Mamma Mia! 2: Música y nostalgia. Luego de 10 años de espera, llega la secuela del film más cantado por todos. Diez años atrás, nos quedamos todos reviviendo las canciones de Abba. Con esas canciones, reconocidas a través de generaciones, y que nos contaba una historia que traspasó el teatro y llegó a la pantalla grande. Ahora, la música está de vuelta. Y el elenco también. Con el mismo ritmo y sentimiento que la película anterior, esta vez nos adentramos en la historia que quedó sin contar en la primera vez: ¿cómo se conocieron Donna, Sam, Bill y Harry? La narración parte de un punto de vista nostálgico, ya que – SPOILER – Donna falleció hace un año y todos están aún procesando lo sucedido. Principalmente, los más afectados son Sophie (Amanda Seyfried) y Sam (Pierce Brosnam). La primera lleva un año remodelando el hotel para cumplir el sueño de su madre, mientras que el segundo parece tener dificultades en aceptar su nueva realidad, a pesar de que no haya dejado de intentarlo. Así comienza este film, que tiene tanta música como el primero. A pesar de la tristeza inherente del punto de partida, la película no es, bajo ningun concepto, triste. Apela a las relaciones de ellos para hacernos sentir bien y lo hace sin repetir canciones (casi – Mamma Mia!, Waterloo y Super Trooper hacen una aparición en escena). Cómo se podrán imaginar, la historia cuenta una buena parte de la misma en el pasado, ya que el foco está puesto en una joven Donna y compañía. El papel fue a Lily James (La Cenicienta, Baby: Aprendiz de del Crimen). Junto a ella, conocemos el lado no contado de la vida de Donna y como conoció a los tres padres de su hija. James logra captar la esencia del personaje creado por Meryl Streep de manera excepcional. Alegre, atrevida y dinámica pero sin el cansancio que, por obvias razones, la versión de Streep posee en la original. Y nos presenta un poco más a la Donna antes del bebé, que hasta el momento es casi una criatura mítica. Junto a Donna conocemos a las Dinamo jóvenes y te hacen dudar si no están relacionadas a las adultas: Jessica Keenan Wynn hace de Tanya, el personaje de Christine Baranski, y Alexa Davies (Down the Caravan) es Rosie, antes interpretado por Julie Walters. No obtenemos tantas novedades de ellas, pero como en el caso de James, es imposible dudar que son las Dinamo. El foco recae, más que en las chicas, en los chicos. Para estos papeles, los actores elegidos fueron Josh Dylan (Allied) en el rol de Bill, Hugh Skinner (Les Miserables) como Harry y Jeremy Irvine (Billionaire Boys Club) es Sam. Junto a ellos, al fin vemos como los chicos llegaron a la vida de Donna y responden una pregunta crucial: ¿en qué orden entraron en la vida de ella y que rol jugaron? De una u otra forma, nos terminan de contar la historia de como la joven Sophie terminó con tres posibles papás. Como con las chicas, nos ayudan a completar nuestra imagen de sus personajes y a entender mejor sus motivaciones. Esto es crucial en el caso de Sam y su viaje a casa (para los que no recuerdan, para cancelar su compromiso). Así como estos actores aportan a la historia, hay otros que no tanto. Ese es el caso de los de Cher y Andy García. La primera tiene el papel de Ruby, la misteriosa madre de Donna, ese ente legendario que mejor ni nombrar según las Dinamo. El segundo, por su parte, se llama Fernando Cienfuegos y es el nuevo manager del hotel. Además, el mundo es muy pequeño en este film y él resultará ser – SPOILER – el amor perdido de Ruby (sí, es el padre de Donna). Desde un punto de vista emocional para los personajes, su aparición completa el retrato familiar de Sophie hacía el final de la película. Esto es importante porque es el exacto opuesto del inicio de la original: de solo una madre vs. toda una gran familia (sans madre). Por el contrario, desde un punto de vista narrativo, su presencia en la historia se siente forzada de a momentos, pero no afecta el ritmo ni el desarrollo historia. Pero incluso con estas consideraciones en mente, es un película para disfrutar, ya sea que nos enfoquemos en los hermosos paisajes de Grecia, la impecable fotografía, la música o la historia. Sólo te advierto: las risas y las lagrimas estarán a la orden del día.
Después del éxito de la primera peli, versión para el cine del también exitosísimo musical, mas una recaudación jugosa, los productores no dudaron en armar una segunda parte, que en realidad, en los recuerdos del personaje de Amanda Siegfried, es una precuela con la verdadera historia de “Donna” desde el momento de su graduación hasta que se afinca en la isla y se da cuenta que esta embarazada, luego de haber tenido tres amores, mas otra línea de tiempo actual. Ahora el rol principal esta a cargo de Lily James (“Cenicienta”, “Baby Driver”) acompañada de un afiatado y talentoso elenco joven que hacen a la perfección cada numero musical. Pero por supuesto hay tiempo de lucimiento para Amanda Siegfried, Pierce Brosnam, Stellan Skarsgârd, Colin Firth, las inefables Christine Baranski y Julie Walters. Y por si esto fuera poco las sorpresa de Cher y Andy García. Y aunque de entrada se cuente del personaje de Meryl Streep que murió, esta siempre presente y aparece en un momento emotivo. Así como la primera era una alocada comedia donde la diversión, las confusiones y el descubrimiento de quien era el verdadero padre de la hija de Donna, tenía un predominante estilo festivo y gracioso, aquí el acento esta puesto en la emotividad, la nostalgia y la búsqueda de la lágrima y se la ve definitivamente cursi. Los productores son los mismos, la música de Benny Anderson y Bjôrn Ulvaeus, mas la colaboración de Anne Dudley, con sus canciones tan conocidas, los suecos son además productores ejecutivos. La dirección y el guión de Ol Parker es lo mejor, le otorgó a todo el film una mayor fluidez y coherencia en todo su desarrollo, y una integración y un dinamismo apabullante a las geniales coreografías. Si usted es un amante del musical no se lo puede perder, pero si no le gusta el género puede ser el comienzo de una bella adicción.
Bailar y amar para siempre Música, nostalgia y romance, una tríada que en la pantalla grande siempre ha dado grandes resultados, y que en Mamma Mia! Vamos otra vez (Mamma Mia! Here We Go Again, 2018) consolida un maridaje que hará delirar a los fanáticos de la saga y, principalmente, a los seguidores de ABBA. Cuando en 2008 Mamma Mia! desembarcó en los cines, el éxito de esta adaptación de la obra inspirada en las canciones del mítico grupo sueco, no tomo de sorpresa a los productores, quienes automáticamente imaginaron una posible secuela para un futuro cercano. Desandando el legado de su madre Donna (Meryl Streep), la joven Sophie (Amanda Seyfried) se propuso restaurar el hotel que heredó como una manera de mantener vivo su recuerdo y espíritu. Separada por el océano de su marido (Dominic Cooper), quien recibe un ofrecimiento para radicarse en Nueva York, Sophie se debate entre la inauguración de la villa y el acompañar a su esposo en la nueva aventura que le ofrecen. Sus padres (Pierce Brosnan, Stellan Skarsgard, Colin Firth) y amigas de la madre (Julie Walters, Christine Baranski) recuerdan a Donna en silencio, y entre esa nostalgia y el presente de Sophie, el guion de Mamma Mia! Vamos otra vez construye su estructura narrativa, la que, apoyada en las clásicas y recodadas canciones de ABBA tendrán una nueva chance de reencontrarse con los fanáticos y construir sentido en la película. En un momento a uno de los personajes le dicen “pensar es un error”, y en esa línea hay también una toma de posición sobre el espíritu que presentará el relato, una comedia romántica musical sin mensajes, que respeta las convenciones del género, suma algunas licencias -principalmente temporales-, para consolidar su relato y desarrollar la historia. El pasado de Donna, interpretada por Lily James, trazará una línea del guion, para desarrollar cómo conoció a cada uno de los posibles padres de su hija, sus primeros pasos en la isla y la decisión de avanzar en solitario con su embarazo (resultado que dio origen a la primera Mamma Mia!). La otra encontrará en el presente a Sophie, con la remodelación del hotel y su dolor por una posible separación. Entre esos dos universos la película avanza con su potente relato, el que, a diferencia de la primera entrega, utiliza narrativamente cada una de las canciones con precisión y respeto. Si en la anterior los números musicales se sucedían casi sin hilo con la historia, en esta oportunidad van construyendo un vínculo con cada una de las escenas, con los personajes y, principalmente, con el espíritu nostálgico que envuelve a toda la narración. La música y el recuerdo son parte de su propuesta, desarrollando una historia que supera a su predecesora y que dispara ya una posible nueva entrega centrada en los hijos de Sophie. El recuerdo de ABBA se encadena automáticamente al de Donna, su presencia latente en toda la película es una decisión que supera la mera evocación, de hecho, al verla de joven, con su espíritu libre y frescura, no hay un solo momento para detenerse en el hecho que la Donna adulta no ande revoloteando por los cuartos y playas del lugar como en la primera parte. Frescura en los diálogos, humor (atentos a ese empleado de migraciones), sencillez en las coreografías, logradas interpretaciones, y momentos que renuevan la energía de la historia, hacen de Mamma Mia! Vamos otra vez un entretenimiento sincero que en sus premisas propone un juego que incluye al espectador y lo invita a amar, cantar, bailar y emocionarse como a cada uno de sus protagonistas.
