Paradojas del duplicado Los países nórdicos son sin duda los que están produciendo las pocas películas realmente interesantes de Europa de las últimas décadas, prueba irrefutable de ello fue Por Orden de Desaparición (Kraftidioten, 2014), un opus maravilloso dirigido por Hans Petter Moland y escrito por Kim Fupz Aakeson que combinaba el film noir y la comedia negra vía un tono general que recordaba al cine de los hermanos Joel y Ethan Coen: el siempre eficaz Stellan Skarsgård componía a Nils Dickman, un inmigrante sueco en un pueblo de Noruega que se desempeñaba como servidor público sacando la nieve de las carreteras con su barredora, un contexto pacífico que se venía abajo cuando unos sicarios de un gangster/ narco local, El Conde (Pål Sverre Hagen), secuestraban y mataban a su hijo, un empleado aeroportuario del montón, por considerarlo corresponsable en la desaparición de una bolsa de cocaína que en realidad robó un compañero del susodicho. La típica odisea de venganza de un Nils reconvertido en verdugo, cargándose uno a uno a los secuaces del homicida, de a poco dejaba paso al enfrentamiento entre los noruegos y su competencia directa, la mafia serbia encabezada por Papá (Bruno Ganz), el cual no se tomaba bien que El Conde le asesine a su hijo pensando erróneamente que fueron los serbios los artífices de las muertes en sus filas. Como no podía ser de otra forma tratándose de un Hollywood de pocas ideas y falto de confianza propia, la gran industria le encargó al propio Moland la remake en inglés de su película original y el resultado es un trabajo interesante que -comprensiblemente- respeta a rajatabla el devenir narrativo y formal de aquella propuesta noruega, duplicando hasta la graciosa sistematización de antaño de cadáveres acumulados a través de una pantalla en negro, el seudónimo de cada finado, su nombre real y un símbolo religioso que representa la fe profesada de turno. En esta oportunidad Liam Neeson reemplaza a Skarsgård y vale aclarar que el señor encaja perfecto en el personaje porque le permite poner de manifiesto su destreza a la hora de componer héroes de acción y al mismo tiempo sacar partido del resto de su generoso rango actoral, hoy sutilmente volcado a un humor que se va asomando por entre los pequeños pliegues de la tragedia, esa ingeniosa y sutil comedia más de índole contextual que apuntalada en diálogos concretos (allí reside, precisamente, la distancia para con un mainstream estadounidense al que le cuesta horrores construir un mínimo ápice de naturalidad, y mucho más si hablamos de obras como la presente en la que de por sí la meta retórica pasa por cierto toque irónico que no descuida jamás el trasfondo mundano general). Si bien para el espectador que no haya visto la obra noruega el film puede parecer similar a Tres Anuncios por un Crimen (Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, 2017), en especial por la mixtura entre mordacidad y desarrollo truculento en una comarca bucólica, la verdad obedece al esquema inverso, con el opus de Martin McDonagh inspirándose en el planteo de base de Por Orden de Desaparición. Ahora el trío protagónico se completa con Tom Bateman reemplazando a Hagen y Tom Jackson haciendo lo propio con Ganz, en un juego de sustitución según criterios anglosajones a través del cual sale perdiendo la traslación norteamericana aunque -se podría agregar- con una dignidad muy poco habitual en nuestros días, e incluso más tratándose de una historia que decide calcar toma por toma la estructura de la original en lo que definitivamente fue un trabajo por encargo y bien suculento para el realizador Moland: ahora el padre se llama Nels Coxman y su cruzada de revancha vuelve a comenzar cuando asesina a tres subalternos con apodos pomposos para luego detenerse y consultar a su hermano Brock alias Wingman (William Forsythe), un ex matón de la mafia con más experiencia en el asunto que él, quien le recomienda contratar a un sicario que lo termina traicionando al venderle la información al homicida de su vástago. Las diferencias son mínimas ya que apenas si pasan por una sutil suavización general de la impronta sardónica, alguna que otra caricaturización camuflada en cuanto a los personajes, detalles varios en materia de diálogos, unos serbios que en esta ocasión se transforman en aborígenes, una mayor presencia de los inútiles oficiales de policía y sobre todo un golpe en el rostro hoy inexistente a la esposa del mafioso local (no vaya a ser que quede reflejada la violencia contra la mujer en pantalla, tracción a una corrección política patética acorde con el público bobalicón mainstream que prefiere eufemismos y “soluciones ideales” antes que realidad sucia y urgente). La película nos coloca en la paradoja de por un lado tener que alabarla si la comparamos con casi todo el panorama hollywoodense actual, gracias a un guión muy bien trabajado que pone en vergüenza -por ejemplo- a todo lo realizado por Quentin Tarantino luego de Kill Bill: Vol. 2 (2004), y por otro lado tener que reconocer que cae por debajo de la original y en función de un buen trecho, fundamentalmente debido a que los cambios introducidos -a pesar de ser pequeños- saltan muy a la vista porque hacen explícito el conservadurismo crónico de la cultura yanqui y la reducida apertura a lenguajes foráneos, optando siempre por bajar los decibeles agitados que puedan llegar a molestar…
Cuando una película de Liam Neeson se estrena, todos más o menos sabemos que se trata de una película de acción. Lamentablemente -muchos de quienes lo siguen- se llevarán una enorme decepción; y no me refiero a él en específico, está claro que es un gran actor. Justamente porque no le dan el lugar que sabemos que es donde puede desarrollarse y queda a medio camino; hubiera sido mejor sacarlo en definitivo de ése lugar y listo. En ésta, pareciera que se intenta llevarlo a un rol de antihéroe, pero tampoco; aquí es el responsable de generar una guerra entre dos mafias cuando matan a su hijo; nada que ver a lo que recita el tráiler o la sinopsis. Rodeado de actores que aportan poco, no sólo en sus roles, sino como intérpretes, posiblemente el caso más llamativo es el de Laura Dern, que desaparece de la película casi al principio con una línea de diálogo deplorable: “¿Sabías que nuestro hijo tenía Facebook? ¿Sabías qué música le gustaba y qué películas veía?” y chau. Con un humor que pareciera podría conducir a algo, ésta cinta deja muy mal parado a un actor del que el público espera más.
PERDIDOS EN LA TRADUCCIÓN La faceta inesperada de Liam Neeson como héroe de acción empezó con una búsqueda y una venganza. En efecto, Taken llevó el título local de Búsqueda implacable, mientras que en España la llamaron Venganza. No importa en qué continente estemos: en ambos hay una traducción fantasmal y un resumen escueto de las motivaciones del personaje principal. Una década después, a los distribuidores nacionales no se les ocurrió mejor idea que homenajear el germen ibérico y traducir el nuevo film de Neeson, Cold Pursuit, como Venganza. ¿No es un plagio demasiado vago e inapetente para una carrera rejuvenecida por persecuciones y disparos? Misterios del marketing que a veces atentan contra el film mismo. Nels Coxman, ciudadano del año en el pueblo (y centro de ski) Kehoe barre la nieve para que la gente pueda atravesar la gran masa blanca que produce el invierno. Y aunque reciba un trofeo cristalino por su servicio a la comunidad, el premio que lo enorgullece se encuentra reducido con felicidad a este trabajo solitario y solidario. Como el guardián que custodia la paz desde las alturas, Nels vive alejado de la civilización, ahí arriba en las montañas, junto a Grace, su esposa y Kyle, su hijo. Alguien ya habrá advertido (en forma de tuit o de meme) los peligros de tener un padre como Liam Neeson. Venganza se hace cargo enseguida del chiste y del remate. A los quince minutos, el cadáver de Kyle descansa en la morgue. La secuencia en la que Nels y Grace deben reconocer el cuerpo del hijo es brillante. El director noruego Hans Petter Molland (haciéndose cargo de la remake de su propia película En orden de desaparición) coloca la cámara en un contrapicado, a la altura del viente de los personajes; entre ellos y el espectador, hay un espacio vacío. De pronto, un sonido irritante quiebra el silencio del ambiente. Impulsada por un forense que, cansado de la rutina mortífera del trabajo, aprieta sin demasiadas ganas el pedal oxidado, la camilla asciende lenta y penosamente desde el abismo de la pantalla. El chirrido metálico y los segundos burocráticos hacen que el tiempo de la escena sea elástico e insoportable; el absurdo es el aliado natural de la realidad. Quien haya visto Manchester junto al mar (otro drama terrible sobre la pérdida y la culpa), recordará un instante similar en una ambulancia que derrumba la estructura del melodrama. En ambas secuencias, el humor inesperado e incómodo corroe el esmalte del cliché. Luego de enterarse que la mafia mató a Kyle, Nels toma las armas que están al alcance para ejercer el desquite: una escopeta que solo fue usada con fines deportivos, los puños endurecidos por el hielo y su barredora fiel. Coxman es un barrendero, no un exagente de la CIA, y por eso los primeros avances son torpes y de alguna manera irresponsables. Hay algo de comedia en todo esto, en especial en el modus operandi usado por el protagonista para deshacerse de los cuerpos de sus víctimas con la ayuda del hábitat helado donde vive. Es un mérito que la película pueda modificar la figura que Neeson construyó en los últimos años como figura de acción para desplazarla hacia un lugar ligeramente paródico. Molland es un realizador inquieto, que utiliza artilugios llamativos para que el film nunca parezca agotado por sus ambiciones o por un guion (a cargo de un tal Frank Baldwin) que dispersa el atractivo de la trama principal ¿Hay algo más que venganza en Venganza? Como se mencionaba en el primer párrafo, las traducciones erróneas pueden ser un problema. Víctima injusta, la película no cumple todo lo que el título local promete. Sí, hay otras venganzas en la historia, pero no las que en realidad nos importan. La aparición de una mafia de indios (o nativos americanos) interrumpe la vendetta de Nels, y con ella, la escalada de diversión. Si a esto le sumamos una policía entusiasta pero ahogada por el apoyo bucólico de sus colegas (no es casual la aparición de John Doman, el Rawls de The Wire como un oficial descreído del deber) y la nieve que tiñe de blanco la pantalla, el film parece un homenaje demasiado estudiado de la serie Fargo. Neeson es tan noble que, cuando desaparece por culpa de las vueltas de tuerca de la historia, el film fluye con menos gracia. Los personajes secundarios son muy buenos acompañantes (cada uno tiene un momento para lucirse), pero cuando les toca ser el motor del relato ninguno tiene la energía necesaria para despertar nuestro interés. Antes de que la nieve ocupe el centro del relato, una cita de Oscar Wilde aparece en la pantalla negra: “algunas personas causan felicidad donde van; otras cuando se van”. ¿Es una declaración romántica a la figura de Liam Neeson o solo existe porque había que juntar como sea a dos irlandeses opuestos y geniales en un mismo lugar? Alguien dijo: “las palabras son importantes”. La cita de Wilde es claramente un mejor homenaje que titular a una película con un sustantivo genérico que ni siquiera tuvo la gracia de ser endulzado por un adjetivo. A todo esto, ¿cómo la llamaron en España? La respuesta no te sorprenderá: Venganza bajo cero.
