La fórmula agotada Sin duda dos de los problemas más extendidos de la industria cultural contemporánea -y de la sociedad de nuestros días en general, a decir verdad- son el cinismo y la mercantilización tragicómica, barata y automática de prácticamente cualquier cosa, conducta, ser, razón o circunstancia: corriendo parejo a la naturalización del engaño y el simulacro constante en el ámbito cotidiano (siempre con una sonrisa en la boca del mitómano fascistoide de turno), se mueve el lenguaje berreta de la publicidad y las nuevas técnicas de segmentación y lobotomización de los públicos actuales, desde ya orientadas a aprovechar que una pobreza y un desempleo cada vez más angustiantes dejan al pueblo en la más pura ignorancia y por consiguiente presto a ser adoctrinado con la mentalidad de la clase hegemónica, a la que hace propia de una manera por demás hilarante cual “lorito” que no comprende lo que dice. La manifestación concreta de lo anterior en el campo del cine es la lógica de las remakes, secuelas y franquicias eternas, esas que -salvo contadas excepciones- ya no ofrecen ni riqueza ni un régimen de variedad porque su fuerte radica en brindarle al consumidor un producto idéntico al previo como si en vez de obras de arte estuviésemos hablando de detergente o una barra de jabón. Lo peor del asunto es que esta andanada de propuestas fotocopiadas lo que hace es tratar de reproducir un original cualitativamente lejano y en esencia anular todo lo que en su momento resultó novedoso para que el espectador se quede tranquilo de que verá exactamente lo mismo, tracción a un conservadurismo que se va olvidando de a poco del producto primigenio y nos acerca a una caricatura pueril y lavada en pos de más y más billetes vía una fórmula agotada, mediocre y sumamente bobalicona. Tomemos de ejemplo el caso de la franquicia iniciada con Taxi (1998), una serie de films que se la suele vincular con esa otra saga pistera que empezó con Rápido y Furioso (The Fast and the Furious, 2001), paralelismo algo forzado porque los productos franceses son anteriores en el tiempo y debido a que están mucho más volcados a la comedia que sus homólogos yanquis: Luc Besson, el productor y guionista histórico de la franquicia, por lo general es garantía de dinamismo en el cine de acción sin embargo a nivel de Taxi, léase la remake norteamericana del 2004 y sus cuatro secuelas europeas de 2000, 2003, 2007 y 2018, jamás pudo recuperar la chispa light pero afable de la película original de la década del 90. En la quinta parte ni siquiera conserva a los personajes centrales de siempre, Daniel Morales (Samy Naceri) y Émilien Coutant-Kerbalec (Frédéric Diefenthal), y pretende reemplazarlos por un dúo que nunca termina de funcionar del todo, Eddy Maklouf (Malik Bentalha) y Sylvain Marot (Franck Gastambide, quien además coescribe y dirige el opus). Por más que Eddy sea el sobrino de Daniel, Sylvain sea un supuesto “policía estrella” parisino que es trasladado de prepo a Marsella, la trama gire en torno a detener a una banda de ladrones italianos especializados en joyerías y hasta nos topemos con el regreso de Gibert (Bernard Farcy), ex comisario y hoy alcalde de la ciudad, lo cierto es que el esquema cómico perdió su fuerza y las persecuciones automovilísticas no pasan de ser una sombra de las de antaño, todo a su vez acorde con una decadencia escalonada que fue empeorando de eslabón en eslabón hasta llegar a este punto en donde el cansancio y la estupidez se mezclan con una ristra de chistes, situaciones y citas sin gracia. Aun así el producto atesora algún que otro momento en que logra maquillar el carácter remanido del planteo y despertar simpatía por el buen desempeño actoral de los “coloridos” secundarios, no obstante el film es tan perezoso que continuamente subraya no sólo la muerte de la saga sino también de la dialéctica automatizada y carente de todo brío del encadenamiento perpetuo de lo mismo…
Quinta parte de la serie de películas Taxi (1998), una creación de Luc Besson. La franquicia tuvo desde el comienzo un enorme éxito e incluso cierto prestigio como comedia de acción. Llego a tener hasta una remake norteamericana en el año 2004. Las películas se fueron espaciando en el tiempo y la distancia entre Taxi 4 y Taxi 5 es de once años. En un alarde de creatividad adversa, el título en Argentina para esta nueva película es 5ta a fondo. Lo único tan malo como el título es la película. Aunque en su origen podrían ser tomadas como exponentes del cine de acción más cercanos a Rápidos y furiosos hoy queda claro que se trata de una comedieta al estilo de las películas argentinas estilo Brigada explosiva o los Bañeros. Lo único que la salva del bochorno total es cierta incorrección política fuera de control que genera más simpatía que desprecio en estos tiempos que corren. La pareja despareja de esta nueva entrega está formada por un policía que maneja mejor que nadie pero que como castigo a sus conductas es enviado de París a Marsella y un chofer de auto de alquiler que es un desastre manejando. En el medio está el ex comisario Gibert de los films anteriores, ahora alcalde de la ciudad, y una troupe de policías ridículos. Hay chistes de y con enanos, chistes religiosos, sexuales, raciales, escatológicos, tontos, chistes de acción y algunos chistes más inclasificables e incalificables. Empieza mucho peor de lo que termina pero me pregunto cómo alguien podría llegar hasta el final de las casi dos horas de película.
