Muy pocos artistas marcaron a generaciones de argentinos como Manuel García Ferré. Desde fines de los ’60 hasta los ’80, no se cansó de crear personajes y universos animados que ya son parte de la cultura popular (Anteojito, Hijitus, Calculín, Petete); pero ninguno es tan querible y entrañable como Larguirucho. Sencillo, ingenuo, torpe, Larguirucho es gracioso y tiene un corazón enorme, aunque se deja influenciar con facilidad, a tal punto que a veces se convierte en esbirro de los villanos. Sus latiguillos también se volvieron clásicos ("Hablá má fuete que no te escucho") y aún hoy su risa es usada como ringtone en celulares. El personaje pegó y García Ferré lo hizo aparecer en sus programas de televisión y películas: Aventuras de Hijitus; Petete y Trapito; Ico, el Caballito Valiente; Manuelita y Corazón: Las Alegrías de Pantriste. Y, salvo en la historieta Desventuras de Larguirucho, siempre fue un secundario, un comic relief. Recién ahora, en el siglo XXI, pudo acceder a un papel principal, junto a la joven cantante que, revoleando ponchos a lo loco, popularizó el folklore en la Argentina contemporánea. En Soledad y Larguirucho, los protagonistas interpretan números musicales al tiempo que tratan de ser atacados por los viejos “malos” de Trulalá: El Profesor Neurus, Pucho, Serrucho y la Bruja Cachavacha, que envidia el talento de “La Sole” y por eso planea sabotear sus shows. No hay más para contar sobre el argumento. Sería tentador y fácil despedazar a la película. Pero aquí no haremos eso. Aunque tampoco se la endiosará. Es cierto que el nivel de creatividad de García Ferré dejó de evolucionar hace 25 años, y los niños de ahora pueden no sintonizar con los personajes -más allá de las repeticiones de Las Aventuras de Hijitus que dan por canal 13-. De todas maneras, la película tiene chances de triunfar entre los pequeños, como lo hizo Manuelita en su momento (aunque sigue siendo un misterio cómo fue que la seleccionaron para representar a nuestro país para los Oscar). Además, los personajes tienen sus fanáticos acérrimos, y Soledad —que supo incursionar en el cine en La Edad del Sol, allá por 1999— sigue siendo popular. Al ser la primera producción integral de San Luis Cine, se muestran ciudades y paisajes de esa bella provincia como si se tratara de una publicidad, con Neurus en el rol de guía turístico (¡¿?!). El film puede tener su encanto desde ese punto de vista, para quien esté pensando en dónde ir de vacaciones. En el elenco también aparecen Natalia “la hermana de Soledad” Pastorutti, Diego Capusotto, Carlitos Balá, Guillermo Andino, Pablo Codevila -comiendo un sánguche de salame- y hasta el Chaqueño Palavecino piloteando camiones y helicópteros. Estos detalles, más la mezcla de live action con animación —al estilo ¿Quién Engañó a Roger Rabbit?, aunque sin llegar a ese nivel de calidad, por supuesto—, hacen pensar en un producto muy particular, de esos que solo pueden ser disfrutados verdaderamente en cierto contexto: reunidos con amigos, en medio de pizza y mucha cerveza; o solo con amigos y cerveza; o consumiendo sustancias más poderosas (¡no es apología, señor juez!). Esto también podría aplicarse a varias películas de Disney y a 2001: Odisea del Espacio, de Stanley Kubrick. La película está dirigida por García Ferré y Néstor Montalbano, cineasta que entiende de delirios y de cultura pop nacional de antaño (realizó Soy tu Aventura y Pájaros Volando, entre otras, y también programas como Cha Cha Cha y Todo por Dos Pesos). Soledad y Larguirucho no pretende ser más de lo que es -por suerte- y tiene oportunidad de encontrar su público. De hecho, el status de Placer Culpable le sentaría muy bien. Veremos cómo se dan las cosas. Por lo pronto, sólo queda despedirse como lo haría Larguirucho: “Ta ta ta ta ta, ta tá”.
A la frinfra! Gracias a la reposición televisiva de “Las Aventuras de Hijitus”, además de su edición en DVD, los chicos del nuevo siglo conocen a Neurus, Pucho, Serrucho, Cachavacha, el Comisario y otras tantas creaciones de Don Manuel García Ferré. Los personajes citados anteriormente forman parte del elenco de esta aventura cinematográfica que tiene como protagonistas a la cantante Soledad y al inefable Larguirucho. Se trata de una historia simple por demás. Casi podría decirse que no hay un guión, y lo que hay no está expuesto de una forma muy estricta que digamos. Basicamente nos presenta a Cachavacha y Neurus en su intento de sabotear a Soledad en cada una de sus presentaciones artísticas. No hay mucho más, solo las breves apariciones de Guillermo Andino, Pablo Codevilla, el Chaqueño Palavecino, Diego Capusotto y Carlitos Balá, quien protagoniza el segmento más divertido de la película. Poco hay en este filme de aquel Larguirucho que era genio y figura de la eterna desventura. Apenas en el comienzo, con el título, da una mínima muestra de torpeza; más bien cumple la función de narrador de la historia, y también participa en ella. Es destacable el trabajo del equipo de dibujantes en una escena en particular, la que tiene a Larguirucho como intérprete de una canción dedicada a los trenes que ya no circulan por las provincias y a sus estaciones de pueblo convertidas en edificios fantasmales. La dirección de las secuencias en vivo está a cargo de Néstor Montalbano, profesional ducho en la recreación de un estilo setentoso al que parodia y homenajea en iguales proporciones en filmes como "Soy tu Aventura" o "El Regreso de Peter Cascada". Montalbano nos ofrece entonces segmentos más dignos de una película de "Argentinísima" que de una producción acorde a estos tiempos. "Soledad y Larguirucho" no esconde en ningún momento su propósito: ser un vehículo promocional para la cantante de Arequito y, de paso, funcionar como descarado aviso turístico de la provincia de San Luis -productora del filme- con Neurus como guía. El resto es relleno, pero los que vayan en busca de las canciones de Soledad y algo de humor simplón apoyado en personajes populares no saldrán tan defraudados.
