Un cuento dentro de otro. Decir que este film apoya la movida feminista y no realizar un breve análisis es quedarse en la puerta, además de ser una información implícita en el titulo del film. El director Oz Perkins (hijo de Anthony Perkins), sin subestimar al espectador, avanza y nos entrega la posibilidad de observar esos detalles, los cuales relatan lo que desea transmitir. El mensaje se oculta allí. Recomendada para el espectador tentado por el terror sugerente e interesado en ser partícipe de la historia. Gretel & Hansel (2020) está basada en el clásico cuento de los hermanos Grimm. En Baviera, a principios del siglo XIV, Gretel (Sophia Lillis) y Hansel (Samuel Leakey), de 13 y 12 años respectivamente, viven en la miseria más absoluta. Su padre murió hace años y su madre ahora está casada con un malvado hombre. Debido a la falta de recursos y al creciente miedo que les produce su padrastro, Gretel y Hansel deciden huir del pueblo. En el bosque se encuentran con varias personas que, de una forma u otra, intentan aprovecharse de ellos. Huyendo, conocen a un amigable cazador que por fin les indica cuál es el camino seguro a seguir. Así, los dos hermanos llegan a la cabaña de Holda (Alice Krige), una simpática mujer que decide acogerlos. Al principio disfrutan de la abundancia de comida y los juegos, pero pronto se dan cuenta que algo no acaba de encajar. Lo que Gretel y Hansel no pueden imaginarse es que en esa cabaña tendrán que enfrentarse a sus peores miedos si quieren sobrevivir. Perkins es un ejemplo a la hora de ejecutar y aprovechar todos los recursos con los que cuenta, en una película que no debería pasar inadvertida por el espectador. Contando con un guión para nada inocente ni pretencioso, nos invita a sumergirnos en esa historia que siempre percibimos los más curiosos cuando nos contaron el cuento original. Se trata de la oscuridad que también describe nuestra esencia y que, en vano, intentamos ocultar, relatada aquí en perfecta armonía dramática, de allí que se trate de una película de terror. Una fotografía excepcional de la mano de Galo Olivares (Roma, 2018), quien utilizó una paleta de colores fríos y locaciones lúgubres. Además, un trabajo excelente de montaje combinado con la música adecuada, y la notable interpretación de Sophia Lillis y del elenco en general. Es de destacar su estética, repleta de simbolismos. Recomiendo esta película para disfrutar en pantalla grande y leer entrelíneas. A buen entendedor… pocas palabras. “Genial alegoría de la vida”, “ver lo que no queremos ver”: ambas frases aplican a este film que nos relata la verdad sin brindarnos escapatoria. Con reminiscencias a La Bruja (2015) y a la reciente, -a mi parecer, mejor y controversial película de terror de estos tiempos- Midsommar (2019), un innovador género que deviene de lo tácito. Films como estos estábamos esperando este año, en contrapartida a ese puro terror taquillero. Y es de celebrar, puesto que el espectador se está renovando y exige films diferentes, historias que despierten el interés desde un lugar nuevo e inteligente. Lo explícito, por fortuna, pasó a la historia y contamos con realizadores que están a la altura.
