- Ok, conchitas... veamos lo que hacen ahora! (diálogo dicho por Hit Girl, una superheroína sicópata de 11 años de edad, frente a una decena de criminales adultos y seriamente armados) Kick-Ass está basada en la novela gráfica del mismo nombre creada en el 2008 por Mark Millar, el mismo de Wanted - Se Busca. Al momento de publicarse llamó la atención de Matthew Vaughn (ex productor ejecutivo de los primeros filmes de Guy Ritchie como Lock, Stock and Two Smoking Barrels, y que se cortó solo para comenzar a dirigir sus propias películas como Layer Cake y Stardust, El Secreto de la Estrella), quien adquirió los derechos cinematográficos sobre el comic. Pero al presentar el proyecto a distintos estudios major, Vaughn se encontró con la negativa de los mismos, aduciendo el tono ultraviolento y políticamente incorrecto de la historia. Eso no amedrentó a Vaughn, quien salió a buscar capitales privados y terminó por financiar de manera independiente el filme. Y si bien Kick Ass al momento del estreno debutó primero en la taquilla, lo hizo en una semana de recaudaciones muy flojas (apenas 20 millones de dólares en el fin de semana inicial). El tema es que los resultados fueron buenos, pero no el enorme hit que estaban esperando. Parte del relativo fracaso de Kick Ass se deba posiblemente a que es una historia con problemas de identidad. En sí, tanto el trailer como el resumen del filme hacen creer que se trata de una parodia del género, lo cual es cierto durante los primeros 30 minutos del filme. Pero luego Kick Ass se sumerge en las rutinas propias del cine de superhéroes, sólo que le añade ultraviolencia y algunos toques bizarros. Y es que la película arranca como si fuera una versión adolescente de Defendor escrita por Judd Apatow (el mismo de Virgen a los 40), con todos los problemas lógicos de intentar ser un superhéroe en el mundo real, ideales justicieros que se ven estúpidos en la práctica, y criminales que se toman a risa la presencia de tipos disfrazados recitando los clichés del género, a lo que se suma las rutinas típicas de American Pie con muchachos nerds y calentones que no tienen éxito sexual con las chicas de su escuela. Esa primera media hora no está mal, pero tampoco es demasiado excitante, y por momentos intenta ser demasiado inteligente en contra de su naturaleza, con el protagonista citando todos los clichés propios de un héroe sin poderes (a lo Batman) e intentando desmitificarlos. Pero después las cosas cambian radicalmente, y ello ocurre cuando Nicolas Cage y su hija sicópata de 11 años ingresan a la historia. Es el momento en que el héroe del título termina sepultado y abandonado en su propio filme, y los secundarios se apoderan de la escena. No es un problema de la interpretación de Aaron Johnson, ya que su perfomance está más que ok y posee suficiente carisma; pero el libreto decide darle gas y las mejores líneas a Cage y compañía. A partir de allí, Kick Ass abandona su estilo Defendor mezclado con American Pie, y se transforma en la versión infantil de The Punisher encuentra a Layer Cake. Vale decir, hay un par de superhéroes de último momento - padre e hija - que despachan a los criminales de la manera más sangrienta posible, y a su vez el bando de los mafiosos está compuesto por tipos muy crueles y expeditivos pero a su vez muy simpáticos. El jefe mafioso de Mark Strong es propio de los filmes de Guy Ritchie que Vaughn produjera en su momento, y no tanto el villano habitual de los comics. Allí es cuando las cosas se ponen más interesantes pero también más bizarras, y es donde las aguas se dividen entre los críticos. El punto de discordia es la presencia del personaje de Chloe Grace Moretz, que con sus once años despedaza gente, recibe feroces golpizas, y putea como un camionero. Mientras que a James Berardinelli le fascinó, a Roger Ebert le pareció poco menos que una abominación. Ciertamente el hecho de poner un personaje infantil tan border no es nada nuevo; en comics o en la misma Robocop 2 habían niños que eran despiadados jefes mafiosos; y en la tradición del manga y animé japonés prosperan a toneladas los casos de tiernas estudiantes adolescentes convertidas en crueles asesinas seriales - sino, recuerden a la dulce Gogo Yubari de Kill Bill -. Aquí el punto más polémico es el clímax del filme, en donde Moretz recibe feroces golpizas por parte de los adultos, lo que termina por ser shockeante y se bandea entre lo exploitation y el mal gusto. Yo no le daría tanta importancia a ese punto, aunque debo admitir que el título real del filme debería haber sido Hit Girl y no Kick Ass. Chloe Grace Moretz se devora toda la película, y su personaje es la verdadera razón de ser de la historia. Mark Strong es un villano con muy buenas líneas, Nicolas Cage hace una hilarante imitación del Batman de Adam West, Aaron Johnson pone toda su ingenuidad y simpatía en su perfomance... pero desaparecen de pantalla con cada incursión de Moretz. Y si hay una secuela de Kick Ass, el único punto válido de interés es ver lo que pasó con Hit Girl antes que la suerte del personaje del título. Kick Ass es entretenida, pero no es el ultra hit de culto que pretende ser. Es inteligente, cómica y tiene sus toques excéntricos, pero no deja de ser una aventura tradicional de superhéroes, camuflada inicialmente de parodia y salpicada con algunos tonos bizarros. Para ver una obra maestra sobre los problemas de ser un superhéroe en un cínico mundo real, vean Defendor; para ver a expeditivos superhéroes despachando a criminales de la manera más cruel, vean The Punisher 2: War Zone; y para ver una estudiantina calentona, miren American Pie. Kick Ass se bandea entre el tono y la historia de estos tres filmes, pero con la excepción de Hit Girl no termina de hacer nada con demasiada personalidad propia.
El comic parece ser una fuente inagotable de material para el cine, con muchas películas de superhéroes programadas a estrenarse en los próximos meses/años. "Kick-Ass", basado en el comic de Mark Millar y John Romita Jr., cuenta la historia de un adolescente común y corriente que decide comprar un disfraz por Internet, transformarse en un superhéroe (sin ningún poder) y salir a combatir la delincuencia. A alguien le suena "Defendor"? Así arranca, con la buena actuación de Aaron Johnson (quien viene de interpretar a John Lennon en "Nowhere Boy") durante una primera parte que parece una sátira a films de superhéroes como "Spider-Man", mezclado con momentos repetidos de películas adolescentes (el chico se hace pasar por gay para acercarse a la chica que le gusta). Pero este tono de comedia cambia cuando se introduce en la historia a Big Daddy y Hit-Girl, un padre e hija que deciden imitar a Kick-Ass convirtiéndose en superhéroes, pero con la diferencia que cuentan con un conocimiento de armas y artes marciales que el pobre Kick-Ass no poseé. Acá estamos frente a los dos personajes mas interesantes y mejores interpretados de la película. Nicolas Cage es Damon Macready, un ex-policía fanático de las armas que busca venganza y decide convertirse en Big Daddy, una imitación del Batman de los años 60. En su doble rol de padre y superhéroe, Cage logra otra excelente actuación. Ésta, junto a su anterior en "Bad Lieutenant. Port of Call-New Orleans", vuelve a mostrar el mejor lado del actor. Chloe Moretz (la hermana en "500 Days of Summer") interpreta a la hija de 11 años y a Hit-Girl, una heroína super violenta y mal hablada, en un personaje fuerte que se roba todas las escenas y deja en segundo plano al principal Kick-Ass. Éste es el punto que mas controversia causó entre los críticos tras su estreno, incluyendo a Roger Ebert quien la destruyó en su crítica. Una nena de 11 años utilizando este lenguaje ordinario y nivel de violencia, en el que mata sin el más mínimo remordimiento, es algo que no fue aceptado por muchos. Por mi parte, reconozco que es fuerte pero, habiendo visto avances, sabía qué me metía a ver. El mafioso Frank D´Amico es interpretado por Mark Strong ("Sherlock Holmes"), el nuevo malo del cine. Christopher Mintz-Plasse (McLovin de "Superbad") es Chris D´Amico y el superhéroe Red Mist. El director Matthew Vaughn ("Layer Cake", "Stardust") crea una entretenida película, mezclando acción muy violenta y algo de comedia. Hace un par de meses comenté la película "Defendor" (http://martinocine.blogspot.com/2010/03/defendor.html, creo que se estrena este mes directo en dvd), con una historia similar de un hombre sin poderes que intenta convertirse en un superhéroe y con una excelente actuación de Woody Harrelson. Aunque "Kick-Ass" termina siendo una buena opción, recomiendo arrancar antes viendo "Defendor".
Super héroes y anti héroes Hay universos que mezclados suelen darnos agradables sorpresas como espectadores: el terror y la ciencia ficción, en algún momento nos dieron Terrore nello spazio, de Mario Bava; la comedia y el film de aventuras nos regalaron En busca de la esmeralda perdida, de Robert Zemeckis; el melodrama y la ciencia ficción nos ofrecieron la saga Star Wars, de George Lucas (aunque no haya dirigido todas las películas). La lista puede ser interminable, lo sé. Con menos ínfulas de grandeza, Kick-Ass intentó reunir a las películas de cómics con el universo de la parodia y, para no ser menos, una historia de coming-of-age a lo Supercool. El resultado, incierto, a medio camino de todo, no es poco disfrutable, pero nos deja con demasiadas ganas de algo que no fue. El comienzo de Kick-Ass es bien deudor del mencionado film de Greg Mottola: tres adolescentes, no muy especiales, no muy inteligentes ni bonitos se enfrentan a los últimos años de la escuela secundaria. Carentes de perspectivas de vida en una cotidianeidad anodina (hecho que se muestra con el nulo cambio que genera en el protagonista la inmediata muerte de la madre, apenas a los pocos minutos de comenzada la película), todo parece pasar por la compensación que Internet puede dar a sus vidas grises. De ahí que la película apele a todos los lugares comunes de la adolescencia en los que el cine ha pensado: masturbación, dificultad para las relaciones en general, avidez por sexo, necesidad de destacarse. Resulta interesante, en semejante panorama, que la salida al mundo o en tal caso, la revelación, la búsqueda de una identidad la dé el género del cómic. Justamente, la necesidad de invención de un héroe es lo que pone al protagonista en otro lugar. En este punto es donde se juegan las mejores cartas de la película: por un lado, asistimos al crecimiento a los ponchazos de un adolescente sin muchas luces a la vez que vemos la construcción desacralizada y poco solemne de un héroe (siendo algo así como la contratara de El Hombre Araña, por ejemplo, película citada en distintas ocasiones por el protagonista). Pero Kick-Ass, justamente por su necesidad de conjugación de universos disímiles, cada vez que abre una puerta debe cerrar la otra o evitar que el asunto se venga a pique. Es ahí donde, sobre todo a partir de la segunda mitad, el film cambia el rumbo y abandona a sus personajes más humanos casi creyéndose la solemnidad y la violencia que el universo de personajes de cómic depara. De a poco, nos vamos olvidando del protagonista y su necesidad de figuración (especialmente ante una chica a la que ama y que sólo lo aceptará mientras éste siga fingiendo ser gay) y el espacio de las subtramas de venganza entra a escena. No está mal combinar géneros y registros, pero al finalizar el film uno se queda con una sensación rara: no terminamos de empatizar con el personaje y nos quitaron de ese mundo de geeks y perdedores; no completamos la identificación con esos dos personajes bigger than life que son Big Daddy y Hit Girl (extraordinarios Nicolas Cage y la sorprendente -boca de letrina- Cloé Moretz) porque se nos expone a la fascinación que generan sus intervenciones violentas y no sus posibilidades como personajes; finalmente no nos creemos mucho el universo de mafiosos que deben confrontar los protagonistas, precisamente por ser el tono más paródico del asunto y generar una constante desmarca con respecto a los otros personajes mostrados. En definitiva, como si se tratara de un malabarista chino que debe hacer girar los platos sobre varias varas a la vez evitando que se caigan, nos vamos de Kick-Ass con la sensación de haber sido la primera parte de una saga, con la sensación de “presentación de algo por venir”. El problema, claro está, es que no siempre los mundos se comunican; a veces, chocan, como diría George Constanza.
La historia va atrapando al espectador cada vez más a medida que avanza el film, y tiene un final redondo que deja con muchísimas ganas de más. Las secuencias de acción son excelentes, tanto en su coreografía como en su musicalización, recordando al estilo de...
LA ERA DEL SUPERCOMIC La profusión de films de héroes salidos de la historieta tenía que empezar, en algún momento, a desbordar al género. Tal es el caso de Kick-Ass, que detrás de su marketing de film simpático encierra un oscuro retrato de los héroes y la justicia. Una pesadilla digna del film noir, a pesar del colorido de los trajes. Tarde o temprano iba a ocurrir. Había tantos films basados en héroes de historietas, un universo de comics tan basto y popular, que era obvio que dichos films en algún momento iban a tener que encontrar nuevos rumbos. Salvando las distancias abismales –sí, soy de otra época– el western fue un género muy popular, con fuertes conexiones con cierta literatura barata que en algún momento dio un salto más allá. Fue el período que Andre Bazin denominó “superwestern” y que puede ser tomado como una mejora o no del género. Lo que sin duda representa es un cambio. Lo cierto es que los géneros evolucionan y no se puede ir siempre por el mismo camino, hay que crear nuevas formas que respeten el sentido original e impliquen a la vez una renovación. Ser clásicos y modernos en algún sentido, ser respetuosos y heréticos a la vez. Los últimos años se han buscado variables, a veces con personajes ya conocidos y con resultados extraordinarios, como Batman, el caballero de la noche, de Christopher Nolan, otras veces agotando los personajes o dando idas y vueltas, como Hulk o El hombre araña. Pero a estas docenas de films más o menos fieles a los superhéroes o héroes del comic, se le han ido sumando lecturas nuevas, raras, autoconcientes, irónicas. Desde heroínas despechadas y con mal carácter, como Uma Thurman en Mi super ex novia, hasta el héroe desganado y desinteresado de Hancock. Sin olvidarnos algunos ejemplos fuera de Estados Unidos, como el film japonés Zebraman, dirigido por Takashi Miike. Kick-Ass vuelve sobre esta nueva mitología del comic para generar una lectura sobre los héroes nueva y clásica a la vez. Un adolescente, uno cualquiera, aunque por supuesto con destino de perdedor, se lanza a ser un héroe, preguntándose, al comienzo del film, acerca de por qué no lo han intentado otros antes. Mientras que otros personajes, como Iron Man, se vuelcan al cinismo porque no pueden lidiar del todo con el concepto del héroe, Kick-Ass retoma la idea tradicional de aquel que cree, del que desea hacer el bien. Aun cuando tenga dilemas de adolescentes, problemas varios y pocas habilidades todavía para ser un gran héroe. El film elige dos caminos habituales de esta nueva etapa del género: el sentido del humor y la autoconciencia, por un lado, y la negrura y la crudeza de un film noir, por el otro. Mientras que el film puede parecer un entretenimiento infantil visto desde sus afiches y su simpática campaña, lo cierto es que se trata de una obra negra, muy violenta, donde los elementos perturbadores la alejan de un entretenimiento liviano y la convierten en un policial negro duro, con una trama compleja y amarga, a pesar del mencionado humor y de los logros del protagonista. Cabría preguntarse, entonces, si se trata de una evolución de los héroes del comic llevados al cine o del policial negro, que luego de pasear por diferentes caminos, decidió volver con todo bajo la máscara de la historieta.
