Escuela anormal Las películas basadas en series suelen, en su gran mayoría, salir bastante mal. Las buddy movies (esas comedias policiales con dos protagonistas opuestos entre sí que pendulan entre el amor y el odio, el resentimiento y la amistad) tienden a repetir fórmulas y a cansar al poco tiempo. Sin ser una genialidad, esta versión de la serie coprotagonizada por un entonces jovencísimo Johnny Depp (estamos hablamos de 1987) sortea ambos riesgos: no sólo es buena sino que tiene vuelo propio. El gran Jonah Hill (que ratifica una vez más su enorme timing para todos los matices de la comedia) y Channing Tatum (carilindo y convincente) son dos ex compañeros de la secundaria devenidos policías. Tras egresar de la academia (el primero con sus dificultades físicas y el segundo con sus limitaciones intelectuales), son enviados a un patético escuadrón para infiltrarse como agentes encubiertos en... un colegio, donde una nueva droga sintética está haciendo estragos. La película se ríe del subgénero de high school comedies (contrapone las costumbres adolescentes de hoy con las que los protagonistas consideran cool según sus experiencias del pasado) y, así, la narración -especialmente durante la primera mitad- fluye con gracias, ingenio y convicción. En la segunda parte, si bien el relato se resiente un poco y tiene algunas resoluciones algo obvias, sigue siendo un producto más que disfrutable, sobre todo por su incorrección política que se ríe con inteligencia de los estereotipos. Bien por los notables intérpretes (hasta aparece sobre el final un simpático cameo de Depp, Peter DeLuise y Richard Grieco, todos miembros del cast original en TV) y por los directores Phil Lord y Chris Miller, quienes luego de la muy simpática película de animación Lluvia de hamburguesas demuestran que tienen también mucha pasta para la ficción con personajes de carne y hueso.
Regresiones adolescentes Comando especial era una serie donde se hizo conocido Johnny Depp –aparece en el film en un cameo- que se trasmitió entre 1987 y 1991. La serie representaba a los adolescentes rebeldes de la década del ’80. La película Comando especial (21 jump street, 2012) representa la época actual, o bien ello intenta. Si la trama de la serie era el caso policial y la preparatoria (secundaria) el contexto, en la película es al revés. Pareciera ser todo una excusa para hacer una tonta comedia de adolescentes. El comienzo nos remonta a 2005, cuando los protagonistas están aún en el colegio. Uno es un nerd y el otro el chico popular. Por razones opuestas fracasan en la escuela. En la actualidad, ya devenidos policías, son infiltrados en un secundario para desbaratar una banda de narcotraficantes adolescentes. Será una nueva oportunidad para los protagonistas de triunfar en la preparatoria. El principal problema de Comando especial es que reafirma aquello que parodia. Los tiempos cambian y los chicos populares ya no son los de antes. Por ello Doug (seudónimo de policía encubierto de Schmidt, interpretado por Jonah Hill) es popular en la actualidad. Los fracasados tienen más chances de triunfar ahora, regla básica de cualquier comedia de humor escatológico para adolescentes. Bajo esta premisa, la película pareciera ser auto conciente al reírse de si misma. Pero no, pues hace todo lo posible por ser popular en los tiempos que corren. Desde lo incorrecto de las tramas para adolescentes –entiéndase rebeldía- intenta reinstalar valores juveniles como la amistad, el amor, pero no deja de poner el acento en las drogas, el sexo, y la música electrónica, como cuestiones indispensables para ser un adolescente cool contemporáneo. Comando especial empieza con mucho ritmo, chistes internos a la serie, a los “productores de éxitos de los ‘80”, a la adolescencia como momento de la vida, a la idea de cambios generacionales, etc. Pero, y siempre hay un pero en este tipo de films, rápidamente se acomoda a la estructura que mejor le sienta, la comedia adolescente y sus trillados clichés, para nunca más salir.
Comando especial es una película ideal para pasar un muy buen rato en el cine, reírse mucho y quedarse con ganas de ver una secuela. La secuencia del embotellamiento de tráfico y la persecución final son una de las mejores, no sólo por toda la parafernalia puesta en la pantalla, sino que también por el equilibrio justo entre acción y humor. Y lo más interesante...
Una eficaz parodia Esta entretenida comedia parodia aquella serie de tevé de los años 80 emitida por Fox, que iniciara la carrera artística de Johnny Depp y en la que jóvenes oficiales se hacían pasar por alumnos en un instituto para desarticular una red de narcotráfico, finalizando siempre sus historias con algún mensaje moral. Así es como 21Jump Street (título original de la película y la serie) tendrá a Schmidt (Jonah Hill) y Jenko (Channing Tatum), dos policías incompetentes que son reasignados a una vieja unidad que no activaban desde los 80, para infiltrarse como estudiantes en una escuela superior y detener una nueva droga sintética que ya causó la muerte de un adolescente. El film no sólo se burla de la corrección política de aquella serie sino que ironiza tanto al genero de acción como a aquellos films de travesuras adolescentes tan característicos en aquella época. Comando especial En la inversión de roles de sus protagonistas radica la mayor de las virtudes del film, ya que permite burlarse de los estereotipos y resaltar los cambios culturales que llevaron a considerar cool leer los cómics, cuidar el medio ambiente o estar conectados a la red todo el tiempo, así como auto burlarse si consideramos que los interesados en la ecología resultan ser narcotraficantes. Este y otros gags como el “viaje” alucinógeno de sus protagonistas (con una estética bizarro), la persecución por la autopista o la auto referencia del jefe policial cuando menciona "Todo lo que hacen ahora es reciclar mierda del pasado y esperar que nadie se dé cuenta", logran subvertir las convenciones y conformar algunos de los mejores momentos del film. Con gran irreverencia, clichés propios del genero y la buena química de sus protagonistas, Comando Especial logra entretener aunque la historia sea simple, predecible e intrascendente, dejando su rastro en el cameo imperdible con la mayoría de los actores de la serie original como Peter DeLuise, Holly Robinson Peete y Johnny Depp incluido, reviviendo sus roles del elenco original.
Los títulos -el original en inglés y el de la versión en castellano- son los mismos, pero 21 Jump Street (o Comando especial ) está lejos de ser una remake de la serie televisiva de Fox Network que entre 1987 y 1991 fue muy popular entre el público juvenil norteamericano y se ganó un lugar en la historia por haber catapultado a la popularidad a Johnny Depp. La serie, difundida entre nosotros por Telefé algún tiempo después de su estreno en los Estados Unidos, contaba las aventuras de un escuadrón especial de la policía integrado por jóvenes agentes adiestrados para infiltrarse entre los estudiantes de secundaria e investigar delitos vinculados con ellos. Uno de los policías encubiertos era Depp, que muy a su pesar se convirtió en un ídolo juvenil: "Un póster de plástico", escribió alguna vez, del que lo liberó Tim Burton con El joven Manos de Tijera . De aquellos policiales de acción ha quedado poco, casi nada, tras la intervención de los guionistas Michael Bacall y Jonah Hill y los directores Phil Lord y Christopher Miller. La operación consistió en tomar la idea original (los dos protagonistas son policías novatos haciéndose pasar por muchachos de secundaria) para poder desembarcar en la clásica bufonada estudiantil saturada de alusiones a los genitales, lo que algunos llaman humor de baño, chistes más tontos que groseros, algo de homofobia y misoginia y todos los ingredientes de lo que la comedia norteamericana de estos tiempos destina a un público juvenil (de 12 años de edad mental promedio) que no parece merecerle demasiado respeto, tan exigua es la porción de ingenio que invierte en su entretenimiento. Eso sí: hay bastantes apuntes satíricos: algunos eficaces (la secundaria se parece poco a la que ellos dejaron no hace tanto: culpa de Glee , dicen); otros no pasan de la parodia fácil sobre lugares comunes de la TV y el cine o sobre programas y figuras de ese medio. Y bastante de todo eso -en el lenguaje, particularmente- parece demasiado destinado al consumo local. La operación implicó la mezcla de varias fórmulas: un poco de buddy movie , un poco de Locademia de policía , bastante de comedia inmadura para adolescentes, un poco de acción. La pareja despareja la integran el galán atlético, ganador en todo menos el estudio, y el blanco de sus burlas: el gordito feo y torpe, pero buen alumno. Los dos ingresan en la policía y van a parar a ese escuadrón especial cuyo irascible jefe impone su lema "Asuma su estereotipo". O sea, muéstrense como son. En este caso, incompetentes, torpes. Y encuentren al que está proveyendo una nueva droga. Esto justifica la acción -descabellada por supuesto-, que se amontona sobre todo en la parte final, con algo de cartoon. Los directores no son expertos en el género, aunque sí saben imponer (salvo en el comienzo, bastante aletargado) el ritmo vertiginoso que ayuda a disimular la escasez de ingenio. Lo demás es lo de siempre. Enredos, golpes, chicas, humor físico, irreverencia, rivalidad, distanciamiento, reconciliación. Todo en tren de farsa más bien burda. El peso recae en la pareja protagónica: Jonah Hill ( Supercool, El juego de la fortuna ) está en su salsa; Channing Tatum sorprende por su aptitud para el humor físico; hay cierta química entre ellos. Y de yapa: un (quizá previsible) cameo. Algo es algo.
