que decir que Angelina Jolie tiene cierto talento para contar una historia. Me veo tentado a decir que se rodea de los mejores técnicos de Hollywood -su DF es nada menos que Roger Deakins, colaborador habitual de los hermanos Coen y nominado doce veces al Oscar, por esta película incluída- pero sería un comentario prejuicioso y hasta cierto punto machista: quizás es talentosa, por qué no. El problema con Inquebrantable es que el todo es mucho menos que la suma de sus partes. Tiene grandes momentos: la carrera en la que Zamperini termina octavo pero bate un récord en la última vuelta, el combate aéreo de la primera escena, toda la secuencia en la que Zamperini y dos compañeros sobreviven a la deriva en un bote en medio del Pacífico y algún otro. Pero el resultado final no deja de ser chato y poco emocionante. Acá es donde entra en juego la honestidad del narrador y donde resulta interesante compararla con Francotirador. Hay que tratar de ver más allá de que Clint Eastwood sea republicano y Angelina Jolie adopte nenes camboyanos y evaluar sus películas. La clave es esta: Eastwood es honesto con su narración y en consecuencia Chris Kyle no queda como un héroe; Angelina no es honesta precisamente porque quiere convertir a Zamperini en un héroe y para eso tiene que evadir algunas cosas. Acá hay que ver hasta dónde influyeron los guionistas, que fueron los popios hermanos Coen, Richard LaGravenese (el de El pescador de ilusiones) y William Nicholson (de Gladiador). Chris Kyle es un francotirador que mata desde lejos pero vemos a sus víctimas, entre las que hay mujeres y niños. Zamperini es un bombardero: también mata desde lejos, desde más lejos todavía, pero a sus víctimas nunca las vemos. Eastwood nos muestra y nos cuenta el descenso a los infiernos de su protagonista en su vida civil, Angelina en cambio elige no mostrar la vida civil de posguerra de Zamperini. Y el epílogo de ambas películas es parecido: imágenes reales de archivo. Pero las de Francotirador son amargas y las de Inquebrantable, esperanzadoras. Con esto no estoy diciendo que en el fondo Angelina Jolie sea más nacionalista que Clint Eastwood, sino que Eastwood es más inteligente y consecuente -¿talentoso?- y por lo tanto, al no escamotear las polémicas y claroscuros, deja como resultado una película más honesta y, al fin, más interesante. Y por contraste Inquebrantable resulta, precisamente por su miedo a entrar en zonas más complejas, un espectáculo hueco y carente de toda nobleza.
Típica biopic con destino a los Oscar Basada en los momentos más dolorosos en la vida de Louis Zamperini, atleta olímpico y prisionero de guerra del ejército japonés, la película termina siendo otro retrato bombástico del triunfo de una voluntad por sobre las adversidades y las propias limitaciones. Se declara oficialmente abierta la temporada de films biográficos oscarizados. Basada en lo que sin dudas fueron los momentos más angustiantes, dolorosos y cinematográficos en la vida de Louis Zamperini, atleta olímpico italoamericano y prisionero de guerra del ejército japonés, Inquebrantable es una suerte de combo o menú por pasos: tres películas por el precio de una, cada una de ellas menos atractiva que la anterior. Partiendo de un guión escrito, revisado y reescrito por ocho manos –los hermanos Coen, el director y guionista Richard LaGravanese y William Nicholson–, el segundo largometraje de Angelina Jolie detrás de las cámaras lanza su primer anzuelo con una excitante escena bélica aérea a bordo de uno de esos pesados bombarderos de la Segunda Guerra, en el preciso momento en que Zamperini y sus compañeros son atacados por una jauría de cazas enemigos. La crisis es utilizada como excusa para los consabidos flashbacks a la infancia y juventud del protagonista (interpretado con aplomo por el británico Jack O’Connell), escenas que cristalizan algunos de los slogans que lo guiarán durante el resto del relato; y junto con él, de las narices, al espectador.Otro de esos recuerdos ante el peligro de muerte recrea su performance en la famosa carrera de los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936. Pero el film no incluye el apretón de manos a Hitler relatado por el Zamperini de carne y hueso en más de una ocasión, una imagen que la presencia de las esvásticas en el estadio y el saludo de un atleta nipón –garantía de ironía por lo que no tardará en suceder en el mundo y en su vida– hubieran transformado en redundante, más allá de su pertinencia histórica o interés anecdótico. El segundo plato de Inquebrantable reconvierte la historia en un film de náufragos: junto a otros soldados, Zamperini pasó 47 días a bordo de una balsa inflable, sin comida ni agua, a merced de las inclemencias del clima, los tiburones y la posibilidad de la desintegración psicológica. Jolie cumple aquí con las exigencias mínimas de suspenso y drama que el relato requiere, y hay varios momentos en los cuales logra transmitir con intensidad el sentimiento de zozobra y desesperanza.Lo que sigue, el segmento más extenso de la película, retrata el calvario del protagonista en los campos de detención japoneses, una extensa sucesión de humillaciones y torturas nunca demasiado explícitas, pergeñadas para reforzar el temple de acero de Zamperini. La relación entre éste y el sádico sargento Watanabe (la estrella del J-Rock Miyavi), más allá de las anécdotas reales en las cuales está basada, resulta un desvaído remedo del vínculo entre Celliers y Yonoi en el gran film de Nagisa Oshima, Feliz Navidad, Mr. Lawrence, que indudablemente fue utilizado como fuente de inspiración por Jolie. Más allá del notorio amaneramiento de Watanabe, no es posible inferir aquí algún vértice de atracción erótica, y cualquier atisbo de complejidad en el duelo psicológico entre uno y otro es eclipsado completamente por el tono heroico del martirio del protagonista, que llega a ser comparado, sin sutilezas, con el de Jesucristo. Cine algo avejentado –que no es lo mismo que cine a la vieja usanza–, Inquebrantable es otro retrato estatuario y bombástico del triunfo de una voluntad por sobre las adversidades del mundo y las propias limitaciones. En otras palabras, una típica biopic oscarizable.
