Una mujer en apuros Sola contigo (2013) llega tarde al juego del thriller: su mayor diversión son los celulares y los modificadores de voces a lo Scream (1996). Esta es la historia de una mujer que es portentosamente acosada por celular, hasta que la película termina, y ya no puede ser portentosamente acosada por celular. El barítono distorsionado que la putea en off comienza seductor y termina siendo tan molesto como si nos estuvieran acosando a nosotros por celular. La película comienza con una conversación por chat entre “Ricardo” y “Leandro”. Ricardo le promete a Leandro que su víctima va a sufrir. Es su especialidad. Luego conocemos a nuestra heroína, María Teresa (Ariadna Gil), que comienza su día nerviosa y exhausta. Despide a un empleado de su empresa, que jura matarla. Luego se despide de su jefe, que le tiene rencor por haber elegido a su ex marido y no a él. Luego se enfrenta a su ex marido, que la echa del negocio. Luego conoce y se acuesta con un viudo, que desaparece al día siguiente. Y finalmente llega la llamada que le da 5 días de vida. ¿Quién oh quién será, y por qué sabe tanto de ella? Como siempre, contamos con un suculento número de pistas falsas que morirán en la nada y más de una caerá en profundos agujeros de lógica de los cuales no se sale (“¿Por qué este personaje dijo eso y ahora hace esto?”). El film evoluciona hacia atrás, revelando el pasado de María Teresa y construyendo posibles motivos para que alguien la quisiera muerta. Cuando El motivo se hace evidente a mitad de la película, perdemos toda o casi toda la simpatía por María Teresa, que de todas formas no parece demasiado desesperada por mantenerse viva, así que ¿por qué nos va a importar a nosotros si ni a ella le importa? Ariadna Gil interpreta su papel con una mezcla de fragilidad y lástima y de a momentos canaliza físicamente a Shelley Duvall, el venado encandilado de El resplandor (The Shining, 1980). Los actores de reparto poseen una extraña inmaterialidad en sus interpretaciones, recitando sus líneas con un exagerado énfasis en un esfuerzo por enmascarar el pésimo diálogo, que suena como si estuvieran leyendo los subtítulos de una película en inglés. El extrañamiento es tal que a veces hacen que Gil parezca demasiado dramática. Leonardo Sbaraglia, promocionado como el co-protagonista de la película, aparece en 6 escenas durante los últimos 40 minutos como el detective a cargo del caso. En un momento llega con buenas noticias: tiene un sospechoso. “El Verdugo, alias El Perro, alias El Fin,” anuncia con total seriedad. Decir que se está terminando la película, sino parecería que vamos a ver una comedia onda Leslie Nielsen. Sin arruinar cuestiones de la trama: el final de la película es predecible, pero el final-final, no es para nada predecible y resignifica gran parte sino toda la historia que hemos experimentado junto con el personaje de María Teresa. Le devuelve a la cinta un nivel de inteligencia con el cual merecía pasar más tiempo en vez de oscurecer detalles y barrenar agujeros con tal de sorprender al último minuto. A esa altura ya han pasado 92 minutos de mediocridad y quizás el Gran Giro no importa mucho.
Sola Contigo es la historia de María Teresa Maradei, una mujer de 45 años y con dos hijas. María conoce en Barcelona a Daniel Danese, con quien se casa y vive allí hasta que la relación se vuelve tormentosa y culmina con un divorcio. Daniel entonces vuelve a la Argentina, su país de origen, junto con sus dos hijas. Meses más tarde, María viaja a la Argentina con la idea de recomponer la relación con las niñas y consigue un trabajo en la empresa de un amigo de su ex marido, Alberto Torres. Con una repentina amenaza de muerte, lo que parecía una vida estable comenzará a desmoronarse. La palabra suspenso le sienta excelentemente bien a esta creación de Alberto Lecchi. El guión entreteje con audacia la historia de María, develándonos los secretos que conforman su vida. A la actriz principal Ariadna Gil le queda magnífico el papel, ya que logra que los espectadores entren rápidamente en su realidad y se conmuevan a partir de la tragedia que atraviesa...
Sorpresa o suspenso... esa es la cuestión Bajo la apariencia de una mujer fría e inconmovible, María es un ser frágil y dañado. Su alcoholismo la ha llevado a cometer un crimen miserable, y la ha alejado de sus dos pequeñas hijas. En ese panorama sombrío, alguien decide deshacerse de María contratando a un asesino profesional que comenzará a indagar en la vida de su víctima antes de realizar la estocada final. Sola contigo presenta varias debilidades: el principal defecto es la acumulación de líneas narrativas y personajes que lejos de aportar coherencia y riqueza a la trama la tornan pesada y arbitraria. Las historias amorosas de María con su secretaria y con su jefe resultan del todo intrascendentes en el marco de la trama, y la reaparición de esos personajes hacia el final del relato resulta superflua y arbitraria. El otro gran defecto que tiene el relato es la previsibilidad en torno a la identidad real del personaje encarnado por Leonardo Sbaraglia. Cuando en un thriller se especula con la verdadera identidad de un personaje, o bien se juega la carta de la sorpresa efectista -whodunit-, o se juega con la carta del suspenso. En el primer caso, la verdadera identidad del asesino sorprende tanto al protagonista como al espectador, invirtiéndose la apariencia inicial del personaje; en el segundo caso, el espectador conoce de antemano la verdadera identidad del asesino, aventajando al protagonista, quien deposita en este personaje nefasto toda su confianza. El film que nos ocupa presenta una dificultad extra en torno a esta cuestión: por un lado, se pretende desplazar la sorpresa de la identidad del asesino intelectual con la del asesino material, es decir, el relato está organizado de tal modo que el espectador siente más interés por develar la identidad del hombre que ha asumido la misión de matar a María, Ricardo, que de Leandro, quien ha encargado al propio Ricardo esa misión. Se pretende así que una sorpresa tape a la otra. El problema es que la primera sorpresa no existe, y esa ausencia produce gran parte del fracaso dramático del film. Ciertamente, la segunda es más contundente y menos previsible, y en este sentido el relato recobra cierto interés retrospectivo. Pero aún un desenlace semejante hubiese ameritado un mejor preámbulo dramático.
