Guy Ritchie vuelve a las fuentes apoyándose, no sólo en un hábil y lúdico guion, sino, principalmente, en grandes actuaciones que realzan la narración. Un agente especial deberá lidiar con un nuevo equipo mientras resuelve una peligrosa misión. Por solo el arranque, en dónde genera tensión fusionando pasos con música, merece verse.
Diversión asegurada con el tándem Ritchie/Statham. El cine del realizador británico Guy Ritchie, nacido el 10 de septiembre de 1968 en Hatfield, al sur de Inglaterra, es único y con una marcada impronta autoral. De los directores de este nuevo siglo, Ritchie es uno que sabe plasmar muy acertadamente en imágenes el concepto de cine postmoderno, mezclando cinefilia, variados homenajes/ inspiración al cine de género de los 60’ y 70’, junto a la inclusión de un tipo de humor ácido e irreverente muy inglés, que obviamente viene en su ADN de caballero londinense, dando por resultado principalmente particulares películas de acción cuyos protagonistas son antihéroes malditos. Desde su debut con Juegos, trampas y dos armas humeantes (Lock, Stock and Two Smoking Barrels, 1998), un atractivo thriller acerca de mafiosos y jugadores, primera colaboración en conjunto con el actor Jason Statham, pasando por la extraña y exitosa Snatch: cerdos y diamantes (Snatch, 2000); luego su filmografía fue derivando entre producciones que lograban un gran impacto de estilo (entre ellas puedo nombrar a Revolver, de 2005, y RocknRolla, de 2008) y algunas otras por encargo, no tan logradas (tal es el caso de la Aladdin de 2019). El uso del acento cockney, típico en las zonas más humildes y peligrosas del este de Londres y que es hablado en rimas, es otra de las características de sus personajes, quienes también por lo general gozan tanto de sobrenombres, como de un vertiginoso camino (gracias al Jump cup y el montaje paralelo) a la honra y la perdición. Agente Fortune: El gran engaño es su nueva película y la cuarta colaboración en conjunto con Jason Statham. Aquí el actor de El transportador es Orson Fortune, un agente del M16 bastante rebelde y a quien le cuesta seguir órdenes. Su próxima misión es investigar a un excéntrico millonario, Greg Simmonds (Hugh Grant), quien soterradamente maneja turbios negocios de tecnología y armas. En su tarea lo ayudará un famoso actor hollywoodense, Danny Francesco (Josh Hartnett), un inepto en el tema de las investigaciones, que solo hará enojar más a Orson. Será esta particular pareja despareja, más el agregado de un interés amoroso (Audrey Plaza), los protagonistas de esta divertida y muy entretenida historia de buenos y malos. A más de 20 años del debut cinematográfico de Ritchie, hay que sincerarse y comentar que su estilo ya no es el mismo. La velocidad tan típica en sus escenas de acción (derivadas del subgénero italiano Poliziottesco), la brutalidad de sus antagonistas (sacados del policial francés) y hasta la contundencia en la presentación de los títulos iniciales, han mutado en algo más tranquilo, más convencional. Pero de todas maneras con solo escuchar su apellido, Ritchie, seguramente muchos espectadores se sientan tentados a mirar su Agente Fortune: El gran engaño, un magnífico thriller de acción, dónde no faltará la comedia y el romance. Ubicada en imponentes escenarios en Turquía, Estados Unidos y Inglaterra, la trama de la historia tiene enredos, persecuciones, giros y sorpresas. También se aprecia que tiene como franca misión entretener a lo largo de sus casi dos horas de metraje, ofreciendo una historia con personajes bien estereotipados y carismáticos. Pero lo que no se puede negar es el oficio de Guy Ritchie, su pulso y buen tacto. Esta película es una atinada apuesta en su carrera, una especie de retorno a sus orígenes e impronta inglesa. Y mucho más si es en compañía de un coequiper tan noble como el recio Jason Statham. Ambos son dos caballeros ingleses y con todo lo que ello conlleva. Agente Fortune: El gran engaño es diversión asegurada. Después no digan que no les advertí.
Crítica publicada en Youtube.