Los 400 golpes Es muy común, entre críticos, que a veces se confunda la opinión sobre una obra con el deseo del firmante de la nota que la película se hubiese narrado como él/ella lo hubiese así deseado. Y es muy curioso que con Inquebrantable, gran parte de la crítica no se muestra satisfecha con lo que la directora, Angelina Jolie, deseó mostrar de la vida de Louis Zamperini. El tema está en que a Jolie, le interesan mucho más las circunstancias, que el personaje per sé. O sea, Zamperini es un sobreviviente. Como hizo para sobrevivir es la clave del relato. El film comienza con una gran secuencia de batalla aérea durante la Segunda Guerra Mundial. Vale aclarar que son pocos los films contemporáneos que se hayan realizado sobre el tema y han trascendido. Jolie brinda suficiente acción y adrenalina a toda esta secuencia para atrapar al espectador, y posteriormente introduce dos flashbacks para narrar la infancia de Zamperini. Infancia que poco le interesa para contar su coming of age o sus relaciones con otros seres vivos, más que para justificar posteriormente la resistencia de Zamperini para sobrevivir 45 días en un océano, manteniendo la cordura suya y de sus compañeros, y después para sobrevivir en un campo de prisioneros de guerra japonés. Zamperini estaba acostumbrado a resistir golpes –de la familia, compañeros que lo discriminaban por su descendencia italiana y policías- y a resistir la respiración dado su pasado como campeón olímpico de atletismo. La directora hace énfasis que el mérito del protagonista no está en su velocidad, sino en su capacidad para poder resistir más que otros. Es por eso que las frases de apoyo del hermano mayor del personaje suenan grandilocuentes y redundantes. Inclusive, el hecho de que sea campeón olímpico, tiene posteriormente, una justificación narrativa. A diferencia de muchas biopics, Jolie obvia la voz en off e incluso los pensamientos más sentimentales del personaje. No hay intereses románticos ni nostalgia por el hogar materno, más allá de unos ñoquis simbólicos. Son sutiles las relaciones que se encuentran entre el personaje y el catolicismo, más que para justificar el innecesario epílogo final. Tampoco le interesa a la realizador hacer énfasis en la historia de redención post guerra del personaje. –recientemente eso hacía Un pasado imborrable con Colin Firth- ¿Por qué? Porque es un lugar común de las biopics modernas. A Jolie le interesa capturar la tragedia de las clásicas obras épicas de los ’40 y ’50. Hay rastros de El mejor año de nuestras vidas, así como de El puente sobre el Río Kwai o, incluso El imperio del Sol . Aunque el film que más se acerca al de Jolie es la subvalorada e injustamente olvidada Rescate al amanecer, la historia de un soldado estadounidense-alemán, prisionero de Vietnam, dirigida por el gran Werner Herzog con la mejor interpretación de Christian Bale. Zamperini fue campeón olímpico durante el nazismo, su avión cayó durante la guerra y sobrevivió en el océano con dos compañeros, para caer prisionero de los japoneses, donde tuvo una relación muy tensionante con el capitán Watanabe. aramajapan_miyavi-angelina-jolie-unbroken Es cierto que el film se fortalece con la extensa secuencia en el océano, donde también se ve el perfil más humano del personaje, manteniendo relación con Phil –Domhnall Gleeson, hijo de Brendan- y también donde Jolie demuestra como narrar aún en momentos que pareciera que sucede nada. Algunos han comparado esta secuencia a la de Una aventura extraordinaria, cuando tiene mayores puntos en común con Naúfrago o el libro de Gabriel García Márquez, Relato de un náufrago. Posiblemente, la secuencia menos aprovechada sea la del campo de prisioneros. Ahí, el objetivo de la directora es más que nada mostrar el sadismo físico y psicológico que infringe Watanabe. El problema es que la elección de Miyavi -cantante pop japonés- no termina siendo del todo acertada. El actor sobreactúa y crea una caricatura villanezca que no está a la altura del verosímil del relato. Habría que remontarse a un Sessue Hayakawa -de El puente sobre… – para ver la relación entre captor japonés y prisionero. Por supuesto, es más sádico Watanabe, pero menos creíble. Jolie continuamente desea mostrar la fortaleza espiritual del personaje. No tiene otra motivación para sobrevivir, más que sobrevivir. Y ese aspecto es interesante. Jack O ‘Connell resulta una interesante elección para el protagonista. Todas las torturas que debe asimilar, hacen recordar un poco a las que tiene que afrontar Solomon Northup en 12 años de esclavitud, pero el enfoque es mucho menos recargado y menos sentimental que en la película de Steve McQueen. O ‘Connell y Gleeson -coincidentemente, dos británicos interpretando a estadounidenses- son otro fuerte del film. Austeros e introspectivos, Jolie consigue que ambos transmitan las sensaciones que viven, sin apelar a golpes de efecto. El film es entretenido y mantiene el interés durante más de dos horas. Jolie se apoya en la preciosista fotografía de Roger Deakins , la ambiciosa banda sonora de Alexander Desplat y una puesta de cámara transparente. No abusa de efectos visuales y se fija más en la acción que en el texto. Lo que resulta cuestionable es por qué Hollywood esperó 50 años para contar la historia de Zamperini. Sin dudas, en los años 60 esta misma película con Steve McQueen y Toshiro Mifune, dirigidos por John Sturges o John Lee Thompson se hubiese convertido en un clásico de todos los tiempos.
Angelina Jolie vuelve a ponerse detrás de cámaras y gracias a dios, el resultado es superior a su peli anterior. "Inquebrantable" (3 nominaciones a los premios Oscar) es una historia de supervivencia al extremo, en donde vas a vivir momentos - muchos - de dolor, de impresión, de impotencia y de emoción. Un combo que cuando consigue generarme todo eso, ya me gusta... Y eso fue lo que me sucedió... A medida que pasan los minutos, Louis Zamperini, empieza a formar parte de tu vida y es inevitable querer saber el desenlace de su historia. Basada en un hecho real, situada en la segunda guerra mundial y con un elenco, quizás de caras no tan conocidas, "Inquebrantable" es una película de valentía y sobre todo, de superación... que a mi parecer, todos deberíamos hacernos el tiempo de ver.
Vida de película Según el historiador estadounidense Studs Terkel, la Segunda Guerra fue la “guerra buena”: no hay manera de tener enemigos más malos que los nazis o, en este caso, los japoneses del emperador Hirohito. En su segundo largometraje como directora, Angelina Jolie parece seguir los pasos de Brad Pitt en Fury, pero su trabajo es más ambicioso y el material lo amerita. Inquebrantable es el biopic de Louis “Louie” Zamperini, un italoamericano que llevó una vida de película: de arrebatador callejero a corredor olímpico, a náufrago a prisionero de guerra y héroe nacional. La película empieza con un enfrentamiento aéreo; el avión de Zamperini cae en el Pacífico y, junto a un grupo de sobrevivientes, transcurre varios días en un bote, resistiendo tifones y tiburones. Una mañana los despiertan dos noticias. La buena es que los rescatan soldados. La mala es que los soldados son japoneses. Si la primera hora de la película transcurre tediosa, entre el naufragio y los flashbacks al pasado familiar y olímpico de Louie, la segunda hace un despliegue de violencia con saña a la Mel Gibson, carente de la astucia del australiano. En el pabellón de reclusos, Zamperini es tomado de punto por el oficial Watanabe (la estrella de rock nipón Miyavi), quien lo somete a una interminable cadena de suplicios cuyo colofón, un asombroso sobreentendido argumental de los hermanos Coen (sí, Joel y Ethan oficiaron de guionistas), es la condena de Louie a soportar un leño sobre sus hombros como Jesucristo. La vida de Zamperini, extensa, sin duda y repleta de anécdotas recortadas en el film (como su encuentro con Hitler), hubiera merecido un tratamiento no tan comprensivo como focalizado. Una oportunidad que se echó a perder.