Mi pasado me condena Con casi 60 años y una docena de largometrajes, Alberto Lecchi incursionó en casi todos los géneros posibles. En Sola contigo, su tercera colaboración con la española Ariadna Gil (Nueces para el amor y Una estrella y dos cafés), propone -como en su ópera prima Perdido por perdido- un drama revestido de thriller; en este caso, una mirada despiadada y descarnada a las desventuras afectivas y hasta existenciales de una mujer en un contexto dominado por chantajes y crímenes. La película -que arranca con una enigmática sesión de chat en la que se acuerda un oscuro trabajo por encargo- tiene como protagonista a María (Gil), una catalana de 45 años que trabaja en Buenos Aires en el área de recursos humanos. Pero esta ejecutiva esconde un pasado de depresión, alcoholismo y un accidente trágico que la tuvo como responsable. Así, esta mujer divorciada sufre una orden de restricción judicial que le impide acercarse a la casa de su ex marido y visitar a sus dos hijas. A partir de una serie de hechos que no conviene adelantar y apremiada por una voz a-lo-Scream que vía celular la obliga a tomar determinadas decisiones bajo amenaza de matarla en el plazo de cinco días, María inicia un descenso a los infiernos, un calvario íntimo en el que debe confrontar sus miserias y fantasmas. La película es un tour-de-force para Ariadna Gil, ya que no sólo la acción está concentrada en ella y narrada desde su punto de vista, sino que además los distintos personajes secundarios nunca alcanzan demasiado desarrollo. Ni siquiera en el caso del comisario Esteban Fuster (un desdibujado Leonardo Sbaraglia) que aparece en la segunda mitad para investigar el caso. Sola contigo resulta, en sus mejores momentos, un interesante trabajo sobre la culpa, sobre la faceta autodestructiva (con tendencia suicida incluida) que aflora en una mujer desesperada, border, dañada y dañina, y consigue en ciertos pasajes algunos climas impactantes, pero en términos de suspenso y de tensión la película nunca alcanza la solidez que una estructura de género necesita (sobre el final hay un par de vueltas de tuerca que resignfican bastante la trama). Así, los saltos temporales o la acumulación de capas complican más de lo que aportan a la comprensión y disfrute de este viaje interno y externo de una protagonista que busca recuperar a sus dos niñas (en algunos aspectos, una suerte de reverso femenino de Ricardo Darín en Séptimo). Un thriller psicológico con regusto agridulce. No está mal, pero con poco más podría haber sido mucho mejor.
Sola contigo es uno de esos films que caminan a lo largo de todo su metraje por la cuerda floja entre la buena y la mala película y que seguramente más de uno concluirá que no logró su objetivo, pero si se lo piensa un poco si que lo hace. Pasa que hay que esperar hasta la última escena para que todo encaje, para creerle a la historia y al personaje principal. Si el espectador hace eso y se toma un minuto para reflexionar una vez que termina el film se dará cuenta de que este es bueno. Primero que nada nos encontramos ante una película de género y eso dentro del cine nacional siempre es algo para destacar, y luego con que está bien actuada y bien filmada. El director Alberto Lecchi genera buenos climas y hace alarde de muy buenos planos y uso de cámara. También es para destacar la genial secuencia de créditos al inicio. En cuanto al elenco, en su mayoría está bien. Ariadna Gil carga toda la película y su interpretación es buena como de costumbre pero puede ser que durante el transcurso de la trama no se le crea a su personaje pero como se dijo al principio de esta reseña, al final se entenderán sus actos. Leonardo Sbaraglia sólido y excelente como siempre. Es un actor que puede hacer de una pared y lo va a hacer muy bien. Aquí el policía ambiguo le sienta a la perfección. Por su parte, Gonzalo Valenzuela y Sabrina Garciarena hacen un buen trabajo, siendo la parte de Antonio Birabent la más floja (pero tampoco mala). Sola contigo es una buena opción, entretenida y bien armada. Algo diferente en el cine argentino y eso siempre es motivo para celebrar.
