Ben Affleck interpreta a Phil Knight, fundador de Nike, pero sobre todo fue el responsable de dirigir a un notable elenco encabezado por Matt Damon en esta película que en principio parece un infomercial sobre la exitosa compañía de artículos deportivos, pero que en verdad reivindica la idea visionaria de un hombre común llamado Sonny Vaccaro, que cambió para siempre el marketing y la estructura de los negocios. Heredero del mejor clasicismo hollywoodense, Affleck construye un impecable film que se convertirá además en el mayor lanzamiento de la historia en los cines de todo el mundo para una producción original de Amazon Studios. Ben Affleck es un actor tan correcto como limitado que suele tener el buen tino de no buscar papeles demasiado alejados de su zona de confort. Ese rasgo de inteligencia se traslada a su faceta como director, en la que se mueve también dentro de un terreno si se quiere acotado, pero con resultados mucho más estimulantes. Es que pocos cineastas de su generación (está por cumplir 50 años) transitan el camino que todavía siguen marcando los Clint Eastwood o los Steven Spielberg: el de un clasicismo narrativo y una nobleza de espíritu a prueba de ironías y cinismos. Tras las en varios casos notables Desapareció una noche / Gone Baby Gone (2007), Atracción peligrosa / The Town (2010), Argo (2012) y Vivir de noche / Live by Night (2016), Ben Affleck dirigió esta historia inspirada en un hecho real: la historia de John Paul Vincent "Sonny" Vaccaro (Matt Damon), un experto en básquet (sobre todo universitario) que ingresó a Nike y tuvo la idea -muy resistida en un principio- de contratar a un por entonces jovencísimo Michael Jordan, quien todavía no había ingresado a la NBA, y basar buena parte de la campaña de la compañía en el segmento de las zapatillas en la línea que luego se llamaría precisamente Air Jordan. Pero hay que entender primero el contexto: Nike era en 1984 una compañía más bien pequeña y con una participación mínima respecto de gigantes como Adidas o Converse, sobre todo en el universo del básquet (le iba bastante mejor en el mercado del running con un público mayoritariamente WASP). Con un presupuesto limitadísimo y con los jugadores profesionales volcados de lleno a sus poderosas competidoras, no había mucho para hacer hasta que Vaccaro se la jugó de lleno a una única idea: apostar todo el (escaso) dinero disponible a contratar a Jordan, quien venía de destacarse en el básquet universitario, pero que a los 21 años todavía estaba muy lejos de ser el mejor deportista de la historia (o segundo, si ubicamos en la cima a un tal Leo Messi). Lo que en primera instancia parece (y un poco es) un ejercicio de brand management, un informercial a medida de un gigante como Nike, en esencia resulta una exploración y reivindicación del emprendedurismo, de la concreción del tan mentado sueño americano. Vaccaro es un tipo obsesivo y solitario que carga con sus propios fantasmas (como una compulsión por el juego, adicción por las apuestas que luego se abandona por completo en la trama), pero cuya tosudez, obstinación y talento lo llevaron a cambiar para siempre el ámbito en el que se movía con más intuición que recursos: el marketing deportivo. Suerte de Jerry Maguire: seducción y desafío del nuevo siglo, Air: la historia detrás del logo (el subtítulo local es bastante ridículo e inapropiado) tiene el rigor, la solidez, el encanto y la tensión propias de toda narración concebida con inteligencia y sensibilidad. Hay, claro, una construcción dramática con cierto suspenso, pero el principal logro pasa por la exploración de la psicología de los distintos personajes, en un abanico que se centra en la amistad entre Knight y Vaccaro, pero que también tiene muy valiosos aportes de -entre otros- Rob Strasser (Jason Bateman), una suerte de jefe directo del personaje de Damon; David Falk (un notable Chris Messina), el despiadado agente de Jordan; y Deloris Jordan (Viola Davis), la madre de Michael y encargada de supervisar su carrera en un papel que remite por momentos al de Will Smith en Rey Richard: Una familia ganadora. Más allá de qué es lo que quería exponer y exaltar, Affleck siempre tuvo en claro que esta típica historia de un underdog que lucha contra todo tipo de prejuicios, carencias y contratiempos en el ámbito de las corporaciones debía contarse con mucho sentido del humor y del entretenimiento. En ese sentido, Air: La historia detrás del logo -que por momentos recuerda a los mejores momentos de Red social, de David Fincher- lo ratifica como uno de los más sólidos narradores de nuestro tiempo.
Antes de analizar Air, la película de Ben Affleck con Matt Damon, hay que recordar que en plena pandemia se estrenaba en la plataforma de Netflix, la serie documental The Last Dance sobre el equipo de la NBA los Chicago Bulls y su integrante, Michael Jordan. En aquel tiempo, esta docuserie fue la agenda de muchos para reconfortarse en el sillón de sus casas. En medio de una coyuntura en la que la nostalgia iba alcanzar su punto álgido. La razón es porque ver un pedazo de historia siempre es hipnótico. Y más cuando se trata de uno de los grandes iconos del deporte y la cultura pop: Michael Jordan, el basquetbolista que superó su destino. Hoy, ya pasada la pandemia, la nostalgia continúa imperturbable, así es como las biopics acechan las pantallas. Ben Affleck decide ponerse la cámara al hombro para hacer foco en una de las aristas menos pensadas a la hora de abordar la radiografía de un astro deportivo como Michael Jordan. Affleck apuntalado por el guion de Alex Convery, opta por recrear uno de los grandes momentos definitivos en la historia de la cultura pop, la economía deportiva y la moda callejera: la alianza Jordan- Nike. Así es como Air sigue la historia de la estrella del básquet en ascenso y su contrato con la compañía, que da origen a la línea de calzado Air Jordan. La película comienza con una gran puesta de collage sensorial para inmiscuirnos perfectamente a finales de los 80. Inyecta adrenalina para advertirnos de la carrera competitiva por vestir los pies de los reyes del básquetbol de la NBA. En la que Converse lideraba, Adidas iba en ascenso y Nike estaba último. Luego registra a Sonny Vaccaro, interpretado por Matt Damon, un ejecutivo de marketing de Nike, que se encarga de reclutar las futuras promesas del básquet universitario para generar contratos de patrocinio. Aunque estamos ante una clásica historia del determinismo norteamericano y un destino conocido, Affleck se encarga de que el relato se encuentre infundido de emoción. Genera la fascinación suficiente para que el espectador quiera seguir la suerte de una compañía de zapatillas. Es así como el personaje de Sonny, envuelto en esas oficinas de Nike que nos remiten a la vorágine de Jerry Maguire y su Show me the money!, comienza la búsqueda por ese talento salvador al que su instinto le grita que su meta es conseguir al grande que aún todos desconocen: Michael Jordan. Aunque sabe que es arriesgado, tiene como brújula a los mandamientos de Nike que lo empujan con gran determinación a convencer a todos. Hasta los mismos padres del basquetbolista, que la grandeza de su hijo es su garantía. Air es un relato hermanado con el espíritu de sueño americano, acompañado de excelentes actuaciones como la de Viola Davis, Matt Damon y Jason Bateman. La película cuenta con una enérgica y convincente dirección de Ben Affleck en la que brilla por su gran decisión de generar un Michael Jordan omnipresente. Air se acerca a los pies del grande para llegar a nuestros corazones.
