¿Qué vas a hacer el resto de tu vida? Si una película tiene la capacidad de tocarnos en algún punto, conmovernos, y producir un cambio en nuestro pensamiento -por más mínimo que sea-, es porque hay una emoción verdadera en ella. No hay nada más humano que sentir. El miedo, el desasosiego y la muerte, son algunas cuestiones a enfrentar para los personajes que son tan humanos como es posible...
Es extraña "Buscando un amigo para el fin del mundo". Uno ya está acostumbrado al registro que Steve Carell le pone a sus trabajos, así que, en cierta manera, esperamos ese aire absurdo y pausado que preludia sus líneas ingeniosas en cualquier producto que lo tenga como protagonista... Aquí, y para sorpresa de muchos, veremos algo distinto en su composición, un sujeto con sus tics clásicos, pero con una interioridad que realmente, desborda. No es una película de las más accesibles de este gran comediante pero tiene ciertos valores que merecen ser analizados en detalle... Hay que reconocerle a Lorena Scarfia, la directora debutante (y ex guionista de "Nick & Norah...", recuerdan?) que intenta transitar un camino distinto. No plantea esta propuesta como una comedia romántica media, ni mucho menos. Elige un escenario apocalíptico y ubica sus piezas de manera que reflejen, que visiones atravesarían, a sus protagonistas a la hora de pensar que el mundo, ni más ni menos, se termina a corto plazo. A dónde irías? A quién querrías ver? Qué te gustaría hacer? Todos cuestionamientos naturales que al ser humano le surgen cuando aparece el mensaje de cuenta regresiva para la destrucción del mundo que conocemos. La historia nos presenta a Dodge (Carell), quien es un empleado de seguros, bastante gris, por lo que vemos. La televisión y la radio anuncian que los intentos por salvar a la humanidad de un impacto de asteroides, son nulos y sólo le quedan al planeta, 21 días hasta que llegue nuestro fin. Esto desata en la gente, distintos sentimientos y emociones, todas atendibles y bien planteadas por el guión: querer disfrutar la vida a pleno, hacer lo que nunca se hizo antes, ver a los seres queridos una vez más, etc... Nuestro protagonista masculino está solo, en el segundo cuadro de la peli, ya se fue su esposa. Esta sólo y no entiende bien que hacer. Mientras el mundo comienza a derrumbarse y la violencia y la desesperanza crecen, llega a su vida, Penny (Keira Knightley), una chica extraña, mucho más joven que Dodge (diez años por lo menos), quien viene de fracaso en fracaso a nivel amoroso y acaba de pelearse con su último novio, en un departamento contiguo al del vendedor de pólizas. Hay que decir que ella luce un poco retro, (demasiado para mi gusto), aunque el encanto de Knightley hace el resto: dota a su personaje de mucha vida interna, plena de emociones encontradas y aunque parece raro, ámbos se vinculan rápidamente, sin razón aparente. Ahi comienza una pseudo road movie por algunos lugares y pueblitos americanos, donde los dos buscarán, individualmente en principio (aunque funcionando como equipo), llegar a ver a distintas personas / familiares que fueron importantes en su vida. "Seeking for a friend..." es un comedia dramática con mucho romance, estructurada sobre la relación de dos opuestos que van construyendo un camino juntos, en un contexto realmente complicado. Scarfia deja crecer mucho individualmente a sus dos pilares y trata de rodearlos con secundarios nobles, de manera que se luzcan en cada escena. Hay muchos homenajes (la música, los vinilos, etc) y una idea que se percibe clara: se busca conmover al público, partiendo de la base de un hecho amenazante y mostrando cómo la gente común, percibe este tipo de impacto en sus vidas. Un poco larga, quizás lacrimógena innecesariamente en algún tramo y ciertamente sólida, "Buscando un amigo..." es una cinta chiquita, bien pensada y un interesante debut para Scarfia. Si, reconozco que nos hubiese gustado ver a un Carell más suelto y no tan contenido, buscando otra veta de expresión, pero, nos quedamos con las ganas... Aceptable propuesta a la que hay que reconocerle su valor aunque es importante no entrar a sala pensando en ver una comedia romántica tradicional...
Es el fin del mundo como lo conocemos (y me siento bien). El escenario del apocalipsis ha sido retratado una infinidad de veces en el cine. Usualmente, sirve como excusa para mostrar escenas repletas de acción y destrucción masiva, pero raramente fomenta la oportunidad para historias cotidianas, es decir, lo que sucedería con la gente si se supiera que el fin está cerca. Lorene Scafaria trata de cambiar eso con Buscando un amigo para el fin del mundo (Seeking a Friend for the End of the World, 2012), una comedia dramática que, si bien cuenta con una que otra buena idea y dos encantadoras actuaciones principales, no puede explotar la premisa que presenta. La humanidad tiene los días contados. En tres semanas, un gigante asteroide llamado ‘Matilda’ chocará con la Tierra, acabando con toda la vida del planeta. Sin embargo, el mundo de Dodge (Steve Carell), termina un poco antes, ya que su esposa decide abandonarlo tras la conmoción por el desastre. Deprimido y solitario, él pasa sus últimos días vagando por su (ya innecesaria) rutina, mientras recuerda a la llama de su juventud, Olivia. Sin embargo, su vida toma un giro inesperado cuando se encuentra con su vivaz vecina Penny (Keira Knightley), quien, en el medio de su depresión por no poder ver a su familia, le da una vieja carta de su primer amor. Decidido y sin nada que perder, Dodge hace un trato con Penny: ella lo va a llevar a ver a Olivia y, a cambio, él la va a ayudar a reunirse con sus seres queridos. Así, ellos salen a la carretera, por la cual encontrarán a una serie de gente con distintas formas de enfrentarse al armagedón, lo que los lleva a pensar sobre cambiar sus vidas antes de que se apaguen las luces. En su debut como directora, Scafaria (que también fue guionista del grato film juvenil Nick y Norah - Una noche de música y amor, así como de esta película) inicia a pintar el clima antes de la catástrofe con algunas situaciones interesantes, con toques de buen humor negro: es una situación en la que vale todo, en donde ascender en el trabajo es mucho más fácil (ya que todos renuncian o se matan), y las fiestas entre amigos terminan con orgías y probadas de todo tipo de drogas. El problema es que, a medida que la producción avanza, el relato se va volviendo más optimista y repleto de clichés, abandonando las risas para insertar escenas interminables que resaltan el tema de “apreciar la vida, incluso en circunstancias terminales”, así como una trama romántica literalmente apresurada; aún en el fin de los tiempos, lo vital es conseguir una pareja. Esto culmina en una resolución que es tan forzada que el concepto del film queda casi olvidado, todo por una historia que vimos demasiadas veces (la clásica de “chica sin preocupaciones y llena de alegría que se dedica a alegrarle la vida de forma peculiar al tremendamente sufrido protagonista”). Lo que mantiene con vida a la película es el dúo principal de Carell y Knightley, quienes, a pesar de las limitaciones del guión, logran manejar sus roles de manera que se vean reales y tiernos. Acompañándolos, se encuentra un elenco que, si bien está repleto de muy buenos comediantes (se puede encontrar a miembros de las series Parks and Recreation, Community y Childrens Hospital, así como al gran cómico de stand up Patton Oswalt), no da tiempo para que ninguno deje una impresión duradera; sus escenas pasan de manera olvidable. Lo mismo va para un actor de renombre (no adelanto quien es, aunque vale la pena decir que el hombre es familiar con la palabra “apocalipsis”) que aparece cerca del final para personificar al padre de Dodge, aunque su papel es tan corto e ignorado que podría haber sido interpretado por cualquier otra persona. En fin, a pesar de un buen elenco (comandado por las simpáticas actuaciones de Carell y Knightley) y algunos toques de oscura hilaridad, Buscando un amigo para el fin del mundo se queda corta debido a un aburrido y decepcionante giro hacia lo habitual. La ópera prima de Scafaria termina retratando un drama que, en unos momentos, recuerda el enfoque de Melancolía, mientras que en otros, retrata la verosimilitud de algo como 2012 (pero sin los efectos especiales, claro). Con esas esquizofrénicas pretensiones, tener éxito es difícil que sobrevivir una catástrofe.
Elogio de Keira Knightley Un asteroide se dirige a la Tierra. Quedan ahora 21 días de vida y a Dodge lo acaba de dejar su esposa en un ataque de pánico. Solo, sin familia ni hijos, debe esperar el fin de la civilización sin ningún ser querido. Él es Steve Carell, un actor que en comedia a veces funciona bien pero que en drama ha aprendido a tener el "manual indie para componer personajes trastornados". En el piso de abajo vive Penny, su adorable aunque algo inestable vecina. Ella es Keira Knighley. El título de esta nota es bastante obvio. Lo que hace esta actriz en Buscando un Amigo para el Fin del Mundo es algo que asciende al plano de lo maravilloso...