A merced del océano. Sin profundidad ni empatía con la historia y su protagonista: la incertidumbre, y una sensación de claustrofobia, son el corazón que da forma a este film que suma unas criaturas al estilo Alien: el octavo pasajero (1979), pero esta vez debajo del mar, aunque menos creíble. Ofrece buenas postales audiovisuales, pero no construye buenos personajes ni una historia atrapante. En Underwater (2020), del director William Eubank, seguimos al capitán (Vincent Cassel) y a su tripulación de científicos, atrapados en una instalación submarina que se está inundando a gran velocidad como consecuencia de un terremoto. Su única oportunidad para sobrevivir es caminar a través del suelo marino hasta una lejana plataforma petrolífera abandonada. Además de los retos físicos que implica el viaje, descubren rápidamente que están siendo cazados por depredadores marinos míticos y monstruosos, dispuestos a matarlos. Bajo una dirección bien ejecutada, la sensación de encierro en un lugar en el que somos intrusos, está muy bien lograda. En cuanto al guión, cae en lugares comunes y situaciones predecibles, lo cual es desalentedor. Confunde al espectador al contar en el reparto con Vincent Cassel y que el actor galo no sea el protagonista; de todas maneras Kristen Stewart realiza una buena interpretación, aunque sin una verdadera motivación. No son convincentes sus destrezas bajo el agua, pero esto es un problema del guionista. Stewart responde con compromiso a lo que se le pide, por eso su personaje funciona. Los diálogos son débiles en general y por ciertos tramos algo ridículos, al igual que ciertas situaciones innecesarias. Es de destacar la atractiva fotografía y desde ya, la música, sonidos y locaciones que generan una atmósfera atinada para que el espectador sienta suspenso, terror y acción. El diseño de los trajes son más espaciales que submarinos, muy grandes, mecánicos y robotizados. Es un film más que no aporta novedades. Visual y técnicamente muy bien lograda. Sin embargo, va directo a la acción, no conocemos a los personajes o muy al pasar. Esto logra que no nos conectemos con ellos, no empatizamos, y con algo de suerte, solo con su protagonista. Por momentos, se escapan algunas carcajadas entre el suspenso y la acción, debido al exceso de casualidades y malas desiciones humanas. Una película algo bizarra, que tiene sus momentos, pero finalmente no termina de presentar una verdadera amenaza.
El fin de la franquicia En lo que va de este 2020, otro film supuestamente de terror sobrenatural que lejos de aterrorizarnos, apenas provoca algunos sustos aislados y algo de aburrimiento. El inicio de La maldición renace (The grudge, 2020) es interesante, sin embargo no siempre un caso criminal nos hace partícipes de una investigación e invita a sumergirnos en la trama. Nicolas Pesce (The Eyes of My Mother, 2016) es el realizador y además co guionista de este "semi-reinicio" de la serie de películas de The Grudge, que a su vez se basan en la película de terror La maldición renace (2004), escrita y dirigida por el japonés Takashi Shimizu. Una casa encantada por un espíritu vengativo maldice a todos aquellos que entran en el lugar, llevándolos a tener una muerte violenta. La detective y madre soltera, Muldoon (Andrea Riseborough) junto al detective Goodman, experto pero derrotado (Demián Bichir), llevarán a cabo la investigación del caso. Una puesta en escena insulsa desperdicia un reparto de renombre y experimentado, sumado al uso de la música, que parece ser solo un complemento, ambos recursos que aportan mucho en películas del género. Pero el verdadero defecto es un guion predecible, desordenado y pretencioso que confunde al espectador al saltar de un tiempo a otro de manera muy abrupta, desconectando a los personajes protagonistas -y al espectador- de la historia principal. El director Nicolas Pesce logró propuestas interesantes y atractivas, vislumbra su estilo en la manera de provocar repulsión más que terror. Algo positivo puede ser lo lúgubre de las locaciones y el trabajo del maquillaje que no alcanzan para logran un producto efectivo. Esta propuesta es tan solo otro intento más que subestima al espectador en búsqueda de terror. Hollywood tendría que considerar seriamente darle fin a esta franquicia. Por el bien de todos.
