Un género que pide pista Más que la mayor o menor calidad que pueda tener Sudor frío, me interesa analizar en este texto el significado que tiene su estreno comercial en el ámbito local. Repasemos: desde hace años, con productoras como la platense Paura Flics o con festivales como el BARS, el género de terror demostró tener aquí un gran potencial y un importante nicho de público ¿Por qué, entonces, aquí tardó tanto en consolidarse un mercado/industria de cine de terror masivo y profesional como el que existen desde hace años no sólo en potencias como los Estados Unidos o Japón sino también en los países escandinavos o en España, donde [REC] o El orfanato se convirtieron en grandes éxitos. En el lapso de cuatro semanas, llegan a las salas argentinas la uruguaya La casa muda (que ha tenido un más que digno arranque), Sudor frio y, el 3/3, Fase 7, que si bien tiene un tono más ligado al humor negro, ofrece unas cuantas escenas del más puro gore. Paura Flics -que con títulos como Habitaciones para turistas, Masacre esta noche, Penumbra o 36 pasos había conseguido mucha mayor repercusión en el exterior (incluido los Estados Unidos) que en la Argentina- accede por primera vez a las ligas mayores con un producto que contó también con el aval de la productora Pampa Films (de Pablo Bossi) y un lanzamiento a gran escala a cargo del grupo Disney (dicen que la inversión de marketing es bastante mayor al costo de la propia película). ¿Y Sudor frío? En principio, diría que es una película de terror más con un acabado impecable. Me explico: el guión es más bien simplón (chico y chica entran a una casona dominada por psicópatas y descubrirán allí desde torturas hasta chicas-zombies. Nada que no se haya visto ya en la apuntada [REC], en Hostel o en El Juego del Miedo. Me parece que los García Bogliano cometen un error al dar tanta información de entrada, especialmente a la hora de presentar las peversiones e implicancias de los dos malvados. Dejan, así, poco espacio para la sorpresa en la segunda mitad del relato. Otro aspecto que, sin dudas, generará mucha controversia (al menos, entre los espectadores más "intelectuales") es la utilización de una subtrama política ligada a la última dictadura militar. No es que crea que el tema deba ser utilizado sólo en términos solemnes o serios, pero entiendo que cierto sector del público puede sentirse molesto ante la aparición del ERP, de la Triple A o de ex represores en la trama. Dicho esto, cabe destacar que el film se ve y se escucha muy bien, que la ambientación es lograda, que los efectos visuales o el maquillaje son claramente profesionales. No sé si esto alcanzará o no para convertir a Sudor frío en un gran éxito de taquilla, pero seguro es un buen primer paso para consolidar a un género que pide pista. El terror argentino ya no será más un ámbito de culto para unos pocos iniciados: su destino es el gran mercado y nada ni nadie podrá detenerlo.
Sangre, sudor y lágrimas Quienes desde hace algunos años venimos siguiendo el trabajo de la productora Paura Flics celebramos que por fin uno de sus trabajos haya sido apoyado por la industria y consiga estrenar en salas comerciales. Sudor frío (2010) sigue la línea estética y narrativa que los viene caracterizando desde sus inicios pero con una notaria mejoría en la visualidad del producto final, logrando un resultado que mantiene todos los cánones establecidos por el género de terror. Un joven (Facundo Espinosa) busca con la ayuda de una amiga (Marina Glezer) a su novia (Camila Velasco) que “supuestamente” lo ha dejado para irse con otro muchacho que conoció vía chat. Dicha pista los lleva a una vieja casona en la que viven dos simpáticos pero maquiavélicos viejitos que en su pasado pertenecieron a la Triple A. Adrián García Bogliano (Masacre esta noche, 2009) construye un film de terror propiamente dicho, y nunca mejor usada esta palabra para hablar de un género que a pesar de hacer furor en el mundo entero en Argentina muy pocos productores se han animado a explotarlo comercialmente, salvo excepciones como Visitante de invierno (Sergio Esquenazi, 2008). Con todos los elementos que este requiere se induce al espectador a una serie de emociones temerosas para someterlo a un nivel de ansiedad incontenible que le provocará inquietud, pánico y sobresalto. Síntomas a los que toda película que se precie ser de terror debería inducir. Sudor frío mantiene las premisas marcadas anteriormente ero permitiéndose jugar con ciertos hechos y elementos que remiten a cultura popular argentina. El punto de partida del conflicto está relacionado personajes vinculados a la Triple A y la extraña desaparición de 25 cajas de dinamita. Sociológicamente se muestra como estos individuos que fueron participes en un momento histórico siguen actuando desde las sombras de la misma forma que lo hacían treinta años atrás, sin ningún tipo de condena moral y judicial. Uno de los puntos más altos de Sudor frío es el tratamiento sonoro, no sólo en lo que se refiere a la mezcla de sonido y al plano en que lo ubican, sino a la utilización de la música que actúa como un protagonista más de la historia. La composición musical -de Facundo Espinosa- logra exacerbar el pánico en los momentos cruciales pero sin abusar de éste para manipular al espectador hacia los carriles buscados. Desde lo visual el montaje fragmentado y veloz se permite jugar con la sangre, las vísceras y los cuerpos desnudos de las víctimas remarcando lo inverosímil de lo que estamos viendo. Diálogos, que en muchos casos rozan el absurdo –las escenas de celos cuando están a punto de morir- y situaciones bizarras que a pesar de lo gore no descuidan el humor, permiten jugar con los géneros para abrir un abanico de sensaciones que en el cine no deberían faltar y que el género de terror le permite abiertamente. Con Sudor Frío Paura Flics llegó a las ligas mayores sin perder la identidad que supo mantener y mejorar a lo largo de los años. Hoy estrenan su primera película comercial que lograron gracias al esfuerzo conseguido con sangre, sudor y lágrimas. Siin perder ese estado ingenuo de honestidad e inocencia con la que concibieron allá por el año 2004 la magistral Habitaciones para turistas, nos ofrecen una magistral clase del mejor terror hecho en Argentina. Un logro para festejar y disfrutar.
Te correrá por la espalda! El director Adrían García Bogliano arremete con esta producción nacional de terror que sigue la línea de títulos que le dieron buenos resultados como Habitación para turistas, No moriré sola o Masacre esta noche. Un fenómeno en sí mismo luego de las escasas experiencias en el género: Alguien te está mirando en la década del ochenta y la más reciente Visitante de invierno. Ahora, con un lanzamiento apoyado por Buena Vista, los realizadores de la ciudad de La Plata cuentan con el respaldo necesario para que su película tenga una buena salida comercial. Sudor frío, escrita por el realizador junto a su hermano Ramiro García Bogliano y el productor creativo Hernán Moyano, se ambienta casi en su totalidad en una vieja casona habitada por dos personajes siniestros: torturadores que guardan explosivos en su interior. Con referencias al pasado oscuro de la Argentina, la historia muestra a un joven (Facundo Espinosa, también reponsable de la música) que busca, junto a una amiga (Marina Glezer) a su novia desaparecida (Camila Velasco). La película resulta entretenida gracias al clima constante de tensión que maneja (la joven secuestrada tiene nitroglicerina en su cuerpo y cualquier movimiento podría ser el último) y por el montaje frenético que alterna acciones paralelas y planos detalles. Un lástima que las identidades (y los diálogos) de los dos criminales queden al descubierto desde el comienzo y de la presencia de un ejército de "mujeres zombies" que habita en el sótano del lugar y resta misterio. Con indudable inspiración en El juego del miedo, La noche de los muertos vivientes y en los productos "gore" del genial Darío Argento, Sudor Frío ofrece buena técnica, logrados efectos y recursos para atrapar al público adolescente.
