Zambezia es otra película de pájaros que no aporta nada nuevo, pero que se deja ver. La brillante paleta de colores es excelente siendo seguramente lo que más va a llamar la atención de los niños, pero el cuento no está bien pensado para que entretenga al público infantil...
No todos los días se estrena en nuestro país una película sudafricana, y muchos menos una película de animación sudafricana. Con esa chapa llega Zambezia 3D, un film con buenas intenciones pero con no mucho más para ofrecer. 1zx8hh4 Waka Waka Zambezia Kai es un joven halcón que sueña con grandes hazañas. Él vive alejado de todo junto a su padre, un ave sobreprotectora. Pero su sed de aventura lo terminará llevando a Zambezia, una fascinante ciudad de aves al borde de Las Cataratas Victoria, en el corazón de África. Aquí Kai encontrará por primera vez su lugar en el mundo y descubrirá la historia de su origen, y cuando la ciudad se ve amenazada por un peligro inminente, hará lo que sea por defenderla. Nada nuevo bajo el sol de África KaiEezi_ZamJam-market_03015_left.0139Me resulta por demás de difícil criticar a un film como Zambezia por el simple hecho de que a pesar de tener buenas intenciones, no lo disfruté en lo más mínimo. Para serles sincero, lo sufrí. Pero ante todo uno debe ser consciente de que yo no soy el público al que apunta la película, y es muy probable que el público al que si apunta la vaya a disfrutar. Entonces, ¿Cuál es el público al que apunta el film? Zambezia está hecha para los más chiquitos, y por eso me refiero a niños no mayores de 10 años, personitas a las que les llevo 20 años de consumir cine y generar prejuicios y que ellos, libre de todo prejuicio y buscando simplemente divertiste un rato con los chistes y dibujitos, seguramente vayan a pasar un lindo rato. Comencemos por el aspecto técnico de la película. Uno sabe que está en problemas cuando la animación que da a conocer a la productora detrás del film tiene mejores efectos que la película en sí. Zambezia se estrenó en su país de origen a mediados del año pasado, pero visualmente parece una película hecha 10 años atrás, incluso la primer Toy Story (con ya casi 20 años) se ve mejor. En adventures-in-zambezia-tendai-kai-001un invierno donde vimos películas como Monsters University, Turbo, Mi Villano Favorito 2 o incluso nuestra propia Metegol, Zambezia tiene demasiado poco para ofrecer en lo que animación respecta. Quizás en este aspecto el mayor acierto esté en algunos escenarios generados por computadora, en la paleta de colores elegida, y en el uso del 3D, que aprovecha fantásticamente el formato sobre todo en las escenas de acción aéreas. A nivel guión Zambezia es un rejunte de muchas películas del género que se vieron a lo largo de los años. La historia está bien contada pero siempre tenemos esa sensación de que lo que estamos viendo ya se hizo y no hay mucho más en el film para mantener la atención de los adultos, a los que nos les llevará demasiado tiempo comenzar a aburrirse. Conclusión Mientras que las películas de animación hoy en día están hechas para que personas de todas las edades las puedan disfrutar, Zambezia se limita a si misma apuntando a un público selecto (niños no mayores de 10 años). El film no es muy diferente a otros hechos exclusivamente para TV y que se pueden encontrar cualquier tarde de fin de semana por Disney Channel. Quizás su mayor atractivo está en el 3D que sumando a una historia simpática sin lugar a dudas entretendrá a los más pequeños. Como se que casi con seguridad el público al que apunta el film lo va a disfrutar, le otorgo un 20% extra en la calificación. Pero los adultos que acompañen a los nenes están avisados, prepárense para aburrirse.
Un paseo por África El debate sobre si vale la pena ir a ver una película en 3D, es recurrente en el espectador, que muchas veces lamenta haber pagado un poco más solo para llegar a la conclusión de que no hubo grandes diferencias que con las que se ven en la proyección 2D. Con Zambezia (2011), ocurre todo lo contrario, ya que se sirve de las tres dimensiones para envolvernos aún más en las escenas de acción en donde las aves zambonianas despliegan sus alas sobre tierras Africanas. Kai es un joven halcón que vive en las afueras del África junto a su padre Tendai, quien se encarga de entrenarlo y de enseñarle todo lo que sabe. Pero lo que Kai desea más que nada en el mundo, es salir de ese lugar y conocer nuevas aventuras, y es una visita repentina, lo que lo llevará a viajar a Zambezia, la ciudad de las aves, en donde conocerá cual es su verdadero origen, y entenderá lo que significa vivir en comunidad. Esta película producida íntegramente en Sudáfrica, genera en el espectador un sentimiento casi automático de querer visitar estas tierras apenas aparecen los créditos finales. Se percibe la intención que tuvo el director Sudafricano Wayne Thornley de mostrar una visión mágica de las tierras Africanas, a través del despliegue de colores, las escenas que ocurren en el Lago Victoria, los animales, y la música, reflejando en el film la pasión del director sobre esta región. Es una verdadera lástima que no se haya puesto el mismo énfasis en la estructura narrativa, en donde se repite un esquema que ya está agotadísimo, a través de un personaje con una personalidad inquieta y curiosa, que siempre se diferencia del resto de sus compañeros por pensar diferente y por cuestionarse cosas que nadie se cuestiona. El halcón protagonista del film, reúne exactamente estas características, que son las mismas que hemos visto en tantos otros personajes de Pixar, Fox y Disney. Entre ellos, Remy en Ratatouille (2007), Mumble en Happy Feet, Rompiendo el Hielo (2006), Po en Kung Fu Panda (2008) y hasta lo vimos con Theo en la reciente Turbo (2013). La lista sigue. De los ejemplos mencionados, Ratatouille y Kung Fu Panda forman parte de la excepción a la regla, en donde ambos personajes superan este estereotipo contando con más matices y siendo mucho más complejos e interesantes que los otros. Lamentablemente Kai no forma parte de esta excepción, y lo mismo ocurre con el argumento del film, que cae en la ya aburrida moraleja de “juntos todo es mejor” llegando así a un desenlace esperado desde el minuto uno y que resulta demasiado empalagoso. La película se refugia en la excusa de que apunta a un público infantil, pero muchas producciones que también se dirigen a este target, (como las infinitamente superiores Toy Story, 1995, o UP Una Aventura de Altura, 2009), cuentan historias que pueden ser disfrutadas para grandes y chicos. Si el espectador está buscando una película para ver en 3D, Zambezia es una muy buena opción y vale la pena verla en este formato, pero el film decepcionará en otros aspectos.