La vergüenza nacional El martes 26/6, luego de ver Soledad y Larguirucho en la función de prensa matutina organizada en el Cinemark Palermo, con esa mezcla de incredulidad y furia que me embargaba en ese momento (sensación que mucho no cambió con el paso de los días, je), escribí los siguientes cuatro tweets: #1 “Soledad y Larguirucho nos sumerge en el subsuelo del peor cine argentino. No sólo es ridícula, es indignante” #2 “Pagar 40 mangos para ver Soledad y Larguirucho es una tomadura de pelo, una tocada de culo, un robo a mano armada” #3 “Llámenme apátrida, anti argentino, pero antes de llevar a sus chicos a ver Soledad y Larguirucho vean 10 veces Valiente o La Era de Hielo 4” #4 “Soledad y Larguirucho es el grado cero de la narración, de la animación, del trato hacia los chicos, del “chiverío” más burdo (San Luis...)” Como suelo tener un tono bastante medido en redes sociales (y en mis escritos en general) semejantes afirmaciones tuvieron bastante repercusión. Muchos se rieron, otros me apoyaron, pero también hubo unos cuantos (fans de Soledad, calculo) que me cuestionaron con la misma dureza que yo había tenido. Por eso, más allá de que 10 días después sigo suscribiendo en un 100% el contenido de aquellos tweets, creo que como crítico profesional me debía (y les debía) una crítica algo más “seria” o “en serio”. Aquí van 8 razones por las cuales Soledad y Larguirucho es una de las peores películas (si se la puede llamar película) argentinas que he visto en toda mi vida. 1- Un guión deplorable. Es algo así como una road-movie en la que Soledad y su troupe viajan por la provincia de San Luis dando shows para chicos, mientras Neurus, Cachavacha, Pucho, Serrucho y compañía pretenden -sin suerte, claro- impedir que disfrute de su éxito (tratan de secuestrarla, de practicarle unos hechizos, etc). En el medio, aparece Larguirucho, que no se sabe bien qué hace (tiene buenos “contactos” con ambos bandos). 2- Una animación espantosa. En tiempos de Pixar, de DreamWorks, de Blue-Sky, el público está acostumbrado a un estándar de calidad de primer nivel. Nadie le puede pedir al cine argentino que tenga el mismo acabado que una superproducción de Hollywood, pero esto es como viajar en un Fitito destartalado por Lugano luego de haber andado en una Ferrari por la Costa Azul. Soledad y Larguirucho tiene una imagen horrible, parece vieja, con una integración entre actores de carne y hueso y personajes animados cuyo resultado es menos que profesional (por ser generosos). 3- Canciones/Videoclips sin vuelo. Soledad Pastorutti tiene su talento, su carisma, su simpatía, su encanto, pero aquí es sometida ya no sólo a un guión ruinoso sino también a interpretar (hacer playback, bah) temas en una suerte de videoclips (vestida de marinerita, de criolla para un momento "patriótico", o disfrazada y pintada de negra para un candombe) que parecen malas copias de las sátiras de los programas de Peter Capusotto. 4- Penosos cameos. Por el film desfilan en pequeñas apariciones famosos como Guillermo Andino, Pablo Codevila y un muy desaprovechado Diego Capussotto en el papel de un camionero (el director de actores es su amigo Néstor Montalbano). Pero lo peor de todo (lo imperdonable) es haber incluido al mítico Carlitos Balá como un vendedor de electrodomésticos para hacer un chivo espantoso de una conocida cadena del ramo. 5- “Chivos” obscenos. No sólo Balá es víctima de la impunidad comercial del proyecto. En todo momento, se somete al espectador a burdas maniobras publicitarias, sin el más mínimo recato, ingenio ni -mucho menos- buen gusto. 6- El “institucional” de San Luis. Creo que lo más indignante de este engendro es la forma en que los productores “canjearon” el aporte de la provincia. Para justificar la inversión, incluyen decenas de pasajes en los que se nos muestra (¡y se nos habla de!) las bellezas naturales y especialmente de los logros de la gestión de los hermanos Rodríguez Saa (embalses, autopistas, centros turísticos, etc.). 7- Didactismo mal entendido. Para darle un sentido “educativo” al proyecto, se le tiran a los chicos datos (inútiles) como las características arquitectónicas de la catedral de la ciudad de San Luis o sobre música clásica, como si eso le diera al film un interés que jamás tiene. Señores productores/realizadores: se hubieran interesado por concretar una narración mínimamente lógica. Esa información berreta se consigue en Internet… Por otra parte, el trato hacia los niños aquí es de una elementalidad mayúscula, apelando el estilo que se usaba hace varias décadas. Un ejemplo: alguien pregunta algo en pantalla, apunta el micrófono hacia el público y se deja todo unos segundos en silencio para que la platea conteste ¡No son boludos! ¡Estamos en 2012! ¡Por favor! 8- Reciclaje con olor a rancio (la peor argentinidad al palo). Muchos me dirán (ya me han dicho) que varias generaciones de argentinos se criaron viendo a los personajes “entrañables” de García Ferré, que mejor algo nacional que tanto “tanque foráneo”. No pretendo aquí generar debates ideológicos ni sobre los contenidos para nuestros chicos (yo soy padre de dos hijos y bajo ninguna circunstancia los llevaría a ver Soledad y Larguirucho), pero esta película es mala, fea, ñoña, torpe, anticuada (por más que hablen de MP3, de GPS o se incluya una parodia de Kill Bill), hecha con absoluto desgano e impunidad. Este no es el camino para hacer negocios ni -mucho menos- para que el cine argentino pueda reconciliarse con un público que, salvo honrosas excepciones, le ha sido muy esquivo.
Turismo y mate para toda la familia La nueva película Soledad y Larguirucho (2011), con los personajes creados por Manuel García Ferré, tiene dos aciertos fundamentales: nunca se toma en serio a sí misma y está dirigida a un público infantil de una manera sumamente eficaz. Divertida y simpática aventura para los más chiquitos, de San Luis al mundo, con guía de turismo incluída. Resulta que la bruja Cachavacha se muere de envidia por la admirable voz de Soledad Pastorutti, estrella indiscutida de los niños. Así como en el cuento Blancanieves, Cachavacha hará lo imposible por alejar del podio a la cantante que revolea el poncho. Para ello recibirá la ayuda del profesor Neurus, de Pucho y Serrucho. Larguirucho oficia de narrador/payador siendo el personaje que interactúa con el público continuamente. Si de animación en Argentina se trata, García Ferré es uno de los “grandes” en el arte del dibujo animado. Soledad y Larguirucho, su última película luego de Corazón, las alegrías de Pantriste (2000) transcurre en la ciudad de San Luis (es producida por San Luis Cine) y fusiona personajes reales con sus aclamados dibujos. La dirección de filmación está a cargo de Néstor Montalbano (Pájaros Volando, 2010) y por ello resolvemos que el tono de la película es desprejuiciado, auto consciente y divertidamente ridículo. Esta idea promueve el guiño constante para los padres y alegra a los más chiquitos a quienes invita a participar al público en más de una oportunidad (Larguirucho y La Sole hablan a cámara). Pero también suscita que la imperiosa necesidad del film de recorrer turísticamente la ciudad de San Luis (incluso con el profesor Neurus explicando el significado de los monumentos) no desentone en absoluto. Tampoco están fuera de lugar la serie de personajes “conocidos” que aparecen para aportar su cuota de gracia. Entre ellos se destaca Diego Capussotto, Carlitos Balá, el Chaqueño Palavecino, Guillertmo Andino y Pablo Codevilla. Lo mejor de Soledad y Larguirucho sigue siendo la impronta de los personajes de García Ferré: personajes bien argentinos, con todo el criollismo estereotipado sí, pero necesario para contrarrestar a los tanques del país del norte. Un poco de lunfardo, mate y folklore nunca falla.
Desventurada aventura "En un lugar de la pampa de cuyo nombre si me quiero acordar, en un lugar chiquito, en el pueblo de Arequito, nació Soledad", algo así dice la inconfundible voz de Larguirucho para dar comienzo a una historia que, como El Quijote, pone un pie en la fantasía y otro en la realidad, pero que no alcanza la entretenida impronta aventurera del héroe de La Mancha. La convivencia de los clásicos personajes animados de Manuel García Ferré con una de las voces más famosas de la canción popular podría haber sido una excelente oportunidad para ofrecer a grandes y chicos una buena comedia nacional y musical. Pero de la fusión de seres de tinta y carne resultó un híbrido dudoso, que oscila entre la estética rural y los fondos computarizados, con convenciones de pasaje no muy claras. Y ese es uno de los problemas fundamentales del filme, el montaje y la superposición de escenarios, personajes y situaciones que por ligeramente resueltas resultan inconexas. La intertextualidad quijotesca de la apertura anticipa una sucesión de aventuras y embestidas motivadas por los obstinados celos de Cachavacha hacia una Soledad devenida en ídola infantil. A donde vaya la cantante irá el cuarteto delirante de Trulalá (a la bruja se le suman los conocidos Pucho, Profesor Neurus y Serrucho) a intentar sabotear los shows de la gira. El tour tiene su funcionalidad, es buen motivo para llevar escenarios locales a la pantalla grande, pero lo que sucede en ellos carece de tintes fuertes de acción. Los recursos de animación, proclives a aumentar el dinamismo de las escenas, no están suficientemente explotados; del repertorio de canciones no todas son pegadizas y sale sobrando el Ave María; muchas de las actuaciones son tímidas; por momentos el maquillaje se asemeja al de un acto escolar; la apelación a la participación del público resulta fallida; los remates cómicos no siempre están logrados; y los actores experimentados no terminan de ser aprovechados. Diego Capusotto, Guillermo Andino, Carlitos Balá, Pablo Codevilla y el Chaqueño Palavecino son parte del heterogéneo reparto y condimentan con sus apariciones los 80 minutos del filme que, aún con sus falencias, tiene chances de gustar. Muchos personajes queridos y el nombre de un director que conquistó a más de una generación con sus legendarias criaturas hacen de contrapeso, y del balance puede salir un mote justo: pasajera película de vacaciones. Una buena opción para ver sin criticar es apelar al mismo sentimiento con el que Soledad cier
Aquellos buenos tiempos Las producciones animadas de Manuel García Ferré se caracterizaron siempre por el tono ingenuo y efectivo impulsado por personajes que marcaron a varias generaciones. Por ese motivo, resulta inexplicable la visión de Soledad y Larguirucho, película que combina acción en vivo (con dirección de Néstor Montalbano) y los dibujos de García Ferré, montados sobre fondos reales. El film funciona como una forzada guía turística que promociona diferentes escenarios de la provincia de San Luis insertos en medio de un guión inexistente y situaciones carentes de buenos gags. La cantante Soledad Pastorutti llega a la ciudad para brindar un concierto mientras que la bruja Cachavacha, El profesor Neurus y Pucho (Serrucho tambien!) elaboran un plan maquiavélico que altera la paz del lugar y la apacible vida de campo que lleva Larguirucho. La película está concebida como una sucesión de sketches de fallida resolución y permite el cameo de figuras como El Chaqueño Palavecino, Natalia Pastorutti, Carlitos Balá, Pablo Codevilla, Diego Capusotto y Gillermo Andino. En Soledad y Larguirucho falla la historia y las situaciones que se presentan con actores (Montalbano viene de los éxitos Soy tu aventura y Pájaros volando) mientras que los dibujos intentan mantener el espíritu de aquellos viejos tiempos. Atrás quedaron el tono nostálgico y artesanal de Petete y Trapito, Ico,el caballito valiente y Mil intentos y un invento. "Hablá ma´fuete que no te ecucho" es quizás la mejor frase que acuña el personaje central a lo largo de este olvidable cuento que contrasta bondad y alegría (Soledad y la casita de campo) con la lúgubre cabaña que habita la Bruja Cachavacha.
