La chica con el reboot tatuado Tras la primer trilogía sueca y la versión hollywoodense de David Fincher, la justiciera anárquica Lizbeth Salander vuelve al ruedo cinematográfico de la mano del uruguayo Federico Álvarez con La chica en la telaraña (The Girl in the Spider's Web, 2018) y nos trae un nuevo capítulo de la saga Millenium, ese universo conspiranoide-criminal con acento nórdico. Incluso la forma en que esta nueva historia vio la luz es digna de una novela. Con la muerte de Stieg Larsson (autor de la saga original en la que están basadas las adaptaciones previas) se produjo una batalla legal entre sus herederos respecto del futuro de sus obras. Por un tecnicismo legal, parte de su familia se quedó con los derechos y dejo en manos de David Lagercrantz el destino de sus historias. Es así como Lagercrantz escribió una nueva novela, basada en los personajes de Larsson. La chica en la telaraña es una adaptación de esta nueva etapa autoral. Nuestra anti-heroína Lizbeth Salander sigue haciendo de las suyas, defendiendo desde el pseudo-anonimato a mujeres que son víctima de algún tipo de maltrato, cuando un cliente pide su ayuda para recuperar un sotfware capaz de controlar el arsenal nuclear de las potencias mundiales, y así evitar que caiga en las manos equivocadas. En este soft-reboot (como alguno le andan diciendo) Claire Foy, mejor conocida por interpretar a la Reina Elizabeth en The Crown, le pone el cuerpo a Salander. Con un look más refinado y menos áspero que en las encarnaciones previas, muchos menos pearcings y cortes de pelo asimétricos, Foy se las ingenia para hacer justicia a un personaje con un temple muy particular. A medio camino entre un reboot de la película de Fincher y una secuela propiamente dicha, en esta ocasión el drama personal de su personaje protagónico y su particular forma de relacionarse con el mundo que la rodea cede su espacio al costado más explosivo de la historia, con múltiples escenas de persecuciones, tiros y explosiones. Acción por sobre todo lo demás. El tono del film mantiene la estética de entregas anteriores, la fría ciudad de Estocolmo, nieve y concreto. El rojo que surge de la sangre de aquellos violentados es prácticamente el único color en pantalla. La acción alterna locaciones constantemente entre la modernidad de la urbe, la desolación de los complejos industriales abandonados y la pulcritud de los bosques nevados. Tres espacios totalmente distintos sobre los cuales fluye de manera alternada la narración. Sin tanto conflicto interno como en otras iteraciones, y con una trama que toma prestados varios elementos del universo Jason Bourneano y otros derivados para poner el acento en la acción, La chica en la telaraña podrá no ser ese quiebre de paradigma que algunos esperaban dentro de la saga, pero se las ingenia para entregar dos horas de entretenido suspenso.
Abominaciones del imperio Cuesta reconocerlo pero lamentablemente cierta magia de la Saga Millenium desapareció en su quinto eslabón, La Chica en la Telaraña (The Girl in the Spider's Web, 2018), algo así como una versión negociada -léase a mitad de camino- entre el espíritu de las creaciones de Stieg Larsson y lo que el Hollywood actual reclama de este tipo de propuestas. Ya dejando en el pasado las tres adaptaciones suecas originales del 2009, dirigidas por Niels Arden Oplev y Daniel Alfredson, y la remake norteamericana del 2011 a cargo de David Fincher, todos trabajos muy interesantes y basados en los tres libros que Larsson completó en vida, el opus que nos ocupa no llega a ser fallido para nada pero ofrece un cóctel formal algo extraño: tenemos una idiosincrasia, contexto y personajes de Millenium, una premisa y algunos desvaríos a la 007/ James Bond y unas secuencias de acción, una iconografía tecnológica y un dinamismo general símil Misión Imposible (Mission Impossible), amén de detalles de los policiales hardcore y las epopeyas clásicas de espionaje y hasta una multitud de referencias a una obra muy semejante, Alguien Sabe Demasiado (Mercury Rising, 1998). La trama comienza con una típica situación acorde con el temple de izquierda, aguerrido y anticapitalista de la saga, con la querida Lisbeth Salander (Claire Foy de adulta, Beau Gadsdon de niña), la hacker bisexual y gélida que caza oligarcas, escapando en su infancia y abandonando a su hermana en manos de su padre psicópata sexual, quien gusta de asfixiar a mujeres con un “envase” símil polietileno y una aspiradora, y arremetiendo precisamente -ya mayor- contra un CEO de la alta burguesía que suele moler a golpes a prostitutas varias, dejándolo colgado cabeza abajo y vaciándole las cuentas bancarias para transferir todo el dinero a sus víctimas. Rápidamente la protagonista acepta el encargo de Frans Balder (Stephen Merchant), un ex empleado de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos que desarrolló un programa llamado Firefall para acceder a los códigos nucleares de todo el mundo y que ahora pretende que Salander lo robe y destruya porque los yanquis lo traicionaron reteniendo el control absoluto del software y porque considera -con razón, por supuesto- que es una herramienta geopolítica muy poderosa para cualquier gobierno global. Ayudada por el periodista de investigación Mikael Blomkvist (Sverrir Gudnason), dueño histórico de la revista mensual Millennium de Estocolmo y hoy inexplicablemente más joven y en un rol algo secundario, Lisbeth terminará bajo un fuego cruzado bien peligroso que involucra a un sindicato criminal conocido como Las Arañas y comandado por la hermana de Salander, Camilla (Sylvia Hoeks de adulta, Carlotta von Falkenhayn de niña), a un agente norteamericano llamado Edwin Needham (Lakeith Stanfield) que está detrás de la protagonista por haber robado Firefall y a una bella jerarca del servicio secreto sueco, Gabriella Grane (Synnøve Macody Lund), que procura impedir que Needham se entrometa en los asuntos internos del país y que desea detener tanto a Salander como a los miembros de Las Arañas; todo un planteo a su vez mezclado con la presencia de un jovencito genio, August (Christopher Convery), hijo de un Balder que pronto es asesinado y el único capaz de desencriptar Firefall para que pueda usarse, circunstancia que lo convierte en un bien muy preciado por todas las partes en disputa al punto de sabotearse mutuamente sin cesar. Las buenas intenciones detrás del convite son más que palpables y de hecho el desempeño concreto del realizador Fede Álvarez, responsable de las excelentes Posesión Infernal (Evil Dead, 2013) y No Respires (Don't Breathe, 2016), es admirable a nivel visual y en lo que respecta a la dirección de actores, no obstante el guión de Steven Knight, Jay Basu y el propio Álvarez resulta un tanto anodino y especialmente con algunos elementos fuera de lugar si nos concentramos en la Saga Millenium, lo que nos reenvía al detalle de que hablamos de una traslación del cuarto libro de la hoy franquicia y el primero no escrito por Larsson, quien falleció de forma imprevista en 2004 y así se publicaron póstumamente en 2005 los legendarios tres primeros eslabones, Los Hombres que no Amaban a las Mujeres (Män som Hatar Kvinnor), La Chica que Soñaba con una Cerilla y un Bidón de Gasolina (Flickan som Lekte med Elden) y La Reina en el Palacio de las Corrientes de Aire (Luftslottet som Sprängdes). Lo que no Mata te Hace más Fuerte (Det som Inte Dödar Oss) es la novela en cuestión, escrita por David Lagercrantz y editada en 2015 como producto de la pugna entre la familia de Larsson y su pareja, Eva Gabrielsson, que tiene en su posesión material incompleto inédito que no puede publicar por no haber estado casada con el autor. Dicho de otro modo, el revoltijo que nos presenta La Chica en la Telaraña es en simultáneo debido a la intervención de un escritor asalariado y de un Hollywood que también colabora para que el sustrato de la propuesta se aleje de los pormenores de la corrupción, el sadismo y la falsa sensación de impunidad de las altas esferas del poder económico, político y social para en cambio acercarse al terreno del thriller tecnófilo tradicional de nuestros días con preeminencia de escenas de acción y soluciones dramáticas algo escuálidas, ese que además viene de la mano del nene prodigio que atesora la clave para “salvar” al mundo. De todas formas, Álvarez es mucho más inteligente que el promedio de sus colegas y lo que podría haber sido un trabajo sin alma se transforma en una película en ocasiones muy atractiva sobre todo por la maravillosa actuación de una Foy -ya vista en Unsane (2018) y El Primer Hombre en la Luna (First Man, 2018)- que no tiene nada que envidiar a la genial Noomi Rapace de los films suecos y que supera lo hecho por Rooney Mara en el opus de Fincher. Más allá de diversas exageraciones y su entramado poco ingenioso, la obra es prolija y entretenida y continúa señalando que en el fondo lo que se analiza son las abominaciones de las oligarquías al servicio del execrable imperio de las naciones más ricas del planeta…
El niño que sabía demasiado. En un repaso corto pero necesario hay que tener en cuenta de dónde proviene esta nueva aventura de la hacker bisexual Lisbeth Salander (Claire Foy en su etapa adulta, Beau Gadsdon en su infancia), protagonista de la saga sueca Millenium creada por el fallecido Stieg Larsson, que luego tuviese su arribo a Hollywood cuando David Fincher, junto a Noomi Rapace, le dieran vida en La chica del dragón tatuado. Salander ahora cambia de actriz para involucrarse en el cyber y tecnocrático thriller, de la mano del director Fede Álvarez, uno de los niños mimados por Hollywood y obediente a la hora de repensar el espectáculo adaptado a la mirada hollywoodense. La chica de la telaraña es un film que se concentra en la disputa de un software encriptado que en manos equivocadas podría poner en jaque el predominio de los sistemas de defensa siempre conservado por los Estados Unidos. Por otro lado, la aparición de un niño prodigio y buscado por todos ya que el púber es el único que conoce el código que desencripta el dispositivo traza las coordenadas del entrecruce de intereses rusos, suecos y norteamericanos, cuyo pivot no es otro que Lisbeth Salander. Fede Álvarez en su rol de director, no tanto como guionista junto a Steven Knight y Jay Basu, demuestra capacidad de adaptación para este tipo de propuestas donde la acción y el ritmo son necesarias, así como aquellas coreografías prolijas para disfrutar a una Claire Foy todo terreno y completamente alejada de la sutileza y pompa de la serie The Crown. Sin embargo, este nuevo intento de rescate de la franquicia sueca y de la traumada por su pasado Lisbeth Salander no alcanzan para superarla aunque se ajusta a los estándares de los thrillers con entramado cibernético y de una escueta trama de intereses geopolíticos mezclada con dramas familiares y fantasmas del pasado que acechan a cada segundo. El pulso narrativo y el nervio necesario para llevar a buen puerto La chica en la telaraña confirman a Fede Álvarez como la mejor decisión tomada por Hollywood para hacerse cargo del operativo, ayudado sin lugar a dudas por la presencia de Claire Foy, actriz que crece cada vez que le toca brillar en pantalla se trate de la tele o del cine.