Antes de empezar a hablar de "Zambezia", cabe mencionar que salvo en contadas excepciones como lo son las películas de Hayao Miyazaki (Japón) o alguna que otra proveniente de Francia (Las trillizas de Belleville, El ilusionista), no es común que se estrenen comercialmente en nuestro país títulos animados que no provengan de los Estados Unidos y de los grandes estudios que dominan el mercado para los más pequeños, por lo cual que llegue a estos lares el primer film animado realizado en Sudáfrica (por Triggerfish animation studios, que comenzó su carrera produciendo publicidad), es toda una hazaña, más allá del resultado final. Apenas comienza la película ya notamos dos importantes referentes en Zambezia. Buscando a Nemo (un hijo aventurero, una madre ausente, un padre sobre protector) y Ga'Hoole (la búsqueda de un lugar sagrado donde las aves puedan vivir en paz). El joven halcón Kai vive apartado y en soledad junto a su padre Tendai, quien se resiste a la idea de que su hijo ya no es un niño y que pronto deberá emprender vuelo propio. Cuando por accidente reciben la visita de una antigua conocida de Tendai, la cigüeña Gogó, se abre una puerta a un pasado que éste había intentado olvidar y ocultar y que despierta la curiosidad del pequeño. Tras una discusión entre padre e hijo, el pequeño decide abandonar el nido y partir a Zambezia en busca de aventuras y de respuestas, sobre su pasado y su madre principalmente. Cuando finalmente llega al lugar se encuentra con un paraíso en donde miles de aves de todo tipo, tamaños y colores conviven en plena armonía y protegidas por el escuadrón de los huracanes, una especie de ejército que protege el lugar y al cual Kai no dudará en unírseles. Pero cuando Tendai se entera de que los Marabúes (especie marginada por el resto) se han unido a un antiguo enemigo suyo, la iguana Budzo, y que planean atacar Zambezia, no dudará en ir a rescatar a su hijo. La historia en si no es un despliegue de originalidad que digamos, pero lo compensa con una bien lograda animación repleta de una exquisita paleta de colores, bellos paisajes y una muy buena banda sonora. La falta de humor y guiños para la platea adulta seguramente hará que quienes acompañan a los menores se aburran un poco y empiecen a mirar de reojo el reloj a la mitad de la proyección. Pero eso no quita que los niños hasta ocho o diez años, la disfruten a pleno. Al fin y al cabo es a ellos a quienes apunta directamente la película. Hay en el medio un interés romántico y un claro mensaje sobre la inclusión de quienes son diferentes, que bien podría ser la moraleja del film, pero la falta de personajes graciosos y un poco más de humor físico que tanto hace reír a los chicos le puede jugar en contra. Por otra parte es una pena no poder disfrutar de la versión original con las voces de Samuel Jackson, Jeff Goldblum, Abigail Breslin y Richard E. Grant, entre otros. Con armas nobles, pero insuficientes para competir con los grandes estudios de animación, Zambezia resulta un digno debut proveniente de Sudáfrica, aunque en el camino quede mucho por recorrer para llegar a las ligas mayores.
La Tierra Prometida "Alguna vez tendrás que cuidarte solo" le dice el padre a Kai, un joven e inexperto halcón en esta producción animada ambientada en el corazón de África. Pensada para público menudo, con buenos rubros técnicos pero sin la espectacularidad esperada, Zambezia propone una aventura que se desarrolla entre ejercicios de vuelo y una fuga del protagonista (sin el consentimineto de su padre) hacia la ciudad de la aves a la que da título el film. En ese sentido, esta propuesta encuentra puntos de contacto con La Sirenita (cruzar fronteras a territorios prohibidos como motor de la trama) y también con El Rey León, entre tambores africanos, consejos familiares y traiciones. Para mantener a salvo Zambezia, el héroe se une al grupo de voladores de defensa “los Huracanes”para patrullar los cielos y enfrentar a Budzo, un lagarto con aires de venganza. Zambezia es una ciudad alegre, la "Tierra Prometida" preparada para turismo y con guía incuída, que sirve como refugio antes los huracanes que se avecinan.
El nido vacío de Hollywood Que se estrenen films de animación que transcurren en coloridas selvas con animales exóticos que luchan por la supervivencia no es ninguna novedad. Ahora bien, cuando el producto no proviene de las humeantes factorías de Norteamérica, estamos en presencia de todo un evento cinematográfico. Tal es el caso de Zambezia, film que por lo tanto posee un carácter doblemente exótico: por las tierras que nos muestra en sus bellas imágenes y por sus orígenes sudafricanos. La historia nos remite inexorablemente al conflicto que otrora enmarcara Nemo, un joven que desea expandir sus horizontes más allá de lo conocido y un padre sobreprotector que pugna por cuidar tal vez demasiado a su hijo frente a la inescrutable imagen de una madre muerta antes de tiempo. Así las cosas, el halcón Kai vive en paz y armonía con Tendai, su padre, en medio de un marco seguro y tranquilo. Pero la pulsión que habita en todo joven -y que va más allá de las distinciones de raza- lleva al niño a abandonar el nido para lanzarse a la aventura de conocer un lugar mágico donde todas las aves cohabitan libres y en armonía. Su padre entonces deberá atravesar el síndrome del nido vacío en el sentido más literal del término y permitir que el pichón se largue a experimentar la vida por sí mismo. Pero como en toda historia que se precie, una amenaza se cierne sobre la pacifica aldea y el papel de Tendai será entonces tratar de advertir a su hijo y sus nuevas amistades plumíferas sobre el peligro inminente. Básicamente, la historia responde a los cánones del género y si bien tal vez le falte la picaresca complicidad del adulto en algunos chistes o giros a la platea paterna se defiende con holgura de esta ausencia a través de un majestuoso despliegue visual. La aldea de Zambezia se convierte en un bálsamo para los ojos que la observan y en uno de los parajes más hermosos que nos haya ofrecido el cine de animación infantil. Otro de los atractivos del film son los actores que prestaron sus voces a los personajes tales como Samuel Jackson, Jeff Goldblum y hasta incluso el mismísimo Leonard Nimoy. En definitiva, el film sudafricano entretiene sin demasiadas pretensiones y se muestra como un primer paso en la industria del cine de animación en ese país. Válido como tal pero que deberá mejorarse si es que desean dar batalla a los gigantes de la industria del mainstream de dibujos animados.