Manual para construír un superhéroe Creativo por donde se lo mire, este film basado en la historieta de Mark Millar (autor de Se busca) combina de manera eficaz el humor y la acción con los tópicos de relatos sobre supoerhéroes. Y se los toma en broma. En Kick-Ass, Dave Lizewski (Aaron Johnson) es un chico adolescente como cualquier otro, solitario, que crece bajo el cuidado de su padre (su madre muere de forma repentina durante el desayuno) y vive pegado a su computadora, frente a la que libera su libido sexual. De la noche a la mañana, enfundado en un ajustado atuendo verde que lo asemeja a El acertijo, decide convertirse en el superhéroe del título, inspirado en las historietas. Y esto le traerá muchos dolores de cabeza y unas cuantos huesos rotos. Y menos mal que no está solo en su osada misión de combatir el mal en las calles: en su camino aparece un misterioso vigilante llamado Big Daddy (Nicolas Cage) y su acrobática hija Hit-Girl, quienes están tramando un plan para detener al capo de la droga Frank D'Amico (Mark Strong, visto en Sherlock Holmes). Si algo define al film es la astucia para enhebrar todas estas historias en las que se ponen de manifiesto el despertar sexual, el romance, las apariencias engañosas (el protagonista se hace pasar por gay para estar cerca de la chica que le gusta) y el tema del doble oculto (o aquí no tanto). Y así desfilan por la ingeniosa trama los gags bien resueltos y dosificados, alternados con explosivas escenas de acción que harían temblar a más de un superhéroe. Además, está presente la venganza que impulsa Big Daddy, el otro héroe enmascarado (cualquier similitud con Batman no es coincidencia) y su peligrosa niña. Y un personaje más (el hijo del villano) que trepa al mismo nivel que Dave, permitiendo la lectura del "hijo malcriado de padre rico y Dave, hijo de padre trabajador". Las referencias a films populares y a series como Lost también están en boca de los personajes. En Kick-Ass todo funciona como un mecanismo de relojería y el resultado es un producto violento, con muchísimo sentido del humor y con un enfrentamiento feroz que recuerda al Kill Bill de Tarantino. Todo está contado en clave de sátira, donde el héroe no tiene superpoderes: los construye a partir de su imágen en Internet que cobra popularidad y se esparce como reguero de pólvora. Al igual que las balas y el humor de la trama. Imperdible.
¿El fin de los superhéroes? En Kick Ass (2009) el director Matthew Vaughn lleva a la pantalla grande un cómic estadounidense. La estética de la película y su tono paródico general son elementos que la acercan a la comedia pero ciertas escenas y líneas argumentales oscurecen la propuesta del film y así su intención inicial se revierte generando un dramatismo que no parece armonizar con la totalidad. El film nos introduce en el mundo de tres muchachos adolescentes cuyas cualidades los hacen encajar con los típicos “perdedores” del secundario. Entre unas de sus cotidianas charlas Dave (Aaron Johnson), un estudiante aficionado del cómic, pregunta sorprendido a sus amigos por qué nunca nadie quiso convertirse en un superhéroe. A lo cual estos responden que obviamente se debe a que nadie posee superpoderes, lo cual negaría toda posibilidad para que ello suceda. Su cobardía y torpeza no impiden sin embargo que Dave de rienda suelta a su ocurrencia y con un ridículo disfraz comience a crear a este anti superhéroe llamado Kick-Ass que en muy poco tiempo se hará popular a través de los medios y llevará a cabo sus misiones a través de pedidos en la cuenta de My Space. Con cierta reminiscencia al film Supercool (2007), el comienzo de la película tiene algo prometedor en cuanto a las pequeñas conversaciones y vivencias adolescentes permitiendo un tono de comedia que después no se logra mantener. La voz en off del protagonista comentando al espectador sus pensamientos alcanza una complicidad interesante que divierte, así como también lo hace su apariencia torpe y poco masculina. Sin embargo, la historia vinculada a la mafia tiene un lado demasiado oscuro y cruel y no posee el aire lúdico que el film adopta en un comienzo. Donde la torpeza e inverosimilitud del protagonista lo conducen al ridículo, los villanos están más cerca de ser los mafiosos despiadados de un film de gangsters. Esto no implica tampoco que deban ser objeto de risa pero el bien y el mal parecen aquí dimensiones opuestas no articulables en una misma película. Lógicamente, si el espectador conoce el código del cómic puede entrar en este mundo y disfrutar de una película que entretiene y cuya estética realza su valor. Y para el que se quede con ganas de más, el final ya sugiere una posible continuación.
2010 parece ser el año de los super(anti)héroes cinematográficos. De nuestras Pampas surgió Zenitram. Ahora tenemos a Kick-Ass. Porque Dave no tiene superpoderes como Peter Parker/Hombre Araña ni el poder adquisitivo de Bruce Wayne/Batman o Tony Stark/Iron Man. Pero se convierte en un justiciero enmascarado. La película tampoco es la típica aventura como las protagonizadas por Superman o el mencionado Hombre Murciélago. La incorrección política está a la orden del día, y en dosis como para saciar al más deforme de los freaks. ¿Suena exagerado? Para que se den una idea, un padre vengativo (Nicolas “Michifus” Cage) prepara a su hijita de 11 años (Chloe Moretz) para que sea una heroína indestructible. Para eso, le dispara repetidas veces en el pecho, justo donde la nena lleva puesto un chaleco antibalas. No, no es algo visto comúnmente, y menos en producciones de gran presupuesto. Y aunque es muy entretenida, con un ritmo frenético y situaciones desopilantes, da la impresión de que el film no termina de decidirse por un tono preciso. Por un lado es una estudiantina sobre Dave, sus amigos —tan nerds como él— y la chica de sus amores (la subtrama de Dave haciéndose pasar por gay para acercarse a ella es remañida y no aporta demasiado a la historia, más allá de que a Dave le sirva, al final). Por otro lado, también es una película de violencia tarantinezca. Además, pretende satirizar a la figura del superhéroe... Pero no termina de haber una cohesión entre las partes. La manera en que va de una cosa a la otra es desconcertante. Hay largometrajes en donde el equilibrio entre diferentes conceptos y géneros funciona de manera perfecta (Tres Reyes, de David O’Russell, y Bastardos sin Gloria, por nombrar dos) y es posible que los responsables hayan querido algo similar, pero no está logrado. Aaron Johnson (quien viene de interpretar a un joven John Lennon en Nowhere Boy) parece haber nacido para el muchacho poco agraciado, que de pronto deviene en un hombre de acción a costa de puñaladas y caídas de los comienzos. Mark Strong vuelve a interpretar a un villano, siempre con talento y gracia. El implante capilar de Nic Cage no hace tanto ruido... Pero la que se roba la película, la que suma puntajes en toda calificación de Kick-Ass, es Chloe Moretz como la mortífera Hit-Girl, capaz de despachar a un ejército de mafiosos ella solita, y valiéndose de armas de fuego, cuchillos y otros elementos que cualquier infante no debería tocar. La joven actriz tiene un futuro muy prometedor. De hecho, pronto la veremos como una niña vampira en la remake estadounidense de la joya sueca Criatura de la Noche, que dirige Matt “Cloverfield” Reeves. El británico Matthew Vaughn empezó su carrera como productor, sobre todo de las dos primeras películas de Guy Ritchie: Juegos, Trampas y Dos Armas Humeantes y Snatch: Cerdos y Diamantes. De ahí pasó a dirigir No Todo es lo que Parece, también de gangsters, pero con un tono más serio y protagonizada por Daniel Craig. Luego se despachó con la aventura fantástica Stardust: El Misterio de la Estrella, basada en una novela de Neil Gaiman. Kick-Ass, su tercer opus, demuestra que es un realizador imaginativo, que no teme incorporar a sus historias elementos extravagantes, como un pirata travesti (Robert De Niro) en Stardust. Vaughn Estuvo por dirigir X-Men 3: La Batalla Final, pero no pudo hacerlo por problemas personales. La carrera le dio otra oportunidad, ya que está preparando X-Men: Firts Class, con James McAvoy como el Profesor X y, dicen, Aaron Jonson haciendo de Magneto. M. V. también hará Kick-Ass 2: Balls to the Wall, anunciada para 2012. Al comienzo de la película Dave le pregunta a sus amigos por qué nadie trata de convertirse en superhéroe. Otro personaje de ficción, en otra parte del mundo, un antes que el Dave cinematográfico, se hizo la misma pregunta. DOMÉSTICO Kick-Ass está basada en un comic escrito por el escocés Mark Millar y dibujado por John Romita Jr., publicado en abril de 2008 por Icon Comics (perteneciente a la todopoderosa Marvel), no sin pocos contratiempos. En mayo de 2007, la editorial argentina Domus publicó Doméstico. Con guión de Sebastián De Caro y dibujo de Diego Greco, Doméstico cuenta las andanzas de Mariano, un universitario para nada winner, un soñador como los que ya no quedan, con un objetivo muy específico: convertirse en superhéroe, a pesar de que carece de superpoderes. Como verán, la premisa es la misma que Kick-Ass. Y si agregamos que Mariano manda a que su abuela le haga un traje verde, como de buzo, con una máscara del mismo color (“Me elegí el verde, no recuerdo este verde en nadie. Doméstico tiene que ser verde”)... Y no dijimos que el Dave de la pantalla grande luce un peinado igual al de... Es verdad que Mariano se convierte en Doméstico para recuperar un viejo amor y destrozar al imbécil malnacido que tiene por novio. Es verdad que Mariano llega a extremos algo retorcidos para conseguir su meta (escapa de la institución mental en la que estaba internado, asalta un supermercado). Es verdad que Mariano termina siendo más perdedor, pero más tierno, que Kick-Ass. Pero los paralelismos entre una obra y la otra —paralelismos que desde hace tiempo vienen conociéndose a través de Internet— son desconcertantes. En una lucha cuerpo a cuerpo entre ambos no-titanes, ¿quién ganaría? Tal vez el cine nos lo permita ver algún día.
"Kick-Ass" es una película que quise ver desde el momento en el que ví el trailer, por una simple razón: prometía altas dosis de acción, y estaba basada en cómic. No sé a ustedes, pero para mí, esas dos razones ya fueron suficientes para agendar esta película en la lista de "Películas que tengo que ir a ver al Cine". Y así fue, esta mañana la ví. La historia es bastante simple, un típico adolescente que de un día para otro decide convertirse en un "superhéroe" y luchar contra los malos. Pero lo bueno que tiene "Kick-Ass" es que ya desde el vamos, empezando por su título, "avisa" que toda la película está atravesada por una buena cuota de bizzares :P lo cual le permite tomarse algunas licencias, hacer la película más llevadera, sorprendernos, y hacernos reir varias veces. La acción también se hace presente, y practicamente todas las escenas de la película tienen alguna pelea, o alguna escena en la que las navajas, cuchillos, armas y hasta una bazooca. Así que para los fanáticos de este género, esta es SU película ;) Las actuaciones están bastante bien, digamos que con la historia que tiene, los efectos, y todas las peleas, las actuaciones pasan a un segundo plano, porque la idea es principalmente entretener, pero aún así están muy bien, en especial Aaron Johnson (Kick-Ass) y Mark Strong (el "villano"). Dos cosas que siempre me gusta y aprecio en las buenas películas, son su estética y su soundtrack, y en estos aspectos "Kick-Ass" no me decepcionó. Tiene una estética muy buena, y la parte en la que por algunos instantes la pantalla del Cine se transforma en un cómic, me pareció genial! El soundtrack encaja perfecto en cada una de las escenas, y el tema de Mika (además de ser súper pegadizo) está muy bueno, así como el video del mismo. Cabe destacar que "Kick-Ass" apunta a un público que tiene entre 16 y 25 años, que suele mirar este tipo de películas, lo cual no quita que el resto del público no se entretenga y la pase bien durante los 117 minutos que tiene de duración. "Kick-Ass" combina acción, sangre, cómics, violencia, y algunas escenas bizarras, logrando una película entretenida. Ya quiero verla nuevamente en la pantalla grande, me quedé con ganas de más!
Superhéroe casero Un adolescente decide “convertirse” en un superhéroe y se termina metiendo en serios problemas. Por qué a nadie se le ocurrió ser un superhéroe en la vida real?”, se pregunta la voz en off de Kick-Ass al comenzar la película. Tanto adolescente fanático de los cómics, nerds marginados en el colegio y con poco acceso a las chicas, ¿por qué en lugar de consumir fantasías acerca de volverse poderoso, amado y admirado, directamente no pasan a los hechos aunque no tengan, en realidad, ningún poder especial? Eso es lo que piensa Dave -y luego veremos que no es el único- en el comienzo de Kick-Ass , la nueva película del inglés Matthew Vaughn, quien fuera productor de Guy Ritchie y tras la muy buena película de gángsters Layer Cake se convirtió en director. El arranque de Kick-Ass es muy diferente. Parece tratarse de una parodia de superhéroes jugada por los protagonistas de Supercool , o tantas otras comedias sobre nerds de secundaria. Como en aquélla, aquí son tres amigos de los cuales uno, tratando de impresionar a una chica, decide calzarse un traje verde y, sin talento alguno, salir a cazar villanos por Manhattan. Esa primera parte es la más divertida: paródica pero no obvia, cruzando el género con cierto realismo y con algunos toques que hacen acordar a gemas literarias que atraviesan escenarios similares como La fortaleza de la soledad , de Jonathan Lethem. Pero Vaughn no se conforma con eso. En realidad, sólo funciona como punto de partida para una película mucho más “ Guy Ritchie” de lo que parecía en un principio. Habrá gángsters, un padre y una hija obsesionados por las armas (quienes, al ver la fama que termina alcanzando el tal Kick-Ass se lanzan a combatir lo que se les cruce en su camino) y también el hijo del mafioso, otro chico solitario en busca de atención paternal, encarnado por Christopher Mintz-Plasse, el McLovin’ de Supercool . En extremo violenta -aunque en un tono paródico que la acerca, si se quiere, más a Kill Bill que a El Hombre Araña , su referente temático más cercano-, el filme termina tomándose demasiado en serio como película de acción y perdiendo un poco el eje entre subtramas y diversos personajes. Da la impresión de que, tras un comienzo en clave humana, Vaughn quiso demostrar que era capaz de dirigir la nueva película de X-Men y puso sus fichas en eso. Lo logró: dirigirá la próxima X-Men . Y, aparentemente, también Kick-Ass 2 . Aquí demuestra su talento para el género, pero también sus limitaciones como director.