De vuelta al colegio Jonah Hill y Channing Tatum en una divertida comedia policial. Comando especial no parecía, en principio, la más feliz de las propuestas: una adaptación de una serie de TV de fines de los ’80 que sólo es recordada por lanzar al estrellato a Johnny Depp. Pero así como dicen que de las novelas menores se hacen mejores películas que de las grandes obras de la literatura, esta muy libre versión de aquel 21 Jump Street termina siendo una de las mejores sorpresas de la comedia de los últimos tiempos y una divertidísima serie de observaciones sobre la identidad y la cultura popular, disfrazadas de comedia de acción. Lo que hacen los directores Phil Lord y Chris Miller ( Lluvia de hamburguesas ) es armar un cruzado juego de cambios de roles en los que se aprovechan todas las situaciones cómicas posibles y, más allá de un excesivo tiempo dedicado al final a las escenas de acción, logran un filme no sólo divertido sino hasta muy inteligente. Tal vez no lo parezca a simple vista cuando vemos al típico gordito nerd (Jonah Hill) siendo burlado por el chico popular de la escuela (Channing Tatum), allá por 2005. Pero siete años después, ambos se encuentran en la academia de policía y descubren que hacen una buena sociedad ya que uno tiene lo que al otro le falta. Pero pronto pagan el precio de la inexperiencia y son ubicados en un programa que consiste en infiltrarse como alumnos de secundaria y tratar de descubrir una red de narcotraficantes que opera ahí con una droga de efectos bastante peculiares. El “choque cultural” se presentará de dos modos. En principio, porque en ese tiempo la escuela cambió y los típicos roles de macho agresivo y nerd humillado ya no funcionan como antes. Y, además, Jenko (un muy gracioso Tatum) es confundido con Schmidt (Hill, cada vez menos hiperactivo) y enviado con los nerds a las clases de ciencia, mientras que su más cerebral y tímido amigo ahora se junta con los “hipsters” de la escuela. Ambos irán investigando –y probando en carne propia en una escena de comedia física desopilante- los efectos de esta droga, mientras arman fiestas descontroladas y no siguen a rajatabla sus compromisos policiales para el fastidio de su capitán (Ice Cube). Así, entre algunos chistes que pueden parecer, en principio, bastante básicos y gruesos, Comando especial juega sus cartas de una manera curiosa. Es una película sobre cómo cambiaron los Estados Unidos en la última década, y una en la que el viejo género de la “buddy movie” (la película de colegas enfrentados que se vuelven amigos) deja al descubierto el subtexto sexual que siempre fue su disimulada marca de fábrica.
Infiltrados para el descontrol Realmente poco importa que en los ochenta haya existido una serie orientada al público adolescente de la época, que arrancara allá por 1987 para culminar en 1991 con un tendal de capítulos y cinco temporadas detrás llamada 21 Jump street. De ese producto televisivo norteamericano, creado por Stephen J. Cannell y Patrick Hasburgh, quedan en el recuerdo de cualquier adolescente que hoy ha pasado los treinta y pico dos elementos distintivos: Johnny Depp en sus momentos de principiante -que actuó 80 episodios- y la cortina musical de apertura con un emblemático tema de Bon Jovi en la versión argentina por lo menos. Que el tiempo haya hecho lo suyo y la serie para algunos sea considerada de culto es otro cantar que en este caso no nos atañe. Lo cierto es que los reyes del reciclaje, léase Hollywood, retoman la idea de remake de series con voz propia como ya lo hicieran con otras series iconográficas como Los ángeles de Charlie, Los duques de Hazzard, entre otras, en busca de aquellos nostálgicos irremediables y un público nuevo que gracias a la magia de internet como gran archivo planetario de imágenes tomaron de una u otra forma contacto con la serie. Por fortuna los directores Phil Lord y Chris Miller evitaron el recuento de la nostalgia para darle vuelo propio a esta comedia adolescente irreverente, que se burla de los estereotipos y contrapone dos épocas diametralmente opuestas a partir de la confrontación de dos personajes que no han llegado a su etapa de madurez a pesar de recibirse de policías y adultos en la vida real. En realidad, en 2005 tanto Doug (Jonah Hill) como Brad (Channing Tatum) en su época de secundaria no la pasaban del todo bien. El primero por no ser popular y el segundo por ser popular pero poco inteligente. Así las cosas, Mister Cerebrito y Mister Músculos tuvieron su segunda oportunidad y se enlistaron en la policía soñando con aquel día glorioso de poder atrapar a algún delincuente más allá de la rutina de recorrer las calles a bordo de su bicicleta. Sin embargo, el fracaso en un arresto los condena a un castigo que para la policía no es otra cosa que algo degradante: formar parte del grupo de policías que por no poder adaptarse deben cumplir misiones de poca trascendencia como hacerse pasar por alumnos en una secundaria de estos tiempos y desbaratar los planes de un dealer que instaló una nueva droga sintética en los adolescentes por la que perdió la vida un alumno a causa de una sobredosis. Pero toda infiltración tiene sus riesgos por los compromisos afectivos y el grado de involucramiento personal y esta misión no será la excepción para estos singulares policías que vuelven a experimentar el desborde de la adolescencia con gusto a revancha por el sufrimiento del pasado traumático. Ese intercambio de roles opera como detonante cómico al que se le irán incorporando situaciones que ponen en riesgo la identidad secreta de los policías al punto de exponerlos de tal forma que los planes fracasen en su conjunto. Con un guión firmado por Michael Bacall, Jonah Hill y el aporte de Patrick Hasburgh y Stephen J. Cannell (falleció en 2010), Comando especial se ubica cómodamente dentro de las comedias de incorrección política inteligentes con el desparpajo y la lucidez adecuada para superarse a sí misma en cuanto a propuesta y sobre todo partiendo de una premisa tan elemental. Si bien el film no es redondo y existe una enorme distancia entre la primera mitad y la última es innegable su efectividad a la hora de poner en Jonah Hill todo el peso de la comedia y en Tatum -que tiene menos expresividad que una guía telefónica- el contrapunto que equilibra el desborde. Tal es la desfachatez de los directores Phil Lord y Chris Miller (responsables de Lluvia de hamburguesas) que reservan un cameo de los principales referentes de la serie, Johnny Depp, Peter DeLuise y Richard Grieco poco habitual y muy gracioso que sorprenderá a más de un espectador.
n general, no tengo un gran recuerdo de “21 Jump Street”, la serie original en la que está basada la película. Viene a mi memoria, se presenta, como una más, con la salvedad de que estaba protagonizada por un carismático Johnny Depp, que por ese entonces (1987) tenía sólo 24 años… Era una historia simple de policías cuya habilidad era hacerse pasar por gente joven e infiltrarse para realizar diversas misiones. Tuvo un relativo éxito y desapareció hacia 1991. Hasta hoy… En la moda de reciclar, los productores de este Hollywood con cada vez menos ideas, le pidieron a Johan Hill, comediante de moda, que garabatee un guión para hacer una remake de aquel producto, con miras a volverlo a la arena. Nuestro simpático amigo hizo varias versiones y hasta se atrevió, audazmente, a ofrecerle la dirección a Rob Zombie (quien defenestró el libro y rechazó de plano la oferta) aunque finalmente los que saben (?), cerraron trato con el dúo Phill Lord y Chris Miller, quienes venían de un moderado sucedo con su familiar “Cloudy with a chance of meatballs”… El resultado? Una película menor a tono con el nivel de la comedia americana promedio. La historia transita por carriles ya conocidos: un par de compañeros (si, una clásica buddy-move) de la secundaria (bah, high school que le dicen), diametralmente distintos el uno del otro. Morton (Hill) y Greg (Channing Tatum) son el agua y el aceite. Pero con el tiempo (uno es muy nerd y el otro sólo fibra), se hacen amigos y egresan juntos de la fuerza policial. En su primera tarea, son enviados a controlar la seguridad en un parque al aire libre donde tendrán su bautismo de fuego: intervendrán sobre un grupo de personas que poseen sustancias ilegales. Lo limitado que es Greg para la actividad mental hace que se olvide de decirle los derechos al principal detenido, con lo cual, los dos arrancarán con el pie izquierdo su primera detención como oficiales… Su superior, el capitán Dicksson (Ice Cube), no los tiene entre sus preferidos y decide transferirlos a una unidad nueva, especial, que se prepara para combatir el crimen infiltrándose en círculos de adolescentes y jóvenes. La división en cuestión opera con un reducido número de camaleones que se especializa en detectar distribuidores de droga, así que a esa cuestión nuestro dúo protagónico se dedica, volviendo a la escuela a hacer algo de lo que mejor saben hacer: el ridículo. El resto, es previsible y no lo vamos a contar aquí. Si hay que decir que el guión de Michael Bacall (de quien amamos Scott Pilgrim vs The World, dicho sea de paso) es convencional y recorre los lugares comunes de las comedias para adolescentes que ya sabemos de memoria. Hay torpeza física, gags políticamente incorrectos, algunas críticas a la industria, algo de humor (pero no demasiado) y un par de escenas de acción simplonas que encuadran la historia. Y mucha simpatía en sus protagonistas, elemento que parece que la gran audiencia ama en el gran país del norte. Desde este sur, no alcanzamos a reirnos de la manera esperable para un tanque de semejantes proporciones. Desde ya, que sus aspectos técnicos son sólidos, su banda de sonido es de lo mejor, pero en cierta extraña manera, sentí que la propuesta no concretaba un homenaje a la altura de la original. Es otra cosa y para serla, quizás, hubiese sido mejor alejarla aún más de la histórica propuesta. Eso sí, si les gustan las comedias americanas para adolescentes, quizás puedan sumar puntos a mi valoración.