Stieg Larsson murió en 2004 y sólo dejó terminados tres de los diez libros que planeaba para la saga Millennium. Pero el show debe continuar: otro escritor y periodista, David Lagercrantz, fue contratado para mantener la fábrica de best sellers abierta. El es el autor de dos nuevas novelas de este pilar del fenómeno del policial nórdico: la primera de ellas, La chica de la telaraña, es la que llega ahora en esta adaptación a cargo del uruguayo Fede Alvarez. Así que Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist están de vuelta, con nuevas caras: las de Claire Foy (The Crown) y el sueco Sverrir Gudnason. Esta película deja de lado la trilogía sueca protagonizada por Noomi Rapace y es supuestamente una secuela de la versión estadounidense de La chica del dragón tatuado, de David Fincher. Pero hay apenas alguna que otra alusión a ese pasado: no es indispensable ningún conocimiento previo de la saga Millennium. Aquí Blomkvist tiene un papel accesorio y el foco está puesto en Lisbeth. Se ahonda en su tormentoso pasado familiar, que parecía enterrado pero volverá a perseguirla en medio de un caso en torno a la recuperación de software bélico que podría poner en peligro la paz mundial. ¿Suena grandilocuente? Lo es. Para salvar al planeta, Lisbeth deja de ser una justiciera feminista para convertirse en una mezcla de Batman y Jason Bourne femenina. Todo consiste en contemplar el despliegue de sus súper poderes de hacker y ver qué nuevo artilugio electrónico utilizará para derrotar a los malhechores. Alvarez lleva ya cinco años desarrollando su carrera en Estados Unidos, y venía de lucirse con su anterior película, No respires. Aquí tal vez lo perjudicó la búsqueda de una calificación apta para menores: la crudeza y la oscuridad características de la saga están diluidas. Hay suspenso, pero la acción les gana al misterio y al desarrollo de los personajes. A cada paso, la película exige la suspensión de la incredulidad: no hay que reparar en las coincidencias, ni en que los suecos hablan entre sí en inglés. Tampoco en las veces en que –al estilo del Batman de Adam West- los villanos podrían liquidar a Lisbeth y, en cambio, optan por dar largos discursos como para que nuestra superheroína encuentre la manera de escabullirse. Y la saga continúe.
Primero fueron las novelas (póstumas) de Stieg Larsson, luego llegaron las tres películas suecas (con Noomi Rapace), más tarde fue el turno de la versión hollywoodense de La chica del dragón tatuado (2011) de David Fincher y con Rooney Mara; y, finalmente. los libros de David Lagercrantz que retoman la saga Millennium. Basado en Lo que no te mata te hace más fuerte (2015), este reboot de la franquicia tuvo como director y coguionista al uruguayo Fede Alvarez, quien venía de dos éxitos como Posesión infernal y No respires. Esta vez, más allá de su innegable profesionalismo, La chica en la telaraña luce como la película más desarticulada y menos lograda de su meteórica carrera. Los personajes principales son los concebidos por Larsson pero el casting del nuevo elenco es bastante discutible. Para el papel de la heroína (una joven de traumático pasado familiar convertida en justiciera contra hombres violentos) se eligió a la inglesa Claire Foy ( The Crown), quien parece perdida en el papel de esta muchacha rebelde y lesbiana que viste de negro, monta su moto y es una experta en nuevas tecnologías. Pero el problema principal no son Foy ni el nuevo Mikael Blomkvist, que ahora interpreta Sverrir Gudnason ( Borg-McEnroe). La decisión de abandonar el thriller psicológico más inteligente para convertir al film y al personaje en una suerte de versión femenina de James Bond, dilapidan la esencia de una saga que tuvo su momento de gloria y hoy no es más que un mediocre exponente de cine de género.
¿Reinicio de la saga? que intenta trasladar a Hollywood la idiosincrasia sueca de Stieg Larsson, "La chica en la telaraña", de Fede Álvarez, cumple con los estándares de la alta producción. Allá por 2005, Suecia sumaba a su acervo cultural popular de Bergman, ABBA, Roxette, Ace of Base, y A Teens; un nuevo nombre, Steig Larrson, novelista, que presentaba su novela póstuma "Los hombres que no amaban a las mujeres". Sí, Larsson había fallecido un año antes, en 2004, pero tenía escrito una trilogía entera que comenzaba a publicarse y le otorgaría fama mundial; a él, y a su dúo de personajes protagónicos, Mikael Blomkvist, y sobre todo, Lisbeth Salander. Esta fama se multiplicaría en 2009 con el estreno de la adaptación cinematográfica sueca de la primera novela, y sus dos secuelas. Hollywood no fue lento, y para 2011, tenía lista su adaptación, "La chica del dragón tatuado". Uno de los films más impersonales de David Fincher, con Daniel Craig y Rooney Mara como protagonistas. Como suele suceder con los proyectos con muchas expectativas, rara vez, las alcanzan. Las posibilidades de continuar la historia, rápidamente fueron canceladas; hasta hoy. "La chica en la telaraña" en realidad es un reinicio de la saga, aunque toma elementos del film de Fincher, o toma una historia ya iniciada y nunca contada cinematográficamente, lo mismo da. La cuestión, es que hay cambio de actores, y también en las características de los personajes, muy notorias respecto de las edades. Fincher dijo que sí, que no, que sí, que no; finalmente llegó el niño mimado de Sony, el uruguayo Fede Álvarez que de los excelentes cortos en su país, salto a romperla en Hollywood con "Evil Dead" y "No Respires", de lo mejor del cine de género (semi) mainstream de los últimos tiempos. "La chica en la telaraña" representa la primera superproducción de Álvarez con todas las letras. Aunque hay que decirlo, la promoción (y en parte producción) respecto del film de Fincher, es bastante menor. ¿Qué cuenta "La chica en la telaraña"? En principio, toma una historia nueva, que podría ser el del primer libro de la saga "Millenium" que no escribió Larsson, aunque con libertades. También hay cosas de "La chica que soñaba con un cerillo y un bidón de gasolina" (el segundo libro); y mucha “inventiva” de los guionistas. La historia de la saga comenzó con una primera novela, y película, bien metida en el suspenso, y en la resolución de un crimen oscuro, con el dúo como detectives modernos. Para luego ir volcándose hacia entramados de poder y conspiraciones. Algo de eso hay en "La chica en la telaraña", pero al estilo Hollywood. Hay espionaje cibernético, escena de acción, y un ritmo vibrante que la aleja de la suciedad y negrura de los films y las novelas suecas, pero también de la elegancia gélida de Fincher. Este es un producto 100% de Hollywood. Al principio veremos como Lisbeth escapa siendo niña de su padre (un predador sexual) y abandonando a su hermana Camilla. En la actualidad, Lisbeth (Clare Foy con un personaje más cercano al de Noomi Rapace que al de Rooney Mara) se dedica a estafar y torturar hombres poderosos y violentos sexualmente, para vaciarles las cuentas y repartirlas entre las víctimas. Una Robin Hood feminista. Lisbeth es contratada como hacker por un ex empleado de la CIA, Frans Balder (Stephen Merchant) para desintegrar un programa que él mismo creo para obtener los códigos localización nuclear de todo el mundo, ahora en manos de agentes inescrupulosos. Este hecho pone a Salander en medio de un conflicto internacional que involucra a los agentes de la CIA, a una agente rusa que quiere frenarla a ella, a los yanquis, y también a Camilla. Porque sí, Camilla regresa como la líder de un cuartel criminal conocido Las arañas. Para completar el cuadro, hay un niño superdotado, August, el hijo de Balder, que es el único capaz de desencriptar el código del programa de marras, y al que, obviamente, hay que proteger. ¿Y Blomkvist? Por ahí anda. Lisbeth recurre a él cuando las cosas se le complican; pero olvídense de un rol protagónico. Sverrir Gudnason interpreta a un Blomkvist más joven, y sí, más intrascendente que el de Daniel Craig. Como si entendiesen que todos quieren a Lisbeth y con eso alcanza. Álvarez hace un trabajo correcto, aunque claramente se nota que estamos frente a una película “de productor”. Sobresale un alto despliegue tecnológico, y agilidad en las múltiples escenas de acción. Como si por momentos estuviésemos viendo "XxX", en vez de la saga Millennium. Claire Foy cumple frente a un papel importante. Toma elementos propios, y construye una Lisbeth más joven y activa, necesaria para esta propuesta. El resto de los personajes, no cuentan con peso suficiente. "La chica en la telaraña" es un híbrido entre una historia que parte de una idiosincrasia que le es ajena, pero trata de representar (punto a favor respecto a la de Fincher); y el cine de Hollywood más tradicional y menos personal. Fede Álvarez se ubica ahí, en el limbo, y entre eso, logra un resultado aceptable.
