Liam Neeson pasa de ladrón a héroe de acción El film dirigido por Mark Williams hace un leve cambio de roles para contar la misma historia de siempre que tan bien le sienta al actor de “Búsqueda implacable”. A esta altura del partido mejor que hablar de los defectos y virtudes de Venganza implacable (Honest thief, 2020) resulta de mayor utilidad decir en qué se diferencia esta película de Liam Neeson de las otras películas de Liam Neeson. Hay a simple vista hace un leve cambio de roles, Neeson interpreta a Tom Carter, un ladrón de bancos apodado “el bandido que entra y sale”, por su efectividad en los atracos y las pocas pistas que tiene la policía para detenerlo. Un día Tom conoce a Annie (Kate Walsh) de quien se enamora perdidamente y decide poner fin a su vida delictiva. Pero los policías (Jay Coutney y Anthony Ramos) deciden quedarse con el motín, matan a su jefe (Robert Patrick, el inolvidable villano de Terminator 2) y pretenden eliminar a Tom, quien debe escapar, demostrar su inocencia y salvar a la chica. La película cambia para que nada cambie. Neeson empieza como el villano y las circunstancias lo convierten en héroe de acción. Claro que es un villano poco probable, explica que robó por injusticias sufridas, y que además decidió entregarse y devolver el dinero. Cuestión que otorga sentido al título original “Ladrón honesto”. Sin embargo el título local hace un evidente juego de palabras para que relacionemos este film con la película Búsqueda implacable (Taken, 2008), con la que comparte algunas similitudes narrativas: debe hacer uso de sus habilidades del agente especial que alguna vez fue, debe resolver el misterio antes que el policía bueno lo atrape (Jeffrey Donovany, Justicia implacable, Déjalo ir), y debe rescatar a la chica antes que los malos (los policías corruptos) la dañen. Todo un héroe de acción, o mejor dicho, el mismo de siempre.
Liam Neeson haciendo lo que sabe hacer. Comienza a ponerse tan aburrida que ni por asomo llega a ubicarse entre sus mejores thrillers de acción junto a Jaume Collet-Serra. La narrativa es muy obvia y hasta floja en varios puntos. Carece de esfuerzo.
Todo por amor Hoy en día muchos palurdos suelen reducir la carrera de Liam Neeson a su estampa del nuevo milenio de ídolo veterano de acción símil Charles Bronson o Lee Marvin aunque en versión algo aggiornada/ lavada/ sensiblera, sin embargo la trayectoria del señor es bastante más compleja ya que para llegar a este punto tuvo que atravesar un derrotero muy diverso que comenzó con clásicos fantásticos como Excalibur (1981) y Krull (1983) y otros de fuerte entonación testimonial en línea con Motín del Bounty (The Bounty, 1984), La Misión (The Mission, 1986) y Sospechoso (Suspect, 1987), a posteriori pasó por un puñado de thrillers heterogéneos como por ejemplo Sala de Espera al Infierno (The Dead Pool, 1988), El Hombre sin Rostro (Darkman, 1990), Bajo Sospecha (Under Suspicion, 1991) y Un Destello en la Oscuridad (Shining Through, 1992), para finalmente desembocar en aquella consagración de Maridos y Esposas (Husbands and Wives, 1992) y la archiconocida La Lista de Schindler (Schindler’s List, 1993), prólogo de su período mainstream y de trabajos célebres como Nell (1994), Rob Roy (1995), Michael Collins (1996), Los Miserables (Les Misérables, 1998), Star Wars: Episodio I- La Amenaza Fantasma (Star Wars: Episode I- The Phantom Menace, 1999), La Maldición (The Haunting, 1999), K-19 (2002), Pandillas de Nueva York (Gangs of New York, 2002), Kinsey (2004), Cruzada (Kingdom of Heaven, 2005), Batman Inicia (Batman Begins, 2005) y Desayuno en Plutón (Breakfast on Pluto, 2005), una de sus varias colaboraciones con el realizador -y también irlandés- Neil Jordan. Sin duda el verdadero punto de quiebre fue Búsqueda Implacable (Taken, 2008), pequeña gran maravilla de Pierre Morel que tuvo dos continuaciones, las de 2012 y 2014 de Olivier Megaton, y que le cambió el perfil hacia la comarca de los héroes recios de antaño y si bien luego se acumularon unas cuantas excepciones que rompen el molde en mayor o menor medida, en sintonía con Cinco Minutos de Gloria (Five Minutes of Heaven, 2009), Sólo Tres Días (The Next Three Days, 2010), Amores Infieles (Third Person, 2013), Operación Chromite (Incheon Sangryuk Jakjeon, 2016), Un Monstruo Viene a Verme (A Monster Calls, 2016), Silencio (Silence, 2016), El Informante (Mark Felt, 2017), Viudas (Widows, 2018) y La Balada de Buster Scruggs (The Ballad of Buster Scruggs, 2018), lo cierto es que sus propuestas más populares a partir de entonces han sido los thrillers de acción que lo tienen como el núcleo indiscutible del relato, pensemos en este sentido en las estupendas Caminando entre Tumbas (A Walk Among the Tombstones, 2014) y Venganza (Cold Pursuit, 2019) y en la gloriosa tetralogía que lo unió con el realizador catalán Jaume Collet-Serra, la compuesta por Desconocido (Unknown, 2011), Non-Stop (2014), Una Noche para Sobrevivir (Run All Night, 2015) y El Pasajero (The Commuter, 2018). Lamentablemente la mediocridad y la repetición han estado asomando sus cabezas vía las redundantes El Protector (The Marksman, 2021) y Riesgo Bajo Cero (The Ice Road, 2021), ambas apenas superadas por la presente Venganza Implacable (Honest Thief, 2020), de Mark Williams. El guión de Steve Allrich y el propio Williams, un productor reconvertido en director y conocido especialmente por haber creado para Netflix junto a Bill Dubuque la serie Ozark ya que su ópera prima, la previa Un Hombre de Familia (A Family Man, 2016), era de lo más olvidable, cuenta con una premisa algo mucho bizarra que termina englobando a la película en una especie de thriller romántico de acción, aunque no tan divertido como sus homólogos de la década del 60 ni tampoco tan agitado e hiperbólico como los de los 80 y 90: aquí Neeson compone a Tom Dolan, un ex marine experto en demoliciones que robó doce bancos en ocho años hasta que se retiró por amor luego de conocer a Annie Wilkins (Kate Walsh), una estudiante de posgrado de psicología que trabaja de recepcionista en uno de esos parques de depósitos rentados que tienen los yanquis para guardar todo aquello que no les