Un típico producto Garcia Ferré Cachavacha, envidiosa de la voz de Soledad, usara todos sus embrujos para lograr poder cantar uy ser famosa como La Sole y para eso cuenta con los secuaces de siempre (Neurus, Pucho, Serrucho) y algunos nuevos, mientras que la de Arequito cuenta con la ayuda de Larguirucho. Este nuevo film de García Ferré tiene la particularidad de ser el primer film que hace combinando dibujos con personas. Esta es quizás la única novedad en lo que a un producto de García Ferre se refiere. La película en sí tiene una falta grande de guión donde por momentos algunas cosas se muestra o se informan, (como los paisajes de San Luis o las fechas en que se hicieron algunos edificios) que están tan fuera de contexto que uno no sabe que se quiso decir ya que hasta como información queda colgada. En cuanto a la aventura está no es de las mejores que nos ha traído el maestro de lo dibujos animados, y uno no puede dejar de pensar en algunos de sus grandes éxitos como “Mil Intentos y Un invento”• o Trapito”, donde uno veía que además de la típica animación, había un guión y una historia. Aquí la historia gira en mostrar los paisajes puntanos y a La Sole. En ese sentido cumple, en lo demás, es solo para los melancólicos de los personajes que transitaron nuestra infancia t que ahora quieren disfrutarlos con sus hijos.
Propaganda de la mala La idea parecía caída de algún túnel del tiempo. El trailer prometía algo espantoso. Pero Soledad y Larguirucho resultó mucho peor. No se trata simplemente del olor a naftalina que impregna cada cuadro: cualquier idea puede ser buena si se la hace funcionar y hubiera sido simpáticamente retro que los personajes que García Ferrer (que no solo los chicos de hoy no conocen, sino que ya eran viejos cuando sus padres eran chicos) tuvieran alguna especie de revival y que los chicos se fascinaran con cajitas felices con muñequitos de fabricación nacional. Altamente improbable, pero a lo mejor posible. Pero Soledad y Larguirucho no ofrece nada para hacerlo posible. La trama es nula, al igual que los personajes, que se limitan a estar en pantalla entre uno y otro momento musical de la Sole, que al parecer ahora quiere dar un nuevo giro a su carrera y busca ser la estrella de los más chicos. La historia es la siguiente: la Sole está haciendo una gira por San Luis. La bruja Cachavacha está celosa de ella (porque canta tan bien) y decide arruinarle la gira; una y otra vez intentan planes para arruinarla y finalmente no lo logran. Mientras, recorren la provincia, compran ventiladores en Ribeiro y poco más. Larguirucho, que está por fuera de la trama, se dedica a pasear con su caballo por paisajes campestres, soltando coplas y asistiendo a los recitales de la Sole. Fin. Es claro que la película apunta al público de Jardín de infantes. La pregunta es: ¿quién va a llevar a esos chicos al cine? La nostalgia no impregna a un nene de 4 años. Por otro lado: ¿a qué vienen los cameos de, por ejemplo. Pablo Codevilla, que come un sandwich de salame? Los guiños para los adultos no llegan a lo lamentable y responden a un universo que a lo mejor los abuelos reconozcan con una media sonrisa. Soledad y Larguirucho está concebida como un negocio para vacaciones de invierno: abuelos que llevan a los nietos al cine. Poco más. Lo que es realmente vergonzoso es cómo se usa una película para hacer propaganda institucional. No se trata únicamente del momento en el que los personajes van a comprar electrodomésticos a Ribeiro, donde los atiende Carlitos Balá (con diálogos que incluyen gemas de la sutileza como ¿En cuántas cuotas quiere que los compre, profesor Neurus? Por supuesto, hacemos entregas a donde quieras y demás eslogan), sino de la propaganda oficial del gobierno de San Luis. No solo la Sole está haciendo una gira por San Luis (?????), con la consiguiente mención de cada pueblo del recorrido: San Luis, Merlo, etc. En algún momento, la bruja Cachavacha decide volar sobre su escoba para ir a donde va a cantar la Sole y en el viaje Pucho va mostrando las maravillas de la provincia: Mirá esas ruta, Mirá esa represa hidroeléctrica, Mirá ese edificio, tan moderno y ecológico. Si los responsables de Soledad y Larguirucho se tomaron tan poco trabajo para disfrazar sus intenciones comerciales, ¿por qué habríamos nosotros de tomarnos el trabajo de ir a ver esta película?
Sin tensión ni conflictos, y cerca del filme turístico El reestreno de La Bella y la Bestia puso en evidencia cuánto evolucionó el género de animación para chicos en los últimos veinte años. Las historias son más complejas y los personajes más ricos. En este contexto, la nueva película de Manuel García Ferré parece que viniera del pasado. Pero el problema de Soledad y Larguirucho no es que parezca una película de hace cuarenta años: el problema es que hace cuarenta años también hubiera sido mala. El argumento se puede contar en una oración: Soledad Pastorutti protagoniza varios números musicales ambientados en la provincia de San Luis, acechada por Cachavacha y Neurus y con la ayuda de Larguirucho. No hay aventuras, no hay tensión y no hay conflicto. Aún los chicos más chiquitos necesitan en algún momento creer que el malo puede lograr su cometido, pero acá las maldades de Cachavacha son recibidas por Soledad con una sonrisa de ternura, como si estuviera mirando la película desde afuera. Las escenas de “diálogo” de Soledad fueron reducidas a su mínima expresión, pero aún así sobresalen por lo burdas. Los realizadores no lograron combinarla bien con los dibujos y se nota demasiado que le habla a un espacio vacío. Esas falencias no pudieron ser subsanadas por los recursos actorales de Soledad, más bien escasos. La frutilla de la torta es la promoción turística de San Luis, productora del filme: tomas aéreas de las bellezas naturales de la provincia injertadas arbitrariamente, sin disimulo, y que por la diferencia de imagen con el resto parecen de algún viejo institucional. Está claro que la diferencia de presupuesto con producciones de Pixar o DreamWorks hace imposible acercarse a esa calidad, pero los problemas graves de la película no están relacionados con eso. Y, finalmente, al público no le venden las entradas para Soledad y Larguirucho más baratas que las de Valiente .
