Cuando una película posee una premisa concreta, no se toma en serio y además cuenta con un nivel de actuación superior a la media es cuando maravillas como "Mortdecai" (USA, 2015) llegan para sorprender. Inspirada en la trilogía creada por Kyril Bonfiglioli, el director David Koepp conjuga con habilidad el timming clásico de las películas de espionaje con la comedia más absurda y un tempo preciso en el que hasta el más mínimo detalle es motivo de punchline y gag. La historia de "Mortdecai" es simple. Todo inicia cuando un personaje de la nobleza inglesa llamado Charlie Mortdecai (Johnny Deep) ve como su riqueza se evapora por una deuda multimillonaria con el fisco. Casado con la bella Johanna (Gwyneth Paltrow) también vera como la pasión por ella se resquebrajara en el momento que decide agregar a su "look" un pequeño moustache (bigote) para aparentar aún más su excentricidad. Johanna (Paltrow) no soporta ver ese acumulación de bello arriba de los labios de su marido y en medio de esa discusión marital reciben la inesperada visita de Alistar Martland (Ewan McGregor), un investigador, miembro del servicio secreto británico, quien conociendo la habilidad de Mortdecai para apropiarse de lo ajeno (de dónde sino provendría esa millonada que poseía) decide incluirlo en una investigación que intenta descubrir al asesino de una mujer y recuperar un valioso cuadro de Goya que, además, contiene la clave para llegar a un tesoro Nazi. Dato que no es menor para la dinámica del filme, Alistar, Johana y Charlie Mortdecai eran compañeros de la universidad y fueron amigos hasta que Alistar, perdidamente enamorado en secreto de Johanna, descubriera a estos en pleno acto sexual justo cuando se le iba a declarar. Mortdecai acepta trabajar en el caso y solicita algunas excentricidades (fiel a su estilo) para hacerlo, pero a medida que avance la investigación y que la trama detrás se ponga más oscura solo se demostrará lo inservible que Charlie es para la tarea. Solo algunas intervenciones de su asistente Jock (Paul Bettany), involuntarias muchas de ellas, le permitirán sobrevivir a Mortdecai en un contexto en el que tiene todas las de perder y en el que el acecho de aquellos que también quieren quedarse con el cuadro será el motor de la historia. "Mortdecai" es un filme fresco, divertido, consecuente con el género que parodia, ironiza y exagera, pero también, en el fondo, respeta. Las increíbles actuaciones del trio protagónico y Bettany, son un placer extra en el que la composición de los personajes y el tono hallado para presentarlas han sido esencial para el producto. El camaleónico Deep vuelve a sorprender con una interpretación desbordante de alegría y trazo grueso, necesarias para poder seguir el juego planteado por la propuesta y por Bonfiglioli en los libros. Algo similar a lo que hace algunos años ocurría con la saga "Austin Powers" de Mike Myers, en la que la exageración de lo británico posibilitaba el distanciamiento necesario para poder disfrutar de una película paródica de género. "Mortdecai" es subversiva y tradicionalista en cuanto a las formas, pero en el fondo es una cinta que prefiere explorar de manera exagerada ciertos estereotipos para homenajear al slapstick y la comedia del ridículo para generar un entretenimiento único y encantador.
Tan poco confiable como una obra falsificada Que David Koepp, guionista de las primeras entregas de Jurassic Park, Misión: Imposible y El Hombre Araña, no haya escrito el de Mortdecai, el artista del engaño, es un dato que llama la atención. En este film cómico con poca y ninguna comicidad, el realizador de Ecos mortales se reúne con Johnny Depp, que había protagonizado para él la también muy menor La ventana secreta (2004). Comedia de robos en el mundo del arte, el modelo de Mortdecai parecería ser Cómo robar un millón de dólares (1966), donde Peter O’Toole ayudaba a Audrey Hepburn a robar una estatua de un museo parisino. Al menos en términos de delgadez y elegancia, Gwyneth Paltrow es una posible émula de Mrs. Hepburn, mientras un Depp rubio y con bigotito hace un snob tan afectado como sólo un connaisseur de arte británico podría llegar a serlo. La hendidura interdental del actor favorito de Tim Burton permite verlo como Terry Thomas haciendo una caricatura de Peter Sellers.Un original de Goya que se consideraba inconcluso llega a manos de una restauradora. Esta es asesinada y el original, robado. Siguiendo la pista, un inspector del MI 5 –el servicio de inteligencia británico para el que, como todo el mundo sabe, presta servicio el agente 007– se ve obligado a pedir ayuda al erudito y marchand de pocos escrúpulos Charles Mortdecai, último representante de un linaje aristocrático, a quien no soporta (Depp). Johanna, esposa de éste (Paltrow), hace su propio juego, intentando recomponer la economía familiar que el cabeza hueca de su marido puso al borde de la ruina. Para ello aprovecha que el inspector Martland (Ewan McGregor) se babea por ella desde que estaban en el high school y le saca datos. Como en una de Bond, la búsqueda del cuadro robado lleva la acción de la campiña inglesa a Londres y de allí a Shanghai, con mafiosos rusos y conspiradores nazis multiplicando líneas narrativas. Es la multiplicación, pero no la suma.Nada de lo que ocurre parece importar tanto como el bigotito que el último de los Mortdecai decidió dejarse crecer. A Johanna se le revuelve literalmente el estómago cuando intenta siquiera besarlo, le cierra la alcoba y lo amenaza con el divorcio. Charles no piensa afeitárselo, el inspector Martland no puede dejar de mirárselo y obviamente todo termina con una escena de amor y bigote. Que una pilosidad como ésa sea lo más importante de una película que parece transcurrir fuera del tiempo y el espacio –parecen los comienzos del siglo pasado, trasplantados a éste así como estaban– exime de mayores comentarios. Su compromiso con lo que están haciendo permite inferir que tanto Depp como Paltrow, McGregor y hasta el reaparecido Jeff Goldblum (en el papel de un comerciante de arte de escasos escrúpulos) habrán pensado lo mismo. 4-MORTDECAI, EL ARTISTA DEL ENGAÑO EE.UU, 2015.Dirección: David Koepp.Guión: Eric Aronson, sobre novela de Kyril Bonfiglioli.Duración: 106 minutos.Intérpretes: Johnny Depp, Gwyneth Paltrow, Ewan McGregor, Paul Bettany, Jeff Goldblum, Ulrich Thomsen.
En busca de la pintura y el dinero nazi. Con un elenco de grandes actores y grandes egos - Depp, Paltrow, McGregor- el film de David Koepp cuenta la historia de un excéntrico marchante que intentará hacerse de una obra de arte que esconde un millonario tesoro. Un viejo axioma de la crítica sugiere que en determinadas películas se percibe que los actores la pasaron muy bien durante el rodaje. Imposible de comprobar, el caso de Mortdecai: el artista del engaño tiene bastante de aquella suposición aunque también no se esté frente a un film descartable. Livianita, sofisticada, con un costoso envoltorio escenográfico e interpretada por actores importantes, la película tiene al mejor guionista que director David Koepp como el responsable de domesticar –hasta donde pudo– a un casting egocéntrico y repleto de estrellas. La invitación argumental es pueril pero funcional: el excéntrico marchante Charles Mortdecai (Johnny Depp, quien viene repitiendo algunos gestos desde Charlie y los chocolates empalagosos, de Tim Burton), anda detrás de una obra de arte que tendría un código como acceso a una cuenta bancaria que pertenecía a los nazis. A Mortdecai lo rodea su esposa Johanna (Paltrow), un inspector del MI5 británico (McGregor), su cuñado (Goldblum) y, más adelante, otros compradores y rusos acosadores y enojados por la destreza e inteligencia del personaje central. Como un film del período clásico que fluctúa entre el humor flemático de los títulos ingleses de Hitchcock más la elegancia y sofisticación de Para atrapar al ladrón del mismo cineasta, Mortdecai trabaja los típicos elementos de esta clase de comedias: errores, equívocos, engaños, diálogos filosos y una levedad argumental que no va más allá de aquello que pretende su historia. Se está frente a un registro genérico donde al inicio se informa que Mortdecai se encuentra en bancarrota y que por ese motivo saldrá a la búsqueda de una obra artística no tan valiosa pero que esconde un secreto que se traduciría en una fortuna de dinero. Por lo tanto, el "MacGuffin", pretexto argumental que hace avanzar a la trama, tan recurrente en las obras maestras de Hitchcock (sí, otra vez), actúa como el disparador para que surjan los otros personajes que rodean al simpático marchante. De allí en adelante, un poco a los tropezones, la película presenta a esos secundarios que al relato le son útiles para narrar a través de la acumulación. En esos pasajes, Mortdecai gana y pierde la partida: algunas situaciones no resultan graciosas, los mohínes de Depp pecan de reiterativos y el relato dispara hacia otros vectores sin demasiado interés. Pero como se trata de una comedia con códigos del policial, más de una vuelta de tuerca habrá en el desarrollo de la historia, más si Mortdecai peca de ingenuo por confiar y no dudar de quienes están cerca de él.