Reencuentro de hermanas “La Chica en la Telaraña” (The Girl in the Spider’s Web, 2018) es una película de acción y drama dirigida por el uruguayo Fede Álvarez (Posesión Infernal, No Respires), que también se encargó del guión junto a Jay Basu y Steven Knight. El filme está basado en la novela homónima de David Lagercrantz, la cual constituye la cuarta parte en la saga de crímenes best seller Millennium (creada por Stieg Larsson). El reparto vuelve a renovarse y esta vez incluye a Claire Foy (The Crown, Unsane), Sylvia Hoeks (Blade Runner 2049), Sverrir Gudnason, Lakeith Stanfield, Stephen Merchant, Claes Bang, entre otros. La hacker Lisbeth Salander (Claire Foy) está de regreso para hacer justicia ante las mujeres desprotegidas. En esta oportunidad Lisbeth deberá recuperar Firefall, un programa de bombas nucleares online que Frans Balder (Stephen Merchant), ex trabajador de la Agencia de Seguridad Nacional, le dio para que sea destruido. El archivo es robado por un sindicato de mercenarios que se hacen llamar “Las Arañas”, por lo que Salander buscará ayuda en su amigo periodista Mikael Blomkvist (Sverrir Gudnason) para dar con ellos. Sin embargo, lo que menos se espera Lisbeth es que los malhechores estén relacionados con parte de su familia. La saga Millennium tuvo distintas adaptaciones cinematográficas: por un lado tenemos la trilogía sueca protagonizada por Noomi Rapace y Mikael Nyqvist y por el otro contamos con la adaptación estadounidense dirigida por David Fincher, en la que Rooney Mara y Daniel Craig se pusieron en la piel de Lisbeth y Mikael respectivamente. “La Chica en la Telaraña” pretende volver a revivir a la saga, no obstante el resultado no puede ser más desastroso. Por empezar, se nota demasiado que al director no le importó en lo más mínimo lo construido anteriormente. La franquicia se caracterizaba por su misterio envolvente, personajes con vidas complejas y una tensión que iba in crescendo. Aquí lo que tenemos pasa a ser una trama rebuscada plagada de situaciones inverosímiles a lo “Misión Imposible” con variados momentos de acción que incluyen tiroteos, escape en moto, peleas cuerpo a cuerpo y súper explosiones en las que la protagonista y sus artefactos tecnológicos siempre resultan ilesos. Lo que les sucede a los personajes no puede importarnos menos ya que desde el comienzo la conexión con ellos no existe. Claire Foy no termina de convencer en el papel de Lisbeth, que ahora es protagonista absoluta (el periodista prácticamente está pintado en el relato por lo que tranquilamente podría no aparecer). Tanto desde su aspecto como desde su accionar, la actriz no logra generar absolutamente nada en el espectador. Fede Alvarez se esfuerza por mostrar en reiteradas ocasiones el tatuaje del dragón que tiene la hacker en su espalda, como si nos quisiera dejar en claro que su film forma parte de la misma saga que ya conocemos. Aspectos tales como que la malvada esté vestida de rojo en plena nieve o que uno de los personajes sea un niño ultra inteligente solo consiguen que la película se vuelva demasiado trillada. “La Chica en la Telaraña” decepcionará tanto a los que les gustaron las anteriores entregas como a los que buscan un buen thriller en cartelera. Tediosa y poco creíble en todo momento, la cinta no vale la pena en ningún sentido.
FRÍO, MUCHO FRÍO Con Spider-Gwen esto no pasaba. Con “La Chica en la Telaraña” (The Girl in the Spider's Web, 2018) queda clarísimo que hay que dejar descansar a Lisbeth Salander, un personaje que habrá tenido éxito desde las páginas de las novelas de Stieg Larsson y sus continuaciones, y en la pantalla con el público escandinavo; pero que no da pie con bola cuando Hollywood trata de reversionarla. ¿Será que nos choca que estando en Suecia nadie hable en sueco? Este es el menor de los problemas para la nueva película de la saga, que se aleja de la trilogía original y hace borrón y cuenta nueva, esta vez con Claire Foy (“The Crown”) como la hacker protagonista. Uno podría pensar que este oscuro thriller criminal, que mezcla traumas personales con quilombos cibernéticos le cae como anillo al dedo al uruguayo Fede Álvarez, responsable de “No Respires” (Don't Breathe, 2016), pero poco y nada agrega a este universo de misoginia y heroínas justicieras, que desde la clandestinidad intentan ayudar a otros. “La Chica en la Telaraña” toma su argumento de la cuarta historia de esta franquicia, escrita por David Lagercrantz tras la muerte de Larsson. La historia arranca mostrándonos el traumático pasado de Lisbeth, la abusiva relación con su padre y un hogar que dejó atrás, para no volver, junto con su hermana Camilla. Sabemos que Salander nunca logró despegarse de estos fantasmas, pero desde el anonimato trata de evitar que otras mujeres atraviesen los mismos abusos que ella tuvo que soportar a lo largo de su vida. Pasaron varios años desde que la historia personal de Lisbeth salió a la luz, gracias al periodista Mikael Blomkvist (Sverrir Gudnason) y su reportaje para la revista Millennium. La chica sigue con su cruzada revanchista hasta que se contacta con Frans Balder (Stephen Merchant), creador de Firewall, un programa militar que le da a un único usuario el poder de controlar una flotilla de misiles. Claro que Balder se arrepintió de su trabajo y ahora quiere recuperarlo de las manos de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de los Estados Unidos. Ahí es cuando entran en juego las habilidades de Lisbeth, que logra “robar” exitosamente el programa, pero es atacada en su casa antes de que pueda devolvérselo a su dueño. Claro que todos la creen culpable, incluidos los servicios secretos suecos y Ed Needham (Lakeith Stanfield), agente de la NSA que viaja hasta Suecia para recuperar lo que le pertenece. Por su parte, Salander debe identificar a sus atacantes, recobrar el programita y contactarse con Balder antes de que caiga en las manos equivocadas. Un lío repleto de asesinos rusos, políticos corruptos y un pasado que vuelve para atormentarla. “La Chica en la Telaraña” se acerca mucho más a una aventura de James Bond o de Etahn Hunt que a las de Salander. Foy hace su mejor esfuerzo, pero nos entrega una antiheroína deslucida (literalmente sin maquillaje) que dejó por el camino sus fetiches y muchos de sus gustos más dark. Atrás también quedaron la antipatía y los recelos de Noomi Rapace, imposibles de descifrar en las actitudes de “la reina”. Pero la culpa no es de Foy, sino del incoherente guión de Jay Basu, Álvarez y Steven Knight (este nos duele, más que nada por los “Peaky Blinders”), y una historia plagada de lugares comunes, personajes caricaturescos y la falta de dramatismo que solía tener la saga, más que nada, cuando estaba vinculado a su protagonista. Acá, Lisbeth se parece mucho más a un agente secreto malhumorado, que va de acá para allá, tratando de resolver el problema. La trama es repetitiva y va perdiendo ritmo (o sea, se vuelve sumamente tediosa) a medida que cae en una estructura cíclica llena de persecuciones, encuentros fortuitos y resoluciones agarradas de los pelos. Fede Álvarez sabe cómo capturar los fríos paisajes nórdicos, pero poco y nada hace por estos personajes, sobre todo con la relación entre Lisbeth y Mikael (que acá perdió unos cuantos años por el camino), tan estrecha y pasional -no necesariamente sexual, eh- durante las entregas anteriores. “La Chica en la Telaraña” despoja a la saga de sus elementos más intensos e interesantes y la reduce a un thriller simplista de buenos contra malos. Eso sí, no puede apartarse de su lado más misógino, uno que termina metiendo a la fuerza como para demostrar que los escandinavos son todos unos desviados (¿?). Y hablando de tierras lejanas, entendemos que esta es una versión hollywoodense, pero ya ni se esfuerzan en disimular el idioma local, y disfrazan todo con un extraño inglés de acento nórdico, o eso nos quieren hacer creer. En este contexto, el único que queda bien parado es Stanfield, un personaje bastante desaprovechado, que igual logra meter alguna de sus humoradas. La realidad es que la película de Álvarez no funciona a ningún nivel. Los misterios son de manual y bastante predecibles, el desarrollo de los personajes deja mucho que desear y las habilidades como hacker de Lisbeth van desde “te controlo el microondas con un celular a distancia”, hasta caer en los errores más comunes para una principiante. Sí, hablamos de esos clichés que nos dan vergüenza ajena cuando los vemos en pantalla. Si somos sinceros, la versión de David Fincher no terminó de cerrar del todo y un poco cayó en el olvido, pero esta nueva entrega de la saga Millennium va derechito a la lista de lo más decepcionante del año. LO MEJOR: - Los paisajes escandinavos tienen ese no sé qué. - Álvarez filma bien, lástima que el material no lo ayuda. LO PEOR: - Devuelvan a Lisbeth Salander. - Una historia sin pies ni cabeza. - Mikael Blomkvist está más pintado que la Mona Lisa.
