Regreso sin gloria Tras dos secuelas para la pantalla grande -American Pie 2, en 2001, y American Wedding, en 2003- y múltiples spin-off destinados al mercado hogareño después, ahora la saga continúa con el grupo del ex alumnos del secundario de East Great Falls planeando un reencuentro. Reencuentro al que asistirán, claro está, gran parte de los personajes que desfilaron por las películas anteriores, todos con sus vidas post-colegio a cuestas: Oz (ese pichón de Keanu Reeves que en algún momento fue Chris Klein) es ahora un importante periodista deportivo televisivo, Kevin (Thomas Ian Nicholas) convive feliz con su novia y está a cargo de los quehaceres domésticos, Stifler (Seann William Scott) sigue tan irresponsable como siempre, y Jim y Michelle (Jason Biggs y Alyson Hannigan) son ahora un matrimonio con un hijo pequeño. Cualquier espectador un poco avezado podrá suponer que la juntada, eje nodal de American Pie: El reencuentro, no será precisamente una tarde de café y que, en cambio, vivirán una serie de enredos y malosentendidos. La cuestión es que prácticamente todos esos malosentendidos están relacionados con el sexo, embalando así la película a cualquier asunto ajeno a esa cuestión: la ex vecina de Jim devenida en voluptuosa adolescente ansiosa por debutar, la falta de pasión entre éste y su actual pareja, Stifler en su eterno hervor hormonal, la liberalísima actual novia de Oz, y un largo, larguísimo, etcétera. Ok, se podrá decir que esa es la característica central de la saga, pero el paso del tiempo se siente. O al menos debería. Que una película como American Pie estuviera totalmente centrada en los avatares sexuales y la ansiedad por la pérdida de la virginidad tiene su correspondencia con la franja etárea de los protagonistas, todos ellos sub-20 en el último año del colegio secundario. Pero que trece años después esa temática siga siendo lo principal -lo único-, deja, por un lado, el resabio amargo de un estancamiento y, por el otro, la consecuente duda sobre el por qué de esa decisión. Hay dos posibles enfoques ante ese cuestionamiento. En ambos casos, la conclusión es más o menos similar: el resultado final es perjudicial. El primer enfoque es ver a esa pulsión sexual constante como una manifestación de la incapacidad de la saga para evolucionar junto a las necesidades y preocupaciones de sus protagonistas (trabajo, familia, pareja, etc.), algo que sí hace, por ejemplo, y con la salvedad de las enormes distancias, Toy Story. La segunda es que, por el contrario, American Pie: El reencuentro sí es un muestreo emocional de los protagonistas y el sexo sigue siendo la necesidad primordial. Aquí la falla sería más profunda y menos redimible, ya que directamente se trataría de la imposibilidad de construir personajes con alguna progresión -negativa o positiva- entre película y película. Pero además, y esta es quizás la estocada letal, American Pie: El reencuentro parece olvidar -o al menos no tener en cuenta- qué ocurrió con la comedia americana desde American Pie, es decir, en los últimos trece años. Will Ferrell, Seth Rogen, Jonah Hill, Jason Segel, Adam McKay, David Wain, Nicholas Stoller, Judd Apatow, Zoolander, El reportero, Dodgeball, Virgen a los 40 años, Ligeramente embarazada, Pase libre, y un larguísimo etcétera demuestran que ya no alcanza con la escatología gratuita -la escena de la heladera en la playa-, algunos pasos de comedia sexual chabacanos -la vecina de Jim- o un sexismo machacón atravesando toda la película para saltar la enorme brecha entre la generación de algunas risas esporádicas y la construcción cinematográfica de una buena comedia. American Pie: El reencuentro no supo -o no quiso- pegar ese salto.
Más años y las mismas mañas Y sí. El equipo está de vuelta. Esta es la cuarta entrega (hay dos más pero con otro elenco) de la comedia que despertó el fervor adolescente en los noventa. Después de doce años, el elenco original regresa y los conflictos, las bromas pesadas y los enredos continúan para animar esta película que no es otra cosa que una estudiantina que mantiene sus mañas. En ese sentido, American Pie: El reencuentro, que firman los directores Jon Hurwitz y Hayden Schlossberg (Harold & Kumar 2: Dos Tontos en Fuga) tiene un inicio efectivo que encuentra a Jim (Jason Biggs) y Michelle (Alyson Hannigan) casados, con un bebé y sin actividad sexual debido a las obligaciones cotidianas. Todos los personajes tomaron caminos distintos e irán reapareciendo en East Great Falls para participar en la reunión del Instituto: Oz (Chris Klein) ahora es el conductor de un programa deportivo; Kevin (Thomas Ian Nicholas) se convirtió en arquitecto; Finch (Eddie Kay Thomas), es el más misterioso de todos, y Stifler (Sean William Scott), que sigue siendo un niño con ganas de divertirse. Todos (y todo) está puesto en la trama para lograr la carcajada fácil, el gag certero (la nena de al lado creció y se transformó en una vecina explosiva) y el costado escatológico que nunca se deja de lado (no entraremos en detalles). Al elenco juvenil también se lo reúne con las chicas sexies de antaño (Mena Suvari, Tara Reid) y padres en conflicto: Eugene Levy, el papá de Jim, ha enviudado y tiene diálogos más que divertidos o Jennifer Coolidge, la madre de Stifler, que tiene su "peso" en la trama. Relaciones de pareja, sexo, amigos y conflictos actuales son los que marcan la tendencia de esta comedia light y entretenida que también se alimenta argumentalmente del film original. La estudiantina siempre da buenos réditos en boleterías (Porky´s en los años ochenta tuvo lo suyo) y, en la ficción, los personajes prometen volver. Los años pasan, pero las mañas quedan.
“American History Pie” Back in pie rezaría un afiche bien pensado en honor a todas las vueltas, idas y venidas del fenómeno adolescente. Es cierto, se vuelve pero ya no se es el mismo. Corría el año 2003 cuando al salir del colegio un compañero me dice que van a pasar una película muy (muy) graciosa por canal 13 y volvió a acentuar lo de MUY GRACIOSA. Recuerdo que esperé ansioso a las 23:00hs para visionar este culto al cine que me habían promocionado con mis escasos 13 años...