“Otra a lo Taken…”, pensaron varios cuando se enteraron de esta nueva cinta que pone a Liam Neeson en el centro de la acción. Aunque a eso apuntó mucho del marketing, la realidad es que “Venganza” es mucho más comedia negra que película de acción hecha y derecha. Que por supuesto arranca cuando un grupo de criminales asesina a su hijo y destruye su matrimonio. No hace falta más que ver el cambio de nombre del protagonista, entre la original y esta remake, para comprender el tono de humor predilecto: pasó de apellidarse Dickman a Coxman en esta nueva versión. Pero más allá de esa cuota de humor básico casi adolescente, la cual está siempre presente, se trata más que nada de una comedia bien negra que no le hace asco a la violencia cuando hace falta. Hasta el punto de que varias muertes sirven como remates y chistes en sí mismos. Remake de un film reciente realizado por el mismo director (“En Orden de Desaparicion”, de 2014), producción noruega que le valió al mismo una nominación al Oso de Oro en el Festival de Berlín. Dato que habla a las claras de que la visión de Hans Petter Moland dista bastante de lo que podemos esperar de un producto genérico hollywoodense. El humor negro viene acompañado en gran parte de una atmósfera bastante siniesta y, por supuesto, fría, que tiene lugar (y ocasiona) un brutal enfrentamiento entre pandillas en la parte más fría de Norteamérica. Justamente esta locación, sumada a la cualidad europea de Moland, hace que nos encontremos con “pandillas” un tanto particulares que se reparten el territorio. El color de estos villanos, no solo en sus líderes, sino en los tantos secuaces que irán cayendo en el camino, es uno de encantos más fuertes del film. Una de estas bandas es un grupo de nativos americanos que disfrutan de sus riquezas al mismo tiempo que su cabecilla se cuestiona si eligió bien su camino de vida. Esta cuestión de los caminos tomados y los dejados atrás es una temática del film, pero cualquier intento de algo más termina avasallado por una voluntad por entretener que coloca siempre al pochoclo sobre todas las otras cosas. Hay muchos nombres que se destacan inmediatamente entre el elenco, pero la mayoría de ellos termina desperdiciado. La presencia de Laura Dern y Emmy Rossum en el producto final puntualmente parece un chiste de mal gusto por la limitada cantidad de minutos e influencia total que tienen en la cinta. En su lugar, son los relativos desconocidos quienes le dan más brillo al asunto. Particularmente Tom Bateman (“Da Vinci’s Demons” y “Murder on the Orient Express”) como el principal antagonista se roba cada segundo que esta en pantalla. Por su parte, Neeson realiza un buen trabajo e incluso se desenvuelve muy bien cuando la comedia se lo pide, pero principalmente se beneficia bastante de que su protagónico no sea tan omnipresente en una trama que está más que contenta con centrarse también en las bandas criminales. Como algo diferente, logra cumplir. Aunque lamentablemente su mayor pecado es que abundan las lagunas de entretenimiento. Cuando es graciosa y llevadera, hay largas secuencias que hacen valer la pena haber elegido un curioso relato con sensibilidades europeas y producción nortamericana. Pero la falta de miedo de esta combinación termina condenando un film con demasiados baches de humor, que no siempre resulta efectivo, y sobre todo demasiado a gusto con las escenas sin diálogo y con mucho slo-mo. Resulta una experiencia que se disfruta más en retrospectiva que mientras uno la está viendo, gracias a demasiados momentos que aportan poco y duran mucho. La realidad es que, si uno mide sus expectativas y tiene ganas de darle una oportunidad a un proyecto que seguramente cada vez cueste más realizarse a esta escala, va a saber pasar un buen rato bajo la nieve con el buen Liam y sus amigos.
Venganza (Cold Pursuit) no se parece a los anteriores films de acción protagonizados por Liam Neeson. Que quieran venderlo de esa manera es entendible para los que distribuyen el film y quieren ganar dinero, pero nadie que vea la película puede sostener que sea parecida a lo que Neeson hizo hasta ahora. En lo superficial, en lo profundo, e incluso en el género, la película no tiene semejanza con los films de Unknown, Taken o Non-Stop o The Commuter, aunque juntas conformen una filmografía de acción más que interesante. No importa como siga la carrera de Liam Neeson, su marca en el género ya ha quedado. Nels (Liam Neeson) trabaja con su camión barrenieve en un pequeño pueblo en Colorado. Es un hombre recto, respetado por la comunidad, que lo premia como el mejor ciudadano del año. Él y su mujer (Laura Dern) reciben la noticia de la muerte de su joven hijo por una sobredosis. Nels no cree que sea todo tan simple y por una pista que recibe decide emprender una venganza contra los narcotraficantes responsables de la muerte de su hijo. Venganza es una remake In Order of Disappearence (Kraftidioten, 2014) película noruega protagonizada Stellan Skarsgård dirigida por Hans Petter Moland. La película no cae en la categoría de remake libre que destruye el sentido de la película original y el resultado está a la vista. El secreto está en que Hans Petter Moland vuelve a estar en la dirección y simplemente hace nuevamente su película pero con la producción de alto presupuesto que requiere esta nueva versión. Ambas son películas muy parecidas y tienen los mismos méritos. Si la venganza es un tema capital en la historia del cine, volver sobre ella tiene sentido. Y una vez que una fórmula se prueba efectiva, todo el problema está en lograr que dicha fórmula se cumpla y a la vez parezca algo nuevo. Venganza tiene ese aire nuevo y esa estructura clásica. El tema es universal, pero la película es muy original y sorprende. Toda la presentación de la historia, los villanos, la muerte de todos y cada uno de los personajes que muere, las extraordinarias elipsis que la narración tiene, la puesta en escena, las actuaciones, todo conforma un relato divertido, con sentido del humor, violento pero sin exagerar, con un gusto por la resolución original y un enorme respeto por la inteligencia del espectador al darle una historia menos estándar de lo que hoy se acostumbra. Es posible que pueda generar algo de rechazo debido a eso, que tal vez al no ser mediocre y tener fuertes decisiones estéticas termine dejando fuera a más de uno, pero quien en definitiva sale ganando es el cine.
Humor, ironía, originalidad, y un guion con diálogos que recuperan cierto tono que deambula entre Tarantino y los hermanos Cohen, hacen de esta película una de las sorpresas cinematográficas de la temporada. Los detalles y el desarrollo de los acontecimientos hacen que una venganza termine en una cacería sangrienta en la que nada ni nadie es realmente quien dice ser. Liam Neeson una vez más a la altura de una historia diferente para su larga tanda de películas de acción.
Liam Neeson terminó constituyéndose en un género en sí mismo. De ser de esos actores que siempre caen bien en las películas (del mismo club de Tom Hanks o Julia Roberts, por ejemplo), pasó a convertirse en el actor veterano que patea culos y que siempre tiene pérdidas familiares… desde esa fatídica vez en 2008 que secuestran a su hija en Taken. A partir de ese momento (y luego de ser el tutor de Batman, la voz del Leon de Narnia, el Maestro Jedi de Obi Wan Kenobi, o Zeus), Liam comenzó a hacer películas de Liam en lugares enfrentando a malevos que se meten con sus allegados: Liam en un avión, en Europa, en un tren, en la nieve, contra lobos… y cada una de ellas logró emocionarnos y gritar cada vez que usaba los puños como lenguaje. Y este jueves se estrena la nueva de Liam, donde, por suerte (ya que el cine aún da sorpresas), el género Neeson presenta una nueva veta, un nuevo estilo… una vuelta de tuerca. Venganza (Cold Porsuit en su título original) tiene todos los condimentos: nuestro protagonista vive en una ciudad helada, y es el héroe local por encargarse de abrir el paso con su camión a los diferentes vehículos que buscan atravesar la ruta. Su hijo es asesinado por estar en el lugar incorrecto, y cómo nadie parece creerle decide tomar venganza por mano propia. ¿La diferencia? La película es europea, y trae consigo condimentos que las versiones yanquis no ostentaban. Primero, lo primero… como todo elemento del post-modernismo, la película es una remake. La original se llama Kraftidioten (In orden of Disappearance en su traducción al inglés) y está protagonizada por Stellan Skarsgård (otro vejete que patea culos) y Bruno Ganz. Hans Petter Moland (director, Noruego) dirige ambas películas, la original y su remake. La escalada de violencia en la que arremete Nels Coxman (así se llama el personaje de Liam) termina detonando una guerra entre traficantes de drogas, la vuelta a un pasado familiar mafioso, y una relación tensa con su mujer al no poder enfrentar la pérdida de su hijo. Y uno de los elementos más importantes que esta película maneja a la perfección: el humor negro. La constante utilización de la comedia para condimentar momentos violentos, patéticos o sangrientos es una briza de aire fresco que se agradece en este tipo de films. Además de nuestro protagonista brillan Laura Dern (como la mujer de Nels), Tom Bateman (como uno de los villanos), Domenick Lombardozzi (como uno de los lacayos del villano, y una gema como personaje), Tom Jackson (como otro de los villanos), William Forsythe (como Wingman, hermano de Nels) más John Doman y Emmy Rossum como los policías del pueblo que se encuentran en el medio de una guerra de carteles y un vigilante buscando al asesino de su hijo. Acción, grandes personajes, humor, sangre, y un guión que va escalando y nos va envolviendo mientras nos entregamos a un relato que siempre sorprende. Lo queremos mucho a Liam, pero más si sigue evolucionando.
Tumbas en la nieve Tras el éxito de su film Por Orden de Desaparición (Kraftidioten, 2014), el realizador noruego Hans Petter Moland recibió el encargo se adaptar la película protagonizada por Stellan Skarsgård y el inefable Bruno Ganz al mercado norteamericano. Así nació Venganza (Cold Pursuit, 2019), una obra irónica, con gran carácter, que copia escena por escena y plano por plano casi todo el opus original, con algunos cambios menores y algunas historias paralelas adicionales. Nels Coxman (Liam Neeson) es un trabajador sin demasiadas pretensiones y con una buena y apacible vida en un pequeño pueblo cerca de Denver, Kehoe, que conduce un camión que remueve la nieve del camino para permitir la movilidad de los vehículos por los trayectos anegados. Por su tesón, su compromiso y su contribución al desarrollo de la ciudad, la comunidad le otorga su mayor galardón, el de ciudadano del año, pero inesperadamente su vida da un vuelco de ciento ochenta grados cuando recibe la peor noticia: su hijo acaba de morir de una supuesta sobredosis. El joven, que trabajaba en el aeropuerto, en realidad ha sido asesinado por una banda de narcotraficantes debido al robo de una bolsa de cocaína por parte de un compañero de trabajo. Cuando Nels descubre la verdad comienza a perseguir a los que ordenaron la ejecución de su hijo y sin proponérselo elimina uno a uno a los miembros del cartel, desatando sin darse cuenta una guerra entre el capo narco y sus socios indios en el remoto Kehoe. Liam Neeson realiza una gran labor reemplazando al sueco Stellan Skarsgård y Frank Baldwin es el responsable de un guión que adapta levemente a la idiosincrasia norteamericana la gran historia original del danés Kim Fupz Aakeson. Hans Petter Moland se copia a sí mismo y logra un resultado excelente con una película demasiado similar a Por Orden de Desaparición pero que despliega muchas ideas nuevas, que aunque secundarias, le proveen distintas texturas a un film que ya de por sí tiene una narración vertiginosa. El nombre del film original, Por Orden de Desaparición, hace referencia a la catarata de muertes desencadenadas por el asesinato del joven Dickman, en la remake Coxman, que se van acumulando ostensiblemente a medida que avanza la obra, mientras que el título de la reinterpretación hace hincapié en la cuestión de la búsqueda de los culpables más al estilo de Charles Bronson en la década del setenta y ochenta en films como El Vengador Anónimo (Death Wish, 1974) o Cold Sweat (1970). Venganza vuelve a aprovechar la construcción de Liam Neeson como heredero de Bronson, exponente del hombre promedio llevado por las circunstancias a tomar acciones drásticas, personaje que viene desarrollando desde hace unos años en diferentes films como El Pasajero (The Commuter, 2018), Una Noche para Sobrevivir (Run All Night, 2015) o Búsqueda Implacable (Taken, 2008), películas de gran aceptación entre el público de acción. En su propia remake Moland edulcora la historia junto al guionista Baldwin para el público estadounidense, con un poco más de protagonismo policial y algunas historias paralelas de los mafiosos que agregan color a una obra cargada de un humor corrosivo y sardónico un poco más explícito que en la versión original noruega. Venganza adapta la historia a la medianía norteamericana pero aun así se destaca por sus buenas actuaciones y un relato de gran fuerza que cambia el contenido social y político del original por algunos chistes que funcionan también como una crítica solapada de distintas cuestiones sociales que el director se da el lujo de remarcar. Si bien Por Orden de Desaparición es extraordinaria, bien vale la pena disfrutar de la remake por encargo que toma casi todo lo mejor de la primera versión agregándole lo justo para convertir a Venganza en una digna y caustica reversión.