Salvaje y pasional. Un film chileno fuerte e impactante, que combina una cruda realidad con un sentimiento muy personal que afecta a los seres humanos, en mayor o menor medida, de una manera cruel y poética a la vez. Se trata de la conocida soledad, a la que tan mala fama se le hace. Aquí se muestra de una manera muy original. Una historia basada en un libro que pasó desapercibido. El príncipe (2019), desarrolla una historia que sucede en 1970, en San Bernardo Chile, justo antes que Allende asuma la presidencia. La película está basada en una novela de baja circulación escrita en la década de los 70 por Mario Cruz (un escritor underground), que llamó la atención del director Sebastián Muñoz, y ha pasado los últimos cinco años refinando la adaptación, junto con el coguionista Luis Barrales. El príncipe, es su ópera prima y un relato homoerótico que retrata esa era de la sociedad chilena a través de los ojos de un joven prisionero confundido llamado Jaime (Juan Carlos Maldonado), una historia de violencia, amor y sexo entre prisioneros y algo más. La novela de Cruz es muy interesante, y es de destacar la manera que elige Muñoz a la hora del “cómo” contarla. Impacta desde el comienzo y es atrapante, brinda información de una manera particular que capta nuestra atención durante el desarrollo y realizando un análisis profundo del guión, resulta una buena lección para todo aquel guionista o con aspiraciones a serlo, el manejo de la intriga durante el proceso y el contenido de las escenas, luego secuencias, que dan forma a este contundente film. Pero no sólo se trata de un guión seguro e inteligente, sino de una dirección y fotografía cuidadas hasta el extremo, plano por plano, que consigue armonía y fluidez entre el qué y el cómo relatar que nombré antes. También se destaca la ambientación y la vestimenta de la época que consiguen una atmósfera especial. Si observamos en detalle, algunos planos, su disposición y colores -dignos de un talentoso pintor-, son cuadros que contrastan con lo que sucede en realidad y lo que siente el protagonista -una extrema soledad-, además de ubicar al espectador de manera constante en contexto. Empatizamos de inmediato con el protagonista y el antagonista. Las interpretaciones emocionan por su excelencia, notamos el enorme talento de Maldonado, ya que toma la casi imposible tarea de no perder protagonismo junto a un actor de trayectoria, como es Alfredo Castro, ambos de formación teatral que se entregan al %100. Esto debido, además, al cuidado por parte del director y equipo. Quizás un punto débil del film sea la sobreactuación de Gaston Pauls. Pasar por diferentes estadíos de fuertes emociones, este dramón que contiene furia, salvajismo y a su vez, enorme ternura con naturalidad, es asombroso, plausible y recomendable. ¿Será acaso que todo ser humano esconde una inherente soledad con la que debe lidiar durante toda su vida? y… ¿estará esta cuestión relacionada a la rigidez que ciertos políticos justifican necesaria para sostener una postura déspota, por cierto muy alejada del hombre en su estado más natural y sus debilidades? y por último… ¿tendrá esto que ver con el gobierno y cierta parte hipócrita de la sociedad chilena y del mundo capitalista?
Presa de un injusto destino. Una artista que no tuvo la oportunidad de ser niña, así como tampoco pudo elegir vivir una adultez. Siempre fue víctima de sus dueños, cuya debilidad fueron sus hijos y, por otra parte, la relación casi de amor y odio que tuvo con su público. No pudo liberarse jamás de un mundo irreal. En Judy (2019), el director Rupert Goold nos entrega este profundo relato que sigue a la legendaria Judy Garland (Renée Zellweger) quien, estancada en Estados Unidos, viaja a Londres para recuperarse económicamente. Han pasado treinta años desde que se convirtió en una estrella gracias a El Mago de Oz. Judy comenzó su trabajo artístico a la edad de dos años, lleva más de cuatro décadas cantando para ganarse la vida, pero está exhausta y parece haber perdido el rumbo y la motivación para cantar. Mientras se prepara para el espectáculo, pelea con su agente, desafía a los músicos con chistes que solo ella comprende y recuerda los buenos tiempos con amigos. Marcada por una infancia de esclavitud en Hollywood, y hoy convertida en una alcohólica y dependiente de pastillas, solo desea regresar a casa, dedicar tiempo a sus hijos y tener una vida normal. Judy es una excelente película que se destaca por la comunicación entre la dirección y el guión. La decoración, escenarios y vestuarios atractivos, la recreación de la época tan detallista, logran que visualmente, nos atrape de principio a fin. Sin spoilear, sólo distingo el comienzo y el final tan bien logrados puesto que dialogan, es una pregunta que mantiene al espectador y a la protagonista durante todo el film, expectante y al pendiente de dar respuesta. Si esto sucede o no, es mérito del director que trabajó muy bien con el guionista, además de la inmejorable interpretación de la talentosa Renée Zellweger, en la que es su mejor interpretación hasta ahora, demostrando una