Desprejuiciada sátira con espíritu pop Kick Ass sorprende, pero su propuesta se agota rápido En esta sátira del universo de los superhéroes (llena de referencias a la estética del cómic y a sus populares personajes luego adoptados por el cine) se combinan con bastante ingenio, inspiración y humor negro elementos que Hollywood ha trabajado en las comedias sobre el despertar sexual adolescente (desde Porky´s hasta American Pie , pasando por la más reciente Supercool ), con un desprejuiciado espíritu pop a la hora de mostrar una violencia extrema (al borde del gore y del grotesco) y al mismo tiempo elaborada con mucha estilización y artificio que remite al Quentin Tarantino de la saga de Kill Bill y de Bastardos sin gloria. Destino de culto El resultado de esta apuesta del coguionista y realizador Matthew Vaughn (director de Stardust: El misterio de la estrella ) es bastante sorprendente y eficaz durante la primera de las dos horas del film, cuando se presentan el mundo íntimo y los conflictos de los distintos protagonistas -un adolescente con problemas de autoestima que sufre la muerte de su madre (Aaron Johnson); un padre y una hija de 11 años adictos a las armas (Nicolas Cage y Chloe Moretz, toda una revelación), y el hijo de un poderoso narcotraficante de Nueva York (Christopher Mintz-Plasse)- y cómo cada uno de ellos decide convertirse en "superhéroe" cuando en realidad ninguno tiene poderes sobrenaturales. El problema es que, una vez que se agotan los hallazgos y ocurrencias, cuando los guionistas ya se han burlado de todos los clisés, lugares comunes y estereotipos de los géneros que abordan con la idea de conectar con el público juvenil amante de las historietas y de las redes sociales de Internet, el film empieza a repetirse y a caer en situaciones que se estiran demasiado y en escenas de acción con resoluciones bastante convencionales. Demasiado cínica, calculada y políticamente incorrecta para algunos, retrato generacional con inevitable destino de culto para otros, Kick-Ass es una película irregular en su resultado final y discutible tanto desde lo artístico como desde lo ideológico. Pero, a diferencia de la inmensa mayoría de las producciones de Hollywood, propone unas cuantas ideas (en especial sobre la obsesión por la violencia de la sociedad estadounidense) y provoca amores y rechazos casi por igual. En épocas en que el cine genera más indiferencia que pasiones, no parece un mérito menor.
“Mi único superpoder es ser invisible a las chicas” ¿Qué es lo que Kick-Ass quiere contar, y cómo? La propia película parecería no saberlo bien y es una lástima, porque se nota que hay talento en ella. La idea básica suena forzada: un día, un chico como cualquier otro decide convertirse en superhéroe, por más que no tenga poderes. Se compra un traje por Internet y sale a la calle, a desfacer entuertos. Pero lo que le faltan son motivaciones: no es un freak, no es un idiota, no piró. Ponerse el traje y la máscara no produce en él un cambio de identidad que vaya más allá de una pizca de autoafirmación. Mientras tanto, a su alrededor el guión hace proliferar subtramas, llamadas a disimular las carencias de la historia central. Es como salir a la cancha sin marcadores de punta y puros defensores centrales. Eh... o algo así... “Mi único superpoder es ser invisible a las chicas”, dice Dave Lisewski (el eficaz Aaron Johnson), chico judío de una ciudad cualquiera, que tampoco es particularmente feo, tonto o digno de rechazo. Debió haberlo sido: en ese caso hubiera tenido un buen motivo para reinventarse por completo. Es lo que le sucede, sin ir más lejos, al personaje de Nicolas Cage, que sí piró por completo. Cage es el típico ex policía que perdió la chapita el día que liquidaron a su esposa y lo echaron de la fuerza por la fuerza. Como Batman con sus papás –pero en versión más siniestra, incluso–, a partir de ese momento el tipo convirtió su casa en un arsenal gigante y se preparó –a él y a su hija de 10 u 11 años– para ser las más brutales máquinas enmascaradas de matar. Con unos antifaces y unos trajes de spandex, y los nombres de fantasía de Big Daddy y Hit Girl, desencadenan unas orgías de sangre y muerte que hay que verlas. El tema es que cortan cuellos y atraviesan gente sin dejar de ser un papá y una nena de lo más “normales”. Si Kick-Ass se hubiera llamado Big Daddy & Hit Girl, hubiera sido una película mucho más revulsiva, por dar en el blanco justo del fascismo cotidiano. Pero se llama Kick-Ass, y uno de los problemas que tiene es que al final el héroe sí patea –con la inestimable ayuda de Hit Girl– todos los culos que al principio no podía. Con lo cual la película –dirigida por el británico Matthew Vaughn, a partir de un comic de sus compatriotas Mark Millar y John Romita– deja de ser una paráfrasis del superhéroe para devenir una de superhéroes comunes y corrientes, en la que Dave termina volando y todo. ¿Hay un supervillano para este superhéroe? Sí, Red Mist (Christopher Mintz-Plasse, el chico de anteojos y voz con mocos de Supercool), que es hijo de un terrible mafioso (el británico Mark Snow, malo favorito del Hollywood contemporáneo). En tren de imitar a su ídolo Kick-Ass, Red Mist se convierte en su doble millonario y torcido. Pero tampoco tanto: también en ese punto Kick-Ass se queda a mitad de camino. En lo que la película pone toda la carne al asador es en las maratónicas escenas de batallas campales, hiperviolentas, hipercoreografiadas e hipereditadas, como salidas de Kill Bill. Big Daddy & Hit Girl, dirigida por Tarantino: hete ahí una película que tendría menos problemas de identidad que ésta.
A vos muchacho, que entraste con tu novia a ver Sex and the city 2 porque decís que la amás. A vos muchacha que fuiste a ver Eva y Lola porque Emme y Cid son dos transgresoras A vos que te subiste al subte de la línea A y se quedó 10 minutos entre una estación y otra. A vos, que te quedaste sin monedas y se largó a llover en la parada de colectivos sin techo. Dejá todo y entrá a ver Kick Ass. Para eso sirve esta película. Para olvidarse de todo. Para sentarse en una sala de cine, con una buena bolsa de pochoclo y que te vuelen la cabeza. Te vas a reir sin culpas, pero no de una película hueca. Es un festival para el cinéfilo, es una historia simple pero muy loca, con personajes muy loser en algunos casos y muy bizarros en otros. Dejá si querés la historia de lado y concentrate en como la hicieron. Está muy bien “compuesta” con una gran banda de sonido y con unas secuencias de acción que son un placer absoluto. Kick Ass es una película definitivamente rara, pero es una bocanada de aire fresco como fue Tierra de zombies hace pocos meses. En ambos casos son temas ya tocados, pero que con una buena historia y con realizaciones de nivel, rompen la monotonía. Las actuaciones son brillantes en todos los niveles. Y lo más increíble para mi, es que nunca pensé que diría esto en mi vida: NICOLAS CAGE ESTA BRILLANTE. Es el mejor papel de su historia. Obvio los laureles máximos se los lleva Hit Girl, la brillante Chloe Moretz, que como comenté hace unos meses en el blog, pasó de ser la voz de un personaje dulce amigo de Winnie Pooh, a la hermana que da consejos de 500 días con ella, y a esta hija no reconocida de Beatrix Kiddo (Uma Thurman en Kill Bill….) Aplausos para el productor que combinó un buen guión, que tiene muchas cositas tiradas al pasar, con una dirección que no deja nada librado al azar. Jamás me imagine a comienzos de año, que una película llamada Kick Ass, y con unos muñecos así en el poster, iría directo a mi top ten del año. Aclaro, no garantizo que la vayan a pasar bien… yo solo aclaro que la dos veces que la vi, la pasé maravillosamente. Todo depende de cada uno.
Oh! Dulce violencia A no dejarse confundir por la promoción de esta película. De ninguna manera se trata de una boba parodia al cine de superhéroes, en absoluto. Tampoco es que sea un filme profundo con "mensaje". Sencillamente estamos ante una obra que partiendo de una idea por demás obvia, pivotea sobre la iconografía comiquera para exhibir una violencia extrema sólo por diversión, sin peroratas megalómanas alla Tarantino. Dave es un adolescente bastante pavote que vive la vida de la mayoría de los adolescentes pavotes del mundo occidental. Establece contacto con sus amigos vía webcam, aunque vivan a dos cuadras, se masturba frente a su pc y mide su popularidad a través de estadísticas web. Tiene dos amigos que obviamente se burlan de él y su incapacidad para encarar a la niña bonita del colegio. Pero lo que realmante le apasiona a Dave son las historietas. Un buen día le da por preguntarse cómo puede ser que en tantos años de historia de los cómics, con tantos millones de lectores en todo el mundo, a nadie se le haya ocurrido emular a alguno de tantos superhéroes. Entonces se le ocurre ser el primero y luego de comprar un traje por internet asume la personalidad de Kick Ass. Claro que hay un problema, no tiene súper poderes ni habilidades físicas fuera de lo normal que le ayuden a enfrentarse siquiera a un ratero de cuarta. Sí tiene, en cambio, la voluntad de involucrarse, meterse en los problemas que sucedan ante sus ojos. No ser indiferente. Mientras tanto, en otro lugar de la ciudad, un padre entrena a su hija de once años para la dura tarea de combatir el crimen organizado, cuyo cabecilla es el poderoso Frank D´Amico, interpretado solidamente por el nuevo gran villano del cine Mark Strong. En una ciudad donde la mafia manda y tiene como aliada a la policía, un grupo de ciudadanos sin más poder que su determinación y algunas habilidades aprendidas no sin dolor, arremeten sin piedad. Seguramente, el símbolo más contundente del filme esté en la figura de Hit Girl, la fría y sanguinaria niña de once años que Chole Moretz nos ofrece con una naturalidad y solvencia que asombra gratamente. El director Matthew Vaughn ha sido productor de Guy Ritchie en "Snatch", donde Brad Pitt tuvo un protagónico; ahora es Pitt quien produce a Vaugh en esta aventura que saca provecho de lo que el universo de los cómics ofrece para desarrollar su propia historia, donde apenas se esboza una crítica a la abulia adolescente, su falta de compromiso y especialmente el fenómeno que se viene dando desde hace unos años, el de observar la realidad a través de la pantalla de un celular, ficcionalizando la escena más atróz, despojándola de veracidad para convertirla en entretenimiento efímero. "Kick Ass" busca entrenter sin culpa. Ofrece tiros, mutilaciones, golpes y humor sin pretenciones moralizantes, con un montaje destacable, ritmo preciso, notable musicalización y una estética camp que honra a la historia del cómic. Disfrútenla a la espera de la segunda entrega.
Demasiados Poderes… El ambicioso Sr. Vaughn. Round 1: Ex productor de las primeras (y mejores) películas de gángsters de Guy Ritchie, Vaughn incursionó en el cine como guionista y realizador con una suerte de secuela efectiva de las películas de Ritchie, llamada No Todo es lo que Parece. Mezcla de comedia con acción y gángsters. Acá, nada nuevo bajo el Sol. Round 2: Stardust, el Misterio de la Estrella. Acá empezamos a mezclar géneros e intensiones: fantasía, un pirata travesti (tristemente interpretado por De Niro), romance, comedia, acción, etc.… La mezcla era un poco naif y no funcionó demasiado. Round 3: Kick Ass, es definitivamente la película que consolidad a Vaughn como un director capaz de mezclar varios géneros, ser cool, y atraer a varias generaciones. Sin dudas, esta vez todo sale más armoniosamente. O al menos, superficialmente… ¿Que es Kick - Ass? No voy a repetir la sinopsis, pero es por un lado es una sátira a los superhéroes adolescentes, con mezcla de comedia adolescente nerd con cine de gángsters (el terreno donde Vaugh se siente más sólido sin dudas). En un film con un montaje y una dosis de humor negro e ironía típicamente británico pero filmada como una mainstream de superhéroes de Marvel. Parece demasiado, pero al menos en la primera mitad no se hacen tan confusas estas cruzas. Al contrario resultan verosímiles. El protagonista vive en una zona humilde, le roban cada dos por tres, está enamorado de la chica más linda de la escuela pero no le da cabida (por lo que tiene que hacerse pasar por gay para que le tenga lastima) y es tan fanático de los superhéroes que se pregunta: por que nadie intento disfrazarse como uno y salir a pelear. La respuesta la encuentra al poco tiempo, cuando lo molan a golpes. Hasta acá, uno siente que este intento de hacer real, verosímil a un héroe enmascarado sin superpoderes, es realmente efectivo. El personaje, como adolescente es creíble y la película se anima a vender a los adolescentes a un prototipo de superhéroe que se masturba viendo pornografía en internet o fantasía con la profesora. ¡Peter Parker eso no lo hace! Los amigos, son los típicos nerds perdedores. En sí, los estereotipos y lugares comunes funcionan bien, no se hacen redundantes, porque Vaugh juega a burlarse de los mismos. Parece una película que hubiese dirigido, incluso, Kevin Smith… pero con más producción. O los personajes de The Big Bang Theory en el cine. Esta primera mitad no es algo del otro mundo. Apenas, unas risas esporádicas, unos golpes de efecto bien logrados, y buenas actuaciones. El film cambia cuando aparecen los personajes de Big Daddy y Hit Girl. O al menos cuando se muestra su origen. Y también cuando empieza a ganar relevancia Chris D’Amico / Red Mist, hijo del villano de turno, el mafioso Frank D’Amico. Es acá donde empiezan las contradicciones de otra índole: ideológicas y políticas. Algo no funciona demasiado bien en estos personajes. Algo huele mal en Dinamarca. … Requieren Demasiadas Responsabilidades No tengo nada contra la violencia en el cine, pero a veces uno se tiene que replantear el carácter ideológico de los personajes y la violencia gratuita. Como si fuera el personaje de Gerard Butler en Días de Ira (Law Abiding Citizen), este Big Daddy (is watching you) de Nicolas Cage, es un sanguinario vengador anónimo, que parece ser avalado en su conducta por el director Vaughn ¿Acaso bajo la favorable cara de una comedia de acción de superhéroes adolescentes se esconde un film de corte netamente fascista, que le da la razón al “hay que matarlos a todos”? Extraño. Entre escenas que parecen estar filmadas con intenciones serias, se filtran frases, citas, pistas de que Vaughn en realidad no está tomando como referencia al cine de gángsters de Guy Ritchie, o al cine de aventuras y superhéroes/antihéroes de Sam Raimi o Jon Favreau. Ni tampoco a las comedias de Greg Mottola o los hermanos Weitz. No, Vaughn quiere demostrar en Kick Ass que puede ser Quentin Tarantino. Y no es una reflexión librada al azar. Los observadores podrán encontrar citas gráficas constantes, no solamente a novelas o historietas de superhéroes (y sus adaptaciones), sino también a películas desde El Silencio de los Inocentes a Operación Trueno (de James Bond), de Operación Dragón a Cara Cortada, o series como Lost (al ser estrenada con tres meses de diferencia con Estados Unidos, el chiste perdió gracia). Pero principalmente, los fanáticos tarantinescos se darán cuenta que la historia e sí, e inclusive, por momentos, la estética remiten demasiado a Kill Bill Vol. 1. Y… acaso ¿alguien acusa a Tarantino de fascista? La violencia gratuita, el humor negrísimo de sus obras, la apología directa de la venganza (no solo Kill Bill, sino A Prueba de Muerte y Bastardos Sin Gloria también) es tan divertida en su obra, tan cinéfila que a nadie le importa la ideología de Tarantino. Y como no estamos acostumbrados a ver a un imitador del gran ladrón que nos ha dado el cine de los noventas, podemos llegar a interpretar que Vaughn quiso hacer una sátira y un drama de aventuras, y no termina haciendo nada de eso. Nada de eso. Si en la primera parte Vaughn engaña al espectador haciéndole creer que va a seguir una línea verosímil, en la última media hora, tira todo al tacho y crea una sátira con un nivel de sarcasmo que lo ponen casi a la altura de un Mel Brooks con un presupuesto de 100 millones de dólares. Aunque sea irónico, esta desopilante segunda parte de película cinéfilamente, me atrajo en forma independiente, más que la primera. Todos los años surgen algunas comedias con altas dosis de cinefilia. En el 2008 fueron Grindhouse de la dupla Rodríguez / Tarantino y Una Guerra de Película de Ben Stiller (en realidad Wall E, sin ser comedia, tiene más citas que ambas juntas creo). En el 2009, Los Bastardos y Arrástrame al Infierno (lo mejor de Raimi desde El Ejército de las Tinieblas)… Parece que Kick Ass intentaría ser la cita cinéfila, (con destino de culto) del 2010… El Problema Final “Grandes poderes, requieren grandes responsabilidades”. Desde Yoda al Tío Ben, los héroes tienen un consejero que los guía. El problema es que a Matthew Vaughn le falta ingenio para convertirse en el héroe del año. Definitivamente no es Tarantino (de por sí faltan los diálogos, que son la marca autoral del mismo), pero hablo en términos cinematográficos generales: no existe un registro claro de transgresión real o de salir de los patrones convencionales Sensaciones encontradas. Kick - Ass tiene un guión sólido. La estructura narrativa y casi todas las subtramas (excepto la del protagonista jugando el rol del amigo gay) se sostiene por todas partes. No faltan referencias en cuanto al armado del guión a Star Wars como a El Padrino (el tema del legado patriarcal), pero falta sustancia… carácter… personalidad propia quizás. Como ya dije, excepto por cierto tono seudo humorístico de cine de gángsters que recuerda a Juegos, Trampas y Dos Armas Humeantes (además de los cameos de Jason Flemyng, Dexter Fletcher, y para los ochentosos, aparece Elizabeth Mc Govern) hay poco de Vaughn en la película… Se huele a imitación de estilos… en demasía. Hay algo muy superficial, y uno denota esto, en la poca profundidad o maniquierismo que tienen algunos personajes como Katie (la novia) o Red Mist, que podría haber sido mucho mejores. La acumulación a veces agota. Y en Kick - Ass se acumula mucha información, mucha cinefilia, y el resultado final deja sabor a que se necesitaba o mayor metraje o menos… muchas menos intenciones y propósitos. No por nada, los últimos films de Quentin superan las dos horas y media, o están divididas en partes: cada personaje necesita su desarrollo y cada actor su lucimiento. En Kick - Ass, el casting no está desatinado: Aaron Johnson y sus amigos cumplen con los roles de nerds acertadamente sin demasiadas sorpresas, Mark Strong se convirtió en el villano perfecto del 2010 (Robin Hood, Sherlock Holmes de Guy Ritchie el amigo de Vaungh, esta) la joven Chloe Moretz es realmente el arma mortal del elenco. No solamente actúa bien y le roba cada escena a un cada vez más viejo y cansado Nick Cage (que a la hora de ser satírico funciona, cuando se pone melodramático no, aunque se auto parodia con su rol en Con Air), sino que la además, la niña es una revelación como comediante e intérprete de escenas de acción (una doble y efectos especiales ayudan, pero igual lo simula bastante). Los problemas en elenco surgen con Lyndsy Fonseca (la chica de turno, muy hermosa pero con pocas neuronas) y especialmente con Christopher “Mc Loving” Mintz-Plasse, al que parece que el rostro de nerd ya le queda chico. Fue demasiado explotado en el pasado, y aunque interpreta creíblemente su rol en esta película, no logra destacarse ni Vaughn logra darle libertad para hacer crecer al personaje más de lo estipulado. Último Round Me doy cuenta que la película me cautivó más de lo que supuse en primera instancia. A lo largo de esta nota, cambié mentalmente la calificación final de la película, unas cuatro o cinco veces (pasando de ser una obra maestra cinéfila a solo un simple intento fallido de imitar a Tarantino). La extensión de la nota se debe justamente a que la película permite varias líneas de análisis, y tiene varios niveles de lectura que no suponemos a simple vista. O quizás no. Las confusas pretensiones del ambicioso Vaughn me han llevado ha confundirme un poco y espero que el lector no se confunda también. Las contradicciones de la película, pueden relacionarse con las contradicciones en la crítica. No es un film fallido, pero... Quizás lo estoy sobrevalorando demasiado. Probablemente se trate de un fascista más de Hollywood al que le estoy dando la razón. ¿Quién sabe? Habrá que ver Kick Ass 2, para confirmarlo.