El comienzo del fin. Al ver esta película no dejo de preguntarme, ¿para cuándo algo original? En tiempos donde un producto al que le va bien -como fue el caso de Taxi (1998) y sus respectivas secuelas (la última se conoció en 2007)- los franceses parecieran querer replicar la formula hollywoodense de exprimir un producto a más no poder con secuelas innecesarias. Ya sin Daniel Morales (Samy Naceri) y Émilien Coutant-Kerbalec (Frédéric Diefenthal), el filme se centra en nuevos personajes Eddy Maklouf (Malik Bentalha) y Sylvain Marot (Franck Gastambide). El resultado me recuerda a esas secuelas hechas sin corazón que buscan reemplazar a los actores principales por otros más jóvenes que no terminan de conectar con la audiencia. Es un milagro que este filme haya llegado a los cines. Otros ejemplos que me vienen a la mente son Ace Ventura 3 o la precuela de los Dukes de Hazzard, ambas con un saldo lamentable. Hacía mucho no salía tan desilusionado del cine al ver cómo la saga del guionista y productor Luc Besson ha ido decayendo a través de los años. Ni la trama tan genérica como detener una banda de ladrones de joyas, ni el regreso de Gibert (Bernard Farcy) ayudan a hacer a la historia más amena. Lo que alguna vez supo combinar bien acción con comedia, hoy se limita a disparar chistes sin gracia y fuera de época que hicieron eternas las casi dos horas de filme. Ojo, la película en sí se puede disfrutar si no se va con pretensiones y se deja lado la comparación con la saga Rápido y furioso a la que mucho le debe. Verla como una parodia no la hace tan tediosa y tranquilamente se la puede ubicar en la línea de Bañeros o Scary Movie. Hoy en día es difícil imaginar ver una película que no sea ni secuela, ni remake ni reinicio o algo que se le parezca. Esperemos que haya una mayor creatividad en los proyectos venideros a la hora de contar una buena historia.
Hace 20 años Luc Besson concibió Taxi, una película dirigida por Gérard Pirès que se destacó entre las grandes producciones del género de acción en los años ´90. Recuerdo que en su momento fue un film que se recomendó muchísimo a través del boca en boca y representó un soplo de aire fresco entre las propuestas de este tipo. Más allá de las secuencias de acción con los autos que eran increíbles, la película de Pirès trascendió por la tremenda dupla que conformaban Samy Naceri, el repartidor de pizzas más rápido de Marsella, y Frédéric Diefenthal como el detective Coutant-Kervalec. Una joven Marion Cotillard, antes de ser famosa en Hollywood también le aportaba simpatía a la trama. Taxi combinaba a la perfección la comedia de enredos con el cine de acción y eventualmente se convirtió en una de las franquicias más taquilleras en la historia del cine francés. Además de convertir al Peugeot 406 en uno de los vehículos icónicos del género. Aunque las tres continuaciones, estrenadas entre el 2000 y el 2007, no consiguieron superar a la entrega original, fueron filmes entretenidos que se dejaban ver por la buena química de los protagonistas. Este año Besson, que últimamente no la pega con sus proyectos, produjo una nueva entrega de la saga que es realmente un espanto. Dudo mucho que algún fan de la franquicia original se enganche con esto ya que la mediocridad de esta película es abrumadora. En principio la historia no tiene el mismo atractivo sin los protagonistas originales y los nuevos personajes no despiertan el menor interés por el conflicto. La quinta entrega decepciona con una representación pobre de todo lo bueno que tuvo la franquicia en el pasado. Las secuencias de acción con los autos son bastante genéricas para tratarse de una entrega de la saga Taxi y no ayuda para nada el tono idiota de la comedia que da vergüenza ajena. Los chistes no son graciosos y se centran en burlarse de enanos, mujeres gordas y situaciones escatológicas. Por cierto, este fue el motivo principal por el cual Frédérick Diefenthal rechazó ser parte de esta producción, debido a que no estaba de acuerdo con este tratamiento de la comedia. La ausencia de Samy Naceri se relacionó con el hecho que el director Frank Gastambide le ofreció un cameo al final de la historia, algo que el actor consideró un insulto después de haber protagonizado cuatro entregas. El film de 1998 y sus continuaciones era películas bien realizadas que no necesitaban caer permanentemente en el mal gusto para hacer reír al público y esto es algo que se perdió bastante en el género de la comedia actual. La nueva entrega levanta un poco hacia el final pero hay que hacer un esfuerzo para completar los 90 minutos previos. Taxi 5 lamentablemente resultó otro exponente de ese cine idiota que también se produce en Hollywood en el último tiempo y en este caso termina por arruinar una saga decente que solía traer buenos recuerdos.