Es muy difícil escribir sobre algo que no tiene sentido. Porque eso es Mortdecai: una película que no tiene ningún sentido ni en su realización ni en lo que provocará en el espectador. A priori se puede decir que es ridícula pero eso no es algo que esté mal ni que se le pueda criticar porque da la sensación de que fue lo buscado. El punto es que no tiene rumbo y el film se pierde en sí mismo. Pretende un humor que no logra, algo así como La pantera rosa (1963) de Blake Edwards donde se juntaba el humor ridículo y torpe con lo fino. Aquí no sucede eso ni por asomo y lo que se genera es un grotesco camuflado de comedia de enredos del peor tipo. El director David Koepp, guionista de muchos éxitos tales como Jurasic Park (1993) o Spider-man (2002), toma las riendas de este sinsentido como mero empleado cumplidor y sin pretensiones más que decir “acción” o “corten” porque no hay absolutamente nada para destacar en ninguna de las secuencias. Lo único que se salva un poco de este estreno son algunos chistes que pueden llegar a causar una pequeña risa pero no mucho más que eso. Ahora bien, evidentemente lo fuerte de Mortdecai y motivo de su promoción es el elenco. Lo que acarrea nuevas interrogantes tales como ¿A Johnny Depp qué le pasa? Es un gran actor y hace 10 años que no mete un papel decente. En esta oportunidad se encuentran grandes rasgos de su Jack Sparrow inmersos y desparramados en el traficante de arte con interpreta y que es acompañado por Ewan McGregor, Gwyneth Paltrow, Paul Bettany y Jeff Goldblum en sus roles más olvidables. Mortdecai es una verdadera pérdida de tiempo cuyo único atractivo es el especular sobre lo que estaban pensando todos cuando accedieron a hacer este proyecto.
La era de la vacuidad cáustica. Mortdecai, la última película del guionista y director David Koepp, es una adaptación de la primera novela gráfica de la trilogía de Mortdecai, Don’t Point that Thing at Me, editada durante la década del setenta como una burla y cuestionamiento del decadente mundo del coleccionismo de arte por el escritor y art dealer Kyril Bonfiglioli. El mítico personaje de Bonfiglioli, basado a su vez en los comics de P.G. Wodehouse, es un antihéroe clásico -millonario quebrado, traficante de arte y estafador en serie- que se ve envuelto en la investigación de un asesinato y posterior robo de una obra de arte. El MI5 británico descubre que la obra de arte La Duquesa de Wellington -una pintura de Goya supuestamente perdida que en realidad se llama La Maja Desnuda y se encuentra en el Museo del Prado- ha sido hallada tras su escandalosa desaparición en el siglo XVIII por una restauradora asesinada por un torpe terrorista que busca financiar una revolución con el dinero depositado en una cuenta bancaria en Suiza, cuyo código fue anotado en el reverso de la pintura al concluir la Segunda Guerra Mundial. El Inspector Martland (Ewan McGregor), un oficial del MI5 y antiguo pretendiente de la esposa de Charles Mortdecai (Johnny Depp), Johanna (Gwyneth Paltrow), le solicita al endeudado millonario ayuda para averiguar quién está detrás del crimen y cuál es el paradero de la pintura. A pesar del carisma de Johnny Depp y Ewan McGregor, y de las buenas actuaciones de Gwyneth Paltrow y Paul Bettany, y de la breve pero agradable aparición de Jeff Goldblum, ni el guionista Eric Aronson ni el veterano y exitoso guionista devenido director, David Koepp (Jurassic Park, 1993, Mission: Impossible, 1996, Panic Room, 2002), logran encontrar el punto justo de equilibrio para la adaptación de la historia al cine. La inocencia del humor y la futilidad del guión hacen parecer a la historia no solamente fuera de época sino también carente de atractivo y falta de suspenso. La historia original retoma todas las actividades del autor Kyril Bonfiglioli, como la venta de obras de arte y la práctica de esgrima, con un espíritu satírico y aventurero que es recuperado por la película a riesgo de caer en escenas ingenuas e incluso zonzas. Lo que en el comic funcionaba como un thriller con toques de humor negro y tendencias psicóticas y antisociales (las cuales transformaron a Mortdecai en una novela de culto), en la película parece un triste soplo de este vigor cáustico e irónico que generó muy buena repercusión dentro del mundo del comic. Desgraciadamente, Mortdecai no consigue transmitir la picardía original de la obra de Bonfiglioli ni imponer nuevas capas de análisis para un personaje que merecía una adaptación más arriesgada. El respeto excesivo que el equipo creativo y los actores le propinaron a la obra resultó en un producto fallido y anodino que con unas cuantas buenas ideas podría haber opacado fácilmente la era de los vacuos superhéroes que nos acosa.
Excéntrico, pero poco gracioso Basada en una popular trilogía literaria escrita y publicada por el británico Kyril Bonfiglioli en la década de los 70, Mortdecai tiene un elenco estelar, un buen presupuesto (50 millones de dólares) y el espíritu inocultable de aquella famosa y extensa saga de La pantera rosa, protagonizada por Peter Sellers y dirigida en su mayoría por Blake Edwards. El protagonista es Charlie Mortdecai (Johnny Depp, involucrado también en la producción de la película), un excéntrico aristócrata británico que ha dilapidado irresponsablemente su fortuna e intenta recuperarse ideando un negocio tramposo con una pintura de Goya que, al margen de su valor intrínseco, contiene una clave que permitiría reclamar una enorme cantidad de oro acumulado ilegalmente por los nazis. Cuenta con la ayuda de un fidelísimo criado que también oficia de eficiente guardaespaldas (Jack Bettany) y la colaboración de su indolente esposa (Gwyneth Paltrow), preocupada, sobre todo, porque su compañero se afeite un curioso bigote que a ella le produce náuseas. El otro personaje importante también es una estrella: el siempre eficiente Ewan McGregor, un agente del servicio de inteligencia inglés enamorado de la mujer de Mortdecai desde hace años, que también anda tras las huellas del Goya. La película tiene algunas buenas escenas de acción y actuaciones correctas, pero falla ostensiblemente en su principal objetivo: el humor. Es evidente que, desde la dirección, David Koepp (conocido por su trabajo como guionista de Misión imposible, Jurassic Park y El Hombre Araña) poco pudo hacer para insuflarle gracia, ritmo y sorpresa a un guión más bien anodino a cargo de Eric Aronson, cuya única experiencia anterior en el rubro es la de On The Line, una comedia adolescente gris e irrelevante. La espectacularidad en la realización (movimientos de cámara, locaciones, vestuario, apoyo de efectos digitales) no alcanza para esconder las debilidades de una adaptación que carece de la clásica acidez del humor británico, recurre a unas cuantas obviedades y luce inevitablemente extemporánea, como si Aronson no hubiese encontrado la manera de actualizar y dotar de agudeza y mayor oscuridad a una historia que, evidentemente, lo reclamaba.