Cuando llama un extraño La vida de María Teresa (la española Ariadna Gil) da un giro imprevisto cuando una orden judicial le impíde ver a sus hijas. Divorciada, con un buen trabajo en una empresa y alejada de su ex marido, la protagonista intenta salir adelante a pesar de su gran fragilidad. Sin embargo, las cosas empeoran cuando comienza a recibir llamadas que le aseguran que le quedan sólo cinco días de vida. El realizador Alberto Lecchi (antes había dirigido a Gil en Nueces para el amor) elabora un thriller que sumerge a los persnajes -y al público- en un laberinto que no parece tener salida. Aunque por momentos confusa, la película se alimenta de una amplia galería de sospechosos: el policía encarnado por Leonardo Sbaraglia; el seductor (Gonzalo Valenzuela) que enreda a María Teresa; un jefe de oficina (Antonio Birabent); una secretaria (Sabrina Garciarena) y un vecino metido (Hugo Astar). Con estos elementos, la historia deja en claro que el film reposa sobre los hombros de la protagonista, mientras el resto actúan como periféricos que siembran dudas y misterio con el correr de los minutos. Sola Contigo indaga en el universo femenino y no se aparta del registro del thriller con llamados telefónicos que impulsan a la víctima a recordar un pasado oscuro y tortuoso y a pedir perdón a las personas a las que hizo daño. Hay alguien que la conoce bien y parece estar siempre un paso adelante Esta coproducción argentino española acumula traiciones, personajes (como el del vecino) que queda colgado de la trama, violencia, suspenso y un final sorpresivo.
Desde Perdido por perdido (1993), su primer largometraje, Alberto Lecchi se sintió atraído por el género policial. ]En Sola contigo vuelve a esa senda y fija su mirada en María Teresa, una empresaria que conoció en Barcelona a Daniel, con quien se casó y tuvo dos hijas. Luego cayó en una profunda depresión y se divorció, tras lo que viaja a Buenos Aires, donde también están su ex marido y sus hijas. A pesar de su apariencia de mujer fuerte, María Teresa esconde una gran fragilidad que se rompe cuando una orden judicial la aleja de sus hijas. Concibe entonces un plan en el que cree hallar la única forma de redimirse, pero todo se complica cuando comienza a recibir constantes amenazas de muerte. Hasta aquí el relato está correctamente concebido como un trhiller en el que abunda un clima sádico y misterioso, pero luego, y a partir de la aparición de un policía que investiga el pasado de la mujer (un buen trabajo de Leonardo Sbaraglia) la trama se vuelve bastante difícil de seguir. Lecchi pretendió sin duda relatar una anécdota llena de traiciones, de incomprensión, de mentiras, de sexo y de violencia, pero lo logró a medias, ya que lo que ocurre sobre el final deja abiertos varios interrogantes. A pesar de ellos, el realizador supo imponer a su guión la necesaria prolijidad para llevar adelante la historia. Sin duda, el trabajo de Ariadna Gil -que está en pantalla desde el principio al final de la trama- es sobresaliente por su mesura, por su indudable calidad y por ese aire de mujer torturada que lentamente llega al borde del abismo.
Una mujer confundida María Teresa Maradei (Ariadna Gil) es una mujer que vive sola y está recuperándose de una etapa de alcoholismo y depresión, la que le ha costado la tenencia de sus dos hijas, quienes por orden de un juez viven ahora con su ex marido. Si bien es una mujer que parece fuerte, independiente, con un buen trabajo, es por dentro una mujer frágil, que se siente perseguida por la culpa de algunos errores que cometió, y obviamente quiere recuperar a sus hijas. Como si su sufrimiento fuera poco, comienza a recibir extrañas llamadas a su celular, de alguien que se hace llamar Ricardo, quien la amenaza de muerte. El mensaje es que en cinco días va a matarla, pero antes de eso, hay cosas por las que está decidido a hacerla pagar. De ahí en más esos cinco días se convierten en una tortura, y a través de las conversaciones con Ricardo vamos conociendo más sobre María, y las situaciones que le tocó vivir. La historia genera un muy buen clima de suspenso desde el comienzo, nos va dando pistas, nos confunde, sabemos que Ricardo ha sido contratado por alguien, pero no sabemos por quien. Ariadana Gil hace una gran interpretación de esta mujer perdida que pasa de la tristeza a la desesperación, acosada por este extraño personaje. Esta historia de suspenso, con un costado dramático, tiene un buen comienzo, plantea una incógnita, y nos da partes del rompecabezas. Pero luego aparecen demasiados elementos y personajes secundarios, que no aportan demasiado, crean confusión y desorden, restándole tensión y sorpresa al final. Es un relato sobre una mujer desesperada, autodestructiva, que acosada por el pasado no sabe si será capaz de recuperar su vida.
