Confianza, divino tesoro Películas acerca de Theodore “Ted” Robert Cowell Bundy, uno de los asesinos en serie más brutales, prolíficos y famosos de Estados Unidos, hubo varias en el pasado, basta con recordar a The Deliberate Stranger (1986), Ted Bundy (2002), The Stranger Beside Me (2003) y The Riverman (2004), todas desparejas y relativamente interesantes por diversos motivos. El nuevo agregado a la lista, Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile (2019), se suma a las dos últimas en su decisión de encarar el retrato desde una perspectiva tangencial, en este caso optando por la visión de su pareja más estable durante su período como estudiante universitario, Liz Kendall (se sabe que su nombre real es Elizabeth Kloepfer aunque también aparece con otros seudónimos en los estudios sobre Bundy, como Meg Anders o Beth Archer); sin embargo el verdadero foco de interés de la obra que nos ocupa es la etapa concreta que decide explorar, no los primeros años del romance en sí -en simultáneo a las violaciones, golpizas y asesinatos que solía perpetrar el señor entre la fauna de señoritas que pululaban en los campus a los que asistía- como uno podría imaginar a priori, sino más bien los momentos posteriores a ser arrestado por primera vez y el comienzo de la pérdida progresiva de su libertad cuando una víctima que se escapó de sus garras consigue llevarlo a juicio por secuestro y que caiga sobre él la primera condena. De hecho, la película está inspirada en las memorias muy poco conocidas de Kendall, The Phantom Prince: My Life with Ted Bundy (1981), y lo curioso del film es que si bien indaga en la relación de la pareja -mayormente a la distancia y con silencios prolongados a medida que aparecían más y más acusaciones contra el tremendo Ted- a partir del arresto de 1975 en Utah, lo cierto es que gran parte del metraje está consagrado a su interminable derrotero por el sistema legal y su continua insistencia con que era inocente y que todo el asunto no pasaba de ser un “gran montaje” por parte de la policía, el aparato judicial yanqui y los fiscales y autoridades de los diferentes estados que reclamaban su cabeza por el tendal de cadáveres que sospechaban dejó, circunstancia que transforma a Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile en un análisis fascinante sobre la capacidad de Bundy -ejemplo máximo del psicópata moderno- de manipular y ganarse la confianza de todos aquellos que lo rodeaban por su carácter carismático y prudente; muy lejos del estereotipo que se tenía en su época de los criminales adeptos al sadomasoquismo como seres humanos con características caricaturescas que exponían a simple vista su trasfondo perturbado, aquí en cambio teníamos a un chiflado que pasaba sin problemas por hombre común mediocre que podía elevarse por sobre el resto cuando lo quisiese gracias a su prodigiosa inteligencia. El opus fue dirigido por Joe Berlinger, conocido por la excelente trilogía de documentales sobre los llamados “Tres de West Memphis”, unos jóvenes que fueron condenados injustamente por el homicidio de tres niños en 1994, saga que incluye a Paradise Lost: The Child Murders at Robin Hood Hills (1996), Paradise Lost 2: Revelations (2000) y Paradise Lost 3: Purgatory (2011). En la propuesta se nota mucho la experiencia del realizador en cuanto a crear tensión amparado en el mundo criminal, los engranajes del sistema procesal y el talante ambivalente del o los protagonistas, ahora aprovechando con sutileza todo lo que tiene para ofrecer Zac Efron como Bundy en el que sin duda es el mejor trabajo de su carrera, ya definitivamente dejando atrás su encasillamiento en bodrios de la Disney y en comedias descerebradas. Dentro de un gran elenco que engloba a luminarias como John Malkovich, Jeffrey Donovan, Jim Parsons, Angela Sarafyan y Haley Joel Osment, también se destacan las actrices que interpretan a las parejas de Ted en los distintos períodos de su vida, Lily Collins como esa Kendall que lo acompaña durante los primeros instantes del recorrido jurídico y luego le suelta la mano y Kaya Scodelario como Carole Ann Boone, la que se transformaría en la esposa del señor en 1980 cuando Bundy se sirvió de una antigua ley de Florida para proclamar su matrimonio de improviso frente a funcionarios judiciales. Cualquiera que conozca un poco la carrera delictiva de este “Osito Teddy” deducirá que Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile juega todas sus fichas a los legendarios escapes del asesino en serie, aquellos que dejaron bien en ridículo a un Estado que falló durante años y años en detener al susodicho, y al juicio por su incursión en la Fraternidad Chi Omega de la Florida State University, donde atacó salvajemente a cuatro mujeres, matando a dos, para a posteriori sumar otro violento asalto sexual a otra estudiante del campus que vivía en una zona aledaña. La película más que simplemente “humanizar” al protagonista, algo que efectivamente hace desde una óptica bien polémica porque respeta ese amor mutuo entre Kendall y Bundy que sin dudas marcó ambas vidas, lo que hace es retratar el talento para la seducción del señor, su tendencia hacia la autovictimización compulsiva, su enorme destreza en lo que atañe a creerse sus propias mentiras y finalmente su ascenso a la condición de celebridad dentro del ecosistema mediático amarillista de Estados Unidos -y del mundo, por ende- cortesía de esta duplicidad constante de fondo que hechizó a propios y extraños, una que se mueve entre una superficie cordial y sumamente astuta y un interior espantoso que supo engañar, violar y matar sin freno a un nivel que aún hoy es difícil de determinar, ya que recién durante sus últimos años -sería ejecutado por electrocución en 1989- comenzaría a confesar su responsabilidad en algunos de sus múltiples crímenes. Sin ser una maravilla porque en materia de gore resulta light y el tema ha sido muy trabajado, el film constituye una atractiva rareza que enfatiza el sustrato maquiavélico y mundano de un psicópata no muy distante a muchos que gobiernan nuestro fatídico planeta hoy por hoy…
Naturaleza criminal. Basado en hechos reales, este film nos presenta a uno de los asesinos más salvajes de la historia. Su caso se convirtió en mediático y si bien es del mismo creador de la serie de Netflix Conversaciones con asesinos: las cintas de Ted Bundy, aquí se aleja de la parte intrínsicamente criminalística. Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile (2019) es una biopic sobre Ted Bundy dirigida por Joe Berlinger y adaptada del libro “The Phantom Prince: My Life with Ted Bundy” de Liz Kloepfer. Se trata de la vida del conocido asesino serial relatada desde el punto de vista de su novia Liz (Lily Collins), una madre soltera que se enamoró de Ted Bundy (Zac Efron), quien se niega a creer en sus crímenes durante años. Entre el reparto también se encuentra John Malkovich que interpreta a un juez del estado de Florida. Bundy se defendió a sí mismo debido a sus estudios en Derecho, habilidad e inteligencia, ridiculizando al sistema, burlándose usando un enorme moño y realizando un show de su caso. El director utiliza imágenes de archivo mezcladas con las ficcionadas y también fotografías. Los primeros planos sólo transmiten frialdad, las interpretaciones son correctas. La reproducción de la época está bien lograda, desde la música, vestimenta, escenarios y utilería. Los pequeños flashbacks aportan algunos detalles; sin embargo, pecan de superfluos. Según el libro, este asesino fue capaz de amar y de no dañar a esa mujer, aunque la pulsión siempre estuvo presente. Sin embargo, la construcción del personaje es muy débil, no conocemos su trasfondo, siendo esto lo que más nos interesaría saber… ¿qué hay detrás del personaje? ¿Cómo llegó a cometer esas atrocidades?, lo cual increparía al espectador de diferentes maneras. Por ese motivo, la adaptación también carece de sustento dramático. No nos sucede nada con los protagonistas y eso no es positivo. Considero que el final es el mejor logro de este film, cuyas escalofriantes palabras del propio Bundy que habla con real conocimiento rezan: “Los asesinos no aparecen de la oscuridad con dientes largos y salivando… la gente no se da cuenta que las personas que conocen, la gente a la que quieren, con la que viven, trabajan y admiran, podrían ser las personas más demoníacas que se puedan imaginar…”. Explorar esa perfecta doble personalidad faltó aquí, quizás el mayor inconveniente en el tratamiento; después de conocer la parte criminalística y horrorosa en tantos documentales y series sobre este asesino, conocer y profundizar lo que se esconde, lo que nunca se contó, es lo que mínimamente esperábamos de este director.
Qué es verdad y qué es mentira en este correcto pero superficial film? Se podría decir que prácticamente el 100% de los eventos que se muestran o mencionan son reales, obviamente que contados de manera cinematográfica, pero no es verdad, por ejemplo, que le haya....
Como sucede con muchas personalidades de la vida real, existen varias producciones sobre el asesino serial Ted Bundy, tanto películas como series. La más reciente es la biopic “Ted Bundy: Durmiendo con el Asesino” (“Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile”, su título original) que en Estados Unidos directamente se estrenó en la plataforma Netflix, mientras que en Argentina llega esta semana a las salas. “Ted Bundy: Durmiendo con el Asesino” es una película que cuenta la historia de uno de los asesinos seriales más famosos de Estados Unidos, pero desde una perspectiva particular: la mirada de su pareja Liz, que se basa en su libro “The Phantom Prince: My Life with Ted Bundy”. Esto genera, por un lado, que la cinta se vuelva original y no caiga en los lugares comunes de este tipo de tramas, donde solemos ver la evolución de una persona aparentemente normal o con ciertos traumas hasta convertirse en un monstruo o un clásico procedimental donde la policía investiga una serie de hechos hasta dar con el culpable. En esta oportunidad nos centramos más en la relación entre los protagonistas y en las cuestiones judiciales del caso de Bundy, en cómo él sostenía su inocencia a pesar de todo. Si bien nos ofrece otro punto de vista, la película se queda corta a la hora de mostrar los aspectos más negativos de esta figura. No se profundizan los asesinatos ni qué se escondía detrás de su aspecto físico que embelesaba a las mujeres; no ahonda en su oscuridad sino que se centra más en su carisma. Sin dudas esto generará cierta polémica y dividirá las aguas entre aquellos que disfruten de un relato distinto y más humano, y los que prefieran conocerlo tal cual fue, mostrando los detalles espeluznantes de este asesino serial. En este sentido, las actuaciones del elenco sustentan a una historia que nos deja con ganas de más. Zac Efron nos ofrece una gran interpretación al ponerse en la piel de Ted Bundy y mostrar el encanto que lo caracterizaba en el exterior, como también un halo de oscuridad latente en su interior aunque por un tema de la trama no pudo ser profundizada del todo. Está muy bien acompañado por Lilly Collins, quien encarna a Liz, la mujer de Bundy, que a lo largo de muchos años duda sobre su inocencia o culpabilidad, generando mucha empatía con el público, sobre todo con aquellos que desconocen totalmente la historia del asesino. Uno puede ponerse en su lugar y preguntarse si él realmente cometió esos actos o no, debido a su personalidad. Por último, también debemos destacar la labor de Kaya Scodelario, que hace de la amiga de Bundy que lo apoya cuando nadie más lo acompaña. Se puede notar su obsesión por dicho personaje. Los papeles secundarios también están bien elaborados como Haley Joel Olsen, John Malkovich o Jim Parsons, que si bien tienen pequeños roles los hacen muy bien. En cuanto a los aspectos técnicos, tenemos un buen uso de la banda sonora, como también de la ambientación de época. Tal vez el montaje resulta un poco sucio en ciertos momentos, con cortes abruptos que pasan de una escena a otra. De todas maneras, en la mayor parte del film la narración está bien estructurada, mostrándonos a ambos protagonistas paralelamente, como también se utilizan imágenes o audios de archivo, que nos recuerdan constantemente que la historia está basada en hechos reales. En síntesis, “Ted Bundy: Durmiendo con el Asesino” es una película efectiva, que no contentará a todos porque presenta un arma de doble filo: una perspectiva original de la historia que deja de lado el aspecto más siniestro del personaje para enfocarse en el carismático joven. Con muy buenas interpretaciones del elenco y correctas cuestiones técnicas, la cinta provocará ganas de conocer aún más la historia de esta peculiar figura.