A fines de los ’90, un grupo de jóvenes cineastas de la ciudad de La Plata comienza a trabajar con Adrián y Ramiro García Bogliano, dos hermanos de origen español. Todos juntos forman la productora ultraindependiente Mondo Trasho. El resultado: cortometrajes terroríficos y perturbadores (Policlínico Miserable, por nombrar uno), y el largometraje Habitaciones para Turistas, de 2004, que participó en miles de festivales Internacionales y hasta fue estrenado comercialmente en los Estados Unidos. A mediados de la década de 2000, Mondo Trasho se disuelve, pero los integrantes más representativos (los García Bogliano y el productor Hernán Moyano) forman una nueva productora: Paura Flics, que desde 2005 no deja de filmar películas de horror puro, sin ironías, repletas de sangre, desesperación, muerte. Si no, chequeen Grité una Noche, 36 Pasos, No Moriré Sola, Masacre Esta Noche. Estos film fueron hechos con poco dinero pero usando mucha imaginación, talento y garra. Lamentablemente, sólo podían verse en festivales o ciclos especiales. Si bien con el tiempo fueron editadas en DVD por la distribuidora VideoFlims, faltaba la experiencia de disfrutarlas más tiempo en pantalla grande. Con Sudor Frío, su nuevo y no menos aterrador opus, Paura Flics ingresa a las grandes ligas. La película es co-producida por Pampa Films y se estrena en salas comerciales. Román (Facundo Espinosa) y su amiga Ali (Marina Glezer) llegan a una casa que parece desabitada. Allí podría encontrarse Jacquie (Camila Velasco), la novia de Román, quien está desaparecida desde hace tiempo. Pero la casa está habitada por dos ancianos poco amigables. Para que se den una idea, se dedican a secuestrar y torturar chicas para descifrar enigmas matemáticos. El método de tortura: un líquido capaz de volar en pedazos a cualquiera. Román y Ali deberán ingeniárselas para escapar de aquella sucursal del infierno. Al igual que las películas nombradas más arriba, Sudor Frío es un viaje de ida a las más inquietantes de nuestras pesadillas, a terrores que moran en la casa de al lado. Ya no hay elementos de cine slasher, pero sí monstruos de la vida real, sobrevivientes del pasado pesado de nuestro país, cosa que lo hace más palpable al horror. Adrián García Bogliano sabe filmar, y filma terror como muy pocos hoy en día. Su manejo del suspenso, la tensión, el impacto, los encuadres, los climas, no tiene nada que envidiarle a sus colegas anglosajones o de otras partes del mundo. Y se nota que se nutrió de los clásicos del género. En su cine aparecen Alfred Hitchcock, John Carpenter, Darío Argento... Y en el caso de Sudor Frío, dicen presente las influencias de William Friedkin (sobre todo Sorcerer, remake norteamericana de El Salario del Miedo, de Clouzot; películas con explosivos en la trama), George A. Romero, Wes Craven y Rob Zombie. En cuanto al elenco, Facundo Espinosa pone todo en su papel de muchacho común que debe arriesgarse para salvar a su chica de tan oscura y esotérica situación. Marina Glezer compone a un chica de armas tomar, que trata de no caer en la locura. La debutante Camila Velasco tiene un papel física y psicológicamente exigente: está casi toda la película cubierta por la sustancia explosiva y debe moverse con cautela. Omar Musa y Omar Gioiosa (los habitantes de la casa) se lucen en sus papeles, dándole realismo y cierta humanidad a personajes desagradables y letales. También aportan lo suyo los extravagantes vecinos de los torturadores, sobre todo el inquietante niño con máscara de payaso. Entre tanta muerte y sangre también hay un pequeño lugar para la crítica al mundo moderno y sus manejos con la tecnología. Las víctimas de los ancianos acuden a la casa engañadas por chat; y Román, cuando su celular queda sin señal, pide auxilio vía Facebook, sólo recibiendo burlas e insultos. A la película se le puede criticar la secuencia de inicio, que explica demasiado muy de golpe. Podría haberse dado entender lo mismo en alguno de los flashbacks del torturador más viejo. Pero eso no estropea para nada la película, que sigue siendo un himno a la tensión infernal. Los responsables de Sudor Frío afirmaban que la suya es la primera película de terror argentina que se estrena comercialmente en cincuenta años, desde Obras Maestras del Terror, dirigida por Enrique Carreras, allá por 1960. Eso no es así: en las décadas posteriores hubo exponentes financiados por el Instituto, como Alguien te está Mirando, en 1988, y diez años después, Visitante de Invierno. Además, están los ahora divertidos films de Emilio Vieyra, como Sangre de Vírgenes. Entendemos que la declaración pudo ser una jugada publicitaria por parte de los realizadores, y logró llamar la atención. También es verdad que la mayoría de esos ejemplos no tuvieron detrás un aparato publicitario indispensable para que pudieran llegar al gran público, como si lo tiene la nueva creación de García Bogliano, quien en las entrevistas y gacetillas dijo en concreto lo siguiente: "(SF) Tiene la particularidad de ser la primera película de horror argentina que se hace pensada a nivel industrial como para un estreno en salas comerciales". Usando esas palabras tiene sentido, ¿verdad? Más allá de si es o no la primera película argentina de horror en cincuenta años, esperemos que Sudor Frío tenga el éxito que se merece, y que el cine argentino más industrial siga apostando por el cine de género, y por el terror en particular.
Una trama que se apoya en un sólido guión para un film cargado de horror y suspenso Muy pocas veces la cinematografía nacional incursionó en el género de terror, y cuando lo hizo esos films sólo podían calificarse en la categoría B. El director platense Adrián García Bogliano decidió, en cambio, jugar una arriesgada apuesta, y así nació este film, que contiene todos los elementos para atemorizar a los espectadores más sensibles. Al principio, la historia se plantea como una película romántica, pero no tarda en transformarse en una montaña rusa de horror. Hay aquí un joven que busca a su novia desaparecida y, con la ayuda de una amiga incondicional, comenzará la investigación para dar con el paradero de su pareja. Una tétrica casona será desde entonces el escenario en el que ambos incursionarán para encontrar a la joven desaparecida, y allí, entre penumbrosos pasillos y muebles desgastados, comenzará una aventura. Puertas que rechinan, gritos que sobresaltan y charcos de sangre son, desde entonces, lo que se presenta a los ojos de la pareja que, muy pronto, deberá poner en juego todo su ingenio para salir indemne de la persecución de los malvados sujetos. Al estilo de esos films de terror a que nos tiene tan acostumbrados la cinematografía norteamericana, Sudor frío va ganando en suspenso y en emoción. Los jóvenes deberán comprobar de qué manera los individuos que secuestraron a la novia de quien se desespera por hallarla conviven entre la amistad y el rencor. Uno de ellos posee el poder de mando; el otro, en cambio, será el torturador que corta cabezas y brazos a un grupo de personas que, horriblemente mutiladas, se desesperan por escapar de ese infierno. El realizador no escatimó crudas escenas ni permitió que los nervios de los espectadores reposaran en ningún momento, ya que las más crueles situaciones se van hilvanando a través de un guión bien elaborado al que los efectos especiales le brindaron todo su necesario andamiaje.
