Inesperadamente sólida. Inesperadamente graciosa. Nunca jugué al Angry Birds, pero era consciente de su enorme popularidad. Como la mayoría, al descubrir que tendrían una película, mi reacción inicial fue “Acá tenemos otro intento ridículo de los estudios de hacer plata con una propiedad conocida”. No obstante, si hay algo con lo que no puedo discutir es cuando me encuentro con una buena narración y con una buena comedia. Para mi sorpresa —y espero que para más de un espectador—, Angry Birds es un título de animación que sale airoso en ambos frentes. Pájaro en mano En una isla completamente habitada por pájaros antropomorfos, Red está obligado por la corte a tomar clases de manejo de la ira, a raíz de un desaguisado que tuvo con un padre que contrató sus servicios como payaso de fiestas infantiles. El curso no le sienta bien, ni la orientadora que lo dirige y menos que menos sus compañeros de curso. Mientras se produce esto, llegan a la isla una raza de cerdos, alegando venir en son de paz, pero Red comienza a sospechar que algo raro están tramando. Siendo una película de animación “no-Pixar” me esperaba lo peor, y sin embargo fui derribado del caballo. Luego pude constatar en los créditos que el responsable del guión es Jon Vitti, un caballero responsable de episodios de Los Simpson tales como “Bart el Genio”, “Las Crepas de la Ira”, “Simpson & Dalila”, “Bart el amante”, “Don Barredora”, “Cabo de Miedosos” y “Burns Verkaufen der Kraftwerk”. Pero haciendo un lado mi obvio fanatismo por la familia amarilla —en sus primeros años claro está— hablemos del guión de la película en cuestión. Este posee una estructura clara y definida, con una narrativa que fluye y sendas escenas de acción muy bien trabajadas. Los personajes están claramente delineados y desarrollados; cada uno con su tic, con su personalidad, y cada uno tiene su escena en donde se roba la película. A todo esto debe sumarse que el arco del protagonista es trabajado satisfactoriamente. Naturalmente, en el apartado cómico es donde la película tiene sus mayores lauros; hay momentos de risa modesta, y otros con sonoras carcajadas que se sostienen durante minutos. La animación de la película está bastante lograda; hay un gustoso uso de las texturas y los colores primarios, resaltado por decentes efectos de iluminación dentro de una clave alta, a lo que tenemos que sumar un muy fluido uso de la cámara. Por el costado de la banda de sonido destaco también la partitura música de Heitor Pereira. Conclusión Con personajes queribles y un impecable sentido tanto de la aventura como de la comedia, Angry Birds es un título que dejará satisfechos tanto a los chicos como a los adultos que los acompañen, hayan jugado el juego o no. Aunque dista de ser una obra maestra, no sólo cumple con creces su objetivo de entretener, sino que lo hace contando bien una historia a través de personajes que pueden conectar con el espectador. Una inesperada y sólida sorpresa.
La fuerza de la ira Estamos ante una sorpresa doblemente grata: En primera instancia Angry Birds-La película (Angry Birds- The Movie, 2016) lleva a la pantalla grande el famoso juego de Rovio de una manera completamente novedosa, por otro lado, lo hace con un guión brillante en el que las múltiples referencias a la cultura popular construyen una de las comedias más divertidas de los últimos tiempos. El juego les ofrece a los directores Fergal Reilly y Clay Kaytis un sinfín de personajes, apoyándose en la necesidad de hacer terapia del enojo del personaje principal Red (Jason Sudeikis), un megalómano y egoísta, ermitaño y solitario pájaro, para construir una narración espasmódica en la que no da tiempo para la transición entre bromas y gags visuales. Red tiene que lograr mantener su ira a fuerza de un castigo que consiste en hacer terapia para el enojo junto a la instructora Matilda (Maya Rudolph), una excéntrica y “volada” mujer, que mediante ejercicios termina por introducirlo en un micro universo en el que se pone en contacto con nuevos amigos. En la terapia conoce a Chuck (Josh Gad), el veloz pájaro amarillo, hiperquinético, capaz de meterse en los problemas más estúpidos, a Bomb (Danny McBride), un “explosivo” pájaro que debe contener su ira para no hacer volar todo, y a Terence (Sean Penn), un gigantesco pájaro que asusta de solo verlo. La llegada inesperada de Leonard (Bill Hader), el rey de los cerdos y su séquito, lo hará salir de su ostracismo y demostrar el siniestro plan para robar los huevos de los pájaros que los porcinos tienen detrás de su fachada. Así Angry Birds-La película construye su narración, en un derrotero de bromas escatológicas, chistes, referencias múltiples a la cultura popular, y la intención de armar un discurso para grandes y chicos escapando de los lugares comunes. Si uno pensaba que iba a ver una puesta en escena del juego que catapultó a la fama a los pequeños pájaros enojados, asiste a algo completamente diferente, y justamente en ese cambio de perspectiva, aun conservando ciertos elementos del juego, es en donde el film sale ganando. En la versión original las voces de los actores otorga un verosímil único. Angry Birds-La película es la propuesta animada para que los más pequeños salgan del cine felices de ver a los pájaros enojados en su debut en la pantalla grande, y para que los más grandes recuperen música, menciones, y referencias de la cultura popular a partir de la imparable avalancha de bromas y gags que componen al film.
Angry Birds es otra película de góndola de supermercado que no necesita gran difusión en los medios o costosas campañas de marketing para atraer al público infantil en los cines. Desde hace años los personajes se instalaron muy bien entre los chicos con numerosos productos de merchandising, más allá de los populares videos juegos, que es la fuente donde surgieron estos pajarracos. Al igual que las infumables secuelas de La era de hielo son esa clase de películas que casi se venden solas. Con el simple hecho que el estudio, antes del estreno, coloque a los personajes en una línea de yogures, papas fritas o aguas saborizadas ya están hechos. La película de Angry Birds claramente apunta a entretener al target de niños menores de 10 años y para los padres que acompañan la experiencia dentro de todo es bastante llevadera. El humor del film es claramente infantil pero también hay unos cuantos guiños hacia los adultos (entre ellos una referencia al cine de Stanley Kubrick) que logran hacer más amena la visión de la película. No obstante, Angry Birds carece de la sofisticación de otras propuestas recientes del género como Lego que contó con un argumento mucho más creativo. El film representa la ópera prima de Fergal Reilly (ex artista de Disney) y Clay Kaytis (Sony), quienes hicieron un buen trabajo a la hora de darle un carácter específico a los personajes principales. Algo que tuvieron que crear de cero, ya que esto no estaba definido en los videos juegos. La película les dio un contexto al mundo de los pájaros y una ambientación muy colorida