Tras un buen comienzo, no convence. Lo que más llama la atención de esta convencional biografia sobre las durísimas experiencias que sufrió el atleta olímpico Luigi Zamperini durante la Segunda Guerra Mundial, como náufrago primero y como prisionero de guerra en Japón después, es que esté escrita por Joel y Ethan Coen. Vaya uno a saber cómo sería el guión original de los autores de "Fargo" y "Simplemente sangre", pero tal como se lo ve en esta película, es prácticamente imposible relacionarlo con nada que tenga el sello de los Coen. Por otro lado, otra sorpresa es que esta historia de penurias en tiempos de guerra sea el segundo opus como directora de Angelina Jolie, pero lo cierto es que durante los primeros 50 minutos de film casi parecería que la esposa de Brad Pitt dirige mejor de lo que actúa. Es que "Inquebrantable" empieza con una excelente escena de combate aéreo, con el protagonista a bordo de una fortaleza volante que, luego de dejar caer sus bombas sobre el enemigo,. sufre un feroz ataque por parte de los aviones caza japoneses. En el medio del intento por aterrizar bien la enorme nave castigada, la película se va atrás en el tiempo y cuenta con notable fluidez narrativa la adolescencia problemática que lleva al joven Luigi a redimirse a través del atletismo y a lucirse como corredor en las Olimpíadas de Berlín de 1936. De todos modos, en esta parte es cuando aparece la primera gran debilidad del film, ya que la parafernalia nazi tan bien mostrada en el famoso film "Olympia" de Leni Riefenstahl, aquí esta totalmente desaprovechada, por no decir soslayada en las breves escenas berlinesas. Sin embargo, esto sigue siendo parte de lo mejor de un film que pronto se vuelve excesivamente largo y demasiado escaso en climas dramáticos. Básicamente hay un naufragio que si bien ofrece un par de emociones dignas de película de aventuras, se vuelve casi eterno y luego deriva en las desventuras del protagonista como prisionero, primero en una isla del Pacíficio, luego en un campo de detención cercano a Tokyo y en una mina de carbón. En estos dos sitios su condición de atelta famoso le juega en contra, ya que el psicópata a cargo se la agarra con él especialmente. Este personaje, interpretado por la estrella pop japonesa Miyavi, es lo más interesante de un film que no justifica en absoluto las casi dos horas y media de duración, ni por imágenes, ni por mensaje, ni tampoco por la actuación estelar de Jack O'Connell, que aunque pasable, es totalmente falta de matices, en realidad casi igual que todo el film, que si bien es de campo de prisioneros nipón, no es precisamente "El puente sobre el rio Kwai".
Una vida que trasciende cualquier falla. La historia de Louis Zamperini es tan rica que supera las debilidades de la Angelina Jolie directora, que toma pocos riesgos formales y, pese a su búsqueda bienintencionada, ofrece un film sin carisma ni brillo propio. La historia de Louis Zamperini (1917-2014) merecía ser contada, no hay duda alguna. Primero fue minuciosamente descripta en la novela de Laura Hillenbrand y ahora aparece en forma cinematográfica bajo la dirección de Angelina Jolie y basada en ese libro. Inquebrantable arranca en plena Segunda Guerra Mundial. Pero pronto retrocederá hasta la infancia de Zamperini, sus problemas para adaptarse, el descubrimiento del atletismo y el enorme talento y pasión que lo llevaron a los Juegos Olímpicos de Berlín. Esto, brevemente contado en la película, ya merece un largometraje en sí mismo. Luego, el conflicto bélico merece una segunda película y, finalmente, su terrible paso por los campos de prisioneros japoneses podría ser claramente una tercera. No es necesario que una película sea exhaustiva con la historia real que elige contar, tampoco le debe lealtad al libro que adapta, eso debe quedar claro. Sin embargo, la película de Angelina Jolie no falla por lo que no cuenta, sino por la manera en que elige contar lo que sí aparece en la película. Jolie no hace de este biopic un film profundo o trascendente a su personaje, sino que se aferra a los códigos más estándar del género, deslizándose de forma correcta, sin ideas ni elementos interesantes que logren elevar a la película más allá de lo informativo. No hay nada que esté muy mal en Inquebrantable, sin embargo, parece que Jolie buscó inspirarse en otras películas y no es absurdo descubrir partes de otras cintas en diferentes momentos del relato. Su búsqueda es bienintencionada pero sin carisma, sin brillo propio. El biopic es un género que con mucha facilidad disimula sus defectos, siempre y cuando elija un personaje interesante para retratar, pero esa información sería relevante aun sin película y por eso un film mediocre puede salir medianamente airoso. Jolie se preocupa por las torturas que sufre Zamperini, la fortaleza con la cual enfrenta un derrotero casi imposible de superar para cualquier ser humano, esa es la historia que elige la directora, y donde carga sus tintas. Como suele ocurrir con los biopics, la emoción más fuerte está en las escenas finales, con los carteles que –como una nota periodística o un libro– cuentan más cosas sobre los personajes de la historia. Es un recurso típico del género, pero delata sin querer las emociones de las cuales carece la película. Por suerte para Inquebrantable y los espectadores, la historia de Louis Zamperini es tan extraordinaria que termina por inclinar la balanza un poco a su favor.
Un hombre, un héroe Inquebrantable es la extraordinaria historia de Louis Zamperini (interpretado por Jack O’Connell), un medallista olímpico que termina sirviendo en la fuerza aérea estadounidense en la Segunda Guerra Mundial, más precisamente en la Guerra del Pacífico, y a quien veremos durante todo el metraje resistiendo todo tipo de adversidades y humillaciones, para que así podamos apreciar su espíritu indestructible, y por extensión el espíritu indestructible de toda su nación. ANGELINA A pesar de su intenso prólogo, lleno de ritmo y acción donde se nos cuenta la vida de Zamperini a través de viñetas precisas y cargadas de sentido a lo Clint Eastwood, la película de Angelina Jolie va poco a poco convirtiéndose en un bodoque antipático que ideológicamente atrasa 40 años. Inquebrantable avanza hasta encontrarse con su primer escollo que es el guión, porque lo que quiere contar son las peripecias de su protagonista durante las Segunda Guerra Mundial, lo que esencialmente consiste en que estuvo prisionero, primero de las circunstancias, luego literalmente. Angelina como directora cae prisionera junto con Zamperini: no termina nunca de conseguir la fluidez del principio y reduce su película a la acumulación de escenas más o menos rigurosas. EL RELATO Estados Unidos tal como lo conocemos es un país que termina de forjarse en la Segunda Guerra Mundial, de allí proviene su relato de heroísmo y gran parte de lo que muchos norteamericanos creen es la esencia de su ser nacional. Estado Unidos le ganó a los exterminadores alemanes y a los perversos japoneses, aunque no suele hacer referencia a cómo Rusia se desangró para tomar Berlín y conquistar el frente oriental, o a las atrocidades que cometieron los generales estadounidenses en Japón, que antes de arrojar las bombas atómicas incendiaron deliberadamente todas las ciudades japonesas que pudieron, matando a todos los civiles posibles. Inquebrantable es otra película que viene a sumar aquel ya caduco relato de buenos contra malos malísimos. No sólo el personaje de Zamperini es el prototipo del héroe de la Segunda Guerra, sino que además los japoneses son representados con estereotipos y prejuicios (el cabo Watanabe interpretado por Takamasa Ishibara es una vergüenza) y hasta los tiburones son unos giles que claudican ante la demoledora voluntad norteamericana. La película dice estar basada en hechos reales y no tengo por qué dudar de esa afirmación. El problema es que Jolie termina manipulando los hechos para que en la superficie termine flotando una de las ideas más estúpidas e inmorales, aquello de que si realmente querés, podés. Como si Zamperini hubiera sobrevivido por ser un testarudo insoportable, mal perdedor y nacionalista recalcitrante, y como si todo aquel que murió en aquella guerra fue por ser demasiado débil. Pero nuestro inquebrantable héroe además de voluntad de vivir tuvo suerte, muchísima suerte.