Lo primero que les va a pasar una vez que salgan de la sala es detectar cada producto Nike que lleva la firma de Michael Jordan. Es inevitable. Antes no lo hacían y ahora, les aseguro, que lo harán. Lo segundo, también se los aseguro, es que no podrán dejar de ver la pantalla, siguiendo de cerca la epopeya que hicieron los ejecutivos de la empresa para lograr atraer y cerrar un contrato sin precedentes con una de las estrellas más grandes del mundo del deporte de todos los tiempos. Sin dudas, una de las películas del año, va a estar en la próxima temporada de premios, gracias a su sólido guion, brillantes actuaciones y una banda sonora única. Ben Affleck lo hace de nuevo, delante y tras las cámaras, apoyándose en la clase de actuación de su amigo y compañero Matt Damon, pero también de secundarios de lujo como los de Viola Davis, Jason Bateman y Chris Tucker, entre otros. Una lección de cine.
Hay películas, generalmente las buenas, que permiten interpretarlas y desmenuzarlas de distintas maneras. Air: La historia detrás del logo, de Ben Affleck y con Matt Damon, sobre cómo Nike convenció a Michael Jordan a firmar con ella, es un ejemplo clarísimo. Porque podemos entender que trata sobre un hombre, testarudo pero entrador, que contra todos los pronósticos alcanza lo que quiere -no Michael Jordan, al menos no en este filme, sino Sonny Vaccaro, el personaje que encarna Matt Damon-. También, que es una película sobre una gran empresa que hace lo que haga falta por ganar más dinero. Una historia sobre las bondades del capitalismo. O sobre cómo el sueño americano es -o era en los años '80- posible. Para ponernos en contexto: en 1984, Nike era una marca de zapatillas para correr, que deseaba meter la nariz en el negocio del básquetbol, cuando Converse y Adidas manejaban el mercado. Tienen un presupuesto reducido, y quieren fichar a tres jugadores de la NBA para (auto)promocionarse. Pero es Sonny Vaccaro, un gurú del básquetbol, que contra la opinión de sus superiores, como Phil Knight, cofundador de Nike (papel secundario que se guardó Ben Affleck), o Trob Strasser, el ejecutivo escéptico, pero inteligente que compone Jason Bateman, y Howard White, experto en marketing (Chris Tucker), decide ir por todo a un jugador. Sí, el novato Michael Jordan. Vaccaro era también un jugador en Las Vegas, un tipo que sabía tanto de básquetbol como de estadísticas y tenía eso que se llama olfato, intuición o sencillamente suerte a la hora de apostar por algo. Jordan, invisible en su propia película Lo más extraño de Air es que el mismísimo Michael Jordan, que es el centro de la cuestión, está prácticamente invisible en el filme. Si aparece, lo hace de espaldas. Es un personaje intrascendente en la trama, porque por algún motivo delegó todo -absolutamente todo- en su madre Deloris (Viola Davis). Las razones por las que el Ben Affleck director eligió esta opción, pueden tener no una sino varias causas: mostrar al emblema, uno de los mejores deportistas de la historia con el rostro de un actor ignoto podría bajarle el precio a la caracterización. La otra es si quiso jugar al misterio. Y hay una tercera: al delegar tanto poder en Deloris, se fortalece -en la trama del filme, eh- la necesidad del personaje de Matt Damon por congraciarse y ganarse al único personaje femenino potente, con fuerza, en toda la película. Lo que no gastó Affleck en encontrar un actor parecido al ganador de 6 anillos de la NBA con los Chicago Bulls, se ve que lo puso en la compra de derechos de temas musicales emblemáticos de los años '80. Nombren alguno, y lo escucharán en la sala de cine. He dicho en otras oportunidades -y lo sostengo- que Affleck es mejor director que intérprete. Con todo, Air no es de lo más destacable, si recordamos Desapareció una noche, Atracción peligrosa (The Town) o Argo. Tiene un ritmo vertiginoso: Affleck posee la habilidad de meternos en la trama y hacernos preocupar por sus personajes, algo tan sencillo como necesario para que una película nos atrape. Y tiene a su viejo amigo Matt Damon en el rol principal, ése que tan bien le sale al actor de Misión rescate: el del hombre común, envuelto en una circunstancia extraordinaria. También contó con dos de sus actores favoritos: Chris Messina, el agente puteador de Jordan, y Matthew Maher, como Peter Moore, el genio del diseño de calzado deportivo que trabaja en el sótano de Nike. Affleck se quedó con el rol del multimillonario Knight, metiéndole líneas de comediante, o escupiendo aforismos y pareciendo zen, pero al que le preocupa su auto deportivo color cereza.
Caminando en la ciudad, se pueden ver jóvenes, centennials, vistiendo camisetas de básquet rojas con el número 23 y el apellido Jordan en la espalda. ¿Sabrán quién es el hombre que la usó hace más de 20 años? AIR: La historia detrás del logo es un film dirigido por Ben Affleck que llega a los cines el jueves 6 de abril. En 1984, Sonny (Matt Damon) es un cazatalentos que busca en las universidades estadounidenses las promesas del básquet que podrían ser las caras de Nike de la división de ese deporte, cuyo mercado era ampliamente dominado por marcas como Converse -sus publicidades incluían a Larry Bird y Magic Johnson- y Adidas -usadas por Kareem Abdul-Jabbar-. Un joven de Carolina del Norte, Michael Jordan, ya estaba dándose a conocer y era buscado por todos. Esta es la historia de cómo una firma que, contra viento y marea, apostó todo para conseguir a quien más tarde se convertiría en el Maradona del básquet y, mientras tanto, cambiar por completo la industria de las zapatillas con la creación de las míticas Air Jordan.
Es una historia ligada a una empresa global desde sus inicios, pero que nadie se confunda, no es un mega aviso de poco menos de dos horas, sino una historia muy bien contada por el talentoso director Ben Affleck, en un relato clásico escrito por Alex Covery, donde hay una reverencia hacia un atleta legendario cuando es recién descubierto y temas relacionados con la inspiración, el apego a la familia, la persistencia de correr detrás de un sueño y una lucha por conseguir una mejor distribución de las ganancias con quienes la generan. Se trata de la historia de un legendario ejecutivo Sonny Vaccaro (Matt Damon) que intuye que Michael Jordan, en ese entonces, los 80, es un atleta de 21 años que todavía no está en la NBA , se convertirá en leyenda. Por eso primero debe convencer a su socio Phil Knigt de aportar todo el presupuesto del año a ese deportista y crear para él un calzado especial. Una primera guerra ganada. La segunda por conquistar será esquivar al representante del basquetbolista, tentado por los las empresas dueñas del mercado, y seducir a la madre de Jordan (Viola Davis) con una oferta similar a la que ofrece la fuerte competencia, en base a valores y corazón. Pero lo más interesante que se cuenta es que por primera vez un deportista plantea y obtiene una participación en las ganancias por la venta de las zapatillas que llevan su nombre. Un giro fundamental en la historia del deporte. Una apuesta elegida especialmente por Affleck y Damon que además de amigos son socios de una productora que lucha por una mejor distribución de las ganancias. Y en gran plus de la película es ver nuevamente juntos a estos dos actores que cuando comparten escenas demuestran una intimidad, un grado de comunicación y emoción único. Quién pudo olvidar “En busca del destino” (Good Will Hunting) y la noche de los que en ese entonces eran los “golden boys” que firmaron el guión y se ganaron el Oscar. Una película que tiene un gran elenco, que resulta encantadora en la eterna encarnación de “el ideal americano” y que entretiene con las mejores armas.