Los dos mayores atractivos de una película de acción son el director y su estrella. Y en este estreno, la combinación no falla. Agente Fortune: El Gran Engaño es lo último de Guy Ritchie (Sherlock Holmes, Snatch: Cerdos y Diamantes) y está protagonizado por Jason Statham; por lo que se garantiza pasar un buen rato. El film llega a las salas de cine el próximo jueves 12 de enero. Luego de una emboscada donde ocurre el robo de un objeto no identificado, el gobierno del Reino Unido recluta a uno de sus mejores agentes Orson Fortune (Jason Statham) para recuperarlo y evitar su uso posiblemente catastrófico. Durante la investigación descubren que el millonario Greg Simmonds (Hugh Grant) podría estar involucrado, y utilizan al reconocido actor Danny Francesco (Josh Hartnett) para infiltrarse en su entorno. Es la típica comedia pasatista que recorre el mundo (Londres, Madrid, Turquía) con el toque de acción que sólo Guy Ritchie le puede dar; siempre encuentra un ángulo nuevo para filmar sus escenas. No lo lleva al extremo, pero se disfruta de todas formas. El elenco es otro gran gancho, ya que todos y cada uno entienden el código de la cinta, y funcionan como una máquina bien aceitada. Y no sólo Jason Statham, que es uno de los reyes del género y lo sigue demostrando con cada película que hace. Además tiene ese toque Harrison Ford: tan serio que es gracioso, hasta que empiezan las piñas. El trío Josh Hartnett, Hugh Grant y Cary Elwes se pasa, sin más palabras. Y la participación de Aubrey Plaza, que no hace falta decir que cuando la pelota está en su cancha la clava en el ángulo. Agente Fortune: El Gran Engaño está más cerca del humor de Sherlock Holmes que del de Los Caballeros (2019) y no es tan crudo como Justicia Implacable (2021), pero funciona. Tiene todos los elementos para pasar casi dos horas en la sala comiendo pochoclos viendo una de Guy Ritchie.
Finalmente, después de un año entero de idas y venidas, llega a los cines la última película de Guy Ritchie. Esta nueva obra debía estrenarse inicialmente en enero del 2022, pero tuvo que ser pospuesta, en más de una ocasión, por diversos motivos, como lo fue la necesidad de editar la nacionalidad de algunos antagonistas ucranianos que aparecen en el filme, debido a la sensibilidad del conflicto que protagonizó el país durante este último tiempo. Ahora, llegado el momento del estreno, la duda de muchos es: ¿Habrá valido la pena la espera? En esta nueva aventura cinematográfica nos presentan al superespía Orson Fortune (Jason Statham), quien debe rastrear y detener la venta de una mortífera tecnología moderna cuyo intermediario es el multimillonario corredor de armas Greg Simmonds (Hugh Grant). Para lograrlo, forma equipo con algunos de los mejores operativos del mundo y recluta a la mayor estrella de cine de Hollywood, Danny Francesco (Josh Hartnett) para que lo ayuden en su misión encubierta y así salvar el mundo. Con una narrativa ordinaria y ya vista en infinidad de filmes de acción, «Agente Fortune» destaca por una gran carencia: su director. Aquel artista que fascinó a muchos en obras como «Juegos, trampas y dos armas humeantes» y «Snatch: Cerdos y diamantes», pasó desapercibido esta vez, al recaer en la convencionalidad de una película básica que solo es impulsada por trayectoria de su reparto, el cual tampoco logra sobresalir demasiado al personificar papeles bidimensionales y estereotípicos. Sumado a esto, el guion resalta negativamente al conformarse, casi en su totalidad, por frases y chistes irónicos que, aunque pueden funcionar brindándonos un poco de humor, llegan a aburrir rápidamente, queriendo buscar refugio en el aspecto técnico del largometraje, solo para encontrarnos nuevamente con algo promedio: peleas simples y efectos visuales poco sorprendentes. Sin embargo, es importante hacer notar la presencia de Aubrey Plaza («The White Lotus») como coprotagonista del film, la cual, más allá de las carencias del guion, muestra que está a la altura de las actuaciones de Hartnett y Grant, además de conectar muy bien con Statham, dándole un poco de frescura a sus escenas juntos al balancear el clima que genera el papel de hombre inexpresivo que estamos acostumbrados a ver de parte del actor. En resumen, después de proyectos como «Los Caballeros» (2019) y «Justicia Implacable» (2021) en que aún distinguíamos la impronta de su director, nos encontramos ante una obra que cumplirá entreteniendo al público casual, pero decepcionará a los fans de Guy Ritchie, a quien podríamos clasificar como «desaparecido en acción» ya que el único sello distintivo de él en este nuevo film es el de incluir actores con quien ha trabajado anteriormente.