Un thriller bien dirigido que engancha pero no llega a convencer. El cociente intelectual del espectador se dispara notoriamente cuando está viendo una película; tan es así que uno debe encarar la historia a través de las emociones de los personajes, para poder contrarrestar cualquier predictibilidad ya que, al fin y al cabo, lo importante es cómo cambia el personaje tras la experiencia. Pero están géneros como el policial, donde el adelantarse al espectador es algo elemental, por no decir crucial, y el no ganar esa carrera puede deshacer todo, independientemente de lo profundo y empático que sea el viaje emocional. ¿Cómo está en el papel? María Teresa es una ejecutiva de 45 años que no ve a sus hijas desde hace un largo tiempo. Esto la deprime tremendamente y la afecta en su desempeño laboral. Como si esto fuera poco, empieza a recibir llamadas de alguien que, distorsionando su voz, le dice que va a morir en cinco días. Esto es todo lo que les puedo decir de la trama sin contarles la película entera. Ahora bien, la pregunta del millón es ¿Es efectiva?. El guion muy ingeniosamente disemina los sospechosos de manera tal que creamos que cualquiera puede ser el autor de esa amenaza. Es un punto a favor que no tarda en volverse en contra, ya que la lista de sospechosos crece exponencialmente, a tal punto que mas que hacernos dudar nos impacienta, cuando debería darnos curiosidad. Cabe destacar que otro punto importante es el viaje emocional de la protagonista. A medida que progresa la trama, nos percatamos que no es una santa y por qué ella no puede ver a sus hijas, lo que sumado a la fe religiosa del personaje, conforman un cóctel final que da como resultado la principal falla del guion: La incapacidad de balancear misterio con redención. Ambos espectros funcionan bien por separado, pero esta mezcla que debería ser gin and tonic se termina volviendo agua y aceite. Hay quienes dirán que el aspecto policial es apenas un plato donde se sirve esta historia de redención, y puede que tengan razón. Pero ambos aspectos, más que complementarse, terminan compitiendo en una carrera en la que no termina ganando ninguno. ¿Cómo está en la pantalla? La factura técnica de la película es sobria. Un montaje hecho con paciencia y estrategia, y una fotografía que hace énfasis en las sombras y los colores fríos. En resumen, una dirección de Alberto Lecchi hecha con muchísima pericia, que hubiera brillado con un guion más puntual en sus intenciones narrativas. Por el costado actoral, Ariadna Gil es lo más alto que tiene que ofrecer esta película a nivel interpretativo. Seguida en un distante segundo lugar por Leonardo Sbaraglia, y digo distante únicamente por las pocas escenas que tiene en pantalla. Del otro lado de la balanza, tenemos a un Antonio Birabent que no es creíble; tampoco lo es Sabrina Garciarena, a pesar de hacer un notorio esfuerzo; y tenemos a un Gonzalo Valenzuela que entrega, dentro de su rango de galán, una interpretación correcta pero que todavía necesita mejorar. Conclusión Una historia que pudo haber tenido mejores resultados si hubiera elegido un solo camino en vez de dos. Aun a pesar de tener mucha pericia en la dirección y tener una solida interpretación de su protagonista, este título tristemente no consigue convencer. - See more at: http://altapeli.com/review-sola-contigo/#sthash.qaZq7GV2.dpuf
Cuando la muerte sigue tus pasos “Llamo para decirte que en cinco días vas a morir”. En chiste o en serio, esa frase perturba, cambia el eje, eriza la piel, hiela la sangre. Una amenaza telefónica irrumpe en la vida de María Teresa (la ibérica Ariadna Gil), jefa de personal de una empresa, y quien -aunque parezca algo insensible y distante- debe convivir con el sufrimiento. Su memoria intenta esconder un pasado turbio: un accidente automovilístico que marcó su vida. Pero no como víctima, sino como victimaria. Atropelló a una mujer embarazada, estando alcoholizada, y escapó. Selló su destino y disparó una persecución mortal. Sola contigo atrapa desde el comienzo. Por más que desarrolle una idea ya explotada (el acoso telefónico), el argumento abre laberintos misteriosos donde se despliegan personajes singulares. Está Alberto (Antonio Birabent), el pedante jefe de Teresa y antiguo pretendiente, que parece obsesionado por ella. También Ezequiel (el chileno Gonzalo Valenzuela), un playboy que seduce mujeres solas en los bares para luego estafarlas. Y también Flor (Sabrina Garciarena), la incondicional secretaria de María, fiel, aunque metida. Todos están en la mira. La actriz española es lo mejor de la película, ella carga con toda la tensión y emoción, si ella fracasa, el filme también. Su rostro perturbado y manejo de los tiempos es creíble y sostenido a pesar de lo predecible del argumento. La película, desde la segunda mitad, se torna repetitiva, se sabrá cuándo sonará el teléfono, quien hablará y qué dirá. La distorsionada voz en off intimida desde su timbre gutural y marca los tiempos de un filme que, cuando parece bajar por un tobogán, aparece Esteban Fuster (Leo Sbaraglia, el otro protagonista). El asume un jugoso doble rol: justiciero-acosador quien investiga a María y la sigue (a una distancia polémica) para dar con esa voz telefónica que sofoca a la mujer y lleva hacia un interesante plano de redención. En este filme de Alberto Lecchi (director de las series de TV Nueve lunas y Mujeres asesinas) los actores secundarios están encorsetados al guión, rígidos al diálogo de un argumento que atrapa al comienzo y sorprende, y puede confundir, sobre el final.