De regreso a la academia Hace unos años la televisión argentina tuvo como uno de sus grandes éxitos a la serie Comando especial donde un galancito que hizo furor entre las adolescentes interpretaba a un policía infiltrado en un colegio secundario. El galancito era Johnny Depp. Para él, la serie tenía un espíritu no muy digno, aun cuando le debe a ella sus primeros pasos en el estrellato. Más tarde también se sumaría a la serie el actor Richard Grieco, quien claramente no tuvo luego la carrera de Depp. Años más tarde llega la película e, inevitablemente, no puede tomarse las cosas en serio. Tan sólo le divierte la consigna de los policías metidos en el secundario. También la película le da mucha importancia a la idea de la pareja despareja. Entre el peor alumno de la academia y el menos popular pero más brillante de los estudiantes. Juntos son una pareja de comedia más que de acción, no queda duda. Y la película también explota al máximo la comedia de descontrol estudiantil que ha ido creciendo mucho y retomando importancia en la última década. Pero siendo la serie tan discutible, el alejarse de ella beneficia más de lo que perjudica y la película en la comparación sale ganando. Como suele ocurrir cuando se mezcla comedia con cine de acción, la comedia tiene más rigor que la acción y la lógica de ambos géneros no es compatible. Así que algo de pereza en la acción podría resentir algo la película en la segunda parte. Para entonces la comedia ya ha sido realizada con éxito y el daño que se produce es mínimo. Si la comedia adolescente tuvo un esplendor años atrás y ahora ha vuelto, Comando especial tiene la inteligencia de mostrar como todo sigue igual pero a la vez como ha cambiado el mundo. Los que amaban la serie o simplemente la recuerdan con afecto y nostalgia, la presencia de sus estrellas participando brevemente en el film será un regalo que sin duda recordarán. Está claro que esta película no enseña por lo menos algo: cuánto menos se respeta el material original, más posibilidades hay de hacer una película digna.
Comando especial fue una serie ícono de los años ´80, que más allá del concepto facho que presentaba (policías encubiertos operando en escuelas secundarias) y de haber catapultado a la fama a Johnny Depp, fue un programa que rompió en su momento con muchísimos tabúes en la televisión norteamericana. Comando especial se animó a tratar temas como el SIDA, los suicidios y embarazos adolescentes, la homofobia y la adicción a las drogas de una manera contundente como no lo hacían otras series. Era divertida y tenía su contenido dramático. La historia fue creada por Stephen Cannell, responsable de la gloriosa Brigada A. Es notable como las adaptaciones cinematográficas tuvieron caminos diferentes. El film de los cuatro magníficos fue un peliculón tremendo de acción que brindó Joe Carnahan y capturó el espíritu del programa. Comando especial, en cambio, resultó una comedia pedorra que parece realizada por un equipo de rengos mentales. En realidad ni siquiera es una adaptación ya que tomaron muy por arriba el concepto de la serie para brindar una película malísima que no hace otra cosa que reflejar la visión que tiene Hollywood de los adolescentes, al menos en Estados Unidos. Hay una escena contundente al respecto en la que Ice Cube dice en referencia a los alumnos de un colegio: “Son adolescentes, son estúpidos”. En un punto esa frase del guión explica el alto contenido de imbecilidad que tiene esta película. Yo realmente creo que los productores de este film están convencido que los adolescentes son todos estúpidos y en consecuencia desarrollan productos de este tipo. Después de ver a Channing Tatum tratando de ser comediante pienso bancar a muerte la carrera de Robert Pattinson. Tatum es horrendo como actor y la dupla que hace con Jonah Hill es deplorable. Realmente es deprimente y angustiante ver en que situación se encuentra hoy el subgénero de las buddies movies. Hace 20 años atrás nos reíamos con el equipo que formaban Mel Gibson y Danny Glover, Dolph Lundgren y Brandon Lee (Masacre en el barrio chino), Bruce Willis con Damon Wayans (El último boy scout) o Stallone con Kurt Russell (Tango y Cash). Hoy los representantes de los filmes de policías que combinan acción y humor son Channing Tatum y Jonah Hill. El argumento de esta película es horrendo y en materia de humor da vergüenza ajena. Por momentos el film no tiene nada que envidiarle a Los Superagentes: Nueva generación, con Fabián Gianola. De hecho (y esto no es broma), la persecuciones automovilísticas tuvieron un mejor nivel de realización en la producción argentina que en este estreno. El problema de Comando especial no es que se haya desarrollado por el lado de la parodia, sino que el humor del film es irritablemente estúpido y forzado, como si hubieran hecho la película para el club de fans del programa Jackass. Lo peor encima es la duración donde los 112 minutos se vuelven una tortura con persecuciones aburridas que son un insulto para el género de acción. Hay un par de cameos locos de los protagonistas de la serie original donde hay que destacar la coherencia en la vida de Johnny Depp. Definitivamente es un tipo íntegro y fiel a sus convicciones. Toda su vida odió haber formado parte de Comando especial porque el programa lo convirtió en un ídolo adolescente y el quería ser tomado en serio como actor. Son conocidas sus anécdotas donde hacía todo lo posible para que los echaran del programa. Si algo le faltaba para coronar todo su odio a Comando especial era formar parte de esta película que destruye todo lo que represento la serie. Tal vez haya gente que disfrute de este tipo de humor o no se enganche con el género de acción y esto lo consideren un film digno. Lo único que tengo claro es que necesitamos urgente en el cine el regreso de los Expendables. Como diría el querido Roger Murtaugh de Arma Mortal: “Estoy demasiado viejo para esta mierda”.
De la TV al cine 25 años después A mediados de la década del 80, un joven Johnny Depp coprotagonizó la serie que llevaba el mismo título que esta película del tándem Phil Lord-Chris Miller (responsable del proyecto en marcha Lego: The Movie). Hoy, 25 años después del serial catódico, llega una de esas producciones con las que Hollywood hecha manotazo de ahogado e intenta tapar la descomunal falta de ideas que viene aquejando a las majors desde hace varios lustros. Comando especial es una humorada bastante extensa (de casi dos horas) con algo del slapstick de la comedia clásica pero mucho, mucho de las guarradas de la saga fumona Harold & Kumar (aunque con un importante barniz moralista) y demasiado de lo más tonto de los hermanos Farrelly (que acaban de estrenar en EE.UU. la desastrosa The Three Stooges). El duo protagonista es efectivo, principalmente por Jonathan Hill, hombre de peso en la comedia norteamericana de los últimos años, que viene de brillar en The Sister y que en 2014 lo tendremos en Zoolander 2. Su labor es por lejos lo mejor de la película, que se apoya en gran parte en él y sus efectivas morisquetas. El resto es un compendio elaborado con cierta efectividad en el guión, aunque apelando a un altísimo número de reiteraciones y gags ya remanidos que la tiran para atrás, tanto que por momentos pareciera que estamos ante una fallida comedia adolescente de los 90s en clave American Pie. La tradición de la gran comedia hollywoodense está lejos de este ejemplo de ramplonería bien facturada y envuelta para regalo, incluso pese al clímax final en el que las dos estrellas invitadas (y no acreditadas en los títulos) le dan un poco de lustre a un producción gastada desde el vamos.