que por momentos nos trae al recuerdo el film Río. La trama comienza con un concepto interesante en la primera parte del film. Red es un pájaro que tiene serios inconvenientes con su temperamento e ingresa a un curso sobre el manejo de la ira, donde conoce otras aves que tienen el mismo problema. Este segmento del film brinda algunas situaciones divertidas hasta que entran en escena un grupo de cerdos que buscan refugio en la isla de los pájaros. Estos personajes tienen la intención de robarse los huevos de las aves (como en el video juego) y a partir de ese momento el tono de la historia cambia por completo. La película pasa a centrarse en el humor escatológico, que incluye una escena donde los protagonistas observan a un águila orinando desde una roca, y la trama se convierte en una historia de venganza. Tal vez no habría que analizar demasiado a Angry Birds pero la historia me hizo ruido. Teniendo en cuenta que el film está orientado a los más chicos el mensaje que deja la trama es algo confuso. Los protagonistas resuelven todo a través de la violencia donde la diversión para por destruir a los enemigos. Los defensores argumentarán que ese es el espíritu del juego, pero creo que se podría haber trabajado con un poco más de tacto. En 1982 Hanna-Barbera adaptó en la animación el juego Pac-Man, en una excelente serie para la televisión, y jamás necesitaron caer en la escatología para narrar la batalla entre la familia Pac y los fantasmas. Esta película cumple con el objetivo de entretener un rato a los más chicos, pero la verdad que no representa el mejor esfuerzo de Sony en la animación. A partir de esta semana el público infantil se encargará de definir si a los Angry Birds les da el cuero para brindar más producciones en el futuro o la incursión de los personajes en el cine termina siendo una anécdota
Pájaros volando. Antes que nada el cine es entretenimiento, el sentarse en una butaca para divertirse, distenderse y olvidarse por aproximadamente noventa minutos o dos horas de todo aquello que sucede fuera de la sala o lejos de la jurisprudencia de nuestro propio sillón. Pero la cuestión es que no todas las propuestas que anticipadamente se suponen “entretenidas” terminan cumpliendo, a pesar del embelesado paquete en el que llegan a nosotros. Un poco de esto sucede en Angry Birds: La Película (The Angry Birds Movie, 2016), adaptación cinematográfica del exitosísimo juego que todos en algún momento tuvimos instalado en nuestro smartphone. El protagonista de la historia es Red, un pájaro rojo y testarudo (tan “angry” como el título) que vive como una suerte de hermitaño en una isla habitada por toda clase de pájaros: gordos, flacos, machos, hembras, grandes, chicos y hasta uno que es mimo, al mejor estilo Marcel Marceau. Red no encaja dentro de los engranajes de esa sociedad plumífera y es obligado a hacer un curso para controlar su ira, en el cual conoce a Chuck y Bomba, el pajaro amarillo veloz y el negro grandote que explota respectivamente, siguiendo la lógica original del juego. La rutina de la isla se ve alterada cuando recibe la visita de unos cerditos que detrás de una máscara de amabilidad esconden otros planes. Rovio, la empresa responsable del juego original, produce también este film animado, el cual es el debut de la dupla de directores Clay Kaytis y Fergal Reilly, dos que vienen haciendo sus pinitos en películas animadas desde el storyboard y la animación 3D. Sin dudas la calidad de la producción es de primer nivel, con un trabajo sobre los personajes y el diseño de arte muy detallado. El mundo donde habitan los personajes tiene profundidad, tiene vida. La sencillez de la historia pone al antihéroe, Red, como figura principal del relato, aquel que hace un viaje circular donde el final es el inicio, pero al cual arriba siendo un ser distinto, una movida de manual. El guionista Jon Vitti ya había dado indicios de apegarse a los cánones al momento de desarrollar historias sin demasiado vuelo, como hizo con las últimas dos versiones cinematográficas de Alvin y las Ardillas, aquellas que combinaban actores de carne y hueso con personajes animados por computadora. Sin dudas estamos ante una película que -con perdón de los más chicos- vale la pena ver en su versión inglesa con las voces originales de Jason Sudeikis, Peter Dinklage, Bill Hader, Danny McBride y Sean Penn, entre otras figuras. El trabajo de las voces potencia a los personajes y les da un tono mucho más amigable. Lo mejor llega cerca del final, cuando el conflicto alcanza su clímax y vemos a los personajes haciendo aquello por lo que se volvieron tan populares inicialmente: ser revoleados por el aire destruyendo cosas. El tercer acto es el que finalmente da un poco de sentido a un relato que hasta ese punto no logra destacarse por nada en especial. Si bien es un producto digno, como tantos otros dentro de la actual industria del entretenimiento, lo simple de su planteo lo ubica un par de escalones por debajo de otras obras como por ejemplo La Gran Aventura Lego (The Lego Movie, 2014) o Intensamente (Inside Out, 2015), las cuales entretienen y dan muestras de su calidad estética al mismo tiempo que tocan fibras más sensibles de los espectadores de todas las edades.
Más allá de enojos Antes que nada voy a aclarar una cosa: si bien tengo conocimiento del juego e incluso hasta lo he jugado no me considero un fan. Por ende no esperen la crítica de uno. Zanjado este tema a continuación les diré mi parecer. Angry birds se estrenó en un gran momento donde las adaptaciones de los video juegos vienen mucho mejor que años anteriores. La gran ventaja de esta película es que es animada y eso muchas veces posibilita una mayor fidelidad a la fuente. Ese es un punto clave en el filme que empieza con la premisa ¿por qué están enojados estos pajaritos? Esta pregunta se pierde por completo pero en cambio nos brindan otras facetas de los personajes que ya habíamos podido ver en sus respectivas series animadas, y que sirvieron como prueba piloto para su salto a la pantalla grande. Angry Birds amplía ese universo y dota a los personajes de buenas personalidades que van más allá de los sentimientos de enojo que se reflejan en el juego, y realmente reconozco que me quedé con ganas de ver más. Los clásicos villanos, el Rey Leonard y sus esbirros, esos cerdos verdes, tuvieron sus momentos y me sacaron una sonrisa; pero sin duda, Águila Poderosa se lleva todos los premios. Su primera aparición es memorable y representa al arquetipo de héroe que resulta ser otra cosa totalmente distinta. Su rol es fundamental para la evolución de los protagonistas y tal como se expresó en muchos medios, ¿tiene algo malo enojarse? Digamos que nos deja una enseñanza sobre estar enojado y ese mensaje me gustó bastante. Seguramente podrán verla doblada en español pero si tienen suerte de verla en idioma original se las recomiendo también. Es una excelente propuesta infantil que muchos adultos disfrutarán en menor medida y no considerarán que fue una pérdida de tiempo.