Siempre tendremos el Apocalipsis Cuando la misión espacial que debía salvar a la Tierra fracasa, comienza para todos los habitantes del planeta la cuenta regresiva hacia el impacto contra un enorme meteorito que destruirá al mundo. A partir de ese momento, los humanos actuarán como su idea personal de vivir los últimos días mejor lo indique. Abandono de puestos de trabajo, éxodos, saqueos, y por otro lado, gente que sigue como si la vida no fuera a cambiar en absoluto. En medio de esas personas se encuentran Dodge (Steve Carell) y su vecina, la inglesa Penny (Keira Knightley), a quien conoce merced a este extraordinario suceso. Juntos emprenderán la búsqueda de lo que creen necesario para transcurrir esos últimos momentos: los afectos, un viejo amor; aunque en ese recorrido, no falto de obstáculos, terminen encontrando cosas distintas a las que se proponían. Esta es una película muy difícil de encasillar en cuanto a género. Es una comedia romántica, pero tiene algo de cine catástrofe (al fin y al cabo está hablando del fin del mundo) y algo de road-movie. Conmovedora de a ratos, dramática por momentos, sin dejar de ser luminosa y positiva, no es una comedia que arranque muchas risas en el espectador, sin embargo tiene un argumento diferente, y una coherencia narrativa que la distinguen de la mayoría de las películas que se inscriben en el género. El guión se basa fundamentalmente en las actuaciones de Knightley y Carell, que responden bien. Personajes muy opuestos en cuanto a sus personalidades, ella desprejuiciada y aventurera, y él un opaco vendedor de seguros, que sin embargo son capaces de comprenderse, aún frente al peor de los panoramas. Cabe destacar la impresionante banda de sonido de este film, optimista a pesar de todo, tanto en la historia que cuenta, como en su convicción de que se puede hacer comedia sin caer en recetas trilladas.
Tan lejos, tan cerca Esta ópera prima de Lorene Scafaria (cuyo único antecedente importante era el guión de esa lograda comedia romántica juvenil que fue Nick y Norah: Una noche de música y amor) tiene un interesante punto de partida: quedan tres semanas para el fin del mundo (un inmenso asteroide está a punto de chocar contra la Tierra) y, ante la inminencia del colapso, todo se convierte en un caos: suicidios en masa, saqueos… En ese contexto, aparece nuestro antihéroe, Dodge (Steve Carell en plan… Steve Carell), un corredor de seguros tímido, reprimido, traumado. Un PERDEDOR con todas las letras. El protagonista no se ha recuperado del abandono de su mujer (luego se entera, además, de que ella lo engañaba), pero sigue con su patética rutina incluso cuando ya nada de todo eso tiene sentido. Se le ocurre que una manera de ocupar el tiempo que le queda es buscar al primer y gran amor de su vida. El destino y el azar harán que en su camino se cruce Penny (Keira Knightley), que deja a su novio maltratador (Adam Brody) para irse con su familia. Lo que sigue es una road-movie agridulce con un sustrato de ciencia ficción, un tono tragicómico y absurdo, y una vuelta de tuerca -claro- romántica. El problema del film es que va perdiendo espíritu provocativo y su negrura a medida que avanza la trama para transformarse, en definitiva, en una película edulcorada, con un existencialismo, un espiritualismo de autoayuda. Buscando un amigo para el fin del mundo es como una película indie más o menos interesante (hay algo del Michel Gondry de Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, pero también de otros dramas adultos apocalípticos como Melancholia, de Lars Von Trier; y Otro planeta, de Mike Cahil), aunque luego cede a los convencionalismos de un mainstream sin demasiada creatividad y -para colmo- sin demasiada química entre Carell y Knightley. La locura de los personajes (sobre todos de varios secundarios) en medio de la locura generalizada permite durante la primera mitad un simpático desborde, pero la guionista y directora abandona luego esa veta más zafada e irónica para contentarse con pinceladas de redención y reconciliación que intentan conmovernos y tranquilizarnos a la vez. Y con el toque extra de un perrito fiel. El amor es más fuerte, nos dice. Gracias.
El día antes de mañana Siguiendo la tendencia a la composición de roles dramáticos para actores convencionalmente de comedia, Steve Carell protagoniza con excelencia inadvertida Buscando un amigo para el fin del mundo (Seeking a Friend for the End of the World, 2012): una película con un título por demás ilustrativo. La historia comienza con el anuncio de que un meteorito llamado Mathilda colisionará contra la tierra extinguiendo todo rastro de vida. En un acto de desesperación, la esposa de Dodge (Steve Carell) huye con destino desconocido. Deambulando por la ciudad y repasando sus propios pasos, Dodge parece destinado a transitar el fin de los tiempos en soledad. Allí es donde conoce a Penny (Keira Knightley) una vecina de edificio que casualmente sufre una situación similar. Juntos deciden unir fuerzas y concretar sus últimos deseos. Cuando se recurre a esta propensión creativa de documentar los últimos días de la humanidad suelen radicarse dos alternativas narrativas en el corazón del relato. O se focaliza en la tenacidad de la catástrofe, subsistiendo de la tensión in crescendo que genera la inminencia del Apocalipsis o se focaliza en el proceso emocional de sus víctimas. Existen también antecedentes de directores que componen un equilibrio efectivo, como es el caso de Lars von Trier con Melancholia (2011). En Buscando un amigo para el fin del mundo todos los recursos empleados convergen en un esquema fílmico en donde el énfasis se dirige hacia el componente humano. Uno de los principales aciertos de la directora, Lorene Scafaria, es la mesura en que los sentimientos se explicitan. Muy pocas conclusiones en la elucubración de los personajes se manifiestan en la superficie, pero sin embargo se perciben todas. El camino de los protagonistas es intrínsecamente introspectivo y la demostración únicamente asoma cuando se vuelve imprescindible. Esto es mérito, en igual medida, de Scafaria y de los actores principales: Carell, quien sigue en sintonía con papeles más despojados como los de Pequeña Miss Sunshine (Little Miss Sunshine, 2006) o Dani, un tipo de suerte (Dan in real life, 2008) y alejado del histrionismo de El reportero: la leyenda de Ron Burgundy (Anchorman, 2005) o Una noche fuera de serie (Dinner for Schmucks, 2010) y Keira Knightley, que si bien puede objetársele un estilo un tanto barroco logró una simpleza considerablemente genuina. Esa sutileza interpretativa moldea la escalinata habitual de sucesos en las películas sobre desastres. El hecho de que el mundo esté próximo a dejar de existir parece ser sólo un detalle, ya que con muchos elementos de una road movie, la película retrata el despertar de dos personas sumidas en la apatía de la estabilidad y los rumbos predeterminados. En ese aspecto el desastre natural adquiere un poder simbólico que le permite invertir la concepción de la catástrofe. Algo así como un big-bang sentimental. Implícita y delicada por momentos y furiosa y divertida por otros, Buscando un amigo para el fin del mundo es una película que se encarga de iluminar otro espectro de la catástrofe. Es precisa y exenta de superfluidad.
Dos a quererse A coger que se acaba el mundo. Eso dicen y hacen (fuera de cuadro) muchos de los que rodean a Dodge, incluidos sus amigos más íntimos y... su ex esposa. ¿A quién le importan la promiscuidad y las promesas de fidelidad cuando el planeta Tierra está a punto de colisionar con un inmenso asteroide? Pero el pobre anda en otra, cabizbajo porque su mujer lo ha abandonado unas semanas antes del acabose, con serias dificultades de adaptación ante un mundo en extinción, aferrado con uñas y dientes a una conducta civilizada y protocolar. Buscando un amigo para el fin del mundo, el debut como realizadora de la guionista Lorene Scafaria –responsable del guión de Nick y Norah - Una noche de música y amor (2008)– cuenta para ese rol con el rostro ideal de Steve Carell, dispuesto en este nuevo alter ego de su persona cómica a recuperar a su primer amor, quien no tuvo mejor idea que mandarle una carta perfumada justo cuando el Apocalipsis está a la vuelta de la esquina. Así, entre fiestas de despedida de las que no puede ni quiere participar y la necedad de aferrarse a los más banales actos cotidianos, Dodge conoce a Penny (Keira Knightley), su vecina de origen británico, con quien compartirá un viaje con la ilusión de hacer realidad sus últimos deseos: él, rencontrarse con su high school sweetheart; ella, volar a Londres para pasar los últimos días junto a los suyos. Punto y aparte. Y ya está todo preparado para que el film disponga sus elementos en una fórmula que podría reducirse al siguiente planteo: humor (no tan) disparatado en la primera parte, merma considerable de gags mientras la pareja va conociéndose, introspección espiritual, rencuentros emocionales y romanticismo pegajoso en los últimos tramos. A diferencia de otras películas con temática similar, como la melancólica Last Night (1998), del canadiense Don McKellar, Buscando un amigo... opta por el camino de la comedia romántica lisa y llana, con el concepto del film del mundo como una simple vuelta de tuerca conceptual. Al fin y al cabo, las cosas no serían esencialmente distintas si uno de ellos sufriera de una enfermedad terminal y el otro estuviera decidido a suicidarse. Lo más lamentable es la falta de gracia de todo el asunto, a tal punto que los mejores momentos (el conductor que ha contratado a un asesino profesional para acabar con todo antes de que todo acabe, la orgía en el local de comida rápida) son sepultados por la notable falta de chispa cómica del resto del metraje. Y si Carell atraviesa el recorrido con su habitual carisma, sorprende lo desabrido del personaje de Keira Knightley, reducido a una serie de muecas y monerías hipotéticamente simpáticas, producto de una más que desafortunada dirección actoral. Lo peor, de todas formas, viene después, cuando la película intenta ponerse seria y profunda.