Una película dirigida por Angelina Jolie, con un aproach a-la-Clint Eastwood, sobre héroes de guerra y sus peripecias. A priori puede sonar irrisorio. Pues créanme que de no haber escrito el guión los hermanos Coen, quizás hubiera sido el caso. En resumen Es fácil resumir este tipo de películas, que como la industria lo impone, tienen todas un mismo molde. Es muy fácil pararse en la vereda de los buenos en la Segunda Guerra Mundial, por lo cual se podría resumir esta película de la siguiente manera: Segunda Guerra Mundial bla bla bla. Japoneses y Nazis malos bla bla bla. Naufragio bla bla bla. Tortura bla bla bla. Historia de vida bla bla bla. Me salvó Diós y por eso me hago difusor de su palabra bla bla bla. Y les puedo asegurar que con eso me bastaría para resumir esta película. Ojo, no entiendan que es mala, para nada. Pero simplemente esta tan llena de cosas que YA VIMOS HASTA EL HARTAZGO que no puedo evitar, como diría mi colega Santiago Balestra, advertirles antes de que paguen $95. Increíble pero real La historia que nos cuenta Angelina es la de Louis Zamperini, quien nacido en medio de una familia italiana que migró a Estados Unidos. Tras una infancia difícil en la que llegó a delinquir, llega a ser atleta olímpico compitiendo en los juegos de Berlin y donde si bien no ganó logró llamar la atención del mismísimo Adolf Hitler, quien pidió estrecharle la mano (hecho que no aparece en el film). Obviamente, como todos los jóvenes de aquel momento, es llamado a defender su país, y en una misión de rescate (el tipo es tripulante de bombarderos), su avión cae al mar. Tras sobrevivir varios días en el mar, llega a tierra… japonesa. Allí es puesto en al menos 2 campos de concentración donde un conocidísimo criminal de guerra se la hará pasar muy mal. Pero MUY mal… Nada de esto es spoiler, ya que no solo esta es una historia real, sino que ademas lo que les conté esta en la sinopsis oficial de la película. Los Coen y Angelina La película no esta mal, es redundante, llena de lugares comunes, pero no esta mal. Cosa que no le atribuyo a Angelina, sino a los Coen. Si uno tiene a Maradona, Messi, Neymar y Batistuta en el equipo, con saber que la pelota es redonda basta para sacarle buenos resultados a ese equipo como director tecnico. Acá pasa lo mismo, con guión de los Coen, con saber plantar mas o menos las cámaras, y sacarles actuaciones medianamente convincentes a los actores, zafas el producto. Esto se ve todo, es así. Y es donde radica el error de la cinta. Esta tan llena de lugares comunes que tampoco se la juega a ser lacrimogena. Ergo, ni siquiera busca emocionarte fuertemente con una historia a pedir de boca para maricones como yo. Ni siquiera eso. La historia transcurre, a Louie le pasa de todo y vuelve a casa, fin. Conclusión Inquebrantable se ve bien, se escucha bien y esta bien actuada (aunque el muchacho que hace de Watanabe esta DEMASIADO MAQUILLADO. Por dios, aflójenle a la base!). Está toda manejada dentro de los cánones de la industria, apunta a no fallar, pero no ambiciona más. Como cuando uno estudiaba para zafar en la secundaria, y los profes nos decían: “si tan solo estudiaras más serias alumno de diez”. Angelina, si tan solo te la jugaras más, tu peli seria de diez. Pero no. Les recuerdo, $95 pesos por entrada, piénsenlo si la quieren ver en cine, o esperar un poco mas y verla en casa, o esperar unos años y verla presentada por Virginia Lago, ya que le queda como anillo al dedo.
Mis modelos de conducta Cuando Louis Zamperini (Jack O’Connell) está a punto de competir en los Juegos Olímpicos, mientras canta el himno y espera, de pie, junto al resto de los deportistas, mira a su alrededor y sus ojos se posan sobre otro atleta, suponemos que de origen japonés. Esa mirada recíproca de camaradería, el gesto amable que se devuelve, adelanta un poco el mensaje: se trata de hombres de diferentes países, credos, religiones, reunidos bajo un evento común (llámase juegos olímpicos, llámase guerra mundial), que, bajo otras circunstancias, bien podrían haber sido amigos, camaradas. Cómo los acontecimientos pueden modificar por completo las relaciones entre los hombres. Cómo esos soldados, en realidad, no guardan ninguna inquina hacia quienes enfrentan, excepto el hecho de pertenecer a países distintos, enfrentados bajo guerras que no les pertenecen y a las que obedecen ciegamente. Muchas películas sobre la Segunda Guerra Mundial este año. Cada una desde su perspectiva, focalizándose, en la mayoría de los casos, en un hombre más bien extraordinario que supera los avatares de la guerra y se transforma en héroe y modelo de conducta. Todas basadas en hechos reales, como si acaso el mote le confiriera un aire aun más épico a la gesta heroica. Hay algo de mensaje aleccionador de vida también, una suerte de exhortación a que todos podemos superarnos si nos los proponemos. Si un tipo sobrevive a dos bombardeos de avión, a una estadía de un mes en una balsa en el medio del océano y a un campo de prisioneros japonés, imaginate vos, si no vas a poder salir adelante, con tus problemitas nimios de todos los días. ¿Tan desesperados estamos por encontrar un paladín que nos inspire? ¿Tan desahuciados estamos como para que nos vivan enrostrando modelos de conducta? Yo creo que sí, pero eso no implica bajo ningún punto de vista que vayamos a hacerlo, que vayamos a dejar de quejarnos de las pelotudeces de las que nos quejamos y tomemos súbita conciencia de que con esfuerzo y determinación todo se puede lograr. Pero ahí está Angelina Jolie para narrarnos la vida de Louis Zamperini, más que su vida, su derrotero religioso de toma de conciencia respecto de sus actos y de los del prójimo. Como buen ítalo-americano, Louis cree en la familia y en trabajar duro para ser alguien en la vida (no en el sentido protestante del trabajo sino ligado a la necesidad de salir adelante en el seno de una familia de inmigrantes humildes y como forma de reivindicación personal). Y, cuando se lo propone, llega a ser alguien, lo cual ya lo perfila como un ser extraordinario. Louis gana las olimpíadas y se va a la guerra, y ahí también sobresale, no por sus cualidades de combate, sino más bien por su gran obstinación para no darse por vencido. Cuando su bombardero cae en el medio del océano y Louis tiene que sobrevivir en una balsa durante más de un mes, lo que lo salva es la fe y la entrega para con sus compañeros. Cuando todos parecen listos para darse por vencidos, ahí están Louis y su conciencia para apuntalarlos y darles fuerza. Angelina Jolie nos contará en Inquebrantable más que la vida de Louis Zamperini, su derrotero religioso de toma de conciencia respecto de sus actos y de los del prójimo. Y Louis no solo es generoso con sus compañeros y amigos, también lo es con sus enemigos. Y ahí aparece la moralina: la religión es el motor de ese comportamiento y, en última instancia, de