“Taxi 5” o su nombre en español “5ta a fondo” es una película dirigida, escrita y protagonizada por Franck Gastambide y producida por Luc Besson. En el reparto también contamos con Sabrina Ouazani, Bernard Farcy, Malik Bentalha, entre otros. “Taxi 5” es la quinta parte de la saga “Taxi” iniciada en 1998, hace 20 años. La historia se centre en Sylvain Marot, un súper policía parisino y conductor excepcional, quien es trasladado contra su voluntad a la policía municipal de Marsella. El ex comisario Gibert, y alcalde de la ciudad, que está en lo más bajo de las encuestas, le confiará la misión de detener a los temibles “gángsters italianos”, que atracan todas las joyerías con la ayuda de potentes Ferraris. Pero para conseguirlo, Marot no tendrá más remedio que colaborar con el sobrino nieto del famoso Daniel, Eddy Maklouf, el peor piloto de VTC Marseille, pero el único que puede recuperar el legendario taxi blanco. Podemos ver que la trama es idéntica a sus cuatro antecesoras, donde el protagonista policía está en problemas y es ayudado por el otro protagonista que le consigue el “legendario” taxi para cumplir la misión o el objetivo propuesto. En “Taxi 5” sucede exactamente lo mismo. El filme está sobrecargado de humor, donde podemos observar que por momentos hay gags y referencias muy divertidas que se complementan con las escenas chistosas, pero, por otros, el humor es denso y muy cliché. La historia vemos que es simple y que es explicada en los primeros minutos. Aún así, creemos que estaba para mucho más. La gran mayoría de personajes no tienen profundización y carecen de desarrollo en toda la película. Apenas tenemos alguna que otra anécdota de los roles secundarios pero hasta ahí. Es todo un elenco nuevo que nos presentan y terminamos sabiendo muy poco sobre casi todos los personajes. Incluso los protagonistas sufren de esta problemática también. Además, cada uno cumple con el típico rol que ya hemos visto en muchísimas cintas, incluso el romance es muy cliché. En cuanto a las escenas, tenemos pocas situaciones de acción y persecución, que están bien logradas y hacen recordar un poco a las de la saga de “Rápido y Furioso” principalmente. Sobre todo vemos que hay un momento que es un calco de “Rapido y Furioso 2”. Hablando un poco de los aspectos técnicos, la banda sonora es divertida y acompaña de una gran manera a las escenas de humor que es principalmente donde es utilizada. La ambientación y los escenarios resultan un poco repetitivos pero están bien logrados. En resumen, “Taxi 5” parece una parodia mal hecha de sagas como “Rápido y Furioso” con un elenco completamente desconocido que trata de llevar adelante una película que no tiene ni pies ni cabeza.
La franquicia francesa de acción y comedia Taxi (1998) regresa luego de más de una década con 5ta a fondo, esta vez dirigida y protagonizada por Franck Gastambide. En esta entrega la película gira en torno a Sylvain Marot, un policía parisino que es trasladado contra su voluntad a la policía municipal de Marsella -esto luego de que de descubran que mantuvo una aventura con la hija del jefe del departamento de la Policía-. Una vez instalado allí, el excomisario y actual alcalde, Gilber, le encomienda una misión: atrapar a una banda de mafiosos italianos que se dedican a realizar robos a joyerías utilizando ostentosos autos. Para llevar a cabo su misión, el protagonista contará con la ayuda de diversos personajes, aunque su compañero principal es Eddy Maklouf (Malik Bentalha), un joven taxista que resulta ser el sobrino-nieto de Daniel Morales (protagonista de las primeras entregas de esta franquicia). Sylvain decide colaborar con este chico por un simple motivo: este joven es el único capaz de recuperar el legendario Peugeot blanco que es capaz de realizar cualquiera tipo de acción (sobre todo la que requiera la trama). El protagonista también cuenta con la ayuda de sus compañeros de trabajo. En esta entrega, Franck Gastambide presenta una gama muy amplia y para nada estereotipada de personajes secundarios (nótese el sarcasmo): una chica con sobrepreso, un enano, un hombre al que está casi prohibido mirarlo a la cara. El único personaje perfecto -o que al menos así quiere demostrar el guion (ya que en ningún momento se le señala algún tipo de defecto)- es el interpretado por Franck Gastambide, un piloto maravilloso con la capacidad de conquistar a cualquier mujer. El problema de los ya mencionados personajes secundarios es que están creados con el simple objetivo de que el público se burle de ellos por su físico. A lo largo de la trama constantemente se realizan diversos comentarios gordofóbicos sobre el personaje interpretado por Sissi Duparc. También se realizan chistes respecto a la religión, a la etnia, etc. etc. De más está decir que la película constantemente cosifica y sexualiza a las mujeres, siempre y cuando entren en los cánones de belleza actuales, las demás simplemente sirven para ser objetos de burla. Pese a ser una película de comedia (al menos así se cataloga) la realidad es que 5ta a fondo de graciosa tiene poco y nada. El humor no funciona y los momentos que podrían generar alguna que otra carcajada son escasos (se cuentan con los dedos de una mano). No sólo los chistes que se realizan sobre el físico de los personajes son malos, sino que el humor en toda la película resulta forzado y clisé. Parece que Franck Gastambide despertó en el siglo pasado y basó su guion en los tópicos de aquel entonces.