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Sudáfrica mía Las películas de animación siempre son una apuesta segura. Cada año si uno observa el top ten la mayor recaudación, varias de ellas seguramente sean animadas. Estas vacaciones de invierno se confirmó ese hecho con la cantidad de entradas vendidas por Monster University, Mi Villano Favorito 2 y la argenta Metegol. Por eso nunca falta en algún complejo de cines una animada para que la madrina o tía pueda llevar al pariente pequeño al cine. Luego de la leve retirada post tsunami de films de vacaciones de invierno, parece que es hora de otra película animada. Esta vez, y sabiendo que no lucha con los pesos pesados, se estrena Zambezia, film made in Sudáfrica que viene a ofrecer una opción más para la salida con los pibes. El film comienza con una persecución a un pájaro por parte de otros pájaros. Ok, eso fue poco específico. Vale aclarar antes de seguir que esta es una película ubicada en la estepa sudafricana sobre pájaros. Empecemos de nuevo. Una cigüeña llamada Gogó va protegiendo a unos pequeños huevos de un par de Marabous (una variante de buitre). En medio de ese escape se encuentra con un joven halcón llamado Kai que vive solo con su padre, el riguroso Tendai (en idioma original la voz esta cargo de Samuel L. Jackson, lo riguroso le sale más que bien). Gogó le cuenta al joven deseoso de aventura (y compañía, viven más solos que kung fu) sobre Zambezia, una tierra prometida donde todas las aves viven en paz, lejos del peligro y protegidos por "los huracanes", un grupo comando de pájaros. Kai se escapa hacia Zambezia entonces. Y nosotros vamos con él. El primer tramo del film es lo mejor de la película, la presentación de personajes, sumados a la relación padre hijo ayudan a crear empatía. También ese paraíso nombrado que proyectamos y ansiamos descubrir. Cuando llegamos a Zambezia (un lugar que después de todo era bastante fácil de ubicar) resulta que el fuera de campo original supera a la realidad. De ahí en más el relato se achancha, estancándose en las relaciones y personajes muchas veces vistos. El general riguroso, el viejo sabio, el interés amoroso y un secreto a esclarecer (vinculado al pasado de Tendai). Y como no podía faltar, aparece el malo de turno. Porque aquí ninguna ave es "mala", por más que los Maribous se ubiquen en ese lugar inicialmente. Ese lugar está a cargo de una iguana llamada Budzo, que a decir verdad, como un T-Rex maquiavélico y cínico, resulta buen villano. Una simpática historia donde la animación menos pulida (si la comparamos con los tanques habituales) se olvida porque el film se enfoca en sus personajes (por más unidimensionales que se presenten). Existe una comprensión de la limitación en sus recursos y por eso se entrega a una narración sencilla: amable para el menor, quizás demasiado obvia para el mayor. Un film sin demasiadas sorpresas ni pretensiones, pero que logra recorrerse con cariño.
Desde hace un tiempo Sudafrica vive un auténtico boom en lo que se refiere a la industria de la animación. Es realmente notable como crecieron en los últimos años y lograron expandirse a los mercados internacionales con trabajos realizados por artistas de ese continente que se exhiben en canales de televisión de todo el mundo. Pronto se conocerá Jack of Bushveld con el personaje principal interpretado por el músico Bryan Adams que se basa en un popular libro sudafricano y es la primera película animada realizada en 3D. Esta semana llega a los cines locales Zambezia que representa la primera producción del estudio Triggerfish, que en octubre estrenará su segunda película, Khumba, que también está protagonizada por animales en África. Sin embargo ese film no está programado en Argentina. La verdad que dentro de las producciones de animación independientes que llegaron a la cartelera esta es una de las más decentes. Si se tienen en cuenta que la hicieron con un presupuesto de apenas 20 millones de dólares, que es un número menor comparado con lo que suelen salir las grandes películas de animación computada, Zambezia está bien lograda. La película sobresale principalmente por el trabajo que hicieron con la ambientación de los paisajes africanos que son muy coloridos y detallados y se destacan como un personaje más de la trama. La historia tiene un conflicto más desarrollado que Turbo y en términos generales Zambezia es entretenida y no deja de ser una opción recomendable para el público infantil. No dudo en quedarme toda la vida con esto antes que una película pobre como la reciente Héroes del espacio que tenía un guión desastroso. Esta por lo menos se disfruta un poco más. En algunos países como Rusia resultó un éxito de taquilla y funcionó muy bien, veremos pronto que pasa con el público argentino.