la salvación. Los que se salvan son aquellos que creen, que ayudan y, sobre todo, que perdonan, que ponen la otra mejilla. Y así es cómo Louis le pone la otra mejilla una y otra vez a su archienemigo, Watanabe, el oficial japonés que ve en él algo distinto (de nuevo lo extraordinario) y lo hostiga a la vez que lo seduce. La apariencia andrógina de Watanabe no hace más que reforzar el juego de seducción entre ambos (por momentos, parece y se comporta como una mujer, que ve en Louis a un hombre fuerte, protector y gentil). Pero como el sentimiento no es del todo correspondido, Watanabe redobla las apuestas a niveles vejatorios. Louis, como buen cristiano y modelo de conducta, perdona, durante y después de la guerra. “Vos y yo podríamos haber sido amigos”, le dice el oficial, a lo que él no responde. Pero, no bien se anuncia el rendimiento de las tropas japonesas, Louis, mientras sus compañeros festejan con birra y chocolate, corre a buscar a Watanabe, acaso para consumar el deseo, acaso para perdonar, como luego intentará hacer infructuosamente años más tarde. El hombre extraordinario que perdona, que busca a sus captores para hacer las paces, que luego dedica su vida a impartir la palabra de Dios, que logra volver a correr en las olimpíadas (de Japón) a los 80 años. Cuántos modelos de conducta trae este 2015. Cuántas lecciones de moral. Cuántos mensajes de fe y autosuperación. Parece que cada tanto hay que reflotar el cuentito de la crisis de valores de la sociedad moderna y enrostrar a algún que otro “basado en hechos reales” para devolver algo de esperanza. No sé ustedes, pero yo me quedo con John Waters, Lady Zorro, Bobby García y Leslie Van Houten, modelos de conducta sin valquirias ni dogmas.
En el molde del héroe clásico. La historia de vida de Louis Zamperini es tan fascinante que la tarea de ponerla en imágenes implica tomar decisiones sobre el modo de narrar los episodios que el ítalo-americano (1917-2014) protagonizó en sucesivas luchas. Angelina Jolie eligió para Inquebrantable, su segundo largometraje, la biografía del atleta olímpico que combatió en la Segunda Guerra y padeció la crueldad en campos de concentración a cargo del temible Matsuhiro Watanabe. El lema del hermano de Louis, mientras lo entrenaba era: "El que aguanta, gana". El consejo que lo llevó a la competencia olímpica venciendo su origen y las condiciones del pueblo de los Estados Unidos profundo hizo del atleta un sobreviviente honorable y valiente. La clave está en la interpretación de Jack O'Connell en el papel del muchacho que madura a golpes. La cámara toma cada episodio de la vida de Zamperini con prolijidad y respeto a la biografía. Hay flashbacks y algunos vaivenes temporales en los que la edición abandona la linealidad del relato, pero no hay variaciones sustanciales de lo que podría ser considerado un docu-drama, con actores bien plantados en sus roles y el poder que da una vida bien documentada. El guion de los hermanos Coen, Richard LaGravenese y William Nicholson ofrece la contención a tantos datos fidedignos. La película de Angelina recorre los pasos del dolor hacia la gloria y el reconocimiento, poniendo énfasis en los sufrimientos de los soldados estadounidenses en territorio japonés. Hay referencias sobre las condiciones precarias del avión bombardero en que la superioridad manda a los soldados a aguantar o morir, y prevalece el temple individual y el amor a la bandera. Es notable la actuación de Domhnall Gleeson como Phil, el piloto amigo de Louis, el actor más importante después de O'Connell y de Miyavi (artista de J-Rock, el rock japonés) como Mutsuhiro "El Pájaro" Watanabe. El cantante logra un personaje siniestro, ambiguo, que esconde en el odio al enemigo su incapacidad para generar actos heroicos. Inquebrantable es una película que recurre a la acción y la aventura, al relato de guerra, a los episodios de náufragos y de competencia. Si bien logra cierto suspenso, se hace larga y reiterativa durante más de dos horas. La directora prefiere enfocar con dureza los aspectos más crueles de la guerra y de ahí, desarrolla un mensaje que explicita al final. Louis Zamperini después de superar una cantidad de calamidades dedicó su vida al perdón, ejercido según los preceptos cristianos en que fue educado por su familia. Jolie ofrece un relato que muestra los horrores de la guerra desde la perspectiva de Louis y sus compañeros, para concluir, sin discursos ni demagogia, en la posibilidad de construir la paz. No hay subrayados de índole política ni reflexiones sobre la participación de Estados Unidos en las guerras, varias después de aquella que se puede contar desde un paradigma que ha caducado. El elenco de actores jóvenes reproduce el esquema interpretativo clásico que, desde la sobriedad, conmueve y construye un héroe perfecto. La historia real de Louis es una invitación a la lectura del libro en que se basa la película de Jolie.
Existe en inglés una frase que describe a la perfección el tipo de historia que Angelina Jolie decidió adaptar en su segunda intervención como directora: "Bigger than life". Traducido literalmente "más grande que la vida". Si hay algo que hay que reconocerle a Angelina es que ambición no le falta. La historia de Louis Zamperini es absolutamente sorprendente. Y como el título de esta biopic describe, el jóven atleta y su espíritu inquebrantable le permitieron sobrevivir donde muchos otros hubieran sucumbido. El guión escrito por los hermanos Joel e Ethan Coen se divide en tres partes principales. La historia de vida de un atleta, su supervivencia a la deriva en el mar y luego el desafío de no morir en un campo de concentración japonés. La vida intensa que llevó Zamperini fue carne de best-seller en el año 2010, tan solo 4 años antes de su muerte. Y a propósito de ello, la escena de créditos del film muestra una interesante redención del viejo Louis a los 80 años en su regreso al Japón en el que atravesó sin dudas los peores momentos de su vida. Pero volviendo a la estructura de la película, pese a que tener ambición no suele ser algo malo en este tipo de cintas, Angelina Jolie peca de reiterativa y logra saturar un poco con un relato que parece nunca acabar. Tras ganarse al espectador con un comienzo atrapante filmado con excelencia (con ayudita del gran Roger Deakins que nuevamente competirá por un Oscar como mejor director de fotografía), la directora sigue por el buen camino hasta que en el tramo final parece perder el rumbo con una reiterada sucesión de vejaciones al protagonista que atraviesan el camino inevitable en busca de la lagrima del público. Inquebrantable es mucho más que un buen esfuerzo pero menos que una promesa cumplida. Si Angelina sigue por este camino sin dudas sus próximos proyectos superaran sus hasta ahora más que dignas producciones que a pesar de todo nos dejan con algunas ganas de algo más.