Llega la remake de la película noruega In Order of Disappearance, que cuenta con el mismo director, Hans Petter Moland, y con el protagonista de la saga Búsqueda implacable, Liam Neeson, en el rol de un padre que busca vengarse de los asesinos de su hijo. Venganza consigue los climas del filme original, sitúa la acción en un pequeño poblado cercano a Denver y con la nieve como escenario de una sucesión de muertes y violencia. El filme es un thriller pero tiene también humor negro y menos acción de la esperada. El atractivo pasa por un enfrentamiento superior entre bandas de familias de narcotraficantes. Nels Coxman -Neeson- es el conductor de una máquina barrenieve y su labor es reconocida por la comunidad cuando lo nombran Ciudadano del año, pero cuando su hijo aparece asesinado -la escena del reconocimiento del cadáver en la morgue está muy bien resuelta- su vida cambia para siempre y su mujer -laura Dern- lo abandona, desapareciendo inexplicablemente de la trama. El hombre común y corriente enfrenta entonces una situación extraordinaria que lo termina empujando a un espiral de violencia que lo supera. Nels no cree en la muerte de su hijo por sobredosis y se lanza a averiguar más. Ese es el punto atractivo de la propuesta que incluye a un hermano, un ex mafioso con esposa oriental que le sugiere que contrate a un sicario; y una pareja de policías que no suma demasiado y está siempre detrás de los pasos de los delincuentes. El filme no se parece a los anteriores que protagonizó Neeson, que lo colocan como ícono del cine de acción. Por el contrario, Venganza parte de una premisa conocida pero se sumerge en terrenos más profundos que se arrastran desde hace años y en una violencia que no se derrite como la nieve. La acumulacion de cadáveres -arrojados al agua y envueltos en mallas metálicas para que no asomen a la superficie- está acompañada por leyendas con los seudónimos y la religión de las víctimas, lo que da una atractivo extra a la propuesta. Dos familias se disputan el terreno de la droga, hay un villano temible y lunático y un ejército de secuaces mientras Nels ve caer su mundo frente al engranaje delictivo que tiene la historia. Salvo por un par de cambios lógicos debido a que se trata de una producción norteamericana con mayor presupuesto, el resultado es meritorio y no desvirtúa el espíritu del filme anterior.
La nueva película de acción de Liam Neeson es un gran exponente del género. Violento, oscuro y eficaz como sólo el actor de Búsqueda implacable (Taken, 2008) sabe protagonizar. Producida por Michael Shamberg, productor de los grandes éxitos de Quentin Tarantino Django sin cadenas (Django Unchained, 2012) y Tiempos violentos (Pulp Fiction, 1994), la historia transcurre en un pequeño pueblo en Colorado en medio de la nieve. Ahí Nels (Liam Neeson) es un respetado servidor: día y noche libera caminos con su barredora de nieve. Un día su hijo es secuestrado y asesinado por una red de narcotraficantes. A punto de suicidarse, Nels elige vivir para desatar una truculenta venganza con los responsables. Camino que lo lleva a cruzarse con líderes de pueblos originarios y las altas esferas del poder. La frialdad y la crudeza del clima son puestas en escena en este sórdido thriller de acción, remake del film noruego Kraftidioten (2014), también dirigido por Hans Petter Moland. Liam Neeson le pone el rostro a este vengador que no tiene nada que perder y opera desde fuera de la ley. El hombre de la barredora irá cazando uno a uno a los malvivientes y cada muerte, a modo de chiste, culmina con una lápida en pantalla con el nombre de quien pasó a mejor vida. Las dosis de humor son fundamentales para sobrellevar con la ligereza necesaria tanta violencia injustificada, del mismo modo que el ritmo del relato ayuda a nunca detenerse demasiado en el oscuro trasfondo de la historia. El denso drama intimista detrás del film original se disipa en la estructura del género de acción, con la venganza como motor instintivo y pasional. Pero también esta versión pone sobre la mesa los vínculos entre la política, el narcotráfico y la quita de tierras a los indígenas del lugar. Claro que, como buen entretenimiento, nunca llega a profundizar en el tema. Venganza (Cold Pursuit, 2019), que en título original se llama “persecución fría”, tiene buenos momentos siendo su mayor valor entender a la perfección el tono “liviano” que tenía que tener este relato. Por supuesto, mucho tiene que ver con esto Liam Neeson, el inoxidable actor de 66 años que se carga al hombro el film.
Búsqueda implacable Películas de acción con Liam Neeson hay muchas. Lo hemos visto intentar recuperar su identidad, intentar sobrevivir durante una noche de la mafia, intentar rescatar a su hija y ex esposa. En fin, Liam Neeson ya es sinónimo de película de acción y lo vimos en esos papeles hasta el cansancio. O no tanto, porque esta semana se estrena Venganza, la nueva película de acción de Neeson pero que es muy diferente a las demás. La diferencia radica en dos aspectos. La primera es en la historia. El actor interpreta a Nelson “Mr. Plow” Coxman, un quitanieves de Kehoe, un pequeño pueblo de Colorado. Acá quien la pasa mal es su hijo, quien es asesinado por encargo de un mafioso tras quedar envuelto en un asunto de narcotráfico. Corrompido por el dolor que lo lleva incluso a la separación con su esposa (Laura Dern) decide buscar venganza por su propia cuenta. Hasta aquí la historia es muy similar a tantas otras, pero la diferencia recae en que Coxman no es ni un agente secreto ni un experto en combate, sino simplemente un quitanieves por lo cual los métodos que aplicara en busca de su venganza son bastante pocos ortodoxos propios de la inexperiencia. La segunda diferencia está dada en el tono de la película, ya que no se puede catalogar como una película de acción más. Sí hay escenas de acción, pero no tantas como se podría pensar ya que la película se centra más en los procesos de la búsqueda de venganza mostrándonos tanto la mirada de Coxman como de “El Vikingo” (Tom Bateman) el mafioso más importante de Colorado. Además, la ironía y el humor está bastante presente. Un humor que no llega a ser del todo negro, pero si por momentos incomodo que te hace reír en momentos que no deberías estar riendo, por ejemplo, la forma de contar las muertes que van sucediendo en la película. Tanto la inexperiencia de Coxman como la forma de ser de “El Vikingo” -bastante extravagante- contribuyen a dotar la película de ese humor mencionado. Si falla en algo Venganza es en intentar estirarla con subtramas que podrían tranquilamente haberse omitido, como la participación de la típica pareja de policías que está tras la mafia y no aporta nada o como lo que sucede en el enfrentamiento entre los indios y la mafia, pero esto si se puede entender que esta presencia funciona para darle mayor protagonismo al ambiente, el cual, tanto por el clima como por la ubicación es importante. Como curiosidad hay que destacar que esta película es una remake de la película noruega In Order of Disappearance (Kraftidioten) de 2014 y ambas fueron dirigidas por el mismo director, Hans Petter Moland, quien supo utilizar la fórmula que tanto éxito le dio a la carrera de Liam Neeson pero a la vez realizando cambios para generar un producto final totalmente distinto. Venganza es otra película de acción con Liam Neeson pero a su vez no es solo otra película de acción con Liam Neeson. Y posiblemente sea una de las mejores películas de acción con Liam Neeson hasta el momento.
Don Barredora Tenía una vida tranquila y rutinaria, pero igualmente cumplía una función fundamental para el pueblo entre montañas donde vivía con su familia: mantener los caminos despejados de nieve para no perder la comunicación con la ciudad, desde donde llegan los turistas que mantienen viva a la economía local, le valió ser nombrado ciudadano del año por sus vecinos. Para Coxman todo esto perdió el sentido desde que recibió una trágica llamada que le informaba de la muerte por sobredosis de su único hijo, noticia que lo hubiera llevado al suicidio de no ser por la oportuna aparición de uno de los compañeros de trabajo del joven confirmando lo que él ya sostenía: no hubo nada de accidental en su muerte. En ese momento cambió todo; ahora necesitaba saber el por qué de esa muerte. Con apenas un nombre como dato, fue en búsqueda de la única persona que le podía responder. Quizás la venganza ya estaba en sus planes o tal vez lo decidió en el momento que tuvo delante al asesino y supo que tendría que seguir escalando para encontrar al verdadero responsable. Pero este ciudadano ilustre sin preparación se convirtió de la noche a la mañana en la pesadilla de la red de narcotráfico que controlaba la región. Lo buscó y lo encontró. Otra vez Nunca es fácil sostener el verosímil cuando se plantea que una persona común se vuelve de la noche a la mañana un justiciero letal, por más que lo vaya haciendo de a una persona por vez y los agarre por sorpresa. Coxman no es un veterano experto en combate o investigación, pero de alguna forma se las ingenia para encontrar a la persona que busca, sacarle la información que necesita y matarlo con la naturalidad de un experto de la mafia. No muestra miedo ni culpa, solo la determinación de llegar al final como pueda, aprovechándose de ser continuamente subestimado por los criminales que enfrenta para sorprenderlos. Por suerte para Venganza, todo esto está narrado con una alta dosis de humor negro que nos impiden ponernos quisquillosos con la verosimilitud. Muchos personajes tienen detalles absurdos que rompen la seriedad cuando hace falta y el villano principal es prácticamente una caricatura del delincuente con ínfulas de empresario refinado que en el fondo no es más que un sociópata. También tiene el acierto de cambiar cuando está a punto de volverse repetitiva. Consciente de que la secuencia de buscar a alguien y matarlo se gasta muy rápido, agranda el conflicto para incluir a nuevos contendientes en la matanza y darle un poco de aire a un protagonista que sin un poco de ayuda o suerte debería quedar muy pronto metido en algo demasiado grande para él. El resultado termina siendo una película que entretiene y se olvida al día siguiente.
La nueva película de Liam Neeson (Nels Coxman) es una remake del film noruego “In Order of Disappearance” (2014), y en ésta oportunidad lo dirige el mismo director Hans Petter Moland. Nels sirve a la comunidad de Kehoe, pequeño pueblo cercano a Denver sacando la nieve de las rutas con su barredora, y por eso es nombrado, al comienzo, Ciudadano del Año, evento al que asiste junto a su esposa Laura Dern. La pareja tiene un hijo, Kyle, que trabaja en el aeropuerto y es secuestrado, torturado y asesinado debido a una confusión en la que se ve envuelto por una bolsa de cocaína que había robado su compañero de trabajo. Hijo único, el hecho suma a la pareja en la más absoluta desolación, Coxman intenta suicidarse y su mujer cambia radicalmente hasta tomar otra decisión. Cuando Nels comienza a analizar que su hijo jamás podría haber muerto por sobredosis, que es lo que le informó la policia, empieza a buscar uno a uno a los responsables, como en una escalada de muerte y venganza desde el empleado más insignificante hasta llegar a “Vikingo”, el Jefe de la organización. Es muy interesante como arroja los cadáveres para que no aparezcan y la leyenda después de la muerte de cada uno (dos cosas que no voy a spoilear). En la guerra se ve implicado su hermano Brock (William Forsythe), ex mafioso que trata de ayudarlo, un sicario y un número importante de nefastos personajes hasta llegar al caricaturesco Jefe de la Banda. Impecable labor de Liam Neeson como nos tiene acostumbrados en un film con acción, violencia, y algo de humor para descomprimir tanta muerte y enfrentamiento entre narcotraficantes, (los mencionados y un grupo de indios). De Ciudadano del Año a vengador implacable, es una película muy bien lograda y entretenida. --->https://www.youtube.com/watch?v=it2TXqmcj28 ---> TITULO ORIGINAL: Cold Pursuit ACTORES: Liam Neeson, Laura Dern. Micheal Richardson, Michael Eklund, Bradley Stryker, Tom Bateman, Emmy Rossum. GENERO: Acción . DIRECCION: Hans Petter Moland. ORIGEN: Reino Unido. DURACION: 118 Minutos CALIFICACION: Apta mayores de 16 años FECHA DE ESTRENO: 21 de Febrero de 2019 FORMATOS: 2D.