PAJARITOS BRAVOS La fauna que converge en Angry birds, pese a quien le pese, garpa muchísimo. En poco tiempo -existen desde 2009- se convirtieron en una marca que mantuvo como bastión principal un videojuego destinado a dispositivos de pantalla táctil, supo entrelazarse con megaproducciones como Transformers o Star Wars sin perder la fácil jugabilidad aún la heterogeneidad de personajes y escenarios. Ni siquiera el vínculo con una filtración de Snowden menguó su crecimiento exponencial. Y llegó la película, interesante apuesta que a priori tuvo como desafío principal justificar los movimientos de cada animal sin estar manipulado por un desconocido. Había que crearles, sí o sí, una historia. Los que metieron mano fueron Clay Kaytis y Fergal Reilly en la dirección que, gracias al soberbio trabajo de edición y algunas voces de celebridades, vinieron para confirmar que vamos a tener a estos bichos por muchísimo tiempo. Como si fuese obra de un arquitecto loco, absolutamente todas las edificaciones están pensadas para volar por los aires, de eso se trata. Aclaremos, no hace falta haberlo jugado antes para entender nada de esto. Va desde lo naif hasta lo más complejo, la crítica a la colonización de los cerdos en la isla de los pájaros está desarrollada con la misma tenacidad de obras como El sueño del celta, de Vargas Llosa. Es interesante cómo una película “para chicos” está plagada de chistes y homenajes “para grandes”; no sé si sea conspirativo o se trate del modo Pixar de ver la vida, pero la toma cenital de una centena de cerdos verdes en un habitáculo me hizo pensar en un parentesco lejano con los marcianos de Toy Story. Hay cierta herencia iconográfica. El tema de esta historia es el trabajo en equipo y la solidaridad. Las aves deberán rescatar unos huevos robados y al no saber volar deberán rebuscársela con unos extraños objetos olvidados por los cerdos (sus espejitos de colores). El guionista Jon Vitti -también responsable de 25 episodios de Los Simpson- es el cerebro del proyecto, los chistes son inteligentes y vienen disparados con la dinámica del juego, cuando estás doblado de risa te aplica el tiro de gracia. La esposa de unos de los directores es argentina -produjo, ente otras cosas, la flamante Zootopia- y a modo de chiste interno entre los realizadores, cuando comienza la película vemos a nuestro antihéroe Red (voz de Jason Sudeikis) patear un pájaro que en su parábola termina convirtiéndose en un objeto esférico con los colores de la bandera albiceleste. ¡Estén atentos! El trío de justicieros se completa con el veloz Chuck (Josh Gad), y el impredecible Bomb (Danny McBride). Las referencias musicales son variadísimas, desde Black Sabbath a Limp Bizkit en un pestañeo. También sobrevive en esta apuesta visual novedosa cierta nostalgia del pasado, por ejemplo, el personaje del Aguila (Peter Dinklage) muestra en la cúspide de una montaña parte de sus tesoros y divisamos un disco de oro por la canción Hotel California. La visión de la justicia es igual de incrédula que la contemplada por la burocracia y el control de la ira, a los pájaros enojados se los envía a un retiro espiritual o un curso al estilo de El arte de vivir. La infinidad de gags y el 3D revisten una historia que tiene la frescura de algo nuevo pero deja el sabor de un clásico, la historia de Red podría ser la de Pedro y el Lobo. Las unidades narrativas están ensambladas como si fuese la correlación de los niveles del juego y el relato no tiene fisuras. El ritmo es frenético pero sabe bajar los cambios a tiempo para terminar con los golpes certeros de emoción. Quédense hasta al final.
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Un vuelo apenas rasante Hollywood siempre está a la búsqueda de material para adaptar a la pantalla grande, ese que le pueda proporcionar una base de fanáticos dispuestos a pagar una entrada al cine. Se supone que cuanto mayor "conocimiento previo" hay del material original, más gente irá a ver el film. Angry Birds, la película es el resultado de este tipo de maniobra. El adictivo juego que invadió los teléfonos y tabletas de miles de personas en todo el mundo tenía el atractivo suficiente para ser adaptado a la pantalla grande, en este caso, con un film de animación y orientado al público infantil. Claro que hay materiales que se prestan más fácilmente a la adaptación que otros. No es el caso de un juego en el que una bandada de pájaros no voladores debe rescatar a sus huevos de las pezuñas de cerdos. Tal vez sea por eso que lo mejor de Angry Birds, la película es la historia previa creada para la versión cinematográfica. El protagonista es Red, un pájaro rojo propenso a enojarse, que no encaja muy bien en una sociedad en la que todos los pájaros conviven en armonía. Cuando un barco con unos cerdos verdes llega a la isla en donde vive, Red sospecha que sus intenciones no son del todo amigables. Con la ayuda de sus compañeros de terapia de manejo de la ira intentará salvar ese mundo del que no se sentía parte. Angry Birds, la película divierte en su primer tramo, dedicado a la comedia de las situaciones en las que se ve envuelto Red por su carácter y la excentricidad de los personajes que lo rodean. Sobre todo, resulta graciosa la versión en idioma original, que cuenta con las voces de brillantes comediantes actuales como Jason Sudeikis, Kate McKinnon, Josh Gad, Maya Rudolph, Bill Hader y Keegan Michael Key; además del excelente Peter Dinklage (Tyrion Lannister de Game of Thrones) poniéndole la voz a un águila, prócer de los pájaros. La diversión y comicidad se diluyen cuando llega la parte obligatoria en la que hay que mostrar lo que pasa en el juego e incluir secuencias de acción y aventuras. Aún así los Angry Birds salen bastante airosos del desafío de pasar de ser protagonistas de un juego a estrellas de cine.
Rojos de ira y de risa Adaptación del videojuego, tiene un humor zumbón y bastante gráfico. Basado en una franquicia o licencia tan popular como el videojuego de acción y estrategia -con un origen no tan lejano, en diciembre de 2009-, Angry Birds no tiene el corazón de las películas de Pixar, pero sí el humor zumbón de las de DreamWorks. Esto es, con abundancia de chistes de humor gráfico, doble sentido, un colorido rabioso y radiante y una historia tan pequeña como los personajes que la animan. Las preguntas básicas de cualquiera que se haya vuelto adicto a los jueguitos son por qué estos pájaros tienen tanta ira, por qué no vuelan y qué pasa con los cerditos verdes. A casi todas ellas la película que se estrena hoy da respuestas. El cejudo Red anda rojo de ira cuando el juez lo sentencia a asistir, precisamente, a clases de control de ira. Allí conocerá a tres aves de las que se hará amigo: el amarillo, hiperactivo y veloz Chuck, el explosivo Bomb y el grandote y monosilábico Terence. El guionista Jon Vitti, que proviene del mundo de la TV, y escribió el guión de Los Simpsons, la película, diseñó que casi todos los que viven en la Isla de los pájaros son naturalmente buenos, y que si no vuelan es porque para qué habrían de hacerlo si allí están tan bien, salvo el Aguila poderosa (que en la versión original tiene la voz de Peter Dinklage, de Game of Thrones). Y tras un comienzo con guiño o robo a la ardilla Scrat de La Era de hielo (en vez de perseguir una bellota, se está detrás de un huevo), con el arribo de un buque de cerditos verdes que destrozan la casa alejada de Red, todo cambiará. Pese a su apariencia pacífica, los cerdos quieren robarse los huevos de las aves para hacerse un festín en la Isla de los cerdos. Y hasta allí habrá que llegar, pero si no vuelan, ¿cómo harán? Como en el original (y en los cortos de los Angy Birds) el humor es esencialmente slapstick, gags visuales, aunque hay algunos diálogos jocosos y referencias a público adulto, como las extensiones de plumas en vez de cabellos, y un guiño a El resplandor por lo de redrum. También es cierto que salvo uno (Matilda, la instructora de clases para control de ira), el resto de los personajes son masculinos, lo que no le juega a favor en cuanto a igualdad de género. Pero para la próxima entrega de los Oscars –que es cuando saltan este tipo de cuestiones, para disiparse rápidamente- falta todavía mucho.
PERSONAJES ADORABLES La adaptación de una serie de videojuegos creados en el 2009, adaptados a la pantalla táctil, con una aplicación móvil de tres mil millones de visitas, lega con su historia de la isla de pájaros que no vuelan invadidos por chanchitos aparentemente inocentes. En esa isla perfecta hay tres marginados iracundos, Red Chuck y Bomb quienes serán los únicos en ver una realidad tremenda y serán los lideres y héroes. Con una anécdota que va perfecto para los chicos pero que tiene para los adultos lecturas irónicas y no pocos homenajes a películas reconocibles. Además de una reivindicación para los disconformes y enojosos. Un éxito seguro.