...que se acaba el mundo Steve Carell se prueba en la comedia y el drama como un humano más que debe hacer lo que pueda antes de que la Tierra desaparezca. “¿Qué vas a hacer el resto de tu vida?” es una pregunta capciosa en el marco de esta película, si se sabe que en 21 días un asteroide chocará irremediablemente con la Tierra, por lo que el resto de son tres semanas. Apocalipsis ahora, sí, y como en Melancolía , de Lars von Trier, pero ante la misma hipótesis, distintas circunstancias y resultados. Dodge (Steve Carell, como siempre, con cara de yo no fui) le suma a su preocupación existencial que su mujer, presa del pánico, lo ha abandonado. No va a morir solo, va a morir con todo el mundo, pero le quieren encontrar -rápido- pareja en un universo en el que hay saqueos, suicidios sorpresivos, padres que entusiasman a beber a sus hijos menores... Es tiempo de mandar allí, adonde usted sabe, a quien siempre quiso mandar. Y también es tiempo de, ejem , que se acaba el mundo. La opera prima de Lorene Scafaria, guionista de TV y de Nick y Norah, una noche de música y amor , parte de una premisa que atrae, y la va acicalando y renovando en cada escena. Cuando hace que Dodge deje la ciudad para ir a buscar al amor de su vida, el de la Secundaria, le adosa a su vecina (Keira Knightley, sí, con ese acento tan british). Y los hace cruzar con personajes inesperados. O al menos que tienen presencias episódicas, cuando parecía que iban a tener más peso en la trama. Y no vamos a adelantar quiénes. Podría parecer una película del camino, con personajes que no son lo mismo cuando llegan que cuando partieron, pero es tan poco el tiempo que tienen, que Dodge y Penny son como uno los conoció de primera vista. Carell y Knightley se llevan de primera en pantalla. Y el actor de The Office no puede quejarse, ya que ya ha compartido escenas con Anne Hathaway, Julianne Moore, Juliette Binoche. Pone cara de tonto, pero es evidente que no lo es. Divertida y con giros entre inesperados y efectivos -Dodge se “emborracha” con líquido para limpiar vidrios; se despierta en un parque y descubre que le ataron la correa de un perro; la parada en el camino en el bar, donde no hay demasiadas vueltas con el sexo-, el espectador se suma al desconcierto de los personajes. Y si hay escenas que podrían o no estar -la de la prisión sirve para que los protagonistas se cuenten cosas, pero pudo haber sucedido en la camioneta-, todo está amenizado con ritmo y muy, muy buena música.
Comedia apocalíptica que naufraga en la mitad El título ya lo dice todo, y sugiere sin sombra de duda el lado deprimente de esta comedia apocalíptica. Steve Carell es un vendedor de seguros abandonado por su mujer justo en las vísperas de que un meteorito gigante choque con la Tierra, sin que se pueda hacer nada por evitar la catástrofe. Al principio, la película funciona como una comedia negra moderadamente divertida, ya que a medida que se acerca el día de la hecatombe, el comportamiento de la gente se vuelve más confuso y disoluto. Los suicidios, las orgías, el consumo de drogas duras como la heroína arrecian, y sin embargo, nuestro héroe no quiere saber nada con todo eso y hasta intenta seguir acudiendo a su oficina todos los días, hasta que se demuestra totalmente estúpido (del mismo modo, su empleada doméstica no deja de ir a su casa a pasarle la aspiradora). Pero cuando menos lo esperaba, el solitario protagonista toma contacto con su vecina del piso de abajo, una chica fanática de los discos de vinilo que se pasa peleando permanentemente con su novio y que se le aparece por la ventana. Mientras su edificio está cada vez más cerca de los disturbios provocados por las turbas apocalípticas, huyen en una búsqueda desesperada de la primera novia del vendedor de seguros y de un avión que pueda llevar a la chica (Keira Knightley) a la casa de sus padres. Aquí es donde el film se empantana en una serie de situaciones esporádicas que no tienen mucha cohesión entre sí, ni hablar de ritmo, que se pierde casi totalmente por la mitad del film. Y, sobre todo, a medida que la película avanza al terreno de lo romántico y lo sentimental, los chistes empiezan a brillar por su ausencia, con un resultado monótono sólo salvado por la buena música, gentileza de los vinilos de la coprotagonista. Por suerte, hacia el final aparece un buen actor como Martin Sheen, pero demasiado tarde y poco como para mejorar este fin del mundo.
Si la cosa no funciona, subí el volumen No sabia que esperar de Buscando un Amigo para el Fin del Mundo. ¿Comedia romántica en medio del apocalipsis? ¿Steve Carell y Keira Knightley como pareja? Por fortuna todos mis interrogantes fueron resueltas con claridad: la cosa no funciona. La cosa es la película. Este pastiche que intenta manejar humor, romanticismo, angustia existencial y desesperación de la humanidad no logra nunca el tono adecuado para que nos dejemos llevar por el relato. ¿Cómo es la cosa? Dodge (Steve Carell) es un hombre que trabaja en seguros y está infelizmente casado. O al menos eso se intuye cuando su mujer ante el inminente fin del mundo decide salir corriendo (literalmente) de su lado. Pero él, como buen perdedor, continúa su rutina de trabajo mientras el mundo entra en pánico y sus amigos cometen todos los excesos posibles. En medio de esa batahola conoce a su vecina Penny (interpretada por la flaca Knightley) que es todo "frescura", "espontaneidad" y "extravagancia". ¿Por qué las comillas? Porque se notan tanto los hilos del personaje que es casi un muñeco de trapo, y por cómo se viste, podría serlo. Difícil sentir a ese personaje como algo libre y natural cuando se nota tan procesado para ser "especial". Tampoco ayuda una Knightley que abusa del registro morisqueta–lagrimeo-sonrisa-espontánea. El comienzo cruza lo patético y el desenfreno, nos sentimos descolocados pero a resguardo por la cara de nada de Dodge que logra ser un puching ball encantador con su falta de reacción, pero cuando la historia deviene en romance se hace patente la falta de química de la pareja. Nunca sucede ese momento donde advertimos el porque de ese amor tan profundo. El relato va forzando situaciones (el perro, el suicida del auto, el ex novio marine) y a medida que se alejan de la ciudad (centro de perversión: ausencia de moral, sexo sin amor, drogas peligrosas) el viaje se va transformando en uno hacia la iluminación campirana donde el hogar/padres es el santuario infantil donde se encuentra la paz. Al parecer el Apocalipsis se toma más tranquilo en el campo. Es bueno saberlo. Lorene Scafaria en su debut cinematográfico luego de ser la guionista de Nick & Norah, Una Noche de Música y Amor no logra hacer pie en este mundo en cuenta regresiva. La suma de viñetas sin una cohesión narrativa muestra una historia de amor abrupta (y sin placer) donde se hace evidente la necesidad de subir el volumen de la canción triste para intentar emocionar.
Antes de que todo se termine La directora elabora una comedia de ruta en la que los seres que se encuentran, acompañados de un perro, buscan un tiempo con sentido, aspiran a terminar con algo valioso a su lado, con algo querido. Tan simple como eso, acortar el tiempo compartiendo con alguien. En un mes, el asteroide Matilda se estrellará contra la Tierra. Sólo queda un mes para el gran final. Usted oye esto por la radio. ¿Qué hará? La directora Lorene Scafaria lo expresa a través de las actitudes de sus personajes. María, la mucama del señor Dodge va a seguir viniendo a limpiar. Algunos de sus amigos y amigas, como lo comprueba en una fiesta bastante cercana a una orgía, se olvidarán de lo que les espera, mientras cambian de pareja, invitan a beber a sus chicos pequeños o terminan con sus vidas. Pero Dodge, que se ocupa de asegurar a la gente, está en problemas. Hombre pacífico y metódico, siempre organizó su vida, trató de no herir a nadie y se ocupó de vender seguros para que nadie estuviera desamparado. FUTURO INCIERTO Ahora, con la noticia del fin del mundo, su encantadora señora se fue. Y el pobre Dodge quedó solo. Con su meticulosidad. Con su tiempo perfectamente organizado. Pero hay una vecina que le causa curiosidad, ésa que llora frente a su ventana, porque aunque es muy joven, se da cuenta que se viene la nada y su corta vida no contuvo algo importante, ni vivió amores notables. Ella lo único que quiere es pasarlo con su familia que vive un poco lejos. Como Dodge está paralizado por lo ocurrido con su mujer, su vecina trata de animarlo dándole las cartas que terminaron en su buzón desde hace tres años y que un poco por haraganería, no repartió. Una de esas cartas le da a Dodge la misión que necesitaba. En una de las cartas se confiesa el amor de una vieja compañera de colegio por él. Se llamaba Olivia. En ese momento, los dos solitarios vecinos comprenden que tienen una misión, ver a la familia una y encontrar a Olivia el otro. "Buscando un amigo para el Fin del Mundo" es la "opera prima"de Lorene Scafaria. Con un argumento que a pesar de pertenecer de alguna manera al clásico tema del Fin del Mundo, se centra en las reacciones ante el final; la directora elabora una comedia de ruta en la que los seres que se encuentran, acompañados de un perro, buscan un tiempo con sentido, aspiran a terminar con algo valioso a su lado, con algo querido. Tan simple como eso, acortar el tiempo compartiendo con alguien. Una búsqueda con buena música, humor, esperanzas, decepciones, pero búsquedas que pueden incluir la sorpresa del nacimiento del amor es la elegida por Steve Carell y Keira Knightley, sus figuras principales, que con estilos de actuación igualmente valiosos, pero diferentes, muestran que con amor, a pesar de las diferencias, hay posibilidad de unión hasta en el final.