Escafandras y narcos Aunque en términos prácticos los comics están muertos desde hace más de tres décadas, las adaptaciones cinematográficas gozan de buena salud y son muy redituables en taquilla. Precisamente debido a la enorme popularidad de antaño, gran parte del público conoce a muchos personajes míticos del ámbito sin nunca haber leído ni siquiera un ejemplar (los componentes anacrónicos de las obras no descalifican la mirada cariñosa que despiertan la estética, algunos rasgos de la ideología y en especial los diversos íconos de las historietas). La poco imaginativa Kick-Ass (2010) reúne un par de factores que ilustran lo anterior y de paso confirman el estancamiento de la comedia mainstream: se basa en un comic reciente de Mark Millar y John Romita que a su vez parodiaba ciertos motivos clásicos del género, sobre todo la ausencia de “súper poderes” en algunos vigilantes antológicos como el Batman de Bob Kane y Bill Finger. Aquí la industria desperdicia la oportunidad de meditar acerca de la cultura urbana estadounidense y en cambio entrega otro pastiche mal digerido. Ya lo vimos mil veces: un adolescente burgués se aburre en su cómoda casita porque no tiene ni una sola actividad extracurricular (sus amigos no pasan de dos, a la salida del colegio siempre le roban el dinero y lo peor es que todavía no tuvo sexo). Imitando a sus ídolos gráficos decide calzarse una escafandra verde y empezar a patrullar las calles, sin el entrenamiento necesario o una mínima causa por la que luchar. Si no fuera por estos detalles estaríamos ante un nuevo bodrio sólo apto para los diletantes del onanismo eterno. Así es como nuestro protagonista Dave Lizewski (Aaron Johnson) pronto se hace conocido bajo el seudónimo de Kick-Ass y en una noche agitada se topa con Big Daddy (Nicolas Cage) y su pequeña pero aguerrida hija Hit-Girl (Chloe Moretz). El guión se pasea por un montón de estereotipos del cine “políticamente incorrecto” sin brillar en ninguno y para colmo no se decide cuál dirección profundizar, si la senda del superhéroe malogrado o el retrato de sus enemigos, con el cruel traficante Frank D''Amico (Mark Strong) a la cabeza. El tono jamás llega a la comedia negra sino que más bien se queda en una sátira bastante deslucida, de esas que pretenden “impactar” con una violencia hoy vetusta y la infaltable colección de insultos. El panorama se aclara cuando nos percatamos que el realizador no es otro que el inglés Matthew Vaughn, responsable de la desastrosa Stardust (2007). Aquí demuestra una vez más que le cuesta muchísimo trabajar los aspectos formales y/o estructurar una narración sólida sin el recurso de las citas múltiples o el robo liso y llano. Si además sumamos que la música y la edición son increíblemente desprolijas, el margen de placer cinéfilo se reduce aún más. A pesar de ello y en función de la incompetencia del esposo de Claudia Schiffer y el equipo creativo en general, un elenco librado a su suerte constituye lo mejor de la película: Cage continúa tan enajenado como siempre, Strong le esquiva a la repetición, Johnson hace querible a Kick-Ass y Moretz termina llevándose las palmas. Torpezas aparte, el film se mueve en una medianía de la que nunca consigue salir.
Kick-Ass logró lo que no consiguió ninguna película hasta ahora en lo que va del año, superar mis expectativas de manera rotunda. Y aclaro por las dudas que era una de las cintas que más me generaba a priori. La película arranca con Dave Lizewski relatando los cambios en su vida a partir de su nueva identidad llamada Kick-Ass. El protagonista se pregunta porqué nadie ha intentado ser un superhéroe y es allí cuando comienza a concretar la respuesta a esa pregunta, convirtiéndose en la inspiración que su ciudad necesita. Es luego de esto cuando comienzan las dos horas casi ininterrumpidas de pura diversión y digo casi ininterrumpidas porque solo en el medio el ritmo decae un poco. Me encantó la manera en la que Matthew Vaughn combinó la acción, con el humor y la esencia de los comics. Se vió un muy buen laburo de Vaughn (¡¡¡es el marido de Claudia Schieffer!!!) en las escenas de acción y las secuencias de lucha que involucran a la protagonista femenina y los demás actores. Algo que me gustaría destacar es que la película es bastante "sangrienta" por decirlo de alguna manera y eso fue algo que me sorprendió para bien. Además de no esperar tanta sangre y violencia junta, me encantó la manera en la que se aprovechó porque tampoco sirve mostrar esos recursos sin una justificación. Sin dudas otro gran acierto del director de Stardust, el Misterio de la Estrella. La historia de Kick-Ass no es original, pero esta película gana una amplificación espectacular de la mano de las excelentes actuaciones. Aaron Johnson es el personaje principal y lleva adelante un personaje de loser muy creíble que seguramente no debe distar de como es él en realidad, me hizo acordar bastante a los personajes que llevan adelante Jesse Eisenberg y Michael Cera en sus caracterizaciones. Nicolas Cage interpreta a Big Daddy, un superhéroe entrado en años, sediento de venganza. Realmente el personaje que lleva adelante el actor de Un Ángel Enamorado es brillante y ojalá eso haga que vuelva a ser el buen actor que alguna vez fue. Me hubiera gustado ver un poco más a Christopher Mintz-Plasse, pero seguramente que lo guardaron para explotar más su personaje en la secuela que saldrá a la luz en dos años. Sin dudas quien se come la película es Chloe Moretz, la pequeñita de solo 13 años que interpreta a Hit Girl, una superhéroe que no tiene el más mínimo gramo de temor y que también lleva una increíble sed de venganza concentrada en todo ese cuerpito. Realmente la voz, las caras, los gestos y hasta el movimiento del cuerpo de Moretz fueron brillantes a lo largo toda la cinta. Solo resta Mark Strong que sigue con su personaje de villano que tan bien le queda. Obviamente que cuando una película tiene todas las actuaciones en un nivel así, el gran responsable de esto es el director porque supo llevar a los actores a interpretar sus labores con esa calidad. Mención aparte para la música que es increíble y acompaña cada escena a la perfección. Kick-Ass se lleva el primer puesto de lo mejor que he visto en este año por sus actuaciones, una gran dirección y su humor ácido y violento.
LA VENGANZA DE LOS NERDS Antes de morir, el tío Ben le enseñó a Peter Parker, alter ego de Spiderman, una lección que lo marcaría de por vida: un gran poder conlleva una gran responsabilidad. ¿Pero que pasa cuando no se tiene un gran poder? Aunque la idea de responder a esa pregunta no es nueva (ya la desarrollaron filmes como MISTERY MEN en 1999 y otros no tan conocidos, como SPECIAL en 2006 y BLANKMAN en 1994), la actual sobreabundancia de películas de superhéroes al parecer obligaba a darle un giro novedoso al subgénero y ofrecer algo diferente a los espectadores. Así llega KICK-ASS. El film está basado en un violento cómic que relata como un nerd fanático de las historietas decide emular a sus héroes y, luego de fabricarse un traje casero, sale a las calles a luchar contra el crimen bajo el nombre de Kick-ass (algo así como “Patea-traseros”). Gana algo de fama luego de que un video suyo sea subido a Youtube y conoce a otros locos con capa y máscara, como Hit Girl y Big Daddy: juntos intentarán detener a un jefe mafioso interpretado por Mark Strong. La película es entretenida y delirante, bizarra y simpática. Está repleta de humor negro, ultra-violencia y numerosas guiños hacia la cultura popular (hay referencias a My Space, You Tube, los juegos en primera persona tipo Counter Strike, el final de la serie “Lost” y, obviamente, los superhéroes de cómics), algo que la hace muy cómplice: KICK ASS se ríe junto con el espectador. Y esto la hace mucho más disfrutable. El protagonista de KICK-ASS es un loser estudiante de secundaria (sí, con todo lo que eso implica en cuanto a lo ya visto en películas y series yanquis, como los populares molestando a los nerds, los bravucones robando el dinero del almuerzo, etc), lo que hace que la película tenga por momentos ese aire a SUPERBAD, con chistes sobre la locura hormonal adolescente y hay también por ahí algún porrito. Además actúa Christopher Mintz-Plasse (Mc Lovin en SUPERBAD) que interpreta a Chris, el hijo del mafioso. KICK-ASS tiene la capacidad de generar diferentes sensaciones de modo vertiginoso: va de la risa al momento emotivo. También, de la parodia a la seriedad. Es que, a pesar del delirio total y de lo gracioso que pueden resultar varias situaciones, las historias de los personajes son bastante jodidas y hasta tristes en el fondo. El director Matthew Vaughn filma satisfactoriamente las violentas e intensas secuencias de acción (muy bien acompañadas por la banda sonora), algo fundamental en este tipo de películas, sumado a algún que otro toque de los estilos de Guy Ritchie (ambos laburaron juntos en el pasado, aunque Vaughn en el rol de productor) y Tarantino. Más allá de todo eso, la esencia del cómic se respeta y los cambios que hubo fueron para mejor. Si hay algo que se le puede criticar negativamente al film es el hecho de que a pesar de ser una sátira (muy loca, pero con un pretendido realismo al fin) y de jugar con los lugares comunes del cine de acción y de superhéroes, finalmente no termina apartándose mucho de estos tópicos SPOILER, es decir, el nerd se queda con la chica linda, los malos malísimos reciben su merecido, etc FIN DE SPOILER En cuanto a las actuaciones, la pequeña Chloe Moretz se roba la película como Hit Girl, una mini Beatrix Kiddo, mal hablada y mortífera, pero con cierta inocencia. Strong demuestra porque es el actor de moda para interpretar villanos y se hace temer. Nicholas Cage también se luce como el melancólico ex-policía que decide enmascararse para combatir la delincuencia, una mezcla entre The Punisher y Batman, badass y desequilibrado. Aaron Johnson, el protagonista, cumple con la difícil tarea de ponerse la película al hombro. Para ir cerrando, podría decirse que KICK-ASS es el hermano adolescente, jeropa, borracho y fiestero de los maduros y serios THE DARK KNIGHT y WATCHMEN; es un homenaje a los cómics y, sobre todo, a los fans de los cómics. Recomendable a full… y si no la vas a ver merecés que te pateemos el orto. Nuff said!