Hace bastante tiempo que dejó de hablarse de las películas de Guy Ritchie en relación con el “estilo” que lo hizo famoso. En sus últimas películas no quedó casi nada, por ejemplo, de aquellos artificios visuales tomados directamente de la estética del videoclip, de las imágenes en cámara lenta seguidas de frenéticas aceleraciones, de las secuencias enteras hechas de planos muy breves agrupados en la sala de montaje a toda velocidad y de ese ritmo temporal que se frena y se retoma como relámpagos en una tormenta eléctrica. Lo único que parece haber quedado en pie del viejo “modelo Ritchie” es ese juego constante entre la acción vertiginosa y el humor que prevalece bajo las coordenadas de una aventura policial. Que en este caso funciona como simple instrumento o herramienta de una fórmula que hemos visto muchísimas veces en los últimos tiempos. En este sentido, Agente Fortune: el gran engaño puede verse como el proyecto más impersonal de Ritchie, la película en la que menos salta a la vista su personalidad. Como si aceptara poner su oficio, su destreza narrativa y su indudable conocimiento de los secretos del policial más sofisticado al servicio de una nueva serie de aventuras construida a imagen y semejanza del clásico Misión imposible. Todo lo básico de la copia se asemeja demasiado al original. Hay un estratega que recibe instrucciones del gobierno británico (con discreción suficiente como para que nada parezca oficial) y un grupo ejecutor que se mueve con soltura en cualquier parte del mundo para las operaciones encubiertas con un envidiable manejo del armamento y la tecnología más sofisticadas. Al frente del grupo está Orson Fortune, encarnado por Jason Statham en su cuarta película con Ritchie. El personaje parece escrito a la medida del actor: rudo, de pocas pulgas y menos paciencia, irónico, eficiente e infalible para resolver cualquier clase de encerronas. De paso ratifica que de todas las figuras actuales del cine de acción es sin dudas el dueño de los mejores puñetazos. La trama casi es lo de menos. Le toca al grupo averiguar quién está detrás de la compra de una tecnología vital para el equilibrio del planeta, con un único detalle que marca diferencias: la debilidad que siente el intermediario de la operación (un Hugh Grant de extrañísimo acento) por un astro del cine de Hollywood (Josh Hartnett), reclutado a la fuerza para llevar su faceta de actor a una realidad igual de simulada. El relato se mueve a través de giros previsibles y fórmulas ya probadas, pero mientras progresa y empiezan a hacerse un poco más claras las intenciones de los protagonistas el interés de a poco va creciendo, al igual que el divertido vínculo que va estableciéndose entre Grant y Hartnett. Hay buenas escenas de acción, peripecias en Qatar y Turquía con escenarios de postal turística y un detalle incómodo para la distribución en algunos territorios de una película filmada antes de la invasión de las tropas de Putin: entre los que se portan mal hay algunos gángsters de origen ucraniano.
Hay no una sino dos vertientes, o motivos por los que un potencial público va a acercarse a ver Agente Fortune: El gran engaño. Jason Statham, el actor de El transportador, el malvado de Rápidos y furiosos, la protagoniza. Y la dirige Guy Ritchie, un cineasta que sabe congeniar la narración fluida con la acción, los toques de comedia y los thrillers o filmes de espionaje. De todo eso está cargada Agente Fortune, con Statham como el agente especial Orson Fortune, un tipo que trabaja para el MI6 británico y que cobra un dineral para cada misión que le asignan. Que tiene claustrofobia, por lo que sus traslados son en jets privados, y pide botellas de vino de cosechas añejas y carísimas.
Con películas como Juegos, trampas y dos pistolas humeantes, Snatch: Cerdos y diamantes y RocknRolla Guy Ritchie se convirtió en un director de culto por parte de una cinefilia que admiraba su estilización formal, su humor negrísimo y su violencia casi de comic. Con el tiempo fue aceptando con mayor o menor suerte encargos para producciones de los grandes estudios de Hollywood (Sherlock Holmes y su secuela, El agente de C.I.P.O.L., El Rey Arturo, Aladdin) y en los últimos años volvió al thriller con la apenas correcta Los caballeros: criminales con clase (2020), con Matthew McConaughey, Charlie Hunnam y Hugh Grant; y la más que interesante Justicia implacable (2021), también con Statham. La agradable sorpresa que regaló Justicia implacable permitía hacerse ilusiones respecto de este reencuentro con Statham, pero el resultado es a todas luces frustrante: un film que no tiene nada (ni siquiera lo peor) del sello del cineasta inglés, un producto si se quiere correcto, prolijo y profesional, pero a todas luces anodino e impersonal. Statham, bastante menos carismático, canchero y potente que lo habitual, es Orson Fortune, un espía / mercenario bastante rebelde e independiente que es contratado por los agentes Norman (Eddie Marsan) y Nathan (Cary Elwes) para que siga el derrotero de un portafolios robado en Odessa para descubir quién lo tiene y -más importante aún- qué es lo que contiene (la incógnita del MacGuffin se sostiene hasta casi el final). Fortune termina formando un equipo con Sarah Fidel (Aubrey Plaza), JJ Davies (Bugzy Malone) y una estrella del cine llamada Danny Francesco (Josh Hartnett) para desbarartar una confabulación que tiene como villano de turno a Greg Simmonds, un traficante y multimillonario interpretado por Hugh Grant, y como rival a otro team liderado por el despiadado agente Mike (Peter Ferdinando). Si Agente Fortune: El gran engaño puede leerse como una parodia o al menos un émulo de la saga de Misión: Imposible al film de Ritchie le falta aprovechar mejor las locaciones (aquí van de Londres a la Costa Azul y de allí a Turquía), humor, creatividad y espectacularidad. En este sentido, las coreografías para las escenas de acción son de una elementalidad absoluta. Ningún plano de las peleas dura más de un par de segundos, por lo que todo está “maquillado” desde una edición vertiginosa y taquicárdica que imposibilta el disfrute genuino de una batalla cuerpo a cuerpo. El resultado es un film que no molesta, pero tampoco seduce: convencional, efímero y rápidamente olvidable.