En principio poco tienen en común la popular cantante Soledad y el entrañable Larguirucho, pero Manuel García Ferré decidió unirlos en este film a través de una historia en la que aparecen, también, otros conocidos personajes salidos de la pluma de ese creador. La trama (de alguna manera hay que llamar a lo que ocurre a lo largo del film) se centra en la terrible bruja Cachavacha que, con el profesor Neurus y los carismáticos Pucho y Serrucho, decide desplazar del éxito masivo a Soledad para convertirse ella en ídolo de multitudes. Comienzan así una serie de aventuras y de desventuras en la que la artista, mientras entona canciones de su repertorio y revolea su poncho, tratará de las muchas trampas que le tiende la bruja. Larguirucho, mientras tanto, se limita a seguir el derrotero artístico de Soledad para aplaudir los temas de su repertorio. El film parece convertido en una serie de estampas geográficas por la que transitan sus protagonistas, a lo que hay que sumar la poco feliz idea de mostrar una gran cantidad de "chivos", lo que convierte a la película en un sinfín de inútiles elementos que carecen de gracia y de ingenio. Por si todo esto fuese poco, y muy traído de los cabellos, varias populares figuras, entre ellas Natalia, la hermana de Soledad; el Chaqueño Palavecino, Diego Capusotto, Guillermo Andino, Pablo Codevilla y Carlitos Balá aparecen en breves secuencias quizá con la intención de mejorar tan alicaído guión. Para los seguidores de Soledad, quizá les interese escucharla aquí en su conocido repertorio, y para quienes habían hecho de Larguirucho un personaje entrañable, posiblemente los vuelva a poner en contacto con sus picardías (que aquí son muy pocas).
Qué difícil es escribir la review de una película como “Soledad y Larguirucho”, y sobre todo es imposible hacerla sin que mi niño interior se entrometa en el teclado. Por ende, esta review será escrita por ambos, por mi yo de hoy en día, y mi yo de hace 26 años, ese que merendaba chocolatada sentadito en mi sillita chiquita viendo las aventuras de hijitus en Trulala… (NDA: Yo grande en color negro, yo pequeño en azul) San, San Luis Sí, decidí empezar por acá, para sacarmelo de encima para el resto de la review. Esta película se siente por momentos (muchos) como un video (sí, utilicé la palabra “video” a propósito), institucional de San Luis. Con frases tiradas de los pelos, dichas por los personajes al estilo de “Qué lindo es San Luis!”, que como muestra, este botoncito solo basta, el resto imagínenlo ustedes. Pero… parece lindo San Luis! Sí, de hecho lo es! Pero se siente la propaganda metida por la garganta al punto de por momentos sentir vergüenza ajena sobre todo al escuchar a Neurus salirse totalmente de personaje para recitarnos datos sobre la catedral. Pero, esas cosas que dice Neurus, yo no las sabía. Vamos a San Luis? La edad de Sol Soledad, punto alto de la peli, canta y actúa, y hace las dos cosas de manera más que aceptable. Las canciones en su mayoría están en contexto de recitales, lo cual simplifica tremendamente la puesta en escena. Esto juega a favor de la Sole misma, ya que se luce en lo que sabe hacer, cantar. Canta muy bien! Y es muy linda! Sí, realmente es muy linda, los más grandes disfrutarán escucharla cantar, siempre y cuando les guste el folklore argentino. Y los varones, como yo, disfrutarán específicamente de verla vestida de una suerte de Uma Thurman para una escena con kung fu incluido, y toda mulata cuando canta Oro y Plata. ¡Qué linda que está esta chica! Igual mucho no me hizo reir Sole. Larguirucho sí me hizo reir. El lapiz eterno Claro! La película no resiste demasiado análisis en su “guion”. Y en el momento de pensarlo para volcarlo aquí, recordé que hace poco le pregunté a alguien allegada a Manuel García Ferré cómo era. La respuesta fue, “es un chico”. Don Manuel ya cuenta con 82 años, pero sigue siendo un chico jugando, ahí mismo TODA la película cambia. ¿Por qué? A ver… Si yo te doy un muñequito para jugar, vos que harías? Y no sé… Juego… Cómo? Y primero va a volar para salvar a alguien… ajá Después corre por el campo y… va… a… Jugar al Futbol! Es jugador de futbol! ajá… Y después… lo agarro así, y es un justiciero pero hace así! ves? aja… Y después, llama por la radio a sus amigos, para que le traigan un auto de carrera asi corre… Ok, ok! Ya entendí! Eso es “Soledad y Larguirucho”, y NO LE PREOCUPA! En eso es respetable esta película, no le molestan sus propias falencias, es más, creo que hasta se mofa de ellas! Es una sucesión de: Y dale que arranca Larguirucho? Y dale que despues canta la Sole? Y dale que Cachavacha se enoja con ella porque canta bien? Y dale que la quieren boicotear? Y dale que ellos viajan en helicoptero? Y dale que ponen ventiladores para que no atterrice? Y dale que los van a comprar a una casa de electrodomésticos? (espantoso chivo a Ribeiro) y Dale que el que atiende es… no sé… Carlitos Balá!?!? Y dale que cuando van por la ruta los malos aparece un camionero? Y dale que es Diego Capusotto? Dale!!! La peli es toda así, una sucesión de “y dale que…?”, y cuando en un principio aparece como falencia, y luego como error basal, empieza a verse como un patio de juegos, donde nada tiene porque ser TAN guionado. Despues de todos, cuando a un chico le das un muñeco para jugar, no tiene guionado que va a hacer de acá a 20 minutos con ese muñeco. Se nota que García Ferré, sigue jugando con sus muñecos, y está Muy bien! A mí me gustó Larguirucho! Y me gustó mucho el GPS de la bruja Cachavacha! Genial guiño a la tecnología actual, el GPS de Cachavacha es un murciélago cordobés, que se la pasa gritando “recalcuuuulando” en cordobés! Y claro que se pierde, si está en San Luis! Pelusa se luce como siempre dándole voz y carácter a todos los personajes. Lamentablemente no pasa lo mismo con la voz de Cachavacha, la cual relamente no es para nada buena. A mí no me gustó Cahcavacha, pero me gustaron los demás! Los cameos, pasan de geniales, a inentendibles! Pablo codevila? Guillermo Andino? Carlitos Balá! Diego Capusotto! El Chaqueño Palaveccino?!?! Natalia Pastorutti. Los que realmente son geniales son los detalles más pequeños, el celular de Cachavacha tiene el inconfundible logo de “ENTEL”! Genial! Pablo Codevila, mientras está en la torre de control, por detrás, aparece un OVNI, y no es menor, ya que es bastante conocida la fascinación de “cierta” gente puntana por los OVNIS. Hijitus hace varias entradas, pero bien de fondo, en televisores, o muñequitos dando vueltas por ahí. La última escena es realmente buena, todo el desenlace en la comisaría está bastante bien logrado, y saca bastantes sonrisas. El comisario me hace reir mucho Conclusión. Esta película, no puede hacerle competencia a los gigantes extranjeros, pero lo más importante es que no se preocupa en hacerlo. Lo que muchos ven como faltas, o desprolijidades hay que verlo como algo más. Y no me voy a escudar en el “compre argentino” que tan de moda está, seguramente este producto está a kilómetros de la megaproducción de Campanella. Pero también lo están un evento en el Savoy, de una kermesse de escuelita de barrio. Ahora bien… alguna es más disfrutable que otra? Es más, podría arriesgar a decir que el caviar no es para todos, y que sin embargo, un momento familiar, entre asado, y amigos es infinitamente más entrañable. A mí me gustó, me reí mucho! Y canté! Y me gustó la parte donde vuelan, y la parte que cantan, y la parte del camionero, y la parte del helicóptero, y la parte que hacen kung fu, y cuando… No se crean todo lo que se dice por ahí. Si yo tuviera que hacer una review fria, seguramente, como dije al principo no hubiera resistido el mayo análisis, pero este tipo de películas, hay que calificarlas con el corazón en la mano. Que son en definitiva como fueron confeccionadas. Por eso que que traje a mi yo pequeño para calificar también, ya que el puntaje saldrá del promedio del suyo y del mío. Les repito, “Soledad y Larguirucho” no puede competir con los tanques, pero los invito a ver mas allá de las costuras, que son muy visibles, a ser indulgentes, como lo eran nuestros padres cuando nosotros jugabamos sin libreto ni guion.