Superhéroes en la era de la decepción Para los que aún no tenían en claro cuál era el principal sacrificio de los superhéroes, El hombre araña, versión Sam Raimi lo dejó en claro, cuando fotograma a fotograma avanzaba sobre la idea de que estos personajes fuera de lo común no podían permitirse el lujo del amor, en tanto los convertía en vulnerables ante sus numerosos enemigos. Y bien, Kick-Ass toma esta cuestión y se pregunta sobre por qué nadie quiere convertirse en guardianes de la justicia, como pasaba en Batman inicia de Christopher Nolan –aunque un personaje reflexiona que sí hay muchos que quieren ser como Paris Hilton–, y se abre un poco más para incluir el infierno de la escuela secundaria para perdedores natos, al estilo de la recordada Supercool, de Greg Mottola. Con un guión que cambia varias veces de registro, el director británico Matthew Vaughn comienza con un tono ligero, centrado en un Dave, un adolescente como tantos, pegado a la computadora (un geek), consumidor de cómics, que de pronto decide que él bien puede ser Kick-Ass, un enmascarado que luche contra el delito y de paso, logre algo de respeto y por qué no, tal vez consiga seducir a la chica de sus sueños. Pero en el medio de la trasformación y de la película) irrumpen otros superhéroes: el ex policía Big Daddy (brillante Nicolas Cage), padre de Hit Girl (Cloé Moretz), criada con un biberón al lado de una pistola automática. Ambos en busca de venganza contra un mafioso. Y Red Mist, el hijo del gángster que busca su reconocimiento. Pero el tono liviano pronto comienza a ser intervenido por una violencia feroz, al mismo tiempo que el romance en progreso gira a una comedia de enredos gay, el aprendizaje como superhéroe a mano limpia (otra vez El hombre araña) se ve interrumpido por la eficacia de las armas automáticas, y la razón de ser Big Daddy y Hit Girl se explica a partir de una tragedia original, Kick-Ass podría haber tomado el camino más cómodo de una ironía sobre el universo geek o una revisión de las historietas llevadas al cine, pero con una complejidad inusitada, reflexiona sobre la venganza, el poder pueril de los medios y la justicia por mano propia.
Hay dos grupos claramente distinguibles entre los varones de cualquier colegio secundario: los deportistas y los que no son tan amantes de la actividad física. Y puede ser hasta irónico que entre tanta desesperación mundialista (a la que, confieso, me sumo sin vergüenza alguna), llega una película que toca un tema que muchos podrían considerar casi antagónico y que solía ser elegido por los más “nerds”: el mundo de las historietas. Kick-Ass cuenta la historia de Dave Lizewski, un joven que vive su vida sin sobresaltos, no es ni el popular mariscal de campo de su escuela, pero tampoco el ultraestudioso. Se trata de un estudiante promedio que un buen día se hace una pregunta sensata, ¿Cómo puede ser que, habiendo tantos fanáticos consumidores de cómics, ninguna persona haya decidido convertirse en un superhéroe de carne y hueso? Decide entonces ser el primero, compra un traje de neoprene, consigue una máscara y da vida al justiciero “Kick-Ass“. Su idea es combatir las injusticias de la vida diaria, pero se da cuenta de que, en la realidad, es mucho más difícil que en la ficción. Para empezar, su atuendo no causa temor sino carcajadas entre quienes lo ven. Y para seguir, él no es alguien preparado física o técnicamente como para enfrentarse a maleantes. Tal es así que, cuando por primera vez quiere intervenir ante unos ladrones, se come una paliza impresionante. Recuperado, decide ocuparse de cuestiones no tan sanguinarias. Pero buscando un gato que se ha perdido en el barrio, se topa con un hombre que es atacado por otros dos. Las ganas de hacer justicia persisten y defiende al numéricamente inferior. Lo fajan, pero los golpeadores terminan yéndose. Esta pequeña victoria se magnifica porque justo había alguien mirando y filmando todo con su celular. Éste sube el video a Internet y, de la noche a la mañana, Kick-Ass se convierte en un fenómeno popular. Habiendo un joven casi perdedor, era lógico que incluyeran a una chica. Ella no le da bola, pero finalmente él logra acercarse haciéndose pasar por su amigo “gay” y descubre que la joven está en un problema serio. Interviene como Kick-Ass sólo para darse cuenta de que los malos en cuestión están con un tema pesado como las drogas. A punto están de matarlo cuando entran en juego los otros protagonistas: Big Daddy -Nicolas Cage- y Hit-Girl -Chloe Moretz-. Big Daddy y Hit-Girl son en realidad un padre y su pequeña hija que realmente hacen justicia, pero por beneficio propio. Él es un ex policía que tiene acceso a logística y armas, además de estar preparado en artes marciales. Al punto tal que su pequeña hija es prácticamente una máquina de matar. Así, Kick-Ass se ve envuelto en una trama con mafiosos y justicieros en serio, de la que sólo podrá salir sumándose al dúo de Big Daddy y Hit-Girl en su lucha contra los malvivientes. Una gran película, altamente recomendada, con Nicolas Cage en un papel que le calza justo. Muchos criticaron el excesivo nivel de violencia que tiene (muertos reales y sangre por doquier, al punto de que una nena de unos 12 años asesina a mucha gente) pero creo que cualquiera con una lectura fina comprenderá el mensaje. Por otra parte hubo una polémica con el cómic de Sebastián De Caro, “Doméstico“. Leí la historieta, la recomiendo, encuentro varios puntos similares -¡hasta los colores del traje!-, pero como el propio Sebastián se encargó de aclarar, toda disputa en el mundo legal excede las posibilidades de un grupo de creativos argentinos… Más allá de esta discordia, Kick-Ass la rompe.
Lo primero es empezar Interesante filme que nos lleva a guardar esperanzas sobre el desarrollo de esta saga. Ya habíamos tenido una adaptación de un comic de Mark Millar con Se busca. Y había sido un asco: un filme pretencioso en el peor sentido del término; que se creía superior a sus personajes; que hacía un diagnóstico superficial de la sociedad; incoherente en sus tesis sobre la violencia y sus efectos; autoritaria a la hora de proponer búsquedas o salidas. De ahí que la transposición de Kick-ass no causara tantas expectivas, a partir del temor de que fuera básicamente un conjunto de ideas visuales ingeniosas o que terminara siendo una parábola fascista. Por suerte, el filme de Matthew Vaughn no cae en la mayoría de esas trampas, ya que no tiene las “ambiciones” de Wanted. Sus metas son, en principio, mucho más humildes, aunque se los toma con la seriedad suficiente. El objetivo inicial lo cumple con creces, aunque todavía le queda la parte más difícil del camino. Kick-ass se impone fácilmente a partir de su desprejuicio absoluto, de su irresponsabilidad en el mejor de los sentidos. No le importa mostrar escenas de acción con una menor disparando por doquier y matando gente como quien se cepilla los dientes. Tampoco a un adolescente queriendo ser súper-héroe por motivos esencialmente individualistas, conectados con su enamoramiento de una chica y la necesidad de reforzar su autoestima. Mezcla géneros y sub-géneros en una gran batidora, a mil por hora: la parodia de los superhéroes; la acción violenta y tarantinesca; el relato de iniciación adolescente al estilo Supercool; la sátira gangsteril derivada de Analízame o Los Sopranos; la historia de amor construida a partir de los malentendidos. Toda esta mixtura da un resultado desparejo. Hay varios personajes que quedan en el imaginario del espectador a partir de su simpatía, pero otros que dan la impresión de que les faltó desarrollo, quedando desdibujados. Lo mismo sucede con los villanos, que no ostentan la potencia necesaria. La impresión general es que este es el comienzo de una historia mucho más rica, que va a necesitar de muchas eventualidades para redondearse de la mejor forma. Y sin embargo, Kick-ass es entretenido, enérgico en su concepción. Y esa misma impresión negativa de que se requiere un mayor desarrollo, es asimismo la promesa positiva de que queda mucho por delante, pues ya la segunda parte está en desarrollo. Y en este caso, es más que pertinente.
¿Quién quiere ser superhéroe? Toma una historieta, busca un elenco de actores famosos (o sólo un par), agrégales escenas de acción, efectos especiales y chistes sobre otras películas, mezcla todo esto con una estética muy juvenil y algunos hits musicales del momento: ¡tendrás así tu propia película de superhéroes! Las remakes y las películas de superhéroes parecen no pasar aún de moda, quizás porque siguen tratando de reinventar el género (¡en algunos casos lo logran extraordinariamente bien! como en Batman: the dark knight) pero, salvo excepciones, el modelo parece ser siempre el mismo y logran ser films a veces entretenidos pero sin nada nuevo que contar. El caso de Kick-Ass es algo particular. Cuenta la historia de Dave Lizewsky, el típico adolescente virgen al que las mujeres ignoran y los chicos toman el pelo, que un día decide convertirse en un superhéroe (Kick-Ass) usando un ridículo traje verde que manda a pedir por Internet. Sin poderes especiales, fuerza o armas recibirá más de una paliza hasta que su historia se complicará (o se volverá quizás más interesante) mezclándose con los planes de un villano mafioso de su ciudad (Frank D’Amico) y de otros superhéroes: Hitgirl (una enfant terrible entrenada para matar despiadadamente) y su padre. Esta adaptación cinematográfica de la historieta homónima de Mark Millar posee además una estética muy cuidada, sobre todo en lo que respecta a la simetría y a la decoración “setentosa” (saturada de color naranja y blanco) de la casa del villano que, junto a la utilización de música clásica a todo volumen en momentos de gran violencia, recuerdan a La naranja mecánica de Stanley Kubrick. Esta y muchas otras referencias cinematográficas son explícitas: vemos desfilar ante nuestros ojos escenas de Tomb rider, de Wanted (también basada en una historieta de Millar), de Scarface, del videojuego Doom, del comic y la película Watchmen (sobre todo en el diseño de los trajes cuadrados y poco estilizados de los superhéroes) o del western For a few dollars more con música de Ennio Morricone. Internet y las telefonías celulares estarán también presentes y ni hablar de las redes sociales y de YouTube que adquieren protagonismo en el desenlace de la historia. Todos estos elementos combinados con una banda sonora muy buena la vuelven una película entretenida, muy juvenil y moderna, con buenas dosis de violencia, aunque con personajes un poco trillados y una historia bastante predecible. Es perfecta para una fría noche de domingo, para simplemente pasar un rato de diversión.
Quiero ser superhéroe ¿Qué es Kick-Ass exactamente? A pocos días de haber visto la película todavía me lo estoy preguntando. Leo diferentes críticas y escucho opiniones por todos lados. Algunos creen que se trata de una parodia acerca de las películas de superhéroes y otros que es una sátira sobre los mismos, mientras unos pocos piensan que se trata de una reconstrucción del mito del héroe en la cultura moderna. La realidad es que Kick-Ass es una mezcla de todo lo anterior, pero hay algo más ahí, algo que se escapa la primera vez que uno ve la película. Kick-Ass es, antes que todo lo mencionado arriba, una fantasía. La fantasía de un adolescente cualquiera que un día se pregunta por qué en la sociedad de hoy nadie es capaz de ponerse un disfraz y ayudar desinteresadamente a alguien. Ahora bien, esto, a medida que transcurre el film, se volverá un poco mas complejo, pero ya llegaremos a ese punto. En el primer tercio de la película vemos las andanzas de Dave Lizewski, un chico común y corriente que en sus ratos libres se la pasa leyendo comics y masturbándose con videos de Internet. Un día Dave decide cambiar su aburrida existencia y, luego de comprar un traje de fábrica en E-Bay, sale a combatir el crimen para cumplir su fantasía personal, pero al no tener superpoderes ni el entrenamiento adecuado para hacerlo, lo acuchillan en la calle, acto seguido lo atropella un auto, y va a parar al hospital con heridas graves. Sin embargo, lejos de amedrentarse (y con la ayuda de unas placas de metal colocadas en su cuerpo que lo vuelven resistente al dolor) el testarudo de Dave decide salir a probarse el traje de héroe una vez mas, con mayor éxito que en su primera incursión, porque esta vez evita que unos pandilleros maten a golpes a un joven inocente. Este acto es capturado con una cámara de celular e inmediatamente subido a Youtube, lo que convierte a Kick-Ass en un fenómeno tanto popular como mediático (lo primero que hace el héroe al adquirir notoriedad es abrirse una cuenta en MySpace para recibir pedidos de auxilio). Hasta acá las intenciones del director Matthew Vaughn parecen más o menos claras. El film intenta imaginar lo que pasaría si alguien se convirtiera en un superhéroe en la vida real, donde no hay arañas radioactivas ni rayos gamma que incrementen nuestros poderes, y también hacer un comentario sobre la fama veloz y la popularidad en tiempos de redes sociales onda Youtube o Facebook. Pero ingresados en el segundo acto de la película entran en escena dos personajes que cambian por completo el rumbo del relato: se trata de Big Daddy y Hit Girl. La primera escena de este dúo lo dice todo, cuando vemos a Damon Macready metiéndole un balazo en el pecho a su hija de 11 años, Mindy. Convertidos también en superhéroes pero intenciones diferentes a las de Dave, el padre y la hija –ahora Big Daddy y Hit Girl- se embarcan en una cruzada personal contra un mafioso llamado Frank D’Amico, dejando a su rastro decenas de cadáveres y cuerpos mutilados. El camino de ambos se cruzará inevitablemente con el de Kick-Ass, lo que lleva al film a convertirse en un verdadero festival de sangre y violencia. Y lo más increíble es que gran parte de esa violencia es ejercida por una nena de 11 años, lo que pone a la película en un terreno moral bastante turbio. La aparición de estos dos personajes es definitivamente el elemento que más divisiones generará en el público por dos motivos muy claros. En primer lugar porque el tono aparentemente realista que buscaba tener la historia hasta ese momento cambia por completo, con escenas de disparos y masacres más cercanas al universo autoconciente de Kill Bill o de cualquier película de John Woo. Y además, porque es tan interesante la relación entre estos dos personajes que el foco de atención deja de estar sobre Dave, lo que genera ciertos desbalanceos narrativos. La pregunta que hay que hacerse es: ¿qué significa la presencia de este dúo en comparación con Dave? Big Daddy y Hit Girl son la contracara total del protagonista. Ellos sí tienen motivaciones reales y la preparación perfecta para calzarse el traje de héroe y combatir el crimen (otro punto interesante y controvertido de la película es el hecho de que para ser un auténtico héroe hay que asesinar a sangre fría, más cercanos en esto a la idea de un Punisher que a la de un Superman), lo que pone a Dave al descubierto no como un verdadero superhéroe, sino como un farsante que sólo pretende serlo sin tener idea de lo que eso realmente implica. A partir de ese contraste es como Kick-Ass se convierte en una suerte de juego de espejos en el que cada personaje encuentra su complementario, lo que produce una tensión narrativa constante. Esto es difícil de ver al principio, dado que varias tramas en la segunda mitad empiezan a cruzarse hasta armar un entretejido que cuesta digerir en medio del asalto visual y sonoro. Pero basta con ver todas las relaciones padre/hijo que se suceden a lo largo del film (no solo Big Daddy y Hit Girl, sino también Dave y su padre, y el mafioso D´Amico con su hijo Chris) para entender mejor este punto. Pero volvamos a lo que dije al principio, esa idea de que Kick-Ass se trata de una fantasía adolescente. Cuando llegamos al clímax de la película Dave inevitablemente se encuentra metido en una batalla que no es la suya, al quedar atrapado en medio de la venganza de Big Daddy y Hit Girl contra D’Amico. Luego de que Hit Girl lo rescate de una ejecución transmitida en vivo por Internet (lo que nos trae de vuelta al punto sobre la relación del héroe con los medios de comunicación que había mencionado antes) Dave intenta convencer a la pequeña Mindy de que ya no lleve a cabo su venganza y de que viva una vida normal como toda joven de 11 años, pero Mindy sabe que ya no puede volver atrás y tiene perfectamente asumido su alter ego de Hit Girl, mientras que Dave todavía es un pendejo con un traje de payaso. Es por eso que en la escena de acción final, cuando lo vemos volando arriba de un Jetpack para salvar a Mindy y pelear una batalla ajena, es cuando Dave cumple finalmente con el requisito de ser un superhéroe. Tanto el Jetpack como la bazooka que utiliza para eliminar al villano (que nuevamente alteran la idea de realismo que en principio se pretendía) funcionan como elementos que el cine le otorga como recompensa por dejar su egoísmo de lado y realizar un acto en forma desinteresada. Dave, como Batman, Spider-Man o la misma Hit Girl lo saben, se dará cuenta que el camino al verdadero heroísmo lleva consigo el sacrificio y no está exento de dolor y sufrimiento. Así, la película que hasta ese momento miraba al género de costado y guiñándole el ojo, se abraza a esos mismos clichés que antes parecía tratar irónicamente y se termina por convertir en una auténtica película de superhéroes, aplicando el concepto de que todo gran poder conlleva una gran responsabilidad. Claro que en este universo ser responsable significa matar a sangre fría y olvidarse de toda ética.