entra en su casa, precisamente donde el señor tiene escondidos los nueve millones de dólares que ha acumulado con estas aventuras delictivas que pretende finiquitar haciendo un trato con el FBI para que a cambio de devolver el dinero y entregarse se le asigne una sentencia reducida de dos años por robo en un presidio de mínima seguridad, debido a que en esencia hablamos de un ladrón de guante blanco/ sin violencia, sin embargo los agentes que reciben la llamada telefónica con la propuesta, Samuel Baker (Robert Patrick) y Sean Meyers (Jeffrey Donovan), envían a ver a Dolan a otros dos, John Nivens (Jai Courtney) y Ramón Hall (Anthony Ramos), quienes se quedan con el dinero e incluso asesinan a Baker. Williams en sí entrega un film noir rutinario y sutilmente meloso disfrazado de epopeya de acción con vistas a ganarse al público adepto a la faceta madura de Neeson, un intérprete siempre eficaz que en esta ocasión logra una muy buena química con la también grandecita Walsh, digna compañera de elenco gracias a una jugada de casting que evita el típico ardid hollywoodense de ponerle al galán o a la diva de turno un partenaire con una distancia de edad abismal que a la larga ridiculiza el planteo romántico desde el vamos y/ o lo acerca al morbo bobalicón del viejo o la vieja verde. Más allá de latiguillos retóricos usufructuados hasta el hartazgo como el del testigo en peligro, en este caso esa Wilkins que vio cómo los agentes corruptos del FBI se llevaban las cajas con los billetitos de su novio, y el del falso culpable, por supuesto este Dolan al que Meyers en un inicio responsabiliza por la muerte de su querido cofrade, Baker, hasta que comienza a sospechar de las maniobras turbias de sus compañeros/ subordinados, Nivens y Hall, la obra incluye además algunos chispazos de humor eficaz, un desarrollo paciente, una buena dinámica del dúo de villanos -el personaje de Courtney es el psicópata de sangre fría y el de Ramos el padre de familia con problemas de conciencia- y una típica amalgama de detalles inverosímiles y escenas de acción que realmente no molesta porque los personajes no están descuidados y se asemejan a personas de carne y hueso, sobre todo si tenemos en cuenta que sujetos que anhelan un “borrón y cuenta nueva” -como Tom- hay muchos y oportunistas atolondrados que aprovechan a puro maquiavelismo las circunstancias que se les presentan -como estos malditos esbirros que encarnan al Estado- también existen muchísimos en la praxis cotidiana. La participación de Patrick y Donovan, aunque quizás demasiado breve, asimismo suma mucho al convite en su conjunto de la misma forma que el fetiche del protagonista con las bombas caseras y esa antinomia irónica entre el amor de Dolan y Wilkins por un lado y el divorcio de Meyers por el otro, quien en la división de bienes se quedó con el perro de la otrora pareja, Tazzie, y su ex conservó la morada en la que vivían. Venganza Implacable, de todos modos, cae en una medianía cualitativa que jamás llega a redimirse del todo ni con el aire lejano testimonial setentoso ni con la sana crítica a la voracidad capitalista de fondo, basta con recordar que la génesis de la cleptomanía muy elaborada de Tom es una revancha por el suicidio de su padre, un soldador que se mató estrellando su Chevrolet Silverado contra un árbol porque fue despedido de una fábrica de tuberías y para colmo se quedó sin jubilación porque el director general malversó millones de dólares del fondo de pensiones de los empleados…
¿Otra película de acción con Liam Neeson huyendo? Pues claro. Mañana se estrena “Venganza Implacable” de la mano del protagonista de la trilogía “Taken”, o “Búsqueda Implacable”. Implacable, implacable, implacable. El film trata de Tom Carter (Neeson), un hombre experto en demoliciones que se dedica a asaltar bancos de una forma tan eficiente que gana atención en los medios: lo llaman “el Bandido que entra y sale” (“In ‘n Out Bandit”). Su estrategia lo hace ser indetectable. Sin embargo, un día, conoce a Annie Sumpter (Kate Walsh), que le hace querer cambiar su vida. Para esto, decide que es necesario confesar sus crímenes, y cuando lo hace, no es tan fácil hacer que las autoridades le crean, por la popularidad del caso en los medios. La evidencia de los robos desata una serie de problemas y persecuciones en donde Carter debe usar todas sus habilidades para que se sepa la verdad. Estamos ante un film de pura acción, como casi todas las películas que Neeson protagoniza hace años. De más está decir que lo mejor en “Venganza Implacable” son los efectos especiales, escenas de persecuciones, coreografías de peleas, en definitiva, todo aquello que requiere un planteo casi exclusivamente técnico. Sin embargo, la película flaquea por varios lados, más allá de la horrenda (y oportunista) traducción del nombre al español latino. Mi primera objeción con esta película es que, a pesar de contar con una buena e interesante premisa, con gran capacidad de profundidad emocional del personaje principal, castear a Liam Neeson es como intentar hacer ondas con una regla. Perfecto en edad, y para escenas de acción a las que nos tiene acostumbrados, pero a la hora de interpretar el trasfondo emocional de Carter, queda insulso y no genera ningún tipo de empatía. Sin embargo, algo digno de recalcar es que el trabajo de Kate Walsh es impecable. Aporta validez e interpretación a un guion que no tiene gracia, y compensa la incapacidad interpretativa de Neeson. Además, a pesar de que su personaje no pincha ni corta, su actuación brinda credibilidad a la película. Su presencia es necesaria para aliviar la rigidez técnica constante que se plantea, que es lo único que da estabilidad a la trama, como dijimos al principio. Mi segunda y más potente objeción es que en esta película no hay personajes femeninos que no sean intereses románticos de hombres; y sólo éstos son realmente relevantes para la trama. Las mujeres del film (solo dos; una, “la novia de”, y la segunda, “la esposa de”) sólo están para ser salvadas, estar quietas, huir, asustarse. La misoginia del guion se detecta a años luz. Para terminar: personalmente, estoy cansada de las películas del estilo de “Taken”. El intento con “Venganza Implacable”, supongo, es repetir ese éxito, pero sumándole cierta profundidad emocional, que, desde mi punto de vista, no se logra. De hecho, es una apuesta que no han ganado, ya que desestabiliza la historia. Sin embargo, por más que no es una película memorable, se puede ver (aunque mi consejo es que si tienen ganas de ver una de Liam Neeson, hagan maratón de “Búsqueda Implacable”). Por Carol Sang