ABBA y sus canciones son un clásico que no defrauda, y eso lo pudimos comprobar hace diez años con la primera película, que surje del exitosísimo musical de Broadway que relataba la historia de Donna (Meryl Streep), su hija Sophie (Amanda Seyfried) y sus tres posibles padres: Sam, Bill y Harry (Pierce Brosnan, Stellan Skarsgard y Colin Firth), Sophie estaba a punto de casarse y Donna no le había dicho a Sophie quién era su padre porque no lo sabía, y su hija los había invitado a los tres. Esa es una breve reseña de la primera parte. En su continuación, Sophie acaba de remodelar el hotel de su madre y se acerca la inauguración. Por éste motivo invita a sus tres “padres”, a las “Dínamos” (Christine Baranski y Julie Walters) compañeras de banda de música de su madre en la juventud) y a todo el pueblo. También su novio (Dominic Cooper) se ocupa de invitar a su abuela, un ícono a esta altura, como Cher. El Gerente del Hotel es Andy García,quien se guarda un as en la manga que no voy a revelar,lo que sí está claro es que la película rebosa de estrellas. La historia relata mediante flashbacks cómo Donna conoce a sus tres galanes (el papel de la joven Donna está a cargo de la encantadora Lily James) y de cómo se sucedieron los hechos desde la graduación hasta el nacimiento de Sophie. Todo ésto con un arsenal de canciones así que los fanáticos van a estar extasiados. Los números musicales son lo mejor del film, perfectos y en sincro, es increíble ver tanta gente a la vez, haciendo todo tan perfecto. Ya dije que el elenco es numeroso y son todos conocidos pero cada uno tiene un momento para lucirse y Meryl Streep no tiene muchos minutos, pero vaya si los aprovecha...son los momentos en los que el film apela a la emoción y la actriz y su hija logran conmover. Sin dudas, una película entretenida,bien actuada, con el equilibrio justo entre el humor y la emoción que se centra en los lazos familiares y en la amistad y, entre canciones, (cada una puesta en el lugar correcto) y paisajes maravillosos, nos lleva en un viaje soñado de música, amor y alegría. Nota: los fanáticos van a encontrar una sorpresita... ---https://www.youtube.com/watch?v=rnK9F2BjlQQ TITULO ORIGINAL: Mamma Mia: Here We Go Again! ACTORES: Amanda Seyfried, Lily James. Meryl Streep, Christine Baranski, Colin Firth, Pierce Brosnan, Jeremy Irvine, Dominic Cooper,Stellan Skarsgård, . Cher, Julie Walters, Andy Garcia. GENERO: Musical , Comedia . DIRECCION: Ol Parker. ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 116 Minutos CALIFICACION: Apta todo público FECHA DE ESTRENO: 19 de Julio de 2018 FORMATOS: Imax, 2D.
¿Es que quedaron clásicos, hits de Abba que no estuvieran en la Mamma Mia! original? A diez años de Mamma Mia! (2008), Meryl Streep sonríe desde una foto. Es que Donna murió, no se sabe cómo ni en qué circunstancias. Pero en el afiche Meryl Streep está. Y en uno de los tráilers hasta canta. La hija, Sophie (Amanda Seyfried, para quien no ha pasado la década ganada), planea una gran fiesta de inauguración del Bella Donna, el hotel que quiere abrir en honor a su madre en esa isla paradisíaca Kalokairi, en Grecia. Donna no se llevaba bien con su madre, o sea, la abuela de Sophie. Y eso lo sabemos porque Mamma Mia! Vamos otra vez es la secuela, sí, pero también es la precuela: es 1979 y una joven Donna (Lily James, de La Cenicienta) egresa en Oxford, deja a sus dos grandes amigas y conoce en su viaje rumbo a Grecia a Harry en Paris, a Bill el sueco y también a Sam. Para quienes no vieron la primera, Sophie no sabe cuál de los tres es su padre -Donna, tampoco, y ellos, menos-. Así que los quiere a los tres por igual. “Si pensás demasiado no serás feliz”, dicen por ahí. Así que a ser felices y no pensar demasiado. Si alguien pagó la entrada es porque la pasó bien con la primera. Así que, a sumar hits, y si no hay más hits, repitamos Dancing Queen que es rendidor y listo. La comedia musical tiene sus códigos, y acá se respetan. Todos tienen que cantar y bailar. Pierce Brosnan, que no baila sino bailotea, y no canta sino que musita, como en la primera, cumple. Andy García, a años de ser uno de Los Intocables de Eliot Ness, o el sobrino bastardo de Michael Corleone en El Padrino III, vuelve -como en la reciente Cuando ellas quieren- a ser el amante de una mujer mayor. Si vieron el tráiler, o leyeron los créditos o vieron el afiche estadounidense tendrán una pista de quién estamos hablando. Otra pista: esa actriz -y cantante: aquí entra más por lo segundo que por lo primero- se parece cada día más a Susana Giménez. Y tiene aquí un look a lo Pennywise, el payaso maldito de It. Caminar bien acompañado en una isla a la luz de la luna debe ser impagable. Sophie puede dar fe de ello, y los espectadores de esta secuela, también.
Hace exactamente diez años se estrenaba Mamma Mia!, mediocre musical basado en las populares y pegadizas canciones del grupo sueco ABBA. El éxito comercial en todo el mundo (en la Argentina sumó 400.000 entradas) hizo que buena parte del elenco se reuniera con algunas deserciones (Meryl Streep tiene esta vez poco más que un cameo) y otras bienvenidas incorporaciones, como la de Lily James. De hecho, James de alguna manera "reemplaza" a Streep, ya que interpreta a Donna de joven, en esta mezcla de secuela y precuela. La acción pendula entre 1979, con la Donna de James viajando hacia y luego instalándose en la paradisíaca isla griega y manteniendo sendos romances con Bill (Josh Dylan en el personaje que de adulto interpreta Stellan Skarsgård), Harry (Hugh Skinner como la versión juvenil de Colin Firth) y Sam (Jeremy Irvine como "precursor" de Pierce Brosnan), y la actualidad. Así, mientras descubrimos los orígenes de la historia, el guionista y director Ol Parker narra también el presente, con la hija de Donna, Sophie (Amanda Seyfried), tratando de cumplir el deseo de su madre de inaugurar con una multitudinaria fiesta el hotel de sus sueños. No conviene anticipar nada más, pero las letras de los clásicos de ABBA servirán otra vez para acompañar las desventuras afectivas y los vuelcos emocionales de los personajes. El principal problema de Mamma Mia! Vamos otra vez es el desnivel entre una luminosa James y una apagada Seyfried en las subtramas que se van presentando de forma casi paralela. Y, en una decisión incomprensible, el personaje de James -que había bendecido la película con su irresistible sonrisa- prácticamente desaparece durante la media hora final. De todas maneras, Mamma Mia! Vamos otra vez es una película que cumple exactamente con lo que promete: una apuesta kitsch, un pastiche sentimental sin temor al ridículo (e incluso jactándose de él), con la misma capacidad para reírse de y con los personajes con el que un grupo de amigos enfrentan una noche de karaoke (cantando temas de ABBA, por supuesto). No apto para puristas del musical ni mucho menos para espíritus cínicos, se trata de una propuesta que necesita (exige) que el espectador entre y acepte los códigos, guiños y convenciones que propone. Una vez aceptado el juego cómplice, hay espacio y motivos para unos cuantos pasajes de disfrute sin culpa.