La Chica en la Telaraña se posiciona como una de las decepciones de la temporada. Esta no solo es una mala película de la franquicia que en su momento planteó Larsson, es una mala película en general. Stieg Larsson fue un escritor sueco reconocido a nivel mundial, entre otras cosas por haber sido el creador de la saga literaria Millenum. Una saga de libros que narran las aventuras detectivescas de Mikael Blomkvist, un periodista de una revista llamada Millenium, y Lisbeth Salander, una hacker tecnológica de primer nivel que trabaja para el mejor postor, pero que lidia permanentemente con su pasado turbio y lleno de oscuros secretos. Esta saga, ya ha tenido sus adaptaciones en el cine utilizando hasta los primeros tres libros de la franquicia y todas han sido estrenadas bajo el nombre de “La Chica del Dragón Tatuado” (The Girl With the Dragon Tattoo). En 2009 se estrenó la primera de todas las entregas, para ser una versión sueca con actores y escenarios 100% de aquel país, la narración y la historia fluyeron bastante bien, provocando así que los espectadores ajenos al material escrito se amigaran con los libros y siguiera creciendo la mitología de Millenium. Ese mismo año salieron las partes dos y tres, cerrando así una trilogía fiel a los libros y todo parecía que todo terminaría ahí pero… En 2011, Hollywood (¿cuándo no?) se apropió de los derechos para hacer una remake que contó con los actores Daniel Craig, Roony Mara y Stellan Skarsgård, con el aporte del celebre director David Fincher detrás de las cámaras. Si bien la peli gustó a los más fanáticos, un poco del espíritu se perdió y al contrario de la versión original, no hubo secuelas para la remake yankee. A casi diez años del estreno de la película original, llega a los cines lo que sería la continuación de la saga, luego de que el material original cambiara de escritor tras la muerte de Larsson en 2004. Intentando adaptar la cuarta parte de los libros, La chica en la telaraña (The Girl in the Spider’s Web), cuenta como Lisbeth (Claire Foy) roba un programa informático que da acceso a unos códigos que activan armamento nuclear a nivel mundial, pero de repente un matón ruso y sus compañeros se apoderan de su computadora con el programa dentro e intentan venderlo al que mejor pague. Para desgracia de los malosos de turno, Lisbeth acudirá a su viejo amigo Mikael (Sverrir Gudnason) donde ambos se verán involucrados en una trama en la que el destino del mundo está en juego y en sus manos. Para empezar hay que tener en cuenta un par de puntos en claro. Con la muerte del escritor original, era muy difícil continuar con el nivel de narración y desarrollo de personajes que se venía dando entrega a entrega. Habiendo dejado establecido esto, hay que decir que esta continuación, se encuentra demasiado lejos de lo que se supo mostrar la primera vez que conocimos a Lizbeth y Mikael y lo primero que se puede ver de diferente es el cambio de género de la peli. Mientras aquellas del 2009 y 2011, eran una especie de thriller detectivesco con tintes de dramas familiares y muchos secretos por parte de todos los personajes, con muy poca acción y casi nada de lugares comunes, da la sensación que entre el director uruguayo Federico Álvarez (Don’t Breathe, 2016) y los escritores, agarraron todo el material original y no solo no le prestaron la suficiente atención, sino que hicieron todo lo contrario. El desarrollo de los personajes es nulo, los papeles dentro de la historia no están para nada claros, personajes que deben tener mayor preponderancia no la tienen y aquellos que solo están de relleno se les da un protagonismo exagerado. Un guion que roza lo ridículo que no solo se burla del fanático de la saga sino también del espectador que no conoce nada y un cambio de género muy claro, que queda muy mal y no solo por el hecho de cambiar, sino por cambiar y hacerlo de mala manera. La película no solo cambia su género de manera abrupta (de thriller a acción), sino que también parece olvidarse de forma completa de todo el universo que se fue construyendo con el paso de los años y sobre todo de los libros. Hay un personaje que es clave en la franquicia y es el de Lisbeth, un personaje tan completo como complejo que dependiendo de su utilización la historia puede re-significarse de diferentes maneras e interpretarse también de esas formas. La película pareciera agarrar elementos al azar que fueron funcionales al éxito de la saga y los replica a más no poder, perdiendo totalmente el significado, muchas veces metafórico que ese elemento conlleva. Las actuaciones en este caso van de la mano con el guion. Sin tener ningún tipo de soporte eficaz, los actores respetan a rajatabla lo escrito y no se salen del molde. La más destacable de todos es sin dudas Claire Foy, quien a pesar de contar con un personaje que cuenta con mucho menos desarrollo del que debería y que en algunas características (sobre todo las tecnológicas) parece totalmente imposible que haga lo que hace, es el único sostén que tiene la peli para por lo menos no naufragar en el mar del olvido. El resto del elenco tiene idas y vueltas, pero ningún personaje cuenta con el desarrollo suficiente como para tener una importancia relevante. Extrañamente el peor de esta cita cinéfila es el encargado de interpretar a Mikael, Svenirr Gudnason, entre el increíble sin sabor con el que se lo nota y la poca participación activa dentro de la trama por parte de su personaje, esta película hizo a un costado a uno de los personajes principales. Nadie dice que los géneros dentro de sagas o franquicias no puedan cambiar, pero de hacerlo el trabajo tiene que ser el doble de efectivo. La Chica en la Telaraña se posiciona como una de las decepciones de la temporada y sus productores debieran tener en cuenta volver un poco al campo argumental y de veracidad que se vio y leyó los primeros tres libros, sobretodo. Esta no solo es una mala película de la franquicia que en su momento planteó Larsson, es una mala película en general. Si bien entretiene y hace volar la imaginación, quedará en el olvido como aquella que no supo como ganarse un lugar entre todos los amantes de esta gran franquicia.
La Chica en la Telaraña: Batman, James Bond y un uruguayo entran a un bar. El director uruguayo Fede Alvarez logra sacar a flote esta adaptación para nada sencilla del cuarto libro de la saga Millenium, recomendable para fanáticos de los thrillers… y hasta de Batman o James Bond. En los últimos años tuvimos la oportunidad de leer cinco novelas, ver la miniserie sueca devenida en trilogía de películas y la versión “hollywoodense” de David Fincher además de algunas novelas gráficas. Incluso los fanáticos más entusiastas de la franquicia de Millennium podrían verse sobresaturados, haciendo difícil hasta para los más optimistas esperar que esta nueva adaptación (del cuarto libro en este caso) llegue a cautivar al público. Lisbeth Salander ya esta, tanto en la cultura popular como en el universo de la película, establecida como una “vigilante” renegada que hace justicia por mano propia. Siempre vengando a mujeres maltratadas, y ocasionalmente realizando trabajos de delitos informáticos para financiar su vida de justiciera. En esta ocasión el film arranca con un trabajo como cualquier otro que terminara no solo ascendiendo a un nivel de intriga internacional sino que alcanzara a volverse personal, revelando de a poco el pasado misterioso de Salander. El golpe más grande que recibe nueva producción es en el elenco. Es evidente que los actores fueron el primer lugar en donde se intento ahorrar algo de presupuesto. Como resultado tenemos a una actriz (Claire Foy, de The Crown) que hace mucho esfuerzo para un papel que definitivamente no es para ella, y un grupo de actores que no logran darle vida ni relevancia a ninguno de los personajes secundarios. El film esta completamente centrado en su protagonista, y afortunadamente decide prescindir bastante del dialogo para dejar que la dirección lleve adelante la trama. El verdadero protagonismo del film se lo lleva sin ningunas dudas su director y co-guionista, Fede Alvarez. Ya pasaron cinco años desde que el uruguayo irrumpiera en la escena hollywoodense con su remake/reboot/revival de Evil Dead, y luego de la muy sólida No Respires (éxito en taquilla y con la crítica) y que se encuentra con una oportunidad casi única hoy en día: adaptar un capítulo autocontenido de una franquicia sin mucha presión ni expectativa, y con la libertad que un presupuesto mediano conlleva. Una verdadera rareza en los tiempos que corren, donde las producciones de cine en general suelen ser o de nivel independiente o gigantescas. Afortunadamente esto le dio a Alvarez las alas para realizar completamente su visión, dotando la película de mucha personalidad y estilo. Especialmente en la primera mitad del film, la inventiva dirección de Alvarez lleva de la mano una adaptación tan difícil como era esta (con todos los pergaminos de la franquicia) con secuencias tan imaginativas como entretenidas que seguramente hagan sonrojar a los puritanos que detestan la dirección o movimientos de cámara tan activos y conscientes de si mismos. Una vez el misterio y la trama están en marcha sabiamente se limita a manejar el ritmo de la historia. El resultado es un thriller extremadamente serio y realista que sabe descansar en el pochoclo para entregar una trama dotada del talento de un director de género con experiencia en el horror y suspenso. Por momentos, muchos, la figura de Lisbeth recuerda bastante a un icono de la justicia en la cultura pop: Batman. Hasta podría decirse que hay largos pasajes en que podría tratarse de una adaptación directa de ese personaje, solo que con una hacker sueca en el siglo 21. Asimismo la trama, temática y escenarios del film encuentran fácil el particular paralelismo con Skyfall, una de las últimas y más exitosas aventuras de James Bond. La realidad es que tanto las novelas como las adaptaciones realizan un rejunte muy consciente de figuras heroicas masculinas como ingredientes para crear una heroína profundamente compleja y completamente femenina a la vez. Que no reniega con las características de su género sino que forma con ellas una base trágica y heroica profundamente feminista. Cada uno puede leer el trabajo con la profundidad que quiera, total en su superficie todos pueden disfrutar de un personaje interesante arreglándoselas para luchar contra viento y marea en una verdadera epopeya moderna, con hackers en lugar de hechiceros y el pochoclo adecuado. La dirección del uruguayo Alvarez hace por completo a la película, aunque el elenco en general y algunos detalles más no dejan que se convierta realmente en una gran producción. Recomendable especialmente para fanáticos de los thrillers, pero también para cualquiera con ganas de darle una oportunidad.