Resulta difícil recordar que en una época Liam Neeson fue un actor sumamente versátil y con interpretaciones tan variadas como disímiles. El artista de origen irlandés comenzó su carrera en el cine a fines de los años ’70 y poco a poco fue demostrando su talento en diversos trabajos que iban desde el género fantástico como en «Excalibur» (1981) de John Boorman hasta dramas históricos como «The Mission» (1986) de Roland Joffé. No obstante, la fama y el reconocimiento le llegarían en los ’90 donde inició con un protagónico bastante importante en «Darkman» (1990) de Sam Raimi pero consiguiendo su rol consagratorio 3 años más tarde con la película que lo pondría en el ojo de todos, «Schindler’s List» (1993) de Steven Spielberg. Dicho film lo marcaría para siempre, abriéndole varias puertas y consiguiéndole papeles importantes tanto dentro del mainstream hollywoodense como de trabajos por fuera de ese ámbito. El resto ya es sabido, participó en películas como «Star Wars: Episode I» (1999), «Batman Begins» (2005) y varias otras. Pero podemos decir que su vida/carrera (o al menos de ahí en adelante) cambiaría a partir del 2008 cuando protagonizó «Taken», un largometraje de Pierre Morel producido por Luc Besson, que lo tenía como un agente retirado de la CIA que llega a Europa para salvar a su hija, que fue secuestrada durante un viaje a París. Aquel film lo reconvertiría en un héroe de acción tardío, al estilo de Charles Bronson, que lo pondría en boca de todos, tanto las viejas generaciones que lo venían viendo en pantalla hace tiempo como las nuevas que directamente lo conocerían por esta faceta heroica y también por la amplia catarata de memes en internet. A partir de entonces fue protagonizando distintos vehículos de acción que iban desde las secuelas de «Taken» hasta varios relatos dirigidos por el español, Jaume Collet-Serra («Unknown», 2011; «Non-Stop», 2014; «Run All Night», 2015 y «The Commuter», 2018). Varias de estas películas funcionaban como entretenimiento pochoclero más que digno y otras parecían entrar en un espiral derivativo con poca imaginación. «Venganza Implacable» (cuyo título original es «Honest Thief») se encuentra en un lugar intermedio, sin destacarse del todo entre la gran oferta de películas de acción interpretadas por Liam Neeson del 2008 para acá pero tampoco sin ser un desastre como la reciente «The Marksman» (2021). El largometraje sigue a Tom Dolan (Neeson), un ladrón de bancos que tras varios robos exitosos conoce a Annie Wilkins (Kate Walsh), una estudiante de posgrado de psicología que trabaja en un lugar de alquiler de depósitos para el guardado de pertenencias. Ambos se enamoran y Tom decide dejar atrás su pasado como ladrón y entregarse a la justicia para de esta forma obtener una condena reducida y poder pasar el resto de su vida junto a la mujer que ama sin ningún tipo de secreto o culpa. El problema es que se sincera con unos agentes del FBI (Jay Courtney y Anthony Ramos) bastante corruptos que deciden quedarse con el dinero que Tom quería devolver e inculparlo del asesinato de otro agente. De esta forma el ladrón «honesto» deberá limpiar su nombre y utilizar sus habilidades como exmarine para sobrevivir. Este thriller de acción con toques de película romántica presenta varios lugares comunes, como el agente corrupto sin escrúpulos y su compañero con dudas, el protagonista que debe limpiar su nombre por un crimen que no cometió, el oficial que sí empatiza con el héroe (o antihéroe), y su interés romántico que tiene reparos, pero en el fondo ama al protagonista. Claramente este film no pretende reinventar la rueda y parece conocer sus limitaciones, pero se beneficia de un Neeson completamente comprometido con su rol, una buena química entre él y Kate Walsh, y una historia que a pesar de ser bastante sencilla sabe utilizar a su estrella sin comprometerla, algo que la tercera parte de «Taken» y otros relatos no pudieron lograr. En estos casos, hicieron que Neeson luzca un poco mayor a sus 69 años para realizar los stunts y las peleas en las que se lo situaba, algo que «Venganza Implacable» consigue enmascarar o disimular con bastante éxito. «Venganza Implacable» es un film que se queda a medio camino con un puñado de buenas ideas y otras un tanto predecibles, con un buen ritmo y escenas de acción logradas, aunque por momentos también peca de inverosímil e incluso de empalagoso.
Un ladrón de bancos que ha acumulado una fortuna de nueve millones de dólares en sus robos sin violencia ni armas. Cuando conoce a una mujer de la cual se enamora decide reiniciar su vida y ofrece devolver todo el dinero -que por algún motivo no ha gastado- a cambio de una condena mínima. Pero ese es solo el comienzo, porque cuando intenta hacer un acuerdo se encuentra con agentes corruptos que quieren quedarse con el dinero. El nombre original de la película es Honest Thief, mientras que el falso y estúpido título en argentina es Venganza implacable. Una traducción que explica mal la película y subestima al espectador. El talento de Liam Neeson para estos roles está intacto y Kate Walsh es una de las actrices más carismáticas y talentosas de su generación. Juntos hacen una pareja con mucha química y uno podría creer que con eso alcanza para disfrutar de esta entretenida película. Sin embargo el guión es muy pobre y está llenos de problemas. Situaciones que llaman la atención por lo mal resueltas, situaciones que no se sostienen de ninguna manera y hasta el espectador más distraído se da cuenta de que está mal resuelta gran parte de la trama. Un desperdicio actoral para una película que podría fácilmente haber sido mejor, como hemos visto en otros títulos protagonizados por este actor en los últimos años.