El retrato de un héroe, basándose en una historia real, ha dado en el cine títulos inolvidables y otros más bien olvidables. Si nos arriesgáramos a decir a cuál grupo pertenece “Inquebrantable”, seguramente estaríamos más cerca del segundo que del primero. La dirección de Angelina Jolie y el guión de los hermanos Coen no han sido suficientes para concebir una buena producción. Los excesos - de todo tipo - y la falta de imaginación a la hora de montar las secuencias, son algunos de los elementos (recurrentes) a los que el espectador debe enfrentarse a lo largo de todo el film. Louis Zamperini fue un atleta italo-americano que participó en los Juegos Olímpicos celebrados en Berlín en 1936. Pese a un futuro promisorio debió alistarse en el ejército para luchar en la Segunda Guerra Mundial. Allí sufrió un accidente de avión, y sobrevivió junto a otros dos soldados a bordo de un bote. Por 47 días flotaron a la deriva en medio del océano Pacífico, hasta que fueron capturados como prisioneros de guerra por la Marina japonesa. La historia (basada en la novela de Laura Hillenbrand) es más que interesante, sobre todo teniendo en cuenta que dicho atleta olímpico existió. El problema es el enfoque dado, el mensaje aleccionador se divisa desde lejos. Y lo peor de todo es que se enaltece constantemente a un personaje que, aunque nos caiga simpático, no despierta completa empatía. Y no es culpa de Jack O'Connell, quien interpreta a Louis Zamperini, sino a esa desmesura emocional a la que apela Jolie para rodearlo de un halo de dramatismo hasta en los momentos menos pensados. “Inquebrantable” presenta una absoluta ausencia de matices; la música de Alexandre Desplat bastaría como muestra. A ello habría que sumarle también los diálogos predecibles e insustanciales que no contribuyen a trasmitir nada del mundo interior de los personajes. Sin embargo, entre tantos elementos no resueltos, el trabajo de Roger Deakins es impecable. Merecidísima nominación al Oscar por mejor fotografía. Hubo un tiempo en el que el mundo estaba menos contaminado, donde todos parecían menos cínicos, e incluso no lo eran tanto. En aquel entonces, un héroe como Zamperini podría ser inspirador, pero en estos tiempos se necesita de algo más - al menos cinematográficamente hablando - para que no aparezca como un recuerdo arcaico y muy poco creíble.
TORMENTOS Y PERDONES Otro biopic, otra vez la guerra y otra reflexión sobre la venganza y la redención. Se parece a otro film reciente, “Un pasado imborrable”, porque nos habla de un soldado que encuentra en el perdón la mejor manera de borrar de su conciencia el rencor y las torturas padecidas. Cuenta una historia real: la vida de Louis Zamperini, atleta olímpico italoamericano y prisionero de guerra del ejército japonés, un hombre triste y sufrido que al final, cuando puede ponerse otra vez frente a frente con su verdugo, encontrará un doloroso alivio. Aprendió del deporte la autoexigencia y la disciplina. Su hermano le enseñó que no hay que doblegarse, que si uno aguanta, al final se vence. Historia de superación con la tortura en el centro. Drama personal de afirmación y conciencia que nos muestra a un hombre capaz de sublimar su martirio para dar un ejemplo de vida y entrega. Lástima, la realización. Es convencional, rutinaria, sin compromiso ni garra, una película mediocre con personajes estereotipados y resoluciones poco creíbles.
Segundo opus de la megaestrella Angelina Jolie como directora, Inquebrantable ocupa en primer plano varias de las características que la actriz ha demostrado en su más prolífica carrera como actriz, así como también características de su vida personal pública. Podría considerarse una mujer que toma riesgos, en su ópera prima, In The Land of Blood and Honey, ya se animaba a hablar del conflicto de los Balcanes en la última década del Siglo XX. Nuevamente toma un hecho histórico, en esta oportunidad, la Segunda Guerra Mundial, y vuelve a caer en los mismos inconvenientes, un tratamiento tan grandilocuente como vacío ampliamente superado por la notoriedad de las circunstancias. Tomar a la persona por el todo, Hollywood está acostumbrado a mostrarnos una personalidad destacada capaz de enfrentar las peores atrocidades a pura fuerza de coraje y valor, todo por una causa mayor. En este caso, Louis Zamperini (Jack O’Connell) reconocido atleta, hijo de inmigrantes italianos, con todos los pronósticos en contra, se sobrepone y alcanza sus metas. Durante la Segunda Guerra es reclutado como soldado, formando parte de los tripulantes de un bombardero que al estrellarse cae al Pacífico. A partir de entonces, comienza una segunda película, la del hombre que se sobrepone a la soledad y bravura del Océano. Pero eso no es todo, hay una tercera película, que comienza cuando Loui, es capturado por los japoneses y será objeto de todo tipo de vejaciones que volverán a poner a prueba la grandeza de su voluntad. Basada en la historia real del personaje, inquebrantable posee un guion que pasó por varias manos antes de llegar a su concreción. Las firmas incluyen a los Hermanos Cohen, Richard LeGravanese, William Nicholson y Laura Hillenbrand, autora de la biografía en la que se basa el film. Probablemente esto haya influenciado los constantes desniveles en la historia que pasa del drama heroico, al episodio histórico, hacia cierta liviandad que bordea la comedia, y un tinte morboso a la hora de las torturas. Inquebrantable se plantea como un film edificante, capaz de mezclar los hechos deportivos con los valores patrióticos de una Guerra. Ubica en un mismo nivel los logros deportivos con la tenacidad – relacionada con lo místico y religioso – con que su protagonista deberá soportar la crueldad del agua y de los japoneses. No hay medias tintas, los orientales son malos, disfrutan torturando, ahí no se habla de causa mayor, no hay justificación posible. Los norteamericanos son toda bondad y valentía, son capaces de soportar esa maldad sin límites por la causa mayor que colaborará con todo el mundo. Jolie filma por momentos como si nos ubicásemos en aquellos panfletos de los años ’40. Hace una utilización de colores claros y brillosos para uno, y oscuros y tenebrosos para otros. Planos inmensos y contrapicados para unos, y puntuales y picados para otros. Todo es marcado y dividido traspasando el límite de lo didáctico. Sin profundizar nunca en aspectos fundamentales, este detalle termina siendo un aspecto positivo porque permite apreciarla sin demasiados resquemores, sin proponerse largos análisis. Así, como mero entretenimiento sobre la figura de alguien con coraje, o como una maratón de torturas, el film funciona, sin brillar. La caracterización de O’Connell como Zamperini también cae en las mismas falencias debido a una impericia en la marcación. Falta rigurosidad quedándose en la copia de ciertas características pese a la correcta labor del actor. Sí, Inquebrantable es un film que atrasa varios años, lo cual no sería malo si hablásemos simplemente de una cuestión de clasisismos; más allá de eso, pareciera exponer las ideas de ciertos panfletos ideológicos que ya creíamos superados por lo menos en las cuestiones bélicas. La hija de Jon Voight es reconocida por formar parte de esa “elite” de estrellas que cumplen una función humanitaria a nivel global haciendo uso (y publicidad) de su figura. En este sentido, un film como inquebrantable es consecuente, así como su participación en aquel penoso film Más allá de las fronteras. Si se logra ver con la suficiente liviandad (lo cual la extensa duración no colabora), podríamos estar frente a un film fallido pero entretenido. Si se profundiza un poco más en él, probablemente no nos quede tampoco esa opción.