La Chica en la Telaraña: Enmarañados en persecuciones y escapes. La nueva adaptación de la saga Millenium llegó al cine de la mano del uruguayo Fede Álvarez, con crímenes cibernéticos, huidas, persecuciones y la siempre inteligente Lisbeth Salander. Cuando se juntan dos factores interesantes, esto genera un atractivo al espectador. En este caso son el director uruguayo Fede Álvarez y Millenium, la famosa saga de Stieg Larsson, con Lisbeth Salander y compañía. Aunque esta película se basa en la novela “Lo Que No Te Mata Te Hace Más Fuerte” (2015) de David Lagercrantz, quien es el autor que prosiguió con los personajes creados por Larsson, fallecido en 2004. Pese a que el libro fue de los más vendidos en Estados Unidos, este parece ser sobre un crimen estereotipado. Y esto se ve claramente en este film. Ya hemos visto adaptaciones al cine de esta saga, siendo las más fieles las versiones suecas con Noomi Rapace como Lisbeth que se basaban en los primeros libros de Larsson. Aunque quizás fue mundialmente conocida por la versión dirigida por David Fincher (con varias nominaciones al Oscar, ganando a mejor edición), mientras Rooney Mara sobresalía como la protagonista. Aquella, con lo meticulosidad del director, logró entregar un film atrapante, policial, e intrigante. En este caso Álvarez realizó una película enteramente de acción, con algunos toques de espías, que recuerda más a 007. La simple historia trata sobre Lisbeth tomando un trabajo que la lleva a obtener una información sobre un importante proyecto que involucra bombas nucleares. Entonces será perseguida por varias personas, desde la inteligencia de Estados Unidos, y otros delincuentes peligrosos, siendo ayudada por el periodista Mikael Blomkvist. Con una subtrama familiar que ayuda a entretejer esta telaraña de “ciberdelicuentes” y funcionarios corruptos del Gobierno. La película cuenta con muchos clichés del género de acción. Desde movimientos de escapes que recuerdan a Jason Bourne, o secuencias de acción que refieren a Mission: Impossible, rozando lo inverosímil para esta heroína y el lugar base de las aventuras que otorgó Larsson en sus libros. Los tres guionistas, Jay Basu (quién tiene bastante trabajo últimamente, desde Metal Gear Solid hasta Los Ángeles de Charlie), el mismísimo Fede Álvarez, o el querido Steven Knight de Peaky Blinders, no se arriesgan en nada entregando secuencias de persecución y escape bastante similares a algo que ya hemos visto. Además contiene diálogos que en ocasiones resultan muy explicativos: desde decir “voy a hacer esto” hasta dando la explicación de porqué lo hace. La trama es la clásica “enfrentar a tu pasado”, en donde la demente familia de Lisbeth (que quizá los lectores conozcan más) forma parte de esta telaraña de locura. Se predicen en que locación será el final, o hasta ciertas resoluciones de problemas que a veces salvan la poca originalidad con explosiones o la inteligencia de la heroína. A pesar de las secuencias de acción (que el o la amante de la acción y espionaje ya ha visto), las actuaciones y la mano de Álvarez rescatan un poco a una introvertida película. La actuación de la reina Claire Foy otorga una Lisbeth Salander que muestra más lágrimas que su antecesora, pero con matices antes vistos, y sin el ímpetu que expresaba Rooney Mara con sus cambios físicos, además de la actuación. Esto quizá haya sucedido por los cambios a último momento en el elenco (no se sabía si seguía Rooney Mara o estaría Alicia Vikander o Felicity Jones, hasta que en 2017 se informó que Foy obtuvo el papel). Sin embargo, es muy difícil dejar mal parado al personaje principal, aún sin mostrar su memoria fotográfica en ningún momento, pero con peleas realistas, y con amigos como Mikael que la ayudan a resolver algunos problemas. Por su parte, Fede Álvarez ayuda con un lindo plano secuencia que no muestra demasiado dramáticamente y nos brinda momentos crudos y perversos, agregados a un uso de la iluminación (DF: Pedro Luque) dignos de su pasados en el terror (nos referimos a a Don’t Breathe y su versión de Evil Dead). Sinceramente pareciera que el cineasta se mueve mejor en ese ámbito, pero no queda mal parado con esta película de acción, drama y thriller que revive a una heroína icónica como Lisbeth.
Tres años después del caso de los Vanger, Lisbeth está de vuelta. Esta vez le tiene que robar al gobierno estadounidense un programa que da acceso a todas las armas nucleares del mundo, pero algo sale mal y es atacada por una organización rusa que le quita la computadora que contiene el software. Fantasmas del pasado y una carrera por salvar al mundo, esto es The Girl in the Spider’s Web, dirigida por el uruguayo Fede Álvarez.
Personajes tan ricos y famosos como Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist creados por Stieg Larsson, en la serie Milenium, ahora basados en la novela escrita por David Lagercrantz, son rescatados una vez más. El director Fede Alvarez (“No respires”) escribió el guión junto a Jay Basu y Steven Knight, y le dio a la diminuta hacker una dimensión que va desde la batichica, a un toque a lo James Bond que por si sola se enfrenta a la policía sueca, a una mafia de temibles integrantes arácnidos y un agente norteamericano, para poder salvar al mundo. Y por supuesto usa sus habilidades vengativas, con armas, motos, saltos a mares helados y otras vueltas de acción que desvirtúan la riqueza de su personalidad. Pero además esta vez es el centro de la historia están sus secretos familiares plagados de perversiones al estilo de los casos que antes investigaba con su amigo Mikael y algún hacker aliado. Para esta transformación de Lisbeth eligieron a una actriz de moda, Claire Foy, la protagonista de “The Crown, que le aporta intensidad sin grandes posibilidades de sutilezas y despliegue de actuación para una chica permanentemente en peligro en escenas de acción que copan el film. Con esta elección hacia la aventura espectacular y los efectos especiales, el personaje pierde ese misterio espeso de una vida torturada por experiencias límites y necesidad de venganza para parecerse más a una heroína del montón. Pero hecha esta salvedad también hay que decir que la película resulta un entretenimiento nada desdeñable, pero lejos de la pasión que generó este personaje que fue inolvidable en manos de Noomi Rapace y bien construido por Rooney Mara en manos de David Fincher.
Millenium" ya es un clásico en el mundo del cine y la literatura policial. Stieg Larsson, periodista y escritor, muerto joven en 2004, no vio sus tres obras publicadas, ni su notable éxito. "Los hombres que no amaban a las mujeres", "La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina" y "La reina en el palacio de las corrientes de aire" fueron llevadas al cine con éxito por suecos y norteamericanos, inmortalizando un personaje inolvidable, la hacker Lisbeth Salander, prototipo de una mujer independiente, ambigua y justiciera, sin eludir su lado contradictorio. A su lado, el periodista Mikael Blomkvist, su admirador y biógrafo. Muerto Larsson, la editorial contrató al escritor David Lagercrantz para escribir la cuarta novela de la serie: "Lo que no te mata te hace más fuerte", en la que se basa "La chica en la telaraña", hasta ahora de exitoso recorrido literario. LA HEROINA Nuevamente, Lisbeth Salander, la heroína de "Millenium", se embarca en una complicada aventura, esta vez como absoluta protagonista. Arrastrando el karma de un padre incestuoso y una hermana-víctima, se ve involucrada en un maremágnum de espías, pesos pesado de la cibernética, un informático con hijo genio (Frans Balder) y gente del servicio de inteligencia americano. Por si esto fuera poco, se olfatea la mafia rusa y reapaece Blomkvist, el periodista que la defiende en su periódico Millenium. Una caótica plataforma Bond. Un muy promisorio e impactante comienzo donde Lisbeth preadolescente y su hermana Camila se enfrentan a un padre impredecible y oscuro, supone que el filme puede adentrarse en el fascinante universo de las dos primeras "Millenium". Nada de esto ocurre, no aparecerán ni sus complejos personajes, ni sus elaborados conflictos. Sí una serie de persecuciones y presentaciones de viejos conocidos de la serie como el experto cibernético, amigo de Lisbeth (Cameron Britton), para ayudarla incondicionalmente, o el periodista Blomkvist, que ha tratado de mil maneras de reencontrarla. La película es formalmente impecable, con una estética atrapante de paisajes nevados, bosques de abetos, rutas perfectas y toda la frialdad arquitectónica nórdica que contrasta con la abundancia de hemoglobina que distribuye el filme, matizada con sofisticados modos de pasar a mejor vida. Violencia desatada, vertiginosas huídas, pero poco y nada de la atmósfera noir que destacaba las mejores "Millenium". Eso sí, una sugestiva Salander (muy bien Claire Foy, aunque Naomi Rapace y Rooney Mara no pueden olvidarse) de rostro estéticamente aprovechado, pero desperdiciada al no poder desarrollar la compleja psicología que promete su mirada por falta de densidad en la intriga. Lo mismo ocurre con su contracara, Camila Salander interpretada por la holandesa Sylvia Hoecks. "La chica en la telaraña" impecablemente narrada, no concreta sus iniciales promesas y ciertas incongruencias narrativas se disimulan con sus admirables desbordes kinéticos a lo James Bond.