Dos agentes un poco lunáticos Aquí los protagonistas son Schmidt y Jenko. Dos tipos absolutamente diferentes. Mientras el primero es algo así como un "nerd", cobardón y prejuicioso; Jenko parece un Schwarzzenegger de la primera época, todo músculo y trompada fácil, campeón deportivo y locura de las chicas. Mientras Schmidt es bastante bueno en la secundaria, Jenko se queda siempre atrás y por contraste "no se pueden ver", aunque se conocen. El tiempo pasa y se reencuentran en la Academia de policía. Allí hacen una suerte de pacto y hasta se vuelven "casi amigos", mientras uno ayuda en los exámenes escritos, el otro le cubre las espaldas y hasta le brinda algún empujón en los ejercicios de tiro y gimnasia. TODO SE COMPLICA Cuando ya se convierten en dupla y hasta hacen su primer procedimiento con unos traficantes de una plaza; la cosa se les complica por la tontería y el entusiasmo de Schmidt, que por la alegría de lo ocurrido, comienza a tirar tiros al aire en medio de la gente. El castigo: irán a 21 Jump Street a formar parte del escuadrón especial de infiltrados en una secundaria para capturar vendedores de droga. La única condición, hacerse pasar por adolescentes y convertirse en alumnos de colegio. La aventura está por empezar. "Comando especial" es una divertida comedia, bien urdida y fundamentalmente con un grupo de buenos actores. Las duplas de hombre joven y hombre viejo, o de veterano y novato, donde uno hace las gracias y el otro le da pie para todo, se repite en ésta. Hubo en épocas lejanas una pareja cómica, con la que ésta tiene puntos de contacto. Se llamaron Abbott y Costello y lideraron la comedia de enredos de los "40. Reviendo algunas de sus producciones, reconoceremos similares recursos, especialmente entre Costello y Jonah Hill. ENTRE DISPARATES El filme abunda en disparates, persecuciones, malos entendidos, alusiones a las comedietas adolescentes y las "Locademias policiales". El punto crucial es la diferencia de épocas entre la que ellos cursaron secundario y la actual. En este mundo adolescente la discriminación es punible, la integración una necesidad y el ambientalismo un deber. Película entretenida, simple, con buenos actores, especialmente Jonah y su amigo, Tatum, modelo de prestigiosas firmas en la vida real. Una curiosidad, hay cameos de los veteranos de la serie original como Johnny Depp y una escena final de alto impacto.
Lejos de representar lo que fue la serie televisiva homónima de finales de los 80, esta película propone emular su estilo paródico y reflexivo, acentuándose más en el humor que en la acción, y en las disparatadas personalidades de los protagonistas que en la profundización de las temáticas que introduce.
Un policial cómico y hormonal Ya estaba inventado. Pero lo reciclaron. Existió entre 1987 y 1991 en la TV norteamericana un show acerca de un grupo de policías especializado en investigar delitos entre gente joven. Sus cuarteles quedaban en el número 21 de la calle Jump. De ahí el título 21 Jump street que en aquella época (y ahora en la versión para cine) se tradujo al español como Comando especial. Al respecto, hay que prestar especial atención a un pequeño guiño al original, que tiene que ver con la aparición en pantalla de un actor de culto del cine de 1990. En esta oportunidad, los agentes Jenko y Schmidt, uno un "popular" y el otro un "nerd" de la escuela secundaria que luego se hicieron amigos en la academia de policía, y salieron a la calle como bicipolicías, son degradados por su escaso entendimiento para trabajar. Y van a parar a la calle Jump. La comisaría funciona dentro de una iglesia, la del Aroma de Jesús, como para que el lector se vaya haciendo una idea de las condiciones imperantes. Entonces, Schmidt y Jenko se enteran de su nueva misión: infiltrarse en una escuela secundaria y detectar a los distribuidores de una droga que mató a una adolescente poco tiempo antes. El filme funciona como una mezcla de American pie (comedia adolescente) y Arma mortal (comedia de acción), aunque felizmente se resiste a ser etiquetado, como los dos protagonistas, que a través de su manejo corporal pero también a sus ocurrencias le dan un soporte especial al estilo de la película. Esto es, jugar con un humor incorrecto, algo procaz, soso, que atraviesa el ridículo hasta llegar una estación más allá, en donde se dibuja suavemente una sonrisa tierna y pícara al mismo tiempo. Más allá del resumen apretado hecho de la historia, el argumento de Comando especial es como un viaje en un desvencijado camión con gallinas. Sucio, desequilibrado y lleno de cacareo. Pero tiene un delicioso sabor a aventura, a esas locuras que cada tanto hace el ser humano y que le dan un gusto especial a su vida.
"Verán, los tipos encargados de esto carecen de creatividad y están completamente sin ideas, así que todo lo que hacen ahora es reciclar mierda del pasado y esperar que todos nosotros no lo notemos". (Comisario Hardy, 21 Jump Street, 2012) El llevar a la gran pantalla una serie de televisión siempre supone un riesgo. El equilibrio que implica el realizar un producto nuevo, en este caso adaptado a otros tiempos, pero sin perder de vista el original, conduce a adaptaciones serviles que no llegan a los talones de aquellos que le dieron vida. 21 Jump Street funciona muy bien por conocer perfectamente esa situación y burlarse de ella. ¿Cómo criticar lo poco creíble que es un tipo como Channing Tatum pasando como adolescente, si todos los personajes de la película hacen ese planteo? ¿Cómo hablar de Hollywood y su apetito de remakes cuando un jefe de policía hace un reclamo similar y le guiña el ojo al espectador?. Tanto este aspecto como un conjunto de diferentes aciertos hacen de esta una muy buena comedia, que encuentra sus risas en lugares políticamente incorrectos, como las drogas, la delincuencia y el ridiculizado trabajo policial. Sorprende la química y el buen timing que comparte la dupla de Jonah Hill, quien ha perdido kilos pero ni un ápice de gracia, con Tatum, que aquí demuestra una capacidad para el humor que hasta el momento estaba oculta entre numerosas actuaciones de piedra. Al igual que con sus identidades cambiadas, 21 Jump Street tiene el buen tino de no mantenerlos en su zona de comodidad, con un Hill que más de una vez deberá recurrir a lo físico y un Tatum capaz de seguir el ritmo a los latigazos verbales del otro. Aquí será necesario destacar el guión explosivo y cargado de frases para el recuerdo de Michael Bacall, quien ha tenido un año exitoso con esta entrega y la de Proyect X, y se confirma como un portaestandarte de la agonizante comedia adolescente. Con tantos elementos a favor, los directores Phil Lord y Chris Miller, ambos detrás de Cloudy with a chance of Meatballs, terminan de redondear una muy buena propuesta dentro del género, capaz de manejar la amistad como tema central, en la tradición moderna de la Nueva Comedia Americana, junto al descontrol propio del cine de Todd Phillips. Si bien su primera mitad es mucho más inspirada que la segunda, en la que en más de una oportunidad se cae en resoluciones obvias, se trata de una muy buena película que, en el marco de las adaptaciones televisivas, es todo un logro.
Entretiene comando de humor adolescente Esta es una comedia divertida, peo que daba para bastante más, ya que finalmente basa casi toda su gracia en el talento de Jonah Hill, una especie de Lou Cosello moderno, recordado por su gran papel en «Super cool». Aquí Hill y su Abbott, Channing Tatum, son una pareja de policías novatos sumamente inmaduros al punto de arruinar su único arresto por olvidarse de leerle los derechos al detenido, además de someterlo a burlas obscenas disparando tiros al aire. En vez de despedirlos, los mandan con un grupo de policías encubiertos que, por su aspecto juvenil y compaortamiento adolescente, pueden trabajar infiltrados en colegios secundarios. La premisa es una versiín cómicamente delirante de una serie de TV de fines de los 80 que ayudó a la carrera del ascendente Johnny Depp, y parte del chiste es tomarle el pelo a los estereotipos del género, empezando por esas persecuciones donde todo vehículo explota al mínimo roce y cosas por el estilo (hacia el final hay dos persecuciones bastante buenas, tanto por los gags como por los stunts). Los mejores chistes tienen que ver con el choque de culturas entre estos tipos y sus recuerdos del secundario y la cambiante realidad que los rodea, incluyendo asuntos como la tolerancia, la diversidad sexual y la conciencia ecológica, de tal modo que el fortachón que antes era popular por pegarle a un gay ahora termina encerrado con los nerds en el taller de ciencia. Los directores del film animado «Lluvia de hamburguesas», Phil Lord y Chris Miller no supieron sacarle todo el provecho posible a sus personajes humanos, y muchos gags, si bien son graciosos, a veces dan la sensación de quedarse a mitad de camino. Con todo, hay bastante diversión e incorrección politica, está Ice Cube haciendo del típico jefe malhumorado, y todo el asunto puede servir para pasar un buen rato de humor adolescente, aunque probablemente en DVD este Comando tenga más sentido.