En venganza implacable Liam Neeson vuelve a encarnar a otro clon de Bryan Mills, el protagonista de Taken, con la particularidad que en este caso el ex marine es un ladrón con remordimiento de conciencia. En esta oportunidad el actor encarna a un ladrón implacable que no pudo ser detenido por la policía y su vida se complica cuando se enamora de una mujer y decide entregarse a las autoridades con el fin de devolver el dinero que robo. Unos detectives corruptos entran en juego y nuestro héroe queda implicado en un homicidio que no cometió. Como podrán apreciar la premisa es terriblemente genérica y se hace llevadera por la presencia del protagonista que brinda una buena interpretación. Lamentablemente el director Mark Williams no consigue hacer nada interesante con el concepto argumental y el espectáculo que ofrece deja sabor a poco. De las tres películas que estrenó Neeson este año (las otras fueron The Marksman y The Ice Road) esta es la más floja. Sobre todo porque se queda muy corta en materia de acción y las pocas secuencias que ofrece Williams son mundanas. En materia de realización no hay ningún momento destacable que permita resaltar su dirección. Si son fans del actor tampoco está mal para distraerse un rato pero dentro de esta etapa del artista en el cine de acción, Venganza implacable es una de las producciones más flojas que hizo en los últimos años.
Mientras El protector (The Marksman) desembarcó hace pocos días en Netflix, una nueva película con el prolífico e incansable Neeson llega a los cines de Argentina. Liam Neeson continúa explotando el arquetipo de héroe de acción que viene desarrollando desde la impensadamente exitosa Búsqueda implacable (2008). Lo hace con otra película que lleva “implacable” en el título local y en la que interpreta la típica criatura neesoniana: alguien habituado a moverse en un contexto de violencia y/o delincuencia que intenta torcer su destino remendando errores. El problema, como siempre, es que esos errores lo obligan a volver a la acción. El ladrón honesto del título original se llama Tom Carter y ha dedicado varias décadas a robar bancos. Un ladrón a la vieja usanza: limpio, de perfil bajo, silencioso, invisible. Tanto es así que la policía no tiene ni una pista que la dirija hacia él. Pero Carter, enamorado por primera vez su vida, no solo decide que ya ha delinquido lo suficiente, sino también entregarse a la policía para cumplir su pena y devolver cada dólar robado. Cuando llama al FBI, ningún agente cree que ese hombre sea el ladrón, hasta que señala una baulera donde supuestamente hay varios millones de dólares guardados. Menuda sorpresa se llevan los dos agentes cuando comprueban que, efectivamente, decía la verdad. Pero ellos, en lugar de notificar el hallazgo, deciden quedarse con ese dinero. Y más: empiezan a extorsionar a Carter para conseguir el resto. A partir de esa anécdota, que requiere suspender todo atisbo de credulidad, Venganza implacable se erige como un thriller de acción demodé, un remedo tardío de las películas que en los años ’90 protagonizaban Andy Garcia y Richard Gere. Carter terminará aliado al jefe del FBI para dar con los malechores, trabando una relación atravesada por la ética y el respeto. Carter, entonces, como un ladrón honesto y de buen corazón.
Venganza implacable y un impecable Liam Neeson Al margen del título, el irlandés de 69 años vuelve a demostrar por qué tiene ese magnetismo con el público. Liam Neeson -porque por más que cambie el nombre de su personaje en las películas de acción en las que se ha convertido en experto, uno en la pantalla lo ve a Liam Neeson, con un moretón más o una herida menos- está sentado en un sillón. Pensativo. Se decide. Toma el teléfono, digita un número. -FBI -dice una voz del otro lado de la línea-. -Soy el ladrón sigiloso. Y quiero entregarme. Lo dejan en espera... -Robé 12 bancos en siete estados, y poco más de 9 millones de dólares en efectivo. -Quiero hacer un trato. Devuelvo hasta el último centavo, pero me reducen la pena a no más de dos años en una prisión de mínima seguridad, a una hora de Boston, con régimen de visitas. Incómodo, porque maneja, pero Liam dispara igual. Foto BF París Incómodo, porque maneja, pero Liam dispara igual. Foto BF París El agente del FBI que lo había atendido le pregunta, incrédulo, ya que no cree que esté hablando con el “Ladrón sigiloso”, por qué se entregaría. -Conocí a una mujer, es más importante que todos los dólares del mundo. Hubiéramos empezado por ahí. Kate Walsh, el interés romántico de Liam. Vive. Foto BF París Kate Walsh, el interés romántico de Liam. Vive. Foto BF París Pero ¿nueve millones? ¿En efectivo dijo? ¿En billetes de a cien y de veinte? La duda implacable Ya aquí al espectador le surge la duda. Pagó la entrada para ver “una de Liam Neeson”, cuyo título local tiene el sustantivo Venganza acompañado del adjetivo calificativo implacable -sí, sí, como Búsqueda implacable 1, 2 y 3, cuando el irlandés de ya 69 años era Bryan Mills, y le secuestraban la hija, la esposa, el gato, y había comenzado una campaña viral en Twitter para que dejaran de acosar a la familia de Bryan-… Jai Courtney ( Boomerang en "El Escuadrón Suicida"), el agente corrupto y malo, muy malo. Foto BF París Jai Courtney ( Boomerang en "El Escuadrón Suicida"), el agente corrupto y malo, muy malo. Foto BF París Y uno piensa. Si Liam se va a vengar, y menciona a una mujer de la que se ha enamorado es porque a ella, como a tantas parejas de Liam, le pasará algo malo. Feo. Pero si el espectador sabe, entiende algo de inglés o lee la ficha técnica que acompaña esta crítica, descubre que el título original habla de un Ladrón honesto. Liam es un ex marine, que confía en la gente. Por eso es un ladrón, pero honesto. Foto BF París Liam es un ex marine, que confía en la gente. Por eso es un ladrón, pero honesto. Foto BF París Así que, tal vez, en una de ésas, quién sabe, a Annie (Kate Walsh, la doctora Addison Montgomery en Grey’s Anatomy, y Madeline en Emily en París) no le pasa nada grave. O sí. Pero no va que Liam (o Tom Dolan, como se llama en la ficción, pero para todos nosotros sigue siendo Liam) es más confiado que Milei en las PASO y a los agentes del FBI que lo van a ver, y les entrega la llave de donde escondió los nueve millones de dólares. Todo por amor. Dolan conoció a Annie y al año se reformó. Foto BF París Todo por amor. Dolan conoció a Annie y al año se reformó. Foto BF París Y eso que Liam es un ex marine. Y experto en demoliciones. Pero no es como Bombita en Relatos salvajes. O sí. Ya veremos. La cosa es que los del FBI, corruptos (Jai Courtney, Boomerang en El Escuadrón Suicida, y Anthony Ramos, de Hamilton y En el barrio) quieren quedarse con el dinero. Y van, lo agarran, lo esconden y vuelven a ver a Liam. Y en eso llega el jefe del FBI, que es bueno pese a que tiene el rostro de Robert Patrick, el ciborg malo de Terminator 2. Robert Patrick, de ciborg de "Terminator 2" a jefe del FBI. Foto BF París Robert Patrick, de ciborg de "Terminator 2" a jefe del FBI. Foto BF París Sin más, Liam va a tener que huir porque lo acusan de algo que no cometió -bah; como siempre- y puede poner en riesgo la vida de su amada Annie. Venganza implacable no por previsible deja de ser entretenida. El director Mark Williams sabe que contar con Liam Neeson le asegura, además de entradas, un actor que puede decir cualquier cosa y que, desde este lado de la pantalla, le creemos. Anthony Ramos ("Hamilton", "En el barrio") cuenta los dólares escondidos. Foto BF París Anthony Ramos ("Hamilton", "En el barrio") cuenta los dólares escondidos. Foto BF París Liam no luce para nada oxidado, pese al paso del tiempo, las caídas, los choques, los golpes, los balazos y los chistes malos recibidos. Y borren esa cadena de tweets. Parece que Liam va a seguir implacablemente por mucho más tiempo.