“¡Mamma Mia! Vamos otra vez”, de Ol Parker Por Jorge Bernárdez La principal característica de las segundas partes suele ser que se cuenta la misma historia con leves variantes, esto se cumple a menos que estemos en presencia de una trilogía. Mamma mía, vamos otra vez cumple con la idea de que que la gente quiere ver la misma historia, casi como los chicos que ponen las películas en loop. Diez años después de aquel hitazo que llevó a la pantalla la comedia de Broadway que usaba el repertorio de Abba, el mayor producto de exportación sueco, llega la segunda parte. Por las dudas de que no se acuerden de que iba aquella película y solo les haya quedado en la cabeza las pegajosas melodías livianas de Abba, sus canciones hacen mover la patita aún a los más reacios y amargados que no son capaces de bailar nada, como el autor de esta nota sin ir más lejos. El asunto en aquella película se trataba de una chica a punto de casarse que Sophie ( Amanda Seyfried) que descubre en el diario íntimo de su madre que existen tres posibles responsables del embarazo que le dio vida y a espaldas de Donna (Meryl Streep) y los invita a los tres para que juntos a las mejores amigas de Donna desentrañen quien es el progenitor. La película era una comedia liviana en la que todos los implicados se divierten con la trama y cantando a bailando los éxitos de Abba. El nuevo capítulo se divide en dos para contar por un lado la historia de la hija de Donna como propietaria del hotel en la paradisíaca isla griega, que está dispuesta a realizar una fiesta de inauguración a todo lujo. Todos los actores de la primera película vuelven para ayudar a Sophie y recordar a Donna que ha fallecido hace un tiempo. La otra parte de la película es la trama que conectó a Donna allá por los ochenta con los tres galanes europeos con los que se involucró sentimentalmente, una trama que terminó en el embarazo de Donna y el nacimiento de Sophie. El principal problema del relato es que las canciones más poderosas de Abba fueron usadas en la película anterior pero digamos que un lado B de Abba sigue siendo interesante de escuchar. Al elenco masculino original (Pierce Brosnam, Colin Firth y Stellan Skargard) se suma Andy García y por la parte femenina se agrega la abuela de Sophie que es nada menos que Cher, que ya se sabe que se apresta a sacar un disco con temas de Abba. La película es tan liviana como la primera, algo sentimental, con bellas imágenes, bellos paisajes y una alegría pop imbatible que termina por doblegar al ser más oscuro. ¿Cómo puede ser mala una película donde todo el elenco termina cantando y bailando vestidos como se vestía Abba en sus años de esplendor? Levanten el cachete, pidan sus pochoclos y no piensen que ese hotel en Grecia se reabrió en el medio de la peor crisis económica de ese país y que en dólares a la rubia Sophie todo le debe haber salido barato, aún cuando haya dado propinas generosas. ¡MAMMA MIA! VAMOS OTRA VEZ Mamma Mia! Here We Go Again. Estados Unidos/Reino Unido, 2018. Guión y dirección: Ol Parker. Intérpretes: Amanda Seyfried, Lily James, Pierce Brosnan, Colin Firth, Stellan Skarsgård, Meryl Streep, Cher, Andy Garcia, Julie Walters y Christine Baranski. Fotografía: Robert Yoeman. Música: Benny Andersson y Björn Ulvaeus. Edición: Peter Lambert. Distribuidora: UIP (Universal). Duración: 114 minutos.
Después de diez años regresa el musical Mamma Mía! al cine, esta vez con una película dirigida por Ol Parker y que funciona como secuela y al mismo tiempo precuela de aquella protagonizada por Meryl Streep. Pasó un tiempo y las cosas no están igual en el hotel que Donna (Meryl Streep) supo llevar a cargo ella sola. Ahora se encuentra Sophie intentando hacerlo renacer al mismo tiempo que parece morir su matrimonio. Es otro hotel, con renovaciones y algunos cambios, pero es el mismo, y su reinauguración inminente promete reunir a los personajes de aquella inolvidable entrega y al mismo tiempo suma algunos nuevos. También Sophie comienza a reconectarse con su madre de un modo especial y ésta es la excusa para mostrarnos cómo empezó todo, cómo una joven Donna (interpretada ahora por Lily James) decidió un día que para descubrirse tenía que irse y así llegó a Grecia y en el camino conoció a tres muchachos aunque con ninguno pudo tener aquello que deseaba. Hay dos líneas narrativas que van intercalando su protagonismo a lo largo del relato. Al principio, toma mayor importancia y tiempo aquella que tiene como protagonista a Donna de joven y el momento en que un viaje a Grecia le cambia la vida de un modo distinto al que tenía pensado; luego se centra más en el hotel ahora llamado Bella Donna, el regreso de los tres padres de Sophie y la esperada aparición de Cher como su abuela. Si algo nos demostró Mamma Mía! hace diez años es que para que un musical se quede con uno no tenía por qué contar con artistas profesionales de la comedia musical. Podían desafinar o moverse en sus pasitos de manera algo torpe, pasaba con sus dos grandes protagonistas: Meryl Streep y Pierce Brosnan. Y sin embargo desprendían carisma y autenticidad, porque parecían divertirse sin miedo al ridículo. Eso mismo vuelve a repetirse acá. Por otro lado, el verdadero esqueleto de la película son las canciones de ABBA, ahora más funcionales que nunca. se repiten los hits que esperamos y necesitamos escuchar pero se suman unas cuantas canciones que tiran buena letra a la historia. Así, el guion toma lo que tiene frente suyo aunque en el camino deje colgadas algunas situaciones y personajes que podrían haberse aprovechado mejor (por ejemplo ahondar en la relación de Donna con su madre). Con una dirección notable que aprovecha los recursos que ofrece el género musical y al mismo tiempo los que le ofrece el cinematográfico, interpretaciones frescas que se perciben siempre muy genuinas y la nostalgia a flor de piel con las canciones de ABBA, Mamma Mía! Vamos otra vez es una película que apuesta antes que nada a enaltecer la figura de la madre, ésa es la gran historia de amor que tienen para contar esta vez. Imperdibles resultan además el último número musical, en el que se encuentran todos los personajes y entre ellos, y la escena post créditos.
Odiada y amada en partes iguales, Mamma Mía!,adaptación del musical homónimo de Broadway, fue un producto que ha dejado su marca en la taquilla mundial de la mano de dos elementos destacables: un elenco tan multiestelar como carismático y la nostalgia por las canciones del grupo Abba. Con una demora de diez años respecto de la primera, y siguiendo la tradición Hollywoodense tan vieja como el tiempo de “si algo salió bien, repetílo”, aquí llega Mamma Mía! Vamos Otra Vez. La Reina del Baile Sophie (Amanda Seyfried) está ultimando los detalles de la restauración del Hotel al que su recientemente fallecida madre, Donna (Meryl Streep), ha dedicado una gran parte de su vida. Mientras lidia con las complicaciones de los preparativos y el costo que estos tienen sobre su matrimonio, Sophie descubrirá también la historia de cómo su madre llegó aquí en primer lugar hace casi 40 años. En materia guion, no esperen ninguna coherencia narrativa o de desarrollo de personajes, porque no la encontrarán en ningún momento. Los conflictos presentados en la película son resueltos milagrosamente y el tema de “no estar sola” que pretende desarrollar no tiene ni pies ni cabeza, ya que tanto en la línea narrativa de la secuela como de la precuela si hay algo que la protagonista está es acompañada. Concretamente hablando, las secuencias del guion parecen estar construidas no tanto hacia una progresión narrativa sino para proveer paso a paso la materia prima de la siguiente canción de Abba a ser homenajeada. Dicha cuestión queda rotundamente aclarada con cómo justifican la presencia del personaje de (y la elección de incluir a) Cher. Una “cereza del postre”, por decirlo de alguna manera, que establece de plano y sin ningún lugar a dudas aquello a lo que verdaderamente ha apuntado esta película todo el tiempo. Sin embargo, hay puntos a favor: Mamma Mía! Vamos Otra Vezcuenta con un ritmo ágil y provee algunas risas efectivas, casi siempre de la mano de las amigas de la protagonista, tanto en la precuela como en la secuela. En materia actoral, el elenco preexistente entrega interpretaciones decentes. Con quienes dan vida a las versiones jóvenes de dichos personajes, si bien salen con mucha dignidad, a menudo salta a la vista su esfuerzo por imitar a los actores de sus versiones adultas. En materia técnica tenemos un dinámico trabajo de fotografía y cámara que va a la par de la fluida coreografía de las canciones. Aunque este aspecto es esperable, lo que verdaderamente merece mención es cómo pasan de pasado a presente en el mismo plano sin que el espectador se percate del punto de corte. Un truco en el que insisten, pero no llegan a abusar. Conclusión Mamma Mía! Vamos Otra Vez es un producto mandado a hacer para una audiencia leal, cosechada durante la primera película. Quienes amaron aquella, amarán está, mientras que no tiene nada que pueda convencer a sus detractores. Es, dentro de todo, un producto entretenido a pesar de sus deficiencias narrativas.