Buen policial para no perderse detalle Dos desconocidos establecen por chat un contrato para acabar con la vida de una mujer, causándole el mayor pesar posible en los días previos a su muerte. No sabemos quién paga ni quién ejecuta, y la verdad es que alrededor de la víctima hay más de uno que podría desearle el mal. Ella es una ejecutiva de rango medio, fuerte en la oficina, frágil y angustiada en su casa y en la calle, sobre todo cuando empieza a recibir llamadas amenazantes de alguien que le habla con voz distorsionada, y que evidentemente la está siguiendo. Parece que los criminales la tienen fácil, porque ella ya viene quebrada y angustiada. Errores del pasado, el alcohol, una decisión judicial en su contra que afecta lo que más quiere, un homicidio culposo del que tardó en hacerse cargo, le pesan demasiado y la hacen ver como entregada, vencida por el destino y por la culpa. ¿Pero tanto como para dejarse matar? Eso ya lo veremos. Cuidado, conviene atender cada detalle desde el primer minuto, eso es fundamental. Desde el primero hasta el último. Comprender además que bajo las vestimentas del thriller, con todas sus intrigas, hay un drama auténtico, de esos que obligan a reflexiones posteriores. Ya a su debido tiempo descubrirá el espectador sobre qué pueden ser esas reflexiones. Y aunque le pique la curiosidad, también conviene negarse a escuchar o leer el más mínimo "spoiler" que pueda revelar la trama (quizá previendo ese peligro, los responsables han difundido unas síntesis informativas algo engañosas, pero ninguna precaución es suficiente). Sólo cabe anticipar que Ariadna Gil es protagonista absoluta y admirable, capaz de salir a cara descubierta mostrando la verdad de su personaje con impresionante fuerza actoral, que se trata de una obra de tensión interior y no de acción al gusto americano, que un asalto inesperado se representa tal como corresponde a la realidad, la música (casi otra protagonista) y la fotografia de tonos ominosos son de Federico Rivares y Carles Pedragosa, dos valores a tener en cuenta, y que otros personajes clave están a cargo de Sabrina Garciarena como empleada más que fiel, Leo Sbaraglia en rol de comisario intrigante, Gonzalo Valenzuela y Antonio Birabent. Cuando todo haya ocurrido, si sale bien alguien se verá en aprietos, alguien saldrá de un aprieto, y otros dirán alguna cosa graciosa (para nosotros) para descomprimir la situación. En cambio, la última escena puede oprimir el corazón. Pero algo antes, Sbaraglia habrá dicho como si nada una frase digna de cualquier antología policial argentina: "Cada bala tiene su dueño. Eso no se puede parar. Sale con fritas".
Alberto Lecchi vuelve a elegir a Ariadna Gil, y tambien regresa al thriller con una historia que tiene en el centro a una mujer exitosa abrumada por un pasado oscuro que determinó haber perdido, para su desesperación, la tenencia de sus hijas. La historia tiene vueltas de tuerca y un final un tanto anunciado. Aunque con altibajos, promete mucho más de lo que da, el resultado es entretenido y con muy buenas actuaciones, en especial, Ariadna y Leo Sbaraglia
Un melodrama de raíz policial Un enigmático mensaje en el comienzo, una mujer a la que le pasa de todo, depresión, alcoholismo, accidente y causa judicial y ahora, además, la voz amenazante de un sicario que le dice que si no hace lo que él le pide, mata a sus hijas, ésas a las que el marido una y otra vez le impiden ver. El filme se balancea peligrosamente en un difícil equilibrio entre el melodrama y el policial. La presencia de Ariadna Gil (María Teresa) como protagonista, en una muy buena actuación, no impide que la narración, luego de un comienzo atractivo, pierda fuerza. Un moderado suspenso va empujando el relato en el que María Teresa, la mujer en problemas, enfrenta obstáculos y situaciones que hacen avanzar la historia. Sin embargo, ninguna de ellas alcanza a cerrar con intensidad. En el camino, habrá un galán que luego sabremos que es un estafador, un marido enojado, un ex novio resentido, una secretaria solícita, el vecino de al lado y un comisario misterioso. PLANOS FORMALES Es correcta en sus planos formales y su realización y algo confuso su final. Se trata de la tercera colaboración de la dupla Ariadna Gil-Alberto Lecchi, luego de "Nueces para el amor" y "Una estrella y dos cafés". Ariadna es la persona ideal para el personaje y hubiera sido difícil encontrar otra Maria Teresa, de similares características. En distintos papeles aparecen Leonardo Sbaraglia como el comisario Esteban Fuster, un personaje que hubiera merecido más presencia en la historia, Gonzalo Valenzuela en un breve papel de seductor y la bella Sabrina Garciarena (Felicitas) como la secretaria. La dirección de Lecchi, el recordado director de "Perdido por perdido", aquel atrapante thriller con Ricardo Darín, se mantiene dentro de una línea austera y sin demasiada acción.