En 2014 el noruego Hans Petter Moland filmó Por orden de desaparición (Kraftidioten), violento thriller sobre la venganza que emprende un padre (un ciudadano ejemplar de pueblo chico interpretado por el sueco Stellan Skarsgård) tras el asesinato -por error- de su hijo. Cinco años el mismo director se encargó de la remake norteamericana con inevitable cambio de protagonista (el reemplazante fue el astro irlandés Liam Neeson), de idioma y de geografía (la acción transcurre en una pequeña comunidad cercana a Denver aunque se rodó en Canadá). Neeson es Nels Coxman, un parco pero servicial empleado que se dedica cada día a liberar las rutas con una máquina barrenieve. Casado con Grace (Laura Dern), el protagonista es condecorado en el inicio del film como “Ciudadano del Año”, pero a los pocos minutos su vida cambia para siempre cuando su hijo es asesinado por unos traficantes en el aeropuerto local. Lo que sigue es un film del subgénero “Neeson como vengador anónimo”, en la línea de la exitosa saga Búsqueda implacable. Con un humor negro y un sadismo que remite por momentos a Fargo (la película y la serie), mafiosos algo caricaturescos (como el Viking de Tom Bateman), cierto desparpajo políticamente incorrecto a la hora de mostrar a asesinos a sueldo gays o a representantes de pueblos originarios dedicados al narcotráfico y algunas vistosas escenas coreografiadas en los paisajes nevados, Venganza cumple exactamente con lo que promete: un básico y sólido exponente de género.
No hace mucho, cuando estaba por estrenarse Búsqueda implacable 3, hubo en Twitter, una suerte de meme: “Hagamos una cadena de oración para que no le secuestren más familiares a Bryan Mills”, el personaje de Liam Neeson. Es que el actor de La lista de Schindler y Kinsey ya venía patinando con la saga creada por Luc Besson. Y también era (y es) cierto que el papel de justiciero por mano propia lo viene gastando. Al papel , y a él mismo. Con Venganza, claro, vuelve a repetir ese rol, pero la película de Hans Petter Moland no se toma demasiado en serio el asunto. O sí, pero también lo parodia. Veamos. Cold Porsuit, el título original, hace referencia a una fría persecución. Nels Coxman (Neeson) se gana la vida despejando los caminos de nieve de su pueblo. Es más: le han dado el premio al ciudadano del año. Suesposa (Laura Dern) lo apoya y lo mima. Pero, siempre hay un pero, en esta película, un hecho fatal quiebra la armonía del hogar alejado, acogedor y siempre con leños encendidos. Alguien ha asesinado al hijo de ambos. El joven se ganaba la vida, en el aeropuerto, moviendo valijas. Parece que los popes de la droga lo confundieron con quien habría hecho de las suyas con un cargamento. Se equivocaron. Y Coxman no se equivocará. Decíamos que el filme parodiaba al género, y lo hace de una manera novedosa. Los muertos serán muchos, muchísimos, y no todos caerán en la nieve por culpa de Coxman. Y cuando un personaje muere, aparece una musiquita y una placa negra con el nombre del occiso, y su religión. Eso no es todo. Hay momentos en los tiroteos, o en los momentos en que se pone en juego la vida de uno, o muchos, en los que los apuntes del realizador noruego vuelven al filme de acción en un verdadero, auténtico juego de comedia. Hans Petter Moland, en Venganza, hace lo que muchos directores no quieren: hacer la remake de una película propia. El prurito suele ser qué le pueden aportar de nuevo a una historia que ya contaron. Bueno, aquí lo tiene a Neeson, que se muestra impávido la mayoría de las veces que debe eliminar a uno de los malos, no sin antes sacarle información, para seguir escalando en la cadena de responsabilidades, hasta llegar al capo de todos. La película abre una vertiente, que termina siendo más que una subtrama, con el pueblo originario del lugar y la relación que tuvo su jefe con el padre del malvado de turno. Por supuesto, todo se une, y si todo no se transforma en el género de acción, al menos aquí hay una veta entretenida. No es una más de Liam Neeson.
El "encasillamiento" de ciertos actores a determinados géneros, provoca en algunos críticos, molestia. Se preguntan, si el intérprete "solo" puede hacer eso que hace, que indudablemente le sale muy bien. Ninguno de ellos elige hacer siempre roles parecidos, sino por dos buenas razones: dinero y popularidad. Puede que un día se cansen (Steve Carell es el ejemplo clásico), pero en general, se transforman en íconos mediáticos y el público celebra sus títulos con entusiasmo. Ya todos sabemos cuál es el encanto de Liam Neeson. Construía una carrera prestigiosa pero se le complicó cuando aceptó trabajar en "Taken", ahí todo cambió. El éxito de la cinta, lo posicionó como un actor maduro, referente dentro de los thrillers de acción. Probablemente el lugar estaba vacante, y apropiarse de él fue cómodo. Lo cierto es que esa franquicia recaudó en todo el mundo, más de 900 millones de dólares. A partir de ahí, los productores decidieron que Neeson (quien asiente con la cabeza cuando es convocado a este tipo de películas, desde ya), tiene que tener roles en los que despliegue un rol paternal, haya venganza y violencia a raudales. Y el, en general acepta. Así se fueron sucediendo los hits... hasta llegar a esta "Cold Pursuit". En esta en particular, siendo que es una remake de un gran film noruego del 2014, "Kraftidioten" reversionada por su propio director, Hans Petter Moland. O sea, es el cineasta haciendo por segunda vez su peli, con leves diferencias de guión y un gran presupuesto disponible. Todo para que el público americano la pueda disfrutar, sin subtítulos (saben que ellos odian leerlos no?). La cinta original, era un thriller en tono de comedia negra. Estaba protagonizado por Stellan Skarsgård y el desaprecido recientemtente Bruno Ganz y era muy divertida. "Cold Pursuit" intenta serlo, pero no lo logra en la extensión de su metraje. Sí hay que reconocerle a Moland que trató de alejar a Neeson de los estereotipos que pueden gobernar su carrera. Le dio una pátina de acidez e ingenuidad primaria y lo colocó a hacer lo que mejor sabe hacer, atrapar al público e invitarlo a vivir una aventura que parece simple, pero que tendrá matices con respecto a otros trabajos del irlandés. La trama es bastante lineal, y posiciona a Liam como Nels Coxman, un local de Kehoe (una villa de descanso) donde su tarea es barrer la nieve para que la gente pueda trasladarse en inviernos crudos. Es reconocido y querido en su comunidad y nada hace presagiar lo que sucedería con su hijo. Nels y su mujer Grace (Laura Dern, en un brevísimo rol), serán llamados desde la ciudad para confirmar que su hijo Kyle (Micheal Richardson), está muerto. Y quien es el responsable, es un lord de la droga local. Sin mayor esperanza de que la fuerza policial haga algo para resolver el crimen, Nels tomará la decisión de cobrarse venganza de quienes mataron a su hijo. Y como es un simple chofer de camión de nieve, deberá hacer una curva de aprendizaje para realizar bien su trabajo... Ahí está lo colorido en "Venganza" que uno quizás no ve en la otros thrillers similares, no es un hitmen haciendo lo suyo (onda "John Wick"), sino que tenemos a un padre normal, viviendo una situación extraordinaria, con sed de justicia. Hay pocos secundarios que se lucen, siendo Tom Bateman, el villano, el más ajustado a la tarea. No es una película de actuaciones intensas, sino que se siente cómoda en el humor negro y las desprolijas muertes que se van sumando, cuando la escalada cobra fuerza. Ni más está decir cuando llegamos al estadío en el cual esos asesinatos desatan una guerra de bandas... No esperen de "Venganza" un film de acción directa. Es un poco más que eso. Sin el encanto de la original, Molan se encarga de que Neeson pueda correrse al menos un poquito, de eso que sabe hacer muy bien. Cosa, que desde ya, se agradece y mucho.
Venganza: Liam Neeson haciendo de Liam Neeson en 2019. Liam Neeson repite género con esta nueva película de acción, dirigida por Hans Petter Moland. ¿Conseguirá Liam Neeson la venganza que quiere? Y más importante, ¿Es esta venganza entretenida? Hans Petter Moland es el director de esta película que funciona como remake de la película noruega, dirigida también por él. Esto es, como poco, curioso, pero también le da un poco de razón a cómo trata algunos elementos narrativos del guión, ya que no tiene mucho aprecio por encariñar al espectador con el protagonista, y a los pocos minutos ya comienza la historia de manera muy acelerada. La trama narra la vida de un conductor de barredora de nieve que, debido a la extraña muerte de su hijo, sale en busca de los responsables. Esta muerte tan repentina es uno de los primeros problemas de la película, ya que no llegamos a sufrir de igual forma que el protagonista, ni comprendemos que tan sanguinario está dispuesto a ser. Parece que esos primeros minutos están puestos exclusivamente como introducción, y dificultan el comienzo del ritmo en el film. Lo bueno es que, cuando llegan las tan esperadas escenas de acción, son realmente buenas. No van a ser la mejor de la historia del cine, pero la brutalidad de las mismas junto a algo de creatividad en las muertes las convierte en, mínimamente, interesantes. Puede que por el ritmo que lleva la película, hubiera sido más divertido ver más de esto y menos de la historia forzada que intentaron contar, pero viendo y recordando ejemplos como la reciente Polar de Netflix, definitivamente tenemos que conformarnos con esto. Es también destacable el diseño sonoro alrededor de las escenas de acción del protagonista, que enfatizan y le dan color a cada golpe. El ritmo, del cual tanto hablamos en esta review, es algo muy importante en cualquier película de género, y en este caso, tiene algunas dificultades para mantenerse estable. Hay momentos del film, sobre todo en esas escenas de acción, que el tiempo pasa volando y realmente puede resultar muy entretenida, pero cuando llegan los momentos de narrar algo desde la trama y los personajes, se convierte en una película muy pesada y difícil de ver. Esto se hace aún mayor cuando recordamos que el metraje del film son casi dos horas, bastante por encima del promedio de hora y 20 u hora y media que suelen durar las películas del género y similares. Sumado a los gags de comedia llevados con poca suerte, la película termina en que todo lo que no es Liam Neeson pegando tiros, aburre. Para ir cerrando, es un poco difícil recomendar de forma exorbitante la nueva película de Liam Neeson. Puede que a algunos fanáticos de la acción directa y brutal les guste, pero por otro lado los severos momentos de la historia donde lo que cuentan poco importa y la duración del film un poco más alta que el promedio puede que los termine aburriendo. Eso si, si van con paciencia, la acción es interesante y la historia no es específicamente muy mala, por lo que puede resultar entretenida. ¿Olvidable? Si. Pero han habido peores.
En el 2015 Liam Neeson anunció que se retiraba del cine de acción luego de Búsqueda implacable 3 porque sentía que había cumplido un ciclo con el género. Desde aquella declaración el actor volvió a protagonizar otras tres películas de esta temática hasta la fecha. Una noche para sobrevivir, El pasajero (ambas dirigidas por Jaume Collet-Serra) y este año sumó a su filmografía Venganza. Su nueva producción resultó interesante ya que Neeson interpreta un personaje muy diferente a lo que fueron los clones del ex agente de la CIA, Bryan Mills (Taken). Un film muy particular que combina la típica historia del vengador anónimo con el cine gánster y la comedia de humor negro. La historia es una remake de la película noruega In Order of Disappearance (2014), protagonizada por Stellan Skarsgard, que la crítica europea comparó con los clásicos de Charles Bronson y las historias de Quentin Tarantino. A Neeson le gustó tanto el film que compró los derechos y convenció al director Hans Petter Molland para que realizara la remake americana de su propia obra (ver Dato Loco). El hecho que la producción noruega no consiguiera una amplia distribución en Estados Unidos benefició claramente a la remake, ya que prácticamente es un calco de la original. Las únicas modificaciones relevantes pasan por el cambio de escenario y el perfil del villano principal que en la nueva versión es más exagerado. El atractivo de esta propuesta reside en la presencia de Neeson y el hecho que el director no se toma demasiado en serio el concepto de los vengadores urbanos. Las situaciones absurdas junto con el humor negro y la violencia que se vuelve cada vez más grotesca con el desarrollo de la trama construyen un film muy entretenido para quienes busquen una propuesta de este género. Algo que le valoro a esta producción es que no siente como otra copia más de Búsqueda implacable que era un problema que arrastraban los trabajos previos de Neeson. El argumento funciona por momentos como una sátira de los típicos thriller hollywoodenses de venganza, con personajes y diálogos que de manera deliberada traen al recuerdo el cine de los hermanos Coen. Dentro del reparto se destacan también Tom Bateman (Asesinato en el Oriente Express) en el rol de villano y William Forsythe, quien comparte algunos momentos divertidos con el protagonista, mientras que Laura Dern y Emmy Rossum quedaron relegadas en roles secundarios donde no tiene mucho para hacer. Según Liam Neeson esta película representa su despedida oficial del género de acción. El tiempo dirá si cumple su palabra o en dos años lo encontramos en otra propuesta similar. El Dato Loco: Si bien no son frecuentes, los casos de directores que en el pasado filmaron dos veces la misma película cuentan con antecedentes famosos. Entre algunos de los ejemplos más recordados sobresalen C.B.DeMille y las dos versiones de Los diez mandamientos (1923 y1956) ; Alfred Hitchcock en El hombre que sabía demasiado (1934/1956); John Ford con Judge Priest (1934) y The Sun Shines Bright (1953) y Michael Mann con L.A. Takedown (1989), que luego tuvo su remake en Fuego contra fuego (1995).