La historia de Theodore “Ted” Bundy, basada en hechos reales, cuenta la vida de quien fuera el asesino serial más peligroso, manipulador, atractivo, carismático y famoso que existió en la historia de Estados Unidos. En su haber se cuentan alrededor de 36 víctimas. Buscado en varios Estados, el film comienza cuando conoce a la atractiva Liz Kendall (en realidad Liz Kloepfer) (Lily Collins) secretaria y madre soltera, en un bar cuando sale con una amiga y deja a su beba con una niñera. La atracción entre ambos es instantánea, él se comporta como un verdadero caballero, estudia para ser abogado, le prepara el desayuno a Liz y a Molly (su hija) al día siguiente de conocerse y le promete una vida juntos con una casa y un perro, cosa que jamás sucede. Mientras tanto, varias estudiantes de distintas Universidades y Congregaciones van desapareciendo, siendo encontrados algunos cuerpos, otros no, mutilados y violados. Las mujeres se asemejaban en edad y parecido físico. Nada hacía dudar a Liz, ni siquiera el auto VW beige escarabajo y el identikit que lo involucraba ya que él negaba con total cinismo ser el autor de los crímenes hasta casi el final de su existencia. Su mente maquiavélica tenía una inteligencia que iba más allá del criminal medio. Fue detenido por una parada de tránsito en Utah en 1975 que desembocó en su reconocimiento y posterior encarcelamiento, aunque se le permitió salir bajo fianza por falta de pruebas y luego logró escapar aún estando bajo custodia, hecho que dota al film de gran suspenso. En cada salida, vuelven a desaparecer mujeres, las últimas en Florida. También vemos la historia contada desde el lugar de Liz, destruida por la situación y tapando todo con alcohol, ya que sigue sin creer que la persona que ama sea capaz de semejantes brutalidades (los detalles los dejo para los que vayan al cine) Además de sus vivencias (retratadas en el libro “The Phantom Prince: My Life with Ted Bundy”,1981) trata de salir adelante de la mano de Jerry, (irreconocible Haley Joel Osment) un dulce y contenedor compañero de trabajo. Luego el guión se centra en el juicio de Ted en Florida donde el “casi” abogado se representa a sí mismo frente al Juez Edward D. Cowart (John Malkovich) y el Fiscal Larry Simpson (Jim Parsons) en el primer juicio televisado en la historia, debido al gran interés que suscita en la población. Cuando Liz deja de acompañarlo, Ted se apoya en su ex amiga Carole Ann Boone (Kaya Scodelario) quien sale a defenderlo ante los medios y se convierte en su nueva novia, aunque él no la ame. Dirigida por Joe Berlinger, responsable también del documental de Netflix “Conversaciones con un Asesino: Ted Bundy Tapes” (muy interesante), el film tiene una excelente recreación de época de los años 70’ con cálidos colores y actuaciones muy buenas de todo el elenco donde se destaca de manera magistral Zac Efron, un actor salido de Disney que se enfrenta con un personaje muy comprometido, en donde puede dar lo mejor de sí, inspirada y brillante actuación de una personalidad compleja y extrema dualidad. ---> https://www.youtube.com/watch?v=I1LIa74rLT0 TITULO ORIGINAL: Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile DIRECCIÓN: Joe Berlinger. ACTORES: Zac Efron, Lily Collins. ACTORES SECUNDARIOS: Kaya Scodelario, Haley Joe Osment, Jeffrey Donovan, John Malkovich, Jim Parsons. GUION: Michael Werwie. FOTOGRAFIA: Brandon Trost. MÚSICA: Marco Beltrami. GENERO: Policial , Biográfica . ORIGEN: Estados Unidos. DURACION: 110 Minutos CALIFICACION: No disponible por el momento DISTRIBUIDORA: BF + Paris Films FORMATOS: 2D. ESTRENO: 29 de Agosto de 2019 ESTRENO EN USA: 03 de Mayo de 2019
Extremadamente cruel, malvado y perverso En la intimidad del hogar que comparte con su novia Liz (Lily Collins), Ted (Zac Efron) es un compañero cariñoso y atento, muy lejos de la imagen que pinta la policía al acusarlo de numerosos casos de asesinato, secuestro y violación. Después de la primera detención donde es reconocido por la víctima, comienzan a caer pedidos desde otros distritos donde se han cometido crímenes similares, adjudicados a un hombre que se asemeja a la descripción de Ted. Liz se resiste a creer que el hombre que ama pueda ser capaz de los horrendos actos de los que está acusado. Con la premisa de narrar la historia desde un punto de vista exterior, Ted Bundy: Durmiendo con el enemigo (Extremely Wicked, Shockingly Evil, and Vile) se basa en el libro escrito por la pareja del asesino donde relata sus vivencias del caso. Toma un punto de vista pocas veces explorado como es el de alguien cercano al asesino, quien además descree durante mucho tiempo de las acusaciones. No era la única persona inicialmente escéptica. El caso logró tanta repercusión no solo por lo violentos que fueron los ataques: también en parte por el gran carisma que desplegaba el acusado cada vez que tenía la oportunidad de hablar en público para declamar por su inocencia. Sin embargo, esta idea a primera vista interesante no se desarrolla por el camino que promete y sostiene siempre en el centro de la escena al asesino, sin profundizar mucho en los crímenes que comete pero tampoco en cómo afecta a su entorno todo el largo proceso judicial que fue transmitido por televisión y se convirtió en un espectáculo del que todos querían estar al tanto. Con su largo historial de documentales a cuestas, el director Joe Berlinger (Book of Shadows: Blair Witch 2) no logra despegarse de la reconstrucción histórica a la que está acostumbrado, copiando literalmente varios documentos periodísticos para construir una película que no vá más allá de ser una recreación, sin mucho de lo que hablar más que mostrar una serie de situaciones. Por momentos parece tener la voluntad de construir personajes e interesarse por lo que sucede en su interior, pero contradictoriamente al mismo tiempo se ata con rigidez a mostrar solo datos sacados de información periodística o policial. Todo ese extra que podría haberla convertido en una película con algo de contenido, queda apenas bocetado. Aunque esté basado en hechos reales, se supone que el cine narrativo tiene algo más para contar por fuera de recrear fielmente una época o imitar personajes para lograr que se vean como los reales. Ted Bundy: Durmiendo con el enemigo se mantiene a caballo entre ficción y documental sin llegar a ser ninguno de los dos, ni proponer una tercera opción alternativa que conjugue lo mejor de ambos mundos.
Hay pocas temáticas más interesantes que las que explotan a los asesinos seriales. Ted Bundy: Durmiendo con el asesino (Extremely Wicked, Shockingly Evil, and Vile no se queda atrás al momento de explotar la personalidad que Ted Bundy creó junto con la prensa. Basada en El príncipe fantasma de mi vida con Ted Bundy, las memorias de su comprometida, Elizabeth Kloepfer (Lily Collins), la película, comienza con el punto de vista de Elizabeth, una madre soltera que trabaja de secretaria. Liz le expresa a una amiga sus dudas de acerca de encontrar un hombre que busque meterse con ella. Ted Bundy (Zac Efron) detecta rápidamente a Liz, se pasa toda la noche mirándola hasta que se encuentran en una rocola. Charlan y parecen encajar totalmente por lo que Liz lo invita a su casa. A la mañana siguiente, lo encuentra en la cocina con su bebe preparando el desayuno con un delantal amarillo -la imagen que todos esperamos de un asesino serial-. El cómo se desarrolla la película es más importante que lo que sucede en ella, particularmente en una historia donde los detalles son bien conocidos y fáciles de encontrar. Combina los puntos de vista de Elizabeth con el de Bundy, pero hay algunas diferencias cruciales en el enfoque, en especial en los últimos 15 minutos de la película. Joe Berlinger, en su debut en la gran pantalla, nos pone dentro del creciente terror de Liz mientras se va dando cuenta, de a poco, que vivió casi 6 años con un tipo que tal vez hizo las cosas horribles que ve en las noticias. Su feliz relación, que se muestra en los montajes que todos amamos, se intercala con los informes de noticias locales de mujeres desaparecidas en el área, secuestros descarados a plena luz del día, y la gota que derrama el vaso, el boceto policial que se parece a su novio pero que Liz -y un poco el espectador- no puede estar segura. Berlinger, conocedor del comportamiento del asesino, también sigue a Bundy. Pero en las secuencias de este solo vemos su comportamiento externo, lo que hace, cómo se mueve, como piensa, como se identifica, como se plantea ante el resto y por sobre todo, la sensación de camuflaje que oculta su verdadera naturaleza. Bundy defiende, cada vez con más insistencia, que ha sido acusado injustamente. Efron es perfecto como la personificación de Bundy. Al observar su actuación, podemos entender por qué muchas de sus víctimas se dejaron seducir. Su aspecto bronceado, su encanto, su inteligencia y sus modales corteses atraerían a mujeres jóvenes e ingenuas. Y era un estudiante de derecho para empezar. En los años ´70, e incluso hoy, eso aumenta su atractivo. Su naturaleza monstruosa estaba bien oculta por una fachada que desprevenida a las mujeres. Deslumbró a sus víctimas y luego las brutalizó horriblemente. Kaya Scodelario interpreta a Carole Ann Boone, la novia -y fan!- de Bundy durante su encarcelamiento en Florida. Mientras que Collins maneja bien el descenso de Liz al alcoholismo, así como la intervención de un compañero de trabajo, interpretado por Haley Joel Osment -seguro tenía un sexto sentido-. Scodelario interpreta a Carole con la locura exacta y justa para reconocerla como un personaje totalmente adorable y real. Por otro lado, hay que destacar la aparición de John Malkovich quien le dió una personalidad de comediante al juez Cowart, haciendo que sus famosas palabras queden ligeramente cursis. Las escenas de la sala del tribunal son sumamente entretenidas, tal vez, porque es una recreación de imágenes conocidas (todo el juicio fue televisado, el primero en la historia) Ted Bundy -¿spoiler alert?- fue ejecutado en Florida el 24 de enero de 1989, haciendo que este 2019 se cumplan 30 años de su muerte. Lo que cabe destacar sobre el film, es que al asesino interpretado por Efron se lo ve tan humanizado, que es muy difícil de captar de primera instancia todos los detalles que inclinaban la balanza hacia asesino serial (si, aquí está el problema, alguien puso el interruptor en malo). A su vez, la película nos ayuda a entender por qué Ted Bundy se salió con la suya durante tanto tiempo como lo hizo. Efron mostrando su lado familiar y amoroso con Collins en la escena donde los personajes se encuentran por primera vez, o cuando criaban a la hija de Elizabeth juntos, Intentá buscar signos o indicios del asesino serial en el porte de de Bundy, buscá una evidencia de su maldad en los primera hora de la película. No lo encontrarás. Por eso tardo tanto Liz en salir de su indecisión. Lo bueno, es que si te quedaste con ganas de saber más de lo que la película te dio, Netflix está al alcance de la mano. Conversaciones con un asesino: las cintas de Ted Bundy, no tendrá la producción que puede tener Durmiendo con el asesino que llego a la gran pantalla, pero, como muchas series de Netflix, es adictiva.