Liam Neeson, un ladrón arrepentido que necesita nuevas ideas La película, que vuelve a tenerlo como un héroe de acción septuagenario, es tan derivativa como su título, la acción es de mediano octanaje y la trama, predecible e irrazonable a la vez En un famoso ensayo titulado “Nuestro pobre individualismo”, Borges argumentaba que ciertos policiales norteamericanos no funcionaban en nuestro país porque el argentino tiende a desconfiar de la ley y a identificarse con el delincuente. Si eso es cierto, esta película no tiene chance alguna, dado que Liam Neeson interpreta allí a un experto en reventar cajas fuertes que decide entregarse a la justicia por amor y devolver los 9 millones de dólares que logró en sus robos de guante blanco a instituciones bancarias cuyo prontuario probablemente sea peor que el suyo propio. La improbabilidad de que su pareja prefiera a un delincuente reformado y pobre a uno reformado y rico no lo desalienta. En su encuentro con el FBI, los oficiales ven en este insólito arranque de honestidad una oportunidad de salir de perdedores y no solo le roban el dinero sino que hieren gravemente a su chica (Kate Walsh de Grey’s Anatomy). Tal cosa da pie al esperado momento en que el casi septuagenario actor se convierte en una máquina imbatible de destruir malhechores y tiene la oportunidad de enunciar una amenaza mortal en su tono shakespeariano. En este caso, la deficiente “Oficial Nivens, voy a por usted” no puede competir con la célebre de Búsqueda implacable, el policial que a los 56 años convirtió a Neeson en una estrella de acción. Esta película es tan derivativa como su título, la acción es de mediano octanaje y la trama, predecible e irrazonable a la vez. En la última década, los thrillers de Neeson no decayeron tanto como para que se entregue a la justicia pero por éste, al menos, debería devolver el botín.
Un ladrón romántico. Partimos de la base, por supuesto, que nos encontramos ante una película de acción. Una acción propulsada por el simple y complejo placer del robo, hablamos de esos ladrones artesanales, tácticos, de guante blanco, más allá de los millones que nuestro anti(héroe) pueda acumular. Nadie mejor que un sir como Liam Neeson para interpretar este papel, que le sienta como un guante de seda y por el que es inevitable sentir empatía. Tom Dolan, es este ladrón en cuestión, que se encuentra transitado la vida casi por inercia. Arrastra un pasado familiar doloroso a cuestas, además de ser un ex militar experto en desactivar bombas, por esto su manía y prolijidad a la hora de cometer los atracos. Por esas vueltas de la vida, nuestro hombre elegante, conoce a Annie Wilkins (Kate Walsh), una mujer atractiva que está terminando su posgrado en psicología, y por supuesto se enamoran. Tras un año de relación y sin delinquir, Tom decide dejar su pasado atrás para empezar de nuevo, con la intención de entregarse haciendo un trato con los federales. Hay mucho dinero en juego, y cuando está por llegar a un acuerdo la corrupción se impone obligando a nuestro héroe a aclarar la muerte de un detective de la policía, en la que lo quieren incriminar. Por supuesto que Annie se entera sobre la marcha de sus andanzas, y ella también se verá involucrada en este juego de escape y persecución. Venganza Implacable es un thriller de acción romántico sin demasiada innovación. Tiros, piñas, resarcimientos, encuentros y desencuentros, besos y redención. Una premisa simple y a veces despareja en relación a su narración y su cuestión estética. Solo la dupla principal, que tiene química, le da aire fresco a este relato predecible gracias a sus actuaciones que dotan de verosimilitud a la historia de amor por sobre la acción misma.
Venganza implacable es otro más de esta serie de thrillers protagonizados por Liam Neeson, donde se luce como un ladrón de bancos retirado. Dirigido por Mark Williams, lo acompañan Jay Courtney, Anthony Ramos, Kate Walsh y Jason Patrick, entre otros. En esta ocasión interpreta a Tom Carter, un efectivo ladrón de bancos que toma la decisión de salir del anonimato y entregarse a la policía, para vivir con su novia (Walsh), después de cumplir una condena corta. Pero los policías a cargo del caso, (Courtney y Ramos), asesinan a su propio jefe con la intención de culparlo y quedarse con el botín. Razón por la cual el protagonista debe escapar de ellos, y demostrar su inocencia. Lo más destacable de esta película es que está pensada para que sea protagonizada por Liam Neeson, ya que es ideal para reflejar los dos aspectos de su personaje, la frialdad precisa de un ladrón de bancos y la ternura de un hombre enamorado. A lo que se suma la crueldad con sus enemigos, una vez que se ve acorralado por esta situación injusta, con la que genera empatía con el espectador, ya que se le niega la posibilidad de redimirse. Pero el principal problema de esta película es su escasez de escenas de acción, ya que Tom Carter no es una máquina de matar como el Bryan Mills de la trilogía de Búsqueda frenética, sino que es una persona común envuelta en una situación extraordinaria. Lo que hace que la trama se centre más en sus diversos giros y las relaciones entre los personajes que en los disparos, que son los justos y necesarios, ralentizando su ritmo, que puede no ser el esperado por el espectador que siente la necesidad de liberar la tensión generada. En conclusión, Venganza implacable es otra película protagonizada por Liam Neeson, donde interpreta a un ladrón de bancos que busca redimirse. Pero al contrario de lo esperado, ofrece pocas escenas de acción, lo que hace que resulte más lenta de lo aconsejable.