Una serie de eventos desafortunados Guionista de renombre (La muerte le sienta bien, Jurassic Park, Carlito’s Way, Misión: Imposible, La habitación del pánico, El hombre araña, Guerra de los mundos) y director con múltiples altibajos, David Koepp filmó esta comedia de enredos policiales y románticos a partir de una novela de 1973 (Don’t Point That Thing at Me, primera entrega de la trilogía de Kyril Bonfiglioli), cuya transposición extrañamente no hizo él sino Erick Aronson. Película decididamente fallida (básicamente porque de su andanada de gags muy pocos funcionan), se trata -de todas formas- de una producción particular. No está hecha con desgano, con desdén, tiene un ritmo trepidante, un despliegue de producción asombroso y un elenco de primer nivel (con varias figuras, como Gwyneth Paltrow o Jeff Goldblum, bastante desaprovechadas). A la hora de buscar referencias, el Charlie Mortdecai de Johnny Depp (cuya sobreactuación deja en la comparación a su pirata Jack Sparrow como un personaje minimalista) bebe tanto del Jacques Clouseau de Peter Sellers en la saga de La Pantera Rosa como del Austin Powers de Mike Myers. Se trata de un aristócrata en decadencia financiera y en crisis con su esposa (Paltrow) que es convocado por el inspector Martland (Ewan McGregor) para ocuparse del caso del robo de una pintura de Goya. El triángulo amoroso que involucra al trío protagónico, los chistes más bien torpes (por ejemplo, sobre el ridículo bigote que se deja Mortdecai) y la acumulación de absurdos eventos (robos, persecuciones, fiestas y una sucesión de engaños y traiciones) hacen del film una absoluta rareza, un producto demodé, un delirio sin rumbo matizado con algunas hilarantes intervenciones de Paul Bettany como un Don Juan y fiel guardaespaldas del protagonista. Un despropósito simpático, es cierto, pero despropósito al fin.
Ahi esta Jhonny Deepp exagerando su encanto de embaucador de guante blanco, la bella de Gwyneth Paltrow, junto a los siempre eficientes Ewan McGregor y Paul Bettany y sin embargo enredos, idas y venidas de robos de obras de arte no alcanzan para un divertimento que por momentos parece ralentado y obvio y en otros de gran eficacia.
Bienvenidos al festival Depp Pese a su bigote, Depp es hilarante. La película es una fiesta para los que lo quieren. Que los antecedentes no cuentan es tan cierto como que lo que uno hizo -y estamos hablando de cine- fundamenta lo que hará a futuro. David Koepp, que supo vivir en Mar del Plata, director de esta delirante comedia de acción, con más humor que acción, escribió los guiones de la primera Jurassic Park, la primera El Hombre Araña, la primera Misión: Imposible. Como realizador, ya había dirigido a Johnny Depp en su adaptación de la novela de Stephen King La ventana secreta. A excepción de El diario, el filme de Ron Howard, casi no había probado con la comedia. Y en Mortdecai: El artista del engaño el disparate es tal que por momentos el protagonista, con los tics de Johnny Depp, parece surgido de Todo x 2 pesos. Depp interpreta -es una manera de decir, porque se bambolea, hace caritas y camina como si fuera un dibujo animado de Looney Tunes- a un egocéntrico millonario en bancarrota, que se dedica a traficar obras de arte. Desaparece un Goya y, acuciado por la deuda al fisco británico, transa con un agente del MI5 (Ewan McGregor): buscará ese lienzo, detrás del cual se develaría dónde se esconde una fortuna nazi. Mortdecai va y viaja, cual un Bond que patina. Empieza en Hong Kong, sigue por Londres, pasa por Moscú y Los Angeles. Tiene un asistente (Paul Bettany), como si fueran el inspector Clouseau y Cato. Se enfrenta a viles de distintas nacionalidades, terroristas y, tal vez lo peor, a un distanciamiento con su amada esposa (Gwyneth Paltrow). Así y todo, debe encontrar la pintura. Los comentarios previos al filme -no hay ni una crítica publicada: la Argentina es de los primeros países en estrenarla- eran tan peyorativos que tal vez por eso, esperando lo peor, uno se encuentra con un filme desparejo en su humor, pero regocijante en su estilo, entretenido y con algunos gags muy bien logrados. Que es un festival Depp, de eso no hay duda. En La ventana secreta Depp no parecía Depp como ese escritor atribulado. Aquí Koepp lo dejó crear a sus anchas. Podemos ver a Jack Sparrow, de Piratas del Caribe, a Willy Wonka, a Ed Wood. Todos los Depp, como en una mesa de saldos, en versión satírica, en una sola película. Es una ganga.
Comedia amarga de apariencia amable. Esto no le pasaba al padre Pitillo, que supo enfrentar a prejuiciosos y prepotentes en defensa de una joven "descarriada", como cuenta la comedia de Arniches. Ni al vigoroso cura Don Camilo, regocijante creación de Giovannino Guareschi, ni siquiera en "Don Camilo y los jóvenes de hoy". Pero el padre Fabián (Fabijan en el original) que acá vemos, pertenece a otra época, y a otros autores, que lo quieren poco y mal: el músico Mate Matisic y el director Vinko Bresan, autores de esta comedia amarga de apariencia amable. La primera mitad es bastante risueña, levemente sarcástica y moderadamente efectiva. En ella, un curita recién llegado a una isla del Adriático advierte que el pueblo tiene más muertes que nacimientos, ya que los pobladores son bastante promiscuos pero "se cuidan". Así que convence al kioskero y al farmacéutico para "intervenir" con una aguja las cajas de profilácticos que ellos comercian. El kioskero es un católico culposo, y el otro es un loco de la guerra, que ayuda entusiasmado a la multiplicación de los suyos, pero a los clientes de otras razas, pueblos o religiones les sigue vendiendo profilácticos en buen estado, para evitar que se reproduzcan. Esto, mostrado con humor, supone cauterizar, más que avivar, las heridas de la última guerra, hace apenas 20 años, cuando croatas,serbios, bosnios, musulmanes, ortodoxos, etc. se masacraron rigurosa y espantosamente. Lástima que la segunda mitad de la película ya deja de ser graciosa, se hace oscura, en sentido literal y figurado, y cuando al fin vuelve la luz del día, y el curita empieza a percibir las consecuencias indeseadas de su programa de natalidad, surge un domingo 7, un drama inesperado, puesto sólo para poner un momento cúlmine dramático. Que acaso tenga sentido si se mira el cuento como una metáfora de aquella sociedad, donde cada sector mantiene sus leyes de secreto y negación. Pero, en todo caso, es un climax medio estirado y desinflado. Intérprete, Kresimir Mikic, algo así como el Humberto Tortonese de los Balcanes pero tirando a serio. Dos momentos memorables, la táctica del cura para obligar a tres solteros a hacerse cargo de un desliz, y la visita del obispo, indiferente al incumplimiento de los votos de castidad de sus párrocos, pero atento a cualquier indicio de pederastia. Otra película interesante de Bresan, la comedia negra "Marsal", donde neocapitalistas y comunistas persistentes creen encontrarse con el fantasma del mariscal Tito, que viene a reprocharles, como el generalísimo Franco a los españoles en la novela de Vizcaíno Casas "Y al tercer año resucitó.