Liam Neeson nuevamente en el papel de vengador. En alguna de las últimas películas debía rescatar a su hija de las garras de un secuestrador, lo mismo le pasaba con "Vientos de justicia", sólo que debía averiguar la muerte de su hermano y vengarla. La diferencia es que tenía treinta años menos. Sin embargo, acá lo tenemos con toda la energía de sus 66 años, armando nuevos trucos para cortar en pedacitos al que le desarregle el nido. "Venganza" es un policial como tantos, bastante bien hecho, con la única particularidad de que lo hizo un nórdico, Hans Moland, el de los créditos. Basado en "Por orden de desaparición", con Stellan Skarsgaard, filme que realizó en 2014, el director volvió a Nels Coxman, un personaje simple, ciudadano modelo, dedicado a quitar la nieve de los caminos en un lejano pueblo cerca de Denver. Y esta característica, la nieve, la naturaleza como lucha continua para abrir caminos, es lo que caracteriza un filme que no por nada está hecho por un director que vino del frío (es noruego), se basa en la clásica novela negra nórdica, que si hay algo por lo que se caracteriza es por la violencia y la sangre en ámbitos que suelen ser nevados y silenciosos. El bueno de Coxman se entera de la muerte de su hijo, dosis de heroína mediante, y decide vengarlo. Cuando se entera que hay un tal Viking, el malo muy malo de turno, traficante famoso por su sadismo, decide que por algo lo premiaron como "el rey de los quitanieves". El es capaz de dejar libre el camino de cualquier yerba mala. Y así, entre humor negro (herencia del director Moland), sofisticación de las formas de muerte y mucha pero mucha violencia comienza la ola de asesinatos de la corte del traficante, que nadie podrá impedir. Ni su dulce esposa (Laura Dern) ni ninguno de los que fueron asignados para la investigación. Filme clásico, policial negro, con un sofisticado nimbo de humor que remite en algunos momentos al recuerdo de "Fargo", aunque sin la magia de los Coen.
Muertes y narcotraficantes “Venganza” (Cold Pursuit, 2019) es una película de comedia negra y acción dirigida por Hans Petter Moland y escrita por Frank Baldwin. Funciona como remake del filme noruego Kraftidioten (2014), el cual también fue dirigido por Moland. Protagonizada por Liam Neeson, el reparto se completa con Emmy Rossum (El Día Después de Mañana, El Fantasma de la Ópera), Laura Dern, Michael Eklund, Wesley MacInnes, Tom Bateman, Michael Adamthwaite, Julia Jones (saga Crepúsculo), Tom Jackson, Micheál Richardson, entre otros. En el gélido pueblo de Kehoe, ubicado en el occidente de Estados Unidos, Nels Coxman (Liam Neeson) vive tranquilamente con su esposa Grace (Laura Dern) y su hijo Kyle (Micheál Richardson). Su trabajo consiste en manejar un vehículo quitanieves, razón por la que es nombrado “Ciudadano del Año”. La armonía se interrumpe cuando Kyle es asesinado por los que conforman un cartel de droga; no obstante estos últimos hacen creer que la causa de muerte fue una sobredosis. Convencido de que su hijo no es un drogadicto, Nels irá derribando a cada narcotraficante hasta dar con Vikingo (Tom Bateman), líder de la organización. Por más de que Liam Neeson hace un tiempo había anunciado que ya era hora de retirarse de los filmes de acción, el actor aún parece encontrarle un gusto especial a este tipo de propuestas. Sin embargo “Venganza” no es lo que aparenta y tanto su póster promocional como sinopsis puede engañar a más de uno. Aunque el filme tenga su dosis de acción, más bien se trata de una sátira hacia este tipo de películas. Así es como se nos presentan diversos personajes que con el transcurso del relato serán asesinados de maneras “graciosas” por el héroe de turno para luego pasar a una pantalla negra que indica el fallecimiento de cada narcotraficante con el símbolo de su religión y su apodo en el negocio. Con la inclusión de otro cartel de droga de una reserva indígena que peleará por tener el control del territorio, la película desde sus primeros minutos nos hace pensar en que esto ya lo hemos visto un montón de veces. Sumándole que solo dos chistes logran ser efectivos y que la cantidad de personajes no ayuda a crear una trama naturalmente fluida, la remake hecha por el mismo director no despierta interés ni siquiera por su desenlace que, como no podía ser de otra forma, resulta obvio. Teniendo en cuenta que la esposa de Nels, interpretada por Laura Dern, de la nada lo deja y nunca más se vuelve a tocar el tema o que ni siquiera llegamos a conocer un poco al hijo de la pareja para lamentar luego su pérdida, “Venganza” se convierte en una película tan fallida como bizarra, solo apta para los que disfruten de un humor particular.
Luego de salvar gente en “La lista de Schindler”, Liam Neeson se dedicó casi exclusivamente a matar gente en una serie de policiales exitosos. El último es esta “Venganza”, que viene con una diferencia. Se trata de la auto-remake del director noruego Hans Petter Moland, que muda la acción de su durísimo y brillante policial “En orden de desaparición” a un pequeño resort de esquí cerca de Denver donde un tipo común y corriente, el encargado de mantener la nieve fuera de las rutas, ve su vida destruida cuando le dicen que su hijo murió de una sobredosis. Eso lo lleva a sospechar porque su hijo no se drogaba, y poco después se topa con alguien que le cuenta la verdad: lo mataron unos narcos. Ahí empiezan las masacres. Algunas películas están divididas en capítulos, pero la narrativa del film noruego y también de éste es muy original. Cada capítulo lleva el nombre de un muerto, y hay muchos capítulos. El asunto más interesante del guión es que el vengador mata tan discretamente a sus mafiosos que el jefe narco le echa la culpa a la banda contraria, por lo que también arranca una guerra de narcos. Este detalle logra que esta nueva versión tenga vida propia y no sea un calco del film de 2014. Aquí la otra banda de narcos está integrada por pieles rojas (en el original eran serbios), y estos miembros de los pueblos originarios mafiosos son algo que hay que ver, logrando que si el film ya fuera de por sí muy bueno, mejore. Una gran cualidad de Molland es cómo logra volver interesante hasta al último personaje secundario, y en este sentido también que Liam Neeson conserve la verosimilitud en todo momento, algo que no siempre ocurre en sus policiales.
Para su desembarco en Hollywood el inteligente director noruego Hans Petter Moland ha decidido versionar su propio film. Protagonizada por Liam Neeson en lugar de Stellan Skarsgärd y con un guión adaptado junto a Frank Baldwin del original escrito por Kim Fupz Aakeson. Se aseguró de esta manera que no le arruinaran la versión y que no perdiera nada de su humor negrísimo y por lo tanto divertido. Evitando que el film fuera uno de acción y “ojo por ojo” que el mismo Neeson hizo muchas veces. Es más, en entrevistas para promocionar el film, el actor, hizo horribles y olvidables declaraciones. Pero se trata solo de pasarla bien con este divertimento sangriento, con reminiscencias de Tarantino y los hermanos Cohen. Una excusa para todo: Lian Neeson es el encargado de abrir caminos en la nieve en su pequeño pueblo de Colorado. Hasta lo nombran ciudadano ilustre. Pero cuando matan a su hijo, y lo que quieren engañarlo por la causa de muerte, descubre que lo asesinaron. Y a partir de ese descubrimiento, tomará venganza por mano propia. El problema es que es un crimen mafioso con muchos responsables, aliados estratégicos y al padre acongojado se le empiezan acumular los cadáveres .Y cada vez que esto sucede, un aviso mortuorio en forma de lápida se usa como insólito separador. Nada se parece a las películas de acción tradicionales. Es un entretenimiento perfectamente diseñado para la diversión redonda, truculenta, donde se van acabando los malos en riguroso orden. Hasta un final de enfrentamiento de bandas que acomoda los tantos para el sarcasmo, la risa y nada de piedad para un grupo de matones de todos los colores. Un juego macabro, acción que nunca deja de entretener con inteligencia.
El primer héroe adulto mayor A los 67 años, el recordado protagonista de La lista de Schindler no para de hacer películas de acción en las que siempre tiene que pelear él solo contra el mundo. Venganza no es la excepción, pero tiene el beneficio de contar con un nuevo y bienvenido ingrediente: el humor. Desde que en 2008 protagonizó Búsqueda implacable, el nombre de Liam Neeson se convirtió en sinónimo del héroe de acción entrado en años. Y un poco más también: al momento del estreno de Venganza, del noruego Hans Petter Moland, el actor irlandés que se hizo mundialmente famoso con La lista de Schindler (1993), opus magnum de la filmografía “seria” de Steven Spielberg, está cerca de cumplir 67 años, extendiendo su rango heroico hasta la tercera edad (o casi). Desde entonces y contando los dos mencionados, son diez los títulos cuyos argumentos pueden resumirse en una sola frase: “Liam Neeson ahora pelea solo contra todos para...” La línea de puntos debe completarse con diferentes opciones: a) salvar a una hija/hijo de diferentes mafias; b) recuperar su memoria y averiguar quién lo quiere matar; c) resolver un crimen durante un viaje en avión/tren/otros; d) sobrevivir a una manada de lobos en la nieve; e) vengar el asesinato de un pariente muy cercano. A la última categoría pertenece Venganza. El muerto esta vez es un hijo y el objeto de su ira serán los miembros de un cartel narco dirigido por un dandy y psicótico, en alguna parte helada de Estados Unidos o Canadá. En contra de lo que se podría suponer, estas diez películas funcionan lo suficientemente bien como para que los guionistas sigan produciendo material a su medida. Y en especial esta última, que le aporta un nuevo y bienvenido ingrediente a la repetida receta del cóctel Neeson: el humor. En Venganza hay muchos y muy diversos tipos de humor y a todos ellos Moland los maneja con un timing que cualquier director de comedias le envidiaría. De diálogos filosos a lo Tarantino hasta el absurdo, pasando por un humor naíf al que el contexto vuelve negrísimo, el director noruego se vale de todos los recursos y de una amplia paleta de personajes secundarios para aligerar la trama violenta y muscular, cuyo garante es, por supuesto, el propio Neeson. Pero aún cuando la risa es parte fundamental de su éxito, de ningún modo se trata (solo) de una comedia. Como tampoco es nada más que un drama, un policial o una película de acción. En la suma de los elementos que le dan forma a Venganza ninguno de los términos es más importante que el resultado final. El producto es una película de trama ajustadísima, donde todo encaja a la perfección. Además es la primera vez que este personaje del vengador/justiciero empujado por circunstancias que le son ajenas, no ha sido escrito pensando en Neeson. Venganza es el remake de la película noruega Por orden de desaparición (Kraftidioten, 2014), protagonizada por el sueco Stellan Skarsgård y también dirigida por Moland, que tuvo un auspicioso paso por la Competencia Oficial de la 64° Berlinale y que en Argentina solo se proyectó en la edición 2015 del desaparecido Festival Pantalla Pinamar. Muchos de los aciertos de Venganza son herencia recibida de Por orden de desaparición, al punto de que por momentos parece fotocopiada. Lo cual no está mal teniendo en cuenta que en el original todo funcionaba de modo igualmente preciso. Sin embargo hay algunos cambios, notorios más por el efecto que causan que por su incidencia en la trama. El caudal humorístico es uno de ellos, mucho más abundante y ajustado en esta nueva versión, generando que la película pierda casi por completo cierto tono oscuro que definía a la versión noruega. El otro cambio es el personaje del malo. No es que haya muchas diferencias en el perfil del narco obsesivo, sociópata y padre de familia interpretado acá por Tom Bateman y en la otra por Pål Sverre Hagen. Ambos resultan muy atractivos en términos dramáticos y funcionan como contraparte perfecta del héroe. La diferencia es que Hagen consigue ir unos pasos más allá que Bateman en la crueldad y falta de empatía que muestra su personaje, haciéndolo por un lado más intimidante pero también más divertido. Y ya se sabe lo importante que es el villano de una película: cuanto más malo, mejor; y en eso lleva ventaja la original.