Agil propuesta que retoma la saga Millenium, en este caso virando la mirada hacia el entorno más que la protagonista. El realizador Fede Alvarez vuelve a jugar con la cámara como en sus propuestas anteriores, pero no termina de cuajar el relato, quedándose más con la forma que con la historia. Clare Foley deja las vestimentas oficiales de reina para calzarse en el rol de la cyberpunk Lisbeth con potencia y dedicación.
En manos del uruguayo Fede Álvarez, el director de "No respires", esta nueva entrega de la saga de "Millenium" pierde un poco de psicología y gana en acción. Clarie Foy es la chica del tatuaje del dragón, ocupada de vengarse de hombres violentos contra las mujeres, y en operación de ciberataques imposibles. Justamente uno de estos ciberataques es el centro de la trama de "La chica de la telaraña", dado que un programador le pide ayuda pues ha desarrollado un programa capaz de hackear todas las armas nucleares del planeta y no confía en el uso que le puedan dar. El argumento parece salido de un film de James Bond, y en efecto este es un poco el estilo -salvando las distancias entre los personajes- que tiene este film con varios hackers sosteniendo una lucha sin tregua contra las fuerzas gubernamentales. En el medio, por supuesto, aparecen detalles perturbadores del pasado de la protagonista, que ahora también tiene una hermana que no comparte sus ideas libertarias. Las imágenes, el montaje y las alucinantes persecuciones en paisajes helados escandinavos son lo mejor de este buen thriller que tal vez no conforme del todo a los fans de los films anteriores, pero que sin duda dejará satisfechos a los de la acción y el suspenso.
Acá hay un retroceso en cuanto a una figura de la protagonista, quien tintinea entre características muy marcadas de personaje. La primera: el típico justiciero de un comic; la segunda: en una James Bond femenina que tiene una misión para salvar al mundo y que se acuesta sin ataduras; y la tercera en un personaje más oscuro como a mi modo de ver, debería ser. Claramente, la cobardía de los libretistas en NO elegir una de estas opciones -con el objetivo de abarcar a mayor público- tiran por tierra cualquier idea que le haga justicia al carácter formado en los renombrados libros del sueco Stieg Larsson. El uruguayo Fede Álvarez supo engañar a los estudios para salirse de la métrica película de terror –que asombraba con gusto- y se adentra en un terreno donde no le saca provecho a la actriz de “The Crow” -de sobradas condiciones- para iluminarla en demasía, a tal punto de quitarle cualquier facción de rencor o resentimiento, el que –de por sí- podrían haber liberado al personaje como un torbellino. Nikita –de Luc Besson- sigue siendo mi preferida, sino vean la primera entrega que hicieron los suecos.
La chica en la telaraña es una película que está basada en la saga literaria Millenium, creada por el escritor Stieg Larson, autor de los primeros tres libros. Este film está basado en la cuarta entrega de las aventuras de Lisbeth Salander y Mikael Blomkvist, publicada por el escritor sueco David Lagercrantz. Si bien en esta entrega existe un cambio en la narrativa, que la lleva directamente a la acción y posicionando a Lisbeth como una heroína, el film no le hace honor a lo que Larson nos dejó sobre los personajes, ni siquiera la escencia de las anteriores adaptaciones cinematográficas. Cabe destacar que si bien las adaptaciones cinematográficas de Millennium (Las tres provenientes de Suecia y su adaptación estadounidense), no son perfectas, pero al menos lograba retratar en escencia la historia que nos han brindado en sus entregas literarias, y sobre todo, una gran adaptación de un personaje tan rico como lo es Lisbeth Salander. Por el año 2011, David Fincher filmó La chica del dragón tatuado, un film que no traía grandes cambios en relación a la adaptación sueca de Los hombres que no amaban a las mujeres, pero denotaba un gran trabajo en lo técnico y en la interpretación de sus actores , con una magistral Rooney Mara. La taquilla no acompañó a este film, y sus secuelas quedaron lamentablemente en suspenso, pero ahora Sony decidió revivirla saltando a la cuarta entrega de Millenium, con nuevo director y elenco. Esta si bien no resultaba una idea desacertada, ya que se trata de un material que no había sido mostrado en cine , y era una oportunidad de realizar algo nuevo, permitiendo explorar más a fondo a sus personajes principales. La realidad es que el film queda relegado a una película de acción y espionaje sin muchas emociones, siendo a la vez , una mediocre adaptación de Millenium que no sabe sacarle provecho a la riqueza que posee Lisbeth Salander. Lisbeth pasa a ser en esta ocasión un intento de espía amateur con aires de James Bond , atrás queda la complejidad de su exterior y la fragilidad emocional que le ha dejado su pasado, solo nos muestran tintes melodramáticos que poco aportan a la historia y al personaje. No hay un buen espía sin un hacker, y como ella es su propia hacker las cosas le resultan más fáciles , así que tiene tiempo de jugar a la justiciera y a ser una Tom Cruise de misión imposible sueca. El salto a la acción no está mal, es algo que sucede en el material literario y que permite expandir la historia desde una nueva perspectiva, en el libro aún se nota la mano de Stieg Larson, pero en el film parece que se olvidaron de lo que se construyó en las anteriores entregas. El problema de esta cinta es que no hay una correcta unión de los elementos del libro, en más , su trama resulta muy enredada y poco entendible, y hay una casi nula construcción de personajes, salvo Lisbeth. El resto de los personajes no son más que una caricatura y que no tienen un sentido claro dentro del relato. Algo muy absurdo fue lo que sucedió con Mikael Blomkvist, cuya participación en la trama es nula, parece como aquellas mujeres utilizadas en las películas de acción para ser secuestradas y a la espera de que el protagonista la rescate, así sucede, y lamentablemente no hay nada de la jugosa relación entre Mikael y Lisbeth. Tal vez aborrezco esta adaptación por haber maltratado la escencia de lo que fue Millenium, pero para no ser tan crítico con esto, voy a hablar de los puntos a favor. La actuación de Clare Foy es convincente, logra ponerse en la piel de Salander de una forma menos excéntrica pero correcta, pero aquello que nos prometieron de que iban a contar su historia con mayor profundidad es mentira. El trabajo de dirección del uruguayo Fede Alvarez denota una buena labor en la ambientación y en los aspectos técnicos, el problema es que el guión no acompaña, y la dirección de actores parece que solo está centrada en Lisbeth, dejando al resto en un limbo dentro de su enredado relato. La chica en la telaraña es una película que tenía muchas chances de ganar , debido a que nos muestra una historia fresca y que nos envía directamente a la acción como novedad. Pero la realidad es que termina siendo una mediocre adaptación que no sabe que hacer con sus personajes, a pesar de su buena factura técnica y la correcta interpretación de Clare Foy. Se trata de un film que no le hace honor a lo que nos brindó el escritor Stieg Larson y a sus adaptaciones cinematográficas. Va directamente hacia lo peor del año, y eso que hay bastante competencia en ese rubro.
