¿Alguien, por favor, quiere pensar en los niños? En una época donde el cine de terror parece haber agotado todas sus fichas, Hollywood se encarga de hacer innecesarias remakes de clásicos de los ‘70 y ’80, Inglaterra ha dedicido resucitar el terror gótico de fines del siglo XIX y principios del XX. Esta resurgimiento viene acompañado por la resucitación de la productora Hammer, fundada a fines de los años ’50, y que con Terence Fisher a la cabeza se ha destacado por tener dos décadas de brillantes películas góticas del género, aprovechando los paisajes y castillos antiguos que brinda el país insular. Desde los monstruos más conocidos hasta oscuras historias psicológicas, experimentos sexuales y otras morbosidades del clase B, la Hammer ha sido un sello de títulos de culto en donde se destacaron figuras como Vincent Price, Christopher Lee y Peter Cushing específicamente. En los últimos años, la Hammer volvió a abrir sus puertas, pero los primeros trabajos no gozaron de repercusión comercial, así que necesitaban de un título de renombre y un actor de moda para sacar adelante la motivación. La elección cayó en un nuevo clásico de la literatura del género escrito por Susan Hill a principios de los ’80 y que tuvo enorme repercusión en la literatura, el teatro e incluso la televisión. Cuesta entender porque se tardó tanto llevarla a la pantalla grande, cuando claramente es el formato donde se podía aprovechar mejor la historia. Para el protagónico, convencieron a Radcliffe, quien seguramente cansado de hacer del niño mago, busca alejarse de la imagen y el encasillamiento adolescente en pos de trabajos más “serios” y adultos. Ya había hecho una comedia adolescente de iniciación que no gozó de un gran aval por parte de los críticos y el público. Por lo tanto, la primera obra post Potter, debía cambiarle la imagen. Lo más probable que varios críticos titulen sus notas como “Harry Potter en la Casa Fantasma”, y esto no sería del todo descabellado. Va a pasar largo tiempo hasta que Radcliffe se desprende definitivamente de la imagen que lo hizo conocido, y lo mismo va a pasar con sus compañeros magos. Sin embargo, vale destacar el esfuerzo del actor y la intención de mantener sus raíces británicas y no venderse a cualquier producto hollywoodense, porque si La Dama de Negro conserva es la identidad british y de la Hammer, aunque con efectos un poco más elaborados que los artesanales de los años ’70. Arthur Kipp, un abogado viudo, con un hijo de 4 años, cuya esposa falleció en el parto y le parece verla todavía en la casa, debe mudarse de Londres a una típica campiña para vender una casona, perteneciente a una viuda, cuyo hijo falleció trágicamente. Si Arthur no encuentra el testamento de la viuda para iniciar los trámites de la venta, lo van a echar de la firma, porque sus últimos trabajos no le salieron bien. Cuando llega a la campiña se encuentra con un panorama gris. Los supersticiosos del pueblo, exceptuando al millonario local, lo miran con malos ojos. Al mismo tiempo, los hijos de los mismos se suicidan misteriosamente. Cuando llega Arthur a la casona de la viuda (la dama de negro, irónicamente interpretada por Liz White) para cumplir su tarea, sus temores y supersticiones van a ser puesta a prueba. James Watkins, director de una de las sorpresas del 2009, Eden Lake, dirige esta película, cuyo guión de Jane Goldman (co escritora de todas las películas de Matthew Vaugh) no le escapa a ninguno de los clisés ni lugares comunes del género gótico. Al contrario, las refuerza y le agrega algo del cine de terror japonés de fantasmas estilo la saga Ringu. También la combinación mansión gótica trae recuerdos de La Maldición de Jan de Bont (un desaparecido en acción) y especialmente de Los Otros, de Alejandro Amenábar. La cuestión es que más allá de que estamos ante un producto predecible y poco novedoso, el resultado final es bastante confortable y efectista. Watkins es un magistral creador de suspenso, climas densos y tensión dramática. Decide no prestar demasiado atención a las vueltas narrativas del texto original, o las explicaciones y centrarse en el conflicto del personaje con su propia espiritualidad y miedos, y sobretodo en generar un malestar visual artesanal, no abusando de efectos especiales, siendo fiel al estilo Hammer, aunque con vistas más comerciales. Watkins perfila como un director interesado en manifestar un interés por niños manipuladores, y padres enceguecidos, hostiles con los extranjeros cuando se meten en su círculo de confianza. Un crítico de la chusma, pero sin pretensiones de que esto se destaque sobre el argumento principal. Las interpretaciones Ciaran Hinds o Janet Mc Teer (nominada al Oscar este año por Albert Nobbs) aportan un poco de cualidad interpretativa. Igualmente hay que aclarar que Radcliffe, después de muchos años de ponerse a Potter al hombro, logra reprimirse bastante bien y dar un actuación creíble. Le falta un poco de actitud, pero no es demasiado alejado afirmar que verlo como padre no le mancha la imagen. Daniel ha madurado y el personaje de Arthur le juega bien para demostrar que puede salir del encasillamiento. Conserva actitudes de Potter, pero esta obra le sirve como transición ha trabajos más profundos posiblemente. La Dama de Negro, es un film clásico, de terror conservador, que sin llegar a ser gore o demasiado violente, logra mantener un clima de tensión durante toda su extensión. La fotografía de Tim Maurice – Jones (colaborador de las primeras obras de Guy Ritchie) y la banda sonora de Marco Beltrami (3:10 a Yuma, Scream, Vivir al Límite) aportan a pegar un par de sobresaltos. Anticipando la llegada de un par de homenajes a la figura y literatura de Edgar Allan Poe, el film de Watkins demuestra que el terror gótico aún no se ha agotado y los cuervos van a seguir apareciendo en las ventanas de las mansiones para asustarnos.
Clásico suspenso fantasmal La Dama de Negro recuerda a las clásicas películas de suspenso y terror, en las que la tecnología digital todavía no existía para lograr un buen clima y ambientes adecuados. El film pone como protagonista al ex joven mago, Daniel Radcliffe, en un papel donde logra transmitir de manera adecuada su angustia y pesar por la muerte de su amada esposa y sin la necesidad de largos diálogos; solo con una muy buena interpretación.Woman in Black Daniel es Arthur Kipps, un joven abogado que se encuentra a cargo de su pequeño hijo y al encontrarse en una ruina monetaria, toma un trabajo que quizás sea la última posibilidad de reunir dinero. Pero esta tarea no se percibe sencilla y es enviado por su empresa a vender la mansión Eel Marsh, propiedad de una viuda recientemente fallecida, en un pequeño poblado llamado Crythin Gifford. La tarea se le complicará aun más, ya que los residentes del pueblo no desean colaborar con él en lo más mínimo, a diferencia del señor Daily (interpretado por el siempre convincente Ciarán Hinds, de La suma de todos los miedos) que desde un principio se une a Arthur y decide ayudarlo. El realizador James Watkins quien se hiciera conocido por el film Terror en el Lago (Eden Lake, 2008) impregna en el best-seller de Susan Hill un aire gótico al estilo Tim Burton, con un ambiente oscuro y en una locación detenida en el tiempo llamada Halton Gill, en Yorkshire. La Dama de Negro entrega un aire distinto y el público podrá disfrutar de una novela sombría en la cual la intriga y la venganza fantasmal dicen presente Es otro logrado regreso de la mítica empresa Hammer.
Persiguiendo sombras. A simple vista La Dama de Negro (The Woman in Black, 2012) presenta de antemano la posibilidad de despejarnos las dudas en cuanto a las aptitudes y/ o capacidades concretas de sus dos máximos responsables...
“Sadako mon amour” La cinematografía mundial ha pasado por crisis de género que desembocaron en obras que atinan a lo maestro y, en algunos casos, al culto simple y llanamente...
Cuando menos es más En medio del resurgimiento de las historias de fantasmas (ya sean de Hollywood, Japón, España o cualquier otro origen), La dama de negro resulta un digno exponente, más cerca del espíritu de los clásicos de la Hammer británica que de la vertiente de terror sádico que hoy domina el género. He leído muchos elogios hacia esta actuación de Daniel Radcliffe, en uno de sus primeros intentos por desembarazarse del estigma Harry Potter. No digo que esté mal, pero tampoco me parece un gran trabajo ni creo que esté entre lo mejor del film, que se sostiene más por otros atributos (narrativos y visuales) que por su (escaso) carisma. Me parece todavía un intérprete frío, desangelado (aclaro que aquí no es un fantasma), sin demasiada fuerza en pantalla. Por lo tanto, quienes tienen aquí los mayores méritos son la guionista Jane Goldman (que adaptó la novela de 1983 de Susan Hill) y, sobre todo, James Watkins, que ya había demostrado su categoría para crear suspenso, sostener la tensión y concebir climas hipnóticos con Eden Lake. Aquí, construye con muy pocos elementos, con una sólida puesta en escena, una historia de pueblo chico-infierno grande ambientada a principios del siglo XX con Radcliffe como un joven abogado ya viudo (y padre) que arriba al lugar para investigar la herencia de una casona aislada. Todo el mundo se mostrará hostil hacia el recién llegado, salvo un acaudalado matrimonio (Ciarán Hinds, casi siempre a bordo de su Rolls-Royce, y una desequilibrada Janet McTeer). Watkins confía en su poder de sugestión (se permite largas escenas sin diálogos, sostenidas a puro despliegue de virtuosas imagen y de un inteligente uso del sonido), no necesita abrumar al espectador porque sabe cómo dosificar la información, cómo hacer que un pequeño detalle, una mínima observación, adquiera la dimensión necesaria. En ese concepto de que a veces menos es más (tan opuesto al del Hollywood contemporáneo) es donde reside el principal valor de esta película.