La incorporación de pintorescos personajes le ponen una buenas dosis del humor en los diálogos (la trifecta Hugh Grant, Aubrey Plaza y Josh Harnett funcionan muy bien), algunos gags divertidos y escenas de acción bien coreografiadas hacen de la película un digno entretenimiento, que no pretende nada más que hacernos pasar un buen rato..
Lo nuevo de Guy Ritchie con Jason Statham Agente Fortune es un prototipo clásico del estilo narrativo de Guy Ritchie. Cada momento incluye por igual dosis de acción, humor y cierta ironía que, en cada película, funciona. Es notable cómo en cada nueva vuelta de tuerca, en cada proyecto que encara, el director inglés logra redefinir a la historia y, lo que no es menor, a los personajes. El agente del MI6 Orson Fortune, interpretado Jason Statham, es el auténtico y clásico espía que parece no estar interesado en seguir las reglas. Su jefe se ve en problemas a la hora de hacerlo entrar en razón, y es comprensible. Cada diferente instancia en la que su subordinado actúa lo saca de eje. Si bien es cierto que ciertas fallas en la instrumentación del argumento parecen hacer tambalear el relato, el mundo ciertamente torpe y snob de los ricos y famosos es perfectamente funcional a la parodia. Josh Hartnett como Danny Francesco y Hugh Grant como el mafioso y multimillonario Greg Simmonds son de la partida, en una trama que involucra venta de tecnología y armas que pueden destruir al mundo. ¿Y quién mejor que Fortuna para salvarlo? Pero no está solo en esta misión: Aubrey Plaza lo acompaña en los avatares que trae esta aventura, como la especialista en tecnología que resuelve de manera inesperada algunos otros imprevistos Puede que, de algún modo, esta producción pareciera estar lejos de los orígenes de aquel director ciertamente disruptivo, por mucho más hemos continuado bancando a directores que cruzaron la línea y nunca más regresaron al camino original. Por lo pronto, y según mi humilde opinión, no deberíamos dejarnos llevar, como espectadores, de la tentación de la saña. Guy Ritchie aún tiene mucho para dar.
El filme intenta encuadrarse dentro del genero de comedia de acción, la comedia es una clara repetición de clises demasiado convencionales y la acción a cuenta gotas, recién se despliega en el último cuarto del filme. En medio se establece el relato con demasiados diálogos explicativos, la ausencia de todos aquello que posiciono al director como innovador narrativo, le falta fluidez a la progresión del relato, junto con una trama predictible, repetitiva, redunda en el bajo usufructo del elenco. El filme termina siendo, en relación al personaje que da el titulo, una rara mezcla de la saga de “Misión Imposible” y la franquicia de James Bond, parodia a Tom Cruise incluida. Es loable el montaje, sobre todo en las escenas de acción y la utilización de la banda de sonido en forma conjunta.