El extraño caso del Sr. Bundy “Extremadamente cruel, malvado y perverso”. De esa forma, describió un policía a Theodore “Ted” Bundy, el asesino serial que durante 1974 y 1997 secuestró, abusó sexualmente y asesinó a por lo menos 36 mujeres. “Extremadamente cruel, malvado y perverso” (Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vilek), también es el título original de la película dirigida por Joe Berlinger y producida por Netflix, que cuenta la historia de este terrible criminal desde el punto de vista de su novia. Berlinger, quien también dirigió el documental de Netflix Conversaciones con asesinos: Las cintas de Ted Bundy, tiene una larga trayectoria en este terreno, destacándose Paradise Lost: the Child Murders at Robin Hood Hills(1996), Some Kind of Monster (2004), o Whitey (2014). Bundy se transformó en una figura icónica de la cultura americana. A pesar de sus crímenes, muchas mujeres decían estar enamoradas de él, lo que dejó al descubierto la compleja relación con la violencia que mantiene esa sociedad. Para interpretar a ese personaje carismático, manipulador y macabro el elegido fue la ex estrella Disney Zac Efron. El actor interpreta a la perfección a ese Jekyll y Hyde que es Bundy. Esa ambigüedad extrema entre el encantamiento y la perversión se refleja en pequeños gestos: una mirada, una sonrisa. El propio Efron reconoció que el papel “puso a prueba su salud mental”. Muchas son las películas y documentales que se dedicaron a Bundy, pero en este caso la novedad es contar la historia desde la mirada de su pareja, quien en un primer momento negaba lo que se decía de él, hasta que tuvo que aceptar los hechos debido a las pruebas irrefutables. El director parece preguntarse cuáles son los límites del amor, cuando la persona amada es un monstruo. Bundy era un encantador de serpientes, un seductor y manipulador, por lo que no sólo su pareja caía rendida a sus pies. Otro aspecto interesante de esta película, es el interés de Bundy por los medios y la popularidad. Cuando ve las cámaras encendidas, se enciende, sonríe y seduce. Su juicio, que fue el primero televisado, se transformó en un fenómeno televisivo, y el propio asesino lo transformó en un espectáculo al defenderse a sí mismo a pesar de que no era abogado. Una de las mayores virtudes de Ted Bundy: Durmiendo con el asesino (Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vilek, 2018) es que logra mostrar ciertos aspectos humanos de uno de los asesinos seriales más crueles de los Estados Unidos, sin humanizar ni edulcorar su terrible historia en un atrapante y efectivo thriller.
La fascinación de Netflix por los asesinos seriales (además de las teorías conspirativas y los fanatismos religiosos, entre otros temas) hizo que el nombre de Ted Bundy sonara con fuerza cuando estrenó el escalofriante documental Conversaciones con asesinos: Las cintas de Ted Bundy, centrado en grabaciones de distintas entrevistas a uno de los criminales más famosos del siglo pasado. Allí quedaba claro que aquel hombre seductor y con pinta de galán, condenado a muerte por 30 asesinatos comprobados (aunque se cree que fueron varios más), era un ser aterrador, manipulador, siniestro. Luego de aquel documental, llega ahora una ficción que aborda su figura. Lo particular que ofrece Ted Bundy: Durmiendo con el asesino es el punto de vista. O al menos eso promete la sinopsis oficial: “La historia de sus numerosos y terribles crímenes contada a través de los ojos de su novia”. Menudo desafío el de abordar una figura de por sí inabordable mediante un tercero. Un desafío del que la película de Joe Berlinger (el mismo director del documental) no sale del todo airoso. La película está narrada a través de la mirada de ella y, por lo tanto, el andamiaje criminal de Bundy (Zac Efron, extraordinario) es mostrado de manera tangencial. El centro está (o al menos intenta estar) en la relación entre ambos, en la negación de Elizabeth Kloepfer (Lilly Collins) a creer que su pareja era un asesino y en los intentos posteriores a rehacer su vida mientras Bundy estaba preso. Pero Berlinger, qué duda cabe, está menos interesado en los sentimientos de la mujer que en Bundy y un juicio que aquí recrea al dedillo. Esa fascinación hace que la película abandone el punto de vista a mitad de camino, cuando empieza el proceso judicial y la vida de ella quede en segundo plano, limitada a mostrarse a través de montajes paralelos. De esta manera, como si Berliger fuera una víctima más de los encantos de Bundy, el resultado es un thriller jurídico efectivo, tan magnético y atrapante como superficial.
Ted Bundy fue un asesino serial muy famoso con gran presencia en los medios estadounidenses. Carlos Robledo Puch fue un criminal muy famoso con gran presencia en los medios argentinos. Sobre este último Luis Ortega dirigió El ángel, una película de notorio vuelo cinematográfico, potencia poética, pasión, inventiva y pulsión. Esas virtudes angélicas no están en esta película, una sucesión de hechos "recreados" expuestos con desidia, oportunismo, con férrea ausencia de suspenso como programa inviable, pretendida "complejidad" psicológica y apenas algún momento en el que la historia -más bien pedestre- se cuela con algo de tensión en la resolución policial, judicial y mediática en Florida. La endeble construcción del punto de vista y de la confusa y hasta molesta estructura temporal probablemente tenga que ver con el basamento escrito (el libro de una expareja de Bundy), y la actuación intensamente imposible y con "escenas largas tipo tour de force" de Efron probablemente tenga que ver con su rol de productor. Las torpezas en los encuadres y la banalidad general quizá provengan de algún zeitgeist vaporoso que quizá logremos identificar más adelante, luego de distraernos con el show sibilino de John Malkovich como juez, que entrega una actuación mejor que esta película, pero que, aislada y sin sentido de conjunto, tampoco la ayuda.
Lejos quedó el personaje de Disney Troy Bolton interpretado por Zac Efron en "High School Musical". Luego de varios años de seguir la carrera de Efron y de apreciar la infinidad de personajes hoy podemos decir que nos brinda una interpretación muy distinta a las demás, quizás algo psicópata y sanguinaria. En este caso el director Joe Berlinger nos trae la historia del asesino Ted Bundy desde la perspectiva de su novia Elizabeth Kloepfe, interpretada exitosamente por Lilli Collins. Está historia biografía no trata de describir cada caso de asesinato ni tampoco utiliza el recurso de tratar de entender la mente de Bundy. Acá se va por la periferia, mostrándonos cómo el público lo veía, cómo lo veían las mujeres y principalmente como lo veía su mujer. La Docu-película todo el tiempo acompaña al personaje en sus altibajos diarios logrando así empatía durante los 110 minutos que dura la misma. Con respecto a la producción y dirección del film solo tengo buenas cosas que decir. Desde la ambientación de época, los vestuarios y locaciones hasta la colorimetría, la película tiene una puesta excelente que logra ponerse a la altura de los personajes a la perfección. Por otro lado, las distintas interpretaciones son excelentes y acompañan excelentemente el hilo de la cinta. "Ted Bundy: durmiendo con el asesino" es una de excelente historia biográfica psicológica que no aburre en ningún momento , y sobre todo es la oportunidad perfecta para ver a Zac Efron realizando su mejor interpretación hasta el momento. Por Keila Ayala
DIABÓLICAMENTE ENCANTADOR Acercarse a Extremely wicked, shockingly evil and vile para conocer la vida del asesino serial más encantador que supo tener Estados Unidos puede ser una buena referencia si nada se sabe de esta escalofriante historia, pero bajo una visión acotada que no cuenta sus fechorías. Por ello puede ser un buen puntapié para que curiosos luego ahonden en su macabro historial de muertes. En cambio, para quienes saben de esta figura maléfica condenada a la silla eléctrica en el 89′ y toda su secuencia delictiva/psicokiller, el presente film aporta una perspectiva diferente y “humana” basada en los relatos de por aquel entonces su enamorada. Como también en lo que significó la postura de Bundy ante la Justicia, con la televisión abierta su emitiendo su juzgamiento como un partido de fútbol. Para conocer en detalle el perfil psicológico de este destacado engendro llamado Theodore Robert Cowell Bundy y sus 30 asesinatos declarados a jóvenes universitarias -incluyendo una niña de solo 12 años- será necesario lidiar con la brillante serie documental Las cintas de Ted Bundy, de Netflix, firma que también es responsable de esta obra en cuestión. Aquí se prefiere incursionar una perspectiva más poética y “normal” de la persona por sobre el personaje. De ahí que no se narren los sucesos en cadena que tuvieron en vilo a siete estados durante cuatro años, como tampoco en detalle la defensa o posible libertad de cargos hacia el intelectual monstruo, sino que se arma una estructura similar a la interesante My friend Dahmer. En Extremely wicked, shockingly evil and vile, la realidad supera a la ficción a partir de la adaptación del libro El príncipe fantasma, de Elizabeth Kloepfer bajo el seudónimo de Liz Kendall, la mujer que compartió su lecho y familia durante seis años de relación, quien pudo documentar en primera persona el desconcierto de descubrir la doble vida de su prometido, sintiendo una doble traición con una carga atroz impensada. Tanto Kloepfer como el film retratan a Bundy como un tipo atractivo, sumamente encantador y brillante, con una Licenciatura en Psicología y estudios incompletos en abogacía y con una capacidad mitómana asombrosa para mantener una enfermiza doble vida, un hombre muy galante con las mujeres que supo utilizar esa cualidad desde lo empático como desde lo físico para sacar provecho a sus cometidos y enfatizar a posteriori su inocencia. Ahí tenemos como ejemplo a la que fue su última mujer y admiradora, Carole Anne Boone, cuyas visitas carcelarias fueron resultado de la única primogénita de Bundy. También se habla de un personaje tenebroso que desafió el perfil de los asesinos seriales de los 70’y de las instituciones que consideraban otros parámetros en los que Ted Bundy no cuadraba. Este hombre frío y calculador imposible de ser llevado a la pantalla si no fuese por ese talento arrollador de Zac Efron -ya totalmente despegado de la escuela Disney-, capaz de trasladar magníficamente todo ese torbellino de emociones típica de un psicópata siniestro en un film dramático y con mucho suspenso a la vez. Asombra tanto la semejanza física del actor con el personaje a interpretar: Efron incorpora con una facilidad magnética tanto los discursos de Bundy como su calcada comunicación gestual, algo que no puede ser pasado por alto por la crítica especializada o futuros galardones de la industria. Nos engaña como espectadores, haciéndonos preguntar si realmente este ser oscuro es inmortal y logró poseer en su totalidad al actor. Por su parte, Lily Collins, más experimentada en papeles de carga sentimental pero con un profesionalismo intachable, nos demuestra que junto a Efron forman parte de una generación post 2000 de actores hollywodenses con futuro en el Séptimo Arte. Por eso, reconfirmamos que el enfoque sobre la figura de este asesino tal vez sea más humana e íntima desde los ojos de quien fue su amor y le brindó al menos por un breve lapso el ideal de una familia consolidada. Algo imposible para Bundy, quien se debatía entre sus demonios internos, su falta de remordimientos, la ausencia de límites entre el bien y el mal (algo naturalizado en su enferma cabeza) y la “normalidad rutinaria” de un hogar o sus estudios académicos. Es de esperar que este film sea catalogado como un auténtico drama verídico. De esta forma, Extremely wicked, shockingly evil and vile no hace otra cosa que reanimar la llama de la fascinación morbosa que tiene el público reciente y ávido por descubrir otras fases de estos inadaptados “sobrenaturales” de todos los tiempos que parecen ocupar el grueso de las series y los films de estos días: los villanos de carne y hueso.-
Ladino, taimado y extremadamente carismático, la historia de Ted Bundy ha sido una de las que más ha fascinado a Estados Unidos en su largo historial de asesinos seriales que, por supuesto, no han tardado en ser transpuestos a la pantalla grande. Sin embargo, el popular criminal no había pasado por las manos capaces de horrorizar con sus irremediablemente atroces acciones, hasta que Joe Berlinger estrenó Conversations with a Killer: The Ted Bundy Tapes, el inquietante documental que atizó la conversación en torno a la figura del psicópata. Pero el cineasta aún tiene un par de cosas que aportar a la misma, con lo que se encaró a la realización de Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile, de la cual Netflix consiguió sus derechos de distribución en búsqueda de alimentar a su ya gargantuesco catálogo original.