En las últimas dos semanas, desde el momento en que finalizó la función de prensa de Soledad y Larguirucho, se produjo una discusión con dos posiciones enfrentadas por aspectos diferentes de la misma producción. Están los detractores, entre los que me cuento, que cuestionan la mala calidad de esta anacrónica propuesta, y por el otro lado los defensores que, probablemente sin haber visto la película, valoran su condición de realización argentina. Creo que vale la pena iniciar la crítica con estas breves líneas porque la nueva creación de la factoría García Ferré abre una cuestión que, al menos desde mi punto de vista, parecía superada. El cine nacional creció lo suficiente en los últimos años como para que su condición de autóctono acarree una defensa ciega de algún producto de cuestionable resultado. El esfuerzo se valora, pero no siempre se premia. Defender una película así por "hecha en casa" no solo supone que se tenga en alta estima a una de las peores realizaciones de los últimos años, sino que implica un muy bajo concepto del cine argentino en general. Si bien la animación no es buena, desde luego que sería injusto mirar a Soledad y Larguirucho a través del cristal de Pixar o Dreamworks. La cuestión es que, si se juzgara desde lo presupuestario, solo habría críticas positivas para lo que llega de Hollywood. El cine necesita ideas, pero estas están ausentes de la película de García Ferré, cuyo argumento es nulo y la sola mención de las pocas líneas de la sinopsis podría considerarse un spoiler. En ella, los cuatro villanos intentan, sin lograrlo, evitar el éxito de la cantante Soledad, a quien se considera una "estrella indiscutida de los niños". Siendo esa la totalidad del argumento, se conduce al espectador en círculos, con diferentes planes frustrados que derivan en un final abrupto. En este viaje por diferentes paisajes de la Argentina se encontrarán elementos propios de lo peor, y más avejentado, del cine nacional. El hecho de que esté producida por San Luis Cine, obliga a un recorrido por esa ciudad, en la que Neurus asume el rol de guía turístico. Es tal el descaro con que se promocionan los logros arquitectónicos de la anterior gestión, que sorprende que no se haga presente uno de los políticos para un breve cameo. El villano oficiará además como maestro, con viaje en el tiempo incluido, impartiendo contenido educativo inútil para los niños a quien está destinada. Con ese mismo adjetivo se deberán calificar las breves participaciones de las figuras del espectáculo, como Guillermo Andino, Pablo Codevilla (en una intervención ilógica) o Diego Capusotto (completamente desaprovechado), además de un papel de no acabar para el Chaqueño Palavecino. Los mismos son, evidentemente, un fallido guiño para el público adulto que por obligación ocupará las butacas junto a sus hijos, al igual que la breve y poco noble presencia de Carlitos Balá, quien repite todas las muletillas que lo hicieron famoso mientras hace un chivo de una casa de electrodomésticos. Junto a niños con cara de incomodidad, Soledad Pastorutti tendrá múltiples números musicales, prácticamente todos referidos a la comida, en los que busca el coro del espectador en la sala. Serán muchas las ocasiones en la que la artista y Larguirucho se dirigirán en forma directa a la audiencia, para pedir alguna opinión o para que acompañen en alguna canción. Los personajes creados por Manuel García Ferré acompañaron la infancia de muchas generaciones desde los años '50, pero la falta de evolución de los mismos llevó a que, con el correr del tiempo, queden relegados de manera excluyente a públicos cada vez menores, no en cantidad sino en rango etario. Secuencias en las que se imita, en forma pobre, un enfrentamiento a la Kill Bill, en las que se pinta de color el rostro de la protagonista para que cante como una candombera (algo que por pudor o consciencia no se debe ni hacer en las escuelas) o la permanente mención a los modernos artefactos tecnológicos, que ninguno de los involucrados sabe usar, dan cuenta de lo vetusto de la apuesta. Las pésimas actuaciones, el guión inexistente, el uso permanente de frases hechas y latiguillos gastados, el burdo panfleto publicitario y demás elementos mencionados de esta crítica deberían ser suficientes razones para entender que aquí el "patriotismo cinematográfico" no cuaja. Más aún si se considera que, aún lejos de los abultados presupuestos de los tanques de Hollywood, la producción contó con uno de 10 millones de pesos, cifra de ensueño para la mayoría de los realizadores argentinos.
Un formato para la discusión Se mantienen, entre tanto facilismo, algunas canciones de Soledad, su simpatía y naturalidad y el encanto de los personajes de García Ferré, con las notables voces que forman parte de su identidad (destacada labor de locutores y animadores). Manuel García Ferré está incorporado a la mitología de la historieta argentina a través de creaciones como Pio Pio, Anteojito, Hijitus, Larguirucho, Petete y Calculín. Si sus personajes fueron integrantes de la infancia argentina, su revista Anteojito (con Billiken) lideró la gráfica dedicada a los chicos. La televisión fue la segura continuación de su éxito en forma de tira y el cine generó éxitos como "Mil intentos y un Invento", Ico o Manuelita entre otros. Esta vez, uno de sus personajes más queridos, Larguirucho, nacido hace más de treinta años, acompaña la figura de la popular cantante Soledad, en una serie de aventuras en la provincia de San Luis. Personajes como el profesor Neurus, Pucho y Serrucho, unidos a la Bruja Cachavacha tratan de hacer fracasar sus presentaciones y apropiarse del poncho, a la que la bruja atribuye el éxito. Distintas figuras, muy conocidas por el público, como el Chaqueño Palavecino, Natalia Pastorutti, Carlitos Balá, Capusotto y otros, acompañan el recorrido. FIGURAS QUERIDAS "Soledad y Larguirucho", más allá de presentar figuras queridas como la joven cantante y el buenazo y un poco tontón de Larguirucho, no logra satisfacer lo que uno puede pedir a un buen relato para chicos. Lo fundamental es que carece de un guión mínimamente compacto como para nuclear una historia que vaya más allá de las secuencias independientes. Asimismo, es un tanto presionante la necesidad de convertir determinados pasajes del filme en una suerte de guía turística. Pensamos que la existencia de figuras retóricas como "la alusión" o "la imagen", aplicadas al cine, son más efectivas que la publicidad directa, hay una ausencia de recursos imaginativos que puedan transformar una necesidad de producción en un momento justificable de la ficción. El formato plano, como desajustado en el tiempo, con recurrencias de los personajes al público o ciertas repeticiones de los mismos invitados utilizados en cameos, acercan más el relato a superados recursos de viejas series televisivas, facilismo poco aceptable. Se mantienen, entre tanto facilismo, algunas canciones de Soledad, su simpatía y naturalidad y el encanto de los personajes de García Ferré, con las notables voces que forman parte de su identidad (destacada labor de locutores y animadores). Si hay una secuencia que se destaca y se acerca a lo mejor de la recordada ingenuidad y encanto de las anteriores películas de García Ferré, es la de la evocación de los trenes y sus estaciones solitarias, imaginario melancólico, luego de la debacle que los desactivó.
Una película construida con los personajes de García Ferre pero basada en el atractivo de Soledad, con apariciones de su hermana y de El Chaqueño Palavecino. Muchas canciones a cargo de la protagonista, maldades de Cachavacha y no mucho más, en una estructura tradicional. Los fans de la Sole, de parabienes.