"Air: la historia detrás del logo": un cuento de hadas capitalista hecho realidad Con buen ritmo y rigor narrativo, el film da cuenta de la estrategia de marketing de Nike que en los años 80 cambió las reglas del juego para siempre. Una aclaración necesaria: a pesar de lo que indica el título local, la nueva película de Ben Affleck como director no reconstruye la historia de la compañía de indumentaria deportiva Nike desde sus inicios. De hecho, el personaje interpretado por el propio Affleck, Phil Knight, mandamás de la empresa cuyo logo es reconocible de inmediato en todo el mundo, hace en cierto momento un chiste referido al ínfimo valor pagado en 1971 por el diseño del chirimbolo en cuestión. Air: la historia detrás del logo transcurre casi tres lustros más tarde, en 1984, cuando Nike intentaba imponer sus diseños de calzado en un mercado dominado por las gigantes Adidas y Converse, en particular en el terreno del basquetbol. Allí entra Sonny Vaccaro (Matt Damon), cuyo rol en la compañía es difícil de definir con un cargo pero muy sencillo de describir: el rastreo de jóvenes deportistas que consientan en exponer su figura como emblemas de la compañía. Las ventas de zapatillas no van del todo bien, excepto en el universo del naciente running, y se hace necesario aplicar algún tipo de estrategia novedosa. Es entonces cuando Vaccaro grita ¡Eureka!, a sabiendas de que gastar todo el presupuesto anual en una única figura no entra dentro de las posibilidades financieras y comerciales de sus empleadores. Pero el protagonista es testarudo y confía en su olfato, que no por nada disfruta y sufre el berretín de las apuestas y el juego. Así comienza un largo y tortuoso camino de seducción cuyo fin último es lograr que el jugador estrella Michael Jordan, recién fichado por los Chicago Bulls, se transforme en el rostro visible de una nueva línea de calzado, que eventualmente será bautizada Air Jordan y cambiará las reglas de juego del negocio de una vez y para siempre. Basada en hechos muy reales, Air, la película, ofrece un relato en principio poco atractivo para el común del público –las idas y vueltas de un grupo de hombres intentado llegar a un acuerdo comercial, con una gran mayoría de escenas dentro de oficinas y aledaños–, utilizando las armas del clasicismo narrativo, del cual Affleck parece ser uno de sus últimos exponentes en actividad, como lo confirman algunas de sus películas previas, entre ellas Argo y Vivir de noche. En otras palabras, un ritmo que no decae, la aparición del humor como contrapunto a los momentos más dramáticos, personajes secundarios atractivos. Jason Bateman completa el trío de actores centrales, mientras que Viola Davis encarna a la madre de Jordan y feroz guardiana de sus intereses, en tanto que el propio jugador aparece siempre fuera de campo o bien de espaldas, una inteligente decisión del guion. En el fondo, la historia de Air es algo así como un cuento de hadas capitalista hecho realidad, una epopeya comercial en la cual todos y cada uno de los involucrados terminan ganando, metafórica y literalmente (mucho dinero). En ese sentido, podría pensarse que el proyecto no es otra cosa que una glorificación de la compañía Nike y su emprendedurismo en tiempos de crisis. Algo de eso hay, pero no deja de ser también una fábula realista en donde el statu quo sufre un giro de radical importancia, y cuyo principal corolario es el reparto un poco más equitativo de las ganancias, que hasta ese momento iban a embolsar exclusivamente los bolsillos de los directorios. Esa aparente paradoja forma parte del torrente sanguíneo narrativo del film de Affleck, que transforma una serie de datos históricos en un relato siempre apasionante, apoyado en notables actuaciones de todo el reparto y una excelente banda de sonido que alterna hits del American Top 40 con canciones bastante olvidadas de aquella era.
Un par de zapatillas es más que un par de zapatillas: no es sólo una prótesis que hace más eficiente al cuerpo, es un símbolo que ayuda a definir identidades y marcar diferencias. Por eso la publicidad construye su discurso menos a través de los productos que a partir de los valores que promueven. Las zapatillas vuelan, pisan, avanzan, inspiran, representan, bailan: son el lenguaje del guetto que trafica sueños en sus metáforas secretas. En 1984, Nike todavía era una marca pretenciosa y poco cool, hecha a la medida de una clase social – media-alta-blanca – , la única que había adoptado el running como actividad social. Air La Historia detrás del Logo es la puesta en escena de un big bang, una revolución que comenzó en una oficina y terminó en el mundo, cambiando la configuración del mapa de las tribus urbanas para siempre.
Luego de un pequeño tropezón (Live by night, 2016) que Ben Affleck tuvo con su último trabajo en la silla de director, el cual él mismo ha dicho que la hizo borracho y en el peor momento de su carrera, llega su reivindicación. Air no solo está a la altura de su perfecta filmografía anterior a la recién señalada, sino que también se perfila como una de las mejores películas del año. Es increíble la épica que consigue darle a la historia de una zapatilla y el mundo corporativo. La manera en la cual narra es tan sagaz como ocurrente. Desde el viaje en ascensor de un personaje hasta lo que en la vida real sería una aburrida reunión de oficina, aquí es la gloria. Así es Ben Affleck, que junto con su amigo y socio Matt Damon están revolucionando Hollywood por el modelo de negocios que plantean con su nueva productora en donde Air es su primer estreno. Resulta que todos los trabajadores del film reciben puntos de las ventas que haga la película. Al margen de eso y volviendo a la experiencia de ver este estreno, Damon vuelve a aportar su valía y enaltecer el rol que su amigo le encomendó. Viola Davis -quien ocupa ese lugar por pedido expreso del mismísimo Michael Jordan- la rompe al igual que siempre. Lo mismo sucede con Affleck en su rol secundario, Jason Bateman y el resto del fantástico cast. Air es una película sin objeciones, aclamada por unanimidad. Es de esos films que podés recomendar tranquilamente porque le va a gustar a todo el mundo.
La sinopsis del filme, narra la increíble y revolucionaria asociación entre Michael Jordan -un novato en ese momento- y la incipiente sección de baloncesto de Nike que revolucionó el mundo del deporte y la cultura contemporánea con la marca Air Jordan. Cuenta la atrevida apuesta que definió la carrera de un equipo poco convencional, la visión implacable de una madre que conoce el valor del inmenso talento de su hijo y el fenómeno del baloncesto que se convertiría en el más grande de todos los tiempos. Si bien desde un principio hay nada que estampe algo de suspenso, el director le imprime al texto una muy buena presentación de los personajes, buen desarrollo, buenas actuaciones y muy buenos diálogos, fundamental para despertar el interés del espectador, con ciertos puntos de contacto
Cómo el marketing cambió el deporte para siempre. En el año 1984 Nike era una simple y apenas valorada marca de indumentaria deportiva norteamericana, que intentaba (un poco a los empujones y gracias a las ganas de crecer de su fundador Phil Knight) de encontrar su lugar en el complejo mundo de los deportes de élite y principalmente en el básquet y la NBA, la liga especializada que por aquellos años no era tampoco tan importante, ni mucho menos tan famosa. Su lugar en el podio de marcas era el tercero, detrás de las poderosas rivales Adidas y Converse, quienes acaparaban casi todo el mercado deportivo. Pero un hecho transcendental ese mismo año cambiaría para siempre el camino de Nike, la empresa y más que nada el del deporte en su veta más comercial y de difusión de sus productos. El responsable en cuestión del cambio fue Paul “Sonny” Vaccaro, un notable cazatalentos de futuras estrellas universitarias de básquet, que ingresó a trabajar a Nike y luego tuvo la idea de contratar al jugador Michael Jordan, quien era muy joven, pero ya mostraba dotes de crack en su desempeño. Vaccaro tuvo que luchar mucho para convencer a empresarios, publicitarios y hasta a la familia de Michael Jordan, con el fin de poder lanzar al mercado una línea de zapatillas y ropa que llevaría el nombre de Air Jordan. AIR: La historia detrás del logo (2023) es la película que cuenta estos eventos, recrea toda una época (los años 80’) y de paso reflexiona acerca del “sueño americano”. Su director es el reconocido actor Ben Affleck, quien también se pone aquí en la piel del fundador de Nike, Phil Knight, en la cinta. El protagonista principal, Sonny Vaccaro, está interpretado por Matt Damon. Vaccaro es un hombre solitario, obstinado, que vive a la sombra de sus propias debilidades, como el juego y las apuestas, pero que con sus métodos cambiará para siempre al marketing deportivo. Participan de la trama también Rob Strasser (Jason Bateman), el jefe de Vaccaro; David Falk (Chris Messina), el representante de Michael Jordan, y Deloris Jordan (Viola Davis), la madre de Jordan y quién supervisaba por esos días la carrera de su hijo de 21 años. Todas son figuras muy importantes en función a la construcción dramática del relato. El trabajo como director de Ben Affleck es verdaderamente notable. Su película da muestra de un estilo narrativo clásico, algo que ya casi no aplica o puede apreciarse en el cine actual hollywoodense, a no ser excepciones como el realizador Clint Eastwood. El cine clásico está constituido por una serie de convenciones, que a su vez es la que forman la tradición cinematográfica. Ben Affleck tiene muy claro estos conceptos clásicos y aquí lo demuestra desde el punto de vista narrativo y también con acertados rasgos visuales. No es fácil lograr una película tan entretenida, apasionada y tan bien recreada, pero sin embargo Affleck da muestras de su gran oficio como realizador. AIR: la historia detrás del logo es un relato que habla del capitalismo y en un momento muy particular en Estados Unidos (la del mandato en la presidencia del actor y luego político Ronald Reagan), pero que a su vez no deja de dar pruebas que muchas veces la esperanza y los deseos de crecimiento son el mejor camino para llegar a cumplir los sueños tan anhelados. Ben Affleck es siempre mejor director que actor, su pulso se nota firme y seguro, y esta es una nueva oportunidad para disfrutar de su magnífica mirada acerca de la cultura del deporte y de los eventos que lo cambiaron para siempre.