Una dignísima clase B, un cine que respeta la regla de entretener con un cuento de modo noble, algo cada vez menos frecuente. Lo de Liam Neeson es algo bastante extraño: un tipo que se convierte en héroe de acción en el otoño de su carrera, y lo hace bien. Encontró un nicho (y de todas formas trabaja en otros campos e incluso ejerce el humor de tanto en tanto) y parece estar cómodo allí. Las películas son casi siempre iguales: un tipo con habilidades impresionantes las mantiene “dormidas” hasta que le sucede algo trágico y va en busca de justicia y venganza. Algunas están mejor hechas que otras (especialmente las de Jaume Collet-Serra, especialmente esa joya melancólica que es “Una noche para sobrevivir”) pero tienen todas una virtud: son creíbles. Las hace creíbles Neeson, un tipo tallado en piedra, con mirada triste y manos duras que impone presencia en la pantalla. Aquí es un señor que maneja una pala mecánica, le matan al hijo en un lío de carteles de droga, y sale en busca de –adivinó– justicia y venganza. Hay momentos de locura hilarante –aunque no es el fin de la película– que demuestran que los realizadores saben cuál es el juego. Y si bien la trama no excede la complejidad de un episodio televisivo de serie policial, en las secuencias de acción los tiros suenan como tiros verdaderos, el peligro parece real y sentimos empatía por los personajes. Una dignísima clase B, un cine que respeta la regla de entretener con un cuento de modo noble, algo cada vez menos frecuente. Neeson interpreta personajes sobrevivientes porque él mismo, y el cine en el que vive, es también una especie en extinción.
“Venganza”, de Hans Petter Moland Por Jorge Bernárdez Venganza no es una historia policial al estilo de las de Charles Bronson, a los que el ex maestro Jedi Liam Neeson nos acostumbró en los últimos años. No, aquí lo que empieza como un drama familiar se vuelve una historia policial y termina como una comedia negra por momentos desconcertantes. Un empleado del aeropuerto de Colorado muere en circunstancias extrañas y sus padres, Nels y Grace (Liam Neeson, Laura Dern), se ven ante la sorpresa de tener que aceptar que su hijo murió por una sobredosis y claro, la madre llega a la conclusión de que no conocían verdaderamente a su hijo. Pero Nels Cox huele algo raro y a pesar de ser un servidor público aplicado y premiado por la comunidad, se transforma en un detective a la fuerza y comienza a averiguar qué pudo haber pasado con el hijo y ahí aparecen los mafiosos locales, un grupo de familia de un pueblo originario de la zona y el tráfico de drogas. Un poco para contextualizar, la galería de psicópatas que va mostrando el relato a cargo del director Hans Petter Moland, tienen más de un punto de contacto con películas como Fargo, de los hermanos Coen, con una galería de actores secundarios sacados de ka serie The Wire. Hay una serie de ideas sobre el conteo de los muertos que hay a lo largo de la historia, que son muchos, que mantienen al espectador atento. El humor al que recurre la puesta es bien negro y Neeson no pierde nunca el pulso de su papel de padre golpeado que busca revancha. Hay villanos desaforados, asesinos estúpidos, espíritu de venganza y el tono desfachatado impide que la película se vuelva demasiado truculenta. Así que Venganza es un entretenimiento que pasa por encima de la corrección política aburrida de estos días. VENGANZA Cold Pursuit. Reino Unido/Estados Unidos/Noruega/Canadá, 2019. Dirección: Hans Petter Moland. Guión: Frank Baldwin. Intérpretes: Liam Neeson, Laura Dern, Emmy Rossum, Tom Bateman, William Forsythe, Julia Jones, Domenick Lombardozzi, Tom Jackson, Benjamin Hollingsworth, John Doman. Producción: Ameet Shukla, Michael Shamberg, Stein B. Kvae y Finn Gjerdrum. Distribuidora: Energía Entusiasta. Duración: 118 minutos.
Liam Neeson encontró con la película Búsqueda implacable (2008) una nueva faceta en su carrera: la del personaje de duro-justiciero-vengador. Gracias a su robustez imponente y a su perfil de hombre taciturno y ensimismado, conquistó rápidamente el corazón del cine norteamericano de acción, género que siempre está en busca de nuevos héroes solitarios con ganas de hacer justicia por mano propia. Venganza es el nuevo título que lo tiene como protagonista. La película es la remake norteamericana de la noruega Por orden de desaparición (Kraftidioten, 2014), ambas dirigidas por el mismo director: Hans Petter Moland. El guionista de la versión noruega es Kim Fupz Aakeson, quien entendió que el humor negro es fundamental porque justifica y le da sentido a las licencias que se toma y a las inverosimilitudes anticlimáticas. El guionista de Venganza, en cambio, es Frank Baldwin, quien decide que la trama sea más seria, despojándola de ese desparpajo negruzco que tiene la primera. Es cierto que por momentos sobrevuela el humor de la original, pero se queda entre el drama y la acción autoconsciente, y esta indecisión no la favorece. En cuanto a los personajes secundarios, también tiene graves problemas, por ejemplo el de Laura Dern desparece como si no importara en absoluto. La historia sigue a Nels Coxman (Neeson), un hombre que se encarga de manejar las maquinas que barren la nieve en un pueblo de las Montañas Rocosas, donde el principal negocio clandestino es el tráfico de drogas, manejado por dos grupos mafiosos: uno que está integrado por originaros y el otro que está liderado por un tal Viking (Tom Bateman), un engreído caricaturesco que representa muy bien al pudiente que se quiere llevar el mundo por delante. Nels vive con su mujer (Dern) y su hijo Dante, quien trabaja en el aeropuerto. Por un error de entregas de un paquete con droga, Viking manda a sus secuaces a matar a Dante. Y ya saben lo que pasa cuando alguien se mete con un hijo del personaje de Neeson. Lo que sigue es la venganza de Nels, cómo va matando uno por uno a los responsables del asesinato de su hijo. Si la venganza es un plato que se sirve frío, el clima nevado ayuda a reforzar el refrán. El paisaje predominante es imponente, pero no suficiente. El procedimiento de la trama es tan mecánico y de fórmula que se hace aburrido y predecible. No hay ningún momento de tensión o acción que valga la pena resaltar. Todo es monocorde y desalmado, sin demasiados exabruptos, más allá de la manera animal de golpear que tiene Nels. Pero el gran problema del filme es que entiende la venganza como un alivio, y la venganza nunca es un alivio, la venganza, a lo sumo, es una reacción irracional, nunca una reparación del daño ni mucho menos una recuperación de lo perdido. Sin embargo, la presencia de Liam Neeson y los pocos momentos humorísticos hacen que la película no sea cualquier cosa.
Liam Neeson se pone vengativo, otra vez, pero en esta oportunidad nos trae algunas vueltas de tuerca. “Venganza” (Cold Pursuit, 2019) podría ser la típica película que Liam Neeson viene protagonizando desde hace más de una década cuando se convirtió de lleno en héroe de superacción madurito, pero no. O sí. El realizador noruego Hans Petter Moland debuta en Hollywood con la remake de su propia película -“Por Orden de Desaparición” (Kraftidioten, 2014)-, mezclando las violentas historias revanchistas de Bryan Mills, con el oscuro humor y el absurdo de los hermanos Coen. Sí, “Venganza” es más comedia negra que thriller dramático cargado de acción, pero la mayoría del tiempo no se le nota. Moland cambia los fríos paisajes escandinavos por Kehoe, un pueblito de Colorado cercano a Denver, que subsiste gracias a su coqueto resort de esquí y los adinerados turistas que se acercan año a año. Nelson Coxman (Neeson) pasa sus días manejando una barredora de nieve, abriendo paso por los caminos helados, y volviendo a la tranquilidad de su apartado hogar junto a su esposa Grace (Laura Dern). Su logro más grande es convertirse en ciudadano del año, justamente, por brindar este servicio; pero todo cambia de repente con la muerte de su hijo Kyle (Micheál Richardson), en apariencia, a causa de una sobredosis de heroína. Ni Nelson ni Grace logran aceptar esta pérdida, ni mucho menos las razones. La culpa y el dolor terminan afectando a la pareja y la salud mental de papá, que llega a sopesar la posibilidad de quitarse la vida. Hasta que se cruza con un compañero de su hijo y descubre que, en realidad, se trató de un asesinato a manos de un traficante de drogas. Coxman no lo piensa ni un minuto, y sale de cacería para acabar con los responsables de la muerte de su retoño. Pronto descubre que llegar hasta el pez gordo significa acabar con cada uno de los intermediarios, lugartenientes y criminales de poca monta con sobrenombres extraños como Speedo, Limbo o dante, que se encargan de los negocios de Kehoe, mientras su jefe, Trevor ‘Viking’ Calcote (Tom Bateman), dirige el cartel desde su mansión de Denver. Esta es la Moby Dick que nuestro Ahab/Coxman debe destruir, una tarea casi imposible para un simple barredor de nieve. Los cuerpos empiezan a acumularse en las calles de Kehoe llamando la atención de la policía, sobre todo de la oficial Kim Dash (Emmy Rossum), una idealista muy poco acostumbrada a la violencia de estos crímenes. También ponen en alerta al Vikingo, cada vez más convencido de que estas muertes son el producto de una guerra de pandillas iniciada por White Bull (Tom Jackson), lord de la droga local -y miembro de la tribu ute- quien solía estar en tregua con su padre. La irascibilidad de Calcote lo empuja a tomar represalias contra White Bull y los suyos, desatando un conflicto entre carteles que no va a parar hasta que el último traficante muerda el polvo… o la nieve. En el medio, Coxman toma un poquito de ventaja, y sigue en su juego mientras los dos bandos se asesinan a diestra y siniestra. Liam siempre tiene un conjunto de habilidades a mano “Venganza” es una sucesión de asesinatos sangrientos y situaciones absurdas, recargadas de estereotipos raciales y culturales que podrán estar ahí a propósito y a consciencia, pero no siempre surgen efecto al momento de las humoradas. La historia de Moland, escrita por Frank Baldwin, pretende ser un clásico thriller criminal de persecuciones, tiros y violencia desbordada, adornado con personajes estereotipados y lugares comunes para reforzar su esencia bizarra; pero a diferencia de obras como “Fargo” (1996) -su comparación más cercana, sobre todo su versión televisiva-, nunca llega a alcanzar los resultados deseados, justamente, porque no consigue una buena amalgama de estos dos estilos tan opuestos. La intención está y hay que reconocerla, sobre todo cuando los realizadores juegan con la propia figura que Neeson se forjó en estos últimos años, evitando justificar las “habilidades” asesinas de Coxman. Lo mejor es que no se convierte en el centro y protagonista absoluto, sino más bien un catalizador para un enfrentamiento que tiene diferentes aristas. En este escenario, lo mejor es la serenidad de Jackson y sus propios justificativos, en contraste con la megalomanía del personaje de Bateman, un psicópata racista y misógino (ente muchas otras cosas), demasiado concentrado en la dieta de su pequeño hijo (¿?). Lo de Laura Dern es un despropósito, y un desperdicio sólo ponerla en pantalla por algunos minutos, recalcando el gustito de Grace por la marihuana. Por su parte, Dash se asemeja demasiado a la Marge Gunderson de Frances McDormand, demostrando una vez más que la policía (en estos casos) nunca sirve para nada. No, no estamos en Fargo “Venganza”, una traducción local bastante genérica pero acertada, que no incluye solamente al protagonista, cumple el objetivo mínimo de mantenernos entretenidos con este desfile de asesinatos que van in crescendo, siempre expectantes ante el encontronazo final entre las diferentes partes de este conflicto generado por el raid revanchista de Nelson Coxman. Algunas de sus situaciones logran sacarnos una sonrisa, pero la mayoría de los diálogos acaban resultando más incómodos que humorísticos, creando cierto alejamiento con el humor negro que Moland y compañía no terminan de transmitir.