Punto muerto Tras las nuevas modas de producción, aplicadas en cine al concepto reiterado de remakes y secuelas por doquier, se convertido en notoriamente visible el empobrecimiento del consumo cultural contemporáneo. En este sentido, el costado más industrial del medio audiovisual, lejos de ofrecer originalidad, se acopla a la acentuada tendencia de fabricar réplicas de franquicias (también con destinos televisivos y disponibles para plataformas online) que se agotan en su propuesta misma. Sin embargo, rinden en taquilla y ello justifica el intento, sin más. Por consiguiente, la chatura de un espectador promedio, lo suficientemente mediocre y superfluo como para seguir adhiriendo a este tipo de propuestas sin preguntárselo demasiado, contribuye en buena parte a que este tipo de elementos condimenten la cartelera local por estos tiempos. Esta quinta entrega de la serie de films Taxi (iniciada 1998) es creación de Luc Besson, un cineasta que en sus dotes de productor suele tener buen olfato para captar productos con potencial de éxito. Sus incursiones en el cine de acción francés (ese que construyó su propio star system) han sabido amalgamar la propuesta hollywoodense, copiando parte del modelo. Inclusive, su desembarco en Hollywood ha sido -en términos de taquilla y buen gusto artístico- por demás exitoso. Aunque el negocio de una nueva incursión para los productores de este film (Besson incluido) haya sido una tentación imposible de evadir, lejos de la creatividad que prestigió a las dos primeras entregas de la saga, este episodio resulta –sin exagerar- bochornoso. Concebida como una buddy movie hecha y derecha, 5ta a fondo (Taxi 5, 2018) acumula toda una serie de clichés que suponen ser graciosos, pero que empantanan la propuesta en una chatura incomprensible de disimular. En tiempos de Rápido y furioso hasta en la sopa, esta saga del cine de acción y comedia galo que combina persecuciones automovilísticas y gags de burda factura ha hecho su buena fama bajo el mismo esquema de producto de género reiterativo y previsible con el que comenzó siendo furor hace dos décadas. Claro es que, poco queda de aquel desparpajo que diera vida al film original. Aquí nos encontramos con una serie de situaciones forzadas y con poco inventiva, las cuales se acumularán sin causar la más mínima gracia en manos del insulso realizador Franck Gastambide. Si la primera Taxi, dirigida por Gérard Pirès destacó como un gran exponente de los ´90, fue gracias a una acertada fórmula que combinaba acción y comedia de un modo renovador, a una trama que lucía fresca y a un par de personajes inolvidables. Como un triste reflejo de ayer, toda la desfachatez que allí rebosaba hoy no remite en esta nueva entrega ni la ínfima dosis de interés. Para colmo, en tiempos inclusivos el chiste funciona menos si el mal gusto pasa por discriminar y 5ta a fondo no se ahorra golpes bajos. El desatino evitable que nunca pasa de moda. Síntomas de un cine herido hondamente en su creatividad y efectos colaterales de una tradición posmoderna de reciclar productos hasta el límite de la vergüenza ajena: el culto a la demagogia. Partícipes de un círculo vicioso al que seguirán alimentando, el gusto pasatista de cierto sector del público continuará favoreciendo secuelas por generación espontánea for export.
5ta a fondo: Rápidos y Graciosos. La saga que comenzó en 1998 con “Taxi” llega hoy con nuevos protagonistas, pero manteniendo el alma de la original para nuevas generaciones. Una de las más grandes sagas del cine de acción y autos veloces (antes de “The Fast and The Furious”) fue la de “Taxi” (comprendida entre 1998 y 2007), película francesa a lo buddy movie, producida por Luc Besson, en el que un policía algo torpe y un taxista con una máxima pericia al volante debían detener robos por doquier. En el 2004 hubo una remake hollywodense dirigida por Tim Story y protagonizada por Queen Latifah y Jimmy Fallon que no tuvo el éxito de la original (a Dios gracias). Las historias eran simples, pero con una buena dosis de acción y humor, y unos protagonistas por demás carismáticos como “Daniel (Samy Naceri)” y “Emilien (Frédéric Diefenthal)”. Ahora, las nuevas generaciones están preparadas para un reboot de esta saga, 10 años después de la primera entrega, con poco sabor a nostalgia, pero con el mismo efecto y corazón que sus predecesoras: “5ta a fondo (Taxi 5, 2018)” nos cuenta la historia de Sylvain Marot (Franck Gastambide) , un súper policía parisino y conductor excepcional que es trasladado contra su voluntad a la policía municipal de Marsella. El ex comisario Gibert (Bernard Farcy), y alcalde de la ciudad, que está en lo más bajo de las encuestas, le confiará la misión de detener a los temibles gangsters italianos que asaltan las joyerías con la ayuda de potentes Ferraris. Pero para conseguirlo, Marot no tendrá más remedio que colaborar con el sobrino nieto del famoso Daniel, Eddy Maklouf (Malik Bentalha, sobrino nieto en la vida real de Samy Naceri), el peor piloto de VTC Marseille, pero el único que puede recuperar el legendario taxi blanco. “5ta a fondo” no sorprende para nada a los amantes de la saga, como tampoco a un público exigente, ya que la introducción de los personajes nos va a parecer totalmente ultra-conocida (el policía fachero que imparte justicia de forma personal, el compañero gracioso que mete la pata, los compañeros bizarros, etc.), digamos una fórmula conocidísima, pero efectiva. El director (y también protagonista) Gastambide nos sumerge en nuevos personajes ya conocidos, por lo menos sus personalidades, y sale victorioso al recurrir al humor tan característico europeo que no le tiene miedo a nada (chistes sobre enanos, gordos, racistas), como así también a un montaje de vertiginosas escenas de acción y persecución a bordo de Ferrais y el famoso Peugeot 407 que tan famoso hizo la saga. “5ta a fondo” tiene todo lo que se necesita para ser una excelente película de acción y, también, para mantener viva la saga con nuevas caras y con el mismo espíritu, ara estas nuevas generaciones.