Hay personas que se obsesionan con algo, o con alguien, y se sabe que la fascinación puede llegar a obnubilar el pensamiento, entre otras cosas. Ted Bundy fue un asesino serial de mujeres, uno de los más famosos de los Estados Unidos. Y tuvo varias parejas. Una de ellas, Liz Kendall -su nombre, en verdad, era otro- lo acompañó en buena parte de su vida sin saber que estaba, como dice el subtítulo de la película con Zac Efron en la Argentina, durmiendo con un asesino. El título original es un poco más gráfico (Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile, o sea Extremadamente malvado, sorprendentemente malo y vil ). Y vaya que Bundy lo fue. Y hablando de obsesiones, el director Joe Berlinger, con pasado en el documental, hizo sobre el mismo personaje una docuserie para Netflix: Conversaciones con un asesino: The Ted Bundy Tapes. Así que confiemos que sabe de lo que habla. Pero para esta película eligió el punto de vista no del protagonista, sino de Liz. Tal vez, a Berlinger lo sedujo cómo Liz negaba una y otra vez, no quería creer en la culpabilidad de su amado. Madre soltera, cada mentira de Ted era para ella verdad. También es cierto que Bundy llegó a querer engatusar a todo el mundo, haciendo creer que todo era un complot en su contra, que el sistema legal era corrupto e insistía en que él era inocente. Mientras, los cadáveres de colegialas universitarias a las que engañaba seguían amontonándose. El las golpeaba y/o violaba y asesinaba. Que el carilindo Zac Efron, cuya carrera comenzó en High School Musical y que pasó de comedias berretas como Mi abuelo es un peligro, al lado de De Niro, o en la Baywatch de Dwayne Johnson, también tuvo su momento de gloria en Me and Orson Welles (2008), de Richard Linklater, no vista por casi nadie. De haber sido un éxito, tal vez Zac hubiera pegado un giro hacia otro destino en su carrera. Como sea, la labor que cumple en Ted Bundy es como para destacar, al menos en su filmografía. El personaje tiene tantas aristas que el actor de 31 años las navega con aplomo. Y no menor es la tarea de Lily Collins (Un lugar para el amor, Okja). La hija del músico de Genesis no es que soporta, pero lleva adelante las acciones y debe ponerse al público de su lado, cada vez que la dirección del filme orienta y desorienta sobre si hay que creerle o no a Ted. Quizá cierta falta de rigurosidad en el relato es lo que le hace mella al resultado final. Aunque como drama de entretenimiento no esté mal.
Un caso muy conocido en los EEUU, y el mismo director de esta ficción, famoso documentalista, tiene un trabajo de cuatro horas de duración titulado “Conversaciones con un asesino: The Boundy tapes” (Netflix). Pero en esta película, con guión de Michael Werwie, basado en el libro de la fuera novia de Bundy, el realizador toma el riesgo de ver a este asesino definido por el juez que finalmente lo condeno como “extremadamente cruel, sorprendentemente malvado y perverso” responsable de haber matado a más de treinta mujeres, con la ingenuidad de su enamorada. Un riesgo con buenos resultados, porque encontró en Zac Efrom al actor perfecto. A través de su composición es fácil entender cómo funciona la “seducción del mal”. Como las mujeres caían conquistadas por ese hombre que no necesitaba buscar a sus víctimas porque ellas deseaban estar con él. Aún después de los juicios donde comenzaban a probarse sus atrocidades. Para los espectadores que no están familiarizados con su historia, el film aporta tanta confusión sobre su culpabilidad como la que tienen sus mujeres, la interpretada por Lily Collins y Angela Sarafyan, y con esa seguridad enfermiza del depredador, que se defiende a sí mismo y que cree firmemente en su inocencia aun ante la abrumadora cantidad de cadáveres que acumuló. La ex estrella de “High School” ha crecido como actor y aquí lo prueba con creces, parece haber nacido para este rol. Atildado, payasesco pero letal al mismo tiempo. Un hombre que puede permitirse la ternura y la más convincente cara de inocencia, a pesar de las atrocidades que comete y solo se ven pantallazos quizás de su propia mente fracturada. En los titulo finales se muestran al verdadero protagonista.
La historia del asesino serial Ted Bundy ha sido retratada en numerosas películas desde mediados de los años ´80, antes que el criminal fuera ejecutado por los homicidios de más de 30 mujeres, cometidos entre 1974 y 1978. Esta versión que se conoció este año es probablemente la más interesante por el modo en que evitó los clichés que suelen encontrarse en esta temática. La dirección corrió por cuenta de Joe Berlinger, un documentalista especializado en crónicas policiales que este año estrenó además en Netflix la serie Conversaciones con asesinos: La cintas de Ted Bundy, un material que sugiero ver luego del film protagonizado por Zac Efron. Se trata de un complemento muy interesante de esta producción que incluye archivos audiovisuales que se registraron del criminal. Una particularidad de este film es que reconstruye el caso desde la mirada de Liz Kendall (interpretada por Lily Collins), la pareja formal con la que Bundy tuvo una hija, durante el periodo de su raid delictivo. Cuando esta historia explotó en los medios de comunicación la figura de Kendall fue cuestionada porque no se entendía que ella desconociera por completo la personalidad sádica y violenta del asesino. Una de las características notables de este delincuente pasó por su astucia para engañar psicológicamente a todo su entorno familiar durante años. ¿Es posible convivir con un homicida y no enterarse de sus acciones hasta el momento en que es arrestado? Absolutamente si el criminal se desenvuelve con la psicología y capacidad de manipulación de Bundy. Un individuo que se mostraba como un hombre de familia común y corriente para su entorno y al mismo tiempo era un psicópata que decapitaba mujeres y escondía sus cabezas en su departamento. La compleja dualidad de la mentalidad de este hombre está muy bien trabajada en la película de Berlinger, quien optó por concentrarse en este aspecto del relato, más que en reconstruir los crímenes con escenas de violencia extrema. Si bien el realizador le ahorra al público el morbo de los detalles escabrosos en los homicidios, la exploración de la personalidad de Bundy se explora con solidez. Un aspecto de esta producción donde sobresale la extraordinaria interpretación de Zac Efron, quien a través de este proyecto pudo explotar su potencial como actor. Un artista que suele ser desaprovechado en comedias tontas y en esta labor saca adelante un rol muy complejo. El modo en que retrata con actuación toda la perversión y la capacidad de Bundy para manipular a su propia familia es inquietante. Lily Collins también sobresale con un gran trabajo con un personaje que representa la otra cara de esta historia. El film de Berlinger encuentra su mayor atractivo en la primera mitad cuando se enfoca en la perspectiva de Liz Kendall. Luego el foco de atención se centra en el juicio del asesino, que no es menos interesante por las situaciones absurdas que se vivieron, como el grupo de mujeres que apoyaban al criminal. Sobresale también toda la reconstrucción de la puesta en escena de los años ´70 y la caracterización de Efron como Bundy que es escalofriante. La diferencia con otras producciones que trabajaron el mismo caso es que esta obra se centra más en la psiquis de delincuente y retrata diferentes perspectivas de la historia, en lugar de caer en la explotación sensacionalista de los homicidios. Para quienes se interesen por estos temas es un estreno para tener en cuenta.
Después de su documental para Netflix, Joe Berlinger pasa a la ficción con el punto de vista de la novia de Bundy. Basada en la vida y los crímenes del célebre asesino serial del título, Ted Bundy: Durmiendo con el asesinoafronta un problema inevitable: el de la credibilidad. Autor, según se supone, de un mínimo de treinta asesinatos en el lapso de un lustro a mediados de los '70, Bundy es imposible de creer. Capaz de devenir asesino serial después de haber tomado cursos de psicología y abogacía. De ir a cenar a casa de su novia tras violar y decapitar a una joven estudiante universitaria. De huir de prisión dos veces en menos de un mes. De burlarse públicamente de sus carceleros. De guiñar un ojo a cámara durante el juicio por un doble crimen atroz. De conquistar, gracias a su apostura, seducción y simpatía -además de su elegantísimo moñito- a decenas de chicas que fueron al juicio como quien va al concierto del rock star favorito. Joe Berlinger, realizador de Ted Bundy: Durmiendo con el asesino, estrenó a comienzos de año Conversaciones con asesinos: las cintas de Ted Bundy, producción original de Netflix que puede verse en esa plataforma. Típico documental que reconstruye a la figura protagónica estilo “rompecabezas”, en base a testimonios de protagonistas y un invalorable material de archivo, Las cintas de Ted Bundy es algo así como “Todo sobre Ted”. Para su primer film de ficción, el experimentado Berlinger (autor del documental de Metallica, además de un montón de otros sobre casos policiales dudosos, falsos culpables y reprobables procedimientos judiciales) elige ver a Bundy desde la mirada de su novia de toda la vida, Elizabeth Kloepfer, sobre la base del libro de su autoría, The Phantom Prince: My Life with Ted Bundy. Como tantas de sus víctimas, Liz (Lily Collins) se enamora de ese muchacho (Zac Efron, perfecta elección de casting) porque es buen mozo, agradable y entrador. Un príncipe azul de Seattle, 1969. No le irá mal a Liz con el nuevo novio: fuera del “trabajo” éste no se comporta como ningún monstruo. Ted es un tipo civilizado, sabe diferenciar las cosas. De hecho. será un padre sustituto bueno y cariñoso para su pequeña hija Molly. El problema para Liz consiste en ver de pronto la foto de su novio, sospechado de secuestro, en la tapa del diario. O algunas ausencias inexplicables, así como la visita de algún detective. Lo que no se ve son crímenes: respetando el punto de vista elegido, Berlinger no los muestra, ya que Liz no asiste a ellos. De hecho, la mayoría de ellos no están probados: lo que hay son indicios acusatorios y una confesión postrera. A partir del primer arresto, el relato cambia de punto de vista, pasando a una falsa tercera persona, compuesta por una variedad de enfoques. Entre ellos, los del propio Ted y de Carole Ann Boone (Kaya Scodelario), antigua novia cuya existencia Liz ignoraba, y que ocupará un primerísimo primer plano durante la etapa del juicio (con un remate que no debe contarse, pero que deja boquiabierto). A propósito, el juez es John Malkovich, otra adecuada elección de casting. Y aparece por allí Haley Joel Osment, el exniño de Sexto sentido, convertido en un barbudo con sobrepeso. Realzada por la inteligente elección de esa mirada colateral, Ted Bundy: Durmiendo con el asesino padece de algo frecuente en los casos de documentalistas “pasados” a la ficción: es dramáticamente correcta, pero algo fláccida. Recién la escena final, un cara a cara entre Liz y Ted durante una visita a prisión, tiene la clase de intensidad que al resto del metraje no le sobra.