Liam Neeson desde que descubrió el filón de las películas de acción sigue explotando ese costado desde el 2008 y no le va mal. En este caso con ciertos pasos de comedia y romanticismo. Un impecable ladrón de bancos chicos un día se enamora y decide devolver todo lo que robo a cambio de una reducción de pena y buenas condiciones en prisión. No cuenta con que los policías que serán receptores del botín, varias veces millonario, planean quedarse con todo y ahí las cosas se complican. Una buena cuota de persecuciones, tiros, vueltas de tuercas, todo lo conocido y repetido en las escenas de acción. Este “ honesto ladrón “ ese es el título original, con guión y dirección de Mark Williams,(co-creador de “Orzak”) le da a Liam Neeson el ropaje de un héroe de antaño, con muchas ingenuidades amorosas, y el frecuente buen desempeño minimalista del actor. Kate Walsh tiene su encanto. El film es entretenido y elegante.
"Venganza implacable", un Liam Neeson inexplicable. En su "segunda vida" como actor de acción, el irlandés protagoniza una película con una trama que lo ubica más bien al borde del ridículo. Liam Neeson encontró un segundo aire como actor con Búsqueda implacable (2008). El sorprendente éxito comercial, sumado al aplomo del irlandés de voz rasposa, le permitió dejar atrás una faceta asociada al prestigio, con Oscars incluidos, para convertirse en el que quizás sea el héroe del cine de acción más inesperado en lo que va del siglo XXI, un arquetipo que desde entonces ha explotado, con mejor o peor suerte, en al menos una decena de películas. Entre ellas hay algunas buenísimas (Una noche para sobrevivir) otras buenas (la mencionada Búsqueda implacable) y algunas que dejan bastante que desear (Caminando entre tumbas), en tanto se percibe una replicación desganada de los mismos tópicos de siempre. A estas alturas, Neeson constituye un personaje en sí mismo, alguien que va saltando de proyecto en proyecto poniéndose en la piel de un tipo acostumbrado a trompearse en los bajos fondos al que la culpa le insufla el deseo de hacer las cosas bien, pero las circunstancias lo llevan a embarrarse de nuevo. Una idea que Venganza implacable –no es una película de Neeson si no está palabra “implacable” en el título local– lleva al extremo del ridículo. En Búsqueda implacable era un agente jubilado de la CIA al que le secuestraban a su hija, obligándolo a recorrer media Europa para liquidar una organización dedicada al tráfico de mujeres. En Una noche para sobrevivir, un sicario perseguido por los pecados del pasado que debía remendar un error de su hijo, quien no tuvo que matar al hijo del capo de la mafia local. En Non-Stop: sin escalas, un agente federal que, viajando en un avión, empieza a recibir mensajes con amenazas sobre la seguridad de los pasajeros. Venganza implacable hace de Neeson un ladrón de buen corazón, llamado Tom Carter, que ha dedicado varias décadas a robar bancos, siempre sin disparar un tiro y entrando y saliendo sin que nadie lo note. Pero no gastó ni un dólar de los nueve millones que robó, porque su motivación es saldar viejas cuentas con el pasado familiar. Hasta que un día, este ladrón honesto del título original se enamora. Tanto se enamora, que no solo piensa en un retiro sino en entregarse a la policía para pagar su condena. Porque sus personajes podrán ser buenos o malos, ladrones, médicos, corredores de bolsa o policías, pero tienen un norte ético inquebrantable. El problema es en el que el FBI no todos comparten ese norte. Cuando llama para negociar su entrega y la del botín, nadie cree que ese hombre sea el ladrón. Hasta que da la ubicación de una baulera donde descansan tres millones de dólares, algo que los agentes a cargo de la pesquisa negarán a sus superiores para dividirlo entre ellos. Y entonces ocurre la magia: Carter termina aliándose al jefe del FBI para ayudar a detener a sus propios agentes. Cuesta creer lo que narra Venganza implacable, en parte por el absurdo de su propuesta, pero también porque todos los personajes están delineados con el trazo más grueso y esquemático del género, como si fuera un remedo tardío de aquel cine policial de los ’90 donde la basura estaba dentro de las instituciones y no en quienes supuestamente son villanos. Neeson: el villano más bueno del mundo.