Tan solo unos meses atrás se estrenó en Argentina el thriller Séptimo, con Ricardo Darín como protagonista y Belén Rueda importada a Buenos Aires para formar parte de un film de intrigas. La sensación principal al abandonar la sala tras ver la proyección era: se trata de un guión sencillo, vulgar si se quiere, bien rodado: una película correcta. Alberto Lecchi repitió algunos pasos de aquel film para su nuevo trabajo, el décimo segundo ya. Convocó a una figura española (Ariadna Gil, quien ya trabajó con él en varias ocasiones), para situarla en una extraña (para ella) Buenos Aires. También el texto a trasladar a la pantalla era un thriller. Pero a diferencia de Séptimo, En Sola Contigo el texto se las ingeniaba para acudir a sitios más complejos que las meras secuencias de contrareloj. Un guión bastante retorcido, ambicioso en sus cuestionamientos humanos, incierto en el devenir de cada cuadro, propinaba las posibilidades de una película superior. La sensación principal al abandonar la sala tras ver la proyección es: se trata de un texto virtuoso, rico si se quiere, pero mal rodado: un film irregular. Lecchi confía en exceso en el gran atractivo del film, la historia de una perturbada Maria (Ariadna Gil), una catalana que recibe el aviso anónimo de que será asesinada en los próximos días. A la pobre María el anuncio parece sumarle tan solo un motivo más: su vida es desdichada por muchas razones, anteriores a la misteriosa llamada que da rienda a la cuenta regresiva. Con la información entregada a cuenta gotas, con pericia para el suspense, concluye lo mejor del film y empiezan los problemas, que se situan en las decisiones en apariencia más sencilla: las escenas. Agotamiento, culpa, desesperación son sentimientos que el espectador debe recoger de las líneas de texto más sobreseñaladas. El resto es una suma de secuencias poco naturales, diálogos mal compuestos, escenas de sexo de mínimo vuelo, algunas actuaciones resueltas de taquito pero poca expresividad (Ay, Sabrina Garciarena, Gonzalo Valenzuela y Antonio Birabent). Apenas la entonación profunda de Leo Sbaraglia y la mirada fría, ausente, pero también endurecida de Ariadna salvan los aspectos formales de una película que salió bien desde los libros, pero no despega en aquello que recibe el espectador: las escenas de las que se compone un film.
Un policial con tonos oscuros Este noviembre parece ser el mes de los policiales argentinos: Un paraíso para los malditos hace quince días, Omisión la semana próxima y, ahora, Sola contigo. Aunque, en el caso del último largometraje de Alberto Lecchi, se trata en realidad de una auténtica coproducción con España. Auténtica porque, más allá de transcurrir por completo en una Buenos Aires algo ominosa y de contar con un reparto que incluye a argentinos de pura cepa como Leonardo Sbaraglia (pero con buena banca del otro lado del océano), la protagonista excluyente es la españolísima Ariadna Gil. Como suele ocurrir, el espectador recibirá cierta información sobre las razones por las cuales la extranjera vive aquí; simples excusas del guión que esconden el porqué genuino: obligaciones contractuales de los países productores. En este caso, María permanece en la ciudad porque su ex marido es argentino y sus dos hijas, a quienes no ve desde hace bastante tiempo, viven en Buenos Aires. María tiene varios cadáveres escondidos en el placard (el film irá develando si son metafóricos o bien reales) y la película la encuentra en uno de esos pegajosos días porteños de camino al trabajo. Pero no será una jornada cualquiera, entre otras cosas porque una voz comenzará a comunicarse telefónicamente para avisarle, sin demasiados preámbulos, que le quedan –minutos más, minutos menos– unos cinco días de vida. Lecchi se juega aquí a los tonos oscuros, pesimistas, por momentos mortuorios. Sola contigo es un film donde no abundan las sonrisas y el personaje de Ariadna Gil transita su derrotero entre la resignación fatal, la neurosis y el pavor. Uno de los puntos más arriesgados del guión es, precisamente, el no hacer de María una heroína tradicional. Pero Sola contigo confía demasiado en la efectividad de sus jueguitos telefónicos y en el misterio alrededor de la identidad de quien quiere verla muerta. El interés comienza a decrecer a un ritmo vertiginoso, luego de un primer tercio que prometía bastante más de lo que podía cumplir; la película se torna lánguida, rígida, sin tensión superficial, más allá de los chispazos de suspenso y las revelaciones sorpresivas que salpican la historia aquí y allá. Luego llega el final-que-re-significa-todo-lo-visto, que puede leerse de dos maneras: como manotazo de ahogado de un guión moribundo o bien como idea seminal, punto de partida de una historia que intenta desesperadamente ser ingeniosa sin lograrlo.
