Fragmentado trae de regreso el mejor cine de M.Night Shyamalan luego de numerosos proyectos fallidos que no lograron convencer al público en esta última década. Un cambio notable en la filmografía del cineasta que empezó a gestarse en su labor previa, Los Huéspedes, donde se pudo percibir un regreso a sus raíces artísticas. A diferencias de las producciones que hizo en los últimos años, en Fragmentado nos encontramos otra vez con una película especial, cuya reseña requiere un cuidado meticuloso para no adelantarle demasiados detalles a los lectores sobre la experiencia que les espera en el cine. Algo que tal vez no ocurría desde el estreno de Señales. En esta oportunidad Shyamalan vuelve a demostrar un dominio absoluto del género de suspenso con la historia más oscura y retorcida de su filmografía. Un relato intenso que aborda las enfermedades mentales y los abusos sexuales en un conflicto que se vuelve atrapante a medida que se desarrollan las historias de los personajes. Más allá de su talento como narrador a la hora de construir situaciones de tensión, el director en este trabajo delegó el peso del film en las interpretaciones de los dos protagonistas. Cuesta entender que James McAvoy haya sido ignorado en todas las entregas de premios de esta temporada, cuando sacó adelante con una maestría absoluta un rol tan complejo y demandante como el psicópata Kevin Wendell. Supongo que si tocaba el clarinete en alguna escena los genios iluminados de la Academia de Hollywood lo hubieran tenido más en cuenta. Obviamente no vas a descubrir que McAvoy es un gran actor con esta película porque hace muchos años que se destaca con sus interpretaciones en el cine, pero si lo vas a disfrutar de un modo especial. El modo en que trabajó las transformación de las distintas personalidades de su rol es extraordinario.Wendell es un personaje aterrador, pero a la vez atractivo e interesante de seguir por la locura en la que se desenvuelve su vida cotidiana y en ese punto encontramos la virtud del trabajo de McAvoy. La humanidad que le otorgó a su composición generó que el personaje no se convirtiera en un trillado villano del cine de terror. Fragmentado probablemente no hubiera sido lo mismo sin la labor de Anya Taylor-Joy que estableció una química estupenda con McAvoy a través de un personaje intenso que resulta más interesante de lo que parece su introducción. La actriz que ya se había destacado en el film de terror La bruja, sobresale con otra gran interpretación que la obligó a trabajar diversos rango de emociones. Me gustó mucho lo que hizo en esta película y creo que es una de las nuevas figuras del cine para seguir con atención en el futuro. En el tercer acto de esta historia Shyamalan no puede con su genio y encara la película por el terreno de la bizarrada total. No obstante, dentro del marco en el que se desarrolla el cuento, esas situaciones tienen un sustento por el cierre impecable que luego le da a la historia. La escena final te roba una sonrisa y consolida el regreso del director en el género que mejor domina. Con su nueva obra M Night. Shyamalan volvió a recuperar la confianza de sus seguidores y obtuvo un suceso comercial que viene siendo muy elogiado a nivel internacional. Queda por esperar que no arruine este buen momento de su carrera y continúe ofreciendo buenas películas.