DEMASIADO FRÍO No viene mal aclararlo: no he leído las novelas escritas por el sueco Stieg Larsson, pero me parece que las adaptaciones cinematográficas de la saga Millennium están extremadamente sobrevaloradas, porque más allá de sus reivindicaciones discursivas seudo feministas y lo que aportaba Noomi Rapace desde el protagónico, no eran más que thrillers discretos. Algo parecido puedo decir de la reversión estadounidense: La chica del dragón tatuado es un film apenas correcto y posiblemente la obra más impersonal de David Fincher. Por eso no me despertaba demasiada expectativa La chica en la telaraña, que está basada en la cuarta entrega de la serie –escrita por David Lagercrantz, quien tomó la posta que dejó el fallecido Larsson- y funciona como secuela y a la vez reboot, a pesar de la incorporación en la dirección del uruguayo Fede Alvarez, que venía de hacer la excelente No respires. Por desgracia, debo decir que La chica en la telaraña no me defraudó, o más bien, no me sorprendió: estamos ante un thriller con una superficie ciertamente pretenciosa, pero que en verdad tiene poco para decir y en esencia repite la fórmula de sus predecesoras, sin aportar algo mínimamente original. Hay sí una dosis extra de autoconsciencia, que busca colocar a la hacker Lisbeth Salander como una especie de Batichica pero más sombría y marginal, porque de la sexualidad –latente o explícita- queda poco y nada, más allá de algún desnudo ocasional. Pero en verdad, no hay sinceridad en ese meta-discurso, porque está más en función de conectar con un público que no sea solo adulto, sino también juvenil, como si el film estuviera constantemente aseverando “miren esto en clave de cómic”. Pero ese mecanismo de lectura/diálogo es cuando menos forzado, porque a Alvarez le pasa algo parecido a Fincher: le cuesta enormemente imprimirle personalidad al relato desde la puesta en escena, salvo en algunos pasajes donde utiliza con elegancia el plano secuencia (una escena que transcurre en la Agencia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos) o la profundidad de campo (una explosión contemplada a la distancia). La dificultad de Alvarez para apropiarse de lo que está contando lleva a que se noten demasiado los agujeros en la trama, que vuelve a hacer hincapié en el pasado de Salander, funcionando como trasfondo de una investigación alrededor de un dispositivo que se disputan agencias de inteligencia y grupos mafiosos. Siempre sonaban muy antojadizas las facilidades de la protagonista para romper con mecanismos de seguridad de todo tipo y la cantidad de recursos con los que cuenta, pero ahora se suman giros y eventos un tanto inexplicables: por ejemplo, un agente de la NSA que emprende una solitaria persecución de Lisbeth sin supervisión y/o ayuda de la agencia para la que trabaja; o el rol prácticamente irrelevante que juega el personaje de Mikael Blomkvist, que no es más que alguien que está para revelar giros en el argumento. Pero lo peor de La chica en la telaraña es su frialdad, como si la máxima ambición del film fuera ser un thriller eficiente y que interpele a la mayor cantidad de espectadores posibles. Sin embargo, eso le quita energía y riesgo, lo cual queda muy patente en la interpretación de Salander por parte de Claire Foy, que no pasa de las poses obvias y esperables para los que tienen un conocimiento aunque sea obvio del personaje. Todo es muy lavado y predecible, en una continuación tan correcta y fría que no llega a tener razón de ser.
La tecnología como amenaza El spin off de la saga "Millenium" resulta un film casi innecesario protagonizado por la hacker Lisbeth Salander. El argumento es muy genérico y mantiene una estructura demasiado conocida. Hollywood recorta cada vez más la cantidad de producciones originales, y los estrenos hoy varían entre adaptaciones, secuelas y remakes. Misma historia con diferentes resultados; la premisa parece ser siempre atenerse a una fórmula, a algo nuevo pero dentro de lo ya conocido. Lo conservador o “tradicional” por sobre lo innovador, está entre las peores consecuencias de este traspaso de cine como hecho artístico al mero entretenimiento -porque no hay nada de malo en que estas prédicas se crucen- pero la transformación de arte en pasatiempo es a todas luces, involución. Es por ello que resulta tedioso ver un spin off casi innecesario protagonizado por la hacker Lisbeth Salander, a quien conocimos en “La chica del dragón tatuado”. El personaje principal de la saga literaria “Millenium”, clásico del policial europeo, llega en esta nueva adaptación, pero tanto por marketing como por decisión autoral, la idea del filme es basarse en la incidencia de Salander en el filme anterior. Lógicamente, la gran actuación de Rooney Mara (fue nominada a los Oscar por ese papel) es aún recordada, pero nadie pedía a gritos una nueva historia suya. Con todo este trasfondo, el director uruguayo Fede Álvarez, que hace dos años dirigió el genial thriller “No respires”, se puso al frente de “La chica en la telaraña”. El argumento cae en el pecado de ser más genérico, y por ello mantiene una estructura demasiado conocida. Salander (aquí Claire Fox) se unirá al periodista idealista Mikael Blomkvist (Sverrir Gudnason) para descubrir un software que, de caer en manos equivocadas, puede provocar una catástrofe mundial. De allí habrá persecuciones, misterio y traiciones. ¿Suena familiar? Más allá de los lineamientos bajo los que trabaja Álvarez, cineasta que junto a otros talentos latinos como Del Toro, Iñarritú, Cuarón, y Szifrón, están desarrollando su arte en Hollywood, el director se las arregla para darle ritmo y acción a la trama, y por ello cumple, sin ser excesiva, en su premisa de género, y se las arregla para darle un punto de vista personal dentro de los cánones que le permite la producción. De todas formas, la película se aparta de la oscuridad frívola, que era un valor fundamental de la saga inicial.
Esta es la cuarta y última entrega de la saga Millennium, creada originalmente por el sueco Stieg Larsson, ahora dirigida por el uruguayo Fede Alvarez (“No respires”). La heroína en esta oportunidad se tendrá que enfrentar con terribles villanos y viene de un pasado oscuro, que mucho le marcó la vida. Tiene un toque a Nikita de Luc Besson y al James Bond de Daniel Craig. La sueca Lisbeth Salander (interpretada por la británica Claire Foy, es una muy buena actriz, está genial) es una hacker creativa, es muy poderosa, justiciera y sus peleas son extraordinarias, tiene una gran destreza, es una máquina de ejecutar, pero también tiene sus momentos emocionales. Algunos personajes secundarios no están del todo aprovechados y existen fallas en el guión. Una historia que además habla del abandono, del abuso, del poder, la corrupción, la maldad y el afecto. Contiene mucha acción, misterio, conspiraciones y persecuciones. Su desarrollo resulta dinámico, no da respiro, contiene luchas con coreografías prolijas, espectaculares explosiones y escapes en motocicleta y en automóviles, bajo una buena ambientación, interesantes planos, una fotografía bellísima, entre locaciones que cuentan con un paisaje nevado, buenos contrastes, una buena paleta de colores y visualmente muy cuidada. Es un thriller para pasar un buen rato, muy entretenida.
Lejos de las excelencias de “La chica del dragón tatuado” versión David Fincher esta quinta adaptación de las aventuras y desventuras de Lisbeth Salander a la sombra del diario Millenium (la saga creada por Stieg Larsson, claro) tiene sus ventajas, de todos modos. Al ser una película mucho más modesta en presupuesto, duración y alcance, le permite al realizador ejercer una buena mano para lo que en el fondo es una película clase B con buen presupuesto. Y la clase B era género –nunca fue un término despectivo, aclaremos– y juego con sus elementos. Aquí sabemos algo más del pasado de Lisbeth y también cómo cierta falta vuelve a tomar venganza o revancha (que no es lo mismo). Y sí, tenemos como siempre hombres que no quieren para nada a las mujeres. En cierto punto, es casi una de superhéroes, con Lisbeth como una Batgirl menos respetuosa de la vida de los villanos.
“Y entonces quedamos tres”, tal es el título del noveno long play editado por Genesis, la mítica banda de rock sinfónico, haciendo alusión a la cantidad de integrantes. Esto mismo se puede usar para dar cuenta que la saga “Milenium” escrita por el sueco Stieg Larson, fallecido en 2004, se quedó ahí: En tres. Todo lo nuevo está escrito por David Lagercrantz, también periodista. Esta nueva entrega de lo que debería haber sido una continuidad lo único que realiza es mantener el nombre de los personajes, todo el resto desapareció. De esta manera reaparecen Lisbeth Salander (Claire Foy) y Mikael Blomkvist (Sverrir Gudnason) y es todo lo que hace acto de presencia en cuerpo, el alma se lo extirparon de raíz. Nada queda. El personaje del periodista investigador quedo totalmente desdibujado, sin ningún tipo de peso narrativo, podría estar o no, da lo mismo. Por su parte, el cuerpo de Claire Foy es apto para el personaje, sin lugar a dudas, su rostro casi también, lástima que a partir de la presentación, construcción y desarrollo del personaje transita desde ser la versión femenina del Ethan Hunt de las Misiones Imposible, hasta emular al mejor James Bond / Jason Bourne (usted elija), incluso por momentos hacernos recordar a Batman, o ¿sería a Batichica? Esto da cuenta que una de los peores elementos de la producciones se encuentra en el guión, que a falta de terreno sólido donde sostenerse presenta giros y contra giros cada vez más forzados y menos creíbles a medida que continua la proyección. La actuación de la actriz británica va de acuerdo al producto terminado, con un poco de esfuerzo claro, le terminas creyendo que esa chica puede hacer todo lo que hace, pero no es Lisbeth. La duración extrema podrá dar sensación de cansancio, como que uno espera mucho antes que suceda que ya termina. No aburre en demasía a partir de escenas de acción bien filmadas, mucha digitalización, música acorde y cortes típicos del género de acción, todos espejitos de colores, pero lo fundamental no asoma nunca. El director uruguayo le da toda la impronta de las películas hollywoodenses, demostrando ser un director técnico que sabe. ¿Qué sabe? Sabe diseñar las posiciones de cámara, el manejo de las mismas, la luz, el color, el diseño de sonido y del montaje mencionado. Pero todo de manera impersonal, destruyendo todo lo que se había construido con anterioridad. Ni Fincher se atrevió a tanto. Entonces Milenium se quedó en tres, libros y películas, de esta devastación, en tanto mito, es muy difícil retornar.