Súper psicosis Una de las pocas citas no muy felices de Jean-Luc Godard, al menos si está fuera de contexto, es aquella que dice: “Lo único que se necesita para hacer una película es una chica y una pistola”. Kick-Ass, la adaptación de la novela gráfica de Mark Millar y John Romita Jr., a cargo de Matthew Vaughn, es una lectura literal del concepto, aunque habría que adaptarla a nuestro tiempo: una niña y una bazuca. Tras la muerte de su madre y cansado de ser blanco de patoteros, Dave Lizewski, más cerca del proletario Peter Parker que del aristocrático Bruno Díaz, sueña con ser un superhéroe, y sabe, “como los asesinos seriales”, que no alcanza con fantasear. Un traje verde, dos bates, un poco de entrenamiento, y ha nacido un superhéroe: Kick-Ass. Así, en una lucha callejera, varios adolescentes serán testigos de una proeza del enmascarado. Al instante, su valentía se globaliza por la web, lo que tendrá consecuencias para el mundo del hampa. Además, un ex policía y su hija (de 11 años), devenidos en héroes vengadores, quizás unan fuerzas con Kick-Ass, pues planean desbaratar la red criminal que vincula a la policía con un villano. Ideal para sociólogos de la cultura pop, Kick-Ass sirve tanto para visualizar las coordenadas ideológicas de una nación cuyos íconos literarios están representados por cómics como para intuir una sociedad proclive a la psicosis y a la democratización generacional de la violencia. ¿No es acaso un signo de fragmentación psíquica la doble identidad paradigmática del superhéroe? La hipótesis se desliza al comienzo, cuando un joven encapuchado (armenio y sin poderes) salta de un rascacielos y la ley de gravedad detiene su delirio mesiánico. La voz en off del héroe en cuestión se pregunta: “¿Cómo puede ser que nadie haya intentado ser un superhéroe?”. Detrás de la retórica repiquetea la muda angustia adolescente. Kick-Ass no es El protegido, hasta ahora el esfuerzo más lúcido para entender el subtexto “primitivo” del cómic, aunque sí sugiere que detrás de estos universos maniqueístas e infantilizados se puede divisar un conjunto de síntomas para ser descifrados. El cómic, por otra parte, conoce aquí su total fusión con el imaginario en el que Quentin Tarantino es una deidad pop y un gurú indiscutido. Que una niña de 11 años, a imagen y semejanza de Uma Thurman en Kill Bill, decapite, acuchille, balee y pondere una pistola como si se tratara de un juguete de ingenio no es otra cosa que el triunfo ostensible de una estética que ya ha naturalizado la violencia como una forma de vida y un legítimo entretenimiento para todas las edades.
Antes de hablar de la película en sí me gustaría mencionar al comic en que se basa, una miniserie escrita por el escocés Mark Millar. Este escritor hace años que venia trabajando en comics ingleses y algunos títulos de DC, sobre todo bajo el padrinazgo de Grant Morrison, uno de los mejores guionistas actuales. Por fin se hizo conocido en 'Ultimates' y 'The Authority' con su marca registrada: argumentos violentos con muchas peleas y violencia, personajes con muy mala leche y diálogos sarcásticos y llenos de ironía. Aunque a veces da esa sensación de escribir con una filosofía media cabeza de "si tenes bolas y los músculos suficientes podes hacer lo que quieras", es un buen guionista que ha hecho historias muy divertidas y el cine le tenia una gran deuda pendiente; en el 2008 destrozaron una de sus obras maestras, 'Se busca' (Wanted), y si 'Kick-Ass' hubiera caído en una gran productora de cine como Warner o Fox hubiera corrido la misma suerte sin dudas. Por fortuna al haber sido publicado en el sello Icon de Marvel (una línea editorial donde los creadores mantienen sus derechos de autor), Millar podía decidir quién realizaría la adaptación y le confió la tarea a Matthew Vaughn, un realizador muy versátil que ya estaba comprometido a filmar ‘Thor’ para Marvel pero cambió de proyecto apenas le ofrecieron hacer la miniserie. Vaughn no solo se puso las pilas en escribir el guión mas fiel posible sino que financió la filmación porque ningún estudio quería invertir en una peli tan violenta que seguro iba a ligar una calificación ‘R’ (la mas alta de los yanquis); la verdad que no se podía esperar menos del tipo que descubrió a Guy Ritchie y le robó la Schiffer a David Copperfield :P Ahora hablando del film en sí, la historia arranca con un protagonista muy similar a Peter "Spiderman" Parker pero más creíble: es adolescente y jeropa, la piba que le gusta ni lo registra, a su padre solo le importa que no sea gay, lee historietas pero no es tan nerd, se pregunta porque en el mundo no hay un ningún héroe pero si muchos villanos… como él mismo se define, es solo un pibe promedio que no destaca por nada. Toda esta auto presentación del personaje, sus motivaciones para comprar un disfraz por Internet y salir a agarrarse a piñas son lo mejor de la primera parte de la película y lo que la hace más original. Que se empiece a hacer famoso gracias a Youtube y Facebook puede parecer una estupidez pero tiene todo el sentido en los tiempos actuales. El actor Aaron Johnson cumple muy bien su papel y tiene la suficiente cara de nerd para convencernos pero sin irse al extremo como Michael Cera. Además logra una muy buena actuación con una mascara que le cubre casi todo el rostro, algo difícil de lograr. Sino me creen observen con atención la cara que pone cuando un traficante lo esta por achurar. Entre las cosas que tiran un poco abajo el film, en la segunda mitad cuando Dave se empieza a sentir más cómodo en su rol y su historia se mezcla con la de otros “justicieros”, se vuelve más convencional y termina siendo una peli más de tipos en trajes; con mucha acción y humor, sobre todo negro, eso sí. Pero se pierde la sensación de realismo y “este es el mundo real y duro” que tan bien habían construido antes. Además uno de los personajes “secundarios”, Hit Girl, es tan fresco, original y bien interpretado por la actriz Chloe Moretz que se roba el protagonismo. No es algo malo pero hace muy irrelevante la “mini American Pie con superhéroes” que venia contando Dave. Otro punto flojo es que a Mark Strong, un actor que me encanta haciendo papeles más ambiguos como en ‘Red de mentiras’ o ‘Rocknrolla’, le volvió a tocar un villano soso y sin matices como en ‘Robin Hood’. Igual estos son puntos que no le quitan gracia al filme y para destacar del casting, tenemos a Nicolas Cage haciendo uno de los mejores personajes de su carrera, un “seudo Batman” que entrenó a su hija para matar pero la consiente y malcría como cualquier buen padre. Sin duda una de las mejores propuestas en adaptaciones de comics de este año.
Teens Ultraviolentos Kick-Ass está basada en el comic creado en el 2008 por Mark Millar. Como todos sabemos, el comic es la principal fuente de historias de superhéroes que vieron la luz años después en el cine. Pocos son los personajes que nacieron, pura y exclusivamente, en la gran pantalla. Dave Lizewski (Aaron Johnson) es un adolescente demasiado freak. Lo único que hace es ir del colegio a la tienda de comics y estar sentado frente a su PC. Cansado de las injusticias y los abusos por parte de matoncitos de turno decide, de la noche a la mañana, transformarse en un superhéroe, transformarse en… Kick-Ass. Su único problema es que no tiene ningún superpoder, pero lo complementa con un lindo y gracioso traje que compró por Internet. En su camino al reconocimiento popular, que consigue gracias a las redes sociales, Kick-Ass conoce a gente como él. Héroes anónimos que patrullan la ciudad y luchan contra el crimen. Big Daddy (Nicolás Cage, en una de las mejores actuaciones de su carrera) y Hit Girl son una pareja compuesta por un padre y su hijita de once años (la nena se roba la película) que si bien no tienen poderes, manejan armas y las artes marciales a la perfección. Juntos intentan desbaratar una banda de mafiosos que controla la ciudad. Las peripecias que afronta Dave, tejen una trama muy entretenida en la que se mezclan todas las personas que rodean su vida. Esto combinado con muy buenas escenas, un manejo de cámara perfecto y por sobre todo un excelente montaje. El director, Matthew Vaughn, el mismo de Stardust, eligió de manera impecable a su equipo de trabajo y al elenco de actores, donde todos se lucen con sus actuaciones. Otro elemento a destacar es la banda de sonido, variada, muy común y distinta a la vez, que condimenta y acompaña la acción a la perfección. Kick-Ass es una película extraña, probablemente todo lo que veas en este film ya lo viste en otro, pero es el collage o la suma de todas esas partes que hacen que su resultado sea positivo e innovador. Súper violenta y muy divertida, para sentarse y reírse durante dos horas, sin demasiados análisis de lo que estas viendo. El cine se creo por los hermanos Lumiere, allá a finales del siglo 19, como un entretenimiento que iba de la mano y acompañaba parques de diversiones y circos ambulantes. Bueno, eso es Kick-Ass, entretenimiento puro, para reír sin prejuicios y disfrutar a 24 cuadros por segundo. De lo mejor del año.
El comienzo de Kick-Ass es una muestra de cómo la industria norteamericana ve al género de superhéroes: cristalizado, gastado, un terreno apto para la parodia más tonta posible. Aunque esto no es algo que aparezca por primera vez en Kick-Ass: películas como Hancock o la pobrísima Una película de superhéroes ya ponían en cuestión las convenciones y temas del género. Las películas de superhéroes tuvieron una escalada meteórica en el panorama cinematográfico estadounidense (toneladas de cómics y personajes fueron adaptados a la pantalla grande en poco más de una década) y es por lo menos curioso que, justo en el punto más álgido del género, cuando se ponen en marcha los mecanismos industriales de autodepuración (como la parodia), sea también el momento de un evidente crecimiento estético y narrativo: para atestiguarlo están las dos Hellboy, Batman inicia, El caballero de la noche, Iron Man 1 y 2. Y no se trata de películas crepusculares a la manera de lo que ocurre con Más corazón que odio o Un tiro en la noche respecto del western; al contrario, las películas nombradas antes hablan más de un nuevo comienzo que de un final porque abren caminos y permiten imaginar horizontes posibles para un género que, hasta la llegada de Christopher Nolan, Guillermo del Todo y Jon Favreau, amenazaba con extinguirse sin dar sus mejores frutos. Pareciera que hay un desfasaje entre los tiempos de maduración de un género en relación a los de la industria y su capacidad de producir y reciclar. Hollywood no puede esperar a que el cine aprenda a contar historias nuevas como las de superhéroes, así que apuesta por la explotación rápida y sin riesgos: hay que sacar la mayor cantidad de películas en el menor tiempo posible, y si esas películas dejan ver un desgaste, enseguida se les pasa por el cuchillo de las parodias estilo Scary Movie. Por suerte, aunque el género muestre signos evidentes de agotamiento, empiezan a perfilarse sus primeros autores: Nolan, del Toro, Fravreau, los tres son responsables de algunas de las mejores películas de los últimos años. Por suerte, esa parodia fácil que se mencionaba arriba dura bastante poco en Kick-Ass: los chistes ramplones sobre el cómic y los superhéroes son pocos, cada vez más aislados y funcionan casi como pasaje, como invitación a sumergirse en el mundo del film. La de Matthew Vaughn es una película adolescente en el mejor de los sentidos: Kick-Ass cuenta la historia de Dave, un chico al que no le va bien con el sexo opuesto (ese parece ser su único problema) y que, de un momento a otro, decide probar suerte convirtiéndose en superhéroe. Lo valioso de la película es que, tanto las acciones de Dave como las de otros personajes, nunca son explicadas del todo: sabemos algo de los motivos de Dave e intuimos algo de sus razones, pero el guión nunca termina de transparentar del todo qué lo empuja a comportarse como lo hace. Algo similar pasa con Big Daddy y Hit-Girl: es claro que los mueve la venganza, pero de a ratos los dos parecen fuerzas ciegas que se resisten a las reducciones de la psicología. Ambos son inverosímiles, y lo exagerado de su misión (y de los medios que emplean para llevarla a cabo) los desplaza hacia el campo de lo increíble y de la ficción, bien lejos de las explicaciones con pretensiones de realismo. De a poco, la parodia del principio se revela como accesoria y deja paso a un humor que sí, es autoconsciente y trabaja sobre la materia misma del género, pero que siempre se ríe a la par suyo y nunca de él. El tradicional sidekick del protagonista es reemplazado por dos amigos medios bobotes que se la pasan deconstruyendo los cómics de superhéroes y hablando de tener sexo; la pérdida trágica de algún ser querido que marca a fuego al protagonista y lo empuja hacia su deber de superhéroe brilla por su ausencia (Dave cuenta que su madre muere de manera inesperada aunque no terrible, sin responsables a los que culpar); algunas de las razones de Dave para calzarse el traje de Kick-Ass están a la vista (como ser querido por los demás o ayudar a gente en problemas) pero en el personaje se nota una zona gris que nunca llega a abordarse del todo, dejándole una dosis de misterio que es uno de los puntos más fuertes de la película (los superhéroes suelen tener las cosas bien claras, y las películas se encargan de traslucir los motivos de sus elecciones); la torpeza de Dave a la hora de pelear contra los villanos pone en cuestión el tipo clásico del superhéroe, que echando mano ya sea a poderes, técnicas de combate o tecnología, siempre tiene las armas necesarias para luchar contra el mal (Dave no las tiene, y eso, además de colocar al género patas para arriba, signa la épica del personaje). Cerca del final, la parodia y la comicidad van a tornarse cada vez más negras: traiciones, asesinatos a sangre fría, venganzas que finalmente se consuman o torturas largas y terribles; el mundo de Kick-Ass se oscurece y deviene inhabitable, nos hace querer salirnos de él, escapar, irnos bien lejos de ese ambiente cargado de muerte e injusticia. La película, que al principio nos había invitado a zambullirnos en su historia, ahora nos muestra la otra cara de la parodia despreocupada de la primera parte: la violencia, el engaño y el dolor (sobre todo físico, que se siente en el cuerpo) restituyen algo del equilibrio que se notaba le faltaba al comienzo, por momentos demasiado dicharachero, demasiado optimista. La película se balancea y su mundo antes inofensivo y casi fantástico, en el que los malos eran castigados a sangre fría pero de manera justa y donde un chico común y silvestre que juega a ser superhéroe podía toparse con superhéroes de verdad, se enrarece hasta volverse amenazante y asemeja cada vez más al nuestro, en el que las acciones tienen consecuencias y donde convertirse en superhéroe no puede ser más que un sueño adolescente imposible. Cuando Dave descubre que es feliz y que ahora tiene mucho para perder la película pega un volantazo hacia el realismo y nos arranca violentamente del universo liviano y despreocupado que había construido hasta el momento. Crecemos de golpe y a los golpes; pasó el tiempo de jugar a los superhéroes. Maduramos a la par de la película y sus protagonistas, pero esa maduración es dolorosa y tiene un precio muy alto: después de Kick-Ass volver a creer en superhéroes parece algo imposible, incluso uno se pregunta cómo hicieron los superhéroes de todas las épocas para no pensar como Dave cuando se enamora y decide guardar el traje de Kick-Ass para siempre.