El ángel exterminador Este filme se suma a la gran cantidad de producciones realizadas a partir de la historia de uno de los más terribles asesinos en serie de la historia de los Estados Unidos, Lo que diferencia esta película de sus antecesoras es el punto de vista que instala, narra, y desde donde desarrolla el texto fílmico. Basado en el libro “The Phantom Prince: My Life with Ted Bundy” escrito por quien fuera su pareja. Elizabeth Kloepfer. Ella se convirtió en una de sus más fieles defensoras, negándose a creer la verdad sobre él, durante años. Nos enfrentamos a la historia de sus numerosos y terribles crímenes contada a través de los ojos de Elizabet, (Lili Collins) . De esa manera el director no tiene que recurrir a la violencia glamorosa, excitante para atrapar al espectador, sólo sostenido por el desarrollo y evolución del personaje principal que no es el asesino, sino quien convivió con él y tuvo que ir modificando su mirada sobre quien había compartido el lecho con ella. Sin embargo uno de los puntos más altos de ésta película se encuentra en las actuaciones, desde Zac Efron en el rol de Ted Bundy, pasando por las muy buenas actuaciones de las dos mujeres de su vida, la nombrada Lili Colllins, y también Ángela Sarafyab personificando a Joana, quien fuera su última mujer. Hasta llegar a papeles muy chicos, con poco tiempo en pantalla, pero efectivos realizados por John Malcovich como el juez que finalmente lo condena, entre otros. Como dato curioso tiene un pequeño papel Haley Joel Osment, el chico de “Sexto sentido” (1999), sólo reconocible si nos quedamos en sus ojos, pasaron 20 años, unos cuantos centímetros demás y, digamos que sin exagerar, casi 100 kilos. En sentido de la performance lo realizado por Zac Efron es excelente, su Ted Bundy no sólo es muy convincente, cara de ángel, inocencia pura, seductor nato, en síntesis, es todo un despliegue de las herramientas que posee el actor y que hasta éste filme parecía no poseer, dándole los tonos justos y equilibrados a su personaje. Hay una escena con un perro que es un quiebre del personaje puesto por el director para el espectador, este es un claro ejemplo sobre la actuación, primer plano sin cortes y cambios en el registro sobre el personaje haciendo foco en los ojos y resolviendo de manera brillante. Otros valores que presenta la realización son la dirección de arte en general, la escenografía y vestuario en particular, la recreación de época y el diseño de sonido, haciendo de ella un complemento ideal, no sólo es empática, trabaja sobre el relato y la imagen de manera simultánea. Si alguien va a buscar otra versión profana del personaje no lo va a encontrar, en cambio podrá dar cuenta de un muy bien relato desde lo cinematográfico, si bien de estructura clásica, al igual que su desarrollo, en contrapunto con el montaje que por momentos parece responder al género dramático, en otros al thriller más circunspecto y por momentos haciendo un muy buen uso de los archivos de la época. Ted Bundy estudio derecho, fue su propio defensor, eso significa que conocer las leyes no es sinónimo de honestidad, también era psicólogo, lo que confirma que haber terminado la carrera de licenciado en psicología no te da un certificado de salud mental
La glorificación de Ted Bundy Los asesinos seriales no dejan de estar 'a la moda'. Para hacerle la competencia a Charles Manson, Ted Bundy vuelve a la pantalla con todo su encanto y falta de culpas. Joseph Berlinger es un realizador afecto a los documentales criminales, casi siempre llamando la atención sobre temas de justicia social, ya sean en los Estados Unidos o en otras partes del mundo, con películas como “Paradise Lost: The Child Murders at Robin Hood Hills” (1996), “Crude” (2009) o “Whitey: United States of America v. James J. Bulger” (2014). Muchos están de acuerdo en destacar que el estilo de Berlinger allanó el camino para el ‘true crime’ tal cual lo conocemos, hoy gracias al éxito de “Making a Murderer”, entre otros proyectos. El mismo director probó las mieles del suceso de la gran N con “Conversations with a Killer: The Ted Bundy Tapes”, miniserie que se mete de lleno en la cabecita de uno de los asesinos seriales más nefastos que conoció el país del Norte, y uno de los criminales más notorios dentro de la cultura pop, gracias (o por culpa) de la intervención de la prensa. Nombres como los de Bundy, David Berkowitz -conocido como “El hijo de Sam”- y hasta Charles Manson marcaron un antes y un después en estos asuntos tan delicados y su relación con el inconsciente colectivo, mucho más interesado en el perpetrador y sus métodos que en las víctimas. Hay algo hipnótico en estos individuos que nos hace querer sumergirnos en cada uno de los pequeños y sangrientos detalles de sus fechorías (sí, nos pasa a todos), de ahí la popularidad de la que goza por estos días el ‘true crime’ televisivo, impulsado también por dramas como “Mindhunter”. De repente, Manson vuelve a estar en boca de todos debido a su aparición en la segunda temporada de la serie de Netflix y en “Había una Vez… en Hollywood” (Onve Upon a Time… in Hollywood, 2019) de Quentin Tarantino, pero Bundy no se quiere quedar atrás y aprovecha la moda para inundar las pantallas con su macabra historia. A su favor, tenemos que decir que “Ted Bundy: Durmiendo con el Asesino” (Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile, 2019) tuvo su premiere mundial en el Festival de Cine de Sundance en el mes de enero y luego pasó a la pantalla de la N roja sin escalas. Por esas cosas inexplicables de la distribución, no está disponible por nuestros pagos, en cambio, aprovecha el momento y llaga a las salas de cine locales para conquistarnos con sus desventuras un tanto ‘románticas’ y enfermizas. La película de Berlinger, al igual que su documental, hace foco en el asesino y, sobre todo, en la relación con Liz Kendall (Lily Collins), secretaria y madre soltera que conoció a Ted (Zac Efron) en 1969 y, casi hasta el final de sus días (y a pesar de sus sospechas), profesó la inocencia de este hombre encantador y carismático quien supo ser su pareja durante años. Claro que también era un sociópata engreído que terminó confesando treinta de sus horrendos crímenes, todos ellos femicidios. El director y el guionista Michael Werwie toman como punto de partida las memorias de Kendall, “The Phantom Prince: My Life with Ted Bundy”, tratando de que nos paremos desde el punto de vista de esta protagonista, algo que nunca funciona porque el acento y la glorificación siguen puestos en la figura de Bundy. Entendemos que este hombre era súper atrayente y comprador: en aquella época, nadie podía creer que alguien tan ‘apuesto’ sea capaz de perpetrar semejantes atrocidades. De ahí, las groupie que se aglomeraron a su alrededor durante el juicio, o las mujeres que se enamoraron de él e insistieron en su inocencia, entre ellas, su esposa Carole Ann Boone (Kaya Scodelario). Tan engreído y carismático, como psicópata Suena enfermizo y así lo plantea la película: las mujeres que aparecen delante de la cámara nunca están asustadas ante este ‘enemigo’, en cambio, parecen desesperadas por un poco atención y afecto. Con el correr de los años y las acusaciones, Liz decide acabar con la relación y ahí es donde su vida se empieza a descarrilar, incapaz de soltar esta conexión, seguir adelante con una nueva pareja (Haley Joel Osment) o dejar el consumo de alcohol, que empieza a hacer mella en su salud. Obviamente, podemos detenernos y tratar de analizar estas relaciones y el estado emocional de estas víctimas indirectas, pero a los realizadores no les interesa este enfoque. E cambio, sí los carismáticos momentos de Bundy, muy bien encarnado por Efron. Mientras tanto, Bundy salta de juicio en juicio, de estado en estado, y de escape en escape, supuestamente, con la intención de reunirse con su amada. Por suerte, Berlinger no tiene la necesidad de escarbar en todos os truculentos detalles de cada crimen -para eso está su documental-, pero tampoco se preocupa demasiado por las víctimas. Todo tiene que ver con su ‘rock star’, y cómo encandila a estas mujeres que vienen en eterna negación. Para ello, la historia va y viene en el tiempo de manera un tanto desordenada y poco atractiva narrativamente, sumando los momentos más destacados de la carrera criminal de Bundy, que nunca deja de estar al centro y al frente. Curioso, más si tenemos en cuenta el material de origen. El relato nunca logra la sensibilidad necesaria para con Liz, quien se queda en su casa sufriendo los efectos depresivos de la culpa, convirtiéndose en un personaje de adorno y sin peso verdadero, que nuca puede contrastarse con el hipnótico y destacado Ted Bundy.
