King’s Man: El origen (The King’s Man, 2021) dirigida por Matthew Vaughn es el tercer film de la trilogía comenzada con Kingsman: El servicio secreto (Kingsman: The Secret Service, 2014) y continuada por Kingsman: El círculo dorado (Kingsman: The Golden Circle, 2017). Tres films que difícilmente puedan ser tomados como una unidad, porque esta precuela destruye y traiciona el espíritu de los primeros dos films. King’s Man: El origen es un drama ambientado en los días previos a la Primera Guerra Mundial. Un alegato antibelicista que crítica el colonialismo británico y discute el patriotismo del Reino Unido. Un relato solemne que evita hacer chistes o generar situaciones simpáticas a lo largo de gran parte de sus dos horas de duración. Quien conozca y disfrute de los dos films anteriores tal vez crea que esta descripción del nuevo título es imposible. Pero lamentablemente es así. Pasan los minutos y no hay nada que se parezca al espíritu de los films de Kingsman. Asumimos que el prólogo ambientado en Sudáfrica en 1902 es dramático para ponernos en clima, pero no. La bajada de línea política antibritánica asoma su nariz por primera vez allí para cerrar con una promesa de pacifismo por parte de un marido a su esposa que por supuesto será difícil de cumplir, ya que luego pasamos al contexto que ya anunciamos antes. El espectador que pagó la entrada para ver más de ese humor provocador y esas adorables escenas de sangre y locura que caracterizaron a los otros films, tardará en notar que todo ha cambiado. No hay más chistes, no hay más simpatía, no hay nada que hacer para salvar la película que ha decidido ir en dirección contraria a su esencia. A medida que pasan los minutos cobra algo de vida al usar personaje históricos y deformarlos para estar al servicio del guión. Cuando se vuelve irresponsable y atrevida, algo de la simpatía original parece cobrar vida, pero luego retrocede para generar golpes bajos absurdos y forzados. Promete un misterio que no es tal, al ocultar un villano que es más que obvio. Solo dos escenas de acción funcionan un poco, pero están pobremente ejecutadas. Es raro, porque el director de los tres films es el mismo. Pero King’s Man: El origen tiene un problema más complicado y es que no se sabe quien es el protagonista. Ralph Fiennes interpreta a Orlando Oxford, un duque que ha sido condecorado en su paso por el ejército. Intenta que su hijo Conrad (Harris Dickinson) no siga sus pasos, ya que le ha prometido a su madre que lo alejaría de la guerra. Orlando y Conrad se disputan ese protagonismo en la historia pero no queda muy claro hacia donde va el relato. Esa confusión hace que toda la película esté algo fuera de tono, buscando un centro. Más interesante son los personajes secundarios, aunque son desaprovechados por la falta de humor del guión. Los disparates históricos pueden hacernos creer que se trata de una parodia. Pero Orlando Oxford bajando línea todo el tiempo rompe cualquier esperanza de que la ironía sea lo que anime el espíritu del film. Es normal que el primer film sea el mejor, pero es muy raro el cambio de tono y género que se acá. El potencial era extraordinario, el resultado es lamentable. Es una película mediocre, pero sabiendo como son los dos títulos anteriores, es realmente un insulto.
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¿Dónde quedó la originalidad de Kingsman? ¿Dónde quedó el humor y la desfachatez que caracterizaba al relato? Matthew Vaughn se pone serio y pierde la frescura de la saga, enmarcando este nuevo relato, sin gracia, en un contexto histórico de principios de Siglo XX, donde la guerra y la idea de progreso eran los motores de los seres humanos. La propuesta pierde la oportunidad de afianzar la saga con una débil película.
“King’s Man: El origen”, de Matthew Vaughn Por Jorge Bernárdez - 4 enero, 2022 Estreno en salas. Kingsman: el servicio secreto fue una verdadera sorpresa cuando se estrenó en 2015. Matthew Vaughn encontró la fórmula perfecta para darle al público una película de espías que saqueaba, una vez más, a Bond, James Bond. Pero eso no es novedoso, desde la primera década de su existencia 007 ha sido saqueado, parodiado, copiado y eso lo mantuvo imperturbable a lo largo de los años, quizás porque los mismos productores supieron tomar cosas de otras películas como cuando en pleno éxito de Star Wars Roger Moore terminó viajando al espacio y hasta usaron la música de Encuentros cercanos del tercer tipo como “cita” en un momento de la película. El asunto es que aquella primera Kingsman, que contaba con Taron Egerton, Colin Firth y Samuel L. Jackson, entre otros, fue un inesperado hit de esa temporada y se caía de de maduro, ese éxito llevó a una segunda parte que no fue ni la mitad de lo buena que había sido la primera. Pero siempre hay posibilidades de sostener una franquicia si uno se pone a pensar un poco y eso hicieron los responsables de todo el asunto, que optaron por volver a los orígenes y más allá. El resultado de este intento de sostener Kingsman es este estreno que se produjo mientras estábamos todos buscando turrones y bebidas para pasar la Nochebuena. King’s Man: El origen es el resultado de esa búsqueda. La agencia de espionaje que está por encima del resto de las agencias de espionaje “oficiales” tuvo su origen en los días previos a la Primera Guerra Mundial. Ralph Fiennes (El duque de Oxford) arranca la película perdiendo a su mujer delante de los ojos del hijo y la madre, antes de morir, le hace prometer que evite que el hijo se vea mezclado en situaciones bélicas. El duque intenta por todos los medios cumplir con esa promesa, pero es bueno, estamos en las primeras décadas del SXX, Inglaterra tenía colonias por todos lados y era una de las potencias de la época, así que el hijo del duque ignorante de la promesa de su padre, se cría aprendiendo las artes de la lucha y sueña con participar de alguna manera de ese espíritu bélico que coloreaba esos años. Bueno, ese es el planteo inicial y lo que sigue deberá descubrirlo el espectador si se anima a ir a una sala para ver esta extravagancia que es aún peor que la segunda entrega de la saga. La película tiene escenas de acción y giros dramáticos sorpresivos, pero se vuelve un poco anodina y larga, por no hablar de las libertades que se toman con la historia real de las cuales es particularmente irritante para el que sepa algo de un personaje real como Rasputín. Algunos dirán que es una película de aventuras y yo les diré que por más de aventuras que sea sería bueno que se respetaran los hechos históricos tal como fueron. Y sí, acúsenme además de aburrido. Fuera de los problemas de ritmo y que los giros dramáticos intervienen en la comedia de lo que era el espíritu las películas originales, Ralph Fiennes, Gemma Arterton, Daniel Brühl y Djimoun Hounsou se meten en los personajes y manejan con solvencia un guión que no les da mucho de donde agarrarse. De todas maneras la escenas de acción están hechas con solvencia y si buscan nada más que eso, vayan tranquilos. KING’S MAN: EL ORIGEN The King’s Man. Reino Unido, 2021. Dirección: Matthew Vaughn. Guion: Jane Goldman, Matthew Vaughn, Karl Gajdusek. Intérpretes: Ralph Fiennes, Harris Dickinson, Djimon Hounsou, Gemma Arterton, Rhys Ifans, Charles Dance, Tom Hollander, Matthew Goode, Daniel Brühl, Aaron Taylor-Johnson, Stanley Tucci, David Kross, Alison Steadman. Música: Dominic Lewis y Matthew Margeso. Fotografía: Ben Davis. Duración: 131 minutos.