Alas para Sudáfrica En el corazón de Africa se alza Zambezia, la encumbrada ciudad de las aves que se prepara para las celebraciones de la Primavera. Hasta allí llega Kai, un joven, expresivo e inquieto halcón, al huir del nido familiar luego de discutir con su padre Tendai. La estricta disciplina y sobreprotección paternal (cuya relación puede recordar a Buscando a Nemo) se mezcla con la viudez que atraviesa y un constante sentido de culpa. El niño incomprendido, el que no encaja a sus raíces, toma relevancia en este filme donde el color lo es todo. Ese carácter rebelde, peculiar, puede emparentarse con este filme sudafricano, algo distinto que arriba al país, entre tanto tanque animado estadounidense. Lo llamativo -aparte de los plumíferos protagonistas- es que en la mayoría de estas películas animadas el guión queda eclipsado por los efectos gráficos. En Zambezia es al revés: una realización que técnicamente podría tener 20 años de antigüedad teniendo en cuenta los avances tecnológicos en filmes como Monsters University, Pitufos 2, Mi villano favorito 2 o Metegol. En este filme sólo podemos destacar algunas tomas aéreas donde se luce el efecto tridimensional. Es muy difícil que Zambezia genere empatía con el público adulto, pero sí con los más chiquitos, ya que la historia no tiene demasiados secretos, es simple y fácil de comprender con diálogos, por momentos, bastante básicos. Uno, el sueño de Kai: unirse al grupo de “Los huracanes”, halcones que velan por la seguridad de Zambezia. Dos, los malvados marabúes: unas grotescas aves de rapiña que tienen un rol importante (y cambiante) en el filme. Tres, el villano principal: Budzo, una temeraria iguana que buscará conquistar la ciudad a cualquier precio. Y no falta el momento de amor y admiración entre Kai y su alma gemela Zoe, una bella ave. Gogo, una excéntrica cigüeña, y el pajarraco Ezee (que siempre buscará la forma de sacar provecho con el menor esfuerzo posible) son algunos de los personajes secundarios que sobresalen. Con una muy buena banda de sonido (sin ser rimbombante), Zambezia levanta vuelo sola, aunque escasee en sorpresas y dosis de acción. Bien por Sudáfrica.
En un mercado como el de la animación infantil dominado por las producciones de Hollywood (este año con la fuerte competencia de la argentina Metegol ), el estreno de una película sudafricana resulta una bienvenida rareza. Sin embargo, el principal problema de este proyecto de 20 millones de dólares de presupuesto es que -más allá de los hermosos paisajes que recrea, de la bella paleta de colores que regala y de algunos pasajes de música autóctona- apeló a un guión bastante convencional que recicla situaciones y conflictos ya vistos en decenas de films previos, seguramente con la idea de alcanzar así una mayor proyección internacional. Ambientada en la zona de las cataratas Victoria, un espectacular salto de agua del río Zambeze en la frontera entre Zambia y Zimbabwe, Zambezia tiene como protagonista al joven y solitario halcón Kai, que ha perdido a su madre y vive bajo el obsesivo cuidado de Tendai, su sobreprotector padre (un arranque parecido al de Buscando a Nemo ). Pero, claro, el ave quiere experimentar la libertad y terminará en la inmensa ciudad del título, donde conviven decenas de especies (aquí empiezan las similitudes con Ga'Hoole: La leyenda de los guardianes ). Allí demostrará su capacidad para volar de manera poco ortodoxa y de improvisar sobre la marcha, y será reclutado para patrullar y custodiar la zona. Pero la convivencia, en principio, no es lo suyo y -ante los problemas que encuentra para adaptarse- al poco tiempo querrá regresar a su aislado hogar. Es cuando aparecen en escena algunos personajes clave, como la bella Zoe y su padre Sekhuru, un pájaro viejo y sabio que sabrá cómo aconsejarlo. Y, claro, también están los malos de la película, como la iguana Budzo, a quien deberán enfrentar sobre el final. Es una lástima que la narración sólo se sostenga en la espectacularidad de las escenas de vuelo (con la cámara acompañando el movimiento de las aves y aprovechando las posibilidades del 3D) y en algunos pasajes que tienen que ver con fiestas tradicionales y momentos musicales. Con una historia un poco más audaz, con personajes más desarrollados, con más sentido del humor y una mayor capacidad para entretener, habríamos estado frente a una verdadera sorpresa del cine africano y no a un producto apenas correcto como el que finalmente se aprecia en pantalla.
Paraíso de aves africanas Esta vez le tocó el turno a África. Así como en “Río” encontrábamos una historia de pájaros brasileros, “Zambezia” nos presenta una sobre pájaros africanos. El lugar al que hace referencia el título es una ciudad creada por los pájaros para los pájaros, un sitio donde las aves pueden vivir seguras y felices, aisladas de los peligros. Lejos de Zambezia, en pleno desierto africano viven un pequeño halcón llamado Kai con su sobreprotector padre, Tendai. La situación planteada es idéntica a la de “Buscando a Nemo”: la madre falleció atacada por un predador, y el padre teme que le ocurra algo a su hijo, por eso no lo deja salir de un territorio que él se ocupa de controlar. Accidentalmente un par de aves que van con rumbo a Zambezia pasa por su hogar, y, a pesar de la negativa de su padre, Kai decide seguirlas. El padre a su vez lo seguirá a él, descubriendo en el camino el plan de una malvada iguana gigante que quiere atacar la tierra de los pájaros. La historia no es muy novedosa, y al principio el ritmo es demasiado lento para una película infantil, realmente aburre bastante. Una vez en Zambezia, con la aparición de otros personajes bastante más divertidos, sumados a la revelación de la verdadera historia de Kendai, la película toma un poco más de color. La animación es correcta, aunque no se arriesga a innovar, y por eso se queda sólo en lo conocido. Cabe reconocer la interesante banda de sonido, que si bien incluye canciones cantadas en inglés, está compuesta fundamentalmente por música étnica y transmite el espíritu del continente africano de forma mágica. Al margen de la historia, el filme aprovecha su lado de vehículo comunicacional para dejar varios mensajes, algunos ya vistos en otras películas. Hace hincapié muy fuertemente en el de la inclusión y no discriminación, tema que, considerando el lugar de origen de esta producción (Sudáfrica), tiene un valor más que significativo. Aparte de eso, una película infantil más, sin momentos destacables para niños ni adultos.