DON BARREDORA Liam Neeson, el inimputable héroe de acción tardío, vuelve como protagonista de Venganza (bueno, es el título que le pusieron por acá a Cold pursuit). Imagínese usted al hombre que mató a medio planeta cuando le secuestraron la hija en la saga Búsqueda implacable ahora que no sólo secuestraron a su hijo, sino que también se lo mataron cruelmente en una película que se llama -como dijimos- Venganza. Uno se sienta en la butaca esperando más de lo mismo y un poco a regañadientes, pero algo marca desde el principio que las cosas son diferentes. Esta remake de su propio film que dirigió el noruego Hans Petter Moland abre con una cita de ¡Oscar Wilde!… para luego presentarnos a su protagonista, el Nels Coxman de Neeson, mientras trabaja quitando nieve en los caminos complejos del pueblo de Kehoe, cerca de Denver. La música, los planos contemplativos nos llevan más al universo de Carlos Sorín que al del policial negro. Las expectativas del espectador comienzan a retorcerse. ¿Qué estamos viendo? Venganza avanza en su primera media hora como hija directa del subgénero “Liam Neeson matando a todo el mundo”. No es una decisión inocente: Moland sabe que el actor se ha hecho popular por el diseño de un tipo de cine de acción violento y recargado, y ofrece más o menos eso pero con variantes. En ese arranque, Coxman recibe la condecoración al ciudadano del año y también la noticia de la muerte de su hijo, por lo que el camino que emprende el padre justiciero es bastante irónico: el ejemplo de la comunidad convertido en un asesino despiadado que se carga a cuanto enemigo se le cruce. El trabajo con el montaje y la evidente caricaturización de cada crimen ofrece las variantes señaladas: porque Venganza se vuelve lenta y progresivamente una comedia, de una negrura que hace recordar a los Coen de Fargo, incluso con sus defectos (hay un exceso de canchereada: el último plano es gracioso pero innecesario) aunque sin los excesos filosóficos de los hermanos. Hay aquí un cuento amoral que cruza padres ejemplares, con indios traficantes de drogas y matones psicópatas en gran cantidad. Con inteligencia, una vez que Moland atrajo nuestra atención y nos reveló que estamos ante algo más que una de “Liam Neeson matando a todo el mundo”, la película se abre a un abanico enorme de personajes y subtramas, a cual más delirante. Incluso se permite olvidar a Neeson y su drama personal, para jugar con diversos tonos humorísticos en el retrato de un universo sumamente lúdico. Tal vez pueda resultar algo fragmentaria por momentos, pero el trabajo del guión es notable al hacer comprensible y cohesivo todo lo que pasa ante nuestros ojos. Y, por lo demás, la diversión que propone Venganza es enorme, desquiciada en su grado de violencia. Por momentos pareciera que la película se está burlando con ánimo autoconsciente de ese cine que se deshace en vueltas de tuerca y que hasta se consume de solemnidad: “¿Conocés el síndrome de Estocolmo?” dice un personaje en el momento más incómodo de la película. Claro que Venganza brilla a la sombra de la presencia de Neeson. El éxito de Búsqueda implacable le llegó en el ocaso de su carrera y desde entonces, con altas y bajas, ha sabido convertirse en un héroe de acción para el público adulto. Un héroe de acción probable también y lejos de la epifanía muscular del Stallone de Los indestructibles. Neeson es el tipo que los mata a todos, pero es también el que carga con esa mirada gris que lo vuelve más melancólico y cerca del anti-héroe. Y, por cierto, sus películas, gusten más o gusten menos, están vivas y lejos del concepto de cine geriátrico que alberga hoy a los intérpretes y al público mayor de 60. Esto es lo que le permite también buscar por otros caminos y prestarse al juego de películas como Venganza. Renovarse es vivir, dicen, aunque se lo haga rodeado de todos los muertos que se apilan en esta magistral comedia negra de Hans Petter Moland.
Un papá genial El film está protagonizado por Liam Neeson, quien interpreta a un relajado barredor de nieve que decide investigar la misteriosa muerte de su hijo. @perez_daro Calificación: Buena "En algún punto tienes que preguntarte si Liam Neeson es un mal padre”, decía Wade Wilson en “Deadpool”, haciendo referencia a las tres películas de “Búsqueda implacable”. Es que Neeson se convirtió en el héroe de acción menos pensado a sus 55 años. En 2008 al director Pierre Morrel se le ocurrió que Liam Neeson podría ser un buen héroe de acción, y lo hizo protagonizar “Búsqueda implacable”. El filme tuvo tanto éxito que dio a luz una segunda y una tercera parte, pero eso no fue todo. A Neeson lo habíamos visto en películas románticas, como Jedi en “Star Wars” y diferentes papeles dramáticos, pero gracias a su personaje Bryan Mills, un ex agente de la CIA que quería rescatar a su hija, el irlandés comenzó a hacer filmes de acción y fue objeto de chistes por su avanzada edad, al mismo tiempo que no paraba de estelarizar producciones exitosas. Como padre problemático, en el pasado también tuvo que rescatar a su hijo varón por algunos problemas con la mafia en “Una noche para sobrevivir”, y ahora vuelve a ser el progenitor que todo lo puede en “Venganza”. En esta ocasión, Neeson es Nels Coxman, que comienza recibiendo un premio por su labor en el centro de esquí y pueblo en el que vive, en donde trabaja como barredor de nieve. Vive su solidaria y relajada vida con su mujer y su hijo, Kyle, que perderá la vida en las escenas siguientes. Los resultados de la autopsia no lo convencen y comienza a investigar. Un contacto cercano, que conoce de viejos conflictos mafiosos, le da algunos consejos y datos, y desde allí, irá tras los que cree que son asesinos de su hijo. A diferencia de las otras películas, aquí su sed de revancha no estará acompañado por un conocimiento de la ley o de la fuerza. Si bien podrá hacer uso de su sabiduría para perpetrar su búsqueda de justicia, vemos a un padre que simplemente intenta vengar a su hijo torpemente, con fallas, pero de manera imparable. Si bien podríamos decir que Neeson se volvió un cliché que ni él mismo esperaba (hace unos años dijo que se retiraba del cine de acción porque no lo creía veraz con sus seis décadas a cuestas), la película es autoconsciente de lo que quiere mostrar. Quizás con demasiados recursos previsibles y esquemas repetidos a la hora de narrar, nunca se corre del lugar al que pertenece y en ese sentido, termina ganando.
Nelson Coxman es el conductor del quita nieves en Kehoe, una ciudad montañosa que acaba de nombrarlo ciudadano del año. Al día siguiente de la ceremonia, la policía de Denver llama para decirle que su hijo murió de una sobredosis de heroína. Cold Pursuit es la nueva película de acción protagonizada por Liam Neeson, que combina humor con los clásicos elementos del género para lograr un entretenido resultado.
Para los asiduos concurrentes al cine, en especial para ver las de acción, tiros, piñas y persecuciones, el estreno de una nueva de Liam Neeson (ya lejos de personajes como Oskar Schindler o de Rob Roy) supone verlo dándole biaba a los malos amparado en su enorme físico y su impulso vengador. ¿Otra más de Liam Neeson? ¿Hasta cuándo? El veterano acusa casi 67 abriles y sigue repartiendo rosca en la pantalla para ese público que lo sigue incondicionalmente desde hace once años, cuando se estrenó aquella “Búsqueda implacable” (Pierre Morel, 2008). No es que no hubiese hecho cine de acción antes, pero el kiosquito lo puso en ese entonces y mal no le va. No debería sorprendernos de todos modos. No es el primero que lo hace, y si de venganza se trata recordemos que Charles Bronson curró con “ El vengador anónimo” durante dos décadas, desde su estreno en 1974 hasta la quinta parte en 1994, cuando tenía 73 pirulos. Ni hablar de los Stallone, Schwarzenegger, Van Damme, etc. Liam Neeson ya se vengó de casi todos. Parientes, amigos, conocidos con causas perdidas, etc. Lo ha hecho rompiendo ciudades, en trenes y en aviones. Todo le viene bien. Sin eufemismos en su traducción local (atento a la cantidad de seguidores) , la película, cuyo título original es persecución fría, aquí se llama “Venganza”. Así, sin anestesia. El actor irlandés esta vez interpreta a Nels Coxman, un barredor de nieve (imposible no pensar en aquél emblemático capítulo de “Los Simpsons” de “Don Barredora”) que va en busca de aquellos que mataron a su hijo. La autopsia dice que murió por una sobredosis de droga pero el papá sabe que no es así, de modo que a partir de un primer indicio, sacado a coscorrones, empezará a desandar el camino que lo lleve, uno por uno, al mentor del asesinato de su hijo. Basada literalmente en su homónima de noruega “Por orden de desaparición” (2014), esta remake es llevada a cabo por su mismo director, Hans Peter Moland, y el mismo guionista, Kim Fupz Aakeson, en colaboración, para esta ocasión, con Frank Baldwin. La diferencia, claramente, está en su protagonista y en la forma. Pese a su trama básica, “Venganza” es entretenida no sólo por su montaje episódico, buena factura de las escenas de acción, etc; además juega con un sentido del humor que balancea correctamente la sensación de predictibilidad del argumento. Fuera de esto, no deja de ser un producto que a esta altura se dividirá entre los fans de los castañazos de Liam y aquellos que se queden con sus papeles más “serios”.
Una vez más se meten con la familia del protagonista Liam Neeson como sucedía en “Taken”, un grupo de hombres matan a su único hijo Kyle Coxman (Micheál Richardson) por sobredosis, su matrimonio con Grace Coxman (Laura Dern, no participa demasiado en la historia) comienza a tambalear y su mente tiene un único propósito, venganza. Su desarrollo es bajo un terrible clima invernal. Se relaciona con su remake “In Order of Disappearence” (Kraftidioten, 2014) película noruega protagonizada por Stellan Skarsgård dirigida por Hans Petter Moland. Ambas películas utilizan el humor negro, la acción y el absurdo. Esta es una comedia negra, llena de acción, sanguinaria y que tiene una violencia brutal. Hay ironía, diálogos claros, dinámicos, enérgicos, posee un buen elenco secundario, ligeramente entretenida y con una fotografía maravillosa, aunque le sobran algunos minutos. Tiene un toque a las películas de: Tarantino y los hermanos Cohen.
En 2014 el realizador noruego Hans Petter Moland estrenaba Por Orden de Desaparición (Kraftidioten), un thriller violento cargado con buenas dosis de humor negro que posicionó la reputación de Moland luego de su paso por el Festival Internacional de Cine de Berlín. La película tenía como protagonista a Stellan Skarsgård, interpretando a un ciudadano modelo de un pueblo invernal que decide vengar la muerte de su hijo por parte de una banda de narcotraficantes. La consecuente buena recepción por parte de la prensa especializada despertó el interés de algunos productores, quienes le pidieron a Moland adaptarla al circuito americano. Y así llegamos a Venganza (Cold Pursuit), la remake que tiene a Liam Nesson en la piel de este barrendero haciendo justicia por mano propia, y que a partir de sus crímenes renueva la rivalidad entre los dos bandos de mafiosos que operan en este pequeño pueblo repleto de nieve y cadáveres. El mismo Moland se encarga de su propia adaptación, respetando la historia original al pie de la letra (apenas se modifican cuestiones geográficas y culturales), e incluso copiando la mayor parte de sus planos. Aunque Venganza no introduce cambios significativos, el relato nunca descuida a los personajes y su cuota de sarcasmo, ajustando su desarrollo al mercado comercial. También cabe resaltar la efectividad de Nesson y el soporte como secundarios de Laura Dern y William Forsythe. Con Venganza, Moland sale airoso del encargo para ingresar a la meca de Hollywood, y Nesson le aporta un recambio a su tan desgastado repertorio como héroe de acción.