Regreso sin gloria Luego del éxito de la saga de Harry Potter, Daniel Radcliffe prueba suerte con un personaje distinto al que lo llevó a la fama. Sin mucha suerte en la elección, el ex aprendiz de mago se juega por un film de terror psicológico que intenta ser de autor pero que termina incurriendo en una serie de clisés y lugares comunes. Luego del éxito de la saga de Harry Potter, Daniel Radcliffe prueba suerte con un personaje distinto al que lo llevó a la fama. Sin mucha suerte en la elección, el ex aprendiz de mago se juega por un film de terror psicológico que intenta ser de autor pero que termina incurriendo en una serie de clisés y lugares comunes.
Una mina jodida Los niños se suicidan. Así, sin más. Las extrañas muertes suceden en un pueblo inglés hasta donde llega el atribulado Arthur Kipps (Daniel Radcliffe) con una misión clara de su jefe, conseguir los documentos de una mansión abandondada. Kipps no está en su mejor momento, deprimido por la muerte de su esposa al dar a luz a su hijo y sin dinero acepta la última oportunidad que su jefe le da. Y allá va, a un pueblo que de entrada se muestra hostil con él, excepto Sam Daily, el millonario del lugar que ofrece su ayuda al joven. Paisajes tenebrosos, neblina, la marea que sube y aisla. Una casa donde los aparecidos hacen de las suyas y sacan lo valiente de Kipps. ¿Qué sucedió en ese lugar? ¿Por qué mueren los niños? ¿Quién es la mujer de negro? Con una notable ambientación y el tono justo que precisan este tipo de filmes, los amantes del género disfrutarán luego de mucho tiempo de una auténtica pieza de terror a la vieja usanza. Aunque allí tal vez también radique su falencia: la falta de novedad. Lo importante es que Watkins dirige con precisión, no escatima sustos que están bien musicalizados por Marco Beltrami y cuenta con una puesta artística que hace honor a lo mejor de la Hammer. Daniel Radcliffe cumple con su parte, sin muchos matices, sale airoso con lo justo, en tanto el solvente Ciarán Hinds lo secunda y encabeza un elenco sin fisuras.
Acá tenemos otro estreno basado en un gran libro. “La dama de negro” es uno de los mejores relatos góticos de fantasmas que se escribieron en las últimas décadas. De hecho, creo que es lo mejor que se hizo en el género desde los cuentos del maestro Joseph Sheridan LeFanu, el mejor escritor que trabajó con estos personajes en el pasado. El libro de Susan Hill hoy es un clásico y en Europa es super popular principalmente por la adaptación teatral inglesa que es un éxito en Londres desde hace muchísimos años. También se hizo un film para la televisión del Reino Unido en 1989. La película que llega a los cines esta semana producida por la emblemática productora Hammer, que resucitó hace unos años con el film Wake Wood, es una propuesta que evoca el espíritu que tenían los viejos filmes de esta compañía en los años ´60 y ´70. La dirección corrió por cuenta de James Watkins, responsable de la excelente Eden Lake. Es interesante ver la manera en que trabajó el género en esta historia, ya que el terror acá es elaborado desde un enfoque completamente diferente. Eden Lake era una historia más realista, cruda y brutal en lo referido a la violencia, mientras que La dama de negro se centra más en las atmósferas y los climas de misterio que creó el director con su narración. Watkin en definitiva recuperó los dos elementos clásicos del cine de la Hammer de aquellos días que se destacaban por ser historias con buenos actores y terroríficos escenarios. Hay un montón de cosas que me gustaron de este film como la ambientación gótica y depresiva del pueblo donde se desarrolla el relato, todos los detalles que tiene la macabra mansión donde Daniel Radcliffe pasa una noche y los efectos sutiles con los que el director tortura a los personajes. El problema que tiene esta película es que la hicieron demasiado tarde. Desde el estreno de La llamada, los relatos con fantasmitas vengativos se explotaron a más no poder tanto en el cine asiático como en Hollywood y el concepto de este film la verdad que se ve muy afectado por eso, ya que no aporta nada nuevo. Cuando la novela de Susan Hill salíó a la venta en 1983 fue un furor porque no había demasiadas historias como estas en ese momento, pero en la actualidad el desgaste de estos conflictos se sienten en el cine. La dama de negro hoy la verdad que está lejos de ser una propuesta aterradora y el giro sorpresivo que funcionaba en los ´80 por estos días está demasiado quemado y la verdad que no resulta muy efectivo. No ayudó tampoco que en este film le dieran al conflicto un cierre más sentimental que el que escribió la autora en el libro. Daniel Radcliffe, quien prácticamente está en todas las escenas del film, brinda un muy buen trabajo en esta producción y la verdad que eligió una buena opción para desprenderse de Harry Potter. Acá lo vemos en un rol totalmente diferente y la verdad que está muy bien. Lo que vayan al cine en busca de un film nostálgico que evoca el terror inglés de la vieja escuela son los que probablemente disfrutarán más este film. Reitero, está muy bien hecha la película y tiene algunos momentos interesantes, pero se acordaron tarde de llevar esta historia a la pantalla grande.
Fantasmagótico El tiempo, el lugar, la vestimenta, la niebla y los temas de La dama de negro remiten no solo a un tiempo que la historia ya dejó bastante atrás, sino también a un tiempo del cine que la industria parece haber dejado bastante atrás: el siglo XIX, la literatura gótica y, de paso, el cine clásico y un cine que muchos consideran ya clásico, el de las producciones de la Hammer. Volvemos, entonces, a un ambiente que el terror de hoy cada tanto frecuenta pero que dejó mayormente de lado. Y volvemos, de paso, a las producciones de terror de la Hammer, que en los últimos años viene produciendo películas no necesariamente existosas pero en general con propuestas más o menos interesantes (la anterior que se vio en las salas argentinas fue Invasión a la privacidad). El inicio de La dama de negro tiene algo del Drácula de Bram Stoker: un abogado londinense tiene que viajar a un territorio lejano (en este caso, dentro del Reino Unido) para arreglar el papeleo para la venta de una antigua casa. Cuando llega, lo que encuentra es un pueblito asustado y supersticioso, cuyos habitantes le piden que no se acerque a la casa. En lugar del clásico vampiro, lo que Arthur Kipps (Daniel Radcliffe) encuentra es la dama de negro. No vamos a ahondar en el argumento. Este inicio que remite a un relato central del terror gótico (y que el cine ha visto ya muchas veces) y el ritmo que se toma La dama de negro para arrancar de una vez con el terror llevan al espectador a pensar que se está embarcando en un relato de atmósfera. Ayudan los escenarios naturales, la luz, los trenes, Radcliffe siempre con su cara de pena. Y aunque los personajes son un poco huecos y la atmósfera no es tan asfixiante como quiere serlo, la iconografía funciona y el espectador va entrando. Pero entonces llega el momento de entrar finalmente a la casa, de acercarse al elemento sobrenatural. Y la cosa cambia. Toda la construcción lenta (y un tanto repetitiva) del ambiente, ese avanzar tan gradual en el camino hacia el centro del terror estallan por los aires a fuerza de golpe de efecto. Sí, La dama de negro asusta: estamos en una casa a oscuras, se hace el silencio, la cámara avanza despacio y de pronto de la nada aparece una máscara blanca y un grito agudo. Y después de eso, viene otro. Después otro. La dosificación atropellada de golpes de sonido llega a un nivel ridículo, pero tampoco sobrepasa la barrera del exceso que podría llevarnos a otros lados. Todo está muy calculado en la distribución de los "momentos que asustan". Con algún fantasma de clara inspiración japonesa y un par de "revelaciones" argumentales un tanto irrelevantes, la magia se termina más bien pronto.