Una buena realización técnica para una atractiva historia del crecimiento de un halcón, su padre que quiere protegerlo de su destino, una ciudad de pájaros y un malo aliado con aves resentidas. Entretiene y divierte.
Animación de Sudáfrica El cine de animación tiene en la actualidad un dominio de la taquilla mundial como no había tenido en la historia del cine. El mercado norteamericano parece aumentar la apuesta y en el resto del mundo –Argentina, sin ir más lejos- el top anual suele tener un film de animación o varios en lo más alto. Pero no sólo Estados Unidos lo realiza. Argentina probó suerte este año con la gran producción de Metegol, Europa también suele apostar a este cine, con éxitos como Tadeo, el explorador perdido de España o con films más refinados como la francesa Las trillizas de Belleville. Japón tiene una gigantesca tradición en el animé y con el director Hayao Miyazaki (El viaje de Chihiro) también dio la vuelta al mundo. Zambezia es la confirmación de esta tendencia. Esta película es de origen sudafricano, un país del que prácticamente no llegan películas, de ninguna clase. Al ver este film uno confirma que hacer cine de animación no es fácil. Que desde la técnica las cosas son complejas, pero desde la construcción de la historia lo es aún más. Zambezia no es una gran película y comparada con el cine de animación de Estados Unidos no queda muy bien parada. El film transcurre en el mundo de las aves, contiene los lugares comunes o ingredientes del género. Pero ni su protagonista, ni los secundarios respiran autenticidad o trasmiten emoción. El gran problema del cine de animación –que Zambezia sirve como ejemplo– es que cuando no logra conectar, se vuelve una experiencia aburrida y hasta molesta. Las imágenes de África y la explotación del 3D no alcanzan para sostener un guión que avanza a duras penas. Pero a no engañarse, tampoco en lo visual la película es de primer nivel. Hacer cine de animación es más difícil de lo que se cree, y Zambezia es la prueba.
Debut en animación de artistas sudafricanos La historia es sencilla, colorida, y medianamente remanida. Un joven halcón peregrino vive aislado con su padre en algún lugar pedregoso de la gran sabana, hasta que se entera de la existencia de una ciudad de pájaros en pleno rio Zambeze. Hacia allá va, desoyendo toda advertencia. La ciudad es una maravilla organizada en el tronco de un enorme baobab que creció en un lugar inexpugnable, al borde mismo de la gran catarata. Allí hay aves de toda especie, fiestas, bailes, competencias, visitas guiadas, una linda pajarita blanca, una flotilla de "Hurricanes" integrado por los ejemplares más veloces para protección del lugar, etcétera. Sólo que aquello de inexpugnable es relativo: el lider de la defensa es un soberbio desquiciado, y, cerca de allí, un lagarto gigante está planeando toda una invasión en la que usará como punta de lanza a los impresentables, resentidos y nada lúcidos marabúes. No hay nada que hacer, el único Marabú como la gente era aquel de calle Maipú donde tocaba Aníbal Troilo. A propósito, la banda sonora de "Zambezia" suena bastante bien (Bruce Retief y Gang of Instrumentals a la cabeza), pero sin ningún tema realmente sobresaliente. Tampoco sobresale demasiado la película, salvo para los sudafricanos. Se trata del primer largo de dibujos animados sudafricano, casi enteramente hecho por artistas locales, desde el dibujante Lindsay Van Blerk y el director debutante Wayne Thorney en adelante, con un equipo donde se entremezclan Nkululeko Buthulezi, Hendrick de Villiers, Karen Botha, Mbongeni Mazibuko y, entre otros, un tal Mohamed Dreyer (¿resultado de la globalización o broma de conocedores?). En el dibujo, el padre solitario y otros animales comprenden el valor de la unión. La moraleja parafrasea una famosa frase del poeta John Donne, "Ningún hombre es una isla". Se aplica también a personas tan diversas que hasta hace pocos años, en ese país, jamás hubieran trabajado codo a codo.
Zambezia representa todo lo que la productora sudafricana Triggerfish siempre soñó. Desde su creación en 1996 han estado detrás de múltiples comerciales nativos y desde 2006 han virado su atención hacia la animación infantil. El largometraje significa años de dedicación y pulido de su arte, y su pasión finalmente se ve plasmada en esta aventura colorida apuntada a los más pequeños en una amigable historia de inclusión y pertenencia familiar. Creo que ni Madagascar desde su título más que exótico pudo asir con firmeza el ideal autóctono y folclórico que logra Zambezia a partir de su más que acotado presupuesto. El director Wayne Thornley y toda la gente de la productora sabían lo que estaban haciendo, ya que es su carta de presentación al mundo animado, y han cumplido soberbiamente su cometido al presentar personajes arquetípicos de los films infantiles y dotarlos de pequeños tics naturales que le dan sabor a la trama. Desde ya que no están al nivel exploratorio de los grandes guiones de Pixar, por ejemplo, y su fábula moral apenas escarba la superficie para que los niños aprendan la lección que los guionistas quisieron perpetrar. Es una lástima que de seguro todas las copias del film lleguen al país dobladas, porque las voces originales cuentan con los grandes nombres de Leonard Nimoy y Samuel L. Jackson acompañando a Jeff Goldblum y Abigail Breslin, quienes realmente se destacan y son fácilmente identificables. De principio a fin, Zambezia da cuenta de su escasa originalidad, pero dura lo justo y suficiente para no abrumar y aburrir. Su armonía atrapa, la belleza de las imágenes cautiva y la frescura africana es un pequeño respiro de aire fresco ante tanta animación costosa que poco retribuye. Veremos qué tal les va a los chicos de Triggerfish en su próxima Khumba.