Los amantes del cine de acción pueden guardar los frascos de Prozac porque el regreso de John Wick no defrauda en absoluto. Luego de tanta basura que llegó a la cartelera dentro de este género, como las continuaciones de El mecánico (Jason Statham) y xXx, por fin no encontramos con una película que rescata la gloria perdida que tuvieron estas producciones entre los años ´70 y ´90. La aparición de Buster Keaton, el padre de los dobles de riesgo, en los créditos iniciales no se incluyó por una simple casualidad. Las historias de John Wick fueron realizadas por artistas que aman y respetan el cine de acción. Por esa razón el fan del género la disfruta desde otro lugar, porque sabe que propuestas de este nivel no son moneda corriente entre las ofertas de los grandes estudios de Hollywood. Como ocurrió en los años ´70, las películas más creativas de este estilo hoy surgen en el circuito independiente, que es el lugar donde los realizadores evaden la presión de tener que cuidar el tratamiento de la violencia para que los espectadores de 13 años puedan pagar la entrada al cine. El director Chad Stalheski, quien sigue siendo un doble de riesgo activo, en esta labor supo estar a la altura de la presión que generaba la continuación del film original. La primera entrega fue un soplo de aire fresco en el género ante tantas decepciones y replicar el mismo impacto en el público no era sencillo, ya que la novedad del personaje a esta altura se desvaneció. Stalheski optó por el camino correcto y utilizó la continuación para explorar con más detalles ese submundo fascinante de asesinos a sueldo que rodean a Wick. El conflicto tal vez no tienen el mismo peso que el film anterior pero contribuye a desarrollar un poco más el mundo en el que se desenvuelve el protagonista. Una particularidad que amé de la primera entrega es que la historia no era completamente seria y presentaba algunas situaciones absurdas muy divertidas. En el segundo capítulo levantaron la apuesta en ese aspecto y personajes nuevos como el "somellier" de las armas de fuego son brillantes. Creo que la escena desopilante en la que Wick sale a comprar armas en Europa será una de las más comentadas a la salida del cine. El director logra construir un balance perfecto entre la comedia y el suspenso y el relato se vuelve mucho más emocionante hacia el final por las consecuencias que generan las acciones de John Wick. Desde los aspectos técnicos nos encontramos ante una obra de primer nivel que le da una cátedra a directores y estudios de Hollywood sobre cómo trabajar el género en serio. Stahelski hizo todo bien y presenta un film que es un elixir para el amante del buen cine de acción. Los efectos digitales imperceptibles (como deben ser), coreografías de pelea impecables, donde se puede apreciar con claridad los movimientos corporales de los actores, tiroteos brillantes que fueron editados con una coherencia narrativa y persecuciones que nos recuerdan por qué el Ford Mustang es el auto más grande del cine. El tributo que le rinde Stahelski al director Robert Clouse y Bruce Lee, en una secuencia que homenajea Operación Dragón, es la cereza de la torta. Y como si esto no fuera poco tenés en el reparto a uno de los gigantes más queridos del cine italiano, especialmente dentro del spaguetti western. John Wick 2 es uno de los grandes estrenos de este mes y recomiendo disfrutarla en la pantalla grande.
La gran muralla es una extraña obra de Zhang Yimou, uno de los más grandes realizadores que brindó el cine chino en las últimas décadas. Junto con Wong Kar-Wai (Con ánimo de amar), Yimou sobresalió en su carrera por su extraordinario sentido de la estética donde suele brindar espectáculos de una opulencia visual impactante. Ya sea que se trate de una historia intimista (Coming Home) o una tremenda épica de artes marciales (Héroe, Las casa de las dagas voladoras), sus filmes suelen ser bellísimos y siempre llaman la atención por los detalles que ofrece la puesta en escena. Creo que van a pasar muchos años hasta que otro artista pueda superar la labor de Yimou en las ceremonias de apertura y clausura de los Juegos Olímpicos de Beijing, del 2008. En el caso de La gran muralla lo más destacable de la película pasa por estos elementos que están asociados con la obra del director. Como suele ser habitual toda la labor del diseño de producción, la fotografía y muy especialmente los vestuarios son alucinantes. Se trata de un proyecto muy particular donde varias productoras chinas, en coproducción con algunas compañías hollywoodenses, desarrollaron esta propuesta de aventuras para conquistar el mercado internacional. Dentro de ese contexto Yimou hizo su labor con mucho profesionalismo y hasta logró incluir en algunas escenas esa magia especial que tiene su arte. La película es rara porque por un lado tiene la estética personal que el cineasta suele otorgarle a sus obras pero al mismo tiempo la narración es puramente hollywoodense. Por consiguiente, La gran muralla carece de ese dramatismo tan particular que suele presentar el cine asiático en este género. Lamentablemente los seis guionistas de esta propuesta, entre los que se incluyen directores respetables como Edward Zwick (El último samurái) y Tony Gilroy (Michael Clayton), no estuvieron a la altura de las