Sudor Frío es la sexta película del director Adrían Garcia Bogliano, quien hace años trabaja el género de terror en el cine nacional con títulos como Masacre esta noche, 36 pasos o No moriré sola. Sin embargo, esta es la primera vez que un film del cineasta logra llegar a las salas comerciales y cuenta con una campaña de publicidad. Es probable que a partir de este estreno mucha gente que no conocía sus producciones anteriores se acerque a esos títulos que se exhibieron en festivales de cine y terminaron editados en dvd. El punto más fuerte de Sudor Frío reside en la realización donde se puede apreciar desde su estética un trabajo claramente superior a lo que fueron las películas anteriores de Bogliano. Acá se destaca un gran trabajo en la fotografía de Ernesto Herrera y el sonido. En realidad desde el punto de vista técnico la verdad que la película es impecable y no se le puede objetar nada. Es un producto bien hecho. Las falencias pasan por cuestiones argumentales. Si bien el director presentó un cuento relacionado con la última dictadura militar, el film nunca cae en un panfleto pseudo político como ocurrió con otras películas recientes. Aparecidos fue un claro ejemplo de ello. En Sudor Frío nunca perdieron el foco de que se trataba de una película de terror y eso está bien. El problema es la manera en que se enfocaron los personajes. Los villanos, por ejemplo, parecen salidos de Los bañeros más locos del mundo con Emilio Disi y Gino Renni. Más que una dupla de psicópatas, los asesinos resultaron un matrimonio de viejos gay que discuten todo el tiempo entre sí. En ningún momento se ven intimidantes y frente a esta cuestión, algunas reacciones de los protagonistas son incomprensibles. Creo que esto de alguna manera arruinó el concepto de la trama, que no era malo, pero con los asesinos encarados de ese modo el terror se desvaneció por completo. Otro inconveniente son las actuaciones. Facundo Espinosa y Marina Glezer son actores con oficio, que hace rato trabajan y eso se nota en sus interpretaciones. Inclusive Camila Velasco, que es más conocida por su perfil mediático, que su faceta actoral, zafa y hace los suyo con convicción. Sin embargo, el resto del reparto son de madera y no se entiende como llegaron a quedar en el casting. Especialmente los secundarios. Hay una diferencia abismal en los niveles de actuación que se nota claramente en la película. Por otra parte, la decisión de musicalizar la historia con una banda de sonido a puro rock pesado, además de un cliché horrendo que debería ser erradicado de este género, arruinó varias escenas que podrían haber funcionado mucho mejor sin el heavy metal, que quedó totalmente colgado en esta historia. Sudor Frío es una buena producción en términos visuales pero como cuento de terror no convence demasiado.
Gotas que queman en la piel Posiblemente a partir del estreno comercial de Sudor frío, la nueva propuesta de terror argentina de la mano de la productora platense Paura Flics –en sociedad con la productora Pampa Films- el público local apoye con mayor entusiasmo al cine de género nacional. El próximo estreno de Fase 7 parece confirmar que algo está cambiando en las distribuidoras locales, siempre que exista el apoyo de la televisión para una promoción y difusión seria. Las condiciones de producción están más que garantizadas cuando detrás de los proyectos aparecen buenas ideas y un trabajo meticuloso e impecable dentro de los parámetros técnicos que confirman por un lado que no se necesita de grandes presupuestos para lograr películas interesantes y dignas como la que nos espera con Sudor frío, galardonada en el Festival de Cine Mórbido de México en su última edición. Ya con Habitaciones para turistas, ópera prima de Adrián y Ramiro García Bogliano del año 2004 (editada en DVD) se vislumbraba en primer lugar la inclusión de tópicos locales (pueblos fantasmas, sectas, aborto) encubiertos bajo el pretexto de un género muy poco permeable a desarrollar temáticas distintas y en segunda instancia una conjunción de elementos estéticos que, gracias a la economía de recursos, definían un universo propio y verosímil, donde era apreciable la afición y devoción de los hermanos García Bogliano por el género y sus máximos referentes. Esas cualidades cinematográficas se multiplican en Sudor frío por tratarse de una historia que busca respetar los códigos del cine de terror, sin despojarse de una identidad propia y arriesgando el empleo de un imaginario popular y los fantasmas que aún habitan en el inconsciente colectivo de la sociedad argentina, más precisamente en lo que se refiere a la dictadura militar con referencias directas a la Triple A y al Ejército Revolucionario del Pueblo. No es para nada gratuito a esta altura relacionar la historia del Proceso argentino con una trama macabra y terrorífica donde la tortura y la impunidad del torturador quedó garantizada gracias a la idiosincrasia que supimos conseguir. Por eso el siniestro relato, esbozado a partir del guión coescrito junto a Hernán Moyano (ver entrevista), toma los resabios de la época de los años de plomo para definir a los personajes maquiavélicos, en este caso una pareja de ancianos (uno de ellos recuerda al mítico Natan Pinzón) que además de arrastrar el paso de los años cargan con la cuota precisa de miserabilidad en los oscuros rincones del alma. En una vieja casona a plena vista de todos y de una ciudad dormida y autista se llevan a cabo las peores aberraciones utilizando el señuelo de un chat para convocar a chicas incautas y así someterlas a un verdadero infierno. Allí, llegarán un joven (Facundo Espinosa), quien con la ayuda de una amiga (Marina Glezer) siguen el rastro de su novia (Camila Velasco), quien supuestamente conoció a otro joven por vía del chat y se ha reunido con él en la mencionada casona. Sin prolegómenos y con un prólogo que rescata material de archivo de la época, Adrián García Bogliano nos introduce en los interiores del tenebroso refugio, a fuerza de tensión y una atmósfera claustrofóbica que no da respiro y en la que la mezcla de sonidos aporta un interesante clima perturbador, muy bien acompañado por la banda sonora a cargo de Facundo Espinosa. El tratamiento de la imagen es cuidado y meticuloso en materia de texturas y colores, así como el juego permanente de contrastes y clarososcuros que remiten al cine de terror de otras épocas. También los primerísimos primeros planos sobre el cuerpo realzan el aspecto físico y visceral del film con una justa dosis de sangre y extremidades por los aires, sumada a una que otra sorpresa que por motivos obvios no revelaremos y donde se destaca el prolijo trabajo de maquillaje. El elenco cumple desde el punto de vista dramático y físico. Es destacable y meritorio del guión que la mayoría de las acciones están justificadas –inclusive los pechos de Camila Velasco- dentro del verosímil permitido que de antemano escapa al registro realista cuasidocumental bastante vapuleado últimamente por otras propuestas de igual corte. Tal vez donde no se hayan consumado las intenciones del guión es en los intentos de humor y escenas bizarras, a pesar de que estas aparecen en cuentagotas. Teniendo en cuenta que el antecedente más cercano de cine de terror vernáculo fue el film de Sergio Esquenazi, El visitante de invierno, y sus resultados formales quedaban a medio camino, el caso de Sudor frío no transita por los mismos desniveles narrativos; utiliza de manera más inteligente los recursos cinematográficos en pos de la funcionalidad de la historia y abre de forma definitiva el camino para que la industria aletargada del cine argentino comience a mirar desde adentro hacia afuera y no al revés, y por fin se quite el lastre del prejuicio ante el cine de género.