En Eden Lake , su ópera prima, James Watkins ya había mostrado que es capaz de sembrar la inquietud en el espectador y mantenerlo al borde de la butaca, en un tenso estado de alerta, sin necesidad de acumular imágenes truculentas, alaridos estremecedores y otros recursos destinados al sobresalto. El joven cineasta británico prefiere que la alarma proceda del avance dramático de las historias que cuenta, del suspenso que extrae de ellas y de las atmósferas ominosas que genera a partir de los escenarios, del tratamiento de la imagen y del empleo de una banda sonora en la que los silencios cobran singular elocuencia. En La dama de negro se ve en el compromiso de resucitar la largamente moribunda Hammer Film -legendaria marca que, con sus films de bajo presupuesto, reinó en el cine de horror entre los cincuenta y los ochenta-, y vuelve a aplicar ese criterio (digamos) austero, con apreciable eficacia. En lo comercial tiene un apoyo invalorable: la presencia de Daniel Radcliffe, que encara su primer protagónico después de Harry Potter y salva su extensa parte con gallardía, más allá de algún exceso de solemnidad. El guión tomado de la novela de Susan Hill provee una historia en la que están presentes muchos elementos clásicos de un cuento de fantasmas: la lúgubre mansión gótica embrujada, esta vez instalada en tierras bajas y por ello periódicamente aislada por la marea; muertes misteriosas y con ellas la aún más misteriosa aparición de una dama de negro; un cementerio, vecinos hostiles y aterrorizados, un montón de secretos de los que nadie quiere hablar, la superstición que en la Inglaterra suele nublar la razón. A ese lugar llega el joven abogado que interpreta Radcliffe y que es la imagen viva de la pesadumbre. El inconsolable dolor causado por la muerte de su esposa, cuando hace cuatro años dio a luz a su único hijo, ha afectado tanto su trabajo que este viaje a Crythin Gifford, donde debe arreglar todos los asuntos concernientes a las propiedades de una excéntrica viuda recientemente fallecida, supone la última oportunidad que le han dado sus superiores. De lo complejo de la tarea se entera pronto; apenas llega al pueblito, después de confiar a su hijo al cuidado de una niñera, descubre que nadie quiere darle hospedaje y menos conducirlo hasta esa mansión envuelta en negras leyendas. La diestra mano de Watkins -el ambiente juega un papel decisivo en la creación del clima- logra que el interés se mantenga vivo hasta llegar a un desenlace para el cual, como en Eden Lake , buscó una salida poco convencional. Ciarán Hinds y Janet McTeer se destacan en medio del impecable elenco.
El peso de la fatalidad La película dirigida por James Watkins remite a la antigua tradición del cuento de misterio, en este caso en clave fantástica. Un tipo de relato que puede hacer de la palabra “miedo” algo bien concreto, sin que pierda resonancia. Allá por los años ’50, la productora inglesa Hammer Films llegó a volverse legendaria gracias a sus relecturas de los mitos clásicos del cine de terror, desde Frankenstein hasta Drácula, pasando por la Momia y el Hombre Lobo. Pero la Hammer (como la conocen, familiarmente, los fans del género) comenzó a declinar en los ’60, interrumpiendo su producción a fines de la década siguiente. Ahora, la mítica compañía resurge, como corresponde al género, de sus propias cenizas. Después de coproducir, un par de años atrás, Let Me In (remake estadounidense del magnífico film de vampiros que en Argentina se conoció como Criatura de la noche), ahora lanzan en el mundo entero La dama de negro, apostando a que el protagónico de Daniel Radcliffe –recién salido de la serie Harry Potter– le dé cierta repercusión al relanzamiento de la firma. Que La dama de negro sea un relato clásico, así como un film de época, es una decisión sin duda acertada, en tanto permite vincularla con aquellos hitos de los ’50. Aunque en este caso se trate, en tanto relato de fantasmas, de un abordaje del género más tenue y vaporoso que el de aquellos clásicos de miedo. En verdad, La dama de negro, que transcurre en los primeros años del siglo XX, remite a una tradición anglosajona mucho más antigua que la de la propia Hammer: la del cuento de misterio, en este caso en clave fantástica. Aquí están aquellas nieblas, esos páramos desolados y distantes, los mismos paisajes melancólicos y metafóricos de tantos relatos del siglo XIX. La melancolía, el duelo, la presencia de la muerte como halo fatídico se hacen presentes ya en la secuencia de presentación, en la que Radcliffe –tan pálido y ojeroso como Heathcliff, el casi homófono protagonista de Cumbres borrascosas– prueba, durante la afeitada matutina, apoyar la navaja sobre el cuello y hacer una ligera presión. Es que la señora Kipps murió unos años atrás, en el momento de dar a luz, y Arthur no puede olvidarlo. Ahora Arthur debe dejar a su hija pequeña al cuidado del ama de llaves, para atender el llamado de su jefe, que le da una última oportunidad de conservar el trabajo. Trabajo que, es de suponer, el duelo le habrá llevado a descuidar. En el lejano noreste, Arthur, que es abogado, debe destrabar la venta de una antigua mansión. No será fácil: culpa de la muerte de un niño y el suicidio de una mujer, la casa Drablow es una de esas a las que los vecinos tienen por maldita. Una de esas que nadie quiere comprar. Como si Arthur llevara en sí el peso de la fatalidad (y todo en él da a pensar que es así), desde su llegada al pueblito otros niños siguen los pasos de aquél, tentados, según parece, por la oscura aparición a la que el título refiere. Atenta al detalle y renuente al susto (aunque algunos no faltan), La dama de negro construye con cuidado tanto los datos de época –los primeros automóviles, la moda del espiritismo, juguetes primitivos y autómatas en la habitación del niño– como los referidos al lugar en que transcurre: las tierras bajas e inundables, el chismorreo y las supersticiones de pueblo chico, las diferencias de clase. Basado en una novela y construido en base a una serie de ecos y simetrías, el relato pone al viudo Arthur a resolver una historia de muertes familiares y adopciones forzadas, oponiendo las apariciones de la dama de negro con las de la señora Kipps, cuyo fantasma se presenta ante el esposo, siempre de blanco. Dirigida por James Watkins con bastante más sutileza que la tan efectista como simplista Eden Lake, en los tramos finales La dama de negro no se echa atrás ante el aire trágico que desde el comienzo despliega, cerrando el círculo del destino con un movimiento audaz. ¿Se trata acaso de un mero ejercicio de estilo, un viaje retro, una muestra de academicismo cinematográfico? Antes que eso, La dama de negro da la impresión de recuperar una forma de relato cuya eficacia parecería no tener fecha de vencimiento. Un tipo de relato que puede hacer de la palabra “miedo” algo bien concreto, sin que pierda resonancia.
Casa con sorpresa Producción de la Hammer, en una casa con presencia siniestra. Daniel Radcliffe ya sabe cómo mirar fuera de campo (del campo que abarca la cámara) y parecer aterrorizado. Si Harry Potter le dio algo, además de fama y dinero, es eso. Así que no es de extrañar que el primer protagónico que aceptara después de terminar la saga del mago fuese el de La dama de negro , no en el rol del título, sino en el del abogado que traga lo que le queda de saliva y se interna en una mansión convenientemente lúgubre y alejada, a rastrear los papeles para una sucesión. Bajo el logo de la Hammer, la productora que dio clase sobre lo que el cine de suspenso y horror debía tener en la época de oro del género -no el actual en el que el gore se impone y lastima, sobre todo, los ojos y la credibilidad del espectador-, La dama de negro tiene sus contribuciones para recuperar la confianza. La historia es básica, pero con bemoles a medida que se va desarrollando. Arthur Kipps (Radcliffe) es un abogado viudo, con un pequeño hijo, al que envían a Crythin Gifford, a la mansión mencionada, y si no encuentra lo que le demandan para hacer la liquidación de la mansión, tras la muerte de su dueña, y así poder venderla, se quedará sin trabajo. Eso explica por qué, por más que sienta presencias ominosas, ruidos y demás, el tipo sigue buscando (solito y solo) en esa casona a la que las mareas suelen dejar incomunicada cuando crecen, y a la que nadie se atreve a acercarse en el pueblo victoriano. ¿Por qué? Fácil sería contarlo, pero mejor es que el lector lo averigüe por sí mismo. Los resortes del género vienen siendo los mismos desde sus orígenes –para asustar y lograr que el espectador salte de su butaca- y podrá variar (o no) la sagacidad de los guionistas para que también haya algo de intriga y se sazone mejor la historia. La película está más o menos dividida en dos mitades (presentación del personaje, llegada de los primeros temores y muertes/suisidios de varios niños), y es en la segunda donde el ritmo se acelera, sin llegar a desbocarse. La atmósfera gótica, los tonos grises y opacos de la iluminación, le sientan perfecto a la historia. El joven James Watkins, que debutó con Eden Lake , filme de otro estilo de terror (una pareja es acosada en un lago por adolescentes), entre crujidos y sombras, brumas y padres que sobreviven a sus hijos, supo cómo generar ansiedades en el espectador. Y así, la novela de Susan Hill, de 1983, con adaptaciones teatrales y televisivas varias, pega el salto a la pantalla grande con ímpetu propio. Acompaña a Radcliffe –a quien deberemos acostumbrarnos a verlo como adulto joven, para lo que, por cierto, aún le falta madurar en todo sentido- el irlandés Ciarán Hinds, cuyo rostro suele cubrir como máscara personajes conflictuados, cuando no roles de malvado, en otra sorpresa dentro de un filme que, sí, asusta en buena ley.