Ya desde el principio se presenta como una comedia melancólica, de final del mundo anunciado. Pero ahí, con todo en contra está ese hombre abandonado que dedicaba a seguros y esa vecina alocada y romántica, para ponerle sabor y matices a una historia que gana por los protagonistas. Un inspirado Steve Carell y una Keira Knightley llena de gracia.
Una película que aporta una importante contribución a la lista de las grandes parejas cinematográficas sin química. En el pasado tuvimos algunas históricas como la de Dan Aykroyd con Kim Basinger ( Mi novia es una extraterrestre), más recientemente Nicole Kidman con Will Ferrell en (Hechizada), Angelina Jolie y Johnny Depp (El Turista), Clive Owen y Julia Roberts (Closer), Tom Hanks y Audrey Tautou (El código Da Vinci), Natalie Portman y Hayden Christensen (Star Wars), Reese Whiterspoon y Vince Vaughn (Navidad sin los suegros) y como olvidar a Jennifer López con Ralph Fiennes en Sueños de amor. Sólo Hollywood lo hizo posible. La lista es más larga y estos son algunos ejemplos. Son esas duplas que sencillamente no transmiten nada juntos y por más que lo indique el guión cuesta bastante creerte lo que viven sus personajes en las películas. El caso de Keira Knightley es loco porque prácticamente no tuvo química con nadie en sus filmes. Con esta pareja que arma en este proyecto junto a Steve Carell vuelve a ocurrir lo mismo. El casting de los personajes acá fue totalmente errado porque los protagonistas tiene cero química entre sí y eso se transmite en la historia. Al igual que ese bodrio pretencioso de Melancholia, que dirigió hace poco Lars Von Trier, el Emperador del cine snob, en este film se propusieron trabajar una típica historia sobre el fin del mundo con un enfoque diferente. Acá no hay grandes secuencias de acción a lo Michael Bay o Roland Emmerich, sino que se trata de una road movie que retrata las experiencias cotidianas que viven dos personajes durante los últimos días de la humanidad y cómo la gente enfrenta una crisis de ese tipo. A diferencia de lo que vende el trailer, la película en realidad se centra más en el drama que en la comedia con un mensaje sobre la importancia de vivir el presente en el acá y el ahora que estuvo mejor trabajado en Cars, de Pixar. Buscando un amigo en el fin del mundo es un film aburrido que tiene su falla principal en la elección de los dos protagonistas y el enfoque de la historia. Como ocurrió hace poco con Amor imposible (Ewan MacGregor), no queda claro que quiso hacer la directora con este film. ¿Es una historia romántica? ¿Un drama social sobre la humanidad? ¿Una road movie disparatada? Al final termina siendo una mezcla de estas cosas que no termina por convencer. Por otra parte, la historia de amor entre Steve Carell y Keira Knightley es absolutamente inverosímil y no transmiten nada juntos por la sencilla razón que no tienen química entre sí. Por consiguiente, es imposible creerte el romance de los dos personajes. Carell interpreta otra vez al hombre cuarentón deprimido que ya hizo en otros filmes y Keira está a cargo de un personaje que se vuelve más irritante con el transcurso del film. Lo último que uno podría desear en una crisis apocalíptica de este tipo es pasar tiempo con esta pareja. Son personajes sumamente aburridos con los que cuesta conectarse emocionalmente, ya que no despiertan el mínimo interés. Lo peor de este estreno es que no es una producción mala ni buena sino intrascendente y difícilmente quede en el recuerdo luego de conocerla.
Buscando un amigo para el fin del mundo no es una mala película, aunque podría haber sido muchísimo mejor ya que parte de una buena idea que lamentablemente no se aprovechó del todo bien. El hecho que Steve Carell sea su protagonista hace que más de uno crea que va a ver una gran comedia, pero nada tan lejano de la realidad, ya que acá se habla del fin del mundo y no es broma...
Tras el sentimiento perdido El cine independiente norteamericano actual es una caja de Pandora, de donde pueden surgir una amplia variedad de películas, algunas de ellas difíciles de clasificar. Buscando un amigo para el fin del mundo, por ejemplo, es una extraña combinación de drama, comedia, romance y ciencia ficción. Y cuando decimos extraña no nos referimos a los ingredientes en sí, sino a lo que resulta de ellos. Cuando el filme inicia, el noticiero de la radio anuncia que está comenzando la cuenta regresiva para la colisión de un meteorito que destruirá el planeta. La consecuencia más inmediata para Dodge de esa funesta revelación es que su esposa se baja del auto y escapa (nunca se habían amado demasiado). Sin alterarse más de la cuenta, Dodge trata de seguir adelante con su rutina, como muchas personas del lugar donde habita. Le paga a la empleada doméstica, va a trabajar, pasa las noches frente al televisor. La ilusión tiene las horas marcadas y hay muchos que hablan de vivir una liberación antes de desaparecer. Dodge no parece estar interesado o capacitado para hacer algo semejante. Pero una vecina, Penny, aparece en su ventana y comienza entre ambos una historia de amor que tendrá algunas características "épicas", por estar tan ligada al acabóse de los tiempos. Buscando un amigo para el fin del mundo tiene todos los tics del cine independiente de los últimos años, pero eso por sí solo no basta para hacerla una película mejor. Hay que acordarse siempre que Hollywood adoptó hace bastante este símbolo de la libertad creativa y terminó por serializarlo también (afortunadamente, quedaron y quedan cientos de excepciones). ¿De cuáles señas hablamos? De los actores de mucho cartel, interpretando a personajes disfuncionales. De la búsqueda de argumentos que no se parezcan a ninguno otro, a veces exagerando con esta ruptura de las formas. De una mayor intelectualización de los diálogos y las situaciones, que descoloca a los espectadores acostumbrados, durante décadas, a otro tipo de espectáculo.
AMOR DE ULTIMO MOMENTO A la Tierra le queda tres meses de vida. Un asteroide letal caerá inexorablemente y aniquilará todo. Y no hay salvadores a la vista que puedan atajarlo. Así que el pobre mundo se encamina hacia su final. Y la gente hace lo que puede… y lo que quiere. Es un buen punto de arranque. El ser humano recupera sus instintos básicos, se mueve sólo por impulsos. Nada está prohibido y nada consuela. Y es allí donde nacerá este romance entre un agente de seguro (otra buena labor de Steve Carell) y una inglesita medio tarambana que aparece sorpresivamente en su vida (la lindísima Keira Knightley). Y salen el camino en un viaje que es al mismo tiempo huida y esperanza: él quiere recuperar un amor de juventud que siempre le dio vueltas por la cabeza y ella quiere subirse a un avión para volver junto su familia. Los dos buscan ajustar cuentas con el pasado, pero al final se acabarán encontrando en este presente tan fugaz. Es un amor en tiempo de descuento que pide futuro, pero no hay. Una comedia amable, que se pone demasiado dulzona y pierde la fuerza y el interés del comienzo, pero que acaba siendo una viñeta romántica que reactualiza la vieja moraleja: si está por llegar lo peor, lo más recomendable es esperarlo al lado del ser querido.