Secuela del musical de 2008, "Mamma Mia!: Vamos otra vez!" de Ol Parker es todo lo que podíamos esperar que fuese; por esa sencilla razón sale ganando. Debe existir algún diccionario ilustrado de frases cotidianas en el que, al lado de placeres culposos encontramos una imagen ejemplificadora de "Mamma Mia!". El film que en 2008 dirigió Phyllida Lloyd, adaptando el famoso musical de Broadway, traspasó la barrera de las llamadas chick flicks como cualquier comedia romántica popular, para convertirse en una referencia inmediata de esas películas que todos vimos, aunque sea “de a cachitos” pero que no nos gusta admitir que lo hicimos, o la pasamos bien viéndola. Es más, originalmente su paso por la taquilla no fue un rotundo éxito. Pero siendo de esas películas que se eternizan en el cable, forman parte de la cultura pop actual. ¿Era un buen film "Mamma Mia!"? No, un simple análisis técnico le encontraría miles de problemas que van desde una historia pobre y torpe a los conocidos problemas de entonación de algunos de sus actores. ¿Entretiene? Sí, mucho. ¿Tenía otra función? No. ¿Era un buen film entonces? Sí. Diez años después, en secreto, queríamos más de las aventuras de Donna & The Dynamos, de su hija, y de los tres hombres que se disputaron su paternidad. Por eso, acá está "Mamma Mia!: Vamos otra vez!", un fan service absoluto e inimputable. Lloyd, que siempre fue más directora de teatro (de hecho, era la directora del musical en el teatro), dijo adiós y en su lugar llega Ol Parker, con una trayectoria no tan extensa en la dirección, dos películas previas, un melodrama ("Now is good") y una amable comedia romántica lésbica ("Imagine You & Me"). Eso sí, ambas son chick flicks natas, por eso era el director ideal para esta secuela. Un hombre con experiencia en “productos femeninos” que no le huyen al lugar común (es guionista también de ambas "Hotel Marigold"), y que no antepondría su nombre delante de la película. Parker también se encargó del guion, pero otro nombre puso acá su firma, Richard Curtis. Hombre detrás de "Realmente amor", "Cuestión de tiempo", y otras que no dirigió pero sí guionó y llevan su espíritu como "Notthing Hill", "Cuatro Bodas y un funeral", o "Bridget Jones". La presencia de Curtis es fundamental en "Mamma Mia!: Vamos otra vez". Todo comienza años después de los hechos de la primera película. Sophie (Amanda Seyfried) planea abrir el hotel Bella Donna en honor a su madre (Meryl Streep), en la misma isla griega. Tiene todo listo para la inauguración, sólo le falta algo, confirmar a varios invitados, entre ellos, los más importantes, dos de sus tres padres, Bill (Stellan Skarsgård), y Harry (Colin Firth); y sobre todo su marido Sky (Dominic Cooper), a quien le han ofrecido un tentador trabajo en Manhattan; lo que haría peligrar la relación. Sophie se siente sola, siente que podrá lograrlo sin la ayuda de los suyos; y es momento de preguntarse ¿Cómo hizo Donna en su momento? Partiendo de esa base, Mamma Mia!: Vamos otra vez es a su vez precuela y secuela. Veremos los hechos que en la primera película nos habían contado por arriba. Mientras volviendo al presente Sophie prepara todo para la inauguración. En 1979, Donna (Lyly James) termina la universidad y viaja a varios puntos europeos en busca de su lugar, y ya oyó de la isla Kalokairi y presiente que ese es su lugar en el mundo. Donna conocerá a Harry (Hugh Skinner) en París, un chico virgen que quiere debutar con ella. El playboy Bill (Josh Dylan) la ayuda a llegar a la isa. Una vez en Kalokairi conocerá al amor de su vida, Sam (Jeremy Irvine). Todos sabemos que de esos encuentros, nacerá Sophie, pero para para eso, habrá que esperar. A diferencia de la primera, "Mamma Mia!: Vamos otra vez" habla menos del romance que de la necesidad de estar rodeado de afectos que nos contengan; de encontrar su lugar en el mundo, y ahí establecerse con los suyos. Sí, es Richard Curtis, el hombre que entiende el progreso personal a través de crear una familia (en el sentido amplio de la palabra), y nos encanta. "Mamma Mia!" Se veía más como una gran fiesta. Era un solo escenario (no se olviden que era un musical de Broadway), y todos muy alegres y joviales en plan reviente liviano permanente. En esta secuela, se permite algo más de melodrama, presentar más escenarios, y crear cuadros musicales más coreográficos e imaginativos (irreales). En cuanto a las canciones, repite algunas del primer film, las inevitables, y explora en un repertorio de ABBA menos clásico que el anterior film. Aparecen canciones que quizás no estén en el oído inmediato de todo el mundo. Esto hará que no se salga tarareando tanto como en primer film, pero por otro lado, juega a favor de conocer más de la banda sueca en la que se inspira. Hay muchos más personajes que en la original. A Christine Baransky y Julie Walters - y sus respectivas versiones jóvenes Jessica Keenan Wynn y Alexa Davies, respectivamente – y Pierce Brosnan, del primer film se les suman Cher (la abuela de Sophie, madre de Donna, también cantante) y Andy García (el hombre que ayuda monetariamente a Sophie a instalar el hotel); entre varios más, como una aparición muy peculiar de Celia Imrie. No todos tienen el mismo espacio, pero tienen sus momentos para lucirse. Lily James no sólo se luce cantando (hasta lo hace mejor que su versión adulta), sino que despliega buena gama de carisma protagónico. Montaje algunas veces sucio, una fotografía colorida pero a veces plástica y hasta deliberadamente irreal – hay intenciones de mostrar un fondo puesto - , algunas inserciones de canciones funcionan mejor que otras, y otra vez, una historia de por más sencilla que ni siquiera se encarga de resolver todo estrictamente optando por métodos simplistas. "Mamma Mia!: Vamos otra vez", no resiste ninguna análisis fílmico sesudo. Pero es que ni lo intenta. Se acepta como un placer culposo, y su único propósito es divertir, y lo logra. Invita a mover el piecito, a querer cantar, y desparrama un optimismo como para dibujarnos una sonrisa de oreja a oreja. Ofrece más comedia que su predecesora. Las Tanya y Rosie jovenes son tan graciosas como las adultas, y hay otro personaje que nos sacará carcajadas directas – quédense hasta después de los créditos finales para reírse un poco más –. También, al ser secuela, sabe que su público fue amplio, y lo aprovecha. Habrá una aceptable celebración LGBTIQ sin necesidad de enrolar banderas (¡vamos, está Cher!). En definitiva, contagia el espíritu de ABBA. En el mundo real, los problemas no se solucionan cantando. Este es el universo de Mamma Mia! No el de la realidad.
No había necesidad de estirar la historia que enamoró a tanta gente, pero gracias al talento de su nuevo elenco joven, suple las carencias de estos errores. Las actuaciones llevan adelante esta peli que a los fans les va a dar la oportunidad de volverse a enamorar de sus queridos personajes, pero no mucho más. Después del éxito que tuvo la adaptación cinematográfica de uno de los musicales más concurridos de Estados Unidos, la historia de Donna (Meryl Streep) y su hija Sophie (Amanda Seyfried) parecía haber llegado a su fin. Pero tratándose de Hollywood y de que este mismo año se cumple una década de aquella primera vez, todo se dio para que la secuela viera la luz. Esta vez sin ningún tipo de obra, libro o guión adaptado que se utilice de sostén, los guionistas y el director cambian. Previamente dirigida por Phyllida Loyd, esta adaptación se posicionó como una de los musicales mejor llevados a la gran pantalla, por una gran aceptación mundial de la critica especializada y del público en general. Incluso, el furor que se despertó ya hace 10 años, hizo que toda una generación se familiarice con la banda ABBA, ya que todas las canciones que aparecen en el musical, pertenecen a la banda sueca. Esta secuela, funciona como una continuación exacta de la primera parte, pero que al mismo tiempo, cuenta con flashbacks en gran cantidad por lo que se la puede tomar también y en parte, como una precuela. Dicha precuela, intentará aclarar como fue que Donna conoció a cada uno de los hombres de su vida. Todo el elenco de la película original regresa (Colin Firth, Pierce Brosnan, Stellan Skarsgård, Julie Walters, Christine Baranski y Dominic Cooper) y para los papeles de los jóvenes Bill, Harry y Sam se suman los talentosos Josh Dylan, Hugh Skinner y Jeremy Irvine, respectivamente. Completando el elenco, se suma una pieza fundamental como Lily James, quien se encargará de interpretar a Donna, una joven en busca de sus sueños y una aventura, que ni ella sabe en que va a desembocar. Mientras estas dudas se “aclaran” en, una Sophie ahora devenida en dueña del hotel turístico “Villa Donna” lucha contra una relación a larga distancia con su esposo Sky. Por eso Sophie tendrá que solucionar los problemas que tenga en Hotel solo con la ayuda de Sam, y de un nuevo gerente llamado Sr. Cienfuegos (Andy García). Para poder lograr que una película que funciona a la perfección en dos lineas argumentales diferentes, lo primero que se tiene que determinar es en qué momentos se verán, en este caso, los flashbacks del pasado. Siendo este un recurso más narrativo que técnico, puede ser un arma de doble filo el abuso o la escasez del mismo. Este problema se da en esta secuela/precuela. El recurso del flashback queda narrativamente descolocado, cambiando a cada rato de tiempo y sin poder desarrollar una idea en especial en ninguno de los dos tiempos, termina quedando la sensación de que algo más del “pasado” podría haberse desarrollado. Quizás, sin tener ningún material adicional al que se tuvo en la primera parte, el director Ol Parker, no pudo lograr que la trama de la parte pasada sea más concisa. Desde la primer película, se sabe porque Donna actuó como actuó, esta entrega no otorga soluciones y ni siquiera tiene un planteo “lógico” de por qué se hacen las cosas. Todo lo que se gana con este recurso es el hecho de poder verlo. A la hora del presente, tampoco se nota una trama demasiado intensa, de hecho es bastante simple, dejándola en este aspecto, muchos escalones por debajo de la película original. En cuanto a las actuaciones, esta entrega otorga un elenco más fresco y mejor dotado para encargarse de la parte musical. Por ejemplo, nadie puede negar que actores como Pierce Brosnan, Colin Firth o Stellan Skarsgård sean buenos actores, pero para este tipo de producciones el canto es fundamental y la verdad que en ese aspecto, tan bien no les va. Por eso, para interpretar a sus versiones jóvenes, se buscó actores no tan conocidos, que pudieran cantar o acompañar a Lily James de la mejor manera y eso sí se logra. Hablando de Lily James, su trabajo es el más destacado en la parte de “precuela”. La actriz brinda una interpretación de lujo como la joven Donna y la semejanza que se alcanza al usar vestuario y peinados del mismo estilo que uso Streep en la primera película, hace que no ver a Meryl en pantalla sea más llevadero. Por supuesto que la que vuelve a ponerse la película al hombro en cuanto a canto y trama es Amanda Seyfried, ya que es la única cantante con los pergaminos suficientes para poder encargarse de ser la actriz principal. En cuanto a la fotografía, que había sido uno de los puntos más altos en la peli original, se nota un poco menos de esos detalles que hacían al espectador poder viajar mentalmente a Grecia. Con una paleta de colores menos desarrollada y los tonos más apagados, dan la sensación de que esta película es más “triste” que la primera. Esto no quiere decir que sea una película oscura, pero la primera tenía un brillo y un jubilo dignos de la fiesta que fue. Junto con estos detalles, las canciones seleccionadas, no enganchan tanto como la primera vez. Obviamente aquí se tuvieron que utilizar canciones menos conocidas de ABBA y eso le saca un poco de onda al film. De igual manera, éxitos como Dancing Queen, Mamma Mia, Waterloo y Super Trouper tendrán lugar para hacer mover los pies en las butacas y porque no, tararearlas luego de salir de la sala. En conclusión, esta secuela se encuentra narrativamente muy por debajo de su antecesora. No había necesidad de estirar la historia que enamoró a tanta gente, pero gracias al talento de su nuevo elenco joven, suple las carencias de estos errores. Las actuaciones llevan adelante esta peli que a los fans les va a dar la oportunidad de volverse a enamorar de sus queridos personajes, pero no mucho más.