Embriagada de amor: Los psicópatas siempre fueron fuente de una extraña fascinación, precisamente por tratarse de personajes a los que resulta difíciles sacarles la ficha. Esta cuestión, sumada al incremento de los femicidios y los recientes reclamos de los movimientos feministas pugnando por un derecho con perpectiva de género a la hora de tratar este tipo de delito, puede explicar la proliferación de diversas series y películas que abordan la temática de asesinos o depredadores seriales de mujeres, especialmente en las plataformas de streaming. Es en esta linea que, habiendo una serie documental, llega ahora la película de ficción sobre Ted Bundy del realizador estadounidense Joe Berlinger, sobre quien es considerado uno de los asesinos seriales más impactantes y mediáticos de los últimos tiempos, dada la gran cantidad de femicidios cometidos, su ferocidad y su capacidad para eludir la ley, en tiempos (1974-78) donde ni la policía ni la justicia contaban aún con una sistematización para abordar este tipo de crímenes, y la amplia cobertura periodística que tuvo su juicio, llegando a ser una suerte de celebridad a quien la gente pedía autógrafos. La película abre con la visita de Liz Kendall (Lilly Collins) a Ted Bundy (Zac Efron) en la cárcel de máxima seguridad, donde él se acerca para conversar con ella sonriente y seductor, mientras que Liz se muestra seria y esquiva a sus adulaciones. A partir de aquí la película se construye como un flashback que da cuenta del comienzo y el desarrollo del vínculo entre ambos. Liz es una joven secretaria y madre soltera, insegura como mujer, que conoce a Ted en un bar de universitarios de Seattle en 1969. El acercamiento de Ted a ella, justo en el momento en que ella está agachada recogiendo unas monedas en el piso junto a la rocola, ya marca el sentido de la relación, donde Ted se coloca en un lugar de superioridad, desde el cual ejerce su fascinación y su dominio. A los ojos de Liz, Ted aparece como el novio ideal, la acompaña a su casa, no huye al saber que tiene una pequeña hija, respeta sus tiempos sin tener sexo en la primera cita y le prepara el desayuno a la mañana siguiente. Es el príncipe azul anhelado para quien se siente menos y vulnerable, viniendo de un fracaso amoroso anterior. El idilio romántico de una vida de pareja y familiar continúa sin sobresaltos y en contraposición al terror que se desata en diversos estados de Estados Unidos con la desaparición de varias jóvenes universitarias. Esto el director lo aborda mediante la inserción de secuencias familiares en estilo de cámara casera a las que yuxtapone la voz de la presentadora de televisión informando sobre las noticias policiales. El historial policial de Bundy va transcurriendo cronológicamente (hibridando la recreación de ficción con elementos de documental a través de registros televisivos y de la prensa escrita de la época), mientras se alternan los avatares de la relación de pareja. El vínculo incluso resiste cuando Bundy es detenido, juzgado y condenado en Utah por el ataque y el secuestro de una joven y también con su extradición, juicio y condena por asesinato en Colorado en 1977. Bundy se las ingenia para mostrarse vulnerable ante la posibilidad de perderla y para que ella mantenga la esperanza de su libertad y de consumar el sueño del casamiento maravilloso, la casa de familia y el perro, mediante sus llamadas telefónicas y cartas llenas de amor que la hacen sentir en la cima del mundo, embriagada en la voluptuosidad de las palabras. Las señales están, pero Liz no puede verlas. De hecho es interesante y sugerente la escena en la guardería canina donde el can le ladra ferozmente a Bundy y este logra doblegarlo y tranquilizarlo con el poder de su hipnótica mirada. La negación inicial de Liz da paso a un estado depresivo, cuando ya no pueda cerrar los ojos ante la verdad. Se siente reducida a nada sin su amor, se refugia en el alcohol y se culpa ferozmente por haber dado su nombre a la policía al verlo parecido al identikit. ¿Cómo es posible que una mujer no pueda darse cuenta de que está durmiendo con el enemigo, como reza el título de la película? Más aún, tomando a Carol Ann (una vieja amiga, también madre de un hijo, que se casó y tuvo una hija con Bundy durante su encarcelación en el corredor de la muerte en Florida), ¿cómo es posible que una mujer se enamore perdidamente de un hombre condenado por varios asesinatos de mujeres? Este es el eje del film, que por la temática puede emparentarse con la película de ficción Un amor imposible (Catherine Corsini, 2019). El titulo en inglés extremadamente perverso, sorprendentemente malvado y vil, y el epígrafe del comienzo: “Pocas personas son capaces de imaginar la realidad” de Goethe, acaso puedan darnos un pista. El ideal del amor romántico en mujeres vulnerables, que no toleran las dificultades, frustraciones, imperfecciones que conlleva todo vínculo, se encuentra y encaja aquí con un hombre inteligente y de gran atractivo físico, pero de estructura perversa y personalidad narcisista, que disocia patológicamente un amor idealizado por la madre (de ahí la apariencia amable y respetuosa ligada a estas mujeres cuyo rasgo es ser madres) del odio hacia la mujer en tanto causa de deseo, volcado en la serie de las estudiantes universitarias. De ahí que resulte para aquellas en la serie de la esposa y de la madre, sumamente impensable e increíble, una realidad tan cruel y tan ajena a la cotidianeidad que ellas experimentaron; al punto que incluso las señales y condenas efectivas, y con suerte la confesión de los propios labios del perverso en cuestión, sean lo único que les permite poder separarse de él. La pareja protagónica se ajusta a lo necesario porque lo que se pone en juego es el aspecto romántico de la personalidad de Bundy, más que su lado oscuro. La película de Berlinger tiene un comienzo promisorio al decidir narrar desde el punto de vista novedoso de la novia del asesino serial y adentrarnos en las posibles motivaciones del enganche de una mujer con un hombre con perfil psicopático. El problema es que, además de no asumir ningún riesgo a nivel formal, durante la segunda mitad el director pierde el anclaje en el punto de vista, sin poder profundizar en el aspecto que podría ser más innovador. Porque para que el centro pueda ser Ted Bundy no habría nada más efectivo, interesante y escalofriante que su propia confesión en las cintas en las cuales se basa la serie documental que el mismo realizador ya dirigió.
La biopic que muestra la historia del femicida más conocido de Estados Unidos logra prevalecer por sus actores y por el buen reflejo de la época, no así tanto por lo estrictamente cinematográfico. La historia de Ted Bundy ha sido llevada a la gran pantalla en más de una oportunidad gracias a los llamativos condimentos que ésta tiene. El principal de ellos es la presencia del propio Theodore Robert Cowell Bundy, Ted. Un personaje que supo dividir las aguas cuando su caso por múltiples homicidios, violaciones y secuestros fuese elevado a juicio oral y público a toda la comunidad estadounidense. Ahora gracias a los conocimientos del director Joe Berlinger, conocido por haber realizado el documental de Netflix Conversaciones con Asesinos: Las cintas de Ted Bundy (2019), el mismo cineasta decide ampliar su visión haciendo una dramatización del caso con lujo de detalles. En Ted Bundy: Durmiendo con el asesino (Extremely Wicked, Shockingly Evil, and Vile) Zac Efron interpreta a Ted Bundy, un estudiante de derecho y aparentemente perfecto, que logra establecerse en pareja con Liz Kendall (Lily Collins), una secretaria divorciada que vive sola con su pequeña hija. A medida que la relación entre ambos se afianza, Liz empezará a notar un comportamiento extraño en Ted y junto con esto, él comenzará a verse perseguido constantemente por las autoridades debido a que su descripción coincide con la búsqueda de un sospechoso al que se le atribuyen varios cargos de violación y homicidio. De esta manera, Ted comenzará a escapar de las autoridades en más de una oportunidad convirtiéndose en prófugo, mientras lucha por demostrar su inocencia y por seguir manteniendo su relación con Liz de la mejor manera posible. Al contrario de las otras representaciones que ha tenido esta historia en la pantalla grande, en donde siempre se hizo foco en la relación entre Liz y Ted, en ésta oportunidad y si bien sí se tiene en cuenta dicha relación, lo más interesante que el director logra mostrar es como a partir de la mediatización del hecho, los personajes involucrados en el caso van cambiando posturas y pareceres dependiendo de como se van sucediendo los hechos. Ahora bien, en lo puntualmente cinematográfico los puntos altos de este film tienen que ver con el montaje entre las escenas filmadas con actores y las imágenes que lograron ser rescatas de archivo, creando así una ilusión casi perfecta de la época de los eventos que se mencionan. De la mano con esto, toda la ambientación es perfecta, los outfits y escenarios están reflejados de una manera excelente y producen un viaje a la época de manera efectiva. Narrativamente la película tiene bastantes fallas, por momentos se vuelve tediosa y bastante previsible aún cuando el espectador pueda o no conocer la historia verídica. Zac Efron y Lily Collins están realmente bien en sus papeles pero el que más se luce en sin lugar a dudas el ex High School Musical. Atrás quedaron los días en donde el actor era encasillado como un actor del montón y en al que solo se le podían entregar papeles menores sin importancia. Aquí demuestra que su crecimiento actoral no tiene techo y tiene toda la capacidad para afrontar papeles completamente maduros. Si bien Collins demuestra estar hecha para el drama, da la sensación de que el único interés del guion para con su personaje es solo el de transmitir el sentimentalismo y la desazón. Al margen de éstas dos figuras, hay otros miembros del elenco que si bien no tienen un papel del todo preponderante, hacen que el relato fluya con total normalidad y no se vean siempre las mismas caras. La inclusión de Kaya Scodelario, John Malkovich, Jim Parsons y Haley Joel Osment completan un cast que le daría envidia a cualquier otra producción a pesar de sus pequeños papeles. Más allá que narrativamente la película no parece despegar en casi ningún momento, el retrato de un caso que conmovió a todo un país, está hecho de manera casi perfecta y resulta entretenida para quienes no tienen idea de lo que ocurrió cómo para quienes que sí.
Netflix produjo "Extremely Wicked, Shockingly Evil, and Vile", ficción basada en hechos reales para complementar y potenciar el documental sobre las cintas de Ted Bundy, el asesino serial más importante de la historia de los Estados Unidos. A partir de esta semana, entonces, podremos acceder a un drama biográfico sólido, dirigido por el debutante Joe Berlinger (un productor ejecutivo que viene de la TV), que nos trae a dos figuras populares en los roles principales (Zac Efron y Lili Collins) y una historia, que no deja de llamar aún hoy, la atención. Cuando hablamos de Ted Bundy, hablamos no sólo de un vicioso criminal. Sádico y perverso. También hablamos de un sujeto encantador, inteligente, sutil y audaz. Capaz de manipular y desorientar a las autoridades, víctimas y gente del medio en que se encontraba, en múltiples ocasiones, todas con total desparpajo y cinismo. Esta película viene a poner en relieve, todas esas características. Y para ello se eligió a Zac Efron, un encanto de pibe que muestra que es un gran actor. Siempre digo que lo que Efron no tiene es capacidad para leer que proyecto le conviene seguir, pero condiciones posee de sobra (un poco como Robert Pattinson, pero el cantante no acertó casi ninguno hasta ahora). Y aquí, despliega toda su capacidad histriónica para dar vida al legendario asesino: sólo le falta cantar y hacer coreos, pero todo lo demás, lo pone al servicio de potenciar su personaje. La historia nos presenta la breve e íntima relación de Bundy con su novia oficial (Liz), en la piel de la dúctil Lili Collins. Accedemos a su primer encuentro y los momentos posteriores, donde Bundy se muestra paternal con la hija de Liz y nada hace suponer su perfil monstruoso que saldrá a la luz en tiempo y forma. Bundy está mal pero lo increíble es que logra vivir casi 6 años en pareja, portándose como un sujeto normal. Efron decide encarar su rol con todas sus herramientas de seducción y deja claro sobre que aspecto Berlinger quiere dejar su marca: no hay mucho de los terribles asesinatos de Ted, pero sí un prolijo y hasta divertido derrotero que muestra como Bundy logra escaparse de la ley, miente, miente y hasta se transforma en un gran suceso mediático, hacia el final de la cinta. El aporte principal de la cinta, me parece, es mostrar cuan poderoso puede ser un engaño, cuando quien lo comete es dueño de una presencia seductora y carismática. La elección del director, de no mostrar casi nada de los crímenes, abona la construcción de una fabulación que encubre la verdadera naturaleza del perfil asesino. Es en busca de potenciar efectos, pero como opción, no me convenció. "Ted Bundy: durmiendo con el asesino" es una película laboriosa e intensa, que nos permite ver a un Efron renovado, acompañado por la siempre dulce y eficiente Lily Collins. No es para tomarsela muy lineal en algunos tramos (aunque hay documentación que sustenta la mayor parte de la película), pero está bien, entretiene y... en cierta manera, aterroriza.