¡QUÉ NO VIVA LA PATRIA! Trabajar en una página como CiNerd implica que ya sabés que film llegará a los salas varios meses (¡o años!) antes de su estreno. Casi nunca veo en el cine el avance de una película que no sabía que existía. Sin embargo, eso me pasó con SOLEDAD Y LARGUIRUCHO (2012). Cuando presencié por sorpresa a ambos personajes compartiendo la pantalla y preparándose para su llagada durante las vacaciones de invierno, sentí que algo espantoso estaba por pasarle al cine argentino. Cómo me hubiese gustado estar equivocado, porque anoche pagué 22 pesos para presenciar lo que sin lugar a dudas fue uno de los peores exponentes del cine nacional y el espectáculo más burdo, patético, chabacano, berreta y vergonzoso que mis ojos tuvieron la desgracia de ver ¿Cómo? ¿A tu sobrinito le gustó? Me chupa un huevo ¡Bienvenidos a la crítica de SOLEDAD Y LARGUIRUCHO! Su título ya de por sí es una garcha, porque los protagonistas son más bien los villanos creados por García Ferré: el profesor Neurus, la bruja Cachavacha, Pucho y el capo de Serrucho. La película muestra sus fallidos (y cansinos) intentos de sabotear a La Sole - quien va de gira por todo el país -, para que Cachavacha pueda convertirse en la nueva ídola musical. Es decir, historia casi no hay. Tampoco importa mucho, porque claramente es un proyecto destinado a pendejos no mayores de 5 o 6 años. Los personajes del título están constantemente hablándole a cámara, dirigiéndose a los pequeños hipotéticos espectadores, preguntándole boludeces y pidiéndoles que canten con ellos al mejor estilo Discovery Kids. Se imaginarán el momento incomodo que pasé cuando Larguirucho me preguntaba si la mariposa era o no poca cosa y a mi simplemente me pasaba por el centro de las pelotas ¿“Una película para disfrutar en familia”? Sí, ¡ESTA! Hay escenas descolocadísimas, efectos digitales horribles, una dirección pobre, nada de gracia o ingenio, cero conflicto o tensión, nada de frescura o novedad, diálogos pésimos y muy, muy, MUY malas actuaciones entregadas por el elenco “humano” - no es joda, muchos de sus actores parecen ser los amigos del primo del productor -. También hay algunos cameos de celebridades nacionales como Diego Capussotto o Carlitos Balá, que están completamente al pedo y que solo sirven para darles una imagen de boludos bárbaros, para nada divertidos (o sea, lo contrario a la realidad), o para que tu viejo diga:“¡Mirá, hay está Carlitos Balá! ¡Qué recuerdos!”. La Sole, por su parte, no entraría dentro del elenco “humano” del que hablo. No es porque no sea de nuestra especie (hasta donde yo se, es humana), sino porque prácticamente no actúa. Hace de ella misma, canta y revolea el poncho como mejor sabe, en casi todas sus escenas. Eso sí, cuando tiene que interactuar con elementos ajenos a la realidad, como Larguirucho o los demás seres animados, da calambres. Y lo peor es que en más de una ocasión se ve obligada a participar en escenas horripilantemente mal pensadas (y peor llevadas a cabo), como cuando se transforma (¡¿al mejor estilo Mujer Maravilla?!) en una Beatrix Kiddo argentina para pelear en una lucha cuerpo a cuerpo contra Cachavacha, por el destino de ¡¿su poncho?! OH… MY… FUCKING… GOD. Pero nada de lo que mencioné anteriormente supera los dos elementos que más odio de SOLEDAD Y LARGUIRUCHO. Y lo peor es que ambos están estrechamente relacionados durante todo el maldito metraje: Larguirucho y esa desvergonzada y ridícula sobrecarga de patriotismo argento. Déjenme darles un ejemplo: la película empieza con el personaje animado despertándose en su chocita en medio del campo ¿Qué es lo primero que hace después de desperezarse? Ceba un mate y se pone a tocar una chacarera con su guitarra mágica ¡Y ni siquiera iban 5 minutos de película! ¡No da, mi viejo! Y yo que me quejaba del propagandismo yankee en BATTLESHIP: BATALLA NAVAL (2012). Aquí, cada 2 planos, hay una mención al fútbol, a Boca, a Messi, al 25 de mayo, al Cabildo, a Gardel y a hasta al sánguche de salame y queso (¡!), o visitas re varadas a diferentes lugares del país como si fuera una guía turística. Mientras Neurus y sus secuaces hacen sus planes, y La Sole canta de escenario en escenario, la función de Larguirucho es más simple: pasearse en caballo por las provincias, recitando “lecciones de vida” y vomitando insoportablemente argentinidad al palo. De vez en cuando se le aparece a Soledad para bailarse un candombe y luego seguir viaje. El hecho de que su nombre esté en el título de la película es tal vez un misterio incluso mayor que el de por qué carajo decidieron filmar esta bazofia de la que no puedo rescatar nada. “El Chaqueño” Palavecino es insoportable, actúa para el orto y su mejor escena es cuando el comisario lo arresta por estacionar el helicóptero en medio de la calle (sí, él es el piloto/chofer de La Sole ¿algún problema?). Creo que solo hay UN chiste que me hizo reír (un murciélago que Cachavacha usa como GPS en su escoba), pero ni siquiera hay una buena canción. Ni una. Tal vez pueda destacar los constantes easter eggs a Hijitus (¡su cara aparece hasta en la sopa!) o el intento de emular la onda ¿QUIÉN ENGAÑÓ A ROGER RABBIT? (1988), al meter clásicos personajes animados en nuestro mundo. Pero el film también desaprovecha esa oportunidad y se pierde en un sinfín de estupidez que los niños NO deberían ver. En serio, papis, alquílenles una de Pixar que no son tan boludos como para no disfrutarla. Por su parte, SOLEDAD Y LARGUIRUCHO debería ser la muerte de estos personajes animados y una severa advertencia para su creador de que no vuelva NUNCA a hacer una película con sus personajes (a menos claro que sea de Hijitus) ¡Fu Fu! Y chucu, chucu, las pelotas ¡Devolveme la plata, García Ferré, y la concha de tu madre!
Alegría e inocencia con el sello García Ferré Como un Quijote de los chiquitos, vuelve don Manuel García Ferré a los caminos. Lo siguen miembros de su viejo equipo, como «la voz» Pelusa Suero, Carlos Pérez Agüero, Alberto Grisolía, Natalio Zirulnik, otros no tan viejos, Rodolfo Mutuverría, creador de Dibu, Mariano Villegas, especialista en 3D y composición digital, y, para las escenas de humanos, lo que en inglés se dice «filming director», Néstor Montalbano, autor de «Soy tu aventura» y otras burlonas expresiones de cariño al pasado. Aunque la obra no llegue a ser un clásico como las anteriores (eso todavía no se sabe), para ellos ya es un honor haber trabajado con el maestro. Para los chiquitos, padres, y abuelos, es lindo verla. Todo es alegre, inocente, colorido, Soledad sigue tan compradora como en su primera película, canta, salta, sonríe y pelea a kung-fu limpio con la bruja Cachavacha, mientras Neurus oficia de guía turistico, el camionero Capussotto amenaza la chatita de Pucho, Larguirucho baila candombe con una morocha, etc., etc., y la vieja hace lo que puede pero la Sole sigue cantando lo más contenta. García Ferré sabe cómo lucir sus personajes y colocar en el momento oportuno un buen toque nostálgico, que en este caso está a cargo de Larguirucho. Además agrega cameos bien repartidos. Por ejemplo, el Chaqueño Palavecino, que empezó de chofer de ómnibus, acá también es chofer de helicóptero (y un conocido petiso es el controlador aéreo). Y Carlos Balá, más octogenario que el director, vende artículos modernos. Cierto que su parte parece propia de una comedia televisiva con tanda incluida, pero igual es muy graciosa. Tampoco humanos y dibujos se integran del todo en algunas partes, ni algunos chistes encuentran eco inmediato, pero igual causan alegría. Defectos y limitaciones se compensan con cariño y entusiasmo. Si hoy nuestro Quijote debe lidiar con monstruos modernos, y con monstruitos formateados por la computadora y las majors, él ni siquiera los enfrenta. Abre su corazón, y esa es su mejor arma. Dato al margen: por razones de salud, esta vez el histórico Néstor DAlessandro no hizo la voz de Cachavacha. Lo reemplaza, muy bien, el locutor cordobés Sebastián Crespin.