Si algo hay que aplaudirle al equipo técnico detrás de The Angry Birds Movie es el haber enrollado alrededor del popular videojuego una narrativa asequible para disfrutar de la variopinta población pájara en pantalla. No es una locura de historia, sino un mero entretenimiento pasatista para que la platea más pequeña disfrute de sus personajes favoritos, ahora con una voz propia para hacer algo más que destruir cosas. Mi nulo conocimiento de los coloridos plumíferos -exceptuando el famoso primer juego- me tenía en sombras sobre una franquicia con un puñado importante de juegos en diferentes plataformas, así que era imposible tener idea sobre el alcance de la saga. El debut cinematográfico de Clay Kaytis y Fergal Reilly sobresale en el terreno donde los directores tienen confianza, la estupenda animación, pero tambalea frente a construir un espectáculo que resulte duradero de acá a unos meses, por no decir años. El guión de Jon Vitti -uno de los tantos escritores de The Simpsons Movie y las dos primeras entregas de Alvin and the Chipmunks- les da dimensión a los personajes que pueblan el mundo donde ocurre la acción, pero se pierde en el conflicto que desata el enojo del título en los pájaros. Red -un siempre genial Jason Sudeikis en la voz original- es un extraño en su propio pueblo, con un agudo problema de ira que no deja de chocar con otros vecinos y lo lleva a ser un paria en la alegre sociedad. Empujado a clases de manejo de su enojo, es ahí donde conoce a compañeros aún más conflictuados que él, como el acelerado Chuck o el simpático pero explosivo Bomb, y hasta el misterioso gigantón Terrence. La aparición de un barco con un par de curiosos cerdos verdes a bordo tiene ecos de descubrimiento de un nuevo mundo para ambos bandos, pero su llegada trae consigo más peligro de lo que las aves imaginan. El tiempo que le lleva a Angry Birds el establecer el lugar donde ocurre la acción, y a todo un poblado con sus respectivas características, es lo mejor que tiene para ofrecer la película. El trío de inusuales protagonistas tiene una aventura increíble, pero el momento de la acción, el ataque de los pájaros furiosos, llega y en comparación con toda la construcción de la historia, no tiene tiempo suficiente para ser desarrollada. Es sabido que si uno quiere lo que ofrece el juego, mas vale jugarlo en casa y ya, pero estamos hablando de un producto apuntado a los pequeños, que tienen en vista un solo objetivo: ver a los pájaros volar y destruir cosas. Los pequeños no se van a aburrir, la película dura lo justo y necesario, pero se toma su buen tiempo en llegar a destino y aún así las escenas -con brillante animación y todo- no tienen todo el peso que deberían tener. Si además contamos que la película es apta para todo público pero tiene una cantidad ingente de chistes de doble sentido, a veces demasiados, para los adultos que acompañen a los chicos, el resultado es un cóctel entretenido pero peligrosamente ligero, disfrutable al momento pero con poco valor de reproducción a futuro.
Elemental pero divertida, igual que el videojuego Las películas basadas en juegos de video suelen ser bastante limitadas en términos argumentales, sobre todo si el juego es tan elemental como el muy popular invento finlandés de 2009, los Angry Birds, que hace un lustro se convirtieron en un auténtico fenómeno masivo. El surrealismo del concepto original, con unos pájaros muy enojados que no pueden volar y se estrellan contra unas chanchitos verdes, naturalmente se pierde un poco al tener que ser explicado en una trama argumental con alguna mínima coherencia. Si bien los guionistas no intentaron explicar demasiado bien el misterio acerca de la imposibilidad de volar de estos pájaros colorinches, sí arman una elaborada explicación sobre su enojo, aplicado a que los personajes protagónicos están en una terapia de manejo de la ira (lo que da lugar a unos chistes bastante graciosos). Luego aparecen los chanchos verdes que, a manera de piratas o antiguos conquistadores, embaucan a todos los pájaros de la isla, regalándoles cosas para luego robarles, lo que finalmente desata la ira plumífera y los ataques a la ciudad chancha con catapultas. Aquí es donde la película adquiere el dinamismo del juego, con mucha acción delirante bien aprovechada para esa comicidad típica de los cartoons de antes, además de cierto vértigo visual que aprovecha muy bien el 3D digital. Más allá de ciertas repeticiones sistemáticas que también surgen de su origen de videogame, la película tiene momentos muy divertidos con referencias cinéfilas y gags que pueden ser disfrutados tanto por chicos como por sus acompañantes adultos, lo que sin duda es una gran ventaja. Además, el colorido y todo lo que tenga que ver con los atractivos visuales a veces llegan a ser impactantes.
Red (Jason Sudeinkis) es un pájaro solitario que vive alejado de la población por su gran problema con la ira que lo invade. A todo esto, él es enviado a un centro de manejo de la ira, donde conocerá a Chuck (Josh Gad), Bomb (Danny McBride) y a Terence (Sean Penn). Pero todo se va a un precipicio con la llegada de un barco repleto de cerdos verdes. Al principio todos conviven en armonía, pero en determinado momento Red comienza a notar ciertas cosas que le incomodan llegando a pensar que los cerdos ocultan un plan. En el año 2009 Rovio Entertainment desarrollo un juego para celulares que consistía en unos pájaros siendo arrojados con una gomera (o resortera) hacia unos cerdos; un juego bastante fácil para pasarse horas y horas frente al celular enfocado en superar todos sus niveles. Esta aplicación para celulares tuvo un tremendo éxito a nivel mundial que fue lanzando en varias versiones con los años, como las de Rio, Trasformers e incluso llegaron a hacer uno dedicado a Star Wars. En 2014 Rovio junto a Sony Pictures decidió que era hora de que estas aves tengan su lugar en el cine y así lo hicieron. Crearon una historia contando el por qué del enojo de estos animales con plumas hacia los cerdos de color verde. La película es todo un espectáculo en todos los sentidos, nos encontramos ante algo muy novedoso y poco visto, un juego para celulares adaptado a la gran pantalla, que incluye muchos chiches dentro de la cultura pop, esto se debe a que los directores Fargal Reily & Clay Kaytis lograron buscarle la vuelta y contar una historia que no deja nada suelto. Como Red, un pájaro bastante antisocial y solitario logra poder ser el héroe de la aventura y lograr hacerle frente a los cerdos que llegaron a su hogar para adueñarse de todos los huevos. La película se rodea de una muy buena animación y el uso del humor está muy presente durante todo el film. Todos los pájaros del juego toman protagonismo en la película y en especial a la hora de enfrentarse a sus verdes adversarios. Angry Birds llega para aportar algo nuevo y divertido a todo lo visto, queda muy en claro el por qué de la rivalidad entre estas dos especies de animales, seguramente los más chicos salgan fascinados de la sala al poder ver a estos seres en su debut en el cine ¿Con posible secuela a la vista? Y es muy probable que sí. Lo bueno: la animación, los chistes y las referencias a otras películas (la de “El Resplandor” es la más notable de todas) y la escena en donde se realiza la lucha entre pájaros y cerdos. Lo malo: Para los más grandes puede resultar algo cansadora en su comienzo pero terminara agradando a chicos y no tan chicos.