Amigos para siempre Buddy movie de policías adolescentes tardíos que vuelven a la secundaria. Schmidt (Jonah Hill) y Jenko (Channing Tatum) intercambiando roles, el apuesto Tatum con los "nerds" y Hill con los "populares". Jenko es atleta y apuesto, Schimdt inseguro y poco agraciado. La coincidencia en la escuela de policía hace que se utilicen para equilibrar las debilidades del otro. Amistad por balance. La buddy movie de opuestos no es ninguna novedad, y con buenos ingredientes es difícil arruinarla. Esta no es la excepción. Es creíble el cariño que se tienen, lo es aún más las diferencias entre uno y otro. Ese espacio entre los dos hace que este romance justifique ese respeto/amor por el otro. El disparo de largada de este delirio es la mala (y graciosa) resolución de un caso. Terminan de policías encubiertos en la secundaria. ¿Originalidad? No importa. Se alimenta a pura autoconciencia, se reconocen refrito y lo disfrutan, entienden el estereotipo para devolverlo a pura carcajada. La historia mete una gran cantidad situaciones que valen la pena y apoyados por buenos actores secundarios uno disfruta de este mundo entre naif y salvaje. La primera parte fluye con soltura gracias a darle prioridad al humor capitalizando ese regreso al pasado por parte de sus personajes. Es durante esa nueva adaptación donde se dan los mejores momentos (y un antológico frenesí bajo el efecto de las drogas). A medida que crece la trama policial y surge la necesidad de que "debe" llegar una conclusión es donde comienza a decaer la historia. Eso si, nunca lo suficiente para dejar de disfrutarla. Lo más extraño de todo es que no podía dejar de ver la historia como la de una comedia romántica. Recordé, como para citar un ejemplo, a El Diablo Viste a la Moda. No por la presencia de un personaje tan fuerte como aquel deliciosamente encarnado por Meryl Streep sino por la parte de ascenso, caída y redención de Anne Hathaway. Aquí el personaje que es seducido por la posibilidad de ser cool es Jonah Hill. Ese brillo vacuo lo aleja de su amor (Jenko) pero indefectiblemente volverá a él porque es aquel que lo acepto con sinceridad. Como siempre, las buddy movies destilando homoerotismo y diversión, que no se corte.
You Give Love a Bad Name Me niego a explicar el título de esta crítica. Los que comprenden, comprenden. Lo cierto es que –como pasó hace unos años atrás con la adaptación cinematográfica de Brigada A- llevar a la pantalla grande la serie Comando Especial es un hecho que está teñido por la nostalgia. Es que no lo voy a negar, las series policiales de Stephen Cannell marcaron mi infancia. Fueron un registro del paso de los ’80 a los ’90. Así como ahora están Dick Wolf o Jerry Bruckheimer, antes estaba Cannell, que firmaba cada episodio al final de los créditos con su propia persona escribiendo a máquina y lanzando una hoja en el aire...
Las comedias de los ’80 encontraron su upgrade modelo siglo XXI. Calificación – 4/5 Jenko (Channing Tatum) y Schmidt (Jonah Hill) solían ser compañeros de la secundaria. Mientras el primero era el típico galán que salía con todas, pero mantenía sus calificaciones en lo más bajo, el otro era el cerebrito de la clase con el que todos se metían. Años después, ambos se convierten en aspirantes a policías y deberán unirse para superar las pruebas de la escuela. Uno, experto en ejercicios físicos, ayudó al poco ágil a superar las pruebas corporales, mientras que el otro puso su grano de arena para que ambos logren pasar las evaluaciones escritas. Su sociedad no solo los hará ingresar al cuerpo, sino que los convertirá en grandes amigos. El problema es que, luego de una misión que sale excesivamente mal, los transferirán al 21 de Jump Street, un departamento que utiliza a jovenes agentes para infiltrarse en escuelas y seguir así el camino del delito juvenil. Su misión será volver a la secundaria para desbaratar a un grupo de narcotráfico que puso en la calle una nueva droga que acabó con la vida de un adolescente. El gran problema que tendrán es que sus identidades se mezclarán, y el burro deberá hacerse pasar por un genio en química, mientras que el otro-y sin querer- se convertirá en el personaje popular que logrará hacer conexiones con los rebeldes involucrados en la venta de estupefacientes. La primer gran victoria de la película es marcar la diferencia entre la secundaria de antes y la actual, donde los parámetros de popularidad cambiaron. Hoy, ser un freak de internet, homosexual o lector de historietas no convierte a alguien en un paria, sino todo lo contrario, mientras que el típico Ladies Man queda excluído por obsoleto. Comando especial mezcla esto con grandes dosis de comedia y con un gran argumento policial que va a la par, sin dejar ningún cabo suelto y ningún tema abandonado, y aprovechando cada lugar común del género para explotar y, a su vez, parodiar. Eso la convierte en una gran película que, a fin de cuentas, es pura diversión. En cuanto a las actuaciones, Channing Tatum sorprende por su frescura en la ejecución de gags, tanto físicos como en diálogos, mientras que Jonah Hill mantiene su recto camino al éxito interpretando, hay que admitirlo, una y otra vez el mismo personaje. No es que eso esté mal ¿Cuántos actores lo hicieron? Mención aparte merecen Ice Cube, que interpreta al Capitán Dickson de Jump Street y el profesor Walter, personificado por Rob Riggle, dos actores de reparto que le suman mucho a las escenas cómicas. Comando especial (21 Jump Street, 2012) es una película basada en una serie de la década del ’80, en donde Johnny Depp hizo sus primeras armas en la actuación. Por eso es que los directores Chris Miller y Phil Lord quisieron dejar bien en claro que, si bien se tomará el marco de escuela, no sería tal y como se hizo antes. Los tiempos cambian, y la comedia también lo hace. O se adapta o se muere. Si quieren pasar un excelente rato en el cine, con risas y acción aseguradas, Comando especial es la gran opción para ver. No se la pierdan.
Los jóvenes de hoy en día Sinceramente nunca vi la serie original en la que se basa este film, pero viendo algunas escenas en nuestro Dios Youtube, intuyo que no era la gran cosa más allá de ser un reservorio estético de una época: la ropa, los peinados, su estilo visual anclan la memoria en un tiempo y lugar. Ante la posibilidad de readaptar un programa televisivo viejo y llevarlo al cine, existen varias posibilidades: por ejemplo Michael Mann con División Miami prefirió actualizar sus temas al momento histórico del presente, a sabiendas que su historia tenía un trasfondo político que sonaría avejentado de mantenerlo tal cual. En otros casos hay mínimos cambios (El fugitivo) o una renovación tecnológica (Brigada A). Sin embargo, esta Comando especial dirigida por Phil Lord y Chris Miller, y protagonizada por Jonah Hill y Channing Tatum, sigue un concepto similar al que perseguía aquella Starsky y Hutch de Todd Phillips: tomar el argumento principal, darlo vuelta, satirizarlo, parodiarlo, por la vía del humor desenfrenado. Es que invariablemente aquella serie con un grupo de jóvenes policías metidos de incógnito en un colegio secundario, con su subtexto bastante fachistoide, sólo puede ser vista hoy como un artefacto ridículo: entonces Hill (genial protagonista, pero también productor y guionista) apunta perfectamente su mirada y además de aportar momentos de gran intensidad cómica, tiene la inteligencia suficiente para encontrar la tesis de la película. Que es: la corrección política del presente modificó la experiencia de la adolescencia, y por este motivo también deben cambiar los códigos de la comedia adolescente. Pero esta Comando especial le da antes una vuelta de tuerca al asunto de la remake o la reversión, y lleva el tema más al extremo que aquella Starsky y Hutch. En primera instancia, lo verbaliza: “los encargados de esto carecen de creatividad y están sin ideas, así que todo lo que hacen ahora es reciclar mierda del pasado y esperar que nosotros no lo notemos”, les dice el jefe a los dos policías que interpretan Hill y Tatum cuando les asigna la misión, haciéndose cargo del asunto. Y luego el encargado de la división 21 Jump Street (un enorme Ice Cube) explicita su sentido de estereotipo: “¿un jefe negro que grita? Sí, soy negro, y grito…”, dice. Y si bien esto sólo serviría para poner cancheramente dentro de un marco adecuado a la película, progresivamente va desapareciendo la denotación/verbalización y apareciendo la connotación/fisicidad de ese revival y ese imposible que es actualizar cinematográficamente hoy un concepto televisivo del pasado: evidentemente nadie se cree que Tatum tenga edad para estar en el colegio secundario, aquellas cosas que en medio de una persecución deberían explotar, no lo hacen. Comando especial es un ida y vuelta constante, apelando a la memoria del espectador y a los códigos que se imponen entre él y los artefactos audiovisuales. Y lo mejor es que lo hace bien al estilo Hill: tras un manto de groserías y ordinarieces varias que, obvio, expulsarán a quien busca “humor inteligente”. Señores: Comando especial es una interesante y compleja película. Pero el tema aquí es la adolescencia y los vínculos en esa etapa crítica de la vida. El conflicto original de los protagonistas tiene que ver, precisamente, con su vida en el secundario: Hill era el nerd al que todos bardeaban, Tatum el deportista algo idiota. Y el hecho de reinsertarlos en el high school, por más que ahora son policías y mejores amigos, reavivará aquellos dilemas: el deportista matón y popular, y el nerd estrambótico y outsider verán que en estos años las cosas han cambiado y cierta sensibilidad modificó el escenario. Y que todo esto pueda ser ejemplificado con la forma en que los estudiantes cargan sus mochilas, habla de un gran poder de observación. Lo que hace esta Comando especial es tomar lo policial como excusa y apalear el concepto de comedia adolescente como se conoce hasta hoy, y de paso también encontrarle algún sentido a aquella serie ochentosa. El film retoma algunas ideas ya esbozadas en Supercool, sobre el homoerotismo y lo masculino y lo femenino en germen, y hace un festín hormonal que encuentra su costado más divertido en aquellas instancias de exceso, tanto de los personajes como de la narración. ¿Y dónde ingresan Lord y Miller, los creadores de la maravillosa Lluvia de hamburguesas, en todo esto? Si bien se notan algo contenidos, el film les permite lucirse en aquellos momentos disparatados por lo hiperbólicos: especialmente una sobredosis de los protagonistas con cierta droga lisérgica, donde incluso surge lo animado y donde lo visual adopta texturas insospechadas en el marco de una secuencia larguísima que resulta hilarante. Es verdad que esa necesidad de la buddy movie de explotar en acción en algún momento, minimiza un poco los resultados. Ya lo dijimos por estas páginas: el problema de las comedias de acción es que la acción debe ser, obligatoriamente, ridícula y graciosa. Y esto no siempre ocurre. Igualmente Comando especial retrasa bastante la aparición de los tiros y las explosiones, por lo que se toma bastante tiempo para construir su universo de comedia disparatada y allí es donde obtiene sus mayores dividendos. Al igual que pasaba en Lluvia de hamburguesas -y allí aparece la marca de los realizadores-, en Comando especial lo que uno espera no está y lo que surge es la más bella de las posibilidades de la risa: la de ver el mundo y ponerlo patas para arriba, hasta hacer evidente lo que antes no lo era. Los jóvenes de hoy en día ya no son lo que eran, por lo que la comedia adolescente debe barajar y dar de nuevo. Comando especial lo hace con inteligencia. En este marco es donde un tipo como Jonah Hill -por trayectoria, y porque sabe leer como nadie a estos pibes de hoy- se convierte en el Rey de la Comedia.