Alberto Lecchi además de dirigir algunas películas de género como “Perdido por Perdido” (Argentina, 1993) ó “Secretos Compartidos”(Argentina, 1998), tiene en su haber dos producciones televisivas como “Epitafios” (1 y 2) y “Mujeres Asesinas”, ciclos de quiebre en la manera de narrar y de empatizar con asesinos y desquiciados mentales. En su regreso al cine, luego de la amena “El Frasco”(Argentina, 2008), Lecchi nos cuenta la historia de María Teresa (Ariadna Gil), una exitosa jefa de personal de una empresa dirigida por un CEO inescrupuloso (Antonio Birabent), a quien las cosas no le salieron tal como las había imaginado. Sin poder ver a sus hijas (por una orden judicial) se entera que alguien la quiere asesinar. En el pasado, una noche en la que manejaba con alcohol de más, atropelló a una mujer embarazada y no se quedó para asistirla. Las amenazas pueden provenir de ahí porque quizás alguien le quiere hacer pagar eso, o quizás su exmarido, que sigue al pie de la letra la restricción impuesta para dejarle ver a las niñas busque su muerte. Un día, por casualidad, conoce a Ezequiel (Gonzalo Valenzuela) y la espiral de tensión comienza cuando él desaparece. Hay un policía que está investigando todo (Leonardo Sbaraglia) pero que además también empezará a acosar a María Teresa para obtener información. Si en “Mujeres Asesinas” el mundo femenino fue para el realizador algo cotidiano, en “Sola Contigo” ese imaginario regresa con una fuerza renovadora, encontrando en Ariadna Gil la intérprete ideal para ese papel de mujer depresiva a punto de morir. El otro mundo, el de los hombres (policía/jefe/amante) está desdibujado, y lamentablemente a través de caricaturescos estereotipos no acabados. El personaje de Sbaraglia, Esteban Fuster, por ejemplo, es tan obvio como la hiperbolización que este mismo realizaba en “Vaquero”(Argentina, 2011) de todos los investigadores. Valenzuela correcto y Birabent tan inexpresivo como suele acostumbrarnos al igual que otro papel, el de Florencia, la secretaria personal de María Teresa, interpretada por Sabrina Garciarena, que no está a la altura del suspenso creado por Lecchi. Más allá de estas cuestiones relacionadas a lo actoral, hay un gran manejo de cámara (planos, encuadres, elección de escenarios urbanos), de composición y de puesta en escena, pero también de construcción de temas e imaginería. La ayuda María Teresa la busca en la fe, en la religión, y la iglesia es el lugar en el que se intenta encontrar el respiro ante la espiral de violencia. La familia es otro de los valores que se logra reivindicar a través de los esfuerzos de la protagonista de verse con sus hijas. Ariadna Gil es la película, pero hay otros elementos que se destacan: la ciudad y la tecnología. Ambas, están omnipresentes a lo largo de todo el film. Bar/museo/subte/calles/noche, elementos que acompañan a María Teresa en su búsqueda de paz y tranquilidad. La tecnología moderniza el relato, ya que, desde el comienzo, vemos una conversación que bien puede ser un chat en alguna red social. Película con climas y sensaciones interesantes, “Sola Contigo” es el relato de uno de los realizadores más especializados en el tema y que en el último tiempo mejor han sabido contar la paranoia en las urbes. Una apuesta al cine de género con excelente facturación y una lograda actuación de Gil.
El director Alberto Lecchi fue responsable de buenos filmes como “Perdido por Perdido” (1993) o “Nueces para el Amor” (2000), dando estos ejemplos bastaría para vislumbrar que no es de aquellos directores que no puedan circular entre géneros. De hecho las dos películas mencionadas son claros y buenos ejemplos del cine de género realizado en argentina, el primero un policial y el segundo una comedia romántica. En “Sola contigo” el director construye, o más propiamente dicho lo intenta, el entrecruzamiento de géneros tales como el thriller con elementos de suspenso y el drama clásico. El primer tercio de la producción es lo mejor, hasta que una escena, que parece sacada de contexto y del texto mismo, da mucha más información que la que parecería haber sido la intención, pero está. Luego la debacle empieza a presentarse gradualmente hasta que se la vislumbra como inminente e inexorable. La realización abre con una pantalla de computadora en un chat “privado” entre dos personas, Ricardo y Leandro, el primero un famoso sicario, despiadado por lo que el mismo refiere, el segundo el contratista. La victima, una mujer, he aquí planteado un par de misterios, ¿quién es quién? María Teresa (Ariadna Gil), una española de unos 45 años, jefa de personal de una empresa exitosa, parece estar en camino de cumplir con su propio proyecto y realizarse. En apariencia ha conseguido casi todo lo que se ha propuesto, luego sabremos de su lucha interna de varios años por escaparse de su pasado y recuperar lo que más quiere, sus dos hijas. Ella ha emigrado a la Argentina para estar cerca de ellas, que han venido con su padre, de nacionalidad argentino. Esto es obvio, pues se trata de una coproducción con España y se debe explicitar a como de lugar, guión, imágenes, elenco, técnicos, poco importa. Una llamada telefónica le anuncia que la van a matar, se lo asegura, pero antes, según el deseo del contratista, deberá sufrir y al mismo tiempo pedir perdón a todos aquellos a los que les hizo daño. El problema más grave de este thriller es que no sólo especula con jugar a descubrir la auténtica identidad de un personaje, sino que también quiere instalar este juego en dos personajes. Conocemos a la victima, pero a nadie más. Ninguno será develado hasta el final con una gran vuelta de tuerca. Pero la debilidad del guión hace que los espectadores “sepan” quién es el asesino, pongan sus fichas sobre un personaje, el interés sobre quién paga al asesino queda subsumido en el olvido, no tiene ninguna importancia pues da tantas opciones de mala manera y sin desarrollar casi ninguna que hace perder la efectividad que tenia. La identidad del asesino, que debería ser una sorpresa para el espectador, sólo lo es para la protagonista. Ahora bien, sobre quién es Leandro, el autor intelectual del asesinato por encargo, en la maraña de subtramas mal presentadas, peor desarrolladas y no resueltas terminan por hacer evidente lo que debería ser suspenso, entre ellas el jefe de María, que fue un amor despechado por ella (Antonio Birabent); el ex marido que le prohíbe ver a las hijas; su secretaria (Sabrina Garciarena) con quien tuvo un affaire (yo también quiero uno con Sabrina, pero a quién le importa); el amante ocasional (Gonzalo Valenzuela); el comisario Esteban Fuster (Leo Sbaraglia), quien investiga vaya uno a saber qué, pero se contacta con María, forzaron más esta relación que a Lee Oswald para que se declare culpable. Por si esto fuera poco, todos los actores importantes con poca presencia en pantalla, lo que diluye la necesidad de sus presencias y su desvanecimiento se produce per-se, por lo que el mantenimiento de la atención recae sobre la actriz española, quien, eso si, lo realiza con mucho oficio. Por su parte Leo, que figura como co-protagonista, aparece recién al promediar la historia y en pocas escenas, seis o siete intervenciones cortas. Alfred Hitchcock decía que si un actor de importancia interpreta un papel que aparece como insignificante, o no importante, es quien resolverá el conflicto, la trama o el misterio. El filme presenta un giro sobre el final que a algún espectador puede llegar a sorprenderlo, pero para ello debería haber estado muy distraído el resto de la proyección.