Liam Neeson es un actor al que nadie quiere deberle nada, porque nadie es insistente como él en tomar revancha, todos sabemos lo que pasa cuando él ordena desatar al Kraken. Vimos Venganza Bajo Cero, tal es el nombre que le dieron en castellano a Cold Pursuit y en la nota te contamos que nos pareció.
La nueva película de Liam Neeson: una historia que atrapa al espectador El intérprete de "Búsqueda implacable" vuelve a calzarse el traje de "héroe de acción" para este entretenido thriller ambientado en un paisaje nevado e inhóspito La vida de Nels Coxman, un chófer que conduce una barredora quitanieves en un pequeño pueblo en Colorado, se ve alterada cuando se entera de que su hijo Kyle ha muerto en manos de unos sicarios que lo culpan de la desaparición de una cantidad considerable de droga. Dolido y con sed de venganza, el hombre acaba envuelto en una guerra contra los narcotraficantes responsables de la tragedia familiar. Liam Neeson se ha transformado en un experto en este tipo de historias, por enésima vez compone a un vengador que intenta hacer "justicia por mano propia", una especie de Charles Bronsson moderno, pero con más matices y ciertas dosis de humor negro. En esta oportunidad, el guión es mucho más lúdico y paródico. Play (Tráiler de Venganza) De hecho, a diferencia de Taken o Non-Stop, el personaje principal no es un ex agente con preparación profesional, por lo que irá perfeccionándose y volviéndose más mortal a medida que avanza la trama. Esto le permite a Neeson mostrar su parte histriónica, secuencias que además logran descomprimir una trama oscura y densa. Otra gran diferencia con las películas de acción de Neeson es que aquí no tiene una presencia en pantalla excesiva, por el contrario comparte el hilo argumental con varios personajes de lo más variopintos, por lo que no existe en el metraje ninguna sensación de saturación. Laura Dern, Emmy Rossum, Julia Jones, William Forsythe y Elysia Rotaru forman parte del reparto. El director Hans Petter Moland es el responsable de poner en funcionamiento esta remake de un largometraje propio de 2014, y lo hace respetando su trabajo fílmico original, pero pensando en un público pochoclero que necesita escenas de alto impacto y diálogos más explicativos. El resultado es un entretenimiento que atrapa al espectador y que sobresale de la media del género, con escenas muy logradas y una estética general que recuerda al mejor cine de los hermanos Coen. La nieve, un personaje más en Venganza, es lo único blanco y puro que verás a lo largo de casi dos horas de película. Vale la pena.
El noruego Hans Petter Moland se animó a algo que pocos directores se animan: hacer la remake de su propio filme. Lo que en un momento fue una producción escandinava de un director inexperto, ahora se convirtió en un tanque de Hollywood y una de las razones principales es su protagonista, Liam Neeson. El actor irlandés, que se consolidó como héroe de acción en la saga de “Búsqueda implacable”, le aporta solidez y una gran dosis de humor a esta película que atrapa de principio a fin. La trama se centra en Nels Coxman (Neeson), un trabajador que se gana la vida despejando la nieve de los caminos de su pueblo. Además, acaba de ser nombrado ciudadano del año y tiene una excelente relación con su esposa (Laura Dern). Pero de repente, la felicidad se opaca cuando asesinan a su hijo por error. Y como ya lo hizo en “Búsqueda implacable”, el protagonista busca vengar la muerte de su hijo por mano propia. Será su estilo lo que hace que esta película sea tan particular: la transformación de este hombre común en un asesino está muy bien lograda. Así, entre escenas con altas dosis de parodia y humor negro, este padre va eliminando a una pesada banda de narcotraficantes. Sin dudas, además de la actuación, la fotografía bajo la nieve es una de las grandes razones para no perderse este filme de género.
Liam Neeson, con sus casi setenta años, sigue tomando la justicia por sus propias manos desde Búsqueda implacable (Pierre Morel – 2008) y seguirá, como John Wayne en su rol de cowboy, por muchos años más. Wayne hubiese seguido con las botas puestas y la pistola cargada en la cintura quizás hasta los noventa años, de no ser por la nefasta El conquistador (Dick Powell – 1956) que llevó a la tumba a más de la mitad del elenco y técnicos por cáncer. Neeson se ha convertido en un vengador anónimo, como el personaje que compuso Charles Bronson en su trilogía, si hasta el film comienza con la melodía de un piano que suena setentera. Nels Coxman (Neeson) es el conductor de un barre nieve que permite el tránsito de vehículos por caminos inaccesibles. Vive en lo alto de la montaña y desde allí observa la villa de esquí que se encuentra en el valle. Abajo están los turistas que contaminan el ambiente con la droga y otros vicios, arriba está él, elegido ciudadano ilustre de su comunidad, impoluto e intachable. Unos mafiosos de ocasión no tienen la mejor idea que matar a su único hijo por error, con una sobredosis de droga mediante una inyección. La policía se hace la distraída y encima le endilgan al padre el hecho de tener un hijo toxicómano. Claro está, que si las autoridades no se desentendieran del caso, no habría guión y el superhéroe no podría desplegar sus dotes pugilísticas y asesinas. Ante toda película protagonizada por Neeson, el espectador está expectante por la acción. A los ciento ochenta segundos asoman las primeras armas, refriegas y muerte. Cuando a los diez minutos Coxman, en su derrotero justiciero, ya cargó tres cadáveres que lanza por una catarata, el público comienza a no tomarse las cosas en serio, pero para beneficio del film el director y guionista Scott Frank tampoco, ya que el villano que se encuentra en la punta de la pirámide es un personaje caricaturesco y los chistes comienzan a aflorar. Una tribu de indígenas vinculados con el hampa y los estupefacientes, le ponen humor a la trama además de contribuir con los tiroteos y acrecentar el número de muertos. En el medio, Laura Dern, como la esposa afligida, recorre lánguidamente la primera parte del metraje hasta que se separa de su marido, para en cierta forma dejarle el campo libre para armar su represalia. El tono burlón también está dado por los intertítulos que surgen a medida que desaparecen los personajes, con sus nombres con el correspondiente ícono de la religión a la que pertenece el finado de turno, para culminar en los créditos finales con el orden del elenco por “desaparición”. Por otro lado, Venganza dejará satisfechos a las minorías y a sitios de internet como “Women Watch Films” que abogan por la diversidad en el cine, ya que están todos representados: indígenas, asiáticos, gays, indios, gente de color y judíos entre otros. En síntesis, Venganza es entretenimiento puro: un balde de pochoclos, alguna gaseosa, estirar las piernas y ¡a disfrutar!.
Liam Neeson: icono del cine de acción serie B. Es cierto, a veces los argumentos de sus filmes distan de ser originales (o son demasiado fumados) pero el tipo siempre entrega lo que le piden y la gente lo adora. Ahora, en Venganza (o Persecución Fría, traducción literal del título y remake del filme noruego del 2014 En Orden de Desaparición) compone al conductor de un barrenieves – trabajo poco excitante si los hay – al cual le matan su hijo en medio de un confuso incidente con la mafia local. Aún cuando Neeson quiere componer un personaje – siguiendo las instrucciones de Hans Peter Molland, director del original y de la remake -, nada le impide entrar en modo Terminator a full cuando las circunstancias lo ameritan. Hay dos cosas que distinguen a Cold Pursuit de ser la típica película de justicieros. Una, que Neeson es un pueblerino rústico y no muy brillante, y desde ya, un tipo que no posee el mas mínimo entrenamiento militar para convertirse en el némesis de una banda de asesinos. El tipo llora, no logra superar el duelo de la muerte de su hijo con su mujer (una desperdiciada Laura Dern), y se encierra en su mundo, dedicado exclusivamente a perseguir pistas y revolear criminales como si fueran muñecos. Claro, porque todos estos pandilleros de tercera se hacen los cancheros al verlo tan geronte, lo que no le impide al veterano sacar toda la brutalidad que tiene adentro y tomarlos por sorpresa. La segunda es que el director Molland no lleva las cosas de la manera que cualquiera esperaría. En vez de ser otro thriller seco y rutinario sobre un padre buscando venganza, Molland comienza a intercalar mucho humor negro de manera sutil, comenzando por poner los epitafios de los tipos que van muriendo en la película – y como acá Neeson va a cargarse a toda la mafia local de las Rocallosas, la cantidad de epitafios en pantalla llega en un momento a ser tan numerosa como absurda -. Hay mafiosos con actitud que buscan ser buenos padres … y le dan a sus hijos el libro El Señor de las Moscas para que aprendan a ser duros e independientes; hay misticos criminales indios; matones gay, esposas enfurecidas, pibes mucho mas vivos que lo normal, un montón de coincidencias desafortunadas y algún que otro Deus Ex Machina (como el ex mafioso hermano de Neeson, compuesto por William Forsythe, que sólo existe para darle data a Neeson que de ningún otro modo conseguiría), pero todo esto destila un tufillo a Fargo que es delicioso aunque esté menos inspirado que el descalabro de los hermanos Cohen (y su delirante secuela en serie). Con personajes interesantes, buena acción y mucho humor cuasi tarantinesco, Venganza es una película recomendada. Si, Neeson está grande y quiere retirarse del cine de acción pero, para mí, le da para rodar una o dos películas mas. ¿No están de acuerdo?.
Liam Neeson, aunque ya parezca mentira, vuelve una vez más a vengarse. Esta vez, alejado de la franquicia de "Búsqueda implacable" pero con el común denominador de ser el protagonista de otra historia en la que se venga por un familiar suyo. Es una remake británica de una cinta noruega dirigida por el mismo director que la original, en la que Neeson personifica a un conductor de una barredora de nieve que se ve afectado por el repentino asesinato de su hijo. Pronto descubrirá que los responsables fue una poderosa banda mafiosa de narcotraficantes. Y claro, aunque esta vez sin experiencia como en otras películas, saldrá por sí solo a cargarse a todos los culpables. A diferencia de otros filmes de acción con Liam Neeson, en esta se intentó darle un componente de comedia negra que terminó resultando bastante tosca y predecible. En algunas momentos provoca alguna carcajada, pero si se lee entre líneas, el humor es muy forzado y poco orgánico. Se podría haber evitado este tono de comedia o se podría haber preparado mejor, pero quedó en una especie de meseta en la que no se sabía si era una comedia o un thriller, lo cual distrae al espectador. En cuanto a la trama, es simple y no arriesga tanto, típico argumento de una película de venganza. De todos modos, existen muchos baches en la historia y personajes totalmente desaprovechados. Tal es el caso de la gran Laura Dern, quien encarna a la esposa de Liam Neeson; la actriz tiene muy pocos minutos en pantalla y ocurren sucesos puntuales que no son consecuentes con ningún otro para nada. Tampoco es extraño que, de un momento a otro, esté plagado de personajes que también se unen, por motivos distintos, a desarmar la mafia de narcotraficantes. Suma en entretenimiento, pero resta y difumina la verdadera historia. Uno de los mejores personajes termina siendo el villano que, a pesar de estar (a propósito) un poco ridiculizado, genera atractivo durante todo el metraje. La música y la fotografía son resaltables en la película. En cada escena acompañan muy bien los momentos de acción que, como siempre, son lo mejor en las últimas cintas de Neeson. La nieve como protagonista de la fría ambientación también ayuda a embriagarnos con la obra. "Venganza" es otra película de acción que le podrá gustar al espectador que se dirige al cine a ver literalmente eso y, quizá, a querer lanzar alguna carcajada; no conformará a nadie que quiera deslumbrarse con una buena historia bien desarrollada. Puntaje: 4/10 Manuel Otero