Bomba de tiempo Cine de terror nacional. No deja de ser un acontecimiento digno de ser nombrado, no sólo por que su estreno se da en salas comerciales (algo prácticamente inédito) sino porque la difusión jugó y jugará un papel fundamental para llegar al público. Por otro lado se encuentra Paura Flics, que desde hace varios años se consagró por ser una de las productoras de cine independiente especializada en subgéneros del terror gracias a películas como Habitaciones para turistas, 36 pasos o Masacre esta noche. Aunque pasen desapercibidos para el “gran público”, lo cierto es que su nombre figura en espacios del circuito alternativo, donde son reconocidos por la capacidad para trabajar el shock y la violencia con un subtexto que nunca se pierde entre distintas tramas y propuestas estéticas. Pero la cuestión es centrarnos en Sudor Frío, de Adrián García Bogliano, esta película con la que Paura Flics se larga al público masivo. No estaríamos completamente errados si admitiéramos que Sudor Frío es una de las propuestas más clásicas de la productora, pero tampoco lo estaríamos si dijéramos que técnicamente es la que mejor se luce y demuestra que no sólo hay un presupuesto para alcanzar el nivel de producciones internacionales, sino que también hay realizadores cinéfilos que conocen el género, logrando un nivel que pide una continuidad en nuestro país. Pero, ¿de que diablos trata Sudor Frío? Para no arruinar como se va a suceder la trama vamos con el puntapié inicial: Román (Facundo Espinosa) y Ali (Marina Glezer) ingresan a una casa a buscar a una amiga pero las cosas no salen para nada bien con sus ocupantes, dos ancianos que con su apariencia inocente ocultan un secreto que puede hacer volar todo por los aires, literalmente. Este secreto aparece contextualizado en la película en su prologo, remitiéndose a los setentas con un enfrentamiento entre el ERP (Ejercito revolucionario del Pueblo) y la triple A, que tiene en el medio un cargamento de dinamita que no había sido utilizado jamás. Esta es quizá una de las jugadas más riesgosas de la película, ya que según como se resuelva esto se puede afectar de manera determinante el contenido de la trama. Digamos sencillamente que se encuentra bien resuelto y que, a la manera del cine español o norteamericano, resulta en una formula más para contextualizar un relato. Sí, es cierto, genera controversia y debate, venas hinchadas y voces que quieran gritar cada vez más alto sobre lo que dice finalmente la película pero, ¿acaso no es eso saludable? Quizá, a pesar de ello, uno no puede evitar advertir que en el guión el mensaje termina por momentos alcanzando un relieve que tapa lo que ocurre con nuestros protagonistas (cosa que no ocurría con un film como 36 pasos). Hay diálogos que aparecen demasiado cargados y evidentes, lo cual quita cualquier tipo de suspenso para el desenlace. Tomemos como ejemplo la charla entre uno de los captores y Ali en la cabina, bah, en realidad no charla, mas bien es un monologo donde se habla de las diferencias generacionales, del estado de los jóvenes, de los proyectos que no pudieron ser concretados por la represión…etc. En contraste hay que advertir el notable trabajo de edición de la escena anterior, donde Román se ve obligado a ver que es lo que sucede dentro de esa cabina, mientras intenta comunicarse desesperadamente a través de un intercomunicador. Hay un juego de montaje que contribuye de manera decisiva en la tensión y demuestra lo mejor que sabe hacer Bogliano: generar shock con todos los recursos a mano para mantener un ritmo narrativo que nunca decae a pesar de las falencias que se puedan advertir en el guión. En el clímax es donde vamos a ver con lujo de detalles la marca de la productora: una violencia desencadenada que se remite a los climas del giallo italiano (sobre todo en la introducción) pero también al splatter sobre el final, con un ritmo donde el enfrentamiento aparece shockeante e inevitable, entre una cámara lenta que distiende estos momentos y la música que va del tecno a la cumbia y el industrial sin matices. Con Sudor Frío tenemos un promisorio estreno que nos puede abrir la puerta para que el público se interese por la forma de contar otras historias en nuestro país, desde salas comerciales donde este cine apenas ha sido advertido a nivel nacional. En serio gente, hay alternativas al Juego del miedo.
Terror con toques de Historia El filme nacional alude a episodios violentos de los ‘70. Sudor frío es de Adrián García Bogliano: un cineasta que tiene trayectoria y forma parte de la productora Paura, con filmes como No moriré sola , Masacre esta noche o 36 pasos . En este caso contó con importantes apoyos de producción y lanzamiento (Pampa Films y Disney), más actores conocidos, como Facundo Espinosa y Marina Glezer, quienes interpretan a dos jóvenes que se meten a buscar a una chica en una casa siniestra. El resultado es impecable a nivel técnico. No se puede decir lo mismo del resto de la película. Por ejemplo de la trama, floja, con algún toque gore , algún toque zombie, que empieza con alusiones a supuestos hechos ocurridos en los ‘70, vinculados al ERP y la Triple A. Un comienzo que aporta localismo, pero nada más: en todo caso hace que el argumento y desenlace -alejado de lo que ocurrió en la Historia argentina- sean más previsibles. Las actuaciones, sobre todo las de los intérpretes de viejos represores, son desparejas. Hay secuencias forzadas, efectistas: como la que obliga a Camila Velasco a irse desnudando. Lo mejor: la atmósfera y el cover de Jugo de tomate frío
Jugo de tomate tibio Si la película quiere meter miedo, la técnica del cineasta no debe fallar. Y en Sudor frío no falla. Por eso, empezar hablando de los talentos a cargo de la fotografía, el sonido y los efectos especiales de este filme argentino no es desubicado, y al espectador debería alentarlo que le comenten que además de entretenida, la historia está contada con mucho gancho visual y sonoro. Esos son algunos de los engranajes artísticos que hacen caminar el cuento (de terror, en este caso). Otro punto muy importante es el elenco actoral, donde talento y popularidad conviven sin prejuicio, a veces en el mismo cuerpo. Facundo Espinosa (otrora visto en tiras televisivas de Pol-ka), Camila Velasco (chica Playboy y de sonado romance con un noble árabe luego del último rally Dakar), o los excelentes intérpretes a cargo de los roles de los asesinos. Dos amigos, varón y chica, hacen tiempo al comienzo dentro de un auto, en la puerta de una vetusta casona de un barrio de la ciudad de Buenos Aires, esperando la salida de una segunda muchacha, que acudió al lugar tras cerrar una cita por chat. La ansiedad empuja al dúo inicial a cruzar el umbral de la vivienda, y a encontrarse con un horror no imaginado por ellos allí dentro. Dos viejos represores de la dictadura argentina, entrampados por el tiempo y la locura, siguen recibiendo a incautas señoritas captadas a través de la Web, para someterlas a su herrumbrada pero todavía eficaz parafernalia de tortura. Como tanto cine de este género, se trata de un filme rodado con poco presupuesto y muchas buenas ideas. En Estados Unidos estos estrenos usualmente ocurren en la época de vacaciones estivales, buscando satisfacer el apetito de un público con dinero volátil y en busca de divertimento (acierto comercial que en este país debería repetirse más seguido después de esta experiencia). Aunque lo más suculento ocurre en un puñado de espacios cerrados o reducidos, los autores hacen un ingenioso uso de lo que encuentran a mano, y así, entre goteras y máscaras de oxígeno, mutilados, escaleras y pasillos descascarados, máquinas de escribir, botellas de ácido, relojes antiguos, tijeras y señoritas semidesnudas, se las componen para mantener captada la atención durante 80 minutos que parecen algunos menos. Sudor frío es un fenómeno procedente del under pero que ha subido a la superficie. Asegura su director que es la primera película de terror nacional que se estrena a gran escala en los últimos 50 años. Es la primera, pero en el segundo semestre llega otra, rodada por varios del mismo grupo, y titulada Penumbra.
Sudor Frío (2011) es una encantadora experiencia “clase B” sustentada en un guión dinámico que incluye chispazos de humor muy eficaces. Adrián García Bogliano homenajea a la excelente Carga Maldita (Sorcerer, 1977) de William Friedkin y construye un puñado de escenas tan bizarras que recuerdan a los productos ATP más enajenados de la década del ´80. A pesar de que la labor del elenco deja mucho que desear y los villanos no convencen del todo, la película entretiene gracias a su más que interesante nivel técnico, ubicándose por encima de Visitante de Invierno (2008) y Aparecidos (2007) aunque detrás de la reciente La Casa Muda (2010)...