“Ted Bundy: Durmiendo con el asesino”, de Joe Berlinger Por Mariana Zabaleta Películas de asesinos seriales hay un montón, sobre “perejiles” muchas menos. Esta es una película de Netflix (durmiendo con el enemigo), así que olvídense de la súper acción Hard R que siempre promete el nombre de Ted Bundy. No es casualidad que este retrato ahonde mucho más en el largo y complejo historial judicial que llevo a Bundy a desfilar por diversas Cortes y prisiones norteamericanas. Joe Berlinger, como director, profundizó las complejidades e irregularidades del sistema procesar norteamericano con su trilogía “Paradise Lost”. Nuevamente en el tema se permite construir un retrato que da protagonismo a las “víctimas vivientes”; una madre soltera encuentra un entrañable compañero de vida en lo que sabemos es una bestia. No siempre la bella transforma a la bestia, y en esta retorcida versión el laboratorio Disney nos entrega otro Zac Efron 100% artificial. El sincretismo perfecto para caracterizar la “magia” del psicópata norteamericano. Hacedores de historias, estos maquiavélicos sátiros son los preferidos para alimentar el morbo de la prensa amarillista. Berlinger opta, con astucia, mechar pequeñas perlitas documental para fogonear el interés en su historia. John Malkovich gana el premio al “remo” de la película al interpretar a un juez deslumbrado por un Bundy en pleno uso de sus facultades intelectuales. Lejos del glamour caníbal Bundy es retratado como un hombre dominado por una pulsión suprema. Una fuerza que lo lleva tanto hacia la masacre como a la conquista de un showman nato. Privado de su libertad, pero en plena conciencia del ojo ávido de la cámara, este Bundy se esmera en demostrar su inocencia. Sin lugar para los grises, la verdad solo es revelada para quien conquista el corazón de la bestia. TED BUNDY: DURMIENDO CON EL ASESINO Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile. Estados Unidos, 2019. Dirección: Joe Berlinger. Guión: Michael Werwie. Intérpretes: Zac Efron, Lily Collins, Kaya Scodelario, John Malkovich, Jeffrey Donovan, Angela Sarafyan, Dylan Baker, Brian Geraghty, Jim Parsons, Haley Joel Osment. Producción: Joe Berlinger, Nicolas Chartier, Michael Costigan, Ara Keshishian y Michael Simkin. Distribuidora: BF + París Films. Duración: 110 minutos.
Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile es el título original de esta film que aquí se estrena con el título de Ted Bundy: Durmiendo con el asesino. Sí, como si quisiera emular una ficción berreta en lugar de estar basada en la historia de uno de los asesinos más terribles de las últimas décadas. Se cuenta la historia de este carismático monstruo, asesino serial, cuyo juicio se convirtió en todo un evento que la película recrea de forma correcta en el guión pero de forma mediocre en la puesta en escena. Con la supuesta potencia que tiene el ponerse del lado de las dos mujeres que lo amaron, la película no encuentra en ningún momento el tono y se beneficia solamente cuando aparece el juez interpretado por John Malkovich. Dato curioso, todo lo ingenioso, veloz e interesante que dice el juez no es guión sino las verdaderas palabras que él dijo en el juicio. El juez hubiera sido mejor guionista seguro y tal vez mejor director también de esta película que se sumará a la larga lista de títulos vinculados con asesinos seriales pero sin ocupar de ninguna manera un lugar de privilegio.
Del director Joe Berlinger, llegó “Ted Bundy: Durmiendo con el asesino” a los cines. La historia del asesino en serie más famoso de los Estados Unidos fue una total vorágine por lo que generó en los medios de comunicación y en el país. Zac Efron interpreta a Ted Bundy, un joven que aparentaba ser un estudiante, sencillo e inteligente. En uno de sus viajes conoce a Liz Kloepfer (Lillly Collins), una joven madre soltera que da todo por su hija. La conexión entre ellos fue instantánea, los años fueron pasando y ellos vivieron felices – hasta que una noticia en el diario lo cambia todo. Unas jóvenes estudiantes aparecen asesinadas y se llega a la conclusión de que en varias ciudades también había de estos casos. Una sobreviviente reconoce a Bundy como su agresor y con el correr del tiempo empiezan a aparecer más pruebas que lo involucran a él cada vez más. Liz nota la ausencia de Ted en su casa y la lleva a sospechar un poco, pero para ella las pruebas no son suficientes para estar certera. El film muestra la historia de la pareja, de cómo lo viven las dos partes, desde sus propias perspectivas. Por un lado una madre con culpa que creía ya tener todo hasta que su compañero de vida no era quien parecía ser, y por el otro un demente asesino que se empeña en demostrar que es inocente y todos los comentarios en contra parecen resbalarle del cuerpo. Es difícil ver a Efron y no recordar a Troy Bolton, pero en este caso el cambio fue rotundo y acertado. Lo que se destaca del personaje es la seriedad y frialdad en cada escena, pero lo malo es que no fue mostrado como se esperaba porque se centraron mucho más en cómo lo veía la gente, es decir mostraron más una parte exterior y no tan interior, lo cual hubiera sido un poco más interesante. Por ciertos momentos, el film comienza a sentirse largo y tosco, lo cual no ayudó a la participación de Collins, quien tranquilamente podría haber tenido un muy buen destaque, pero no fue así. Claro que aparecen los actores John Malkovich y Jim Parsons, quienes le agregan aún más nivel a toda la película. Al final todo cierra bien pero no como uno espera – o al menos yo -, dejando una sensación de que algo falta para cerrar el círculo.
[REVIEW] Ted Bundy: Durmiendo con el asesino. El director Joe Berlinger, especialista en documentales y experto en la figura de Ted Bundy a través de la reconocida serie documental de Netflix, “Conversations with a Killer: The Ted Bundy Tapes”, nos propone este interesante retrato protagonizado por un más que convincente Zac Efron. Últimamente está de moda adaptar todo tipo de material sobre personajes de la vida real, en especial a los criminales, ya que estos esconden complejas historias donde la realidad termina superando a la ficción. La figura de Ted Bundy no es la excepción, ya que representa uno de los asesinos seriales más peligrosos y despiadados de la historia de Estados Unidos. El homicida confesó 30 asesinatos de mujeres, entre los cuales hubo violaciones, pero las autoridades piensan que el número puede ascender a cifras más grandes. Es por ello que la historia del sujeto en cuestión fue llevada en numerosas oportunidades tanto a la pantalla grande como a la televisión. Esta obra en particular, titulada “Extremely Wicked, Shockingly Evil, And Vile” (en su idioma original) adapta el libro “The Phantom Prince: My Life with Ted Bundy” de Elizabeth Kendall, quien fue novia del psicópata durante sus años de estudiante. Lo interesante de este largometraje radica justamente en que la narración toma el punto de vista de Liz (interpretada por una cautivante Lily Collins), donde constantemente se establece una duda sobre la veracidad de los hechos sobre los que se acusa a Ted (Zac Efron). Lo cierto es que si bien por momentos el relato toma una postura omnisciente donde se muestra como lo detienen numerosas veces a Bundy y demás; se prioriza esa mirada ingenua, comprensiva y negadora de Liz, ciega a los numerosos y terribles crímenes que iba cometiendo paralelamente el asesino. Un hecho destacable del director y del guion de la cinta tienen que ver con que justamente este punto de vista hace que el mismo espectador dude y se vea cautivado en cierta forma por el carisma y la inteligencia del perverso personaje de Zac Efron, lo que hace que el clímax del film sea mucho más crudo y poderoso cuando se termine de confirmar todo lo que el espectador ya sabía incluso antes de ver la película. Muchos dirán que el retrato del asesino puede ser un poco manipulador o incluso que está edulcorado pero lo cierto es que apela por mostrar su vida privada y la mirada que tenía su novia en el momento en que no era consciente de la monstruosidad de los actos de la persona con la que convivía. Es por ello que en el final vemos algunos momentos que se nos presentan al principio del metraje donde la perspectiva y el conocimiento hacen que cambie totalmente la sensación y el sentido de lo que vemos. Todo esto gracias a una maravillosa composición de Zac Efron, que logra una de las interpretaciones más destacadas de su carrera, llena de sutilezas que van desde lo carismático hasta la profunda perturbación. Acompañan muy bien Lily Collins, una irreconocible Kaya Scodelario (Crawl), un siempre estupendo John Malkovich y un medido pero eficaz Haley Joel Osment (The Sixth Sense). A su vez, el director le imprime al relato un tensión magnífica en la reconstrucción de los hechos que muestran el ir y venir del personaje principal por los diferentes arrestos, prisiones y el posterior juicio que terminó siendo televisado a nivel nacional dándole un lugar destacado en los medios de comunicación. Quizás el mayor pecado de la película sea el no mostrar sus verdaderos colores un poco antes en el relato para evitar una confusión sobre la figura del asesino pero lo cierto es que al no hacerlo hacen que el final sea mucho más eficaz y escalofriante. “Ted Bundy: Durmiendo con el asesino” es un film más que correcto que se beneficia de una gran interpretación de Zac Efron y de una lograda dirección de Joe Berlinger que muestra su conocimiento del campo criminal y judicial pero a su vez humanizando y mostrando la vida privada del monstruo detrás de la sonrisa. Una película con un guion y una estructura interesante que suma puntos por su inquietante trasfondo real.
Tan popular fue la figura del asesino serial Ted Bundy en los Estados Unidos en las décadas de 1970 y 1980 que los guionistas de la comedia televisiva Casados con hijos bautizaron con ese apellido al padre de familia, protagonizado por Ed O’Neill. Y un segundo dato para calibrar la fama de este criminal es que su juicio en Florida fue el primero en ser televisado en directo en la historia de la TV norteamericana. ¿Por qué Bundy era tan fascinante pese a sus atrocidades? Primero que nada era buen mozo. Segundo, era muy inteligente. Parecía un tipo simpático con el que uno podía cruzarse en una universidad o en un tribunal, aunque no como reo sino como abogado. Todas esas características están muy bien desarrolladas en Ted Bundy, durmiendo con el asesino, la mezcla de biopic, docudrama y trial movie (película de juicio) que dirige y produce Joe Berlinger. Berlinger es un experto en Bundy. Dirigió la miniserie documental de cuatro capítulos Las cintas de Ted Bundy, estrenada este año en Netflix. Ese conocimiento tan específico por momentos atenta contra la capacidad de síntesis de la historia, que parece escindida a la vez entre el documental y la ficción y entre la parte que le corresponde al criminal y la parte que le corresponde a su esposa. Sólo al final esas dos líneas de fuerza lograran unirse en una escena de una calidad dramática notable. En el medio, Berlinger nos muestra la relación sentimental de la pareja desde que se conocen en un bar hasta que empiezan a revelarse los asesinatos de mujeres que involucran a Bundy y los procesos judiciales posteriores. Tanto Zac Efron, en su ambiguo papel de novio atento y psicópata encantador, como Lily Collins, en el rol de la novia enamorada y angustiada, son los principales puntos de apoyo de una narración que nunca consigue tensarse del todo salvo en sus últimas escenas.
El filme original de Netflix cuenta la historia del proceso judicial del famoso asesino estadounidense Ted Bundy.