El sinsabor del reencuentro A más de una década de la salida de la primera y a 9 años de la última entrega de la saga American Pie con el elenco original, llega American Pie: El Reencuentro que intentará mostrarnos cómo han sido las vidas de los protagonistas de las ediciones pasadas tras varios años de haberse egresado de su escuela. Jim, Oz, Finch, Kevin y Stifler están de regreso en East Great Falls para celebrar un nuevo aniversario de su salida de la secundaria. Sus vidas no son las mismas, ya que Jim se ha casado con Michelle y ahora tiene un hijo, Oz es un exitoso conductor de un programa deportivo, Finch es un trotamundos, Kevin convive felizmente con su novia y Stifler no ha cambiado demasiado, sigue siendo el mismo solo que ahora trabaja como una especie de cadete en una importante empresa. Si bien sus vidas parecen idílicas, la felicidad completa no representa un concepto aplicable a sus actualidades que no se parecen demasiado a lo que ellos desearon al salir egresados del colegio. Si bien posee un puñado de chistes bien logrados, American Pie: El Reencuentro carece por completo de algo de frescura que renueve el humor sexual adolescente que supo mostrar en el pasado la franquicia. Todo gira alrededor del sexo (ya sea la falta/sobra/insatisfacción de él) en esta cuarta parte, como si el único problema que tuviera este grupo de amigos a lo largo de la historia fuera solo ese. O sea no hay ni la más mínima evolución dentro de la estructura de los personajes, solo hay repeticiones de fórmulas y algunas medidas efectistas que aparentan ser un progreso en sus vidas como puede ser el casamiento, ser padre, ser exitoso o conseguir trabajo, pero que en el fondo terminan demostrando que los personajes siguen siendo los mismos hundiendo el resultado de la cinta. Si bien se puede hacer una cinta basándose únicamente en ese tono cómico, hay que tener en cuenta que hacer 4 películas no es igual y desgraciadamente aquí le termina jugando bastante en contra. Incluso si dejáramos de lado ese "pequeño detalle" la cinta tampoco explota al máximo el citado humor sexual y escatológico, más allá de algunos momentos que rememoran a los mejores momentos (que no son pocos) que supo presentar la saga en el pasado. Jason Biggs, Alyson Hannigan, Chris Klein, Thomas Ian Nicholas, Tara Reid y Seann William Scott vuelven a ponerse el traje que tan bien les quedó en el pasado logrando salvar al film del aburrimiento absoluto. American Pie: El Reencuentro prometía ser una reunión cómica que devolviera a las carteleras el espíritu que supo cosechar esta saga de culto en el pasado, aunque lamentablemente terminó siendo simplemente el sinsabor del reencuentro.
Vasitos rojos de cerveza Luego de cuatro películas de relleno, el elenco original de American Pie (1999) se congrega en su totalidad en American Pie Reunión (American reunion, 2012); una producción que intenta sobrevivir a base de guiños y reiteraciones. Jim (Jason Biggs) regresa a su pueblo natal de East Great Falls junto a Michelle (Alyson Hannigan) y su pequeño hijo para asistir a su reunión del secundario, organizada por John (John Cho). Después de reunirse con sus antiguos compañeros, la promoción del 00’ entenderá que hay cosas que nunca cambian. La saga “pie”, trece años después del estreno de la obra inaugural, parece vivenciar los mismos cambios que la audiencia a la cual está destinada. Quizá existió un estudio de marketing, quizá la percepción de los realizadores viró. Los personajes envejecieron a la par de sus seguidores pero se encallaron en la contraparte enervante del crecimiento: La oxidación. La maduración y su indisociable sabiduría brillan por su ausencia y en su reemplazo se acomodan la puerilidad y la idiotez compulsiva. Sí, aquellas cualidades integraban el atractivo de las primeras películas, y no, ninguna de ellas es negativa de por sí. Pero cuando se inmiscuyen en una mixtura insípida con la mera directriz de subrayar la gloria del pasado, el producto resultante está condenado a complacer a los acérrimos desvelados que, en sus desvaríos justificatorios, se aproximan día a día a la más impía irracionalidad. Por fortuna para sus realizadores, ellos somos muchos, por lo que el fracaso económico no debería figurar en su lista de preocupaciones. En lugar de la admiración o el desprecio, lo que asoma es una vieja incógnita. ¿La reacción debe dirigirse a la producción particular o al género que la contiene? Dentro de sus propiedades, en la comedia ligera siempre reina la predictiblidad. Reconstruyendo viejos argumentos con demagogia, los directores recorren esos trayectos prefijados bajo el rictus indulgente de la crítica. La comedia debe ser cómica pero en estos casos puede no serlo. Es ligera, su rótulo la exculpa. La evolución del concepto en American Pie Reunión la representa su protagonista, Jim Levinson, quien sin desprenderse de la tarea incansable de auto-humillarse públicamente logra adaptación. Su historia es la de aquel que se lanza con brazos abiertos hacia el matrimonio, la rutina, los barrios residenciales y otros analgésicos primermundistas. En el devenir del personaje se distingue la antítesis de quien era originalmente. El conflicto inicial de la carencia de oportunidades para consumar sus deseos sexuales se convierte en la disolución del apetito y su fortaleza para repeler proposiciones que atentan contra la unidad familiar. American Pie Reunión es una declaración involuntaria sobre el conformismo burgués y la relegación de los anhelos personales para la perpetración de las tradiciones impuestas. En definitiva, un producto que merece la mínima puntuación posible. Si obtiene un poco más, deben saber, es únicamente por la gloria del pasado.
El hecho de hacer una nueva entrega de la saga donde el grupo de amigos se vuelve a ver era una buena idea, pero a la hora de hacer el guión los autores se pusieron a pensar poco y nada. Los primeros 30 minutos están bastante buenos, siempre dentro del estilo de American Pie, pero los días de la fiesta y de la reunión son la nada misma. Lo único...
La eterna edad del pavo Que los noventa están regresando es un hecho; cientos de remakes cinematográficas, sumadas a reuniones de bandas legendarias de aquel entonces son una viva prueba de que los jóvenes de esa década somos hoy los adultos que tenemos el poder de decidir y de consumir tanto cine como música. Y la nostalgia es sabido que es uno de los motores del consumo, cuando la misma está bien encaminada. American Reunion es un emergente de esa nostalgia materializada en esos mismos adolescentes que en los noventa pugnaban por perder su virginidad y hoy deben adaptarse a su nueva realidad. Oz (Chris Klein) es conductor afamado de un canal deportivo; Kevin (Thomas Ian Nicholas), un arquitecto reconocido que vive establecido en pareja; Finch (Eddie Thomas) mantiene el misterio sobre su situación actual y Stifler (Seann William Scott) continúa anclado en una adolescencia irresoluta. Jim (Jason Biggs) y Michelle (Alyson Hannigan) encarnaron el sueño americano de casarse con el amor de la preparatoria y formar un hogar con un niño, pero sin embargo la crianza de su hijo ha minado la intimidad de la pareja. En tiempos de reencuentros, claramente propiciados por las redes sociales, todos se dan cita en East Great Falls para rememorar viejos tiempos. Y tal vez aquí sea donde las aguas se dividan entre los espectadores: para aquellos que desean ver una evolución en el planteo de los conflictos y temáticas relacionadas con el mundo adulto la frustración será el resultado. El sexo prohibido ya no es con la noviecita de la preparatoria sino con una bella vecinita a quien Jim cuidaba y quien hoy es una auténtica bomba sexual. Las bromas escatológicas seguirán estando a la orden del día y la complicidad entre amigos seguirá siendo la constante que rija sus relaciones. Aquellos que consideren que la adolescencia es sólo un estado de ánimo, totalmente independiente de la edad de quien la vive, tal vez sepan ver en las situaciones vividas por los ya adultos una revancha poética al implacable paso del tiempo. Es sólo cuestión de decidirse a vivir en la eterna edad del pavo, o simplemente darnos un recreo en nuestra vida de adultos para sentirnos jóvenes, livianos y sin responsabilidades. La última palabra está en el espectador: el film dentro de su paradigma y con sus códigos funciona, pero si esos parámetros no se comparten no es más que la triste historia de un grupo de treinteañeros tratando de negar lo visible; es decir, que ya están crecidos para ver en un pie el objeto de satisfacción de su pulsión sexual.