destreza que no se había visto, brillante e imperdible, emocionante y admirable. Brilla como la cantante en el escenario y se apaga en su vida real, que ella misma desconoce, transmitiéndonos una profunda tristeza. La empatía llega pronto, desde que la conocemos de niña, esa esclava con un destino marcado. Una torta lo explica todo, una torta real y otra de decorado, esa es la explicación de la vida que tuvo esta gran cantante y actriz, que desconfía de la torta real, de su sabor y de su gusto, puesto que creció sin poder disfrutar de nada, porque todo a su alrededor, era de utilería, como ella misma. Su punto débil fueron sus hijos y la relación amor-odio con su público, que al parecer, mantuvo un real diálogo, en las letras de sus canciones, contaba sus penas, su realidad, con nadie se pudo expresar con la verdad, y así tuvo sólo relaciones frías y pasajeras, hasta con su último marido. La verdad siempre estuvo en el escenario y no fuera de allí. Salvo con algunos fans porque fueron sinceros, lo único que buscó durante toda su vida, autenticidad. A eso se debió tanto falso brillo en la vida, porque en lo que sucede en realidad, nunca existió… pero el show debe continuar, es una orden que siempre asumió como un mandato y, de alguna manera, la mantuvo viva…
De mensajero a héroe. La motivación de un hombre puede ganarle al miedo que genera el accionar para cumplir una misión y, a su vez, la empatía, el valor y el coraje, resultan descubrir en otro, la fuerza que hasta ese momento desconocía de sí mismo y transformarse, en el camino de la vida, en un verdadero héroe. Y todo ese recorrido, es una excusa, para lograr superarse al vencer todos los obstáculos. Descubrir una fortaleza que desconocía, en una lucha solitaria que de seguro le cambiará la vida para siempre. La británica 1917 (2019), del director y co-guionista Sam Mendes, nos relata una historia que sucede en la Primera Guerra Mundial. A Schofield (George MacKay) y Blake (Dean-Charles Chapman), dos jóvenes soldados británicos, se les asigna una misión en apariencia imposible. Llevando un mensaje que podría evitar un ataque devastador y la muerte de cientos de soldados, incluído el hermano de Blake, se embarcan en una verdadera carrera contra reloj, detrás de las líneas de los alemanes. Lo que más mérito tiene este film pensado desde el guión en combinación con la dirección, es el talento del director y guionista Mendes que logró contarnos la historia en un plano secuencia, sólo con un cuidado corte y otros muy pequeños que al ser tan sutiles, no nos damos cuenta. Además los tres actos están separados en la trama, sin cortes y que a su vez nos permiten respirar, realmente muy bien logrado. En ningún momento podemos abandonar el film, ya que nos atrapa desde el comienzo, con un contraste muy importante de colores, espacios, locaciones, diálogos, agua y fuego, imposible no acompañarlos en todo su viaje para cumplir la misión. Empatizamos y nos identificamos con los protagonistas, la misión también se convierte en nuestra misión de la que no podemos escapar. Al inicio nos conectamos con la belleza de la naturaleza que connota paz, un mundo pacífico en el que queremos vivir que se corta de manera repentina cuando aparece el hombre, como si nosotros fuésemos los responsables de interferir en la fluidez natural de la vida para romper con esa paz perdida por la guerra que nosotros mismos creamos, y solucionar lo que no podemos. Una fantasía o delirio en este punto de la historia. Ya se habían realizado películas brillantes en un plano secuencia, la última que vi con este tratamiento, es la alemana Victoria (2015) que recomiendo ver. Son remarcables las interpretaciones, y desde ya, todo el trabajo del detrás de escena, que en este caso debemos tener muy en cuenta a la hora de disfrutar esta película que no debemos dejar de ver en cine. Se destaca además el trabajo de sonido, fundamental puesto que funciona como cortes de atmósferas y estadíos de los personajes, además de los colores, locaciones, efectos especiales y montaje. El recorrido que realiza un hombre al inicio, que luego por cuestiones imprevisibles de la vida, le toca a otro continuar, se transforma en su propia motivación. En tal caso, lo que importa es lo que necesita para cumplir una misión que se convierte en propia y que se supera constantemente a sí mismo. Un paralelismo con la lucha diaria del hombre para “sobrevivir” en este mundo tan hostil, con obstáculos y nuestra actitud para afrontarlos y continuar o dejarnos derrotar, como cuando vemos la desgracia del otro porque nos contaron o en las noticias y no sabemos lo que se siente hasta que nos sucede algo similar, en lo que se convierte en una alegoría de nuestros días. Quizás pueda parecer exagerado, sin embargo me animo a decir que 1917 es una manera de explicar la lucha permanente que padece una persona con una enfermedad crónica en silencio. Todas las personas tenemos que lidiar con una lucha diaria, qué irónico que seamos nosotros mismos quienes elegimos la guerra y no la paz. Ese considero es el mensaje principal de la película.