María es una mujer de 45 años que está tratando de rehacer su vida. Trabaja en una empresa, como jefa del área de recursos humanos, pero no puede disimular una tristeza visceral: por una orden judicial no puede acercarse a sus hijas. Después de una crisis en su lugar de trabajo, y siempre abrumada por la confusión y la culpa, María recibe una llamada en la que una voz misteriosa le asegura que va matarla en cinco días. A partir de ahí, su infierno personal empieza a tomar forma. “Sola contigo” es un thriller psicológico en el cual la protagonista se va revelando de a poco: es un personaje atrapado por su pasado, que está a punto de caer en una trama policial densa y oscura. El director Alberto Lecchi (“Perdido por perdido”, “Nueces para el amor”) acierta en este planteo inicial, y en la forma en que busca mostrar el trasfondo dramático de las noticias policiales que aparecen en los diarios. Sin embargo, la película no cumple con lo que promete en un principio. Hacia la mitad pierde interés y empieza a dar vueltas en círculos. La voz fantasmal que suena en el teléfono de María no genera suspenso, es sólo un truco de cine de terror clase B, y los personajes secundarios, torpemente bosquejados desde el guión, no aportan nada. Para rematar, el final se reserva una vuelta de tuerca que es mucho más lo que confunde que lo que explica.
Una de las cosas mas difícil que nos toca aprender en la vida, es saber vivir con nosotros mismos. Sentimientos negativos como la incertidumbre, angustia, culpa, consumen a las personas y pueden llevarlas al borde de un vacío existencial sino se aceptan y encuentran a sí mismas. "Sola contigo" trae la historia de María Teresa (Ariadna Gil), una mujer divorciada y con dos hijas a las cuales una orden de restricción le impide verlas debido a su fuerte depresión y sus descuidos con el alcohol. Este alejamiento hace que la vida de María se torne insoportable y vacía, a lo que piensa en un plan para calmar su alma, disculparse con sus hijas y cerrar la puerta de su pasado. El problema aparece cuando una extraña voz al otro lado de su teléfono le anuncia que morirá dentro de 5 días. Mientras este verdugo, que parece conocer bien su historia personal, juega con su mente obligándola a visitar los escenarios de sus peores pesadillas, Maria ayudada por su secretaria Florencia (Sabrina Garciarena) y por Esteben Fuster, un misterioso oficial de policía (Leonardo Sbaraglia), intentará mantener su imagen de mujer fuerte para seguir con su plan, con el único objetivo de corresponder a sus hijas y quedar con la conciencia tranquila. La dirección de Alberto Lecchi se hace notar en esta película, con guiones conformemente redactados y una historia que, si bien no salta de la pagina, está muy bien pensada y desarrollada manteniendo el suspenso hasta el final. Leonardo y Sabrina comparten el protagonismo con Ariadna, el primero interpretando al oficial Fuster, un hombre frio con una mirada indagadora y profunda que provoca el desconcierto en cada una de sus apariciones, la segunda como su bonita y jovial secretaria que posee un gran afecto por ella y la va a ayudar sea como sea. Gonzalo Valenzuela, Antonio Birabent y Hugo Astar ocupan los papeles secundarios, teniendo momentáneas escenas con la protagonista, cumpliendo su cometido de hacernos dudar quién es el bueno o el malo con un trabajo actoral gratificante y firme. Como es de esperarse todos hacen honor a sus famosos nombres, pero la verdad es que la señorita Gil se carga el film al hombro con una actuación limpia e impecable. En conclusión, la nueva obra del director de "Nueve Lunas" y "Mujeres Asesinas" es una opción más que interesante para disfrutar, mostrando como la locura de esta época, el "exitismo" y la necesidad de un triunfo profesional frente al otro pueden llevar a perder el rumbo y a la desesperación. Una obra que deja ver como el cine nacional sigue en constante crecimiento en el cual todos ayudamos y todos somos parte.