Desde que en los 90 obtuvo tanta difusión como para acceder a la categoría de clásico del género, American Pie ha sumado unas cuantas secuelas, ninguna muy feliz. Con este reencuentro, los productores quisieron recuperar la reputación de la serie y convocaron a los actores originales. American Reunion (tal, el título en inglés) los encuentra bastante creciditos y aparentemente un poco más formales. Han pasado trece años, pero no por eso debe presumirse que todos han sentado cabeza. Esto que parece una secuela es sólo el producto del reciclado de situaciones más o menos cómicas pero carentes de novedad y, sobre todo, de frescura. No puede hablarse de historia porque no la hay: sólo se trata de reencontrarse con personajes conocidos para espiar cómo están en la actualidad. Si en el film original había una excusa que daba pie a situaciones picarescas a veces graciosas -los chicos se habían impuesto una misión, la de perder la virginidad antes de graduarse-, aquí todo lo que sucede tiene que ver con los efectos del reencuentro y, en especial, con los enredos en que cada uno de ellos se ve envuelto en relación con sus respectivas parejas y con las situaciones picantes o equívocas que pueden presentarse en un fin de semana compartido con una multitud de treintañeros en plan de fiesta. Como cualquier reunión de ex alumnos, la experiencia puede resultar divertida en algunos casos y un poco patética en otros. A los muchachos de American Pie , que regresan a East Great Fall para la reunión de egresados del 99, no tiene por qué irles de otra manera. Jim y Michelle se casaron y tienen un hijo de 2 años que suele interrumpir sus momentos de intimidad; Kevin está felizmente casado, aunque ya no con Vicky; Oz, ahora una celebridad en TV, tiene como compañera a una modelo llamativa y superficial, pero su ex, Heather, de novia con un cirujano, no lo ha olvidado; Finch cuenta fabulosas aventuras de sus viajes por el mundo y sigue acordándose de la madre de Stifler. Y éste conserva la misma mentalidad de chico de 12 años que tenía en la secundaria. A él se deben casi siempre los enredos. Entre tanto chiste fácil y tanto humor atrevido a la manera del viejo teatro de revistas, es casi un descanso que aparezca Eugene Levy, el recordado papá de Jim, aunque sea para animar el único e innecesario momento emotivo de la película.
Esta película podría haber desbarrancado haciendo lo mismo que mostraron hace varios años… pero de manera simpática mostraron que los jodones de aquellos años, ahora tienen la vida verdadera. A vos que egresás del secundario y preferís ver las viejas donde todo es joda y pum para arriba, sabé que las cosas van a cambiar… En eso se detiene American Pie y está muy bien que lo haga. Seguro que los guionistas pasaron por todas estas cosas, y eso provocará que los que no lo hicieron o todavía les falte quemar etapas de sus vidas digan que los chistes son aburridos. Además de descubrir a los personajes hoy día, los cuales estuvieron muy bien definidos en su momento, y eso uno lo puede apreciar a la distancia y como “continúan hoy día” es simpático ver a los actores que en muchos casos no volvieron a aparecer. El caso más notable es el de Tara Reid que pasó a ser la “Facha Martel” versión femenina y hollywodense, pero que hizo todo en pocos años… la mina por poco tiene parálisis facial!! Y el director trata de esconderla en varias escenas donde tiene participación necesaria, con secuencias que duran lo justo y necesario… pero está hecha pelota. Jason Biggs fue el que más sobrevivió al personaje y sigue igual. Mena Suvari, la que volvió loco a más de uno… en Belleza Americana está casi igual… pero naturalmente, no retocada o al menos eso parece. La película tiene un par de cosas tiradas de los pelos, pero logra hacer reir en varias escenas y provoca pasar un rato agradable en la sala de cine.
¡Que viva la eterna adolescencia! Desde su primera entrega en 1999, American Pie se convirtió en una de las franquicias cómicas más importantes de los últimos años. Luego de la tercera parte, de 2003, la mayoría de los integrantes del elenco original se alejó, dando pie a una saga de películas directo a DVD que muy pocos recuerdan. Ahora, casi diez años después de la última parte "oficial", los miembros originales del elenco vuelven a unirse una vez más para American Pie: La reunión que, dependiendo de los números, podría o no ser la última entrega oficial de la serie. La película nos muestra a los miembros de la pandilla ya surcando los 30 años, algunos con hijos, otros casados, con trabajos aburridos o no tanto, pero todos, de una u otra forma, lidiando y viviendo con el mundo "adulto" diariamente. Por un lado tenemos a la pareja de Jim (Jason Biggs) y Michelle (Alyson Hannigan), casados, con un hijo y con una vida sexual prácticamente nula. Por otro lado está Oz (Chris Klein), uno de los presentadores de deportes más famosos del país. También está Finch (Eddie Kaye Thomas), que parece ser un empresario importantísimo que da la vuelta al mundo millones de veces por año. Y claro, está Stifler (Seann William Scott), un grandulón que se niega a madurar y al que casi logran dejar afuera del reencuentro. Todos ellos volverán a su pueblo natal para realizar una reunión de ex estudiantes, pero antes tendrán que atravesar algunos problemas, como la nena que solía cuidar Jim, Kara (Ali Cobrin), con 18 años recien cumplidos y las hormonas en pleno estallido, o con un grupo de revoltosos que se enfrentará a los egresados del '99. American Pie: La reunión mantiene el espíritu de las primeras tres películas y de alguna forma, combina lo que es la inocencia y desfachatez de la primera con el asuntito de crecer y hacerse responsable de la tercera. La mixtura logra dar como resultado una comedia que funciona y que de ninguna manera desentona con lo que es la saga. Claro, American Pie tiene un truquito, como todas las películas "generacionales": para disfrutarlas más, se tiene que crecer con ellas. Con esto quiero decir que tal vez un adolescente no disfrute tanto esta entrega como con la primera, pero alguien que haya vivido una adolescencia similar, y que sea un inmaduro que se encuentre en sus cercanos-medios 30, al ver La reunión, pueda sentirse más identificado. No hay dudas de que American Pie es una de las películas más importantes del siglo XXI. Su primera entrega relanzó un género que parecía muerto: el de la comedia estudiantil "picante", y con ella, muchas otras salieron detrás (Viaje censurado, Superbad, etc.), por eso que hoy se estrene una cuarta entrega de esta saga se convierte en casi un evento. Y, como todo evento importante, no deberían perdérselo.