circunstancias. La trama que concibieron básicamente es Starship Troopers en el período de la dinastía Song. La película comienza muy bien e incluye una emocionante secuencia de batalla (la mejor escena de esta producción) y luego se desinfla con un conflicto redundante que nunca desarrolla los personajes que presenta. Después de la introducción de los monstruos en esa gran secuencia inicial, la película se vuelve repetitiva y genérica en materia de acción. En consecuencia, el interés que había generado en un comienzo se desvanece enseguida. Hacia el final si los protagonistas mueren o sobreviven en la historia da lo mismo porque nunca se llega a establecer una conexión emocional con ellos. Algo que nunca había ocurrido con una película de este director. Yimou en este caso abusó también de los efectos digitales (algo muy inusual en su filmografía) que son bastante irregulares. Hay escenas donde los monstruos se ven realistas y en otras ocasiones dan la impresión que ni siquiera pasaron por la post-producción. Matt Damon, en una de las interpretaciones más desapasionadas de su carrera, parece bastante aburrido a lo largo del film y no tiene mucho para hacer más que disparar flechas. Lo mismo ocurre con grandes actores del cine asiático como Zhang Hanyu (Bodyguards and Assassins) y Andy Lau (Infernal Affairs) que están completamente desaprovechados. No obstante, el peor caso de todos es el de Willem Dafoe, cuyo personaje directamente no tiene razón de ser en esta historia. Creo que lo sumaron más que nada para incluir un nombre conocido en el afiche. La actriz Jing Tian (Police story 2013) y Pedro Pascal (Narcos) son los únicos miembros del reparto que le pusieron un poco más de onda a sus interpretaciones y logran destacarse sobre el resto. Dentro de la filmografía de un director enorme como Yimou esta película probablemente quedará en el olvido, pero eso no quita que no sea una alternativa pochoclera con la que te podés entretener un rato. Como propuesta de aventuras cumple su objetivo aunque se borre de tu memoria al día siguiente. Si bien no llega a ser un completo desastre, para un proyecto que reunió a tantos artistas talentosos, La gran muralla resultó ser un film decepcionante.
La nueva entrega de La llamada es un intento fallido por relanzar el personaje de Samara Morgan (originalmente Sadako Yamamura) para una nueva generación de espectadores. A fines de los años ´90 cuando apareció la película japonesa fue un fenómeno importante en este género por la originalidad con la que abordó el terror psicológico del conflicto. Luego vino la remake hollywoodense en el 2002 con Naomi Watts que le dio más popularidad a esta historia en Occidente y le abrió la puerta a una fórmula argumental que se explotó hasta el hartazgo en la actualidad. La llamada 3 presenta dos graves problemas que los productores no lograron resolver en esta entrega. Pasaron 12 años desde el estreno de la segunda parte y esta nueva historia no presenta ningún elemento que destaque a este film sobre el resto de las copias malas que vimos en la última década. Salvo por el hecho que el concepto de la leyenda urbana de Samara ahora se trabaja en la era digital no hay grandes novedades. Los guionistas en esta oportunidad intentaron incluir un típico misterio de Nancy Drew para desarrollar la mitología de la saga, pero el conflicto no conduce a nada y termina siendo bastante tonto. Por otro parte, el director español F.Javier Gutiérrez ofrece una narración desapasionada con escenas de susto trilladas que no consiguen el efecto deseado. En parte también porque que ya vimos situaciones similares en otros filmes mediocres. El reparto al menos es decente y algunas intervenciones de Vincent D Onofrio hacen un poco más llevadera la trama. Probablemente el único aspecto rescatable de esta película. Sin embargo, en términos generales La llamada 3 es una producción olvidable que no le aporta nada a esta franquicia.
Intrusos presenta una historia de terror con un concepto se viene repitiendo bastante en este género. Me refiero al clásico relato de los delincuentes que entran a robar una casa para descubrir que los dueños del lugar resultan ser psicópatas peligrosos. Los personajes que eran las víctimas de los ladrones entonces se convierten en los principales villanos. Hace poco vimos una propuesta similar en No respires, de Fede Alvarez, Cacería macabra (You ´re Next) y Nadie vive, del director japonés Ryuhei Kitamura (Versus). Salvo que no hayas visto ninguna de esas películas, Intrusos es una producción bastante predecible que repite situaciones y elementos que se incluyeron en los títulos mencionados. La única diferencia es que en este relato la supuesta víctima se desempeña por momentos como una digna descendiente del viejo Jigsaw de la saga de El juego del miedo y el modo en que castiga a los delincuentes es ingenioso. Pese a que la historia es bastante trillada el director Adam Schindler logra que el conflicto sea bastante ameno gracias a las situaciones de suspenso que construye en su narración. A Intrusos le jugó en contra el hecho que se estrenaran producciones muy parecidas en estos últimos años, pero no es una película mala. Al menos logra ser entretenida y se deja ver si a esta altura no te saturó la temática que trabaja.