La franquicia Taxi inició en 1998 de la mano del productor Luc Besson. La primera película fue un éxito comercial gracias a su buen funcionamiento como comedia de acción, pero a medida que avanzaron las entregas la saga fue perdiendo potencia. Once años después de la cuarta, llega una quinta película que está muy pero muy lejos de los logros iniciales. 5ta. a fondo (hasta su título es poco destacado) es algo así como una cruza berreta entre el espíritu fierrero y grasoso de Rápido y furioso -incluso su protagonista, el también director y coguionista Franck Gastambide, no sólo tiene un parecido físico notable a Vin Diesel sino que hasta imita sus gestos- y ese humor costumbrista basado en las diferencias culturales entre distintas regionales de Francia. Los “chistes” son dignos de las peores comedias argentinas de los años ’80: pocas cosas peores para una comedia que el humor chillón, burdo y predecible puesto en boca –y en los cuerpos– de personajes deliberadamente exagerados. En ese sentido, un buen ejercicio es pensar a 5ta. a fondo como una película de Guillermo Francella de la época de Exterminators: un planteo policial absurdo al que le sigue un desarrollo que mezcla las escenas de acción con menos adrenalina y emoción que se recuerden y, lo dicho, una búsqueda humorista articulada alrededor de motivos mil veces vistos. Ni siquiera el regreso del Peugeot tuneado salva a 5ta. a fondo del bochorno.
A dos décadas de la primera Taxi (1998), Luc Besson insiste con la saga en su quinto elemento (!), que no hay que confundir con la saga de El transportador, con Jason Statham. Aunque las diferencias no pasan mucho más allá de que las principales escenas transcurren detrás de un volante. Ya con nuevo protagonista (a cargo de Franck Gastambide, también director y coguionista con el creador de Nikita y El perfecto asesino), Sylvain Marot es un agente de policía parisino que sueña con integrar el escuadrón de SWAT francés. Pero se acuesta, sin saber el parentesco, claro, con la mujer de un jefe de policía y su traslado es inmediato, sí, pero no a ese cuerpo de elite, sino a Marsella. Allí sus compañeros parecen surgidos de Locademia de policía: para los millennials, otra saga, ésta estadounidense, en la que los policías eran, también, un desastre. A cierta misoginia común en varios relatos de Besson, cuando más que empoderar a los personajes, los cosifica -alguna Taxi era tremenda-, aquí se le suma cierta xenofobia por los italianos, los malos de la película. Una banda viene atracando seguido, y escapando en Ferraris último modelo, y Sylvain deberá averiguar cuál es el próximo golpe para evitarlo y encarcelarlos. Humor escatológico, un alcalde que es una parodia al estilo Louis de Funes (exitosísimo comediante de los ’70 que supo hacer también de policía), la inclusión de un enano, una agente obesa, todo tiene cabida en esta película inclusiva. Inclusive chistes de mal gusto. Gastambide, que tiene un look entre Mascherano y Statham, y no solamente por lo pelado, está en casi todas las escenas, a bordo de cualquier automóvil poniendo la quinta velocidad a fondo, sí, cuando a veces conviene hacer un rebaje.
La saga francesa ideada por Luc Besson se ha convertido en esta quinta entrega en un artefacto antes que en una película. Sus piezas son un pobrísimo guion, personajes de mala caricatura, torpeza en las escenas de acción y una serie de gags anacrónicos que no causan ninguna gracia. Todo parece estar pensado para el lucimiento de las persecuciones ideadas desde la lógica del videojuego antes que nacidas de la tensión que pueden suponer dos autos en carrera por las calles de París o Marsella. El éxito que consiguió Besson hace 20 años con la primera Taxi combinando la estética de Rápido y furioso con la comedia slapstick, derivó en un producto sin ideas atractivas ni momentos disfrutables.
Es una nueva entrega de la popular franquicia de comedia de acción de Luc Besson que fue lanzada en Francia hace casi 20 años, la original “Taxi” que por su “éxito” nacional se transformo en una saga. Y hasta tuvo una remake estadounidense con Queen Latifah y Jimmy Fallon) En esta entrega, un curro acelerado sin dudas, Franck Gastambide es el director, co-guionista (con Besson y Stéphane Kazandjian), y protagonista junto a Malik Bentalha, Bernard Farcy, Salvatore Esposito (Gomorra la serie) y siguen los nombres. Un despropósito de torpezas, humor que tiene que ver con la escatología, los chistes sobre la gordura de una agente muy hot, y persecuciones. No mucho más, gastado y usado hasta el cansancio, que solo puede estar dedicado a los niños, con su humor elemental y el ritmo exagerado de las situaciones.