Cómo saltar del celular a la pantalla. Es una de las aplicaciones más exitosas de la breve historia del entretenimiento en teléfonos celulares, punta de lanza para la era de la pantalla táctil. Y, curiosamente, su paso al cine da por resultado una película muy disfrutable. Había muchas razones para que Hollywood apuntara su mira a Angry Birds. Corrección: muchas no, más bien muchísimas. Miles de millones, para ser un poco menos imprecisos. Esa es la cifra de usuarios que descargaron alguna de las decenas de versiones, entre actualizaciones, ediciones especiales y spin-offs de este juego para dispositivos móviles creado en 2009 por la empresa finlandesa Rovio Entertainment, y cuyo crecimiento exponencial lo convirtió en un ícono del inicio de la era de los celulares con pantalla táctil. No por nada se trata de una de las aplicaciones más consumidas de la brevísima historia de esta tecnología. La dinámica del juego es básica: a la izquierda del escenario hay una gomera y a la derecha, una comunidad de cerditos verdes en la que yacen unos huevos robados que el usuario deberá recuperar arrojando una serie de pájaros con distintas características. Dirigida a cuatro manos por Clay Kaytis, criado artísticamente en el departamento de animación de Disney, y Fergal Reilly, uno de los veteranos del área de arte y diseño de Sony, el salto a la pantalla grande pospone la replicación de esa batalla hasta bien entrado el metraje, utilizándolo como clímax narrativo antes que como su razón de ser sin que esto implique no apropiarse del término “enojo” para convertirlo en el hilo del relato. Estos bicharracos multicolores y enojados no vuelan, pero la película sí. Y lo hace desde su comienzo: la escena inicial lo tiene al cardenal Red (voz de Jason Sudeikis en el doblaje original) corriendo y sorteando las mil y un peripecias para llegar en tiempo y forma a su trabajo como animador de cumpleaños. El desplazamiento geográfico veloz, el humor físico cortito y al pie ilustrado en esos golpes con cuanto objeto exista, herencia del cartoon más clásico, y el traslado de un paquete celado con obstinada perseverancia remiten a la ardilla y la bellota que operan como leitmotiv de La era del hielo. Hasta allí llegan las referencias a la saga glacial –que, dicho sea de paso, anuncia su quinta entrega para estas vacaciones de invierno–, ya que después de los créditos iniciales, a sabiendas de la escasa materia base concedida por el juego, Angry Birds expande ese universo desandando el camino de la invención y la originalidad audiovisual que, desde Lluvia de hamburguesas en adelante, se convirtió en marca de agua de la división de animación de Sony. La decisión es efectiva: Red es obligado a ir a un curso de manejo de ira –el enojo, se dijo, como hilo narrativo– en el que conocerá a Bomb, un cuervo que canaliza sus malestares literalmente explotando por los aires, y al veloz canario amarillo Chuck, que está ahí más que nada para socializar. Son, al fin de cuentas, un trío de auténticos descastados y perdedores. Como en gran parte de la Nueva Comedia Americana: no por nada Bill Hader, Maya Rudolph, Danny McBride y Josh Gad figuran en el elenco vocal. Angry Birds recién empezará a parecerse al juego cuando llegue a la isla una comitiva de chanchos verde flúo. Chanchos que, de tener tres ojos, serían algo así como una versión porcina de los marcianitos de Toy Story. La comunidad acepta a los visitantes con hospitalidad y alegría. Salvo Red, que desconfía de ellos. Hasta que las verdaderas intenciones de su arribo se conozcan y, con eso, arranque la revoleada de pájaros. Menos volcado a la moraleja que al slapstick y más cerca de la explosividad que de la blancura de un producto infantil, Angry Birds perderá algunos puntitos en sus últimos minutos, cuando una pátina de sentimentalismo rompa con el tono de un relato que, en sus mejores momentos, es tanto o más explosivo que Bomb.
"Angry Birds" la rompió como app/jueguito a nivel mundial y luego de haber visto y disfrutado la película, seguramente haya Red, Chuck, Bomb y toda la troup de aves para rato. Apuntada para toda la familia, repleta de personajes hermosos y una explosión de colores a más no poder es que llega la historia de estos pájaros que no vuelan, que son amenazados por unos cerditos verdes y que seguramente te roben el corazón como lo han hecho otras películas animadas. Chuck, el protagonista absoluto de la historia, se monta la película en sus hombros siendo un anti héroe total que en tan solo cinco minutos lo llegas a querer. No aburre, tiene muchos pasos de comedia (inclusive varios para adultos) y un final con moraleja para que los más chiquitos se lleven un extra a casa. Hermosa realización, excelentes temas musicales y un 3D que vale la pena. Imperdible.
Esta propuesta cumple con el gusto de sus seguidores, bien proporcionada con un guión sencillo y un buen merchandising. Es divertida, ingeniosa, tierna, muy colorida con una buena banda de sonido, llena de personajes que le resultan atractivos a los niños menores de 10 años. Para el público adulto tiene varias escenas con distintos guiños de otras películas, la van a pasar bien y está llena de mensajes.
Pájaros enojados y muy divertidos En diciembre de 2009, la empresa finlandesa Rovio Entertainment lanzó al mercado un videojuego (inspirado en Crush the Castle) llamado Angry Birds. Muy sencillo de jugar, ya que el objetivo principal era controlar a diversos pájaros cuya misión era la de recuperar los huevos que les habían robado unos cerdos verdes muy hambrientos. En los sucesivos niveles sus enemigos se encontraban en distintas plataformas que debían ser derribadas lanzando mediante una honda a los plumíferos contra ellas. A medida que se avanzaba en el juego, se iban desbloqueando otros pájaros con distintas características que servían para superar las crecientes dificultades. Para que se den una idea del éxito de este producto hay dos hechos que merecen ser mencionados. Desde su lanzamiento, se descargó más de un billón de veces a través de todas sus versiones, convirtiéndose en el juego más vendido de la historia en soportes móviles. Y el segundo, en 2014 Edward Snowden dio a conocer que la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de Estados Unidos y su homóloga británica, el Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno Británico (GCHQ), desde 2007 habían usado el videojuego para espiar a los usuarios y recoger información sobre sus vidas (edad, sexo, estado civil, finanzas, orientación sexual, etc.). El fenómeno global de este producto desembarcó en todos los ámbitos con toda clase de productos y así llegó la, en principio, complicada tarea de adaptarlo a la pantalla grande. Es por eso que hoy estamos hablando de “Angry Birds - La Película” (“The Angry Birds Movie”, 2016), uno de los filmes de animación más entretenidos del año. En una isla llena de pájaros que viven todos felices y que, curiosamente, no pueden volar, se destaca Red (Jason Sudeikis). ¿Por qué? Porque tiene un mal temperamento y no encaja muy bien en ese lugar. Su genio podrido es lo que lo lleva a que lo obliguen a hacer terapia en donde conocerá a otros personajes variopintos como él: Chuck (Josh Gad), un pájaro amarillo hiperactivo; Bomb (Danny McBride), que se detona solo y Terence (Sean Penn), del que sólo se conoce su gruñido. Todos ellos estarán bajo la atenta supervisión de Matilda (Maya Rudolph), que intenta ser muy zen con todas sus fuerzas. Estas características que los destacan y, a la vez, los separa del resto les vendrán muy bien cuando haga su aparición el rey cerdo Leonard (Bill Hader) y su malvada piara que llegan hasta la isla con un siniestro plan: llevarse todos los huevos para comérselos. Red, Chuck y Bomb harán todo lo posible para rescatarlos y, en el interín, responderán la eterna pregunta: ¿Por qué están enojados? Película sorpresa, así se define a esta obra. Porque es de esos largometrajes que no inspiran confianza anticipadamente: adaptada de un videojuego en el que no hay una gran historia, directores debutantes, todo lo que presupone que están lucrando con un producto más que en hacer una película. Pero hay que decirlo, el film es muy divertido, con unos personajes adorables, bien definidos y muy, muy graciosos (Chuck es el mejor, sin dudas). La animación no tiene nada que envidiarle a las grandes producciones de Pixar y la historia está llena de gags y chistes con el timing justo y puestos en los lugares adecuados. La recomendación, obviamente, es que si pueden la vean en su idioma original. El film gana mucho así. Angry Birds es una de las sorpresas de este año y, con la escena que hay poscréditos, promete una secuela muy pronto. El consejo: vayan volando a verla. (Perdón, era imposible no escribirlo).