Seeking a Friend for the End of the World tenía a las claras el potencial para convertirse en una gran comedia o un buen drama y, por elegir ser una tibia mezcla entre ambas, no es ni lo uno ni lo otro. En los primeros segundos se descubre que el fin es inevitable, que el asteroide no esquivará la Tierra en el último minuto o se desintegrará al entrar en la atmósfera hasta reducirse al tamaño de la cabeza de un chihuahueño. Con tres semanas para que el último grano de arena del mundo pase al otro lado del reloj, hay quienes hacen frente a la dura realidad viviendo cada día como el anterior, otros que se dejan caer en una espiral de desenfreno con el "ya nada importa" como lema, otros que adoptan una mirada reflexiva hacia el tiempo que pasó y el que queda y, por supuesto, quienes se desesperan por la espera. Con este panorama, Lorene Scafaria, guionista de Nick and Norah's Infinite Playlist, ofrece a dos protagonistas con una idea de lo que quieren hacer, pero con una certeza mayor respecto de lo que saben que no harán, límite autoimpuesto que cercena las posibilidades de la película. Steve Carell, quien no aceptaba un rol tan meditabundo desde Dan in Real Life, es Dodge, un hombre a quien le pesa más el saber que su vida se estaba desmoronando aún desde antes de que el asteroide fuera noticia. Conoce a Penny -una flaquísima Keira Knightley-, un tipo de personaje cada vez más recurrente en el cine actual: joven, linda, excéntrica, con una valija de conflictos emocionales al hombro, pero capaz de devolverle a quien recién conoce el sentido perdido de su existencia. Juntos emprenden su viaje a través de Estados Unidos para hacer aquello que cada uno quiere antes de que el mundo se termine. Cada situación que enfrentarán en el camino quedará en las puertas del intento, sin llegar a concretar las risas que se podían esperar o generar las emociones que se buscaba movilizar en los momentos de reflexión. Con el humor siendo cada vez más utilizado en otros ámbitos, como la ciencia ficción o el terror, llama la atención que lo que es básicamente una comedia romántica, con un elemento catastrófico como conflicto, no termine de funcionar ni desde un lado ni del otro. El principal problema con el que choca Scafaria es perder de vista el elefante en la habitación, olvidarse del asteroide. Se trata de un relato íntimo movilizado por una tragedia, con dos personajes de forma permanente en pantalla y casi siempre los dos solos, pero que una vez que se pone en marcha no lo necesita para seguir con su avance. Si, se atraviesan escenas que sin el componente de la destrucción total nunca hubieran existido, como las fiestas o las muertes repentinas, no obstante al mirar constantemente hacia otro costado y seguir el camino como si nada, pareciera que uno está frente a Elizabethtown, para poner un ejemplo. Desde ya que hay muy buena química entre los protagonistas, un guión que no sólo es original sino que los acompaña hasta el final casi sin caer en lugares comunes, una muy buena banda sonora –con un fantástico comentario sobre los vinilos-, y sorpresivas ráfagas humorísticas, con el genial Patton Oswalt y Rob Corddry en clave Bucket List. El miedo a decidirse por algo –de hecho cada vez que algo nuevo puede ser experimentado, se huye- por parte de Scafaria y sus personajes, lleva a que en resumidas cuentas sea un tibio cruce de géneros y un gran "lo que pudo ser".
Un amor inesperado El escenario es apocalíptico, pero tampoco hay que tomarlo demasiado en serio. Sólo quedan tres semanas para el fin del mundo (un asteroide está a punto de chocar contra el planeta) y las grandes ciudades se convierten en un caos. Hay éxodos en masa y saqueos... y gente que solamente piensa en orgías y drogas para quemar sus últimos días. En ese contexto se conocen los protagonistas: Dodge (Steve Carell), un vendedor de seguros muy tímido y reprimido, y Penny (Keira Knightley), una chica alocada y despistada que no se despega de sus adorados vinilos. “Buscando un amigo para el fin del mundo” es una extraña comedia que va transformándose lentamente: desde el humor negro de los primeros pasajes hasta la impensada aventura en la que se embarcan los personajes para cumplir sus últimos deseos. De a poco la película se convierte en una road movie donde lo importante no es llegar a destino sino lo que sucede en el recorrido. Y desde esa mezcla de absurdo con tono tragicómico queda expuesta la más pura comedia romántica, que se impone a pesar de todo. En el camino hay que digerir algunos pasajes por demás de previsibles y edulcorados, pero estos baches están bastante bien compensados por las actuaciones de Carell y Knightley, además de una banda de sonido que incluye grandes temas de los Hollies y los Walker Brothers.
El cine ha imaginado hasta el hartazgo la manera en que podría terminar la vida en la tierra (inundaciones, terremotos, virus pandémicos, asteroides, etc.) con todas esas amenazas neutralizadas a último momento de la forma más dramática posible. Sin embargo, eso no es lo que veremos en Buscando un amigo para el fin del mundo, la ópera prima de la directora y guionista Lorene Scafaria. El film plantea un interrogante simple pero a la vez muy concreto: ¿qué harías si solo tuvieras unas semanas de vidas antes de se termine el mundo? Están desde los que dirían “pasar más tiempo con mi familia y amigos”, aunque también están aquellos que se entregarían al hedonismo más puro hasta que llegue el fin de los días. Lo cierto es que el film es muy disfrutable gracias a un buen guión y a un Steve Carell impecable que demuestra que también puede componer roles dramáticos. Desde el comienzo la historia pinta un panorama sin esperanzas: Dodge (Carell) escucha el anuncio de que el último intento por desviar un meteorito llamado Mathilda ha fracasado y que solo quedan 21 días de vida en la Tierra antes de que colisione contra nuestro planeta. Acto seguido, su esposa lo abandona y huye con rumbo desconocido. Solo y desconcertado, Dodge continúa yendo al trabajo y se niega a entrar en el terreno del “vale todo” que sus amigos parecen haber adoptado. Todo indica que Dodge pasará el resto de sus pocos días en soledad hasta que inesperadamente conoce a Penny (Keira Knightley), una vecina con quien nunca se cruzó y que sin querer guardó una carta muy importante para el personaje de Carell, que luego lo llevará en un viaje para recuperar a un amor de juventud. Mezcla de road movie y comedia romántica con un toque de drama, Buscando un amigo pone a dos personajes, en apariencia disímiles, en un viaje introspectivo que los cambiará para el (breve) resto de sus vidas, al mismo tiempo que siempre tiene presente las consecuencias del inminente fin del mundo y lo demuestra a cada paso (una gran muestra de ello es la desopilante escena en el restaurante Friendsy’s). Más allá del caos generalizado (motines, suicidios, etc.) los protagonistas tratarán de mantenerse lo más normal posible teniendo en cuenta las circunstancias, mientras uno en la audiencia comienza a plantearse qué haría si estuviera en esa misma situación. Por otro lado, si bien la historia está bien llevada, Scafaria tiene una película dividida en dos con respecto al tono: la primera parte es toda comedia y la segunda es todo drama. Es así que la trama nunca logra conjugar ambos tonos con éxito y esa es la mayor crítica que se le puede hacer. Buscando un amigo para el fin del mundo es un film prácticamente inclasificable ya que mezcla varios géneros a la vez y, por suerte para el espectador, logra hacerlo bien la mayoría de las veces. Con un Steve Carell diferente a lo que acostumbramos a ver y una banda de sonido “retro” de excelente factura, la película oscila entre el humor negro y el drama de una existencia con los días contados que enfrenta lo inevitable, estoico, a pesar de que el mundo se caiga a pedazos.
¿Bendito apocalipsis? Comedia dramática muy rara, poco graciosa y muy ligera en emociones. El fin del mundo es un comienzo muy extraño para situar una película que a pesar de intentar transmitir el obvio mensaje sobre el disfrute de la vida, se ve envuelta en situaciones forzadas donde prácticamente la gracia proviene en hacer lo contrario a lo que uno haría normalmente y el drama falla al no potenciarse o basarse en la extrema situación en que los personajes se sitúan. "Buscando un amigo para el fin del mundo" encuentra sus mejores escenas al inicio, cuando la sociedad tiene sus primeras reacciones ante el apocalipsis. Hay suicidios, alcoholismo (los niños son incentivados a tomar alcohol), violencia y sexo. La sociedad se desintegró y ahora todos son libres de hacer lo que quieran o actuar en una forma inapropiada a un comportamiento civilizado. Aunque no son escenas del otro mundo, aquí es donde la película tiene sus mayores méritos. Lamentablemente, el eje principal de la trama, la historia romántica, es lo menos logrado de la película. Desde un comienzo ya todo es muy artificial, los personajes de Carrel Knightley está caracterizados de una forma muy de manual y su relación es bastante esquiva y con muy poca conexión entre ellos. La única unión entre ellos se da en el hecho de viajar juntos porque al rever la historia asombra que no haya escenas donde los personajes se conecten de manera íntima y profunda. En definitiva, la película comienza bien pero desde el momento en que el viaje por la ruta se presenta, la historia se va diluyendo hacia la monotonía y, para colmo, los sucesos van perdiendo el contexto del apocalipsis. Lo que lleva al espectador a preguntarse para que ambientar la trama en esa situación tan particular si al final no era tan determinante para la película.
Alguna vez tenía que concretarse. Luego de tanto amenazar, un meteorito de 140 kilómetros efectivamente destrozará al planeta Tierra y aniquilará a toda la humanidad. Todos los intentos por evitar este Apocalipsis han fracasado. El fin de los tiempos está ahora a la vuelta de la esquina: en 21 días no quedará nada de nuestro mundo. Con la humanidad living la vida loca, Dodge (Steve Carell) es abandonado por su esposa, ve suicidarse a sus colegas de la compañía de seguros donde aún trabaja y descubre que su empleada doméstica quiere seguir aseando su coqueto departamento hasta que efectivamente no seamos más que polvo. En una de estas noches de soledad, conoce a Penny (Keira Knightley) su despistada vecina que padece hipersomnia diurna, un exceso de somnolencia que la mantiene despierta casi toda la noche y durmiendo durante gran parte del día. Cuando comienzan los saqueos y disturbios en el barrio, ambos deciden emprender un último viaje para despedirse felices de esta vida: él en busca de su novia de la secundaria y ella tratando de reencontrarse con su familia en Inglaterra. Una road movie apocalíptica con mucho humor y mucho drama fue el terreno elegido por la guionista Lorene Scafaria para su debut como directora. Nada quedará de nosotros en escasas tres semanas y en lugar de ponerse seria presentando un análisis social de cómo enfrentaríamos los desesperados humanos esta situación, decidió abocarse a los pequeños detalles de sus protagonistas y tomarse en solfa esta realidad que nos tocó enfrentar. Las fiestas serán descontroladas, los límites de las parejas desaparecerán, el sexo estará a la orden del día y los tapujos con las drogas dejan de existir. Sin embargo, esto no aplicará en el caso de Dodge, quien decide mantener la cabeza fría y actuar de acuerdo a sus convicciones hasta que el mundo colapse. Es por eso que la relación entre él y Penny, si bien carezca de la tensión sexual o de la química imprescindible en una historia rosa, no modifica la efectividad de la película. Ellos son dos seres abandonados a su suerte, desanimados, carentes de amor, que deciden compartir sus últimos días construyendo una relación de respeto, amor y cariño, pero para nada sexual. Cuando todo llegue a su conclusión nadie querría estar solo, ¿por qué Penny y Dodge deberían sentir algo distinto?