El terror más clásico vuelve a la pantalla grande. Luego de un tiempo en donde las torturas y el dolor físico se apropiaron de las carteleras de terror, parece que de golpe una forma más tradicional de asustar comienza a dominar las pantallas. Pese a haberlo hecho de una forma no-tradicional, el boom de Actividad Paranormal nos encierra en el no saber qué pasa, en la amenaza de los fantasmas y no en un sádico amputador de piernas. En esta misma línea, La noche del demonio (Insidious) fue también punta de lanza, ya que casi tributando el horror de los '80 creó lo que será una nueva franquicia que continuará en 2013. Ahora, y desde la casa del terror mundial, la productora Hammer de Inglaterra, el director James Watkins (responsable de la escalofriante Eden Lake) nos trae una adaptación de un libro de fantasmas escrito por Susan Hill, La dama de negro. En la historia, ambientada a principios del siglo XX, conocemos al abogado Arthur Kipps (Daniel Radcliffe), un joven viudo que vive junto a su hijo Joseph (Misha Handley) y la niñera Stella (Sophie Stuckey). A él le es asignado un nuevo trabajo relacionado a la propiedad en donde pronto pasará un tiempo bastante oscuro. Allí verá la figura de una mujer vestida de negro, algo que para su mente racional no puede ser más que una intrusa. Es por eso que decide denunciar el hecho a la policía, en donde se entera-de una forma traumática- la leyenda de "la mujer de negro", un fantasma que viene a quitarle la vida a los chicos en venganza por el que le fue arrebatado. La batalla entre el abogado y el fantasma se hará cada vez más dura. Él intentará salvaguardar su trabajo, ignorando a todos los locales que le piden que se vaya, mientras es testigo de cómo muchos niños se suicidan, bajo las órdenes de este espectro resentido. Con esa base, y no con mucho más, se sostiene toda la película, que casi tributa a los clásicos de fantasmas de la historia del cine con largas escenas sin diálogos y con mucha tensión, con un uso de imágenes y sonidos raramente vistos en el cine moderno y, sobre todo, con una historia sencilla y sin demasiadas vueltas de tuerca. A veces menos es más, dicen, y en este caso funciona. Es por eso que si son fanáticos del género del terror, y quieren pasar un buen rato cargado de sustos, La dama de negro es el estreno que deben ir a ver sin falta.
Una presencia muy enigmática La versión cinematográfica respeta la esencia de la novela, pero está bastante cambiada respecto a ésta e intensifica los climax enriqueciéndolos. Un joven abogado viudo llega a una misteriosa mansión para reunir datos sobre una herencia dejada por una anciana sin hijos. Extraño pueblo, desconfiados vecinos, residencia aislada, con mucha telaraña y ruidos extraños. Por suerte alguien que conoció en el tren, vecino del lugar, oficia de contacto con la realidad en un lugar donde la muerte y el misterio parecen darse la mano. Los sucesos tienen lugar a principios de siglo en viejo pueblo inglés, lugar de pantanos y soledades, de temporales habituales e inundaciones periódicas. Durante el funeral de Mrs. Drablow, el joven abogado Arthur Kipps observa a una joven mujer de negro, alejada de todos, que volverá a ver cuando llegue a la casa de la anciana. Al parecer nada bueno ocurre cuando esa señora aparece. SESGO GOTICO "La dama de negro" tendrá su público fundamentalmente por Daniel Radcliffe, el ex Harry Potter en un papel diferente al que lo hizo famoso. Sin embargo hay otras atracciones que concentra este filme de James Watkins. La novela de 1983 en que se basa, pertenece a Susan Hill, prestigiosa autora inglesa, famosa por sus obras góticas, entre ellas la muy comentada "Mrs. De Winter", secuela del clásico "Rebecca", cuyo guión fue de Daphne du Maurier. Más aún, la novela "La dama de negro", al aparecer en 1983, fue adaptada para el teatro y lleva en cartel veintinueve años en diferentes escenarios, compitiendo con el gran éxito teatral de Inglaterra, la célebre pieza de Agatha Chirstie "La ratonera". Posteriormente fue llevada a la televisión y al cine. FILMES NEGROS La película tiene todos los ingredientes de los filmes negros, pero con una cuidada puesta victoriana, elegancia y climas realmente atrapantes. El director Watkins es un exquisito y parece haber nacido para plasmar imágenes y sonidos ominosos con belleza y suspenso. Inmediatamente el clima que despliega nos recuerda la notable novela "Otra vuelta de tuerca", de Henry James y sus versiones cinematográficas, especialmente "Los otros", de Alejandro Amenábar. La versión cinematográfica respeta la esencia de la novela, pero está bastante cambiada respecto a ésta e intensifica los climax enriqueciéndolos. La multiplicación de los niños, la intensificación de la aparición de juguetes (la escena del cuarto de los pequeños y la mecedora atrae y estremece) y la presencia del personaje interpretado por Ciaran Hinds y su mujer, amplían de alguna manera, la claustrofóbica permanencia del joven abogado en la casa. "La dama de negro" está bien narrada, lo mejor son sus atmósferas, el suspenso y sus actuaciones. El chico Radcliffe es un Kipps emocional y creíble, mientras el irlandés Ciaran Hinds ("El fantasma de la ópera") y la actriz shakespiriana Janet Mc Teer, en un breve papel, ambientan estupendamente el contexto victoriano. Lamentablemente la armonía general del relato se desborda al final. Final que muestra lo que hasta el momento sugirió y enfatiza dramática e innecesariamente los últimos instantes de la historia. A pesar de todo merece verse.
Terror a la antigua que asusta en serio Harry Potter se hizo mayor de edad y ahora le tocó sufrir horrores dignos de la Hammer. Es una combinación un poco rara pero razonable: terminado Potter, algo tiene que poder hacer para continuar con su carrera el hasta ahora eterno teenager Daniel Radcliffe, y tal vez su popularidad previa pueda ayudar a reflotar la nueva era del legendario estudio del terror inglés clásico, la Hammer Films, que hasta ahora no ha logrado ningún éxito ni nada que se le parezca desde su reciente resurrección. Si uno se olvida del famoso mago, se le puede creer a este abogado que tiene que arreglar los asuntos de una clienta recién fallecida en una mansión espectral de un paraje desolado, cercano a un pueblo horrible donde nadie quiere a ningún forastero. Por suerte, como nadie vio por aquí a Radcliffe haciendo un personaje adulto, padre de familia y todo, más que con Potter uno se lo puede confundir con el sufrido Elijah Wood, que suele tener que interpretar este tipo de roles. En todo caso, la historia y las imágenes son lo bastante eficaces y tenebrosas como para que las expresiones de sufrimiento del protagonista estén plenamente justificadas. Es que esta historia clásica de fantasmas apunta al clima ominoso del glorioso horror gótico europeo, y si bien el director James Watkins no es Terence Fisher, aquí hay buenas ideas y un generoso presupuesto a la hora de concentrarse en los terrores de la casa embrujada donde este pobre abogado tiene que pasar unos difíciles momentos a solas, apenas con la compañía de un perrito que, para que no desespere del todo, le presta el aristócrata del pueblo, sólidamente interpretado por el talentoso Ciaran Hinds. Más allá del encanto clásico de la historia sobre la espectral dama del título vengándose por una injusticia sufrida años atrás (castigo sobrenatural infligido sobre todo niño que se acerque al lugar), Watkins se ocupa de que el clima desolador y fatídico no se aligere nunca. Especialmente logra darle gran fuerza horripilante a los momentos más terribles, intentando asustar con recursos elaborados y no tanto con el gore que uno esperaría de una producción Hammer. Por momentos realmente lo consigue, convirtiendo a «La dama de negro» en un raro experimento de terror a la antigua, muy serio y sin una pizca de humor, pero que, cuando funciona, lo hace muy bien.
VideoComentario (ver link).