Con un cine de animación, que a nivel de distribución mundial casi todo viene de Estados Unidos, el hecho de estrenarse producciones como “Zambezia” supondría un ejercicio saludable de la diversidad. No todo es Pixar, Dreamworks, Blue Sky Studios o Disney. Es tanto y con tanta parafernalia mediática la de estos estudios que uno reflexiona y piensa: ¿en Sudáfrica pasará lo mismo que con “Metegol” en la Argentina? O sea que los sudafricanos también comentarán: ¿“Zambezia” no tiene nada que envidiarle a los grandes estudios de Hollywood”? Aparentemente sí, aunque para eso hay que parecerse un poco también a ellos. Desde “Sammy” (2011), de origen belga, hasta la de Campanella necesita cubrir ese mercado para recuperar la inversión. ¿Se diluye un poco la identidad? Kai (Miguel Angel Leal) –voz en inglés de Jeremy Suarez-) es un halcón joven, impetuoso, lleno de brío, con el mundo enfrente y por debajo, y listo para ser llevado por delante. También es muy intuitivo y las fronteras lejanas no le son tan ajenas. Algo del sentido de la pertenencia parece despertar en él. Está allí, contemplando desde arriba. El horizonte es claro, aunque no encaja del todo. Tendai (Gabriel Pindarrón –voz en inglés de Samuel Jackson-), su padre guía y mentor trata de contenerlo, como sucedía en “Buscando a Nemo” (2003), protegiéndolo de los peligros del mundo. Sí, pero además porque hay cosas del tiempo y del espacio que es mejor dejarlas como están. “Zambezia” es el lugar en donde habitan las aves y tiene Sekhuru (Patricio Colmenero –voz en inglés de Leonard Nimoy) como el patriarca y fundador. El lugar, un árbol gigante, es como un paraíso legendario soñado por todos, pero al que no cualquiera puede acceder. Sobre todo si se quiere pertenecer al grupo “vuela y vigila”, para que todo esté bien. De que todo esté mal se encargará Budzo (Gerardo Vázquez –voz en inglés de Jim Cummings), un lagarto muy, pero muy malo, que también tiene que ver con el pasado de los protagonistas. Ciertamente la referencia a “Buscando a Nemo” es ineludible. No por el argumento (acá la búsqueda y/o rescate están invertidos de hijo a padre), sino porque el eje dramático está puesto en la relación entre los dos, y en ambas películas el vínculo se construye aún más cuando están separados. Si es por esto, la producción está realmente bien pensada. Nada mal, considerando los cuatro guionistas y algunos más que ayudaron. También por el lado técnico los logros son numerosos. Los movimientos de los personajes son bien reales, incluso cuando se trata de humanizarlos y convertir las plumas en manos o las alas en brazos. Inteligentemente el uso de los colores de las aves ayuda al espectador a detectar especies y personalidades. No es casual. Por todo esto, pese a parecerse a algunas, “Zambezia” sale airosa de ser sólo un producto de exportación y finalmente prevalecen los mensajes de fidelidad, el trabajo en grupo y el equipo por sobre la individualidad; el respeto por los mayores (por la experiencia) y por supuesto; la confianza en mantener el espíritu inquieto. La dirección de Wayne Thornley, aunque se alarga algunos minutos, supera con creces la condición de debutante.
El reino ideal de los pájaros La historia es entre pájaros y pajarracos. No hay humanos y en algún momento aparecerá el enemigo representado por una iguana. Aquí hay un joven halcón huérfano, Kai, un poco cansado por los cuidados de Tendai, su padre. Kai, desea ser aviador, más aún, un guardia que cuide Zambezia, la ciudad de los pájaros, hacia la que se dirige en un descuido de su padre. La bella ciudad de Zambezia está en lo alto de la cascada Victoria, en Sudáfrica y el paraíso que parece esperarlo deslumbra al joven halcón, que no se acostumbra a ser provinciano. El será un héroe, está decidido a convertirse en una figura útil y protectora y no le importan los peligros que tenga que afrontar, ni que haya una odiosa iguana llamada Budzo, que planea con sus secuaces apropiarse de Zambezia. PADRE E HIJO Aunque nuestro joven halcón no lo sepa, su padre está en vuelo para recuperarlo y los enemigos de la ciudad ya le pusieron la mira encima y esperan capturarlo. El filme, dedicado a los más chicos, está sencillamente diagramado con dibujos simples y básicos pero no exentos de encanto y cierta gracia gestual. Hay bellas locaciones, pájaros simpáticos, gran deseo de integración y el deseo de aventura siempre dispuesto a la rebelión. Se rescata el concepto de solidaridad, la unión y el esfuerzo por terminar las buenas acciones. Es bella la banda sonora, cálidas las canciones y las locaciones de Sudáfrica están muy bien presentadas. Con algo de otro filme animado como "Rio", mucha simpatía y gran ingenuidad, "Zambezia" es un entretenimiento sensible y cálido, sencillo y con buen ritmo y está dedicado a los más pequeños.
Los camaradas del aire África, animales parlantes, un padre y su hijo, un villano de cuatro patas, música típica, colores brillantes: ¿vuelve El rey León? Por suerte, Zambezia no vende, como la venerada película de Disney, ni la filosofía determinista del "círculo de la vida" ni el hedonismo pueril del "hakuna matata". Todo lo contrario: este filme sudafricano, sin pretensiones artísticas hiperbólicas, apuesta amablemente por la aventura política y el heroísmo colectivo. Zambezia es una introducción rudimentaria para niños menores de 10 años a la utopía. "No es un lugar, es una idea" es la máxima abstracción. Kai, un halcón y su padre Tendai viven apartados de las aves. Tendai, un viejo guerrero, esconde un secreto y le pesa la ausencia de su esposa. Kai, que vivió sin madre casi toda su vida, aprende todo de su padre, que lo sobreprotege obsesivamente. Hay que volar bien y vigilar constantemente, pues el mundo no es un lugar amable. Y así será hasta que Kai se encuentre por azar con otras criaturas voladoras y le den noticias de "Zambezia", la polis donde todas las aves viven en armonía y donde están "los huracanes", una flota de halcones que defiende ese paraíso de las amenazas de especies sin alas. Para Kai, "Zambezia" y sus valientes guardianes serán una promesa y un destino. Dejará a su padre y se unirá a un grupo de pájaros que se dirigen a la ciudad prometida. Ahí se le revelarán asuntos familiares e inmediatamente tendrá que hacer frente a un golpe de Estado perpetrado por la iguana Budzo, que cuenta con la ayuda de los marabúes, la única especie voladora expatriada de la república utópica de los pájaros. Se dirá que, después de Pixar, este filme es vetusto, y no faltará quien celebre, por comparación, la reciente presunta proeza futbolera nacional animada en 3D. Sin embargo, el cuidado de Wayne Thornley y su equipo por capturar el vuelo de las aves, la atención puesta en los colores y la simpatía de algunos personajes están a la altura de las circunstancias. Esta lección introductoria al espíritu de camaradería no vendrá a revolucionar la animación, pero su nobleza es una rara avis en una cultura global animada donde los niños suelen ser rehenes de cosmovisiones menos simpáticas y, secretamente. prepotentes.