Es imposible que un crítico se desprende de sus influencias, de las cosas que forman parte de su matriz de aprendizaje. Si bien, durante la mayor parte del tiempo esto es posible, lo cierto es que en algunos momentos, uno entra en zona de turbulencia, porque le toca presenciar una película en la que los protagonistas formaron parte de su infancia y entonces... eso hace ruido. Si tuviera que evaluar, como producto, a "Soledad y Larguirucho" (en versito!), seguramente no sería una review favorable. Es una película que tiene muchísimas falencias evidentes, pero tiene dos puntos a favor que hay que considerar. El primero es que Soledad, tiene carisma. Si bien no luce bien maquillada y en algunas escenas (por ejemplo, la pelea con Cachavacha en el callejón) queda descolocada, lo cierto es que es una gran cantante, muy dulce y tiene llegada con el público. Su oficio para los clips musicales está intacto y luce bastante durante la pelicula. Es cierto, no me gustó la selección de canciones pero... La Sole canta hasta Nirvana y le sale bien. Eso si, cuidado los productores, que asumen que ella está identificadísima con el público infantil, y al menos en Capital, los chicos tienen más contacto hoy en día con la repuesta Floricienta o Panam que con ella. Muchos pequeños en la sala no la conocían a ella pero si a los dibujitos que ven en la tele cada mañana... Manuel García Ferré creó personajes maravillosos y todos recordamos a Hijitus y su banda, allá por 1967, lanzamiento que significó un hito para la televisión argentina. Fue la primera serie de dibujos animados en nuestro país y la más famosa en latinoamérica, en su tiempo. Nos acompañó durante la infancia y lleno muchas horas desde ese entonces, basada en la ternura de sus protagonistas y la simpleza de sus historias. Los malos, eran malos, pero queribles. Esa esencia, se mantiene en esta nueva producción de Ferré. No hay mucha historia que contar. La bruja Cachavacha está celosa de las habilidades del canto que tiene la Sole y junto a Neurus, Pucho y Serrucho, conspiran para sabotear una gira que ella hace por San Luis. En cada escala (ciudad) donde se presente la cantante, los dibujitos tratarán de hacersela difícil, sin mucho éxito, desde ya. Narra los hechos (y participa con el canto también), Larguirucho, en un rol que entra y sale de la trama de manera poco clara El film tiene una enorme cantidad de cameos de gente importante (Carlitos Balá, el Chaqueño Palavecino, Diego Capussotto, Pablo Codevilla -?-, etc) y una guión donde se ponen en relieve las bondades turísticas de la provincia de San Luis como marco de la historia. No hay consistencia ni mucha cohesión en el libro y los cuadros se van sucediendo con mejor o peor suerte a medida que avanza el metraje. La animación es flojísima. Sin embargo, no creo que sea una catástrofe para el cine nacional. Los personajes de Garcìa Ferré son demasiado grandes e importantes para perder su lugar en la historia por un film errático. Soledad seguirá teniendo su público, que no son en su niños en su mayoría, y seguirá siendo popular... Y San Luis atraerá muchos turistas ya que es una hermosa tierra para descansar y pasar lindas vacaciones... Nada de eso se perderá. La verdad, es que no amalgaman para nada en el film y lo hacen apenas, un producto mediocre. Sólo elegible por el público menudo y nostálgico (como yo) que ama a estos entrañables personajes de García Ferré...
De paseo con Cachavacha por el paisaje puntano Abordar una película como Soledad y Larguirucho representa un ejercicio interesante y hasta un desafío, en tanto obliga a establecer un marco claro para la práctica crítica. Es decir, marcar una divisoria de aguas que indique si no dónde comienza, al menos sí dónde termina el cine. Quizá sea necesario –porque la película misma obliga a ello– recordar que, entre otras cosas, el cine es un arte narrativo y la primera dificultad con la que se encontrará el espectador que decida acercarse a ver Soledad y Larguirucho es justamente su debilidad, su precariedad narrativa. No hay en la película una historia que contar, sino apenas una anécdota decorada con un montón de situaciones, que a modo de tumores van apareciendo en torno de esta mínima premisa narrativa, sin que ninguna de ellas lleve nunca a ningún lado. Esa anécdota se reduce a que la Bruja Cachavacha envidia la voz de la Sole y junto al Profesor Neurus y sus secuaces de siempre, Pucho y Serrucho, intentará hacer fracasar a la cantante de Arequito, embarcada en una especie de gira por la provincia de San Luis. Así y todo la secuencia de títulos iniciales, aun evidenciando una diferencia notable con producciones animadas de primer nivel, luce digna en la simplicidad del retrato paisajístico de una madrugada de campo, con la cámara moviéndose entre la cálida luz del sol que nace y las flores de los cardos, culminado en la panorámica de un ranchito en medio del monte. Pero ahí se termina lo bueno. Acto seguido la escena se traslada dentro de la tapera, donde Larguirucho se despereza en el catre y entre dormido exclama: “¡Amanece... que no es poco!”. Esa sola escena materializa casi todos los problemas de esta película. En cuanto al trabajo de animación, las capas escénicas del dibujo –aquello que daría la profundidad de campo– son como agua y aceite, motivo por el cual el primer plano parece un recorte que nunca (o casi nunca) llega a integrarse con el fondo. La frase que dice el personaje, la primera línea de la película, deja en claro que si ya no había nada nuevo para ver, tampoco habrá nada nuevo que escuchar en el relato. Y por último, los personajes de García Ferré. Puede admitirse su tono inocente si se los ve en el contexto de una serie animada de televisión con más de 50 años, como Hijitus; pero pretender que sean admitidos sin el más mínimo aggiornamiento en los albores del siglo XXI es por lo menos descabellado, para decirlo con respeto. Lejos de parecer simpáticos, la mayor de las veces Larguirucho y compañía parecen tontos. Lo cual nos lleva a lo más grave de todo. Porque si los personajes animados lindan con la vergüenza ajena, ¿qué queda para quienes se han prestado a interactuar con ellos? Ni hablemos de los cameos entre desperdiciados e innecesarios de Capusotto, Carlitos Balá o el Chaqueño Palavecino. Pero la escena de Soledad vestida de marinerita, entonando “La cuchara viento en popa cruza por un mar de sopa”, mientras derriba la cuarta pared junto a Larguirucho, pretendiendo que grandes y chicos la acompañen a cantar semejante línea, amerita una pregunta. ¿Por qué? Eso por no hablar del tour que los personajes realizan montados en la escoba de Cachavacha, por una provincia de San Luis (la película es una producción de San Luis Cine) que se parece mucho a Dubai: una sucesión de modernos edificios aislados en medio del desierto puntano, que no aportan al relato más que la mera (y poco efectiva) promoción turística. Por mucho menos se lo ha despanzurrado a Woody Allen.
Un musical sin guión ni diversión La idea de unir a la popular cantante con los personajes de Manuel García Ferré parecía promisoria, pero la realización sólo sorprende por la precariedad de muchas escenas y un guión que contribuye a hundir todo. Hay una larga tradición de cantantes protagonizando películas en el cine argentino. Desde el nacimiento del cine sonoro que las estrellas de la música han llegado a la pantalla grande, explotando su talento en vehículos para su exclusivo lucimiento. Dentro de esa línea está, en parte, Soledad y Larguirucho. Pero también la película es, como lo delata su título, una película de animación. Y no una película de animación cualquiera, sino una creada por Manuel García Ferré, el animador que más largometrajes realizó en nuestro país y el creador del personaje de Hijitus (excesiva y torpemente citado en esta película). Así que dos géneros se cruzan aquí, instalando a Soledad Pastorutti más como una cantante para chicos que para todo público y trayendo a todos los personajes conocidos de García Ferré, empezando por Larguirucho, pero incluyendo a Cachavacha, el Profesor Neurus, Pucho y Serrucho. A pesar de la nostalgia que despiertan estos personajes,a pesar de la simpatía de la voz de Pelusa Suero, a pesar de algunos fondos de animación bellos y a pesar del carisma de La Sole, la combinación de elementos falla: los actores interactuando con los personajes animados son lamentables. Ya no se puede tolerar semejante desprolijidad y apuro para armar lo que sin duda era el elemento más importante del proyecto. Las canciones están, casi todas, no filmadas como videoclips sino como actuaciones imposibles de La Sole, con un público tan tenso y poco creíble que destruye todo el clima. Es muy malo el trabajo de los extras en toda la película, tanto que merece ser mencionado. Pero lo que hunde a la película por completo es el guión: la historia está armada de una forma tan torpe, tan gratuita es la suma de escenas y tantos son los desvíos para mostrar las bondades de la provincia de San Luis o las minicuotas de una casa de electrodomésticos, que es arduo seguir la lógica de la narración. Al fallar el guión, no se benefician Soledad ni la animación ni las cosas que intentan promocionar. Los 80 minutos que dura aproximadamente la película se hacen eternos. La precariedad de muchas de las escenas ya no es aceptable para un film argentino. La Argentina, que en los últimos años ha ganado premios en todo el mundo, incluyendo el Oscar, tiene un cine muy por encima de esta clase de productos. Soledad y Larguirucho es una falta de respeto a la inteligencia del espectador.