Con un espíritu adolescente Hace casi trece años estos inmaduros de hoy eran adolescentes, imagínense cómo serían. El que no vió las tres entregas anteriores de la saga, no tiene que oprimirse demasiado el cerebro para imaginarlos. Están todos, la barra de East Great Falls en pleno. No se han visto desde hace tiempo, pero la convocatoria del Instituto donde estudiaban los reúne. Los chicos que no querían recibirse sin experiencia sexual, han "casi" sentado cabeza. Algunos como Oz lograron éxito en la profesión que le gustaba, periodista especializado en deportes. Jim se casó con Michelle, que en un momento sólo hablaba de los campamentos musicales. En cuanto a Kevin, parece bastante feliz con la novia y una fórmula ideal para tener la relación en paz. NUEVOS ROMANCES De Stifler no se puede decir nada, porque se quedó en el tiempo. Sin escarbar demasiado, la obsesión sexual se mantiene prácticamente en todos. Ya sea en las insatisfacciones del matrimonio de Jim y Michelle, las búsquedas ridículas de Stiffler o ciertas dudas de Kevin. Además está el padre de Jim, viudo que todos se empeñan en "colocar". Por supuesto que habrá nuevos-viejos romances con la reaparición de Heather, el amor imposible de uno de ellos o la "famosa" madre de Stifler, nunca olvidada por uno de sus adolescentes admiradores. "American pie: el reencuentro" es lo que era, una comedia de enredos, de equivocaciones y malos entendidos. Sus protagonistas creen tener diecisiete en algún momento y sufren y se torturan como chicos. El sexo sigue siendo fundamental, más aggiornado por la web, o las nuevas reuniones sociales. El asunto es que antes los amigos tenían el encanto de la adolescencia y ahora lo escatológico se alivianó un poco, pero sigue teniendo el papel principal. La película es una comedia con personajes fijados regresivamente en obsesiones sexuales no resueltas. Hay humor y buenas actuaciones de Jason Biggs y Alyson Hannigan.
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Lo que quedó de la audaz “American Pie” Pasó demasiado tiempo para que alguien pueda recordar inmediatamente quién era quién en la saga de «American Pie». Por otro lado, aun para quien los pueda recordar con exactitud, los personajes están cambiados, con tendencia a la depresión, síntoma que puede contagiar fácilmente al espectador. La excusa de una reunión de viejos compañeros de andanzas teenagers no rinde demasiado bien, y el argumento por momentos se concentra en conflictos menos picantes de lo recomendable para una secuela de «American Pie». En todo caso, luego de la depresión inicial y a veces progresiva, por suerte los directores y guionistas apuestan todas sus fichas a un par de personajes, empezando por el padre comprensivo y siempre dispuesto al diálogo sobre temas sexuales, Eugene Levy, aquí totalmente desenfrenado y listo para poner en práctica sus consejos. Mientras los verdaderos protagonistas, Jason Biggs y Alyson Hannigan están tan o más apagados de lo que corresponde a la crisis conyugal de sus personajes, es el depravado Seann William Scott (el infame Stifler, memorable por el comportamiento lascivo de su madre) el que realmente está bien aprovechado. Las guarradas de este tipo espantoso lo vuelven más terrible en su carácter de adulto descastado, y más desquiciado que antes. Finalmente, el guión quizá sea obvio, pero cada tanto se ocupa de lanzar alguna situación audaz como para ser digno de las películas anteriores.
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Los personajes vuelven para una reunión de egresados. Año 1999. La comedia americana definitivamente no era la maravilla que es hoy, capaz de generar objetos absurdos-marcianos como la reciente Casa de mi padre , donde Will Ferrell, el Messi de este asunto de la Edad Dorada de la Comedia, habla en imperfectísimo español. Pero de repente (tan de repente como puede ser el abrir una puerta y encontrar a un menor de edad satisfaciendo sexualmente a una tarta de manzana), American Pie tomaba el legado machista de Porky’s e invertía la ecuación: ahora, los calentorros jovencitos que querían sí o sí debutar eran parte del chiste, tenían tanto corazón como perversión y aun así, no abandonaban el síndrome “un chiste más zarpado que el otro” decorado con alguna que otra teta(s) suelta(s) por ahí. American Pie se hizo entonces franquicia: en todo este tiempo, sus pecados devinieron standard –y varios filmes directo a video después de las tres American Pie estrenadas en el cine- y hasta fueron felizmente sobrepasados. Ahora, bajo la excusa de la reunión del colegio secundario tan en boga, la yunta completita de la American Pie original vuelve. Pero claro, son hombres y mujeres de treinta, de-sencantados casi todos ellos, ¿qué furia juvenil puede restar? La potente respuesta es sincera y lógica: Ok, la explotación y celebración del sexo (como meta, como gag, como forma de alterar la comedia, como lugar donde puede hasta latir un cariño) se convirtieron en su materia prima, casi hasta genérica; entonces, lo que American Pie: El reencuentro hace es quedarse solamente en lo que despierta (dentro del pantalón, pollera o el traje de vinilo) ese reencuentro. Su sinceridad bestial –hecha carne el americanísimamente primitivo Stiffler, hermosa criatura que dio la saga- para con el sexo, tan infantil como progresiva, genera una comedia sincera, capaz de hacer de un plano explícito de un miembro masculino un gag que no tiene nada de gestual. American Pie no busca revolución, pero sí apela a lo soez sin jamás sentir que eso puede quitarle sentimiento (de hecho, todo lo contrario). Otra vez, por suerte, American Pie es comedia pura, sentida, salvaje. Tres adjetivos que no cualquier filme puede conjugar con tanto sentimiento (de calentura y de cariño).
Potencial alto, pero resultado pobre La película original fue un éxito de taquilla, lo cual provocó secuelas y derivados. Ahora llega la cuarta parte, llena de clichés. American Pie provocó en el momento de su estreno, no sólo un éxito de taquilla sino también un renacimiento de la comedia de humor sexual adolescente. Y lo de adolescente no iba por los personajes, sino por la forma en que estaba encarada la historia. A esa película mediocre le siguió otra peor y, sorpresivamente, una tercera parte que por lejos fue la mejor de la serie. Luego aparecieron derivados que utilizaban la franquicia en películas para el mercado del consumo fuera del cine. El reencuentro era lo único que faltaba y aquí llega. La fórmula es la misma, los personajes son los mismos y la mayor cantidad de diálogos y situaciones graciosas dependen de que el espectador conozca los films anteriores. Si no los conoce, las risas se van a reducir considerablemente, con series posibilidades de llegar a cero. Las cosas son tan forzadas que la clase 1999 se reúne para el aniversario número 13 de egresados. Algo absurdo que el guión debe explicar para poder arrancar. Y arranca y es una larga serie de lugares comunes del imaginario social. Pasa por todos los clichés y no se saltea ni uno solo, lo que a esta altura parece una falta de respeto para el espectador. El potencial del reencuentro era alto, pero el resultado es pobre. En cuanto a los temas acerca de la nostalgia y el paso del tiempo, estos estaban mucho mejor aprovechados en la tercera entrega de la serie, donde a pesar del humor guarro y pícaro, se asomaba un dejo de lucidez que aquí se ha convertido en simple pobreza de guión. Algunos gags son obviamente ofensivos y una vez más la mirada sigue siendo algo primitiva y precaria. En ese aspecto, el personaje que siempre se va a destacar es el de Stifler (interpretado de forma brillante por Seann William Scott) cuya incorrección política desaforada es lo más potente que la película, por su autenticidad y riesgo. Los demás no van mucho más lejos que una telenovela o una comedieta ya pasada de moda. En esta época en la que los reencuentros son moneda corriente, American Pie: el reencuentro (como la vida) demuestra que lo que se ha dejado atrás, por algo es y ahí debe permanecer. No hay ningún motivo para ir al cine a ver esta película. Con suerte en alguna jornada de cable podamos reírnos con Stifler o con la vergüenza ajena que provoca siempre el papá de Jim. El resto no importa.