Ajustada recreación del género Basada en la popular novela de Susan Hill, que anteriormente fue llevada a la pantalla chica y al teatro, la legendaria productora de cine Hammer armó esta producción que cuenta con el actor de Harry Potter al frente. Desde la década del ’30 y hasta los comienzos de los años ’50, el cine estadounidense estuvo dominado por el sistema de estudios, un puñado de empresas que producían películas, instalaban estrellas, marcaban tendencias, donde cada una de las majors estaba especializada en un género. Este modo de producción se trasladó a todo el mundo y es así que –en Inglaterra– la Hammer, fundada en 1934, basó la mayor parte de su producción en títulos que abordaban la ciencia ficción y el terror gótico, que popularizaron actores legendarios como Vincent Price Christopher Lee y Peter Cushing.Pues bien, la compañía volvió al ruedo hace unos años y después de algunos tropiezos decidió volver a las fuentes y encaró la realización de La dama de negro a James Watkins, director y guionista de la muy digna Eden Lake (de 2008).La película está basada en La dama de negro, el clásico instantáneo que significó la novela de la enormemente popular escritora inglesa Susan Hill, que fue llevado a la televisión, tuvo numerosas puestas teatrales y finalmente llegó al cine.La adaptación de Watkins hace honor al legado de la Hammer Productions, con una puesta sugestiva y sobria sobre el infierno que debe atravesar el joven abogado londinense Arthur Kipps (un correcto Daniel Radcliffe), que viaja al interior profundo inglés para resolver los papeles de un cliente recientemente fallecido, que entre otros bienes deja una inquietante mansión. El protagonista, prematuramente viudo cuando su esposa murió en el parto de su hijo, solo y con el telón de fondo de un pueblo aterrorizado por la presencia de la casona y sobre todo por los secretos que esconde, empieza a descubrir a través de distintos documentos una historia trágica que se materializa a través de un espectro, en una maldición que inesperadamente involucrará a su ser más querido.Con varios elementos victorianos que remiten al libro Otra vuelta de tuerca de Henry James, a la atmósfera asfixiante y tenebrosa de Los otros, de Alejandro Amenábar, La dama de negro cumple con la premisa de resucitar el terror gótico con un despliegue visual ajustado, atravesando cada uno de los tips del género y resignificándolos en el presente, aunque a veces de manera demasiado conciente, pero sin ninguna duda bien lejos del cine de terror en su vertiente más sádica que impera desde hace unos años.-
La Isla Siniestra Debo reconocer que no esperaba demasiado de La Dama de Negro. Pero como amante del género del terror me fue imposible esquivar la parada. El género que nunca muere (y que muchas veces pareciera que fuera dirigido por verdaderos muertos) es uno de constantes decepciones pero que, en ocasiones, entrega productos más que dignos. Este es uno de esos casos. Esta historia de un joven viudo y abogado (con un hijo de 4 años a su cargo) encuentra muchos puntos de contacto con la literatura de Edgar Allan Poe. Es que el deseo de muerte de su personaje principal es constante, no será la única referencia, el persistente recuerdo de su esposa muerta y el halo mortuorio que recorre todo ese pueblo es fundamental. Hasta la aparición de un cuervo resulta un guiño al escritor bostoniano. La temporalidad también se aplica, es un claro gótico Poe. El abogado es interpretado por Daniel Radcliffe, que a pesar de no lograr desprenderse por completo de la imagen de Harry Potter sale bien parado, acotando su actuación a pequeños gestos, intentando no desentonar con el film. Se lo ve consciente de que todos aguardaban el paso post Potter. Y aunque no destaca, termina transmitiendo un espíritu tan sombrío como el relato. El viaje al pueblo, con pasos de un siniestro peregrinar, es fantástico. Tanto la recepción por parte de los habitantes, la aspereza climática y principalmente, el viaje a la mansión/isla (el camino se cubre de agua por las mareas) es fundamental. Nos permite hundirnos en la historia junto al personaje interpretado por Radcliffe. Una gran introducción para presentar a la famosa Dama de Negro. El posterior encuentro entre el abogado y la dama, maldición del pueblo, traerá consecuencias nefastas. Los hijos, los inocentes, serán aquellos que sufran las consecuencias. La lograda puesta en escena es determinante, es tan opresora que permite el crecimiento de la tensión a niveles insoportables. Cuando Radcliffe pasa la noche en la mansión es el ejemplo más claro. El film nunca decae y las dosis de terror estan balancedas con el desarrollo de los personajes. La resolución, otro acierto, crea sentimientos encontrados. James Watkins, director de la muy buena Eden Lake, entrega otra sólida película de horror, habrá que seguirlo de cerca.
Entre los niños fantasmagóricos orientales -redivivos por el cine americano-, los films de pura víscera y los vampiros virgo-vegetarianos, los muertos en el cine de terror no andan gozando de buena salud. A lo sumo zombies, vea, tan demacrados ellos. Por eso es una buena noticia esta película que narra cómo un jovencísimo abogado y padre (Daniel Radcliffe, que sí, más o menos zafa del harrypottismo que lo ha marcado con un rayo en la frente) se enfrenta a un fantasma en los albores del siglo XX. La ambientación en el pasado permite al realizador James Watkins concebir climas de auténtica pesadilla, sin abusar del golpe de efecto. El terror aquí -como en la mejor tradición del género, hijo de Poe y sus dolorosas nostalgias- surge mucho más del ambiente y la puesta en escena que del efecto de sonido o el truco digital. Los actores, en este sentido, son indispensables para sostener el efecto de miedo que recorre toda la película. Como todo buen film de terror, su tema es moral y su forma apela a nuestros más profundos temores.
Anexo de crítica: -Con muy pocas similitudes a la versión original de la que sólo se toma los conceptos centrales de la trama, la película logra crear climas sin demasiadas concesiones a los golpes de efecto aunque en la segunda mitad pareciera obsesionarse con la acumulación de sustos que terminan por malograr unos 45 minutos intensos y muy bien llevados.-
Hammer Film Productions, fundada en 1934, es una productora que con el paso de los años y con la enorme cantidad de películas producidas fue creando una identidad argumental y visual que la caracteriza. Todas sus cintas tienen ese toque de suspenso exagerado, pero muy bien logrado, que las destaca y, en esta oportunidad, sin ser lo mejor de su filmografía, "La Dama de Negro" le propone al espectador experimentar una propuesta con todas las virtudes de sus films pasados.
Miedos de otras épocas Hammer Film Productions es una mítica factoría británica de películas y series de terror que hoy, resucitada, encara la remake de una cinta suya para TV estrenada en 1989 y basada en un libro de Susan Hill, al igual que la famosa obra de teatro. Un joven abogado es enviado a una gran mansión de un pequeño pueblo a ordenar el papeleo de un cliente fallecido. Allí observa que los lugareños, ante su paso, esconden a los niños. El secreto a voces habla del espíritu de una mujer que busca venganza por la muerte de su hijo y que habita la casona. Recreando el opresivo clima de los filmes de la Hammer, donde los objetos juegan un papel tétrico y los protagonistas nunca son tan buenos ni tan malos (aunque el halo potteriano siga sobre Radcliffe), el filme es un excelente tributo a aquellos miedos, que ya no son los de estos días.
El pueblito de los fantasmas Nuestro archiconocido Daniel Radcliffe, quien llegó a la fama gracias a la saga Harry Potter, vuelve a la pantalla grande para interpretar un papel protagónico más adulto dentro de un film de suspenso y terror de producción inglesa e íntegramente rodado en dicho país. Se trata de la segunda película dirigida por James Watkins, remake de una película de 1989, basada en el éxito homónimo de la escritora inglesa de best sellers Susan Hills. La dama de negro es una historia ambientada en la Inglaterra rural de principios de 1900, en un pequeño pueblito donde ocurren muertes misteriosas rodeadas de eventos sobrenaturales. Se destaca justamente la ambientación en estilo victoriano, además de la presencia de vestuario y juguetes a cuerda de la época que colaboran en crear atmósferas tétricas ideales para un mayor suspenso en la audiencia. La actuación del joven Radcliffe está bastante bien, aunque a lo largo del guión no lo vemos envuelto en momentos de gran dramatismo que requieran mucho despliegue actoral. De hecho, por momentos su personaje hace un poquito de ruido, al aceptar las muertes y los fenómenos que lo rodean de una manera bastante natural. En pocos momentos podemos verlo consternado o asustado y, durante la mayor parte del film, lo vemos casi corriendo detrás del peligro y de las apariciones fantasmales. Las demás actuaciones, en particular las de los pueblerinos, por momentos se ven un poco forzadas y sobreactuadas. Efectivamente, el desarrollo de todo el guión es bastante obvio, sin grandes sorpresas a lo largo de la historia y, por momentos, nos van quedando cabos sueltos e incongruencias, como que un cuerpo de alguien fallecido en un pantano hace años haya permanecido prácticamente intacto. Habría que ver si en la novela original había tantos elementos fuera de lugar. En este caso el guión fue adaptado por la pelirroja Jane Goldman, popular en nuestro continente por una serie de documentales sobre fenómenos ocultos y misteriosos, que fue emitida hace unos años por el canal Infinito. Sin embargo, parece que lo que no invirtieron en guión y actuaciones secundarias sí lo invirtieron en arte, efectos visuales (muy del estilo de La llamada) y la banda sonora, que estuvo a cargo del famoso compositor Marco Beltrami, quien cuenta en su haber con las músicas originales de 77 películas, todas de acción, suspenso y terror, entre las que se destacan la secuela de Scream, Terminator 3, Blade, Resident Evil y muchas otras. En pocas palabras, se trata de una película más que no pasará a la historia del séptimo arte ni por éxito comercial ni por mérito cinematográfico, pero que logrará mantener alerta, y por momentos alterados a los espectadores.