Hay un mérito muy especial en contar historias de la vida real cuyo final todos los espectadores conocen y aún así lograr una tensión cinematográfica de primer nivel. En este caso el mérito es del director y coguionista Ben Affleck, director de Air y autor del guión junto a Alex Convery y Matt Damon. La película cuenta como la sección de básquet de la marca Nike intenta contratar al jugador novato Michael Jordan, cuando este todavía no era la estrella número uno de la NBA. Ni Jordan aún se había mostrado finalmente como quien sería, ni la NBA había alcanzado su cima, ni Nike podía competir contra Adidas y Converse, las dos marcas que estaban en la delantera en aquellos años. La película está ubicada en el momento previo a uno de los cambios más importantes en la historia del deporte mundial. Un montaje de 1984 nos ubica como pocas películas lo han hecho en aquellos años. No sólo por sus personajes y su música, sino también por la forma en la cuál Affleck ha decidido filmar su nuevo largometraje. No sólo está ubicada en la década de los ochenta, también parece filmada en esa década, por su fotografía y sus texturas. La película consigue una autenticidad absoluta en ese aspecto, además de un efecto nostálgico que aporta una emoción extra. El protagonista es el reclutador Sonny Vaccaro (Matt Damon) quien busca a una estrella del básquet para que sea la cara de Nike en la siguiente temporada. La empresa liderada por Phil Knight (Ben Affleck) tiene puesto su énfasis en el running y el calzado de básquet no es la prioridad. Si no logran un triunfo ese año, posiblemente todo el equipo de la sección deba ser cancelado. Vaccaro ve lo que nadie ha percibido, un novato tiene un talento superlativo que está a punto de sacudir al mundo. Debe convencer a Knight y a todo su departamento de jugársela por él, pero lo más difícil será ganarle la partida a Adidas y Converse y convencer a un públicamente renuente a Nike Michael Jordan. El hallazgo del guión consiste en contar esta apasionante historia en su dimensión humana, no sólo en las tácticas y riesgos empresariales que deben llevarse adelante para ganar el negocio del calzado deportivo. Es justamente el lado humano, que la película enfatiza, lo que conecta a Vaccaro con Deloris Jordan (Viola Davis) la mamá de Michael. Un dato de color es que Michael Jordan fue consultado acerca del guión y lo único que sugirió fue que esa actriz interpretada a su madre. Es fundamental para la emoción de la película el personaje de Rob Strasser (Jason Bateman, perfecto, como siempre) el encargado de marketing de la empresa, quién se juega absolutamente todo en la apuesta osada de Vaccaro. Air es la quinta película de Ben Affleck como director. Las otras cuatro son Desapareció una noche (Gone Baby Gone, 2007), Atracción peligrosa (The Town, 2010), Argo (2012) y Vivir de noche (Live by Night, 2016). Sumadas, estas cinco películas lo convierten en uno de los mejores directores del siglo XXI, aunque no haya recibido el reconocimiento completo que se merece. Su colaborador y amigo Matt Damon vuelve a mostrar su talento como guionista y como actor. Son un equipo sobrio y talentoso que sigue haciendo cine en estas épocas de confusión estética y falta de corazón en las películas. Air es otro triunfo de ambos.
EL SUEÑO AMERICANO Si Argo había sido algo sobrevalorada y Vivir de noche era una película muy fallida, Air: la historia detrás del logo es una vuelta a la mejor de las formas para Ben Affleck como realizador. Esa concreción se da a través de un relato que recupera buena parte del idealismo norteamericano más atractivo -ese que se sustenta en la búsqueda y aprovechamiento de las oportunidades a través del laburo y del riesgo- y que apela a una estructura narrativa indudablemente cercana al género deportivo. Típica narración “underdog” (esas sobre personas o equipos que superan las expectativas) basada en eventos reales, Air: la historia detrás del logo sigue a Sonny Vaccaro (excelente Matt Damon), un vendedor de calzado que trabajaba para Nike que decidió volcar todos los recursos de la división de básquet de la compañía para convertirse en la marca asociada a Michael Jordan. La apuesta de Vaccaro era arriesgada en varios frentes: no solo porque en ese momento Jordan era todavía un novato que debía probar su valía en la NBA, sino también porque el jugador no quería saber nada con Nike, por lo que Adidas y Converse eran las compañías favoritas para “vestirlo”. Lo que vemos entonces es el camino recorrido por Vaccaro para convencer a la gente de su compañía -incluido el dueño de Nike, Phil Knight (Affleck)-, a la familia de Jordan (especialmente a su madre, Deloris, interpretada por Viola Davis) y al propio Jordan de que esa asociación no solo es posible, sino necesaria para ambas partes. En Air: la historia detrás del logo casi no se ven escenas de básquetbol: en eso es bastante parecida a El juego de la fortuna, donde el deporte era a la vez el foco central y el telón de fondo, lo que movilizaba la pasión de los personajes desde el fuera de campo. Affleck y Damon (que en cierto modo son coautores del guión, al cual reescribieron de manera no oficial) buscan hablar sobre ese deporte -o más bien, sobre el deporte en general-, pero más como producto cultural y como emergente de una forma de ver, y construir el mundo. De hecho, el concepto de “producto” es quizás uno de los tópicos relevantes y a la vez subyacentes del film, que indaga en cómo hay determinados sujetos que pueden representar múltiples cosas a la vez y, desde ahí, convertirse en símbolos no solo deportivos, sino también políticos, sociales, morales y hasta económicos. En los eventos que retrata -con sus interpretaciones y derivaciones posibles-, Air: la historia detrás del logo encuentra una muy buena excusa para construir otra metáfora sobre el “sueño americano”, ese hecho de personas e ideas extraordinarias, pero también de gente común y corriente, aunque laburante de principio a fin. Sin embargo, el gran mérito de Air: la historia detrás del logo -y que la pone un escalón por encima de Argo– está dado porque alinea las piezas narrativas de forma precisa para que, cuando llega el momento de la discursividad explícita, esta no se sienta forzada o apoyada en las creencias previas de los espectadores. La puesta en escena de Affleck, al igual que el guión, son un gran ejemplo de cómo convencer a cualquier tipo de público sobre las bondades de un discurso determinado. Y eso puede darse porque los personajes no solo son gente cautivante desde su pasión, dedicación y vocación por lo que hacen, sino también muy divertidos. Air: la historia detrás del logo funciona también muy bien en el terreno de la comedia, desde diálogos filosos que se dan a mil por hora y un humor que hasta se permite jugar con lo físico -hay, por caso, un gran chiste en referencia a la panza de Vaccaro- porque, al fin y al cabo, todo se trata sobre individuos imperfectos que buscan hacer lo suyo de la mejor manera posible. Esa comicidad es la que le permite generar una gran empatía con los protagonistas y, finalmente, crear una pequeña gran épica. Una épica bien humana y terrenal sobre el saber captar y entender lo que pueden generar tipos fuera de serie como Jordan, y cómo trasladar ese conjunto de significados a una simple zapatilla. Una zapatilla (y una marca) que terminaron siendo mucho más que eso. Al fin y al cabo, de eso se trata el sueño americano: de cómo acciones particulares pueden tener resonancias generales. Affleck y Damon entienden esto a la perfección y consiguen delinear una pequeña gran película, de esas que solo la maquinaria hollywoodense.