En 2015, Matthew Vaughn estrenó la película que lo consagró como director: Kingsman, el servicio secreto. Esta adaptación del comic The Secret Service, de Mark Millar y Dave Gibbons era una fresca, salvaje, irresistible, vertiginosa y políticamente incorrecta mezcla de espionaje al estilo de James Bond y Mi bella dama. Una película que ayudó a redefinir el cine de acción de los últimos años. ¿En dónde más Colin Firth demostró sus dotes para las peleas cuerpo a cuerpo y el manejo de armas? Y no olvidemos que catapultó al joven Taron Egerton en el rol de Eggsy, un adolescente que se suma a una agencia ultrasecreta. El éxito de Kingsman dio pie a una secuela, Kingsman: el círculo dorado. Aquí Vaughn logró mantener el nivel gracias a una impactante secuencia inicial, musicalizada con Prince, y una trama que incluye el secuestro de Elton John. (De hecho, Vaughn produjo y Egerton protagonizó Rocketman, biopic musical del artista) En King’s Man: el origen, Vaughn narra los comienzos de la organización, que se remontan a los tiempos de la Primera Guerra Mundial. Se incrementa la tensión entre los mandatarios de Gran Bretaña, Alemania y Rusia, y la destrucción parece imparable. Orlando, duque de Oxford (Ralph Fiennes) proyecta una imagen de caballero refinado, a mil kilómetros de la fuerza bruta, pero puertas adentro de su residencia -más precisamente, en un cuarto secreto- lidera un pequeño grupo de espías que vigilan los ambiciosos planes de una red criminal donde sobresale el excéntrico monje Rasputín (Rhys Ifans). Conrad (Harris Dickinson), el hijo del duque, se suma al diminuto pero valoros grupo de héroes, que tendrá muy poco tiempo para impedir Como en las entregas anteriores, Vaughn saltó al vacío, ahora desde una altura mayor: nuevos personajes, nuevo período histórico, y como aditamento, la mezcla de distintas vertientes: por un lado, una aventura de espionaje, y por otro, un drama histórico -personajes verdaderos incluidos-, adentrándose durante un buen tramo en el cine bélico (atención a la escena donde los soldados se enfrentan con cuchillos). Pero una vez más, el director sale triunfante gracias a su talento para amalgamar elementos y tonos. Aun cuando por momentos el drama se impone por sobre el humor, conserva la esencia de la saga y sorprende con, por lo menos, dos giros argumentales. Vaughn y su equipo quedaron bien parados, pero quienes debían rendir el examen más exigente eran los actores. Firth y Egerton se habían convertido en el alma de Kingsman y resultaba difícil cubrir ese lugar. Ninguno de los nuevos integrantes de cast los hizo extrañar y se palpa un disfrute de todos. Aunque venía de ser M en las películas de Bond con Daniel Craig, Ralph Fiennes no había tenido suerte en superproducciones de espías estrambóticas: la adaptación cinematográfica de la serie británica Los Vengadores, donde compuso al señor Steed, quedó en el olvido. Sin embargo, aquí tiene la oportunidad de demostrar su destreza con los puños, las armas y, por supuesto, su bastón. Sabe imprimirle clase a su personaje y es creíble hasta cuando atraviesa las situaciones más extrañas. También con pasado en el mundo de 007, la bella Gemma Arterton se luce como Polly, tan dulce como intrépida, que lidera una red de espías de la servidumbre de hombres poderosos y posee una visión moderna de una confrontación. En tanto, Djimon Hounsou es bien aprovechado como Shola, mano derecha del duque. Harris Dickinson no es -ni se buscó que fuera- un nuevo Egerton, pero aporta sensibilidad y humanidad a su personaje y al film. La química con Fiennes permite el desarrollo de la relación entre un padre sobreprotector y un hijo que quiere justicia e insiste en combatir. Como suele suceder en estas historias, sobresalen los villanos, y aquí ningún otro como Rhys Ifans. De por sí, el actor siempre parece disfrutar de sus interpretaciones, y se encarga de que Rasputín sea un individuo poderoso, extraño y grotesco; buena parte del atrevimiento y la incorrección de Kingsman asoman en cada una de sus apariciones. Como en otros blockbusters, Daniel Brühl suele dejar la sensación de haber sido poco aprovechado, pero le saca el jugo a su composición de Erik Jan Hanussen, que en la vida real fue un mentalista austríaco de gran influencia en Alemania. Mención especial para Tom Hollander, que compone a tres figuras históricas que fueron primos: Jorge V, Guillermo II y Nicolás II. Además de cumplir como precuela, King’s Man: el origen eleva el nivel de la mejor franquicia de Matthew Vaughn, uno de los cineastas más fascinantes en materia de tanques millonarios. Un delicioso aperitivo para esperar el cierre de la trilogía de Eggsy.
La franquicia KINGSMAN amasó una cantidad de seguidores sorprendente, todo gracias a su humor ágil, personajes copados y secuencias de acción de alta calidad. Basada en el cómic de Mark Millar las primeras dos entregas exageran el concepto de AGENTE SECRETO sacando a relucir todos los elementos vistos en James Bond, como los gadgets flasheros o el arte de la seducción pero con anabólicos, al punto de ser una sátira sutil con un guión sólido y creativo. Las primeras dos entregas de la franquicia central tenían como protagonistas a Taaron Egerton, Colin Firth y Mark Strong, quienes se tomaron la idea muy en serio y dieron unas interpretaciones magistrales que dejaron a la franquicia en una posición envidiable. El estudio vio que, a pesar de que la segunda entrega subtitulada ‘THE GOLDEN CIRCLE’ no tuvo el mismo impacto que la primera, el universo de espías que planteaba Mark Millar y el cineasta Matthew Vaughn era lo suficientemente rentable como para contarnos, en una precuela, el origen de la agencia británica a la que tanta mitología se le había dado. Aca entra KING’S MAN: EL ORIGEN, una tercera película de la franquicia pero situada en la primera guerra mundial, con un nuevo reparto pero con Vaughn regresando como director. A principios del siglo XX un grupo de tiranos reunidos en una mesa larga y sombría planean un golpe que llevará al mundo a una de sus guerras mas oscuras y violentas. En respuesta el duque de Oxford (Ralph Fiennes) lleva a cabo un contraataque facilitado gracias a una red de empleados domésticos de la alta sociedad que, gracias a su afán de parar la oreja, mantienen al tanto a nuestro protagonista permitiéndole adelantarse en su misión de prevenir o … Spoilers? … Terminar la primera guerra mundial. En el elenco de personajes tenemos al hijo del Duque, Conrad Oxford (Harris Dickinson), un joven obsesionado con ir al frente de batalla, el mayordomo experto en combate Shola (Djimon Hounsou) y la ama de llaves experta en tiro Polly (Gemma Artenton). Del lado de los antagonistas solo les mencionaré a dos para evitar entrar en spoilers, tenemos al siempre genial Rhys Ifans como el enigmático monje Gregori Rasputin y Valerie Pachner como la bailarina y espía Mata Hari. Así como las primeras dos películas son una sátira de James Bond y todo lo que este relacionado al espionaje moderno éste film se centra mas en hacer, con la misma sutileza, lo mismo pero con el género bélico. La versión de la primera guerra mundial que vemos en la historia es sumamente didáctica, cualquier persona que sale de ver el film va a querer adentrarse mas en el conflicto bélico gracias a como los guionistas lo presentaron, y ésto no es poca cosa, que el espectador quiera informarse gracias a una película habla maravillas del proyecto en sí. La historia nivela el drama, la comedia y la acción de una forma brillantemente equilibrada, dándole a la franquicia una inesperada complejidad que tiene como motor una historia de paternidad hermosa, liderada por uno de mis actores favoritos Ralph Fiennes. Otra de las cosas piolas de la película es que se lleva bien con todos los tonos a los que quieren llegar, cuando hay humor es buena con eso, lo mismo con el drama, ésta es una historia cargada con tragedia, y mecha con unas formas muy graciosas de contar la historia. La ridiculización de la rivalidad familiar entre los primos hermanos Guillermo II, Nicolas II y Jorge V es hilarante, toma mucho de como BASTARDOS SIN GLORIA caricaturizo a personajes de la segunda guerra mundial. Espero que el público le de una oportunidad a THE KING’S MAN y asi evitar que sea aplastada por NO WAY HOME o MATRIX … Estamos ante un PELICULON que recomiendo sin pensar dos veces.