El idioma de la pureza. Esta remake dirigida al público infantil y a la familia, es una aventura divertida que nos propone conocer más a los animales y la nobleza que brindan sin buscar nada a cambio. ¿Y para qué rever esta historia? Quizás porque es necesario recordar y escuchar una y otra vez el mensaje principal: los animales salvan vidas, no los matemos. En Dolittle (2020), el director Stephen Gaghan nos relata la historia del excéntrico Dr. John Dolittle (Robert Downey Jr), el prestigioso médico y veterinario de la Reina Victoria de Inglaterra. Después de la pérdida de su esposa siete años antes, se encuentra aislado detrás de las paredes de su mansión, con la única compañía de su colección de animales exóticos. Dos hechos suceden como detonante y motivación para que tome la decisión de embarcarse en una aventura nueva y se reencuentre con él mismo. La primera, es la vida de un ardilla que se encuentra en sus manos y luego que la joven Reina esté gravemente enferma, el Dr. Dolittle se cruza con antiguos rivales como King Rassouli (Antonio Banderas). Hay que darle al público lo que éste pide. Esta frase es un resumen de este film, que reitero, está dirigido a los niños. Los chicos esperan que sus personajes favoritos hagan lo que saben ocurrirá, el desarrollo debe ser predecible y en este aspecto, la película cumple. La magia existe, vivimos una divertida aventura, acompañada de una adecuada banda sonora. Esto no quiere decir que la dirección de Gaghan no tenga fallas técnicas, sobre todo en sonido y animación. Sin embargo, se destacan las características particulares de cada animal, cada uno brindando su punto de vista, personalidad y sus propios conflictos desde el humor. Los diálogos son divertidos y adecuados. Robert Downey Jr. armó un personaje que a los adultos puede no gustarles, recibió malas críticas, pero a los niños me animo a decir que sí, ya que es grotesco, simpático y divertido. La relación entre los animales y Dolittle es creíble y fluida. Se observan ciertas reminiscencias a los personajes de Burton que interpretara Johnny Depp en Alicia en el País de las Maravillas (2010) y Charlie y la fábrica de chocolate (2005), lo cual funciona muy bien. Por su parte, a Antonio Banderas le sienta divinamente el papel de villano. Siempre que veo una película para niños, me sumerjo en un mundo maravilloso, repleto de mensajes inocentes que deberíamos recordar toda la vida para conectarnos con la alegría y ciertos adultos desconectarse con la amargura que viven. Cada frase aporta positivismo, al momento de crecer en armonía y felicidad, y para el mundo, sin importar la edad, puesto que son mensajes universales: … yo creo en ti… somos más fuertes juntos… está bien tener miedo… las mejores cosas suceden cuando no piensas… eres más fuerte que tu miedo… utiliza tu coraje y enfrenta tu miedo… ¿Qué sería de nosotros sin los animales? Realmente estaríamos perdidos, no se trata de hablar en humano o de hablar en animal (los niños comprenderán)… se trata de comunicarnos desde el idioma universal, intuitivo, el del corazón, con amor y ternura.
Dirigida por Michael Goi, la película sigue a David (Gary Oldman) y Sarah (Emily Mortimer), un matrimonio con serias dificultades financieras. David compra un viejo barco para iniciar un negocio de carga pero se ve atraído por otro y, sin pensar en lo económico, lo compra también sin consultarle a su esposa. Terribles secretos acechan en las vastas áreas marinas. Michael Goi es un director acostumbrado al formato televisivo (series como Showtime's Web Therapy). Ahora se animó a salir de su zona de confort, con La posesión de Mary, su tercer largometraje. No obstante, y, en este caso, resultó ser una fallida y mediocre película de terror. Varios son los errores, pero el peor, radica en el guion a cargo de Anthony Jaswinski, que nos brinda una información crucial al comienzo que debería descubrirse al final, de allí su fatal fracaso. Debido a ese desacierto, el film será predecible y nos predispone de otra manera al verlo. Las expectativas eran altas debido al protagonista, reciente ganador del Oscar por Las horas más oscuras (Darkest Hour, 2017), que aquí fuerza sin éxito su interpretación para que el film funcione. Dicen que los grandes actores luego de ser premiados se sumergen en un declive de su carrera, se relajan. No sabemos si es cierto, pero es el caso de Gary Oldman en esta película. Como sea, esperamos verlo interpretando otros papeles más adelante y que reencuentre su rumbo. Tampoco se aprovecharon de manera correcta los recursos como la fobia o encierro que podría provocarnos un barco embrujado en el medio del océano, ni el mar que funciona sólo para ubicarnos una y otra vez allí, "en el lugar de los supuestos hechos". En el medio del océano, no hay manera de correr, de salir o de escapar. Y los espectadores en la sala de cine, corremos la misma suerte.