AIR: La historia detrás del logo se trata sobre cómo Sonny Vaccaro, ejecutivo de Nike de la década de 1980, consiguió que un novato Michael Jordan firmara contrato con ellos para usar las zapatillas que llevan su nombre, las famosas Air Jordan. Es decir, sobre cómo nació la relación comercial entre el deportista y la incipiente división de básquetbol de Nike y sobre cómo esto revolucionó el marketing deportivo. En la quinta película de Ben Affleck como director, el resultado vuelve a ser grandioso, porque cada vez que se pone detrás de cámara demuestra habilidad para narrar y para hacer de cada historia un entretenimiento efectivo y de ritmo apabullante, esta vez ayudado por un guion (a cargo del debutante Alex Convery) en el que todo encaja a la perfección, con escenas, personajes y diálogos afiladísimos y con mucho timing. El filme se centra en Sonny Vaccaro (Matt Damon), el encargado de encontrar talentos y posibles negocios rentables de Nike, que en 1984 (año en el que transcurre la película) era una empresa pequeña en comparación con Adidas y Converse, las marcas que ocupaban los primeros puestos de venta. Nike se destacaba en el running, pero a poca gente le importaba ese deporte. De ahí que Vaccaro decida poner las fichas en Jordan, quien había demostrado ser un crack en los torneos universitarios de básquet. Vaccaro quiere crear unas zapatillas exclusivas para Jordan, que capten su personalidad porque eso lo distinguirá del resto de las estrellas de la NBA, y porque eso hará únicas a las zapatillas. Como si fuera una publicidad institucional mezclada con Red Social y Rey Richard: Una familia ganadora, la película sigue las idas y vueltas de Vaccaro con la familia Jordan y con los ejecutivos de las otras marcas, en disputas enardecidas y graciosas, sobre todo las que tiene con David Falk (Chris Messina), el ejecutivo rival. AIR: La historia detrás del logo no es una película sobre Michael Jordan (a quien no se le filma la cara) porque es un deportista irrepresentable, es decir, ningún actor puede hacer de él y que el resultado sea creíble. Jordan fue el mejor basquetbolista del mundo y sacudió a la NBA durante muchos años, es muy difícil ponerse en su piel. La película se centra más bien en el trabajo de Vaccaro, en su apuesta por conseguir a Jordan y en cómo va construyendo la idea de las zapatillas junto con los otros ejecutivos de Nike, como Phil Knight (Ben Affleck), Rob Strasser (Jason Bateman), Howard White (Chris Tucker) y el diseñador Peter Moore (Matthew Maher), que terminan acompañando a Vaccaro en la arriesgada empresa (los cuatro actores están impecables). La idea de Vaccaro es muy norteamericana. El individualismo y la fe en el negocio que beneficia a todos hicieron grande al país del norte. El norteamericano promedio cree en la libertad individual y apuesta todo al negocio para hacer realidad el sueño americano. La fe y el convencimiento de Vaccaro son firmes, a tal punto que le creemos sus monólogos y cuando va a hablar con la madre de Jordan, lo que se puede tomar como una defensa del espíritu capitalista. Si quieren le pueden poner cinco estrellas porque tiene momentos que justifican el máximo puntaje, y cada espectador se emocionará como pasa siempre con las grandes películas basadas en historias reales. Los norteamericanos saben hacer cine, no se cansan de hacerlo bien. Ben Affleck lo sabe y lo hace.
EL AIRE QUE PISO Hace un par de semanas, el piloto, director de cine y ahora emprendedor gastronómico Enrique Piñeyro destacó en un programa radial que en su experiencia con la aviación lo más problemático es el despegue y aterrizaje de una nave, y que no se presentan mayores problemas al pilotear un avión fuera de eso porque se mantiene al avión entre dos capas de aire que lo mantiene “inmóvil”, por así destacar, “flotando” en el aire. Ben Affleck -creo que no hace falta mencionarlo, pero lo haremos- es el actor devenido en director luego de participar en ambos roles con The Town, Argo y Live by Night, y ahora acomete con Air, su nuevo film, un nuevo y firme paso dentro de su carrera… directorial. En esta ocasión Ben, fiel a su estilo, cercano a lo que hizo en Argo, filma una “película de oficina”. Esto sería, sí, mezcla de una historia de deportes, específicamente del comienzo de apogeo del basquetbolista y figura Michael Jordan (antes de la NBA) en lo que resultara la inclusión de la marca Air Jordan dentro de la franquicia de zapatillas de la marca Nike, con lo que vendría a constituir en parte un film de “búsqueda de talentos”. Así logra amalgamar una propuesta que resulta no solo atractiva sino por la eventual dinámica de la puesta en escena y el magnífico y sólido cast. Lejos en el tiempo, Affleck y Matt Damon fueron los niños que compartieron el conflictivo Oscar por En busca del destino, guion que se le atribuyó al veterano William Goldman. Un hecho luego fue desmentido hasta por el propio Goldman, quien insinuó irónicamente que no podía ser de su autoría ya que jamás podría escribir una escena como la de “It’s not your fault, it’s not your fault”. El guion de Air, por su lado, es el debut de Alex Convery, quien se aleja de la narrativa y épica de The Last Dance para dejar en claro que ésta es una película que va sobre todo lo que giró alrededor de concretar la firma para un negocio multimillonario, que consistía en el proyecto de un nuevo calzado para consumo masivo, su diseño y la aceptación de parte de Nike y su fundador, Phil Knight, rol que Affleck se reservó para sí mismo. En esa época, alrededor de los 80, Nike estaba a punto de dar de baja su sección de productos para basquet; sus competidores Adidas y Converse acaparaban el negocio o share, por un lado gracias a la excelencia de sus productos y figuras en su cartera (Larry Bird, “Magic” Johnson). Fue el momento en que John Paul Vincent “Sonny” Vaccaro (Matt Damon) vio que Jordan era el futuro talento a seguir y en quien Nike, a través de Knight, debía hacer la gran apuesta. Por su lado, Jordan -quien está fuera de campo en todo el film- se reunió con Affleck para dar el visto bueno al film y fue quien indicó qué no debía faltar en el proyecto: primero, contar con Viola Davis para interpretar a su madre, Deloris Jordan, y después, tener en cuenta el personaje de Howard White (interpretado por Chris Tucker), ejecutivo de Nike al que Jordan le da gran parte del mérito de su firma. También están presentes el agente de Jordan, David Falk (Chris Messina) y el ejecutivo de marketing Rob Strasser (Jason Bateman). No hace falta destacar que, en la historia de la industria del calzado, las cláusulas propuestas por Deloris, específicamente la de compartir parte de la ganancia de ventas con Jordan, revolucionó la futura firma de contratos de otros deportistas. Algo que Affleck también incorporó a su productora a partir de este film para con sus trabajadores. Si bien no podría encasillarse a Air como una película específicamente de deportes, tiene elementos en los que Affleck quiere indagar. Entre otras cosas, la noción de la familia como un ente para la negociación (en el caso de Jordan, a través de su madre), y en los personajes de Strasser y Sonny: uno ve poco a su hija, mientras que al otro no se le conoce relación alguna, más que en la conversación/escena clave del film junto a Deloris. Affleck en Air es el piloto que describe Piñeyro en relación a la navegación aérea. Pisó sobre aire seguro, contó una historia, contó con un cast inmejorable y dirigió sobre una base lógica, sin espectacularidades ni riesgo, casi de manual, mantiniénsose en la seguridad (en comparación con Live by Night). Sus dificultades de despegue/aterrizaje fueron aquellas de contar con la bendición de Jordan, algo que logró, como luego la aceptación del público a su propuesta, algo que por lo visto hoy está logrando también.