Las mil y un caras de Johnny Depp empiezan a parecerse cada vez más entre sí, pero afortunamente Mortdecai, dirigida por David Koepp (quien ya había trabajado con el actor en La Ventana Secreta) viene a cambiar un poco las cosas. Un poco. Aquí el intérprete de los roles excéntricos de Hollywood se aleja del Jack Sparrow que parece haber devorado su carrera desde el año 2002 en adelante, y se calza los refinados zapatos de un ladrón de arte que se ve envuelto en una intriga internacional. El punto de partida es un misterioso asesinato que esconde aristas políticas: una restauradora aparece muerta cuando se descubre que detrás de un Goya inédito se esconde un número de cuenta bancaria, que podría ser la puerta hacia una fortuna incalculable. Lejos de hacerlo por amor al arte, quien roba la pintura sabe de éste secreto y trama un malévolo plan que podría terminar con el mismísimo Imperio Británico -tal como lo conocemos. Será entonces responsabilidad de Charles Mortdecai, nuestro protagonista, devolver la pintura al Ejército de la Reina para que la Seguridad Nacional vuelva a dormir en paz. El absurdo detrás de la premisa se manifiesta desde la primer escena en la película, cuando una estafa le sale mal al protagonista y conocemos su verdadero rostro, que es el de un hombre que viste como un dandy pero actúa como un malandra cualquiera. Eso sí, lo hace sin afeitarse jamás su recientemente estrenado bigote, pese a las arcadas de su pareja, y de hecho los chistes respecto al bello facial abundan y por momentos da la sensación que Koepp no sabe muy bien qué hacer con ellos. La comicidad sin duda apunta a los niveles del Inspector Clouseau de Peter Sellers, pero lamentablemente apenas si llega a los de la reinterpretación de Steve Martin. Hay, sin embargo, motivos de sobra para entretenerse con esta película: a la renovada labor de Depp se suman las divertidas interpretaciones de Paul Bettany como Jock, un fiel protector del protagonista, Ewan McGregor como el Inspector Martland, y la sensual Gwyneth Paltrow como el interés romántico, que por fortuna sí tiene química con su contraparte, a diferencia de lo sucedido con Angelina Jolie en El Turista. La imponente fotografía de Florian Hoffmeister y un cuidado diseño de producción, tienen a Depp saltando y corriendo a lo largo de toda Europa, lo que otorga al film un ritmo constante y por momentos logra sacarlo de la elementalidad de su humor y argumento. Mortdecai no es el vehículo de regreso al estrellato que algunos esperaban para el actor de clásicos modernos como El Joven Manos de Tijeras y Ed Wood (ambas de Tim Burton), pero al menos aquí no hay más piratas en la costa y eso ya es un paso adelante.
Subido de tono pero elegante. No tenía ni idea de que podía llegar a tratar Mortdecai, pero cuando vi un poster con Johnny Depp luciendo un bizarrísimo bigote no hacía falta mucha intuición para darse cuenta que íbamos a ver al actor en uno de esos roles excéntricos que a esta altura del partido son su marca de fábrica. Señoritos Ingleses mortdecaiLord Charlie Mortdecai (Johnny Depp) es un elegante dealer de arte que está agobiado por las deudas. Para saldarlas decide aceptar la misión del Inspector Martland (Ewan McGregor) de encontrar una obra de arte robada que parece tener los códigos de una caja fuerte que puede contener oro nazi. Debo serles sincero, pensé que lo que iba a entrar a ver iba a ser una película apta para todo público, con un humor “sano” para los “pequeñuelos”, y me encontré con un registro humorístico tan elegantemente subido de tono que debo admitir hace el desarrollo de esta película algo entretenido de ver a pesar de la predictibilidad de su trama. Five O’Clock Tea David Koepp dirige con eficiente pulso esta comedia en la que predomina una detallada y gustosa dirección de arte y una luminosa fotografía que no hace mas que resaltar la comedia negra a la que apunta. Por el costado actoral Johnny Depp es Johnny Depp… si, lectores, mucho no ha cambiado en este apartado; es todo lo que habitualmente se imaginan de él. Ewan McGregor y Gwyneth Paltrow (como la esposa del protagonista) entregan sobrias interpretaciones, pero para mí el que destaca es Paul Bettany como el tosco mujeriego que Mortdecai tiene como guardaespaldas, chofer y mayordomo. Conclusión Mortdecai cumple con lo justo y necesario su objetivo de entretener a través de la risa. No es lo que se dice imperdible, pero si la eligen, mal no la van a pasar.
La nueva comedia británica/norteamericana del verano tiene todos los condimientos para ser entretenida, pero profundamente olvidable: efectos, actuaciones, trama…todo ya se ha visto en la gran pantalla, y no hay absolutamente nada nuevo bajo el sol. CharlieMortdecai (Johnny Depp) está casado con Johanna (Gwyneth Paltrow). El millonario matrimonio está en la bancarrota por lo que decide aceptar el trabajo que le propone Alistair Martland (Ewan McGregor), un alto funcionario de la seguridad británica, y ex compañero de universidad -casualmente enamorado de la bella Johanna-: encontrar un Goya robado, que contiene el número de una cuenta bancaria en Suiza donde un comandante nazi escondió su fortuna. Lo ayuda en la tarea su fiel sirviente Jock (Paul Bettany), quien trabaja desde chofer hasta matón personal. Dirigida por David Koepp (guionista de Jurasic Park, Misión Imposible y Spider Man, así como director de La ventana secreta – donde conoce a Depp), Mortdecai es una clásica comedia de espionaje, con viajes a lo largo y ancho del globo, confusiones, engaños y traspiés. El personaje de Depp está inspirado en la comedia clásica británica (desde Peter Sellers a Terry Thomas), pero básicamente es el Capitán Jack Sparrow de Piratas del Caribe adaptado a la alta sociedad. El humor es bastante básico y efectista (un bigote que se interpone en la felicidad marital, violencia involuntaria, vómitos y demás chistes escatológicos). Como se desprende del argumento, es una mezcla de todos los clichés que funcionan en el cine: arte, acción y dinero nazi (aunque mezclados de la manera más posmoderna posible). Con todo, es una película simpática, entretenida pero que olvidamos apenas abandonamos la sala de cine ya que ni la trama ni los personajes son memorables, sino que funcionan como un guiño a otros films o personajes existentes. De hecho, el film está basado en una trilogía literaria, que el guionista Eric Aronson encontró en una mesa de saldos, sin saber que era una saga de culto para un público selecto. Parece que al hacerlo masivo se perdió parte de la magia…
El arte de lo aburrido Empecemos diciendo que hay que ver Mortdecai sin pururú ni gaseosa en las manos; el riesgo de tirar ambas cosas al piso por aburrimiento es grande. El director David Koepp apostó en esta ¿comedia? todas las fichas del éxito a la camaleónica figura de Johnny Depp, que acaba regodeándose en una maroma de lugares comunes para componer uno de sus papeles menos dignos. Mortdecai es el apellido de un excéntrico traficante de obras de arte (Depp), un señor sin escrúpulos que se pasa la película entera tratando de evitar la bancarrota en su matrimonio con Gwyneth Paltrow (más anodina que nunca). Para esto colabora en la investigación de un crimen relacionado al mundo del arte con un policía de alto rango (Ewan McGregor, en su actuación menos memorable) que, a la vez, está enamorado de Paltrow. Hay una serie de enredos (que bordean la frontera que separa el absurdo de la pavada sin sentido) y situaciones aparentemente cómicas que no alcanzan a empujar una trama tan remanida como previsible. Si un mérito tiene Mortdecai es haberse ganado un pasaje al país del olvido, sin escala en la estación del entretenimiento. Una película ideal para la tarde de un domingo –en la tele–, con la posibilidad de hacer zapping sin culpa.