Tom Carter (Liam Neesson) es un ladrón solitario de bancos. Sus golpes son perfectos y lleva una década volviendo locos a los agentes del FBI que siguen su carrera. Tom conoce después de uno de sus golpes a Annie (Kate Walsh) la empleada de un lugar donde la gente alquila enormes piezas donde guardar cosas. Allí tiene un lugar donde guarda el fruto de sus golpes que suma nada menos que nueve millones de dólares. Tom tiene una “revelación” y sueña una vida distinta con Annie que es una mujer inteligente y bonita que acaba de recibirse de psicóloga pero sabe que no puede iniciar esa vida cargando con una vida de delito. El ladrón arrepentido busca entonces un arreglo con el FBI. Piensa un plan de devolución del dinero a cambio de una pena que tenga en cuenta ese arrepentimiento. La primera llamada de Tom al organismo de investigaciones es atendida por dos investigadores que ya recibieron llamados similares y son un poco descreídos. Pero ante la insistencia mandan a dos agentes de categoría menor. uno de los dos agente enseguida se da cuenta de que esos nueve millones pueden ser un buen seguro para la jubilación. Todo se complica, los agentes se quedan con la plata y matan a uno de sus superiores. Tom se ve obligado a contarle a Annie su profesión oculta y el plan que tenía pensado. Annie primero se enoja pero luego lo comprende y trata de ayudarlo. Los corruptos tienen el dinero pero en un encuentro fortuito terminan golpeando a la mujer y es internada. Ahora si que el asunto se vuelve personal que además de ladrón de bancos es un ex comando de los marines y experto en explosivos que se dedicó a volar bóvedas de sucursales e bancos al volver de la guerra y ver a su padre morir sin dinero. Así que ahora el ladrón cegado por el amor que quería retirarse se ha vuelto un vengador nada anónimo. Una película de acción más en la carrera de Neesson. No es de las mejores y la historia es absolutamente inverosímil. no es necesario ir a una sala a verla se puede esperar para verla rotando en el cable o en alguna plataforma. VENGANZA IMPLACABLE Honest Thief. Estados Unidos, 2020. Dirección: Mark Williams. Intérpretes: Liam Neeson, Robert Patrick, Jai Courtney, Kate Walsh, Jeffrey Donovan, Anthony Ramos, Jamie Ghazarian, Janelle Feigley, Devon Diep, Arthur Hiou, Adrian M. Mompoint, Birol Tarkan Yildiz y Kayla Caulfield. Guion: Steve Allrich y Mark Williams. Música: Mark Isham. Fotografía: Shelly Johnson. Distribuidora: BF París. Duración: 99 minutos.
Una vez más Liam Neeson ("Taken", "The Schindler's List" entre muchísimas otras) vuelve a jugar su eterno personaje de "vengador hábil" , y van... No sabremos nunca si sólo le llegan este tipo de papeles o si son los únicos con los que se siente cómodo. Aquí es Tom Dolan, un ex-marine que sabe abrir cajas fuertes y fabricar bombas, cualidades que lo convierten en un ladrón capaz de entrar y salir ("The In and Out Bandit", denominación que lo ofende) con éxito de los bancos, ya que ha robado 9 millones de 12 bancos en siete estados durante varios años. Cuando busca guardar lo robado conoce a Annie (Kate Walsh), de quien se enamora y con la que sueña una nueva vida. Para esto planea que dejar su oficio, blanquear su identidad a Annie y entregar el botín a la Justicia, a cambio de una sentencia menor. El problema es que los agentes Sean Meyers (Jeffrey Donovan) y Samuel Baker (Robert Patrick) no creen en el llamado que efectúa al FBI, y envían a "negociar" a los Agentes John Nivens (Jai Courtney) y Ramon Hall (Anthony Ramos). Los codiciosos agentes, intentan quedarse con el dinero, por lo que el plan de Tom fracasa y las cosas se complican por demás. Con guión de Mark Williams y Steve Allrich y dirección del mismo Williams, hay persecuciones, tiros y peleas bien logradas como en toda película de acción que se precie de tal. Entretiene y Neeson es carismático, pero es una receta repetida y gastada, así que sepan que no hay sorpresas.
Los actores encuentran un lugar a la edad que pueden, algunos no lo encuentran nunca. Liam Neeson encontró el suyo de grande, después de haberse inventado un registro propio que exportó a toda clase de películas, policiales, dramas, ciencia-ficción, aventuras, lo que fuera. Si uno vio actuar una vez a Liam Neeson ya lo vio todo: la mirada firme pero cándida que no alcanza a ocultar una tristeza apenas disimulada, el tono de voz bajo, como quebrado, el cuerpo desgarbado pero dispuesto para la acción. Con una displicencia fenomenal, el tipo hizo siempre lo mismo sin preocuparse de encajar demasiado en las películas que lo tenían como intérprete: nada de método, de sobreactuación, de esfuerzos denodados; él hace lo suyo, prepara sus cosas con modestia, y que el universo se acomode serenamente a su alrededor. Un actor zen. Fue ya de grande que Neeson supo fabricarse una casa de acuerdo a sus necesidades. Los ladrillos fueron thrillers de bajo perfil a cargo de directores llamativamente competentes que le pedían que haga his thing, que lo dejaban vivir. Bajo su nuevo techo, el actor engendró una familia de hombres más o menos idénticos: padres o esposos que deben vengar a una hija o esposa ultrajada, hombres fuertes pero vencidos, doblados por algún antiguo matrimonio, un pasado oscuro o desgastados por el paso del tiempo. Ahora, con cada nueva película, Neeson saca del placard ese traje a medida de héroe incompleto y le aplica los arreglos que exige la ocasión. De la necesidad de tener una casa habla también Venganza implacable, traducción random que le tocó en suerte a Honest Thief. Neeson hace a (sorpresa) un ladrón honesto que se cansó de robar bóvedas de bancos, conoce a una mujer y ahora quiere pasar la vida con ella. Todo es perfecto hasta que el tipo se da cuenta de que no puede unirse definitivamente con Annie hasta pagar por sus crímenes. Tom la lleva a ver una casa de noche (a la que evidentemente accedió con sus dotes para el robo) y le dice de comprarla. A los pocos días decide entregarse a la justicia para expiar culpas y empezar de cero, pero con la mala suerte de que los dos agentes que le tocan del FBI quieren quedarse con la plata robada y liquidarlo. Ahí empieza un mejunje encantador hecho de inversiones: el ladrón no consigue que la ley lo castigue como corresponde y, mientras escapa de los detectives complotados, asalta al superior de ellos con la esperanza de probar su inocencia respecto de un crimen fraguado y su culpabilidad sobre los robos. La velocidad con la película asume distintas pieles y colores es impresionante: al principio, Tom conoce a Annie como en una comedia romántica accidentada con final feliz, después empieza una breve una película de venganza, pero enseguida se afianza algo parecido al thriller de atribución de culpas (un Hitchcock thrash). En la casa de Liam Neeson se comen estos guisos poderosos preparados con mil ingredientes de procedencia incierta. A Venganza implacable no le fue bien en ninguna parte, los críticos le reprochan su desprolijidad narrativa, sus giros imprevistos, sus inverosimilitudes, sus diálogos poco sutiles. Ya sabemos que una buena parte de la crítica de cine perdió la capacidad de asombro o de disfrute ante cualquier cosa que no respete los protocolos (en el peor sentido del término -no sé si hay uno bueno) de la producción industrial media pasada por el filtro de las productoras y las correcciones de guion. El crítico como script doctor. Pero el espacio del que provienen muchas películas de Neeson, y mucho de lo mejor que puede verse hoy, es justamente el del sustrato que podríamos llamar nivel medio o bajo de la industria, un nicho históricamente más libre que el mainstream que permite libertades y deformidades varias, que no obliga a sus participantes a respetar ciegamente los mandatos del cine de alta gama. Un cine que admite distintas formas de caos y desorden que constituyen su mejor activo, y que le hablan a un público interesado de disfrutar historias e imágenes sin preocuparse por la “consistencia” de la trama o la verosimilitud. O sea, el mismo territorio incierto que alguna vez Manny Farber llamó underground y del que salía (aunque no salía solamente de ahí) el famoso cine termita, objetos de una factura imperfecta que se volvían sobre sus propios vicios y fallas y explor(t)aban las posibilidades expresivas del cine más allá del formateo de los estudios. La crítica de todas las épocas está poco preparada para lidiar con el cine termina de su tiempo. En ese barr(i)o de mala fama y deleites esquivos vive, parece que feliz, Liam Neeson.