Tenía muchas expectativas por el debut detrás de las cámaras de Angelina Jolie. En serio. Mi aproximación hacia "Unbroken" fue sincera y con mucha expectativa. Mucho más, si el guión era una adaptación de los hermanos Cohen, junto a los prestigiosos LaGravenese y Nicholson (sobre el libro original de Laura Hillenbrand que cuenta la vida del legendario Louis Zamperini). Prometía y mucho. Sin embargo, debo decirles que los resultados, no fueron positivos, más allá de las nominaciones al sonido y a la fotografía que obtuvo el film para el Oscar, siento que "Inquebrantable", es un film pretencioso, repetitivo, denso y sin ideas originales. Desgraciadamente, "Unbroken" es la clásica biopic que sale para la época de los premios de la Academia. Historia previsible de superación, resilencia, perseverancia, protagonizada por un hombre/mujer que generó admiración con su recorrido. Aquí tenemos la historia de Zamperini, atleta olímpico, ganador de varias medallas de oro en atletismo en la década del 30', quien llegada la Segunda Guerra Mundial se enlista para ser oficial de aviación y es enviado a combatir en el Pacífico. Pero allí, la nave donde presta servicio se desplomará del cielo (accidentes pueden suceder) y él deberá luchar por sobrevivir una vez que pasó el impacto. Junto a dos compañeros se encontrará en un gomón en el medio del océano, asediado por los tiburones y sin agua ni provisiones para soportar semejante situación. Luego, (ya habrán visto el trailer) su odisea continuará en un campo de detención japonés (no si el pibe no tenía suerte), porque la trama, les anticipo, es muy árida y extensa. Los 137 minutos que dura se hacen... casi eternos. Hay una increíble obstinamiento del guión para repetir situaciones que sólo extienden el metraje sin aportar nada a la historia. Es alarmante pensar que los Cohen hayan desarrollado un libro tan básico y plano. Sorprende. Pero además, creo que el principal problema que tiene el film es la falta de carisma de Jack O'Connell, quien no trasmite una emoción a lo largo de la atribulada vida del personaje central. Si la idea es mostrar la capacidad para enfrentar la adversidad, su elección fue un error. Inexpresivo e insípido, no hay en él tela para cortar: su Zamperini no da la talla, cuestión grave siendo una leyenda del deporte y la paz. El resto del elenco apenas cumple sin dejar mucho para destacar. Los rubros técnicos son lo esperable en este tipo de producción pero no alcanzan a compensar la alarmante falta de empatía que la cinta provoca. Ojalá esta haya sido sólo una apresurada elección para lanzar la carrera de directora de Jolie y nada más. Habrá que plantearse que no siempre un buen equipo termina por generar un buen film. Lejos de lo esperado.
Dicen que cuando se es actor y posteriormente se sientan en la silla del director, se tiene una mejor perspectiva de lo que se quiere contar y cómo se quiere contar. Casos hay muchos y varios de ellos resultan con buenas críticas en sus filmes, pero siempre hay sus excepciones y este es uno de ellos. De Angelina Jolie, Inquebrantable cuenta la historia de Louis Zamperini, atleta norteamericano de orígen italiano que participó en los juegos olímpicos de Berlín 1936, pero que posteriormente fue reclutado por el ejército para ir a pelear en la segunda guerra mundial. Como nota curiosa, el señor Zamperini fue gran amigo de Jolie en sus últimos años de vida, razón por la cuál decidió hacer un filme de su vida a modo de homenaje y contar "la historia nunca antes contada". Ya sabemos que sucede con estas películas. Llena de momentos de superación, drama y dolor, Zamperini, interpretado por Jack O Connell (300, ´71), quien al entrar en combate naufraga y es capturado por el ejército coreano, donde es sometido a varias torturas. De ahí viene el título de Invencible. Y la película podría funcionar de no ser por que hay varios momentos en la cinta, en la que Jolie pierde la mano. Se nota que necesita experiencia para contar este tipo de historias, pues hay que saber que cortar, que añadir y que dejar tal y como está para hacer un verdadero relato de superviviencia. La imágen promocional del poster (esa donde sostiene un tronco por encima de su cabeza) sucede a los minutos finales del filme, después de largas y aburridas sucesiones de historias sin principio ni fin. Tanto el naufragio en el mar como la estadía en el campo de concentración son totalmente faltos de ritmo, que para el momento en el que llegamos a lo que de verdad importa, ya queremos salirnos de la sala. A pesar de todo, a destacar su fotografía que es muy buena (no por nada obtuvo nominación) y el soundtrack que tiene pasajes interesantes.
Un film basado en la vida del atleta olímpico estadounidense de origen italiano Louis Zamperini. Llega a la pantalla grande una historia basada en hechos reales que tiene como directora nuevamente a Angelina Jolie (39). En esta ocasión se mete en un drama bélico, el protagonista es el atleta olímpico Louis Zamperini (1917-2014) interpretado por (Jack O'Connell, "300: El origen de un imperio"; " Eden Lake", va mostrando a este personaje durante su infancia, quien es un pícaro ladronzuelo, sus padres son de origen italiano, católicos y en esta comunidad no son bien mirados. Con el tiempo esforzándose es el mejor atleta olímpico y alcanza la gloria. Llega la Segunda Guerra Mundial y Louis es un soldado en la fuerza aérea que un día en plena misión cae él y dos compañeros Phil (Domhnall Gleeson) y Mac (Finn Wittrock) en medio del Océano Pacífico. Los tres terminan en una balsa en la que sufren todo tipo de inconvenientes: falta de agua y comida, tormentas, ataque de tiburones, todo tipo de carencias, existen algunos momentos similares al film “Una aventura extraordinaria”, de Ang Lee; después de 45 días Louis y Phil son tomados como prisioneros de los japoneses. Realiza un buen papel el actor Jack O’Connell como Louis Zamperini hasta adelgazo varios kilos para el papel, lleva todos los signos de la tortura del villano, el Sargento Matsuhiro Watanabe (Takamasa Ishihara, más conocido como Miyavi, excéntrico cantante) que es realmente odiable. Para narrar esto Jolie se toma 137 minutos (le sobra unos 20 minutos), se apoya en el en el flashback, en la fotografía del británico Roger Deakins, que es uno de los más prestigiosos de Hollywoody, un buen sonido y la banda sonora de Alexandre Desplat. Su desarrollo termina siendo previsible, con situaciones algo exageradas y reiterativas, con un final convencional en el que se muestran fotos e imágenes reales del verdadero Louis Zamperini quien no puedo ver la película terminada porque falleció antes. Tiene algunos errores: por ejemplo durante los Juegos Olímpicos de 1936 no se ven banderas nazis, en general no resulta atrapante, le falta emoción y ya se vieron varias con esta temática.