El hombre del bigote Johnny Depp es sin dudas, uno de los actores más exitosos del momento. Cobra un jugoso caché y se permite filmar solo un par de películas al año. Sin embargo tiene apenas un personaje taquillero: Jack Sparrow. Con Mortdecai, el artista del engaño (Mortdecai, 2015) intenta instalar otra de sus carismáticas criaturas en el imaginario popular. Charlie Mortdecai (Depp) es un simpático delincuente, refinado al estilo aristocrático inglés. Porta un singular bigote y osa de los buenos modales británicos, con la misma astucia que usa para el engaño y la estafa en la compra-venta de obras de arte. Cuando el inspector Alistair Martland (Ewan McGregor) le pide que recupere una cotizada pintura de Goya, que en su dorso cuenta con un número de cuenta de un perdido tesoro nazi, se embarca en su búsqueda por importantes ciudades del mundo con su leal asistente Jock Strapp (Paul Bettany). Mortdecai es un personaje proveniente de una popular trilogía literaria escrita por Kyril Bonfiglioli. En su adaptación para la pantalla grande, Johnny Depp –también productor- pone en escena todo su histrionismo para dejar huella en el público. El film está dirigido por el correcto David Koepp, guionista de varios éxitos de los últimos veinte años, que ya había colaborado con Depp detrás de cámara en La ventana secreta (Secret Window, 2004). Mortdecai, el artista del engaño es una comedia de acción, esa rara mezcla de géneros cuyo tono caricaturesco siempre está al borde del ridículo y sólo en contados casos logra destacarse de un simple producto de entretenimiento. Esta película no es la excepción, además de contar con un humor inglés un tanto excéntrico para estas latitudes, que puede ser tanto su virtud como su defecto en iguales dimensiones. Mucha acción, un personaje caricaturesco que busca por todos los medios ser encantador, un reparto de primer nivel (Gwyneth Paltrow como Johanna Mortdecai, esposa del protagonista, los mencionados Paul Bettany y Ewan McGregor, sumados a Jeff Goldblum, entre otros actores de renombre), en una película que termina siendo un agradable pasatiempo pero que se desintegra del recuerdo ni bien termina la proyección.
Si una palabra puede definir a Mortdecai es rara. Y su rareza deviene tal vez del notable esfuerzo en retomar el espíritu de esos films de La Pantera Rosa supieron deleitarnos hace décadas atrás. Sin embargo la apuesta del director no logra conseguir su cometido y naufraga en un mar de equívocos tanto estéticos como actorales. Convengamos que David Koepp no es Blake Edwards ni Johnny Depp es Peter Sellers (de hecho hace rato que no deja de ser Jack Sparrow) y esta falta de identidad tan burda convierte al film en una copia de mala calidad del mejor humor británico-estadounidense. Paradojas de la vida nuestro héroe Mortdecai, basado en una saga literaria de Kyril Bonfiglioni, es un falsificador de obras de arte. Un granuja sinvergüenza ,pero con estilo que atento a sus continuos despilfarros se ve en la necesidad de conseguir dinero rapidamente. Y en esta aventura estará acompañado por su esposa intepretada por Gwyneth Paltrow y su fiel servidor en la piel de Paul Bettany. Juntos tratarán de dar caza a una preciada obra de Goya siendo reclutados para ello por el agente Martland (Ewan McGregor), quien además esta fervientemente enamorado de su esposa. Con lo cual se configura lo que podría ser un interesante triangulo amoroso de no ser por el mediocre guión que lo enmarca. dont_point_that_thing_at_me569_0 La adaptación de los relatos de Kyril Bonfiglioni se muestra torpe en la pantalla, con chistes que atrasan y que remiten a un humor que no se encuentra logrado. Si a eso le sumamos a un Johnny Depp crecido y componiendo el mismo personaje que interpreta desde hace años la ecuación nos dará una propuestas con buenas intenciones pero un conjunto de fallidos que no paran de desilusionar. Una réplica simplona de un humor que, en su versión original, solo permanece vigente por su exquisita calidad. Elemento que claramente le falta al film de David Koepp.
David Koepp es un guionista más que cumplido (“Jurassic Park”, “El hombre araña”, “Misión: imposible”) y un director con algunos films interesantes y otros, no. “Mortdecai”, una comedia de espionaje con reparto glamoroso y el show de Johnny Depp (un gran payaso). Un film de vueltas de tuerca y rasgos simpáticos en general, pero que no está destinado a quedar demasiado tiempo en la memoria.
Johnny Depp sigue en caída libre La trama es realmente poco interesante, a pesar de la promesa que suponen las grandes estrellas que en ella participan. El argumento en sí es un poco predecible sobre todo en lo que atañe al desenlace de Mortdecai y su esposa, y la trama no tiene el peso suficiente para operar con eficacia sin el factor sorpresa o un suspense muy bien articulado (lo cual no es el caso en particular). A ello se suman una serie de elementos reiterados en la película que o bien no están desarrollados lo suficiente como para que operen, sea como elementos cómicos y/o conflictivos al interior del drama: me refiero en lo particular al supuesto enamoramiento del inspector de policía hacia la esposa de Mortdecai, y el tema del “bigotito” reciente que Mortdecai se ha dejado. Sobre el tema del enamoramiento, creo que esta línea narrativa podría haber tenido un lugar más destacado, pero en el caso del bigote, no termina de entenderse qué se quiso lograr con tal gag: si se trató de generar un efecto cómico, la reiteración a lo largo del film arruina por cansancio la mecánica de la comicidad; si en cambio tenía otra razón de ser, por ejemplo apuntular el conflicto que el matrimonio atraviesa (ella se niega a tener sexo con su esposo por el rechazo que el bigote le produce), el elemento realmente no funciona, precisamente porque la inclusión de la inclusión de la esposa en el conjunto de la trama policial, debilita este primer conflicto. La trama y el argumento están tan mal articulados, tan pobremente desarrollado el conflicto que se propone, que ni siquiera los protagonistas logran lucirse con la dignidad suficiente.
En esta comedia por momentos algo delirante se mezcla la acción y el espionaje. Cine Cine: “Mortdecai, el artista del engaño” Domingo, 25 Enero 2015 01:41 En esta comedia por momentos algo delirante se mezcla la acción y el espionaje. Cine: “Mortdecai, el artista del engaño” Dirección: David Koepp Elenco: Johnny Depp, Gwyneth Paltrow, Ewan McGregor,... Género: Comedia/Acción Origen: Estados Unidos, 2015 Duración: 106 minutos. Apta para mayores de 13 años Estrenos en Argentina: 22.01.15 Tener en la cartelera una película que tiene en el afiche de los cines la figura de Johnny Depp ya de por sí convoca a muchos fanáticos y otros que se acercan en busca de pasar un buen rato. En esta ocasión el multifacético actor norteamericano interpreta a Charlie Mortdecai, un excéntrico antihéroe, sofisticado, coleccionista de arte sin escrúpulos, multimillonario en decadencia, ladronzuelo de guantes blancos, que en los momentos más complicados cuenta con el apoyo de su asistente Jock (Paul Bettany, “Firewall”), para completar la fuga cuando las cosas se complican. Van sucediendo diversas escenas al estilo de “La pantera rosa” (el inspector Clouseau y Cato); y por momentos muy similares a "Austin Powers"; entre otras. También desde la iluminación, fotografía, banda de sonido, vestuario, colores y excentricidades. Una serie de situaciones alocadas ocurren cuando alguien roba una pintura de Goya y para recuperar la pieza interviene el Inspector Martland (Ewan McGregor). Se involucran en la historia personajes que también están interesados , entre ellos: Charlie Mortdecai, el terrorista Emil (Jonny Pasvolsky), el multimillonario estadounidense Krampf (Jeff Goldblum) y Georgina (Olivia Munn), todo debido a que este boceto además contiene a su dorso el código de una cuenta bancaria perdida del oro nazi. Por otro lado está la bella Johanna (Gwyneth Paltrow), una chica con piernas largas casada con Mortdecai y alguien que aún se encuentra enamorado de ella, Martland. Los tres se conocen desde la adolescencia cuando estaban en la Universidad de Oxford y durante su estadía en dicha universidad, justo el día en que Martland le iba a declarar su amor a Johanna, Mortdecai ya la tenía en sus brazos. Mortdecai y Johanna mantienen una relación especial, él usa como look un pequeño moustache (bigote) que lo hace encantador, pícaro y egocéntrico pero a ella estos bigotes le molestan y le causan náuseas. La narración va recorriendo distintos lugares juntos con los intérpretes por: Hong Kong, Londres, Moscú y Los Ángeles, combinando con buenas escenas de acción, mezclando la comedia, el absurdo y la sátira, con un ritmo rápido. El elenco tiene buena química y Depp (es además el productor) a la hora de componer un personaje sigue siendo camaleónico y se divierte. Se nota durante unos minutos cuando corre por un pasillo y en otras instancias que se le escapa la figura de Jack Sparrow (“Piratas del Caribe”). Uno de los problemas que tiene es que no todos los gags son divertidos y varios resultan poco efectivos. Resulta bien pochoclera y sino sos muy pretensioso y vas por los intérpretes la pasarás bien.