Esta segunda entrega nos cuenta como se conocieron los personajes en 1979, de la primera película siendo ellos más jóvenes, sus sueños, sus aventuras, sus inquietudes y las locuras de juventud, todo envuelto en locaciones increíblemente bellas. En la isla griega de Kalokairi, llena de magia y esplendor, vemos el presente de Sophie (Amanda Seyfried, es dulce, tierna, se luce y tiene una escena super emotiva que te llega al corazón), ya casada con Sky (Dominic Cooper), a través de sus recuerdos nos lleva al pasado y el presente, hay flashback. La vida de su madre comenzó siendo muy joven en el verano a finales de los años 70, allí está la dulce y apasionada Donna (Lily James) acompañada por sus dos mejores amigas Rosie (Alexa Davies) y Tanya (Jessica Keenan Wynn). Revivimos cómo Donna se relacionó con aquellos tres hombres: Bill (Josh Dylan, adulto Stellan Skarsgård), Harry (Hugh Skinner, adulto Colin Firth) y Sam (Jeremy Irvine, adulto Pierce Brosnan), tan importantes en su vida. Esta precuela es muy disfrutable, tiene variedad de música, la banda sonora es extraordinaria, cuidadas coreografías, una gran estética, colores, vestuario, mucho humor y emoción en todo momento, llega a eclipsar la original. Las actuaciones son sobresalientes, la de Lily James en el papel de la joven Donna, que interpretó Meryl Streep, le da matices, emoción y profesionalismo; genial el personaje de Ruby Sheridan (madre de Donna y obviamente abuela de Sophie) interpretado por Cher (Burlesque) aparece unos quince minutos en una secuencia musical superlativa junto a Andy Garcia, él es Fernando Cienfuegos, y está la presencia de Meryl Streep que puede trabajar unos diez minutos y es avasallante, enamora la pantalla. El resto de los personajes principales de la película original tienen una acotada presencia en esta precuela. Hay escenas extras dentro de los créditos finales. Para salir de la sala cinematográfica cantando y bailando.
Quienes en su momento amaron la comedia musical de Catherine Johnson están de parabienes. Contrariando el dicho habitual, esta segunda parte no es mala. Incluso, puede parecerles todavía mejor. Más elaborada, con un libreto ingenioso, una que otra coreografía medianamente exigida, el amable reencuentro con intérpretes y personajes bien recordados, chistes familiares sobre el paso del tiempo, el aporte de sangre nueva y la reelaboración más o menos lograda de algunos clásicos del grupo ABBA, con el agregado de otros temas menos difundidos. El libreto no es demasiado consistente, pero es simpático: Sophie, llena de inquietudes y buenas noticias, vuelve a la isla y se pregunta por las andanzas juveniles de su madre, lo cual permite combinar secuela y precuela en una misma obra. Como dicen que la vieja se murió, hay también una puntita para la emoción del público fiel. De todos modos, predomina el jolgorio, hasta hay sobredosis de jolgorio forzado, para que el público salga después entonando las canciones de la película, que es lo que corresponde, sobre todo en este subgénero que ha dado en llamarse musical jukebox. Todo eso, para quienes amaron la obra original. Quienes, en cambio, vayan como acompañantes obligados, saldrán canturreando, como los Decadentes, "tanta alegría seguida me va a hacer mal". Rodaje en la península del Pilion y en tres islas de las Espóradas, allá por el Egeo Central, ninguna de las cuales se llama Kalokairi.
El escenario de la nostalgia al cuadrado Hace una década Mamma Mía! aparecía como una gran excusa para poner en valor nostalgico gran parte del catálogo de ABBA, el popular grupo sueco de principios de los 70. El éxito de esa primera parte logró que el musical se estableciera como una opción permanente en las principales plazas de ese género teatral pero por alguna razón la secuela cinematográfica tardó un largo tiempo, probablemente haya sido por el agotamiento instantáneo del concepto. Tal idea se repite en este híbrido entre precuela y secuela: ¿cómo es eso? La historia oscila entre la vida de Donna (el personaje de Meryl Streep) en 1979 y su hija Sophie (Amanda Seyfried), quién está embarazada, lo que funciona como disparador para entender los origenes de su madre en la isla griega; su llegada y los encuentros con los tres pretendientes de la primera parte, aquí todos jovenes. La joven Donna interpretada por Lily James (Baby Driver) aporta la frescura de Streep pero contrasta con una frialdad de Seyfried, todavía más evidenciada en esta segunda parte por tener más presencia en pantalla. El resto del elenco sigue en modo recreo porque pareciera que hacer un musical es comprometerse menos con la composición actoral, todo se reduce a “hagamos bien las coreografías y pasemos letra con una gran sonrisa”. La apuesta en esta nueva película es multiplicar al cuadrado la nostalgia, no solo tenemos las canciones de ABBA sino que además las tenemos también en el tiempo en el cual se escuchaban por primera vez, cuando la historia retrocede para contarnos sobre la joven Donna. No hay muchos pretextos más para abrazar al grupo sueco, su música y su estética vintage pop. Para entrar en el mundo de Mamma Mía! hay que aceptar sus códigos, sus formas y su autoconciencia del desparpajo; son demasiadas barreras las que se presentan (incluso los más ortodoxos de los musicales pueden sentirse defraudados) tratándose de una simple película musical. Cuando sorteamos todas estas capas, también nos encontramos con dificultades en el orden narrativo porque las situaciones de los personajes están casi en el orden la peripecia, un mero puente entre una y otra canción que se pretende homenajear. Como alguien que no pudo entrar (casi) nunca en las convenciones del musical, y mucho menos en las particularidades de este musical, resulta imposible no verle los hilos a la escenificación, estos funcionan como los engranajes del género (el más artificial de todos, sin duda), por ejemplo, en la presencia de griegos solo como extras para llenar el plano o para sostener a los actores y actrices en algunos números. Ol Parker hizo un film manierista pero sin darse cuenta, el escenario donde se desarrolla la historia pareciera tener un telón que se abre y nos dice: “Aquí va a contarse un cuento”. El mundo no es un escenario sino que el escenario es un escenario, sugería Serge Daney sobre Golpe al corazón de Coppola al reformular la cita a Vincente Minnelli “El mundo es un escenario y el escenario es un mundo”, pero el problema es que la autoconciencia estética sobre las formalidades no es proporcional a la autoconciencia de recepción, es decir, de ignorar que lo artificial pueda exponerse voluntariamente para enunciar una idea. Es probable que se le pida mucho a un producto musical apto todo público, mucho más si se trata de una secuela, y peor aún si es la continuación de un film taquillero. Hay algo de pesimista, por último, si pensamos que las relecturas (remakes, secuelas, precuelas, spin off, etc.) son las que dominan el espectro del cine industrial contemporáneo. Ah, hay escena post créditos, por supuesto.