Con todo el respeto que merece García Ferré por lo que ha hecho en la historieta y la animación argentina, uno se pregunta quién podría ver una gira turística por San Luis cuyo chiste básico es “uia, mirá a X”, siendo “X” una figura cualquiera de la televisión. El cine es otra cosa: después de Toy Story, un producto así es un anacronismo absoluto. El nacionalismo ramplón de la película, además, intenta imponerse en lugar de seducir: pésima estrategia.
Una película que reúne gran parte de los personajes que fueron el deleite de muchas generaciones llega de la mano de su creador Manuel García Ferré. Llega a la pantalla grande una película de Manuel García Ferré y eso nos ofrece una mayor expectativa de este artista gráfico, historietista y animador de origen español de 82 años, radicado en Argentina desde los 17 años, el creador de famosos personajes infantiles, como Anteojito, Hijitus, Larguirucho, Petete y Calculín, así como de tiras animadas televisivas, largometrajes animados y la revista Anteojito. Este es el primer film de este prestigioso director que intenta combinar los dibujos con personas, esta historia esta narrada por Larguirucho que es uno de los protagonistas, al igual que La Sole, quien canta como los dioses, es cuando vemos a Cachavacha, que envidia su canto, intentara quitarle protagonismo, ser famosa y además quitarle su voz, a través de sus embrujos para eso cuenta con sus seguidores: Neurus, Pucho, Serrucho y algunos nuevos. Todos los personajes harán un recorrido por distintos paisajes y locaciones. Cuenta con las participaciones del Chaqueño Palavecino, Natalia Pastorutti, Carlitos Balá, Pablo Codevilla, Diego Capusotto, Roni Vargas y Gillermo Andino entre otros. El personaje de la Sole intentará eludir todas las maldades de Cachavacha y sus secuaces, alguna situación que apela al humor, los personajes hablan un poco a la cámara, si esta La Sole no puede faltar el mate, el folklore, los símbolos patrios y algo de lunfardo. El film tiene mucho de videoclips, pero lamentablemente el problema de esta cinta es que no hay tensión, no hay conflicto, sin guión, ni tiene una historia contundente, ni grandes actuaciones, sin dirección y varios problemas técnicos. Una verdadera lástima, porque tiene la idea de atrapar a otras generaciones, y a uno le da cierta melancolía porque algunos de estos personajes transitaron la infancia de muchos de nosotros, ¿a quién no le gustaría mostrarle a sus hijos esos personajes que formaron parte de su niñez?, (deberían alquilar una película de aquellos años), en este caso este film termina siendo patético, burdo, tedioso y soporífero.
Si el talentoso Manuel García Ferré hubiese dirigido sólo, como lo ha hecho siempre, la suerte de esta película hubiese sido otra. Atrás han quedado “Las aventuras de Hijitus” (1973), “Mil intentos y un invento” (1972), “Petete y Trapito” (1975), “Ico el caballito valiente” (1981), “Corazón, las alegrías de Pantriste” (2000), “Manuelita” (1999), entre otras. Con esto no quiero desmerecer a Néstor Montalbano, quien ha demostrado su talento en “Soy tu aventura” (2003) y “Peter Capusotto y sus 3 dimensiones” (2011). Pero creo que la química de unir a un especialista de la animación infantil con un especialista en cine bizarro destinado a adolescentes, no funcionó. Tampoco es interesante mezclar los maravillosos personajes de Ferré con Soledad, Carlitos Balá, el Chaqueño Palavecino, Diego Capussotto y otros personajes de la televisión. Aquí se intenta hacer un recorrido por distintos paisajes y locaciones donde intervienen con sus maldades la terrible Cachavacha, el profesor Neurus y los carismáticos Pucho y Serrucho, todos queridos personajes creados por Manuel García Ferré que ya forman parte de nuestro rico acervo nacional. Este cronista, que se ha criado viendo las películas y leyendo las historietas de Larguirucho, lamenta que en ningún momento le haya causado ternura o remembranzas ver nuevamente en acción a esos personajes. Tampoco se entiende a qué público está destinado el film. Para la gran mayoría de los chicos de hoy Larguirucho no es un personaje familiar, en cambio sí lo es para los que tienen más de 30 años. Otro tanto ocurre con Balá. Entonces la conclusión que nos queda es que pensaron que los padres de esos chicos de 5 a 10 años que podrían ver la película son esos cuarentones que se criaron con Larguirucho y Balá. Pero esto no es motivo de salvación de nadie. Intento fallido donde ni García Ferré ni sus personajes tienen la culpa.
La bruja Cachavacha quiere destronar a Soledad, a quien envidia por su voz, y su misión es juntarse con los villanos para opacar su éxito. Ese es el argumento de "Soledad y Larguirucho", una película que atrasa varias décadas, y que tiene el objetivo de entretener con muy pocas ideas. La convivencia de personajes reales con dibujitos animados, algo ya visto muchas veces en la pantalla grande, no causa efecto. Pero es mucho peor aún la participación vacía de caras conocidas, como es el caso de Carlos Balá, Guillermo Andino, Chaqueño Palavecino, Natalia Pastorutti, Pablo Codevilla y hasta Diego Capusotto. Como si fuera poco, el filme tiene una veta turística a partir de la producción de San Luis Cine, al mostrar imágenes de la provincia totalmente fuera de contexto. García Ferré sigue explotando la nostalgia con sus creaciones. Pero si sigue así corre el riesgo de jugar con fuego.
Patriotismo y ¿minicuotas? Lamentablemente, "Soledad y Larguirucho" de García Ferré, es indefendible y representa ese fantasma de mala calidad que queremos erradicar del cine argentino. En este trabajo, por nostalgia e ingenuidad de parte de algunos, y aprovechamiento desfachatado de otros, se termina mezclando propaganda con cine dando como resultado una propuesta más que aburrida y berreta. Me duele un poco ver a una figura nacional (es más argentino que español) como García Ferré y a sus entrañables personajes envueltos en un producto que no tiene sentido, con una trama tan básica, que vende electrodomésticos y que por momentos se torna en una especie de "Alicia en el país de las berreteadas". Amo a mi país, pero no por eso voy a ser militonto de todo lo que se produzca en él sin hacer autocrítica... La animación es algo que nos cuesta y mucho. Larguirucho, Neurus, Cachavacha y cía son personajes clásicos, de una marcada personalidad, pero no por eso tienen que ser retrógrados, quedarse en el tiempo y entregar a sus seguidores una mala obra de teatro colegial. Le dejo algunos pocos puntos a favor por las canciones interpretadas por la Sole que son pegadizas para los niños y el hecho de que aparezcan nuevamente estas creaciones maravillosas de García Ferré que son más argentinas que el Tango. Lo demás son puras pifiadas, desde lo técnico que se deja ver en el trailer, hasta los cameos de personalidades reconocidas de nuestro país como El Chaqueño Palavecino, Peter Capussotto y Carlitos Balá que termina haciéndole propaganda a una casa de electrodomésticos, algo que también se puede ver en el trailer. No la recomiendo y espero que todas las críticas negativas que está recibiendo sirvan para que los productores se den cuenta que el espectador argentino no es tonto y exige un producto de calidad, ya sea de acá, de USA o el país que sea. Mejor alquilense "Ico, el caballito valiente" y disfruten del mejor García Ferré.