El engaño es la película Lo rocambolesco es un término utilizado para señalar aquella fusión de aventuras con comedia con elementos realmente inverosímiles que terminan dando un entretenimiento vertiginoso, la diversión por la diversión misma. Si bien Rocambole (de allí el término) es un personaje del Siglo XIX, su conceptualización en el cine tiene una fuerte herencia a partir de las décadas de 1960 y 1970, con la saga de La pantera rosa como máximo referente y con Blake Edwards como uno de sus ejecutantes. Por eso, cada vez que el cine busca aquel espíritu juguetón de lo rocambolesco no puede evitar recurrir a historias con un fuerte aire old fashioned que empatan estéticamente aquellos espacios donde la lisergia, una paleta de colores potente, mucha bebida con hielo, música con presencia de instrumentos de viento, múltiples personajes, y tramas de espionaje y robos abundan. Hay ejemplos bien precisos como la primera Casino Royale, la reciente remake de Gambit o más elaborados como la saga de Austin Powers, sin dejar de lado aquel intento de renovación que fue la subvalorada Hudson Hawk con Bruce Willis. Ahora, Mortdecai: el artista del engaño llega para continuar la dinastía. Y no puede más que fallar en el intento, como lo hacen la mayoría de estas películas rocambolescas. El film está basado en la serie de novelas que Kyril Bonfiglioli firmó allá por los 70’s -como se ve, época clave para esta movida-, con una evidente apuesta por divertir a partir de las aventuras un poco bufonescas de su personaje principal. La película dirigida por David Koepp tiene el robo de una importante pintura, agentes especiales, coleccionistas y mafiosos tras los pasos de esa obra, viajes por Europa y Estados Unidos, un ritmo vertiginoso pactado por un montaje trata de eludir las escenas de transición, un juego de screwball comedy entre su pareja protagónica, humor visual que bordea el slapstick y un protagonista absolutamente bufonesco como Johnny Depp. Por todo esto no se puede negar que Mortdecai: el artista del engaño no lo intenta. Pero algo pasó entre la planificación y la concreción, que terminó dilapidando la potencial gracia del producto y reduciéndola a algunos chistes más o menos efectivos dispersos por aquí y por allá. Es sorprendente, porque tanto Depp como sus coprotagonistas (que incluye una lista interesante como Gwyneth Paltrow, Paul Bettany, Ewan McGregor y más) hacen todo el esfuerzo (y se nota) para que la película sea realmente divertida. Y no lo logran, un poco por esa cornisa donde lo rocambolesco suele pararse: ese ritmo, ese vértigo que la historia necesita, requiere de un gran timing para que se ejecute con gracia. Y Koepp nunca lo encuentra, no porque no sepa cómo hacerlo (es un consumado guionista, aunque es verdad que pocas veces se vinculó con la comedia) sino porque evidentemente las piezas no terminan de encajar correctamente, y el guión muchas veces recurre a chistes tan ordinarios como viejos, suponiendo que lo vintage habilita a que nos riamos con Depp tocando un par de tetas. Y la sonrisa, cuando aparece, es más leve que intensa. Más preocupante es la carencia de Paltrow para jugar el juego de diálogos veloces y filosos. De todos modos, lo mejor que se puede decir de Mortdecai: el artista del engaño es que es una película inofensiva, que no busca trascender ni utiliza su trama leve como excusa para hablar de otras cosas. Es apenas un producto fallido, que en todo caso evidencia el nivel de vacuidad que subsiste en la industria del cine norteamericano y que gana pantalla en detrimento de películas más atractivas.
LA NADA MISMA Si alguien cree que la presencia estelar de Jhonny Deep es algún tipo de garantía de calidad resulta oportuno indicar que, no sólo este filme es digno de olvidar, sino que pareciera que Deep aún navega en el Perla Negra. Aburrida, abúlica, tediosa y carente de originalidad, a Mortdecai es mejor perderla que encontrarla. Con todos los elementos necesarios para poder ser una parodia del género policial, es el afán de síntesis y la incapacidad de asimilar la esencia de la acción, la que el realizador muestra cuando se apresura al narrar, sin tapujos, y apelmazar escenas de sexo frustrado y densas persecuciones en automóviles, con extensas secuencias que sólo parecen existir para confirmar que el Sr Mortdecai es un completo imbécil. En bancarrota y con una vida prestada, Mortdecai intenta perpetrar la estafa que lo sacará de ese estado económico penoso. Pero lo lamentable no son sólo sus finanzas, sino también su estilo de vida mediocre y librado a la suerte de su par dramático y fiel lacayo, quien a diario, lo salva de morir ante cada estupidez que el Sr. no logra o no quiere decodificar. ¿Es necesario que el personaje protagonista sea tan obtuso? Si el objetivo buscado es la gracia, no lo logra. ¿Qué queda para Paltrow y Mc Gregor? Tal vez sus opacadas performances y algún atisbo de salvataje emocional que no logran llenar el vacío de tanto metraje sin sentido. Comedia policial de manual, mal leído, o falsa interpretación por parte de su realizador, Mortdecai, algo anticipa en su título. Las bellas artes como excusa olvidada y el molesto recurso animado con el que se sugiere el cosmopolitismo del protagonista y su abandonada, pero astuta mujer, son algunos puntos más que engrosan el listado de fallas que cuenta este filme viciado de pretensiones y continuas seguidillas de gags faltos de gracia, acidez o ironía. La trama es débil, las actuaciones un perfecto desastre, y la atmosfera de artificio mal logrado, es sólo la frutilla que corona este postre de receta alterada. Qué lástima que el artista del engaño no pudo deslumbrar con ninguno de sus trucos. Por Paula Caffaro @paula_caffaro
“Mortdecai: El artista del engaño” es una variante caricaturesca sobre la serie de televisión basada en novelas de Agahata Christie, cuyo personaje central era Hermes Poirot, interpretado magistralmente por David Suchet. El personaje creado por Johnny Deep posee una gran cantidad de gestos que lo acercan a de Poirot, comenzando por su mostacho, continuado por el modo amanerado y ambiguo que lo caracterizaba, sin olvidar la forma su caminar, pero que además agrega el ingrediente de continuar la línea del capitán Jack Sparrow en la saga “Piratas del Caribe” ( 2004, 2007, 2008, 2011, y la porvenir en el 2017) Aunque en alguna entrevista Deep haya dicho que se inspiró en Peter Sellers y Therry Thomas, sin que falten Charles Chaplin ni David Niven, “Mortdecai” pretende añadir otro personaje a la galería del género de parodia sobre espías británicos como Austin Powers, Johnny Inglés o Jacques Clouseau, con su criado japonés. Charlie Mortdecai es un torpe “bont vivant”, aristocrático y manipulador, que vive más allá de sus medios y de ofertas provenientes de un mercado de arte que conoce muy bien. Vive en una mansión con su esposa Johanna (Gwyneth Paltrow), y su leal sirviente Jock Strapp (Paul Bettany), con quien mantiene una relación dispar y al que maltrata inconscientemente. Debido a que Charlie debe 8.000.000 libras en impuestos al gobierno británico, su solución es encontrar y vender un cuadro de Goya que había sido robado, "The Duchess of Wellington". Sobre él se rumorea que en su dorso existe el código de una cuenta en suiza que contiene parte del tesoro nazi. Le acompaña en sus aventuras un agente de la seguridad británica (Ewan McGregor), quien además juega el rol de tercero en discordia entre Mortdecai y Johanna. “Mortdecai…” cuenta con una trama que realmente no importa. Su estructura se sostiene sobre un guión endeble que hace girar la acción a partir de los personajes y no de la historia, a la que condimenta con una sucesión de escenas que no tienen remate en sus chistes, y con situaciones absurdas sin resolver (el absurdo tiene sus leyes y si no se cumplen pierde todo efecto). Los chistes antiguos y baratos apuntan a un público adolescente, y en cierto modo inocente aún. El único personaje real y muy bien construido es el de es Paul Bettany, a pesar que el papel estaba destinado a ser el típico hombre de confianza, con estúpidos parlamentos, consigue algunos momentos muy buenos con Deep. Los demás son un estereotipo de sobreactuaciones que provocan pena en lugar de risa. Dirigida por David Koepp, con guión de Eric Aronson, “Mortdecai…”, nunca se habría hecho sin el entusiasmo de Johnny Depp, que decidió ser productor del filme al leer los libretos originales, basados en la primera novela de la trilogía absurda escrita en 1970 por el escritor británico Kyril Bonfiglioli, que a su vez trato de emular a PG Wodehouse (1881-1975) y continuar tradición de la tontería sofisticada. En resultado final es un fallido intento de comedia policial.