En notorio contraste con la mayoría de los estrenos nacionales, que raramente exceden la decena de copias y muy a menudo no superan la mitad, “Sudor frío” de Adrián García Bogliano se presenta en 35 salas de todo el país. Y la respuesta del público ha sido más que satisfactoria, al menos en sus dos primeros días de exhibición, superando la marca de 12.000 espectadores. Se trata, como se intenta insinuar desde el inicio de esta nota, de un fenómeno inusual dentro de la que podría generalizarse como raquítica producción de films nacionales. Basta recordar lo acontecido durante el 2010, donde más de 100 estrenos argentinos no representaron ni el 10% del total recaudado en boletería. Ocurre que detrás de la distribución de este estreno nacional se encuentra uno de los mayores sellos cinematográficos del mundo (Buena Vista). Es el mismo que el año pasado tuvo la película más taquillera del año (“Toy Story 3”) y la argentina con mayor número de espectadores (“Igualita a mí”). La campaña de promoción en este caso ha sido fuerte, con profusión de carteles y afiches. Pero la pregunta básica es si tendrá continuidad este favorable arranque inicial. Si uno se atiene estrictamente a lo visto en el cine la respuesta no parece tan concluyente. Llama la atención que el director de la película ya tenga otros cinco largometrajes en su haber desde 2005 y ninguno estrenado. Títulos anteriores como “Grité una noche”, “No moriré sola” y “Masacre esta noche” refieren a una cierta insistencia en temas donde corre mucha sangre y abunda el terror, una vertiente que se reitera en “Sudor frío”. Los actores centrales se distribuyen en dos grupos bien diferenciados. Por un lado un trío de intérpretes jóvenes, dos de los cuales por coincidencia tuvieron roles menores en “Diarios de motocicleta” de Walter Salles. El es un inexpresivo Facundo Espinoza y ella la varias veces vista en cine Marina Glezer (“La vieja de atrás”, “Roma”, “El polaquito”). Ambos irrumpen en una casa en búsqueda de otra chica allí atrapada, papel a cargo de la debutante en cine, no así en TV y revistas (Playboy), la sexy Camila Velasco. El otro grupo está constituido por dos ancianos, ex torturadores en la época de la triple A, uno de los cuales tiene dificultades para desplazarse. Que este par de viejos decrépitos (sobre todo uno de ellos) puedan dominar a tantos jóvenes, a los que se agrega al principio otra mujer que al poco tiempo será virtualmente degollada, es una cuestión que el espectador difícilmente puede “comprar”. El otro aspecto inverosímil es que con tanta nitroglicerina esparcida en los cuerpos de las jóvenes, la misma no explote. Es más bien la excusa para que Camila Velasco deba desprenderse con sumo cuidado del producto químico haciendo con ello un strip tease, que poco tiene que ver con la supuestamente dramática situación. Pero si algo le faltaba a esta película de terror, que no provoca miedo alguno, es la aparición hacia el final de un conjunto de mujeres encarceladas (vaya saber cuánto tiempo), que son liberadas y se abalanzan sobre sus dos victimarios. Allí la profusión de entrañas alcanzará un clímax al que se incorporarán unos vecinos de los ancianos, ocupados hasta ese momento en la ingestión de diversas drogas. El inusitado no funcionamiento de los celulares en la casa, la repetida referencia a facebook y varias otras incongruencias terminan por provocar en el espectador una mezcla de asco y sensación de pérdida de tiempo, que ni siquiera una versión moderna del éxito de Manal “Jugo de tomate” logra mitigar. No aconsejable ni siquiera para adictos a este tipo de películas.
Un par de represores de la última dictadura escondidos en un caserón de barrio. Un joven que busca a su novia. Un secuestro múltiple. Torturas, cuerpos regados por nitroglicerina, decapitaciones, y explosivos perdidos durante más de 30 años son los elementos con los que la producción nacional Sudor frío llega a las salas para poner un poco de terror argentino a la cartelera comercial. Gran trabajo visual el que la gente de Paura Flics puso en juego para su primera producción en el circuito comercial luego de una nutrida trayectoria de films de género (algunos de culto en el ámbito local), con títulos de referencia como Habitaciones para turistas o No moriré sola. El Make up del film es de alto nivel, sin nada que envidiarle a una producción mainstream de Hollywood. Además, un montaje prolijo, una fotografía cuidada, un trabajo de dirección de arte excelente, son los elementos que hacen de Sudor frío una película atípica para el cine argentino masivo, no solo por la calidad estética, sino también por el mero hecho de tratarse de un film de género, sangriento, con toques gore y una temática que incluye muertos vivos y los remezcla en un cóctel polémico, con el terrorismo de Estado de fondo como parte de la trama central. Toda una apuesta. Sin embargo, el gran problema de esta producción es la forma en que está contada la historia (con puntos atractivos, ideales para ser desarrollados con soltura y potencia); enormes baches (sobre todo en los últimos minutos) que provocan una narración desordenada, que no logra sostenerse y que apela a clichés para intentar desbaratar los problemas del relato. Por otro lado, el trabajo con los actores es débil, con el buen oficio de Facundo Espinoza en lo que respecta a su personaje, pero con un derrotero bastante pobre del resto, principalmente del plantel femenino, a pura teta y primer plano, pero nada más. Sudor frío es un buen (nuevo) comienzo del cine de terror argentino en las salas masivas, pero con un pulgar para arriba solo dirigido a la factura técnica, esa que siempre paga la apuesta entre los seguidores del género, pero que, en términos de justeza cinematográfica, es apenas un aliciente para un todo al que le faltó una vuelta más de rosca para cumplir el cometido de ser la buena película que esperábamos ver.
Pese a algunos detalles Sudor Frío es una muy buena película realizada por gente muy apasionada que está reescribiendo la historia del terror latinoamericano. Desde 2004 la productora platense Paura Flics realiza películas de terror. A pulmón, sin la posibilidad de estrenar en salas argentinas, casi siempre trabajando por fuera del INCAA y con presupuestos en ocasiones ínfimos, la pasión de los hermanos García Bogliano y Hernán Moyano pudo más y hoy, siete años y seis largometrajes después, estrenan en más de treinta salas Sudor frío. El filme muestra como, siguiendo las pocas huellas que dejó Jaqui (Camila Velasco), Román (Facundo Espinoza), su ex novio, y Ali (Marina Glezer) llegan a una casona. Ellos no son conscientes de los peligros a los que se enfrentarán una vez que ingresen a esa casa derruida cuyos moradores son un par de perversos ancianos que, debido a su arcaica cosmovisión, parecen detenidos en el tiempo. Detenidos en los años 70 cuando formaron parte de la Alianza Anticomunista Argentina (Triple A). El pensamiento de esos seres decrépitos responde a la lógica binaria del ellos o nosotros. Ese espacio será una suerte de casa de los horrores, y los protagonistas se verán expuestos al peligro y correrán mil riesgos en su afán de salir vivos de allí. Sudor Frío tiene un ritmo constante, altas dosis de adrenalina, emoción y una pizca de horror. Sin ser la mejor película de Paura Flics no defraudará a sus fanáticos ni a los amantes del género. Sin embargo el filme tiene algunos problemas importantes que afectan el resultado final. Tanto la banda sonora, que no siempre resulta efectiva y por momentos es innecesariamente estruendosa, como cierto abuso con los planos detalle conspiran contra el resultado final. Por otra parte la dirección de actores también es algo deficitaria y el que sale más airoso en este aspecto es Facundo Espinoza, quien demuestra mucho oficio. Vale la pena también destacar la fotogenia de Marina Glezer a quien la cámara ama y le resta fácilmente diez años. A lo largo de los años Paura Flics ha construido una filmografía valiosa que justifica ampliamente el (tardío) apoyo del INCAA y el estreno comercial de Sudor Frío una obra, en este sentido, absolutamente necesaria que será apenas la primera de muchas películas de terror made in La Plata que disfrutaremos en salas comerciales en los próximos años.