Suena «Money For Nothing» de Dire Straits y se da paso a una serie de imágenes que nos sitúan en el contexto en el que se desarrollará la historia. La cultura popular norteamericana de los años ’80 (más precisamente 1984) con los videojuegos, las luces de neón, el surgimiento de la generación MTV, la TV por cable, Ronald Reagan como presidente y muchas otras cosas más que ya vimos representadas en un gran número de relatos durante los últimos años, aunque aquí no se aborda de una forma superficial como en tantos otros casos. A Ben Affleck («The Town», «Argo») no le hace falta más que ese pequeño montaje para ubicarnos en tiempo y espacio sobre lo que estamos a punto de ver. Para aquellos que no estén familiarizados con la historia que se nos presenta, tenemos a Nike que, como empresa de indumentaria deportiva, estaba ubicada en el tercer puesto detrás de Converse y Adidas. Los directivos y ejecutivos de la empresa buscan ampliar o mejor dicho potenciar su sección de basketball fichando a deportistas prometedores del nuevo draft de la NBA. En este contexto y con un presupuesto acotado, la marca trataría de ir detrás de una joven promesa llamada Michael Jordan para poder mejorar sus ventas. El resto es historia, un contrato sin precedentes, una línea propia llamada «Air Jordan» y un porcentaje de las ventas que establecería el primer caso en que el atleta era puesto por encima de la marca en sí. Matt Damon y Ben Affleck vuelven a unir fuerzas, tanto como parte del elenco como del equipo que se encargó de escribir el guion, luego de aquella experiencia obtenida en «En Busca del Destino» (1997) donde habían conseguido el Oscar a Mejor Guion Original. Justamente lo más interesante y destacable de este largometraje tiene que ver con el brillante trabajo en el guion donde se nos presentan personajes con problemáticas propias y oportunidades evidentes para salir adelante, no sin antes arriesgar bastante, el llamado «Sueño Americano» que todavía se veía como algo posible en ese escenario pre 9/11. La propuesta de Affleck además de ser extremadamente eficiente y atractiva, presenta un dinamismo elevado como resultado de los ingeniosos intercambios que tienen continuamente los personajes, así como también gracias a un sólido montaje. El meticuloso trabajo que se le dio a los diálogos entre Matt Damon, Ben Affleck, Viola Davis, Chris Messina, Marlon Wayans, Chris Tucker y Jason Bateman es uno otro de los aciertos del film junto con la impecable labor en dirección. Affleck no solo ajusta y le dedica un timing perfecto a las interacciones de los personajes, sino que cuida cada detalle para que todas las líneas de diálogo funcionen a modo circular dentro del relato, influyendo en el accionar y las conductas de los intérpretes. Esto hace que el espectador nunca pierda el interés y que se maneje un clima de tensión impresionante en un film donde prácticamente todas las secuencias son de personas hablando e intentando vender un par de zapatillas. Ahí es donde entra en juego la pericia del director y la «magia» del cine donde no importa tanto que se nos cuenta sino en la manera en que lo hacen. La banda sonora funciona como otro elemento contextualizador dando paso a un popurrí de canciones de los ’80 que amplían ese universo donde se desarrolla la acción y también sirve por momentos (especialmente luego de ese detalle que da el personaje del querido y cumplidor Jason Bateman) para resignificar ciertas cuestiones y conductas de los involucrados. «AIR: La historia detrás del logo» es un retrato de época inspirado que se funda en una estructura narrativa sólida y ajustadísima como mecanismo de relojería. Con puntos altísimos en actuación y dirección de actores, la película de Ben Affleck sorprende por su buen ritmo y su buen tino a la hora de abordar una historia tan legendaria dentro del ámbito del marketing deportivo.
La trastienda de los negocios deportivos Tras varios años sin dirigir desde Vivir de Noche (Live by Night, 2016), Ben Affleck regresa con Air (2023) a la combinación de roles, aquí nuevamente como director, actor y productor sobre un guión de Alex Convery acerca de la historia de la creación de las zapatillas Air Jordan que catapultaron a la empresa norteamericana Nike a la cima mundial del rubro del calzado deportivo, aparentemente gracias a la pasión de uno de sus empleados de marketing deportivo. Con una lógica muy similar a la de Moneyball (2011), el film de Bennett Miller protagonizado por Brad Pitt, Affleck recrea aquí los pormenores de la firma del contrato de exclusividad entre la marca Nike y el basquetbolista estadounidense Michael Jordan (Damian Delano Young) a mitad de los años ochenta, algo que generaría un gran revuelo en el deporte por el monto, las condiciones de regalías por la venta de las zapatillas con la marca Jordan y el éxito del calzado del novato basquetbolista, quien se volvería una sensación unos pocos años más tarde tras ganar el campeonato en varias oportunidades. En este drama de marketing deportivo, el analista de talentos Sonny Vaccaro (Matt Damon) es un profesional apasionado al básquet cuya tarea es predecir qué jugadores novatos se convertirán en las futuras estrellas de la Asociación Nacional de Básquet de Estados Unidos, conocida por sus siglas NBA (National Basketball Aassociation). En 1984 Sonny asesora a Nike, que ocupa el tercer lugar en el mercado de zapatillas deportivas detrás de Converse y Adidas, esta última una corporación alemana sumida en las peleas internas entre los herederos de la empresa fundada por Adolf Dassler. Mientras que todo el resto de la batería de asesores contratados por el departamento de marketing de Nike proponen nombres de jugadores novatos en los que podrían invertir los 250 mil dólares que la empresa destina a promocionar jugadores, Sonny propone otorgarle todo el dinero a un solo jugador, dada la imposibilidad de conseguir más financiación para promocionar tres jugadores. Vaccaro esta convencido de que Nike debe invertir todo en el novato Michael Jordan de los Chicago Bulls, que a la postre se convertirá en uno de los mejores jugadores de básquet de la historia durante la década del noventa y en una celebridad transformada en marca global. Ante la negativa del agente de Jordan, David Falk (Chris Messina), de organizar una reunión sin una oferta formal, y de las dudas del presidente y fundador de Nike, Phil Knight (Affleck), y del director de departamento de marketing, Rob Strasser (Jason Bateman), Vaccaro viaja para visitar a la familia Jordan y se reúne con la madre, Deloris (Viola Davis), que decide privilegiar a Nike a pesar de la preferencia de Jordan por Adidas. Al igual que Moneyball, Air hace hincapié en la trama de marketing y estrategias detrás de los negocios corporativos, en este caso la consolidación de la marca Nike y la creación de la zapatilla Air Jordan, concebida por Peter Moore al igual que el característico logo de Jordan saltando con el balón, personaje aquí interpretado muy bien por Matthew Maher. En lugar de utilizar a la nostalgia como apelación emotiva, Affleck la incluye en la trama como un recurso más, táctica que no reniega de la melancolía para atrapar al espectador pero tampoco abusa del dispositivo nostálgico para hipnotizarlo con el fetiche retromaniático transformado en un regreso al pasado sin sentido. Esta decisión diferencia a Air de muchas películas de época actuales que con o sin intensión se sumen en la ridícula celebración de la