Buscando un amigo para el fin del mundo empieza de manera impecable: el protagonista, dentro de su coche, escucha por la radio que fue destruida la nave enviada para detener un asteroide que se dirige hacia la Tierra, ya no quedan esperanzas, aunque la emisora seguirá transmitiendo y pasando canciones de rock ochentoso. Dodge hace como si no hubiera ocurrido nada, y su esposa, sentada junto a él, se baja del auto sin pronunciar palabra y lo abandona. De ahí en más, la melancolía será el signo que atraviese toda la película. No es nostalgia, es decir, no el recuerdo de tiempos mejores el credo que define a Dodge y su visión del mundo, sino la melancolía entendida como forma de ver la ruina en el presente, una ruina que parece preexistir a la amenaza de una roca extraterrestre que viene para devorarlo todo. La película, como Dodge, se desconecta, escapa del sufrimiento poniendo una distancia infranqueable entre la sensibilidad del protagonista y el dolor que lo rodea: las cosas son observadas a través de un desencanto amargo, que invita más a la contemplación y el regodeo frente al ocaso de la civilización antes que a la acción y la toma de partido. A Dodge le suceden situaciones, los problemas surgen de improviso o los personajes lo ponen en lugares incómodos, pero a él solo le queda el paseo y el mirar mientras recorre los despojos humanos que anuncian el fin de todo y de todos. Mientras se ajusta a ese plan, la película funciona muy bien. Steve Carell demuestra una vez más que lo suyo es menos la comedia freak que el estoicismo deadpan, capaz de habitar en géneros múltiples además del cómico (Carell también compone a un personaje distante y apenas humano en la reciente ¿Qué voy a hacer con mi marido?). Esto es: le va mejor cuando mira sin pasión, cuando permanece frío (aunque no insensible) frente a la injusticia o la locura de los que lo circundan. Buscando… hace lo mismo: su lucidez radica en construir una escena desconsolada vista a través de un prisma del hielo, lo que pasa en ese mundo es terrible pero se lo vive y experimenta desde la seguridad y la protección de una actitud distante. El director explota lo patético antes que la tragedia, las notas tristes no faltan y el humor no invita a la carcajada sino a la sonrisa contenida. Justamente, como Dodge: contenido, que se expresa poco y apelando a un cinismo y una desesperanza que se esgrimen casi como máscara que tape la verdadera cada de su miedo. En este sentido, los mejores momentos son los del comienzo, cuando el fin del mundo no es más que un tiempo disponible, flotante que nadie sabe cómo llenar: la duda sobre qué hacer los últimos días de la vida deja que la espera y un vacío gris se cuelen en el relato, configurando un cuadro angustiante pero casi cotidiano, bien lejos del misterio impostado y artie de Melancholia. O cuando esa angustia se presenta como una locura demasiado lúcida, demasiado calculada, como se percibe en la escena en el falso Fridays con sus mozos que atienden drogados e inventan platos y tragos. Cuando Penny gana peso en la trama, la película, como el mismo Dodge, pierde su centro: ahora el humor será forzado, hay que buscar la risa, encadenar los chistes, hay que mostrarse autoconsciente, hacerse el loco ante la proximidad del final. Una escena que lo grafica a la perfección es la del policía y el arresto: ese encarcelamiento, inútil y ridículo, habría sido otra muestra del absurdo sordo que signa a la película si no fuera por la actuación de Penny tratando de explicarle al policía, ironía mediante y con mucha insistencia, el sinsentido de la situación. Eso, el sinsentido que antes era un clima y una manera de experimentar un mundo pronto a desaparecer, de estar en él, ahora nos es explicado, los protagonistas dialogan como intentando agotarlo, como si hubiera un significado oculto capaz de devolverle a las cosas su dosis de cordura y orden, de inteligibilidad. En ese proceso, claro, aparecen las emociones, las mismas que la película se había esforzado por expulsar o burlar tímidamente, y que ahora están a flor de piel: la relación Dodge y Penny, si bien se tensa desde el principio, cerca de la mitad del relato cobra una importancia y una intensidad desmedida que no está acorde con la personalidad de Dodge y que no alcanza a construirse con éxito. También aparecen personajes imprevistos con la misión de saldar deudas del pasado, de reconciliar al protagonista con la humanidad toda, y acciones cuya brusquedad y arbitrariedad no se justifican narrativamente y que pretenden forzar un drama que la narración esquivó durante su primera mitad. La última escena, llamativamente, es la que más y mejor apuesta por el drama pero encerrándolo dentro de los límites seguros de un plano contra plano donde el que domina es Dodge y su calma, su desapasionamiento: allí, la película recupera algo de la solidez del comienzo sin eludir la tragedia de los personajes (que también es la del resto de las personas, de ahí su fuerza), porque se escucha a lo lejos las explosiones del asteroide que finalmente impacta la Tierra: el final, esta vez sí, despierta emociones potentes pero que se viven desde el desencanto y la contención; allí, Buscando… vuelve, aunque no más sea por unos segundos, a su interesante propuesta inicial.
Antes de partir El film desarrolla una premisa que no, por poco original, deja de ser atractiva desde el punto de vista de la dramaturgia cinematográfica: la cuenta regresiva por la llegada inminente de un acontecimiento fatal. Tal como lo han reconocido varios teóricos sobre el cine, el recurso al plazo limitado como componente dramático ha sido un ingrediente insoslayable en varias de las producciones clásicas del cine. En el caso que nos ocupa, se trata de un enorme asteroide que chocará en tres semanas con la Tierra, destruyendo toda forma de vida sobre el planeta. La trama narra precisamente esos últimos días de la humanidad a partir del encuentro fortuito entre dos personajes que acaban de romper vínculo con sus parejas respectivas. Uno de los tópicos más interesantes que propone el film es la cuestión moral y ética de cómo producir el sentido, o cómo conservarlo en una situación tan extrema como la que el film propone. Una muerte inminente y colectiva habilita, evidentemente, a las relajaciones sociales más diversas. Dodge se haya inmerso en una situación dramática, casi kantiana, en la cual rodeado de la corrupción y depravación, no obstante se niega a renunciar a su humanidad, a lo más íntimo del ser, la búsqueda final del sentido. A partir de entonces se desencadena un viaje en busca de los afectos esenciales que terminará transformándose en el descubrimiento del amor y la presencia del otro como la única respuesta al sentido propio. A pesar de conocer de antemano el desenlace de la historia, la narración no pierde nunca ni la frescura ni el impulso dramático necesarios para conservar la atención que, en este caso, está puesta de modo preponderante en el modo de desenvolverse una situación preanunciada. Excelentes actuaciones de Steve Carell y Keira Knightley y muy buena la musicalización del film.
Un final más que aburrido Este es el típico caso en el que se intenta de una manera muy engañosa convencer al espectador de ir a ver al cine una historia que poco o nada tiene que ver con lo que se promociona en los trailers, los posters y los comentarios de los protagonistas. En "Buscando un amigo..." todo es chato y lento, con algunos momentos de levante, pero en general es bastante pesada. Steve Carell vuelve a un rol que no nos gusta, ese tipo inexpresivo y depresivo que no sabe que hacer con su vida.. ¿les suena "Dan, un tipo con suerte"? Una seudo comedia con un estilo muy parecido a aquel trabajo del astro cómico que pasó sin pena y sin gloria por las carteleras. Quisieron hacer algo un poco más experimental, lo entiendo, pero eso no es excusa para entregar un híbrido que no logra captar la empatía del espectador, ni como comedia, ni como historia romántica. Los momentos que se suponen deberían ser románticos carecen de toda química entre los protagonistas, quizás por la pobreza del guión o simplemente es que no hay piel entre Keira y Steve. Otra cuestión que no convence tiene que ver con las personalidades de los protagonistas, ya que resultan aburridas, poco interesantes y hasta detestables. Uno se queda esperando con ansias que venga el fin del mundo y los extermine a los 2 lo más rápido posible. Lo más atractivo de la película está, en mi opinión, en las formas bizarras de lidiar con el exterminio de la humanidad que se manifiestan en las personas que van apareciendo en la historia, demostrando de alguna manera lo miserable que puede ser el Hombre cuando está desesperado y deja de lado sus valores, todo esto tratado con humor por supuesto. Lamentablemente esto representa el 20% del film, centrándose el otro 80% en la evolución de la relación amorosa de los protagonistas, algo que termina resultando la historia de amor más aburrida del año.