Esta nueva entrega narra el origen de la saga. Desde su estreno en 2014, la saga King’s man cautivo muchos fanáticos. Basada en el cómic del mismo nombre escrito por Mark Millar, buscaba modernizar el género de espías ingleses. Matthew Vaughn, encargado de dirigir todas las películas de la saga hasta el momento, busca ahora explicar el origen de esta mítica agencia. En una precuela llena de intriga, acción y un poco del humor al que estamos acostumbrados. A comienzos del siglo XX un grupo conformado por los peores villanos del mundo, se organizan para poner en marcha una guerra que destruirá el status quo. Se trata nada más y nada menos que de la primera guerra mundial. En Inglaterra un varón de tendencias pacifistas deberá moverse en las sombras y a contra reloj a fin de tratar de poner fin a los planes de la organización criminal. Nos ubicamos muchos años antes de que Harry Hart reclute a Gary “Eggsy” Unwin para unirse a King’s man. Aunque tenga los días contados, la realeza aún domina Europa y en Rusia los bolcheviques preparaban su revolución. En esta época llena de cambios es que surge la agencia independiente de inteligencia de Inglaterra. Organizándose para luchar contra un conjunto de villanos históricos que convenientemente se organizaron para estar juntos. A diferencia de sus predecesoras, la precuela tiene un tono propio. Se deja, un poco, el humor de lado por un tono más solemne, lleno de ideales de justicia. Lo que no faltan son las icónicas escenas de acción, con grandes coreografías y trifulcas entretenidas. Ya sea una lucha a muerte contra Rasputín o contra la secretaria del embajador estadounidense en Londres. Mezclando sucesos históricos reales con otros ficcionales que tranquilamente pudieron haber sucedido a espaldas de la historia oficial. Con un producto completamente entretenido, Matthew Vaughn abre el juego para la saga. Pudiendo tener una pata en el pasado, involucrándose en las guerras mundiales y otra más irreverente en un ridículo presente, con mayor contenido humorístico. Un Ralph Fiennes que no nos hace extrañar a Colin Firth, aunque sus propuestas sean diferentes. Un excelente plan para el fin de semana.
Tras la muy buena Kingsman: El servicio secreto (2014) y la aceptable Kingsman: El círculo dorado (2017), uno podía sostener cierta esperanza respecto de la suerte de esta precuela, sobre todo porque el coguionista y director era el mismo: Matthew Vaughn. Pero todo lo que podía salir mal terminó siendo peor de lo imaginado. Estamos frente a una película que ha perdido toda la gracia, buena parte de la espectacularidad (hay de todas formas un par de set-pieces con algo de creatividad y delirio), la capacidad de provocación, el desenfado y el desenfreno de sus predecesoras para convertirse en un film chato, cansino, anodino, que parece conducido con piloto automático por el creador de Kick-Ass: Un superhéroe sin super poderes. En este (viendo los resultados artísticos) innecesario viaje al pasado nos remontamos hasta principios del siglo XX, cuando el duque de Oxford interpretado por Ralph Fiennes sufre la muerte de su esposa frente a los ojos de su pequeño hijo en medio de la guerra Bóer en la Sudáfrica de 1902. Luego de ese prólogo, saltamos hasta los tiempos del asesinato del archiduque Franz Ferdinand en 1914 y el inicio de la Primera Guerra Mundial hasta llegar a la Revolución Rusa en 1917. Pero el antagonista principal de este despropósito de comedia de acción será el todopoderoso y despótico Grigori Rasputin, encarnado a pura exagaración por Rhys Ifans. Fiennes, con su contención y su impoluta estirpe británica para lidiar con los avatares de la situación bélica y al mismo tiempo con las desventuras de su ahora ya adulto hijo Conrad (Harris Dickinson), es lo mejor de un elenco que incluye a sus laderos Shola (Djimon Hounsou) y Polly (Gemma Arterton). También están Aaron Taylor-Johnson y Tom Hollander en un triple papel, pero buena parte de los notables intérpretes de las entregas anteriores, como Colin Firth, Taron Egerton, Julianne Moore, Mark Strong, Samuel. L Jackson, Michael Caine, Halle Berry y Channing Tatum, ya no están y esa ausencia -sobre todo con un guion tan básico en su planteo y torpe en su resolución como el de esta tercera entrega- se nota demasiado. Un paso en falso para un director que venía en buena racha como Matthew Vaughn, obligado por la maquinaria de la industria a extender como sea una franquicia exitosa.
Tras el éxito de Kiss Ass (2010), el guionista, productor y realizador Matthew Vaughn buscó repetir la fórmula y adaptar otro cómic del reconocido guionista escocés Mark Millar. Así, su serie de historietas The Kingsman, que vuelca el habitual tratamiento irreverente del autor sobre superespías à la James Bond, dio pie a dos películas, El servicio secreto (2014) y El círculo dorado (2017). Aunque éstas se concentran en agentes encubiertos dedicados al espionaje internacional, dado su origen, tienen el estilo excesivo y maximalista de los relatos de superhéroes. También están recargadas de una ironía un poco forzada, como si todo estuviera hecho con una sonrisa superada y cómplice con la audiencia. Así como la monumental This is Spinal Tap! hace imposible que nos volvamos a tomar en serio la debacle y los excesos de una banda exhibidos en un documental de rock, en estos film la sobrecarga jocosa de “britaneidad” y su juego hiperbólico con los tropos del género por momentos los acercan, involuntariamente, a la parodia de Austin Powers, algo que desactiva toda pretensión de intensidad. La buena recepción de estos dos film llevó, inevitablemente, a la tercera parte que se estrena esta semana. Con un nuevo guionista (Karl Gajdusek de Oblivion, además de Vaughn) esta nueva entrada toma un camino distinto que las anteriores: es una historia de “origen”, que lleva la acción a las primeras décadas del siglo XX y explica cómo una sastrería de Saville Row llegó a ser el epicentro del espionaje británico. También limita las secuencias maníacas y no siempre demasiado motivadas de las anteriores: The King’s Man es, a la vez, una especie de drama familiar y una historia de trincheras de la Primera Guerra que, recién en el tercer acto, se reencuentra con las demenciales escenas de acción que eran la promesa implícita de la saga. La película presenta un elenco de figuras históricas como el archiduque Franz Ferdinand (Ron Cook), Gavrilo Princip (Joel Basman), Mata Hari (Valerie Pachner), el zar Nicolás II (Tom Hollander) y, sobre todo, Rasputín (Rhys Ifans), el villano que enfrentan los héroes Orlando Oxford (Ralph Finnes), Polly (Gemma Arterton) y Shola (Djimon Hounsou). Como queda claro por los nombres reconocibles, la trama involucra una versión alternativa de los acontecimientos que llevaron a la Gran Guerra, manipulados por una mente maestra que maneja los hilos desde las sombras. En su revisionismo, aparece una obligada pátina de corrección política cuando se hace explícito un mensaje antiimperialista (en un innecesario flashback, Oxford explica la injusticia de la dominación británica en los territorios de ultramar) aunque, a la vez, la historia implica una cerrada defensa de la corona británica. El problema de la película, sin embargo, no es esta coctelera ideológica sino la decisión de reemplazar el exceso y la farsa de las primeras por una seriedad tediosa que solo se espabila en un buen combate cuerpo a cuerpo musicalizado con la obertura 1812 y en el clímax del film. King’s Man: el origen es una película de acción que quiere ser alguna otra cosa, pero no logra ser completamente eficaz en ninguna.