La verdad es que la situación en la que se encontraba Daniel Radcliffe al terminar el rodaje de la última "Harry Potter" era casi ideal, al menos téoricamente. Por primera vez en su carrera podía elegir qué hacer (si, ya se, siempre puso decidir que hacer sobre las tablas pero no en cine), por lo que había cierta curiosidad por ver el rumbo que tomaba el joven intérprete... Radcliffe fue buque insignia de la franquicia inglesa más importante de la última década, así que lo primero que cualquier productor le aconsejaría es ir de a poco. Es decir, con papeles donde se lo cuide y vaya ganando confianza. Así fue como lo conectaron con la Hammer Films, legendario grupo de gente que tuvo su cuarto de hora glorioso allá por los 60' haciendo historias de terror para que se potenciaran mutuamente: los que ponían los recursos necesitaban en esta etapa un actor taquillero y el susodicho, un papel que le permitiera iniciar su camino de despegue sin mayores sobresaltos. La elección del título recayó en una obra clásica de Susan Hill de principios de los 80: "The woman in black". Tan clásica es que recuerdo haberla leído en el profesorado. Tengo fresca aún la versión televisiva de 1989 además... El libro es un cuidado relato sobre fantasmas. Bien estructurado, con todos los elementos que caracterizan al género. Fue un hit en sus días aunque ahora, parece poco original para ser llevado a la pantalla grande siendo que los nipones han explotado con el J-horror esta veta de los seres inmateriales hasta el hartazgo. Está bien, la Hammer garantiza calidad y atmósfera, a diferencia de la escuela oriental que predica otro tipo de propuestas, pero, el punto de partida es cuando menos discutible: los relatos de este tipo se miran con desconfianza y no atraen demasiado al público en la actualidad. Radcliffe es Arthur Kipps. Un "solicitor" (abogado de baja escala en el sistema inglés) enviado a un pueblo a poner en orden la venta de una propiedad. En realidad, él viene a sacar adelante los papeles de Alice Drablow, ahora que su hijo murió. El problema es que si Kipps no da con el testamento, las cosas se le van a complicar en la empresa, ya que no viene en una buena racha laboral. Es viudo y con un hijo de 4 años. Al llegar al pueblo, comienza a ver que los niños se suicidan y decide poner manos en el asunto, afectado en carne propia por la cuestión. El film es dirigido por un cineasta de gran proyección, James Watkins (me encantó "Eden Lake"), a quien vemos con la solvencia necesaria para darle entidad a una historia que cuesta incorporarla naturalmente en este tiempo. Utiliza todos los recursos a su disposición (los del manual de la vieja escuela y los nuevos aprendidos con la oleada japonesa) y rodea a Radcliffe de manera impecable. No pude percibir si el ex-Potter actúa bien o mal, ya que sentí que no necesitaba de él para sumergirme en la historia. La casa (Eel Marsh) produce tantos sonidos que hay que escuchar para creer y la cámara trabaja tanto para sugestionarnos, que terminan por lograrlo. El relato es lineal y sus mayores logros se dan en la construcción de la atmósfera en la que están insertos los protagonistas. "The woman in black" es un film correcto, de los que aportan poco a la cartelera y que se lucen en los estantes de los videoclubes. Aunque claro, la novedad, esta vez, es ver a Daniel Radcliffe sin su Nimbus ni su varita de mago...
La cruzada de los niños La dama de negro es una nueva entrega de la recauchutada marca Hammer. Nadie sabe qué quiere decir ser parte en estos días de la casa Hammer, pero el nombre es capaz ofrecer un simulacro de algo parecido al producto de una calidad quizá no del todo desdeñable. Haciendo honor a lo que parece ser una distinguida perversión inglesa, cuyo linaje esté tal vez originado en Sabotaje, de Alfred Hitchcock, la película presenta una cantidad impensada de niños que mueren en circunstancias terribles. En la primera escena, un puñado de niñas angelicales interrumpe de pronto sus juegos y, de un modo aterradoramente coordinado, se arroja por la ventana, acaso guiado por la presencia espectral de la dama que tiñe el título de negro. Ese suicido absurdo no tiene ni por asomo la fuerza enigmática de la secuencia del principio de The Suicide Club, por ejemplo; esta vez las chicas parecen deslizarse levemente hacia la muerte, como si fueran bailarinas sonámbulas. Si embargo el director aparenta saber cómo establecer un clima de discreta angustia de entrada: enseguida se puede ver que La dama de negro es un modesto, casi silencioso productor de miedo; un artefacto aceitado con esmero que avanza con sigilo y discreción, a puros golpes de susto pertenecientes a la vieja escuela. Sin mucho esfuerzo, la película acepta ser leída como una proyección atormentada del miedo de los adultos a la muerte de sus hijos. Una madre pierde a su niño y el dolor se apodera de tal manera de ella que la pobre mujer decide terminar con su vida colgándose de una viga. Su fantasma es ahora una señora de luto perpetuo que ronda a los chicos del pueblo, vigilándolos y acechándolos con malevolencia en cada rincón. Cuando de pronto alguien advierte su presencia, se anuncia la muerte violenta de alguno de esos chicos. Como se ha dicho, La dama de negro hace gala de un terror a la antigua. Y lo hace bien. Si después del impacto inicial se establece la relación del protagonista con su entorno de modo bastante rutinario y con una buena dosis de palabrerío –el recién llegado recibe enseguida la hostilidad de los habitantes del lugar, al que llega para ocuparse de un asunto inmobiliario–, la película se dedica, de a poco, animada por una convicción que no por mecánica resulta menos conmovedora, al despliegue de una sucesión intermitente de gestos artesanales destinados a aterrorizar al espectador: caras que se aparecen de manera abrupta mirando a través de una ventana; figuras que se agitan misteriosamente en el fondo del plano; manos que se estampan sobre un vidrio. Como en una progresión maniática, la trama suma al espectro doliente de la mujer los de los niños muertos que regresan, también ellos errantes y sin paz, para cobrarse víctimas que pasan, a su vez, a integrar un ejército grotesco de almas perdidas sedientas de venganza. Con modestia y dedicación, La dama de negro reconstruye el espíritu paranoico de una pequeña sociedad en la Inglaterra de principios del siglo veinte en la que los vivos y los muertos se encuentran unidos por un hilo invisible de angustia. El pesimismo del final postula el carácter imperturbable de ese círculo maldito de desdicha a la vez que parece terminar de establecer la tensa vecindad entre realidad y superstición.
El viudo abogado Arthur Kipps (Daniel Radcliffe, en su primer rol luego del final de la saga de Potter) es enviado a un perdido paraje inglés para redactar la última voluntad de una anciana clienta y acomodar los papeles que ella dejara al cuidado de su familia. Sin embargo, y tras la reticencia de varios vecinos a acompañarlo, descubre que la mansión está habitada por el espíritu en pena de una dama que viste únicamente de negro. ¿Por quién guarda luto esta alma atrapada entre el mundo de los vivos y el de los muertos? El pueblo es el origen de una maldición escalofriante y Kipps se verá obligado a resolver el misterio si quiere salir con vida de allí. Dirigida por James Watkins (“Eden Lake”), esta producción forma parte de los intentos de la productora Hammer Films por volver a posicionarse dentro de la industria. Escrita por Jane Goldman (guionista de la despareja X-Men: Primera generación), La dama de negro le permite a Radcliffe encarnar un personaje adulto dentro de la densa atmósfera de este relato repleto de tragedias y muertes infantiles. La cuidada recreación de la época de la Inglaterra victoriana es el emplazamiento ideal para una historia donde las posesiones, la escritura autómata, las supersticiones y las leyendas folclóricas, toman carácter de auténticas manifestaciones de la vida más allá de la muerte. El film es un claro ejemplo del terror psicólogico que sugestiona, atemoriza, sin necesidad de grandes baños de sangre. Todo radica en descubrir quién es esta mujer y por qué se empecina en no abandonar la mansión.
El tono ligero del relato ayuda a que el resultado final sea agradable, pero el filme tiene un problema fundamental: el guión no dosifica adecuadamente la información y tiende a la sobre explicación. A los actores les cuesta mucho trabajo, y años, enterrar a los personajes que alguna vez fueron más famosos que ellos mismos y poder edificar una carrera. Y Daniel Radcliffe empieza la era post Harry Potter con este filme, La dama de negro, segunda adaptación audiovisual de la novela de Susan Hill. La mujer de negro es una película de fantasmas, ambientada a comienzos del siglo XX en una pequeña comunidad rural británica. Hasta allí llega Arthur Kipps, un joven abogado viudo quien se encuentra trabajando para poder vender los bienes de un cliente recientemente fallecido. La más notable de estas posesiones es un antiguo castillo abandonado al que solo se puede acceder cuando hay bajamar. Este es el segundo trabajo del realizador James Watkins, responsable de otro filme de terror, Eden Lake. En La dama de negro Watkins demuestra un profundo conocimiento del género creando atmósferas opresivas, casi irrespirables. Incluso, por momentos, causa espanto sin recurrir en demasía a los golpes de efecto. El resultado general es agradable, el tono ligero del relato ayuda a que esto ocurra, el nivel de las actuaciones es atendible y parejo. En este sentido es necesario comentar que Daniel Radcliffe se presenta como un actor dúctil, capaz de llevar una carrera más allá de Potter. Pero el filme tiene un problema fundamental: el guión de Jane Goldman no dosifica adecuadamente la información y tiende a sobre explicar cosas que a esta altura de la historia del cine todos comprendemos. Seguramente casi todo el público entendió antes que el protagonista cual es la relación que existe entre la mujer de negro y las muertes de los niños en el pueblo lo cual, además, resta suspenso. Sobre el desenlace del relato (los que no quieran recibir indicios sobre el final, dejen de leer a partir de ahora) en un intento desesperado, cuando Arthur Kipps pretende solucionar el problema que aqueja a todo el pueblo, se produce algo que podría entenderse como una poética devolución de favores. Y esa es una lectura que hace mejor y más interesante a La mujer de negro.