¿Quién es capaz de pasarlo mal con las canciones de Abba a todo trapo, de no mover aunque sea la pierna cruzada al ritmo de Dancing Queen? Diez años después de la primera película, basada a su vez en uno de los musicales más exitosos y estrenados del mundo, el elenco vuelve a cantar, a bailar y a divertirse con esos temazos de la historia del pop que para cada uno remiten a algo. La buena noticia es que esta secuela propone puro musical autoconsciente de su disparate kitsch: imágenes de postal en las paradisíacas playas griegas, o sus versiones de estudio, íntimos y románticos o entregados a coreografías multitudinarias y vintage, con los personajes cantándole al amor desprejuiciado, al de la primera noche, como no se debe pero mejor sí. En dos tiempos paralelos, Vamos otra vez funciona como precuela y secuela. Por un lado, la historia de la joven Donna (Lily James), el personaje que interpretó Meryl Streep. La rubia que baila entre playas soleadas soñando el sueño dorado de dejarlo todo para vivir libre en el paraíso. Por otro, en el presente, su hija Sophie (Amanda Seyfried) que prepara la inauguración del hotel en homenaje a su madre, y espera, no muy convencida, la llegada de sus tres padres. Entre ambas, un catálogo de atardeceres cantados frente al mar turquesa, al servicio de un argumento que no sólo profundiza la pavada general, sino que la reivindica, en su artificio casi onírico, levantando la bandera del desenfado como respuesta a todo. Uno se asoma a esta segunda parte, a priori tan innecesaria, con escepticismo. Pero el pastiche nostálgico es tan dulce y delirado, con la inclusión de la icónica Cher y un clímax emotivo -¡My love, my life!-, que obliga a rendir las armas. Y a salir cantando. Sin culpas.
Si algo tiene de bueno la secuela de "Mamma Mía!" es que le hace honor a la primera película. Porque el recuerdo que había dejado latente diez años atrás era luminoso. Y Ol Parker fue el indicado para delinear una historia en la que conviven el pasado y el presente y, lo más importante, mantiene encendida la llama de todos sus personajes. Pese a la lógica estructura basada en el musical y la comedia, este filme se sustenta mucho en lo nostálgico. Es que Donna (Meryl Streep) ya murió y Sophie (Amanda Seyfried) y Sam (Pierce Brosnan) la extrañan mucho en el hotel que alguna vez imaginó aquella mujer soñadora. La trama se traslada al año 1979 para repasar cómo era Donna en su juventud (impecable Lily James) y en qué circunstancias conoció a los tres padres de Sophie: Harry (Colin Firth), Bill (Stellan Skarsgard) y el ya citado Sam. El cuento va y viene en el tiempo y los musicales seducen por sus logradas coreografías y porque los textos de las canciones de Abba empalman a la perfección con la historia de amor, que a la vez es un canto a la amistad y a la vigencia de los vínculos afectivos genuinos. Con la perlita de las presencias breves pero brillantes de Cher y Meryl Streep, la película cierra con un nacimiento que abre la puerta para que en la isla griega se pueda gestar la tercera parte de este musical inolvidable.
Hace falta mucho para contrarrestar la ausencia de Meryl Streep en la segunda parte de Mamma Mía!. Y por más que hay varios motivos que salvan a esta secuela del fracaso, no son suficientes para equipararla con la de 2008. Tampoco ayuda que varios de los temas de Abba que suenan en esta oportunidad son menos populares, por lo que pierden un poco del efecto que sí logran los hits. Sobre todo para aquellos que no son seguidores de la música de la banda sueca. Waterloo, I have a dream, The name of the game, Dancing Queen, Super Trouper, Fernando y Mamma Mia son algunas de las canciones más conocidas que suenan en el filme. En Mamma Mia! Vamos otra vez pasaron cinco años desde que los tres potenciales padres de Sophie (Amanda Seyfried) desembarcaron en la isla Kalolairi. Ahora, Donna (Meryl Streep) pasó a mejor vida y su hija organiza un evento para reinaugurar el hotel y cumplir el sueño de su madre. La historia, que no propone grandes conflictos, va y viene en el tiempo. Por un lado el presente, con los preparativos para la inauguración y, por otro, los años ‘70, donde una joven Donna (muy buen trabajo de Lily James) llega por primera vez a la isla, tiene sus conocidas aventuras de verano y descubre que está embarazada. Si bien las versiones juveniles de los protagonistas están en general bien, la película es más efectiva cuando vuelve al presente. Stellan Skarsgard, Colin Firth y Pierce Brosnan tienen la capacidad de reirse de sí mismos y actúan con la naturalidad de viejos amigos. Algo parecido ocurre cuando aparecen las versiones actuales de las amigas de Donna, interpretadas por las actrices Julie Walters y Christine Baranski. Mamma Mia! Vamos otra vez no tiene escenas memorables como la de Pierce Brosnan y Meryl Streep cantando The winners take it all en la colina, pero sí logra emocionar y poner la piel de gallina en varios momentos. Por más odioso que sea seguir comparando, hay que mencionar que a diferencia de la primera cinta, que ponía en pantalla los paradisíacos paisajes de Grecia, en esta ocasión el filme fue rodado en Croacia por cuestiones presupuestarias. El cambio se nota y el paisaje ya no impacta de la misma manera. La incorporación de Cher al reparto aporta desde lo vocal pero resta desde lo actoral. La artista apenas se mueve, sus parlamentos no ayudan y la imposibilidad de gesticular tras tantas cirugías estéticas es llamativa. El final de la película es de lo mejor y llega con dos sorpresas que emocionan y divierten en partes iguales. Pero mejor no develarlo acá.
MAMARRACHO: LADO B Una década pasó del sorpresivo éxito de Mamma mía! (sorpresivo, sobre todo, por el nivel de mamarracho que la sostenía) y volvemos a aquella isla griega para enterarnos que la Donna de Meryl Streep se murió y la hija, Sophie (Amanda Seyfried), prepara una reinauguración del hotel que explotaba a toda pompa. Pero como sucede en varias franquicias del presente, el relato viaja a los orígenes de los personajes en una serie de flashbacks de lo más antojadizos para descubrir qué fue lo que hizo decidirse a Donna a quedarse en aquel lugar (por cierto, estos flashbacks niegan los flashbacks de la original, lo que deja en claro lo insustancial de la propuesta). La secuela Mamma mía! Vamos otra vez naufraga sobre aguas más o menos previsibles, consecuentes con el film que le dio origen -eso sí-, aunque no puede disimular que se trata de un relato de segunda mano, lo que queda en evidencia a partir del setlist al que la película tiene que recurrir: al estar basada en las canciones del grupo ABBA, es indudable que los verdaderos hits estaban en la primera y que esta continuación es un accidente. Entonces aquí, más allá de repetir algunos de los temas inevitables e inflamables de los suecos más copados de la historia, lo que escuchamos (mejor escuchar que ver el despropósito de malos números musicales que pasan por la pantalla) son esos temas que o habrán quedado afuera en la anterior o son lados B. Seguramente que los entrenados en ABBA nos podrán aportar todo tipo de detalles sobre la importancia de las canciones que aquí son citadas, muchas de ellas de manera absolutamente caprichosa (el momento Cher/Andy García es un ejemplo de todo lo que no hay que hacer). Pero lo cierto es que Mamma mía! Vamos otra vez se las tiene que rebuscar generando empatía un poco a la fuerza ante un repertorio que no engancha automáticamente, más allá de la belleza de muchas de esas canciones. El director Ol Parker, guionista de los placeres culpables y los romances geriátricos de El excéntrico Hotel Marigold, tiene como mayor trabajo el de lograr que las coreografías y los momentos musicales luzcan menos vergonzantes que en la versión anterior, donde el despropósito se apoderaba de la pantalla, todo se veía poco profesional y estrellas como Meryl Streep, Colin Firth o Pierce Brosnan lucían peor que nunca. Que esta secuela cuente con intérpretes jóvenes y probados en el terreno del musical le hace ganar algún punto, aunque tampoco da para maravillarse (tener menos en pantalla a Christine Baranski -una buena comediante que aquí resulta insoportable- es todo un aliciente). Si hay algo que esta franquicia no termina de asimilar es si se tira de cabeza al kitsch o si se toma demasiado en serio. De lo primero, sólo Brosnan parece haberse enterado; de lo segundo, su muestrario de aforismos sobre el amor y la vida parecen señalar que se va en esa dirección. Es entendible el espíritu naif sobre el que se construye el pop y se agradece en las canciones, pero cuando la película quiere ir un poco más allá queda en evidencia su limitado imaginario. Aún padeciendo Mamma mía!, uno podía entender el secreto de su éxito: un musical repleto de canciones populares que apuntaba más a lo emocional y al vínculo irracional con un tipo de espectador nostálgico, que a lo intelectual. La continuación, por más que luzca un poco más organizada (hasta hay algún número musical digno, como el de Waterloo), es una sumatoria de grandes momentos autorreferenciales que no terminan de funcionar, con conflictos que parecen sacados de la galera y situaciones sobre las que debería pesar algo de suspenso y se diluyen inevitablemente, como la presencia de la abuela de la familia. Mamma mía! Vamos otra vez no es atractiva formal ni argumentalmente, y apenas sobreviven las inmortales canciones de ABBA. Demasiado poco para una película que acumula estrellas (Amanda Seyfried, Lily James, Christine Baranski, Julie Walters, Pierce Brosnan, Colin Firth, Stellan Skarsgard, Dominic Cooper, Andy García, Cher, Meryl Streep) con resultados decididamente indeseables y donde sólo podemos rescatar el causar menos vergüenza ajena que la primera parte.