La primera tenía buenos chistes, pero jamás fue una gran película. La segunda mejoraba, porque alguien le encontró la vuelta. Del resto no importa nada. Este cuarto film habla, por fin, de algo que vale la pena: el paso del tiempo, el cambio, la vida en general. Lo hace con mucho humor, pero sobre todo lo hace con actores que han madurado como tales y comprenden muy bien las criaturas que han generado. Más allá del chiste sexual, de la fiesta, de la relación entre la vida familiar y la eterna adolescencia, una película más melancólica de lo que parece.
Las comedias adolescentes pasaron por una dura evolución desde el estreno de la primer American Pie. En estos casi 13 años de cambios, la comedia juvenil y sexual se fue convirtiendo de a poco en un humor burdo y bizarro. El ejemplo más reciente es The Hangover, donde el humor viene no solo de las secuencias imposibles que viven los protagonistas sino también de lo grotesco que la mayoría de estas resultan. Y por otro lado tenemos la escuela de Judd Apatow, donde la comedia es tratada con más suavidad dando paso también al drama, aunque en menor proporción. Entonces, ¿dónde entra una comedia como American Pie hoy en día?. La perfecta analogía de esto es el presenciar el regreso de una banda luego de mucho tiempo de no sacar un disco. Estos tienen que afrontar entonces al mercado musical actual (que cambia con más velocidad que el cine) de dos formas: adaptarse a los nuevos gustos musicales o ir por sus fans haciendo lo que mejor saben hacer y esperar que esto guste también a los novatos. American Pie: El reencuentro tomó esta ultima ruta y fue una decisión acertada desde el comienzo. Jim y sus amigos vuelven a juntarse ya siendo personas mayores, casados y con trabajos serios. Y al volver a su pueblo natal se topan con que las cosas cambiaron; ellos no son los adolescentes pervertidos y alocados, son los mayores que buscan sentirse jóvenes pero se molestan por las nuevas costumbres. Es normal ver entonces no solo bromas sexuales, sino bromas alrededor del uso de las redes sociales o los gustos actuales de los jóvenes en música y literatura. Todas estas bromas funcionan dentro de su contexto y van dirigidas sobretodo a aquellos que crecimos con estos personajes y pasamos por todas sus aventuras. El espectador que maduró junto a ellos se hace las mismas preguntas que los personajes, dando así mas fuerza a la historia y a cada situación que Jim y compañía viven. American Pie: El Reencuentro no es una obra maestra de la comedia, pero sí es una oda a los jóvenes que crecimos en los noventa, a aquellos que tuvimos dudas y pasamos por los mismos momentos que ellos. Y al final del día solo trata de hacer que recuerdes tus raíces. Suena muy profundo para una comedia como American Pie, pero es totalmente válido. Cuando ves una sala llena de treinteañeros llorando de risa, adolescentes descostillándose al darse cuenta de lo ridículos que son como sus representaciones en la película, o los más grandes riendo como locos porque recuerdan a sus hijos en estas situaciones; eso pasa cuando la película cumple su cometido, y American Pie: El reencuentro lo cumple con creces.
Melancolía Americana Ni American Pie: el reencuentro, y ninguna de las anteriores entregas de la saga han sido grandes películas. En general han sido divertidas, pero siempre han apelado a la corrección política y es paradigmático cómo hacia el final de cada entrega triunfan el conservadurismo y las “buenas costumbres”. Incluso un rasgo fundamental en toda esta serie de films es que se coloca a los personajes en situaciones críticas donde todo está por salir mal, y sin embargo nunca nada sale mal del todo. Sólo en la superficie los personajes son derrotados, ya que al final siempre aparece el velo de esperanza burguesa biempensante y terminamos todos felices. En esta última entrega todo lo anteriormente dicho merodea por allí, sin embargo contiene algunos aciertos que la hacen más atractiva e interesante. En 1999 American Pie se convirtió el paradigma de las teen movies, se la publicitaba como la más zarpada comedia adolescente (todavía no existían Supercool o las más reciente Proyecto X), el público la aceptó y fue un éxito de taquilla. Sus personajes se volvieron iconos, todos recordaban las ridículas acciones que cometía Jim Levenstein (Jason Biggs) para tener sexo por primera vez. Ahora en 2012 los que éramos adolescentes en aquella época estamos desengañados del mundo y para suerte y consuelo de nosotros, a los personajes de American Pie les pasó lo mismo. Es que el gran acierto de los directores Jon Hurwitz y Hayden Schlossber, es darle de autoconciencia a la saga, haciendo que los protagonistas revisen su pasado y vean que aunque algunas idioteces se repitan, ya nada es lo mismo y que muchas cosas ya no se recuperarán. Esto le da otra dimensión a los personajes, más viejos, cansados, melancólicos, y aceptando que ya deben abandonar algunos sueños. Mientras se nos cuenta todo esto volveremos a ver la misma estructura que los anteriores films, es decir todo transcurre en la previa y durante tres fiestas, donde veremos viejos romances truncos que se reavivan, gente que sorprendentemente (o no) aceptó su condición sexual, chistes sexuales y escatológicos, varias conversaciones incomodas de Jim con su padre (interpretado por Eugene Levy), alusiones al video de Jim eyaculando precozmente y todos aquellos elementos que forman parte del imaginario de los que vieron la película hace diez años. Además de continuar la historia de Jim y Michelle (la querida Alyson Hannigan), que siempre ha sido la más relevante e interesante, en American Pie: el reencuentro se reinventa al personaje de Stifler (Seann William Scott). Ser inoportuno, muchas veces insoportable pero también muy maltratado, aquí se convierte en catalizador y movilizador de situaciones. Sus chistes y participaciones están bien dosificados y son muy divertidas. Stifler le da el toque guarango y desquiciado al film cuando este empieza a decaer, y termina reivindicado con justicia ya que gran parte del atractivo de American Pie es este personaje. Y por si fuera poco Hurwitz y Schlossberg le dan la posibilidad de vengarse de Finch (Eddie Kaye Thomas). En suma, American Pie: el reencuentro continúa y homenajea una saga irregular que ha tenido mucha suerte con el público. Pero además se da la posibilidad de reflexionar junto a Jim y compañía sobre sí mismos y sobre del paso del tiempo con mucho sentido del humor.