Mortdecai es una película con grandes actores desperdiciados al máximo en una película mal escrita. Si bien la premisa es muy buena, no está bien explotada y ya desde la primer escena se puede adivinar que te vas a divertir poco y nada, excepto en las escenas de acción o...
“Mortdecai, el artista del engaño”, está basada en una serie de libros de Kyril Bonfiglioli en los que el protagonista, Charlie Mortdecai, es un antihéroe que, con el propósito de sostener sus caro y sofisticado estilo de vida, recurre a negocios dudosos dentro del bajo mundo del arte europeo. Antihéroe carismático, negocios dudosos, mantener una vida lujosa, codearse con el bajo mundo. Teniendo en cuenta los personajes que Johnny Depp ha elegido interpretar en los últimos años, independientemente de los resultados, es fácil ver por qué le pareció una buena idea llevar los libros en cuestión a la pantalla grande. Es una pena que sea poco lo que la dirección de David Koepp (responsable de guiones de la talla de Jurassic Park, Mission Impossible y Spiderman), y las actuaciones de reparto de Gwyneth Paltrow, Paul Bettany y Ewan McGregor pueden hacer por rescatar una historia y un personaje que, en manos de Depp, se vuelve flojo, denso y repetitivo. El guión, que en rigor no es de Koepp sino de Eric Aronson, es de por sí algo trillado y predecible: la historia gira alrededor del intento de Mortdecai (Depp) de recuperar su fortuna, que ha ido mermando a causa de su estilo de vida, pleno de excesos y evasiones fiscales que lo sumergen en una deuda con el estado de más de 8 mil libras. Su esposa Johanna (Paltrow), comienza a planear la venta de sus posesiones, en un intento de hacerse cargo del honor familiar y salvarlos de la ruina – hasta que Alistair Martland, un agente del MI5, recurre a Charlie por el robo de un cuadro que, según se rumorea, ha entrado en el mercado negro. Sin dudarlo demasiado, “el artista del engaño” se embarca en la aventura de recuperar la obra junto a su fiel guardaespaldas Jock (Bettany), y comienza una serie de enredos y confusiones, amorosas y no tanto, que Charlie deberá resolver, no sin mucha (muchísima) ayuda de quienes lo rodean – haciéndolo quedar como en estúpido en casi todas las ocasiones, al punto de que deja de resultar gracioso. Dentro del género de la comedia, el humor se agota a fuerza de repetición, clichés y elementos obvios colocados con el único propósito de recurrir al chiste fácil en los momentos de relativa tensión. David Koepp es conocido, entre otras cosas, por haber escrito guiones altamente taquilleros y que, para bien o para mal, devinieron en clásicos pochocleros, y ya había dirigido a Depp en La Ventana Secreta – quizás en un género y una etapa de la carrera del actor en la que era más fácil de dirigir, o menos difícil de sacar del estado de personaje permanente que, a esta altura, lo hace parecer siempre igual. Si parecía que lo que perjudicaba a Depp era la asociación con Burton, cuyo estilo y personajes también han devenido en clichés algo gastados con el tiempo (aunque defiendo mucho más a Burton), Mortdecai viene a despejar algunas dudas. Y poner de manifiesto que su estadío de pelmazo se traslada a todas las producciones en las que parece tener cierta libertad de elección dentro del guión. Sería injusto condenar del todo el film, que podría zafar en un momento de aburrimiento. La fotografía está muy bien, y ciertas partes de la trama, en las que seguimos las peripecias del jet lag de la alta sociedad, resultan simpáticas. Para ver sin muchas pretensiones. PUNTAJE: 4/10
"El refinado comercio del arte" La película dirigida por David Koepp cuenta la historia de Charlie Mortdecai (Johnny Depp), un aristócrata dedicado al comercio de arte y que vive en una mansión junto a su esposa Johanna (Gwyneth Paltrow) con todos los lujos pero que se encuentra en bancarrota. En medio de esa situación, Mortdecai deberá ayudar al Inspector Martland (Ewan McGregor) a recuperar una pintura robada muy importante, junto a su mano derecha Jock (Paul Bettany) y buscar la forma de solucionar su situación financiera. Basada en el libro “Don’t Point that Thing at Me”, parte de la trilogía de “Mortdecai”, escrita por el autor inglés Kyril Bonfiglioli, se puede catalogar a la película de Koepp como una mezcla entre acción y comedia, un género en el que no se incursiona tanto y es por eso que la historia resulta bastante original. En muchas oportunidades tiene un estilo parecido a “La Pantera Rosa”, con su protagonista el Inspector Clouseau, donde un personaje un tanto ridiculizado debe utilizar sus habilidades para desentrañar un crimen. Sin embargo Mortdecai es más inteligente que Clouseau, es un conocedor del arte y no sobrepasa las situaciones simplemente por su torpeza, sino que la forma de ser de un aristócrata le da cierto refinamiento, otras costumbres y un gran sirviente que lo ayuda en todo momento. “Mortdecai” tiene varios momentos graciosos, principalmente en los que hay acción entre quienes lo persiguen a Mortdecai y las huidas del refinado aristócrata que no sabe defenderse solo y Jock, su fiel compañero que aparece siempre para dar batalla, o cuando se encuentra con otra forma de vida muy distinta a la de él. Pero otros momentos se encuentran al límite entre lo gracioso y lo bizarro, sobre todo la obsesión de Mortdecai con su bigote nuevo que se dejó crecer (un tanto particular) y los bigotes de los demás hombres. Al inspirarse en comediantes clásicos ingleses, como Peter Sellers, Sid James o Terry Thomas, Johnny Depp logra captar la esencia del personaje de Charlie Mortdecai como también de la comedia inglesa, la cual no recurre del todo a chistes burdos, sino que es más inocente y juega con la torpeza y las características particulares del personaje. El elenco en general se destaca en sus actuaciones. La historia está bien contada, aunque a veces se torna un tanto predecible, uno ya intuye que es lo que va a ocurrir, cómo se va a desarrollar la historia y cuál será su desenlace. De todos modos no deja de ser una historia entretenida. En síntesis, “Mortdecai” nos proporcionará un momento entretenido, con situaciones divertidas y bizarras, junto a momentos de acción que irán llevando al espectador a conocer el detrás del caso de la pintura robada. Samantha Schuster