La música, como buena excusa La segunda parte de la película protagonizada por Meryl Streep y Amanda Seyfried renueva la historia cinco años después de lo sucedido en el primer film. Musicalizar una película debería ser más normal de lo que acostumbramos. Si ficcionar historias hace que nos acerquemos a un mundo deseado, o por el que quizás atravesamos en el pasado, las canciones deberían sobrar, como una manera más que adecuada de demostrar nuestros sentimientos. Mucho más, en un mundo en el que tenemos acceso instantáneo a cualquier música, en cualquier momento. Para acompañarnos en una emoción o para intentar modificar un sentimiento triste, la música viaja con nosotros todo el tiempo, incluso cuando no la escuchamos. Si la vida es musical, los relatos que nos reflejan también deberían serlo. Sin embargo, el musical es un género que cayó en desgracia, con muy pocas películas en los últimos años. Entre las más conocidas apenas podrían recordarse “La la land”, de 2016, y “El gran showman” y la tercera parte de “Pitch perfect” ambas de 2017. La nueva propuesta llega diez años después del estreno de “Mamma mia!”. El director Ol Parker renueva la historia con la vida de Sophie (Amanda Seyfried) cinco años después de los eventos del primer filme. Aquí, la joven tiene que aprender a vivir sin la guía de su madre Doona (Meryl Streep), mientras atraviesa su embarazo y una mala relación con su marido Sky (Dominic Cooper). El consejo que tanto necesita Sophie llegará a través flashbacks de la juventud de Donna (Lily James), transmitidas por su abuela Ruby (Cher) y sus amigas y compañeras de banda Rosie (Julie Walters) y Tanya (Christine Baranski). Este revival de la música de Abba y de los musicales en general también mantiene la temática y estética de aquellos viejos filmes que se estrenaban en la edad dorada del género. Mucho color, mucha felicidad, con un guión bastante simple pero no por eso menos disfrutable. Sobre Abba, vale mencionar que volveremos a escuchar canciones icónicas del grupo, algunas repetidas respecto del primer largometraje, como “Mamma mia”, “Dancing queen”, “I have a dream” y “Super trouper”; y otras nuevas: “Kisses of Fire”, “Andante andante” “I’ve waiting for you”, “My love, my life” y “Fernando” entre otras.
Soy muy fan de los musicales y, por consecuencia, Mamma Mia! Es un bastión muy importante. Amé la película en el cine 10 años atrás, y la tengo en mi colección de blurays. Por ello, cuando anunciaron esta secuela tuve miedo. Aquellos temores se disiparon a los tres minutos de metraje, cuando puede apreciar que la magia estaba intacta. Mamma Mia! Vamos otra vez es puro deleite audiovisual, y es imposible que no te emocione si te gustan los musicales. Y hablando de eso, y aunque sea obvia la aclaración: si sos una persona que no gusta de este género, definitivamente no es tu película. No es para aventurarse en el cine. Ahora bien, en cuanto a la música, están muy bien seleccionadas las canciones de Abba pero lo mejor fue usado en la primera entrega. Por ello aquí repiten los grandes hits, pero con una lavada de cara. Pero vale aclarar que una de esas secuencias es fantástica. En cambio, la puesta es mejor es esta película en cuento a encuadres, fusiones y montaje. Hay un salto técnico en comparación a su predecesora. El director Ol Parker, quien viene del indie con una muy linda (y triste) película llamada Now is good (2012), hace un excelente trabajo en un género que tiene sus vicios. Otro gran acierto, es hayan contado dos líneas temporales, una (la del presente) siendo secuela, y otra siendo precuela. En el pasado vemos al trío de amigas, y a los amores de Donna, fantásticamente compuestos por actores jóvenes. Todos ignotos menos la protagonista. Difícil la tarea de Lily James, porque de una forma u otra debía llenar los zapatos de la inigualable Meryl Streep. Pero lo hizo. Llena toda la pantalla con carisma absoluta, y transmite todo. Amanda Seyfried también está genial, pero disfruté menos su personaje aquí por no poseer la frescura de antes. Pierce Brosnan, Stellan Skarsgård y Colin Firth se hacen cargo de su edad, o, mejor dicho, el guión toma nota de ello y se usa de manera muy inteligente y graciosa. Christine Baranski y Julie Walters la vuelven a romper al igual que todo el elenco que no deja de sorprender con incorporaciones tales como Andy García. Y de repente… Cher. Única e inigualable. Indiscutible. Estrella absoluta en un cameo memorable. ¿La frutilla del postre? La mismísima Meryl Streep, quien se hace extrañar mucho pero que aparece en el momento justo y de manera formidable. Mamma Mia! Vamos otra vez es un musical excelente, apenas un pelín más abajo que la película original, pero no por eso menos disfrutable. Emocionante, cautivadora y llena de pasión.
Hay una frase proverbial, aparecida en la considerada una de las obras maestras de la literatura universal, “El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha” (1605), de Miguel de Cervantes Saavedra, que reza:“Segundas partes nunca fueron buenas”. Ahora bien, si arrancamos que la original de esta película, adaptación del musical homónimo hace diez años, era en si mismo un monumento a la decadencia de la cultura.¿Cuál debería ser el resultado de la actual? Sostenido esto en la categorización de la “música” compuesta e interpretada por el cuarteto sueco. En los años ‘70 ya se avizoraba ese camino a la perdición cultural, en tanto música, como las demás artes, pero todavía se sostenía la esperanza, entre determinadas “bagatelas”: John Lennon escribía “Imagine”, Lou Reed publicaba “A perfect day”, aparecía “Humo sobre el agua” de Deep Purple dentro del rock más duro, en Argentina asomaba “Vida”, el primer larga duración de Sui Generis. ¿Nada, no? Si bien algo favorecía a la primera película era que sin ser una buena producción desde lo cinematográficamente hablando, daba la sensación que no se tomaba en serio. Ahora con el aporte en guión y dirección de Ol Parker, el director ingles de “El exótico Hotel Maringold” (2011), basándose en la historia escrita por Richard Curtis. El mismo de “Realmente amor” (2003), “Un Llugar llamado Notting Hill” (1999), “El diario de Bridget Jones” (2001), “Cuatro bodas y un funeral” (1994) entre otras, demarca la decepción nuestra de cada día. (Espero que este tropezón no sea una caída). Retornando al estreno que nos ocupa y continuando con la línea del guión es tan paupérrimo como casi inexistente, todas y cada una de las escenas que la van conformando no dejan de ser una especie de excusa para los números musicales, casi todos de manera forzada. La estructura está dividida en dos desde lo temporal, un pasado reconstruido y sabe “Deux ex machina” de la vida cuando joven de Donna (Lily James), mientras que en el presente Sophie (Amanda Seyfried), su hija, está reconstruyendo el hotel erigido en su momento por su madre, recientemente fallecida. Para la re-inauguración ha invitado a todos sus allegados y conocidos, incluyendo a sus tres padres y las amigas eternas de su madre. El o los conflictos que debieran aparecer para dar curso a algo parecido a un desarrollo son demasiado pueriles, cuando no banales, todo se resuelve por arte de magia u obra del azar, por lo cual es inútil pedirle algún tipo de encadenamiento narrativo al guión. Asimismo, se podría elegir usar como parámetro de análisis el trabajo de casting, como para identificar a las consagradas figuras que interpretan personajes en la actualidad y sus respectivos representantes jóvenes en el siglo pasado. Digamos que entre las mujeres Lily James no es tal cual y no trata de copiar a Meryl Streep, canta bien, hasta mejor, pero sus amigas si bien el parecido es casi extraordinario, lo peor es que, y esto debe remarcarse, funciona casi como una precuela, tratan de imitar a las adultas, se nota el forzamiento en las actuaciones, lamentablemente. Pero lo verdaderamente deficiente en este rubro se lo llevan los hombres, en realidad hace honor a toda la producción. Si algo se salva del incendio son los nuevos personajes agregados, Fernando (Andy Garcia) el conserje del hotel y, sobre le final, la presencia de Ruby Sheridan (Cher), la abuela de Sophie. Sobre el último tercio del filme algo parece haber sucedido, pues al intentar cerrar todas y cada una de las pequeñas historias, para llamarlas de alguna manera, levanta un poco de vuelo. Nada puede decirse de las actuaciones, todos cumplen, Amanda Seyfred a la cabeza, muy bien secundada por Julie Walters y Christine Baransky (Rosie y Tanya, respectivamente) como Pierce Brosnan, Stellan Skarsgard y Colin Firth (Sam,Bill, Harry). Pero es lo mínimo que se puede solicitar. Si bien, el ritmo no decae, es gracias y a partir del diseño de montaje, y su ejecución bien realizado, en tanto algunos cuadros musicales son de buena factura, más allá de la música, y los cambios temporales son fluidos, nunca termina por ser algo que seduzca o atrape por completo al espectador, tampoco termina por aburrirlo al extremo. Lo que vuelve a remitir a lo que esta sucediendo actualmente en relación al cine, a la producción musical, a la literatura, etc. Tan catastrófica fue la involución de todo, desde los benditos ‘60/’70, que hoy en día, y a partir de lo que se puede escuchar a diario, la producción del conjunto sueco es considerada música, y de la buena, tanto que se la venera con este estreno, y además se la copia. Pobre de las próximas generaciones