Quiere pero ya se sabe que difícilmente será lo mismo. American Pie y sus secuelas se transformaron en un verdadero fenómeno de taquilla que parecía agotado. Sin embargo diez años después, los mismos actores convocados por los mismos productores más el protagonista Jason Bigss se mostraron dispuestos a seguir y lo logran parcialmente. Hay más melancolía que locura, más previsibilidad que ideas. Para nostálgicos admiradores de la saga.
Melancólica Adolescencia ¡Vuelve la banda completa!, se encuentran luego de 10 años, algunos casados, otros son famosos, algunos con hijos y otros son gays, pero lo que realmente quedó intacto es el espíritu original de esta saga, que puede agradar o no, pero es indiscutible que dejó su marca en el género de las comedias para adolescentes. Lo mejor del film pasa por reunir al cast original, cuestión que a cualquier seguidor de las American le encenderá la melancolía y los buenos recuerdos, haciéndolo reír y extrañar la edad del pavo. Quizás le faltó un poco más de humor, o chistes más inteligentes, seguro, pero es innegable que la reunión puso contento a más de uno, sólo basta con chequear el puntaje que la gente le otorgó en IMDB más allá de las malas críticas. La intención del director fue buenísima, la ejecución en cambio buena, aceptable, que de seguro dejará conforme a los fans pero que dudo maraville como para revivir la historia como sucedió con las "Rápido y Furioso". Si nunca te gustó mucho esta franquicia, seguramente tampoco te agrade esta nueva entrega. Lo novedoso es el crecimiento de los personajes, que siguen manteniendo su personalidad intacta pero con un toque más maduro, más adulto. Va a haber sexo y situaciones disparatadas en torno a él, por supuesto, sino no sería una verdadera American, pero en esta ocasión el foco vuelve a estar en ese mensaje principal que siempre pregonó la saga original: la Amistad. Lo mejor como siempre siguen siendo el loco Stifler y el torpe de Jim, ambos son los personajes más entrañables y carismáticos de toda la saga. Por la parte negativa creo que se quedó corta con el humor y la degeneración de las 2 primeras entregas con la excepción de algunas pocas escenas. Hay algunos personajes que sólo vuelven unos minutos en pantalla para justificar el retorno completo de la banda, pero en realidad no tienen ninguna relevancia y era casi lo mismo incluirlos o no. Es un retorno disfrutable, que reivindica el espíritu original, pero que no tomó la fuerza suficiente como para seguir dándole rosca a la tuerca.
Tengo que confesar que si bien es un humor un poco escatológico para mi gusto, siempre disfruté la primera de American Pie. Me pareció tan sencilla, tan cercana para todos los que han vivido de uno u otro lado esa edad, que no queda más que reírse. Si bien pasaron ya algunos años y las entregas que siguieron no lograron mantener ese espíritu y esa dulzura, la cuarta entrega nos presenta su vida casi diez años después y tiene unas interesantes vueltas de tuerca. Para empezar, lo que han deseado para ellos no llegó, pero eso es bueno: ¿Qué sabían a los 18 lo que querían? Cuentan qué pasó, cómo fueron llegando y se aclaran muchas dudas. Como siempre, Jim estará torturado y avergonzado por momentos con su adorable y torpe padre, Stifler seguirá siendo el idiota que no crece, Finch el místico y Kevin y Oz los leales amigos. También aparecerán las chicas que les robaron los suspiros a los chicos y Tara Reid y Mena Survari vuelven a parecer dos adolescentes frente a nosotros para recordarnos el primer amor. Pero no hay vuelta a la secundaria sin una fiesta en la casa de Stifler y a partir de allí, todo puede pasar… Los directores son Jon Hurwitz y Hayden Scholossberg, quienes tienen un importante historial en películas cómicas todas americanas y de fácil consumo, hacen foco en estas fiestas de secundaria que todos parecen extrañar y de cómo los chicos, además de nunca haber sido populares, ahora ya se nos están poniendo viejos para esto. La verdad es que pasé un muy buen rato mirándola, me recordó mucho a la primera entrega, y me sentí un poco más identificada con estos chicos. Es más fácil quererlos por más que sabemos que Jim siempre va a ser un calentón, que Finch en parte miente todo el tiempo, que Oz odia de lo que trabaja pero va a seguir haciéndolo a menos que se le presente una respuesta mágica y que Kevin…no, en realidad Kevin es el único que me cae bien sin “peros”. Linda despedida de un cuarteto que puso el broche de oro de los 90s.
Habrá que ver y hablar con el resultado puesto para confirmar lo que ya sabemos: Secuelas de productos como “American Pie” tienen su nicho de espectadores-seguidores, se produce con el presupuesto bajísimo y se recauda un mínimo que justifica el uso del celuloide en términos económicos. “American Pie” (1999) es una comedia en la que un grupo de adolescentes se muere por “verle la cara a Dios”, léase: debutar sexualmente. Todos los diálogos, gags, situaciones, etc. giran en torno a ese código. Es importante contrastar los personajes dentro del mismo grupo, en este caso, siempre pasó por jugar a ver quien es más tonto frente a situaciones con chicas que, a su vez, son más “fáciles” que enganchar a Los Simpsons en TELEFE. Excepto para ellos, claro. Por eso resulta curioso el hecho de hacer una secuela con protagonistas que siguen igual de lúcidos, pero 13 años más viejos. Es más, uno se pregunta cómo consiguieron casarse. Los chicos vuelven a juntarse para su reunión anual. Charlan como si ninguno de estos encuentros hubieran ocurrido, o ni siquiera haber hablado por teléfono. Pero ahí están. Esperando a que el guionista saque de la galera a alguien que quiere debutar sexualmente, pero si eso no llegara a funcionar siempre tenemos a mano el chiste de uno de ellos elogiando a la madre del otro. A esta altura debo decirle que el resultado final es simplemente inherente a la legión de fanáticos de la saga, a quienes seguramente no importará ni la continuidad; ni el guión; ni la coherencia narrativa. Es cierto. Dentro de este contexto tiene algunos momentos más o menos logrados, pero que no están aislados de la repetición a ultranza de una fórmula. Hasta las bandas de sonido de cada una se parecen y sirven como plataforma para lanzar el "tema del momento" de alguna banda de moda. Desde la década del ‘80, todas la generaciones tienen su “Porky's” (1982) ¿Por qué iba a ser una excepción el siglo XXI?