Un país, su animación y su discurso ¿Por qué es que un film animado infantil como Zambezia llega a los cines en la tercera semana de agosto? Estamos hablando de que se estrena en un momento donde los chicos han retornado a la escuela luego de las vacaciones de invierno, con lo que debería producirse un milagro (que implique bastante más que una buena recepción por parte de la prensa) para que termine rindiendo de forma decente. Que esta película quede programada en esta fecha difícilmente tenga que ver con una decisión unilateral por parte de la distribuidora. Tiene que ver con un contexto de altísima competencia entre tres o cuatro gigantes en el rubro, que se imponen monopólicamente. Ocurrió este invierno no sólo con Monsters University y Mi villano favorito 2, sino también con un film argentino como Metegol, que tuvo a su director lloriqueando porque no podía hacer publicidad en Disney Channel, pero no pareció preocuparle el ahogar toda chance de que aparezcan otras opciones, invadiendo el mercado con más de 250 copias en el momento de su apertura. ¿Los tres tanques antes mencionados no podían haber llegado con algunas copias menos, permitiendo que Zambezia también tuviera la posibilidad de pelear el público de las vacaciones de invierno? Tengamos también en cuenta que algo similar le sucederá a un film argentino (que incluso tiene el apoyo de la TV Pública) como Caídos del mapa, que terminará estrenándose a finales de septiembre, otro momento muy poco propicio para atraer a las audiencias infantiles y juveniles. Otra muestra de que hay muchas cuestiones vinculadas a la distribución que siguen con una discusión (y sus consecuentes acciones) pendiente. Es casi inevitable reflexionar sobre Zambezia vinculándola a su origen, ya que es un exponente de un país como Sudáfrica, que en los últimos tiempos se ha ido consolidando como el principal promotor de la animación en el continente africano. Más aún porque es un film que se piensa a sí mismo en referencia a su país. Hay, es cierto, un relato que atraviesa casi todos los lugares comunes posibles: un joven halcón que va contra los consejos/imposiciones de su padre y abandona el nido, buscando una ciudad de aves llamada Zambezia y realizando el típico camino del crecimiento, conociendo seres nuevos, adaptándose a una vida totalmente distinta, descubriendo aspectos de su origen que desconocía, superando las diferencias con su progenitor y cerrando las heridas producidas por la pérdida de su madre. Pero no deja de ser interesante cómo la comunidad que da nombre a la película constituye un lugar donde se da la oportunidad de la unión entre los diferentes, funcionando como metáfora del proceso post-apartheid que se dio en Sudáfrica a partir de la asunción de Nelson Mandela. Que el villano sea una iguana que afirma que Zambezia es un sitio peligroso, una abominación de la naturaleza, refuerza este concepto. Lamentablemente, a Zambezia le falta pericia no sólo técnica (el 3D se justifica apenas en algunos momentos, a través de planos generales que resaltan el paisaje africano) sino principalmente narrativa para cimentar sus ideas. El diseño de los personajes es deficiente y nunca pasa del lugar común; la historia avanza en muchos pasajes a los tropezones; los toques humorísticos son forzados y casi nunca causan gracia; y la película necesita demasiado de las palabras porque no encuentra una vía visual para imponer su discurso. Y a pesar de que muestra más capacidad que una película como Metegol para construir un universo con reglas propias y verosímiles, no llega a incluir de manera cabal y suficiente al espectador en su mundo. Zambezia, con su cuento que quiere ser grande y trascendente, pero que nunca sale del diminutivo y la moraleja obvia, es un claro ejemplo de las complejidades que implica el género de animación infantil. A pesar de sus desniveles, la tradición hollywoodense continúa como clara dominadora del terreno.
El emplumado rebelde, al rescate Kai es un joven halcón que choca contra su padre sobreprotector cuando le plantea que quiere conocer el mundo. Decide unirse a una bandada y llega a Zambezia, el país de los pájaros. Allí deberá luchar para frustrar los planes de una iguana que pretende dominar a las aves. Zambezia es una producción sudafricana de animación digital en 3D que deslumbra desde el aspecto visual pero que presenta debilidades evidentes en el guión. Esta aventura del pequeño y rebelde Kai, un halcón que abandona el nido paterno para conocer la mítica Zambezia, ciudad de todos los pájaros, reconoce demasiados puntos en común con otras producciones destinadas al público infantil y no presenta novedad alguna desde la trama. Tampoco está muy claro a qué sector del público apuntan los productores: el argumento (conflicto generacional padre-hijo, lucha de los buenos contra los malos) es demasiado simple y lineal como para interesar especialmente a los adolescentes (y menos aun a los adultos que acompañan a los menores) y, al mismo tiempo, puede resultar demasiado complejo para los más chicos. Sin embargo, los personajes están perfectamente presentados y su interacción se muestra sin tropiezos narrativos en la pantalla. Si a esto se le suma una impecable resolución visual y un manejo excelente de los recursos del 3D, es innegable que la película suma muchos puntos como para convertirse en un entretenimiento más que satisfactorio. La explotación de todo lo que puede tener de exótico el paisaje africano (con segmentos espectaculares sobre todo en las tomas desde el punto de vista del halcón en vuelo sobre las cataratas) y la concepción de una ciudad fantástica habitada por todas las especies de aves permiten el lucimiento del equipo de realizadores y dan lugar a los momentos más interesantes de la película. En contraste, el guión no aporta elementos novedosos y el mensaje de que la unión hace la fuerza queda exageradamente subrayado. Hay que saludar el hecho de que una producción sudafricana llegue a nuestras pantallas y permita que los espectadores tengan acceso no sólo a los productos de las megafactorías de Hollywood. Sobre todo si, como en este caso, la realización está en condiciones de satisfacer largamente a los espectadores.