Lisbeth Salander está de regreso En el filme reaparece "La chica del dragón tatuado" en un intenso policial plagado de acción, suspenso, erotismo hardcore y varios giros inesperados La joven hacker Lisbeth Salander (Claire Foy) vuelve a unir fuerzas con el periodista Mikael Blomkvist (Sverrir Gudnason) para hacer frente a una compleja red de espías, ciberdelincuentes y funcionarios corruptos del gobierno, además de reencontrarse con su oscuro pasado que regresa en la forma de su hermana menor, Camilla. Basado en el libro Millennium: Lo que no te mata te hace más fuerte, escrito por el autor original Stieg Larsson, esta seudo/secuela del filme de David Fincher, está dirigida por el uruguayo Fede Álvarez (No respires), quien logra un gran trabajo visual y de montaje, dotando al filme de mucho ritmo e imágenes de alto impacto. Sin embargo, a diferencia de la trilogía fílmica sueca, y de la anterior entrega, esta se aleja del aspecto oscuro y más retorcido de la trama, aquel que ahondaba tanto en el policial y misterio como en las perversiones sexuales de algunos de los protagonistas. Aquí, todo es más light, publicitario y sobre todo, más hollywoodense. Claire Foy en la piel de la gótica hacker bisexual logra lucir creíble y temible. Es, a su manera, una James Bond femenina, una mujer de armas tomar a la que nunca le tiembla el pulso. La que fuera La Reina en la serie de Netflix está a la altura del papel, incluso por encima de la recordada performance de Rooney Mara, pero se extraña la presencia de Daniel Craig en el rol de Blomkvist. De todas formas aquí, el periodista de Millenium es menos importante, casi un actor de reparto, y Sverrir Gudnason tampoco hace mucho por sobresalir. Los baches que posee el guión se suplen con algunas vueltas de tuerca efectivas (aunque poco creíbles) y con un sinnúmero de secuencias extremas en las que la heroína punk hace su magia. Entretenido, este reinicio de la saga, funciona como un evento fílmico pochoclero sin más motivación que la de entretener. ¡No es poca cosa!
Millennium: qué trilogía. Inteligente, llena de vericuetos, con dos protagonistas apasionantes. La última entrega de la saga – La Reina en el Palacio de las Corrientes de Aire – me pareció una obra maestra de tensión, con un clima inflamable a lo Batman: El Caballero de la Noche (o, si prefieren, a Los Intocables) donde las conspiraciones eran densas, todos eran corruptos, no se podía confiar en ninguno y existía una alta probabilidad de que hicieran fiambre a uno de los personajes principales. Lamentablemente Larsson se murió, la veta de oro se acabó, y tanto norteamericanos como suecos quisieron seguir explotando el filón con dudosos resultados. Los yanquis quisieron remakear la trilogía y, aunque David Fincher estaba al mando, solo atinó a fotocopiar fotograma por fotograma el filme original (en La Chica del Dragón Tatuado), simplemente porque era perfecto. Aunque respetuosa, a nadie le gustó demasiado y ahora, en el 2018, quisieron probar otro camino, adaptando las novelas / secuelas que el sueco David Lagercrantz escribió basado en los personajes de Larsson (y en algunos borradores que dejó). Y como le pasó a John Gardner cuando quiso tomar el legado de Ian Fleming y se despachó con una serie de horrendas novelas modernas de James Bond, la diferencia entre el original y el imitador son tremendas… y en el caso que nos ocupa, son abrumadoras y ridículas. Para abaratar costos no llamaron ni a Craig ni a Mara ni a Fincher (de La Chica del Dragón Tatuado) y eligieron un cast mas barato y a Fede Alvarez (No Respires, el reboot de The Evil Dead) como director. Pero, por mas prolijo que sea, el uruguayo (!!) no puede lidiar con las toneladas de cosas traídas de los pelos que tiene el libreto y que aniquilan la mas mínima credibilidad de la historia. Uno de los principales problemas del filme es Claire Foy, la cual es demasiado educada e ineficiente como Lisbeth Salander. Noomi Rapace será mas rústica y enana que la Foy, pero exudaba salvajismo y era capaz de voltear todo un ejército de muñecos de dos metros de altura ya que era una fuerza de la naturaleza imparable e indomable. Acá a la Foy la cascan de todos lados, no pega una y lo único que la redime son sus habilidades como hacker, las cuales son descomunalmente ridículas. Que la mina pueda tirar abajo el sistema de seguridad de un aeropuerto o meterse en el server del Servicio de Seguridad Sueco con un Nokia 1100 es completamente estúpido, pero no es la única tara del libreto. Hay hackers devenidos francotiradores expertos (¿qué? ¿hicieron un curso por internet?), parientes malévolos que son los jefes de una organización maligna internacional a lo Spectre, un ridículo complot para apoderarse del control de todos los misiles nucleares del mundo mediante un programa (como si todas esas cosas estuvieran conectadas a Internet!), gente que quiere pasar de incógnito y anda en un Lamborghini Aventador robado, villanos que adivinan mágicamente que el hijo del programador que inventó el software para controlar los misiles posee la capacidad para destrabarlo, software indestructible que sólo puede ser movido (!!!) y que resulta estúpidamente borrado en el último fotograma del filme… todo eso sin contar con que Lisbeth Salander ahora es una especie de Batichica vigilante que trompea a los millonarios abusadores de esposas y les pasa a éstas el control de sus fortunas en compensación tras hackear sus cuentas bancarias (siempre desde su Nokia 1100)… No, no, no. Llega un momento en que la informática del filme bordea la ciencia ficción, por no decir la estupidez absoluta. El diseño de producción es bueno. La acción está bien filmada. Pero el libreto – y las ideas del libro original – apestan. Millennium era sobre intrigas, complots, pasados oscuros y ocultos, suspenso, misterio… no estúpidos tecnothrillers escritos por gente que no sabe siquiera como funciona una computadora. La credibilidad cruje cada vez mas a medida que avanza el filme (eso sin contar la ridícula coincidencia del choque del final… ¿en serio?), y la heroína pasa de justiciera a incompetente, salvando las papas del fuego sobre la hora. Mikael Blomkvist se ve reducido a un adorno, amén de que pusieron a un actor completamente anónimo en el rol. Lo que queda es Claire Foy intentando ponerle actitud a una historia que le pasa por arriba, no solo a ella sino al espectador. Todo esto termina por convertir a La Chica en la Telaraña en un producto a evitar, especialmente si usted amó los filmes suecos originales. El talento de Larsson no crece en los árboles y lo que queda es un pálido intento de imitarlo, donde el estilo, la inteligencia y la originalidad se fueron al garete con la muerte del creador de la saga.
Padres del contemporáneo boom literario surgido en las entrañas de la gélida Europa nórdica, los emblemáticos Stieg Larsson, Arnaldur Indridason o Jo Nesbø se encuentran entre los autores más vendidos en la actualidad, acaparando un género negro furor de multitudes en el mundo entero. Siguiendo la línea de otro exponente, el notable Henning Mankell, cuya brillante creación del inspector Kurt Wallander fuera llevado al formato televisivo de la mano de la BBC -interpretado por Kenneth Branagh-, el mencionado Larsson ocupa un lugar fundamental dentro de la transición que hizo la novela, desde el plano literario al séptimo arte. Allí, en el corazón de la novela nórdica se sitúan una serie de libros pertenecientes a la saga “Millennium”, obra de Stieg Larsson, que alcanzaría límites de popularidad impensados. El destacado autor y periodista sueco murió en noviembre de 2004 de un ataque al corazón -a sus jóvenes 50 años- no llegando a ver publicada ninguna de las novelas de la trilogía. Mucho menos soñaba con semejante éxito. Tras el fallecimiento del escritor, David Lagercrantz –su mano derecha- fue el elegido para continuar la historia de los personajes en su saga y luego trasladados al formato audiovisual. Es por ello que a su firma pertenece la cuarta novela “Lo que no te mata te hace más fuerte”, última adaptación a la pantalla por parte de la grandiosa franquicia policial. Basado en la novela mencionada, la película “The Girl in the Spider’s Web” representa el enésimo regreso de la mentada saga al mundo cinematográfico. Recientemente estrenada en los cines de todo el mundo, el dueto interpretativo cruzará sus caminos nuevamente en esta entrega, en donde Claire Foy y Sverrir Gudnason son los actores elegidos para dar vida a los icónicos personajes. El film ofrece una trama familiar para sus seguidores en donde abundarán, como es habitual, la red de espías cibernéticos y corrupción en las altas esferas de los servicios secretos norteamericanos. Foy retoma el papel que estuvo en manos de notables intérpretes como Noomi Rapace y Rooney Mara, mientras que Gudnason se encarga del rol que dejara vacante Daniel Craig, ocupado en su próxima recreación de James Bond. “La Chica de la Telaraña”, continúa con la trama concretada por Stieg Larsson en los tres primeros libros de la saga, conformando el característico paisaje oscuro que transitó el cine nórdico de moda. Una franquicia literaria que ha vendido millones de ejemplares en todo el mundo y se ha convertido en un best-seller récord traducido a más de 30 idiomas va en búsqueda de su nueva conquista cinematográfica, para revalidar éxitos de un pasado triunfal. Pese a no contar con estrellas convocantes, los fans alrededor del mundo esperan una película a la altura de la saga literaria: oscura, excesiva y trepidante.
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