por Laura Pacheco Mora "Metáfora de una incómoda realidad" Para comprender este film desde el corazón del guion, es pertinente aclarar que su esencia radica en la casa de los millonarios, desde esa premisa, intentaremos observarlo desde un punto de vista cercano al guionista. Esa casa representa a la sociedad y al guionista, todo lo que exista y suceda fuera de allí, es una mera excusa, para que exista la casa. Su arquitectura, sus escaleras, los ventanales, la frialdad, la soledad, la larga mesa, las divisiones de sectores, el silencio, las palabras justas, las paredes, las relaciones humanos, los animales, los colores, los vacíos, la decoración, lo que se aloja arriba y abajo, los secretos, nada es inocente, todo tiene un porqué aquí y comunica de manera simbólica. Gracias a este director que nos regala una lección de cine simbólico y una mirada de la sociedad un tanto pesimista, aunque real para muchos. Supo transformar en arte de manera extraordinaria. Nada es casual, y no sólo es una crítica a la sociedad, sino también, habla del conflicto profundo de cada individuo y de las maneras de existir. Todos estamos unidos a través del cine, nos recuerda Boong Joon Ho. PARASITE (2019), la mundialmente aclamada película del Director surcoreano Boong Joon Ho (Memorie of murder, 2003) Tanto Gi Taek (Song Kang Ho) como su familia están sin trabajo. Cuando su hijo mayor, Gi Woo (Choi Woo Shik), empieza a dar clases particulares en casa de Park (Lee Sun Gyun), las dos familias, que tienen mucho en común pese a pertenecer a dos mundos totalmente distintos, comienzan una interrelación de resultados imprevisibles. Bong, vuelve con una comedia retorcida, combinando thriller, drama familiar y crítica social. Es un director que se ha caracterizado por el humor negro, por saltar entre géneros y por enroscar las historias con giros atípicos y personajes conducidos irremediablemente al extremo. Aquí, hay una intención por exponer aspectos incómodos de la nación surcoreana, como la notable diferencia de clases y el miedo constante a sus vecinos de Corea del Norte. Al respecto, recomiendo ver una excelente y terrible mirada en The net (2006), del director Kim Ki-duk. Bong no solo se destaca en dirección, sino en su guion que junto a su impecable estética, consigue comunicar más allá de lo expuesto a simple vista, de un detallismo admirable, armonioso y digno de un análisis interesante para los estudiantes de cine o los interesados en la comunicación sutil e inconsciente. Las interpretaciones impecables de todo el elenco, hablan de un ida y vuelta con un director-guionista que tenía muy claro lo que quería comunicar y de seguro, esta trama está relacionada a vivencias propias, además existen reminiscencias a Psicosis (1960), por la casa, las escaleras y la verdad que se encuentra solo allí... Hay muchísimo para decir sobre Parasite, sin embargo, prefiero recomendar esta brillante lección de cine, -en especial el guion- y que cada uno saque sus propias conclusiones. Otro acierto del guion, es que bien podríamos decir que tenemos dos películas, lo más genial, es que ambas películas tienen el mismo mensaje. Realmente no sé cómo logró esto Bong, solo lo aplaudo, y por otra parte, festejo que el cine oriental, tenga más alcance a cierto tipo de público que diez años atrás, no hubiese pagado por ver una coreana en cine, con lo que sus mensajes universales, llegaban a un público muy reducido. Cuando uno ya estaba satisfecho por otra gran película coreana, el director avanza un paso más que nos sorprende a todos y es que claramente tenía algo más que decir. La forma sutil que elige para comunicar, es emocionante. Un elemento que desde el comienzo pensamos que significaba algo sagrado, es utilizado para dar paso a la resolución y a la única manera