"Agente Fortune", un correcto ejercicio de género demodé El director británico propone una narración fluida y eficaz, aplicada a una historia sobre la disputa entre agentes encubiertos, algunos aliados involuntarios y mafiosos por un botín que, hasta bien avanzado el metraje, no se sabe exactamente en qué consiste. Agente Fortune: el gran engaño tenía pautada su fecha de estreno para el primer trimestre del año pasado, hasta que, como diría Mauricio Macri, pasaron cosas. Dos, para ser precisos. La primera, industrial, fue una reestructuración en los estudios STX a raíz de la pandemia que obligó a sus ejecutivos a reordenar el esquema de lanzamientos de sus siguientes producciones. La segunda, geopolítica, se vincula con la invasión de Rusia a Ucrania iniciada en febrero: imposible que una película con un grupo de ucranianos como villanos pudiera ver la luz en ese contexto, aun cuando la villanía para esta película no vaya más allá del estereotipo construido durante décadas por el cine angloparlante de tipos con cara de malos y acentos marcadísimos. Nada en la quinta colaboración entre el realizador Guy Ritchie y su actor fetiche Jason Statham, en realidad, escapa de los lugares comunes de las comedias de acción, una de las especialidades del responsable de Juegos, trampas y dos armas humeantes, Snatch: cerdos y diamantes o RocknRolla. Pero debe reconocérsele a Ritchie un crecimiento a la hora de filmar. Lejos del look lustrosamente kitsch, el aire canchero, los tarantinismos regurgitados y el montaje frenético que solía imprimirle a sus películas, aquí –al igual que en su trabajo anterior, la inesperadamente sobria Justicia implacable– el británico apuesta por el funcionalismo formal, casi despersonalizado, al servicio de una narración fluida y eficaz aplicada a una historia sobre la disputa de un grupo de agentes encubiertos, algunos aliados involuntarios y mafiosos por un botín que, hasta bien avanzado el metraje, no se sabe exactamente en qué consiste. Agente Fortune: el gran engaño no aspira a permanecer en la cabeza mucho más tiempo que el que dura la proyección. Y esa falta de pretensiones, esa conciencia de ser un remedo algo más trash de la sofisticación de Misión Imposible, la convierten en un correcto ejercicio de género demodé. La intriga alrededor del contenido de aquel maletín es secundaria, puesto que lo importante aquí es poner en movimiento a Orson Fortune (Statham), un espía free lance que es contratado por una agencia junto a Sarah (Aubrey Plaza), JJ Davies (Bugzy Malone) y una estrella del cine llamada Danny Francesco (Josh Hartnett). ¿El objetivo? Desbaratar una confabulación internacional –el equipo acumula más millas aquí que James Bond en toda su carrera-– encabezada por un tal Greg Simmonds, interpretado por un Hugh Grant que, pasada su época de galancete, anda divirtiéndose de lo lindo interpretando villanos imposibles. Por si fuera poco, hay otra agencia interesada en el caso, obligando a Fortune y compañía a batallar en dos frentes simultáneos. Frentes que el grupo irá sorteando con partes iguales de fuerza, ingenio y un aire de suficiencia que para la película funciona de la misma manera que las burbujas de una gaseosa que, servida helada en un vaso de vidrio durante un verano caliente, se toma con facilidad y alegría.
"No puedes manejar la verdad!" – A Few Good Men LOCOXELCINE REVIEWS ESTRENO DE LA SEMANA ACCIÓNREVIEWS Review: Agente Fortune: el gran engaño Patricio Ferro - 12 de enero de 2023 Agente Fortune: el gran engaño es la última película de Guy Ritchie, en la que vuelve al cine de acción con Jason Statham como protagonista, interpretando esta vez a un espía británico perteneciente al MI6. Y lo acompaña un elenco formado por Cary Elwes, Aubrey Plaza, Josh Harnett y Hugh Grant entre otros. Con un guión escrito por su director, junto a Marn Davies y Marn Davies, sus colaboradores habituales, cuenta la historia del agente especial Orson Fortune (Statham). Quien junto a su equipo de espías reclutan a la estrella de cine Danny Francesco (Harnett) para infiltrarse entrando en contacto con Greg Simmons (Grant), un multimillonario vinculado al robo de un portafolios robado en Odessa que contiene información valiosa para ser vendida a una letal banda criminal. En primer lugar, es necesario destacar a Jason Statham como héroe de acción de la vieja escuela, ya que su carisma y habilidad para las escenas de combate suplen su escasa expresividad y sostienen las malas actuaciones del resto del elenco, interpretando un personaje diferente al de otras películas. Y además de la unidimensionalidad del resto de los personajes, que se limitan a cumplir su función dentro de la trama, se desaprovecha a Hugh Grant, víctima de una verborragia de diálogos escritos por su director, con gags que no funcionan para mostrarlo como un personaje odioso que cumple la doble función de villano y comic relief. Así como que también es necesario destacar que cuando su director abandona su estilo característico y deja fluir con normalidad, la historia se vuelve entretenida. Pero por momentos interviene, abusando del montaje paralelo o realizando saltos temporales que explican las escenas de combate, así como también hace un mal uso de los efectos de edición, ralentizando la acción dramática con recursos extra diegéticos innecesarios. En conclusión, con Agente Fortune: el gran engaño, Guy Ritchie vuelve al cine de espías, luego de su fallida adaptación de El agente de C.I.P.O.L., con una historia original. En la que, si bien se luce Jason Statham, que reafirma su condición del primer «duro» surgido en este siglo, falla el resto del elenco, especialmente Hugh Grant. Y su director demuestra que cuando impone su estilo en la puesta en escena, perjudica la fluidez de los acontecimientos.