"Comando Especial", dirigida por Phil Lord y Chris Miller, se presenta como una de las mejores opciones dentro de la cartelera de esta semana. Si bien generalmente tiendo a omitir este tipo de comedias, debo admitir resultó siendo más interesante y entretenida de lo que esperaba y en gran parte a la labor de Jonah Hill. Schmidt (Jonah Hill) y Jenko (Channing Tatum) son dos agentes de policias, ex compañeros del colegio, quienes descubrieron su amistad de grandes en la academia. Una vez que llegan a ser policías salen a la calle en busca de acción pero rápidamente notan que la vida de policía no es exactamente lo que ellos crían. Luego de fallar en su labor de vigilar la vía pública, los dos son enviados a un equipo especial con la intención de aislarlos de la fuerza principal y de la calle. Debido a su look “teenager” ambos deben volver a la escuela secundaria para investigar sobre una nueva droga que se está moviendo entre los jóvenes. Al poco tiempo de llegar a la escuela notan que ya todo no es como antes y que deberán pasar de nuevo por muchas cosas que ya creían olvidadas. La película resulta entretenida desde un principio ya que se ríe de si misma, de la adolescencia actual y de otros clichés típicos de los films de acción. Uno de los ejemplos más claros es el hecho de aceptan que Hollywood se está quedando sin ideas y saca viejas cosas intentando que la gente nunca note nada haciendo referencia directa al mismo film es un reciclado de una vieja serie de los ’80. Después hay varias referencias a las exageraciones en los films policiales con las persecuciones y explosiones que simplemente resultan hilarantes. Pero lo mejor de todo es ver a estos dos policías intentando adaptarse a la nueva generación de adolescente y también a la nueva generación de maestros. Si bien Channing Tatum hace una buena actuaciones, todos sabemos que el film simplemente se lo lleva Jonah Hill. La versatilidad de este tipo para actuar es genial y ha demostrado que en diferentes géneros puede dar muchas cosas buenas. La comedia es uno de sus fuertes y en este caso no hay desperdicio. Situaciones que quizás no serían graciosas lo terminan siendo por la forma en que este actor dice o hace las cosas. En el film también hay una breve participación de Peter DeLuise y Johnny Depp, quienes interpretaban a los agentes en la serie de TV de los ’80, que aparecen para seguir un poco el chiste del refrito de Hollywood en medio de una situación que quizás no daba para el chiste y termina siendo una cosa muy bizarra. En líneas generales el film se sostiene sólo, te saca unas cuantas carcajadas y tiene una trama bien directa sin demasiadas complicaciones. Por ese motivo,a mi parecer, se presenta como una de las mejores opciones de este semana.
Yo pensaba que la fórmula de comedia con parejas desparejas no estaba agotada, pero evidentemente me perdí algo. Y como ya he dicho en este sitio, y en otros medios, me resisto a usar los términos “clisés” y “lugares comunes” para definir una obra, esto parece más difícil de lo que debería. Simplemente uno se pregunta si la escritura de un guión y su posterior realización, como la de “Comando especial”, obedece a una suerte de fabricación en masa, o si efectivamente se trata de una elección a partir de que en alguna reunión creativa ocurren diálogos como por ejemplo: Ejecutivo 1: -¡Ey, Tengo una idea! ¿Que tal una comedia con acción sobre dos policías con características contrapuestas? Ejecutivo 2: -¡Que buena idea! Quizás uno de ellos podría ser pedante y engreído, en tanto el otro gordito y tímido. Ejecutivo 1: ¡Claro!! Y después le damos vuelta la cosa, y todos aprenden una gran lección. Ejecutivo 3: -¿Que tal si agregamos como villanos a algunos motoqueros? Ejecutivo 1: -¡Si! Y que el jefe de los canas es cascarrbia y los insulta todo el tiempo... En fin, creo que se entiende el punto ¿no? Nobleza obliga, esta producción se basa en la serie de TV de los '80 que acá jamás se conoció. En este sentido le doy la derecha a USA y quizás allá funcione. Pero esto es cine, no televisión. El problema ni siquiera pasa por aplicar fórmulas ya vistas desde Abbott y Costello a esta parte. La cosa pasa por un mínimo respeto a la figura "guión cinematográfico" que, por definición, debe contar algo, y si ese algo es con personajes ayudar a construirlos. Construir su mundo, sus objetivos, personalidades, etc, sin olvidar el conflicto. En este caso la intención parece ser paródica, empero el diccionario indica que una parodia es una imitación burlesca. De esa imitación nace el humor superficial cuyo mejor sustento y efecto cómico reside en el poder de observación. Un ejemplo a mano sería casi todo lo que Michel Fox hace y dice en “Volver al futuro III” (1993) sobre Clint Eastwood y su personaje de la trilogía del "sin nombre", de Sergio Leone. Luego, si alguien hiciera lo mismo con Michael Fox en otra película, estaríamos ante una parodia de parodia que es como el helado caliente, pues en el camino se perdería (a priori) el poder de observación sobre aquello que originariamente era el personaje a "burlar". Por ejemplo toda la saga de “Scary Movie” (4 títulos entre 2000 y 2006), más que observar en detalle las películas que son objeto de burla parecen ser obras que sientan su base en cualquier película del trío Zucker-Abrahams-Zucker (“Y...¿donde está el piloto?”, 1981; “Súper secreto”,1984; o “La pistola desnuda”, 1989)), sólo para copiar la forma. En este contexto es donde, probablemente sin darse cuenta, se escribió “Comando especial”, por eso aquellos espectadores que buscan humor y acción obtienen muy poco de lo uno y de lo otro. Para peor, los fanáticos de la serie en la que se basa saldrán, en el mejor de los casos, haciéndose algunas preguntas. Hay un gag, chiste (no estoy seguro de ninguno de los dos términos) que funciona como advertencia. Luego de que Schmidt (Jonah Hill (¿qué le pasó entre “El juego de la fortuna”, de 2011, a esto?) y Jenko (Channing Tatum) deciden hacerse policías (uno por despecho, el otro porque no pudo ir al baile de graduación ¿?), su jefe los convoca a su oficina por haber roto todos los códigos posibles en un simple arresto (extraño que Ice Cube se haya prestado a estereotipar su ya estereotipada etnia en Hollywood con este tipo de producciones). Sigo. El jefe les advierte que va a poner en práctica un viejo programa de los ‘80 que consiste en trasladarlos a una división llamada “21 Jump Street”, que recluta a agentes que todavía conservan su fisonomía de adolescentes, para infiltrarlos en una escuela y buscar a la gente que distribuye una nueva droga que pone "de la gorra" a los estudiantes. “De la gorra” es una manera de decir. En realidad no tiene mucho más efecto que un porro con el agregado de insultar mucho como si se tuviera el síndrome de Tourette y eventualmente romper algún jarrón o sacarle la lengua a alguien. El resto de la realización será aceptarlo a regañadientes y ver cómo los directores (sí, tiene dos) Phil Lord y Jerry Miller van diluyendo la propuesta inicial hasta lograr que ambos amigos tengan el mismo grado de discernimiento e inteligencia, que no es muy alto por cierto. Si no, ¿por qué luego de un montaje en donde el pibe cool y el gordito nerd aprenden lo mejor el uno del otro, el primero sigue tan burro como antes y el segundo agarra una pistola como si fuera una oblea de chocolate? Así y todo, el momento gracioso es cuando estos dos prueban la droga en cuestión y sus efectos. Como si los directores les hubieran dicho “hagan lo que quieran”, mientras filma todo y compagina. Quizás el backstage de la edición en DVD tenga bastante de esto y sea lo mejor. De todos modos está más cerca de “Jackass” (seie de TV, 2000/2002) que de la comedia. La idea de lograr una película con una mirada vintage a los ‘80 no llega a buen puerto porque en lugar de tomar los detalles característicos para leerlos hoy con humor (incluso basándose en la serie de aquellos años). “Comando especial” termina siendo una película que podría haber formado parte del catálogo de esa época, y aún en ella no hubiera sido de las mejores. Es cierto, el público se renueva, de modo que mayores de 30 años quizás quieran pensar en otras opciones.