Es muy interesante que las nuevas generaciones de cineastas argentinos incursionen en el género del terror. A lo largo de nuestra historia local pocos lo han hecho. Adrián Garcia Bogliano es un realizador platense que ha logrado con “Sudor frío” superar muchas barreras que hasta el momento estaban cerradas. En primer lugar, la peli es distribuida por la Disney Pictures, y en segundo lugar, instala el cine clase B en las grandes líderes. La trama comienza con pantallazos de viejos noticieros en donde la Triple A tortura, imágenes en blanco y negro de momentos setentistas y armados con el gran dilema de lo que vendrá. Facundo Espinosa, Marina Gleizer, Camila Velazco y Omar Mora son los protagonistas de esta producción cargado de terror, sangre y violencia. El relato transcurre en una casona tétrica donde dos viejos torturadores que viven del pasado mortifican a los jóvenes secuestrados en la actualidad Con muchas dosis de suspenso, puertas que se abren y cierran solas, vejaciones y tormentos, transcurre esta historia que pondrá los pelos de punta a los desprevenidos espectadores. Algunas desprolijidades en la narración hacen que por momentos el interés de la historia decaiga. Para destacar, los efectos especiales y la música que acompaña como banda sonora. La inclusión del tema “Jugo de tomate· de Manal ha sido una muy buena elección.
UN SUDOR FRIO QUE NO DA ESCALOFRIOS Película de suspenso argentina que claramente se puede y se debe mirar desde dos puntos de vista, uno plenamente visual y técnico, muy acertado por cierto, y otro actoral y argumental, muy flojo. Dos personas deciden entrar a una casa para buscar a una amiga que desapareció días atrás. Cuando entran, uno de ellos, una mujer, va a ser rápidamente secuestrada, mientras que el otro, a escondidas, comienza a ver el problema y a tratar de salvar a su novia y a su amiga. Dos ancianos obsesionados van a ir asustando y matando a cada uno que se atreva a entrar en su hogar. Es imposible negar y dejar de ver el tratamiento visual que aquí se presenta. Con un tinte y una suciedad escenográfica muy similar a la desarrollada en las dos últimas películas de "La Masacre de Texas", con colores grisáceos y gamas sepias, cada una de las escenas que forman la película presentan un montaje y un trabajo de edición muy fluido, atractivo y muy acorde al tipo de intimidad que la historia necesita. A su vez, la fotografía y la elección de planos y encuadres acompañan muy bien el relato, se acentúan diferentes objetos, expresiones y movimientos que aportan mucho al suspenso y dejan apreciar lo que el espectador necesita y quiere ver. También, los efectos visuales son muy buenos, principalmente en lo que respecta a las muertes, las reiteradas explosiones y las cámaras lentas. Visualmente "Sudor Fío" tiene lo necesario para destacarse. Ahora bien, la película desarrolla inconvenientes muy repetitivos que se sostienen en tres principales características: 1) Lo más importante y a la vez lo más flojo de la cinta: el guión. La historia tiene un planteo que ya se ha visto numerosas veces en el cine y que aquí en ningún momento se intenta revertir o modificar: diferentes personajes entran a una casa y descubren que es una trampa mortal en la que, en este caso, dos asesinos están dispuestos a matar y torturar gente. Lamentablemente el problema del libreto va más allá de toda similitud con otras cintas del género, aquí los villanos son dos ancianos, uno que casi no puede caminar y otro que está cansado de las órdenes. Ellos en ningún momento se preocupan por ocultar sus debilidades frente a las víctimas, por lo que, mientras que en otras cintas los personajes deben enfrentarse a un asesino rápido y misterioso y están todo el tiempo tratando de escapar o de encontrar la manera adecuada para matarlo, aquí los protagonistas se les quedan mirando a la cara o a las espaldas, mientras torturan gente, y no hacen absolutamente nada para tratar de asesinarlos, golpearlos o por lo menos ahuyentarlos, (hay una escena en la que el personaje de Facundo Espinosa se queda observándolo con un utensilio en las manos para derribarlo y no le hace nada; otro momento en el que una mujer camina sentada hacia atrás y la persigue el anciano con una jeringa con ácido en un andador). Una historia muy floja, que por momentos es inevitable la aparición de la risa y que por otros se torna muy previsible. 2) Otra de las características es la calidad de las actuaciones. Si el guión no es creíble, el trabajo de los actores al interpretarlo tiene que ser muy bueno como para convencer al espectador de que lo que está viendo puede llegar a pasar. Lamenablemente esto no sucede y, salvo por el labor de Facundo Espinosa, quien le pone fuerza y credibilidad a sus reacciones en ciertos momentos, todos sobreactuan y están muy desparejos. Marina Glezer y Camila Velasco, las dos mujeres secuestradas, van y vienen con sus emociones y no las expresan con fluidez, mientras que Omar Gioiosa y Omar Musa, los villanos, no dan miedo y no se preocupan por hacerlo. El trabajo correcto es el de las extras que encarnaron a las enigmáticas mujeres torturadas en el sótano (excelente maquillaje). 3) Último, pero no menos importante, la música. El uso de música metalera aquí empeora el relato y perjudica la creación de sustos, escalofríos y hasta de sentimientos para los protagonistas. Hay varios momentos impactantes que pudieron haber funcionado muy bien si no se les agregaban los tonos fuertes y repetitivos del rock pesado. Un ejemplo: mujer bajando las escaleras, llega al sótano, prende la luz de la linterna y atrás de ella se puede ver, de repente, la figura de una mujer retorciéndose; un gran momento de suspenso totalmente desperdiciado y mal logrado gracias a la música de fondo, que comienza a sonar segundos antes de lo que tendría que haber sido el choque del susto. "Sudor Frío" es una película muy bien lograda desde lo visual, pero que falla al darle mucha información al espectador en la primera parte y en desarrollar un guión muy flojo, actuaciones poco profundas y un villano sin identidad ni motivación. Una arriesgada y decepcionante propuesta. UNA ESCENA A DESTACAR: mujeres en el sótano.