Enmascarada localmente como un film independiente, la quinta entrega de la franquicia "Taxi", "5° a fondo", de Franck Gastambide, es un producto que subestima la predisposición del espectador. Antes de que "Rápido & Furioso" en 2002 instalara la moda de los films de acción pisteros; en 1998, Gérard Pirés estrenaba "Taxi", una comedia de acción francesa, que con mucha gracia, carisma, y agilidad presentaba un terrenal duelo entre las marcas Peugeot y Mercedes Benz a modo de multilenguaje que penetraba al público. Policias vs ladrones, franceses vs alemanes, populares vs sofisticados. Una buddy movie con la capacidad de atraparnos en diferentes niveles. El éxito fue inmediato, por lo menos en Europa, y propició tres secuelas y una olvidable remake yanqui que no tiene nada que ver con nada. También instaló a su dúo protagónico como personajes populares, en especial al taxista Daniel Morales interpretado por Samy Naceri. Once años pasaron de la última entrega "Taxi 4", con una saga que se mantenía aunque había perdido buena parte de su chispa inicial. Como siempre, el marketing manda, y así como las marcas de automóviles sacan nuevos modelos, esta franquicia pretende hacer lo mismo con "5° a fondo", intentando tomar la posta, pero renovándola. Remplazando a Pirés y a Gerard Krawczyk (el, hasta ahora, encargado de todas las secuelas), Franck Gastambide se ubica en la posición de director, y no sólo eso también es el protagonista. Gastambide es Sylvain Marot, policía de elite parisino que recibe la terrible noticia de ser trasladado a Marsella, aún contra su voluntad. El ahora alcalde Gibert (Bernard Farcy), conexión con la saga original, le encarga a Marot la investigación de una banda delictiva italiana dedicada a desbancar joyerías a bordo de sus Ferraris. Marot es un experto conductor, pero no tiene la carrocería necesaria. Para eso, deberá contactar a Eddy Maklouf (Malik Bentalha), un piloto mediocre, pero con una capacidad o adquisición única, es el sobrino nieto de la leyenda Daniel Moráles; y es quien tiene acceso al Peugeot 407 que marca la saga. Como parece ser regla de acá hace unos años, "5° a fondo" es mitad secuela, mitad remake de la primera. De alguna manera vuelve a contar la misma historia, o una muy similar, pero con los datos cambiados para poder linkearla. Algunos datos, Malik Bentalha es el sobrino nieto de Samy Nacery, ausente con aviso en esta película; por lo que básicamente se interpreta a sí mismo en pantalla, o algo así. Lo que sí cambió son las características de los personajes. Lo que antes representaba Daniel Morales, ahora se divide entre los dos protagonistas. Antes era un policía inexperto que se unía a un taxista pistero y as del volante. Ahora tenemos a un policía experto, as del volante; que se une a un piloto de reputación dudosa; pero que posee el automóvil en cuestión. ¿Funciona esta fórmula de mezclar las características? No."5° a fondo" es una buddy movie clásica que, a diferencia de las anteriores, no puede reforzar ninguna de las características típicas del subgénero. Los protagonistas no tienen química, y por separado tampoco tienen carisma. Nunca entendemos bien la presencia de Eddy, nunca nos interesa; es más, rogamos que lo saquen de la pantalla. La chispa, se ve, no es hereditaria. Las escenas de acción que impactaban en 1998 con vértigo pero sin marear, ya no impactan veinte años después, y se remplazó por un montaje confuso e insulso, más propicio de lo que "Taxi" venía esquivando en sus entregas anteriores. El guion, que vuelve a contar con la presencia de Luc Besson (aunque ya no como guionista único ni principal), se siente más que nunca como una excusa, no despega, no toma velocidad; y lo que termina por fundir el motor, apunta a un humor de muy dudoso calibre. Cualquier intento por renovar la franquicia, como renovar el auto al estilo de hoy, no llega a entusiasmarnos. Por el contrario, todos los aportes nuevos son los que hace que la cosa no camine. Decepcionante para los seguidores;"5° a fondo" puede ser vista por recién llegados que sólo se perderán de algún dato no muy interesante (como todo lo que sucede). Estos también chocarán con una propuesta desangelada cliché, y muy mal elaborada. En su momento, "Taxi", fue el puntapié inicial para la posición del Besson guionista y productor que tan buenos réditos dio. Aportaba frescura, originalidad, y vibración constante para diferenciarse del estándar de Hollywood. Nada de eso quedó en "5° a fondo", una entrega por obligación, sin alma, burda, y lo peor, bastante aburrida.