Las adaptaciones de videojuegos no suelen entregar resultados muy felices. Angry Birds tenía desafíos muy particulares en la tarea, y losresuelve muy bien. [Escuchá la crítica completa]
Es una ambiciosa versión del famoso videojuego, donde las aves luchan contra los cerdos. En 2009 la empresa finlandesa Rovio Entertainment creó una serie de videojuegos llamada Angry Birds, que luego se convirtió en una aplicación para celulares con millones de descargas en todo el mundo. El videojuego consiste en unos pájaros que entran en guerra con unos cerdos verdes porque estos les roban los huevos para comérselos. Impulsados con una gomera, los pájaros se lanzan como bombas para destruir los castillos de los porcinos. El enojo que tienen estas simpáticas aves es simplemente una característica especial, un mecanismo de defensa, un arma. Rovio Entertainment es ahora Rovio Animation y no tardó en expandir el negocio e hizo Angry Birds: la película, una animación en la que no se quiere dejar nada afuera. Pero al no dejar nada afuera el que queda afuera es el espectador más pequeño. Se podría decir que la película tiene dos partes bien marcadas. La primera se encarga de presentar a los personajes, poniendo el foco en Red, el pájaro irascible de color rojo y enormes cejas. La isla está liderada por una especie de viejo monarca, un pajarraco enano que se hace el rey. Pero el verdadero Dios a quien veneran es el Águila Poderosa, a quien nunca vieron. Los desastres cometidos por Red debido a su enojo incontrolable los llevan a todos a tomar una decisión: mandarlo a un centro de rehabilitación, donde conoce a sus futuros amigos inseparables: Chuk (un pájaro amarillo súper veloz), Bomb (un pájaro con la capacidad de explotar) y Terence (un pájaro de enormes proporciones que mete miedo con su sola presencia). La segunda parte es cuando llegan los cerdos invasores, liderados por Leonard. Los porcinos verdes traen el circo y los globos y la supuesta fiesta de la alegría para robarse todos los huevos de la isla, que son su alimento preferido. Y es Red quien tendrá que convencer a sus amigos para que lo ayuden a buscar al Águila Poderosa y juntos combatir a los cerdos.
Después de la excelente Lego Movie, los Angry Birds llegan dispuestos a derribar el prejuicio de que nada bueno puede salir a la hora de adaptar un juego a una película. Básicamente, se propone divertir, y lo consigue. Con todo el sarcasmo y los chistes que surgen de una situación jugosa, la del pájaro Red, escéptico y malhumorado, obligado a adaptarse a una comunidad naif y biempensante hasta la exasperación. Tanto, que abren los brazos a los cerdos verdes que los visitan, no precisamente con buenas intenciones. Entonces habrá acción, aventuras, un guión disparatado, pero sobre todo mucho humor que hará reír con ganas a grandes –la versión original vale la pena- y chicos. La versión original, con las voces de Peter Dinklage y Sean Penn, vale la pena.
Si no sabe lo que es ese juego de computadoras (el autor es un vicioso de la versión Facebook, confiesa) se trata de romper estructuras y matar unos cerditos arrojando pájaros con diversos poderes con una honda. El diseño del juego es directamente el del cartoon clásico, y los personajes son inmensamente populares: destino de cine seguro. Pues bien, aquí tienen la versión fílmica del juego y aclaramos de entrada que no tenemos prejuicio con el origen (¿no vieron lo buena que es La gran aventura Lego?). Claro que no es un dibujo animado tradicional en dos dimensiones sino una aventura digital. Aquí se trata de Red,ñlk un pájaro muy enojado y frustrado que vive en un pueblo feliz al que llegan los cerditos en son de paz. Solo Red desconfía y tiene razón: los cerditos secuestran los huevos pajariles y ahí van Red y algunos amigos al rescate. Dejemos de lado el mensaje (que está bien no ser todos iguales, que hay que manejar la bronca pero a veces la bronca es útil, etcétera) y concentrémosnos en aquello de lo que realmente se trata: risas. Las hay, hay muchas. Hay momentos muy buenos. Pero la superabundancia de gags a veces conspira contra el espectáculo final. Hay momentos en que el apuro por hacer un chiste conspira contra su esencia: el tempo. Cuando acierta, está bien, pero muchos tiros quedan lejos del blanco.
Pájaros sorpresa Angry Birds: la película es una sorpresa. Imagino que también debe haber sido una sorpresa para los que tuvieron que hacer la película cuando les dijeron: “ey, hay que hacer una película con esto”. Y “esto” es un juego que se vendió en todo el mundo hace unos años, pionero de los juegos realmente baratos para los teléfonos. Vaya uno a saber si fue así, pero yo me lo imagino así: “hay que hacer una película con estos pajarracos que generaron una cantidad obscena de millones”, le dijeron a Jon Vitti, uno de los tres guionistas de de Alvin y las ardillas y uno de los once guionistas de la película de Los Simpson, además de guionista de muchos capítulos de la serie y de Saturday Night Live, entre otros pergaminos. Bueno, mire, señor Vitti, hay que hacer una película con esto, escriba. Y la verdad es que tal vez no haya sido tan mala idea hacer una película de animación que tiene la marca previa de un videojuego con la adictiva y lunática idea de revolear pajarracos a unos chanchos. No hay que atarse mucho a nada, se puede inventar un mundo, una isla de pajarracos que no vuelan, que tienen su organización muy sunny side up (como ese disco horrible de los Main Street Singers exhibido en A Mighty Wind de Christopher Guest), todo alegre y de colores plenos, todo irritantemente buena onda. Hay un pájaro, el rojo, malhumorado, y otros más -lo principales que se revolean- que tienen algunos problemas de socialización. Y vienen los chanchos y hay una aventura. Y hay una serie de excusas para hacer chistes y, en la segunda parte, sobre todo en el principio del contraataque frente los chanchos, llega el momento de poner en escena la acción típica del videojuego, es decir, el lanzamiento con la inefable gomera u honda. El protagonista Red es un personaje clásico de la comedia, el loser, el que no encaja en la sociedad. El que tiene que ir a un curso de manejo del enojo, de la ira (como Locos de ira, esa película con Adam Sandler que deconstruía a las películas “de Sandler”). Red, el pájaro enojado insignia, más Chuck y Bomb -los tres principales- tienen algo de Los tres chiflados, algo de los Looney Tunes y mucho de comedia americana contemporánea. Interpretados por Jason Sudeikis (Horrible Bosses, We’re the Millers), Josh Gad (Pixels, otra película felizmente lograda a partir de videojuegos y premisas imposibles) y Danny McBride (Pineapple Express, This Is The End), los tres pajarracos funcionan cómicamente en términos de gestos, diálogos, gritos, one liners contundentes. Hay gran cantidad de juegos de palabras con cuestiones aviares y porcinas, y su inclusión no sufre de necesidades argumentales porque la línea argumental es felizmente leve, sin grandes deudas en la profundización psicológica de ningún personaje. Hay una gracia constante y no hay necesidad de sumar y sumar seres y situaciones (comparar esta película con lo trabajosa que resulta en ese sentido Capitán América: Civil War). Hay otra película muy comparable con la de los Angry Birds: Minions, spin-off fallido, con personajes que se desinflaban sin su villano, sin su guía. Los Minions, notas al pie delirante del discurso delirante de Gru, eran poco y nada por sí solos. Y su película carecía de algo difícil de explicar y definir, como el alma. Era una película animada sin ánima. Su narrativa escuálida apilaba situaciones sin cohesión, sin cambios, sin tensión. En Angry Birds la levedad de la trama no implica ausencia de movimiento, de vaivenes. Los pájaros se definen por sí solos, los chanchos también, y pueden cambiar. No se desesperan por ser creíbles o parecerse a lo que se espera (?) de ellos pero sí se presentan vivos, es decir, animados con toques de gracia, de absurdo, incluso de sin sentido. Y de esa manera, sin estar preocupados por vender más productos (como los Minions) porque ya vendieron tantos downloads que están hartos, los Angry Birds lucen despreocupados. Angry Birds: la película es un juego que se desarrolla con fluidez, una comedia que se saca de encima las ataduras, que juega a moldear lo cómico, a repensarlo desde un horizonte abierto a partir de una la consigna comercialmente clara y también crasa (“la primera película de la historia en estar basada en un juego de smartphone”), de aprovechar una marca existente y hacer “una película”. El cine, en cierto rango global de expectativas comerciales, cada vez se apoya más en contenidos preexistentes, libros o juegos u otras películas ya probadas, y quien hoy en día logra crear una marca que surja desde el propio cine se posiciona de manera fulgurante. Ejemplo: Frozen, que a partir de ahora es marca a seguir explotando. Los Angry Birds, ahora, también son marca de película. Aclaración final: vi la película en versión original subtitulada y no me hago responsable por el desplume que pueda haber hecho el doblaje.