Tal como ocurre con otras sagas, a veces es necesario volver a foja cero para poder reencontrar el camino perdido, quizás hasta para mejor. Este es el caso de King’s Man: El Origen, uno de los estrenos de cine de la semana del 6 de enero. Promediando la Primera Guerra Mundial (1914-1918), un grupo de personas, liderado por Orlando Oxford (Ralph Fiennes), lucharán para evitar que mentes criminales y tiranos alarguen el conflicto y sigan matando a millones de personas. Muestra, en pocas palabras, el nacimiento de King’s Man, la primera agencia de inteligencia independiente del Reino Unido. Más o menos en la mitad del film anterior en la saga -El Círculo Dorado-, o quizás antes, ya se podía ver que se necesitaba un cambio de raíz. No es nada en contra de los actores, pero la situación se estaba volviendo un poco ridícula. Por esa razón, sorprende -para bien- que esta precuela es la que más entretiene de todas. El elenco ayuda bastante: elegir a Ralph Fiennes como el protagonista es la opción más acertada que se podía haber hecho. El actor tiene el drama y la sutileza cómica que requiere el rol, y muy posiblemente sea el detonante de un nuevo universo dentro de la saga. Lo acompañan una espectacular Gemma Arterton (Su mejor historia, 2016), un Djimon Hounsou (Gladiador, 2000) que es increíble no verlo en más cosas de semejante envergadura, un sorprendente Harris Dickinson como el hijo del personaje de Fiennes y el talentoso Tom Hollander (The Night Manager, 2016), quien toma la posta de tres personajes claves en el conflicto internacional. Sin embargo, varios de los grandes nombres en este film pasan bastante desapercibidos y no se les da el tiempo que merecen en pantalla. Uno de ellos es Rhys Ifans (Notting Hill, 1999), quien sobresale como el malvado Rasputín. Logra una caracterización caricaturesca, pero que calza muy bien con el tono del largometraje. Daniel Brühl y Aaron Taylor-Johnson también entran en esta lista. Habrá que ver si les espera un futuro más prometedor en la saga. Las escenas de acción están muy bien coreografiadas, y si se le agrega el uso correcto de la música clásica en el medio, el entretenimiento está asegurado. Aunque se sitúa en un momento específico de la historia mundial, el argumento en sí puede parecer un poco predecible, y existe la posibilidad de que disguste un poco. Pero, al menos, se habrán pasado dos horas agradables. Nota: hay una escena post créditos, por lo que hay que quedarse en la sala hasta el final. Valdrá la pena.
Si es difícil mantener la atención y la tensión a lo largo de más de dos horas de proyección en cualquier película, vaya mérito el de Matthew Vaughn, que en King’s Man: El origen no quita el pie del acelerador ni por un segundo. Ante todo, aclaremos que no hace falta haber visto las películas anteriores de Kingsman, que suceden un siglo después que los hechos de El origen. Hay un guiño y una mención al Whisky Statesman -guiño a King’s Man: El círculo dorado (2017)- porque hay que quedar bien con los fans, pero no mucho más. Es 1914. Aquí tenemos al duque de Oxford (Ralph Fiennes ¿es que siempre va a estar muy bien, haga el género que haga?) que tiene una doble misión. Por un lado, dirige una pequeña red de espionaje, que dará origen, como indica el título, a la que ya vimos en dos largometrajes protagonizados por Taron Egerton, y por otro tratar de apaciguar, cuando no impedir, los deseos de su hijo Conrad (Harris Dickinson) por ir al frente a pelear en la Primera Guerra Mundial. Algo sucedió en el comienzo de la película, por lo cual se entiende la preocupación y sobreprotección del Duque hacia su hijo único. Pocos, pero buenos, contra muchos, pero malos Pero decíamos que la organización, minúscula, del duque, se enfrenta a otra de mayores proporciones e internacional, que está por desatar los acontecimientos que derivarían en la Primera Guerra Mundial. Y si bien no se sabe quién es su líder, que reúne a sus secuaces en un lugar de difícil acceso y alejado de todo, sí tiene entre ellos a Rasputín (el galés Rhys Ifans, que alguna vez fue Spike, el compañero de hogar de Hugh Grant en Un lugar llamado Notting Hill, y es Lagarto en Spider-Man: Sin camino a casa), consejero del zar Nicolás II. Es increíblemente divertido cómo King’s Man: El origen se apropia de personajes y hechos reales para darles una vuelta de tuerca, la necesaria para acomodarlos a su beneficio. Ya sea Rasputín -que desayunaba cianuro para prevenir que lo envenenaran, como también se lo menciona en la actual serie Succession- o el asesinato del archiduque de Austria, heredero del Imperio Austro-Húngaro. O como suele hacer Quentin Tarantino, en Bastardos sin gloria o Había una vez… en Hollywood, alterando algunos hechos reales. ¿O no se acuerdan que el Titanic de James Cameron embestía el iceberg porque un marinero se quedaba mirando a Rose y Jack en la cubierta del buque? E inclusive tenemos al mismo actor Tom Hollander interpretando a tres personajes (el rey Jorge de Inglaterra, el káiser Guillermo, el zar mencionado). Al estar dirigida por el mismo realizador que sus predecesoras, El origen mantiene su estética, pero se diría que inclusive su ritmo es más acelerado. Y eso que no apela, hasta los últimos 20 minutos, a ningún artilugio propio de las películas de acción, con o sin espías, a los que Hollywood nos viene malacostumbrando en los últimos años. Las peleas cuerpo a cuerpo, una marca de la saga, están a la orden del día, lo mismo que el humor, los contrapuntos en los diálogos y los saltos de una ciudad a otra. ¿Será King’s Man: El origen el puntapié de una serie de películas que lleguen hasta la actualidad? El tamaño del éxito de la película seguramente lo determinará.