La serie fue mítica en EEUU y el espaldarazo para Johnny Deep, por eso él hace un cameo. Con gran química, Jonah Hill y Channing Tatum, la acción de los dos policías encubiertos en un colegio secundario da pie para todo. Excesos, acción, risa, intercambio de roles y no pocas ironías. Channing y Jonah se preparan para una secuela mientras nosotros nos divertimos con esta primera entrega.
Pocos recordarán Comando especial, serie policial ochentosa que lanzó a una moderadísima fama a Johnny Depp. Phil Lord y Chris Miller, también directores de la atractiva animación Lluvia de hamburguesas, reformulan aquella serie en una operación que intenta asemejarse, por supuesto que sin conseguir ese nivel de perfección, a lo hecho por Todd Phillips con Starsky y Hutch. El tono paródico juvenil les sienta bien a Jonah Hill y Channing Tatum, aquí agentes encubiertos en un secundario para resolver un caso de drogas. Ellos dos, siempre dispuestos a subrayar sus personalidades opuestas, consiguen que no falle esta difícil misión de adaptar Comando especial al cine y, sobre todo, a estos tiempos.
REBELDE WAY En un momento de COMANDO ESPECIAL (21 JUMP STREET), el capitán de la Policía dice en referencia al regreso de un programa de operaciones encubiertas: "Los tipos a cargo de esto carecen de creatividad y están completamente sin ideas, así que todo lo que hacen ahora es reciclar mierda del pasado y esperar que nosotros no lo notemos". Esta frase, un clarísimo palo a la fiebre de remakes y adaptaciones que padece Hollywood, es clave para entender el espíritu festivo y autoconsciente de esta película. Los directores Phil Lord y Christopher Miller, inteligentemente, eligieron encarar esta adaptación de una serie de TV de los años 80’ sin tomársela muy en serio. En la secundaria, Schmidt (Jonah Hill) era el clásico loser y Jenko (Channing Tatum), el popular y abusador. Pero el tiempo pasa, se hacen amigos y entran juntos a la Policía. Durante su primer patrullaje, intentan arrestar a una banda de motoqueros y todo sale mal. A modo de castigo son enviados a participar de una operación encubierta para detener el tráfico de una nueva droga en una escuela secundaria. Los policías deberán hacerse pasar por adolescentes para tratar de resolver el caso desde adentro. Lo destacable es la manera en la que el film juega con los lugares comunes: no cae en los estereotipos, sino que los subraya para eludirlos y también para burlarse de ellos. COMANDO ESPECIAL se ríe de los clichés de las películas de acción y del sub-género de las buddy-movies, aunque cede ante el esperable cambio de roles -el loser se vuelve popular-, algo ya visto en JAMÁS BESADA (NEVER BEEN KISSED, 1999), en la que una periodista era la infiltrada. La presencia de un genial Jonah Hill y el estilo del humor (zarpado y en ocasiones hasta escatológico), sumado a los temas tratados (principalmente la amistad entre varones y las consecuencias de crecer), inscriben a COMANDO ESPECIAL dentro de la nueva comedia americana, corriente que cuenta entre sus principales exponentes a Judd Apatow y a Todd Phillips (¿QUÉ PASÓ AYER?). Si les gusta algo de ese humor, COMANDO ESPECIAL resultará tan entretenida como una buena fiesta entre amigos. COMANDO ESPECIAL tiene una pareja de protagonistas con buena química, varios chistes que funcionan, divertidos momentos de humor físico y muy absurdo (como cuando los policías infiltrados sufren los efectos de la droga que investigan), y algunas sorpresas destinadas a los seguidores de la serie de TV. El film entretiene con buen ritmo, aunque las mejores ideas están en la primera mitad: en la segunda, y sobre todo en el desenlace, cae en fórmulas ya conocidas. Sin embargo, nunca pierde el tono burlón: hay algo de despreocupación y desenfado adolescente en esta película, que se ríe de todos e incluso de sí misma. Así, nadie puede quedarse afuera de las carcajadas.
Se reúnen de nuevo en el Colegio de Policía, Jenko algo fanfarrón y atlético, mientras que Schmidt es más pensante, formar una amistad poco probable, ahora cada uno debe ayudarse sin tener en cuenta sus defectos. Solo tienen la oportunidad de reencontrarse, son enviados en una misión encubierta; que no es nada sencillo, van de incógnito como estudiantes de preparatoria y se enfrenta a una red de narcotráfico, después de la muerte de una adolescente, se está vendiendo una peligrosa nueva droga sintética en la escuela y hay que encontrar a los distribuidores, proveedor, y cuidar su lugar. Lo que juega es una fantástica mezcla de comedia y acción, ambos protagonistas tienen buena química Jonah Hill, Channing Tatum, se maneja bien la ironía, no faltan las bromas groseras, típicas de las comedias norteamericanas, llena de persecuciones, disparos, explosiones y gags, hay que estar atentos a los cameos. Una historia sencilla que logra entretener y divertir a pesar de ser previsible. Recuerden que hay yapa.
Tiempo y espacio Comando especial (21 Jump Street) transcurre en el colegio secundario. Ahí comienza, y ahí vuelve enseguida, a los pocos minutos, con dos protagonistas que lo terminaron hace años: son dos policías que ya pasaron por el colegio, y que fueron compañeros (la pareja despareja) en la academia policial y también compañeros, pero de existencias asíntotas, en el secundario. El nerd y el popular, que deberán volver –como policías encubiertos– a la escuela: a revivir, ya de otra manera, esos días que, según la mayor parte de las películas sobre el lugar, es definitorio, crucial, lleno de momentos fundantes. Claro, nada se revive igual en relatos cargados de movimiento. En Comando especial los dos protagonistas llegarán, siete años después (y esta es una de las grandes ideas cómicamente productivas de la película) a un espacio y un reparto de rolas modificados por el tiempo. Las categorías en el colegio, en la High School, ya no son las mismas: ahora es cool ser alternativo, ecológico, sensible, ocurrente. Ya no es cool el modelo de “atleta popular y bestia” que vimos en decenas de películas, y que los protagonistas han vivido. El secundario, como buen lugar habitual del cine americano, es un escenario de la fascinación, la lucha y la obsesión por el poder y una de sus posibles derivaciones: el triunfo. El triunfo que garantiza el tener poder, el poder que permite el triunfo. Así, las vías hacia el poder pueden ser la belleza, la destreza deportiva, la sabiduría tecnológica, la simpatía y algunos ítems más. En Comando especial se trabaja también sobre la experiencia como fuente de poder (y, con estos protagonistas, también como fuente de desperdicio). Más allá de este breve análisis sobre temas y lugares, Comando especial tiene, es cierto, al menos una docena de chistes deformes, ingeniosos, llamativos. Y también momentos de brillo con acción salvaje y/o autoconciente. Sin embargo, como pasa en la mayoría de las combinaciones de comedia cómica y policial, hay un problema de estiramiento, de ritmo enclenque: las acciones policiales fallan en tensión porque están agujereadas de chistes; los chistes se ven interrumpidos por la intriga policial. Y además, como esta es una bromantic comedy (comedia con eje en la amistad masculina), hay que cargar un poco las tintas en la relación de amistad de los dos protagonistas. Y la verdad es que Chaning Tatum no es el actor más convincente del mundo. Y además ya hemos empezado a extrañar al Jonah Hill de Supercool frente a este –más prolijo, más “sanforizado”– de Comando especial. Y ya que se me ocurrió centrar este texto en el colegio secundario como escenario y en el poder como tema, les recomiendo Poder sin límites (Chronicle), que se estrenó en febrero y que recién pude ver hace pocos días.