Lego Batman es la mejor propuesta familiar que se hizo con este personaje hasta la fecha. Desde la clásica serie animada del estudio Filmation de 1977, La nuevas aventuras de Batman, no había surgido hasta ahora una producción que estuviera pensada para entretener al público infantil de cuatro y cinco años. Las distintas propuestas de este género que vinieron después por lo general trabajaron a este superhéroe de DC con un grado mayor de complejidad en sus argumentos. Por el contrario, el dibujo animado de 1977 abordó el concepto de la Batman Family con personajes humorísticos, como el infame Bati-Duende, quien llegó tener sus 15 minutos de fama en aquellos días. La Batman Family es un concepto, que como tantas otras cosas en la compañía DC, impuso Wonder Woman en los años ´60 a través de su revista. Las historias se enfocaban en los personajes secundarios de Batman, donde el protagonista ocupaba un rol de figura paterna dentro del grupo. La película de Lego hace un hincapié importante en los vínculos personales que tiene Bruce Wayne con sus aliados más cercanos, al mismo tiempo que celebra todas las encarnaciones que tuvo el personaje en el cine y la televisión. Al ver el film se nota claramente que fue realizada con mucho cariño a la enorme figura que representa Batman en la cultura popular. Una sátira impecable que tiene la virtud de funcionar en distintos niveles. Es decir, esta es una película que la podés ver tranquilamente con tu hijo o sobrinos de cuatro años y ambos la disfrutarán a pleno por la manera en que fue trabajado el humor. El guión tiene situaciones graciosas para los chicos, pero también incluye numerosas referencias y diálogos para los adultos que son desopilantes. La dirección de este film corrió por cuenta de Chris McKay, uno de los realizadores más interesantes que surgieron en los últimos años dentro del circuito independiente. McKay fue responsable de las series de culto para adultos, Robot Chicken y la brillante Oral Morel, que contó la canciones de Britta Phillips, la voz de Jem and the Holograms. En Batman Lego hizo un trabajo soberbio con las secuencias de acción y todo ese mundo delirante que se construyó en torno a esta particular versión de Batman. Para los aficionados a los cómics hay numerosas referencias a los elementos icónicos del personaje, pero sobresale de un modo especial el tratamiento que le dieron desde la sátira a la relación de Bruce Wayne con el Guasón. No es un dato menor que todos los guiños hacia Superman en este film están relacionados con las películas de Richard Donner, mientras que la versión reciente de Zack Snyder quedó limitada a una única referencia visual. Parecería que el estudio ya empezó a organizar el partido homenaje de Snyder. Mi única objeción con este film pasa por el modo frenético en que el director distribuyó el humor en la historia. La película no da respiro con los chistes y cuando no terminaste de reír con una escena enseguida te tiran otra broma que deja en el olvido la situación previa. Por momentos Lego Batman resulta un poco abrumadora en ese sentido, sobre todo porque tiene varios chistes tontos que de haberse eliminado le daban un respiro al espectador. No obstante, la situaciones graciosas que funcionan son brillantes. Me gustó mucho esta nueva producción relacionada con los personajes de DC y vale la pena disfrutarla en familia.
En estos últimos años el neo-western volvió a cobrar fuerza en el cine norteamericano con buenas producciones como Sin lugar para los débiles (de los hermanos Coen), Los tres entierros de Melquiades Estrada (dirigida por Tommy Lee Jones), El último desafío (Arnold Schwarzenegger) y Red Hill de Patrick Hughes, el director de Expendables 3, que no pasó por las salas locales. Este subgénero básicamente toma los elementos clásicos del western tradicional para adaptarlos en un contexto moderno. Sin nada que perder es una de las mejores producciones que se hicieron dentro de este estilo y también se fusiona con el policial negro. Los hermanos Howard, que componen Chris Pine y Ben Foster, tranquilamente podrían haber sido creaciones de Elmore Leonard (El tren de las 3:10 a Yuma), quien en sus relatos de cowboys solía trabajar bastante esta misma combinación de géneros. Con un conflicto extremadamente sencillo el director escocés David Mackenzie