Es, con el estilo de Guy Ritchie que la dirige y que colaboró en el guión de Ivan Atkinson y Marn Davies, un entretenimiento fluido, con nada nuevo bajo el sol pero que le brinda al espectador una historia de espías, con humor, bien hecha del comienzo al final. Al salir del cine estaremos sin conflictos y casi sin recuerdos, pero el durante pochoclero no defrauda. Una cosa que se agradece es que no hay racontos, todo sucede con ritmo, no hace falta recordar algún detalle que todo lo revela en una pretendida profundidad. Eso suma puntos a favor igual que la seriedad – marca en el orillo- de Jason Statham, perfecto para la acción, el desenfado de Hugh Grant que nada se lo toma en serio y hace bien , la vulnerabilidad de Josh Harnett y la fría sensualidad de Aubrey Plaza, equipo que tendrá mas oportunidades si esta peli funciona bien,. Ellos son los buenos que tienen que recuperar algo valioso que se robaron, que no se sabe que es pero que esconde poderosa tecnología que pone en peligro al mundo. Jason y sus amigos nos salvan sin pretensiones.
No voy a mentirles. Guy Ritchie, me parece un director muy prolijo. Intenso, dueño de un gran manejo de cámaras, que se luce en filmes de acción y suspenso. Posee una carrera prolífica y siempre, esperamos un poco más de él. Una innovación en términos de exploración cinematográfica («Snatch», «King Arthur»), cierto refinamiento de intérpretes, alguna temática que no esperábamos («Aladdin»). Podrá gustarte o no… Pero Ritchie siempre es digno de ver. Claro, no siempre lo que uno espera, se da. Este es el caso. No es que «Agente Fortune» sea una mala peli, para nada. La cuestión es que no aporta nada. Realmente es una cinta correcta, bien ejecutada, suavemente irónica y elegante, como la mayor parte de sus productos. Pero nada más. Y eso que como siempre este viejo lobo de mar engarzó un interesante combo de actores / actrices y secundarios y vistió a su realización con el ropaje de la clásica película de espías al estilo inglés. Muchos escenarios, trajes ajustados, buenas coreografías de acción, mujeres exóticas (si así podemos llamar a Audrey Plaza!!), ritmo vertiginoso. Ideas nuevas, no. Te las debemos. Lo cual no quiere decir que este producto no se disfrute. Si tus expectativas son ver una peli de acción e intriga vertiginosa, saldrás satisfecho. Si como yo, esperás evolución de Ritchie como director, el resultado no es positivo. La trama arranca con nuestro viejo amigo Jason Statham (Orson «Fortune»), un trabajador indie del mundo de los mercenarios, a quien eventualmente llaman desde el espionaje inglés para pedirle algún trabajito «extra». La cuestión es que se robaron un portafolios que contiene algo… digamos… importante (aunque no podrán determinar qué al principio) de Odessa que podría complicar los intereses de la Corona a nivel global. Lo de siempre. Así es que convocado el hombre, arma su selección con algunos nombres conocidos (Bugzy Malone y como ya dijimos Aubrey Plaza que viene en ascenso) y el aporte del reaparecido (aún no sabemos qué hace aquí) Josh Hartnett (arghhh!), celebrity que prestará su colaboración para investigar a fondo la cuestión. Se cree que todo esto es una estrategia de un tal Greg Simmonds (Hugh Grant, quien ya está más allá de todo) que pasa su tiempo en negocios turbios mientras oculta algo, que puede ser la clave del asunto. Si bien no es el único que toca una nota sospechosa, ya la mesa está servida y la aerolínea va reservando los pasajes a capitales europeas para ir en busca de respuestas… ¿Qué más puedo decirles? Lo que crean que esta peli posee, lo tiene. Vale su entrada. Es un film de acción ajustado y glamoroso, británico hasta la médula (por más que coqueteé con el estilo hollywoodense de los grandes estudios) que cumple. Esperaremos entonces la próxima del gran Rich, «The Covenant», que llega a salas en abril de este año, a ver si seguimos en el camino de la evolución o seguimos facturando mientras eso llega.