"King's Man: el origen", saludable vuelta de tuerca La precuela producía el temor a que se replicara de manera mecánica el formato que había funcionado en títulos anteriores, pero el film protagonizado por Ralph Fiennes sale airoso. Kingsman: El servicio secreto (2014) recuperaba el carácter más festivo y absurdo que la saga de James Bond mantuvo hasta hace quince años, cuando Daniel Craig le adosó al bebedor de martinis agitados, no revueltos un matiz barroso y una impronta más terrenal, acorde a los aires paranoides que soplaban en Hollywood luego del 11-S. Kingsman: El círculo dorado (2017) recorrió caminos similares, aunque insuflándose altísimas dosis de estilización que hicieron de esta secuela, centrada nuevamente en la agencia secreta de espías cuya base operativa funciona detrás de una sastrería, una versión más recargada de su predecesora. El anuncio de una precuela encendía las luces de la alerta ante la potencial replicación da una fórmula que ya lucía agotada. Pero no: King´s Man: El origen –la traducción latina del título mantiene el nombre propio en inglés del original– encuentra nuevos rumbos mediante una apuesta que entrevera el ideario de Indiana Jones, el espionaje bélico, las coordenadas geopolíticas de la agitada Europa de la segunda década del milenio pasado y una impronta mucho más cercana al cine de Quentin Tarantino que al de Mr. Bond. ¿Tarantino? ¿Acaso King´s Man se propone, como el director de Tiempos violentos y Kill Bill, licuar géneros y referencias para crear mundos que dialogan frente a frente con la historia del cine? ¿O pone a sus personajes a sostener largos diálogos que hacen de lo derivativo una norma? Nada de eso. Lo que tiene El origen es que toma la Historia –con mayúsculas– para hacer aquello que Tarantino hizo en Bastardos sin gloria y Había una vez…en Hollywood: amasarla como bollo de pizza, divertir(se) reescribiéndola para dar forma a una gran ucronía que arranca en 1914, con el asesinato del archiduque Francisco Fernando no en manos de un joven que buscaba la anexión Bosnia a Serbia, sino de uno que intenta correr del escenario a Rusia, de tal manera que el conflicto –que luego se transformaría en la Primera Guerra Mundial– se centre entre Alemania e Inglaterra, dándole la posibilidad a Escocia de liberarse de la Corona británica. Y que incluye al inefable Rasputín, su legendaria resistencia al cianuro y hasta sus supuestos poderes curativos milagrosos. El Duque de Oxford (Ralph Fiennes) quiere evitar que el asunto escale, pero tiene sus propios problemas. Una esposa fallecida durante un ataque terrorista en la Sudáfrica de principios del siglo pasado presenciado por su pequeño hijo Conrad, por ejemplo, que lo llevó a adoptar una postura pacifista a priori innegociable. Década y pico después, las heridas de estos hombres aún supuran. Ante lo que considera inacción gubernamental, el Duque establece, junto a su mucama (Gemma Arterton) y su secretario (Djimon Hounsou), una red de informantes en todo el mundo que le permite armar un mapa acerca de lo que está ocurriendo más auténtico que el oficial y, por ende, poner manos a la obra, al tiempo que su hijo (Harris Dickinson) pide por favor que lo deje ir al frente de batalla. A papá no le gusta, pero acepta, en lo que es una subtrama que le permite al director Matthew Vaughn incluir varias escenas bélicas mucho más cerca del realismo cruento de 1917 que de la violencia estilizada de la que hasta ahora había utilizado la saga. La estilización, sin embargo, no está ausente. A medida que el Duque avance con su plan para desbaratar los planes que motivaron el asesinato del archiduque, El origen traslada su acción hasta un punto recóndito de las islas británicas, donde se cuecen las habas del complot. Allí Vaughn retoma la senda de la espectacularidad y el despliegue visual, aunque sin perder la tensión ante los varios last minutes rescue y, lo mejor, un sentido cinematográfico que hace del descubrimiento y la sorpresa una prolongación de la aventura clásica. Una escena poscréditos incluye la aparición del que quizás sea el personaje más malvado de la historia del cine y, por qué no, del mundo pos revolución industrial. King´s Man, entonces, como un punto de quiebre ante el riesgo de estancamiento, como una película que, al igual que el Duque, va siempre para adelante.
Luego de una floja secuela, todos pensamos que el universo de Kingsman en el cine había llegado a su final; hasta que se anunció una precuela. Si bien esto solo es una clara muestra de querer seguir exprimiendo la franquicia; también abría las posibilidades para ver los inicios de esta organización. Mejor aún cuando confirmaron que el gran Ralph Finnes iba a ser el protagonista, siguiendo la tradición de que tengamos un héroe de acción ya bastante mayor. Veamos que tal salió The King´s Man: El Origen. La trama sigue a la familia Oxford, que, tras un atentado fallido contra el padre, Orlando, es su esposa quien muere. Tras este incidente, el Conde se vuelve extremadamente sobreprotector con su hijo Conrad, impidiéndole enlistarse en la Primera Guerra Mundial; situación bélica que es orquestada por un misterioso personaje desde las sombras. Siempre es interesante cuando estos blockbusters se toman de un evento histórico real, para situar su trama; mostrándonos un universo alterno donde los acontecimientos que todos conocemos, se dieron gracias a la intervención de personajes ficticios. Y esto no es nuevo para el director Matthew Vaugh, quien hizo lo mismo en la genial X Men: First Class. El hecho también de aprovechar quizás una guerra que no se explota tanto en el cine hollywoodense actual, hace que los espectadores más jóvenes tomen cierta perspectiva al conflicto, pudiendo repasar la historia que, al no ser tan reciente, se evita que los ofendidos y quisquillosos de siempre empiecen a quejarse. Pero volviendo a The King´s Man: El Origen, la película es un subidón de calidad con respecto a la anterior entrega. Al ser una historia que no continua con lo que venimos viendo, le da un aire fresco a la franquicia; aprovechando para meter nuevos personajes compuestos por un elenco de lujo, que se tomó el proyecto en serio, dando lo mejor de sí, cuando tranquilamente podrían haber hecho sus roles en piloto automático para cobrar el cheque y ya. Y si a esto le agregamos que todo se acompaña con buenas escenas de acción, el film sube varios niveles. En especial destacamos una coreografía que simula ser una danza de ballet, cuando en realidad son dos personas tratando de apuñalarse. Pero en dicha pelea se nos va el mejor personaje de la película; dejándonos como villano final no solo a alguien que no termina estando a la altura, sino que al ser el típico “malo entre las sombras”, la sorpresa no está no termina siendo tal, ya que su villanía es muy obvia. Y mejor ni hablamos de el cgi en algunas partes, asombra ver como en el 2022 tenemos unos efectos especiales que harían sonrojar a la PlayStation 2. En conclusión, The King´s Man: El Origen es una buena película que sabe captar la esencia del primer film, pero al mismo tiempo, abriendo su propio camino para una más que obvia nueva franquicia, ahora centradas en el pasado. Esperemos que su eventual secuela conserve el nivel, y no pase lo mismo que con Kingsman: el círculo dorado.
Aunque esta precuela de la saga King´s´man tenga al mismo director que las dos anteriores, a Matthew Vaughn, que también en este caso co-escribió el guión con Karl Gajdusek, siempre basándose en el comic de Mark Millar, quedaron varias cosas en el camino. En primer lugar ya casi se perdió ese humor inteligente que tuvo la primera y se utilizo también en la segunda entrega. . Aquí se trata de una aventura histórica, con una visión simplificada de los hechos, que prácticamente resume todos los males en una conspiración liderada por n Rasputín, un villano como los de la saga James Bond, en un argumento que arranca a principios de siglo pasado y se explaya durante la Primera Guerra Mundial. Todo el tono de comedia a que nos acostumbraron las dos pelis anteriores, muto en la gran aventura y las tragedias En el medio hay espacio para organizaciones ingeniosas pre- servicio secreto, como una organización de empleados domésticos para saber las intimidades de la contienda hasta un chantage sexual para un presidente de EEUU y otros delirios importantes. En este extenso film hay verdadero derroche imaginativo, escenas de acción realmente impactantes, pero también tediosas mesetas dramáticas que posiblemente desencantes a los seguidores o formen nuevos fans para una segunda parte casi segura de esta precuela. En el elenco se luce como siempre Ralph Finnes que centra casi toda la tensión del relato, secundado por Harris Dickinson, Gema Aterton, Djimon Hounsou, un exagerado Rhys Ifans, Tom Hollander que hace tres roles ( el rey Jorge, el kaise Wilhem y el zar Nicolas), Daniel Brühl y siguen las celebridades.