Al contrario de lo que han hecho todos, estoy dispuesto a romper una lanza por Johnny Depp, afirmando que su carrera está muy lejos de terminarse. Ok, el tipo viene con cinco barcos hundidos en línea y Mortdecai es el último de los flops que le ha tocado estelarizar, pero sería injusto recargar todas las tintas sobre Depp. Su interpretación es buena, y se da maña para ser excéntrico - y manejar un tortuoso acento británico - todo el tiempo y de manera impecable; el problema es que el libreto de Mortdecai es una lápida de granito imposible de remontar. Es chato, lento, sin gracia y excesivamente británico. Saquen a las estrellas, pongan a figuras menos conocidas, y verán que se trata de una película que nunca debería haber salido mas allá de su Inglaterra natal. Es posible que Depp esté sufriendo del síndrome Peter Sellers; ése en donde un bufo histriónico habituado a los personajes extravagantes termina enviciándose con ellos, y culmina aceptando papeles raros en cuanto filme se los ofrezca, sin analizar siquiera si los mismos vienen con un libreto potable. A Sellers la vida lo rehabilitó con interminables secuelas de La Pantera Rosa, y es probable que la nueva trilogía de Los Piratas del Caribe haga lo mismo por Depp; en todo caso, lo que debería plantearse el actor, es meterse en algunos roles mas serios y despegarse un poco de la comedia. A final de cuentas el proceso natural de los comediantes es terminar haciendo papeles dramáticos - tipo Robin Williams o algunos momentos de Jim Carrey -, porque la calidad de los dramas es mas estable, y porque la gente deja de seguir a los comediantes (o su humor pasa de moda). Quienes insisten con ello - como Eddie Murphy o Steve Martn - terminan protagonizando engendros de aquellos y dándose la cabeza contra la pared de manera regular. En sí, Mortdecai no es ni por asomo uno de los peores filmes del 2015 - como dicen esa horda de idiotas sin carácter a los cuales les encanta apedrear las carreras de tipos que, en una tarde, ganan un millón de veces mas que ellos -. El filme desborda de pirotecnia verbal, sólo que la misma es muy british, rebuscada y carente de gracia. Depp hace su mejor imitación de Terry Thomas y, aún con ello, no logra lidiar con un libreto que se va en diálogos y le da poca bola a la historia. Depp es un corrupto anticuario, casado con una deliciosa rubia (a la cual le quiere tirar los galgos el inspector de policía que lo presiona), y que se ve obligado a aceptar un caso: alguien ha asesinado a una restauradora de arte y las pistas apuntan a que estaba arreglando lo que sería un costosísimo Goya que se creía perdido. Pero, mas que la pintura, lo que importa son los números detrás del cuadro, los cuales tienen santo y seña de una cuenta suiza ultrasecreta que tenían los nazis en la Segunda Guerra, y en donde está durmiendo una monumental fortuna desde hace décadas. Mientras que Mortdecai es un charlatán experto en casi todo (menos en tratar a la gente), se hace acompañar por su indoliente y servicial mayordomo (Paul Bettany), el cual es tan letal como libidinoso. Es Bettany el que le saca las papas del fuego a Depp mientras éste se la pasa espetando sandeces en medio de una balacera. Es obvio que la historia toma un montón de influencias de todos lados, en especial de El Hombre Flaco de Dashiell Hammett - el cual investigaba los casos con su mujer, hablaba boberas todo el tiempo, y se preocupaba de detalles triviales -. Es posible que ese estilo funcionara mejor en el papel que en el celuloide, ya que acá las palabras sobran pero el avance de la historia deja mucho que desear. Al menos Hammett construía misterios y los adornaba con humor, mientras que acá la historia se envicia con los parlamentos y emparcha como puede el enigma. Decir que las cosas van forzadas y no son muy satisfactorias que digamos (o que no siguen la lógica que deberían) sería un halago; en todo caso, las comedias de misterio suelen hacer hincapié en el humor y no en la intriga.... salvo que aquí el humor aparece con cuentagotas. En si Mortdecai no es un filme excesivamente mortificante. Mientras todos hacen morisquetas frente a cámara, el único que roba escenas (y a lo loco) es Paul Bettany (el menos pensado!), el cual es amoral, servicial, eficiente, expeditivo y se da maña para acostarse con cualquier ser viviente que pertenezca al sexo femenino. Es Bettany quien saca las mayores carcajadas del filme, apareciendo Depp muy relegado en tal campo debido a estar engolosinado con su acento británico. Desde ya, un puñado de chistes efectivos no redime a Mortdecai, pero al menos lo acerca al límite de lo potable. Es extraño que un tipo tan talentoso como David Koepp - que no será un gran director pero si un excelente guionista - no se haya dado cuenta de lo espeso que era el guión, y hubiera decidido filtrarlo de algún modo. En todo caso Mortdecai es un plomo sobreproducido, el cual tiene algunos momentos logrados, pero la suma de todos ellos no alcanza para justificar el precio de la entrada.
La comedia fallida del bigote Una comedia más que no llega a convencer, ni desde su guión, ni tampoco desde sus actuaciones. Las sensaciones que tuve todo el tiempo que estuve viendo "Mortdecai" fueron de fastidio, aburrimiento y esperanza de una mejora que nunca llegó en los 107 minutos que dura la película. Para empezar el personaje que compusieron para Johnny Depp se pasa de caricaturesco y termina resultando bastante molesto. Un exagerado rico excéntrico que se dedica a estafar para agrandar su colección de arte; ya lo hemos visto. La personalidad que le imprimieron; es realmente una mala copia del inspector Clouseau de "La Pantera Rosa" con algunos rasgos de ese personaje maldito que le ha costado la credibilidad a Depp, el Capitán Jack Sparrow. El resto del cast, Gwyneth Paltrow, Ewan McGregor, Paul Bettany, Olivia Munn y compañía, quedan también muy desdibujados y caricaturizados de una manera poco divertida. El humor utilizado pretende ser una mezcla de comedia inglesa con algunos toques bizarros a lo Wes Anderson y la verdad es que resulta muy poco efectivo. Me debo haber reído tímidamente unas 3 o 4 veces durante toda la película. Entiendo lo que se quiso hacer desde lo humorístico, pero el resultado no fue el deseado. Las pocas críticas positivas dan cuenta de esto. Por el lado del guión, si bien no es una historia de fondo mala, es un rejunte de tramas que hemos visto mil veces. El rico excéntrico que roba arte por placer lo vimos en el film "El caso de Thomas Crown" con Pierce Brosnan o "La emboscada" con Sean Connery. En "Mortdecai" el director David Koepp utiliza la misma fórmula pero tratando de llevarlo a un plano menos convencional, lo que lamentablemente no funcionó. Creo que si hubiera afinado mejor los diálogos humorísticos y no hubiera tratado de imitar a los personajes de Wes Anderson, el balance que estoy haciendo sería distinto. Quizás no una gran película de comedia y acción, pero sí un entretenimiento más aceptable. Sin mucho más que decir, sólo para fanáticos incondicionales de los personajes extraños de Johnny Depp. No recomendable.