El vuelo con cable a tierra El no al resentimiento y el sí a la inclusión son los dos mensajes clave de “Zambezia”, una animación tan correcta y entretenida como poco novedosa. Oriunda de Sudáfrica y con un presupuesto millonario pero muy inferior al de las grandes productoras holywoodenses, esta propuesta en 3 dimensiones es redondita para el público infantil y hasta para los preadolescentes. Ambientada en una ciudad de pájaros, esta es la historia de Kai, un halcón que está cansado de una vida sin sorpresas y un padre que lo cuida demasiado. El viaje hacia un mundo distinto le ofrecerá el desafío de la aventura combinada con la felicidad ante el descubrimiento de nuevas sensaciones. Pero pronto se topará con un escenario tan desconocido como hostil que lo pondrá frente a frente con su ingenuidad y sus inseguridades. Al mismo tiempo, el personaje central abordará en este viaje iniciático un camino hacia sus orígenes, lo que le permitirá conocer de qué se trata vivir con los demás en sentido solidario y bajo el concepto comunitario. El director Wayne Thornley no pudo evitar ciertas similitudes con “El rey león”, aunque no logró emocionar como aquella famosa película, pero acertó en la combinación de un mensaje saludable, con buenas dosis de humor y, claro, el obligado guiño romántico desde la figura del antihéroe. Disfrutable, y con buen aprovechamiento del 3 D.
Una fábula que refuerza valores Desde un país del Hemisferio Sur, con una fuerte apuesta creativa pero sin los recursos de Estados Unidos, llega Zambezia 3D, una película que, como la argentina Metegol procura competir en el mercado de animación para un público familiar, con un producto de bajo presupuesto en comparación con otras de su tipo: los mismos 20 millones de dólares que invirtió nuestro Campanella. Del mismo modo, Wayne Thornley trasladó paisajes, personajes y sonidos de su tierra, Africa, para brindar un mensaje acerca del compañerismo y el trabajo en grupo para llegar al bien común y encontrar la paz. A diferencia del producto nacional, el sudafricano desarrolló un cuento que encuentra muchos puntos en común otros ya vistos. Algo de Buscando a Nemo, un poco de Río y unas dosis de Ga'Hoole. De allí que Zambezia se advierta como una película que brilla en el uso de las alternativas del 3D para mostrar la espectacularidad de paisajes en planos amplios, los vuelos en secuencias vertigionas y los escenarios ricos en detalles, pero se opaque por su escasa originalidad en términos de historia. Ambientada en la zona de las cataratas Victoria, un espectacular salto de agua del río Zambeze en la frontera entre Zambia y Zimbabwe, Zambezia cuenta acerca de joven halcón Kai, huérfano de madre y sobreprotegido por su padre, quien lo aisló del resto de la fauna de la región. Pero un día --siempre hay uno-- un vieja zancuda que va camino al viejo árbol de Zambezia, la ciudad de las aves, procura salvar a un nido de las garras de los marabúes, pasa por el hábitat de Kai y le deja algo más que plumas: la curiosidad por conocer ese maravilloso mundo donde los más fuertes defienden a los débiles. ¿Por qué su padre le ocultó la existencia de ese paraíso? Kai deberá averiguarlo rompiendo las reglas impuestas y conociendo a personajes como Zoe o Sekhuru, pero enfrentándose también a peligros, como el que acecha detrás de las intenciones de la iguana Budzo.
Una historia ecológica en un universo ficticio poblado de pájaros. Sí, claro, de esas cosas que permite el mundo digital y que empiezan a abundar. La animación no es perfecta, pero tiene algo interesante: se hace cargo de sus limitaciones y opta por el encanto del cuento, el humor y la buena fabricación de acciones. El film resulta pues agradable y divertido, incluso si está casi exclusivamente destinado a la infancia.
Vuelo bajo Aparte del humor irónico y maleable, si algo distingue a los films de animación de Disney, Fox y Dreamworks es su voluntad para evadir lugares comunes y perfilarse como favoritos para público de cualquier edad. Nada de eso ocurre con esta producción sudafricana, que es obvia hasta para elegir (y diseñar) el escenario: las cataratas Victoria, en la frontera de Zambia y Zimbabue. La película sigue al halcón Kai, su padre Tendai y otras aves que se reúnen en un baobab, árbol característico de la zona. Huyendo de un par de buitres, Kai vuela junto a una imaginaria especie de elite avícola, los huracanes, y así llega a Zambezia, suerte de edén africano. Kai se enamora de Zoe y pasará por distintas pruebas hasta ser aceptado en la elite de Zambezia (el rito se consuma con un anillo en las garras), mientras, al otro lado de la frontera, Tendai cae presa de los buitres y el peligroso reptil Budzo que, disconforme con su estatus de outsider, planea una invasión sobre la idílica Zambezia. Pese al cuidado para reproducir las diferentes especies de la zona y pese a algunos diálogos ingeniosos, la película es por demás llana, tanto en el guión como en la caracterización de los personajes (por no hablar de esos gestos y detalles a los que el cine de animación nos tiene acostumbrados). Apenas un aperitivo hasta la próxima Madagascar.