5ta a fondo es uno de los más terribles intentos de comedia que ví en el último tiempo. Puedo sostenerlo considerando los diversos pasos que sigue esta película en un guión que trata de tomar una historia anterior para reavivar (o iniciar) una franquicia, y no logra ni una cosa ni la otra. No te arranca una risa espontánea ni de milagro. Por un lado, los pocos chistes que más o menos podrían ser “graciosos”, están en el tráiler. Después, nada. Situaciones inconexas, bromas de escaso gusto cargadas de escatología. Los personajes son anodinos, carentes de profundidad; ni se molestaron en un trazado un poquito más trabajado en sus comportamientos. Alcanzaba, se ve, para el desarrollo de una historia tan pobre, con la ligereza y obviedad. La velocidad, las escenas de “acción” y todo lo que sirve de relleno es para tapar las falencias. Para el espectador con pocas exigencias, al fin y al cabo, será suficiente. Se nota también oportunismo cuando uno de los protagonistas parece haber sido elegido dado el parecido muy sutil con Jason Statham, uno de las figuras de Rápido y furioso, que es justo decir, puede ser una saga comercial exitosa pero no va a cambiar la historia del cine. En Quinta a fondo hacen todo lo que Hollywood realiza perfectamente bien con un material horrible; no necesitamos una nueva versión de eso. No olvidemos que por acá, ese cine berreta va camino a la desaparición. En definitiva lo que se observa en el tiempo que dura el film es tedio, y uno se pregunta cómo pensaron que era una buena idea semejante gasto en vano, tal cantidad de dinero desperdiciado en una producción triste y de lo peor en comedia. Pensar que Francia ha dado excelentes producciones en el género; ver este penoso intento de hacer reír es una de las peores cosas que me han pasado este año (y eso que después de un par de años sin enfermarme, estuve con gripe una semana)
Un policía denigrado une fuerzas con el peor taxista de Marsella para detener a una banda de ladrones de joyas en una olvidable película que carece de humor y acción. El policía estrella de París sueña con su ascenso a Crímenes Especiales y hace todo para conseguirlo, incluso manejar a más de 100 km por hora en el medio de la ciudad u obtener una confesión por coacción. Pero, en lugar de conseguir lo que tanto quería, Sylvain Marot es trasladado a Marsella por acostarse con la esposa del jefe. La película no va a moverse de estos estándares y es una de las tantas razones por las que Taxi 5 es de las peores del año.
El director y guionista Franck Gastambide es también el protagonista de “Taxi 5” en el papel de un policía de París transferido a Marsella, donde se hace pasar por taxista para combatir a unos italianos ladrones de joyas que circulan en velocísimas Ferrari. La cuarta secuela de la saga de “Taxi” que inició Luc Besson en 1998 se parece a una versión francesa de “Locademia de policía”, donde el cuerpo policial marsellés es una troupe de fenómenos de circo grotescos. Todo está dispuesto para las escenas de acción, algunas buenas, empezando por el super taxi que maneja el protagonista, un vehículo digno de James Bond. El guión es elemental, y los chistes minimalistas, como si buscaran recuperar el estilo de la comedia liviana francesa de los 70, con los Hermanos Charles a la cabeza. Como algunos gags y personajes secundarios son divertidos, por momentos hace reír. Ayudan los escenarios de Marsella y la nutrida banda sonora cargada de hip hop y pop francés.
Nueva entrega de la saga “Taxi”, creada por Luc Besson, que en esta oportunidad trabaja sobre el exilio del protagonista en un lugar en donde de no pasar nada comienza a pasar todo. Gags, humor, slaptick, todo sirve para potenciar esta efectiva y efectista aventura sobre ruedas que hara delirar a los fanáticos y el público más joven.
En 1998 llego la primera entrega y luego se transformó en una saga. Esta es remake con nuevos actores y director, este último es protagonista, se mezcla la comedia y la acción, con un ritmo acelerado nos encontramos con un desarrollo lleno de persecuciones, explosiones, torpezas, carrera de autos increíbles, un humor escatológico, algunos chistes pocos efectivos, diálogos fuertes (para adultos) pero tontos, chabacana, vulgar y bien musicalizada. Su final nos deja la pauta que podemos tener una sexta entrega. No le busques mucha profundidad es una historia básica, un guión bastante flojo, entretenida por momentos, pensada para nuevas generaciones.
Llega a los cines la continuación de “Taxi”, una saga que va por el 5to capítulo. Si las primeras impactaban, lamento decirles que este no es el caso, amigo lector. Quién protagoniza el film es el mismo que lo dirige y, por si fuese poco, uno de los guionistas. Tomó una gran responsabilidad Franck Gastambide para realizarlo y actuarlo, luego de que pasara tanto tiempo desde la última entrega. Sylvain Marot es un policía eficiente, con aspiraciones de hacer una gran carrera dentro de la fuerza y, por sobre todas las cosas, tiene una gran habilidad y pericia para manejar veloces automóviles por las intrincadas y congestionadas calles francesas. Su trabajo estaba en París, era feliz, tenía prestigio, comenzaba a ser reconocido y se sentía un ganador, en el amplio sentido de la palabra, tal es así que se involucró sentimentalmente con la mujer equivocada y, a causa de ello, lo transfirieron a Marsella para que ocupe un puesto de menor jerarquía en la Policía Comunal. Lo que parecía un planteo inicial clásico, pero efectivo, se transformó en un desatino que ni los soleados días, el mar azul, la ciudad sureña, o los autos caros, pudieron compensar Porque el director contó con una gran producción, dinero, unos cuantos vehículos preparados para destruirlos, varias locaciones, un gran elenco, etc., pero la historia falló desde el guión. Intenta ser graciosa, pero no lo es. Cada personaje es estereotipado al máximo. Todos los compañeros del cuartel tienen exacerbados los defectos, hasta su compañero de aventuras, un taxista llamado Eddy (Malik Bentalha) que, de tan torpe con sus movimientos, como con sus dichos, llega un momento en que se vuelve intolerable, Cómo otros personajes secundarios que cruzaron la línea de la comicidad y terminaron siendo ridículos. La tarea de ellos es sencilla, hasta que una banda de asaltantes italianos, especializados en robar joyerías caras, asolan a todo el vecindario. Y el encargado de atraparlos es Marot. Esta narración es desarrollada con un gran ritmo, no dan respiro las persecuciones automovilísticas. Pero aquí se acaban todos los méritos. Es así, estimado lector. La película está hecha con la mejor voluntad del mundo. Los actores están involucrados responsablemente, para que sus interpretaciones resulten creíbles. Lo que no es creíble es el cómo se cuenta el relato, perjudicándolo notablemente.