Llegó a los cines la película basada en el juego que seguramente todos conozcan y del cual ninguno esperaba y adaptación cinematográfica: Angry Birds. Era difícil imaginarse una historia que tenga que ver con pájaros (con poderes) siendo lanzados hacia unos cerdos, pero estoy sorprendido porque lograron hacer algo bastante entretenido. La primer secuencia de la película es puro humor físico. Un pájaro rojo que se golpea mucho y que se enoja. Esa es una fórmula que a los niños seguramente les pueda llamar la atención, pero es raro. Porque por lo general, las películas animadas de los grandes estudios no quieren llamar sólo la atención de los más pequeños.
Abuelo, yo sé que ya le pasó antes. Le pasó con el Pac-Man hace más de 30 años. Usted lo veía en cartucheras, mochilas, remeras, lápices de colores, globos, etc. pero no podía descular de dónde venía toda esa parafernalia que nosotros, sus nietos, le llevábamos a la mesa de la cocina. Luego supo que era un video juego, y jamás le hubiese apostado un peso a que esa figura redonda e inexpresiva se iba a convertir en un ícono de nuestro tiempo. Al menos de los que acusamos más de cuarenta pirulos. Ahora con Angry birds (pájaros enojados, en inglés) a la siguiente generación le pasa lo mismo. Ahí van nuestros hijos hacia la falda de nuestros padres con la misma parafernalia. Uno pasea por Buenos Aires o las grandes capitales del país y se puede ver el afiche por todos lados. Es una película, sí, pero ya hemos visto estas figuras miles de veces antes. Principalmente ese gráfico rojo ocupando gran parte de un cuadrilátero con ojos, pico y ceño fruncido. Lo vio. Estoy seguro. El ídem de hace tres décadas y algo, pero de otro color. Ahí andan los abuelos de Argentina, y del mundo, tratando de elucubrar o darle sentido a las palabras pronunciadas por las toneladas de nietos a los que tratan de explicarles de qué demonios se trata “Angry Birds: la película”. Bueno… vea… es otro video juego. Es de destreza y precisión. Una mezcla de tiro al blanco-con-dominó que consiste en un escenario plano. De un extremo izquierdo los personajes “buenos” con distintos poderes, siendo expulsados, honda mediante, hacia el extremo derecho para hacer caer a los “malos” en trampas explosivas, evitándolo uno a su vez, sino se pudre todo, para luego llegar a una meta que abre una nueva etapa más complejamente elaborada. Los “buenos” son aves iracundas (vaya paradoja). Los malos son chanchos verdes (vaya arbitrariedad). Aunque parezca mentira se pudo (se tuvo que) hacer un guión cinematográfico con estos elementos, y gracias al lenguaje y convención de éste siglo la cosa funciona bien. ¿Sabe por qué? Porque todo nació en 2009 de una empresa finlandesa. Tres años después el videojuego batió récords de descargas en aparatos como el celular que usted tiene en este momento en el bolsillo. Es decir, el afuera, lo visual, ya estaba diseñado. Había que sentarse a pensar un contenido. No es común ver ejemplos como éste estreno desde el punto de vista del disparador de la construcción de una historia. Salvando las distancias, es como si a un libretista de antaño le hubiesen encargado escribir las desventuras del “pelado” del emblemático afiche de “Geniol”. Créame que la base es esa, y sin embargo Jon Vitti (guionista de Los Simpsons, por ejemplo) se las arregló para inventar, explicar y justificar cinematográficamente éste fenómeno a partir de sentarse frente al teclado e imaginar qué hay detrás de ese ceño fruncido y de pocos amigos que ya es característico de nuestros tiempos. Así nos presenta a Red (Jason Sudeikis, doblado por Adrián Uribe), un pájaro rojo con un carácter nefasto. Todo le molesta: tránsito, clima, los conciudadanos, las reglas, las leyes. Una radiografía del habitante neurótico promedio en las grandes ciudades. Merced a un exabrupto, Red es rechazado por la sociedad y condenado por un juez a realizar sesiones de “control de ira”. Allí conocerá a Chuck (Josh Gad, doblado por Faisy Omar), un canario ultra nervioso y acelerado, Bomb (Danny McBride, doblado por Rubén Cerda), un pájaro negro con problemas de autoestima que de vez en cuando estalla, Terenece (Sean Penn, doblado por nadie porque sólo emite balbuceos guturales. Sería como querer doblar el sonido de un terremoto), y a la coordinadora de todo, Matilda (Maya Rudolph, doblada por Luz María Zetina). Hay momentos desopilantes en esta sesiones que sirven como transición para el punto de giro de la historia dado por la llegada de un barco lleno de chanchos verdes, que llegan a la isla para “hipnotizar” a los pájaros con fiesta y alegría mientras, por otro lado, se roban los huevos de los nidos para llevárselos a su isla y disponer culinariamente de ellos. Red, por supuesto, tendrá la oportunidad de salvar el día, aunque, claro, al principio tiene a todo el mundo en contra. El espectador verá una muestra homeopática de la impronta de éste estreno en una introducción que lo incluye todo. Vértigo, un 3D exagerado, velocidad, chistes ácidos a lo Seth McFarlane (sin la parte escatológica) y sobre todo humor físico que remite un poco a Los Minions, y otro poco a los clásicos cortos de Chuck Jones. Pronto irá asomando el mensaje desde el guión y de la dirección de Clay Kaytis y Jergal Reilly, más allá del consabido merecimiento de una segunda oportunidad. Tiene que ver con la integración social a partir del propio reconocimiento de los errores, cosa que da lugar a la apertura emocional del resto. Si se quiere, una interesante mirada que pone a estos personajes en un lugar muy distinto del asignado por sus creadores originales con ese furioso rictus facial. Desde ese lugar, y por supuesto por una animación con mucho humor en clave de aventura, “Angry Birds: la película” se instala como un producto estacional que funciona para ésta generación, y seguramente alguna venidera, porque se sabe lo que sucede en Hollywood cuando la cosa funciona: se hacen muchas más.