presenta una radiografía brillante de la eterna relación de los norteamericanos con las armas de fuego y la violencia, que forma parte del ADN de su idiosincracia. Muy especialmente en esos pueblos postergados de Texas, que integran el escenario principal esta película, donde el espíritu del viejo Oeste todavía sigue presente. Hay una escena fantástica de este film donde los hermanos ladrones escapan de un banco y empiezan a ser atacados por los vecinos del lugar en las calles, quienes obviamente están todos armados. Esa situación grotesca que parece salida de una vieja película de cowboys es completamente realista porque la gente que habita esos pueblos, en efecto, viven armados. Sin nada que perder presenta un conflicto que vimos numerosas veces en el género western y el policial y en ese sentido el film no pretende ofrecer nada nuevo. Sin embargo, el atractivo de esta propuesta pasa por la narración de Mackenzie, quien construyó a la perfección la tensión del relato y las interpretaciones de los tres figuras principales. Esta es la primera vez en la que podemos ver a Chris Pines construir un personaje donde se pierde por completo en el rol. Un trabajo que demuestra claramente cómo se desaprovecha su talento en otros filmes. Pine acá sorprende con una labor dramática muy interesante que esperemos siga explorando, ya que está para más que encarnar roles superficiales en producciones pochocleras. Jeff Bridges para variar la rompe como un implacable sheriff, quien es mucho más sagaz de lo que aparenta. La escena en que expresa su opinión sobre el fútbol, que los norteamericanos denominan Soccer, es maravillosa. En el caso de Ben Foster, que es un tremendo actor subestimado, su labor en este film sorprende un poco menos, ya que en el pasado interpretó roles intensos similares. De todos modos llega a tener sus escenas destacadas, especialmente esos momentos íntimos que comparte con el rol de Chris Pine. Sin nada que perder es la primera película que llega a los cines locales del director Mackenzie y seguramente más de un espectador se tentará con buscar sus trabajos previos, luego de disfrutar esta producción. Una de las grandes opciones que se encuentran disponibles en la cartelera a partir de esta semana y recomiendo no dejar pasar.
Bailarina es una entretenida propuesta de animación para chicos que podría haber sido una gran película si los realizadores no hubieran subestimado al público infantil. La trama presenta un relato familiar sobre la importancia de jugarse en la vida por los sueños personales y la vocación artística. Un tema que en la animación ya se trabajó centenares de veces, pero en este caso se desarrolló con un lindo cuento que tiene personajes atractivos. Felicia la protagonista de la historia es muy carismática y junto con su sideckick, Victor, que sueña con ser inventor, se gana desde las primeras escenas las simpatía del público. La trama se desarrolla a fines del siglo 18 y se centra en el mundo de la danza de París, ciudad a la que esta niña viaja para cumplir su sueño de ser bailarina. Este film presenta una gran trabajo en la animación para tratarse de una producción independiente y sobresale especialmente el trabajo que hicieron los realizadores con la ambientación de París y las secuencias de danza. Bailarina cuenta con un gran trabajo del compositor Klaus Badelt, cuyas melodías originales fueron arruinadas por la inclusión de canciones pop berretas, típicas de la series de televisión del Disney Chanell, que destruyen el tono emocional de varias escenas. Probablemente los realizadores entendieron (y de esa manera subestimaron también a los chicos) que la música clásica podía ser demasiado aburrida y en varias secuencias incluyeron canciones pop modernas que están completamente fuera de contextos. Si en las mismas escenas de baile se hubieran utilizado piezas de música clásicas esos momentos de la historia hubieran sido espectaculares. Recuerdo que en 1990 se hizo El Príncipe encantado, inspirada en el ballet de Tchaikovski, El cascanueces, que utilizaba íntegramente las melodías de esa obra y la película fue perfectamente recibida por el público infantil. De hecho, hoy es un clásico del género. Al margen de este detalle que se podría haber mejorado, Bailarina es una buena propuesta de animación para disfrutar en familia.