¿Te gustan las películas románticas? ¿Odias las películas románticas? ¿Te gustan las comedias? ¿Te gustan los dramas? Bueno, sin importar la respuesta, yo te digo que “Buscando un Amigo para el Fin del Mundo” (de ahora en mas “Buscando…”) es TODO eso. Una película que coquetea con todas las convenciones holywodenses y con todos los lugares comunes para luego darles una vueltita de tuerca más. ENTRE LINEAS La historia está plagada de lecturas entre líneas, que no hacen más que enriquecer un muy buen guión. Vamos a ver la historia de Dodge (Steve Carrel) en el medio de un escenario poco común: El fin del mundo. Así es, un meteorito esta en trayectoria de colisión directa con la tierra y no hay nada que hacer. En 30 días se acaba el mundo. De movida, les cuento el primer juego de palabras, “Dodge” no solo es el nombre del protagonista, sino también el verbo en inglés “esquivar”. Es que asi es la vida de Dodge, se la paso esquivando y evitando cosas. Hasta que le llega una, que NO puede esquivar. Dodge se entera de la terrible noticia en el auto con su mujer, quien al escucharla, mira durante unos segundos a su marido y huye corriendo tan fuerte como le dan las piernas. Tras algunos días de hacer como si nada hubiera pasado y nada fuera a pasar, el destino se encarga de despertar a Dodge -como si un meteorito destruyendo la tierra no fuera suficiente-. Otra de las cositas para añadir en el “entre líneas” es que en una escena, Dodge se queda dormido en un parque y al despertar, tiene en el pecho una notita que dice “Perdón”, y un perrito atado en su pie. Dodge decide bautizarlo “Perdón”. Y nunca mejor puesto el nombre, el perro estará siempre presente, pero será silencioso. Porque el Perdón en esta película también está presente en todo momento, de manera silenciosa. POR LA VENTANA Así entra la vecina de Dodge a su vida. Penny (Keira Knightley) que tras una breve introducción mutua, la situación en el mundo comienza a irse a pique. Pero no todo es como muestran las películas tremendistas. Creo que esta película tiene la mejor representación de lo que sería el fin del mundo jamás llevada al cine. Es cierto, hay saqueos, pánico y demás. Pero porque esta situación solo exacerba lo que todos llevamos dentro. Los violentos, serán más violentos, los amorosos mas amorosos, los que viven de juerga, llevaran la juerga al máximo. Y así, Penny tiene un raro problema de hipersomnia, o sea se queda dormida en cualquier lado y Dodge huye de los problemas. ¡La pareja perfecta para el fin del mundo! Luego de una huida de la ciudad por una “turba iracunda” Dodge decide ir a buscar a su novia de la secundaria, después de que Penny le diera una carta que estaba guardando por error. Y le dirá a Penny que conoce a alguien con un avión, para que ella pueda ver a su familia y pasar sus últimos momentos con ellos. Así comienza esta Road Movie, llena de personajes raros, y situaciones realmente curiosas pero todas reales y plausibles dado el contexto. Pero lo más interesante de la película es la pareja que hacen Dodge y Penny. El romanticismo de lo imposible, por sus personalidades, por sus edades, y sobre todo por el momento. ¡Qué mal Timing! GUIÓN LÚCIDO El guión, es el fuerte de esta película, y hace que Carell y Knightley se luzcan de manera impecable. Siempre insertos en el casillero que les toque ocupar según su viaje hacia sus destinos. Primer película de Lorene Scafaria, tanto en guión como en dirección. Se nota el toque femenino en el timón. Pero no en un sentido lacrimógeno romanticón, sino en la sensibilidad con la que las situaciones son contadas y sobre todo con que las emociones y relaciones humanas son retratadas. Familia, amigos, amor, sexo, muerte, mascotas, música, baile, alcohol, comida, perdón, agradecimiento, aceptación, soledad y felicidad. Todos los temas son tocados, sin exagerarlos, todos con sutileza, todos con la cantidad justa. Todo luce verdadero. Todo está bien. A Steve Carell parecen sentarle bien estos papeles serios, mechados con comicidad, como en “Dan in Real Life” o “Little Miss Sunshine”, aplicando a la regla que dice que los actores cómicos son excelentes actores dramáticos. CONCLUSIÓN “Buscando un Amigo para el Fin del Mundo” fue una sorpresa muy linda. Excelente película, y el justo medio para las parejas en las que ella quiere ver una romántica y el no. Muy recomendable por los temas que aborda y sobre todo por la calidad y calidez con la que los toma. No les voy a comentar como salí de la sala, en qué estado emocional, porque sería adelantarles un final realmente redondo y genial. Esta es realmente una película para disfrutar en pareja, pero para disfrutar en serio. Y como siempre, las películas que se quedan con uno después de que terminan, tienen un plus. Esta es una de ellas. De esas que hacen reflexionar qué haría uno en esa situación. Lo único que sé, es que al salir, me dieron muchas ganas de abrazar a la gente que quiero, y sobre todo… de que me abracen…
Logra conmover este relato apocalíptico con dúo de actores notables Una película que trata sobre los últimos día en la Tierra, a punto de ser embestida por un asteroide, podría ser una más del género fantástico con importantes efectos especiales. Nada más distante de ello es “Buscando un amigo para el fin del mundo” (“Seeking a Friend for the End of the World”), cuyo género sería difícil de definir y que no encajaría dentro del rubro comedia, pese a que su actor principal suele protagonizarlas. Steve Carell, visto recientemente en una opaca performance en “¿Qué voy a hacer con mi marido?”, repunta notablemente en el rol de Dodge, un oscuro empleado de una empresa de seguros a quien su mujer acaba de abandonar ante el inminente Apocalipsis. Será su encuentro con su vecina Penny, lo que le dará nuevo significado, pese a lo tardío, a su vida. Ella lo acompañará en un viaje en auto escapando de la gran ciudad donde se suceden los disturbios, a la búsqueda de seres queridos y familiares. Keira Knightley (“Piratas del Caribe”, “Nunca me abandones”, “Un método peligroso”) presta su dulzura y profesionalidad a un personaje que tiene indudable química” con el de Carell. Se podría asimilar a “Buscando un amigo para el fin del mundo” con una película de camino, que sería una manera de especificar su género. A ello correspondería por ejemplo una lograda escena en un típico restaurant de la ruta, con mucha cerveza y sobre todo drogas y sexo. Y ya desde el inicio este clima, donde se mezcla la desesperación de algunos con los deseos de aprovechar hasta el último momento de otros, se manifestará en una fiesta familiar. Una curiosidad es la presencia de Nancy Carell, que no es otra que la esposa del actor, que ya había aparecido junto a su marido en “Virgen a los 40”. Notable es la banda sonora con temas de los setenta y uno, en particular, que afortunadamente se escucha completo en uno de los momentos más conmovedores del film. Se trata de “I Need the Air that I Breathe” del grupo británico The Hollies y la inconfundible voz de su vocalista Allan Clarke. La directora debutante Lorene Scafaria sale a flote ante tamaño desafío, logrando transmitir los afectos que afloran en circunstancias tan dramáticas. Es el caso de la doméstica de Dodge, que pese a la inminencia de la catástrofe quiere seguir viniendo a la casa de su empleador. O también la del reencuentro con el padre, otro saludable regreso de Martin Sheen, luego de “El camino”. Pero es sobre todo el dúo central de actores el que logra transmitir algo distinto de lo que usualmente deparan las últimas producciones del cine norteamericano,
Sólo música para el fin del mundo Antes de que se nos termine el 2012, Hollywood nos trae otra nueva película apocalíptica, en este caso enfocada no en los desastres naturales y cataclismos sino en los aspectos más psicológicos y emotivos de las personas, en sus vínculos y su percepción de estos frente al inminente fin. Si tal perspectiva podría auspiciarnos que se trata de un drama, desde los primeros cinco minutos empezarán a intercalarse situaciones irónicas o chistes como la estampita de Oprah al lado de la de Jesús en un kiosco, la mayoría de estos introducidos de manera un poco forzada dentro del desarrollo de la trama. A este tono humorístico se le agregan también algunos elementos de comedia romántica, a partir de la búsqueda, por parte de Dodge (Steve Carell), de su amada de la adolescencia. De todos modos, este híbrido de géneros se verá varias veces forzado y, más aún, considerando la extraña dupla de actores que protagoniza el film: Steve Carell y Keira Knightley. El primero, encasillado desde Virgen a los 40 en los papeles de eterno perdedor que se mantiene inmutable ante un mundo y una vida que se burlan de él constantemente. La segunda, en cambio, conocida por sus papeles de lo más variados, aunque algunas veces un poco más dramáticos como en Orgullo y prejuicio o en Expiación. En esta oportunidad, interpretará a una muchacha muy liberal cuyo personaje ya supera la frescura y excentricidad para terminar pareciendo tonta y, en varios momentos, híper cargada de muecas faciales. Ambos protagonistas, por una de esas forzadas casualidades, se terminarán conociendo y emprenderán juntos un viaje para tratar de cerrar aquellas cosas que les quedaron pendientes en sus breves vidas, a punto de concluir por culpa del meteorito que se dirige hacia la Tierra. En un contexto de orgías, vandalismos apocalípticos, refugios antibombas y procesiones bucólicas en la playa, se desarrollará esta “road movie” que, obviamente, irá construyendo un vínculo entre sus dos protagonistas, intercalando a esto breves historias de poca importancia y dejando también muchos cabos sueltos dentro del relato principal. Efectivamente, a pesar del primer intento de dramatismo, tanta ironía o muertes que aparecen bruscamente y pronto pasan inadvertidas, la película terminará perdiendo consistencia en su reflexión sobre cuestiones existenciales y, por momentos, el espectador casi olvidará que estos personajes siguen frente a una situación tan dramática y terrible como el fin del mundo. El guión hará agua en varias partes y los actores protagónicos forman una extraña dupla que, a pesar de todo, terminará involucrando a algún espectador. Algo bonito para destacar, pero que ya se ha vuelto moda con tanta subcultura hipster, es la elección de la banda sonora y el amor de la protagonista por sus vinilos. Aunque es casi un cliché incluido a la fuerza en el film para hacerlo más “cool”. A fin de cuentas, se trata de una película más del montón, que en algún momento quizás logre sacarles algunas lágrimas a los más sensibles pero, más allá de esos pocos momentos de clímax narrativo, la película carece de trascendencia y de cierta peculiaridad en su historia que nos den ganas de volver a verla.