Una chispeante película de animación que te deja con ganas de ver una nueva entrega. La historia es ingeniosa y muy sólida, y por ser simplemente inspirada en un videojuego tiene ideas muy buenas y personajes bien desarrollados que...
Chillón y malhumorado, Red es el héroe aclamado Con un argumento simple y una mezcla de acción y humor, “Angry Birds” se instaló en los cines. Una paradisíaca isla está poblada enteramente, o casi, por felices pájaros `no voladores`. Allí, Red, un pájaro que vive enojado con la vida, y sus amigos Chuck y Bomb siempre se han sentido marginados. Pero cuando la isla es visitada por misteriosos cerditos verdes, dependerá de estos inadaptados descubrir qué pretenden los extraños. El argumento -simple y reiterado- sostiene la llegada a pantalla de esta coprodución finlandesa-estadounidense de animación en 3D, dirigida por Clay Kaytis (Frozen) y Fergal Reilly (Hotel Transilvania), sobre un guión de John Vitti (Los Simpson: la película y las dos Alvin y las ardillas), basado en la serie de videojuegos Angry Birds que vienen ganando terreno desde hace seis años en todos los soportes posibles y al alcance del consumidor familiar. Con la película suma otro más a los videojuegos, cómics y caricaturas y merchandising diverso. Las copias en castellano que llegaron a la ciudad no pemiten escuchar las voces del elenco original que suma a Jason Sudeikis, Josh Gad, Danny McBride, Bill Hader, Maya Rudolph y Peter Dinklage, un atractivo extra para el público adulto que suele acompañar a los chicos en estas ofertas ATP. En cambio, y para seducción de los más chicos, es grande el despliegue de imagen y color. Para todos, la producción se encarga de mechar acción con gags caricaturescos de resultado irregular, aunque en términos generales, efectivo, en calidad y cantidad, máxime, cuando la presentación en la sociedad cinéfila del malhumorado Red recaudó 43 millones de dólares en los 74 mercados en los que ya está disponible. Tras los pasos del “Capitán...” Único estreno de la semana en las salas de Bahía Blanca, Angry Birds se posicionó en segundo lugar en las taquillas del país, según la consultora Ultracine. Con 262.471 entradas vendidas para 354 pantallas, se quedó detrás de Capitán América: Civil War, que sumó 301.410 ventas, aunque en 426 pantallas. La película de Marvel, mantiene así su sitial, con un acumulado de 1.139.871 de tickets cortados en su segunda semana en cartel y pese a un descenso superior al 50 por ciento en su convocatoria respecto de la semana de debut.
Pájaros al ataque La adaptación cinematográfica del juego para dispositivos móviles es una más que aceptable propuesta para toda la familia. Creado por la empresa finlandesa Rovio Entertainment en 2009, Angry Birds es uno de los juegos más descargados de la era de los celulares táctiles. Su dinámica sencilla (tirar pájaros con una gomera hasta destruir una comunidad de cerdos para quedarse con los huevos que ellos robaron) y su gran cantidad de versiones, actualizaciones y spinoffs lo convirtieron en un auténtico ícono del mundo 2.0. La versión cinematográfica de la popular aplicación pone en contexto esos hechos. Para esto elige como protagonista a uno de esos personajes, el cardenal Red, quien es obligado a hacer un tratamiento de manejo de ira. Allí conocerá a Bomb, un cuervo que literalmente explota por los aires cuando se enoja, y al solitario canario amarillo Chuck, que no tiene tantos problemas de control como de sociabilidad. Angry Birds: La película explora durante la primera mitad la dinámica del trío. Trío cuya condición de perdedores y/o descastados lo emparenta con la Nueva Comedia Americana. La segunda está centrada en la aparición de los cerditos verdes dispuestos a todo con tal de robarse los huevos, desatando, ahora sí, la batalla para recuperarlo. El film de Clay Kaytis y Fergal Reilly es veloz pero claro y colorido sin ser colorinche. Tiene, además, una enorme capacidad de invención visual, bien en línea con otros productos del departamento animado de Sony (Lluvia de hamburguesas, Hotel Transilvania). Dos razones que hacen de este film una más que aceptable propuesta para toda la familia.
Angry Birds 3D básicamente se resume en “tirar aves para vencer a los cerdos”. Red es el personaje principal de la película, es un ave con problemas de ira, todo lo que lo rodea es un problema para él salvo, su pequeña casa con vista al mar alejado del resto de las aves vecinas. En una de sus sesiones de control de ira, su mundo cambia por la llegada de los cerdos y un ancla que se encarga de destruir lo más preciado que posee. La película adquiere tono de esta forma, es simple, nada especial, pero de alguna forma Jon Vitti, el guionista encargado, se encarga de lograr con simpleza un conflicto que se resuelve con una gomera. Lo atractivo de Angry Birds 3D son sus personajes principales, sobre todo los tres “amigos” de Red: Chuck, Bomb y Terence. Chuck es un pájaro hiperquinético, psicótico y depravado, Bomb es un amable pájaro con problemas de autoestima y Terence, bueno ustedes se van a encargar de ver quién es Terence. Cada vez que este grupo está reunido la película funciona, en especial cuando Terence hace el uso de sus distinguidas expresiones. Por otro lado, al contar con un gran grupo de protagonistas, la historia no se agota en los personajes secundarios, sino que se convierte en una película coral: cuando uno de los vecinos hace presencia en la pantalla, la química se rompe, el espectador pasa de reír por alguna frase de Bomb o un gesto de Terence, a simplemente dirigir la mirada hacia el techo por culpa de esto, es irritante y más de una vez termine largando un soplo de aire al igual que Red a punto de explotar. Otro punto a destacar en esta película es la manera en que se desaprovecha el uso del 3D. En los primeros dos minutos de película (contando créditos iniciales) Kaitys y Reilly, los directores de Angry Bird, hacen abrir los ojos por la excelente interacción que nos brinda el 3D, pero al finalizar esta introducción, uno nota, como espectador, que los anteojos pesan por lo innecesario que se sienten, y eso da el efecto “a ver como se ve si me los saco”. Todo lo contrario sucede con la banda sonora, que está aplicada con exactitud, sumergiendo completamente al público en el ambiente tropical y hasta en los estados de ánimos de los personajes. Angry Birds 3D es una buena opción para grandes y chicos por sus personajes coloridos, su historia simple, el gran uso de slomos hilarantes y la lluvia de referencias cinéfilas que se ven en la película - destaco el uso que le dan a una escena de El Resplandor o el nombre de Kevin Bacon en una obra de Hamlet-. Pero aun así, le falta ese toque final, esa frutilla en el postre que cautiva al público.
La animación es uno de esos géneros en los que se permite sin miedo al ridículo explotar una idea comercial para comenzar o seguir vendiendo productos que nunca fueron creados con la intención de llegar al cine. "Trolls", "Monopoly", "Emojis" y tantas otras películas estrenaron y fueron anunciadas con estos motivos. Cuando se presentó "Angry Birds" era dificil no ver las intenciones de marketing de fondo, pero, al igual que sucedió con el filme de "Lego", el resultado es satisfactorio. Esta propuesta basada en el popular videojuego tiene más aciertos que problemas y regala un buen entretenimiento para los más chicos. Red es un ave que vive enojada y los demás pájaros de la isla se lo hacen saber. Pero, cuando el hogar se ve en problemas todos se van a dar cuenta que él tenía mucha razón y lo necesitarán para derrotar a unos hambrientos cerdos que solo quieren sus huevos.