Quizás recuerden aquella serie donde un debutante Johnny Depp era un policía encubierto en una escuela secundaria. A la imbecilidad de esa premisa (el propio Depp siempre se arrepintió de aquello) se la compensa en esta versión cinematográfica transformando la represiva serie de la era Reagan en su parodia. El resultado es bueno, con excelente trabajo del siempre eficaz Jonah Hill, pero con algunos gags “a reglamento” que denotan cierta falta de imaginación a la hora de resolver la premisa. De todos modos, un film nada despreciable.
Policía Estudiantil "21 Jump Street" es la adaptación de una serie ochentosa que lanzó a la fama al conocidísimo Johnny Depp y que vuelve en formato de largometraje, con 2 nuevos protagonistas que creo se complementaron bastante bien durante su trabajo en este film. Jonah Hill demuestra que es una de las nuevas caras para tomar en serio en el mundo de la comedia aportando los mejores momentos de la película, mientras que Channing Tatum cumple como parte complementaria del dúo pero sin grandes momentos de talento humorístico. Para los que no conocen la historia, la policía crea un escuadrón de agentes con las características físicas necesarias para infiltrarlos en colegios secundarios y hasta universitarios con el fin de investigar los crímenes que tienen lugar entre los más jóvenes de la sociedad. Originalmente era un equipo de varias personas, pero para la adaptación cinematográfica se decide hacer foco en la pareja conformada por los dos actores del cartel. Otro gran cambio tiene que ver con el enfoque humorístico que se la dio a la película, un humor que está mucho más cerca de la bizarreada de "The Hangover" que del típico humor ochentoso, que se podría decir, era más sano y apelaba mucho menos a las situaciones ridículas. Personalmente no soy un gran fan de este nuevo tipo de comedia, más allá de que disfruté muchísimo la 1ra Hangover, sobre todo porque percibo que algunos imitadores del género cada vez van más lejos con el mal gusto, léase "Pase Libre", "Bad Teacher" y "Si fueras yo". Hay escenas realmente divertidas, pero como en estos otros casos nombrados, también hay otras de mal gusto e innecesarias para la dinámica de la trama. La parte policial y de acción también creo que podría afinarse un poco más, sobretodo si va a haber secuela como se viene comentando luego de su éxito comercial en USA. No es una de las mejores comedias que vas a ver en tu vida, pero combina de manera muy efectiva el humor bizarro con el género de acción, lo suficientemente bien como para entregar al menos una cinta más sobre las andanzas de los 21 Jump Street.
En el 2005, con la música rap de Eminem sonando por todos lados, Schmidt y Jenko se encuentran a punto de tener su baile de graduación, hito del secundario que ambos se perderán por distintas razones. Siete años más tarde, estos extremos opuestos en cuanto a popularidad escolar se reencuentran durante su entrenamiento para ingresar al departamento de policía. El aumento de la delincuencia juvenil y la invasión de los narcóticos en los colegios obligan a las autoridades a reestablecer un programa de comando especial encajonado desde hace algunas décadas. Ahora esta pareja trabajará de incógnito dentro de una escuela, haciéndose pasar por estudiantes para descubrir una red de tráfico de una nueva droga sintética. Sin embargo, los años que pasaron desde su graduación convirtieron al secundario en una experiencia totalmente diferente. Channing Tatum, el nuevo galán musculoso carente de expresión facial, y el ascendente Jonah Hill (quien ya se encuentra elaborando el guión de la innecesaria secuela de esta historia), tienen probada química para esta buddy movie. Es lamentable que el mensaje principal de la película sea tan desastroso: los adolescentes actuales sólo pueden divertirse gracias al alcohol y las drogas, y eso se repite una y otra vez durante los casi 100 minutos de metraje. El cameo del protagonista original de la serie, Johnny Depp, y la referencia al poder de los losers gracias a “Glee”, son demasiado poco como para sustentar la cinta.
Schmidt (Jonah Hill) y Jenko (Channing Tatum) son dos jóvenes agentes egresados de la academia de policía que se amigaron mientras cursaban sus clases de entrenamiento, después de haber sido adversarios en el secundario. Como los muchachos aún mantienen su aspecto juvenil, su jefe les encarga como misión infiltrarse en un colegio para oficiar como “sérpicos” del siglo XXI y desbaratar una banda de vendedores de drogas que trafica en el lugar. Sin embargo, a poco de andar descubren que el mundo cambia con una velocidad inusitada y que nada es como era, por lo que la experiencia acumulada en sus días de estudiantes no les sirve para nada. El resultado es una comedia que incluye acción y algo de humor para paladares poco exigentes.
Estamos reviviendo un cancelado proyecto de agentes encubiertos de los años 80, y lo estamos actualizando a la época actual. La gente detrás de esto carece de creatividad y se han quedado sin ideas, por lo cual decidieron reciclar mierd... antigua, con la esperanza que nadie se de cuenta de eso. Seguramente alguno debe haber visto algún capitulo de 21 Jump Street. Esa serie en la que estaba Johnny Deep y Richard Grieco, y que refritaron varias veces en las tardes de canal 11 acá en Argentina. Era una serie de policías en donde un grupo de oficiales muy jóvenes se hacían pasar como estudiantes y combatian a los criminales en las escuelas. Al igual que otras tiras similares - ej. Patrulla Juvenil - era un producto fruto de su tiempo, saturada de pibes con look neo romantic, enormes gabardinas, sacos arremangados y aritos en las orejas. Dudo mucho que alguien clame que se trataba de un intocable objeto de culto, o que incluso lo más jóvenes tengan memoria de la tira. Como sea, lo cierto es que no se trataba del proyecto más apetitoso para hacer una remake pero el comediante Jonah Hill clavó su mirada en él, y decidió convertirlo en un vehículo para su persona. Las buenas nuevas es que la versión para la pantalla grande (llamada aquí Comando Especial) supera por muchísimo a las pobres expectativas que uno podría haber tenido de antemano; simplemente tomaron la idea de base, tiraron el resto por la borda, y se dedicaron a destilar una comedia de aquellas. Como resulta obvio, una adaptación lineal de la serie hubiera dado lugar a algo opaco o ridículo. En cambio los libretistas - el mismo Hill, que produce y escribe, junto a Michael Bacall de Scott Pilgrim Contra el Mundo - decidieron tomar el molde de Starsky & Hutch (2004), y llevar todo por el lado de la comedia. Si bien acá hay tiros y persecuciones, todo el asunto tiene el mismo tufillo de Mi Primer Beso u Old School - gerontes que tienen la oportunidad de regresar al secundario y tomarse la revancha de sus vidas aplicando toda la experiencia que han adquirido en todos estos años -. Hill es el nerd, Channing Tatum es el atleta mujeriego; ahora las cosas han cambiado tanto que ser nerd es progre, y los deportistas no tienen tanto arrastre en el secundario. Para colmo, Hill y Tatum son unos palurdos de aquellos y, por error, terminan por intercambiar sus identidades, con lo cual el nerd debe correr como una luz en la cancha de atletismo, y el otro - que apenas puede sumar y al que le resulta imposible acordarse de memoria las 75 palabras del parlamento Miranda que debe recitar al realizar de un arresto ("Usted tiene derecho a guardar silencio...") - termina en la clase avanzada de química, rodeado de tragas que lo pasan como si fuera alambre caído. Una de las mejores cosas de Comando Especial es que el libreto es una máquina de disparar chistes y gags, desde el cuartel policial montado en una iglesia - un concepto de la serie original, ahora condimentado con un Jesús coreano colgado de una cruz y rodeado de carteles luminosos de "sálvame!" -, pasando por las cataratas de insultos del típico capitán negro que compone Ice Cube (en un rol ideal para Samuel L. Jackson), hasta la tonelada de idioteces que hacen estos dos cuando se ven obligados a tomar una dosis de la droga experimental para no despertar sospechas. Es un script realmente aceitado que funciona de maravilla, y Jonah Hill y Channing Tatum destilan tanta gracia y química que terminan por encandilar a la platea. El problema con 21 Jump Street es que en la última media hora se queda sin combustible. En la necesidad de atar cabos, proveer una resolución y realizar la correspondiente persecución final, la comedia se desacelera tan bruscamente que el filme casi se vuelve serio. Incluso cuando llega el momento de los cameos, los mismos carecen de gracia. El otro gran problema que tiene la película es el casting de Rob Riggle. Es un ladrillo que se cree gracioso y, lo que es peor, le siguen dando papeles en el cine. ¿Hasta cuándo, digo yo? 21 Jump Street es una gozada hasta que llega el climax; no es que el final sea terrible o arruine el filme, pero resulta una formalidad demasiado seria y algo larga. Como sea, el 90% de la película restante es más que recomendable, con lo cual invertir en un ticket para verla no será plata desperdiciada en lo más mínimo.
Publicada en la edición digital de la revista.
Publicada en la edición digital de la revista.
Publicada en la edición digital #2 de la revista.