melancolía reaccionaria adulta de un tiempo pasado donde todo era más simple, sensación producto de la derrota de los proyectos de transformación social y del disciplinamiento capitalista de los trabajadores desde la década del setenta. Lo mejor de la película son claramente la actuación de Viola Davis como la madre de Michael Jordan, Deloris, y la elección musical de Andrea von Foester de una compilación de temas de los ochenta muy efectiva que crea un clima de época con bandas y solistas consagrados y recordados, como Dire Straits, Alan Parsons Project, Big Country y Bruce Springsteen, a los que se suman artistas con éxitos menos resonantes como Squeeze y Dan Hartman. También se pueden escuchar fragmentos de grandes clásicos del período como All I Need is a Miracle, de Mike & the Mechanics, Can’t Fight this Feeling Anymore, de REO Speedwagon, y Computer Love, de Zapp & Roger, entre algunos de los temas más conocidos de esta catarata de recuerdos que Affleck maneja con la inteligencia que caracteriza a su cine desde su gran debut con Desapareció una Noche (Gone Baby Gone, 2007), seguida después por las también estupendas Atracción Peligrosa (The Town, 2010) y Argo (2012). Air logra narrar con una gran eficacia la historia de las Air Jordan gracias a una combinación de buena contextualización de todos los actores y los negocios en juego, una gran banda sonora de los ochenta para mover el esqueleto y excelentes actuaciones de una Viola Davis descomunal y un gran elenco encabezado por Matt Damon, Jason Bateman y el propio Affleck caracterizando al excéntrico presidente de Nike, secundados por David Falk, Chris Tucker y Matthew Maher, quienes recrean esta simpática historia de éxito capitalista de parte de un deportista talentoso, algo que siempre genera empatía y algarabía en los fanáticos de los deportes de alta competición.
La flamante “Air” recrea el acuerdo millonario concertado entre la firma Nike y la estrella baloncelista Michael Jordan, ocurrido a mediados de los ’80. Gestando una asociación que devendrá en inseparable: la icónica marca de zapatillas con la que se identificará a ‘Su Majestad’ por el resto de su ilustre carrera es también hoy insigne brand en las musculosas de cada una de las treinta franquicias de la NBA. El influyente empresario Sonny Vacarro (interpretado con prestancia por Matt Damon) lleva a cabo un minucioso proyecto de convencimiento acerca del futuro del incipiente escolta surgido de la Universidad de North Carolina y con destino a Chicago Bulls, prometiendo a los padres de la entonces ascendente figura un lucrativo contrato con rédito económico sin precedentes para un deportista profesional. Tarea nada sencilla, no se trataba de solo desearlo y pronunciar las palabras mágicas: ‘just do it’. Porque Nike es la cultura… Ben Affleck, quien obtuviera enorme reputación con films policiales de la clase de “The Town” (2010) y “Live by Night” (2016), y cuya transición detrás de cámaras representara un salto de calidad a su fluctuante carrera como intérprete, retorna a la silla de director con un producto sobresaliente. Cuestión de negocio absoluto, los números mandan a la hora de cerrar tratativas de esta índole. Porque las reglas que se rompen son las cuales por lo que se nos recordará, y en el búnker de Nike, que decora sus paredes con arte gráfico de dudosa calidad pero desborda ambición y espíritu revolucionario, se han escrito diez mandamientos que garantizan el éxito. Dato no menor que cotejar, el mentado acuerdo salvaría a Nike de una estrepitosa caída en las acciones por ventas de calzado deportivo, superado en aquel entonces por las dominantes Adidas y Converse. La salvación adquiría la forma de ensueño para relato de celuloide. “Air” nos presenta un casting fenomenal. Mientras Damon regresa a colaborar con su fraternal Affleck tres décadas y media después de “En Busca del Destino”, mientras Viola Davis, Jason Bateman, Chris Tucker y Marlon Wayans se suman a un reparto plagado de talento. En la piel del gurú CEO de Nike, el bueno de Ben regresa a la gran pantalla en el que representa su quinto largometraje como director. Luego de ganar tres Premios Oscar con Argo (2012), quien también oficia aquí como productor ha sabido mostrarse en el pasado como un especialista en el thriller, ejerciendo en esta ocasión un rotundo cambio de timón hacia el drama deportivo que la platea americana gusta explorar de modo profuso. Sabido es que el básquet se conforma como un subgénero con entidad propia dentro de la nutrida historia del cine, sin embargo, lejos de nutrirse de epítomes como “Hoop Dream,”, “Blue Chips” y “El Juego Sagrado”, prefiere orientarse al costado del juego que se disputa en oficinas, puertas adentro. Con aire de David Mamet y retrotrayéndonos a la más reciente “Moneyball”, se conforma como una oda al capitalismo en plena era del marketing. Este gran relato americano acerca de la conquista de la hazaña (firmar a la superestrella afroamaericana más codiciada, cuando solo contaban con el veterano Moses Malone), se encuentra musicalizado por emblemas de la época como “Money for Nothing” de Dire Straits y “Born in the USA” de Bruce Springsteen. Bebe de las fuentes clasicistas de Clint Eastwood, demostrando Affleck una sobriedad notable y un gusto estético por radiografiar con pormenorizado detalle una magnífica recreación de época: carteles luminosos, góndolas de supermercado, revistas deportivas, la tv a colores en la era MTV y cadena ESPN. Con gran sentido pop, la fotografía tamiza texturas y opaca los colores como si de un antiguo soporte en VHS se tratara. Así es como “Air”, con total agudeza, savoir faire de balón anaranjado y quirúrgica mirada sobre las modas ochentistas, construye un relato con filigrana retro, llevándonos directo hacia el corazón de la década que rubricó la dominancia emergente de la NBA. Eran tiempos de Erving, Magic, Isiah y Bird. Nombres propios que cotizaban alto en las álgidas noches de apuestas…pero Jordan estaba arribando para cambiar por completo el panorama. Un estratégico plan se ponía en marcha: era hora de apalabrar a sus padres, James y Deloris. Casi no vemos al joven Mike, la película elige no mostrarlo. En ninguna instancia y la decisión es objetable. Apenas lo vemos de espaldas, o asistiendo en un segundo plano (casi desatendiendo, falto de carácter) vitales conversaciones rumbo al acuerdo. Aquí los focos de luz no se posan sobre el GOAT, claramente, sino que detienen sobre el cazatalentos Vaccaro y sus kilos de más, un lastre que el fenomenal Damon no está dispuesto a ocultar. Vive y muere por su descabellado sueño, firmar a la figurita más difícil y demandada, porque el riesgo lo vale: cree firmemente que ha descubierto una estrella de nivel superlativo. Y suda como en minuto final de séptimo partido de playoffs. Una reunión clave en la agenda podría decidir el destino de una compañía entera. Tan fundamental como aquel tiro en pleno clutch que un impávido y relajado Mike tomara, rumbo al triunfo en la final NCAA, salvando el pellejo de los suyos y de su mentor, Dean Smith. En esta ocasión, la pelota está en manos de la mujer del hogar, porque las madres afroamericanas saber llevar las cuentas y el timón. La historia detrás para que el milagro ocurriera y MJ no firmara con la competencia, cobra calibre de leyenda cinematográfica. Porque al séptimo arte le encanta que todo sea una cuestión de negocios. Y primero lo primero, inclusive presumir de atesorar (y no subastar) el