SUB-EASTWOOD Viendo Venganza implacable -horrible traducción para el original Honest thief-, en varios pasajes no podía evitar recordar a films de Clint Eastwood como La mula, Gran Torino, Crimen verdadero y especialmente Deuda de sangre. Todos relatos donde lo policial tiene un peso significativo y donde la vejez y/o el retiro están siempre sobrevolando. Sin embargo, la película de Mark Williams es una versión algo devaluada, un intento interesante pero bastante fallido de conectar con las atmósferas de ese cine y que necesita en demasía de la presencia carismática de Liam Neeson. Es que es Neeson el motor principal -por no decir el único- de un film donde el actor pareciera emprender un camino parecido al que Eastwood inició en los noventa: el de utilizar las plataformas genéricas para reflexionar sobre lo que podríamos denominar como “el reposo del guerrero”. En este caso, con la historia de Tom Dolan, un notorio ladrón de bancos que, luego de conocer a Annie (Kate Walsh), que parece ser la mujer de su vida, decide comportarse de manera honesta y entregarse al FBI, solo solicitando a cambio una sentencia reducida. Sin embargo, es traicionado por dos agentes corruptos, con lo que pronto se encuentra inculpado por un homicidio que no cometió y huyendo mientras intenta proteger a su amada. Si Neeson interpreta con solvencia a un profesional que quiere hacerse cargo de lo que fue e hizo para emprender un nuevo camino, pero al que las circunstancias lo obligan a recurrir a sus antiguas habilidades, el ensamblaje narrativo que lo rodea se revela como bastante frágil. Esos problemas ya pueden apreciarse en ese interés amoroso que es Annie, un personaje con rasgos simpáticos pero también demasiado ingenua -hay algunas decisiones que toma que son hasta risibles- y sin la suficiente carnadura para hacer creíble la subtrama romántica, que es el verdadero núcleo central del relato. Y se potencian con los antagonistas, especialmente el principal, ese agente sin escrúpulos interpretado por un Jai Courtney que poco puede hacer para sacarlo de lo esquemático y otorgarle rasgos verdaderamente temibles y que puedan rivalizar con la presencia de Neeson. Apenas si se puede rescatar al noble agente que compone Jeffrey Donovan, que va a todos lados acompañado por el perro de su ex esposa -un chiste repetido pero que funciona- y que, pase lo que pase, siempre se comporta de manera recta. De Venganza implacable se puede rescatar que sabe que tiene una premisa acotada entre manos y su voluntad por contar su pequeña historia sin grandes estridencias. La acción es puntual, solo la justa y necesaria, y no se permite caer en pirotecnias exageradas, lo cual se agradece en tiempos donde muchos realizadores creen que la acción consiste solo en hacer explotar todo. Lo mismo se puede decir respecto a un ritmo pausado y un tono algo melancólico que son bastante inusuales dentro del espectro de la producción actual. Pero no hay mucho más que eso, como si Williams hubiera entendido solo la superficie del cine de Eastwood, pero no su verdadera esencia, donde es central el diseño de los personajes, marcados por el profesionalismo, la lealtad y la coherencia, además de la fe en los códigos que manejan. Y si bien Neeson parece el candidato adecuado para heredar las gestualidades y conductas del cine de Eastwood, en Venganza implacable no tiene al realizador indicado para conducirlo hacia un retiro con gloria.
Doce años pasaron de “Taken”, aquel film que nos presentara al mundo a un nuevo héroe de acción: Liam Neeson. ¿Bendición disfrazada de maldición? Veamos…Poco más de una década después, aquí tenemos al bueno de Neeson, encabezando el reparto de la enésima película de acción genérica. Su filmografía se ha saturado de modelos intercambiables que se replican por generación espontánea. Quizás deberíamos clonar a Neeson y no a los mediocres productos de los que ha formado parte. Va en gustos. “The Honest Thief” encuentra una traducción poco agradable que vuelve todavía más literal a la propuesta. Policías corruptos, antihéroes de buen corazón, mujeres en peligro y traiciones que justifican el precio de todo giro argumental, abundan por doquier a lo largo del metraje. Todo parece milimétricamente planeado. Como las intenciones de este ladrón de bancos reformado una vez que Cupido clavó la flecha en su corazón. Lo endeble y lo inverosímil gana por completo la partida. El afán de entretenimiento sucumbe ante las pruebas remitidas, aunque Neeson aporte su habitual carisma. En “Venganza Implacable” todo se precipita demasiado pronto, todo se anticipa a kilómetros de distancia. Las capacidades de un ex Marine, quien utilizará lo aprendido en la fuerza para salvar su moral y a los suyos, nos convencerá (a la fuerza) de que Mark Williams, director de “Hombre de Familia”, agotó su inventiva antes de tiempo. Liam no se ve muy convencido de convertirse en el sustituto reencarnado del menguante Bruce Willis. Veterano intérprete, sabe muy bien el producto que se trae entre manos desde la primera lectura de guion: diálogos ‘one liners’ totalmente planos y telegrafiados suelen siempre presagiar lo peor. Fast forward a créditos finales.
En el momento en que los hechos se precipitan, el ritmo de Death on the Nile se acelera y se vuelve completamente interesante, sin embargo, es inevitable sentir que la espera a la acción se vuelve interminable