Ha pasado mucho tiempo desde la última película exclusivamente hecha por Hammer, un estudio con una larga trayectoria en cuanto a cine de terror y fantasía. Let me in y The Resident no cumplen los requisitos de una producción Hammer pues en estos proyectos no se pudo ver el potencial completo que la productora sabia entregar en el pasado. Ha sido el director James Watkins, realizador de la excelente y cruda Eden Lake, quien le ha devuelto la magia y el verdadero terror con The Woman in Black. El argumento no es más que el de otra película de fantasmas, pero esto no es necesariamente algo malo. Aquí lo interesante es como está enfocado y narrado el terror, haciendo Watkins mucho uso de diferentes técnicas que hoy en día están perdidas para asustar al espectador. El director le da al pueblo donde ocurrieron las tragedias un tono lúgubre y pesimista que hace que uno quiera irse de este lugar en el momento en que llega, sensación que se transmite gracias a la excelente interpretación de Daniel Radcliffe. Por otro lado, la casa donde ocurren los hechos está mucho más viva que el pueblo en sí, de una manera tenebrosa y gótica. El realizador logra así que los fantasmas puedan aparecer desde cualquier rincón de la mansión, sin necesidad de recurrir a efectos baratos de computadora. El otro recurso que Watkins usa constantemente es el silencio. Los espectadores estamos acostumbrados al ritmo normal de una película haciendo que sepamos aproximadamente cuanto suele durar un silencio antes de un susto, pero él los alarga más de lo normal para que a la hora de asustar esto provoque un mayor efecto por la sorpresa. Las interpretaciones de los actores en general son correctas, pero todo el peso de la película cae en Radcliffe. Esta es la primera película en llegar a nuestros cines donde el actor no interpreta a Harry Potter y sale muy bien parado. Daniel sabe poner todo el peso del film sobre sus hombros haciéndonos olvidar por completo al mago y preocuparnos por el bienestar de este indefenso abogado. The Woman in Black es terror de verdad, del más puro. En una época de sustos baratos y violencia a la máxima potencia solo para asquear al espectador, el film de James Watkins devuelve no solo a Hammer Films a su época dorada, sino que también al cine de terror, asustándonos con poco y nada pero con mayor efectividad que cualquier otra película. Uno sufre en la sala con todo el miedo que puede provocar, pero esa es la finalidad del film, hacernos sentir que en cualquier momento la dama de negro puede venir por nosotros.
La Dama de Negro (The Woman In Black), protagonizada por Daniel Radcliffe (Harry Potter) y dirigida por James Watkins (Eden Lake, 2008) es la nueva cinta de terror que nos llega esta semana. Basada en la novela escrita por Susan Hill, pero con algunas libertades editoriales típicas de cualquier adaptación. Sin necesidad de ser muy críticos, nos enfrentamos a una película de terror que se llena de los mismos clichés una y otra vez y repite la tan gastada fórmula de: viajero + casa abandonada + pueblo con historia = misterio que seguramente incluye fantasmas y muertes. Toda la película es terriblemente oscura, y no lo digo en el sentido de que existan entes paranormales, sino que la mayor parte de la trama se desarrolla en lugares cerrados y de noche, por lo que, obviamente, los juegos de sombras, movimientos imperceptibles y apariciones de la nada son la principal arma de la que se sirve la película. Si a eso le agregamos la típica edición de recorrer un lugar con la cámara y los sonidos que de la nada suben de intensidad, tenemos algunos brincos garantizados y no necesariamente porque en verdad estemos asustados. Salvo un par de escenas que sí logran sacar un buen susto, no hay nada que no hayamos visto en películas como Los otros, La profecía, Poltergeist, o por hablar más reciente, Actividad Paranormal. Los sustos están premeditados, así como la resolución del caso, aunque ésto hay que ponerlo aparte, porque difiere mucho de la obra original y creo que es lo que ligeramente rescata la hora y media de bostezos que me pasé dando en el cine, y el que por cierto, es hasta cierto punto filosófico: ¿Gracias? La fotografía es bastante buena, y Radcliffe entrega una sólida actuación, aunque le costará muchísimo trabajo que la gente deje de identificarlo con el mago Potter. Las actuaciones secundarias son transitorias, salvo Ciarán Hinds, que es quien lo acompaña la mayor parte del tiempo, la película se centra exclusivamente en el personaje de Daniel, Arthur Kipps quien es un joven abogado viudo que viaja a una casa abandonada para poner en orden los papeles y poder vender la propiedad, pero comienzan a sucederse asesinatos de niños y él tendrá que descubrir la historia y dar con la clave para que todo termine. La dirección, en ese sentido, no se compromete mucho al tener la mayor parte del tiempo uno o dos personajes en pantalla y no abusar de los efectos. Si quieren llevar a una chica asustadiza al cine para sentirla pegada a ustedes, háganlo, o si tienen por ahí a una hija adolescente es una buena opción para pasar un fin de semana. Pero si lo que buscan es cine de calidad, mejor ni se acerquen. P.D. Se los dejo de tarea a quienes la vean. ¿Alguien sabe que pasa con la perrita?
Entretenimiento 100% garantizado para todos los fanáticos del género y los no tantos. El cuento en sí es muy chiquito y simple y contiene largas escenas carentes de diálogo (aunque cargadas de mucha tensión), pero está tan bien narrado que mantiene una intriga constante ofreciendo más de un sobresalto al público asustadizo. La magnífica dirección logra..
Espectro que cumple pero no maravilla The Woman in Black es la 1ra película de terror que llega a nuestras pantallas este 2012 y debo decir que es una historia respetable, que atrae y que por momentos produce un poco de miedo y tensión en el espectador, algo que es mucho decir para los últimos exponentes del género. El problema es que estamos ante un producto "bueno" y no "excelente", ya que la trama del fantasma que viene a atormentarnos con su arsenal de malicias, apariciones misteriosas y ansias asesinas está muy agotado. Habiendo tantas mentes creativas y talentosas en el mundo del cine, ¿A nadie se le ocurre una trama donde el factor de miedo sea algo o alguien no convencional del género?, digo... algo que no sea un fantasma con ganas de vengarse, una joven poseída, monstruos del infierno o asesinos con doble personalidad. Recuerdo un gran peli de terror en la que el hijo con discapacidades mentales debe hacerse cargo de su madre enferma por unos días mientras el padre está de viaje... para demostrarse a sí mismo que puede controlar su problema, deja de tomar la medicación y poco a poco va perdiendo la noción del tiempo, de espacio, el control mental, se olvida de su madre enferma y suceden las cosas más terroríficas que se puedan ver en pantalla. A eso me refiero... ¡quiero algo nuevo, innovador y que me sorprenda! Como la falta de originalidad es generalizada, no puede ensañarme con "La Dama de Negro", que dentro de todo ofrece el mismo terror de siempre pero bien ejecutado. La historia trata sobre un joven abogado viudo con un hijo que es enviado a un pueblo tenebroso para vender una propiedad. El problema es que en esa casa deberá convivir con un espectro terrorífico que lo asechará hasta el final. La ambientación, el clima de la escenas, lo colores, la escenografía y las actuaciones son buenas, cumpliendo con lo que el espectador mínimamente quiere ver en un film como este. Me cuesta todavía despegar a Daniel Radcliffe de Harry Potter... por momentos pensaba... "WTF! Harry Potter con un hijo!! Esto no es creíble". "La Dama de Negro" es terror clásico y poco original puesto en pantalla con buenos recursos técnicos que realzan su valor y que logra entretener sin ser fantástica.
La mansión de los horrores Las historias de fantasmas y de apariciones siniestras siempre han tenido un enorme magnetismo sobre los guionistas, porque saben que hay mucho público encantado con la idea de asustarse dentro de una sala de cine. Los argumentos de este tipo de películas suelen ser un pretexto para que en la pantalla se den situaciones de tensión que conducen a un clímax que hace que el espectador salte de la butaca. A lo largo de la historia del cine han habido grandes filmes que respaldaron estos momentos con una sólida trama argumental. No es el caso de esta película dirigida por James Watkins y protagonizada por Daniel Radcliffe, quien está luchando para independizar su carrera actoral del fuerte sello que le imprimió el personaje de Harry Potter. El filme está correctamente ambientado en un pequeño pueblito de la Gran Bretaña de fines del siglo XIX; mientras relata una sencilla anécdota que implica la muerte en extrañas circunstancias de varios niños, la película se convierte en un muestrario de las típicas situaciones terroríficas de los filmes del género: se suceden entonces escenas en semipenumbra en las que se perciben movimientos en segundo plano, picaportes que giran, apariciones repentinas, juguetes mecánicos que cobran movimiento, puertas que se cierran (o se abren), chillidos y gorgoteos varios en la banda de sonido, melodías de cajitas musicales, truenos y relámpagos. El problema es que la trama que debe sostener este repertorio de escenas terroríficas resulta algo débil y, en muchos casos, también obvia. Lo curioso es que, a pesar de todo, el director logra su propósito y consigue darle varios sustos al espectador. Se apoya en una correcta fotografía y en una excelente ambientación, no sólo de los interiores de la siniestra mansión en la que se desarrolla gran parte del filme, sino en los desapacibles paisajes que la rodean. Y también en la tarea de los actores (Radcliffe incluido), que cumplen satisfactoriamente con su cometido.