Llega a los cines argentinos una clase de historia universal con «King’s Man: El origen», que nos remonta a los inicios de la agencia de espionaje creada por Mark Millar y llevada a la pantalla grande por Matthew Vaughn.
Los orígenes de la primera agencia de inteligencia independiente Basada en la novela gráfica con una primera aparición en 2012, y continuaciones en el mismo formato en 2017 y 2018, Kingsman tuvo lugar con una muy buena versión cinematográfica como piedra fundacional, y una segunda película algo más floja pero que de todos modos rindió sus frutos; ahora llega la tercera entrega con King’s Man: El origen, la saga sobre los más antiguos agentes secretos de la corona, como una precuela perfecta. La película tiene un gran atractivo porque establece una idea concreta respecto de dónde quiere llegar, y la respeta. Una base sólida como primer paso de la historia a contar, para que pueda sentirse equilibrada y sostenedora del tiempo de duración, es siempre lo más importante. Como sucede cuando un film toma elementos históricos, y como es casi previsible, las cosas se pueden hacer bien o mal, sin puntos medios posibles. Y así es que la producción que nos trae aquí hoy utiliza fragmentos y personajes relevantes de la historia para construir los pasos de la columna vertebral del mundo tal como hoy lo conocemos, con las figuras más relevantes, llamativas y misteriosas, en algunos de los casos. Otras ideas interesantes que plantea refieren a ciertas ideas filosóficas sobre la guerra y quiénes son los reales vencedores y quiénes los vencidos se presentan por medio del personaje que interpreta Ralph Fiennes, en base a las ideas sobre la vida (y la guerra) que su hijo expresa en el enfrentamiento con la autoridad que representa su padre. Dirgida y guionada al igual que las anteriores por Matthew Vaughn, en esta oportunidad se suma al segundo ítem Karl Gajdusek, y en esta nueva incorporación no pierde el humor que ha caracterizado hasta el momento a la saga.
Reseña emitida al aire en la radio.
Una precuela con espías, paternidad y guerra mundial Luego de "Kingsman: El servicio secreto" (Kingsman: The Secret Service, 2014) y su menos lograda secuela "Kingsman: El círculo dorado" (Kingsman: The Golden Circle, 2017), llega a las salas de cine una tercera entrega de la saga basada en la novela gráfica Kingsman. En esta ocasión se trata de una precuela titulada King’s Man: El origen (The King’s Man, 2021) que narra la génesis de la agencia secreta de espías. Si bien los tres largometrajes están bajo la dirección de Matthew Vaughn al igual que la escritura del guión, esta vez hay un cambio en quién lo acompaña en dicha tarea, Karl Gajdusek. Quizás debido a ello se deba su cambio en el tono de King’s Man: El origen respecto a las obras anteriores que se caracterizaron por ser películas de espías en las cuales se fusionaban los géneros de acción y la comedia. King’s Man: El origen si bien sigue manteniendo un peculiar sentido del humor, su tono es menos exagerado y más dramático también, incluso desde su título marca la separación de la palabra Kingsman (rey) en King´s Man (hombre del rey). Asimismo, el cambio en la entonación narrativa en la que se oscila entre la acción y el drama, también se debe a que esta historia centra su conflicto en una guerra mundial, por ende, es lógico que traiga consigo más carga trágica. Si bien el relato incluye varios personajes históricos en su esquema actancial como por ejemplo Rasputín, el Zar Nicholas II, el Kaiser Wilhelm, entre otros, los hechos narrados se distancian de los acontecimientos reales con el fin de servir a la poética propia del universo cinematográfico de Kingsman, ambientado en esta ocasión a principios de 1900. A pesar de dichos cambios, King’s Man: El origen es muy entretenida y dinámica, y se considera que ajusta mejor la comicidad, debido a que en las entregas anteriores su paroxismo hacía que pierda verosimilitud el relato. En este caso, a nivel argumentativo o desde la construcción de los villanos o por no abusar de los efectos especiales digitales, cobra solidez. Sin embargo, hay que admitir esta cuestión de no mostrar el rostro del gran villano del film, si bien es propio del género, ya resulta algo trillado y su resolución es bastante predecible para el espectador atento. Por otro lado, al ajustar la comicidad sin excederse, la película quizás se queda escueta en los momentos que construían su esencia, a excepción de la picardía que se observa en una escena particular de tensión y consecuente disputa física entre Rasputín y Orlando junto a su hijo Conrad. Dicha secuencia, mediante la coreografía corporal que compone prácticamente una danza al ritmo de la música de la obertura 1812 de Tchaikovsky, es maravillosa. King’s Man: El origen posee algunas ideas interesantes, deslizadas como tesis social a través del personaje del duque Orlando Oxford, interpretado de forma mas que verídica por Ralph Finnes. Estos conceptos apuntan sobre la diferencia entre la aristocracia y la caballerosidad, exponiendo el repudio de la primera y su violenta colonización imperialista. También Orlando expresa su postura anti bélica al pronunciar que las guerras las planifican los “nobles” pero que en ellas mueren los soldados. Del mismo modo, al educar a su hijo (personificado de forma poco carismática e insulsa por Harris Dickinson) distingue entre reputación y carácter, la reputación es aquello que la gente piensa, el carácter es lo que realmente eres, un mensaje propio de los ideales Kingsman. Todo el relato parece estar bajo la premisa del obrar íntegro de los “invisibles”, sean espías preparados o sirvientes. Por último, la película oscila entre la estereotipación y caricaturización de ciertos personajes, mientras que representa con solemnidad y entereza los futuros integrantes Kingsman. El desenlace del film dejará expectante al público con el deseo de una próxima entrega, al igual que su imperdible gag en la escena post créditos.
Si vieron las anteriores Kingsmen, donde hay unos señores muy británicos que son en realidad superagentes que luchan contra peligros sin cuento en todo el mundo sin perder el estilo, saben más o menos no la historia pero sí cuál es el tono de esta nueva entrega, en realidad una precuela que narra cómo se formó la agencia con nombres de la Mesa Redonda. Otra vez el realizador Matthew Vaughn, dueño de un humor al mismo tiempo sardónico y tierno (lo había demostrado en la poco valorada pero bellísima X-Men: First Class) toma en cuenta que el género “superhéroes” -no de otra cosa hablamos en el fondo- es sobre todo caricatura, y que esa amplificación que provee el gran espectáculo genera un gran vehículo para las ideas. Aquí estamos a finales de la era victoriana, con un montón de gente malísima (Rasputín entre ellos) con ganas de masacrar en una gran guerra a la Humanidad. Y por otro lado, Ralph Fiennes enfrentado a esta conjura que tiene mucho de pulp. El resultado es fresco porque no solo los diálogos son inteligentes a la vez que satíricos, sino que las escenas de acción resultan pertinentes, no un mero juguete para pasar el rato. Es decir, la película -su realizador, en última instancia- confía en los espectadores para proveer a la diversión general. La reflexión sobre el heroísmo y sobre la maldad aparece, pues, sin subrayados, como debe ser en un buen cuento. Mucho más de lo que nos suele proveer, con demasiada facilidad, el cine mainstream cotidiano.