UNA MISIÓN DEMASIADO CANCHERA Analizando mínimamente su filmografía, se puede notar cómo Guy Ritchie es de esa clase de cineastas que están siempre tratando de demostrar algo tanto a los espectadores, a la industria cinematográfica o incluso a sí mismos. Esa necesidad -donde el ego juega un papel relevante- de probarse como inventivo, original o incluso flexible frente a ciertos requerimientos lo ha llevado a concretar unas cuantas películas muy atractivas (Justicia implacable, El agente de C.I.P.O.L., Snatch), varias que van de lo discreto a lo mediocre (las dos entregas de Sherlock Holmes, Alladín) y algunas bastante irritantes (Los caballeros, RocknRolla). Agente Fortune: el gran engaño es otra especie de maratón que encara para mostrarse capaz de varias cosas, con resultados desparejos, donde se conjugan lo entretenido con lo pedante. En primera instancia, el agente Fortune que interpreta Jason Statham luce como una especie de James Bond pasado por el filtro del mundo de Ritchie: elegante y bebedor como el 007, pero mucho menos sofisticado, mucho más rudo y con un sarcasmo con un horizonte similar, aunque menos juguetón y más áspero. Pero, a la vez, forma parte de un grupo de trabajo -también integrado por Sarah Fidel (Aubrey Plaza) y JJ Davies (Bugzy Malone), todos supervisados por Nathan Jasmine (Cary Elwes), cada uno con sus habilidades particulares- que recuerda a los de Misión: Imposible, pero con un perfil bastante más realista y granítico. Aunque claro, el objetivo a cumplir (recuperar un dispositivo desconocido pero que se presume letal y que es codiciado por diversas fuerzas criminales) también implicará mascaradas y engaños de todo tipo, en particular cuando deban obligar a Danny Francesco (Josh Hartnett), una excéntrica -y algo egomaníaco- a trabajar para ellos. Esa mixtura entre lo individual y lo grupal atraviesa a todo el film, que a lo largo de todo el relato dialoga con esas sagas -y otros exponentes del género, como las novelas de Ian Fleming o la saga Bourne-, mientras intenta crear algo propio. Sin embargo, en Agente Fortune: el gran engaño, Ritchie no se limita a intentar construir su propio Bond y/o su propia Misión: Imposible, sino que busca redefinir su propio cine -procedimiento que ya había iniciado, aunque por otras vías, en Justicia implacable– y, desde esa plataforma, trabajar sobre el artificio de la maquinaria hollywoodense. De ahí que, un lado, veamos una construcción del relato que muestra estos agentes por contrato como seres no muy distintos a los pandilleros que integran los mundos criminales de films como Juegos, trampas y dos armas humeantes o Snatch. Por otro, se explicita -mediante algunos diálogos no muy sutiles – que el espionaje es un juego actoral donde todos fingen ser otras personas y que se necesita de la puesta en escena adecuada (además de la creencia) para captar la atención de la contraparte, sea un enemigo/aliado o un espectador. En un punto, lo que terminamos viendo es la que podría ser la primera entrega de una meta-franquicia, que cumple con todas las normas de las sagas de espionaje y la vez las expone desde su estructura discursiva. En ese ejercicio cuasi paródico y autoconsciente, el personaje de Hugh Grant (un traficante de armas con gustos excéntricos, que incluyen una completa fascinación por las estrellas hollywoodenses) es clave, a partir de cómo se convierte en el vehículo para encarnar la mirada del realizador. Ese gesto, de tan canchero, termina siendo un tanto irritante: allí es donde surge el Ritchie más preocupado por mostrarle al público cuán vivo es y que deja en un lugar secundario a los conflictos y sus protagonistas. A medida que pasan los minutos, Agente Fortune: el gran engaño muestra un creciente deseo por enunciar elucubraciones sobre el género de espionaje y los artificios cinematográficos que por lo más importante, que es narrar una buena historia. Y eso la termina convirtiendo en un objeto entretenido pero superficial, que solo de a ratos muestra la tensión y el nervio que necesitaría una película de espías. Más aún si tiene a Statham en el protagónico.