violenta de resolver un inevitable y necesario encuentro. Los antiguos enamorados del cine oriental, recordamos nuestra primera película, como a un amor a primer vista y es que a eso que no logramos decir, pudimos por primera vez, verlo o escucharlo en una palabra, una mirada o el color de una flor. Poesía pura, simpleza, expresión honesta, eso quizás describiría algo de este tipo de cine que simplemente invita a sentir y experimentar sin pensar e interactuar, desde un lugar intuitivo,y, a amar por lo que la entrega deber total. Calificación: 10/10 FICHA TECNICA Título original: GISAENGCHUNG Título en inglés: PARASITE Género: Drama Idioma: Coreano País de producción: Corea del Sur Director: BONG Joon Ho Guion: BONG Joon Ho, HAN Jin Won Producción: KWAK SIN AE, MOON YANG KWON Producción ejecutiva: MIKY LEE Director de Fotografía: HONG KYUNG PYO Diseño de producción: LEE HA JUN Diseño de vestuario: CHOI SE YEON Música: JUNG JAE IL Edición: YANG JINMO Empresas productoras: Barunson E&A, CJ Entertainment Año de producción: 2019 Duración: 131 min Distribuye: Impacto Cine
Los libros no mienten ¿Por qué vale la pena aclarar que estamos transitando -y muchos argentinos padeciendo- una época muy particular, en donde debemos recordar que no estamos en dictadura? ¿Será acaso que prohibir en tiempos de democracia se siente demasiado antidemocrático? La comprometida documentalista de Derechos Humanos, Sociales y Políticos, Andrea Schellemberg presenta Los Prohíbidos (2019) en el Malba. Esta es la historia de Silvana Castro, una mujer que trabaja en la Biblioteca del Congreso de la Nación, en el área de Colecciones Especiales. Allí se guardan los libros prohibidos durante los gobiernos inconstitucionales. La muestra de los libros prohibidos era exhibida al público, pero en el año 2016 se suspendió. Silvana, junto a sus colegas, intentará reeditar la muestra en el Palacio Legislativo. Andrea Schellemberg (Palabras pendientes, 2017) comienza este documental con un breve pero vehemente discurso del Presidente Macri, en el que nos transmite su fastidio y enojo por la exorbitante cantidad de trabajadores de la Biblioteca del Congreso de la Nación. Sin embargo, la directora nos recuerda que los libros no solo no muerden, sino que no mienten y con Los Prohíbidos hace referencia a libros de otra época, a la exposición de los días sábados en la Biblioteca del Congreso de libros prohibidos durante las dictaduras militares. La realizadora utiliza planos fijos para los testimonios, algunos muy emocionantes, de personas sencillas que en realidad aman a nuestra Argentina, en contraste con las palabras frías y sin contenido de los políticos, en especial del Presidente. Escuchamos el murmullo de personas comprometidas con nuestra historia. Y planos detalle de importantísimas ilustraciones como testigo de cómo se trabaja en el Congreso, sin interrumpir, y, de esa manera, comprender y respetar las tareas realizadas por profesionales, que utilizan guantes blancos. Observamos el emblemático edificio del Congreso de la Nación, por dentro y por fuera y somos testigos de debates de los políticos, que deciden a puertas cerradas. Contemplamos su majestuosidad y belleza edilicia. En un contexto de manifestaciones, bombos, música y banderas, otro discurso del Presidente en el que nombra la palabra corrupción, como acusando al gobierno opositor y, además, damos cuenta del poder y la enorme distancia con el pueblo argentino. Testimonios, tristezas, impotencia, silencios, reconciliaciones, perdón, diferentes realidades, varios mundos. No hay peor cosa, que un ciudadano no conozca su propia historia y el presente es la consecuencia. Nuestra mejor herramienta es el conocimiento... pero como dice la frase... "esto también pasará, para bien o para mal, esto también pasará.