Un nerd fanático de los comics decide convertirse en Kick Ass, un superhéroe que no tiene ningún superpoder. Al principio la cosa sale bien y, gracias a la web, se hace conocido al toque y se desata una fiebre en la que todos quieren ponerse un traje y combatir a los villanos. Así conoce a Hit Girl y Big Daddy, padre e hija, con quienes forma una alianza para pelear contra dealers y mafiosos. A pesar del clima y toques de hiperviolencia absurda, la peli, que está basada en un comic, nunca termina de ser una comedia o una de acción o una sátira. Lástima.
VideoComentario (ver link).
Debo comenzar diciendo que Kick Ass me gustó mucho. No sólo me gustó sino que me parece de los pocos films americanos que realmente tienen la capacidad de sorprender y aportar una brisa de aire fresco a la extensa lista de estrenos americanos, que navegan entre el refrito mediocre, la fórmula genérica mediocre, las comedias (de malas a excelentes) y el cine de animación, que viene sorprendiendo desde hace ya muchos años. Esta afirmación inicial responde a la polarización que ha habido en la crítica en torno a esta película. Desde su condena por lo políticamente incorrecto de algunas situaciones y personajes, los elogios en otro sector por ese mismo motivo (aunque con el reparo de que no es todo lo oscura e incorrecta que debería ser), y los que simplemente la disfrutaron. Yo pude disfrutarla como un espectador más, porque el vehículo es lo que prima, antes que su contenido más o menos incorrecto. Debo decir que no me pareció moralmente reprobable, como señalaron varios críticos (busquen la crítica de Roger Ebert y verán). Habiendo leído, antes de ver la película, lo que escribió Ebert, esperaba un lenguaje más soez por parte de la niña, y es fácil entender el tándem padre enloquecido-hija vengativa como una sátira descarada del fascismo habitual en la sociedad americana (muchos de los que objetaron el lenguaje de Hit Girl seguramente no se escandalizan ante el cúmulo de thrillers que celebran la justicia por mano propia). La realidad es que cualquier crítica a favor o en contra de los aspectos más violentos del film parecería quedar anulada frente a un vehículo de entretenimiento que combina hábilmente acción con comedia satírica de espíritu independiente. Naturalmente, los elementos están y es imposible analizar la película sin considerar estos aspectos, pero el conjunto aprovecha estos aspectos sin detenerse demasiado en estos, ni para generar polémica, ni para erigir un discurso crítico del fascismo americano. Diría que la película se queda a medio camino con la oscuridad que siembra a través de la educación que le brinda Damon Mcready (Nicolas Cage en plan desatado, en la línea del personaje que encarnó en la última de Herzog, pero sin drogas de por medio) a su hija. No es reprobable que la película celebre esa educación, porque la entiende como una evidente ironía, en la línea irónica que sostiene el cómic al hacer su lectura de la realidad. Quizás lo que se le puede objetar es que no vaya más allá de la mera celebración, por el simple hecho de que esta línea argumental es secundaria. Y ahí es donde podemos encontrar lo más criticable de este film. El protagonista, el joven Dave Lizewski, se ampara en la angustia adolescente y en el hecho de que su vida carece de emoción, para antojársele disfrazarse de superhéroe y patrullar las calles. Simplemente se pregunta por qué un superhéroe debe tener traumas que lo vuelven un ser vengativo o debe poseer fuerzas sobrenaturales para calzarse un disfraz y hacer el bien. Está claro que lo que lo lleva a animarse a jugar al superhéroe es su necesidad de probar su coraje ante situaciones límite, como también está claro que su figura de adolescente perdedor es la misma que se repite hasta el hartazgo en la comedia americana, preferentemente en la comedia indie, aunque aquí el personaje no posee elementos que justifiquen realmente que sea un joven invisible para el sexo opuesto y que posea todos los karmas de los jóvenes que peor transitan la adolescencia (hasta sus amigos tienen aspecto de ser más perdedores que él, y parecen transitarla con menos angustia, o por lo menos, sin ideas tan estrafalarias como ingenuas). En esta realidad paralela de niños y adolescentes tomando el lugar de los superhéroes que no existen en la vida real, con toda la carga autoconsciente que conlleva esa lectura del cómic, a Dave Lizewski lo acompañan en la aventura, la mencionada Hit Girl/Mindy Mcready y Chris D’Amico, quien se viste de Red Mist (Bruma Roja) y es una suerte de némesis de Dave, un joven obsesionado con conocer y proteger los intereses de su mafioso padre. La premisa que sostiene Dave a la hora de calzarse la vestimenta de superhéroe (y por ende, la premisa inicial del film), se contradice con el perfil de los dos jóvenes que construyen, como él, una doble identidad. Lo curioso es que el protagonismo de Dave/Kick Ass carece de sustento frente a la naturaleza de Mindy/Hit Girl, más ligada a la construcción psicológica de un superhéroe tradicional, y a la mucho más contundente personificación de adolescente perdedor de Christopher Mintz-Plasse como Chris D’Amico/Red Mist. El otro elemento discutible es que la película ironiza permanentemente sobre la naturaleza de los superhéroes, pero al darle mayor peso en la última parte a Hit Girl y a Red Mist, sumado a la acción de las secuencias finales, la película termina adoptando la forma de una adaptación de cómic con superhéroes tradicionales, dejando de lado la idea de parodia de este esquema que dispara la trama. Frente al cúmulo de adaptaciones de comics que vemos en el cine americano actual, Kick Ass logra sorprendernos gratamente, aún con sus fallas y sus indecisiones, hábilmente enmascaradas en un vehículo que funciona y entretiene desde el minuto uno. De todas maneras, una película protagonizada por Hit Girl o por Red Mist sería mucho más interesante.
A pesar de su desarrollo algo confuso, donde los vericuetos de la trama a veces se cierran innecesariamente, esta comedia irónica de Vaughn merece ser vista mucho más que varias superproducciones que avanzaron sobre el mismo terreno. Lo que el espectador debe tener en cuenta desde el principio, si quiere ser cómplice de esta aventura, es que la mira desde donde observa esta colorida revisión de los mitos del cómic es, sobre todas las cosas, sarcástica. La ultra violencia de las escenas también tiene que ver con lo sarcástico del show. Así, el justiciero enmascarado, este superhéroe de la era digital llamado Kick Ass, puede llegar a satisfacer tanto a los internautas –sobre todo los generación youtube– como a los más desinformados, así como en la ficción cumple las expectativas de las capas medias neoyorquinas, esa misma gente que lo convertirá en un auténtico fenómeno popular en la ciudad. Claro que él no es el único superhéroe en Nueva York. Muy buenas actuaciones (hasta la de Nicolas Cage), siempre en beneficio de sus personajes, aunque sobresale Chloe Moretz, una niñita que va a dar mucho de qué hablar. Divertidísima película, violencia con mucho humor y emoción.
Un superhéroe que sólo patea culos En un primer momento, bien podría pensarse en Kick Ass como en un film atrevido, dispuesto a indagar en el propio concepto denominado "superhéroe". En este sentido, el alter ego Kick Ass sería expresión delirada de un adolescente problematizado y enfermizo, cuya falta de límite entre sus lecturas y la vida diaria lo lleva a adoptar el desafío de vestir un disfraz para salir a la calle a, literalmente, patear culos. Pero, en verdad, Kick Ass -otro tanto ocurre con el cómic de origen no deja de ser una vana glorificación de la violencia, desde su costado más efectista, superficial y reaccionario. Uno de sus momentos, sin embargo, sabe cómo llamar la atención. Ocurre cuando es el propio padre (Nicolas Cage) el que dispara sobre su hija pequeña. Sólo se trata de un entrenamiento, pero esto es algo que se revela después. La imagen es muy fuerte y rememora -si se trata de pensar nexos fílmicos la de aquella niña que moría en Asalto al precinto 13 (1976), de John Carpenter. Pero lo que en Carpenter es artesanía -y promesa moral de no volver a filmar nunca algo igual , en Kick Ass es efectismo y puerta que se abre para, ahora sí, cualquier cosa. A partir de allí: angulaciones forzadas, disparos letales, una asesina infantil, golpes en primeros planos, mucha muerte coreografiada, rallentis con música para el soundtrack, y el hálito inicial de una revisión superheroica finalmente mentida, que sigue ratificando a Watchmen (la historieta de Alan Moore, nunca la película) como obra maldita, como un gran éxito a pesar suyo. Mejor, entonces, pensar otro ejemplo. Y remitirse a una de las últimas historietas que Página/12 ha publicado a través de la revista Fierro (números 29 35). Se trata de Fly Blues, de Carlos Sampayo y Oscar Zárate. Desde la caricia del jazz y sus notas de pentagrama vueltas moscas que miran y opinan y accionan , los cuadritos de Zárate tiñen de acuarela la melancolía de Sampayo, interrumpida por la plasmación brutal de la violencia callejera. Un grotesco absurdo, que anida en el regodeo imbécil, en las patadas y muertes filmadas con celulares. Un voyeurismo psicópata que en Kick Ass se celebra. Las Fierro se consiguen. Y esta historieta es una obra maestra. Si bien no deja de ser otro elemento pastiche, no es por ello menos divertida la caracterización que, cifrada en el Batman de Adam West, Cage propone para su "Big Daddy". No deja, también, de ser un aspecto menos oscuro. Aquella serie televisiva, camp y pop, es un referente de la parodia tonta, mentirosamente ingenua, hoy todavía intacta. Mientras que, por su parte, Kick Ass celebra un descerebramiento explícito, con garrotes a los que recurrir para hacerse respetar, y la promesa de una chica que conseguir por el solo hecho de vestir un disfraz, golpear y ser golpeado. Lejos ha quedado la ironía del encapotado panzón de West. Es tiempo, ahora, del que sabe patear culos. Así de simple. Así de pobre.
El muchacho cool que quería saltar... Antes de empezar a ver la peli, y sin tener cuenta de la existencia del cómic, uno espera otra de las tantas parodias a superhéroes con el que el cine de Hollywood de los últimos 10 años nos ha sabido empachar. Sin embargo, pasados los veinte minutos de metraje, uno descubre que, contra todos los pronósticos y a pesar del típico humor teenager simplista, la cosa va en serio... y es ahí cuando comienzan las confusiones. Uno no sabe qué es peor en Kick-Ass (2010), si ver a Nicolas Cage disfrazado de vigilante a lo Batman o caer en la cuenta de que se despilfarró tanta calidad técnica para terminar conformando a la masa sobre la marcha (las diferencias con la historia 'orignial' son inmensas). Porque, 1) la dirección es excelente, los efectos especiales también, y las actuaciones puede que también, 2) se nota un claro decaimiento en el argumento una vez que se pasa de la hora de duración, y 3) habrá secuelas... no, me refiero a que habrá una segunda parte... pensaron que me refería a... no, ya es tarde para eso. Este film dirigido por el adicto a los superhéoes Matthew Vaughn despertó sentimientos encontrados en este servidor, ya que de momentos uno la pasa muy bien con toda la acción que brinda la cinta y por otros quiere acabar como el personaje que aparece al comienzo. Es así, bien ambiguo: pasa del buen gusto en los gags a ser terriblemente estúpida, y de lo creible de la construcción de los personajes a una atroz inverosimilitud que la termina manchando más de lo parece. No hay que engañarse. Kick-Ass tiene pasta de film cool, bien tarantinezco y con el intento (fallido) de recurrir al estilo de Greg Mottola para que los espectadores se sientan más identificados, pero termina quedando en el camino por culpa de un guión flojito que quizás hubiese sido mejor de no tomarse tan en serio como unidad independiente... Los freaks enmascarados que empiezan lentamente a levantarse como auténticos superhéroes van minando la pantalla para terminar haciendo a uno pensar "¿esta es la tan buena película qué me recomendó fulano? Me dijo que era re original y que te hacía cagar de la risa... ¿me habré equivocado?", mientras ves disparos, mucha sangre y una sutil (por qué no habríamos de reconocerlo) inclinación por el bizarre o el gore para describir ciertas escenas. Párrafo aparte se merecen los personajes. Tenemos a Hit-Girl, que ya pasará a ser de culto, para muchos, con una grandiosa actuación de la prometedora Chloë Moretz; a McLovin... perdón... a Christopher Mintz-Plasse, siguiéndole los pasos en calidad actoral; a la preciosa Lindsy Fonseca robándose la cámara con ese par de ojos impresionantes; Cage haciendo el ridículo; y por último, el protagonista, Aaron Johnson, que empieza bien, hasta que le agarra el huracán "cursi" del guión y se termina queriendo parecer a Daniel Radcliffe y todo se va al muere total. Para ir cerrando, cabe mencionar que la película tiene su mérito por construir su propio eje narrativo a base de hechos exclusivamente del guión, sin intentar inmiscuirse en fanfarronerías políticas como sí hicieron otras parodias autodeclaradas como verdaderas parodias. Porque, si uno deja de lado el absurdo final, Kick-Ass no es más que una parodia malograda que sobre la marcha cayó en la cuenta de que podía valerse por si misma, armar una historia propia, y -quién te dice que no- hasta quizás tener su propia legión de admiradores que irán por las calles disfrazados como superhéroe y terminar como el de la escena de la emboscada en el callejón con la limusina.