No deja de ser triste que la historia de estas tres científicas de la NASA, que jugaron un papel importante en las primeras misiones espaciales de los años ´60, recién cobró notoriedad el año pasado con la publicación del libro, Talentos ocultos, de Margot Lee Shetterly. Hasta entonces en los Estados Unidos nunca tuvieron un gran reconocimiento y al igual que otras mujeres importantes que se destacaron en el campo de la ciencia, los estudios de Hollywood nunca se interesaron en trabajar esta clase de biografías en el cine. Una de las mayores virtudes del relato del director Theodore Melfi es que logra comprimir con solidez diversas temáticas que rodearon la vida de las protagonistas durante los años ´60. Además de las historias personales de las tres mujeres, la película explora la segregación racial en la sociedad norteamericana, la competencia de la NASA con los rusos en la exploración del espacio, y el trabajo de los matemáticos antes del surgimiento de las computadoras electrónicas. No es tan sencillo abarcar todas estas cuestiones sin perder el foco del conflicto y el director Melfi hizo un trabajo estupendo con su narración. Desde la escena inicial en la que se presenta a los personajes principales, la trama resulta muy entretenida y en ningún momento el relato se estanca o se vuelve tedioso. El retrato social que presenta de la década del ´60 es impecable y describe con muchos detalles las adversidades que tuvieron que enfrentar tres personas talentosas simplemente por ser mujeres negras. La química entre Octavia Spencer (Historias cruzadas), Taraji P.Henson (Hustle & Flow) y la cantante Janelle Monáe es excelente y están acompañadas por un sólido reparto secundario donde sobresalen Jim Parsons (de la serie The Big Bang Theory) y Kevin Costner, quien tiene muy buenos momentos. Talentos ocultos es una película que se disfruta mucho y además de transmitir muy buenos valores le hace justicia a la memoria de estas tres científicas de la NASA, cuyas contribuciones habían quedado en el olvido.
La nueva entrega de xXx es una película que denigra el género de acción con su estupidez y mediocridad extrema al tratar al público como personas lobotomizadas. El cine de acción es otra cosa y está representado por cineastas en serio que supieron trabajar este tipo de propuestas con talento y creatividad. Artistas como Walter Hill, John Badham, Kathryn Bigelow, John Woo y Ringo Lam que crearon propuestas emocionantes sin faltarle el respeto a la inteligencia del espectador. No me vengan con la excusa trillada que xXx es simplemente una propuesta para matar el tiempo y por eso no se le puede pedir demasiado. Pensar de esa manera es subestimar el género de acción que en el pasado supo brindar producciones entretenidas bien hechas. En este proyecto tilingo y vanidoso de Vin Diesel, el actor intentó abrir un kioskito adicional al que tiene con la saga Rápido y furioso para relanzar una nueva saga El problema es que lo hace con un personaje pedorro y aburrido que a nadie, excepto él, le interesaba volver a ver. Diesel en este caso intentó replicar la misma fórmula que se utiliza en la saga de autos y el proyecto resulta fallido porque los personajes son insulsos y la trama se pasa con la estupidez. Personajes acartonados que se enfrentan a villanos de dibujos animados para niños y no generan ningún tipo de entusiasmo. Diesel, quien es consciente de la mediocridad del proyecto, apostó directamente a capturar la atención del público internacional. De ese modo reunió un reparto chapucero donde cubrió todos los posibles mercados. Por el lado de Asia convocó a Donnie Yen, Tony Jaa y el cantante pop chino Kris Wu, por India la actriz Deepika Padukone y para los latinos incluyó a la Miss Universo colombiana Ariadna Gutiérrez y el jugador de fútbol Neymar. Sí, Neymar también aspira a ser agente secreto. No importa que los personajes sean olvidables y el reparto no tenga química entre sí, todo vale para para sostener la estupidez. Diesel caen encima en el atrevimiento pretencioso de presentar a Xander Cage como si fuera el gran héroe de acción que el género necesitaba. Cage es insulso y aburre al tratarse de un sujeto que tiene 50 años y se comporta como si tuviera 18. Todas y cada una de las mujeres de la tramas se mueren por estar con él y dentro de la CIA es el agente más grande todos los tiempos. Las secuencias de acción de este film son de una pobreza desesperante y en varias escenas se notan los efectos digitales que agregaron sobre pantallas verdes. La dirección de D.J.Caruso (Disturbia) es completamente desapasionada y no hace nada creativo con el concepto estúpido del personaje. Donnie Yen es el único miembro del reparto que sale bien parado de este desastre con algunas escenas de pelea, donde opaca a Diesel con su talento y carisma. En el caso de Tony Jaa, una de las estrellas de género de artes marciales más importantes de las últimas décadas, lo desaprovechan por completo al tratarlo como una atracción de circo que hace piruetas. La película encima tiene la pretensión de creer que esto es tan espectacular que el público va a quedar ansioso por ver más continuaciones. Me interesa dirigirme a los seguidores del género, aguanten unos días que ya vuelve John Wick con otra tremenda película (ya la vi) de acción en serio. Este bodrio infumable no vale la pena el costo de una entrada de cine, en última instancia pueden esperarla en el cable para comprobar lo mala que es.