En 2021, Guy Ritchie regresó a sus raíces de acción más pura con “El Despertar de la Furia” y dos años después retorna a la gran pantalla, repitiendo de la mano de los muy sólidos Jason Statham, Josh Hartnett y Hugh Grant. Viejos e ilustres conocidos que vuelven a ponerse a las órdenes del brillante director, creador de logrados films como “Snatch: Cerdos y Diamantes” (2000) y “Rock and Rolla” (2008). La premisa nos sumerge en una clase de cine de género en franca extinción, pero que el británico maneja a piacere. Un agente del servicio secreto británico recluta a una estrella de Hollywood para que lo ayude a rastrear una letal tecnología de armamento en posesión de un multimillonario. Ritmo frenético y humor negro se mixturan bajo la mano maestra de un epítome de la comedia de acción. “El Agente Fortune” cobra típica forma, proveniente de la factoría de un autor para el cual la mordacidad y la ironía resultan indispensables y fieles aliadas. Con la intención de entretener y ofrecer dinamismo, una destacada banda sonora (nuevamente a cargo de Christopher Benstead) compagina secuencias de situación, persecuciones, explosiones y luchas cuerpo a cuerpo. Ritchie rueda con estilo su personalísima visión del subgénero de espías. Aun careciendo del virtuosismo de otros tiempos, firma a pie de página los redituables preceptos que lo hacen dueño de una concepción estética tan particular como consecuente con su entera trayectoria.
En su nueva producción el director Guy Ritchie vuelve a explorar la comedia de espías con un reparto que reúne a varias figuras que lo acompañaron en sus últimos proyectos y un presupuesto mucho más limitado al que tuvo en El agente de CIPOL. En ese sentido es un film menos sofisticado que aquel trabajo del 2015 y llega a funcionar gracias a la buena química que se gestó entre Jason Statham, Josh Harnett y Aubrey Plaza. La película se desarrolla como una especie de Misión: Imposible clase B donde el realizador apela a su estilo de narración dinámico y humor irónico para brindar un espectáculo decente dentro del género. No es una obra que será recordada entre los títulos más destacados de su filmografía pero es entretenida y aprovecha el carisma de Statham como héroe de acción. Harnett, quien actualmente atraviesa una especie de regreso en las salas de cine, cuenta con un rol más destacado que el de Wrath of Man (la película previa del director) y Ritchie lo hace sobresalir en una estupenda persecución automovilística en la que el cineasta le hace justicia a la reputación del Ford Mustang. Probablemente la mejor secuencia de acción dentro del film ya que el resto de ese tipo de momentos se limitan a peleas y tiroteos más genéricos donde se nota las limitaciones del presupuesto. Dentro del reparto secundario Hugh Grant y Cary Elwes le aportan cierta jerarquía a un relato que no presenta demasiadas ambiciones en su argumento. Ya sea que disfruten del cine de acción decente o los trabajos de este realizador Agente Fortune se deja ver y cumple con su simple objetivo de ofrecer un buen entretenimiento.
Guy Ritchie dejó atrás sus períodos iniciales, cuando los trucos visuales, generalmente excesivos, lo convirtieron en un cineasta de culto de gran repercusión. Probó luego vender su oficio para proyectos infames con resultados desparejos. Ahora parece estar encontrando finalmente un cierto equilibrio entre su experiencia y su capacidad de narrar historias de acción con simpatía. En Agente Fortune (Operation Fortune: Ruse de guerre, 2023) el agente del MI6 Orson Fortune (Jason Statham) y su equipo (Aubrey Plaza, Bugzy Malone) reclutan a una de las estrellas de cine más importantes de Hollywood (Josh Harnett), para que los ayude en una misión encubierta para rastrear y detener la venta de nuevas tecnologías de armas mortales, a manos del multimillonario Greg Simmonds (Hugh Grant). Desde el comienzo queda claro que se trata de una misión de espionaje con McGuffin y todo, al estilo Guy Ritchie con su humor y algunas de sus excentricidades, pero con un estilo más clásico del que él practicaba en sus inicios. Guy Ritchie ya pasó de moda, lo que le juega a favor y en contra por partes iguales. Su cine tiene una dignidad que el cine de género hoy casi no tiene, con la excepción de las sagas de John Wick y Misión: Imposible, que juegan al nivel máximo. Comparada con las producciones caras e inmirables de Netflix, es una pieza clásica. Y lo que sí sigue logrando Ritchie es que sus actores aprovechen al máximo su carisma. Jason Statham, Aubrey Plaza, Josh Harnett, Cary Elwes y Hugh Grant logran que la película alcance una calidad aceptable aunque no ofrezca nada nuevo.
Con los años, Guy Ritchie dejó de intentar volverse un autor y volvió a divertirse. Ergo, sus películas mejoraron. Agente Fortune: el gran engaño es una fantasía sobre un grupo de super espías, un magnate que vende armas y un actor de Hollywood utilizado como pantalla para operaciones violentas y fantásticas, no resuelve el cinismo a veces tonto del director. Pero tal característica tiende a pasar inadvertida gracias al carisma de Statham y la amabilidad de todo el elenco.