Historia de aparecidos y niños víctimas de la vengativa dama del título que tortura a un crecido Daniel Radcliffe. Con lugares increíbles, mucha sugestión y suspenso, la historia de una casa con fuerzas siniestras y chicos que mueren sin razón, cumple con el cometido del susto sin estridencias en una realización imaginativa que tendrá a sus seguidores contentos si son fanáticos del género. Se muestra poco y se asusta en buena dosis
OTRAS DE FANTASMAS Película de fantasmas y apariciones, bien ambientada en un pueblito gris, árido. En las afueras está la lúgubre casona que esconde un terrible secreto. Allí debe dirigirse un joven abogado, viudo, que acepta esta tarea para no quedarse sin trabajo. La idea es poner al día todos los papeles para que esa negra residencia se pueda vender. Ignora que se mete en las entrañas de una leyenda que habla de chicos desaparecidos y de damas que aparecen. El filme tiene a su favor que deja a un lado las escenas sádicas de un género que cada vez exagera un poco más sus trazos gruesos y truculento. Y tampoco te atiborra de efectos especiales. Es un relato de corta clásico, con vidrios empañados, casas oscuras, ruidos inquietantes, apariciones, gritos y un desfile de personajes secundarios bien presentados. Y es también le crónica negra de una pérdida: el abogado, que sueña con su esposa muerta, se la pasa descubriendo tras las ventanas a mujeres fantasmas que huyen a su mirada. ¡Marche un analista por allá! (*** BUENA)
Potter contra los fantasmas Como la mayoría del cine británico que llega, esta película da un primer buen impacto, ambientando la acción en una superficie atractiva, de clima y estética notables. Es la Inglaterra victoriana y el joven abogado (Daniel Radcliffe, protagonista de la saga Harry Potter) quedó viudo recientemente, sólo con un hijo pequeño. Su desánimo y su apesadumbrada expresión son constantes, y quizá las razónes por las cuales la firma en la que trabaja lo ponga a prueba con un último y difícil trabajo: arreglar el papeleo para poner a la venta la antigua casa de una viuda fallecida. Para ello se traslada a una villa olvidada, a una mansión alejada, carcomida por la vegetación y cuyo camino al pueblo queda sumergido por las periódicas subidas de las mareas. La atmósfera es perfecta, los misteriosos lugareños dan muestra de hostilidad y creencias supersticiosas, la mansión luce recargada de ominosos objetos y juguetes antiguos y los fenómenos paranormales no tardan en surgir. Para colmo, el protagonista entra en conocimiento de que los niños del pueblo mueren regularmente en horrendas circunstancias. El comienzo del abogado llegando a una mansión remota es similar al de Drácula de Bram Stoker. La llegada a un pueblo afectado, la oposición racionalidad-superstición y la lúgubre fotografía recuerdan a La leyenda del jinete sin cabeza de Tim Burton; la aparición de la cadavérica dama del título rememora a muchas otras similares, entre otras la de la reciente y brillante Insidious. Luego de la introducción comienza la lógica y esperada acumulación de sustos, y aquí es que la película comienza a parecerse aún más a otras. Hay un niño fantasma similar al de Al final de la escalera (y también se incluye un desenlace casi idéntico), los crujidos, los portazos, los ruidos inesperados, la existencia de un cementerio en las inmediaciones de la casa parecen de Los otros. Las sorpresivas apariciones de espectros dolientes y resentidos deben mucho al terror asiático. Si bien los recursos son efectivos, hay buenos sustos y los climas se mantienen, cada vez se cae más en la cuenta de que no hay nada nuevo bajo el sol. El joven director James Watkins se lució en su horripilante y sorprendente debut Eden Lake (2008), y esta película lo confirma como un sólido cineasta que logra lo que se propone. Pero el guión, basado en una novela de Susan Hill, limita las posibilidades y la película sigue un camino convencional ya visto una infinidad de veces. La presencia de Radcliffe reafirma la sospecha originaria de que este filme no es más que un “paquete” bien pensado y concebido para el éxito comercial. Como tanto cine británico, la sorpresa y el impacto originales, causados por tan atractiva estética, se redondean y neutralizan con un espíritu conservador y la ausencia de un esperado segundo impacto, audiovisual o conceptual. Publicado en Brecha el 13/4/2012
Publicada en la edición digital #1 de la revista.
Cuiden a sus hijos La varita, los conjuros y todo el mundo fantástico del Colegio Hogwarts está muy alejado de la Inglaterra victoriana donde se desarrolla La Dama de Negro, el film que tiene a Daniel Radcliffe como protagonista. El ex Harry Potter parece buscar con este papel una forma elegante de irse, poco a poco, despegando de aquel inocente niño con anteojos que hechizaba al mundo entero. Y como todo ser humano, creció. Y de un libro, saltó a otro, en esta ocasión a la novela homónima de Susan Hill escrita en 1982. La trama gira alrededor de un joven abogado londinense, Arthur Kipps (Daniel Radcliffe) que se ve obligado a dejar a su hijo de tres años para viajar a Crythin Gifford, un pueblo en el que el tiempo parece haberse detenido. El letrado deberá ocuparse de los asuntos de un cliente recientemente fallecido, propietario de la mansión Eel Marsh. Para la decoración, encontraron una construcción del período Jacobino y recrearon el sombrío y extraño pueblo de Crythin Gifford, en Halton Gill (Yorkshire), un lugar real donde el tiempo también parece haberse detenido en la vida real, con casas originales de hace cuatrocientos años. Técnicamente se trabajó para lograr las atmósferas deseadas, con una sola fuente de luz para iluminar el set. Y en esa alejada propiedad, la cual hay que llegar a través de un camino que se anega por la marea durante varias horas al día, Kipps trabaja en solitario. Y acá este thriller es donde tiene pulgares arriba: el clima hostil, la lúgubre locación y esa asfixia hacia lo desconocido en la cual el protagonista se sumerge. Además de esto, aparece la siniestra figura de una dama de luto que presagia situaciones catastróficas para un pueblo, supersticioso, que no puede entender el porqué varios niños mueren. “No persigas a las sombras” es una de las frases que escuchará el abogado antes de decidir trabajar toda una noche en la mansión. Y como sucede en varias películas del estilo, el espectador querrá que pronto salga el sol: crujidos, apariciones y hasta inquietantes juguetes ambientan el caserón que poco a poco irá develando pliegos de sus más oscuros secretos. El guión varias veces parece quedar trunco o tiene giros insólitos de excesiva autojustificación. El “no aclares que oscurece” es una constante en la narrativa de La dama de negro dirigida por James Watkins, creador de la gran película Terror en el Lago (Eden Lake). Un final abrupto refuerza un argumento que nunca termina de sostenerse deja flotando varios interrogantes: ¿quedará Daniel Radcliffe estigmatizado en personajes oscuros? ¿podrá separar su semblante de la pottermanía que desató su mágico personaje?
No es fácil causar el efecto que se pretende en un determinado género. Y menos en el mundillo de las películas de terror, que se nos presenta cada vez más trillado e insustancial. No es necesario ser un genio del cine (a pesar de que hay varios), sólo se tiene que saber combinar y hacer complementar los elementos que hacen de un determinado film algo realmente bueno y que de gusto ver. En “La dama de negro” (“The woman in black” de James Watkins) hay un poco de ambas cosas. Resulta tener un guión trillado y común que no aporta demasiado pero que si vemos la cinta tampoco disgusta, de hecho asusta, y logra uno de sus cometidos: ser entretenida y que no puedas verla solo. A pesar de esto, varias escenas son predecibles y en vez de invitar al clásico sobresalto, logra anticipar lo que ocurrirá. Y esto en un film de terror no puede pasar. A su vez, Daniel Radcliffe parece meterse de lleno en el personaje del joven abogado Arthur Kipps y cubrir estos vacíos, pero no es posible despegarse de su personaje en “Harry Potter”. Le faltaría virtuosismo, variedad de gestos y dejar atrás el estilo de “Harry” para enfrentar realmente un papel distinto. Sin embargo, y como se dijo anteriormente, logra llenar las falencias de esta película: un terror gótico mezclado con un drama que puede llevarse a cabo por un actor común y silvestre. Que es un film de terror y misterio, eso quedó claro, pero…¿porqué decimos drama?. El protagonista vive con recuerdos constantes y emociones violentas (expresadas mediante flashbacks) que hacen que viva constantemente en agonía, tristeza, dolor, y que enfrente un trauma que no lo deja en paz: su mujer murió luego de dar a luz a su hijo. Este elemento junto al terror gótico hacen que la cinta resulte llevadera. Y ya que hablamos de gótico, la película tiene muchos elementos “burtonianos” (por Tim Burton) que nos recuerdan a la genial “Sleepy Hollow”. La neblina, los escenarios, el vestuario, el ruido de los caballos y las carretas, los cuervos, el cementerio, las hojas caídas de otoño, las campanas, las fotos en sepia y fundamentalmente, la época en la que se sitúa la historia. Aquí sobresale un buen trabajo de fotografía que logra ese efecto grisáceo de pueblo fantasma. La banda sonora es casi nula. Sólo acompaña algunos sobresaltos y varias situaciones dramáticas representando la muerte, pero no mucho más que eso. Un típico drama de espíritus bien logrado, con un actor adaptable al papel, con final inesperado, pero con un guión pobre y redundante y que por eso no deja de parecerse en demasía a las demás películas de su estilo. 2,5/5 NE Ficha técnica: Título original: The woman in black Dirección: James Watkins Guión: Jane Goldman Estreno en Argentina: 9 Febrero 2012 The Woman in Black Género: Drama / Terror / Thriller Origen: Reino Unido / Canadá / Suecia Duración: 95 minutos Clasificación: Apta para mayores de 13 Distribuidora: Diamond Films Web: http://www.womaninblack.com