Nadie quiere ser Spiderman. Sábado lluvioso, cartelera no muy variada...vamos con la más recomendada. Ahí nos plantamos con un film realmente divertido, que no será la película del año ni la mejor en su especie pero que a la larga cumple con el espectador que- atención a lo importante- no conoce nada del comic en que se basa su línea argumental. Al no poder hacer comparaciones tormentosas, como en su momento decíamos de Watchmen, esta mezcla entre comedia adolescente y acción, es una maza. En la primera hora tenemos por delante conocer a Dave (Aaron Johnson) el típico flacucho de lentes nada popular que se dedica a salir con sus dos compinches, masturbarse y mearse en los pantalones ante cualquier situación de riesgo. Pero las cosas van cambiando cuando tras una charla con amigos se pregunta cómo es posible que millones de personas quieran ser Paris Hilton pero nadie quiera ser el Hombre Araña. El mundo carece de super héroes y hay que hacer algo. Vía internet el buen muchacho compra un traje y ahí va por las calles de la ciudad tratando de repartir palos y patadas hasta que lo dejan en el hospital. De a poco la historia va tomando un cariz más oscuro y violento entrando en escena traficantes de droga y Damon Macready (Nicolas Cage), un psicópata vengativo quien junto a su pequeña hija de 11 años serán después de todo los verdaderos justicieros de la cinta bajo el seudónimo de Big Daddy y Hit Girl (Chloe Moretz). Esta debe ser la primera cinta después de Contracara que disfruto con Mr. Cage en ella. Con una mezcla entre Kill Bill, Matrix y Escuela de Héroes a la peli no le faltan peleas, explosiones, sablazos y sangre, aunque mucha menos que en el original según parece y tampoco faltan los gags y guiños a distintos superhéroes como por ejemplo el Batman de Adam West. Si hay algo que se le puede criticar al film de Vaughn es justamente su título cuya referencia clara es al personaje de Johnson; pero este queda completamente sumido a la sombra de la magnífica Moritz que se come la pantalla. La niñita es una mini Beatrix Kiddo a la que veremos en unas escenas finales de antología, manejando cuchillos y armas y hasta resistiendo trompadas como el mismísimo Rambo todo lo cual causó bastante rechazo por una parte de la crítica y el público. De hecho el film fue rechazado por todos los grandes estudios por violenta e irreverente, pero ni corto ni perezoso Vaughn juntó plata, hasta parece que organizó una cena benéfica, y la produjo en forma independiente hasta que la vendió a más del doble de lo que pedía en primeras instancias. Si bien es cierto que por momentos el film parece un tanto quedado y con algunos que otros minutos de más, está muy bien hecho. Las escenas medio matrixadas que a muchos ya le dan por el buche le agregan adrenalina y provocan las consabidas risotadas del espectador, sobretodo de aquellos que aplauden el desparpajo exagerado de, por ejemplo, ver a una mini heroína devorarse una patota entera de mafiosos. Visualmente también tiene muchos aciertos como los "flashbacks" en forma de historieta de Big Daddy y la genial selección musical. A esta altura uno ya entiende que está ante una película que podría haberse convertido en un verdadero Blockbuster si hubiese estado mejor "vendida". Kick- Ass es un título para disfrutar de su ironía escondida, su exageración provocativa y sus personajes insólitos. Aun cuando el original pudiese ser mejor- y los fantáticos siempre lo preferirán antes que el producto en pantalla- esta historia de gente común devenida a super héroe pero sin super poderes es una buena opción para los amantes del género. Y aun cuando su género no quede del todo establecido, vamos, hay más acción que comedia.
Se podría decir que esta producción transita la delgada línea que separa lo sarcástico de lo satírico, toma como referencia el mundo imaginario de los superhéroes, extraídos en principio de los comics y con constantes referencias a su estética y sus personajes universalmente conocidos, ya muchos adaptados para el cine. Algunas con mayor elaboración y mejores resultados que otras, en este caso el realizador decidió centrar su construcción desde varios temas a saber: Los personajes principales son adolescentes o en su defecto púberes (ya aclarare este punto), es entonces que no sólo va estructurando el relato desde la fantasía sino que va incluyendo elementos de la realidad, situación que hace verosímil el relato, esto versa sobre que interrogantes tienen referente a la vida y que viven sus personajes, temas como el amor, el despertar sexual, la sed de justicia, el ideal de cambiar el mundo que los rodea, la amistad, el deber, etc. La narración comienza con un relato en off, de alguien que se pregunta: ¿Por qué a nadie se le ocurrió ser un superhéroe en la vida real? Mas allá de no tener superpoderes Dave Lizewaki decide transformar su vida según su idea, cualquier referencia a Batman, es aceptada. Sin embargo las mayores referencias en el filme están dadas a “El Hombre Araña”, otro joven que adquiere superpoderes de una súper araña transformada genéticamente en un laboratorio, ¿recuerdan? Pero, siempre hay un pero, al principio decía que la realización transita sobre una delgada línea que, en realidad, son varias: por un lado es muy graciosa, en tono de comedia, muy cercana a esas de temáticas sexuales ya empezaba allá como desde los 80 con “Porkys” hasta la menos agraciada saga de “American Pie”, más cercana en el tiempo; Por otro lado, también hay pequeñas distancias entre la violencia absurda casi naif, mezcladas con otras de extrema crueldad, innecesariamente “glamorosa”, hubiese sido bastante mas eficaz la insinuación, creo. La primera mitad del filme es ágil, presenta y construye los personajes hábilmente, es por momentos imprevisible, no hay un sólo superhéroe, aparecen varios imitadores, y son estos quienes enriquecen la historia.La segunda mitad se torna evidente, repetitiva en las escenas de acción sin ofrecer nueva información que ayude a desarrollar el relato. Sólo el plus del personaje de Hit Girl (Chloe Moretz, una actriz a tener en cuenta, les juro que se roba la película) hace realmente atractiva esta segunda parte de la narración, ella es una púber educada por Big Daddy, (Nicolas Cage) un padre ultra violento, ex – policía, quienes deciden que deben ayudar a Kick Ass, no importa como.
Dulce y despiadada Lo primero que llamará la atención a muchos espectadores es el tono desenfadado, libre y volátil con que una película de superhéroes norteamericana exhibe la violencia y verbaliza cuestiones relativas al sexo. Quizá por ser una coproducción inglesa-norteamericana y no haber sido producida desde las grandes compañías, quizá por no haberse pensado para recaudar ganancias multimillonarias, y seguramente por no haber sido concebida como entretenimiento familiar, aquí las heridas sangran, las espadas dañan y destrozan, los balazos atraviesan los cuerpos salpicando hemoglobina. Puede parecer un aspecto banal, pero muchos estábamos un tanto hartos de que en las películas del género los personajes se golpearan y masacraran durante un buen tiempo sin que se viera ni una sola gota de sangre. Y más atípico aún es que aquí haya un superhéroe adolescente que utilize buena parte de su tiempo vital en masturbarse, o que él y sus pares hablen de sexo con absoluta gracia y naturalidad. Claro que estos son detalles que a lo sumo podrían aportarle a una película un toque atractivo y bizarro, y los verdaderos méritos de Kick-Ass se encuentran en otro lado. El director británico Matthew Vaughn es relativamente desconocido -había filmado tan sólo dos largometrajes que pasaron desapercibidos: Stardust y Layer cake- y logró aquí una divertidísima sátira/homenaje (toda sátira es al mismo tiempo un homenaje) al cine de superhéroes, donde el protagonista se arriesga a sublimar su fantasía de ser un paladín de la justicia, pero choca brutalmente contra la más despiadada realidad. Vaughn logra una superficie terrenal, donde los miedos están aterrizados, los golpes se sienten y duelen, y el personaje adolece, según sus propias palabras, de la “perfecta combinación de optimismo e ingenuidad” para abocarse a una iniciativa demencial. Y por supuesto que este terreno realista será anárquicamente destrozado en mil pedazos con la aparición de los superhéroes. Vaughn logra, además, despertar carcajadas y a los pocos minutos un nerviosismo sistemático; el ritmo es endiablado y el montaje paralelo permite que se acumulen tensiones simultáneas. Una divertidísima trama romántica corre al mismo tiempo que una grave y seria, en la cual campea la traición y la muerte. Y un dato no menor es la excelente composición de personajes; algo que demuestra, quizá mejor que ningún otro detalle, el magnífico dominio del medio del director. Hasta un matón que aparece fugazmente y será eliminado a los pocos segundos se vuelve un personaje memorable gracias a los gestos, el lenguaje corporal, la espacialidad, el montaje y el lugar que el director-coguionista le otorga dentro del relato. Ya podría hablarse de un nuevo cine que entrecruza la mejor comedia norteamericana con lo mejor del cine de géneros mundial, y que este último año ha generado un tríptico fundamental, inesperadamente disfrutable y querible: ¿Qué pasó ayer?, Zombieland y esta grandiosa Kick-Ass. Como para reconciliarse con el cine norteamericano.
Kick-Ass comienza como una película de iniciación, más parecida al reciente clásico Supercool (o Superbad) que a la ochentosa Porky's. Es decir: un grupo de 3 nerds que se reúnen a leer historietas, hablar de chicas, y fantasear con convertirse en superhéroes. De hecho, uno que más tarde se unirá al grupo es Christopher Mintz-Plasse, el eterno McLovin de Supercool. El héroe es Dave Lizewski, un chico judío que se masturba por la noche frente a su computadora, y cuya única habilidad es pasar desapercibido por las chicas. Un poco para contrarrestar esa imagen, otro porque se le zafaron un par de tornillos, querrá convertirse en un justiciero nocturno, más cercano al Charles Bronson de El vengador anónimo que a un superhéroe. No es que su familia haya sido brutalmente asesinada, ni que Kick-Ass (así se llama su alter-ego) use armas de fuego, sino que es un vigilante más que un héroe. El límite que divide a ambos es siempre difuso, porque hay que recordar que para que existan los superhéroes, el Estado tiene que ser ineficiente para que uno de sus ciudadanos tenga que protejer al resto. Las mejores películas de superhéroes son aquellas donde esta figura no es resplandeciente, sino sombría y atormentada. Algo de eso hay en Kick-ass, pero comete un error fatal: abandona el tono paródico y al final, se nos dice con mayúsculas que esos son los verdaderos héroes. Se podría ver, incluso, un comentario más fascista. El fin justifica los medios. Para expandir este punto, es esencial el personaje de Big Daddy, una sátira (por lo menos en el diseño del traje) de Batman. Nicolas Cage es Damon Macready, un ex-policía que perdió el juicio cuando el mafioso de la ciudad (Frank D'Amico, o el villano de moda en Hollywood: Mark Strong) le tendió una trampa y mutiló a su mujer. El hombre ya tiene un arco dramático más que interesante, porque además de estar obesionado con la venganza (y no con un ideal de justicia) está entrenando a su hija de 11 años para desbaratar la organización criminal y asesinar a Frank. El problema es que se nota más que nada en el último tercio de la película: Macready ( va tanto para el padre como para la hija) no es visto como un desquiciado, sino como un héroe. De hecho, hay un personaje, que es un policía que no se anima a actuar, que hacia el final esbozará una sonrisa. Se ha hecho justicia. ¿Justicia? Allí es donde el film deja de ser una buena parodia, y se transforma en una delicada cuestión ética. No sé a ustedes, pero a mi me cuesta tener algo de empatía con personajes tan desequilibrados como estos, y que para colmo de males, no se dan cuenta de lo mal que están. Si había algo que hacía más que interesante a Batman: el caballero de la noche, era justamente, ese velo que lo separaba de ser una figura heroíca. En Kick-Ass, el cielo resplandeciente en el horizonte, mientras los héroes descansan sobre cientos de cuerpos mutilados no lo parodia. Lo está afirmando: esos son héroes. La película sufre otros problemas: la combinación de tantos sub-géneros le restan en identidad propia. Estéticamente, trata de solventar todos esos problemas, llenando la pantalla con una fotografía saturada de colores brillantes. Algunas secuencias están para probar que sin dudas Mathew Vaughn es un buen director de acción. Una de ellas es el rescate de Hit-Girl, que combina la vista en primera persona tan común en los videojuegos con luces incandecentes que asemejan la carnicería a un boliche. La otra es aquella donde Big Daddy irrumpe en una fábrica para acabar con un montón de matones. El uso del zoom y la música de Exterminio 2 (28 weeks later, leaving England) hace toda la secuencia espectacular, y hasta allí se podría decir que acierta en presentarlo como una figura oscura. Pero bueno. después... No es que Kick-Ass sea una mala película. Pero deja un terreno fértil para críticas devastadoras (que las tuvo, donde se la acusaba de fascista, entre otras cosas, porque los villanos siempre son extranjeros). No leí el cómic, pero se nota que la película empieza como una parodia al fugaz género cinematográfico de superhéroes (fugaz, entre otras cosas, por la cantidad de oferta que está teniendo) pero pronto se desvanece y como si se auto-fagocitara, pierde de vista su objetivo, y se vuelve torpe. Una lástima, porque hay talento.
Una patada en el medio de tu sensatez Desde el vamos, que Kick-Ass es una película que se escapa de los géneros y los límites. Nos encontramos con una cosa muy extraña desde cualquier lado que se lo mire. ¿Es una comedia? ¿Es de aventuras? ¿Es acción, comedia? ¿Y si fuera todo eso y un poco más? Lo es, aunque más no siempre quiere decir mejor. En este caso, responder a este interrogante será cuestión de cuánta resistencia tenga el espectador ante una serie de presiones extremas a la verosimilitud de géneros. Kick-Ass cuenta la historia de Dave Lizewski, un adolescente demasiado común, que un día como cualquier otro en su monotonísima vida, se da cuenta de que nunca a nadie se le ocurrió en la vida real ser un superhéroe y, sin más, decide disfrazarse para ayudar a la gente. En realidad, no se propone demasiado en un principio, pero una serie de circunstancias de lo más bizarras lo llevan verdaderamente a luchar contra el crimen. La película avanza con una narración bastante medida, muy similar a la primera parte de Spiderman de Sam Raimi, en donde el poco hábil jovencito intenta aprender las artes de la lucha contra el mal. Es cuando aparece quizás el personaje más emblemático de la película, la "superniña" Hit-girl, cuando el filme se le va de las manos hasta al más calmo de los espectadores. Resulta que la susodicha es una niña de unos once años -una estupenda Chloe Moretz- cuyo extremista padre -un medido Nicolas Cage- ha entrenado para matar y la ha preparado para que juntos ejecuten un plan de venganza. Los rasgos que destacan a la película son su constante búsqueda de humor, la extrema violencia (aún más perturbadora porque en su mayoría son niños los responsables de los baños de sangre) y un permanente forzamiento de los límites de lo verosímil, aún cuando, a grandes rasgos se trate de una película de superhéroes, por lo que uno sabe que puede esperar cosas fantásticas. Son notables los paralelismos que se pueden hacer con un puñado de películas bastante actuales y presentes en la memoria colectiva, como la ya mencionada Spiderman -más que nada en la introducción al personaje-, la extrema Kill Bill -por las geniales escenas de acción, mezcladas con una violencia arrolladora- o la también "border" Mini espías -que no por nada fue dirigida por Robert Rodríguez y en donde dos niños luchaban contra el crimen-. Una mención aparte se merece el gran director de esta extraña película, sir Matthew Vaughn, un tipo que debutó en el cine devolviéndole la magia a las películas de gangsters británicas -esa mística que los cinéfilos aún esperamos que Guy Ritchie recupere definitivamente- filmando ese gran thriller que fue Layer cake, no estrenado en los cines de nuestro país y que ahora tiene en carpeta la cuarta de la saga de X-Men y la secuela de Kick-Ass. Es difícil resumir la marea de sensaciones que genera Kick-Ass, una película sin dudas demasiado fuerte como para recomendársela a los más chicos y con ideas bastante peligrosas -aunque no imposibles, como veremos en el epílogo ad hoc- como para que a alguno se le ocurra implementarlas, y que, sin embargo, no deja de tener siempre presente un tono de comedia flotante y una vocación de película de acción con el acelerador a fondo. Lo más destacable es que nos encontramos ante una película capaz de torcer los géneros al punto de exasperar y dejar mal parado hasta al espectador más aguzado, que tiene una dirección muy a tono con la dimensión del filme y que cuenta con muy buenas actuaciones de los actores más inesperados: el desconocido Aaron Johnson, la pequeña Chloe Moretz (que ya se había destacado como la hermana de Tom Hansen en 500 días con ella), el extrañísimo Chris Mintz-Plasse (más conocido como McLovin, de Supercool) y el devaluadísimo Nicolas Cage. Con reparos, una película muy recomendable.