Flesh for fantasy. Sudor frío postula un horror programático. El suyo es un mal traído de las páginas más negras del pasado reciente de la Argentina; las víctimas son unos chicos montados en el carrusel de las tribulaciones amorosas propias de su edad. A cada uno lo suyo, la película es taxativa en ese aspecto y coloca las cosas en el lugar que cree conveniente de la manera más sumaria imaginable: los jóvenes ocupados en aventuras románticas o, en su defecto, envueltos en cuestiones de drogas, unidos los dos grupos por una versión espantosa de Jugo de tomate frío que les sirve de leit motiv (Javier Martínez, su autor, está vivo pero igual debería revolcarse como hacemos los que conocemos la versión original). En tanto los malos, que resultan ser dos fantasmas en vida que han conocido tiempos de gloria como represores (hay una foto del “Brujo” López Rega por allí para certificar su pedigrí), parecen exorcizar su impotencia y su carácter de insalvable anacronismo martirizando muchachas desnudas. ¿Qué importa más en la película, al final, la naturaleza vibrante de esos cuerpos atormentados o el corazón lóbrego de los dos torturadores, que se mueven como zombies en la oscuridad de la casa, único dominio en el que puede sostenerse, si bien de manera inestable, la fachada de su antiguo poder? Con pinceladas de un humor prehistórico, casi tierno, la película describe la relación de ese par de viejos y su estado de absoluta prescindencia y extrañeza respecto del mundo que los rodea, que viene a ser el que habitamos con familiaridad cada día. Los diálogos se encargan repetidamente de señalar con trazo más que grueso la oratoria consumada y la obsesión con las formas del habla del que manda de los dos, es decir, el que piensa (el otro se ocupa de rezongar por los rincones y de acarrear los fiambres: la división del trabajo es implacable), en contraposición a la supuesta simpleza y precariedad de sus víctimas, hijas de una sociedad en definitiva descomposición. Es que la inclinación de la película por dotar de matices a los villanos y retaceárselos a los héroes es notable; en Sudor frío ni siquiera se puede asistir a una paliza ejemplar y catártica propinada por los buenos a los malos a modo de corolario: un conjunto de planos torpemente hilvanados y ya está, el espectador se tiene que dar por satisfecho y aceptar que el triunfo de los chicos de hoy por sobre las fuerzas oscuras del pasado ha tenido lugar. Pero ese mal proviene nada menos que de la historia y hay imágenes de archivo y texto para otorgarle un marco y una especificidad que le son propias. Los chicos, en cambio, no se sabe bien de dónde salen, no tienen carnadura a pesar de las tetas de Camila Velasco (que se exponen en un rapto de erotismo de juguetería), y carecen de gracia o de inteligencia. Ya se sabía que el mal era más atractivo que el bien, quizás porque este último lo damos erróneamente por descontado. Acorde con esta máxima, Sudor frío tiene una predilección desembozada por quienes en la trama representan ese mal. Lo que resulta una novedad es el desinterés manifiesto a la hora de esgrimir un contrapeso poniendo algún esmero en el diseño de las víctimas, al menos para disimular el carácter mecánico de la empresa, que insiste, un poco en la vía de ciertos ejemplos recientes aunque en versión remilgada y pacata, en la exhibición de la carne castigada y lacerada como única fuente de terror.
Terror cercano Según las palabras del propio director, esta película marca el retorno del cine de género y de terror nacional a las salas comerciales “en casi 50 años”. No es que no se ha estado haciendo nada: los hermanos Bogliano y su equipo de Paura Flics vienen del underground y de hacer circular sus trabajos mayormente en festivales, sobre todo en el Buenos Aires Rojo Sangre, así como otros realizadores, como Daniel de la Vega (que hace unos breves cameos en Sudor Frío), que ha hecho dos películas, entre ellas Jennifer’s Shadow (2004, con Faye Dunaway), o también Pablo Parés, pionero de esta corriente a partir de uno de los primeros largos del palo hechos en video, Plaga Zombie (1997). Además, claro está, de varios otros que han estado alimentando el BARS desde sus inicios, e incluso un poco antes. En 2008 Visitante de invierno, de Sergio Esquenazi, llegó también a las salas, aunque con una tímida difusión y recepción, a partir del festival de Pinamar. Este filme probablemente fuera el primer exponente del horror argentino en llegar al circuito comercial en algo así como 20 años, desde Alguien te está mirando (1988), de Horacio Maldonado y Gustavo Cova. Pero todos estos indicios y señales de realizadores que aman y cultivan el género en este rincón de Latinoamérica, admitiendo influencias dispares que van desde los autores mayormente norteamericanos que le han dado sus cimas (De Palma, Stuart Gordon, Carpenter, Tobe Hooper, George Romero) hasta el giallo de Argento, vienen a confluir y desembocar en este estreno, que se ha convertido en la punta de lanza, por así decir, de las actividades que el BARS ha permitido florecer y desarrollar durante años de trabajo y difusión. Desde que Sudor Frío comienza, con una secuencia de material de archivo bastante poco frecuente de los crímenes de la dictadura militar, incluyendo escenas explícitas poco vistas anteriormente (si son recreaciones, no lo parecen), su planteo se evidencia como original y no como una mera copia del modelo hollywoodense. Esto es evidente desde la elección de los villanos octogenarios, torturadores del autodenominado Proceso, en nada parecidos a Freddy, que se niegan a aceptar el presente. Juntos conforman una dupla bastante cómica y patética, lo que da pie para generar un humor negro rayano con la parodia que recorre todo el metraje. Uno es el cerebro, especie de científico loco; el otro representa la fuerza bruta de los siniestros grupos de tareas. Se dedican a capturar adolescentes incautas por medio de un ingenioso recurso, aunque sus verdaderos motivos para sus experimentos horrendos, más allá de su ideología y de la propia naturaleza criminal y sádica de sus autores, no queden del todo claros. Sus problemas comienzan cuando el novio (Facundo Espinoza) de una de las víctimas (Camila Velazco) va en su búsqueda ayudado por una amiga, Ali (Marina Glezer). Sus investigaciones los llevan al umbral de una vieja casa misteriosa, donde los asesinos han vivido desde hace muchos años conservando una serie de cajas de dinamita de la Triple A. Una vez dentro de ese espacio, ingresan en el terreno de la ficción, donde puede surgir verdaderamente el horror. Y en esa especie de suspensión del tiempo y la realidad puede suceder cualquier cosa, porque es anárquica y no admite reglas, como demuestra el acertijo que hay que resolver para pasar, una especie de alusión a Lewis Carroll. De ahí la presuposición de que el espectador no va a necesitar explicaciones para cada una de las apariciones allí dentro. Quien no lo acepte sufrirá la película, si además ya estaba desconcertado con la elección de esos asesinos más parecidos a Burns que a Jigsaw. El problema surge cuando en pos de esta libertad el argumento queda en un segundo plano respecto a la resolución de las escenas: aquí, ya entrada la proyección, se tiene la sensación de que se está jugando un poco más allá del borde de la credibilidad. Uno de los inconvenientes es el espacio: hay dificultades para entender dónde están los protagonistas durante determinada secuencia. El otro, la manera de resolver los conflictos hacia el desenlace. El mecanismo que permite anudarlos está posibilitado por la calidad casi farsante de los villanos, y por momentos de sus oponentes, pero la comicidad negra no alcanza del todo a justificar ciertos deslices que dificultan la progresión del relato, más algunas vacilaciones que alcanzan para diluir la concentración del espectador. Los aspectos técnico y visual son los fuertes de Sudor frío. Es un perfecto exponente del género, y tanto el trabajo en el sonido como en la musicalización son brillantes. Aliados a una lograda factura de efectos visuales, como nunca habíamos visto en el cine nacional, sus resultados no podían ser más prometedores. Aún las escenas más gore son resueltas con una solvencia envidiable. Lo que se extraña, o se requiere, es un trabajo más elaborado en el guión, no tanto en el diseño de los personajes, sino en la estructuración de los hechos: por ejemplo, los flashbacks dedicados a la historia previa de los dos torturadores no aportan demasiado a la trama, y terminan funcionando como mero relleno. Aún así hay que ver a Sudor frío como un comienzo auspicioso y no como una culminación.Tiene méritos y defectos, pero es una propuesta sumamente arriesgada. Se ha estrenado con 37 copias, una cantidad nada desdeñable en lo que respecta al cine doméstico, y ha llevado alrededor de 40.000 personas en su primera semana en exhibición. No es que la taquilla determine la calidad, pero tratándose de un filme de género verdaderamente independiente, la noticia no es precisamente mala. Además, el equipo realizador tiene pensado seguir produciendo, comercial o independientemente, y ya está en proceso de terminar otra película llamada Penumbra, que, según promete Bogliano, va a estar más centrada “en el argumento”. Es evidente que este director no ve al terror como un mero muestrario de sangre (error en el que está incurriendo Hollywood), sino como una manera genuina de hacer cine.