Todo comenzó allá por 1999 con American Pie, luego American Pie 2, 2001; American Pie: La Boda, 2003; esta es la cuarta entrega (hay dos más pero con otro elenco) ahora llega “American Pie: El reencuentro” con la presencia de los mismos personajes y los mismos actores, pero todos más maduros. En un principio era divertida y bastante tonta, pero eran otros tiempos, y era tal vez para pasar un grato momento para quienes les guste este tipo de humor, todo comenzaba cuando en el verano de 1999, cuatro jóvenes se encontraban para perder su virginidad. Algo muy similar paso con “Porky's (1982)”que estaba ambientada en 1954, donde un grupo de estudiantes de secundaria de Florida buscan perder su virginidad, y una serie de situaciones divertidas para aquellos años. Aquí todos los protagonistas de la saga han crecido, pasó más de una década, y aquel grupo de estudiantes de East Great Falls eran: Michelle (Alyson Hannigan), Jim Levenstein (Jason Biggs), Heather, Oz (Chris Klein), Kevin (Thomas Ian Nicholas), Vicky (Tara Reid), Finch, Steve Stifler (Seann William Scott). Y como muchos egresados organizan una reunión para reencontrarse y saber que es de la vida de aquellos que por muchos años no se ven, pero esta especialmente se convertirá en la excusa perfecta para volver a las andadas. En la primera secuencia vemos a dos de los protagonistas del pasado, Jim (Jason Biggs) y Michelle (Alyson Hannigan), casados y con un hijo Evan (George Christopher Bianchi) de dos años, notamos rápidamente que su vida sexual no está bien, ellos deciden ir a la casa del señor Levenstein, ahora viudo, juntos recuerdan situaciones del pasado, también muy cerca de Jim se encuentra la tentación con la provocativa vecinita de 18 años, Kara (interpretada por Ali Cobrin). Entre los demás personajes están Kevin (Thomas Ian Nicholas) es arquitecto y con Vicky (Tara Reid), ahora están separados, está el romance disimulado entre Finch (Eddie Kaye Thomas) y la recién llegada Selena (interpretada por la dominicana Dania Ramírez); en cambio Oz (Chris Klein) es el conductor de un programa deportivo y con Heather (Mena Suvari) hay todo un juego mucho más atractivo, no faltan las locuras de Stifler (Seann William Scott), pero no te hace matar de la risa. Toda la trama intenta divertir, las locuras del personaje de Stifler al estilo de Jim Carrey, a través de sus distintos gags, un humor escatológico, el sexo también está de por medio, las nuevas caras lindas de Heather y Vicky (Mena Suvari, Tara Reid), y como subtrama están los diálogos adultos de Jennifer Coolidge, la madre de Stifler, y el papá de Levenstein (Eugene Levy), el guión es muy débil, por momentos aburre porque es más de lo mismo, creo que es solo para sus seguidores, después de los créditos hay yapa, y queda abierta para otra entrega.
La cuarta entrega de la saga American Pie llego a los cines y entrega 113 minutos de pura risa, reviviendo momentos nostálgicos de la saga. En 1999, un cuarteto de adolescentes lujuriosos vinieron para tomar la posta de otra legendaria comedia con el sexo en la secundaria como tema, o sea Porky’s. Quien diría que 13 años y cuatro películas mas tarde esa tradición seguiría intacta. La razón por la cual creo American Pie prevaleció más allá del humor escatológico que los caracterizo es el hecho de que subyacentemente trataba lo difícil que es dejar ese momento de nuestras vidas donde todo parecía más fácil y empezara a adoptar responsabilidades, pero sobre todo dejando en claro que esta en nosotros hacer el esfuerzo de que dichas responsabilidades sean parte de nuestra vida más que un todo. PRESENTE El guion de la película no será el mejor en años pero está muy decentemente armado y debo aclarar que, como corresponde a una buena secuela, se enganchan lo justo y necesario de las películas anteriores así los que no la vieron no quedan desenganchados. Las situaciones cómicas están muy bien esgrimidas y no paran de caer, una detrás de la otra, como un efecto domino por lo efectivamente hilarantes que pueden llegar a ser. De la técnica, no voy a indagar mucho. Los directores apuntaron a no hacer cosas raras con la cámara o redescubrir el lenguaje, se limitaron a hacer una cobertura simple y coherente que refleje el guion que escribieron. A nivel actuación, creo que lo que dijo una vez una propaganda de Sprite lo expresaría mejor: “Tas Iguaaaal”. Todos se desempeñan del mismo modo que venían encarando las producciones anteriores. Aunque debo decir que el paso de Allyson Hannigan por How I met your mother se nota. Todos explotan la veta cómica con la que fueron bendecidos y no decepcionan. Sobre todo Seann William Scott y su legendario Stifler que robo más de un aplauso del público. CONCLUSION Por cumplir con todas las expectativas (y mas alla) que se depositaron en ellos. Porque no hubo un solo momento que quien esto escribe no se haya reído junto con toda la sala. Porque yo, junto a toda esa sala, hemos APLAUDIDO A RABIAR más de una escena o una interpretación. Y porque fue una experiencia cinematográfica, que aunque no va a ganar un Oscar o el primer puesto a la película más taquillera de este o cualquier año, valió lo que se pago por verla (lo que es decir mucho en un tiempo y lugar donde la entrada sale $40 quatloos). Dirán que soy precipitado y el árbol no me deja ver el bosque, pero la experiencia y el buen rato fueron mas fuertes que cualquier análisis cinematográfico que se le pretenda hacer a la película. Por sus logros, hay que reconocerla como lo que es: Como una ALTA PELI
Cuarta entrega de la saga "American Pie" (en realidad la número 8 si se tienen en cuenta las otras 4 que se lanzaron en dvd), que, manteniendo el mismo elenco, las mismas ideas, los mismos conflictos y el mismo humor, entretiene y satisfacerá a quienes vayan en busca de una propuesta fiel a sus orígenes y a su estilo, pero que poco aporta a la serie y a la fórmula narrativa que aquí se repite una vez más.