Extremadamente cruel, malvado y perverso La traducción literal del título original es “Extremadamente cruel, malvado y perverso” que, justamente, es la frase que pronuncia el juez del caso Ted Bundy, hablando de la personalidad del acusado. Basado en el libro “The Phantom Prince My Life with Ted Bundy”, de Kloepfer, su ex mujer, donde cuenta su punto de vista sobre la historia, la película presenta a uno de los asesinos más salvajes de la historia. A pesar de ser del mismo creador que la serie documental de Netflix Conversaciones con asesinos: las cintas de Ted Bundy, poco tienen que ver una con otra, más allá que se trate de la misma persona. Ted Bundy: Durmiendo con el asesino narra la historia de amor que podría haber sido hermosa, pero resulta que una de las partes era un tenebroso asesino de mujeres. Construida a partir de flashbacks que muestran el comienzo y desarrollo del vínculo entre ambos. A los ojos de Liz, Ted es ideal, el compañero de ella y de su pequeña hija. Hasta que comienza a ser buscado y detenido por distintos femicidios que ocurren en los Estados Unidos. Igualmente, el vínculo resiste mucho tiempo más. Con el paso de los tiempos, Zac Efron está logrando salir del mote de “chico bonito” para, gracias a papeles que lo resaltan, tener algunas buenas interpretaciones en distintos géneros. Su actuación en este drama es muy buena, con una interpretación que impacta por su seriedad y oscuridad (a pesar de la simpatía del criminal), así transmite el encanto y espanto que habitaban en la misma persona. Sin dudas, el mejor trabajo de su carrera. Lily Collins interpreta de manera formidable a la mujer enamorada y entregada, al menos los primeros tiempos, Elizabeth Kloepfer, quien apoya durante muchísimo tiempo a su marido Ted y no cree ninguna de las acusaciones que sobre él recaen. Al principio llama la atención su papel, pero luego se va licuando hasta dejar de ser interesante. Además tenemos a Kaya Scodelario como Carole Ann Boone, la que se transformaría en la esposa de Bundy en 1980 cuando se lo propuso en medio del juicio. Además, ver en escena a figuras como Jim Parsons, Jhon Malckovich y James Hetfield (voz de Metallica) es muy reconfortante. Si uno se deja llevar por el espectacular título de la película, podría creer que verá un policial sobre el asesino y sus increíbles crímenes. Aunque está muy lejos de eso. Quizás hubiese sido más funcional si Ted Bundy hubiera sido el verdadero protagonista, ese criminal escalofriante, con las historias de su confesión, como sí sucede en la serie documental, dirigido por el mismo Berlinger. Aquí sólo se dedica a mostrar la destreza para enamorar y la forma en la que se convierte en una celebridad, a costa de su propia libertad. A esta adaptación en forma de película le falta el peso dramático de la historia. Hay ahorro de demasiados recursos que hubiesen dado mayor sentido a todo, por ejemplo, el conocer esta doble personalidad de Ted, del amor romántico con su esposa a las cosas que nunca contó. Dado que la película la tiene Netflix y enseguida la estrenará, es un buen plan verla en casa. Con esto, no se descarta verla en sala de cine, pero no es imperdible.
Ted Bundy fue uno de los mayores asesinos seriales de la historia, y su vida tiene suficiente sabor como para una película. Salvo por los actores, especialmente Zac Efron, el problema de este film es que su puesta en escena es totalmente desabrida. Podían contarse muchas cosas, podía ser una película realmente perturbadora. Queda en un docudrama que no desentonará en la ventana digital.
El «carilindo» de Zac Efron utiliza sus encantos para interpretar a Ted Bundy, uno de los famosos asesinos seriales que durante muchos años negó haber cometido los crímenes. La historia cuenta cómo Elizabeth Kloepfer (Lily Collins), en los años 70, se puso en pareja con el estudiante de abogacía Ted Bundy (Efron). Su vida tranquila y normal se ve afectada cuando alguien identifica a Bundy como responsable del asesinato de unas jóvenes estudiantes. La policía lo detiene y comienza un juicio por diferentes estados, mientras Elizabeth trata de creer que hay una equivocación. Después del estreno de la segunda temporada de Mindhunter y la participación de Charles Manson en Había una vez… en Hollywood, llega en el momento justo Ted Bundy: durmiendo con el asesino. La película no entra en detalles de los terribles asesinatos que cometió Bundy, sino en dos puntos de vista durante su juicio. El primero, el de Elizabeth que, en total estado de negación, intenta reconstruir su vida y alejarse de la situación. Y por el otro el de la prensa, que hace un espectáculo del caso, principalmente, apoyado por la personalidad del asesino. Zac Efron aporta su carisma en los diálogos, pero al igual que el asesino real, es su rostro el que trata de convencer a los miembros del jurado y al espectador. Sólo al final del film Bundy se saca la máscara por unos segundos y vemos al asesino. Hay un gran trabajo de reconstrucción del juicio, pero como mencionamos no se apoya en la investigación, casi en ningún momento se ve a las víctimas o familiares de ellas. El guion, basado en la novela The Phantom Prince, escrita por la misma Kendall, engaña al espectador y sólo nos muestra una realidad. Ted Bundy: durmiendo con el asesino elige muy bien a su protagonista y también toma la decisión correcta de alejarse de la reconstrucción policial del caso para mostrar la intimidad de una persona que podría ser cualquiera que conozcamos.
En 1969 Ted Bundy conoce en Seattle a quien sería durante varios años su novia, Liz. Para 1974 una serie de asesinatos de mujeres empiezan a tener un factor en común y se difunde una ilustración del supuesto homicida. La imagen guarda un increíble parecido con Ted, pero nadie de su entorno parece reparar en ello. Bundy es detenido en Utah al año siguiente por no respetar las velocidades máximas con el auto y cuando la policía realiza la pesquisa del mismo encuentran ciertos elementos que lo transforman en el principal sospechoso de los crímenes. Comenzado el juicio, en 1976 se vinculan los crímenes de Seattle con los de Utah y a partir de allí la coartada de Ted es cada vez más endeble. Él afirma que es inocente y que las pruebas fueron plantadas en su contra. ¿Podrá Liz creer lo que le plantea su novio o será ella un elemento fundamental para poner fin a esta matanza de mujeres inocentes?
Sumando nuevos serial killers a su ya prolífico catálogo, Netflix sigue a su documental sobre Ted Bundy con este film de ficción basado en el mismo asesino múltiple y a cargo del mismo director, Joe Berlinger. Con Zac Efron como Bundy en una elección precisa, por el parecido y el atractivo que, además de sus más de treinta asesinatos probados, hizo famoso al femicida de Vermont, que murió en la silla eléctrica en 1989. Esta película está contada desde el punto de vista de su pareza Liz (Lilly Collins), que durante mucho tiempo se negaba a aceptar que su novio fuera otra cosa que inocente. Aunque esa mirada no se sostiene a lo largo de todo el relato, y mientras la decisión de contar a Bundy desde su intimidad conyugal, sin mostrar lo que hacía fuera de ella, tiene un efecto algo frustrante. Como si prescindiera de la potencial fascinación de un personaje como ese porque cuenta con algo más interesante, aunque la angustia de la mujer no parezca entrar en esa categoría. Y mientras las noticias sobre Bundy, que se escapa, entra y sale de distintas prisiones en distintos estados, aparecen como un racconto confuso, sin tensión narrativa. Paradójicamente, lo mejor de la película que ficcionaliza el caso real está en el bonus final, documental.
La vida de este personaje, Ted Bundy, fue llevada al cine en diversas ocasiones. En esta oportunidad está contada desde la mirada de Liz Kendall (Lily Collins, “Tolkien”), madre soltera, que se enamora a primera vista en 1969 de Ted Bundy (Zac Efron, en el papel del criminal-1946-1989), apuesto, galante, amable y estudiante de abogacía. Pasan algunos años y ella se entera que estuvo viviendo con un ser extremadamente cruel, malvado y perverso que termina en prisión. Los espectadores van conociendo los hechos a través del flashbacks. Observamos su convivencia, como los personajes se relacionan con los demás, sus sentimientos, las dudas, las preguntas y esa mujer que queda sola, llena de indecisiones, que se sumerge en el alcohol y en la culpa. También está el juicio de una persona que parece normal y agradable pero por su desenlace resulta escalofriante y perturbador. Este juicio fue televisado el 8 de julio de 1979. Impecable la reconstrucción de época, muy buena fotografía, paleta de colores e iluminación. Aquí se habla de la vida de un asesino serial, una bestia, no existen las escenas sangrientas eso queda fuera de campo y varios hechos se encuentran muy bien referenciados. Resulta conmovedor e impactante este thriller que además se encuentra muy bien narrado. Dentro de los personajes: Zac Efron en el papel del criminal, un demonio con cara de ángel, logra un personaje impecable y muy bien caracterizado; Lily Collins interpreta a la mujer que compartió varios años de su vida con un asesino serial, le pone su carisma y emociones y la ex novia Carol Daronch interpretada por Grace Victoria Cox es la mujer que lo termina conteniendo. Además se destacan personalidades como Jim Parsons que interpreta al fiscal general Larry Simpson, John Malkovich como el juez, Jeffrey Donovan y Kaya Scodelario, entre otros confirman que se ha realizado un muy buen casting. Dentro del final hay imágenes de los verdaderos personajes.
Zac Efron se pone en la piel de uno los psicópatas más infames de la historia Este serial killer norteamericano era un lobo con piel de cordero. Y actor lo interpreta a la perfección en el filme que hoy llega a las salas En plenos años 70, una joven madre soltera comienza una relación con un estudiante de abogacía apuesto y amable. Pronto descubrirá que bajo esa fachada se esconde un asesino salvaje, un depredador sanguinario extremadamente cruel, malvado y perverso. El documentalista Joe Berlinger había impactado con la serie Conversaciones con asesinos: las cintas de Ted Bundy, en la que exploraba la mente de uno de los maníacos más famosos de la historia del crimen. Si esos cuatro capítulos lograban erizar la piel por la frialdad con que Bundy se movía, esta película realizada por el mismo cineasta se presenta como un trabajo complementario narrado desde la mirada de la mujer que formó pareja con él, en un tour de pesadilla en el que la muchacha pasará de la incredulidad al espanto. La película es protagonizada por Zac Efron y Lilly Collins La película es protagonizada por Zac Efron y Lilly Collins Zac Efron es una elección acertada para darle vida al serial killer ya que una de las artimañas que utilizaba para cazar a sus víctimas era su encanto y belleza física. Bundy era un lobo con piel de cordero y el protagonista capta esa esencia a la perfección. A su vez el realizador opta por no caer en los lugares comunes de los filmes sobre asesinatos o misterios, dejando los hechos sangrientos siempre fuera de campo y generando ciertas dudas sobre la real culpabilidad del protagonista. La originalidad también pasa por mostrar el costado cotidiano del monstruo, sin por eso llegar a humanizarlo ni ensalzarlo. Hay desde la puesta en escena, un claro estilo documental, con una fotografía plagada de granos y colores estridentes que apoyan la fantástica reconstrucción de época. Y si como dijimos que Efron está genial, Lilly Collins no desentona para nada, su interpretación cargada de sentimiento, incrédula, naif y por momentos furiosa, lidiando con la culpa y las dudas acerca del hombre con el que compartió el lecho, es la más empática del cast. Kaya Scodelario también le pone el cuerpo a un papel exigente como una groupie dispuesta a todo y obsesionada con Bundy. John Malkovick como el juez encargado de impartir justicia logra repetir el tono y la personalidad del personaje real, un hombre que maneja la ironía y jamás pierde el sentido común. Interesante, bien narrada, intensa y por momentos conmovedora, la película además recrea escenas de la vida real a la perfección, imágenes del juicio que fue un acontecimiento televisivo en los ochenta y material de archivo con Ted Bundy haciendo su show. Un filme que aborda el costado más oscuro de la mente criminal, pero también la fascinación y la curiosidad que estos depredadores despiertan.