Sudando espero Con buena promoción llega este filme de género argento, y según cuenta la leyenda, en donde los productores asociados a último momento aportaron más dinero para promoción que tarasca pusieron el director y cia. para realizarla. El director Adrián García Bogliano ya venía de hacer otras pelis anteriores que solo se conocieron minimamente y nunca llegaron a las salas. Con una trama bastante increíble que vincula a dos viejos torturadores que pertenecieron al "Lópezreguismo", y militaron en la Triple A, robándose 25 cajas de Dinamita en los años 70, y que ahora en una casona vieja de La Plata aterran y torturan a jóvenes mujeres con oscurísimas intenciones -las cuales nunca se sabe bien que razón existe, igual no deja de ser algo tan bizarro y tirado de los pelos que le otorga cierta encanto a la cosa-, ahí llega entonces una pareja con sí otras intenciones de hallar a una chica desaparecida, y se hallarán con lo espeluznante y lo aterrador. Esta peli a dias de haberse estrenado generó ya odios y amores, es decir no convence a tirios ni a troyanos, y pasa que a sus espectadores les cuesta aceptar algo de este género hecho en casa, pero la verdad es que ante tanta y tanta cantidad de bosta foránea, la propuesta es más que digna: divierte y entretiene, y aunque sea por ratos descabellada: hay cosas que no cierran como esa horda de mujeres zombies subterráneas, o como el chico protagonista no puede facilmente acabar con dos sexagenarios malvados que tienen sus contras, ya que uno es discapacitado y de una lo podría dejar sin efecto, etc, hay que considerar que está bien filmada, iluminada, que hay calidad en su factura de presentación, o sea si se dejan de lado los convencionalismos: relájate y disfruta como seguramente no decía Confucio. En lo actoral, Facundo Espinoza parece por momentos repetir el rol de pelotudo que le tocó en la fallida y (aún) más horrorosa "Esperando la carroza 2", la brasilera Marina Glezer sigue siendo un rostro muy de cine, Omar Musa como el viejo malo tuerto es un genuino homenaje a Nathán Pinzón sin dudas y Camilita Velasco tiene lo necesario para este tipo de cine: un cuerpo increíble. Demoslé crédito a un cine local de género, y que los detractores se vayan a buscar pelos en la sopa a otra sala donde pasen boludeces.
Y todo por entrar a una casa sin golpear. Hay que celebrar que una productora argentina, que viene de un buen momento con "Habitaciones para turistas", tenga su debut en el circuito comercial. Y es el caso del grupo platense Paura Flics. Pero esta película se va en golpes de efecto y resbala con una historia muy floja para un largometraje. Un joven busca a su novia y junto con la mejor amiga de ella se meten en una casa misteriosa. Allí viven dos ex torturadores de la Triple A, que guardaban celosamente toneladas de explosivos y que ahora lo usan para vengarse de esta juventud que, para ellos, son todos inútiles. El director intentó hacer un paralelo entre la dictadura y la actualidad, pero carece de rigor y resulta muy poco profundo. La película termina siendo un combo de géneros que incluye terror, suspenso, gore, erotismo, romántico y testimonial. Y termina con sabor a poco.
Entre escalofríos y crepitaciones Luego de una breve introducción documental sobre hechos ultraviolentos frecuentes en la política argentina de los años setenta, la película comienza con una chica y un muchacho que conversan en pleno día sobre la inexplicable desaparición de su ex novia frente a una gran casa antigua y abandonada. Estacionados frente a la vivienda, la amiga de ambos se decide a entrar para investigar. En poco más de 15 minutos, se instala un clima de pesadilla creciente que incluye a dos ancianos asesinos, 25 cajas de explosivos que provienen de los años de plomo de la dictadura militar y un turbulento cuarto de mujeres zombies que alguna vez fueron víctimas de estos torturadores. Construida con todas las convenciones del horror actual, con su toque “gore”, mucho suspenso, una cuota de erotismo y bastante humor negro, la trama avanza sin respiros y con un montaje a los saltos que no respeta demasiado la continuidad. Para conjurar los escalofríos, la película introduce oportunidades para la risa ante el cinismo, lo ridículo y patético de algunos personajes y situaciones. Además, inserta sus propias reglas donde la verosimilitud no es realista sino una convención acordada (o no) con el espectador. Metáforas, escepticismo y entretenimiento El guión se da tiempo para ironizar con algunos metamensajes, como en el diálogo entre el viejo torturador y la joven Ali (Marina Glezer), donde el primero critica el empobrecido lenguaje de las nuevas generaciones (“un joven actual usa en promedio apenas 200 palabras”, le reprocha a su víctima), pero en boca de quien lo dice esto parece invertir una escala de valores donde todo está en crisis. También el cuarto que encierra las ánimas mutantes de víctimas del pasado que reclaman venganza no deja de ser una metáfora naif que se resuelve según un concepto de justicia elemental. Uno de los aspectos más elaborados es el dúo complementario de temibles ancianos, donde uno piensa y el otro ejecuta. El más atípico es el intelectual al que le preocupa resolver fórmulas físico-matemáticas sobre las que interroga a quienes tortura, mientras acumula comentarios moralistas y reacciones sádicas. Entre las múltiples y eclécticas influencias (algunas declaradas en los créditos) hay un acercamiento a la obra de Lewis Carrol, no solamente porque la protagonista que se introduce en ese micromundo extraño se llama “Ali”, sino en la ilógica y los acertijos absurdos al estilo de “Alicia en el país de las maravillas”, donde también sobrevuela un horror encubierto con la reina que caprichosamente decapita súbditos (aquí, jóvenes muchachas). Salsa posmoderna Igualmente más que miedo, los personajes inspiran patetismo o desprecio. Son más ridículos que sádicos y, por su parte, los héroes son un poco tontos y narcisistas. Como los protagonistas de cómics se salvan en situaciones imposibles y al mismo tiempo en medio del caos siguen pendientes de sus seguidores en Facebook. Este cóctel por momentos siniestro, por momentos cómico y por momentos escéptico, sostiene una mirada ecléctica y despolitizada hacia el pasado, típica del posmodernismo, donde pueden convivir sin demasiado conflicto corrientes opuestas y diversas, donde cada engranaje funciona como medio necesario para poner en marcha el puro mecanismo de montaña rusa de terror y entretenimiento que funciona a sus anchas. Como corresponde a un genuino producto posmo, junto a la música de Manal y la letra de “Jugo de tomate frío”, leemos en los créditos finales las expresas citas de “inspiración espiritual” que van desde las referencias a Pepe Biondi y la TV en blanco y negro, el cine de Darío Argento, la música de Ennio Morricone y otras referencias setenteras como “Zabriskie Point”, la película de Antonioni. La llegada de nuevas estéticas y la creciente demanda de emociones violentas, tan anárquicas como epidérmicas, hacía previsible el surgimiento de una película nacional de este género, al que probablemente le vaya muy bien, a juzgar por el numeroso público y la cantidad de entusiastas seguidores que la han acompañado desde su estreno. Con “Sudor frío”, el joven cine de terror argentino ha quedado presentado oficialmente, para regocijo de sus seguidores y la indiferencia o el rechazo de quienes no entran en el juego del miedo y sus múltiples rostros.
Publicada en la edición impresa de la revista.