EL CORAZÓN ENTRE LAS TETAS Una de las más recientes comedias yankies para adolescentes que pudimos disfrutar fue PROYECTO X (PROJECT X, 2012), una zarpada producción de Todd Phillips que, si bien era muy divertida, carecía de ese elemento que hace que los espectadores sientan empatía por los personajes e interés por sus historias. En Hollywood a ese elemento le dicen “corazón”. Al no contar con él, PROYECTO X terminó siendo simplemente la filmación de una fiesta, y de sus personajes, un trío de estereotipados adolescentes, me acuerdo poco y nada. Sin embargo, a pesar de haber pasado varios años desde que los vi por primera vez, aun recuerdo a Jim, Oz, Finch y Kevin, y hasta con quien perdieron la virginidad cada uno de ellos, en la fiesta de Stifler después del baile de graduación. AMERICAN PIE (1999) era una verdadera comedia de y para adolescentes, ya que no eran solo chistes de tetas y pajas, sino que presentaba además una historia sobre amistad y maduración, con verdaderos jóvenes tratando de sobrevivir a esa etapa de sus vidas, con las hormonas alborotadas. AMERICAN PIE 2 (2001) dio un paso más para centrarse en el temor al cambio y el paso a la vida adulta. AMERICAN PIE: LA BODA (AMERICAN WEDDING, 2003) nos habló menos eficazmente sobre el amor y la amistad verdadera. Pueden pensar que estoy exagerando el legado de esta franquicia ya que, para muchos, AMERICAN PIE nunca pretendió ser algo más que las guasadas del Stifmeister, las gomas de Shannon Elizabeth, Finch cogiéndose a la mamá de Stilfer (la MILF original: Jennifer Coolidge) o “Thisone time, at band camp…”, y tal vez tengan razón.Pero no cualquier comedia queda grabada en la cultura pop, y no de cualquier película me interesa saber que fue de la vida de sus personajes una década después. Para los que comparten mi interés, para los que quieren reírse un rato, para los simpatizantes de esta saga o para los que simplemente quieren ver culos o un buen par tetas, ya está en cines AMERICAN PIE: EL REENCUENTRO (AMERICAN REUNION, 2012), la divertidísima y osada última porción, con mucho corazón, nostalgia, risas y un guión que, aunque tropieza de a momentos con algunos clichés y subtramas débiles, posee un buen desarrollo de sus personajes y el mejor final para casi todos ellos.The boys are back! Si disfrutaron de las primeras tres porciones y se acuerdan brevemente de ellas, entonces no pueden dejar de ver AMERICAN PIE: EL REENCUENTRO. Usando el MISMO sentido del humor, esta cuarta entrega (ni siquiera voy a mencionar las otras cuatro espantosas secuelas que salieron directo a DVD ¡Mierda, acabo de hacerlo!) comienza con Jim (JasonBiggs) y Michelle (AlysonHannigan), ya con un hijo, enfrentando algo completamente normal y natural: la falta de sexo en su vida de casados. Intentando encontrar una solución, Jim le propone asistir a su reunión de la secundaria donde seguramente tendrán un tiempo para ellos solos. Obviamente se equivoca, ya que ni bien regrese a East Great Falls, Jim se encontrará con los incomodos consejos de su papá viudo (Eugene Levy), con Stifler (Seann William Scott) queriendo seguir de joda a pesar de que todos ya maduraron, con Oz y Heather (Chris Klein y Mena Suvari) reavivando la llama, con Kevin y Vicky (Thomas Ian Nicholas y Tara Reid) cerrando su historia, con un Finch (Eddie Kaye Thomas) bastante apagado, con nuevas vergonzosas situaciones, y con una nena de 18 años que le tiene ganas. Ufff, pobre vago. Después de varios años desde la primera parte, durante los cuales muchísimas películas intentaron robar su formula - algunas con éxito, como SUPERCOOL (SUPERBAD, 2007) -, uno podría llegar a pensar que la franquicia está agotada,pero no es así. AMERICAN PIE: EL REENCUENTRO es tan grosera y entretenida como lo fue a fines de los ‘90, y lo logra a partir de mantenerse fiel a sus inicios (hay constantes referencias a las primeras entregas y reapariciones de viejos personajes), de saber aprovechar lo que tiene (las catastróficas desventuras de Jim, los consejos de su papá y las locuras de Stifler son aun mayores) y, al mismo tiempo, de reinventarse: (SPOILERS) esta es la única de la saga en la que Finch no garcha con la mamá de Stifler. En su lugar tenemos a Stifler levantándose a la mamá de Finch ¡Es arte! (FIN DE SPOILERS). Si bien el libreto presenta algunas fallas, ridiculeces o escenas con poca fuerza o innecesarias - la débil trama de Finch; Oz convertido en famoso después de participar en un programa onda “Bailando por un Sueño”; el cameo de Neil Patrick Harris; el Sr. Levenstein preparándose para buscar novia por internet-, AMERICAN PIE: EL REENCUENTRO se las arregla para salir airosa y convertirse en una de las mejores de la franquicia y, sobre todo, en la más madura y zarpada. Sí, hay muchos momentos de sexo/colas/tetas/puteadas/caca y hasta un desnudo frontal de Jason Biggs, pero sus personajes no dejan nunca de hacer latir ese corazón que caracteriza a la serie -algo que creo que se da, en parte, por las buenas actuaciones del elenco, en el que se destacan sorprendentemente Seann William Scott y Alyson Hannigan-. Obviamente AMERICAN PIE ya no es una saga de adolescentes, pero sigue siendo capaz de hablar sobre el paso a la vida adulta, la amistad verdadera y el temor al cambio, manejando mientras tanto (y muy correctamente) un humor físico zarpadísimo que los pibes celebrarán. También lo harán los mayores que se aventuren a verla y los fanáticos de la franquicia que llevan años esperando una última porción. Bueno, aquí la tienen servida. Cuidado que está bien caliente.
Publicada en la edición digital de la revista.
Tras más de una década (precisamente 11 años, a lo largo de los cuales se lanzaron cuatro películas directamente para el mercado de video hogareño), el elenco original de la saga "American Pie", luego de algunas ausencias en "American Pie: La Boda" (2003), vuelve a reunirse por completo en este cuarto film basado en los personajes concebidos por Adam Hertz. Escrita y dirigida por Jon Hurwitz y Hayden Schlossberg (los creadores de la saga "Harold & Kumar"), "American Pie: El Reencuentro" es una propuesta pura y exclusivamente dirigida al público que se divierte con el humor propio de esta franquicia que comenzó en el año 1999 y que nos ha ido contando la historia de cuatro amigos que estaban obsesionados con perder la virginidad antes de que finalizara su último año de secundaria. Jim (Jason Biggs), Michelle (Alyson Hannigan), Oz (Chris Klein), Heather (Mena Suvari), Kevin (Thomas Ian Nicholas), Vicky (Tara Reid), Finch (Eddie Kaye Thomas) y Stifler (Seann William Scott) regresan a East Great Falls, ese pequeño pueblo de Michigan, para asistir a una reunión de graduados organizada por uno de los integrantes (en este caso el personaje a cargo de John Cho) del grupo de estudiantes que fantaseaba con tener sexo con las atractivas mamás de cualquiera de sus compañeros. Por supuesto que algunas cosas han cambiado en la vida de estos personajes, pero en su mayoría, todo sigue igual. Durante ese fin de semana, tanto ellos como nosotros -los espectadores- descubriremos que a pesar de que ya están bastante crecidos, algunos de estos ejemplares aún no han madurado del todo, por lo que en el fondo siguen comportándose como adolescentes con hormonas incontrolables. La trama del film, a lo largo de casi dos horas, gira en torno a los problemas de intimidad entre Jim y Michelle, quienes ahora padres, carecen de relaciones sexuales; Oz se ha convertido en un exitoso comentarista deportivo y ha cobrado notoriedad tras aparecer en un reality de baile; Kevin está felizmente casado pero siente que su vida es monótona; Finch es un misterio y Stifler sigue siendo él mismo. Por su parte, el ahora viudo papá de Jim (Eugene Levy), impulsado por su hijo, decide que es hora de volver a tener citas. Como en los viejos tiempos, y a la espera de la tan ansiada reunión, Jim y sus amigos se ven involucrados en varias situaciones comprometedoras, en esta ocasión con la antigua vecina del personaje encarnado por Biggs, a quien solía cuidar como niñero y que ahora es una sensual joven de 18 años (Ali Corbin). Con un elenco cuya química sigue intacta como el primer día, el film -que será bien recibido por algunos y por otros no tanto- presenta un panorama similar al de aquella primera película pero ahora desde un punto de vista nostálgico de la adolescencia que ya quedó atrás... aunque no lo parece.