Vuelve Vaughn, más inteligente que nunca ¿De qué va? Los primeros caballeros deberán exponer todos sus modales para frenar el conflicto bélico más importante de principios de siglo XX. Allá por el 2010, Mathew Vaughn, productor y compinche en el pasado de Guy Ritchie y director de dos películas que hicieron algo de ruido (Layer Cake y Stardust), se metía en el mundo de los superhéroes, pero alejándose del camino tradicional que tan acostumbrados nos tenían Warner y la 20th Century. De la mano de Lionsgate y Marv -productora de Vaughn- se estrena Kick-Ass, una adaptación homónima de la novela gráfica de Mark Millar, y a partir de aquí nace un bromance tan poderoso como desenfrenado. Habiendo demostrado su maestría tanto narrativa como estilística en la aventura del vigilante hormonal con traje de buzo, Vaughn se mete con los mutantes para dar su impronta en el 2011, regalándonos una de las mejores entregas de esta saga conflictuada, a pesar de que la producción no se haya tomada dos minutos en investigar como lucía Villa Gesell. 3 años después, y habiendo producido la secuela de Kick-Ass (film que solo sirve para remarcar que el cambio de cabeza, en muchas ocasiones, solo trae caos y vergüenza ajena), Vaughn vuelve a abrazarse junto a Millar para traernos el inicio de una saga cuyo cómic adaptado fue escrito por ambos cerebros desquiciados: Kingsman, o cómo hubiera sido el entrenamiento de James Bond para transformarse en el gran espía que es hoy. The Secret Service nos trajo la otra cara de la elegancia, los modales que hacen al hombre no son más que paredes manchadas de sangre y artilugios tan refinados como letales. Con un Taron Egerton y un Colin Firth que rebosan de facha actoral, el film presenta un gran balance entre la acción y una trama que deja ver inteligencia y mucho trabajo de personajes y diálogos. No se puede decir lo mismo de su secuela, The Golden Circle, que a pesar de cargar con una mochila de hype bastante pesada, la película cometió los errores que la primera entrega tan elegantemente esquivó. Una villana insulsa, secundarios olvidables y una trama tan conveniente como tonta hicieron que las ganas por seguir a estos espías tan intrépidos desaparecieran a medida que pasara el tiempo. Pero Vaughn no es cualquiera, ya lo dejó claro, y un tropezón no es caída. Es por eso que al presentar el trailer de esta precuela que nadie pidió, los fans acérrimos de este mundillo tan particular saltamos de la silla tan excitados como cuando vimos el plano secuencia de Colin Firth en la iglesia. Es así que The King’s Man no solo se sitúa como una de las mejores de este 2022 (si, recién empieza el año y me la re banco), sino que se transforma en una película tan precisa, sutil y entretenida que da cátedra sobre cómo atravesar los orígenes de un mundo que parecía que no tenía nada más que contar para decirnos: “Che, acércate, tengo que contarte una cosita más”, y es glorioso. Donde The Secret Service y The Golden Circle descansan en la acción desmedida, llena de dispositivos y secuencias extravagantes, The King’s Man decide apoyarse en el corazón puro de un conflicto militar y el cómo los hilos invisibles llevan a la mera destrucción, o salvamento, del mundo que lo sufre. Siguiendo los pasos de Orlando Oxford (Ralph Fiennes) y de su hijo Conrad (Harris Dickinson), nos metemos de lleno en la génesis del suceso militar que marcó la primera década del siglo XX, la Primer Guerra, y en cómo estos bienaventurados caballeros intentan, desde sótanos oscuros hasta trincheras cubiertas de alambres de púas, frenar esta matanza indiscriminada. Es así que, apoyándose en la esencia pura del film de espías, presenciamos cómo nuestros protagonistas se zambullen en un conflicto de inteligencia, susurros y traiciones. Sin olvidarse de sus emblemáticas secuencias de acción, la película decide irse por otro camino, uno en el que afloran las batallas con diálogos intelectuales y secretos más peligrosos que una bomba de tiempo. Con figuras como Rasputin (Rhys Ifans), Mata Hari (Valerie Pachner), el Rey George, el Kaiser Wilhelm y el Tsar Nicholas (los tres interpretados por el enorme Tom Hollander), el escenario de este hecho verídico se transforma en una fiesta tan excéntrica como delicada. Con un arte que demuestra finura en sus detalles y emplazamientos de cámara que van desde timelapse exquisitos a planos estrafalarios, Vaughn se aleja de aquel film que mareo tanto para brindarnos una lección de gran cine de espías. Sin dar muchas vueltas para que el visionado sea lo más gustoso posible, hablar de The King’s Man es hablar de la finura propiamente dicha. Con una trama digna de querer que ese pasado ficticio haya sucedido tal cual se plantea y con secuencias que nos dejan con un nudo en la garganta, tal como estamos acostumbrados a ver en pasados visionados de Vaughn, este film se corre del título de “precuela” para posicionarse como una gran obra plagada de divertimento e inteligencia. En Matthew Vaughn confiamos.
UN DRAMA DE ACCIÓN SIN DRAMATISMO Si Kingsman, el Servicio Secreto era un correcto prólogo, con algunas secuencias muy divertidas, aunque algo sobrevalorado, y Kingsman: el círculo dorado una secuela que lucía algo repetitiva, King´s Man: el origen es una precuela con algunas ambiciones a priori interesantes. Sin embargo, esas ambiciones suponen unos cuantos riesgos que Matthew Vaughn, realizador de las dos primeras entregas, no consigue eludir, por lo que estamos ante un producto definitivamente fallido. Para contar las implicancias de la creación de la agencia Kingsman, Vaughn se va hasta principios del Siglo XX, en la época de la Primera Guerra Mundial. El relato se centra en el Duque Orlando Oxford (Ralph Fiennes), quien, tras la trágica pérdida de su esposa, ha prometido -un poco a ella y un poco a sí mismo- proteger a su hijo de todas las calamidades del mundo. Sin embargo, el contexto lo termina arrastrando al centro de la contienda bélica, obligándolo a armar una red de espías y cruzándose en el camino de una conspiración global que involucra a personajes reales como Grigori Rasputín, Gavrilo Princip, Mata Hari, Erik Jan Hanussen y Vladimir Lenin, en una relectura ligeramente juguetona de varios acontecimientos históricos. Más que un film de acción o un thriller bélico -que en parte lo es-, King´s Man: el origen es un drama paterno-filial, donde el conflicto de fondo es el de un padre tratando de superar el miedo a la pérdida y de cumplir con el deber moral que cree que le corresponde, y el de un hijo empeñado en servir a su país en el campo de batalla, incluso contra los deseos de su progenitor. Eso no está mal -de hecho, va contra las expectativas, lo cual no deja de ser saludable en un contexto de productos cinematográficos extremadamente predecibles-, pero el problema es que Vaughn se muestra incapaz de darle el desarrollo suficiente a los protagonistas para que podamos empatizar con sus dilemas. Posiblemente esto suceda porque Vaughn es, al igual que Zack Snyder y Denis Villeneuve -otros cineastas que son cabales representantes del cine contemporáneo-, un creador de conceptos audiovisuales más que un narrador de historias. Por eso no sorprende que al film le cueste superar la superficialidad estética y las obvias referencias históricas, con una primera hora pesada y vacilante, y una segunda hora vertiginosa pero también rutinaria. Por suerte, a diferencia de Snyder y Villeneuve, Vaughn posee una dosis saludable de confianza en la comedia directa, yendo un poco más allá de la solemnidad y los guiños cínicos. Por eso se permite construir un puñado de secuencias donde el humor físico y lo lúdico cumplen roles fundamentales, que hacen a la película más llevadera en algunos pasajes. Aún así, eso no alcanza para ocultar lo fallida de la apuesta de King´s Man: el origen, cuyo dramatismo impostado y sus diálogos subrayados lo muestran como un film carente de ideas verdaderamente renovadoras y, por ende, lastimosamente inofensivo.