discurso escrito de Martin Luther King. Las ‘Jordans’ no correrían igual suerte y una estatua de bronce a las puertas del United Center soporta vendavales en la ciudad de los vientos. El instaurado “Be Like Mike” cambió de parecer a todos aquellos que dudaban de la genuina capacidad del futuro emblema, subestimado dentro de un concurrido draft que depararía una de las colecciones de talento más impresionantes de la historia: Hakem Olajuwon, Sam Bowie, Charles Barkley, Sam Perkins y John Stockton. Todos ellos se declararon elegibles aquel año: 1984. “Air”, merced a tales valores e intenciones, coloca en relevancia los factores que incidieron para que una marca adquiera forma de running shoe (porque todos corren en Norteamérica) y luego se convierta en un logo antropomórfico. La silueta voladora del legendario número veintitrés, aquel a quien todos querríamos imitar, firma sobre letras doradas un lema de grandeza para generaciones por venir. Corrían tiempos de furioso cambio para el deporte norteamericano; sentimos en la piel la bisagra evidente que existe entre el romanticismo setentista y la era moderna. Un quiebre radical en el concepto del derecho a obtener ingresos inclusive antes de arribar a la práctica profesional, manifestándose semejante hito en favor de las ganancias que reciben jugadores por la explotación mediática de su imagen. Síntomas de un tiempo actual en donde la evolución del aspecto mercantil hacia cifras astronómicas otorga al deportista nuevas y empoderadas obligaciones. De cara al pleno efecto de mercado a nivel global que cambiará el curso de la historia del baloncesto, el de Jordan resultó el puntapié inicial al derroche de dólares que coronará a resonantes estrellas del nuevo milenio como rostros de su propia marca personal. La piedra angular de una mitología deportiva a la cual el clip de highlights durante los créditos no hace justicia. Pese a ello, no es opaca lo logrado entre pecados de omisión que desestiman regalarnos el plano que todos queríamos ver: el joven Mike calzándose por primera vez aquel modelo perfectamente diseñado en furioso rojo, blanco y negro.
Tras una deslucida y olvidable exploración del cine noir en Live by Night, Ben Affleck retomó su faceta de realizador con un proyecto mucho más interesante que narra los orígenes de una de las líneas de calzados deportivos más populares de la historia. En esta producción volvemos a encontrar al cineasta de Argo y Gone baby gone quien consigue construir una película atrapante con una premisa sencilla que tal vez no resultaba atractiva para todos los públicos. El detrás de escena del contrato de una compañía de zapatillas con Michael Jordan. El gran gancho argumental reside en el contexto temporal en el que se desarrolla el conflicto donde Nike era una marca de segunda línea al borde de la quiebra y Jordan recién ingresaba en la NBA. A través de una detallada y nostálgica reconstrucción de los años ´80 Affleck nos transporta a ese contexto cultural y consigue que las reuniones y discusiones de marketing por el diseño de un calzado sean interesantes. En esta cuestión jugó un papel clave el dinámico guión del debutante Alex Converey y un gran reparto donde sobresalen especialmente Matt Damon, Viola Davis y el propio director quien encarna al CEO de Nike. En roles más secundarios llegan a destacarse Jason Bateman y Chris Tucker, quien hace rato no aparecía en los cines. A quienes les interese este tema o hayan disfrutado esta película les recomiendo completar el visionado con el excelente documental One Man and His Shoes (2020). Affleck te cuenta el origen del producto mientras que la obra del director Yemi Bamiro se enfoca en analizar el impacto cultural del calzado y su lado más oscuro. Lo que no se menciona en la película es que las zapatillas fueron un producto elitista al que no todo el mundo podía acceder debido a su costo. Algo que no cambió en la actualidad. Esta cuestión, especialmente entre fines de los ´80 y mediados de los ´90, derivó en una desquiciada ola de crímenes en los Estados Unidos donde un montón de gente murió por el robo de las codiciadas Air Jordan. Gran regreso de Ben Affleck en la realización que no hay que dejar pasar si disfrutaste sus obras previas.
"Todo por unas zapatillas" La película Air, narra la historia detrás de la génesis de las exitosas zapatillas “Air Jordan”, diseñadas para el aquel entonces novato jugador de basketball, Michael Jordan. Por Denise Pieniazek Air: La historia detrás del logo( Air,2023) inicia su relato en 1984, cuando la marca deportiva Nike, situada en Oregón, Estados Unidos, atraviesa una crisis en la sección de zapatillas de básquet, debido a las bajas ventas y a la competencia que enfrenta con otras empresas como Adidas y Converse. Con el fin de revertir la situación, el cofundador y director ejecutivo de la compañía Phil Knight (interpretado por Ben Affleck, quien además dirige por quinta vez) y el vicepresidente de marketing Rob Strasser (Jason Bateman) le solicitan a Sonny Vaccaro (personificado empáticamente por Matt Damon) que encuentre una figura deportiva atractiva para convertirse en la cara de la línea. El talento del ejecutivo de marketing deportivo Sonny Vaccaro, reside en conocer sobre el deporte y según el filme entender prontamente que había algo distintivo en la figura de Jordan, su grandeza. Por eso a pesar de la falta de presupuesto de la empresa decide perseguir y persuadir a Michael Jordan para que elija a Nike por sobre Adidas o Converse, marcas líderes en ese mercado en ese entonces. Para ello Nike no sólo debe convencer a quien luego sería el mejor basquetbolista del mundo, sino también a sus padres, principalmente a su temperamental madre Deloris, interpretada por una conmovedora Viola Davis. Al respecto, la película tiene tanto respeto por la figura de Michael Jordan que se lo representa prácticamente de espaldas cada vez que aparece, puesto que Jordan hay uno solo. El filme basado en hechos reales, narra que a mediados de los ´80, Nike estaba decidida a aprovechar el talento futuro de Michael Jordan otorgándole una línea de calzado exclusiva con los colores del equipo Chicago Bulls, infringiendo las normas de la NBA. Por ende, Air brinda al público una historia con poder de síntesis, que logra hacer interesante para toda clase de espectadores la creación de las zapatillas “Air Jordan”. Puede resultar especialmente atractiva a quienes estén interesados en el deporte, el marketing o el diseño. En conclusión, el ritmo dinámico y la acertada dirección de Ben Affleck, junto al buen equilibrio entre el humor y la emoción, producen como resultado una obra entretenida y disfrutable. Una vez más el cine vuelve a reunir en pantalla a la dupla tan querida compuesta por Damon-Affleck, quienes han escrito juntos el guión de En busca del destino (Good Will Hunting, 1997) y más recientemente El último duelo (The Last Duel, 2021). Por último, el largometraje logra retratar detalladamente el clima de época de los ´80, mayoritariamente gracias a su lograda ambientación. Sin dudas, la génesis de la línea de productos “Air Jordan” merecía ser llevada a la pantalla grande, puesto que lograron impactar enormemente en la industria deportiva, del entretenimiento y del deporte. Fueron esas zapatillas y la figura de Jordan las que revolucionaron el negocio de la indumentaria deportiva, fue la primera vez que un atleta obtenía un porcentaje directo por la ganancia en las ventas del producto.