LOS SUPERAGENTES FRANCESES Que EuropaCorp haya tenido que recurrir a una nueva entrega de una mediocre saga de Taxi, a la que había abandonado hace más de una década, habla quizás de la decadencia que está atravesando la compañía de Luc Besson, luego de numerosos fracasos en la taquilla mundial (como Valerian y la ciudad de los mil planetas) y las denuncias contra el dueño de la compañía por acoso sexual. Pero también es un indicador de una vertiente decadente del cine francés, que sin embargo interpela a buena parte del público de ese país y hasta de otras partes del mundo. En 5ta a fondo (otra torpe traducción local y van…) hay un intento de reversión de la franquicia, funcionando casi como un spinoff con personajes nuevos pero relacionados con los anteriores; el Peugeot que en apariencia es un taxi normal para revelarse como un veloz auto de carrera (además de representativo del orgullo francés); y un cambio de roles, donde esta vez el experto conductor es un policía que debe trasladarse de París a Marsella y el torpe es el taxista. Después es todo igual que en las entregas anteriores: hay una banda de ladrones extranjeros (esta vez italianos) que se manejan con autos veloces (en este caso, obviamente, Ferraris), persecuciones varias y un par de secuencias con aires de espectacularidad. Y cuando decimos que todo es igual, es que todo es igual, a tal punto que se puede decir que 5ta a fondo es hasta brutalmente honesta en su conservadurismo, porque hace de cuenta que el tiempo no pasó y no es necesaria ninguna forma de evolución narrativa, argumentativa o estética. Por eso vuelven a hacerse presentes la xenofobia (ahora con chistes revanchistas contra los tanos); las burlas impunes contra los que son diferentes (esta vez un enano y una gorda); el sexismo de manual; el humor lerdo y repetitivo; las decisiones de guión indefendibles (hay una escena donde los protagonistas espían a los villanos que es totalmente inverosímil); la falta de imaginación a la hora de la acción; y la galería de personajes supuestamente graciosos pero que no aportan un chiste decente. Prácticamente todo está mal en 5ta a fondo, una secuela totalmente perezosa de una saga que ya a fines de los noventa atrasaba unos veinte años. Lo único positivo es que nos demuestra que también en Francia pueden existir sagas al estilo Los superagentes, capaces de caerse del mapa cinematográfico y aún así tener un público fiel. Ya estoy empezando a extrañar a Tiburón, Delfín y Mojarrita.
Quinta e innecesaria parte de la saga espejo, a la francesa, de Rápidos y furiosos y otros productos de comedia fierrera del género velocidad. Aquí en torno del policía amigo de la aceleración y bastante tiro al aire, convencido de que es mucho más simpático de lo que es y pelado: sí, un Vin Diesel francófono. Que es castigado fuera de París, con un puesto en la policía metropolitana de Marsella, donde se entrentará, con nuevos y estrafalarios compañeros, a una trama nueva que involucra varias carreras más. Lo increíble de 5ta a fondo, que parece título de mala película para chicos, es que haya sido un éxito en su país, tratándose de una acumulación de pésima realización con el catálogo de chistes más malos que se hayan visto y escuchado. Si este insulto a la inteligencia hubiera sido escrito para alguna de las comedias groseras del cine argentino viejo, habría sido rechazado.
La saga creada por Luc Besson hace 20 años regresa a la pantalla grande con su quinta entrega sin mucho éxito. La trama está basada en Sylvain Marot, un policía parisino y excelente conductor, que es transferido contra su voluntad a la policía municipal de Marsella. Cuando llega a su nuevo destino, el alcalde de la ciudad le da la misión de detener a la pandilla de italianos que roban joyas con la asistencia de poderosas Ferrari. Para lograrlo, Marot no tendrá más remedio que hacer equipo con el peor piloto de la ciudad. Así comienzan 110 minutos de persecuciones y acción, pero con un guión pobre y básico, que resulta completamente decepcionante. Lo que pretende ser gracioso, no logra serlo, y los personajes bizarros que podrían explotarse, no llegan a brillar nunca y quedan en una simple caricatura. Lejos quedó la magia de la primera entrega, "Taxi" (1998), que combinaba a la perfección la comedia de enredos con el cine de acción y contaba con la joven Marion Cotillard, antes de ser famosa en Hollywood, que le aportaba simpatía. Aquí, ni el elenco, ni el guión salvan la película, lo único atractivo es su locación en la paradisíaca Marsella.