El futuro en cuestión El fin del mundo estará nuevamente de moda entre nosotros: un estreno reciente en las salas comerciales y un ciclo que comienza la semana próxima en El Cinéfilo Bar actualizan el estado de un subgénero que siempre sirvió para pensar el tiempo histórico que a sus hacedores les tocó vivir, así como también la naturaleza ideológica del cine, aún en sus peores versiones. Una especie cinematográfica que suele ser injustamente desvalorizada, pues sus películas deben al menos proponer una lectura del presente del mundo para imaginar su final. Hay que recordar al filósofo Slavoj Zizek para comprobar cierta complejidad escondida en dichas obras: “Hoy nos resulta más fácil pensar -por lo menos desde el cine- el fin del mundo que un cambio en el sistema económico capitalista”, afirma con lucidez sin par en el documental “Žižek, The Elvis of Cultural Theory”. Una tesis que, cada una a su modo, comprueban tanto la comedia Buscando un amigo para el fin del mundo, debut como realizadora de Lorene Scafaria, como el drama distópico 4:44 El último día en la tierra, del gran Abel Ferrara, que el miércoles próximo abrirá el muy recomendable ciclo sobre el tema en El Cinéfilo Bar, programado por el crítico José Fuentes Navarro. La comparación se impone no tanto por el género, sino porque ambas comparten una estructura original, acaso también un mismo espíritu del tiempo que vivimos: aquí, los hombres saben el momento exacto en que se acabará la vida en la tierra, y el dilema pasa por cómo transcurrir esos últimos días u horas que les quedan hasta un final inexorable, que ninguna fuerza podrá detener. ¿Qué hacer si conocemos el momento exacto de nuestra muerte? ¿Cómo reaccionaría la humanidad? El filme de Scafaria (guionista de la lograda Nick y Norah) intenta hacer de semejante escenario una comedia romántica, lo que constituye casi una contradicción. Su protagonista es Dodge (Steve Carell, efectivo como siempre), un hombre al que su oficio define con absoluta precisión, es vendedor de seguros. En la primera escena, cuando anuncien que ha fracaso la última misión enviada al espacio para detener al gran meteorito que se dirige a nuestro planeta, su esposa se escapará inmediatamente de él. Ocurre que ahora sí sólo quedan 21 días de vida en la tierra, y no es cuestión de desaprovecharlos, aunque al estructurado Dodge le costará romper la rutina: el tipo volverá al otro día a su trabajo, aún cuando allí mismo le caiga un cuerpo en el parabrisas de su auto. E incluso rechazará las fiestas de sus amigos, que ante la noticia se han entregado a los excesos prohibidos y a una liberación sexual absoluta (con el sexo estará fuera de campo). Pero será hasta que aparezca su contrapunto exacto, la despistada Penny (Keira Knightley, un tanto descontrolada), una vecina inglesa con la que terminará compartiendo un viaje en busca del último sueño: reencontrarse con un amor de la secundaria para Dodge, mientras ella ansía ir a Londres con su familia. Formalmente convencional, con primacía del guión en su construcción, Buscando un amigo… postula una continuidad del sistema aún en el apocalipsis: sus protagonistas pueden seguir yendo al súper en medio del desastre, aunque también habrá saqueos, furia, suicidios y cierto descontrol en las calles de la gran ciudad. Las falencias, empero, se encuentran en la construcción del filme, que cuando encuentre su veta romántica abandonará toda aspiración por retratar el mundo a pesar de ser una road movie, y su afición por el absurdo quedará reducida a algunos personajes que aparezcan por el camino, en leves cuotas para no alterar a la audiencia. Distinta aún en sus semejanzas es la visión del filme de Ferrara. Aquí también hay un tiempo establecido para el desastre: a las 4:44 de día siguiente se acabará toda la vida en la tierra. Es, como explicita el protagonista en un escrito, a causa del velocísimo achicamiento de la capa de ozono, que a esa hora de la madrugada dejará de existir. También aquí sigue funcionando el sistema socioeconómico, aunque sólo queden 14 horas de vida: los protagonistas recibirán incluso comida en su confortable loft, llevada por un inmigrante asiático. Pero aunque el filme transcurra casi totalmente en el departamento, Ferrara sí especulará sobre las reacciones en el mundo: las noticas que llegan por las diferentes pantallas muestran a la religión y el misticismo como último refugio por parte de grandes masas de personas. También habrá respuestas espirituales individuales, particularmente de la pareja de Cisco (William Defoe), la bella Sky (Shanyn Leigh, esposa de Ferrara), quien practica el budismo y a través de su tablet sigue a un guía espiritual que llama a desentenderse del plano material del mundo. El problema es que Cisco no cree en tales concepciones: lo explicitará en algún monólogo decididamente pesimista, bordeando la solemnidad. E intentará volver a la droga para buscar sosiego. Al final, la respuesta de Ferrara también será materialista: los últimos planos muestran hasta qué punto el cine puede especular con realidades invisibles (lo que acaso no implica despreciar la espiritualidad, sino reconocer los límites de nuestro mundo sensible).Pero la gran diferencia con el filme de Scafaria reside en la forma: la cámara de Ferrara es una entidad viva, que se mueve entre las cosas y los seres logrando habitar el espacio, para que los espectadores podamos habitarlo a través de ella, como destaca Fuentes Navarro. El resultado es un filme sin concesiones, que en su perspicacia filosófica y en el virtuosismo de su puesta en escena, mínima pero elocuente, no dejará tranquilo a ningún espectador. Por Martín Iparraguirre
Publicada en la edición digital #244 de la revista.
¿Qué hacer ante la catástrofe? Es la ópera prima de Lorene Scafaria, quien hasta ahora trabajó como guionista en el cine y la televisión. Impensadamente la película cobró actualidad por lo ocurrido hace poco en Rusia, con la caída de un meteorito y sus consecuencias. En este caso el relato comienza con el anuncio, a través de los medios de comunicación, que un enorme asteroide de setenta millas de ancho caerá indefectiblemente sobre algún sitio de la Tierra dentro de exactamente tres semanas. Pero la información añade que no importa dónde se produzca el impacto, porque creará una tormenta de fuego que arrasará con todo. ¿Qué vas a hacer el resto de tu vida?, es la pregunta cargada de ironía que un personaje formula en el contexto de la historia, a sabiendas que el "fin del mundo" está próximo. Y la directora imagina o ensaya algunas variantes. Algunos cortan el césped de su casa como si nada ocurriera, otros se dedican a saquear o destrozar negocios y automóviles, o concretar venganzas que siempre quisieron ejecutar. También hay suicidios, fiestas u orgías de despedida, padres que estimulan a sus hijos menores a beber, algunos que se lamentan por no haberse conocido antes y otro con sentimiento de culpa que propone un brindis por el comienzo de un nuevo mundo. Pero no es el caso de Dodge, quien luego de ser abandonado por su esposa, decide dejar la ciudad para encontrar a Olivia, su gran amor de la época del secundario, que acaba de enviarle una carta perfumada. En esta tarea cuenta con la circunstancial compañía de Penny, una joven nacida en Surrey, donde sigue viviendo su familia, que ama los discos de vinilo y pretende abordar un avión en algún aeropuerto para regresar a su país y reencontrarse con sus padres. Las circunstancias los llevan a cruzarse con algunos personajes algo insólitos. Y en ese itinerario, Carell nunca abandona una inquebrantable conducta protocolar adquirida como vendedor de seguros, ni su habitual cara de "yo no fui". La historia se sostiene básicamente sobre Carell y Keira Knightley y en algún momento asoma un secundario de lujo que posee la encarnadura de Martin Sheen. Como es habitual en las road movies (películas de caminos), también en este caso los protagonistas experimentan un revelador cambio cualitativo.