YOU CAN DANCE, YOU CAN JIVE… A mover la patita... Lo crean o no, “Mamma Mia!” (2008) se convirtió en uno de los grandes sucesos de aquel año, y en uno del musicales más exitosos de todos los tiempos. Phyllida Lloyd tuvo la tarea de llevar a la pantalla grande el hit teatral creado por Catherine Johnson, que cuenta la vida de la joven Sophie Sheridan (Amanda Seyfried) quien, a punto de casarse, trata de averiguar la verdadera identidad de su papá, todo al ritmo de los clásicos de ABBA. Ahora, una década más tarde, el realizador Ol Parker se calza al hombro esta secuela/precuela que retoma la historia de la joven cinco años después, a punto de inaugurar el hotel que siempre fue el gran sueño de su madre Donna (Meryl Streep). La narración salta del inseguro presente de Sophie para llenar todas esas expectativas, al pasado, para contarnos la alocada juventud de mamá (acá interpretada por Lily James), su recorrido por el mundo tras terminar la escuela en 1979 y salir a encontrar lo que le deparaba el destino, el encuentro con los tres posibles padres de su hija (Sam, Harry y Bill) y su desembarco en Kalokairi, la isla griega que se convertiría en su hogar para siempre. Mientras en el presente, Sophie se encarga de los últimos preparativos para la gran celebración del lanzamiento de Bella Donna junto a Sam (Pierce Brosnan), lidia con la posible separación de su amor Sky (Dominic Cooper), y las tribulaciones de salir adelante sola tras la muerte de su mamá, un año atrás; la joven Donna nos lleva de ciudad en ciudad, la eterna amistad con Tanya y Rosie y los diferentes encuentros fortuitos que tuvo con los hombres que marcaron su vida. Un ida y vuelta lleno de canciones setentosas, momentos hilarantes y bizarros, y numeritos musicales súper elaborados y espontáneos. “Mamma Mia! Vamos Otra Vez” (Mamma Mia! Here We Go Again, 2018) se deja llevar por las características del musical más clásico y se despega del acartonamiento de su predecesora; suma mejores voces al reparto (lo sentimos mucho Meryl y compañía) de la mano de los jóvenes protagonistas, y logra que se luzcan muchos de los temas menos conocidos de la banda sueca. Parker (también guionista) trata de no repetir canciones, aunque algunas son inevitables, y nos demuestra que la vida de cualquiera se puede resumir con un par de melodías de ABBA. Su historia va más allá de la isla griega y ahí es donde logra soltar toda la locura y la frescura de sus protagonistas, en medio de elaboradas puestas en escena que nos sumergen de lleno en esta fantasía en clave de comedia. James es el alma de esta aventura llena de rebeldía adolescente, la búsqueda de la identidad y el amor; la amistad resumida en “Donna and the Dynamos”, la banda que creó con sus compinches, y la madurez que le pega de repente cuando decide convertirse en madre soltera. Las tribulaciones de Sophie son diferentes a las de la joven Donna, pero el paralelismo es muy válido y en un punto sus historias se cruzan y se entrelazan, sumando ese momento cursi que endulza una película, tal vez, demasiado camp para aquellos que no estén acostumbrados a que la gente se ponga a cantar en medio de una escena. “Mamma Mia! Vamos Otra Vez” es esto, y redobla la apuesta de su antecesora con más despliegue musical, coreografías con decenas de extras y bailarines, estrafalarios atuendos que recorren los diferentes estilos de la banda pop, pero que nunca desatiende la importancia de los lazos afectivos, ya sean familiares, de amistad o románticos. Si no les alcanza con el impulso acelerado de tener que levantarse y corear cada tema de la banda sonora (“When I Kissed the Teacher”, “Waterloo”, “I Have a Dream”, “Andante, Andante”, “The Name of the Game”, “Knowing Me, Knowing You”, como para nombrar algunos), Parker suma más glamour de la mano de Cher (sí, CHER), en el papel de Ruby Sheridan, madre de Donna y abuela de Sophie, demasiado ocupada con su propia carrera como para dedicarle un momento a su familia. Además de unos cuantos cameos que no vamos a revelar. Acá no hay súper acción, ni drama, tampoco hay mucho “realismo” que digamos (ni siquiera está filmada en una isla griega, ESO ES CROACIA); aunque ni ahí es lo que busca esta secuela ni sus responsables. “Mamma Mia!” es el carnaval carioca al final de la fiesta de quince, un placer culposo que se disfruta sin prejuicios mientras no se deja de mover la patita. Hay un poco de incongruencia en su relato, sí, entre el liberalismo femenino de la joven Donna y el final de la década del setenta, y la necesidad imperiosa de convertirse en madre y acatar ciertos convencionalismos. Igual, estamos ante personajes femeniles que no necesitan príncipes azules para salir adelante, y una sátira que celebra esos logros individuales. “Mamma Mia! Vamos Otra Vez” supera ampliamente a la entrega anterior, justamente, porque no se toma tan en serio, eleva a la enésima potencia el humor y su carácter de musical moderno y bizarro, y suma un elenco más juvenil que, además, canta bastante mejor que sus versiones adultas. Acá no hay que pensar mucho, dejarse llevar por el ritmo y darle gracias a la música. LO MEJOR: - Lily James al centro y al frente. - Su carácter mega camp. - La banda sonora, obvio. LO PEOR: - Querer sumar seriedad en el final. - Que falte el cameo de Agnetha y Anni-Frid.
Y sí, hay tantas canciones de ABBA que bien se puede hacer una segunda película (aunque se repiten algunas canciones, porque hit es hit) sin problemas. La primera le gustó a mucha gente: aclaremos que no a este escriba que siente todo demasiado desprolijo y teatral, con no pocas bajas de tensión. Esta segunda parte es menos Filomena Marturano que la historia de un par de maternidades (la del personaje de Streep, la del personaje de Seyfried, más la aparición de la abuela Cher) y casi, en parte, una “precuela” de la anterior. La gracia del asunto consiste menos en esta historia aleccionadora de familia (que tiene algo de los Campanelli, si perdonan el anacronismo) que, como corresponde, ver a actores consagrados cantar los hits de la sempiterna banda sueca. La desprolijidad sigue, pero la simpatía enorme de los involucrados hace que uno, en cierto punto del film, se deje llevar y listo. Por cierto, lejos de la mejor tradición del musical clásico, y con más tufillo a teatro que a cine. Pero Streep haciendo comedia (y desde que empezó a cantar hace casi treinta años) es siempre algo que levanta cualquier historia. Todo el secreto está en que nadie note el esfuerzo y que parezca una película realizada en unas vacaciones por el solo hecho de pasarla bien. No es poco, a esta altura del año cinematográfico, y no se puede pedir mucho más. Seguramente salga tarareando.
Crítica emitida por radio.
La plata manda. Por eso es que en Hollywood, cuando una película autoconclusiva recauda bien, se ven obligados a sacar secuelas de la galera. Acá hablamos de Mamma Mia – basada en una obra de teatro que estuvo cocinándose durante años en base a las canciones mas populares del grupo sueco ABBA y que fuera llevada al cine en el 2008 -, a la cual tuvieron que inventarle una continuación directamente escrita para la pantalla grande. Y si bien ABBA es genial, tampoco son Los Beatles que tienen toneladas y toneladas de éxitos: el 95% de lo mas conocido ya los presentaron hace 10 años y ahora lo que le quedan son los “hitos” de segunda clase, con buenas letras pero que son cero pegadizos. Como usar solo ese material seria el beso de la muerte para una producción tan cara y cuidada, es inevitable el reciclado aunque sea en nuevas versiones. El personaje de Meryl Streep no está, se murió, chin pún, pero flota su espíritu en el ambiente. Ahora su hija, Amanda Seyfried, reinaugura el hotel, invita a todos los del primer filme y, mientras tanto, se entera que está embarazada. Curioso paralelo con la historia de su madre, que fundó el hotel (desde las cenizas) cuando la estaba esperando a ella. Lo que sigue es un ida y vuelta entre el presente de la Seyfried y el flashback de la Streep joven, el cual funciona como los dioses gracias a la gracia infinita de Lily James. No se ve como una impostora o imitadora, es directamente otra entidad llena de chispa (junto a los clones jóvenes de Julie Walters y esa fuerza de la naturaleza que es Christine Baranski), y su sonrisa y calidez inundan la pantalla contando cómo conoció a sus tres pretendientes y cómo quedó en la dulce espera mientras se enamoraba para siempre de Grecia. Hay bolazos en los cuales uno es cómplice porque la recompensa es grande, y Mamma Mia 2 es uno de esos casos. ¿Canciones repetidas? Sí. ¿Historias que no cierran mucho?. Desde ya. ¿Alegría en abundancia?. Claro que sí. Como pasaba con las secuelas de Ocean’s Eleven, uno quiere pasar mas tiempo con estos personajes, y hay varios goles de media cancha entre chistes, perfomances, y situaciones a pura emoción. ¿Si vale la pena verla?. Si usted amó la primera, la secuela lo dejará muy satisfecho aun sabiendo que no esta a su altura. Y si usted no quiso saber ni pío de la original… ¿qué hace leyendo éstas lineas?.
La secuela del romance musical ha arrivado a las pantallas en 2018 y ha traido mucha más música que su predecesora.