Conocimos la primera entrega de «Kingsman» en el año 2015, adaptando la novela gráfica de Mark Miller. El ingenio, la diversión y el cinismo confluían en una serie de escenas de acción originales que nos insuflaban de buen ánimo. Nuevos vientos soplaban en el anquilosado cine de acción. Siete años después, la propuesta se agota en sí misma, mediante un estreno en cartelera que solo trae la suave brisa de la anodina repetición. Un eco. apenas, de lo que alguna vez fuera, en manos del inventivo cineasta Matthew Vaughn. Satirizando al género de espías, «King’s Man» fraguó su éxito mediante una sostenida combinación de humor y giros sorprendentes. También recurriendo a elencos corales, como es aquí el caso, descansando en la labor de rostros familiares como Ralph Fiennes, Rhys Ifans, Daniel Bruhl y Djimon Hounsou. La premisa argumental intenta explicarnos cuales fueron los factores y acontecimientos que dieron inicio a esta sociedad secreta, de tal forma, la antesala de las primeras películas amalgama elementos históricos y ficticios para justificar una precuela cuyos eventos relatados no clarifican lo ya observado en sendas anteriores entregas. La consecuencia del último minuto que valida su existencia.
Esta producción presentada como una precuela, esto es la historia anterior al relato conocido, peca primordialmente por destruir lo construido por sus dos antecesoras. Principalmente la primera. También algo se pone en juego a partir de la duración de la misma, cuando en realidad el desacople entre lo narrado y la extensión se produce por inconsistencias, incoherencias y previsibilidades en el guión. Lo que termina por dar la sensación de alertagamiento en el desarrollo del texto fílmico. Otro punto que desfavorece esta tercera entrega es la ausencia casi completa de ese humor entre negro, sarcástico para dar lugar a un humor sardónico, o sea desmesuradamente forzado y a cuenta gotas. Sumado a esto el filme se establece como demasiado solemne, creído de si mismo. El filme abre en 1902 en un campo de refugiados en Sudáfrica, en una misión pacifista y solidaria, el Duque de Oxford (Ralph Fiennes) con su familia intenta salvaguardar la vida de estos. El campo es dirigido por su amigo de toda la vida el capitán Kitchener (Charles Dance), pero no resulta de la manera prevista y la tragedia se hace presente. Con un salto temporal de 10 años, nos encontramos al mismisimo duque intentando educar sobre protegiendo a su hijo, ayudado por sus dos incondicionales colaboradores, Shola (Djimon Hounsou) y Polly (Gemma Aterton). Estamos en las postrimerias de la primera guerra mundial, en algún punto perdido del planeta se están reuniendo los principales criminales del mundo, entre ellos Mata Hari, Rasputin, entre los reales, con el único fin de hacerse dueños del mundo. Ante los hechos históricos conocidos que derivaron en la gran guerra en 1914, padre e hijo se distancian, uno que levanta la bandera pacifista, mientras el hijo cree en la obligación moral de incorporarse al ejercito ingles. A partir de esto, que se desarrolla en el primer cuarto del filme, todo lo demas es un sinfín de vueltas y contra vueltas, que mas confunden, aburren que mantener el interés del espectador. Para cerrar con un final, tan forzado como el resto de los conflictos, mucha acción, bien filmada, con personajes solo presentados, mal construidos los principales, sin desarrollo los secundarios, exento de un humor genuino. Caracteristica primordial de las dos primeras entregas. Calificación: Regular
Si la saga se vuelve exitosa y los protagonistas se encarecen… entonces haz una precuela. Es posible que la saga Kingsman no tenga mas hilo en el carrete pero, al retrocederla en el tiempo, las cosas se pueden condimentar de tal manera que la franquicia siga siendo interesante. En mi caso la opinión de The King’s Man es positiva – llevamos la intriga a la época de la Primera Guerra Mundial, terreno poco explorado en lo cinematográfico y que Mujer Maravilla ha demostrado (con creces) el enorme potencial que posee; la acción en manos de Matthew Vaughn sigue siendo formidable; hay secuencias largas plagadas de sorpresas de todo tipo; los personajes son exóticos e interesantes -, pero asumo que lo mío pertenece a una minoría. Cuando algo se aparta demasiado de lo standard y se vuelve demasiado excéntrico, la gente termina por darle la espalda. Todo el mundo quiere sci fi, gadgets y fantasía; una aventura ambientada en la época de biplanos, pistolas Mauser y decadentes imperios desaparecidos posee un sabor muy peculiar que no todos apetecen. Como aventura histórica The King’s Man cumple… aunque no por ello no deje de ser una sanata de proporciones épicas. La única manera posible de disfrutar The King’s Man es verlo como una aventura de historia alternativa – no muy diferente a Watchmen -. Los sucesos narrados en el filme no ocurrieron ni por las causas que el libreto expone, ni siquiera en los tiempos que la historia maneja. Como sea, yo compro si el resultado me entretiene. Acá hay un aristócrata devenido enemigo de la guerra, el cual ha formado una red privada de inteligencia enrolando al personal de servicio de distintos reyes, emperadores y políticos. Tratando de ayudar a un amigo del ejército, el Duque de Oxford (Ralph Fiennes) va a hablar con el Archiduque de Austria, solo para terminar presenciando su muerte a causa de un atentado. Pero en vez de ser un fanático nacionalista, hay toda una organización supersecreta que intenta hacer estallar una guerra en Europa para su propio beneficio. Como una especie de Spectre vintage hay espías, generales corruptos, secretarios de estado conspiradores y, desde ya, un tenebroso guía espiritual – el monje Rasputín – que manipula los designios del Zar de Rusia. Oxford y sus aliados intentan sacar del juego a Rasputín y, luego, socavar las manipulaciones de la sociedad secreta para poder apagar el fuego de la guerra. The King’s Man es episódica – toda al trama se desarrolla en los cuatro años que consume la Primera Guerra Mundial así que vemos un incidente aquí, otro allá y vacíos separados por meses o años – pero ello no quita que los episodios no sean interesantes. Desde la bizarra pelea con Rasputín – un desquiciado Rhys Ifans que se relame (literalmente!) con el papel – hasta un masivo incidente en las trincheras británicas, no hay momento en que Vaughn no demuestre su talento para hacer escenas de acción que se sientan frescas y plagadas de sorpresas. Quizás el último acto es desprolijo – el gran cerebro criminal detrás de todo esto dista de ser tan fascinante como Ernest Stavro Blofeld; Fiennes se ve muy veterano y fuera de estado para hacer de héroe de acción – pero no deja de ser interesante. No sé si recomendaría The King’s Man: creo que es para paladares peculiares. Si te gustó La Liga Extraordinaria verás que sigue esa onda mezcla de historia alternativa y eventos bizarros; si te gustó las entregas previas de Kingsman verás que es un animal de otra especie. Incluso el final – donde vemos como nace la organización – se ve forzado. Pero si vemos la aventura por la aventura misma me parece mas que recomendable, sobre todo por el virtuosismo de Vaughn como director en lo visual y narrativo mas que por las virtudes propias del libreto que no deja de ser sanata histórica con algún que otro toque excéntrico.