"Una historia de vida" La actriz y activista humanitaria Angelina Jolie se pone en el asiento del director por tercera vez en su carrera para traernos una biopic. Llevando al cine el best seller biográfico de Laura Hillenbrand, esta película cuenta la historia de Louie Zamperini (Jack O’Connell), un atleta olímpico que debutó en los Juegos de Berlín ’36 para luego ser convocado obligatoriamente a combatir en la Segunda Guerra Mundial. Sociable y amistoso, enseguida se hace amigo de sus compañeros de pelotón, en especial de Phil (Domhnall Gleeson). Mantiene el puesto de bombardero aéreo hasta que su avión se estrella en el océano y tres sobrevivientes pasan 47 días en el mar, sólo para ser capturado por los japoneses y llevado a un campo de concentración. Vamos de a poco, hay mucha tela para cortar en esta historia. “Inquebrantable” es una historia de supervivencia, de una lucha por no rendirse. Al principio intercala la vida adulta de Louie con su niñez, adolescencia y su paso por los Juegos Olímpicos. Destaca la figura de su hermano, que lo ha animado a entrenar en atletismo. Sin embargo, mezclar esta historia del deporte con la guerra puede que no haya sido la mejor decisión. Crea unos anticlimax bastante fuertes, y probablemente hubiera sido mejor respetar la linealidad cronológica para marcar un “antes y después”. No tenemos demasiado contexto sobre dónde está el pelotón de Louie, pero funciona bien para transmitir lo poco que realmente saben los soldados sobre la guerra en general. De cualquier modo, el avión de nuestros héroes se estrella en el Pacífico. Sólo Louie, Phil, y Mac (Finn Wittrock) sobreviven al choque. Este es el momento de brillar de Domhnall Gleeson. El entrañable Bill Weasley ha crecido, ya desde “Frank” viene demostrando que es un gran actor, y aquí se roba la pantalla. Su transformación física por el hambre es impresionante, superando por lejos la de O’Connell. Incluso comentó en el Huffington Post que bajó tanto de peso y el cuerpo cambió tanto que sus lentes de contacto no le entraban. Si no fuera por su excelente actuación, el tiempo en el mar sería excesivamente parecido a “Una aventura extraordinaria”, de Ang Lee. Después de mucho, son rescatados, pero es el enemigo quien los encuentra. Ahora nos enteramos que están en Japón, así que ambos amigos son separados y enviados a campos de concentración diferentes. A partir de ahora sólo sabemos de Louie. En este punto la calidad de la película baja, ya que se torna repetitiva hasta lo insoportable. El némesis de Louie es el Teniente Watanabe (Takamasa Ishihara), apodado “El Pájaro”, un superior sádico que la tiene con él. Sin motivo aparente, porque el personaje no está desarrollado más allá de este punto, Watanabe parece divertirse torturando física y psicológicamente a Louie. Es el personaje más chato que he visto en mucho tiempo. La única emoción que conoce es la ira y todo lo que sabe hacer es ser sádico y repetir las escenas de tortura una y otra vez. Sabemos de reojo que Watanabe tiene un hijo, eso quiere decir que debe tener algún tipo de humanidad. Es una lástima que el personaje no se desarrolle y se quede en sólo una máquina de golpear. El Louie de O’Connell debería conmovernos, pero no lo hace. No llega al nivel de interpretación que sí ha logrado Gleeson. Después de más de una hora entera en el campo de concentración bajo las torturas de Watanabe y francamente algunos bostezos, los aliados ganan la guerra. Todo el resto de la impresionante vida de Louie Zamperini se cuenta en placas que en su conjunto no llegan a los cinco minutos. Habiendo tantos nuevos e impresionantes datos para contar, ¿por qué se los ha despreciado así, en beneficio de una segunda mitad en exceso repetitiva? El resultado final hubiera sido mejor si se hubiera equilibrado el tiempo de exposición de los hechos. La historia es impresionante pero lamentablemente falla en la forma de ser contada. Hay mucho que no ha sabido aprovecharse tanto desde la interpretación como el guión, e incluso llega a aburrir. Una lástima que no se haya podido explotar el enorme potencial que tiene esta historia de vida. Agustina Tajtelbaum
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Angelina va puliendo pero aún no lo logra "Unbroken" es el segundo largometraje dirigido por Angelina Jolie que, luego de la vapuleada "In the land of blood and honey", logra hacer crecer un poco más su rol de directora aunque no le alcanza para que la incluyamos dentro del grupo de buenos directores. La película se basa en el bestseller de Laura Hillenbrand "Invencible: Una historia de supervivencia, valor y resistencia durante la Segunda Guerra Mundial" que cuenta las memorias de Louis Zamperini, un atleta olímpico devenido en soldado que debió superar la dura prueba de sobrevivir 47 días a la deriva en un bote salvavidas junto a dos compañeros de batallón y luego 2 años como prisionero en un campo de concentración japonés. A priori suena bastante bueno todo, pero en la práctica hubo varios elementos que no le permitieron convertirse en un film trascendente. En primer lugar hablemos de la historia en sí. Jolie plantea la narración como el interminable calvario de un hombre, heroico, cuya vida pareció ser un compendio de mala suerte y sufrimiento. Más allá de esto, Zamperini logró sobrevivir y superar los difíciles obstáculos que le puso la vida. Acá creo que está el primer elemento débil de "Unbroken". Tanto directora como escritores se concentraron demasiado en el sufrimiento del protagonista y no en la superación de los acontecimientos. El verdadero Louis Zamperini vivió hasta el año 2014, en el que falleció a los 97 años. Para que el relato fuera un verdadero exponente de superación, deberían haberle dado un poco más de rosca a la vida luego del horror y no tanto a la supervivencia pura durante los eventos, sobre todo si el sacrificio del protagonista dura 137 minutos. Jolie se enamoró de mostrar más el sufrimiento que la superación. Otro elemento que me pareció debilitó la propuesta fue el querer abarcar demasiado. Los eventos trágicos de Zamperini casi que podrían haber sido películas individuales por la cantidad de tiempo y detalle que se les otorgó. Creo que no se supo priorizar los momentos más relevantes y ofrecer una película más expeditiva. Esto, junto a la repetición constante de los sacrificios que debió hacer, produjo que el espectador llegue al último mirando el reloj y pidiendo la hora para que se termine la épica. Finalmente en el apartado negativo, el guión que escribieron los hermanos Coen junto a Richard LaGravanese ("Pescador de ilusiones") y William Nicholson ("Gladiador") fue bastante liviano y con poca substancia. Un compilado de un tipo con mucho espíritu que le hizo frente a las situaciones más extremas. No todo es malo en "Unbroken". La fotografía es realmente muy buena y Angelina Jolie logra ofrecernos algunos momentos épicos como la batalla aérea del principio o el bombardeo al bota salvavidas. Como digo al comienzo, se nota que Jolie está puliendo sus dotes como directora, aunque aún cae en algunas trampas de manual y se desvía en la búsqueda de grandilocuencia en pos de cosechar algún premio. Ojalá la tercera sea la vencida.